1 LA REVOLUCION DE JOSE MARIA MELO EN LAS PROVINCIAS

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LA REVOLUCION DE JOSE MARIA MELO EN LAS PROVINCIAS DEL CAUCA
Alonso Valencia Llano
Profesor
Universidad del Valle
La consolidación del liberalismo en el poder
El sometimiento de las fuerzas conservadoras rebeladas en 1851,
tuvo profundas repercuciones políticas que se dejaron sentir en dos
órdenes. Por una parte en las provincias del Cauca los miembros de
las
sociedades
democraticas,
consideraron
como
definitiva
la
consolidación de las ideas liberales y el sometimiento de los
conservadores. Esto significó que los desmanes y abusos cometidos
por los "perreristas" bajaron en intensidad hasta casi desparecer.
Por
otra
parte
está
el
hecho
de
que
el
triunfo
sobre
los
conservadores consolidó a los jefes militares que los habían
sometido
como
los
principales
candidatos
presidenciales
del
liberalismo. Esto llevó a que Tomás Herrera fuera candidatizado por
el
sector
"gólgota"
del
liberalismo,
mientras
que
los
"draconianos", los "democráticos", propusieron a José María Obando,
quien resultó electo por una mayoría impresionante de votos: 1.462
frente a 263 y unos cuantos votos obtenidos por Ospina Rodríguez a
1
pesar de que el conservatismo se había abstenido 1. Este triunfo
consolidó el liberalismo en el poder, lo que, se paso, significó
también la continuidad para los caucanos en la presidencia de la
República, que ya se había dado sucesivamente con los Presidentes
Tomás Cipriano de Mosquera y José Hilario López.
Esta
continuidad llevó a que el nuevo gobernante liberal pudiera
enfrentar el ejercicio del poder con un discurso de convivencia
entre los diferentes partidos, y con una propuesta de reforma
constitucional que significaría la consolidación de las reformas
liberales 2. Los buenos augurios del gobierno duraron poco, puesto
que la renuncia de su vicepresidente, José de Obaldía, mostró que
los viejos odios que existían entre los "cachacos" y los "guaches",
es decir, entre los gólgotas y los draconianos, no habían sido
depuestos. La situación se ve mucho más compleja si se piensa que
los
gólgotas
eran
mayoría
en
el
Congreso
y
que
desde
allí
ejercieron tenaz oposición al gobierno, que se vio obligado a
recurrir a la movilización de las masas populares, lo que terminó
en enfrentamientos callejeron y en desórdenes en Bogotá. 3
1
. Gustavo Arboleda: Historia Contemporánea de Colombia, tomo
VII, Bogotá, Banco Central Hipotecario, p. 103.
2
. Una buena y desapasionada narración de estos hechos es la
que realiza Diego Castrillón Arboleda: Tomás Cipriano de Mosquera,
Bogotá, editorial Planeta, 1994, pp. 384 y ss.
3
. Ibíd., p. 187 y ss.
2
Gracias a la presión popular Obando logró que el Congreso aprobara
la Constitución de 1853, con la que le dió a las provincias la
posibilidad de que expidieran constituciones propias y de que
desarrollaran procesos electorales tendientes a la participación
ciudadana
en
la
elección
de
los
gobernadores
que
antes
eran
elegidos por el Presidente de la República.
Aunque la Constitución de 1853 contó en un principio con la
oposición conservadora, lo cierto es que ella abrió canales de
participación para este partido, que finalmente vio en ella la
posibilidad de retomar el poder en las Provincias donde tenían
mayorías. El significado del nuevo ambiente político para este
partido salta a la vista si se tiene en cuenta que en adelante
ellos mismos no se llamaron conservadores, sino "constitucionales".
La aprobación se la nueva Constitución y lo que ella significó para
el liberalismo fue sin duda un mal cálculo político, pues dicho
partido
no
salió
favorecido,
sino
que
por
el
contrario,
vió
ampliamente reducida su capacidad de convocatoria. Las elecciones
para
gobernadores
y
las
expediciones
de
las
respectivas
constituciones para las diferenes provincias caucanas confirman lo
anterior.
Así,
mientras
en
Barbacoas,
Cauca
y
Túquerres
las
elecciones se realizaron sin mayores problemas, a pesar de que en
3
la última resultó electo un conservador, en las de Buenaventura,
Pasto y Popayán el proceso fue mucho más complicado.
