Rev. Casa de la Mujer ISSN 2215-2725. N°21 (1): 127-134, enero-junio 2012 Hombres ante la misoginia: miradas múltiples Doris Fernández Carvajal Académica e investigadora Instituto de Estudios de la Mujer Universidad Nacional [email protected] Recibido. 7 de noviembre 2011 Aceptado: 5 de diciembre 2011 El libro está estructurado en artículos a cargo de diversos autores, se escogieron algunos de ellos para elaborar esta reseña. Autores: Daniel Cazés Menache y Fernando Huerta Rojas. Coordinadores Publicado: 2007. La misoginia: ideología de las relaciones humanas. Una introducción Daniel Cazés Menache: director del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades (CEIICH). En este capítulo, el autor inicia planteando que la misoginia tiene que ver con el temor, rechazo y odio a las mujeres, y sus expresiones están presentes en la cotidianidad, en las relaciones humanas. Sin embargo, agrega que esta no es patrimonio exclusivo de los hombres, sino que es parte estructural del dominio patriarcal, por eso todas las personas somos portadoras de esa ideología. Doris Fernpandez Carvajal: Licenciada en Sociología de la Universidad de Costa Rica. Posee una maestría en Estudios de la Mujer de la Universidad de Costa Rica-Universidad Nacional. 1 Licencia Creative Commons Atribución-No-Comercial SinDerivadas 3.0 Costa Rica. Publicado: Abril 2014 127 Rev. Casa de la Mujer ISSN 2215-2725. N°21 (1): 127-134, enero-junio 2012 Por otra lado, señala que la misoginia enajena a los hombres, ya que gozan de los privilegios prescritos por el género al estar expuestos a la competencia, a ejercer dominio, a aspirar al éxito, al triunfo, restándole posibilidades de llevar una convivencia equitativa, solidaria y pacífica. Seguidamente se interesa por explorar el origen del patriarcado en Occidente tomando como referencia los textos de Gerda Lerner, Origen del patriarcado; El cáliz y la espada de la autora Rianne Eisler y el Antiguo Testamento de la Biblia, de los que toma elementos que contribuyeron a la constitución del sistema patriarcal o la “misoginia fundacional”. Hombres feministas y misóginos: una construcción posible Leonardo Olivos Santoyo: investigador del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades (CEIICH). El autor hace una reflexión en torno a lo que él llama una contradicción y que se manifiesta en la existencia de hombres que se identifican con los principios y postulados feministas y, por otro lado las inconsistencias que se presentan en estos hombres que se reconocen como “feministos”, pero que al mismo tiempo continúan reproduciendo creencias, ideas y valores misóginos. Considera que dicha contradicción tiene que ver con la forma en que se construyen las identidades de género que configuran a mujeres y hombres sincréticos. Señala que si bien el objetivo primordial del pensamiento feminista ha sido el visibilizar la condición de subordinación, explotación y dominio que sufren las mujeres, estos postulados han calado en algunos hombres, ya que se han visto a sí mismos como productos sociales dotados de género y son conscientes de que ser hombre en la sociedad patriarcal los coloca en una situación de superioridad frente a las mujeres. En relación con los hombres frente al feminismo, sostiene y critica aquellas posiciones que han puesto al pensamiento feminista como antagónico a los hombres, en su lugar sostiene que el feminismo ha logrado analizar de manera crítica cómo se han construido las relaciones entre los géneros. Plantea que el feminismo de los años 70 abrió espacios para que los hombres hicieron una revisión de las experiencias de opresión vividas y sufridas por otros hombres, por su color de piel, orientación sexual y, al mismo tiempo, hacer ver los privilegios y beneficios que significaba ser hombre en el 128 Publicado: Abril 2014 Licencia Creative Commons Atribución-No-Comercial SinDerivadas 3.0 Costa Rica. Rev. Casa de la Mujer ISSN 2215-2725. N°21 (1): 127-134, enero-junio 2012 sistema patriarcal, pero sin dejar de reconocer los costos afectivos y emocionales que han sufrido los hombres en el patriarcado. Por eso, sostiene que el feminismo de los 70, generó secuelas para los hombres, ya que sentó los cimientos sobre nuevas relaciones entre mujeres y hombres. Para el caso de México, sostiene que fue en la década de los 90 cuando