La Gestión Obrera Directa: una forma de enfrentamiento de clases

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La Gestión Obrera Directa: una forma de enfrentamiento de clases en la
Argentina
Por Víctor Rau
A lo largo del último período de alza de las luchas sociales en Argentina, iniciado
con el "Santiagueñazo" de diciembre de 1993 y que alcanza su punto más alto
durante las Jornadas Revolucionarias del 19 y 20 de diciembre de 2001, las
masas populares han venido practicando muy diversas formas de enfrentamiento.
Saqueos de supermercados y huelgas, ollas populares y movilizaciones callejeras,
paros parciales y ocupación de edificios públicos, cortes de ruta y principios de
combate de barricadas, motines de hambre y levantamientos locales. Algunos de
esos fenómenos, como los levantamientos de Cutral Có y Plaza Huincul, de
Libertador General San Martín, de Tartagal y General Mosconi -manifestaciones
parciales de una tendencia insurreccional jalonada en el tiempo- adquirieron
considerable notoriedad pública. Ligados a ellos en su origen, también los
llamados "cortes de ruta" concitaron la atención general, todavía más a partir de
su difusión en el Gran Buenos Aires hacia principios de la presente década. Las
Jornadas de diciembre de 2001 mostraron en el ámbito nacional varios de estos
métodos de lucha combinados con un importante desarrollo del componente
insurreccional [1]. En el período posterior, dos fenómenos de la conflictividad
social suscitaron especial interés: por una parte, la actividad de las Asambleas
Populares y, por otra, la ocupación y puesta en funcionamiento de empresas por
parte de sus trabajadores. A un aspecto de este último fenómeno se orientan las
reflexiones del presente ensayo. Trataremos sobre la Gestión Obrera Directa (en
adelante GOD) en Argentina, atendiendo a su significación en tanto forma de
lucha de la clase trabajadora [2].
EL CONCEPTO DE LAS FORMAS DE LUCHA
Siempre que hablamos de lucha nos referimos a la constitución de un tipo de
relación social definido por el contenido antagónico, hostil, de la acción recíproca.
Más particularmente, en este trabajo nos referimos exclusivamente a la lucha de
clases, es decir, a aquella relación de enfrentamiento en que las partes se
constituyen como clases sociales diferenciadas [3]. Pero desde que hablamos de
las formas de lucha reconocemos, además, la posibilidad de distinguir entre
diversas manifestaciones de un mismo antagonismo social fundamental;
reconocemos, por así decirlo, a la lucha de clases en la diversidad de su
existencia práctica. ¿Cómo definimos, entonces, estas formas de lucha? O, dicho
de otro modo ¿Qué es, pues, una forma de lucha? Una forma es una manera, un
modo de luchar y, al mismo tiempo, es también una figura, una imagen de la
lucha. En el primer sentido la forma es vía de determinados impulsos o
instrumento para alcanzar determinado fin, en todo caso aquí la forma es medio
de la voluntad y, en tanto tal, una categoría práctica. En el segundo sentido, la
forma es categoría teórica, un concepto gnoseológico, es figura, representación
del cuerpo en que algún contenido se hace accesible a nuestro conocimiento. En
el primer sentido, es arma de los trabajadores, en el segundo, es imagen de la
lucha de clases. Una forma de lucha habrá de ser concebida siempre, por tanteo,
bajo esta doble significación. A continuación dejaremos de lado las modalidades
de la lucha callejera para concentrar nuestra atención solamente sobre las formas
de enfrentamiento que tienen lugar en el ámbito de la empresa. Presentamos tres
modalidades propias de la lucha obrera en el ámbito fabril, ordenadas en una
escala de progresión según puedan considerarse analíticamente como formas de
enfrentamiento más o menos avanzadas.
