Las Fiestas de Israel El Viaje de Israel en Cristo Hacia El Fin Último de Dios por Jason Henderson Capítulo 1 Información general La palabra traducida en nuestras Biblias como “fiesta”, es en realidad la palabra hebrea Moéd. Traducir Moéd como “fiesta”, puede ser engañoso, porque para muchos la palabra “fiesta” implica una buena comida, muchas veces acompañada de cierta celebración. Si bien es cierto, algunas de las fiestas involucran comida y celebración, la palabra Moéd realmente significa: “lugar designado, tiempo designado, reunión designada”, y el propósito de una Moéd era que significara algo o que actuara como una señal1. No creo que tengamos una palabra en español que transmita esta misma reunión, pero tal vez las palabras “convocatoria” o “asamblea” sean las que más transmiten el significado de esta palabra hebrea. El propósito de estas siete asambleas anuales no era, primordialmente, comer o celebrar. La intención era dibujar un cuadro, representar la perspectiva de Dios de Su obra y de Su propósito, de una forma específica, en un momento específico y por una razón específica. En términos generales, yo diría que las fiestas representan la obra y el propósito del Señor en Cristo, y nuestra inclusión con Él en Su obra y para Su propósito, con todo lo que ello implica. Debido a que las fiestas están intrincadamente ligadas a la tierra y a la cosecha (y por lo tanto, con cosas como plantar, cultivar, incremento, estaciones, y finalmente, segar), parece claro que el Señor está demostrando un proceso, un orden, una meta, 1 4150 Strong: MOÉD: Propiamente: Nombramiento, designación, es decir, tiempo fijo o temporada. Específicamente: Festival. Convencionalmente: Año. Por implicación: Asamblea (debido a que se reúne con un propósito definido). Técnicamente: Congregación. Por extensión: Lugar de reunión. También: Señal (por ser determinada de antemano). un incremento hacia un objetivo. En otras palabras, las fiestas comienzan en alguna parte, van en una dirección particular y alcanzan un objetivo deliberado. No son solo siete tipos y sombras al azar, hay un orden en ellas, y el orden es importante. Ellas empiezan con la muerte, sepultura y resurrección de Jesucristo, representado en las primeras tres fiestas. Estas primeras fiestas representan la obra consumada de la salvación a través de la cruz de Cristo, y están conectadas a la cebada, la primera siega de la cosecha anual de Israel. Más tarde, un pueblo corporativo es hecho partícipe de esta obra consumada. Israel (conformado por judíos y gentiles) es bautizado en Cristo en la de Pentecostés y arrastrado a la de los Tabernáculos, también llamada la Fiesta de la Cosecha. Todo esto será discutido en detalle, pero por ahora, es importante reconocer el orden deliberado que representa el viaje de Israel en Cristo hacia el fin último de Dios. Las fiestas comprendían una enorme parte del judaísmo del Antiguo Pacto, y la experiencia anual de estas fiestas, junto con sus correspondientes cosechas, eran aspectos fundamentales de la identidad personal, social y espiritual de cada judío. Jesús utilizó muchas veces el lenguaje de las fiestas en Sus parábolas, y Sus oyentes, con toda seguridad, reconocieron y comprendieron estas referencias. Por ejemplo, Él relacionó Su obra y propósito con una cosecha o incremento, comenzando con la cosecha de trigo. Mateo 13:30, “Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega; y al tiempo de la siega yo diré a los segadores: Recoged primero la cizaña, y atadla en manojos para quemarla; pero recoged el trigo en mi granero”. Este versículo une la cosecha de trigo con una reunión y un juicio al final de la era del Antiguo Pacto. Como dice Santiago, la generación apostólica fue las “...primicias de sus criaturas”2. Una vez que nos familiaricemos un poco con las siete fiestas, será interesante notar cuán a menudo aparece el lenguaje de las fiestas (semilla, incremento, cosecha, segador, etc.), a través de los evangelios y de las cartas del Nuevo Testamento. Como en todos los tipos y sombras del Antiguo Pacto, la venida del Mesías trajo el cumplimiento y sustancia de cada una de las siete fiestas. Jesús no seleccionaba al azar el idioma de las fiestas cuando enseñaba a las multitudes y les hablaba Sus parábolas. Él reunió los cuadros que Dios había dado dentro de las fiestas de Israel, y declaró ser el cumplimiento de todos ellos. Juan 4: 34-38, “Jesús les dijo: Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra. ¿No decís vosotros: Aún faltan cuatro meses para que llegue la siega? He aquí os digo: Alzad vuestros ojos y mirad los campos, 2 Santiago 1:18 porque ya están blancos para la siega. Y el que siega recibe salario, y recoge fruto para vida eterna, para que el que siembra goce juntamente con el que siega. Porque en esto es verdadero el dicho: Uno es el que siembra, y otro es el que siega. Yo os he enviado a segar lo que vosotros no labrasteis; otros labraron, y vosotros habéis entrado en sus labores”. De nuevo, aquí es imposible perder el lenguaje de las fiestas. Existían cuatro meses entre Pentecostés y la última fiesta en el sétimo mes. Durante ese tiempo Israel recogía el incremento que le era dado por Dios. Aquí, en Juan 4, Jesús se siembra a Sí mismo (la Palabra que salió de Dios) en los corazones de todos aquellos que lo reciban. Los apóstoles serían los primeros en cosechar el incremento de Cristo en el nuevo Israel, y tanto el Sembrador como los segadores se regocijarían juntos como uno. En versículos como estos podemos ver la realidad del proceso, orden y meta que fue mencionada anteriormente. Las fiestas no eran celebraciones al azar, estaban intricadamente ligadas a la temporada agrícola en Israel, y por lo tanto, representaban el viaje de Cristo de una semilla muerta a una cosecha resucitada de muchos miembros. Manifestación versus cumplimiento Creo que cada una de las fiestas tiene algún tipo de expresión o manifestación en la tierra que puede relacionarse con ellas. Sin embargo, nunca debemos confundir la manifestación con el cumplimiento. La manifestación física siempre testifica, o es testigo, del cumplimiento, pero todo cumplimiento es Cristo, EN Cristo, y consecuentemente, también obra en nosotros por Cristo. Dios nunca ha prometido o profetizado algo cuyo cumplimiento estuviera fuera de los límites de Jesucristo. En otras palabras, un evento natural o algo físico, nunca podría contener la sustancia de lo que Dios ha testificado a través de Sus tipos y sombras, promesas y profecías. El espíritu de profecía es el testimonio de Jesús, y no algo externo a Él. Por lo tanto, el verdadero cumplimiento de cada una de estas fiestas, es una experiencia interna, espiritual y eterna de Cristo, y no está ligado a eventos naturales (futuros o pasados), excepto para el propósito de manifestar o ilustrar. Para dar un ejemplo, vemos una gran manifestación de la fiesta de Pentecostés en Hechos 2. Este fue el día en el que Dios derramó Su Espíritu en el cuerpo de Cristo. Hubo señales (viento, lenguas de fuego) y milagros (idiomas, sanidades) que acompañaron este derramamiento, pero usted no puede decir que Pentecostés se cumplió en ese único día, hace 2000 años. Pentecostés no es un evento que vino y se fue en el primer siglo; no está limitado por el tiempo. El cumplimiento de Pentecostés es una experiencia espiritual, eterna e interna de cada creyente. Tuvo manifestaciones naturales en aquel entonces y podría tener manifestaciones naturales hoy, pero el cumplimiento es el don atemporal del Espíritu de Dios que ahora vive y opera en el cuerpo de Cristo. Desafortunadamente, la gran mayoría de los autores modernos que escriben acerca de las fiestas, argumentan que el cumplimiento de las siete se encuentra en eventos físicos, y en casi todos los casos, que las últimas tres todavía son eventos futuros. No me importaría si estos autores solo estuvieran describiendo una manifestación futura de las fiestas a través de eventos naturales, si entendieran que el cumplimiento de ellas es espiritual, atemporal, en Cristo y como Cristo. La búsqueda del cumplimiento de las fiestas en eventos futuros implica, que estas realidades no están disponibles para el creyente hoy. Visión general de las siete fiestas De una manera muy general, yo resumiría las fiestas de la siguiente manera: Las primeras tres representan el fundamento; la cuarta establece la relación; las últimas tres representan el propósito o la consumación hacia el cual Dios lleva la relación. Cada una de las fiestas está ligada a la cruz y a la experiencia del creyente de todo lo que Dios ha cumplido allí. Nunca dejamos ninguna de las fiestas atrás, más bien, llegamos a conocer cada una de ellas en la persona de Cristo, crecemos hacia el eterno propósito de Dios, hacia la “medida de la estatura de la plenitud de Cristo” 3. Las Fiestas de la Pascua, el Pan sin Levadura y los Primeros Frutos testifican de la objetiva, perfecta y consumada obra de Cristo a través de la muerte, sepultura y resurrección. Guardar las Fiestas (cuando Israel hace las cosas requeridas por el Señor en los tiempos señalados) tiene que ver con la aceptación, participación y experiencia del creyente de esta obra perfecta. Cristo completó cada una de estas fiestas, pero Israel (viejo y nuevo) participa de cada una de ellas. La Fiesta de Pentecostés testifica de la inclusión de Israel en una relación de pacto con Dios. En Pentecostés tanto judíos como gentiles (igualmente cargados de pecado) son traídos a la obra consumada y transformados en una ofrenda perfecta para el Señor. Esta fiesta apunta al eterno pacto que nosotros, el cuerpo de Cristo, hemos llegado a conocer y a experimentar en Él. Las Fiestas de las Trompetas, el Día de Expiación y los Tabernáculos pintan una variedad de cuadros de la meta de Dios en y a través de Israel 4. Aquí vemos la 3 Efesios 4:13 4 A lo largo de este libro, el nombre “Israel” será usado para referirse al cuerpo corporativo de Cristo, tanto en el viejo como en el nuevo pacto, porque eso ha sido Israel siempre en la mente del Señor. Éxodo 4:22, “Israel es mi Hijo, mi primogénito”. culminación o el objetivo de la salvación hacia el que hemos sido llevados. Esta no es una escalera espiritual que escalamos. De hecho, todos empezamos recibiendo la obra perfecta y consumada de Dios en Cristo, pero la perfecta perspectiva de Dios de lo que Cristo ha llevado a cabo, obra en nosotros y se convierte en nuestro viaje de fe en la medida que crecemos en la revelación de Cristo. Específicamente hablando, la Fiesta de las Trompetas trata con el llamado de Dios al alma, el vuelco solemne y el arrepentimiento que nos coloca en posición de conocerlo a Él y de permitir que la cruz haga su obra en nosotros. La Fiesta del Día de Expiación nos muestra nuestro acercamiento, nuestro acceso a Dios. Es el Día que no solo involucra acercarse a Dios, sino también una gran división o juicio que remueve toda carne y pecado de la vista de Dios y lleva a Israel al Lugar Santísimo. En el nuevo pacto, este viene a ser un Día que amanece en nuestros corazones cuando atendemos al llamado de la trompeta del Señor. La meta final del Señor se puede ver en la Fiesta de los Tabernáculos, que habla de la morada definitiva de Dios, de una perfecta unión. “Y harán un santuario para mí, y habitaré en medio de ellos” 5. Esta fiesta dibuja un cuadro de nuestra experiencia de unión con Dios en Cristo: “En aquel día vosotros conoceréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí, y yo en vosotros” 6. También es llamada la Fiesta de la Cosecha y habla de la verdadera cosecha, o siega de Dios, donde el Señor reúne el fruto de Su Semilla, el incremento de lo que Él plantó. Las últimas tres fiestas en el sétimo mes (el número siete habla de culminación y reposo) no representan fechas en el tiempo o eventos históricos, sino la culminación de la salvación, o la meta hacia donde estamos siendo llevados. Creo que los cuatro meses entre Pentecostés y las últimas tres fiestas (120 días), es semejante a la experiencia del desierto. Es el tiempo donde decidimos seguir al Señor hacia Su propósito, o vagar en el desierto de nuestras propias imaginaciones y expectativas. El número 120 aparece en muchos otros contextos, que probablemente apuntan a la experiencia de transición de la carne al espíritu (despojarse del viejo hombre y vestirse del nuevo). En los días de Noé, Dios dijo que Él toleraría la carne por 120 años más. Moisés dirigió a Israel hasta la edad de 120 años, pero no pudo entrar a la tierra. No estoy seguro acerca del la importancia del número 120, en todo caso, parece que estos cuatro meses representan el viaje, la transición, la escogencia del corazón de dejar atrás lo primero y caminar hacia el propósito de Dios. 5 Éxodo 25:8 6 Juan 14:20 Capítulo 2 Pascua Versículos claves: Éxodo 12:1-51; Números 9:1-14; Deuteronomio 16:1-7; Marcos 14:12-26; 1Corintios 5:6-8; Hebreos 11:27-29 La Pascua es la primera fiesta de la primavera y da inicio en el día catorce del primer mes. En la mente de un judío del antiguo pacto estas tres fiestas en el primer mes estaban agrupadas, y a menudo se les llamaba, colectivamente, Fiesta del Pan sin Levadura. Aunque la Pascua es descrita en las Escrituras como una fiesta propiamente separada, los evangelios algunas veces se refieren a ella como: “El primer día de la fiesta de los panes sin levadura”7. La fiesta de la Pascua era una comida que se comía en el día catorce del primer mes (Abib o Nisan) y conmemoraba el evento real de la Pascua en Éxodo 12. En la primera Pascua, Israel fue colocado por Dios en la muerte del cordero. Se les dijo que mataran un cordero perfecto, que pintaran con su sangre los dinteles de las puertas, que entraran en la casa cubierta de sangre, y comieran por completo el cordero. Mientras Israel comía su propio juicio en el cordero, Egipto recibía su juicio fuera del cordero. Dios comienza Su propósito con Israel, en la Pascua. Comienza Su participación con ellos, ellos comienzan su experiencia de Él, comienza el proceso. En la Pascua la Semilla solitaria de Dios es sembrada (en la muerte) con una gran expectativa de cosecha. Éxodo 12:1-2, “Habló Jehová a Moisés y a Aarón en la tierra de Egipto, diciendo: Este mes os será principio de los meses; para vosotros será éste el primero en los meses del año. Esta fiesta era la base para el pacto, el fundamento para la relación que Dios estableció con Su pueblo. Sin esta fiesta, Israel permanecería en su pecado, separado de Dios. Números 9:13, “Más el que estuviere limpio, y no estuviere de viaje, si dejare de celebrar la pascua, la tal persona será cortada de entre su pueblo; por cuanto no ofreció a su tiempo la ofrenda de Jehová, el tal hombre llevará su pecado”. No llevar la ofrenda al Señor en el tiempo señalado, era la versión en tipo y sombra, de no relacionarse con Dios en Su Hijo, o fallar en conocer a Cristo como la Persona y 7 Mateo 26:17 Lugar en Quién uno podría relacionarse con Dios. No ofrecer esta ofrenda al Señor, es como tratar de establecer una relación con Dios en Adán. Tal relación no existe. Sin la Pascua no hay Israel, porque hasta que fueron bautizados en el cordero, todos los que vivían en la tierra de Egipto estaban muertos en pecado y transgresión. Necesitamos entender que Dios no tiene relación con el hombre fuera de los límites de Su Hijo. Así como Isaías dijo más de una vez, Dios nos ha dado a Su Hijo como nuestro pacto, como nuestra relación con el Padre 8. Muchos cristianos hablan como si cada creyente tuviera una relación privada con Dios, pero la verdad es mucho mejor que esto. La verdad es que Dios nos ha concedido entrada a la única y perfecta relación que Él tiene con Jesucristo; llegamos a compartir la relación de Cristo con Su Padre, o no tenemos al Padre ni al Hijo. Por lo tanto, cuando Israel comió el cordero sacrificado en la Pascua, entonces y allí (en tipo y sombra) fueron bautizados en Cristo. Ellos, ahora tenían una relación con Dios que nadie más en la tierra disfrutaba, por lo tanto, a ningún extraño (ninguna semilla extranjera incircuncisa) se le permitía comer de esta fiesta. Un extraño podía ser unido a Israel y disfrutar esta relación solo a través de la circuncisión, un cuadro de la cruz, mediante la eliminación de la carne a través del derramamiento de sangre. Una vez circuncidado, el extraño podía comer el cordero Pascual. Éxodo 12:43-45, “Y Jehová dijo a Moisés y a Aarón: Esta es la ordenanza de la pascua; ningún extraño comerá de ella. Mas todo siervo humano comprado por dinero comerá de ella, después que lo hubieres circuncidado. El extranjero y el jornalero no comerán de ella”. La sangre fue pintada en los dinteles de las puertas sólo el primer año, durante el evento real de la Pascua, pero Israel tenía que guardar la fiesta cada año, al recrear el simbolismo de Éxodo 12 que involucraba el cordero. Cada año mataban el cordero en el ocaso, entraba un grupo suficientemente grande en una casa para comerse un cordero, y se lo comían entero con el pan sin levadura y con hierbas amargas. La Pascua como el juicio de Dios Esta primera fiesta habla del juicio del mundo a través de la muerte de Cristo. De una u otra manera, todos aquellos que vivían en la tierra de Egipto murieron el día catorce del primer mes. Unos murieron en el cordero, otros murieron fuera del cordero, pero todos murieron. Una muerte era una muerte hacia resurrección, la otra era una muerte hacia destrucción. Poco antes de la cruz, Jesús dijo: “Ahora es el juicio de este mundo…y yo, si fuere levantado de la tierra, a todos atraeré a mí mismo”9. Después, describiendo esta misma realidad, Pablo escribe: “...que si uno murió por todos, luego todos 8 Isaías 42:6; 49:8 9 Juan 12:31-32 murieron”10. Todo hombre y mujer adámicos fueron crucificados con Cristo así se hayan percatado o no. El juicio de Dios a través de la cruz fue universal. Sin embargo, la resurrección que sigue a la muerte es solamente para aquellos que han nacido de nuevo, para los que reciben a Cristo por fe como su resurrección y como su vida. Por esa razón, usted podría decir que hay dos maneras distintas de recibir o experimentar la muerte de Cristo representada por la Pascua. Los que aceptan esta muerte como su propio juicio, que están de acuerdo con ella, participan de ella, comen de ella; a estos se les ha dado una nueva vida en la “mañana”, el amanecer de un nuevo día. Cuando un corazón está de acuerdo con el juicio de Dios del pecado y la muerte del hombre adámico, se le da a Cristo no solo como su muerte, sino también como su resurrección. Sin embargo, aquellos que rechazan esta muerte como su propio bien merecido juicio, nunca escaparán del hombre adámico, ni de la ley del pecado ni de la muerte que reina en este hombre. Estos también son juzgado en la muerte del Cordero, pero al rechazar el regalo de la vida en Cristo, permanecen en Egipto (muerte y pecado) separados del pacto de Dios. Participando en la muerte del Cordero En varios cuadros claros, Israel tuvo que experimentar en sí mismo la muerte del cordero. Toda la asamblea mató el cordero en el mismo momento (Éxodo 12:6), lo que significaba una gran muerte corporativa. Después pintaron con sangre alrededor de las puertas (versículo 7), entraron en la casa y comieron el cordero en su totalidad (versículos 8-9). Debido a que ellos estaban participando de la muerte del cordero, no podían salir hasta la mañana cuando hubieran terminado la comida (versículo 22). No podían salir de la casa del juicio, hasta que Cristo hubiera empezado un nuevo día bajo una nueva luz. En la mañana, Egipto ya no los podría retener más. No se suponía que esta comida fuera una celebración o una fiesta sabrosa. Comer el cordero era un cuadro de la participación en la muerte, no del disfrute de la deliciosa provisión de Dios. La comida no fue una experiencia placentera, ellos tuvieron que comer “la cabeza los pies y sus entrañas… con pan sin levadura y hierbas amargas”11. De paso, Judas no terminó la cena de la pascua cuando comió juntamente con Cristo la noche que lo traicionó. A diferencia de los otros discípulos, Judas salió “ya de noche”12. Quizás por eso es llamado, “hijo de perdición” o “hijo de destrucción”. Tal vez Judas representa al hombre adámico que rechaza el cordero y carga su propio juicio. A Judas se le ofreció una nueva vida en Cristo, pero rechazó el propósito para el cual nació. 