la tristeza, la angustia, la agresividad, etc., no

Anuncio
la tristeza, la angustia, la agresividad, etc., no sólo
contraponiéndole a estos instintos inhibitorios
otros igualmente inhibitorios como el consumo,
la fuga, la lucha y la misma inhibición de cualquier
acción, sino adquiriendo y desarrollando el
“aprendizaje”cultural y adaptativo de, por ejemplo,
el aprendizaje del tener, el dominar, el querer, el
saber, el poder, el hacer, el acariciar, el amar y, en
general, la “alteridad”.
Esto de liberamos de las inhibiciones
mediante la asimilación, la adaptación y la
creación, implica haber auscultado en otras
alternativas al psicoanálisis, como las de la
“psico-holosis”, tomando en todo su “holismo”
al “Ello-Yo-criptoYo”, a imagen y semejanza de la
Materia en Movimiento que tanto por su realidad
física inmanente (masa-energía, forma) y por su
realidad trascendente (energía-información) es
Una.
Aplicado esto sobre la realidad del holista
“Ello-Yo-criptoYo”, como si se tratara de esa triada
de “quarks” del núcleo atómico y sobre la cual
aún no conocemos mediante cuál fuerza o con
qué cantidad de energía podríamos separarlos
entre sí, nos dice que no es susceptible de ser
separado en Ello, Yo y criptoYo, así encontremos
que también ostenta los atributos Freud-eanos
de la dimensión topológica n-dimensional (notridimensional), la dimensión dinámica y la
dimensión económica, interrelacionadas en toda
su complejidad dialéctica. Pero las funciones del
“Ello” del “Ello-Yo-criptoYo”, por separado, no son
las mismas asignadas por Freud a su Ello, el que
a su vez coparía y condicionaría las funciones de
cierto Yo y superYo, siendo que nuestro “Ello” es
condicionado y condicionante de la organización
“Ello-Yo-criptoYo”.
Por una Teoría Holista de la personalidad
Podría considerarse que una teoría holista
de la personalidad ya ha sido más que esbozada
en apartados anteriores, como aquel sobre el
“trascendental persona”, sólo que por razones
didácticas se trae de nuevo a cuento con el
fin de referenciar la teoría de la personalidad
(psicoanalítica) de Freud y complementarla con
otras visiones menos psicoanalíticas y más psicoholistas como las de Piaget y Kohlberg, entre
otros.
Esto es, aunque poner mucho acento en el
desarrollo psicosocial, subestimando el desarrollo
madurativo de lo físico, lo fisiológico, lo motriz o
lo neurológico, puede dejar más preguntas que
1078
respuestas, tengamos presente aquella reseña de la
teoría del desarrollo cognitivo de L. Kohlberg, la que
ya describimos como un movimiento de nuestra
forma de razonar, crecer, actuar y comunicar, que
va del conocer instintual-conciente, al conocer
conciente-razonador, al conocer conscienteintuitivo-razonable y al “saber” del sentir entraño
(trascendental); de la realidad material del mundo
externo al “Yo” instintual-conciente heterónomos,
al “Yo” conciente-razonador y consciente-intuitivo
autónomos, y al Yo orgánico-psico-entraño
Trascendental.
No importa reiterarlo de nuevo, recordando
una vez más cómo Kohlberg explica lo anterior a
través de una sucesión de niveles y estadios (tres
niveles o seis estadios) de evolución moral de
las personas que van de la infancia hasta la edad
adulta. En términos de principios éticos, más que
en términos de normas o reglas, establece cada
uno de los tres niveles con base en las perspectivas
de razonamiento que la persona puede adoptar
en relación con las normas morales de la sociedad,
así:
El nivel preconvencional da cuenta del egoísmo
como principio de justicia, de la moralidad
heterónoma y del individualismo, en el cual las
normas y expectativas sociales serían algo externo
al Yo; el nivel convencional acoge a quienes viven
de acuerdo con lo que espera de ellos la gente y
la sociedad, cumplen los deberes a los que se han
comprometido, se identifican con la sociedad y
consideran valioso responder a las expectativas
de la familia, el grupo o el país, manifestando un
total conformismo con las normas sociales; el nivel
postconvencional registra a personas autónomas
y racionalmente conscientes de que la gente
puede tener variedad de valores, roles sociales
y opiniones, y que el contrato social es válido y
acatable en la medida en que obedezca no sólo a
las normas de su sociedad, sino a principios éticos
universales, que corresponden a una situación
concreta teniendo en cuenta a las personas y a las
circunstancias, como la justicia, la reciprocidad y
la igualdad, aunque otros autores han incluido la
compasión, la responsabilidad y la solidaridad.
Ahora, al asumir que nuestra condición es
de carácter “holismo-organizada” (biológica,
psíquica, conciencial, social, trascendental), nos
estamos sublevando contra la posibilidad de
creer que el estudio de la Persona se circunscribe
exclusivamente a las fuerzas inconscientes e
instintuales propias del psicoanálisis Freud-eano.
Podría hacérsele un psico-análisis al Individuo,
Para ser Antropogogo
Descargar