EL ENCADENAMIENTO DE LAS FORMAS: UN MODELO TEÓRICO
A más tardar hacia la primera mitad de la década de 1960, la clase obrera
argentina ya había puesto en práctica tres modalidades fundamentales de
enfrentamiento con la patronal: 1)- la huelga, 2)- la huelga con ocupación y 3)- la
ocupación con producción bajo GOD [4]. En el orden histórico de aparición de las
tres modalidades se delinea una progresión reconocida por la teoría marxista de la
hostilidad de clases [5]. En referencia a esta sucesión de formas sostenía Ernest
Mandel que "cuando se transforma una huelga -en el curso de la cual los
trabajadores abandonan la empresa- en una huelga con ocupación de fábricas, de
los talleres y las oficinas; y cuando la huelga con ocupación pasiva evoluciona
finalmente a la huelga con ocupación activa (en la cual los trabajadores reanudan
el trabajo bajo su propia dirección), y todo el potencial impugnador del simple
’conflicto de trabajo’ se desarrolla hasta sus últimas consecuencias, tiene lugar
una prueba de fuerza para determinar quién manda en la fábrica, en la economía y
en el Estado: la clase obrera o la clase burguesa" [6]. En el mismo sentido, resulta
pertinente citar también al teórico consejista Antón Pannekoek pues, en su
referencia a la situación europea de los años ’30, se acercaba a una concepción
dialéctica de estos desarrollos, incorporando el elemento de respuesta patronal a
la dinámica en que se suceden progresivamente las acciones de la clase obrera:
"En las nuevas condiciones del capitalismo surgió una nueva forma de lucha para
lograr mejores condiciones de trabajo: la ocupación de las fábricas, llamadas
generalmente huelga de brazos caídos, pues los trabajadores abandonan la tarea
pero no se retiran de la fábrica. Esa actitud no es un invento teórico, sino que
surgió en forma espontánea de las necesidades prácticas; la teoría no puede sino
explicar a posteriori sus causas y consecuencias. En la gran crisis mundial de
1930 el desempleo fue tan universal y duradero que surgió una especie de
antagonismo de clase entre el privilegiado número de gente con empleo y las
masas desocupadas. Se hizo imposible cualquier huelga regular contra las
reducciones de salarios, porque después que los huelguistas abandonaban los
talleres éstos eran invadidos de inmediato por las masas de desocupados [la
misma significación poseen los despidos, en tanto medida patronal para el
recambio de trabajadores]. Así, el rechazo a trabajar en peores condiciones debía
combinarse, necesariamente con la permanencia en el lugar de trabajo mediante
la ocupación de la fábrica" [7]. Cabe continuar esta serie señalando que, frente a
la ocupación obrera sostenida, al capitalista aún le queda una forma de respuesta:
el lock out. Y a los trabajadores una forma de respuesta frente al lock out patronal:
la GOD.
APLICACIONES DE LA HERRAMIENTA ANALÍTICA
Puede observarse la aparición sucesiva de los elementos de esta serie tanto en la
historia general de las luchas obreras, como en historias nacionales específicas -
desde la Rusia revolucionaria de principios de siglo XX hasta Chile a comienzos
de los años ’70. También es posible identificar casos puntuales en el ámbito de
empresas donde el enfrentamiento obrero-patronal despliega, un eslabón tras otro,
todo el encadenamiento de formas de lucha que hemos presentado aquí en
términos teóricos abstractos. En la Argentina, un ejemplo reciente de este tipo
puede encontrarse en el conflicto de Cerámica Zanon. Allí una lista combativa
gana la comisión interna de la fábrica, los trabajadores realizan un paro de 9 días
con cortes de ruta en protesta por la muerte de un obrero durante la jornada de
trabajo y en reclamo de aguinaldos adeudados, la patronal responde con el pedido
de apertura de concurso de acreedores y la amenaza con despedir a ciento veinte
obreros; los trabajadores realizan una huelga de treinta y cuatro días con piquetes
-lo que representa ya una suerte de toma realizada desde el exterior-, la patronal
recurre al lock out y envía telegramas de despido a los trescientos ochenta
trabajadores de la fábrica; los obreros ingresan y ocupan definitivamente la planta,
venden parte del stock acumulado y la ponen en funcionamiento bajo GOD [8].
Pero lo más frecuente, sin embargo, es que el desarrollo del proceso de luchas, en
cada caso concreto, haga aparecer realmente sólo algunos eslabones de este
encadenamiento. Por ejemplo, cabe un despliegue progresivo de las formas de
lucha obrera sin mediar respuesta patronal de importancia. Así, en la mayoría de
los casos registrados en la Argentina a principios de la década del ’60, a mediados
de la década del ’70 y también en el conflicto de la Ford Pacheco en 1985, se
dieron ocupaciones seguidas por GOD sin la mediación efectiva del lock out
patronal [9]. Puede suceder también que, con el recurso a determinadas
respuestas, las formas de lucha pasen directamente del principio al final de la
serie, por así decirlo, "saltando" los eslabones intermedios presentados en la
abstracción del modelo analítico. Los obreros de la empresa Grissinópoli
declararon una huelga con piquete callejero y olla popular en reclamo por el cobro
de diez meses de salarios adeudados, la patronal respondió con el cierre de la
planta, y los trabajadores con su ocupación y posterior puesta en producción bajo
GOD [10]. Puede, incluso, suceder que el enfrentamiento se abra ya en el tramo
final de la serie. Como en Brukman Confecciones, y en la mayoría de los casos
recientes, donde el proceso de enfrentamientos que desemboca en la GOD, se
abre en la última fase del encadenamiento de formas: comienza ya,
concretamente, con el lock out patronal [11].
