La pureza en un mundo impuro (Mt.10:24-39, Sal.119:1

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La pureza en un mundo impuro
(Mt.10:24-39, Sal.119:1-16)
Introducción: Ayer hace 45 años, el 22 de
noviembre, 1963, yo estaba en el noveno curso,
en la clase de historia a quinta hora cuando se
escuchó por el sistema de altavoces del instituto
que el Presidente JF Kennedy había sido
asesinado – un suceso atroz que pareció marcar
mi vida con un antes y un después (algo
parecido al 11-S en los EEUU o M-11 en
España). Pero aunque fue un importante evento
histórico y aquellos sentimientos eran muy
fuertes, su impacto sobre mi no era tan
permanente como yo había previsto. Mi vida no
cambió radicalmente: los sentimientos se fueron
disminuyendo y las cosas volvieron a la
normalidad, (sea lo que sea eso). Los
sentimientos simplemente no son una guía
adecuada para tu vida; para darle la verdadera
interpretación a esta vida y sus retos no te
puedes fiar de tus sentimientos, instintos o
apetitos. Necesitas algo más estable y más de
fiar - la Palabra de Dios!
El Salmo 119 es un salmo acróstico
basado en las 22 letras del abecedario Hebreo
(sólo vamos a mirar las estrofas alef y bet). El
propósito del salmista es exaltar la Palabra de
Dios; casi cada versículo del Salmo contiene
una referencia a la Palabra de Dios, usando
diferentes sinónimos: leyes, caminos, preceptos,
decretos, órdenes, estatutos, testimonios, juicios,
promesas o palabras.
1) La estrofa “Alef”: (A) El salmista
quiere hacer las cosas a la manera de Dios, así
que toma la determinación de llenar su vida con
la verdad de Dios. Empieza alabando la
perfección de Dios (vv. 1-4), usando palabras
como “perfectos de camino, no hacen iniquidad,
según la ley, con todo su corazón, obedeciendo
completamente.” Esto refleja una forma de
seguirle a Dios al 100% y no a medias. ¿Nos
intimida esto?
En el versículo 5, descubrimos que el
salmista no está describiéndose a si mismo! No
está presumiendo, sino anhelando, orando y
buscando! Está diciendo, “Ojala fuesen
ordenados mis caminos para guardar tus
estatutos!” Está anhelando a Dios, consciente
de lo lejos que queda. En el versículo 6, él es
consciente de las consecuencias de no estar al
nivel de Dios: vergüenza por su falta de
fidelidad. Ninguno alcanzamos ‘el nivel’ a causa
de nuestro egoísmo; creados para girar entorno a
Dios, no experimentamos la vida tal como Dios
había planeado porque hemos colocado a
nuestro ‘yo’ en el centro: nuestra perspectiva
está desviada, nuestras vidas centradas en lo
material, nuestras palabras y acciones faltas de
amor.
Aun así, el salmista no se desespera (v7): “Yo te
alabaré con un corazón recto cuando aprendiere tus justos
juicios.” La palabra importante aquí es ‘aprender’. Gracias a
la revelación de la Palabra de Dios, el salmista ve el tipo de
Dios que tiene; sabe que Dios es un Salvador misericordioso
así que decide APRENDER sus caminos.
¿Eres un aprendiz? ¿Llevas la ‘L’ en tu coche? ¿Y en
tu vida? Sigo siendo un aprendiz (proviene de la misma
palabra que discípulo). La meta de un aprendiz en la vida
cristiana es de ser cada vez más como el Maestro. (Mat.
10:24-25): tener una justicia y un amor perfecto, sabiduría y
misericordia perfectas – un listón muy alto!
Gracias a Dios no es un concurso ni una competición
para ver quien puede aprender más respuestas o quien puede
ser más como Cristo que los demás (eso es justo lo
contrario!). La vida cristiana no es una competición porque
gracias a Jesús todos tenemos al Espíritu Santo a nuestro lado
para ayudarnos a alcanzar la meta. “¿Si Dios está por
nosotros, quién contra nosotros?” Así que el salmista
pronuncia una promesa y una oración para completar la
primera estrofa: “Tus estatutos guardaré; No me abandones
enteramente”.