10 2 Corintios 5:14 11 Éxodo 12:8-9 12 Juan 13:30 Jesús dijo: “... ¡ay de aquel hombre por quien el Hijo del Hombre es entregado! Bueno le fuera a ese hombre no haber nacido” 13. Creo que Jesús no estaba hablando solo del hombre individual, Judas, sino también de lo que representaba Judas. Judas fue un hombre invitado a comer la Pascua con Cristo, a “mojar con Él en el plato” 14 y encontrar vida en la luz de un nuevo día, pero tal como su padre Adán en el jardín, Judas rechazó y traicionó la Vida que se le ofreció. “Cuando vea la sangre” Dios no pasó por alto las casas de Israel indicándoles que escapaban de la muerte y del juicio, todo lo contrario, la sangre en las puertas indicaba que ellos ya estaban muertos y juzgados en el cordero. Esto es extremadamente importante. Como muchos otros cuadros dados en el Antiguo Testamento, lo que estaba bajo la sangre representaba lo que ya había sido juzgado por Dios, la condición en la que ya no había más condenación. Dios se relacionaba con Su pueblo bajo esta cubierta, como aquellos en los que no quedaba nada más que juzgar. Se nos muestra esta misma realidad en el arco iris que apareció después de diluvio. En la historia de Noé vemos que el juicio de Dios se ejecutó perfectamente en el diluvio, y que después les prometió a los que ahora vivían cubiertos bajo el arco iris, que nunca más destruiría la tierra. El arco iris era la señal de Dios de que el juicio había pasado y que ahora Él estaba en paz con Su creación. Él dijo: “Cuando vea el arco en las nubes me acordaré de mi pacto”15. De la misma manera Dios manda al Destructor a Egipto para ejecutar Su juicio perfecto, pero haciendo eco de la declaración que hizo después del diluvio dijo: “...y cuando yo vea la sangre pasaré sobre vosotros, y ninguna plaga vendrá sobre vosotros para destruiros”16. Israel fue juzgado en el cordero, pero no fue destruido. Cuando Dios vio la sangre pintada sobre sus casas, reconoció que aquellos que moraban bajo esa cobertura ya habían muerto y que no había nada más que juzgar. Una división eterna En Éxodo, podemos ver que la muerte del cordero y el subsecuente éxodo, estableció una división o separación perfecta entre Egipto y Dios (juntamente con Su pueblo). Una mayor perspectiva de esta división será discutida en la Fiesta del Pan sin levadura. 13 Mateo 26:24 14 Marcos 14:20 15 Génesis 9:16 16 Éxodo 12:13 El juicio de Dios no terminó la existencia de Egipto, pero terminó, por completo, la relación de Israel con él. Éxodo 14:13, “Y Moisés dijo al pueblo: No temáis; estad firmes, y ved la salvación que Jehová hará hoy con vosotros; porque los egipcios que hoy habéis visto, nunca más para siempre los veréis”. Literalmente, Israel nunca vio de nuevo a Egipto, porque el juicio de Dios había sido perfecto y permanente. Sin embargo, al no experimentar el juicio en sus corazones, los israelitas todavía se veían a sí mismos como ciudadanos de Egipto, y por tal razón, muchas veces añoraron volver a la tierra de pecado y muerte que les era tan familiar. Casi toda la primera generación vivió con temor a la muerte, ciega e internamente esclava de un enemigo ya derrotado. Sin embargo, desde la perspectiva de Dios ellos habían sido crucificados a Egipto y Egipto había sido crucificado a ellos. Israel había sido liberado “...de la potestad de las tinieblas y trasladado al reino de su amado Hijo” 17. Desde el punto de vista de Dios ellos dejaron Egipto, una vez que entraron en la muerte de Cristo (la puerta cubierta de sangre) aquella primera noche. Naturalmente hablando, ellos salieron la mañana siguiente y cruzaron el Mar Rojo tres días después, pero desde el punto de vista de Dios, Israel fue separado de Egipto la misma noche en la que fueron bautizados en la muerte del cordero. Note cómo el Señor describe esta realidad cuando habla con Moisés en Deuteronomio 16. Deuteronomio 16:1,6, “…porque en el mes de Abib te sacó Jehová tu Dios de Egipto, de noche…sino en el lugar que Jehová tu Dios escogiere para que habite allí su nombre, sacrificarás la pascua por la tarde a la puesta del sol, a la hora que saliste de Egipto”. Así que, comer el cordero implicaba un éxodo inmediato, y Dios se encargó de ilustrar esto haciendo que todo Israel comiera el cordero vestido para un viaje. Éxodo 12:11, “Y lo comeréis así: ceñidos vuestros lomos, vuestro calzado en vuestros pies, y vuestro bordón en vuestra mano; y lo comeréis apresuradamente; es la Pascua de Jehová”. Una de las cosas más importantes que necesitamos entender acerca de la Pascua es, que desde la perspectiva de Dios comer el cordero y dejar Egipto es la misma realidad. Por ende, cuando Israel aún estaba comiendo, Faraón (siempre un cuadro de Satanás, del rey del pecado, muerte y esclavitud) le gritó a Moisés: “Salid de en medio de mi pueblo vosotros y los hijos de Israel” 18. Y entonces, ya no teniendo nada más que ver con esa tierra o con su rey, fue como si Israel hubiese sido proyectado o vomitado de Egipto. 17 Colosenses 1:13 18 Éxodo 12:31 El cumplimiento de la Pascua Cada aspecto del evento de la Pascua y de la fiesta conmemorativa anual, encuentra su cumplimiento en la persona y obra de Cristo. El cumplimiento de la Pascua es tanto la obra objetiva consumada por Cristo al cargar la muerte y juicio del hombre adámico, así como la experiencia interna en cada creyente en la medida que “guardamos la fiesta”, la experiencia subjetiva de todo lo que esta muerte implica. Muchos cristianos no comprenden que Jesús fue, literalmente, crucificado el mismo día de la Pascua, después de comer el cordero Pascual con Sus discípulos. El día judío iniciaba en la tarde con la puesta del sol, y terminaba la siguiente tarde a la misma hora. Así que, Cristo comió la comida de la Pascua con Sus discípulos después del atardecer, cuando la Pascua estaba apenas comenzando. Él fue traicionado y arrestado aquella noche, llevado ante Pilato en la mañana y crucificado en la tarde. Todo esto se llevó a cabo en el día de la Pascua, el día catorce del primer mes. Mateo 26:2, “Sabéis que dentro de dos días se celebra la pascua, y el Hijo del Hombre será entregado para ser crucificado”. Ya hemos visto, que conforme se acercaba ese día, Jesús declaró que Su cruz era el juicio del hombre adámico, y dijo: “Ahora es el juicio de este mundo” 19. Pero tal y como vimos con Israel y Egipto, para algunos este juicio sería una muerte hacia vida y para otros una muerte hacia destrucción. Yo creo que con esta realidad en mente Jesús dijo: Mateo 21:44, “Y el que cayere sobre esta piedra será quebrantado; y sobre quien ella cayere, le desmenuzará”. Juan el Bautista habló de estas dos mismas opciones. El que recibe a Cristo pasa de muerte a vida, pero el que no cree, permanece en Egipto bajo la ira de Dios. Juan 3:36, “El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él”. Jesús dejó muy claro que Su muerte en la Pascua era el cumplimiento de la fiesta y el inicio del verdadero y eterno pacto con Dios. Marcos 14:22-24, “Y mientras comían (la Pascua), Jesús tomó pan y bendijo, y lo partió y les dio, diciendo: Tomad, esto es mi cuerpo. Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio; y bebieron de ella todos. Y les dijo: Esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada”. 19 Juan 12:31 Incluso antes de la noche de la Pascua, Jesús había enseñado, claramente, que comer el cordero (comer Su carne y beber Su sangre) era la única manera de hacer el éxodo de la muerte a la vida. Juan 6:53, 55-56, “De cierto, de cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros…Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, en mí permanece, y yo en él”. Y así, con el cumplimiento de la Pascua, Dios inicia Su verdadero y eterno propósito con el Israel espiritual. La cruz es el comienzo de la participación de Dios con ellos y de la experiencia de ellos con Dios. Por medio de la cruz, Dios plantó Su única y perfecta Semilla en la tierra con la gran expectativa de una cosecha resucitada de muchos miembros. Con esto en mente, consideremos los siguientes versículos: Juan 12:24, “De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto”. Mateo 13:3, 8, “Y les habló muchas cosas por parábolas, diciendo: He aquí, el sembrador salió a sembrar... Pero parte cayó en buena tierra, y dio fruto, cuál a ciento, cuál a sesenta, y cuál a treinta por uno”. Romanos 7:4, “Así también vosotros, hermanos míos, habéis muerto a la ley mediante el cuerpo de Cristo, para que seáis de otro, del que resucitó de los muertos, a fin de que llevemos fruto para Dios”. Por último, a través de la cruz de Cristo, Dios ha cumplido la gran división o separación que vimos que tomó lugar en Éxodo 12-14. Ha establecido una frontera eterna entre lo primero y lo segundo, Egipto e Israel, Adán y Cristo, muerte y vida, etc. Aquellos que comen el Cordero, son, literalmente, trasladados de un ámbito y de un hombre e introducidos en Otro. Colosenses 1:13, “El cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo…” Efesios 2:5-6, “Aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús”. Gálatas 6:14, “Pero lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo me es crucificado a mí, y yo al mundo”. Capítulo 3 La Fiesta del pan sin levadura Versículos Claves: Éxodo 12:15-20, 39; 13:3-10; 23:15; 34:18; Levítico 23:6; Números 28:17-25; Deuteronomio 16:3-4, 8; Marcos 14:12; 1 Corintios 5:6-8. El Pan sin levadura era una ceremonia de siete días que seguía inmediatamente después de la Pascua (comenzando el quince de Abib/Nisan), en la que se hacían sacrificios especiales para Dios, no se realizaba ningún trabajo (en el primer y último día de la fiesta), y lo más notable, toda levadura era, completamente, removida tanto del pan como de las casas en Israel. Casi en cada aparición en la Biblia 20, la levadura es un cuadro de la naturaleza del pecado que vive, crece, fermenta y corrompe. Con el Pan sin levadura, el segundo día de las primeras tres fiestas, Dios aparta el pecado (no solo los pecados), lo sepulta en la tierra y lo deja allí para siempre. Esta fiesta habla acerca de la perfecta y permanente separación provocada por la muerte del Cordero, de la total separación de la masa de Dios de la caída, corrupción y muerte de lo primero. En esta fiesta vemos una masa que representa un estado nuevo de existencia. El aspecto clave es la separación/división Hablamos de esta división cuando tratamos la Pascua porque las dos fiestas están tan intrincadamente relacionadas, pero aquí lo trataremos con más detalle. Cuando Dios describe la razón por la que ellos deben guardar esta fiesta, conecta el Pan sin levadura con la total separación y éxodo de Israel de la casa de muerte y corrupción de Egipto. Nótese esta conexión en los siguientes versículos. Éxodo 12:17, “Guardaréis la fiesta de los panes sin levadura, porque en este mismo día saqué vuestras huestes de la tierra de Egipto”. Éxodo 13:7-9, “Por los siete días se comerán los panes sin levadura, y no se verá contigo nada leudado, ni levadura, en todo tu territorio. Y lo contarás en aquel día a tu hijo, diciendo: Se hace esto con motivo de lo que Jehová hizo conmigo cuando me sacó de Egipto. Y te será como una señal sobre tu mano, y como un memorial delante de tus ojos, para que la ley de Jehová esté en tu boca; por cuanto con mano fuerte te sacó Jehová de Egipto. Cada una de estas fiestas de primavera son, primero, realidades que Cristo experimentó solo, y que luego se convierten en la experiencia de cada creyente que viene a vivir en Él. Cristo atravesó la muerte, sepultura y resurrección como la única Semilla de Su género, pero cuando recibimos a Cristo por fe, Su muerte se 20 Con la probable excepción de Mateo 13:33 / Lucas 13:21, donde el reino de Dios es comparado con la levadura por su habilidad de crecer y llenar tres medidas de harina. convierte en nuestro juicio, Su sepultura en nuestra transformación y Su resurrección en la vida que conocemos como propia. Como mencioné anteriormente, creo que estas primeras tres fiestas corresponden a la muerte, sepultura y resurrección de Cristo; la segunda fiesta se relaciona con la realidad de la sepultura. Jesús permaneció sepultado durante todo el primer día del Pan sin levadura, el quinceavo día de Nisan, y después resucitó en la Fiesta de los primeros frutos, el tercer día. Sepultar, eso es lo que hacemos cuando alguien ha muerto y ha llegado el momento de colocarlo fuera de nuestra vista para siempre. Al enterrar a alguien terminamos nuestra relación con esa persona, la devolvemos a la tierra de donde fue tomada: “Pues polvo eres, y al polvo volverás” 21. Cuando dejamos a alguien en la tumba, entendemos que es tiempo de seguir adelante sin él, que ya no nos relacionamos más con él. Cuando Sara murió, Abraham dijo: “...dadme en propiedad una sepultura entre vosotros, para que pueda sepultar a mi difunta y apartarla de delante de mí” 22. Esto es precisamente lo que la muerte de Cristo llevó a cabo en relación al pecado. Cristo atrajo a Sí mismo todo lo de Adán, no sólo sus pecados, sino la naturaleza misma de pecado, cargó con el juicio de ese hombre y lo colocó en una condición de eterna separación de Dios. Después, habiendo terminado Su obra, resucitó el tercer día y dejó a Adán atrás, en la tierra, separado de Dios para siempre. Esto es muy parecido a lo que sucede cuando una semilla muere y cae en la tierra. Aunque la vida dentro de la semilla se levanta de nuevo y lleva fruto, la cáscara muere y permanece como parte de la tierra para siempre. Creo que esto es exactamente lo que Dios nos muestra en la Fiesta del Pan sin levadura. A través de la muerte del cordero Pascual, Dios juzga a todo aquel que está en Egipto, y luego saca a “Israel mi Hijo, mi primogénito”23. Cuando Israel sale en la mañana, Dios separa Su nueva masa de la levadura que una vez los llenó y los definió. Para nosotros, los que hemos encontrado en Cristo el cumplimiento de esta fiesta, esto significa la separación de nuestra alma del pecado, del hombre adámico; estamos “muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús”24. Una vez más, esta separación (o santificación) fue primero experimentada por Cristo al dejar a Adán en la tumba, resucitar de entre los muertos y regresar a Su Padre. Pero, al igual que con todas las fiestas, la experiencia de la cruz de Cristo es una comprensión progresiva para todos aquellos que han nacido de Su Espíritu. Por esta razón, Jesús dijo: Juan 17:16,19, “No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo…Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad”. Juan 14:19-20, “Todavía un poco, y el mundo no me verá más; pero vosotros me veréis; porque yo vivo, vosotros también viviréis. En aquel día vosotros conoceréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí, y yo en vosotros”. 21 Génesis 3:19 22 Génesis 23:4 23 Éxodo 4:22 24 Romanos 6:11 Un Pan Nuevo Tal y como vimos en la sección previa, participar del cordero fue la causa de la expulsión de Israel de la tierra del pecado, muerte, y esclavitud. Ellos comieron del cordero con la inmediata expectativa de marcharse. Pero este marcharse desde la perspectiva de Dios involucraba mucho más, que sólo dejar un lugar. Involucraba también dejar una condición o un estado de ser. Por lo tanto, la historia del éxodo físico de Israel de Egipto, es dado a nosotros juntamente con otro importante cuadro – un pan cambiado o transformado. Israel era ahora una nueva creación, un nuevo pan, uno que ha sido liberado de la levadura que llenó y gobernó cada aspecto de su ser. En la Biblia, las primeras tres fiestas son a menudo llamadas colectivamente por el nombre de Pan sin Levadura. Quizás la razón de esto es que esta transformación dramática (experimentada primero por Cristo - del Último Adán al Segundo Hombre y luego experimentada por nosotros en Cristo) es el centro y foco de las fiestas primaverales. Por extraño que pudiera haberse oído, en la mañana del día 15 de Nisan (el primer día del Pan Sin Levadura), Israel inició su marcha fuera de Egipto, cargando panes sin levadura en sus manos, y recipientes de amasadura (recipientes para el pan) envueltas en sus sábanas sobre sus hombros. Éxodo 12:33-34, “Y los egipcios apremiaban al pueblo, dándose prisa a echarlos de la tierra; porque decían: Todos somos muertos. 