El triunfo conservador en las provincias caucanas
Las elecciones habían venido precedidas de un acelerado proceso de
reorganización de las Sociedades Democráticas, considerado como el
único medio de detener el entusiasmo conservador. En el caso de
Buenaventura,
la
Sociedad
Democrática
de
Cali
propuso
como
candidato a la Gobernación de la Provincia al doctor Rafael Caicedo
y Cuero, mientras que los conservadores lanzaron a Manuel María
Mallarino.
Reviviendo
los
viejos
métodos
tumultuarios
los
liberales, se dieron a escribir en las paredes letreros que daban
clara cuenta de lo que podría ser el futuro inmediato y que
recordaba hechos terrible no muy lejanos en el tiempo. Baste un
ejemplo:
Abajo Mallarino,
arriba Caicedo,
y vivan los puñales
del 1º de enero. 4
Lo que esto presagiaba llevó a que el liberalismo se dividiera,
cuando el doctor Avelino Escobar, Gobernador de la Provincia, formó
una sociedad denominada "Republicana", con los liberales que no
habían participado en la escogencia del candidato.
4
. Ibíd., p. 237.
4
De
hecho
la
Provincia
de
Buenaventura
era
marcadamente
conservadora, a pesar de que la ciudad de Cali era la cuna del
liberalismo en el suroccidente del país. Esto es fácil de entender
si se tiene en cuenta que dicha provincia estaba compuesta en su
mayoría por cantones y distritos abiertamente conservadores como el
Rosario (Jamundí), Vijes o Roldanillo, y que el anterior dominio
liberal se debía a la capacidad de movilización que este partido
había
logrado
democráticos.
gracias
Esta
a
mayoría
la
violencia
conservadora,
desplegada
unida
a
la
por
los
división
liberal dieron el triunfo a Mallarino.
Acostumbrados a las vías de hecho, los democráticos, no aceptaron
de buen grado la derrota e hicieron correr rumores acerca de una
insurrección
Gobernador
conservadora
Escobar.
mediante
También
la
circuló
cual
el
se
rumor
depondría
de
que
al
los
democráticos se rebelarían apoyados por las armas oficiales, puesto
que contaban con el apoyo del Gobierno Nacional. Agravaba las cosas
el hecho de que los democráticos, como miembros de la Guardia
Nacional, tradicionalmente habían manejado las armas oficiales, por
lo que no extrañó que, el 6 de diciembre, unos 600 hombres
asaltaran el parque nacional y se armaran, auxiliados, según se
dijo, por el gobernador y por el presidente Obando.
5
En
Pasto
la
situación
fue
igualmente
difícil,
pues
los
conservadores lanzaron como candidato al Dr. Vicente Cárdenas y los
liberales a Juan Antonio Arturo, quien dempeñaba el cargo por
designación hecha por Obando. La diferencia en los resultados de la
elección fue mayúscula, puesto que el conservador triunfó con 700
votos frente a 300 del liberal. Como en Cali, la derrota no fue
aceptada por los liberales quienes dijeron que los conservadores
habían ganado armados de pistolas, palos, puñales y apelando al
asesinato.
Lo que siguió después fue similar a lo de Cali, pues el 26 de
septiembre los liberales penetraron al cuartel de la Guardia,
hiriendo
a
varios
soldados
y
matando
a
uno,
en
actos
tan
escandalosos que en el Ecuador se temió que hubiera estallado otra
revolución en la Nueva Granada. Estos desórdenes se repitieron los
días 11 y 12 de octubre, pero fueron rápidamente controlados.
Finalmente la Legislatura Provincial declaró legales las elecciones
y pudo debatir y aprobar la Constitución que fue expedida el 4 de
noviembre. 5
No fue diferente la situación en Popayán donde el debate electoral
fue bastante reñido, pues los divididos liberales lanzaron dos
candidatos: al Dr. Rafael Diago, que en esos momentos desempeñaba
5
. Ibíd., p. 268.
6
el cargo, y a Juan Neponuceno Cobo quien fue propuesto por un grupo
minoritario. Los conservadores, por su parte, lanzaron al Dr.
