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NOTICIAS DEL ICOM
n° 3 > 2005
< Enfoques
Ética y patrimonio
Descolonizar la museología
H u g u e s d e V a r i n e , Consultor en desarrollo local y comunitario, ex director del ICOM (1965-1974)
os grandes museos del mundo se rigen por los modelos museológicos
europeos decimonónicos que fueron transformados paulatinamente por un
grupo de directores y conservadores de museos de Europa y Norteamérica en
el siglo XX, con arreglo a las pautas de investigación, cultura y gusto de sus
países. Potencias coloniales o dominantes, éstos transmitieron sus teorías y
prácticas museológicas a los países dependientes en el plano político, económico y cultural, tratándolos como colonias aunque algunos no lo fuesen jurídicamente. Tras la Segunda Guerra Mundial, la UNESCO y el ICOM fueron los
vectores –político y profesional respectivamente– de esos conceptos considerados normas intangibles. Las reuniones internacionales tenían por objeto
lograr que los países más pobres en museos –y en toda clase de recursos–
asimilasen y aplicasen esas pautas. Entre tanto, los grandes museos de arte,
ciencias naturales y arqueología seguían su política de adquisiciones por
doquier, en detrimento de los patrimonios del resto del mundo.
>
En los decenios de 1960 y 1970 varios factores convergentes –muchos
de ellos manifiestamente políticos–
empezaron a desestabilizar ese sistema.
Los movimientos en pro de los derechos
cívicos y las minorías, las búsquedas de
identidades nacionales y locales, los
nacionalismos emergentes de los países
recién liberados del colonialismo, las
ideas de pensadores y militantes revolucionarios influyeron paulatinamente en
los círculos más marginales del universo
museístico. Personalidades de relieve
como John Kinard (Estados Unidos),
Mario Vázquez (México), Pablo Toucet
(Níger), Stanislas Adotevi (Benin),
Amalendu Bose (India), ideólogos como
Paulo Freire (Brasil) o Jorge H. Hardoy
(Argentina) y muchos otros más contribuyeron a la aparición de ideas nuevas
encaminadas a descolonizar los museos
Sophie Ristelhueber
Imagen sacada de Fait, 1992
y convertirlos en instrumentos de desar© sophie ristelhueber adagp
rollo de las comunidades, y no en instituciones de prestigio al servicio de las
elites. Estas nuevas ideas irrumpieron en la escena internacional en dos años
de transición claves: 1971 et 1972. El seminario UNESCO-ICOM, celebrado en
Santiago de Chile en 1972 fue un hito a este respecto.
>
Las ideas y experiencias subsiguientes no consiguieron influir en la
museología mundial, pero empezaron a impregnar las prácticas sobre el terreno de profesionales de varios países y acabaron agrupándose colectivamente bajo la denominación de “nueva museología”. Esta expresión vaga
abarca teorías y proyectos muy diversos que suelen tener poco en común
con los museos institucionales, tal como los define el ICOM. Después de una
serie de malentendidos, se acabó aplicando el término de ecomuseo tanto a
verdaderas innovaciones como a proyectos totalmente clásicos que buscaban una notoriedad o una coartada. Pero esto carece de importancia, los militantes de la nueva museología se reconocen entre sí y prosiguen la búsqueda
de lo que Odalice Priosti ha llamado una “museología de la liberación”, destinada a que las comunidades encuentren dentro y fuera de ellas las fuerzas
y medios para vivir y actuar como protagonistas de su propio futuro.
L
>
Hoy, la nueva museología –bajo el nombre de ecomuseos u otras
denominaciones– florece en todo el mundo. Italia, Brasil, México, Canadá,
China y Japón se han puesto a la vanguardia en la búsqueda y aplicación de
soluciones distintas, pero siempre arraigadas en el plano local. En la India,
Corea, Polonia y Senegal hay proyectos de este tipo en curso. La mayoría de
los países han efectuado o previsto experimentos concretos. Los intercambios entre todos estos precursores se están multiplicando.
Mundialización y circulación de bienes culturales
>
Desde principios del decenio de 1960, la UNESCO primero, y luego el
ICOM, vienen luchando por un control del tráfico ilícito de bienes culturales
y una moralización de la política de adquisiciones de los grandes museos de
los países ricos.
>
Desde mucho antes todavía, los países que han sido despojados por
diversos factores –guerras, robos, tráficos, explotación de la ignorancia,
abuso de la pobreza de los campesinos o
codicia de los coleccionistas– de testimonios clave o componentes enteros de
su patrimonio nacional tratan de recuperarlos, habida cuenta de que pueden ocuparse ellos mismos de su conservación
por haber elaborado políticas eficaces de
protección de su patrimonio.
> Pero desde siempre los ricos han
robado a los pobres, los vencedores se
han llevado el botín arrebatado a los
vencidos y los miserables han sobrevivido vendiendo lo que pueden, comprendidas las piezas arqueológicas porque no
les cuestan nada.
> Cabe preguntarse si los esfuerzos realizados por la UNESCO, el ICOM y los
profesionales más responsables de los
medios museísticos son y serán siempre estériles, y si los bienes culturales
más valiosos circularán siempre en el mismo sentido, yendo a parar a colecciones declaradas “inalienables”, lo cual es una coartada cómoda para no
restituirlos nunca a sus propietarios culturales legítimos.
¿Podemos soñar?
>
Con la ayuda de la UNESCO y el ICOM, ¿podrían volver los tesoros
de las distintas civilizaciones acumulados por un puñado de museos de
Europa, Norteamérica y Japón a sus países de origen con la única condición
de que estos dispusiesen de la suficiente capacidad –debidamente acreditada
por expertos independientes– para conservarlos en condiciones óptimas que
garanticen su seguridad y estudio? Si ya existe una lista de sitios pertenecientes al patrimonio cultural de la humanidad, ¿no se podrían colocar bajo
protección internacional las colecciones restituidas para garantizar su preservación y circulación en todos los sentidos?
>
Esto significaría el principio del fin del colonialismo y el imperialismo.
Contacto: Hugues de Varine, [email protected]
www.interactions-online.com
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