la influencia comienza a sentirse en hombres cercanos a militantes feministas, provenientes de la izquierda, e involucrados en las luchas por los derechos humanos. Acerca de la pregunta de si puede hablarse de hombres feministas. Desde su perspectiva la respuesta es no, por cuanto los hombres no han tenido o no han padecido las vivencias de la opresión patriarcal, por tanto, los sujetos políticos del feminismo son las mujeres. En el caso de los hombres se puede hablar de “hombres solidarios” o de “hombres pro feministas”. En relación con la misoginia plantea que esta debe entenderse como un constructo social y por eso es un error considerarlo como un atributo exclusivamente masculino. En su lugar debe entenderse como una ideología que permea las relaciones sociales y que da sustento a la desigualdad entre mujeres y hombres, ya que las desvaloriza e interioriza, ética, moral, física e intelectualmente. En ese sentido es funcional al orden de géneros, ya que trasciende la clase, la edad, la religión, el sexo o la religión. Termina diciendo que en los tiempos modernos las identidades de género son sincréticas, tomando la categoría de Marcela Lagarde, haciendo alusión a la existencia de hombres sensibles a las luchas feministas, pero que a su vez mantienen pensamientos, comportamientos y actitudes como resabios del machismo y del sexismo. De la misoginia y otras dominaciones Nelson Minello Martín: académico del Colegio de México. Este es un artículo de corta extensión en el que el autor hace una especie de genealogía acerca de la misoginia, según dice él mismo al estilo Foucault. En este sentido sostiene que el género es el enfoque más adecuado para abordar la misoginia, para ello hace eco del planteamiento de Hawkeworth, que sostiene que si bien la categoría de género está en proceso de construcción, esto también es aplicable para la misoginia. Licencia Creative Commons Atribución-No-Comercial SinDerivadas 3.0 Costa Rica. Publicado: Abril 2014 129 Rev. Casa de la Mujer ISSN 2215-2725. N°21 (1): 127-134, enero-junio 2012 En vista de ello, desarrolla algunas tesis, la primera sostiene que la misoginia no es un sentimiento personal aunque se exprese de esa forma, sino que es un elemento constitutivo de la dominación masculina, que se expresa a través de la violencia tanto física como simbólica. La segunda tiene que ver con que la estructuración del orden de género en una sociedad es una construcción histórica. La tercera se deriva de la anterior y sostiene que no existe una entidad masculina homogénea para todas las sociedades, por tanto, la misoginia debe entenderse como una categoría con características específicas a cada sociedad y tiempo. La presencia de la misoginia en el fenómeno de la inseguridad René Alejandro Jiménez Ornelas y otros: coordinador de la Unidad de Análisis sobre Violencia Social en México (UNAVIS/UNAM). Partiendo de la definición de misoginia entendida por los autores como “el odio, rechazo, aversión o desprecio que los hombres manifiestan en relación con las mujeres o en lo concerniente a lo femenino”, hacen un recuento de una serie de manifestaciones misóginas que ocurren en la sociedad mexicana. Algunos ejemplos son: a. Altos porcentajes de mujeres que han denunciado sufrir de diferentes formas de violencia por parte de sus esposos o compañeros. b. Maltrato sexual evidenciado, en la violación, abuso y acoso sexual que sufren las mujeres con consecuencias devastadoras para sus vidas. c. La revictimización de las mujeres por parte del sistema judicial cuando denuncian violaciones y otras agresiones sexuales. d. Son las mujeres las mayormente afectadas por asaltos y robos. e. La existencia de publicidad sexista que explota imágenes estereotipadas que refuerzan la condición de la mujer como objeto de consumo sexual. Los autores concluyen afirmando que el asesinato de mujeres en Ciudad Juárez es el acto misógino más flagrante, ya que la violencia y la saña con que se cometen estos feminicidios ponen de manifiesto el odio y el desprecio hacia las mujeres. La misoginia y los derechos humanos humanos, para ello toma como base el artículo primero de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, “que establece que todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos”. 