LLAMADOS A UNA MISIÓN CON PUERTAS QUE SE CIERRAN Y OTRAS QUE SE ABREN Víctor Hernández Ramirez, 8 Julio 2012 Me gustaría comenzar invitándoles a pensar en el tema de las puertas cerradas, en las puertas que se cierran o en las puertas que no se abren, porque posiblemente ahora es un tiempo de muchas puertas cerradas. Solamente imaginar en este país con más del 20% de personas sin trabajo, en el paro, buscando trabajo y tocando puertas al buscar trabajo y las puertas no se abren, las puertas están cerradas y entonces la experiencia aquí, es una experiencia que de preocupante , se va volviendo angustiante cuando las puertas no se abren. Lo que pasa no es solamente que te quedes a fuera cuando no te abren la puerta, lo que pasa es que cuando no es una, ni dos, ni tres, sino que son muchas más las puertas que no se abren, entonces la vivencia se va volviendo angustiante. Cuando las puertas que se cierran son muchas y es constante esta vivencia, esta vivencia de puertas cerradas, la inaccesibilidad, lo que pasa entonces es que el horizonte se estrecha. Ya no miras un horizonte, empiezas a sentir que cada vez son menos las posibilidades de salir, de tirar adelante. Y entonces la vivencia de puertas cerradas, de puertas que se cierran es terrible. Esta es una situación ahora complicada en España, lo ha sido en otras épocas también en este país. Tal vez las generaciones jóvenes, les ha tocado vivir una situación donde esto antes no lo vivieron, pero las generaciones mayores si que lo han vivido y por lo tanto si que saben lo que son la crisis, la precariedad y la escasez. Quizás ahora toca aprender de las generaciones de mayores de como se saca esperanza, como se lucha, como se sobrevive en situaciones complicadas. Recordaba una historia que contaba Luis Farinello. Un hombre que trabajaba en la zona de Quilmes en Buenosaires y decía: Una vez hubo un hombre que me explicaba que lo que mas le afectaba de estar sin trabajo, era cuando en la década de los 80 donde había habido terribles devaluaciones y no había trabajo en Argentina, en verano me decía mi hija que quería que le comprara un helado y no tenia dinero para comprárselo porque no tenia trabajo. Entonces era tal la desesperación que había robado en un una farmacia y después les devolvió el dinero de lo que había robado antes porque no podía vivir con lo que había acabado de hacer y decía Luis Farinelo: lo que pasa no es solamente que alguien que no tiene trabajo, este padeciendo la necesidad, lo que pasa es que también lo que se le va quitando es la dignidad. Lo contaba con esta historia de este hombre sin trabajo, de este padre que sufrió por no poder proveerle a su hija y a su familia lo que necesitaban. Las puertas si se cierran, las puertas si no se abren, entonces lo que uno siente es que no hay esperanza, que no hay horizonte. Pero aquí me gustaría que viniéramos al texto que hemos escuchado y que empezáramos a mirar también una experiencia de puertas cerradas en el caso de Jesús. Porque tal vez para nosotros es fácil pensar en Jesús como alguien que las tiene todas consigo, que es alguien que siempre le va bien, que tiene unos súper poderes, una especie de hombre privilegiado o de semidios que entonces todo lo que hace lo tiene perfectamente bajo control y puede hacer todo lo que quiera porque le saldrá bien. Y nuestra idea de Jesús muchas veces, de esta manera, es tan idealizada que pensamos que como es el hijo de Dios, no tiene problemas, a Él no se le cierra ninguna puerta. Pero el texto nos dice, después de estos relatos donde el ha salido fuera, donde ha ido del otro lado del mar de Galilea, ha estado en la tierra de los galadenos, ha vuelto y entonces después regresa a su pueblo, a su tierra a Galilea, al pueblo de Nazaret y cuando está allí con lo que se va a encontrar, es que la gente, cuando lo oye hablar, cuando lo oye explicar sobre el reino, cuando escucha el planteamiento que el hace, la manera como el habla de Dios, la gente empieza a decir: bueno ¿pero este quien es? ¿a este quien le ha enseñado estas cosas? ¿de donde salió? Dicen: ¿este es el carpintero no? ¿es