folleto

Anuncio
POR LA LIBERTAD DE LA CULTURA
Al margen del XXII o Congreso del J-'.C, de la üí
A T A L A Y A
I N T E R
KA CIO
"A L
Comentario de actualidad internacional para la audición
dominical "Cultura y Libertad" difundida a través de Cu
70 í.adioi Santiago por el Congreso por la Libertad de la
Cultura, emisión correspondiente al 5 de Noviembre,1961
Por Carlos de baráibar
El XXII o Conrreso del Partido Comunista de la Unión Soviética será conocido en el futuro
no por los utópicos progresos de aquella sociedad, que se suponía constituirían su principal
contenido, sino por dos extraordinarias acciones que confirmaron hasta qué punto el Terror
está ligado al comunismo, y no la búsqueda de la felicidad humana. De un lado, el chantaje nuclear" que tan justificadas reacciones de indignación está suscitando en el mundo libre de la tutela ruso-china. De otro, el fin de la denigración de Stalin, ya iniciada, como se recordará, en el XX o Conrreso de los exbolcheviques rusos. Vamos a ocuparnos hoy de
este tema, ya que dedicamos al ^rimero nuestro anterior comentario semanal.
Los restos mortales de Stalin han sido arrancados del famoso mausoleo de la H a z a Roja
en que yacían junto a los de su predecesor y maestro, Lenin. Para justificarlo, el Congreso se solidarizó de manera estrepitosa con la nueva evocación de los crímenes de la era
estaliniana y volvió a renegar del'"cuitó de la personalidad". Si un marciano o un lunatico hubiera asistido a estas sesiona.? deni gratorías sin ninguna informadora previa, habría P'OUIG'. 3UD0UCJ que iuo
*
-^ r
a la justicia y de hacer que la verdad prevalezca. Sin embargo, nada mas falso que tal
interpretación, porque, eomo vamos a probar a continuación, las monstruosas revelaciones" que Khruschev y otros han formulado en los dos Congresos precitados del i'artido Comunista de la Unión Soviética no han sido más que otras tantas repugnantes farsas confirmatorias de la maldad intrínseca de la que nosotros llamamos versión cosaca del comunismo.
La pavorosa carrera de Stalin como criminal empecinado, ora de sobra conocida por cuantos seguíamos las cuestiones internacionales desde, al menos, los años de las grandes
purgas", es decir, desde 1936 en adelante. En realidad, la vocación criminoide del^comunismo sé pudo y se debió conocer y condenar désde el mismo momento en que se inició la era
bolchevique, con el golpe de Estado de octubre de 1917. Pero reduciéndonos ahora a la
parte incriminada por Khruschev y sus compadres, la culminación del sadismo estaliniano
se puede afirmar que comenzó en 1936, con el asesinato de Kirov, el Presidente del Comité
Central comunista de Leningrado, generalmente considerado como el ''delfin del Zar rojo.
Este crimen, ordenado por Stalin, sirvió de punto de partida para permitirle desplegar
contra la Vieja Guardia bolchevique y millares de compañeros mác, la misma ferocidad con
que ya el régimen había aniquilado a todos los opositores: burgueses y socialistas de
i on
cualquier matiz; rusos o autonomist s de cualquiera de las naciones fundidas- en la Unr.ó
Soviética, más o menos a la fuerza: ucranianos, rusos blancos, bálticos, caucásicos, etc.
Los españoles, absorbidos y aislados por nuestra cruel contienda civil, no pudimos informarnos bien de esas fechorías internas de Stalin hasta casi terminar nuestra, guerru
fratricida, a fines de 1938. P^ro aprendimos en nuestra propia carne cuán alto precio en
sangre hay que pagar hasta por la "amistad" soviética, D e aquí que no pocos de quienes entre 'nosotros habíamos abrazado ideologías de avanzada tomáramos el compromiso de honor de
combatir sin tregua contra toda suerte de totalitarismos, desde Franco, Mussolini y Ilitler
al soviético, como después contra todos los tiranos de Latinoamérica, desde Trujillo, el
más antiguo, hasta Castro, el más moderno.