CONDICIONES DE POSIBILIDAD PARA LA GOD
El último tipo de situaciones mencionadas se encuentra presente en la mayoría de
los casos que conforman la ola reciente de ocupación y GOD de empresas en la
Argentina. Resulta conocido el modo en que gravitó, en tales casos, la profunda
recesión experimentada por la economía capitalista nacional. Ante el abismo de la
desorganización económica, la GOD se constituyó en respuesta de los
trabajadores al cierre patronal de fábricas, una respuesta de la clase obrera a la
huida del capital de la esfera de la producción [12]. Sin embargo, muchos análisis
del fenómeno de la GOD en la Argentina han concentrado demasiado
exclusivamente su atención en el factor de recesión económica, relegando la
consideración de otros elementos de importancia que, en el mismo sentido, han
posibilitado el desarrollo de esta forma de lucha hacia fines de 2001. Nos
referimos particularmente al factor de debilidad del régimen político y al de cambio
en la correlación de fuerzas sociales favorable a las masas populares -a partir del
alza de sus luchas- sin los cuales hubiera resultado imposible este desarrollo. Más
aún, si ampliamos el espectro y observamos conjuntamente todas las coyunturas
históricas que dieron lugar a la aparición de esta forma de lucha en la Argentina 1964, 1973/1974, 1985, 2001/2003 [13]-, podemos identificar la presencia de
algunos de los siguientes cuatro principales factores relacionados con ella: 1)
cambio de la correlación de fuerzas sociales, 2) régimen político débil, 3) recesión
económica, 4) intensa combatividad y elevado desarrollo de conciencia de la clase
obrera. En todas las coyunturas encontramos en mayor o menor medida un
régimen político débil y un momento de cambio en la correlación de fuerzas
sociales [14]. En cuanto al factor recesivo, si bien está presente en la mayoría de
ellas, no aparece necesariamente relacionado con el fenómeno de la GOD. Así, a
principios de la década de 1970 en la Argentina no había recesión, ni
desocupación masiva -y la clase obrera se encontraba en relativamente buenas
condiciones económicas. Pero en los años ’70 resultó decisiva, en cambio, la
presencia del restante factor: intensa combatividad y elevado desarrollo de la
conciencia de la clase obrera. La relativa ausencia del factor de recesión
económica, por una parte, y la presencia de un elevado desarrollo de conciencia y
una intensa combatividad de la clase obrera, por otra, constituyen la especificidad
de la coyuntura 1973/1974. Mientras que la coyuntura 2001/2003 precisamente se
distingue, de una parte, por los bajos niveles de combatividad y el relativamente
limitado desarrollo de conciencia del conjunto de la clase obrera y, de otra, por la
profundidad de la recesión económica. Ya se ha tratado acerca del factor recesivo
y su relación con el fenómeno de la GOD. Respecto a los primeros dos factores,
cabe agregar que la GOD ha emergido y se ha sostenido siempre en una situación
de alza en las luchas populares, cuando el régimen político de la burguesía
flaquea por la falta de apoyo y por la rebelión de las masas [15]. En este sentido,
la GOD se constituye en expresión de ciertos aspectos de transitoria paridad en la
correlación de fuerzas sociales. En lo que sigue nos ocuparemos de analizar el
modo en que esta forma de lucha se relaciona también con lo que aquí llamamos
combatividad y conciencia de clase. Para ello será necesario que nos detengamos
un momento a definir brevemente estos dos últimos conceptos.
COMBATIVIDAD Y CONCIENCIA (O IMPULSO Y CONTENIDOS DE LA LUCHA
DE CLASES)
La combatividad es el impulso de la lucha, su "fuerza elemental". Un impulso
primitivo, afectivo, espontáneo, que arraiga en los estratos fundamentales de la
vida y descarga sus energías en el enfrentamiento abierto. La combatividad de
clase es la energía de las pasiones hostiles que laten en toda comunidad
escindida en parcialidades con intereses antagónicos, pasiones que se acumulan
por largo tiempo en el seno de la sociedad y sólo en las acciones de
enfrentamiento abierto manifiestan su real intensidad [16]. En todo fenómeno
concreto de la lucha de clases puede reconocerse la realidad de este componente
combativo. No obstante, tales impulsos espontáneos que nutren la voluntad de
enfrentamiento concreto aparecen siempre, en alguna medida y hasta cierto
punto, racionalizados, sistematizados, mediatizados por la conciencia. En alguna
medida porque no han existido nunca luchas humanas absolutamente
espontáneas, total y absolutamente inconscientes de sus medios y fines. Y hasta
cierto punto porque la completa conciencia de los medios y fines últimos de la
lucha de clases todavía representa, en todo caso, un desafío a ser realizado en la
historia. La evolución alcanzada en determinado momento y situación por la
conciencia de la clase proletaria, podrá evaluarse siempre situándola en una
escala progresiva que va de lo más embrionario a lo más desarrollado, es decir,
por cuanto su conciencia se halle más cerca de dar expresión directa a los simples
impulsos primitivos o de manifestarlos mediatizados de un modo sistemático. Si
cuando hablamos de una intensa combatividad nos referimos a la energía que
manifiesta la clase en sus luchas concretas, cuando hablamos de conciencia de
clase nos referimos, en cambio, a las determinaciones subjetivas de este impulso
espontáneo; nos referimos, en definitiva, a los contenidos concretos que asume
esa voluntad de lucha en la subjetividad de la clase trabajadora. La teoría marxista
considera a la espontaneidad o sistematicidad de la organización para el
enfrentamiento y, principalmente, a los contenidos económicos o políticos -en el
sentido socialista- de las luchas concretas, como indicadores claves para evaluar
el desarrollo de la conciencia de clase del proletariado [17]. En función de estas
nociones hemos sostenido que a mediados de los ’70 en la Argentina era intenso
el impulso de lucha de la clase obrera, las acciones se organizaban con relativa
sistematicidad y los enfrentamientos asumían un cada vez más definido contenido
político. En el tramo final del presente ensayo volvemos a situar nuestro análisis
en el nivel de los conflictos de empresa, pero utilizamos, en este nivel, algunas de
los elementos que habíamos tomado en cuenta para el análisis de coyuntura
histórica. Trataremos particularmente acerca de la relación que guardan la
combatividad y la conciencia de clase con respecto a las experiencias de GOD; o
bien, dicho en términos analíticos, trataremos de la relación entre contenido-forma
que se halla presente en todo fenómeno de lucha social.
