o ~ í ve11 de la Pineda, molinet dels meus ainors, per

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I
REVISTA D E L CENTRO DE LECTURA
..
o ~ ve11
í de la Pineda,
molinet dels meus ainors,
per reveuret coin u n dia,
q u é n o donaria jol
I
Entravani al temps d e 1' era.
y tot jiist sortia '1 sol,
barranch aval1 per las onibras
feyam cap sota del hort.
Si jugavam y si reyam,
si 'n cantavam d e cansóns!
¡ q u é d' estonas á la cenia!
i q u é d' estonas dins del bosch!
L a Tereseta y la Julia,
saltant lo marge del hort,
corrian á trencar I ' a y g ~ i a
q u a n t encara era alt lo sol.
L a roda e n sech se parava,
reganyava dalt 1' Anron.
y a plé enfilall las anguilas
tre)-an per ompli '1 sarró.
De cap vespre joguejaiitrie
saltavam al barrancli tots...
N i t feta entravam á Olesa
pel caminet d e la font.
F. BARTRINA
1
E L P R O G R E S O E N EL S I G L O X I X
11
(Conclusión)
u.
rasgo característico del tiempo e n q u e vivimos, es la rapidez casi fulminante con q u e
cada progreso se desenvuelvc, se completa, se esparce hasta el fin del m u n d o , y alcanza sus últimos frutos. M e explicaré.
Trascdrrió probablemente u n siglo ó más entre la invención del cuadrante solar y la del reloj
d e arena y d e la elépsidra. E n t r e ésta y la ingeniosa máquiiia, qtie, según se dice, fué enviada á
Carlo-magno por el califa Harouii-al-Raschid,
pueden contarse más d e mil aíios. E l re16 d e pesas, mueble macizo y d e trasporte difícil, tardó
setecientos anos en hacerse portátil. E l reló d e
los antiguos tiempos, el huevo d e Nuremberg, n o
se simplifica ni se aplasta más q u e tres siglos después d e su nacimiento. ¡Qué incuhación! Hacía
más d e dos mil aíios q u e l a brújula estaba invenN
... .
.-.
...
taJu cuando Cristóbiil Colóii tuvo la idea iie utilizarla para ir cn busca tic las grandes Iiidias. L a
pólvora d e caiión, descubierta en la Clhiiia n o se
sabe cuándo, llegó i Europa duraiitc el siglo I V ,
y hasta ocho ó iiuei~ecieiitosaiios despiiés n o se
fabricó el priiiier cabón. Del cañón al iircabuz,
d e éste al niosquete, y iicl mosquete á las ariiias
nrodernas la industria caiiiiiió tan lentamente
q u e trascurrieron riiás d e tres siglos eritre los arcabuzazos q u e mataron á Bayarilo y la iiivención
d e revólver Colt. Iiace iuás tic tres liiil aiios q u e
se fabrica el vidrio, y los insrruliientos d e óptica
se Iian perfeccionado con tiiiita lentitud coino 13s
armas d e fuego.
Los descubrimieii:os tic iiuestro siglo iiiarclian
más ~.elozn?eiite.
Y es q u e antes el inventor era u n liombre
aparte, cuya misma superioridad lo aislaba d e s u s
niás próximos vecinos. Entre él y SLI tiempo la
ignoraiicia, las preocupaciones, los errores oficiales y casi religiosos, lev:itilaban infinitas barreras.
N o bastaba descubrir tina vcrilnd: era preciso
adeiiiás hacerla coinpreniier á los iiuincrosos
hombres q u e n o tenían de ella ninguna idea; era
necesario imponerlo á corporaciones aiiiigitas y
poderosas q u e fundaban su auioriilad eii el error;
era indispensable, finalmente, hacerla llegar á los
puntos más remotos d e la tierra, c u a n ~ i ola menor iiiontaña y la más iiisignificante corriente d c
agua separaban los pueblos, y la mitad del género
h u m a n o ignoraba 13 existeiicin d e la otra mitad.
