Qué significa un detenido

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“Desaparecidxs”1
Camilo Vicente Ovalle
¿Qué significa un detenido-desaparecido? No sólo una falta, una ausencia. Es una
fractura, una catástrofe social. El detenido-desaparecido tenía un lugar social, del
cual fue sustraído; un cuerpo, que le es negado; y un nombre que pretende ser
ahogado en el silencio. La articulación social, significada en el cuerpo y nombre
del detenido-desaparecido, queda rota, una fractura que apenas es posible suturar
simbólicamente.
La desaparición forzada tiene como terrible particularidad, frente a otras
prácticas represivas, negar la condición social y vital del individuo, pues no sólo lo
pone en el umbral de la muerte sino de su inexistencia social absoluta. La
magnitud de esta catástrofe social apenas comienza a ser advertida y sopesada
en su dimensión de crisis humanitaria, rasgo que en los últimos años adquirió este
fenómeno que ha mutado desde su emergencia, poco más de 30 años atrás. Y al
decir que ha mutado, quiero decir, también, que ha permanecido.
En México se tiene evidencia de la desaparición forzada de personas, como
parte de una estrategia de represión política, desde mediados de la década de
1960. El mayor número de víctimas de esta forma represiva apareció durante el
periodo de “guerra sucia”, entre las décadas de 1970 y 1980, sin embargo aún no
hay datos conclusivos. A los desparecidos de la “guerra sucia” no les ha quedado
ni el anonimato de la estadística, no alcanzan a ser ni siquiera un número preciso:
desaparecidos en un no lugar, en un no tiempo.
Texto presentado en la inauguración de la exposición gráfica “Desaparecidxs” de la artista visual Edith
López Ovalle, el 15 de mayo de 2013 en el Centro Cultural Carranza, en la ciudad de México.
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Ningún dato ha sido reconocido oficialmente, lo más cercano a ello son el
Informe de la Comisión Nacional de Derechos Humanos del 20012 en el que se
estableció que hay 532 denuncias por desaparición forzada, 181 en zonas
urbanas y 351 en zonas rurales. Del total, dice el informe, 275 están acreditadas,
97 tienen indicios y 160 son no acreditadas. Por otra parte, está el Informe de la
Fiscalía Especial para la Atención de Hechos Probablemente Constitutivos de
Delitos Federales Cometidos Directa o Indirectamente por Servidores Públicos en
Contra de Personas Vinculadas con Movimientos Sociales y Políticos del Pasado
(FEMOSPP)3. En éste se dice que, entre las décadas de 1960 y 1980, hubo 796
casos: 436 acreditados, 208 con presunción fundada y 152 carecen de
información. Esto por lo que toca a las cifras oficiales. En el caso de las
organizaciones de familiares de desaparecidos tampoco hay cifras consolidadas.
Sin embargo, resultado de la investigación que antecede a la que aquí se presenta
en su forma de proyecto, me permite suponer que el fenómeno de la desaparición
forzada en México, en el periodo señalado, fue mucho mayor.
Y si cerramos más el foco los datos no dejan de sorprender. Este mismo
informe de la FEMOSPP señala que de las 796 personas desaparecidas, 68 son
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Informe especial sobre las quejas en materia de desapariciones forzadas ocurridas en la década
de los 70 y principios de los 80.
http://www.cndh.org.mx/lacndh/informes/espec/espec.htm
3 El periodo de trabajo de la Fiscalía fue del 2002 al 2006. El informe final, Informe Histórico
presentado a la Sociedad Mexicana, fue publicado en 2006 en la página web de la fiscalía, pero
por instrucciones oficiales fue retirado, nunca se volvió a publicar oficialmente. La versión de la que
comúnmente se toma información, fue elaborada por el Comité 68 Pro Libertades Democráticas, es
una versión resultado del cotejo entre el infirme filtrado el 25 de febrero de 2006 en la página web
del National Sercurity Archive, y la que entregó el Fiscal Ignacio Carrillo Prieto al Procurador
General el 18 de noviembre de ese mismo año. Este informe, ha sido el único esfuerzo por
presentar un estudio sistemático sobre la represión en México, y aporta información importante ya
que fue elaborado a partir de los archivos de la represión y de cientos de testimonios.
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mujeres, es decir, apenas el 8% del total. Sin embargo, como dije, los datos no
son conclusivos.
¿A qué me refiero cuando hablo de desaparición forzada? A una estrategia,
planificada y ejecutada sistemáticamente desde el Estado o al amparo de éste,
con el objetivo de eliminar a un sujeto definido previamente como “enemigo”.