2) La estrofa “Bet”: (B) Estas reflexiones le llevan
al salmista a una pregunta muy práctica (v.9): ¿Cómo
guardarse puro en un mundo tan impuro? No es una pregunta
abstracta o teórica: te enfrentes a ella cada día – en el
colegio, en el trabajo, en Internet, viendo la tele, hablando
con tus amigos o perdido en tus sueños y paseos mentales.
¿La pureza está puesta en un lugar importante en tu lista de
prioridades?
En un reportaje reciente llamado “Generación
solidaria” acerca de los jóvenes de esta generación se le cita a
un joven que dice, “Si los jóvenes no cambiamos el mundo,
¿quién lo hará?” El problema es que si no podemos cambiar
ni siquiera nuestros corazones, ¿cómo pues haremos un
cambio duradero en este mundo?! Si no haces de la pureza
una prioridad en tu vida, tu corazón nunca será transformado;
y no cambiarás al mundo tampoco.
¿Te gustaría beber agua contaminada? ¿Te
importaría si estuviera solo un poco contaminada? Unos
pocos contaminantes del agua son la cólera, bacteria entérica,
el virus del polio, protozoos intestinales, parásitos
intestinales, metales pesados, nitratos, químicas sintéticas:
¿te apetecería beber alguno de manera habitual? No! Así que
por qué permites que tu vida se contamine ‘un poco’ con
pensamientos impíos, deseos no santos, palabras mal
sonantes, acciones impuras, actitudes poco caritativas? Estas
cosas contaminan el agua de tu vida que pretendía ser ese
vaso de agua fría que refrescara un alma sedienta; es más, las
Escrituras nos dicen que únicamente los puros de corazón
verán a Dios.
La pureza debe ser una prioridad, pero en nuestro
depravado mundo, ¿es posible? El salmista dice que el
camino a la pureza es vivir según la Palabra de Dios! A
menudo esto se queda en palabras y no es suficiente. La
estrofa entera de ‘Bet’ trata de como mantener pura tu vida.
Igual que la vitamina B no es una sola, sino que es un
complejo de 8 vitaminas diferentes, la forma de mantener
una vida pura es también el resultado de varias cosas: buscar
a Dios con todo tu corazón y pedirle que no te apartas de Su
camino (v.10). Para conseguir eso necesitamos
“guardar la Palabra en nuestros corazones”
(v11) precisamente para que no pequemos.
Moisés les dio a los hijos de Israel una
exhortación paradójica (Ex.20:20). “no temáis,
porque para probaros vino Dios, y para que su
temor esté delante de vosotros, para que no
pequéis.” Entérate bien, si quieres una visión
20/20: necesitas el temor de Dios contigo para
guardarte de pecar (aun que Moisés dijo no
tenemos que tener miedo!). No tienes que temer
por tu vida si estás aprendiendo a temerle a
Dios, pero si no temes a Dios, entonces sí que
debes temer por tu vida! Por eso Jesús dijo, “Al
único que debes temer es al que puede destruir
tanto el alma como el cuerpo en el infierno.”
Proverbios dice que el temor a Dios es
el principio de la sabiduría (Pr.9:10); es el punto
de partida, el primer rayo del alba! Temerle
significa: reconocerle como el único que
siempre hace todas las cosas bien, el dueño de
todas las cosas, el Fiel y Justo que nunca baja el
listón; reconocer Su poder y autoridad sobre ti –
este es el principio para que aprendas a amar sus
pensamientos en vez de los tuyos, a andar en
Sus caminos en vez de en los tuyos, a practicar
su voluntada en vez de la tuya – esto te
mantendrá puro, libre de pecado! Cuando me
conecto con el temor de Dios, me motiva para
guardar su Palabra en mi corazón porque no
quiero contaminar ni Su nombre ni mi vida.
Volviendo al símil de la vitamina B en
el Salmo 119, hay más aspectos de como
guardar puro mi vida: v12, “enséñame tus
caminos” (8 veces en el salmo). Aprendo muy
despacio, pero el Señor es mi Maestro. Según
los versículos 12-16, necesito aprender sus
decretos, contarles a otros, gozarme en ellos,
meditar en sus preceptos, considerar Sus
caminos, deleitarme en ellos: en resumen, NO
OLVIDARME de su Palabra.
