Nota de prensa (24/02/2012) ACTO DE ENTREGA DEL PREMIO AIPAZ XV ANIVERSARIO A LA FAMILIA DE D. GONZALO ARIAS El pasado lunes día 20 de febrero de 2012 a las 17:30h, en la sede de la Fundación Cultura de Paz de Madrid, se hizo entrega a la familia de D. Gonzalo Arias Bonet del premio que la Asociación Española de Investigación para la Paz (AIPAZ) le otorgó recientemente con carácter póstumo, coincidiendo con el XV Aniversario de constitución de la asociación. Este premio se otorga a D. Gonzalo Arias Bonet “en reconocimiento a la relevante y dilatada trayectoria en su compromiso por la paz”. Dicho galardón también ha sido otorgado en fechas recientes a D. Jesús María Alemany Briz, D. Angel Iglesias Díaz, D. Alberto Piris Laespada, D. Federico Mayor Zaragoza y D. Llorenç Vidal Vidal. También, y con carácter póstumo, a D. Joaquín Herrera Flores y D. Xesús R. Jares. Presidió el acto Doña Manuela Mesa, presidenta de AIPAZ y directora de CEIPAZ-Fundación Cultura de Paz. Le acompañaba D. Federico Mayor Zaragoza, presidente de Fundación Cultura de Paz, recientemente también galardonado por AIPAZ, que actuó como anfitrión del acto. Recibió el premio la viuda de D. Gonzalo Arias, Doña Hilde Dietrich, acompañada por sus hijas/os, familiares y amigos, entre los que se encontraban Francisca Sauquillo y Teresa Rodriguez de la organización MPDL (Movimiento por la Paz y el Desarme y la Libertad). El premio entregado a la familia de D. Gonzalo Arias ha consistido en un linograbado a una sola tinta en papel fabriano de 250gr. elaborado para la ocasión por la artista Clara Etxarren. Al recibir el galardón, Dña. Hilde leyó un breve perfil personal y profesional de su esposo elaborado por ella para la ocasión y que, amablemente, nos permite acompañar a esta nota: Gonzalo Arias Bonet nació el 20 de enero de 1926 en Valladolid. Era de naturaleza inquieta pero destacaba por su honradez y su gran bondad hacia todo el mundo. Era profundamente religioso, aunque al final de su vida crítico con la iglesia institucional. Estudió derecho en Valladolid y Madrid. Siendo estudiante viajó en autostop a Francia e Inglaterra y dominaba las dos lenguas, a las que se sumó el alemán, cuando conoció a su futura mujer, Hilde. Se casó en el 56 con Hilde, que en aquellos tiempos no estaba bautizada. Ese mismo año tuvo la suerte de poderse presentar a una única convocatoria en Madrid de una examen para traductor para la UNESCO y la ONU. Trabajaba como profesor de francés en el Colegio de Huérfanos de la Guardia Civil, puesto del que dimitió por negarse a dar un aprobado no merecido al hijo del capitán. Al día siguiente recibió una carta de las Naciones Unidas, informándole de que había aprobado el examen anterior. En el verano del 56 marcharon Hilde y él, en Vespa, a Ginebra, donde le esperaba un contrato con la ONU. De allí pasó a París, a la UNESCO, donde le hicieron permanente. Nacieron sus dos hijas mayores, Irene y Sonia. Cansado de la “Jaula Dorada”, como él llamaba a la UNESCO, pidió un año de vacaciones sin sueldo para convalidar sus estudios y examinarse de magisterio en España. En realidad, temía mucho aburguesarse. En España nació su tercera hija, Ana. Se hizo maestro y encontró una escuela en Seira (Pirineo Aragonés) Allí estuvo un curso. Al volver a Paris le detectaron una mancha en el pulmón y tuvo que ingresar por 6 meses en un sanatorio. La Seguridad Social francesa le permitió hacerlo en el Sanatorio de Guadarrama, donde le podía visitar Hilde desde Madrid. Readmitido en la UNESCO, entró en contacto con movimientos no-violentos franceses y exiliados españoles, comenzó a leer libros de Gandhi y otros autores pacifistas. Todo esto le hizo pensar, deseaba poder introducir en su país estas ideas, a pesar de la falta de libertad de expresión que había en España. La familia se amplió con Mario, Diego, y más tarde Marta. Empezó a escribir su primer libro: la novela-programa “Los Encartelados”, que se publicó en París en el año 63. La llevó él mismo en su coche a Madrid y fue repartida clandestinamente por sus amigos. En octubre del 68 se lanzó a hacerla realidad: salió a la calle de la Princesa portando carteles en pecho y espalda, pidiendo “Elecciones libres para la Jefatura del Estado”, en plena época de Franco. Al ser detenido, escuchó con gran satisfacción cómo un policía comunicaba por radio: “Hemos detenido al Encartelado”. En los calabozos conoció a Félix Villameriel, que después de leer su novela salió por su cuenta, portando un cartel que decía únicamente: “No a la Violencia”. También pasó por la cárcel, siendo liberado antes que Gonzalo. No se cumplió el sueño del que hablaba en su novela, de que cada domingo salieran nuevos “Encartelados”. Estando en prisión, su padre, Magistrado del Tribunal Supremo murió de un infarto. Había sido un duro golpe para él ver cómo su hijo, con mujer y seis hijos, abandonaba un buen trabajo para embarcarse en acciones quijotescas que le llevaban a la cárcel. Al otorgársele la libertad provisional, aprovechó para pedir, por medio de su abogado, un permiso para poder trasladar