El rey Arturo: en búsqueda de la cura o de cómo me va envolviendo

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El rey Arturo: en búsqueda de la cura o de
cómo me va envolviendo la intertextualidad
Facundo Díaz
Instituto de Formación Docente N° 12 - Neuquén
Había una vez un rey de Roma llamado Arturo, que era muy querido y reconocido
por todos los reinos por ser valiente, fuerte, justo y con mucha sabiduría; su
reputación cruzaba fronteras.
Una princesa llamada Paris, anhelaba conocerlo. Su padre Menelao, el rey de
Inglaterra, no estaba de acuerdo con que su única hija y heredera se enamore de
Arturo, por lo cual le impidió verlo; ella sin hacerle caso quería conocerlo.
El reino de Arturo quedaba muy lejos, tenían que cruzar el mar Mediterráneo (mar
rodeado de tierra) que era un mar de comerciantes, y recorrer muchos caminos.
Ella le pidió a su amigo Juan, el mensajero de su padre, que la acompañe a ver al
rey Arturo y determinaron que partirían al amanecer.
Apenas amaneció partieron, primero se fueron en un barco de comerciantes;
tardaron dos días en llegar a Venice que está a 400 kilómetros de Roma. Juan
contrató mulas para que la princesa no camine demasiado. Durante el trayecto ella
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ocupaba su mente en pensar cómo la iba a recibir Arturo; tardaron en llegar a su
destino, aproximadamente, cuatro horas.
Era como ella se imaginaba, el pueblo estaba de fiesta. La princesa le preguntó a
una señora que pasaba por el lugar, que festejaban. La señora le dijo que los
guerreros habían llegado de una guerra, que habían ganado y que esa noche se
celebraría en el castillo una fiesta de disfraces, por la celebración de la conquista.
La princesa pensó que ese era el momento perfecto para conocer al rey.
Inmediatamente fueron a comprarse un disfraz: el único vestido que había era el
de Cenicienta, mientras que Juan pudo comprarse ropa de guerrero; ya
disfrazados, partieron hacia el castillo con horas de anticipación.
Apenas entraron vieron que estaban preparando todo. El lugar se llenaba a
medida que transcurrían las horas y, de pronto, se dieron cuenta de que se había
completado todo el espacio disponible. La princesa supo identificar al rey Arturo:
era el único hombre que estaba vestido de blanco, así que fue hacia donde él se
encontraba.
Ella se enamoró apenas lo vio; recordemos que anhelaba conocerlo de niña y él
era tal como se lo imaginaba. Juan, el mensajero, la presentó al rey y le dijo que
era Paris, la princesa de Inglaterra. Arturo dijo que hubiera querido conocerla
antes, pero el padre de Paris y él no eran amigos por un pequeño problema que
tuvieron cuando eran unos niños; la princesa entendió por qué el padre no quería
que ella conociera al rey Arturo.
A medida que transcurrían las horas y los días se terminaron de enamorar uno del
otro. Arturo la invitaba a cenar, al teatro, a picnic y demás cosas y más se
enamoraban. Él organizó otro baile pero esta vez fue para proponerle casamiento:
ella sin dudarlo aceptó.
Transcurridos los meses se casaron e hicieron una gran fiesta en el castillo, por lo
cual fueron los reyes de todos lados, menos el padre de París, que estaba en total
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desacuerdo con esa unión e intento detener la boda porque no quería que su
única hija se casara con su enemigo.
El rey Arturo les comentó a todos que estaban en busca de un hijo o hija. Todo el
mundo estaba aún más contento
por la noticia, mientras el rey de Inglaterra
estaba aún con más disgusto por la noticia, así que
contrato al flautista de
Hamelin, para que durmiese al niño o niña que naciere, para toda la vida.
Transcurrieron los meses, la panza de la princesa comenzaba a crecer y más
felices se ponían los futuros padres a medida que pasaban los días; el rey mandó
construir objetos que pudiera necesitar el bebé, como ser cunas, sonajeros,
hamacas, juegos, un cuarto lleno de juguetes y demás cosas.
Ya pasados los nueve meses nació Bella, la heredera de todos los reinos de
Arturo. Al día siguiente llegaron reyes de todos lados para darle un regalo a la
nueva princesa, con ellos llegó Hamelin vestido de un particular verde.