Cientos de hombres y mujeres fueron identificados como enemigos del
Estado mexicano, la mayoría de ellos jóvenes entre los 14 y 30 años de edad,
marcados por la imposibilidad de una democracia social y política, imposibilidad
sellada por el autoritarismo a fuego y sangre en 1968 y 1971; otros tantos de ellos
marcados por la miseria del campo, los despojos a campesinos pobres y la
violencia ejercida por los caciques locales, o por la explotación en las fábricas,
todos ellos y ellas entre las décadas de 1970 y 1980 decidieron lanzarse a una
lucha, abierta o clandestina, pacífica o armada, pero siempre frontal contra el
autoritarismo, la explotación y la miseria. Cientos de hombres y mujeres que
fueron “chupados” por la maquinaria represiva del Estado, que fueron
desaparecidos en las entrañas de esa maquinaria.
La desaparición forzada de personas es, desde su misma concepción, un
táctica clandestina que precisa de ciertos elementos que son su condición de
posibilidad, a saber: un trabajo de inteligencia militar o policial; la centralización y
sistematización en los altos mandos militares; la clandestinidad de su estructura
operativa, para lo cual se forman grupos especializados, locales de reclusión,
vehículos y personal; la impunidad y la imposición de la versión de los hechos de
los victimarios, así como la imposición del silencio.
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Tres son las principales características de esta práctica represiva: 1) la
intención de no dejar huella, la eliminación total, física del enemigo, planificada y
aplicada sistemáticamente; 2) la aplicación de la muerte clandestina, como
novedad frente a otro tipo de muertes políticas, “el método clandestino empleado y
la negación de parte de sus autores de toda responsabilidad en el crimen, las
desapariciones implicaron una serie de rupturas radicales con respeto a las
anteriores formas de represión política.”4; y 3) la compartimentación y
burocratización del trabajo, aunque este elemento podría ser encuadrado en lo
clandestino del método y en su aplicación racional, es importante resaltarlo por
sus consecuencia políticas. Pues de este método de trabajo, en que cada uno
hace su pequeña y metódica labor dentro de la banda de producción, no es
necesario que se conozca el resulta final, por ello, de esta lógica se derivaran
justificaciones y excusas de la más distinta índole, desde la obediencia debida
hasta la ingenuidad del archivista, que sólo cataloga fichas.
La desaparición forzada y la figura del detenido desaparecido generan
tensiones tanto en los campos político y social. Tensiones que se reflejan en el
derecho internacional, que ha tratado de articular jurídicamente esta práctica para
su prevención y sanción. La Convención Interamericana, en su artículo segundo,
la define de la siguiente manera:
Para los efectos de la presente Convención, se considera desaparición forzada la
privación de la libertad a una o más personas, cualquiera que fuere su forma,
cometida por agentes del Estado o por personas o grupos de personas que actúen
Emilio Crenzel, “Dictadura y desapariciones en Argentina: Memoria, conocimiento y
reconocimiento del crimen”, en Intersticios, revista sociológica de pensamiento crítico, vol 1 (2)
2007, p. 161. http://www.intersticios.es/article/viewPDFInterstitial/1107/863.
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con la autorización, el apoyo o la aquiescencia del Estado, seguida de la falta de
información o de la negativa a reconocer dicha privación de libertad o de informar
sobre el paradero de la persona, con lo cual se impide el ejercicio de los recursos
legales y de las garantías procesales pertinentes.5
Por su parte, la Declaración para la Protección de las Personas contra las
Desapariciones Forzadas, en su artículo primero dice lo siguiente:
Todo acto de desaparición forzada sustrae a la víctima de la protección de la ley y
le causa graves sufrimientos, lo mismo que a su familia. Constituye una violación
de las normas del derecho internacional que garantizan a todo ser humano, entre
otras cosas, el derecho al reconocimiento de su personalidad jurídica, el derecho a
la libertad y a la seguridad de su persona y el derecho a no ser sometido a torturas
ni a otras penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes. Viola, además, el
derecho a la vida, o lo pone gravemente en peligro.6
En el caso de México el delito de desaparición forzada, que se incluyó en el
Código Penal Federal en el año 2001, se describe de la siguiente manera:
Artículo 215-A. Comete el delito de desaparición forzada de personas, el servidor
público que, independientemente de que haya participado en la detención legal o
ilegal de una o varias personas, propicie o mantenga dolosamente su ocultamiento
bajo cualquier forma de detención.7
En el no-cuerpo, en el no-nombre y en el no-tiempo del desaparecido, en su
negatividad absoluta que impide que exista como una entidad positiva (jurídica,
política o social), que sólo se ha intentado suturar de manera simbólica, queda el
rastro de una estrategia que intentó la destrucción y la reconfiguración de ciertas
articulaciones sociales.
