PORNOGRAFÍA, UN POTENTE NARCÓTICO Pornografía, un potente narcótico Morgan Bennett acaba de publicar un artículo con este título: “El nuevo narcótico”, haciendo referencia directa a la pornografía. Una interesante investigación neurológica ha puesto de manifiesto que el efecto de la pornografía en el cerebro humano es tan potente, si no más, que el efecto producido por algunas de las más duras sustancias químicas adictivas, como la cocaína o la heroína. Las cifras oficiales nos hablan de 1,9 millones de consumidores de cocaína, 2 millones de consumidores de heroína, en contraste con los más de 40 millones de consumidores de pornografía online, sólo en los Estados Unidos. Si quiere profundizar en éste punto, consulte la obra “El pecado de la pornografía”. Ahora bien, como antes dijimos, el poder adictivo de la pornografía es peor al de las drogas ilegales más duras. Considérese lo siguiente. La cocaína es un alcaloide estimulante que aumenta considerablemente el nivel de dopamina (el principal neurotransmisor) en el cerebro, ocasionando, en resumen, una tremenda euforia y placer (a base de endorfinas), para luego recaer en un estado depresivo acompañado del fuerte anhelo de repetir la experiencia narcótica. La heroína, es un derivado de la morfina, una droga semisintética originada a partir de la adormidera (de la que se extrae el opio), y en contraste con la cocaína, la heroína es un opiáceo que luego de ser administrado produce un ‘flash’ narcótico, una sensación de placer muy intensa, y a los pocos segundos un estado de sedación total y cierta euforia, con ausencia de cualquier malestar psíquico y que dura aproximadamente 2-3 horas, desapareciendo de forma progresiva. Sin embargo, tanto la cocaína como la heroína producen el llamado efecto “rebote” por la tolerancia química resultante, lo cual requiere en el futuro mayores cantidades de la droga para lograr la intensidad del efecto anterior. La pornografía, por su parte, hace dos cosas en sujeto consumidor, ya que despierta un fuerte estímulo cerebral (mediante la dopamina) a la vez que produce un efecto orgasmo (mediante neurotransmisores opiáceos). Entonces, la pornografía provoca a la vez dos tipos de sustancias químicas en el cerebro, dirigiendo al consumidor rápidamente a la propensión adictiva. Morgan Bennett, afirma que la pornografía no tan sólo dispara el nivel de dopamina en el cerebro, sino que literalmente cambia la materia física de éste, creando nuevas vías neurológicas que requerirán nuevo material pornográfico para seguir provocando la “recompensa deseada”. Para entender lo anterior más gráficamente, pensemos en el cerebro como si éste fuera un denso bosque en el que los senderos están desgastados por los excursionistas que caminan por ellos día tras día. La exposición a imágenes pornográficas creará conexiones neuronales similares a los caminos de excursionistas en el denso bosque cerebral, pavimentando el camino para el recorrido de la actividad pornográfica en el cerebro. Así, pues, esas vías neurológicas eventualmente se convierten en la carretera para que las interacciones pornográficas se dirijan. Entonces, el usuario de la pornografía ha creado sin saberlo, un circuito neurológico adictivo que le estimulará hacia los temas sexuales por las normas y expectativas de la pornografía. Lo peor aún, estas vías adictivas harán que el consumidor de pornografía tenga un deseo por material sexual novedoso y más transgresor que el que antes consumió, llegando a consumir con el tiempo pornografía infantil o sadomasoquista. *** Por Josué Hernández www.JosueEvangelista.com 1 PORNOGRAFÍA, UN POTENTE NARCÓTICO Otro aspecto grave de la adicción a la pornografía es que supera las propiedades adictivas y perjudiciales del abuso de sustancias químicas. Ya que las drogas ilegales más duras son eventualmente metabolizadas fuera del cuerpo, mientras que las imágenes pornográficas no pueden ser metabolizadas fuera del cerebro porque quedan almacenadas en la memoria. En resumen, Bennett describe como la investigación neurológica confirma el hecho fundamental de que la pornografía es un sistema de administración de fármacos que tiene un efecto distinto, no esperado, y de gran alcance sobre el sistema nervioso y el cerebro humano. Lo que hemos descrito anteriormente no toma a Dios por sorpresa. Él diseñó el cerebro y el alma. Obviamente, estos descubrimientos de la realidad cerebral no anulan la realidad espiritual. Cuando Jesucristo dijo “Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón” (Mat. 5:28), el Señor vio claramente todas las implicaciones y consecuencias del pecado, como sólo el Creador puede ver a su invención. Él sabía que lo que miramos con el ojo físico tiene efectos profundos en el alma y el cuerpo. Así también, cuando el sabio dijo “Porque cual es su pensamiento en su corazón, tal es él” (Prov. 23:7), expresó evidentemente que lo que somos no puede ser diferente de lo que pensamos. La realidad física afecta el cerebro y el corazón (la mente), y el corazón afecta la realidad. Es una cuestión de influencias constantes. Por lo tanto, el terrible poder esclavizante de la pornografía no debe ser menospreciado ni ignorado. No podemos concluir aquí, el poder de la pornografía no es la última palabra. Hay un poder superior, más grande, y que no es de este mundo. Dios tiene la última palabra. El evangelio es el poder de Dios para salvación. El apóstol Pablo dijo: “Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego” (Rom. 1:16). El deseo de Dios para todos los hombres es para salvación, esperanza, gozo y paz. Dios quiere que “todos procedan al arrepentimiento” (2 Ped. 3:9), el apóstol Pablo lo expresó en éstas palabras cuando escribió a los cristianos de Roma: “Y el Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer, para que abundéis en esperanza por el poder del Espíritu Santo” (Rom. 15:13). Adaptado de la obra “Pornography: The New Narcotic” escrita por J. Piper. *** Por Josué Hernández www.JosueEvangelista.com 2