el hijo de José i de María?. El carpintero, la palabra carpintero es una palabra porque el oficio que tenia Jose y que aprendió Jesús, era un oficio de trabajar la madera y la piedra. La palabra en griego se podría traducir como una especie de albañil, de paleta. Porque lo que hacia un carpintero no era tanto como un ebanista, sino que alguien que trabaja con la madera y la piedra, pues hacia trabajo para la construcción a fin de cuentas. Es como quien dice: ¿si este es un albañil, hijo de un albañil, que viene este a explicar cosas nuevas? ¿a caso no es el hermano de Santiago, de Judas sus hermano? ¿A caso las hermanas de Él no son la señora fulana o la señora mengana quienes viven aquí entre nosotros? Lo que están diciendo es: ¿si Él es alguien como yo, si es alguien tan ordinario como nosotros, entonces a cuento de que nos viene a enseñar una cosa nueva? Aquí es donde Jesús dirá esta frase que es una especie de refrán, posiblemente un refrán que existía antes de Él también. Ningún profeta haya honra en su tierra ni en su familia ni en su pueblo. O como se suele decir, Nadie es profeta en su tierra. Esta es la frase con la que Jesús le pone palabras a una experiencia de fracaso, a una experiencia de las puertas cuando se cierran delante de nuestras narices. Cuando te cierran la puerta, la vivencia de la puerta cerrada, la vivencia de una puerta que no te abren, que has tocado, que te han oído pero que no te quieren abrir y que no te van a abrir, una experiencia de frustración o una experiencia de derrota, una experiencia de exclusión, una experiencia de desazón, una experiencia de desesperanza. Jesús va a vivirlo también. Es curioso porque el texto dice que entonces, Jesús no hizo milagros allí. No hay milagros. Esto es para que veamos que los milagros nunca son espectáculos, nunca son como la manifestación de un poder solamente para mostrar un poder. Los milagros nunca son eso. Como si Jesús se parara en Nazaret y dijera: veis ese burro? ¿veis como lo hago levitar?¿lo veis arriba? ahora lo veréis abajo! veis, ¡soy poderoso!. No. Nunca vemos esto así, los milagros siempre son las señales del reino, es decir, siempre es la acción de Dios en la vida humana mostrando como este poder de Dios, este poder de la vida, derrota lo que es la obra del pecado, la enfermedad o la esclavitud. Y dice que solamente sanó a unos pocos enfermos, pero no muchos porque precisamente lo que haya Jesús allí es la incredulidad, y me gustaría que nosotros pensemos precisamente en nuestra experiencia en puertas que se cierran, nuestra experiencia de puertas cerradas que se cierran precisamente ahora que hablaba del desempleo, pero también como iglesia en misión, nosotros podemos pensar en la experiencia de las puertas que a nosotros se nos cierran y se nos seguirán cerrando. Es decir, nosotros podemos tocar puertas, y de hecho como dice la siguiente parte del relato, somos enviados a tocar muchas puertas pero con lo que nos vamos a encontrar, es que hay puertas (y no pocas) que no se abrirán. ¿Cuales son las puertas que se cierran? tal vez lo mas doloroso para Jesús sea que las puertas que se cierran, son las de su gente, la gente de su pueblo, los amigos de su familia, los parientes, la gente donde el creció, la gente con la que tenia historias compartidas, la gente querida, la gente entrañable, la gente amada, no creerá en Él. ¿Es curioso no? ¿A ti te ha cerrado la puerta gente querida?¿ gente cercana? ¿gente que se aparte, que sea de tu misma gente? y seguramente no es lo mismo que nos cierren la puerta un desconocido a que nos la cierre alguien de quien con toda seguridad pensábamos que nos abriría la puerta pero no nos la ha abierto, o la ha abierto para cerrarla enseguida y no dejarnos pasar. ¿Jesús se va a sorprender?