Fieles a éste deber de conciencia, analizamos serenamente, día tras otro, la terrible
teoría de los crímenes de Stalin'contra los propios pueblos integrantes de la Unión y contr
sus propios camaradas. Los genocidios cometidos contra los antiguos Estados bálticos,
nia, la Rusia blanca, las naciones caucásicas, las de Crimea y el Volga, las siberianas y
las del Asia central. Las terribles "purgas" y las matanzas derivadas de la inmosicr.ón
de la colectivización forzosa. Y, por último, las matanzas de
2
los prisioneros liberados y el aventamiento ce las nacionalidades acudadas de tibieza
durante la guerra última,- Y, ante todo y sobre todo, los inicuos campos de concentración
y exterminio, sólo comparables en ric;or a los del Reich nazi, que produjeron muchas más
víctimas aún que éstos, más los genocidios cometidos en toda la Europa centro-oriental
entregada a la vesanía estalinlana por la increíble debilidad democrática.
El florilegio de injurias que recibimos por la condenación de tales iniquidades, sólo
en parte ''descubiertas'5 ahora por Khruschev y sus comparsas, es de sobra conocido y no
nos detendremos en ello por lo mismo que lo despreciamos.
Ahora l±>ien° es un hecho que cuantos más crímenes iba acumulando Stalin mayor era la
perruna sumisión de sus camadadas de partido y sus simpatizantes, socialistas y burgueses,
intelectuales y obreros, del Viejo y el Nuevo Mundo. Esta idolátrica admiración llegó al
colmo cuando, por haber fallecido ya, ni siquiera era personalmente temible el genio luciferino del que un selecto grupo de siquiatras hacía tiempo que había considerado como
el Calígula del Kremlin» Semejante aberración, contemplada a la luz de ahora, parecerá
calumniosa a más de uno de nuestros auditores» Sin embargo, quedó tajante constancia de
ella en un folleto que, juntamente con Alejandro Magnet, redactamos en 1936, a raíz de
las "revelaciones" de Ithruschev en el XX o Congreso del Partido Comunista de la URSS.
Este opúsculo, titulado "Así veían a Stalin", era una demostración de que si bien había empezado a caer en desgracia, el estalinismo continuaba, como, en lo esencial, continua. Ahora bien: como ese folleto es inencontrable hoy, nada más oportuno que extraer
de él algunas muestras del bochornoso florilegio dedicado al mayor criminal de la historia por tantos políticos, pensadores, artistas y líderes sindicales, fanáticos comunistas
unos y avispados compañeros de ruta otros.
Cumpliendo con el proverbio que exige "a tout seigneur, tout honneur" el panfleto se
abría can las inmortales estrofas que Pablo Neruda dedicó a Stalin "En su muerte". He
aquí su introito:
"Owbri ada 8 ta 1 i«y ya c o%»ba j vuat o - al iaar =e» la I&1& He gra, descansando
de luchas y de viajes
cuando la noticia de tu muerte llegó como un golpe de océano,
Fue primero el silencio, el estupor de las cosas, y luego llegó del mar
una ola grande.
De algas, metales y hombres, piedras, espuma y lágrimas,
estaba hecha esta ola.
De historia, espanio y tiempo recogió su materia
y se elevó llorando sobre el mundo
hasta que frente a mí vino a golpear la costa
y derribó a mis puertas su mensaje de luto
con un grito gigante
como si de renente se quebrara la tierra".
El ardor del gran vate llega a su climax en la estrofa sexta:
"Stalinianos! Llevamos este nombre con orgullo.
Stalinianos! Es esta la jerarquía a nuestro tiempo I
Trabajadores, pescadores, músicos stalinianos!
Médicos, calicheros, poetas stalinianos!
obreros, empleados, mujeres stalinianas,
salud en este día. lío ha desaparecido la luz,
no ha desaparecido el fuego,
sino que se acrecienta
la luz, el pan, el fuego y la esperanza
del invencible tiempo staliniano!