Manuel de Jesús Quijano, quien logró movilizar la opinión en su
favor con un discurso que era absolutamente diferente a los que
hasta el momento se habían escuchado, basado en el hecho de que la
nueva Constitución había creado un clima político que era ajeno a
las antiguas divisiones de partido. Respecto a esto decía al
general Obando, el Dr. Quijano:
Yo les propuse a los jóvenes progresistas lo siguiente: ¡Abajo
el perrero, abajo la camándula!, a fin de hacer aborrecibles y
alejar del combate los odios o los extremos de los antiguos
bandos. La idea cundió con rapidez y hoy tiene usted que los
más fanáticos y retrógrados ya no quieren aparecer en clase de
camanduleros ni los rojos más encendidos y amigos de los
retozos
democráticos
convienen
en
aceptar
a
los
"perreristas"... Verdad que las elecciones se resienten en un
algo de la antigua conserva: ¿será porque en efecto esté en
mayoría? Yo creo que sí, y que la tiene considerable en esta
provincia; pues a duras penas hemos podido pillarles votos
conservadores en favor de uno que otro candidato de los
antiguos liberales, que ahora los aceptamos por sus buenos
principios, capacidad y mérito personal. 6
Las cosas siguieron tensas en todas las Provincias hasta el 1º de
enero de 1854 cuando se posesionaron los nuevos gobernadores. El
caso más diciente es el de Pasto donde Pedro Vela, quien se
posesionó como Gobernador sustituto porque el titular se encontraba
en el Congreso, se presentó a su posesión acompañado por 40 hombres
armados de temor a la reacción liberal. Por el contrario, en
Popayán, Quijano se posesionó en perfecta calma y para conservarla
6
. Ibíd., p. 269, resaltado en el original.
7
mantuvo en sus puesto a todos los funcionarios de libre remoción,
lo que hizo que en esta Provincia hubiera el número más altos de
conservadores en cargos públicos. Esta conducta fue similar a la
que siguió Mallarino en Cali, quien nombró como Secretario a su
contendor Caicedo y Cuero, estableciendo de esta manera la armonía
entre los dos partidos que hasta el momento se habían enfrentado
violentamente.
Esta manera de actuar de Mallarino le granjeó el apoyo de los
democráticos,
a
pesar
de
ser
duramente
criticado
por
los
conservadores quienes querían hacer un gobierno de partido. Las
consecuencias de este tipo de accionar conservador fueron visibles
durante las fiestas populares que se realizaron a comienzos de
enero de 1854, pues conservadores sectarios movilizaron gentes de
las
cercanas
poblaciones
de
Jamundí
y
Candelaria
que
se
caracterizaban por ser marcadamente conservadoras y que de tiempo
atrás habían amenazado con tomarse la ciudad. Aunque Cali no fue
tomada, lo cierto es que partidas de conservadores armados la
recorrían a caballo, castigando con sus látigos a los democráticos
que encontraban en las calles y gritando vivas al conservatismo y
mueras a los rojos.
La reacción de los democráticos no se hizo esperar y destruyeron
los tablados y los cercos de la plaza de toros que se habían
8
levantado
en
la
plaza
principal,
sitio
de
reunión
de
los
conservadores, quienes a su vez amenazaron con destruir el teatro
de San Nicolás, donde celebraban su fiesta los liberales. El día
nueve de enero se presentó el primer muerto liberal, lo que llevó a
que el gobernador suspendiera las fiestas, dejando muchos heridos y
más de 30 caballos muertos, animales en los que se habían ensañado
los democráticos.
La prohibición de las fiestas exaltó los ánimos de los liberales,
quienes rompieron los bandos en medio de una frase que sería
pronunciada muchas veces en el futuro: "¡Aquí nadie manda sino el
pueblo!". De nuevo, la Provincia de Buenaventura se enfrentaba a la
guerra. Ante esto el gobernador Juan de Dios Borrero Costa, quien
había reemplazado a Mallarino mientras asistía a las sesiones del
Congreso, se vio obligado a acuartelar las tropas de Jamundí y a
pedir
la
Guardia
Nacional
de
Caloto,
también
compuesta
por
conservadores que habían mantenido un tradicional enfrentamiento
con Cali. Ante estos hechos, Quijano, el Gobernador de Popayán
envió el Batallón 5º de la Guardia Nacional para que auxiliara a
Cali. La tropa llegó con la pérdida de un solo hombre y luego de la
renuncia del Dr. Borrero, quien fué reemplazdo por el Dr, Luis
Tobar, se lograron calmar los ánimos.