¡Cuánto han cambiado los tiempos! Hoy todos
los piieblos se conocen y se coirrunican iiiiituamente. Una idea da en u n nies la vuelta al m u n do. E l inventor n o predica eri el desirrto ; a s i q u e
pronuncia sil palabra, es conipreridido por doscientos mil Iioriibi-es q u e se hallan a1 nivel d e la
ciencia actual, q u e coiioceii los datos de todos los
probleinas y q u e se apoderan al vuelo d e las soluciones. T a n universal es el ardor del progreso,
q u e liasta s u c e ~ l ealgunas veces q u e dos sabios,
separados por los mares, coincide11 en un niismo
peiisarniento sin liaberse dado la consigna. Esa
inaravilla quirúrgica, q u e se llama la ovariotoniia, fué descubierta casi á la misma llora en Inglaterra y en Estrasburgo. Los nuevos planetas
tieneii á m e n u d o dos ó tres inveiitores ( i J. Cada
progreso realizado viene á ser el piiiito d e partida
de nuevos estudios: todos los ardientes, todos los
ambiciosos d e la ciencia y d e la industria acogen
el hecho, lo comprueban, toman aliento, y siguen
adelante con nuevo ardor. Cada carrera es u n a
i i ) Por un método que le lionia mucha, M. Leverrier descubre un
nuevo planeta: al mismo tiempo que un inglés demuestra hnbeue ocupada
condrito de1 mismo asunto: y mieoirrr que uno y otro inventor expone,,
IUL razoner, sobreviene un astibnomo amcrisano y exhibe también rus
titulos de verdadero invenroi
delpianeta.
MIGUEL CHEVALIER: Carfnr *di7 ic &)osicidn
de Ldrrdres.
¡{&VISTA
DEL C i
pista aiiiiirada y tuniiiliuosa en la qiie no ;iotiria
detenerse el tiias veloz siii ser alcanzado y iierribado por los Otros. Iiiveiltaii la máquiiia mas illgenios;~ y iilas t i la nráq~iina de coser, por
ejemplo ; y si no le dais d e i111a vez toda la pcrfección de q u e es susceptible, sereis a ~ e i i t s j a ~81
io
dia siguiente por algún nuevo perfeccionaniietito.
Desciibrid la aiiastesia por inedio tiel éter, y el
nombre q u e ileviiis será iiiscrito eii e! libro de los
bicnliecliores de la liumnni.ln~l ; pero si vuestro
éter n o goza d e perfccra iiiiiocuidaii, si comuiiica nlg~ina vez á los enferiiios el sueiio iiefinitivo,
ieiiiira en segiiiiia cl cloroforiiio ;i sustiiuirlo y se
borrará i.uestro ilonibre para <larlugar á otro que
brille en la iiieiiiorin de los piieblos.
Esta coloboración d e todos en la obra del siglo,
esta concurreiicia eti el bien, esta rivalidad itlcansable acabará por causar u11 efecto moral hastarite
iinprevisto ; la suprcsidn de la gloria. E l libro d e
q u e antes iieiiios hablado coiiteiidrá mas nombres
q u e la coluii~orid e Jiilio; y pocos se entretienen
leyeniio esa colunin:~. ~ I i i c h omenos la leerían si
estuviera p1agad:i d e notas, iiallladas, eninietidas
y rastiaturas. La tabla de Pitágoras pertenece a
su :iittor iiefinitii,ai~~e~ite,
y nadie se propondrá
nunca atribuir el mérito iie ella 5 L e Verrier ó á
cualquier otro sabio; pero n o hay ningún desc~tbriiiiiento iniportaiite d e nuestro siglo q u e no sea
disputado ó cuando ineoos conipartido entre multitud d e inveiitores. i A q u i é n debemos las maravillas iie la fotografía? ( A los Niepce d e Snint
Victor? (A Talbot? i A Lerebours? ( A Gaiidin?
¿ A Fizeau? ( A Chevelier? i A Foucault? Y suponiendo q u e todos ellos soii copartícipes, ¿ n o
se ha d e coiiceder liada al célebre físico ihtitista
Porta, inventor d c la cáiilarn? ( N o será justo
adeiiiás iiiscribir juiito á ellos a una vcintena d e
quimicos, sin ciiyos trabajos los físicos iio se
habriáii apoderado jamás d e la iinagen fugitiva?
Hay u n calendario coinpieto de hombres útiles.
Y aun se podria forniar otro más considerable
con los q u e hall descubierto y perfeccionado los
diversos usos del vapor. i Y la clectricidail ! No
exagerainos afirmanilo la existeiicia de mas d e
500 inventores, todos dignos d e gloria, y q u e por
la misma saz611d e ascenderá joo será11 olvidados,
mientras q u e e l feroz Erostrato, incendiario único
del templo d e Diana, es inmortal.
