El Calvinismo (HA) El calvinismo [calvinismo: doctrina protestante de fe cristiana fundada por Juan Calvino] fue fundado por Juan Calvino, un humanista francés que hizo en Ginebra, Suiza, su trabajo más influyente. En 1541, Calvino se puso al frente del movimiento reformista en Ginebra. Las Creencias Sobre el Pecado y la Salvación Los calvinistas estaban de acuerdo con los luteranos en que la salvación de las personas dependía completamente de Dios. Nadie merecía la salvación y nadie podía “forzar” a Dios a garantizarla por hacer buenas obras. En cambio, Dios escogía a ciertas personas (los “elegidos”) para que se salvaran y gozaran de la vida eterna. La fe religiosa y la salvación eran regalos de Dios a los elegidos. Todos los demás estaban condenados a pasar la eternidad en el infierno. Calvino sostenía que Dios sabía, desde el principio de los tiempos, quién se salvaría y quién sería condenado. Esta idea se llama predestinación. No había nada que pudieran hacer las personas para cambiar su destino. Todo, decía Calvino, está bajo el control de Dios. Los calvinistas creían que los elegidos se podían conocer por sus obras. Creían que el mundo estaba lleno de oportunidades para pecar. Pero sólo pecarían aquellos que estaban destinados a no ser salvados. El buen comportamiento de una persona demostraba que pertenecía al grupo de los elegidos destinados a ir al cielo. La razón para comportarse correctamente era honrar a Dios, no “comprar” la propia salvación. Los calvinistas tenían muchas reglas estrictas que definían el buen comportamiento. Por ejemplo, estaba prohibido cantar, bailar, jugar a las cartas y usar ropa sofisticada. Muchas personas seguían estas reglas para demostrar que serían salvados. La Máxima Fuente de Autoridad Al igual que los luteranos, los calvinistas creían que la Biblia era la única fuente verdadera de orientación religiosa. Parte de la tarea de los líderes eclesiásticos era interpretar la Biblia y legislar basados en ella. Los calvinistas creían que toda la vida debía vivirse de acuerdo con la ley de Dios. Por consiguiente [por consiguiente: como resultado] , en un estado calvinista, las reglas religiosas también se convertían en leyes para el gobierno. Todo el que pecaba también estaba cometiendo un crimen. El infractor era castigado primero por el clero calvinista y después por el sistema judicial local. Los pecados como la blasfemia (faltarle el respeto a Dios) se castigaban como delitos muy graves. Los Rituales y el Culto Los calvinistas practicantes asistían a los oficios religiosos hasta cinco veces por semana. El culto incluía sermones que duraban horas. Los sermones explicaban cómo vivir de acuerdo con la Biblia. Las iglesias calvinistas reflejaban la preferencia de Calvino por la sencillez. Las paredes de las iglesias se cubrían con paneles de madera común. La gente se sentaba en largos bancos de madera. No había cuadros, ni estatuas, ni ventanas con vitrales. El ministro predicaba desde un púlpito situado en medio de la sala. Los hombres se sentaban de un lado y las mujeres y los niños del otro. Los niños tenían que estar preparados para responder las preguntas del ministro en cualquier momento. No responder correctamente constituía una vergüenza e incluso podía dar lugar a un castigo. Al igual que los luteranos, los calvinistas tomaban sólo los dos sacramentos que encontraron en la Biblia: el bautismo y la comunión. A los calvinistas no se les permitía cantar palabras que no estuvieran en la Biblia. En los oficios religiosos cantaban versos de la Biblia usando melodías populares. A algunas canciones de la Biblia se les puso melodías nuevas compuestas especialmente para ellas. La Vida en Comunidad Los calvinistas creían que cada comunidad debía ser una teocracia, es decir, un estado gobernado por Dios a través de los líderes religiosos. Los calvinistas tenían la obligación de establecer comunidades en las que la Iglesia y el Estado estuvieran unidos. Las comunidades calvinistas tenían leyes muy estrictas basadas en la Biblia. Los padres podían ponerles a sus hijos sólo ciertos nombres tomados de la Biblia. A los huéspedes de las posadas locales no se les permitía maldecir, bailar, jugar a las cartas ni insultar a otros huéspedes. Los dueños de la posada tenían que denunciar a cualquier persona que no cumpliera con estas reglas. Estas mismas reglas se aplicaban a los hogares particulares. Los líderes religiosos podían inspeccionar las casas anualmente para ver si las familias vivían de acuerdo con las estrictas leyes calvinistas. Los infractores eran castigados severamente. Incluso podían ser desterrados.