Cuanco los militarres conspiran
9
La alteración del orden público no se daba únicamente en el Cauca,
puesto que en Bogotá los choques entre conservadores y liberales
había llegado hasta la Cámara de Reprentantes y el Senado de la
República, donde se acusaba principalmente a la Comandancia de la
Guardia
Nacional
de
haber
permitido
choques
entre
diferentes
sectores sociales, e incluso de estimularlos. Las principales
acusaciones recaían en el General José María Melo a quien se
acusaba de haber cometido un crimen en un subalterno y de vivir a
expensas del Erario Público.
En realidad la acusación estaba dirigida a lograr la disminución
del
ejército
permanente,
algo
que
estaba
dentro
de
los
planteamientos dogmáticos de los draconianos y en los intereses de
los conservadores, quienes veían en esta institución un obstáculo
para su futuro habida cuenta que la mayoría de la Guardia Nacional
estaba integrada por democráticos, lo que le daba una fuerza
especial
a
los
draconianos
que
estaban
en
el
poder
con
el
Presidente Obando como principal representante. 7
Los obandista sintieron que los ataques contra el ejército eran en
realidad un ataque contra ellos y que se debían a la oposición que
7
. Este aspecto ha sido tratado con mayor profundidad en el
artículo del profesor Fabio Zambrano, acerca de la Revolución de
Melo en Bogotá.
10
habían mostrado frente a una Constitución que permitió que los
sectores
populares
perdieran
presencia
en
los
espacios
de
representación política, ampliando el de los conservadores y los
gólgotas que ellos veían como "la oligarquía". Por eso se dieron a
la tarea de protegerse celebrando Juntas Revolucionarias en Bogotá,
Popayán y Pasto, las que se realizaron durante los meses de julio y
agosto de 1853, en las cuales se discutió una propuesta hecha al
general Obando para que suspendiese la Constitución y convocase a
una nueva Convención.
En consecuencia, a comienzos del mes de agosto, la junta de Pasto
manifestó a Melo su apoyo en un movimiento revolucionario que
contara con opinión en la República. Tal opinión fue mostrada por
los concurrentes, unas veinticinco personas, entre militares y
civiles, que eran seguidoras de Obando.
Las medidas conspirativas de los militares avanzaron también en el
intento por controlar las armas oficiales -_omo en el caso del
parque de Cali- pues querían evitar que en la eventualidad de una
revuelta ellas cayeran en manos conservadoras como lo eran las de
los funcionarios de la Gobernación de la Provincia de Buenaventura.
Por
otra
parte,
Cali
revestía
especial
interés
para
los
revolucionarios, puesto que allí se habían expresado anteriormente
los
liberales
con
mayor
fuerza.
Es
por
esto
que
la
Junta
11
Revolucionaria de Bogotá le pidió informes, el 5 de marzo de 1854,
a la Sociedad Democrática de esta ciudad acerca de los hombres y
las armas con que contaba. La respuesta del Dr. Manuel Dolores
Camacho se dio en el sentido de que ellos respaldarían un golpe de
estado "que detuviera el retroceso", sólo en el caso de que la
República en masa lo apoyara. También dijo, con el apoyo de Avelino
Escobar, que "el Partido Liberal estaba perdido y que si para
salvarlo se apelaba a la rebelión, no se haría otra cosa que
sepultarlo." 8
Lo que finalmente advirtió que la revolución era inminente fue un
artículo de El Neogranadino, titulado "¿Dónde no hay anarquía?, en
el que prácticamente se anunció el golpe:
Ellos [los militares] son los que pueden dar seguridad a los
principios liberales, base perdurable a la República y
garantías al pueblo; la moral exige un sacrificio en favor de
la vida, del honor, de la propiedad y de cuanto al ciudadano
es más caro. 9
Nuevamente, el pueblo liberal retoza
8
. Ibíd., p. 51.
9
. Citado por Arboleda, ob. cit., tomo VII, pp. 50-51.
