El diezmo, posiblemente fue uno de los primeros im

Contadores Públicos
Autorizados y Consultores
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Grant Thornton International
Grant Thornton Cheng y Asociados
Boletín Fiscal
28 de agosto de 2000
2000-49
A raíz de la reciente campaña PRO FE de solicitar un aporte mediante el descuento voluntario del salario de los trabajadores católicos (mínimo de un balboa por quincena) para sufragar los gastos de evangelización, se ha desatado una especie de polémica en Panamá sobre la obligación de cumplir con el
llamado diezmo.
Para entender la extensión del significado del
diezmo, hemos remontarnos a la época bíblica
para obtener algún indicio de cuándo se empezó a
mencionar el requisito de la obligación del diezmo
y así vemos que el diezmo aparece en Génesis 14
cuando Abraham ofrece el diezmo al sacerdote
Melquisedec: Abraham, bendito seas del Dios altí-
simo que hizo el cielo y la tierra, y bendito sea el
Dios altísimo que puso a los enemigos en tus manos. Y Abraham le dio la décima parte de todo lo
que llevaba (Génesis 14,20). En el Deuteronomio
no solo se menciona el diezmo anual, sino también
un diezmo a pagarse cada tres años (el año de los
diezmos).
Sin embargo, es importante indicar que en el Catecismo de la Iglesia Católica solo menciona el
diezmo una vez, y ésta en referencia a la responsabilidad del cristiano hacia los pobres, fundamentada en el Antiguo Testamento.
En el Nuevo Testamento, al hacer mención de los
tributos, en ningún momento se menciona la palabra diezmo. Así vemos en el Evangelio según San
Marcos (Capítulo 12, Versículos 13 a 17) señala
que en una ocasión entre fariseos y herodianos le
preguntan a Jesús: Maestro, sabemos que Tu eres
veraz, que no tienes miedo a nadie y que no miras
la cara de los hombres, sino que enseñas el camino de Dios con verdad. ¿Es lícito pagar el tributo
al César o no? ¿ Pagaremos o no pagaremos? Y
Jesús les contestó viendo una moneda con la cara
de César: Dad al César lo que es del César y a Dios
lo que es de Dios.
Al respecto también es digno de recordar que en
los últimos tiempos de Imperio Romano, la Iglesia
Católica consiguió inmunidad fiscal y facultad para
el cobro del diezmo, pero al mismo tiempo quedó
con la obligación de atender a la asistencia social y
a la educación.
Todas estas referencias anteriores nos indican que
hemos de entender que en la época en que se aplicó el diezmo, aquellos gobiernos eran más bien
teócratas (teocracia, sociedad en que la autoridad
política, considerada emanada de Dios, se ejerce
por sus ministros), y con el cobro del diezmo, se
sufragaban los gastos tanto del mantenimiento del
culto a Dios como para los proyectos de la comunidad, al igual que el impuesto que cobraban los señores feudales a todos aquellos que vivían dentro
de los dominios del señor feudal. En otras palabras,
en aquel entonces, el diezmo era equivalente a lo
que hoy conocemos como el tributo.
Nuestra deducción anterior también se basa en el
hecho de que en la medida que los gobiernos dejaban de ser teócratas, el uso del término diezmo,
iba perdiendo vigencia. Tal como puede apreciarse,
en el Nuevo Testamento y en los otros documentos
históricos, post Viejo Testamento, ya que este tér-
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mino se dejó de mencionar bajo el carácter de
obligatorio.
Al respecto veamos lo que nos dice el sacerdote
católico del Colegio Javier, el padre Alejandro von
Rechnitz, S. J.: El diezmo pagado al templo sólo
aparece, en Israel, como copia del diezmo pagado
al rey, y sólo al volver de la cautividad en Babilonia. De “derecho”, el diezmo es un reconocimiento
de Dios como único dueño de la tierra y, de
hecho, de los sacerdotes y servidores del templo
de Jerusalén quienes, una vez unificado todo el
culto en el templo de Jerusalén, vivían exclusivamente de las ofrendas del pueblo en dicho templo.
El diezmo podía pagarse en especie, con los frutos
cosechados y los rebaños, o en dinero constante y
sonante. Cada tres años, los servidores del templo
tenían que compartir, lo recibido en el diezmo, con
los huérfanos, las viudas y los extranjeros residentes.
Al llegar el cristianismo, Jesús suprime todo diezmo (ver Mateo 17, 24-27), pero porque pide a sus
seguidores que, por amor, lo compartan (ver
Hechos 2 42-46; 4, 32-37), Justamente por eso,
en el Evangelio, Jesús alaba a quienes lo comparten todo (ver Lucas 19, 1-9, 21, 1-4; 5,11; 18,
18-30; Marcos 1-18; 10, 7; 10,28-29; Mateo 4, 2022; 5, 40; 19, 27-29).
El diezmo, para mantener el servicio de los ministros del culto en la Iglesia, sólo volverá a aparecer
con el emperador Carlomagno, en el siglo VII y
VIII, en plena Edad Media. Este emperador obligará a cada pueblo a pagar el diezmo, de todos los
productos de la tierra, para mantener a los presbí-
teros que, en nombre de su obispo diocesano, servían la predicación y el culto, durante la semana,
en cada pueblo de su imperio. El “diezmo”, del que
ahora se habla, no tiene nada que ver con el diezmo que pagaba el pueblo de Israel al templo de
Jerusalén y que los rabinos fariseos ortodoxos siguen considerando una obligación de los no sacerdotes judíos hacia los sacerdotes del culto judío
(que no son los rabinos, sino los judíos de apellido
Cohen y que no pueden ejercer culto sacrificial
desde la destrucción del templo, llevada a cabo por
los romanos en el año 70 de la era cristiana).
En cuanto a la confusión que ha traído en la reciente campaña Pro Fe, pensamos que algunos medios
no han divulgado en forma apropiada la utilización
del término de diezmo. En primer lugar, debe quedar claro que en esta campaña católica no se está
estableciendo una contribución obligatoria y mucho
menos equivalente al 10% de los ingresos de los
católicos. Tal vez, también contribuyó a la confusión, por utilizar la palabra diezmo que castizamente tiene una connotación religiosa de dar a la Iglesia la décima parte de todos los frutos adquiridos,
que se le debe a Dios, como hemos dicho, aplicada
en otro contexto del tiempo, también contribuyó a
la confusión.
En resumen, creemos que efectivamente el diezmo,
podría ser la forma incipiente cómo empezó el cobro de los tributos en los gobiernos y que siendo
estos, en su época, teócratas, servían tanto para el
mantenimiento del clero o para el uso religioso o de
caridad, como para la satisfacción de los gastos de
servicios regulares, que el Estado debe prestar
(hoy, llamados gastos públicos).
El contenido de este boletín fiscal, al igual que los anteriores, es de tipo informativo y general sobre temas que nuestra firma
considera pueden ser de interés para nuestros clientes y amigos. Bajo ningún concepto, el contenido de estos boletines debe
ser considerado como una opinión formal de Grant Thornton Cheng y Asociados +507/264-9511.
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