LA RELACIÓN ORGÁNICA FORMA-CONTENIDO
Cuando se dice que una acción de lucha tiene un contenido económico o un
contenido político se está haciendo referencia a la orientación subjetiva con que se
manifiesta el impulso de lucha, es decir, se consideran las motivaciones que
impulsan y los fines que persigue concientemente la voluntad de enfrentamiento.
Tales son los principales tipos de contenidos que puede albergar una forma de
lucha obrera en la sociedad burguesa: económicos o políticos, sindicalistasreformistas o socialistas. Pero así como los análisis marxistas deben cuidarse de
mantener una concepción reificada que separe mecánicamente los contenidos
económicos de los políticos -pues ello conduce a teorías mecanicistas sobre el
desarrollo de la conciencia-, habrá que tener el mismo cuidado cuando se analizan
las relaciones que guardan entre sí las formas y los contenidos de las acciones de
enfrentamiento entre clases. Pues en la realidad social tampoco estas formas y
contenidos se vinculan de modo mecánico sino que, antes bien, guardan entre sí
relaciones de correspondencia orgánica. En la realidad de una forma de lucha
abierta caben como posibilidad muy diversos contenidos; no obstante, no sería
posible que determinados contenidos tomen existencia real si la lucha no se
desplegara concretamente en determinadas formas. En la lucha de calles, por
ejemplo, el objetivo político de la destrucción del Estado burgués no llegaría a
tener existencia real si la lucha concreta no desplegara concretamente formas
insurreccionales. La simple huelga con movilización no podría aún hacer realidad
semejante objetivo. Es en el sentido de estas relaciones orgánicas entre forma y
contenido, que puede hablarse de la existencia de formas de lucha de clases más
o menos avanzadas. En ese mismo sentido puede afirmarse que, en el ámbito de
las unidades de producción económica -corazón del orden capitalista-, también la
GOD representa aquella forma de lucha concreta sin la cual no podría realizarse el
objetivo político de la completa eliminación del poder burgués sobre la sociedad.
Pues no alcanzaría para ello con la huelga, ni con la simple huelga con ocupación.
De ahí que pueda definirse a la GOD como una de las más avanzadas formas de
lucha de la clase obrera. Si observamos la coyuntura setentista diríamos que una
dinámica de intenso combate y progresivo desarrollo de la conciencia en el
movimiento obrero tiende también a engendrar, en determinado momento y
circunstancias, formas concretas que preparan y anticipan la realización de sus
más avanzados objetivos de clase. Pero ¿qué sucede cuando observamos los
casos de la coyuntura reciente? Vemos que la GOD puede ser también una forma
de lucha obrera orientada a objetivos estrictamente económicos, instrumentada de
un modo relativamente espontáneo, etc. Vemos, en definitiva, que entre formas y
contenidos de los enfrentamientos de clase no cabe establecer analíticamente
ninguna relación de correspondencia mecánica. Y, sin embargo, hemos afirmado
que la GOD representa siempre una de las formas de lucha obrera más
avanzadas en el ámbito de empresa. Porque la GOD mantiene una
correspondencia orgánica con determinados objetivos políticos embrionariamente
contenidos en la subjetividad de la clase obrera. Porque los fenómenos de GOD,
además de representar una modalidad concreta de respuesta obrera a las
acciones de lock out y sabotaje capitalista de la producción social, señalan en el
plano de la realidad material uno de los objetivos más avanzados que caben en el
horizonte de la conciencia revolucionaria del proletariado. Aun cuando aparezca
inmediatamente orientadas a objetivos económicos, la experiencia -directa o
indirecta- de esta forma de lucha abre un camino formidable a la conciencia de
clase, señala la posibilidad de una ligazón subjetiva con los fines últimos del
enfrentamiento social. En todo caso, tiende ese camino y señala esta posibilidad
objetivamente. La relación orgánica contenido-forma es el secreto de lo que, en
circunstancias como la actual, puede presentarse de un modo paradójico. Aquello
que todavía no se ha hecho consciente en la subjetividad obrera, comienza a
aparecer en la realidad inmediata de la lucha de clases. Dicho de otro modo, lo
que en la realidad concreta ya ha aparecido de un modo espontáneo es la forma
desarrollada de lo que en la conciencia se mantiene todavía en estado
embrionario. De ahí que, más allá de su contenido inmediato en cada caso
concreto, la GOD constituya siempre, objetivamente, una de las formas más
avanzadas de la lucha de clases.