12
Las primeras acciones ocurrieron en Popayán donde un liberal,
Rafael Diago, estaba en el poder. El 9 de diciembre de 1853 se
ordenó entregar más de quinientos fusiles a los Guardias Nacionales
del Tambo, Timbío, Quilcasé, Patía y Almaguer, con los que se
iniciaron tumultos y desórdenes que llevaron a que la Legislatura
Provincial ordenara al Gobernador Diago, recoger las armas que
estaban en manos de particulares y que armase a la guardia local de
la ciudad para que la protegiera. La respuesta del funcionario no
dejó ninguna duda acerca de lo que se preparaba, pues enfadado,
manifestó que sólo cumplía órdenes superiores. 10
Para comienzos de 1854, los princiapales conspiradores de Popayán
eran los hermanos Antonio y Manuel Alegría, miembros de la Guardia
Nacional, quienes luego de un viaje a Bogotá de donde regresaron
con fusiles obsequiados por Obando fueron removidos de sus cargos
por el nuevo gobernador Quijano, quien de esta manera pretendía
mantener el orden público. Pero su sorpresa fue mayúscula cuando en
reemplazo de los despedidos se nombraron militares enemigos de la
Constitución y reconocidos obandistas, lo que fue sustentado por
Obando con el argumento de que los partidos estaban próximos a
darse "un encontrón".
La guerra de 1854 en las Provincias del Cauca
10
. ibíd., p. 79.
13
Lo que siguió fueron permanentes alarmas en la ciudad, gritos y
disparos, lo que fue complementado con rumores acerca de asesinatos
cometidos por los gólgotas en Bogotá sobre todos los más destacados
payaneses que había en Bogotá, con excepción de Obando, quien
habría logrado escapar. El resultado fue un levantamiento popular
con gritos contra los gólgotas y los conservadores y en favor de
Melo y Obando. El plan de los revolucionarios consistió en tomarse
la ciudad para enviar unos cinco mil hombres a Bogota en apoyo de
la revolución para lo que contaría con los guardias nacionales y
con
los
indios
Tierradentro.
A
de
la
Guainás
cabeza
que
del
dominaban
los
movimiento
territorios
se
pusieron
de
el
exgobernador Diago, los presbíteros Manuel María Alaix y Teodoro
Sandoval, Andrés Cerón y otros antiguos amigos personales del
General Obando.
Aunque el Gobernador Quijano contó con el apoyo de la mayoría de la
ciudadanía,
también
debió
enfrentar
el
desánimo
de
muchos
habitantes que veían muy difícil enfrentar una revolución que era
desarrollada por los militares quienes poseían, así mismo, todas
las armas nacionales. No obstante, pudo organizar una pequeña
fuerza con la que, el 13 de abril, logró vencer a sus enemigos
obligando al sometimiento de los principales cabecillas quienes
solicitaron indulto al presidente Obando.
14
El triunfo de las fuerzas constitucionalistas se vio opacada con la
noticia de la rebelión de José María Melo en Bogotá 11, ocurrida el
17 de abril, que dio nuevos bríos a los revolucionarios y obligó a
organizar tropas para sostener el orden en todo el país. Aunque las
tropas se organizaron, lo cierto es que a las autoridades les
tocaba estar vigilantes para que los soldados no desertaran y se
unieran a los enemigos, pues eran seducidos por los democráticos
quienes les decían que estaban defendiendo a los gólgotas y a los
conservadores, en síntesis a los ricos. Finalmente, las fuerzas
leales a Quijano lograron someter a los revolucionarios en una
batalla que se dio en las calles de Popayán el 22 de abril.
En Cali la noticia del golpe de Melo se recibió el 28. Una junta
organizada por el Gobernador mostró que muchos liberales no estaban
de acuerdo con los revolucionarios. Pero a dia siguiente los
democráticos propalaban que no había tal dictadura de Melo, sino
que se buscaba sacar a los conservadores del poder. Esto significó
11
. Hay muchos trabajos sobre el tema. Véase por ejemplo a
Alirio Gómez Picón: El golpe militar del 17 de abril de 1854,
Bogotá, Biblioteca de historia Nacional, Volumen CXX, Editorial
Kelly, 1972. Gustavo M. Vargas: Colombia 1854: Melo, los artesanos
y el socialismo, Bogotá, editorial Oveja Negra, 1972. Una excelente
síntesis
sobre
la
revolución
de
Melo,
aunque
referida
principalmente a la actuación de don Julio Arboleda, es la que trae
Gerardo Andrade González: Prosa de Julio Arboleda. Jurídica,
Política, Heterodoxa y Literaria, Bogotá, Banco de la república,
1984, especialmente en el Resumen Cronológico, pp. 49 y siguientes.
15
una organización de fuerzas populares que contó con el apoyo pasivo
del gobernador Tobar quien se mostró como un melista soterrado.