A l lado d e todos los obreros qiie trabajan juntos e n ta gran cantera del progreso, la posteridad
tendrá q u e aíladir con muestras d e agradecimiento
á dos clases enteras, sin las c~ialesel siglo X I X
n o habría heclio nada ó habría hecho m u y poco
por l o menos. Refiérame á l o s agiotistas y á los
escri toses.
E l agiotaje es vituperado por los moralistas;
los sostenedores de los antiguos dogmas lo anate-
matizan ; los poetas rutin;irios l o Aagelan á fuerza
d e alejandrinos. Los gobiernos ilo se lian decidido a u n á juzgarlo peligroso o meritorio ; ora l o
iinpulsati, ora lo detienen ; lo animan y l o desalientan intsrmiienteiiiente; hoy le edificati tcniplos, y al dia siguiente lo arroja11 á la calle. Pero
la posteriiia~lesarniiiará niis claraincnte nuestros
propios asuntos, y liara justicia á la sublime ¡irvención del escocés L ü ~ y .
E l agiotaje es el urte d e juntar los pequeiios
capitales para realizar granilcs cosas. E l es quien
Ira creado los catiiiiios reales en 1 / 2 0 y todas las
vias férreas de Europa desde 1850. E l ha iiiiidado i o ~ l a s las maravillas dignas d e figurar cii una
epopeya indiistrial. E l suministra á l o s inventores
el nervio del trabajo. E l agiotaje tiene s u s iiefectos y sus peligros, sus caprichos y siis inj~isticias.
H a causado víctimas, ;pero acaso el vapor n o las
ocasiona taiiibién? T a l vez nos conduzca nlgíin
iiia á una crísis des3gradnble en q u e la E ~ i r o p a
entera se vea dificultada por iiiiaplétora d r papel
moneda. Pero la circulación d e este papel, coi1
q u e nos iiitiniia el agiotajz, habrá cread3 riqiiezas
lper~iurables.Los isrmos estarárr rotos, las montaiias horadadns, los rios caiializados, las ciudades
saneadas, las lagunas enjutas y los terrenos áriilos
cubiertos d e vegetación frondosa. L a tierra será
entonces uiia morada mas Iiahirable y la cantidad
(le bienes, q u e es el pntriinonio común d e todos
los hoiiibres, se habrá nitilriplicado. Nuestros
desceiiiiientes benilecirán entoncesá esos forjadores d e dinero.
Y nosotros, pobres e~nborronadoresd e papel,
también niesecesemos del porvenir gratos recuerdos. Y n o será esto solamente porque u n libelista
llamado Pascal haya inventado el carretóii iie
mano, y otros dos ó tres Iiayan tratado d e resolver el problema d e la navegación aéreal ni siquiera porque tal ó cual indivídiio perteneciente
á nuestra profesión baya descubierto alguna verdad d e interés uiiiversal como la soberanía del
pueblo ó el principio d e las nacionalidades.
A u n q u e n o seamos otra cosa q u e vulgarizadores
d e ideas conocidas, nuestro comeiido tiene. g r a n
importancin. Las ideas, como los capitales, se
acrecientan con el rnoviiiiiento. Dc esto se deduce, q u e u n publicista hábil realiza exactamente
funciones equivalentes á las d e Rotliscliilii ; gana
u n poco nienos, esta es la diferencia.
N o hace mucho q u e en el camino d e Falsbourg
encontré á un buhonero d c cuarenta á cinciicnta
años. Estaba sentado en u n montón d e piedras d e
la carretera. Sentéme á SLI lado, y despoés d e las
p a l a b r ? ~comunmcnte usadas entre viajeros, le
pregunté si estaba contento con s u suerte.
E l vendedor de baratijas movió melancólicamente l a cabeza y me,dijo:
b
REVISTA DEL CENTRO DE LECTURA
-Yo comercio con anteojos, y soy, como veis,
vendedor ambulante. Mi negocio podría marchar
muy bien, pueslos hombres d e hoy, por pobres é
ignorantes q u e sean, aspiran ver las cosas con
claridad. Pero el mal estriba eii q u e n o se puede
atravesar uno aldea sin q u e los chiquillos le hae"a n á u n o blanco d e sus travesuras v sin a u e los
gendarnies le pidan la patente. De los cliiqullos
se libra u n o fácilmenie; pero los gendarmes ....
son el diablo. Nos acusai] coiiio si fuéramos nialhechores, y el temor d e q u e m e tomen por l o q u e
n o soy me ha dado mil veces la tentación de
abandonar este genero de vida. Continuo, sin
embaigo, porque es preciso rivir : además, todas
las noches al acostarme reflexiono q u e muchos
hombres permanecerían casi ciegos si yo no les
llevase á sus aldeas los medios de ver más claraiiiente.
