Las Fiestas de Israel

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Las Fiestas de Israel
El Viaje de Israel en Cristo Hacia El Fin Último de Dios
por Jason Henderson
Capítulo 1
Información general
La palabra traducida en nuestras Biblias como “fiesta”, es en realidad la palabra
hebrea Moéd. Traducir Moéd como “fiesta”, puede ser engañoso, porque para muchos
la palabra “fiesta” implica una buena comida, muchas veces acompañada de cierta
celebración. Si bien es cierto, algunas de las fiestas involucran comida y celebración,
la palabra Moéd realmente significa: “lugar designado, tiempo designado, reunión
designada”, y el propósito de una Moéd era que significara algo o que actuara como
una señal1. No creo que tengamos una palabra en español que transmita esta misma
reunión, pero tal vez las palabras “convocatoria” o “asamblea” sean las que más
transmiten el significado de esta palabra hebrea.
El propósito de estas siete asambleas anuales no era, primordialmente, comer o
celebrar. La intención era dibujar un cuadro, representar la perspectiva de Dios de Su
obra y de Su propósito, de una forma específica, en un momento específico y por una
razón específica. En términos generales, yo diría que las fiestas representan la obra y
el propósito del Señor en Cristo, y nuestra inclusión con Él en Su obra y para Su
propósito, con todo lo que ello implica.
Debido a que las fiestas están intrincadamente ligadas a la tierra y a la cosecha (y por
lo tanto, con cosas como plantar, cultivar, incremento, estaciones, y finalmente,
segar), parece claro que el Señor está demostrando un proceso, un orden, una meta,
1
4150 Strong: MOÉD: Propiamente: Nombramiento, designación, es decir, tiempo fijo o temporada.
Específicamente: Festival. Convencionalmente: Año. Por implicación: Asamblea (debido a que se reúne con un
propósito definido). Técnicamente: Congregación. Por extensión: Lugar de reunión. También: Señal (por ser
determinada de antemano).
un incremento hacia un objetivo. En otras palabras, las fiestas comienzan en alguna
parte, van en una dirección particular y alcanzan un objetivo deliberado. No son solo
siete tipos y sombras al azar, hay un orden en ellas, y el orden es importante.
Ellas empiezan con la muerte, sepultura y resurrección de Jesucristo, representado en
las primeras tres fiestas. Estas primeras fiestas representan la obra consumada de la
salvación a través de la cruz de Cristo, y están conectadas a la cebada, la primera
siega de la cosecha anual de Israel. Más tarde, un pueblo corporativo es hecho
partícipe de esta obra consumada. Israel (conformado por judíos y gentiles) es
bautizado en Cristo en la de Pentecostés y arrastrado a la de los Tabernáculos,
también llamada la Fiesta de la Cosecha. Todo esto será discutido en detalle, pero por
ahora, es importante reconocer el orden deliberado que representa el viaje de Israel
en Cristo hacia el fin último de Dios.
Las fiestas comprendían una enorme parte del judaísmo del Antiguo Pacto, y la
experiencia anual de estas fiestas, junto con sus correspondientes cosechas, eran
aspectos fundamentales de la identidad personal, social y espiritual de cada judío.
Jesús utilizó muchas veces el lenguaje de las fiestas en Sus parábolas, y Sus oyentes,
con toda seguridad, reconocieron y comprendieron estas referencias. Por ejemplo, Él
relacionó Su obra y propósito con una cosecha o incremento, comenzando con la
cosecha de trigo.
Mateo 13:30, “Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega; y al
tiempo de la siega yo diré a los segadores: Recoged primero la cizaña, y atadla
en manojos para quemarla; pero recoged el trigo en mi granero”.
Este versículo une la cosecha de trigo con una reunión y un juicio al final de la era del
Antiguo Pacto. Como dice Santiago, la generación apostólica fue las “...primicias de
sus criaturas”2. Una vez que nos familiaricemos un poco con las siete fiestas, será
interesante notar cuán a menudo aparece el lenguaje de las fiestas (semilla,
incremento, cosecha, segador, etc.), a través de los evangelios y de las cartas del
Nuevo Testamento.
Como en todos los tipos y sombras del Antiguo Pacto, la venida del Mesías trajo el
cumplimiento y sustancia de cada una de las siete fiestas. Jesús no seleccionaba al
azar el idioma de las fiestas cuando enseñaba a las multitudes y les hablaba Sus
parábolas. Él reunió los cuadros que Dios había dado dentro de las fiestas de Israel, y
declaró ser el cumplimiento de todos ellos.
Juan 4: 34-38, “Jesús les dijo: Mi comida es que haga la voluntad del que me
envió, y que acabe su obra. ¿No decís vosotros: Aún faltan cuatro meses para
que llegue la siega? He aquí os digo: Alzad vuestros ojos y mirad los campos,
2
Santiago 1:18
porque ya están blancos para la siega. Y el que siega recibe salario, y recoge
fruto para vida eterna, para que el que siembra goce juntamente con el que
siega. Porque en esto es verdadero el dicho: Uno es el que siembra, y otro es el
que siega. Yo os he enviado a segar lo que vosotros no labrasteis; otros
labraron, y vosotros habéis entrado en sus labores”.
De nuevo, aquí es imposible perder el lenguaje de las fiestas. Existían cuatro meses
entre Pentecostés y la última fiesta en el sétimo mes. Durante ese tiempo Israel
recogía el incremento que le era dado por Dios. Aquí, en Juan 4, Jesús se siembra a Sí
mismo (la Palabra que salió de Dios) en los corazones de todos aquellos que lo
reciban. Los apóstoles serían los primeros en cosechar el incremento de Cristo en el
nuevo Israel, y tanto el Sembrador como los segadores se regocijarían juntos como
uno.
En versículos como estos podemos ver la realidad del proceso, orden y meta que fue
mencionada anteriormente. Las fiestas no eran celebraciones al azar, estaban
intricadamente ligadas a la temporada agrícola en Israel, y por lo tanto,
representaban el viaje de Cristo de una semilla muerta a una cosecha resucitada de
muchos miembros.
