La última palabra la tiene Dios - Comunidad Cristiana de Santiago

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La última palabra la tiene Dios - Comunidad Cristiana de Santiago
Escrito por Juan Carlos Manríquez
Domingo, 20 de Marzo de 2011 00:00
Nosotros somos unas personas especiales porque hemos sido apartados de tinieblas a vida.
La palabra enseña que tenemos un propósito y si llegamos hasta aquí es porque vivimos una
experiencia personal con el Señor, tenemos una esperanza en el corazón de que, en algún
momento, iremos a nuestra verdadera patria. Mientras tanto, somos embajadores del Cristo
viviente, del Señor Dios Todopoderoso, en esta tierra.
Escuchaba un par de semanas atrás, en una reunión, a un hermano que decía: – Por qué nos
está pasando esto o esto otro –. La respuesta tiene que ver con la fe. “Probadme” dice el
Señor. Siempre he tratado no sólo de probar mi fe, sino de probar la grandeza del Señor. El
orar por un enfermo o por una circunstancia definitiva y radical, es uno de los principales
desafíos y empiezo a declarar la verdad de Dios, independientemente, que el Señor es el que
tiene la última palabra.
En Antofagasta conocimos a un joven morenito que no parecía gran cosa que tenía una voz
muy suave, nadie lo conocía, y llegó acompañando el ministerio de Marcos Witt. Su nombre,
Daniel Calveti, él había muerto a la edad de ocho años. Su madre y su padre eran cristianos.
Cuando recibieron su cuerpo en una camilla totalmente tapado y empezaron a clamar; y ese
cuerpo que ya estaba declarado muerto, empezó nuevamente a recuperar el calor y revivió al
clamor de sus padres que confiaban en la palabra de Dios. Daniel se consagró al Señor,
estaba destinado para ello y hoy recorre el mundo cantando y dando su testimonio. En esa
oportunidad, nos dejó a todos llorando hasta el más duro, realmente vimos la gloria de Dios. El
Señor tenía la última palabra.
Nosotros tenemos que clamar y declarar. Mi intención es a motivarte que crezca tu fe, ese
clamor tiene que salir del corazón. El salmo 42 señala “como el ciervo clama por las aguas”. La
migración de los ciervos en el hemisferio norte por las estepas es tremenda, heroica, por días y
semanas atraviesan estepas larguísimas sin agua; y como que olfatean el agua y claman,
porque saben que si beben agua van a morir. Clamemos, no con una oración aprendida o
ensayada en el intelecto sino que salga de lo más profundo del alma. Sé que mi Padre Dios
siempre responde con sí o con no pero la responde. Él tiene la última palabra.
Nuestra actitud es clamar como si fuera hecho. En el caso de Lázaro los hombres corrieron la
piedra. A Jesús no le costaba nada pulverizar esa roca o moverla, pero sin embargo, le dijo a
los hombres – "Quitad la roca" –. Hay cosas que nos corresponden a nosotros. Lo posible,
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nosotros; y lo imposible al Dios de lo imposible. Esto es lo que realmente nos motiva para estar
continuamente clamando.
"Fe es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve." ¡Fantástico! Uno lo
sabe. Pero ¿lo aplicamos en cada circunstancia de la vida? Cuando nos encontramos frente a
circunstancias bastantes fuertes. Veamos a Pablo y su currículo de sufrimientos en el Señor:
látigos, palos, naufragios, hambre, frío, sed. A pesar de todo, conoció la gloria de la presencia
del Señor en su vida.
Algunos casos, momentos dramáticos, testimonio de otras personas o lo vivido por ti, tiene que
transformar tu vida. Cómo no creerle a Dios, en las experiencias que nos lleva a vivir en la
vida. Dios nos cubre y nos aparta. En toda situación, Él tiene la última palabra.
Vemos cómo el mundo se ha vuelto complicado: rumores de guerra, calamidades, desastres
nunca antes visto, nos señalan que se acercan los finales de los tiempos a pasos agigantados.
Es urgente levantar la voz para que ninguno perezca y todos se salven, proclamar al verdadero
Cristo. Aun así, Dios tiene su mano poderosa puesta sobre esta parte del mundo; en especial
sobre Chile, a pesar de que haya temblores. Cuando uno tiene la oportunidad de ver el
contexto mundial y su realidad sabe que esta zona es sumamente privilegiada.
La fe es un depósito que el Señor hace en nuestras vidas (es como la semilla de mostaza).