34 Y llevó el pueblo su masa antes que se leudase, sus masas envueltas en sus sábanas sobre sus hombros”. Casi pareciera tonto imaginar dos o tres millones de personas marchando fuera de Egipto, cargando pan y tazones, pero el Señor estaba pintando cuidadosamente un cuadro natural de una realidad espiritual por venir. De nuevo, dejar Egipto no era solamente el éxodo de una situación difícil, era una transformación de naturaleza (panes sin levadura) que nos hizo utensilios aptos (tazones) para la gloria del Señor. Un cuadro similar es dado a nosotros a través del profeta Isaías, cuando describe el futuro éxodo de Israel del cautiverio en Babilonia. Él dice: Isaías 52:11 “Apartaos, apartaos, salid de ahí, no toquéis cosa inmunda; salid de en medio de ella; purificaos los que lleváis los utensilios de Jehová.” El Saqueo de Egipto En el medio de esta gran separación y éxodo hay otro aspecto de nuestra salvación que emerge. No sólo nos muestra como un pan nuevo sin levadura llevando los utensilios del Señor, sino que nuestro éxodo es además el medio por el cual Dios despoja el campamento enemigo. Éxodo 12:35 -36, “E hicieron los hijos de Israel conforme al mandamiento de Moisés, pidiendo de los egipcios alhajas de plata, y de oro, y vestidos. 36 Y Jehová dio gracia al pueblo delante de los egipcios, y les dieron cuanto pedían; así despojaron a los egipcios. Tales artículos como las alhajas de plata, oro, y tela, no fueron tomados para que los Israelitas se enriquecieran. Más bien, fueron utilizados por el Señor (más adelante en el Éxodo) para construir el Tabernáculo de Dios, Su lugar de morada entre las personas. Creo que el cuadro que estamos destinados a ver es que Dios no solamente derrotó a Su enemigo, sino que también tomó o saqueó el botín de guerra (¡nuestras almas!) con las que luego construyó Su propia casa. El Señor robó del campo de Satanás los materiales preciosos, vasijas, artículos (nuevamente, almas redimidas) que son luego transformados en Su literal morada, el templo donde Él es glorificado. Conociendo lo que Dios ha hecho Al igual que con todas las demás realidades de salvación, siempre existe el trabajo objetivo de la obra consumada de Dios en Cristo; y existe nuestra subjetiva comprensión espiritual (fe) y experiencia de esta obra consumada. Así que ser un pan sin levadura y conocer de esta realidad no es lo mismo. En otras palabras, estar muerto al pecado y separado de Adán, no significa necesariamente que usted esté experimentando esta gran transformación. Un cuadro claro de esto se puede apreciar en la historia del éxodo. El Israel del Antiguo Pacto llegó a estar muerto a Egipto en el preciso momento en que ellos entraron por la puerta cubierta de sangre. Pero no fue sino hasta 40 años después, cuando por fe ellos cruzaron el Jordán, que ellos empezaron a experimentar su libertad de Egipto, la tierra que Dios hace mucho tiempo atrás había apartado. Note qué dice el Señor en el día en que Josué los dirige a través del Jordán. Josué 5:9 “Y Jehová dijo a Josué: Hoy he quitado de vosotros el oprobio de Egipto.” En el primer siglo, el Israel del Nuevo Pacto (el cuerpo espiritual de Cristo) tuvo exactamente el mismo problema. Ellos eran una nueva creación, pero muchos no estaban experimentando la grandeza de su transformación, porque sus corazones no estaban vueltos al Señor. Ellos habían recibido salvación, pero ellos no conocían la salvación que habían recibido. Por medio del nuevo nacimiento a ellos se les había dado la vida de Cristo, pero no llegaron a conocer a Cristo por la revelación del Espíritu de Verdad. Pablo trató con este problema varias veces en la iglesia, y en una ocasión él utilizó el lenguaje de esta fiesta para hacerlo. 1Corintios 5:6-8 “No es buena vuestra jactancia. ¿No sabéis que un poco de levadura leuda toda la masa? 7 Limpiaos, pues, de la vieja levadura, para que seáis nueva masa, sin levadura como sois; porque nuestra pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros. 8 Así que celebremos la fiesta, no con la vieja levadura, ni con la levadura de malicia y de maldad, sino con panes sin levadura, de sinceridad y de verdad.” Note cómo Pablo entendió esta fiesta, y cómo él lo aplicó a la condición de la iglesia en Corinto. Cristo, el Cordero Pascual, había sido sacrificado. De ello se deduce que estos creyentes “son sin levadura”, independientemente de si conservaban o no “la fiesta”, que es, conocer y andar en la realidad de esta división entre lo viejo y lo nuevo. Así que Pablo los amonesta “conserven la fiesta” como una manera de decir, “Ahora tienes que venir a conocer y vivir la verdad”. Guardando la Fiesta Como en todas las siete fiestas, el acto de guardar la fiesta representaba aceptación personal, participación y obediencia (alineamiento) con lo que Dios estaba declarando a través de la ceremonia. Como mencionamos brevemente, bajo el Antiguo Pacto, la Fiesta del Pan Sin Levadura era una ceremonia de siete días que involucraba tres elementos primarios: 1) Sacrificios especiales iban a ser ofrecidos, todos representaban algún aspecto de la obra de Cristo. 2) Ningún trabajo debía hacerse el primer y último día de la fiesta. 3) El requerimiento más notable era la prohibición total de cualquier rastro de levadura, tanto en sus comidas como en sus hogares. Éxodo 12:14 “Y este día os será en memoria, y lo celebraréis como fiesta solemne para Jehová durante vuestras generaciones; por estatuto perpetuo lo celebraréis. 15 Siete días comeréis panes sin levadura; y así el primer día haréis que no haya levadura en vuestras casas; porque cualquiera que comiere leudado desde el primer día hasta el séptimo, será cortado de Israel.” Éxodo 13:7 “Por los siete días se comerán los panes sin levadura, y no se verá contigo nada leudado, ni levadura, en todo tu territorio.” Deuteronomio 16:4 “Y no se verá levadura contigo en todo tu territorio por siete días…” Guardar la fiesta bajo el Antiguo Pacto significaba físicamente salir de ese testimonio a una nueva creación. Por siete días esta fiesta pintó un cuadro de un pueblo libre de pecado, liberado de la naturaleza de Adán. Israel tuvo que alinearse externamente con la perspectiva de Dios en esta figurativa y simbólica manera en un tiempo determinado y por un propósito específico. Bajo el Nuevo Pacto, Pablo nos muestra que “guardar la fiesta” ya no es una ceremonia natural, sino más bien una realidad espiritual que involucra conocer y experimentar esta perfecta separación. Ya no estamos actuando a la sombra de lo que vendrá, pero estamos aprendiendo (por el Espíritu) la realidad de lo que ha de venir, y así, siendo limpiados internamente de cada residuo del hombre adámico que se aferra a nuestras mentes no renovadas. En esta manera somos “limpiados de la vieja levadura”, y “conservamos la fiesta…con el pan sin levadura de la pureza y la verdad”. Pabló comprendió que la obra estaba terminada, y que nosotros, siendo colocados por Dios en Cristo, somos una nueva creación en Él. 2Corintios 5:17 “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.” Romanos 6:4 “Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva... 6 sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado. 7 Porque el que ha muerto, ha sido justificado del pecado. Habiendo sido bautizados en una obra consumada, nuestra responsabilidad y nuestro llamado es guardar la fiesta, alineando nuestras almas con la obra consumada de la cruz. Esto no se trata de una única decisión que tomamos, sino de un proceso diario que la Biblia llama “renovaos en el espíritu de vuestra mente.” Por naturaleza nuestra mente es hostil hacia Dios, y es perfectamente ignorante de Su vida y Su camino. Esto no cambia inmediatamente en el momento en que nacemos de nuevo. El nuevo nacimiento es cuando recibimos la vida de Cristo, pero la luz de Su vida tiene que alumbrar nuestros corazones hasta que progresivamente cause que nuestros corazones caminen en Su perspectiva, Su verdad. Nosotros no necesitamos más de Su vida, lo que necesitamos es aprender a caminar en la luz como Él está en la luz, y experimentar de Su comunión con el Padre. Esto es lo que Pablo llama a venir a “conocer como fuimos conocidos”, o “asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús”. Ninguno se presentará delante de Mí con las manos vacías La perspectiva de Dios de “guardar las fiestas” (en ambos pactos), tiene que ver con presentarle a Él algún aspecto de Cristo que primero fue dado a Israel por medio de Dios. Esta era la expectativa de Dios en cada una de las siete fiestas - ver a Israel aparecer ante Él y estar relacionado con Él en Cristo. Éxodo 23:15 “La fiesta de los panes sin levadura guardarás. Siete días comerás los panes sin levadura, como yo te mandé, en el tiempo del mes de Abib, porque en él saliste de Egipto; y ninguno se presentará delante de mí con las manos vacías.” Al mostrarnos delante del Señor “vacíos”, sería mostrarnos ante Él en la vacuidad y la desnudez del hombre adámico, sin nada de Cristo para presentar al Padre. Esto es lo que Pablo llamaría “desechar la gracia de Dios”, esto es, rehusar a caminar en, vivir por, y presentar al Padre todo aquello que nos ha sido dado en Cristo. Necesitamos entender que la gracia nos da todo lo que Dios requiere en y a través de la Persona de Cristo, pero también demanda lo que Dios ha dado. Muchos tipos y sombras y parábolas demuestran que Dios nos da todo lo que necesitamos y todo lo que Él desea dar, pero también la única expectativa de Dios es el incremento de lo que Él nos ha dado. Mateo 25:26 “Respondiendo su señor, le dijo: Siervo malo y negligente, sabías que siego donde no sembré, y que recojo donde no esparcí.27 Por tanto, debías haber dado mi dinero a los banqueros, y al venir yo, hubiera recibido lo que es mío con los intereses.” Mateo 13:23 “Mas el que fue sembrado en buena tierra, éste es el que oye y entiende la palabra, y da fruto; y produce a ciento, a sesenta, y a treinta por uno.” Existen muchos puntos de vista erróneos en el cuerpo del Señor. Frecuentemente hablamos de la gracia como si se tratase meramente del perdón de las deficiencias de Adán. Ciertamente el perdón de pecados está incluido en la gracia, pero la gracia es mucho mayor que el perdón de pecados. La gracia es una relación en donde Dios nos da, y trabaja en nosotros, todo lo que Él desea de nosotros. Él nos da una muerte que no podíamos morir, y una vida que no podíamos vivir. Por gracia, Cristo se hizo a nosotros todas las cosas - sabiduría, justicia, redención, vida, luz, gloria, etc. De nuevo, en lo que frecuentemente fallamos en percatarnos es que, habiéndonos dado por gracia todo lo que Cristo es, Dios entonces requiere y desea de nosotros sólo aquello que sea la obra de Su gracia. Por esta razón, Pablo afirma: 1Corintios 15:10 “Pero por la gracia de Dios soy lo que soy; y su gracia no ha sido en vano para conmigo, antes he trabajado más que todos ellos; pero no yo, sino la gracia de Dios conmigo.” Hebreos 12:28 “Así que, recibiendo nosotros un reino inconmovible, tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia; 29 porque nuestro Dios es fuego consumidor.” Capítulo 4 Las Fiestas de los Primeros Frutos Versículos claves: Éxodo 23:19, 34:26; Levítico 23:9-14; Deuteronomio 26:1-10; Jeremías 2:3 Mateo 28:1; Marcos 16:1; Lucas 24:1; 1Corintios 15:20 Las fiestas de los primeros frutos fue la tercera de las primeras tres fiestas, y caía justamente en el día después del primer sábado después del décimo quinto día del mes (el inicio de las fiestas del Pan Sin Levadura). Cada vez que el décimo quinto día del mes caía un sábado, las primeras tres fiestas caerían en días consecutivos. Este fue el caso del año en que Cristo fue crucificado. Él fue crucificado el décimo cuarto día, permaneció sepultado durante el día décimo quinto (un sábado), y resucitó de entre los muertos en las fiestas de los Primeros Frutos, el día décimo sexto del mes. Durante la fiesta de los Primero Frutos, Israel tenía que llevar una única gavilla de frutos al sacerdote, de las primicias de la siega de la tierra. El sacerdote mecía la gavilla delante del Señor, y los frutos serían aceptados en nombre de Israel. Juntamente con la gavilla, se ofrecía un cordero macho sin mancha, como holocausto al Señor. Levítico 23:9 “Y habló Jehová a Moisés, diciendo: 10 Habla a los hijos de Israel y diles: Cuando hayáis entrado en la tierra que yo os doy, y seguéis su mies, traeréis al sacerdote una gavilla por primicia de los primeros frutos de vuestra siega. 11 Y el sacerdote mecerá la gavilla delante de Jehová, para que seáis aceptos; el día siguiente del día de reposo[a] la mecerá.” Tal y como hemos notado, esta fiesta habla sobre la resurrección de Cristo, y la presentación de Sí mismo delante del Padre como el “primogénito de entre los muertos.” Cristo es la ofrenda aceptable por quien y en quién todo Israel es aceptado en la presencia de Dios. La Cabeza de una Nueva Humanidad En su resurrección, Cristo abrió el seno de la muerte y se convirtió en el primogénito de una raza o género nuevo que están unidos a Él por la fe. Esto no significa que haya muchos como Cristo, pero que, por medio de Su resurrección, Cristo se ha convertido en la fuente y la vida de Su cuerpo la iglesia. Como tal, Él se dice ser la Cabeza de un hombre nuevo, la iniciación de una nueva creación. Romanos 8:29 “Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos.” Colosenses 1:18 “Y Él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, Él que es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia;” Ahora, Dios conoce y se relaciona con los seres humanos en uno de los dos hombres –Adán o Cristo. En Adán, el hombre se encuentra muerto en delitos y pecados, sigue siendo esclavo en la tierra de Egipto a un rey cruel y exigente. Pero en Cristo, experimentamos novedad de vida, hemos sido resucitados y sentados juntamente con Cristo en lugares celestiales. Somos “herederos de Dios y coherederos con Cristo.” Una ofrenda aceptable En el momento en que la primera gavilla de la cosecha de cebada brota de la tierra, el sacerdote la mecía delante del Señor, y era aceptada en nombre del pueblo, de la misma manera Cristo, el primogénito de entre los muertos, es presentado ante Dios como una ofrenda agradable. Él es Aquel en quién y por medio de quién el cuerpo de Cristo es acepto. Hebreos 9:24 “Porque no entró Cristo en el santuario hecho de mano, figura del verdadero, sino en el cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante Dios.” Es importante percatarnos que este “por nosotros” en la presencia de Dios, no significa en lugar de nosotros. La palabra Griega que se utiliza aquí es huper, y significa “en el nombre de, en aras de la”. Es importante conocer la diferencia porque, como parte de Su cuerpo, fuimos levantados en la presencia de Dios juntamente con Él. Obviamente nuestros cuerpos permanecen en la tierra, pero en lo que concierne a nuestras almas, “hemos muerto y nuestra vida está escondida con Cristo en Dios”. Teniendo esta realidad en mente, Pablo dice, “Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba.” (Colosenses 3: 1,3) Así que estamos sentados en lugares celestiales con Cristo, pero Él es el único que aparece. Hemos sido traídos a la presencia de Dios, pero Cristo es el que se ve, se reconoce y se recibe en nombre de nosotros. En la resurrección, Cristo se presentó a Sí mismo como una primicia, una ofrenda aceptable, y es en Él en quién somos aceptados. Efesios 1:6 “De manera que alabamos a Dios por la abundante gracia que derramó sobre nosotros, los que pertenecemos a su Hijo amado.” El primero en regresar a La Casa del Padre Así como los primeros frutos, y el primogénito de entre los muertos, Cristo fue el primero en regresar a la casa del Padre. Éxodo “23:19 Las primicias de los primeros frutos de tu tierra traerás a la casa de Jehová tu Dios.” Deuteronomio 26:1 “Cuando hayas entrado en la tierra que Jehová tu Dios te da por herencia, y tomes posesión de ella y la habites, 2 entonces tomarás de las primicias de todos los frutos que sacares de la tierra que Jehová tu Dios te da, y las pondrás en una canasta, e irás al lugar que Jehová tu Dios escogiere para hacer habitar allí su nombre.” Antes de regresar a Su Padre, Cristo nos preparó un lugar por medio de la obra de Su cruz. A través de Su muerte, sepultura, y resurrección, Cristo hizo exactamente lo que le había prometido a sus discípulos: Él abre los cielos y crea un camino para que nosotros estemos con Él en donde Él está. Esta realidad es precisamente lo que Cristo estaba tratando de explicarles a Sus discípulos en los días previos a Su cruz. Era necesario que tuviera que morir, ser sepultado, y levantado con el fin de abrir el camino hacia la casa del Padre, “llevar cautiva a la cautividad” (Efesios 4: 8), y atraerlos asimismo con Él. Juan 14:1 “No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. 2 En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros”. Juan 17:24 “Padre, aquellos que me has dado, quiero que donde yo estoy, también ellos estén conmigo, para que vean mi gloria que me has dado; porque me has amado desde antes de la fundación del mundo.” Esto NO es una realidad futura que los cristianos deberíamos esperar. Esto es la realidad presente y eterna del alma de cada creyente que ha sido bautizada en la muerte de Cristo, y levantada juntamente con Él en una novedad de vida. Es una lástima saber que muchos cristianos creen que la muerte física del cuerpo, es la gran transición o el éxodo del alma humana. La Biblia está en desacuerdo con esta idea. A lo largo del Nuevo Testamento, unánime y enfáticamente los apóstoles concuerdan que experimentando la muerte de la cruz, es como somos transformados de un hombre y de una creación a otra. De nuevo, la vasija natural no cambia de ubicación física. No necesita hacerlo. Es por medio de la cruz que el alma humana es literalmente trasladada de un hombre, de un ámbito a Otro. La experiencia, del creyente, de las Primicias Al igual que con las otras fiestas, la Fiesta de las Primicias es la experiencia y el logro de Cristo mismo. Pero por medio de nuestra participación por fe en Cristo, se convierte en el camino de cada creyente. Por fe somos participantes de la obra consumada de Cristo, así que esta resurrección de entre los muertos, este salir de la tierra como el tallo de una planta que brota del suelo, y este volver a la casa del Padre, se convierte también en nuestra realidad y experiencia. La revelación del Espíritu de esta realidad es el fundamento de nuestro caminar por fe. Pablo dice: Efesios 2:5-6 “…aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), 6 y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús.” Esto no era una cuestión de teología para Pablo. Ni tampoco se trataba de una mera verdad posicional que le esperaba en una futura consumación. Esta era la realidad de Pablo, y él sabía que era la realidad de cada hombre y mujer en Cristo. En muchas ocasiones estudiamos versículos como estos desde un marco de conceptos teológicos, en lugar de despertar a las realidades descritas por ellos. Pablo, hablando a la iglesia de Éfeso les dice, “Despiértate tú que duermes, y levántate de los muertos, y te alumbrará Cristo” (Efesios 5:14). Recibir a Cristo por fe significa que estamos ubicados en Él, y que Su éxodo por medio de la muerte, sepultura y resurrección se convierten también en el nuestro. Romanos 6:3-5 “¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte? 4 Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva. 5 Porque si fuimos plantados juntamente con él en la semejanza de su muerte, así también lo seremos en la de su resurrección.” En los versículos previos, Pablo describe nuestra unión con Cristo como plantados juntamente, como una semilla en la muerte. Aquellos que han sido plantados juntamente con Cristo en la muerte, salen del suelo con Cristo en resurrección. Esta es la experiencia del creyente con respecto a las Primicias. Las Primicias de la cosecha de cebada fueron levantadas de la tierra muerta y traídas al templo del Señor. De la misma manera, el alma de cada creyente abandona la tierra con Él, y encuentra su nuevo hogar en la casa del Padre. La manifestación de las Primicias Una vez más, Cristo fue crucificado en la Pascua, permaneció sepultado durante la Fiesta del Pan sin Levadura (un sábado), y posteriormente fue levantado de entre los muertos dejando así su tumba vacía el tercer día, el día de la Fiesta de las Primicias. Mateo 28:1,6 “Pasado el día de reposo, amanecer del primer día de la semana, vinieron María Magdalena y la otra María, a ver el sepulcro….. 5 Mas el ángel, respondiendo, dijo a las mujeres: No temáis vosotras; porque yo sé que buscáis a Jesús, el que fue crucificado. 6 No está aquí, pues ha resucitado…” Lucas 24:1 “El primer día de la semana, muy de mañana, vinieron al sepulcro, trayendo las especias aromáticas que habían preparado, y algunas otras mujeres con ellas”. La Fiesta de las Primicias no siempre caía el tercer día después de Pentecostés. Este día caía después del día del reposo, posterior a la fiesta del Pentecostés. Por ejemplo, si el Pentecostés caía en un año un martes, La Fiesta del Pan sin Levadura empezaría un miércoles, y las fiestas de las Primicias se darían el día después del próximo día del Descanso. De manera que, en este caso, habría seis días entre la Pascua y la fiesta de las primicias. Sin embargo, el año en que Cristo fue crucificado, la Pascua se dio el día viernes, el Pan Sin levadura el día del Descanso, y por lo tanto la fiesta de las Primicias se dio el tercer día, el día en que Cristo anunció que iba a ser resucitado. Una nota de aclaración Algo que podría tomarse para confusión con respecto a las fiestas es que por lo general son llamadas en la Biblia por más de un nombre. Algunas de ellas presentan de tres a cuatro nombres diferentes. Probablemente, el problema que surge a partir de esto, es que en ocasiones, tanto la tercera y cuarta fiesta (Primicias y Pentecostés) son llamadas como La Fiesta de las Primicias. La razón de lo anteriormente dicho es la siguiente: tal y como lo hemos mencionado, el ciclo de las 7 fiestas está ligado a la temporada de siembra y cosecha en Israel. En primer lugar se dio la cosecha de cebada, allí inició la mayor porción de cosecha en Israel, iniciando con el trigo que fue cosechada en Pentecostés. He intentado ilustrar esto de la siguiente manera. Por lo tanto, creo que la razón por la cual ambas, la tercera y cuarta fiesta, son en ocasiones llamadas las fiestas de las Primicias debido a que una habla de Cristo, el primogénito de entre los muertos, y corresponde a las primicias de la cebada. Y la otra habla de la iglesia, que es la primicia del incremento de Cristo, y corresponde a las primicias del trigo. Fue solamente Cristo, en Su muerte, sepultura y resurrección que cumplió el juicio, separó la levadura del pan, y fue levantado de Su obra consumada ante el Padre. Estos son las primicias de la cebada, y lo siguientes versículos hablan de esta realidad. Romanos 8:29 “Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos.” Colosenses 1:18 “y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, él que es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia;” 1Corintios 15:23 “Pero cada uno en su debido orden: Cristo, las primicias; luego los que son de Cristo, en su venida.” La iglesia, como el “nuevo grano” es unido a esta obra perfecta, y el incremento de Cristo en nosotros se convierte en las primicias de Su incremento. Nótese en los siguientes versículos cómo el inicio de Israel (tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento) se demuestra que es las primicias del incremento de Cristo en un pueblo. Jeremías 2:2-3 “Anda y clama a los oídos de Jerusalén, diciendo: Así dice Jehová: Me he acordado de ti, de la fidelidad de tu juventud, del amor de tu desposorio, cuando andabas en pos de mí en el desierto, en tierra no sembrada. 3 Santo era Israel a Jehová, primicias de sus nuevos frutos. Todos los que le devoraban eran culpables; mal venía sobre ellos, dice Jehová.” Santiago 1:18 “El, de su voluntad, nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que seamos primicias de sus criaturas.” Capítulo 5 Pentecostés (La Fiesta de las Semanas) Versículos claves: Éxodo 19:9-25, 23:15-16, 24:1-18, 34:22; Levítico 23:1521; Números 28:26-31, Deuteronomio 16:9-12; Hechos 2:1-4 La fiesta de Pentecostés es la cuarta fiesta anual de Israel. Iniciaba a principios del tercer mes, precisamente cincuenta días después se ofrecían delante del Señor las primicias de la cebada. Levítico 23:15-16 “Y contaréis desde el día que sigue al día de reposo, desde el día en que ofrecisteis la gavilla de la ofrenda mecida; siete semanas cumplidas serán. 16 Hasta el día siguiente del séptimo día de reposo contaréis cincuenta días; entonces ofreceréis el nuevo grano a Jehová.” El nombre de La Fiesta de las Semanas proviene del conteo de las siete semanas después de la Fiesta de las Primicias. Me encuentro dudando acerca del significado de los cincuenta días. ¿Es este número relevante debido a los siete sietes? O debiéramos ver cuarenta días más 10, ya que así es como se mencionan los números después de la resurrección de Cristo. Cristo se mostró a sus discípulos por cuarenta días después de Su resurrección (Primicias), “hablándoles acerca del reino de Dios.” Después les dijo que esperaran en Jerusalén, lo que resultó ser diez días más, para que el regalo del Espíritu Santo viniera en la Fiesta de Pentecostés. Durante la Fiesta de Pentecostés, era necesario que Israel llevara dos panes de grano nuevo con levadura hechos de trigo, y los presentara delante del Señor. Estos dos panes con levadura eran seguidamente ofrecidos al Señor, juntamente con una variedad de ofrendas de pecado, ofrenda encendida, y de paz; y mostrados posteriormente al Señor junto con los dos corderos. Levítico 23:17-20 “De vuestras habitaciones traeréis dos panes para ofrenda mecida, que serán de dos décimas de efa de flor de harina, cocidos con levadura, como primicias para Jehová. 18 Y ofreceréis con el pan siete corderos de un año, sin defecto, un becerro de la vacada, y dos carneros; serán holocausto a Jehová, con su ofrenda y sus libaciones, ofrenda encendida de olor grato para Jehová. 19 Ofreceréis además un macho cabrío por expiación, y dos corderos de un año en sacrificio de ofrenda de paz. 20 Y el sacerdote los presentará como ofrenda mecida delante de Jehová, con el pan de las primicias y los dos corderos; serán cosa sagrada a Jehová para el sacerdote.” Esta fiesta y los eventos circundantes en Éxodo 19 y 24, hablan de muchas maneras del bautismo de la iglesia o de la inclusión en la obra consumada de Cristo. En el libro de Éxodo, cincuenta días después de la Fiesta de las Primicias, Dios entró en pacto con Israel, e Israel entró en la Montaña de Dios. El Tiempo de la Fiesta La tradición judía, junto con la mayoría de los comentarios Bíblicos, afirman que el tiempo de esta fiesta corresponde a la inauguración de la iglesia del Antiguo Testamento. Esta fiesta conmemora la Ley dada por medio de Moisés en el Monte Sinaí, y la relación de pacto en la que Israel entró con Dios en el Monte Sinaí, cincuenta días después de haber dejado Egipto. Éxodo 19:1 En el mes tercero de la salida de los hijos de Israel de la tierra de Egipto, en el mismo día llegaron al desierto de Sinaí. Israel abandonó Egipto el día quince del primer mes. Cuarenta y cinco días después llegaron al Monte Sinaí. Moisés subió el monte por sí solo durante un día, entonces hubo un lapso de tres días de preparación para todo el campamento. Después de haber pasado los tres días, el pacto fue establecido por medio de la sangre, y el pueblo subió a la montaña y conocieron a Dios. Cincuenta días en total. Los 50 días corresponden exactamente con el tiempo entre la resurrección de Cristo y el recibimiento por parte de la iglesia, del Espíritu Santo que había sido prometido. Los eventos circundantes al Primer Pentecostés Pentecostés (usualmente llamado en el Antiguo Pacto como la Fiesta de las Semanas) no fue celebrado sino hasta que Israel entró en la tierra, sembró y recogió su cosecha. Pero los eventos que se dieron en el Monte Sinaí, aproximadamente cincuenta días después de haberse marchado de Egipto, están entrelazados a esta fiesta, y claramente apuntan al cumplimiento del Nuevo Pacto. Cuando llegaron al Sinaí, Moisés subió solo y recibió la instrucción del Señor de establecer una frontera alrededor del monte, para que ninguna carne pudiera acercarse, tocar o ver al Señor que descendía a la montaña sobre una nube. El Señor enfáticamente le demanda a Moisés descender del monte, en diferentes ocasiones, para advertirles a los Israelitas que ellos no se podían acerca a Él. Éxodo 19:12 “Y señalarás término al pueblo en derredor, diciendo: Guardaos, no subáis al monte, ni toquéis sus límites; cualquiera que tocare el monte, de seguro morirá.13 No lo tocará mano, porque será apedreado o asaeteado; sea animal o sea hombre, no vivirá. Cuando suene largamente la bocina, subirán al monte." El cuadro que necesitamos comprender aquí es, que hasta que Israel entrara en el pacto, no podía tener acceso a Dios. Hasta que naciera del Espíritu (en tipos y sombras), y se uniera a Dios por medio de la sangre del pacto, no podía tener acceso a Él. Su monte (lugar de morada) estaba fuera de los límites de la carne. Posteriormente, Moisés le anunció a su pueblo un período de tres días de purificación, santificación, lavamiento de ropas, con el fin de prepararlo para el encuentro con Dios en el monte. A lo largo del Antiguo Testamento, los períodos de tres días siempre representan un cuadro del la obra de la cruz, o de la experiencia de los creyentes de esa obra. Existen aún más ejemplos por mencionar; para nombrar algunos de ellos: El viaje de tres días de Abraham para sacrificar a su hijo Isaac, el distanciamiento de tres días que Jacob puso entre sí mismo y Labán, los tres días relacionados con los sueños del panadero y el copero, la descripción de Dios acerca del éxodo de Israel como un viaje de tres días, los tres días de preparación para cruzar el Río Jordán, cuando David trajo a juicio a todo Israel por tres días, Esther le pide a todo Israel ayunar por tres días antes de entrar a la presencia del rey, los tres días que habitó Jonás en el vientre de la ballena, etc. Existen muchos más cuadros. Lo que Dios ya había completado en los días de las primeras tres fiestas (Pascua, Pan Sin Levadura, Primicias), es a lo que ahora Israel está entrando en el Pentecostés. Su participación de los tres días en la cruz de Cristo lo prepara para lo siguiente - un pacto con Dios en la sangre, y un acercamiento a Su Monte Santo. Los siguientes cuatro capítulos (Éxodo 20-23), describen muchas de las leyes específicas que Moisés recibió cuando estaba solo con Dios en el monte durante ese tiempo. Pero cuando el período de tres días de santificación terminó, Dios estableció su pacto de sangre con Israel, lo invitó a su montaña para que viera a Dios, y comiera y bebiera con Él. La descripción de estos eventos en Éxodo 24 es abundante con los tipos y sombras que apuntan al cumplimiento del nuevo pacto. Primero, Dios le ordenó a Moisés escribir todo el Pacto. Después, le ordenó construir un altar en la base del monte, junto con los doce pilares que representaban las doce tribus de Israel. Moisés les ordenó a varios hombres jóvenes que ofrecieran holocaustos y ofrendas de paz al Señor, y que reunieran la sangre de los animales en cuencas. La mitad de la sangre fue rociada en el altar, las palabras del pacto eran leídas en voz alta al pueblo, y luego el resto de la sangre fue rociado sobre el pueblo mientras decían, “He aquí la sangre del pacto que Jehová ha hecho con vosotros sobre todas estas cosas.” Una vez rociada la sangre, Moisés, Aarón, Nadab y Abiú (los hijos de Aarón), y setenta ancianos de Israel (representando la congregación total) subieron al monte y vieron al Dios de Israel. Éxodo 24:9-11 “Y subieron Moisés y Aarón, Nadab y Abiú, y setenta de los ancianos de Israel; 10 y vieron al Dios de Israel; y había debajo de sus pies como un embaldosado de zafiro, semejante al cielo cuando está sereno.11 Mas no extendió su mano sobre los príncipes de los hijos de Israel; y vieron a Dios, y comieron y bebieron.” Mientras que algunos de los detalles de esta historia pueden ser confusos, la idea principal pareciera ser relativamente clara. Aproximadamente cincuenta días después de las primeras tres fiestas, Dios entró en un pacto con la congregación corporativa de Israel por medio de la sangre, e invitó a todos (a través del intercesor, Moisés) a subir a Su monte y a relacionarse con Él. El significado Espiritual de estos Eventos Todos estos cuadros físicos del pacto, relación, ley y comunión, son sombras naturales de lo que llegó a ser realidad espiritual, cincuenta días después de la resurrección de Cristo. En primer lugar, Cristo ascendió solo. Pero días después, Él les dice a sus discípulos que tengan la expectativa del Espíritu que había sido prometido, el resultado de la obra consumada en la cruz. Habiendo orado y esperado en el aposento alto por diez días (hasta la celebración judía de la Fiesta del Pentecostés), el Espíritu de Dios fue derramado sobre aquellos que creyeron. Es interesante cómo Lucas empieza el segundo capítulo del libro de los Hechos. Hechos 2:1 juntos.” “Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes Sin embargo, la traducción literal de este versículo es mucho más clara: • “Y en el cumplimiento del día de Pentecostés" (LitV de Greene) • “Y en el día de Pentecostés estando cumplido” (Traducción Literal de Young) Dos señales milagrosas acompañaron este evento. Hubo un fuerte ruido de un viento recio – cumpliendo el viento del Espíritu de Dios mostrado en la visión de Ezequiel en el valle de los huesos secos. En esta visión, el aliento del soplo de Dios trajo vida “enteramente a la casa de Israel”. La otra manifestación fue una pequeña lengua de fuego sobre la cabeza de cada creyente. Igualmente con los hijos de Israel cuando acampaban en el desierto, había una columna de fuego sobre el tabernáculo de Dios. En el Pentecostés, cada uno de los creyentes se convirtió en el verdadero tabernáculo y en la eterna “morada de Dios en el Espíritu”. Los paralelismos entre las sombras del antiguo pacto y el cumplimiento del nuevo pacto son claros, difícilmente se pueden pasar por alto. Por ejemplo, en el cumplimiento mostrado en la historia del Éxodo, Dios nos ha “preparado” para este nuevo pacto, haciéndonos partícipes de Su experiencia de tres días por medio de la muerte, sepultura, y resurrección. Después de sus tres días de purificación, el Israel del antiguo pacto presentaba la sangre de los animales sacrificados y la rociaba sobre aquellos que estaban reunidos en el Sinaí. En el nuevo pacto, la sangre de Cristo obra a favor de todos los creyentes. Moisés, Aarón, y los setenta ancianos subieron el monte para comer, beber, y ver a Dios. Pero ahora en Cristo, los creyentes pertenecientes al nuevo pacto “comen de Su carne y beben Su sangre,” y es por medio de la revelación del Espíritu cuando se empieza a ver a Dios cara a cara. En el cumplimiento de Pentecostés, usted podría decir que Dios descendió sobre la montaña en Su forma de “espíritu vivificante”, o usted también podría decir que el nuevo Israel fue levantado y sentado con Él en el monte y en la nube de Su presencia. De cualquier forma que usted lo describa, a los reunidos en el aposento alto se les dio de repente una nueva vida y fueron invitados a la relación de Cristo con Su Padre. En la historia del Éxodo, al pueblo, perteneciente al pacto, le fue dada la ley escrita de Dios como base para su relación. En Hechos, a los creyentes del nuevo pacto les fue dada “la ley del Espíritu de Vida en Cristo Jesús.” Esta ley nueva está “escrita no con tinta sino con el Espíritu del Dios viviente, no sobre tablas de piedra sino sobre las tablas de la carne, esto es, en el corazón.” Anteriormente, el Dios del Israel era completamente inalcanzable. Existían límites establecidos alrededor de Su monte santo, como una señal clara de que Su presencia estaba apartada de los límites. Pero ahora, tanto los judíos como los gentiles que están cargados de pecado, son bautizados en la obra consumada de la cruz, y lo nuevo, el cuerpo espiritual de Cristo, puede acercarse libremente a Dios sin miedo o condenación. Ahora, desde el punto de vista del Señor, la carne y el pecado han sido apartados, y por lo tanto no existe nada más que juzgar. En Hebreos capítulo doce, se contrasta el acercamiento a Dios con Éxodo 24, con el cumplimiento de estas cosas hechas ahora en Cristo. Hebreos 12:18-24 “Porque no os habéis acercado al monte que se podía palpar, y que ardía en fuego, a la oscuridad, a las tinieblas y a la tempestad, 19 al sonido de la trompeta, y a la voz que hablaba, la cual los que la oyeron rogaron que no se les hablase más, 20 porque no podían soportar lo que se ordenaba:SI AUN UNA BESTIA TOCARE EL MONTE, SERÁ APEDREADA, O PASADA CON DARDO;21 y tan terrible era lo que se veía, que Moisés dijo:ESTOY ESPANTADO Y TEMBLANDO;22 sino que os habéis acercado al monte de Sion, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles,23 a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos, a Dios el Juez de todos, a los espíritus de los justos hechos perfectos, 24 a Jesús el Mediador del nuevo pacto, y a la sangre rociada que habla mejor que la de Abel.” Usted habrá notado que no hay absolutamente nada en estos versículos que digan, que esto está todavía en el futuro para el cuerpo de Cristo. La comprensión interna de estas realidades es progresiva en la medida en que le permitamos al Espíritu de Verdad que “nos muestre las cosas que nos han sido concedidas por Dios.” Pero la obra está consumada, y nuestra entrada está eternamente asegurada. Si usted es cristiano, usted ha venido al Monte de Sión. La celebración de la Fiesta Si bien, estos eventos pintan un cuadro vívido de la entrada de Israel al pacto con Dios, los detalles específicos de las fiestas nos muestran aún mucho más de la perspectiva de Dios, acerca de la inclusión de la iglesia en la obra consumada en Cristo. Lo más destacable sobre la fiesta de Pentecostés fue la ofrenda de los dos panes. A diferencia de cualquier otra ofrenda de granos ofrecida al Señor durante el transcurso del año, esta ofrenda en particular se trataría de panes leudados, y no se suponía que fueran mezclados con el aceite habitual y con incienso. A menudo se interpreta, y creo que es una interpretación precisa, ver estos dos panes representando al pueblo judío y a los gentiles, cargando de igual manera con el pecado, carentes del Espíritu de Dios (sin el aceite) y sin ningún rastro de la fragancia de Cristo (incienso). Romanos 3:9 “¿Qué, pues? ¿Somos nosotros mejores que ellos? En ninguna manera; pues ya hemos acusado a judíos y a gentiles, que todos están bajo pecado.” Poder ver cómo la obra de salvación atrae las dos casas, o los dos grupos, es un tema común a lo largo de las Escrituras. Cuando el único cuerpo de Israel es dividido en dos grupos, las diez tribus del norte y las dos tribus de sur, Dios comienza a hablarle a Su pueblo como a dos entidades que serán algún día unidas de nuevo. Incluso, antes de que los Asirios atacaran, llevaran cautivos, e integraran las diez tribus del norte en las naciones gentiles vecinas, los profetas de Dios continuaron hablando sobre la gran reconciliación entre las dos casas. Los profetas hablaban como si Dios estuviera contando las diez tribus del norte junto con el resto de los gentiles, y prometían que algún día estos pueblos se reunirían otra vez junto con los judíos para conformar un nuevo hombre, bajo un solo Pastor, un Rey, en una Tierra. Estas profecías han creado expectativas en algunos cristianos, sobre una futura reunión y reconciliación física entre todas las doce tribus. Pero el cumplimiento de estas profecías es la increíble, eterna, y espiritual realidad que Pablo nos describe en Efesios capítulo dos. Efesios 2:15-16, “aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz, 16 y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades…porque por medio de él los unos y los otros tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre.” En mi opinión, considero que estos son los dos panes con levadura representados en la Fiesta de Pentecostés. En la ceremonia, estos dos panes amablemente se unieron a la obra perfecta de Dios en Cristo. Son ofrecidos con siete corderos perfectos, varios holocaustos y ofrendas de paz, y después fueron mostrados delante del Señor junto con dos corderos. Estos panes no son quemados sobre el altar como un aroma dulce hacia Dios (como sucedía en las ofrendas diarias de granos). En este caso, Dios no está aceptando estos panes en su condición actual. Más bien, los panes son dados al sacerdote para que se los coma. Son bautizados en Cristo, hechos participantes de Su muerte, sepultura y resurrección. 1Corintios 12:13 “Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu.” Romanos 6:3 “¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte?” La experiencia del creyente de Pentecostés Tal y como en las otras fiestas, Pentecostés contiene un evento histórico y literal que corresponde a, y manifiesta su cumplimiento. Así como la Pascua, el Pan sin Levadura, y las Primicias corresponden a la muerte, sepultura, y resurrección literal de Cristo, Pentecostés fue manifiestamente mostrado para ser cumplido cuando Dios derramó la tan esperada promesa de Su Espíritu. Considerando esto como verdad, no podemos pasar por alto la distinción entre la manifestación externa de Dios del cumplimiento del Pentecostés en Hechos capítulo 2, y la experiencia individual y actual del creyente acerca de la realidad de este cumplimiento que ocurre en el alma. Como hemos podido ver, cada aspecto que hemos mencionado del Pentecostés, tanto en los eventos que tomaron lugar en el Monte Sinaí y los detalles de esta fiesta, son realidades de nuestra relación con Dios en Cristo, y todas estas se deben de convertir también en experiencias presentes e internas. Hemos podido apreciar que el lugar y la sustancia de todo cumplimiento verdadero es Cristo Mismo. Toda profecía está cumplida en Cristo y como Cristo, de una manera u otra. Por esta razón, la experiencia del creyente acerca de Pentecostés es cumplida, no en el momento en que el creyente lee y cree que se ha llevado a cabo Hechos capítulo 2, sino cuando Cristo hace en el creyente que todas estas cosas se conviertan en realidades vivas que se conocen y poseen por medio de la fe. Debería mencionarse que, aunque esta fiesta trata acerca de la inclusión de la iglesia en la ya terminada obra de Dios en Cristo, esto no significa que los creyentes esquiven la experiencia de las primeras tres fiestas. En otras palabras, no sólo porque el inicio de la iglesia y de su pacto con Dios se da en la fiesta número cuatro, significa que la fiesta uno, dos, y tres solamente son experimentadas por Cristo. Exactamente lo opuesto es la verdad. En cuanto somos unidos a Cristo en el Pentecostés, Su Pascua se convierte en nuestra muerte, Su sepultura se convierte en nuestra separación de la naturaleza pecaminosa, Su resurrección se convierte en nuestra experiencia de ser levantados juntamente con Él, para caminar en novedad de vida. Tanto en la sombra como en el cumplimiento, la iglesia (Israel) es unida a Cristo después de que Él completa Su obra. Sin embargo, tanto en la sombra como también en el cumplimiento, Israel debe aprender a “conservar las fiestas” de la Pascua, Pan sin Levadura, y las Primicias, experimentando de manera personal estas realidades. El Pentecostés brinda una comprensión del Cuerpo Otra forma en la que el Señor nos hace experimentar el cumplimiento de esta fiesta es, al revelar la realidad de Su iglesia en nosotros. Esta fiesta tiene mucho que enseñarnos sobre la perspectiva de Dios sobre el Cuerpo de Cristo. Por ejemplo, vemos a ese judío y gentil pecaminoso (los dos panes) que son bautizados en la misma muerte, y que llegan a ser uno en el Sumo Sacerdote. Así mismo Pablo describe en sus muchas cartas, que ahora no existe distinciones carnales en Cristo, porque no existe carne en Cristo. Judío, gentil, hombre, mujer, esclavo, libre, estas son distinciones que tienen que ver con cuerpos físicos, lugares, condiciones, pero no tienen absolutamente ninguna relevancia, en el único hombre nuevo que Dios ha levantado de entre los muertos. La iglesia es Cristo, que vive y se glorifica en Él mismo por medio de las almas de aquellos quienes han nacido de Su Espíritu. En Él, toda carne ha colisionado con la cruz, caído en la tumba, y nunca más será vista. Sin embargo, el alma de cada creyente, es inmediatamente creada para beber del mismo Espíritu. Así que, el cuerpo de Cristo no se trata de muchos seres humanos tratando de agradar a Dios en la carne, sino que es Un Hijo resucitado viviendo Su vida en muchos miembros (algunos todavía con cuerpos terrenales, y otros sin cuerpo). Además, cuando reconocemos que Pentecostés solamente es la fiesta número cuatro, y que aún quedan tres fiestas más allá de esta, podemos entender que la salvación de la iglesia no es el propósito final de Dios. Por el contrario, la iglesia fue salvada para un propósito. Esto es algo, que para muchos en la iglesia parece confuso. A menudo hablamos como si la meta principal de Dios para la humanidad fuera, recibir la vida que Él ofrece. Hemos hablado del deseo de Dios de que todos sean salvos. Por favor no me malentiendan, el regalo de la vida es un regalo inexplicablemente grandioso. Pero aún en el ámbito natural, entendemos que recibir vida no define nuestro propósito. Recibimos vida con el propósito de crecer, madurar y alcanzar todo el potencial que la vida tiene. Esto también es verídico en el ámbito espiritual. Ciertamente el Señor desea que todos los hombres sean salvos, pero también que se acerquen al pleno conocimiento de la verdad. Recibir la vida espiritual no es nuestro propósito. La vida nos es dada PARA un propósito, y ese propósito tiene que ver con alcanzar una gloria mayor y una cosecha de la verdadera Semilla de Dios. Es esto precisamente lo que vemos descrito en las tres fiestas finales. Otro asunto extremadamente importante que podemos apreciar a través de las descripciones bíblicas de esta fiesta, es la realidad de que la iglesia tiene presente (no sólo futuro) acceso a la nube de la presencia de Dios, la montaña de la herencia de Dios. Ahora podemos, en Cristo, ver la cara de Dios, y comer y beber con Él. Esto es mucho más importante, porque gran parte de cuerpo del Señor, hablamos como si estas realidades fuesen futuras, espera la muerte del cuerpo físico o la segunda venida. El hecho de que los ojos naturales no puedan ver al Señor, y que las manos físicas no puedan tocarlo, nos lleva a la conclusión de que estos cuadros de unión y comunión aguardan un día mayor, una futura consumación. Pero nada podría estar más alejado de la verdad. Los ojos físicos, los cuerpos, y las mentes nunca han sido las facultades que Dios diseñó para la comunión con Él. Dios es Espíritu, y por ende nuestra experiencia con Él es presente, espiritual, y se lleva a cabo en el lugar que Dios ha diseñado para conocerlo a Él y para ser Su morada - el alma humana. Capítulo 6 La Fiesta de las Trompetas Versículos Claves: Éxodo 19:13; Levítico 23:23-25; Números 29:1-7; Nehemías 8:1-10; Isaías 27:13; La Fiesta de las Trompetas es la primera de las fiestas de otoño, e inicia el primer día del mes sétimo. Las escrituras hablan muy poco acerca de esta fiesta. El aspecto más notable de esta fiesta es que, precisamente este día es apartado como un día para el son de las trompetas. Levítico 23:23 Y habló Jehová a Moisés, diciendo: 24 Habla a los hijos de Israel y diles: En el mes séptimo, al primero del mes tendréis día de reposo, una conmemoración al son de trompetas, y una santa convocación. 25 Ningún trabajo de siervos haréis; y ofreceréis ofrenda encendida a Jehová. Números 29:1 En el séptimo mes, el primero del mes, tendréis santa convocación; ninguna obra de siervos haréis; os será día de sonar las trompetas. El sonar de las trompetas es utilizado a lo largo de las Escrituras para convocar al pueblo de Dios. Varios tipos de trompetas se utilizaban para llamar la atención de Israel, para reunirlos o invitarlos juntos, para advertirles o anunciarles algo, o para llamarlos a la batalla. La idea general siempre se relaciona con el llamado a Israel. El son de las trompetas durante la Fiesta de las Trompetas, fue entendida en la historia judía como un llamado a volverse, a arrepentirse, para prepararlos para el Día que había de venir. (El Día de la Expiación, que sucedía 10 días después, usualmente se hacía referencia simplemente como “El Día.”) Nada más sucedía en este día en particular. Pero la idea parecía ser que no se podía realmente esperar beneficiarse de, o experimentar la grandeza del Día venidero, si ellos primeramente no prestaban atención al llamado de la trompeta y humillaban su corazón ante el Señor. El Significado Espiritual de las Trompetas Debido a que veo las pasadas tres fiestas colectivamente, como un cuadro del objetivo de Dios, o el propósito para su pueblo, tiene sentido que la Fiesta de las Trompetas represente el llamado de Dios al alma del creyente para, “proseguir a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús” (Filipenses 3: 14). Una cosa es estar unidos a Cristo en el Pentecostés, y otra cosa es prestar atención al llamado de Dios hacia el final, por el cual fuimos creados. Vemos un cuadro claro de esto en el Éxodo de Egipto. Millones entraron en el pacto con Dios en el Monte Sinaí, pero muy pocos estuvieron dispuestos a prestar atención al llamado de Dios para entrar a la Tierra Prometida. Millones en Israel recibieron al Señor como su Dios, conservando sus propios propósitos humanistas para Él. Pero de esa primera generación, solamente Josué y Caleb estuvieron dispuestos para que Dios los guiara en Su eterno propósito. Como veremos, el Día de la Expiación representa el acceso mediante el cual nos “acercamos a Dios” (en una comprensión espiritual o fe, no una proximidad física). Nuestra experiencia acerca este día es de alegría y de juicio, una feliz unión del alma, y un rechazo estricto de la carne. Pero para poder avanzar hacia este día (un día que progresivamente amanece en nuestros corazones), necesitamos humillar nuestros corazones y afligir nuestras almas al sonido de la trompeta de Dios. Para nosotros en el nuevo pacto, esto es un llamado interno, una invitación al alma. Las Trompetas en el Antiguo Testamento A lo largo de la historia de Israel, las trompetas se utilizaban para reunir al pueblo de Israel, para proclamar una batalla, y para anunciar ciertos sacrificios. Aunque no eran parte del propio día de la fiesta, hay varios versículos que hablan de trompetas que creo que nos pueden ayudar a entender, qué representa esta fiesta. Por ejemplo en Éxodo capítulo 19, durante los acontecimientos que rodearon el primer Pentecostés. Hemos discutido cómo Dios descendió del monte, y le dijo a Moisés que estableciera límites alrededor del monte. Israel no tenía acceso a la nube de la presencia de Dios. Sin embargo, hay un interesante uso de la trompeta involucrada en esta historia, que nos ayuda a entender su significado espiritual. Éxodo 19:12 Y señalarás término al pueblo en derredor, diciendo: Guardaos, no subáis al monte, ni toquéis sus límites; cualquiera que tocare el monte, de seguro morirá. 13 No lo tocará mano, porque será apedreado o asaeteado; sea animal o sea hombre, no vivirá. Cuando suene largamente la bocina, subirán al monte. La traducción literal del versículo 13 es aún mejor. “…En el sonar del cuerno del carnero, ellos deberán subir a la montaña”. Aquí podemos ver una correlación entre el sonido de la trompeta, y la invitación a Israel para acercarse o ascender a Dios. La trompeta era el llamado, el sonido de la invitación de Dios para acercase. Otro ejemplo se encuentra en Joel capítulo 2. En este capítulo vemos nuevamente la trompeta siendo utilizada para llamar, o invitar al pueblo de Dios para “volverse hacia él con todo su corazón”. Pero también hay otro elemento involucrado aquí. En este capítulo, el son de la trompeta anuncia dos cosas, o quizás las dos caras de la misma moneda. La trompeta anuncia “un maravilloso y terrible día”. Es tanto un día para acercarse a Dios, como también un día en el cual los enemigos de Dios serán destruidos por completo. Es un día de rasgarse las vestiduras y volverse al Señor su Dios, pero también es un día de oscuridad, penumbra, y de gran juicio. En el versículo siguiente, vemos un llamado de trompeta, anunciando el juicio de los enemigos de Dios. Joel 2:1 “Tocad trompeta en Sion, y dad alarma en mi santo monte; tiemblen todos los moradores de la tierra, porque viene el día de Jehová, porque está cercano.2 Día de tinieblas y de oscuridad, día de nube y de sombra…” No obstante, en el próximo versículo vemos un llamado de trompeta, invitando a Israel a humillar sus corazones y aproximarse a Dios. Joel 2:15 “Tocad trompeta en Sion, proclamad ayuno, convocad asamblea. 16 Reunid al pueblo, santificad la reunión, juntad a los ancianos, congregad a los niños y a los que maman…”. Encuentro estos dos aspectos del llamado de la trompeta interesantes porque, en mi experiencia, el llamado del Señor a seguir con Él siempre involucra estas dos realidades. Cuando estoy prestando atención al llamado de Dios para crecer en Cristo, siempre hay un tremendo corte en mi corazón de todo aquello que se opone al Señor. Así como en los tipos y sombras reflejados en las historias del rey David, mi alma es como una tierra que ha recibido a un rey verdadero, pero en la tierra aún moran muchos enemigos incircuncisos. Así que a medida que escucho y humillo mi corazón al sonido de la trompeta de Dios, el resultado involucra un corte de la carne incircuncisa, junto con una mayor conciencia y experiencia del Rey. Otra escritura interesante que creo que puede estar ligada a la Fiesta de las Trompetas, se encuentra en Nehemías capítulo 8. Este capítulo relata la historia del pueblo de Israel, reunido y escuchando por primera vez las palabras del libro de la Ley de Dios desde la cautividad Babilónica. A pesar de que no se hace mención de trompetas en este capítulo, esta historia toma lugar en el primer día del mes séptimo, el día de la Fiesta de las Trompetas. En este día, el sacerdote y escriba Esdras se levanta delante de todo el pueblo, para leer y explicar la ley de Dios. Nehemías 8:1 y se juntó todo el pueblo como un solo hombre en la plaza que está delante de la puerta de las Aguas, y dijeron a Esdras el escriba que trajese el libro de la ley de Moisés, la cual Jehová había dado a Israel. 2 Y el sacerdote Esdras trajo la ley delante de la congregación, así de hombres como de mujeres y de todos los que podían entender, el primer día del mes séptimo. En este día, la lectura de las palabras de Dios, sonó como el estallido de la trompeta a las almas de los hombres y de las mujeres que estaban reunidos. Los tocó tan profundamente que todos empezaron a llorar. “Porque todo el pueblo lloraba oyendo las palabras de la ley.” Eventualmente, Esdras los animó para que pararan de llorar y se regocijaran en todo lo que Dios había hecho por ellos. Dudo que sea coincidencia que este profundo llamado al corazón de Israel, tomara lugar en el día de la Fiesta de las Trompetas. Tal y como hemos visto en las otras escrituras, el enfoque aquí pareciera ser que Dios estaba llamando a los corazones, atrayendo la atención de aquellos en Israel, quienes se habían reunido delante de Él como un hombre. Capítulo 7 El Día de Expiación Versículos claves: Levítico 16:1-34, Levítico 23:26-32; Zacarías 3:1-10; Hebreos 4:16, 7:19, 7:25, 10:1-2, 10:22 Números 29:7; El Día de Expiación era la sexta fiesta anual en Israel. Se llevaba a cabo en el día décimo del séptimo mes. La ceremonia implicada en el Día de la Expiación, probablemente era más compleja que las otras fiestas. Todo el capítulo de Levítico 16 describe los detalles de ese día. En resumen, este es el día donde el sacerdote realiza una expiación para el tabernáculo de Dios utilizando la sangre de un becerro y de un carnero. La ceremonia proseguía de la siguiente manera. Primero, El Sumo Sacerdote lavaba por completo su cuerpo en agua pura, y se ponía una vestimenta de lino puro, que se decía era necesaria, para prevenir que la carne fuera vista. Éxodo 28:42 Y les harás calzoncillos de lino para cubrir su desnudez; serán desde los lomos hasta los muslos. 43 Y estarán sobre Aarón y sobre sus hijos cuando entren en el tabernáculo de reunión, o cuando se acerquen al altar para servir en el santuario, para que no lleven pecado y mueran. Es estatuto perpetuo para él, y para su descendencia después de él. El becerro era llevado delante del Señor, y el Sumo Sacerdote confesaba su pecado personal, y los pecados de su casa (los Levitas) sobre este animal. Después, el animal era ejecutado, y su sangre se ponía dentro de un tazón. Seguidamente traían delante del Señor dos machos cabríos de la congregación. Se echaban suertes sobre los dos machos cabríos, uno era escogido para ser ofrecido al Señor, el otro era escogido como un Azazel - una palabra Hebrea que significa Satanás, o eliminación completa (existe cierto debate en esto). Después de esta selección, el Sumo Sacerdote tomaba un recipiente lleno de brasas de fuego del altar, las ponía en un incensario, luego tomaba un puñado de perfume aromático y entraba al tabernáculo, más allá de ambos velos. Él ponía el incensario ardiendo delante del arca, lanzaba el incienso sobre el fuego, y dejaba que la nube de humo llenara el Lugar Santísimo. Luego, el Sumo Sacerdote salía del tabernáculo, tomaba el tazón que contenía la sangre del becerro y entraba nuevamente al tabernáculo más allá del velo. Él rociaba la sangre sobre y al frente del arca del pacto, y luego se retiraba. Seguidamente, mataba al macho cabrío que había sido escogido para el Señor, tomaba su sangre y la llevaba al tabernáculo, y realizaba el mismo procedimiento con esta sangre como lo había hecho con la sangre del becerro. El Sumo Sacerdote se encargaba luego de mezclar la sangre del becerro con la sangre del macho cabrío, y la rociaba sobre y alrededor del altar de incienso que precedía al velo. Finalmente, el sacerdote salía del tabernáculo y se acercaba al macho cabrío vivo, dedicado a Azazel. Ponía sus dos manos sobre la cabeza del macho cabrío, y confesaba sobre él todas las iniquidades y transgresiones de Israel, y dejaba ir al macho cabrío a una tierra inhabitable, para que nunca más fuera visto. Los cuerpos del becerro y del macho cabrío eran arrastrados fuera del campamento y quemados. Interpretaciones Comunes del Día de la Expiación Casi todos los libros, comentarios, y artículos que he leído concernientes al Día de la Expiación, relacionan esta fiesta con uno o dos de los siguientes aspectos. 1) El Sacrificio de Cristo en la cruz, el perdón de pecados, el hecho de que Cristo nos lleva a Su Padre detrás del velo. O más comúnmente, 2) El futuro día del Señor, un día de juicio que está por venir a la tierra. La gran mayoría de libros contemporáneos, artículos, y páginas web, relacionan las últimas tres fiestas con el fin de los tiempos. Muchos piensan que las Trompetas corresponden al rapto. El Día de la Expiación habla sobre el día del gran juicio por venir. El Tabernáculo es un cuadro del Milenio, o de la llegada de un nuevo cielo y tierra. Por lo que he dicho anteriormente, obviamente es mi creencia que cualquier interpretación futura de las fiestas de Israel, es absurda por una serie de razones. Primero, porque “el eterno propósito de Dios se ha cumplido en Cristo Jesús.” Segundo, porque a pesar de que el cumplimiento de los tipos y sombras suelen tener una manifestación natural, el cumplimiento en sí es espiritual, eterno, y es en Cristo. Vale la pena repetir que Cristo Mismo, y nuestra unión eterna con Él, es el cumplimiento, la realización, y la realidad de todo lo que Dios siempre ha hablado, prometido, o prefigurado. Tercero, debido a la manera como los autores del Nuevo Testamento hablan acerca de estas fiestas. La otra interpretación (es decir, que el Día de la Expiación representa la muerte de Cristo en la cruz, el perdón de pecados, y que Cristo nos trajo a Su Padre detrás del velo) no es del todo equívoca, pero creo que es insatisfactoria por varias razones. Por ejemplo, si el Día de la Expiación simplemente representa la muerte de Cristo en la cruz y el perdón de nuestros pecados, entonces ¿por qué la sexta fiesta? ¿Por qué no fue la primera? ¿No tenemos ya un cuadro increíble de la muerte, sepultura, y resurrección de Cristo, y un pacto basado en una obra terminada, dada a nosotros en la primera fiesta? Además, si el Sumo Sacerdote representa a Cristo atrayéndonos a su Padre una vez y para siempre detrás del velo, ¿entonces por qué Él escogió vestirse en este día sólo de linos blancos? En el Día de la Expiación, el Sumo Sacerdote se despojaba de las vestimentas tradicionales que representaban toda la casa de Israel, con 12 piedras y los 12 nombres de las tribus. Y si, ir al Lugar Santísimo representa el regreso de Cristo al Padre, ¿por qué el sacerdote salía y entraba, y solamente después de que salía enviaba al macho cabrío expiatorio? Y si, ir al Lugar Santísimo representa el viaje de tres días de Cristo en la muerte y juicio, seguido por Su regreso en la resurrección, ¿por qué entonces vemos el Arca y la nube de gloria lo cual supuestamente representa la muerte y separación de Dios? Estas preguntas me dejan perplejo y me conducen a indagar por una mayor comprensión de lo que Dios nos muestra en esta fiesta. Mi Opinión Sobre del Día de la Expiación Para mí tiene más sentido que el Día de la Expiación se trate del acceso o acercamiento que Dios hizo disponible para Su pueblo por medio de Cristo. Es un día en el que la casa de Dios es completa y libremente accesible como modo de expiación. Se ha provisto un camino por el cual podemos acercarnos a Dios, y este acercamiento implica una gran división. Tal como la sangre de un macho cabrío que es llevado detrás del velo y el otro macho cabrío es completamente eliminado (Hebreo azazel), así también en la experiencia de cada creyente, guardar esta fiesta involucra una invitación increíble para acercarse, como también un rechazo inflexible de todo aquello que no es Cristo. Existen muchas razones por las que creo esto. La primera es debido a que esta es la sexta fiesta, y no la primera. Cristo ya había regresado a Dios en las Primicias, y nos atrajo a Dios en Pentecostés. Ahora, en el mes séptimo, todos aquellos que han sido unidos a Dios por el pacto, son invitados a acercarse a Él. Más adelante ampliaré este tema. La segunda razón es el hecho de que la temática general del capítulo 16 de Levítico es el mal acercamiento a Dios versus el buen acercamiento. Todo el capítulo 16 de Levítico trata con el Día de la Expiación, pero note cómo empieza el capítulo. Levítico 16:1-3 Habló Jehová a Moisés después de la muerte de los dos hijos de Aarón, cuando se acercaron delante de Jehová, y murieron. 2 Y Jehová dijo a Moisés: Di a Aarón tu hermano, que no en todo tiempo entre en el santuario detrás del velo, delante del propiciatorio que está sobre el arca, para que no muera; porque yo apareceré en la nube sobre el propiciatorio. 3 Con esto entrará Aarón en el santuario… El capítulo inicia con la explicación de Dios de que los dos hijos de Aarón (a quienes los consumió el fuego) se acercaron a Dios de manera equivocada. Ellos no podían acercarse a Él a cualquier hora o de cualquier manera. En el lenguaje del nuevo pacto, esto es como que Adán, el hombre equivocado, no puede acercarse a Dios. Existe una manera, tiempo, y lugar muy específicos para aproximarse a Dios, y Cristo comprende esos tres. Cristo es el camino que Dios ha provisto para que nosotros podamos experimentar la vida detrás del velo. El recordatorio de Levítico 16 lo describe de esta manera. La tercera razón tiene que ver con la definición de la palabra expiación. Esta es la palabra Hebrea que significa cubrir. Así que juzgando tan solo por el significado de la palabra, el Día de la Expiación no pareciera apuntar al día inicial de nuestro bautismo en la muerte de Cristo. El día de Expiación era un recubrimiento anual que permitía un acercamiento diario. Más adelante veremos estas razones con mayor detalle. Expiación– Un Cubrimiento Parte de nuestra interpretación acerca de este día, gira en torno a nuestro entendimiento de la palabra expiación. Muchos autores se refieren a esta palabra como si significara simplemente perdón, otros se refieren a una satisfacción o, a una rectificación por algo malo ocurrido. Si bien puede haber cierta verdad en estas definiciones, éstas son de hecho definiciones interpretativas y adquiridas, que realmente no son fieles a la palabra Hebrea. La palabra hebrea que traduce expiación es kaphar y sencillamente significa cubrir sobre. En el Antiguo Testamento, esta misma palabra usualmente se traduce como “tapa” haciendo referencia al arca de la alianza (aunque muchas traducciones traduzcan esta palabra como “propiciatorio” sin ninguna razón etimológica). Éxodo 25:17 Y harás un propiciatorio (Heb. Kaphar-recubrimiento) de oro fino, cuya longitud será de dos codos y medio, y su anchura de codo y medio. Esta misma palabra es usada como un verbo en el siguiente versículo de Génesis. Génesis 6:14 Hazte un arca de madera de gofer; harás aposentos en el arca, y la calafatearás (Hebreo Kaphar) con brea por dentro y por fuera. La idea de una cubierta es que aparece una y otra vez en los tipos y sombras del Antiguo Testamento. El concepto de cubrimiento es mucho más, que la simple idea de que Dios cubre nuestros pecados, los sepulta, y los mantiene fuera de vista. De nuevo, existe cierta verdad en esta idea, pero creo que una mejor definición de la cubierta de Dios, puede derivarse de los muchos tipos y sombras en el Antiguo Testamento. Me parece que el concepto de cubrimiento representa, cómo el creyente está cubierto con Cristo de tal manera, que para Dios relacionarse con lo que está cubierto con Cristo, es relacionarse con Cristo Mismo. Considere las siguientes ilustraciones del Antiguo Testamento. Después de haber creído la mentira y de haber comido del fruto prohibido, Adán y Eva intentaron cubrir su desnudez con hojas de higuera. En uno de los primeros cuadros de la obra de la cruz en la Biblia, Dios los cubre con piel de animal, no solamente eliminando el problema de su desnudez, sino que su relación con ellos se basaba en la vida de otro. El arca de Noé estaba cubierto (Kaphar) con brea, y se convierte en la vasija en la cual toda la familia de Noé experimenta el juicio de Dios con Él. Cualquier cosa que involucre a Noé en el arca, es colectivamente vista y reconocida como perteneciente a Cristo Mismo en Su muerte, sepultura, y resurrección. El agua no podía penetrar este cubrimiento para destruirlo. Y por otro lado en el gran juicio de Dios, todo aquel que ha entrado en el arca con Noé, salió con él como una nueva creación en pacto con Dios. Génesis 7:23 Así fue destruido todo ser que vivía sobre la faz de la tierra, desde el hombre hasta la bestia, los reptiles, y las aves del cielo; y fueron raídos de la tierra, y quedó solamente Noé, y los que con él estaban en el arca. Después del diluvio, Dios le ofrece a esta nueva creación una cubierta de un arcoíris. Con este cubrimiento Él promete que Su ira ha pasado, su juicio se ha acabado, y Él nunca más destruirá lo que ya ha juzgado. Dios reconoce a Noé y a su familia de acuerdo a Su obra consumada. Así que cuando Noé se embriaga tontamente y se descubre asimismo, sus dos sabios hijos anduvieron hacia atrás y cubrieron a su padre con un manto, rehusando de esta manera ver la desnudez que Dios ya no reconoce. Cuando Isaac desea bendecir a su hijo, Raquel cubre a Jacob con ropaje, piel, y con la fragancia del primogénito. Cuando Jacob aparece delante de su padre, es reconocido, besado, y bendecido como el verdadero heredero. Hay muchos otros ejemplos: los ídolos de Raquel son cubiertos con sangre y por lo tanto no fueron encontrados ni por Labán o Jacob; El Sumo Sacerdote fue cubierto de lino puro de pies a cabeza, incluso se vistió con “ropa interior de lino”, para que la “desnudez no se descubriera junto a él;” Moisés estaba oculto en la grieta de la roca y cubierto con la mano de Dios cuando se acercaba para experimentar de la Gloria de Dios, etc. El punto en todos estos cuadros acerca del cubrimiento pareciera ser que, de una forma u otra, Dios aplica Su perspectiva de Cristo a una persona o cosa, de este modo, 1) purificando de todo aquello que no sea Cristo, 2) dando lo que le pertenece a Cristo, y 3) relacionándose como Cristo Mismo. Por supuesto que esto tiene el efecto de eliminar el pecado del cuadro, y de reconciliar a la persona con Dios, etc. Pero la realidad mayor es que Dios se está relacionando ahora con cualquiera que Él haya cubierto con Cristo, como Cristo Mismo. En el caso del Día de la Expiación, Dios cubrió por completo Su casa, de manera que Él era completamente accesible (visto desde una perspectiva de tipo y sombra del antiguo pacto) a aquellos que deseaban acercase. Como siempre, esta expiación fue cumplida por Cristo en la única y terminada obra de la cruz. Pero como en todas las fiestas, este día se convierte en la experiencia subjetiva de cada creyente, en la medida en que nos acerquemos a Dios. El Día de la Expiación creó un acceso perfecto, removió las barreras, abrió el camino, purificó el lugar donde vivimos juntamente con el Señor. Pero ahora, esta realidad de la cruz debe convertirse en nuestra experiencia presente y en nuestro deseo perpetuo. Acercándose a Dios Como se ha mencionado previamente, este acercamiento a Dios pareciera ser el enfoque real de este día. Los dos hijos de Aarón se acercaron a Dios de una manera equivocada, pero Dios proveyó para Israel un camino para que pudieran acercarse a Él. El concepto de acercarse o aproximarse a Dios aparece en varias ocasiones en el Nuevo Testamento, primordialmente en el libro a los Hebreos, debido a que este libro explica el cumplimiento del sacerdocio del Antiguo Pacto. Como cualquier otra realidad espiritual, este concepto es fácilmente malinterpretado, y aplicado equívocamente por la mente natural. Absolutamente no tiene nada que ver con una proximidad física o con una cercanía o distancia relacional. Dios es eternamente presente, perfectamente accesible, y unido por Cristo al alma de cada verdadero creyente. En términos de proximidad o unión, para un cristiano es imposible acercarse a Dios. Ya sea que estemos en el cuerpo o fuera del cuerpo, “pero el que se une al Señor un espíritu es con él”. Acercarse a Dios, se refiere entonces, al proceso interno en donde el alma del creyente es traído a la consciencia verdadera y viva de Dios, al verdadero conocimiento de Él, y a una correspondiente “limpieza de nuestra conciencia”, con respecto a todo lo que es contrario a Él. Es un acercamiento de una comprensión espiritual, de familiaridad y reconocimiento, que siempre incluye el dejar atrás nuestra “consciencia pecaminosa”. El Acercamiento Descrito en las Escrituras Como todos los tipos y sombras del Antiguo Testamento, el acceso seguro hacia Dios en el Día de la Expiación y el acercamiento al Lugar Santísimo, tiene un cumplimiento espiritual en el nuevo pacto. El creyente, ahora revestido en Cristo, tiene un acceso libre para experimentar la plenitud del regalo de vida de Dios. Esto es lo grandioso de nuestro llamado, la invitación para conocer y experimentar la “profundidad de Dios.” Por lo tanto, acercarse a Dios tiene una conexión en la Escritura a nuestra expectativa. La posibilidad de un conocimiento consciente de Dios, una verdadera experiencia de unión, una profunda familiaridad con Cristo como nuestra vida misma, debe ser la motivación por de expectativa del corazón de cada Cristiano. Hebreos 7:19 (pues nada perfeccionó la ley), y de la introducción de una mejor esperanza, por la cual nos acercamos a Dios. Filipenses 3:8 Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo En otros versículos, acercarse a Dios nos relaciona con tomar posesión de lo que Dios ya nos ha dado, o por una salvación que se espera y que ya tenemos. Esto es una forma precisa para describir cómo es que crecemos en Cristo. El crecimiento espiritual no es la adquisición progresiva de algo que nosotros no tenemos. Por el contrario, es el descubrimiento y la experiencia progresiva de todo lo que Dios nos ha dado en Cristo. La tierra de Israel, por ejemplo, fue dada a Israel antes de que ellos siquiera hubiesen cruzado el Río Jordán. Pero todo lo que Dios le dio a Israel tiene que ser poseído por fe. Los versículos a continuación describen esta realidad en el lenguaje de acercamiento a Dios. Hebreos 7:25 Por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos. Hebreos 4:16 Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro. Este último versículo es fácilmente malinterpretado. El punto de Hebreos 4:16 no es que nos acerquemos a Dios de vez en cuando y le pidamos cierta ayuda. Aquí la idea es que este mismo acercamiento trata de cómo poseemos (tomar, descubrir, percibir) lo que ahora está disponible en el trono de la misericordia de Dios. Todavía aún en otros versículos, acercarse a Dios está relacionado con la purificación del creyente, llamado en otra parte como la purificación de la consciencia. Nótese las implicaciones de los versículos siguientes. Hebreos 10:1-2 Porque la ley, teniendo la sombra de los bienes venideros, no la imagen misma de las cosas, nunca puede, por los mismos sacrificios que se ofrecen continuamente cada año, hacer perfectos a los que se acercan. 