5
Convención Interamericana sobre Desaparición Forzada de Personas, adoptada en Belém do
Pará, Brasil el 9 de junio de 1994, en el vigésimo cuarto período ordinario de sesiones de la
Asamblea General. Cursivas mías. http://www.oas.org/juridico/spanish/tratados/a-60.html
6 Declaración sobre la protección de todas las personas contra las desapariciones forzadas.
Aprobada por la Asamblea General en su resolución 47/133 de 18 de diciembre 1992. Cursivas
mías. www.un.org
7 Código Penal Federal, Cursivas mías. http://info4.juridicas.unam.mx/ijure/fed/8/
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La desaparición forzada de personas es un acto que pretende negarse a sí
mismo: no hay evidencias, no hay presos, no hay marcas corporales, no hay
cuerpos,
los
secuestradores
niegan
vehementemente
el
acto,
no
hay
consecuencias, es el acto que quiere ser perfecto. La ausencia del desaparecido
es ese “residuo” del acto criminal que amenaza y acusa. “Residuo”, “rastro”,
“ausencia” y “vacío” (causas y consecuencias aún mismo tiempo), más allá de ser
la significación simbólica de la desaparición forzada, se convierten en índice del
cambio cualitativo de la violencia experimentada.
La catástrofe multiplicada
Esta catástrofe social, que no se define por el número sino por la cualidad de la
fractura, nos es anunciada hoy como terrorífica. El 26 de febrero de 2013 fue
hecha pública, por la Secretaría de Gobernación, la “base de datos” del Registro
Nacional de Datos de Personas Extraviadas o Desaparecidas8, dos elementos
resaltan de este registro: por un lado, que sólo en 6 años se han registrado un
total de 26,121 personas definidas como desaparecidas, un número muy cercano
a los desaparecidos en Argentina durante dictadura, y muy superior a los
acaecidos en Chile, Brasil y Uruguay juntos, cuando estos países estuvieron bajo
gobiernos dictatoriales. El número, insisto, no define el nivel de la catástrofe, y las
condiciones en que se dieron las desapariciones son distintas, aun así, esta
“comparación” ayuda a situar la catástrofe social frente a la que estamos.
Los datos siguen siendo contrastantes, una base de datos de la PGR,
filtrada en diciembre de 2012 por un periódico de Estados Unidos, contiene el
8
En la página web del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública pude consultarse la
base de datos : http://www.secretariadoejecutivosnsp.gob.mx/es/SecretariadoEjecutivo/Sistema_RNPED
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registro de 20, 851 desaparecidos, de los cuales 11,201 son hombres y 8,340 son
mujeres, es decir, el 40%. Desglosando las cifras de mujeres, por cortes etarios,
se puede encontrar lo siguiente, que del total, los casos que van de 0 a 10 años:
391; 11 a 20 años: 4,027; 21 a 30 años: 920; y de 31 a 40años: 486. Es decir, la
mayoría de las mujeres secuestradas son adolescentes.
El otro elemento que resalta del Registro, es la definición de desaparecido,
que en un simple movimiento textual evade dos frentes: 1) la cualidad política de
la desaparición, cuando en esta se constata la
participación de agentes del
estado y su utilización como método para reprimir a sujetos opositores al gobierno,
y 2) evade también la normatividad nacional e internacional, al borrar de su
definición el adjetivo “forzada”: en el artículo 3, fracciones III y IV, de la Ley del
Registro Nacional de Personas Extraviadas o Desaparecidas (aprobada en marzo
de 2012) se entiende por persona desaparecida aquella que:
…con base en información fidedigna de familiares, personas cercanas o
vinculadas a ella, la hayan dado por desaparecida de conformidad con el derecho
interno, lo cual puede estar relacionado con un conflicto armado internacional o no
internacional, una situación de violencia o disturbios de carácter interno, una
catástrofe natural o cualquier situación que pudiera requerir la intervención de una
autoridad pública competente.
Es importante reconocer que no se trata de las mismas desapariciones que las
acaecidas en la década de 1970, es un fenómeno que ha mutado, en la mayoría
de los casos el componente político ha sido desplazado: ya no es necesario
pertenecer a organización guerrillera o movimiento popular alguno para ser
desaparecido o “levantado”, eufemismo patético con el que ahora se designa a
este nuevo tipo de desapariciones. No es el mismo contexto, no la misma crisis, y
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el autor de las desapariciones se ha diversificado, no es ya sólo el Estado. Sin
embargo, el Estado sigue siendo un actor responsable de desapariciones
forzadas, por dos motivos: 1) si se sigue la trama perversa que está detrás del
nuevo tipo de desapariciones y el contexto en el que se dan, descubriremos a
viejas estructuras y agentes del Estado, artífices de la “guerra sucia”, y 2) porque
sigue siendo, en distintos niveles y órdenes de gobierno una estrategia válida para
contener o aniquilar el descontento, véase, por ejemplo los casos del EPR en
2007 en Oaxaca, sólo por mencionar los más connotados.
Finalmente, diversos organismos internacionales han insistido en la
preocupante participación de agentes del estado en un número importante de
casos de desaparición, vale la pena mencionar el Informe sobre México del Grupo
de Trabajo sobre Desapariciones Forzadas o Involuntarias de la ONU, presentado
en diciembre de 2011, y el informe de Human Rights Watch “Los desaparecidos
en México. Los persistentes costos de una crisis ignorada” presentado en febrero
de 2013.
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