El pronunciamiento de los democráticos fue acordado para el 14 de
mayo con el apoyo de Palmira de donde se ofrecieron 2.000 hombres
con
armas.
liberales,
Este
en
proyecto
especial
fue
Camacho
rechazado
y
Escobar
por
los
dirigentes
quienes
intentaron
maniobras dilatorias con el fin de esperar que el movimiento fuera
resuelto en Bogotá. Ante tal acción, el rechazo de los democráticos
no se hizo esperar pero se pospuso el golpe, que finalmente se dio
el 18 cuando fue destituido el gobernador Tobar.
Las fuerzas constitucionalistas se organizaron en Caloto desde le
1º de mayo encabezadas por el Jefe Político Juan Bautista Feijoo y
el
Coronel
Manuel
Tejada,
quienes
lograron
atraer
a
los
conservadores de Jamundí con los que organizó la "Columna Torres",
con la que derrotó a las fuerzas de los revolucionarios en la
Batalla de San Julián, el 23 de mayo. La noticia de esta derrota
unida a la que sufrieran los revolucionarios de Popayán el 21, puso
a los melistas de Cali en alerta, pues la ayuda prometida por
Palmira nunca llegó. Esto significaba que Cali estaba a merced de
las fuerzas constitucionales.
La
situación
interna
revolucionarios
se
era
bastante
encontraban
compleja,
divididos.
Por
puesto
una
que
los
parte,
los
16
sectores populares tratando de organizar las tropas para enfrentar
a los gólgotas y los conservadores y por la otra, los liberales de
la
élite
caleña,
quienes
desde
un
principio
se
opusieron
a
cualquier tipo de levantamiento. El resultado fue un conato de
combate que fue impedido por los padres franciscanos. Al final,
Camacho y Escobar se impusieron y los democráticos depusieron las
armas y llamaron a Tobar para que ocupara de nuevo el cargo de
gobernador y restableciera el orden.
Lo que siguió fue una farsa bien urdida, puesto que el gobernador
que en realidad era un melista oculto envió mensajes a las fuerzas
constitucionales para que no atacaran la ciudad diciendo tener
controlado el orden. La farsa llegó al extremo de que los mismo
democráticos se dividieron en melistas y constitucionalistas y
simularon combates para mostrar cómo se preservaba la paz, para lo
que contaron con el apoyo del gobernador Mateus de la Provincia del
Cauca, otro obandista, quien presionó a Tejada para que no atacara
la ciudad, lo que sólo fue impedido con la llegada del expresidente
José Hilario López -Comandante de las fuerzas constitucionalesquien logró convencer a Tobar de que permitiera la entrada de las
fuerzas conservadoras.
El pueblo liberal: el gran perdedor
17
Las medidas tomadas por López son de ingrata recordación para los
habitantes de Cali, quienes las denunciaron por la prensa años más
tarde, ya que no esperaron que un militar y político, al que
siempre habían apoyado como liberal democrático, se comportara con
tanta saña con sus antiguos correligionarios. En efecto, la mayoría
miembros de las sociedades democráticas fueron puestos en cárceles
estrechas y en terribles condiciones higiénicas, otros fueron
colgados de las manos hasta desangrarse y venerables ancianos
amarrados con cerdos en chiqueros para que sufrieran la burla de
los
soldados
conservadores;
muchos
fueron
enrolados
como
"voluntarios" para luchar contra sus correligionarios y los que no
lo hicieron de buen grado, fueron amarrados por el cuello y
llevados a los combates.
De esta manera, la rebelión de Melo fue derrotada en las Provincias
del Cauca, aunque se presentaron algunos excesos en Palmira,
Cartago,
Roldanillo
definitiva
durante
y
Toro,
el
mes
que
de
fueron
controlados
septiembre,
a
pesar
en
de
forma
que
subsistieron algunas guerrillas en diferentes sitios del Valle los
que reunidos por Gabriel Peñaloza intentaron una toma de Cali el 2
de diciembre, pero fueron derrotados por
el comandante Antonio
Boso.
La retaliación de los draconianos y conservadores se dejó sentir
18
sobre los liberales democráticos de tal forma que sus principales
dirigentes fueron expulsados del país, con penas de destierro que
iban desde los dos a los diez y seis años. Muchos de ellos que
fueron sacados esposados de Cali, murieron camino al destierro. Los
gobernadores que apoyaron a los melistas -Tobar y Mateus-, después
de pagar prisión en Cali, fueron enviados a Bogotá para que los
juzgara la Corte Suprema de Justicia. Pero también muchisimos
hombres del pueblo, que habían empuñado las armas para defender los
principios liberales fueron enviados presos a Panamá. De esta
manero el pueblo había sido venciso y la oligarquía liberalconservadora se entronizó en el poder para impedir que en el futuro
hubiese nuevos "retozos democráticos".