Y el poema nerudiano se concluye con una nueva afirmación comprobatoria de que no
siempre "vate*1 y "profeta" son sinónimos, al decir:
''Gonzalito, se acercó a acompañarme bajo la bandera.
''Era más sabio que todos los hombres juntos", me dijo
mirando el mar con sus viejos ojos, con los viejos
ojos del pueblo.
Y luego por largo rato no nos dijimos nada.
Una ola
estremeció las piedras de la orilla.
"Pero Ivlalenkov ahora continuará su obra" prosiguió
levantándose el pobre pescador de chaqueta raida.
Yo lo miré sorprendido pencando: '¿Cómo, cómo lo sabe?
¿De dónde en ésta costa solitaria?'
Y comprendí que el mar se lo había enseñado.
Y allí •volamos juntos, un poeta,
un pescador y el mar
al Capitán lejano que al entrar en la muerte
dejó a todos los pueblos, cor.io herencia, su vida".
Como se ve, Neruda se aprestaba a ensalzar, adulón, a Malenkov, como ahora adula a
Khruschev, su implacable liquidador y desenterrador de Stalin. (Mala vista 1 Sin embargo,
¿por qué Neruda no dice publicamente, al menos, que se equivocó de medio a medio al
cantar a semejantes seres?
+
+
+
Naturalmente, no fue Neruda el único gran poeta que se despepitó, en ésta y en otras •
muchas ocasiones, en hacer de botafumeiro ante el altar de Stalin. Ahí está, por ejemplo,
Nicolás Guillén, de cuyo "El Son entero" extraemos estos versos de "Una canción a Stalin"
"Stalin, Capitán,
a quien Changó proteja y a quien resguarde Ochún...
A tu lado, cantando, los hombres libres van:
el chino, que respira con pulmón de volcán,
el negro, de ojos blancos y barbas de betún,
el blanco, de ojos verdes y barbas de azafrán...
Stalin, Capitán,
los pueblos que despierten, junto a tí marcharán!"
+
+
+
Los poetas tienen fama de locos y pueden disfrutar de algún atenuante por estos desvarios. ¡Pero los sabios...! ¿Se concibe que un sabio, en serio, estime como tal a un
brutal carnicero como lo era Stalin? Sin embargo, ha habido sabios, considerados además
como humanistas, que ante el cadáver de Stalin todavía fueron más allá de Pablo Neruda
y Nicolás Guillen. Tal es ol caso del Dr. Alejandro Lipschutz, quien en la velada necrológica celebrada en el Teatro Baquedano, al fallecer Stalin, cerró con estas frases una
serie de insensateces sobre el sentido liberador de los hombres y de los pueblos que,
según él, encarnaba Stalin.
Dijo entonces el Dr. Lipschutz:
"Stalin, el arquitecto más prominente de la época socialista, el conductor de las masas despertadas, No sólo en la Unión Soviética, sino simbólicamente en el mundo entero,
Stalin, el conductor de las masas, él mismo, hijo del pueblo.
Sin exageración alguna, y sin patetismo: ha muerto un hombre cuya misión
en la tierra ha sido distinta de la de todos los pueblos hasta ahora.
Stalin continuará viviendo como símbolo de la nueva época de la vida
social y espiritual humana que no conocerá más injusticias y que no conocerá guerras".