Manifestación versus cumplimiento
Creo que cada una de las fiestas tiene algún tipo de expresión o manifestación en la
tierra que puede relacionarse con ellas. Sin embargo, nunca debemos confundir la
manifestación con el cumplimiento. La manifestación física siempre testifica, o es
testigo, del cumplimiento, pero todo cumplimiento es Cristo, EN Cristo, y
consecuentemente, también obra en nosotros por Cristo. Dios nunca ha prometido o
profetizado algo cuyo cumplimiento estuviera fuera de los límites de Jesucristo. En
otras palabras, un evento natural o algo físico, nunca podría contener la sustancia de
lo que Dios ha testificado a través de Sus tipos y sombras, promesas y profecías. El
espíritu de profecía es el testimonio de Jesús, y no algo externo a Él.
Por lo tanto, el verdadero cumplimiento de cada una de estas fiestas, es una
experiencia interna, espiritual y eterna de Cristo, y no está ligado a eventos naturales
(futuros o pasados), excepto para el propósito de manifestar o ilustrar. Para dar un
ejemplo, vemos una gran manifestación de la fiesta de Pentecostés en Hechos 2. Este
fue el día en el que Dios derramó Su Espíritu en el cuerpo de Cristo. Hubo señales
(viento, lenguas de fuego) y milagros (idiomas, sanidades) que acompañaron este
derramamiento, pero usted no puede decir que Pentecostés se cumplió en ese único
día, hace 2000 años. Pentecostés no es un evento que vino y se fue en el primer
siglo; no está limitado por el tiempo. El cumplimiento de Pentecostés es una
experiencia espiritual, eterna e interna de cada creyente. Tuvo manifestaciones
naturales en aquel entonces y podría tener manifestaciones naturales hoy, pero el
cumplimiento es el don atemporal del Espíritu de Dios que ahora vive y opera en el
cuerpo de Cristo.
Desafortunadamente, la gran mayoría de los autores modernos que escriben acerca
de las fiestas, argumentan que el cumplimiento de las siete se encuentra en eventos
físicos, y en casi todos los casos, que las últimas tres todavía son eventos futuros. No
me importaría si estos autores solo estuvieran describiendo una manifestación futura
de las fiestas a través de eventos naturales, si entendieran que el cumplimiento de
ellas es espiritual, atemporal, en Cristo y como Cristo. La búsqueda del cumplimiento
de las fiestas en eventos futuros implica, que estas realidades no están disponibles
para el creyente hoy.
Visión general de las siete fiestas
De una manera muy general, yo resumiría las fiestas de la siguiente manera: Las
primeras tres representan el fundamento; la cuarta establece la relación; las últimas
tres representan el propósito o la consumación hacia el cual Dios lleva la relación.
Cada una de las fiestas está ligada a la cruz y a la experiencia del creyente de todo lo
que Dios ha cumplido allí. Nunca dejamos ninguna de las fiestas atrás, más bien,
llegamos a conocer cada una de ellas en la persona de Cristo, crecemos hacia el
eterno propósito de Dios, hacia la “medida de la estatura de la plenitud de Cristo” 3.
Las Fiestas de la Pascua, el Pan sin Levadura y los Primeros Frutos testifican de la
objetiva, perfecta y consumada obra de Cristo a través de la muerte, sepultura y
resurrección. Guardar las Fiestas (cuando Israel hace las cosas requeridas por el
Señor en los tiempos señalados) tiene que ver con la aceptación, participación y
experiencia del creyente de esta obra perfecta. Cristo completó cada una de estas
fiestas, pero Israel (viejo y nuevo) participa de cada una de ellas.
La Fiesta de Pentecostés testifica de la inclusión de Israel en una relación de pacto con
Dios. En Pentecostés tanto judíos como gentiles (igualmente cargados de pecado) son
traídos a la obra consumada y transformados en una ofrenda perfecta para el Señor.
Esta fiesta apunta al eterno pacto que nosotros, el cuerpo de Cristo, hemos llegado a
conocer y a experimentar en Él.
Las Fiestas de las Trompetas, el Día de Expiación y los Tabernáculos pintan una
variedad de cuadros de la meta de Dios en y a través de Israel 4. Aquí vemos la
3
Efesios 4:13
4
A lo largo de este libro, el nombre “Israel” será usado para referirse al cuerpo corporativo de Cristo, tanto en
el viejo como en el nuevo pacto, porque eso ha sido Israel siempre en la mente del Señor. Éxodo 4:22, “Israel
es mi Hijo, mi primogénito”.
culminación o el objetivo de la salvación hacia el que hemos sido llevados. Esta no es
una escalera espiritual que escalamos. De hecho, todos empezamos recibiendo la obra
perfecta y consumada de Dios en Cristo, pero la perfecta perspectiva de Dios de lo
que Cristo ha llevado a cabo, obra en nosotros y se convierte en nuestro viaje de fe en
la medida que crecemos en la revelación de Cristo.
Específicamente hablando, la Fiesta de las Trompetas trata con el llamado de Dios al
alma, el vuelco solemne y el arrepentimiento que nos coloca en posición de conocerlo
a Él y de permitir que la cruz haga su obra en nosotros.
La Fiesta del Día de Expiación nos muestra nuestro acercamiento, nuestro acceso a
Dios. Es el Día que no solo involucra acercarse a Dios, sino también una gran división
o juicio que remueve toda carne y pecado de la vista de Dios y lleva a Israel al Lugar
Santísimo. En el nuevo pacto, este viene a ser un Día que amanece en nuestros
corazones cuando atendemos al llamado de la trompeta del Señor.