3) El salmista parece tener una actitud
obsesiva hacia la Palabra de Dios. ¿Te parece un
poco fanático? ¿Por qué esta obsesión con la
Palabra? Básicamente porque este Libro es TU
zarza ardiente! Cuando Moisés pastoreaba las
ovejas de su suegro en el desierto y vio la zarza
que ardía pero no se consumía, se acercó, se
quitó los zapatos y tuvo un encuentro con el
Dios Eterno que cambió su vida para siempre.
La Biblia es tu zarza ardiente! No te la pierdas!
Si la ves por allí, ardiendo, y no te acerques y te
quites los zapatos, perderás lo que Dios tiene
pensado para ti! Sin esto, no experimentarás la
pureza en tu vida, ni la limpieza, ni conocerás el
perdón - don que hace que merezca la pena vivir
la vida!
En la Palabra aprendo a reconocer la
santidad de Dios y mi impureza. A la vez, en
este mismo Libro, aprendo mi verdadero valor.
¡Qué gran valor Dios le ha dado a tu vida! La mismísima
sangre de Jesús define tu verdadero valor – la fuente de
limpieza para tu vida, para que puedas ser purificado. ¡No
eres un accidente de la naturaleza ni un experimento divino!
Pero ¿cómo puedes saber el propósito de tu vida, tu misión?
Solamente a través de perseguir una relación apasionada con
Jesucristo, el autor de tu vida, podrás experimentar el
propósito por el cual viniste a este mundo. En este Libro
puedo aprender todo lo que necesito saber.
También en este Libro aprendo cuanto cuesta
obedecer – la obediencia es la esencia de ser un discípulo.
¿Qué hubiera pasado si los Israelitas no hubiesen puesto la
sangre en el dintel de sus casas cuando estaban en Egipto?
¿Qué hubiera pasado si solo hubiesen preparado el cordero
según las instrucciones de Dios y lo hubiesen comido según
las especificaciones, pero no hubieran pintado sus dinteles
con sangre? ¿Se hubiesen escapado de la muerte? No!!
Habrían operado según sus propios criterios en vez de los de
Dios. Sin testimonio público, no hay obediencia verdadera ni
sumisión ni se pasa de la muerta a la vida!
Como dijo Pablo, “crees con tu corazón, pero
confiesas con tu boca”. Sin este testimonio, Jesús dice que ni
siquiera puede reconocernos delante de su Padre en el cielo.
La piedra de tropiezo de esta generación es nuestra tendencia
a fiarnos de nuestra propia intuición para fabricar con ella
una interpretación de nuestras vidas. Proverbios se refiere
exactamente a esto cuando dice, “hay un camino que le
parece bien al hombre pero al final le conduce a la muerte”.
(Pr.16:25) Tu camino te lleva a la muerte, por eso debes
decidir en tu corazón buscar el camino (la forma de proceder)
de Dios.
Por esto hay tanta lucha dentro de ti a veces: es un
asunto de vida o muerte. Por esto dijo Jesús que no vino a
traer paz, sino una espada! ¿A quién le debes tu lealtad más
intima? ¿A tu familia o a Dios? ¿A tu comodidad o a Dios?
¿A tus preferencias o a las de Dios? Se libran batallas a vida
o muerte por las almas de hombres y mujeres todos los días.
La pasión de tu vida no estaba destinada para malgastarla en
batallas virtuales así que no te envicies con la ilusión, la
ficción, la fantasía, la realidad virtual. Hay una batalla real y
Dios quiere que participes en ella.
Martin Luther King nos avisó de que un día no solo
tendríamos que pedir perdón por los actos cometidos por
personas malas, sino también por el silencio vergonzoso de
las personas buenas. No podemos quedarnos callados ante los
gritos opresivos del mundo del pecado y la rebelión. Dios te
pide que te pongas en pie para que cuente contigo, para que
te identifiques como aprendiz o discípulo: aprendiendo a
hacer las cosas como Dios quiere, tomando la determinación
de ser puro, enamorándote de su Palabra, cogiendo tu cruz
para Cristo, confesándole delante de otros en tu clase, en tu
trabajo, en tu familia.
¿Aceptas el reto?
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