Cada uno de nosotros en el momento en que dijimos: – Señor, sí, creo en ti. Señor, sí te recibo
en mi corazón –, recibimos un depósito, el cual el Señor lo invierte en el corazón esperando
que sea multiplicado, crecido, regado, abonado, prosperado y convertido en un árbol más
grande. Cada vez que vives una experiencia: sea de bendición y de gloria, una respuesta
inmediata o tardía de parte del Señor, un momento de trato, de lucha, de prueba; éstas están
destinadas para que crezca tu fe. Porque Dios tiene un propósito cada vida y lo va a cumplir
porque la última palabra la tiene Él. Nuestro deber es desarrollar las acciones necesarias para
que la fe recibida crezca y se cumpla el propósito por el cual el Señor nos apartó, cuando
siendo un embrión en el vientre de nuestra madre, el Señor reveló sus más íntimos propósitos
y secretos y que por causa del enemigo y la maldad del mundo lo olvidamos. Sin embargo,
llega un instante en la vida en que somos impactados así como Pablo, que cayó fulminado
camino a Damasco y recibió una luz que lo cegó, pero también, una luz que restauró su vida, la
visión de su alma, de su espíritu. Pablo fue transformado y a pesar de sus martirios, de
circunstancias difíciles, del aguijón en su carne; él seguía perseverando y tenía una oración al
Padre y una esperanza en el Señor.
Tener fe es tener confianza, es creer, es confiar en la fidelidad, es tener obediencia, es tener
seguridad. Nuestra roca es Cristo, es Dios Padre Todopoderoso. En nosotros está el
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permanecer en la roca y no salirnos de ahí; para eso requiere fe, confianza, ánimo, estar en la
presencia del Señor todos los días, nos vaya bien o mal, estemos en bendición o en trato, en
circunstancias difíciles. Cuando escuchamos un mensaje que está fundado sólo en los tiempos
buenos no es un mensaje total, porque no siempre nos va a ir bien.
Claudio Freizon (pastor argentino) relata en su libro la historia de las cuatro ancianas que lo
acompañaban en la iglesia con su esposa, atravesaban unas circunstancias muy difíciles y
Dios, les dio una palabra diciendo que lo iba a bendecir y proyectar, y que su ministerio se iba a
desarrollar mucho. Pero no fue instantáneo, se demoró doce años. Obviamente debió generar
fe para poder sostenerse en esa palabra. Por eso, termina tu carrera, llega a la meta,
persevera y mantente en el camino.
Romanos 9:30-32 “¿Qué, pues, diremos? Que los gentiles, que no iban tras la justicia, han
alcanzado la justicia, es decir, la justicia que es por fe; mas Israel, que iba tras una ley de
justicia, no la alcanzó.
¿Por qué? Porque iban tras ella no por fe, sino como por obras de la ley, pues tropezaron en la
piedra de tropiezo.” (RV60)
En Cristo la relación de ayer, nunca es hoy de la misma manera y mañana no será igual, todas
las cosas son nuevas, siempre se renuevan, necesitamos estar parados en la roca para no
tropezar y caer. La palabra menciona que el pueblo de Dios, Israel, siguió la ley sin fe. No nos
volvamos unos profesionales olvidándonos de clamar, de ayunar, de tener una relación íntima
con el Señor, sentándonos en las anteriores glorias que hemos vivido. Estemos parados en la
roca por fuerte que sean los vientos de circunstancias, dejemos de echarle la culpa o enrostrar
la responsabilidad a otro.
Hoy yo quiero soltar tu fe. Hemos visto que se han producido en medio de nosotros milagros no
son testimoniados; por ejemplo, una hermana recibió sanidad en su corazón, está sana. Eso es
gloria de Dios no de médicos. Yo mismo fui sanado de hipertiroidismo y cuando el
endocrinólogo preguntó señalé lo que había pasado y como Cristo me había transformado mi
vida. Si me ha librado de muertes, enfrentamientos, de enfermedades, de catástrofes, si ha
tocado mi vida, si me ha movido el piso para ver si yo sigo en la roca, si me ha movido de un
lado para otro y decir que puedo desesperadamente perseverar en Él, entonces ustedes
también. Tenemos algo especial, es Jesús.
Conozco algunas realidades: de orfandad, de enfermedad, de conflictos familiares, pero de
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acuerdo a como dice la palabra, Dios está a tu espalda como poderoso gigante. Está
esperando que esa inversión que puso en nuestra vida, esa semilla de mostaza, que está
puesta en el corazón sea regado, sea proyectado y crezca. Levantemos nuestra voz y
clamemos, declaremos nuestra realidad en la roca, levantémonos de la circunstancia que
estamos viviendo y transformémosla.
Lo que está escrito en la palabra del Señor se cumple, se está cumpliendo y se cumplirá.
Palabras dadas para mi vida y la tuya, se cumplirá. Dios te va a sorprender porque la última
palabra la tiene Él.
(RV60) Biblia Reina Valera 1960.
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