La meta final del Señor se puede ver en la Fiesta de los Tabernáculos, que habla de la
morada definitiva de Dios, de una perfecta unión. “Y harán un santuario para mí, y
habitaré en medio de ellos” 5. Esta fiesta dibuja un cuadro de nuestra experiencia de
unión con Dios en Cristo: “En aquel día vosotros conoceréis que yo estoy en mi Padre,
y vosotros en mí, y yo en vosotros” 6. También es llamada la Fiesta de la Cosecha y
habla de la verdadera cosecha, o siega de Dios, donde el Señor reúne el fruto de Su
Semilla, el incremento de lo que Él plantó.
Las últimas tres fiestas en el sétimo mes (el número siete habla de culminación y
reposo) no representan fechas en el tiempo o eventos históricos, sino la culminación
de la salvación, o la meta hacia donde estamos siendo llevados. Creo que los cuatro
meses entre Pentecostés y las últimas tres fiestas (120 días), es semejante a la
experiencia del desierto. Es el tiempo donde decidimos seguir al Señor hacia Su
propósito, o vagar en el desierto de nuestras propias imaginaciones y expectativas. El
número 120 aparece en muchos otros contextos, que probablemente apuntan a la
experiencia de transición de la carne al espíritu (despojarse del viejo hombre y
vestirse del nuevo). En los días de Noé, Dios dijo que Él toleraría la carne por 120
años más. Moisés dirigió a Israel hasta la edad de 120 años, pero no pudo entrar a la
tierra. No estoy seguro acerca del la importancia del número 120, en todo caso,
parece que estos cuatro meses representan el viaje, la transición, la escogencia del
corazón de dejar atrás lo primero y caminar hacia el propósito de Dios.
5
Éxodo 25:8
6
Juan 14:20
Capítulo 2
Pascua
Versículos claves: Éxodo 12:1-51; Números 9:1-14; Deuteronomio 16:1-7;
Marcos 14:12-26; 1Corintios 5:6-8; Hebreos 11:27-29
La Pascua es la primera fiesta de la primavera y da inicio en el día catorce del primer
mes. En la mente de un judío del antiguo pacto estas tres fiestas en el primer mes
estaban agrupadas, y a menudo se les llamaba, colectivamente, Fiesta del Pan sin
Levadura. Aunque la Pascua es descrita en las Escrituras como una fiesta propiamente
separada, los evangelios algunas veces se refieren a ella como: “El primer día de la
fiesta de los panes sin levadura”7.
La fiesta de la Pascua era una comida que se comía en el día catorce del primer mes
(Abib o Nisan) y conmemoraba el evento real de la Pascua en Éxodo 12. En la
primera Pascua, Israel fue colocado por Dios en la muerte del cordero. Se les dijo que
mataran un cordero perfecto, que pintaran con su sangre los dinteles de las puertas,
que entraran en la casa cubierta de sangre, y comieran por completo el cordero.
Mientras Israel comía su propio juicio en el cordero, Egipto recibía su juicio fuera del
cordero.
Dios comienza Su propósito con Israel, en la Pascua. Comienza Su participación con
ellos, ellos comienzan su experiencia de Él, comienza el proceso. En la Pascua la
Semilla solitaria de Dios es sembrada (en la muerte) con una gran expectativa de
cosecha.
Éxodo 12:1-2, “Habló Jehová a Moisés y a Aarón en la tierra de Egipto,
diciendo: Este mes os será principio de los meses; para vosotros será éste el
primero en los meses del año.
Esta fiesta era la base para el pacto, el fundamento para la relación que Dios
estableció con Su pueblo. Sin esta fiesta, Israel permanecería en su pecado, separado
de Dios.
Números 9:13, “Más el que estuviere limpio, y no estuviere de viaje, si dejare
de celebrar la pascua, la tal persona será cortada de entre su pueblo; por
cuanto no ofreció a su tiempo la ofrenda de Jehová, el tal hombre llevará su
pecado”.
No llevar la ofrenda al Señor en el tiempo señalado, era la versión en tipo y sombra,
de no relacionarse con Dios en Su Hijo, o fallar en conocer a Cristo como la Persona y
7 Mateo 26:17
Lugar en Quién uno podría relacionarse con Dios. No ofrecer esta ofrenda al Señor, es
como tratar de establecer una relación con Dios en Adán. Tal relación no existe. Sin la
Pascua no hay Israel, porque hasta que fueron bautizados en el cordero, todos los que
vivían en la tierra de Egipto estaban muertos en pecado y transgresión.
Necesitamos entender que Dios no tiene relación con el hombre fuera de los límites de
Su Hijo. Así como Isaías dijo más de una vez, Dios nos ha dado a Su Hijo como
nuestro pacto, como nuestra relación con el Padre 8. Muchos cristianos hablan como si
cada creyente tuviera una relación privada con Dios, pero la verdad es mucho mejor
que esto. La verdad es que Dios nos ha concedido entrada a la única y perfecta
relación que Él tiene con Jesucristo; llegamos a compartir la relación de Cristo con Su
Padre, o no tenemos al Padre ni al Hijo. Por lo tanto, cuando Israel comió el cordero
sacrificado en la Pascua, entonces y allí (en tipo y sombra) fueron bautizados en
Cristo. Ellos, ahora tenían una relación con Dios que nadie más en la tierra disfrutaba,
por lo tanto, a ningún extraño (ninguna semilla extranjera incircuncisa) se le permitía
comer de esta fiesta. Un extraño podía ser unido a Israel y disfrutar esta relación solo
a través de la circuncisión, un cuadro de la cruz, mediante la eliminación de la carne a
través del derramamiento de sangre. Una vez circuncidado, el extraño podía comer el
cordero Pascual.
Éxodo 12:43-45, “Y Jehová dijo a Moisés y a Aarón: Esta es la ordenanza de
la pascua; ningún extraño comerá de ella. Mas todo siervo humano comprado
por dinero comerá de ella, después que lo hubieres circuncidado. El extranjero
y el jornalero no comerán de ella”.
La sangre fue pintada en los dinteles de las puertas sólo el primer año, durante el
evento real de la Pascua, pero Israel tenía que guardar la fiesta cada año, al recrear el
simbolismo de Éxodo 12 que involucraba el cordero. Cada año mataban el cordero en
el ocaso, entraba un grupo suficientemente grande en una casa para comerse un
cordero, y se lo comían entero con el pan sin levadura y con hierbas amargas.