Para que no quedara ni sombra de los democráticos, durante todo el
a{o 1855 se libró una tenaz búsqueda por todos los montes del
Cauca, en particular en los Caucaseco y Guachal, para eliminar a
las "bandas de foragidos o bandoleros". Como lo muestra Margarita
Pacheco, ni la ciudad de Cali pudo escapar a este clima de
represión, pues las partidas armadas que rondaban en las noches no
permitían
que
los
caleños
concurrieran
a
los
locales
de
las
galleras, ni siquiera en los días de fiesta. Esto llevó a que según
dijera el Alcalde Parroquial del Distrito de la Merced, Vicente
Ochoa, en abril de 1855, al fin se iniciaba un período de paz y
tranquilidad publicas, después de que las instituciones fueran "...
19
vílmente atacadas por infames esbirros de un presidente traidor y
criminal", guiados por quienes al imponer un "reynado de terror",
habían hecho del pueblo
un ciego instrumento de bastardas pasiones, despertando los
odios más encarnizados i una terrible persecusión contra la
parte sana i sensata de la población; si en ese funesto
período habían desaparecido las garantías por hallarse el
gobierno en las impuras manos de una turba fanática i si las
escuelas que se establecieron fueron democráticas, fue porque
sólo se enseñaba el sistema más inmoral de corrupción i
libertinaje... 12
Las consecuencias de la derrota para los melistas pueden ser
pensadas en la frase que recuperara la profesora Pacheco y que
apareció en una pared de una casa del centro de la ciudad:
"A. B. C. D. ¡Liberales aprended!" 13
Pero más que la necesidad de que el pueblo liberal aprendiera la
dura lección que le dejara la fracasada revolución, esta dejaba
otro de tipo de triunfadores, otra vez caucanos: el presidente del
senado, el payanés don Julio Arboleda, dió posesión el 1º de abril
de 1855 al caleño Dr. Manuel María Mallarino, como Presidente de la
república. Ambos habían sido expulsados del país como consecuencia
de la pasada revolución antiesclavista de 1851 y ahora disfrutaban
de los laureles del triunfo. Esta vez fue el mismo Arboleda quien
12
. Archivo Municipal de Cali, Libro Capitular 56, folios 342 y
siguientes. Citado por Margarita Pacheco: La Fiesta Liberal en
Cali, Cali, Universidad del Valle, 1992, pp. 178-179.
13
. Pacheco, ob. cit., p. 179.
20
desde el Senado señalaba a su amigo las ironías de la política:
¡Raras vicisitudes las del mundo, señor presidente! Pocas
vueltas ha dado el sol desde el día triste en que, desterrados
ya flijidos, nos apretábamos las manos, y supirábamos por la
playas verdes de la Nueva Granada, tendidos ambos y cavilando
sobre los arenales tostados y estérriles de un país extraño.
Hoy me toca a mí presidir la primera y más respetable
corporación de mi patria, y señalaros a vos, vacía, para que
subáis a ocuparla, la silla de la primera magistratura... Pero
que no os alucine este relámpago de dicha (si dicha puede
llamarse) que en esta nación valiente y orgullosa, tan fácil
es pasar del destierro al solio, como del solio a la barra del
Senado. 14
14
. Discurso pronunciado por Julio Arboleda en la sesión del 1º
de abril de 1855 del Congreso, para dar posesi{on de la Presidencia
de la república al doctor Manuel María mallarino, Bogotá, Gaceta
Oficial de la Nueva Granada Nº 177, Bogotá, 5 de abril de 1855,
citado por Andrade, ob. cit., pp. 179-180.
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Y, desde luego, daba un consejo de político, que recordaba no sólo
su odio de clase, sino los errores cometidos por Obando, el
Presidente de los democráticos: "No aspiréis tanto a tener los
aplausos del vulgo, como a merecer los elogios de los sabios".15 Su
odio de clase fue, además, expresado en las frases con que concluyó
su discurso:
La aficción que sufrió la república a consecuencia del crimen
de abril, puede ser útil para ella. Ese crimen separó la
cizaña del trigo que andaban confundidos. 16
15
. Ibíd., p. 180.
16
. Ibíd., p. 187.
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