Él se acercó a la cuna donde se encontraba la princesa y empezó a tocar la
flauta; poco a poco la música hacia dormir a la princesa de una siesta de la que no
iba a despertar jamás. La flauta tenía un descodificador de sonido que tan solo
hacia dormir a la princesa, por lo cual hizo dormir a Bella y no a todos los demás.
Los reyes estaban tan ocupados que no vieron que el flautista de Hamelin estaba
en el castillo; pasaron las horas y Paris fue a despertar a Bella para alimentarla,
pero vio que la niña no despertaba, así que empezó a preocuparse y llamó a
Arturo, le comentó que quiso despertar a la
niña para darle de comer:
—Y ella no despierta.
El padre preguntó a todos si habían visto
algo raro. El rey de Escocia le dijo que
había un flautista junto a ella, que tocando
la flauta la hizo dormir. París quiso saber si
no era un flautista vestido de un particular
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verde y el rey de Escocia le dijo que sí y que además tenía una flauta muy rara
que jamás había visto.
La princesa preocupada dijo:
—Es el flautista de Hamelin, es un flautista que cometió muchos delitos; una vez
hizo desaparecer a los niños de un pueblo y a otro pueblo lo llenó de ratas de
todos los tamaños y muchas cosas más.
Al escuchar el relato El rey Arturo mandó cerrar el castillo para que no se
escapara el flautista, pero este ya se había marchado. Arturo, al enterarse de la
huida, mandó a sus guerreros a capturarlo.
Apenas escucharon las órdenes los guerreros partieron por todos los caminos. Sin
dudar siguieron y siguieron sin parar, pero por más que buscaron no lo pudieron
hallar.
Lucios, unos de los guerreros, vio a un anciano que caminaba por unos de los
caminos y le preguntó si había visto a un hombre vestido de verde y el anciano le
dijo que sí, que lo vio pasar con un caballo a toda prisa yendo para el norte justo
hacia el mar. El soldado les comunicó la noticia a los demás y se fueron al norte.
Cuando llegaron, el flautista ya había partido en un barco de alta velocidad rumbo
a Inglaterra.
Los guerreros fueron al castillo a toda prisa a comentarle al rey que el flautista se
había escapado hacia Inglaterra. La reina
decepcionada pensó que era su culpa por
no haber obedecido a su padre. Arturo
mandó a su mensajero
a que vaya a
Inglaterra a darle un mensaje al rey
Menelao para que entregue al flautista. El
rey no lo quiso entregar, aunque le aclaró:
—El flautista sabe el hechizo de dormir pero no sabe el de despertar, el único que
sabe deshacer el hechizo es Merlín, a quien los troyanos tienen capturado.
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El mensajero fue a toda prisa a darles la noticia a los reyes. Arturo mandó llamar
a todos los guerreros, le dijo a su capitán y mejor amigo Homero que elija a los
guerreros para que le traigan a Merlín lo antes posible.
Tardaron tres días en llegar todos los guerreros. Homero eligió a los mejores,
entre ellos a Aquiles. También se sumaron los reyes de Escocia, España y varios
otros. Cargaron todo y enseguida partieron con varios barcos hacia el este. Era
tanta la cantidad de barcos que apenas se veía el mar. Luego de siete días
llegaron a Troya.
Apenas llegó, Aquiles conquistó el mar y conoció al mejor guerrero de Troya,
Héctor (el era fuerte y habilidoso) príncipe de los troyanos y heredero al trono.
Héctor, al ver que todos los guerreros que protegían la playa murieron, se retiró
con disgusto.
Homero felicitó a Aquiles por la conquista del mar y empezaron a construir las
tiendas porque pensaron que no le iban a entregar tan fácilmente a Merlín. Al día
siguiente comenzó la primera de las batallas que fue ganada por los romanos y los
troyanos lloraron las pérdidas de muchos de sus hombres.
El rey Georges de Troya trató de llegar
a un acuerdo, pero no incluía liberar a
Merlín porque
era su prisionero y le
debía pagar por los años de condena y
por haber defraudado a sus dioses.
Homero dijo que tan solo iba en busca
de Merlín, que se lo iba a llevar o llevar
por las buenas o malas, así que Georges dijo que nadie pasaría o pasó por los
muros y que la guerra siempre la ganaban ellos. Homero dijo:
—Si quiere guerra la tendrá; nunca se enfrentó a nosotros, nosotros jamás
perdimos una guerra.