a su familia a España, prometiendo presentarse él mismo en los juzgados después de la mudanza. Le fue concedido con gran alegría para todos. En Marzo de 1970 se trasladaron al Escorial. Cumplió condena de 7 meses en Carabanchel, donde conoció, entre otros prisioneros políticos, a Marcelino Camacho. Su familia le visitaba semanalmente, e incluso Mario, Diego y Marta, los tres pequeños, pasaron todo un día de fiesta con él en la cárcel. Mario salió diciendo que en la cárcel se vivía muy bien. Al salir de la cárcel volvió a “encartelarse”, en la calle Ferraz, de nuevo con el mismo lema. Otra vez lo detuvieron, e ingresaron en el Psiquiátrico, sin que se hubiera pronunciado ningún médico sobre su “locura”. Comenzó una huelga de hambre, pidiendo ver a un facultativo. Éste llegó al quinto día, preguntándole entre otras cosas si oía voces. A ello contestó Gonzalo que sí, si le llamaban. Finalmente le preguntó: -“Dígame, ¿Vd por qué está aquí?”- Gonzalo contestó: -“Eso pregúnteselo al juez”. Después de unos días le trasladaron a Carabanchel, donde le recibió Marcelino Camacho diciendo: “Pero Gonzalo, otra vez aquí?” a lo que contestó Gonzalo: “Pero Marcelino, todavía aquí?” A comienzos del movimiento no-violento en Cataluña, Pepe Beúnza, el primer objetor de conciencia español (aparte de los Testigos de Jehová) fue encarcelado. Como acto de protesta, Gonzalo y otros 14 más llevaron a cabo una “Marcha a la Prisión” desde Ginebra a la frontera española, atravesando Francia. Allí se les unió Lanza del Vasto, líder de la comunidad no-violenta del Arca, con otros de su grupo y varios extranjeros más. También Hilde con sus tres hijas mayores acompañaron la marcha durante una semana, en la última etapa. En la frontera fueron detenidos los españoles y llevados primero a la prisión de Barcelona y desde ahí trasladados a Carabanchel. Hilde y sus hijas volvieron solas a casa. Después de quedar en libertad sucedió el atentado de ETA a Carrero Blanco. Gonzalo, con la conciencia intranquila, decidió protestar también en este caso. Convocó a unos amigos para sentarse al lado del socavón, portando pancartas condenatorias de cualquier violencia, viniera de donde viniera. La policía, desconcertada, los detuvo. Se aproximaban las Navidades, su familia pensaba con tristeza que las iban a pasar sin él, pero justo el día de Nochebuena volvió a casa. Entre una y otra estancia en la cárcel aceptaba contratos de las Naciones Unidas a Ginebra, Londres, o Roma, para financiar sus “locuras” y mantener a su familia. También trabajaba en casa y en la prisión. No había tranquilidad. Su mujer le recibió de un viaje a París enseñándole un ejemplar de la revista Cambio 16, poco después retirado de la venta, en el que se podía leer con pelos y señales casos de torturas a presos etarras, indicando nombres de torturados y torturadores. “¡Esto hay que denunciarlo sin falta!” le comentó Hilde. Salieron pues Gonzalo y tres amigos en San Sebastián, repartiendo hojas en las que se podía leer esa condena, e indicando nombres de torturadores y torturados. El juez que llevaba el caso no quiso condenarlos, alegando que era cierto lo que exponían. Gonzalo optó entonces por repetir la operación en Madrid, junto con familiares y amigos. Entonces sí le detuvieron, dejando libre a la familia. En las estancias de la cárcel, que nunca fueron muy largas, pero suficientes según su familia, siguió escribiendo libros que luego mandaba editar por cuenta propia, ya que nunca encontraba Editorial que se atreviera. Sus obras son: - “Los Encartelados”, 1963 - “La No-violencia, ¿Tentación o Reto?”, l973 - “El Proyecto Político de la No-violencia”(varios autores)1973 - “Gibraltareños y Gibraltarófagos” 1975 - “Operación Antiverja” 1979 -“El Antigolpe” (Manual para la respuesta no-violenta a un golpe de Estado), 1982 - “Gibraltarofagia” y otros cuentos no-violentos, 1984 - “El Ejército incruento del mañana” (sobre un nuevo modelo de defensa) - “La Historia Ramificada” 2007. En 1980 se trasladó a La Línea, Cádiz, para ocuparse de lleno del tema de Gibraltar. Realizó varias acciones de protesta por el cierre de la frontera: Él y Hilde, llevaron a cabo un ayuno voluntario de 20 días, al pie de la verja, para recoger firmas pidiendo su apertura. Otras acciones eran viajes al Peñón en lancha neumática, y saltos de la verja, sólo o en grupo, en ocasiones acompañado por varios hijos. Las seguían estancias en prisión y multas de hasta 500.000 pesetas que nunca pagaba, a pesar de las amenazas de embargo. Posteriormente, en 1997, el Gobernador Civil de Cádiz se las anuló. En 1997 volvió a cambiar su domicilio, esta vez a Cortes de la Frontera, Málaga. Allí siguió escribiendo sus libros, alternándolos con charlas y continuando con su trabajo de traductor hasta casi el final. Ya enfermo de anemia refractaria escribió su último libro “La Historia Ramificada”. Murió en Cortes de la Frontera el 11 de enero de 2008, rodeado de su familia, lanzando besos al aire en una despedida muy emotiva. Más información en http://www.gonzaloarias.net/ Otras imágenes del acto: