Material seleccionado por el Archivo Tea y Deportea Fuente: La Voz del Interior 24/08/01 Fats Fernández, señor trompetista Esta noche, desde las 21.30 y en el Teatro Real, se producirá el “Encuentro de maestros”, un espectáculo jazzero que contempla las presencias del trompetista Roberto “Fats” Fernández, el guitarrista Walter Malosetti, los bajistas Javier Malosetti y Hugo Fattoruso y el baterista– percusionista Osvaldo Fattoruso. De estos prestigiosos músicos se destaca la visita de “Fats”, quien rara vez pisa suelo cordobés. En contacto con La Voz del Interior, recuerda haber estado por última vez en esta ciudad para la grabación de un disco de Chébere, en los ‘80. “Me lo pidieron los muchachos. Su primer trompeta tenía otros compromisos y, entonces, grabé todas sus partes. La cosa era medio Eddie Palmieri, bien tropical, y la grabación para la RCA Víctor”, rememora Fats, de 64 años de edad quien lleva ya 57 como trompetista. Durante su extensa trayectoria pasó de tocar con los exploradores del colegio Don Bosco a compartir tablas con Gillespie, el Gato Barbieri, Paquito D’ Rivera, Roberto Alchourrón, Chick Corea y Roy Eldrige, entre otros. En el diálogo, “Fats” Fernández anunció a los cuatro vientos que el concierto de esta noche será “de puro amor y profesionalismo”, y confesó que la camaradería que se vive entre ‘los maestros’ es algo que lo vuelve más feliz de lo que está. “Mi mujer Gizela, mi perro Puccini y mi trompeta, son la felicidad –cuenta–. También la música y mis colegas me hacen feliz. Me siento honrado de ser ciudadano ilustre de La Boca, ser respetado en mi barrio. Acabo de perder a mi hermano, que entrenaba a la reserva de Boca. Ese fue un golpe durísimo, aunque me emocionó ver cómo lo querían los chicos de La Candela, que mandaron una corona. Me sentí respetado, también, por la prensa deportiva que destacó la especie de réquiem que toqué cuando se iba el cortejo”. –¿Cómo ve al jazz actual, con músicos jóvenes atestados de referencias y profesores? –En mi caso, he sido medio intuitivo y académico. He dado clases y clínicas en universidades de los Estados Unidos. Pero he dictado cosas sobre las que he aprendido en la universidad de la vida. La música no se tutea con los diplomas. Lo importante son las vivencias y su posterior enseñanza. Veo que los jóvenes están ávidos de poder tocar de hoy para mañana. Los comprendo, porque antes pasaba lo mismo, aunque si no tocabas el idioma, te bajaban de una patada en el trasero. Tanto el público como los mismos músicos. –Entre tantos talentos, usted tocó con Gillespie y Alchourrón. ¿Qué le dejó cada uno? –De Rodolfo tengo los mejores recuerdos. Con él tocamos en el Rivera Indarte, hace muchos años, con Sanata y clarificación, un gran grupo que lo tenía por líder. De Rodolfo aprendí muchas cosas, como el tocar música decente. Eso es algo importante (risas). De Dizzy, todo lo que contemplan sus discos. Tuve la suerte de compartir escena con él, además. Tanto como a ellos, le debo a Roy Eldrige, mi padrino musical en Nueva York, desde el año ‘71. Pese a su prolífica trayectoria, “Fats” Fernández recién editó su primer disco como solista en 1987. Se llama Un trompetista de Buenos, convertido en extremo de una discografía que está a punto de engrosarse con ocho ediciones. –¿Por qué tardó tanto en grabar su propia música? –No sabría qué decirte. Sólo que gracias a Litto Nebbia, que siempre apuesta a la música, me animé a hacerlo. Antes, había grabado otras experiencias pero fueron esporádicas y grupales. –Usted trabajó de modo prolífico como sesionista. ¿Alguna vez sintió bastardeada una participación suya como sesionista? –No. En cierta época he tocado música comercial. Grabé jingles con Baby López Furst. Pero creo que siempre hice música sin perder el equilibrio. Las entradas para el concierto de esta noche cuestan entre $ 5 y $ 15 y se consiguen en la boletería del Teatro, San Jerónimo 66. El dato Las últimas crónicas sobre las actuaciones de Fats Fernández, hablan de que su trompeta suena melancólica, algo alejada de su estilo expansivo. Dicen que el trompetista demuestra que no es necesario meter muchas notas para llegar lejos. Además, cuentan que hace inspiradas versiones de Cole Porter, Dizzi Gillespie, Michel Legrand y Benny Goodman. Que se pasea por el cool, el swing y el blues.