2 De otra manera cesarían de ofrecerse, pues los que tributan este culto, limpios una vez, no tendrían ya más conciencia de pecado. La comparación que se presenta en Hebreos 10: 1-2, se da entre la sombra y la sustancia. El punto es que la sustancia (a diferencia de la sombra) es un acercamiento hacia Dios que tiene el potencial de “hacer perfecto” y de remover la “conciencia pecaminosa” del creyente. Esto es claramente la implicación de los siguientes versículos bíblicos. Hebreos 10:19-22 Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, 20 por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne, 21 y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios 22 acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura. Santiago 4:8 Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros. Pecadores, limpiad las manos; y vosotros los de doble ánimo, purificad vuestros corazones. En cada uno de estos versículos que relacionan acercarse a Dios con purificación, creo que vemos el cumplimiento de los dos machos cabríos del Día de la Expiación. En el mismo día, en la misma ceremonia, un macho cabrío es traído al Lugar Santísimo, y el resultado es la eliminación absoluta del otro macho cabrío. Las suertes se echaron y un macho cabrío fue escogido “para el Señor”. El otro macho cabrío fue escogido para ser azazel - que significa eliminación total, o representa el nombre hebreo de Satanás. Ambas realidades toman lugar en el corazón del creyente que se acerca a Dios. La medida de Cristo obrando en el alma siempre es reconocida, aceptada, y engrandecida. La medida de pecado que todavía obra por medio de la mente no renovada es, como resultado, eliminada del campamento. El orden de cómo el sacerdote trató con los dos machos cabríos es relevante. El entrar en…, con la sangre, es seguido con la eliminación del otro. En otras palabras, nuestro acercamiento a Dios es la causa; la purificación de la consciencia es el efecto. El decrecer del hombre equivocado siempre es el subproducto del incremento de Cristo en el alma. Nunca se da en el sentido contrario. Tristemente, muchos cristianos tratan de luchar contra la carne y liberarse, esperando como resultado el incremento de Cristo. Esto nunca va a suceder. Juan el Bautista nos mostró el orden correcto cuando dijo, “Es necesario que Él crezca, pero que yo mengüe” (Juan 3: 30). Otro aspecto importante de este acercamiento que se menciona en las Escrituras, es el hecho de que acercarse a Dios se hace por medio de la fe, y no por medio de cualquier otra acción religiosa u obra. Tal y como hemos mencionado en detalle en otras publicaciones, debemos entender que la fe no son creencias que residen en nuestra mente. No son nuestras ideas o convicciones acerca de cosas espirituales. Fe es algo puramente espiritual, algo que proviene de Dios y que nos lleva a conocer a Dios. Se dice que Cristo es el “Autor y consumador de la Fe”. La fe no es el entendimiento del hombre acerca de las cosas espirituales, sino el entendimiento del Espíritu de todas las cosas que obran en el alma del hombre, lo que es real para la Cabeza, progresivamente también se convierte real para los miembros del cuerpo. Es en esta forma en que caminamos por fe y no por vista. Y es en esta manera en que nos acercamos a Dios por fe. Hebreos 10:22 acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe… Hebreos 11:6 Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay (forma de verbo de la palabra Griega fe), y que es galardonador de los que le buscan. Bajo el antiguo pacto, acercarse a Dios sólo era posible en lo natural, en tipo y sombra. Mientras que el primer tabernáculo o templo entuviera aún en pie, (esto es, mientras el primer pacto todavía era la forma en que Dios se relacionaba con el hombre) todavía Dios no había abierto el verdadero acercamiento por el cual nos acercamos actualmente a Él, y vivimos con Él detrás del velo. Esto es precisamente lo que el autor a los Hebreos nos dice. Hebreos 9:6-11 Y así dispuestas estas cosas, en la primera parte del tabernáculo entran los sacerdotes continuamente para cumplir los oficios del culto; 7 pero en la segunda parte, sólo el sumo sacerdote una vez al año, no sin sangre, la cual ofrece por sí mismo y por los pecados de ignorancia del pueblo; 8 dando el Espíritu Santo a entender con esto que aún no se había manifestado el camino al Lugar Santísimo, entre tanto que la primera parte del tabernáculo estuviese en pie. 9 Lo cual es símbolo para el tiempo presente, según el cual se presentan ofrendas y sacrificios que no pueden hacer perfecto, en cuanto a la conciencia… 10 ya que consiste sólo de comidas y bebidas, de diversas abluciones, y ordenanzas acerca de la carne, impuestas hasta el tiempo de reformar las cosas. 11 Pero estando ya presente Cristo, sumo sacerdote de los bienes venideros, por el más amplio y más perfecto tabernáculo, no hecho de manos, es decir, no de esta creación. Las Blancas Vestiduras del Sacerdote Generalmente se asume que las vestiduras blancas del Sumo Sacerdote en el Día de la Expiación, representan a Cristo en Su pureza y santidad acercándose en nuestro nombre a Dios detrás del velo. He mencionado algunos problemas con esa interpretación. Por las razones que hemos mencionado, pareciera que calza más ver al sacerdote en Su vestimenta de lino blanco, no como un cuadro de Cristo entrando a la presencia de Dios en nuestro nombre, sino como la iglesia o el creyente acercándose a Dios vestido en Cristo. En ambos casos, Cristo es el centro de atención. Él, no nosotros, es el medio acercamiento, Aquel que asegura la relación. Es solamente por Su mérito, Su obra, justicia, que tenemos acceso a Dios. Sin embargo, me parece que el foco principal esta fiesta es el acercamiento de la iglesia a Dios en Cristo, y no el acercamiento Cristo a Dios en nombre de la iglesia. de Su de de Cada día del año, el sumo sacerdote utilizaba la vestimenta usual de los sacerdotes con la coraza, las piedras, el oro, etc., y todo representaba a las doce tribus de Israel reunidas en un Hombre, buscando acceso a Dios en Él. Muy regularmente, el Sumo Sacerdote entraba en estos lugares santos con todo Israel escondido en Él, “para presentarse ahora por nosotros ante Dios.” Pero esta prenda era removida durante el Día de la Expiación, en mi opinión, para ilustrarnos otro cuadro de la obra del sacerdote de Cristo, el otro lado de la misma moneda. De nuevo, no hay contradicciones entre estos dos puntos de vista acerca de la obra de Cristo. Más bien, existen dos perspectivas de la misma realidad. A lo largo del año, con las doce tribus atadas a su coraza, el Sumo Sacerdote trajo a la iglesia a la presencia de Dios. Pero particularmente en esta fiesta, creo que vemos un cuadro del acercamiento de la iglesia a Dios, habiendo sido revestida en la vida resucitada de Cristo. Hay varias cosas que parecieran apoyar la idea que el sacerdote, en su vestimenta de lino blanco, representa el acercamiento de la iglesia en Cristo. Primero que todo, hay otros versículos en la Biblia que asocian la limpieza o el cambiarse de ropa con “revestirse de Cristo”, y subsecuentemente acercarse al Señor. Lo hemos visto en nuestro tratamiento del Pentecostés. Cuando Israel se preparaba para acercarse al Señor en el Monte Sinaí, les fue dicho que se prepararan por un lapso de tres días, que se purificaran, y lavaran su ropaje. La purificación de su vestimenta representa una nueva cubierta en la cual ellos luego podían acercarse a la montaña. Además, antes de que Aarón entrara al tabernáculo en el Día de la Expiación, él tenía que lavar su cuerpo con agua pura. De acuerdo con la tradición Judía, él también era rociado con las cenizas del becerro rojo mezcladas con agua, en el tercer y séptimo día previo a la fiesta, en caso de que sin saberlo se hubiese contaminado. Con esto en mente, mire nuevamente Hebreos 10:22. Este versículo parece relacionarse claramente con el acercamiento de Aarón, con la experiencia del creyente. Dice así, Hebreos 10:22 “Acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura”. Claramente, la preparación de Aarón para acercarse a Dios no está siendo comparada con el regreso de Cristo al Padre, sino comparada con nuestro acercamiento (acerquémonos…) a Dios en Cristo. Somos nosotros lo llamados a experimentar este lavado, rociado, y acercamiento a Dios por medio de Cristo. Frecuentemente, el Nuevo Testamento nos insta a ponernos a Cristo, o revestirnos de Cristo, como una manera de describir nuestra eterna creciente experiencia de Su Vida. Revistiéndonos de Cristo es como llegamos a ver y a conocerlo como nuestra vida, nuestra cubierta, nuestra justicia, nuestra luz, así como nuestra relación en el Espíritu con otros miembros de Su cuerpo. Romanos 13:14 Sino vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne. Colosenses 3:10 - Y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno… Ligando esto con la Fiesta de la Expiación, tiene mucho más sentido que somos nosotros los necesitados de estas vestimentas de lino puro. Necesitamos ser revestidos en Cristo, para conocerlo como nuestra pureza, y como nuestra relación con Dios en donde nada de nuestra carne o desnudez es vista. Finalmente, hay varios lugares en las Escrituras donde se habla de que a la novia o al creyente le han sido dadas prendas nuevas, limpias como requisito para acercarse al Señor. Hemos hecho referencia en Éxodo 28, donde la implementación de vestimentas de lino se relaciona claramente con nuestra carne siendo cubierta con Cristo. Éxodo 28:42-43 Y les harás calzoncillos de lino para cubrir su desnudez; serán desde los lomos hasta los muslos. 43 Y estarán sobre Aarón y sobre sus hijos cuando entren en el tabernáculo de reunión, o cuando se acerquen al altar para servir en el santuario, para que no lleven pecado y mueran. Es estatuto perpetuo para él, y para su descendencia después de él. En múltiples versículos en Levítico, la limpieza del cuerpo y de la ropa era como individuos Israelitas impuros, que fueron restaurados a la comunión con el Tabernáculo y con el campamento. En Ezequiel 44, las vestimentas de lino blanco son nuevamente dadas a nosotros como un cuadro de estar revestidos en Cristo, de tal manera que elimina la carne de la relación, y nos permite acercarnos a Dios. Ezequiel 44:16-18 Ellos entrarán en mi santuario, y se acercarán a mi mesa para servirme, y guardarán mis ordenanzas. 17 Y cuando entren por las puertas del atrio interior, se vestirán vestiduras de lino; no llevarán sobre ellos cosa de lana, cuando ministren en las puertas del atrio interior y dentro de la casa. 18 Turbantes de lino tendrán sobre sus cabezas, y calzoncillos de lino sobre sus lomos; no se ceñirán cosa que los haga sudar. En Zacarías capítulo 3, Zacarías tiene una visión de Josué, el sumo sacerdote traído delante del Señor en ropas viles. Satanás lo acusa, pero el Señor elimina sus vestiduras viles y lo viste con ropa limpia de pies a cabeza. Ahora, cubierto de vestimenta limpia, a Josué le es prometido el acceso a la corte celestial. Después, el Señor explica que Su Siervo el Renuevo (el Mesías) vendrá y quitará la iniquidad de la tierra un día. Me parece que todos estos versículos apoyan la idea que el acercamiento del Sumo Sacerdote a Dios en el Día de la Expiación, hablan del acceso del creyente hacia el Señor. El cuerpo de Cristo, revestido completamente en Cristo, ha sido lavado y rociado, y ahora la invitación del Espíritu de Dios es “Acérquense con un corazón verdadero en plena certidumbre de fe.” El DÍA Para los antiguos judíos, el Día de la Expiación se llamaba “El Gran Día”, o simplemente “El Día”. En el Talmud (el antiguo libro de comentarios, interpretaciones y tradiciones de los sabios Judíos) también se referían a esta fiesta como “El Día”. Pareciera haber una relación innegable entre el uso de la palabra “día” en las Escrituras y los eventos asociados con el Día de la Expiación. Las descripciones bíblicas (especialmente en los Profetas) acerca del “día del Señor”, pareciera casi siempre involucrar tanto el acercarse a Dios, como un juicio terrible de lo que el Señor rechaza. Joel afirma, “porque grande es el día de Jehová, y muy terrible; ¿quién podrá soportarlo? (Joel 2:11) A través de los profetas, probablemente no hay otro tema tan predominante como la venida del día del Señor. Los cristianos usualmente asumen este día como un período de tiempo natural, pero la cantidad enorme de escrituras que describen la realidad del día del Señor, simplemente no pueden conciliarse con una interpretación temporal, natural. Desde la perspectiva del Señor (dada a nosotros en Génesis 1:5), la palabra “día” tiene que ver con la presencia de luz, y los efectos subsecuentes de esa luz en la creación de Dios. “Y llamó Dios a la Luz Día.” Él no lo llamó las 24 horas del día. Incluso una rápida lectura a través de los libros proféticos, revelará que el día prometido del Señor siempre tiene dos aspectos muy distinguibles. Es un día de juicio, ira, y destrucción; y también es un día de salvación, bendición, y recompensa. No dudo que la realidad espiritual de este día tiene manifestaciones físicas y naturales asociadas. Por ejemplo: en los acontecimientos que rodearon la desolación de Israel y la destrucción de Jerusalén en el 70 DC, un Israel (que ha rechazado a su Mesías, en la carne) fue literal, y físicamente destruido por el Imperio Romano. El otro Israel (los hijos de Abraham por fe, Israel espiritual) fue protegido y reunido por el Señor “en Su granero.” Muchos cristianos tienen la expectativa de manifestaciones externas similares en el futuro. En cuanto a mí me concierne, mientras que estemos hablando de manifestación y no de cumplimiento, no existe la necesidad de argumentar sobre estas cosas. Sin embargo, el cumplimiento espiritual de este día no puede ligarse a tiempo o eventos. El verdadero Día del Señor nunca podría ser contenido por el ámbito natural. Este es un día espiritual que involucra el amanecer de la luz espiritual, hecha disponible a través de la resurrección de Jesucristo. Por lo tanto es un día que “esclarece y el lucero de la mañana sale en vuestros corazones.” Nos convertimos en “hijos de la luz”, aprendemos a “caminar en el día”, y somos juzgados “no por un día humano” (1 Corintios 4:3, traducción literal), sino que el Día del Señor “declara la obra del hombre.” En la luz de este Día, experimentamos en nosotros mismos tanto el acercamiento a Dios, como también el gran rechazo del hombre adámico. El Cumplimiento de Esta Fiesta: En resumen, el cumplimiento del Día de la Expiación es interno, un acercamiento espiritual a Dios, por el cual venimos a Su presencia y dejamos todo lo que no es Cristo atrás. La Expiación se perfeccionó en la obra consumada de Cristo en la cruz, pero nuestro acercamiento es un trayecto, un acercamiento a Dios que es progresivo en nuestra alma por fe. Este acercamiento es el proceso por el cual el alma aprende a dejar atrás el velo, y experimenta la eliminación absoluta de todo lo que Dios ha rechazado. Capítulo 8 La Fiesta de los Tabernáculos (Tiendas, Cosechas) Versículos Claves: Éxodo 23:16, 34:22-23; Levítico 23:33-43; Números 29:12-34; Deuteronomio 16:13-15; 1 Reyes 8:1-4; Zacarías 14:16-19; Juan 7:2-10, 37-39 La Fiesta de los tabernáculos (también denominada como la Fiesta de las Tiendas, o la Fiesta de la Cosecha), es la séptima y última fiesta en el calendario anual de Israel. La fiesta inicia el quinceavo día del séptimo mes, cinco días después del día de la Expiación, y dura una semana. El primer día de la fiesta consistía en una santa convocación, y por lo tanto ninguna clase de trabajo de siervo era permitido. Durante toda la semana se realizaban un gran número de ofrendas de holocaustos, pecado, grano, y libaciones que eran ofrecidas cada día al Señor. Pero los aspectos más notables de esta última fiesta eran, 1) las reuniones de la cosecha de la tierra, junto con diversas ramas vivas, y 2) el mandato de que todo Israel tenía que construir pequeños tabernáculos (Hebreo sukkot) y vivir en ellos durante una semana. Existía una diferencia en cuanto a la