La Pascua como el juicio de Dios
Esta primera fiesta habla del juicio del mundo a través de la muerte de Cristo. De una
u otra manera, todos aquellos que vivían en la tierra de Egipto murieron el día catorce
del primer mes. Unos murieron en el cordero, otros murieron fuera del cordero, pero
todos murieron. Una muerte era una muerte hacia resurrección, la otra era una
muerte hacia destrucción.
Poco antes de la cruz, Jesús dijo: “Ahora es el juicio de este mundo…y yo, si fuere
levantado de la tierra, a todos atraeré a mí mismo”9. Después, describiendo esta
misma realidad, Pablo escribe: “...que si uno murió por todos, luego todos
8 Isaías 42:6; 49:8
9 Juan 12:31-32
murieron”10. Todo hombre y mujer adámicos fueron crucificados con Cristo así se
hayan percatado o no. El juicio de Dios a través de la cruz fue universal. Sin
embargo, la resurrección que sigue a la muerte es solamente para aquellos que han
nacido de nuevo, para los que reciben a Cristo por fe como su resurrección y como su
vida.
Por esa razón, usted podría decir que hay dos maneras distintas de recibir o
experimentar la muerte de Cristo representada por la Pascua. Los que aceptan esta
muerte como su propio juicio, que están de acuerdo con ella, participan de ella,
comen de ella; a estos se les ha dado una nueva vida en la “mañana”, el amanecer de
un nuevo día. Cuando un corazón está de acuerdo con el juicio de Dios del pecado y la
muerte del hombre adámico, se le da a Cristo no solo como su muerte, sino también
como su resurrección. Sin embargo, aquellos que rechazan esta muerte como su
propio bien merecido juicio, nunca escaparán del hombre adámico, ni de la ley del
pecado ni de la muerte que reina en este hombre. Estos también son juzgado en la
muerte del Cordero, pero al rechazar el regalo de la vida en Cristo, permanecen en
Egipto (muerte y pecado) separados del pacto de Dios.
Participando en la muerte del Cordero
En varios cuadros claros, Israel tuvo que experimentar en sí mismo la muerte del
cordero. Toda la asamblea mató el cordero en el mismo momento (Éxodo 12:6), lo
que significaba una gran muerte corporativa. Después pintaron con sangre alrededor
de las puertas (versículo 7), entraron en la casa y comieron el cordero en su totalidad
(versículos 8-9). Debido a que ellos estaban participando de la muerte del cordero, no
podían salir hasta la mañana cuando hubieran terminado la comida (versículo 22). No
podían salir de la casa del juicio, hasta que Cristo hubiera empezado un nuevo día
bajo una nueva luz. En la mañana, Egipto ya no los podría retener más.
No se suponía que esta comida fuera una celebración o una fiesta sabrosa. Comer el
cordero era un cuadro de la participación en la muerte, no del disfrute de la deliciosa
provisión de Dios. La comida no fue una experiencia placentera, ellos tuvieron que
comer “la cabeza los pies y sus entrañas… con pan sin levadura y hierbas amargas”11.
De paso, Judas no terminó la cena de la pascua cuando comió juntamente con Cristo
la noche que lo traicionó. A diferencia de los otros discípulos, Judas salió “ya de
noche”12. Quizás por eso es llamado, “hijo de perdición” o “hijo de destrucción”. Tal
vez Judas representa al hombre adámico que rechaza el cordero y carga su propio
juicio. A Judas se le ofreció una nueva vida en Cristo, pero rechazó el propósito para el
cual nació.
10 2 Corintios 5:14
11 Éxodo 12:8-9
12 Juan 13:30
Jesús dijo: “... ¡ay de aquel hombre por quien el Hijo del Hombre es entregado! Bueno
le fuera a ese hombre no haber nacido” 13. Creo que Jesús no estaba hablando solo del
hombre individual, Judas, sino también de lo que representaba Judas. Judas fue un
hombre invitado a comer la Pascua con Cristo, a “mojar con Él en el plato” 14 y
encontrar vida en la luz de un nuevo día, pero tal como su padre Adán en el jardín,
Judas rechazó y traicionó la Vida que se le ofreció.
“Cuando vea la sangre”
Dios no pasó por alto las casas de Israel indicándoles que escapaban de la muerte y
del juicio, todo lo contrario, la sangre en las puertas indicaba que ellos ya estaban
muertos y juzgados en el cordero. Esto es extremadamente importante.
Como muchos otros cuadros dados en el Antiguo Testamento, lo que estaba bajo la
sangre representaba lo que ya había sido juzgado por Dios, la condición en la que ya
no había más condenación. Dios se relacionaba con Su pueblo bajo esta cubierta,
como aquellos en los que no quedaba nada más que juzgar. Se nos muestra esta
misma realidad en el arco iris que apareció después de diluvio. En la historia de Noé
vemos que el juicio de Dios se ejecutó perfectamente en el diluvio, y que después les
prometió a los que ahora vivían cubiertos bajo el arco iris, que nunca más destruiría la
tierra. El arco iris era la señal de Dios de que el juicio había pasado y que ahora Él
estaba en paz con Su creación. Él dijo: “Cuando vea el arco en las nubes me acordaré
de mi pacto”15.
De la misma manera Dios manda al Destructor a Egipto para ejecutar Su juicio
perfecto, pero haciendo eco de la declaración que hizo después del diluvio dijo: “...y
cuando yo vea la sangre pasaré sobre vosotros, y ninguna plaga vendrá sobre
vosotros para destruiros”16. Israel fue juzgado en el cordero, pero no fue destruido.
Cuando Dios vio la sangre pintada sobre sus casas, reconoció que aquellos que
moraban bajo esa cobertura ya habían muerto y que no había nada más que juzgar.
Una división eterna
En Éxodo, podemos ver que la muerte del cordero y el subsecuente éxodo, estableció
una división o separación perfecta entre Egipto y Dios (juntamente con Su pueblo).
Una mayor perspectiva de esta división será discutida en la Fiesta del Pan sin
levadura.
13 Mateo 26:24
14 Marcos 14:20
15 Génesis 9:16
16 Éxodo 12:13
El juicio de Dios no terminó la existencia de Egipto, pero terminó, por completo, la
relación de Israel con él.
Éxodo 14:13, “Y Moisés dijo al pueblo: No temáis; estad firmes, y ved la
salvación que Jehová hará hoy con vosotros; porque los egipcios que hoy
habéis visto, nunca más para siempre los veréis”.
Literalmente, Israel nunca vio de nuevo a Egipto, porque el juicio de Dios había sido
perfecto y permanente. Sin embargo, al no experimentar el juicio en sus corazones,
los israelitas todavía se veían a sí mismos como ciudadanos de Egipto, y por tal razón,
muchas veces añoraron volver a la tierra de pecado y muerte que les era tan familiar.
Casi toda la primera generación vivió con temor a la muerte, ciega e internamente
esclava de un enemigo ya derrotado.
Sin embargo, desde la perspectiva de Dios ellos habían sido crucificados a Egipto y
Egipto había sido crucificado a ellos. Israel había sido liberado “...de la potestad de
las tinieblas y trasladado al reino de su amado Hijo” 17. Desde el punto de vista de Dios
ellos dejaron Egipto, una vez que entraron en la muerte de Cristo (la puerta cubierta
de sangre) aquella primera noche. Naturalmente hablando, ellos salieron la mañana
siguiente y cruzaron el Mar Rojo tres días después, pero desde el punto de vista de
Dios, Israel fue separado de Egipto la misma noche en la que fueron bautizados en la
muerte del cordero. Note cómo el Señor describe esta realidad cuando habla con
Moisés en Deuteronomio 16.
Deuteronomio 16:1,6, “…porque en el mes de Abib te sacó Jehová tu Dios de
Egipto, de noche…sino en el lugar que Jehová tu Dios escogiere para que habite
allí su nombre, sacrificarás la pascua por la tarde a la puesta del sol, a la hora
que saliste de Egipto”.
Así que, comer el cordero implicaba un éxodo inmediato, y Dios se encargó de ilustrar
esto haciendo que todo Israel comiera el cordero vestido para un viaje.
Éxodo 12:11, “Y lo comeréis así: ceñidos vuestros lomos, vuestro calzado en
vuestros pies, y vuestro bordón en vuestra mano; y lo comeréis
apresuradamente; es la Pascua de Jehová”.
Una de las cosas más importantes que necesitamos entender acerca de la Pascua es,
que desde la perspectiva de Dios comer el cordero y dejar Egipto es la misma
realidad. Por ende, cuando Israel aún estaba comiendo, Faraón (siempre un cuadro de
Satanás, del rey del pecado, muerte y esclavitud) le gritó a Moisés: “Salid de en
medio de mi pueblo vosotros y los hijos de Israel” 18. Y entonces, ya no teniendo nada
más que ver con esa tierra o con su rey, fue como si Israel hubiese sido proyectado o
vomitado de Egipto.
17 Colosenses 1:13
18 Éxodo 12:31
El cumplimiento de la Pascua
Cada aspecto del evento de la Pascua y de la fiesta conmemorativa anual, encuentra
su cumplimiento en la persona y obra de Cristo. El cumplimiento de la Pascua es tanto
la obra objetiva consumada por Cristo al cargar la muerte y juicio del hombre
adámico, así como la experiencia interna en cada creyente en la medida que
“guardamos la fiesta”, la experiencia subjetiva de todo lo que esta muerte implica.
Muchos cristianos no comprenden que Jesús fue, literalmente, crucificado el mismo
día de la Pascua, después de comer el cordero Pascual con Sus discípulos. El día judío
iniciaba en la tarde con la puesta del sol, y terminaba la siguiente tarde a la misma
hora. Así que, Cristo comió la comida de la Pascua con Sus discípulos después del
atardecer, cuando la Pascua estaba apenas comenzando. Él fue traicionado y arrestado
aquella noche, llevado ante Pilato en la mañana y crucificado en la tarde. Todo esto
se llevó a cabo en el día de la Pascua, el día catorce del primer mes.
Mateo 26:2, “Sabéis que dentro de dos días se celebra la pascua, y el Hijo del
Hombre será entregado para ser crucificado”.
Ya hemos visto, que conforme se acercaba ese día, Jesús declaró que Su cruz era el
juicio del hombre adámico, y dijo: “Ahora es el juicio de este mundo” 19. Pero tal y
como vimos con Israel y Egipto, para algunos este juicio sería una muerte hacia vida y
para otros una muerte hacia destrucción. Yo creo que con esta realidad en mente
Jesús dijo:
Mateo 21:44, “Y el que cayere sobre esta piedra será quebrantado; y sobre
quien ella cayere, le desmenuzará”.
Juan el Bautista habló de estas dos mismas opciones. El que recibe a Cristo pasa de
muerte a vida, pero el que no cree, permanece en Egipto bajo la ira de Dios.
Juan 3:36, “El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer
en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él”.
Jesús dejó muy claro que Su muerte en la Pascua era el cumplimiento de la fiesta y el
inicio del verdadero y eterno pacto con Dios.
Marcos 14:22-24, “Y mientras comían (la Pascua), Jesús tomó pan y bendijo,
y lo partió y les dio, diciendo: Tomad, esto es mi cuerpo. Y tomando la copa, y
habiendo dado gracias, les dio; y bebieron de ella todos. Y les dijo: Esto es mi
sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada”.
19 Juan 12:31
Incluso antes de la noche de la Pascua, Jesús había enseñado, claramente, que comer
el cordero (comer Su carne y beber Su sangre) era la única manera de hacer el éxodo
de la muerte a la vida.
Juan 6:53, 55-56, “De cierto, de cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo
del Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros…Porque mi carne es
verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y
bebe mi sangre, en mí permanece, y yo en él”.