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Al día siguiente, empezó otra batalla que también ganaron los romanos. Más
decepcionado se encontraba Georges por perder muchos soldados, así que
atacaron en medio de la noche cuando los romanos estaban dormidos. El rey
pensaba que iba a ser un ataque sorpresa, sin saber que algunos romanos
estaban de guardia. Ellos le avisaron a los demás, por lo cual no fue sorpresa,
porque ya tenían todo preparado por si acaso y la sorpresa se la llevaron los
troyanos. Esta vez no se salvaron los troyanos, excepto uno. Homero les dijo a
esos hombres que lo dejen vivir, encerrado en un calabozo.
Pasaban los días y no había noticias de Troya, ni siquiera un ataque, así que
pensaban que ya se habían rendido; en ese momento a Homero se le ocurrió una
gran idea: entrevistar al troyano capturado. Primero mandó a su mejor cocinero a
preparar una deliciosa comida; mientras esta se hacia él pensaba la mejor idea
para actuar.
Una
vez
terminada
la
comida,
prepararon la mesa y Homero mandó
traer al prisionero para hacerle unas
preguntas. Los soldados tardaron unos
minutos para traerlo y sentarlo a la mesa.
El prisionero, después de tantos días sin
comer, empezó por devorarse todo; se había olvidado de que estaba frente a
Homero. Él, sin dudar, empieza a hacerle algunas preguntas:
— ¿Tienes familia?
—Sí —dice el prisionero— tengo a mi esposa y dos hijos de 10 y 8 años
—Decime ¿deseas verlos?
—Sí, con todas mis ansias, dijo él sin dudar.
Homero le dijo:
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—Si quieres verlos, entonces me tendrás que decir cuáles son las debilidades del
lugar y si hay algunas puertas secretas para entrar sin que ellos sepan que
entramos.
—Ok pero me tendrás que prometer que no me sucederá nada a mí o a mi familia,
—Si me dices eso te prometo todo lo que quieras.
El prisionero al escucharlo comenzó a decirle todo con lujos y detalles. Homero le
prometió que cuando fuesen él iría con ellos y podría rescatar a su familia e irse
lejos muy lejos. El capitán les comentó a sus soldados lo que el prisionero le había
confesado y les ordenó que preparasen todo, que esa noche atacarían a los
troyanos.
Transcurrieron las horas y tenían todo preparado, (catapultas, ballestas, espadas
afiladas, trajes y demás cosas), a la medianoche partieron cada uno a su lugar;
porque había muchas puertas; cada uno en su lugar empezó a atacar sin hacer
mucho ruido, mataron a todos los hombres dejando a mujeres y niños indefensos.
Aquiles quería saber cuan fuerte era Héctor así que comenzó por ir a atacarlo a él;
lo encontró indefenso, tan solo tenía su espada. Aquiles que era más joven, rápido
y listo lo mató como a una mosca. Mientras ocurría esto, Homero fue con sus
mejores soldados en busca de Merlín y él estaba sorprendido porque estaba el rey
Georges mirando todo, viendo cómo Aquiles mataba a su hijo y cómo los soldados
de Homero mataban a todos los hombres. El rey Georges que ya se había
quedado sin soldados dijo:
—Sospechaba que tarde o temprano iba a suceder esto, ¿ahora que deseas?
Homero le recordó que le había dicho que jamás había perdido una batalla y él no
le hizo caso. Esto no hubiese sucedido si hubiera escuchado, ahora se quedaría
sin nada, solo y viejo. Georges
ninguna oposición.
al escuchar a homero, entregó a Merlín sin
Homero mandó a sus soldados a que paren la guerra y mientras los soldados
partían, Troya se mostraba destruida totalmente. Homero le explicó a Merlín lo que
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le había hecho el flautista a la hija de Arturo, así que partieron hacia Roma,
Homero, Merlín y los soldados.
Tardaron siete días en regresar a Roma. Al llegar los recibieron con una gran
fiesta. Homero le presenté a Merlín al rey Arturo, que los recibió con un gran
abrazo y le comentó a Merlín lo mucho que quería conocerlo desde hacía ya
mucho tiempo. Merlín lo detuvo, le dijo que después charlaban, que primero es lo
primero y él quería ver a la niña.
Apenas la vio, empezó a analizarla y le pidió a Arturo que le consiguiera unos
tubos de laboratorios y una serie de materiales orgánicos (unos cactus de
desiertos, una higuera seca, una flor de loto, agua pura de manantial y unas series
de minerales). El rey mandó a sus mejores
guerreros a buscar todos los materiales
que Merlín necesitaba. Los guerreros
comenzaron
con la búsqueda apenas
escucharon la orden. También mandó a
sus mejores constructores a fabricar los
tubos, más los materiales que él iba a
utilizar;
los
obreros
comenzaron
aceleradamente con las construcciones de los materiales. Mandó a los albañiles,
arquitectos y demás hombres a construir un lugar para que trabaje y descanse
Merlín.