+
+
+
Naturalmente, en éste certamen de despropósitos no podíanfaltar los políticos, entre
los que abundan los dispuestos a echarse un muerto a la espalda para vivir de su explotación. Muchos concurrieron a encaramarse a la carroza fúnebre de Stalin, especialmente los
que por haber pecado mucho tenían que hacerse perdonar mucho, como fue el caso del trásfuga del socialismo Godoy Urrutia. El ilustre actual padre de la Patria dijo en "El Siglo
en efecto, rechazando la idea de que. Stalin pudiera ser considerado como un vanidoso - no
ya como un pontífice del culto de la personalidad:
"Contra lo que afirma y le atribuye la propaganda mendaz y tendenciosa,
jamás Stalin se dejó dominar por la vanidad y autosuficiencia; lejos
de su espíritu y de su modo clásico de ser, estuvieron siempre; el exhibicionismo y la egolatría propios de los políticos y gobernantes "burgueses; un equilibrio moral saturado de modestia presidió siembro cada una
de sus actitudes. Aquellos que creen observar una contradicción entre
estas características de su personalidad y el respeto, mezclado de veneración, que sienten por él los pueblos de Rusia y del resto del mundo,
es tiempo ya de que se convenzan que donde los críticos y enemigos han
visto si píos de deificación, no hay otra cosa que el afecto simple, casi
despersonalizado, hacia el hombre-símbolo que se confunde con la revolución y con el maravilloso proceso de la revolución socialista..."
Y por su parte, el eximdo teórico del comunismo chileno, señor Volodia Teitelboim,
tuvo la barra de citar al pobre Mayakovslci - suicidado por asco del estalinismo - a cuento
de la frase que aplicó a Lenin:
"Ha muerto el más humano de los hombres",
agregando de su sosecha Teitelboim:
"... Dió abundancia y existencia dichosa a su pueblo»,. Campeoón de la
convivencia pacífica, hizo, junto al Partido, de la URSS, la fortaleza
invencible de la Paz... Dio su vida por la unidad de los trabajadores,
por la causa de la paz y del socialismo. Fue el digno sucesor de Lenin.
Enriqueció con nuevos e inapreciables tesoros su herencia,.."
+
+
+
Con todo, aún no ha abierto la boca tampoco, para reconciliarse con Lenin, de cuyo
acervo trufa ahora sus discursos el Sr. Teitelboim, como Dios y Khruschev mandan.
Hasta cierto -punto se concibe que fanáticos - de buena fe o de apariencia - como tienen
que serlo Neruda, Guillén, Lipschutz, Godoy Jrrutia y Teitelboim, digan extravagancias
como las anotadas. Pero, ¿qué necesidad tenía un líder socialista, tan inteligente como
lo es el señor Allende, de ganar en la competición de laudes a los militantes del Partido Comunista? No obstante, nadie dijo cosas más inexactas y peregrinas que él entonces,
queremos creer que insentidas, dado su talento natural. Efectivamente, ya con el tono
engolado que adoptó desde que dejó de ser jóven, el senador por 'Valparaíso endilgó un
interminable discurso en el principal acto necrológico de marras, al que pertenecen
estos trozos:
"Stalin fue para el pueblo ruso, bandera de revolución, de ejecución creadora, de
É9£ti«¿e*to '¿-.nano agrandado hasta la paternidad.
Símbolo de paz edificante y de heroísmo sin límites, cuando el nacismo pretendió
hollar el suelo soviético.
W
Y de di quedan para la humanidad y para los obreros del mundo las expresiones más
características de su personalidad.
"Quedan sus decisiones de revolucionario, sus actividades teóricas, sus posiciones
de gobernante y sus actitudes de estadista..."
"Le correspondió a este guía del pueblo ruso, vivir en el siglo de las definiciones
de todo orden. Se ha definido en el camino de las filosofías, de las ciencias,, de
las artes y de la vida de los pueblos"
"La cultura y la ciencia han tenido en éste guía del pueblo ruso, al bas oxpr:;slonoe
El planteó una posición revolucionaria consecuente con el desarrollo do una vida
socialista. Esta línea que trazara hace algunos lustros es la que h a servido do fundamento al gran desarrollo cultural y científico de Rusia",
"Y acaso para comprender todo el desarrollo científico de Rusia, solo sea necesario
recordar lo dicho por Stalin en la primera conferencia de los Stajanovist .s: 'La
ciencia, dijo Stalin, se llama ciencia, precisamente porque no reconoce ídolos,
porque no teme abandonar las cosas viejas cuando ya no sirven; porque escucha
atentamente la voz de la experiencia y de la práctica' „ . „
5
¿Qué dirá ahore. ol Sr* allende al habón»* ordenado el cose de la idolatría a Stalin?