Y así, con el cumplimiento de la Pascua, Dios inicia Su verdadero y eterno propósito
con el Israel espiritual. La cruz es el comienzo de la participación de Dios con ellos y
de la experiencia de ellos con Dios. Por medio de la cruz, Dios plantó Su única y
perfecta Semilla en la tierra con la gran expectativa de una cosecha resucitada de
muchos miembros. Con esto en mente, consideremos los siguientes versículos:
Juan 12:24, “De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la
tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto”.
Mateo 13:3, 8, “Y les habló muchas cosas por parábolas, diciendo: He aquí, el
sembrador salió a sembrar... Pero parte cayó en buena tierra, y dio fruto, cuál
a ciento, cuál a sesenta, y cuál a treinta por uno”.
Romanos 7:4, “Así también vosotros, hermanos míos, habéis muerto a la ley
mediante el cuerpo de Cristo, para que seáis de otro, del que resucitó de los
muertos, a fin de que llevemos fruto para Dios”.
Por último, a través de la cruz de Cristo, Dios ha cumplido la gran división o
separación que vimos que tomó lugar en Éxodo 12-14. Ha establecido una frontera
eterna entre lo primero y lo segundo, Egipto e Israel, Adán y Cristo, muerte y vida,
etc. Aquellos que comen el Cordero, son, literalmente, trasladados de un ámbito y de
un hombre e introducidos en Otro.
Colosenses 1:13, “El cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y
trasladado al reino de su amado Hijo…”
Efesios 2:5-6, “Aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida
juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), y juntamente con él nos
resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo
Jesús”.
Gálatas 6:14, “Pero lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro
Señor Jesucristo, por quien el mundo me es crucificado a mí, y yo al mundo”.
Capítulo 3
La Fiesta del pan sin levadura
Versículos Claves: Éxodo 12:15-20, 39; 13:3-10; 23:15; 34:18;
Levítico 23:6; Números 28:17-25; Deuteronomio 16:3-4, 8;
Marcos 14:12; 1 Corintios 5:6-8.
El Pan sin levadura era una ceremonia de siete días que seguía inmediatamente
después de la Pascua (comenzando el quince de Abib/Nisan), en la que se hacían
sacrificios especiales para Dios, no se realizaba ningún trabajo (en el primer y último
día de la fiesta), y lo más notable, toda levadura era, completamente, removida tanto
del pan como de las casas en Israel. Casi en cada aparición en la Biblia 20, la levadura
es un cuadro de la naturaleza del pecado que vive, crece, fermenta y corrompe.
Con el Pan sin levadura, el segundo día de las primeras tres fiestas, Dios aparta el
pecado (no solo los pecados), lo sepulta en la tierra y lo deja allí para siempre. Esta
fiesta habla acerca de la perfecta y permanente separación provocada por la muerte
del Cordero, de la total separación de la masa de Dios de la caída, corrupción y
muerte de lo primero. En esta fiesta vemos una masa que representa un estado nuevo
de existencia.
El aspecto clave es la separación/división
Hablamos de esta división cuando tratamos la Pascua porque las dos fiestas están tan
intrincadamente relacionadas, pero aquí lo trataremos con más detalle. Cuando Dios
describe la razón por la que ellos deben guardar esta fiesta, conecta el Pan sin
levadura con la total separación y éxodo de Israel de la casa de muerte y corrupción
de Egipto. Nótese esta conexión en los siguientes versículos.
Éxodo 12:17, “Guardaréis la fiesta de los panes sin levadura, porque en este
mismo día saqué vuestras huestes de la tierra de Egipto”.
Éxodo 13:7-9, “Por los siete días se comerán los panes sin levadura, y no se
verá contigo nada leudado, ni levadura, en todo tu territorio. Y lo contarás en
aquel día a tu hijo, diciendo: Se hace esto con motivo de lo que Jehová hizo
conmigo cuando me sacó de Egipto. Y te será como una señal sobre tu mano, y
como un memorial delante de tus ojos, para que la ley de Jehová esté en tu
boca; por cuanto con mano fuerte te sacó Jehová de Egipto.
Cada una de estas fiestas de primavera son, primero, realidades que Cristo
experimentó solo, y que luego se convierten en la experiencia de cada creyente que
viene a vivir en Él. Cristo atravesó la muerte, sepultura y resurrección como la única
Semilla de Su género, pero cuando recibimos a Cristo por fe, Su muerte se
20 Con la probable excepción de Mateo 13:33 / Lucas 13:21, donde el reino de Dios es comparado
con la levadura por su habilidad de crecer y llenar tres medidas de harina.
convierte en nuestro juicio, Su sepultura en nuestra transformación y Su
resurrección en la vida que conocemos como propia.
Como mencioné anteriormente, creo que estas primeras tres fiestas corresponden a la
muerte, sepultura y resurrección de Cristo; la segunda fiesta se relaciona con la
realidad de la sepultura. Jesús permaneció sepultado durante todo el primer día del
Pan sin levadura, el quinceavo día de Nisan, y después resucitó en la Fiesta de los
primeros frutos, el tercer día.
Sepultar, eso es lo que hacemos cuando alguien ha muerto y ha llegado el momento
de colocarlo fuera de nuestra vista para siempre. Al enterrar a alguien terminamos
nuestra relación con esa persona, la devolvemos a la tierra de donde fue tomada:
“Pues polvo eres, y al polvo volverás” 21. Cuando dejamos a alguien en la tumba,
entendemos que es tiempo de seguir adelante sin él, que ya no nos relacionamos más
con él. Cuando Sara murió, Abraham dijo: “...dadme en propiedad una sepultura
entre vosotros, para que pueda sepultar a mi difunta y apartarla de delante de mí” 22.
Esto es precisamente lo que la muerte de Cristo llevó a cabo en relación al pecado.