-Venga esa mano,-le
dije.-Casi
todos mis
amigos ejercen vuestro mismo oficio. Extienden
por Francia y por el extranjero cristales d e todas
clases para uso d e los ojos del pueblo. Venden
cristales d e color d e rosa, con los q u e los iiesgraciados ven claramente la justicia y la igualdad;
cristales aziiles q u e permiten al ciudadano visl u m b r a r los tronos dorados y las brillantes coronas sin iieslitmbrarse; cristales de a u m e n t o á cuyo través u n hombre iitil aparece diez veces mas
grande q u e un magnate. Con el auxilio de estos
instr~tnientosse ven todos los bribones desenmascarados, todos los opresores despedidos, todoslos
yugos rotos, todos los hombres urlidos para realizar el bien, y el trabajo y el derecho reinando e n
todas partes.
-i Ah ! caballero-me
contestó el vendedor
ambulante-esa profesión es magnífica. H a y entre ese oficio y el mio la diferencia q u e existe entre u n telescopio de cien mil francos y u n par d e
gafas d e diez sueldos. Supongo q u e vuestros amigos iio tendrán q u e temer nada d e los chiquillos
ni de los gendarmes.
-Ahora no; pero e n otras ocasiones ha habido
n n enemigo formidable ... E l fiscal d e imprenta.
E n efecto; los fiscales de imprenta, donde
quiera q u e exisian, parecen estar firmemente convencidos de q u e todos los periodistas venden anteojoscolorados al pueblo para trastornar el órden
social y hacer tabla rasa con todas las institucio- .
nes.
¿ Q u é le hemos d e hacer? Nada mejor segiiramente, ni nias útil al progreso q u e nuestro humilde oficio d e vendedores d e anteojos. Pero n o
hay qite soñar con la gloria. Nosotros n o obtendremos mas q u e una gloria colectiva. N i n g u n o
d e los nuestros, á n o ayudarle azares imprevistos,
hará llegar s u nombre hasta las generaciones venideras.
Pero i q u é iniporta! E l bien q u e habremos
sembrado n o será perdido para la humanidad.
i Trabajemos!
T. C.
FUEGO Y NIEVE
l l e ~ a s t eu n a fior á los labios
marchita al instante quedó,
Cual si hubiera quemado sus hojas
Los esplendentes rayos
Del claro Sol.
Ti.
E
E n tu ckndido pecho, morada
Mi amoroso delirio buscó,
Y en su fondo murióse d e fria,
Desamparado y triste;
Mi pobre amor.
N o te ciilpo; á mis ojos tan solo
Culpar debo mi loca pasión:
iEllos vieron el fuego en tus labios,
Y e n tu insensible pecho
L a nieve n o !
CARLOSCANO.
C O N D I C I O N E S PARA L A VIDA
A vida n o se realiza como pensaba Bichat ni
en el corazón, ni e n los pulmones, ni en el
cerebro; reside si e n la célula, q u e pudiéramos
llamar también átomo organizado. L a s tres viseras nombradas son los medios d e q u e se ha valido la naturaleza para q u e se realice el proceso vital, tanto e n el hombre como en los organismos
superiores. S e dice q u e sin aire n o es posible la
vida: d e a q u í los pulmones; pero n o son los pulmones necesarios para la vida, sino medio para
q u e el oxígeno entre en la economía.
H a y q u e tener en cuenta como dice Claudio
Bernard q u e ni el pez vive en el agua, ni el pájar o en el aire, ni la lombriz en el l o d o ; todos viven e n la sangre. H a y q u e distinguir segUn el insigne fisiólogo el medio exterior q u e para el pez es
e l agua y para el pájaro es el aire, del medio interior q u e es la sangre. Este es el verdadero medio vital. Los pulmones no tienen mas objeto q u e
normalizar el oxígeno conibuzante d e la maquina
animal q u e existe e n la sangre; el corazón es el
émbulo q u e distribuye las fuerzas á todas las partes d e la economía, para l o cual existen infinidad
d e tubos arteriales, y el sistema nervioso regulariza los movimientos cardíacos y la discribuci6n d e
L
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