interpretación entre los Fariseos y los Saduceos con respecto a algunos de los detalles de esta fiesta. Los Saduceos creían que los tabernáculos iban a ser construidos a partir de los frutos y ramas vivas que fueran reunidas para la fiesta. Los Fariseos creían que los frutos de la tierra y las ramas vivas eran simplemente para llevarse, ondearlos, y ser presentados delante del Señor, y que las tiendas o tabernáculos serían construidos a partir de otro tipo de ramas. Esto fue, por mucho, la visión predominante durante la época de Cristo. Curiosamente, debido a la relación del profeta Zacarías entre la venida Mesiánica de salvación y la Fiesta de los Tabernáculos, los judíos de la época de Cristo asociaban el ondear de la palma y otras ramas, con la llegada del Mesías. Debido a esto, muchos ondeaban las ramas de palma ante Jesús cuando entró a Jerusalén la semana antes de ser crucificado. Interpretaciones Comunes de los Tabernáculos Tal y como en las otras dos fiestas de otoño, la gran mayoría de escritores aún asocian ésta última fiesta con un evento futuro. Debido al énfasis en la recolección de la cosecha, muchos interpretan los Tabernáculos como un cuadro de un futuro y un gran fin de los tiempos del renacimiento. Otros lo ven apuntando la reunión de todos los Cristianos, como la “cosecha de almas” que Dios siempre ha deseado. El aspecto de morar en las tiendas ha sido interpretado de distintas maneras. Lastimosamente, muchos aún lo ven como una futura relación de unión con Dios, la cual estamos esperando. Unos creen que esta relación inicia durante el tan llamado reinado milenario de Cristo, otros que les espera en un futuro un nuevo cielo y tierra. Mi Interpretación de la Fiesta de los Tabernáculos Como he argumentado, creo que las últimas tres fiestas hablan de la meta, objetivo, o propósito de Dios que Él obra en Su cuerpo, la iglesia. Una vez más, a pesar de que estas realidades pueden contener diversas manifestaciones o expresiones externas, creo que el verdadero cumplimiento del propósito de Dios es espiritual, eterno, y por ende invisible a los ojos naturales. Como hemos dicho en varias ocasiones, el cumplimiento siempre es alguna realidad o aspecto de Cristo Mismo. Por lo tanto, el cumplimiento obra en nosotros en la medida en que Cristo es conocido por nosotros y formado en nosotros. Debido a que la Fiesta de los Tabernáculos es la fiesta final y la séptima (un número que representa terminación o totalidad), nos muestra un cuadro de la intención final de Dios. Vemos en la Fiesta de los Tabernáculos una perspectiva de Cristo y de Su obra que son tanto la realización del propósito de Dios, como la terminación perfecta del eterno propósito de Dios. Desde la perspectiva de Dios, el cuerpo de Cristo se convierte en el eterno incremento y gloria de una Semilla que murió sola. En esta fiesta, “cada uno con la ofrenda de su mano, conforme a la bendición que Jehová tu Dios te hubiere dado”, cada israelita contiene cierta medida del incremento de Cristo y vive juntamente con Dios como uno. En breve estaremos hablando más de esto. Desde la perspectiva del hombre, Cristo se convierte en nuestra morada eterna, nuestra alegría, nuestra gloria, y nuestra gran fiesta. La Siega A lo largo de la Biblia, Antiguo Testamento y Nuevo, el Señor habla sobre Su eterno propósito en el lenguaje de una cosecha. Es importante darse cuenta que, desde la perspectiva de Dios, esta cosecha siempre ha sido el incremento de Su única Semilla. Así como Eva salió de Adán y fue dada a él como su propio incremento, así también Israel/ la iglesia debe salir de Cristo (nacer de Su vida, ser lleno de Su vida) y será dado a Él como Su propio incremento. Aunque el Señor ciertamente “quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad”, Él nunca se confunde (como nosotros) acerca de lo real versus el fruto plástico. La siega de la cosecha de Dios es la medida de Su semilla formada en el terreno de nuestros corazones. Esta siega es un cuadro descrito en varias formas a lo largo de la Escritura, y frecuentemente es mostrado como el resultado del Día del Señor. Nuevamente, las trompetas invitan al alma, al gran Día; el Día nos lleva detrás del velo y nos separa de todo aquello que no es Cristo; luego, la siega nos muestra cómo Dios toma para Sí la cosecha de Su Hijo en Israel. Nada de estas cosas sucede de acuerdo con las fechas del calendario o eventos naturales. El tiempo Natural solamente fue relevante en el antiguo pacto. En el nuevo pacto, todo lo que Dios ofrece al alma del hombre es ahora en Cristo. “Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos.” Por ende, esta siega es una cosecha perpetua de Cristo en el eterno séptimo día de Dios. Jesús y los apóstoles se refirieron a su generación como la primicia, o en algunas ocasiones como la cosecha de trigo. El trigo era el primero de la cosecha de verano que se recogía (seguido de las uvas, higos, granadas, aceitunas, etc.). La cosecha continúa por siempre, debido a que “su imperio y la paz no tendrán límite.” Pero la primera generación de cristianos fue el primer verdadero incremento de Cristo en Su cuerpo o reino. Santiago 1:18 Él, de su voluntad, nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que seamos primicias de sus criaturas. Juan 4:35 He aquí os digo: Alzad vuestros ojos y mirad los campos, porque ya están blancos para la siega. La Siega a lo largo de la Escritura El deseo de Dios de reunir juntamente a Su pueblo en Sí mismo, aparece a lo largo de la Escritura y señala el mismo objetivo que vemos como un cuadro en la Fiesta de los Tabernáculos. Salmos 50:5 sacrificio.” "Juntadme mis santos, los que hicieron conmigo pacto con Hablándole el Señor a Sion, dice, Isaías 49:18 Alza tus ojos alrededor, y mira: todos éstos se han reunido, han venido a ti. Vivo yo, dice Jehová, que de todos, como de vestidura de honra, serás vestida; y de ellos serás ceñida como novia. Isaías 60:4 Alza tus ojos alrededor y mira, todos éstos se han juntado, vinieron a ti; tus hijos vendrán de lejos, y tus hijas serán llevadas en brazos. Ezequiel 39:17 Juntaos, y venid; reuníos de todas partes a mi víctima que sacrifico para vosotros, un sacrificio grande sobre los montes de Israel; y comeréis carne y beberéis sangre. Otros versículos relacionan la siega de la cosecha del Señor de una forma más directa a la Fiesta de los Tabernáculos. Por ejemplo, la dedicación del templo de Salomón tomó lugar durante la Fiesta de los Tabernáculos, y dibuja un cuadro de todo Israel reunido ante su rey. En ese día, el Rey Salomón primeramente reunió el arca y otros muebles pertenecientes al tabernáculo y los puso en el Templo de Dios. Luego, todos los hombres de Israel se reunieron con el Rey Salomón. 1Reyes 8:1-4 Entonces Salomón reunió ante sí en Jerusalén a los ancianos de Israel, a todos los jefes de las tribus, y a los principales de las familias de los hijos de Israel, para traer el arca del pacto de Jehová de la ciudad de David, la cual es Sion. 2 Y se reunieron con el rey Salomón todos los varones de Israel en el mes de Etanim, que es el mes séptimo, en el día de la fiesta solemne. 3 Y vinieron todos los ancianos de Israel, y los sacerdotes tomaron el arca. 4 Y llevaron el arca de Jehová, y el tabernáculo de reunión, y todos los utensilios sagrados que estaban en el tabernáculo, los cuales llevaban los sacerdotes y levitas. Siglos más tarde, Zacarías habló de un día cuando todo el remanente, de toda nación que quedare después del juicio de Dios, se reuniría delante del Señor y conservaría la Fiesta de los Tabernáculos. Zacarías 14:16-19 Y todos los que sobrevivieren de las naciones que vinieron contra Jerusalén, subirán de año en año para adorar al Rey, a Jehová de los ejércitos, y a celebrar la fiesta de los tabernáculos. 17 Y acontecerá que los de las familias de la tierra que no subieren a Jerusalén para adorar al Rey, Jehová de los ejércitos, no vendrá sobre ellos lluvia. 18 Y si la familia de Egipto no subiere y no viniere, sobre ellos no habrá lluvia; vendrá la plaga con que Jehová herirá las naciones que no subieren a celebrar la fiesta de los tabernáculos. 19 Esta será la pena del pecado de Egipto, y del pecado de todas las naciones que no subieren para celebrar la fiesta de los tabernáculos. Bajo el Antiguo Pacto, solamente la semilla física de Abraham o los convertidos al Judaísmo podían mantener esta fiesta. Pero un día había de venir (y ha venido ahora) cuando el Señor empezará a reunir a sí Mismo el incremento de Su Simiente de todas las naciones. Aquellos que rechacen reunirse experimentarán las plagas y la sequía que hablan de la vida fuera de la provisión de Dios en Cristo. Y Ninguno se Presentará Delante de Jehová con las Manos Vacías Quizás, el aspecto más importante de esta siega, desde el punto de vista del Señor, nos es mostrado en la siguiente declaración: Deuteronomio 16:16 “Tres veces cada año aparecerá todo delante de Jehová tu Dios en el lugar que él escogiere: en la fiesta los panes sin levadura, y en la fiesta solemne de las semanas, y solemne de los tabernáculos. Y ninguno se presentará delante de las manos vacías”. varón tuyo solemne de en la fiesta Jehová con Aparecer ante el Señor con las manos vacías sería para Israel aparecer delante del Señor sin contener nada del incremento de Su Hijo. Vimos esta misma declaración hecha con referencia a la Fiesta del Pan Sin Levadura, y ciertamente se dice lo mismo en relación con cada una de las fiestas. En cada fiesta, Dios da a Israel una manera de relacionarse con Él en Cristo, una forma de ofrecerle a Dios el trabajo, el mérito, y el incremento de Cristo. Mientras Israel se reúne delante del Señor tres veces al año (siete fiestas, divididas en tres grupos), considero que esta fue la idea clave. Durante tres veces al año les tocaba presentarse delante del Señor, presentándole la vida, relación e incremento de Su Hijo. Sin duda este es un aspecto importante de lo que Dios nos muestra por medio de la Fiesta de los Tabernáculos. Dios proveyó a Israel con Su abundante provisión, con Su tierra prometida, y con un crecimiento e incremento sobrenatural que era la obra del Su Espíritu. Cada año, esta realidad estaba destinada a ser reconocida por Israel, ser presentada al Señor como un testimonio de la verdadera Cosecha de Cristo que había de venir. Deuteronomio 16:15 Siete días celebrarás fiesta solemne a Jehová tu Dios en el lugar que Jehová escogiere; porque te habrá bendecido Jehová tu Dios en todos tus frutos, y en toda la obra de tus manos, y estarás verdaderamente alegre. Tal y como con las muchas parábolas de Cristo (es decir, la parábola del sembrador, la de los talentos, la viña), el propietario viene y demanda el incremento de lo que Él ha puesto en las manos de sus siervos. Bajo ninguna circunstancia se esperaba encontrar a los siervos con las “manos vacías”. En la parábola de los talentos, dos de los siervos le devolvieron a su maestro un incremento de lo que les había sido dado, y fueron alabados por ello. El tercer siervo no perdió lo que le había dado el maestro, pero fue reprendido por no haberlo usado para producir un incremento. El amo le dijo, “por tanto, debías haber dado mi dinero a los banqueros, y al venir yo, hubiera recibido lo que es mío con los intereses.” Necesitamos comprender que incluso una vida totalmente dedicada al ocupado cristianismo, podría equivaler a “manos vacías” desde la perspectiva del Señor, si el alma del creyente aún no tiene nada que ver con el verdadero incremento de Cristo, para ser ofrecido al Maestro. El fruto de Dios es el incremento de Cristo. Puede contener efectos visibles y externos en la tierra, pero el fruto en sí mismo es espiritual, interno, e invisible al ojo natural. Muy a menudo, el hombre no puede reconocer el verdadero fruto del Espíritu de Dios (tal y como Israel no pudo reconocer a su Mesías). Sin embargo, el Labrador siempre reconoce el incremento de Su Semilla en el terreno de nuestros corazones. El Lugar de Morada La idea de un lugar de morada donde tanto Dios como el hombre habitan juntamente como uno, es otro tema que se aprecia a lo largo de la Biblia. Este lugar de morada nos ha sido mostrado en muchas escrituras y en varias maneras, para ser algo que tanto Dios ha estado buscando y planeando, como también el propósito por el cual el hombre ha sido creado. Creo que las tiendas o tabernáculos que se utilizaron durante esta fiesta, hablan de nuestra habitación con Dios. Hay algunos escritores quienes creen que los tabernáculos representan nuestros cuerpos terrenales y el hecho de que nuestra relación con Dios es, por un tiempo, experimentado en estas tiendas de campaña terrenales. Yo no tengo ningún problema con esta idea, mientras que el centro de esta interpretación no se trate de una tienda de campaña terrenal, sino más bien en la vital unión con Dios experimentada en la tienda. Es más probable, sin embargo, que los mismos tabernáculos simplemente representaran a Cristo como nuestro lugar de morada. Dios nos sacó de una tierra, parentela, y de la casa del padre, y nos plantó en otro lugar - el lugar que Él ha escogido para Su lugar de morada. En el siguiente versículo, Dios nos muestra que estos tabernáculos hablan de una nueva morada para aquellos que Él ha sacado de Egipto. Levítico 23:42-43 En tabernáculos habitaréis siete días; todo natural de Israel habitará en tabernáculos, 43 para que sepan vuestros descendientes que en tabernáculos hice yo habitar a los hijos de Israel cuando los saqué de la tierra de Egipto. Yo Jehová vuestro Dios. Cuando Dios trataba con Israel desde el inicio, Él les dejó claro que este glorioso lugar de morada era Su verdadero objetivo. Inmediatamente después de haberlos sacado de Egipto, el Espíritu les habló por medio de Moisés, diciendo, Éxodo 15:17-18 Tú los introducirás y los plantarás en el monte de tu heredad, en el lugar de tu morada, que tú has preparado, oh Jehová, en el santuario que tus manos, oh Jehová, han afirmado. 18 Jehová reinará eternamente y para siempre. Después de haber entrado en el pacto con Israel en el Sinaí, Dios llevó a Moisés al monte y le reveló el diseño de Su casa espiritual. Le fue dicho a Moisés que construyera el tabernáculo y todo su mobiliario exactamente de acuerdo con este diseño, debido a que en cada detalle, este patrón testificaba de Cristo. Cada parte del mobiliario, cortina, sacrificio, y fragancia tenía que alinearse perfectamente con el entendimiento de Dios acerca de Jesucristo, Aquel, por Quién y en Quién el hombre y Dios moran juntos como uno. Éxodo 25:8-9 Y harán un santuario para mí, y habitaré en medio de ellos. 9 Conforme a todo lo que yo te muestre, el diseño del tabernáculo, y el diseño de todos sus utensilios, así lo haréis. A lo largo de la era de tipos y sombras del antiguo pacto, Dios habló y describió Su próximo eterno lugar de morada, de varias maneras. Lo vemos en Éxodo 19 como una montaña en la que Él desciende, y en la que Él invita a Israel por medio de la sangre del pacto. Lo apreciamos en el desierto, el Tabernáculo de Moisés, y más adelante en el Templo de Salomón. Pero incluso, después de haber establecido estos cuadros naturales, Él continuó hablando por medio de los profetas de un hogar aún mayor, un lugar de descanso donde Él sería eternamente unido a Su pueblo. Isaías 66:1-2 Jehová dijo así: El cielo es mi trono, y la tierra estrado de mis pies; ¿dónde está la casa que me habréis de edificar, y dónde el lugar de mi reposo? 2 Mi mano hizo todas estas cosas, y así todas estas cosas fueron, dice Jehová; pero miraré a aquel que es pobre y humilde de espíritu, y que tiembla a mi palabra. Ezequiel 37:26-28 Y haré con ellos pacto de paz, pacto perpetuo será con ellos; y los estableceré y los multiplicaré, y pondré mi santuario entre ellos para siempre. 27 Estará en medio de ellos mi tabernáculo, y seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo.28 Y sabrán las naciones que yo Jehová santifico a Israel, estando mi santuario en medio de ellos para siempre. La Consumación del Plan de Dios para Israel Con la combinación de estos dos elementos de los Tabernáculos - la siega de la cosecha y el lugar de morada de Dios - tenemos un cuadro increíble que se nos da sobre la finalidad y el propósito para el cual Dios está dirigiendo Su nueva creación. Como hemos visto, el propósito de Israel no era la liberación del pecado y la muerte. Ellos fueron entregados para un propósito, y ese propósito se nos muestra en esta fiesta final. Los capítulos 14-17 de Juan parecieran enfocarse en estas mismas dos realidades. En estos capítulos, Jesús está hablando con Sus discípulos y orando a Su Padre en la víspera de Su crucifixión. Antes de la cruz, en sus últimos momentos, la verdadera cosecha y el eterno lugar de morada de Dios, pareciera haber sido lo principal en la mente de Jesús. En Juan 15, el objetivo es el incremento de Cristo por medio de las “ramas” que están unidas a Él y que habitan en Él. Este es el verdadero fruto que glorifica al Padre. Juan 15:1 Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador. 2 Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto.... 4 Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. 8 En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos. En los capítulos 14,16, y 17, Jesús tenía mucho qué decir sobre la casa de su Padre, la habitación eterna donde Dios y el hombre viven como uno. Juan 14:20 En aquel día vosotros conoceréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí, y yo en vosotros. Juan 17:24 “Padre, aquellos que me has dado, quiero que donde yo estoy, también ellos estén conmigo, para que vean mi gloria que me has dado; porque me has amado desde antes de la fundación del mundo.” Conclusión Mi esperanza es que el lector pueda ver en las siete fiestas más allá de las leyes, ceremonias y religión. Considero que poseemos un precioso cuadro dado por Dios de Su eterno propósito para todos los que viven en Su Hijo. En las Fiestas de Israel, Dios ha compartido con nosotros Su punto de vista acerca del viaje de Jesucristo, desde una simple y moribunda semilla, a una multi-membrada cosecha resucitada.