CARTAS AL EDITOR Al editor: Las enfermedades raras en Colombia: abandono del sistema de salud El ser humano puede padecer de enfermedades comunes, como la enfermedad coronaria, el cáncer de seno, el cáncer de próstata y la diabetes mellitus. Sin embargo, la misma naturaleza del ser humano también predispone a padecer enfermedades no tan comunes y con consecuencias también catastróficas sobre la salud de los individuos que las padecen. Tales enfermedades, a diferencia de las que denominamos comunes, parecen encontrar un campo fabuloso para su desarrollo en Colombia, en parte, debido a la ignorancia sobre las mismas y, en parte, debido a la falta de recursos para luchar contra ellas. La consecuencia final es que, en un país como el nuestro, padecer enfermedades raras seguramente resultará en tasas de mortalidad mayores que las observables en países más desarrollados, con la consecuente pérdida de invaluable capital humano. El caso de la paciente presentada por la doctora Pabón ejemplariza las dificultades de enfrentar una enfermedad tan rara -como un carcinoma adrenocortical- en nuestro país. Hubo un retraso de 9 meses, aproximadamente, antes de que tan agreste y obvia enfermedad fuese correctamente diagnosticada. Durante ese tiempo, el cáncer adrenocortical creció y se diseminó rápidamente, se tornó incontrolable y presentó colonias metastásicas en las glándulas mamarias, el hígado y los pulmones; como único tratamiento posible quedó la resección mutilante de diferentes porciones de esos órganos que, obviamente, no permitiría la curación de una enfermedad sistémica por naturaleza. Desde este punto de vista, una medicina paliativa y piadosa sería valiosa para tratar tan difícil enfermedad. La debilidad muscular ocasionada por la secreción hormonal autónoma y exagerada de esteroides por el tumor y la inherente predisposición a infecciones constituyeron terribles problemas que dificultaron el curso de esta enfermedad y que ocasionaron sufrimiento a la paciente, a su familia y a todos los miembros del personal de salud que de una u otra forma tuvieron que ver con su cuidado. La paliación no sólo implicaba la búsqueda de una mejor calidad de vida por alivio del dolor o la 138 REV COLOMB CANCEROL 2005;9(3):137-140 depresión, sino también por un mayor control de la secreción hormonal excesiva que esta paciente presentaba. Tal paliación fue imposible de alcanzar ya que, pese a dosis máximas de ketoconazol, éste fue incapaz de controlar la secreción hormonal de un tumor que se reproducía rápidamente día tras día. Aunque en Colombia la Ley 100 ha permitido, sin lugar a dudas, un mayor acceso de la población al sistema de salud, se ha quedado corta y quienes están detrás de ella posiblemente no se han dado cuenta de que la medicina evoluciona día tras día y que lo que en un principio parecía ser un avance se está convirtiendo en un terrible obstáculo para el desarrollo de Colombia. Por consiguiente, la ley 100 está limitando el acceso de la población a tratamientos más avanzados y, peor aún, impidiendo que en Colombia se pueda desarrollar investigación de primer orden que contribuya y compita con la de países más avanzados, lo que hace cada vez más y más amplia la brecha entre ellos y nosotros. El sistema de salud no puede continuar siendo estático, porque la medicina cambia y la evolución del ser humano seguirá. Parte de la culpa de este problema recae en los mismos médicos quienes, conformistas, vemos que las cosas pasan sin que adoptemos una posición. Comentarios como “para qué hacer tal examen” o “conseguir tal medicación cuando muy pocas veces las vamos a utilizar” son aterradores para la salud de la persona que padece una enfermedad rara y minan el desarrollo intelectual de una sociedad. Dios quiera que nunca tan terribles enfermedades afecten gente que piensa de esa manera. Camilo Jiménez Grupo de Endocrinología Oncológica, Instituto Nacional de Cancerología E.S.E., Bogotá, D. C., Colombia CARTAS AL EDITOR Al editor: Respecto de las omisiones del volumen 9 número 2 Bogotá, D.C., 4 de enero de 2006 Señor MAURICIO REYES Coordinador Producción Editorial Medilegis Ciudad segundo machote previa autorización de la impresión. Consideramos necesario corregir las principales faltas en una fe de errata, y que la casa editorial envíe una carta aclarando que la omisión fue involuntaria ya que el inconveniente se presentó en el proceso de preimpresión. La carta de aclaración será publicada en la sección de cartas al editor del número de septiembre. Apreciado Mauricio: Agradezco su colaboración. Hemos tenido oportunidad de revisar formalmente la publicación del volumen 9 número 2 de 2005 que corresponde a la primera edición que se realizó con Medilegis. Para nuestro asombro y para el de buena parte de los autores de los artículos, encontramos algunos errores que se habían corregido en la evaluación del Atentamente, CARLOS VICENTE RADA ESCOBAR, M.D. Editor Jefe Revista Colombiana de Cancerología Respuesta Bogotá, D.C., 4 de enero de 2006 Doctor CARLOS VICENTE RADA ESCOBAR, MD Editor Jefe Revista Colombiana de Cancerología Ciudad Estimado doctor Rada: Lamento profundamente los errores que aparecieron en el volumen 9 número 2 de 2005 de la Revista Colombiana de Cancerología, razón por la cual consideramos pertinente la inclusión de la fe de erratas en el siguiente número para enmendar la falla presentada en el proceso, ante el comité editorial, los autores de la publicación y los lectores. Es importante dejar claridad sobre el carácter involuntario de la omisión en la incorporación de las correcciones; ésta se debió a ajustes en el proceso de producción, y acudimos a su entera comprensión para entender los riesgos que implica el proceso de acople entre las personas involucradas durante todas las etapas de desarrollo de la publicación, de parte y parte. Dada la experiencia, quiero dejar sentado que hemos revisado minuciosamente el proceso para garantizarles la no ocurrencia de este tipo de errores en el futuro. Reitero nuestras disculpas por los inconvenientes causados y agradezco su deferencia. Cordialmente, MAURICIO REYES ARIZA Jefe de producción Medilegis REV COLOMB CANCEROL 2005;9(3):137-140 139 ERRATUM Erratum Volumen 9, número 2 • Los doctores Enrique Ardila y María Mercedes Bravo fueron omitidos del Comité Editorial de la Revista Colombiana de Cancerología. • El doctor Luis Arturo Lizcano fue incluido por error en el listado de miembros del Comité Editorial. • En el artículo “Análisis de la Revista Colombiana de Cancerología (1941-2003)” (Rev Colomb Cancerol 2005;9(2):5-12) se omitió la filiación de la doctora Lina Abenoza, quien pertenece al 140 REV COLOMB CANCEROL 2005;9(3):137-140 Grupo de Medicina Interna del Instituto Nacional de Cancerología E.S.E., Bogotá, D.C., Colombia. • En el artículo “Hipercalcemia humoral maligna” (Rev Colomb Cancerol 2005;9(2):38-43) la forma correcta del titulo en español es como se mencionó. • En el artículo “Hipercalcemia humoral maligna” (Rev Colomb Cancerol 2005;9(2):38-43), la plicamicina y los esteroides descritos en la página 42 son subtítulos de la sección de terapia antirresortiva.