NOTAS FINALES SOBRE CERÁMICA ZANON Y LOS "CONTENIDOS
SETENTISTAS" DE LA GOD
Quienes abordaron la oleada reciente de ocupación y gestión obrera de fábricas
en la Argentina poniendo el énfasis en el factor de recesión económica, con
frecuencia han subestimado o ignorado completamente este aspecto objetivo de la
GOD orgánicamente relacionado con los contenidos políticos de la conciencia de
clase [18]. Semejante manera de analizar las luchas sociales en la Argentina, se
relaciona con cierto prejuicio que concibe a todos los casos recientes de toma y
gestión obrera de fábricas englobándolos en afirmaciones generales que hablan
de "empresas de baja rentabilidad, con tecnología obsoleta, situadas en la
periferia de la actividad económica" y "pequeños grupos, de obreros
desorganizados, sin conciencia de clase, que tomaron la fábrica como una acción
defensiva, etc.". Si bien esta visión se adecua bastante bien a la mayoría de los
casos puntuales cercanos, resulta pertinente afinar la mirada, estudiar también
cada caso en sus particularidades, compararlos entre sí estableciendo
semejanzas y diferencias, etc. Sólo así se llegaría a tener un panorama acabado
del conjunto y podría evaluarse correctamente su significación. Desde luego,
realizar semejante tarea no constituye el objetivo estricto del presente ensayo. Sin
embargo, concluiremos el mismo haciendo una mención especial del caso de
Cerámica Zanon, sin dudas muy particular, pero cuya enorme significación con
frecuencia queda desdibujada en la tabla raza de las "afirmaciones generales"
sobre las fábricas ocupadas en la Argentina. Porque Cerámica Zanon representa
el "contraejemplo" de lo que, aquí también, hemos dicho acerca de la coyuntura
reciente. El caso Zanon constituiría más bien un ejemplo de lo que aquí hemos
dicho sobre la coyuntura argentina de los años ’70: se trata de una planta
indudablemente rentable en términos capitalistas, con moderna tecnología
instalada, líder nacional en el rubro, una de las más importantes unidades de
producción de cerámicos en Latinoamérica, con obreros calificados, relativamente
bien pagos, que se organizaron con métodos democráticos, vencieron a la
dirección burocrática del gremio, combatieron contra la patronal de su fábrica y en
solidaridad con otros sectores oprimidos, atravesaron por un largo e intenso
proceso de enfrentamiento abierto y llegaron al momento de emprender la GOD que aún mantienen- con un elevado desarrollo de conciencia clasista. Los obreros
de Zanon luchan por el avanzado objetivo de la estatización bajo control obrero,
fueron impulsores de la Coordinadora Regional del Alto Valle y discuten sobre la
necesidad de conformar en el ámbito nacional un movimiento político de
trabajadores [19]. O, dicho lo mismo de otro modo, los trabajadores en lucha de
Zanon representan actualmente una compañía a la vanguardia de los batallones
de la clase obrera. Si es tarea de la propaganda socialista el buscar experiencias
avanzadas de conciencia, organización y combatividad para difundirlas al conjunto
de la clase obrera, se encontrará en el caso Zanon un fenómeno particularmente
rico en enseñanzas concretas. En este caso queda claro que el arma de la
ocupación fabril con GOD no solamente resulta adecuada para la lucha obrera en
empresas con baja rentabilidad cuya patronal se dispone al cierre; que esta forma
de lucha obrera no solamente enfrenta los efectos sociales de una recesión
económica profunda. Los obreros de Zanon no trabaron la lucha abierta porque su
patronal se disponía realmente a cerrar la fábrica sino, antes bien, la patronal de
Zanon intentó cerrar realmente la fábrica porque sus obreros mantuvieron un largo
proceso de luchas en el que fueron poniendo en práctica varias formas
progresivas de enfrentamiento. En determinado momento y circunstancias de la
lucha, se hizo necesario también el recurso a la GOD y, cuando llegó ese
momento, los obreros se hayaban preparados.
Notas
[1] Un interesante análisis de las formas de lucha involucradas en este proceso
puede leerse en el trabajo de Nicolás Iñigo Carrera y María Celia Cotarello, "19 y
20 de diciembre de 2001: análisis y conceptualización de un momento en la
constitución de una relación de fuerzas política", Ponencia presentada en las
Quintas Jornadas Nacionales de "Hacer la Historia", Rosario 18 y 19 de octubre de
2002.