Cristo atrajo a Sí mismo todo lo de Adán, no sólo sus pecados, sino la naturaleza
misma de pecado, cargó con el juicio de ese hombre y lo colocó en una condición de
eterna separación de Dios. Después, habiendo terminado Su obra, resucitó el tercer
día y dejó a Adán atrás, en la tierra, separado de Dios para siempre. Esto es muy
parecido a lo que sucede cuando una semilla muere y cae en la tierra. Aunque la vida
dentro de la semilla se levanta de nuevo y lleva fruto, la cáscara muere y permanece
como parte de la tierra para siempre.
Creo que esto es exactamente lo que Dios nos muestra en la Fiesta del Pan sin
levadura. A través de la muerte del cordero Pascual, Dios juzga a todo aquel que está
en Egipto, y luego saca a “Israel mi Hijo, mi primogénito”23. Cuando Israel sale en la
mañana, Dios separa Su nueva masa de la levadura que una vez los llenó y los
definió. Para nosotros, los que hemos encontrado en Cristo el cumplimiento de esta
fiesta, esto significa la separación de nuestra alma del pecado, del hombre adámico;
estamos “muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús”24.
Una vez más, esta separación (o santificación) fue primero experimentada por Cristo
al dejar a Adán en la tumba, resucitar de entre los muertos y regresar a Su Padre.
Pero, al igual que con todas las fiestas, la experiencia de la cruz de Cristo es una
comprensión progresiva para todos aquellos que han nacido de Su Espíritu. Por esta
razón, Jesús dijo:
Juan 17:16,19, “No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo…Y por
ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en
la verdad”.
Juan 14:19-20, “Todavía un poco, y el mundo no me verá más; pero vosotros
me veréis; porque yo vivo, vosotros también viviréis. En aquel día vosotros
conoceréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí, y yo en vosotros”.
21 Génesis 3:19
22 Génesis 23:4
23 Éxodo 4:22
24 Romanos 6:11
Un Pan Nuevo
Tal y como vimos en la sección previa, participar del cordero fue la causa de la
expulsión de Israel de la tierra del pecado, muerte, y esclavitud. Ellos comieron del
cordero con la inmediata expectativa de marcharse. Pero este marcharse desde la
perspectiva de Dios involucraba mucho más, que sólo dejar un lugar. Involucraba
también dejar una condición o un estado de ser. Por lo tanto, la historia del éxodo
físico de Israel de Egipto, es dado a nosotros juntamente con otro importante cuadro
– un pan cambiado o transformado. Israel era ahora una nueva creación, un nuevo
pan, uno que ha sido liberado de la levadura que llenó y gobernó cada aspecto de su
ser.
En la Biblia, las primeras tres fiestas son a menudo llamadas colectivamente por el
nombre de Pan sin Levadura. Quizás la razón de esto es que esta transformación
dramática (experimentada primero por Cristo - del Último Adán al Segundo Hombre y luego experimentada por nosotros en Cristo) es el centro y foco de las fiestas
primaverales.
Por extraño que pudiera haberse oído, en la mañana del día 15 de Nisan (el primer día
del Pan Sin Levadura), Israel inició su marcha fuera de Egipto, cargando panes sin
levadura en sus manos, y recipientes de amasadura (recipientes para el pan)
envueltas en sus sábanas sobre sus hombros.
Éxodo 12:33-34, “Y los egipcios apremiaban al pueblo, dándose prisa a
echarlos de la tierra; porque decían: Todos somos muertos. 34 Y llevó el pueblo
su masa antes que se leudase, sus masas envueltas en sus sábanas sobre sus
hombros”.
Casi pareciera tonto imaginar dos o tres millones de personas marchando fuera de
Egipto, cargando pan y tazones, pero el Señor estaba pintando cuidadosamente un
cuadro natural de una realidad espiritual por venir. De nuevo, dejar Egipto no era
solamente el éxodo de una situación difícil, era una transformación de naturaleza
(panes sin levadura) que nos hizo utensilios aptos (tazones) para la gloria del Señor.
Un cuadro similar es dado a nosotros a través del profeta Isaías, cuando describe el
futuro éxodo de Israel del cautiverio en Babilonia. Él dice:
Isaías 52:11 “Apartaos, apartaos, salid de ahí, no toquéis cosa inmunda; salid
de en medio de ella; purificaos los que lleváis los utensilios de Jehová.”
El Saqueo de Egipto
En el medio de esta gran separación y éxodo hay otro aspecto de nuestra salvación
que emerge. No sólo nos muestra como un pan nuevo sin levadura llevando los
utensilios del Señor, sino que nuestro éxodo es además el medio por el cual Dios
despoja el campamento enemigo.
Éxodo 12:35 -36, “E hicieron los hijos de Israel conforme al mandamiento de
Moisés, pidiendo de los egipcios alhajas de plata, y de oro, y vestidos. 36 Y
Jehová dio gracia al pueblo delante de los egipcios, y les dieron cuanto pedían;
así despojaron a los egipcios.
Tales artículos como las alhajas de plata, oro, y tela, no fueron tomados para que los
Israelitas se enriquecieran. Más bien, fueron utilizados por el Señor (más adelante en
el Éxodo) para construir el Tabernáculo de Dios, Su lugar de morada entre las
personas. Creo que el cuadro que estamos destinados a ver es que Dios no solamente
derrotó a Su enemigo, sino que también tomó o saqueó el botín de guerra (¡nuestras
almas!) con las que luego construyó Su propia casa. El Señor robó del campo de
Satanás los materiales preciosos, vasijas, artículos (nuevamente, almas redimidas)
que son luego transformados en Su literal morada, el templo donde Él es glorificado.
Conociendo lo que Dios ha hecho
Al igual que con todas las demás realidades de salvación, siempre existe el trabajo
objetivo de la obra consumada de Dios en Cristo; y existe nuestra
subjetiva
comprensión espiritual (fe) y experiencia de esta obra consumada. Así que ser un pan
sin levadura y conocer de esta realidad no es lo mismo. En otras palabras, estar
muerto al pecado y separado de Adán, no significa necesariamente que usted esté
experimentando esta gran transformación.