En diez días terminaron de construir todo, pero los guerreros no llegaban de sus
destinos. Arturo comenzaba a preocuparse de que no consiguieran las cosas, pero
Merlín lo calmaba diciendo que era muy difícil de conseguir una flor de loto.
Dos días después llegaron todos los guerreros con todos los materiales pedidos y
en ese mismo momento Merlín comenzó con la preparación. Tardó en prepararlo,
más cocinarlo, dos horas. Inmediatamente le entregó la preparación a Paris y ella
se la dio a la beba dormida.
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Merlín le aclaró que la preparación no reaccionaba enseguida, tardaba en hacer
efecto. Arturo y París esperaron cerca de la beba que pase el tiempo para que
hiciera efecto. Una hora y media después la princesa Bella despertó de su gran
siesta y empezó a llorar.
El rey y la reina estaban felices de ver a su bebé despertar. París lo primero que
hizo fue alimentarla, mientras Arturo felicitaba a sus hombres y mandaba a los
sirvientes a organizar una gran fiesta para festejar que la beba había despertado.
A medida que transcurrían las horas los trabajadores organizaban una gran fiesta,
el castillo se llenaba de reyes, príncipes, comerciantes, guerreros y muchos
visitantes más, cada uno traía un regalo. Arturo mandó a sus guerreros de turno a
proteger el castillo por si el flautista se atrevía regresar, o por si había algún
problema.
En cierto momento ingresó al castillo el mensajero de Inglaterra, que quería hablar
con la princesa y darle una noticia de su padre. La princesa aceptó hablar con el
mensajero, pero en un salón que se encontraba vacío y con Arturo a su lado. Se
fueron al salón y el mensajero les dijo que el rey Menelao se encontraba muy
enfermo, que quería ver a su hija a su lado en sus últimos días. Arturo pensó:
“sería bueno que lo vayamos a ver, después de que acabe la fiesta, porque los
invitados se decepcionarían si nos vamos antes”.
Una vez finalizada la fiesta Arturo y Paris comenzaron a armar los equipajes para
ir inmediatamente hacia Inglaterra. Al finalizar de empacar todo partieron Arturo,
París, Bella, Merlín, Homero y algunos guerreros para la seguridad de Bella.
Al llegar, Juan el mensajero los recibió y los llevó donde se encontraba el rey
Menelao. El rey estaba emocionado por ver a su hija y su nieta, pero no al ver a
Arturo, sin embargo lo saludó y Arturo le entregó un regalo (eran varios frascos de
dulce proveniente de Roma). Mientras el rey abría su regalo Merlín lo miraba para
sacar sus propias conclusiones de la enfermedad del rey Menelao.
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Con tan solo mirarlo Merlín supo que el rey Menelao no tenía cura y que le
quedaban muy pocos días; él le informó a Arturo sobre la noticia. Arturo procedió a
informarle a Paris en otra habitación, mientras Menelao jugaba con Bella. Paris
preocupada quiso preguntarle a su padre pero su padre la calló diciendo que el ya
sabía lo que le iba a pasar y quería pasar su tiempo disfrutando de su familia.
Arturo quiso saber por qué Menelao lo odiaba o lo destetaba. El rey le explicó que
el padre
de Arturo había asesinado a su padre en una batalla y desde ese
entonces eran enemigos. Arturo le dijo que lo sentía, pero si el padre de Menelao
hubiese tenido la oportunidad, hubiera hecho lo mismo. Desde entonces ya no
fueron más enemigos; los dos reyes estaban furiosos por no haberse conocido
antes y cada día que pasaba se hacían más amigos.
Al decimo día Menelao falleció y se organizó el mayor funeral que haya existido:
no quedó rey sin participar. No todos estaban de acuerdo en que Arturo se hiciera
cargo del trono, pero la heredera era París, señora de Arturo, así que el rey de
Inglaterra era Arturo y ella la reina. Generosos, heredaron tierra a sus guerreros
por haberles ayudado: a Merlín le heredaron una ciudad enorme, con un
laboratorio, escuela de medicina, hospitales y demás cosas.
Fue así que todos vivieron felices por siempre.
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