[2] Utilizamos aquí el concepto de GOD, diferenciándolo tanto del concepto de
Control Obrero (CO) como del de Autogestión de los Trabajadores (AGT, El
concepto de CO define estrictamente situaciones de doble poder en la gestión de
las unidades de producción económica; alude a una diversidad de casos posibles
donde, por ejemplo, los trabajadores han impuesto a la patronal la apertura de los
libros contables, el manejo de los tiempos y ritmos de trabajo, las decisiones
acerca de la compra de insumos o ventas de productos, etc.; en resumen, la
noción de CO conceptualiza cierta situación de paridad en la correlación de las
fuerzas obreras y patronales en pugna por el dominio de la actividad productiva al
interior de la fábrica o empresa. En los casos de GOD, en cambio, el poder obrero
ha alcanzado completo dominio en el ámbito de la unidad productiva, ha sido
eliminado el poder patronal del interior de la fábrica o empresa. De ahí que,
generalmente, la toma u ocupación de establecimiento productivo sea el
presupuesto de la GOD. En estas circunstancias, en tanto el establecimiento
continúe siendo propiedad del patrón, el acto mismo de producir constituye una
forma de enfrentamiento de clases. No sucede lo mismo, por ejemplo, en los
casos de empresas cooperativas cuya propiedad pertenece a los trabajadores, en
ella la lucha de clases puede persistir bajo otras formas, a ellas puede aplicarse el
concepto de AGT pero no el de GOD. Con respecto al universo de casos recientes
registrados en la Argentina, debemos señalar que si bien la mayoría de las
empresas ocupadas han tendido a ser expropiadas y transformadas en empresas
cooperativas, en muchas de ellas se realizaron experiencias de GOD de la
producción antes de que esta transferencia en propiedad a los trabajadores fuera
legislada y sancionada por el Estado nacional.
[3] Para una sugerente exploración del fenómeno de la lucha entendido como
relación social, véase el Capítulo IV, "La Lucha", de la obra de Georg Simmel,
Sociología. Estudios sobre las formas de socialización, Madrid, Alianza, 1986.
También en los escritos de Karl Marx, y más explícitamente en algunos trabajos
de Friedrich Engels, la lucha de clases aparece concebida como una relación
social. En cuanto a los análisis marxistas de las formas de lucha abierta, puede
revisarse el trabajo clásico de Vladimir Lenin, "La Guerra de Guerrillas", en Obras
Completas,-Buenos Aires, Cartago, 1960, Tomo XI-.
[4] En la Argentina, los inicios de la práctica huelguística sistemática se remontan
a principios del siglo XX, la toma de fábricas comienza a cobrar importancia hacia
fines de los años ’50 -constituye un hito, en este sentido, la ocupación del
Frigorífico Lisandro de la Torre en 1959- mientras que, el fenómeno de la GOD se
desarrolla por primera vez en el país a partir del año 1964, al mismo tiempo que se
generalizan las tomas. Sobre las luchas obreras en torno al año 1964, véase
María Celia Cotarello y Fabián Fernández "La Toma de Fábricas. Argentina,
1964", en Documentos de Trabajo, Nº 2, 1994, Bs. As., PIMSA; Guillermo
O’Donnell, El Estado Burocrático Autoritario. Triunfos, derrotas y crisis, Buenos
Aires, Ed. de Belgrano, 1996; Alejandro Schneider, "Política y conflictividad laboral
durante la presidencia de Arturo Illia", en CD de las V Jornadas de Sociología,
Buenos Aires, FCS-UBA, 2002; A. Schneider, ponencia presentada en la Mesadebate "Clase obrera: Formas de lucha y organización", Semana Cultural por
Brukman, Buenos Aires, Brukman Confecciones, Mayo de 2003.
[5] De acuerdo a sus propias determinaciones formales, cada una de estas tres
modalidades da lugar al rebalsamiento del contenido de la anterior y la supera,
tanto en términos de los grados de a)- poder obrero que efectiviza en el lugar de
trabajo, como en términos de los niveles de b)- conciencia y c)- organización de
clase que cada una de estas formas al mismo tiempo requiere y produce entre los
trabajadores que la instrumentan. Si cabe aclararlo, la huelga, la ocupación y la
GOD son las formas fundamentales de la lucha obrera en el ámbito de la empresa,
pero no son las únicas. Desde el anónimo sabotaje de la producción capitalista
hasta la toma de la persona del patrón o del personal jerárquico como rehenes,
pasando por el paro parcial, el trabajo a reglamento, etc., existen muchas otras
modalidades de enfrentamiento susceptibles de ser analizadas siguiendo este
mismo método.
[6] Ernest Mandel, Control obrero, consejos obreros, autogestión, México, Era,
1974, pág. 12.
[7] Antón Pannekoek, Los consejos obreros, Buenos Aires, Proyección, 1976, p.
140. [Corchetes nuestros].
[8] Véase Valentina Picchetti, "Fábricas tomadas, fábricas de esperanzas. Las
experiencias de Zanon y Brukman", en M. Carpintero y M. Hernández (Comp.),
Produciendo realidad. Las empresas comunitarias, Buenos Aires, Topía, 2002;
Pablo Antonini, Leandro Fabricio y Luciana Hernández Lois, "Cerámica Zanon.
Produciendo futuro", en Revista En Marcha, Nº 29, 2002; "Gestión Obrera de
Zanon: 19 meses de lucha y producción", Solicitada Obreros de Zanon, 22 de Julio
de 2003; Raúl Godoy y Andrés Blanco, "Nuestros primeros pasos fueron los más
difíciles", en Revista Lucha de Clases, Segunda época, Nº 1, 2002; Raúl Godoy,
"Los dirigentes deben trabajar y no estar más de dos años seguidos en el cargo",
en Nuestra Lucha, Nº 10, 11/08/2003, pág. 12; y El Ojo Izquierdo, "Dos años de
ocupación de Cerámica Zanon. Visita Guiada (bajo control obrero)", en Nuestra
Lucha, Nº 11, 08/10/2003, págs. 12-13.