¿se va a quedar impactado? ¿se queda asustado? ¿se queda decepcionado del fracaso pero también del dolor de que sea su gente la que cierre la peurta? Lo que va ha hacer Jesús y eso es lo que me parece mas importante es decirle a sus discípulos: id y los envío por parejas a que vayan a los pueblos, por todos lados anunciando la buenanueva del Reino y les dice: llevad bastón, pero no llevéis pan ni alforja, no llevéis comida ni provisiones, no llevéis lo que se tiene que preparar para un viaje, no llevéis dinero... iros así y si os reciben, quedaos en esa casa y sino marchaos y sacudid el polvo de vuestro calzado. ¿Y que es lo que pasa con esto? dice que los discípulos van y lo hacen y vuelven gozosos, vuelven encantados, vuelven maravillados, sorprendidos de que habían expulsado demonios y habían curado enfermos. Porque eso es anunciar el reino. A anunciar el reino, la buena noticia quiere decir anunciar como el poder del perdón de Dios libera de la enfermedad, libera de la esclavitud, de todo aquello como son los demonios, la esclavitud de todo aquello que impide que sea libre y quede atado. El evangelio es poder para dar libertad y entonces se quedan impresionados de lo que pasa, se impresionan de las puertas que se abren es decir, que siempre junto con las puertas cerradas, viene efectivamente la experiencia de las puertas que sí se abren, esto es verdad, eso es una cosa que siempre alguien nos dice, cuando algo ha ido mal: no te preocupes que ya se abrirán otras puertas. Esta frase hecha tiene verdad, pero lo que me gustaría que veamos en la experiencia de Jesús y los discípulos, es el fracaso de Jesús y el triunfo de los discípulos. Las dos cosas, es decir, Jesús fracasa, los discípulos tienen éxito, son enviados por Jesús y tienen éxito. En otras palabras, el evangelio nos está diciendo: nosotros también tendremos fracasos como Jesús pero también tendremos éxitos puertas que se abran como los discípulos enviados por Jesús y en el fondo hay una enseñanza de gran importancia: que tal vez que las puertas que nos gustaría que se abran, no se van a abrir, y tal vez las puertas que nosotros ni esperábamos que se abriesen se abrirán. Es curioso porque en la iglesia pasa como en las familias, en la familia tu no escoges, tu no eliges que familia quieres tener, que hermanos quieres que nazcan, como quieres que sean, que carácter quieres que tengan, no es como la amistad, tu puedes elegir amigos, tu puedes abrir y cerrar las puertas como tu decidas. Muchas relaciones podemos abrir o cerrar la puerta por nuestra decisión, pero en la familia no. En la familia toca aceptar lo que hay y lo que llega. En la iglesia también, a lo mejor en la iglesia nos gustaría que el tipo de gente que viniese, que el tipo que creyese, que el tipo que se acercase, que se integrase, que se comprometiese seria cierto tipo de gente, gente seguramente con la que mas nos identificaríamos, pero en la misión pasa muchas veces que tal vez esta gente con la que nos identificamos, que nos gustaría o con la que nos sentimos mas afines no necesariamente abrirá la puerta, como le pasa a Jesús cuando dice ninguno es profeta en la tierra, no abren la puerta, no creen, no abren su corazón y dan la espalda. Y que tal vez quienes la abran, quienes abran su corazón serán aquellos que tú menos te lo imaginabas, que tú menos esperabas o que tal vez mas lejos o mas distantes estén de ti. Al final lo que importa, no es que nosotros podamos controlar cuales puertas se abren y cuales se cierran, sino que lo que importa es que nosotros somos gente de bastón y de sandalias, es decir, Jesús dice llevad bastón y calzaos con sandalias ¿porque? porque hay que andar mucho, porque hay mucho camino por andar. No llevéis provisiones ni pan ni llevéis dinero. No necesitáis el dinero (claro que lo necesitáis) pero no lo llevéis. Y nos hace caminantes, es decir gente que tiene que salir y que tiene que andar haciendo la misión y hacer la misión quiere decir ir a las casas, ir a las familias, ir a las personas y tocar puertas. ¿Cuales puertas nos tocara tocar a nosotros? El Señor lo sabe, pero lo que importa ahora es que cojamos el bastón y nos pongamos las sandalias, que no importa que no tengamos dinero, que no llevemos dinero y provisiones sino que el Señor caminara con nosotros y Él nos ayudará. Amén. Nota: Esta transcripción ha sido editada para la legibilidad. 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