130 Publicado: Abril 2014 Licencia Creative Commons Atribución-No-Comercial SinDerivadas 3.0 Costa Rica. Rev. Casa de la Mujer ISSN 2215-2725. N°21 (1): 127-134, enero-junio 2012 La violencia contra las mujeres en todas sus manifestaciones, la violencia intrafamiliar, el hostigamiento sexual, la explotación sexual, la prostitución, la violación y el homicidio son obstáculos para el logro de una igualdad, el desarrollo y la paz. En este sentido no se podría pensar en la construcción de un Estado democrático, si por motivos de género se ejerce violencia contra las mujeres. Por esa razón sostiene que los programas y políticas de Estado deben incorporar la perspectiva de género, ya que los problemas de las mujeres deben dejar de ser asuntos exclusivamente femeninos para convertirse en temas de preocupación de toda la sociedad. La misoginia en el discurso y acción de los hombres Roberto Garda Salas: coordinador del Programa de Hombres y Violencia Doméstica, CORIAC. En la primera parte del artículo, el autor hace una breve presentación de diversos autores que han intentado dar respuesta a las causas de la violencia masculina. Afirma que la sociobiología, la psicología y la psiquiatría coinciden en señalar que el origen de la violencia masculina tiene que ver con una socialización violenta en ambientes violentos, por tanto, la agresividad hacia la pareja es una expresión violenta de sentimientos de vulnerabilidad emocional sentida por los hombres. Por su parte, el feminismo sostiene que la violencia masculina hacia las mujeres tiene su origen en la construcción de diferencias de género, por tanto, es una construcción social e histórica en la cual los hombres han ejercido sistemáticamente abuso de poder sobre las mujeres producto de la construcción de la identidad masculina. Si bien la construcción de la masculinidad acontece dentro del sistema patriarcal, esta también se articula con el racismo, la homofobia, la xenofobia, de ahí que la dominación masculina se extienda también a otros hombres, niños, niñas, personas ancianas, con discapacidad, homosexuales, indígenas y negras, para citar algunas. En la segunda parte presenta unos datos provenientes de sesiones de trabajo con hombres que ejercen violencia contra sus parejas. Algunas conclusiones son: que los hombres muestran inicialmente un discurso equitativo en relación con las mujeres, pero este se transforma cuando se analizan las prácticas violentas que ejercen los hombres y es ahí cuando el discurso cambia y se vuelve Licencia Creative Commons Atribución-No-Comercial SinDerivadas 3.0 Costa Rica. Publicado: Abril 2014 131 Rev. Casa de la Mujer ISSN 2215-2725. N°21 (1): 127-134, enero-junio 2012 lo que él llama “pendular”, o sea, pasa de lo equitativo a lo violento. Para explicar ese cambio utiliza cuatro aspectos: el primero de ellos tiene que ver con lo social y cultural, este es producto de las narrativas sobre las cuales se han construido las identidades de mujeres y hombres, la superioridad del hombre. El segundo tiene que ver con el aspecto personal o psicológico, ya que la desobediencia a los mandatos de los hombres les causa a las mujeres dolor y malestar. Un NO de la mujer tiene dos significados, uno de tipo social porque de esa manera la mujer busca “salirse” de las formas de control del hombre, pero a la vez tiene una connotación psicológica, ya que ese mismo NO el hombre lo siente como un cuestionamiento a su poder y eso le genera malestar, que puede expresar de manera violenta para romper esa resistencia. El tercer aspecto es la voluntad de cambio, este está relacionado con los procesos de reflexión que puedan generar cambios en las prácticas violentas de los hombres. Sobre este particular sostiene que los hombres pueden transitar entre discursos equitativos y prácticas violentas, de ahí que se hace necesario reflexionar sobre las condiciones sociales, personales y culturales que permiten desarrollar esa voluntad o habilidad. Enfatiza que la ruptura entre el discurso y la práctica se construye solo en la vida íntima de los hombres, eso significa actuar, pensar desde la forma en cómo los hombres interpretan el mundo. Finalmente, el aspecto relacional, este tiene que ver con la posibilidad de cambio de los hombres que para el autor se da solo cuando la relación de pareja lo demanda, pero también la relación con otras personas como hijos(as). Esa