[9] Véase Leonidas Ceruti y Mariano Resels, "Los obreros petro-químicos, el
control obrero y la Intersindical de San Lorenzo", en Revista Lucha de Clases, Nº
1, Segunda época, 2002; Verónica García Allegrone, Florencia Partenio y María
Fernández Álvares, "Ocupaciones Fabriles: un rastreo de experiencias históricas",
en CD del 6º Congreso de ASET, Buenos Aires, 2003; Víctor Hernández "La
ocupación de fábrica como forma de lucha obrera. El caso de Ford Motors en
Argentina, 1985", en Cuadernos CICSO, Serie Estudios Nº 62; y La Ocupación de
Ford. 18 días que conmovieron a la Argentina, Buenos Aires, Agrupaciones
Clasistas 1º de Mayo, 1986.
[10] Véase César Hazaki, "Grissinópoli. Crónica de una lucha obrera", en
Carpintero y Hernández (comp.), Produciendo Realidad, op. cit.
[11] Véase Valentina Picchetti, "Fábricas tomadas", op. cit.
[12] Cuanto menores sean las perspectivas que posea el trabajador de conseguir
otro puesto de trabajo, mayor será el impulso a resistir las acciones patronales que
lo arrojan por tiempo indeterminado a la marginalidad económica. Sin la suficiente
organización y conciencia entre los trabajadores de la empresa y de la clase, a los
asalariados despedidos individualmente o en pequeños grupos sólo le queda
apelar a las acciones indirectas, a las instituciones sindicales y los reclamos
jurídicos. Con el cierre total de una empresa, en cambio, se efectiviza una suerte
de despido simultáneo del conjunto de sus trabajadores, circunstancia que
promueve en mayor grado la elaboración de respuestas también conjuntas por
parte de los mismos. Si esta respuesta toma la forma de la acción directa, la
primera y más típica medida de lucha consistirá en la ocupación del lugar de
trabajo. La posterior puesta en funcionamiento de la empresa bajo control de sus
trabajadores constituye una posibilidad de respuesta más avanzada en el mismo
sentido. Respecto de esta última modalidad, la ocupación pasa a constituirse en
forma subordinada, paso previo y condición de posibilidad para una forma de
lucha que la supera. Visto en términos históricos generales, se trata de una
respuesta clásica de la clase obrera a la desorganización económica producida
por una agudización de las contradicciones del sistema económico capitalista o
por el sabotaje abierto de la producción por parte de la burguesía. La primera
experiencia en este sentido la realizaron los obreros insurrectos de la Comuna de
París en 1871 que, ante la huida de numerosos empresarios y el sabotaje abierto
de la producción industrial, ordenaron una requisición de todas las fábricas
cerradas para su puesta en funcionamiento bajo control de los trabajadores. Lo
mismo sucedió en la Rusia revolucionaria, donde en el marco de una honda
desorganización económica y sabotaje burgués de la producción, numerosas
fábricas funcionaban ya bajo GOD en vísperas de octubre del 1917, y muchas
más lo harían luego de la toma del poder por parte de los bolcheviques. Lo mismo
que en Alemania, en las coyunturas de 1919 y de 1945, el fenómeno resulta
perceptible con diferentes matices en numerosas situaciones históricas concretas.
Para una voluminosa antología sobre experiencias de GOD en el ámbito mundial,
véase Ernest Mandel, Control obrero, op. cit. Algunas de estas experiencias
históricas también fueron sucintamente recogidas desde la óptica de la
autogestión de los trabajadores (AGT) en el artículo de James Petras y Henry
Volnovich, "Autogestión de los trabajadores en una perspectiva histórica", en
Carpintero y Hernández (comp.), Produciendo realidad, op. cit. Los textos de Lenin
sobre la situación rusa se hallan compilados en Vladimir Lenin, Control obrero y
nacionalización, Buenos Aires, Ediciones Tierra Nueva, 1973.
[13] Sobre los casos puntuales de GOD que se dieron en estas cuatro coyunturas,
véanse los trabajos citados en las Notas 4 y 9 del presente ensayo. Acerca de la
primera coyuntura, Alejandro Schneider menciona puntualmente el caso de GOD
en la fábrica Kaiser a principios del ’64 y el del frigorífico Smithfield a fines de ese
año -ambas con ocupación y toma de rehenes- y, en referencia a las ocupaciones
correspondientes a la Segunda Etapa del Plan de Lucha de la CGT -donde ni la
GOD ni la toma de rehenes estaban programadas-, el mismo autor señala que "un
fenómeno que estuvo presente no sólo en estas ocupaciones sino también en
otras, previas y posteriores, a las jornadas de la protesta cegetista fue la iniciativa
obrera de continuar con el proceso de producción" (A. Schenider, "Política y
conflictividad laboral durante la presidencia de Arturo Illia", op. cit., pp. 2, 9 y 7). En
cuanto a los años ’70, Leonidas Ceruti y Mariano Resels mencionan dos casos de
GOD en la rama petroquímica: el de Duperial en 1973, y el de PASA en 1974.