En fin: he aquí. algunas perlas más de aquellas manifestaciones de locura idolátrica
posteriores al i'.d le cimiento del bruto máximo que fue Ltalins
Don' Baltasar Castro: ";.ío parece que cualquiera que sea la ideología quo se tenga, no
'
hay duda de que la regia personalidad de Stalin ha tenido influencia doc'".iva y d, terninnnto en el más trascendental proceso histórico que ha vivido
la humanidad en r.n+o sirio, como os la gran resolución soviética.
,:
Su estatura 'de conductor de los -ti abajad ores y de claro intérprete de las doctrinas de Marx y Lenin, hacen justificable, desde todo punto de vista,
el dolor con que ]¿3 grandes masas do trabajadores ven su desaparecimiento"
Don Clotario blests
"Ante el fallecimiento del líder soviético, todos, cuales fueren
las ideologías que se profesen, se tiene que reconocer su extraordinaria figura en su acción trascendental por la defensa de la paz mundial y la liberación de la clase obrera del estado misérrimo antes de la instauración del actual régimen económico y social en la Unión Soviética. Con profundo y sincero pes.tr como dirigente
gremial ante el desaparecimiestq de la extraordinaria figura mundial".
Don Angel Cruchaga Santa María; "... i'or sobre los ataques que se le han lanzado a
„
Stalin, su figura permanecerá siempre en alto. No es
posible achacarle a él la responsabilidad de algunas necesarias violencias durante el
desarrollo de la revolución rusa",
+
+
+
Forzoso es terminar porque aún es necesario decir algo que demuestra que tan farsantes
eran los panegiristas del Calígula del Kremlin como ahora lo serán todos los "camaradas"
que lo denigran, siguiendo al nuevo amo, es decir, a Khruschev.
La razón es obvia.
En el XX o Congreso del P.C. de la URSS - igual que ahora en el XXII o - sólo se han
condenado los crímenes cometidos por Stalin y sus secuaces contra comunistas,
Pero - como ya dijimos antes - no hay ni una palabra de condenación para el número infinitamente mayor de sus víctimas, no comunistas y extranjeras.
Y, quizás sobre todas las cosas: ¿quién dirige la denigración de Stalin?
Sin lugar a dudas, Khru.schev,
Pero, ¿quién es, a su vez, Khruschev?
Un cómplice y beneficiario de los crímenes de su maestro, Stalin, con el que ya llegó
a ser primer secretario del Partido.
Y, ¿cómo hizo esa carrera, ganándose la confianza del monstruo?
Primero, dirigiendo personalmente la más terrible "depuración" de nacionalistas, anarquistas, socialistas y comunistas en si.' propia patria, Ucrania.
Segunde, imponiendo on ol campe de la Unión Soviética la feroz experiencia de las
"agrovillas", infortunada anticipación de las infortunadísimas "comunistas populares" chinas,
Khruschev, en suna, es un trepador de la época de las grandes purgas ordenadas por Stalin.
Y, como digno broche de esa carrera de cómplice, encubridor, ejecutor y beneficiario, ahora Khruschev sacrifica a las dos personas que le ayudaron a escalar los primeros puestos
en la jerarquía do la secta; Voroshilov y Iíaganovich.
¿Quién puedo fiar nada en la sinceridad de lo que haga Khruschev? ¿No había afirmado,
por ejermlo, cue Rusia- jamas reíniciaria la carrera de las pruebas nucleares?
¿Se necee!tan más pruebas para convencerse de que es el sistema el creador de éstos
monstruos? Sin ©abarro, hay ingenuos nao todavía estiman lo contrario, y que creen que se
puede transigir impunemente con él o ellos,. e
Señores auditores- Mil gracias por su atención,.
Descargar