posibilidad de cambio significa reconocer que los hombres no son homogéneos. En vista de ello sostiene que la violencia masculina es un acto complejo con diversas dinámicas de poder, con diversas intersecciones teóricas que deberían ser analizadas, problematizadas y diferenciadas, según cada contexto cultural. Finuras y sutilezas misóginas en el juego del hombre Fernando Huerta Rojas: estudiante del doctorado en Antropología por la Facultad de Filosofía y Letras, UNAM. En este artículo, el autor analiza el papel del deporte en la sociedad, a lo que denomina deportivización. Plantea que la deportivización expresa el grado de desarrollo y nivel competitivo de una sociedad, la capacidad 132 Publicado: Abril 2014 Licencia Creative Commons Atribución-No-Comercial SinDerivadas 3.0 Costa Rica. Rev. Casa de la Mujer ISSN 2215-2725. N°21 (1): 127-134, enero-junio 2012 económica, política y social del Estado y sus instituciones para organizar y participar en eventos deportivos. Sostiene que es a través del juego que se construyen vivencias que se interiorizan en los papeles y protagonismos desiguales y diferenciados de mujeres y hombres que están relacionados con la victoria y la derrota, con lo público y lo privado, con lo pasivo y lo activo, con la presencia y la ausencia, con lo importante y lo banal. En este sentido afirma que el deporte es una institución política que ha modelado, marcado y significado las relaciones genéricas a través de una serie de rituales en los que los hombres y las mujeres socializan, interactúan y simbolizan genéricamente. El ejemplo de ello lo constituye el futbol como deporte global a través del cual se ritualiza lo masculino y se asienta una de las justificaciones ideológicas de poder de dominio y supuesta superioridad biológica de los hombres, por eso, el futbol, como “juego del hombre”, es constitutivo de su subjetividad e identidad, ya que a través del juego se generan experiencias subjetivas e identitarias en el combate, en la búsqueda frenética de la victoria que empodera hegemónicamente a los hombres, puesto se recrean valores de poder, gloria, fuerza, virilidad, violencia, de macho, homófono y misógino. Finalmente, plantea que la deportivización de la sociedad es desigual en lo social, cultural y económico, en lo político y genérico, ya que, por lo general, los hombres practican deportes considerados más importantes, de mayor rendimiento, éxito y prestigio, que les permiten captar y confirmar el reconocimiento público. Mientras que las mujeres juegan deportes considerados femeninos y, si bien destacan, su rendimiento y técnicas son medidas de acuerdo con el desempeño y rendimiento masculino. Algunos mensajes misóginos en canciones populares comerciales Alberto Zárate Rosales: doctor en Antropología Social, IIA, UNAM. El autor plantea que las canciones populares que se escuchan en América Latina reproducen la ideología patriarcal, ya que a través de ellas se fortalece el machismo, el sexismo y la misoginia, de ahí que hable de “patriarcado musical”. Las canciones populares hacen referencia a los papeles de género establecidos para mujeres y hombres. En el caso de los hombres hace alusión a un modelo de masculinidad heterosexual, activo en el trabajo, Licencia Creative Commons Atribución-No-Comercial SinDerivadas 3.0 Costa Rica. Publicado: Abril 2014 133 Rev. Casa de la Mujer ISSN 2215-2725. N°21 (1): 127-134, enero-junio 2012 acosador sexual, autónomo, dominante, homofóbico, fuerte y proveedor. Por otra parte, a las mujeres las divide en dos grandes grupos, las “buenas”, como aquellas obedientes, serviciales, devotas de Dios, y las “malas”, las coquetas, las frívolas y las prostitutas. También menciona la existencia de canciones con contenido misándrico para referirse a la aversión o al menosprecio en los hombres, que en algunas canciones aluden al hombre inútil, al que no cumple con los mandatos de la masculinidad y, en otros casos, son tratados de “jotos”, que quiere decir homosexual para cuestionar su virilidad. Termina señalando que es a través del lenguaje o el contenido de las canciones que se estructuran mensajes cargados de violencia verbal que propagan mensajes ideológicos que avalan la dominación masculina. 134 Publicado: Abril 2014 Licencia Creative Commons Atribución-No-Comercial SinDerivadas 3.0 Costa Rica.