Acerca de 1985, tanto el trabajo publicado por las Agrupaciones Clasistas 1º de
Mayo como el de Víctor Hernández, hablan del único caso de GOD existente, el
de la planta automotriz Ford Pacheco.
[14] En 1963/1964 nos encontramos con una importante combatividad de una
clase obrera templada en las luchas de resistencia practicadas entre 1955 y 1962;
con una aguda recesión económica; con el peronismo electoralmente proscrito; y
con el escuálido régimen que mantuvo durante un tiempo en el gobierno al
presidente radical Arturo Illia. En 1973/1974 hallamos en acción a la clase obrera
que, desde el Cordobazo hasta el Rodrigazo de 1975, protagonizó el más
importante movimiento revolucionario de la historia Argentina; sin recesión
económica; y con un régimen político que mantuvo durante un tiempo a los
gobiernos de Cámpora, J. D. Perón e I. M. de Perón, un régimen que intentaba
contener pero era desbordado por la lucha de las masas. En 1985 nos
encontramos con la relativamente combativa clase obrera que fuera diezmada
durante la dictadura genocida del gran capital; con un fondo económico recesivo; y
con un gobierno débil aunque repentina y fugazmente fortalecido, en el momento
de la toma, por el lanzamiento del Plan Austral. Por último, a fines del 2001
encontramos una clase obrera abatida por toda una década de derrotas; pero
también con una economía capitalista al principio de su desorganización; con un
régimen político ya visiblemente vulnerado por un brusco vuelco en la correlación
de fuerzas sociales, con una gran manifestación de alza de las luchas populares
que incluye la movilización masiva de sectores de la pequeña burguesía
propietaria, junto a diferentes capas de la población asalariada ocupada,
semiocupada y desocupada.
[15] Cuando hablamos de "luchas populares" o de la "rebelión de las masas"
incluimos las acciones de un amplio conjunto de individuos de todas las capas y
fracciones de ambas clases que carecen realmente de poder político, que
permanecen por tanto oprimidos y dominados respecto al régimen político
existente en un momento histórico determinado.
[16] La existencia de estas pasiones constituye uno de los elementos
fundamentales de la definición marxista de las clases sociales. Ya en su análisis
acerca del proceso de enfrentamiento entre clases de la sociedad francesa hacia
mediados del Siglo XIX, Karl Marx se señalaba que "en la medida en que millones
de familias viven bajo condiciones económicas de existencia que las distinguen
por su modo de vivir, sus intereses y su cultura de otras clases y las oponen a
éstas de un modo hostil, aquellas forman una clase" (K. Marx, El Dieciocho
Brumario de Luis Bonaparte, Montevideo, La Comuna, 1995, pág. 130). También,
por ejemplo, León Trotsky, en sus análisis de los procesos de lucha social otorga
particular importancia este elemento pasional con que las clases sociales se
oponen unas con otras "de un modo hostil": "El arte de conducir
revolucionariamente a las masas en los momentos críticos consiste, en nueve
décimas partes, en saber pulsar el estado de ánimo de las propias masas (...), la
gran fuerza de Lenin consistía en su inseparable capacidad para tomar el pulso a
la masa y saber cómo sentía (...). Las huelgas, los mítines, las manifestaciones,
tienen tanto de actos de lucha como de medios para medir la intensidad de la
misma" (L. Trotsky, Historia de la Revolución Rusa, Buenos Aires, 1997, Antídoto,
págs.) 120-121.
[17] Huelga decir que la energía de la que se nutre esta evolución es el impulso
combativo. Ya señalaba Marx que la conciencia de clase en el movimiento obrero
se desarrolla a través de la lucha abierta (Véase Karl Marx, La miseria de la
filosofía, Madrid, SARPE, 1984, Capítulo II, punto 5 ). Una formulación clásica de
las relaciones entre lo elemental y lo mediado, entre la espontaneidad y la
sistematicidad, lo primitivo y lo consciente, lo económico y lo político; en definitiva,
entre los estadios embrionarios de la conciencia de clase y sus posibilidades de
desarrollo; puede revisarse en los Capítulos II y III de Vladimir Lenin, ¿Qué Hacer?
Problemas candentes de nuestro movimiento, Buenos Aires, Anteo, 1988.
[18] No podía ser de otro modo, sólo los análisis marxistas se ocuparon de resaltar
tales aspectos.
[19] Un aspecto inmediatamente ligado a la conciencia de clase de los
trabajadores es el que refiere a sus grados y sus modalidades o métodos de su
organización. Para una excelente exploración de este aspecto en el caso de
Cerámica Zanon véase el artículo de Ruth Werner y Facundo Aguirre, "Sindicatos
y Consejos de empresa. La experiencia de los ceramistas de Neuquén", en
Revista Lucha de Clases, Nº 1, Segunda época, Noviembre de 2002.
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