Un cuadro claro de esto se puede apreciar en la historia del éxodo. El Israel del
Antiguo Pacto llegó a estar muerto a Egipto en el preciso momento en que ellos
entraron por la puerta cubierta de sangre. Pero no fue sino hasta 40 años después,
cuando por fe ellos cruzaron el Jordán, que ellos empezaron a experimentar su
libertad de Egipto, la tierra que Dios hace mucho tiempo atrás había apartado. Note
qué dice el Señor en el día en que Josué los dirige a través del Jordán.
Josué 5:9 “Y Jehová dijo a Josué: Hoy he quitado de vosotros el oprobio de
Egipto.”
En el primer siglo, el Israel del Nuevo Pacto (el cuerpo espiritual de Cristo) tuvo
exactamente el mismo problema. Ellos eran una nueva creación, pero muchos no
estaban experimentando la grandeza de su transformación, porque sus corazones no
estaban vueltos al Señor. Ellos habían recibido salvación, pero ellos no conocían la
salvación que habían recibido. Por medio del nuevo nacimiento a ellos se les había
dado la vida de Cristo, pero no llegaron a conocer a Cristo por la revelación del
Espíritu de Verdad. Pablo trató con este problema varias veces en la iglesia, y en una
ocasión él utilizó el lenguaje de esta fiesta para hacerlo.
1Corintios 5:6-8 “No es buena vuestra jactancia. ¿No sabéis que un poco de
levadura leuda toda la masa?
7 Limpiaos, pues, de la vieja levadura, para
que seáis nueva masa, sin levadura como sois; porque nuestra pascua, que es
Cristo, ya fue sacrificada por nosotros. 8 Así que celebremos la fiesta, no con
la vieja levadura, ni con la levadura de malicia y de maldad, sino con panes sin
levadura, de sinceridad y de verdad.”
Note cómo Pablo entendió esta fiesta, y cómo él lo aplicó a la condición de la iglesia
en Corinto. Cristo, el Cordero Pascual, había sido sacrificado. De ello se deduce que
estos creyentes “son sin levadura”, independientemente de si conservaban o no “la
fiesta”, que es, conocer y andar en la realidad de esta división entre lo viejo y lo
nuevo. Así que Pablo los amonesta “conserven la fiesta” como una manera de decir,
“Ahora tienes que venir a conocer y vivir la verdad”.
Guardando la Fiesta
Como en todas las siete fiestas, el acto de guardar la fiesta representaba aceptación
personal, participación y obediencia (alineamiento) con lo que Dios estaba declarando
a través de la ceremonia. Como mencionamos brevemente, bajo el Antiguo Pacto, la
Fiesta del Pan Sin Levadura era una ceremonia de siete días que involucraba tres
elementos primarios: 1) Sacrificios especiales iban a ser ofrecidos, todos
representaban algún aspecto de la obra de Cristo. 2) Ningún trabajo debía hacerse el
primer y último día de la fiesta. 3) El requerimiento más notable era la prohibición
total de cualquier rastro de levadura, tanto en sus comidas como en sus hogares.
Éxodo 12:14 “Y este día os será en memoria, y lo celebraréis como fiesta
solemne para Jehová durante vuestras generaciones; por estatuto perpetuo lo
celebraréis. 15 Siete días comeréis panes sin levadura; y así el primer día
haréis que no haya levadura en vuestras casas; porque cualquiera que comiere
leudado desde el primer día hasta el séptimo, será cortado de Israel.”
Éxodo 13:7 “Por los siete días se comerán los panes sin levadura, y no se
verá contigo nada leudado, ni levadura, en todo tu territorio.”
Deuteronomio 16:4 “Y no se verá levadura contigo en todo tu territorio por
siete días…”
Guardar la fiesta bajo el Antiguo Pacto significaba físicamente salir de ese testimonio a
una nueva creación. Por siete días esta fiesta pintó un cuadro de un pueblo libre de
pecado, liberado de la naturaleza de Adán. Israel tuvo que alinearse externamente con
la perspectiva de Dios en esta figurativa y simbólica manera en un tiempo
determinado y por un propósito específico.
Bajo el Nuevo Pacto, Pablo nos muestra que “guardar la fiesta” ya no es una
ceremonia natural, sino más bien una realidad espiritual que involucra conocer y
experimentar esta perfecta separación. Ya no estamos actuando a la sombra de lo que
vendrá, pero estamos aprendiendo (por el Espíritu) la realidad de lo que ha de venir, y
así, siendo limpiados internamente de cada residuo del hombre adámico que se aferra
a nuestras mentes no renovadas. En esta manera somos “limpiados de la vieja
levadura”, y “conservamos la fiesta…con el pan sin levadura de la pureza y la verdad”.
Pabló comprendió que la obra estaba terminada, y que nosotros, siendo colocados por
Dios en Cristo, somos una nueva creación en Él.
2Corintios 5:17 “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las
cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.”
Romanos 6:4 “Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el
bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del
Padre, así también nosotros andemos en vida nueva... 6 sabiendo esto, que
nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del
pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado. 7 Porque el que
ha muerto, ha sido justificado del pecado.
Habiendo sido bautizados en una obra consumada, nuestra responsabilidad y nuestro
llamado es guardar la fiesta, alineando nuestras almas con la obra consumada de la
cruz. Esto no se trata de una única decisión que tomamos, sino de un proceso diario
que la Biblia llama “renovaos en el espíritu de vuestra mente.” Por naturaleza nuestra
mente es hostil hacia Dios, y es perfectamente ignorante de Su vida y Su camino.
Esto no cambia inmediatamente en el momento en que nacemos de nuevo. El nuevo
nacimiento es cuando recibimos la vida de Cristo, pero la luz de Su vida tiene que
alumbrar nuestros corazones hasta que progresivamente cause que nuestros
corazones caminen en Su perspectiva, Su verdad. Nosotros no necesitamos más de Su
vida, lo que necesitamos es aprender a caminar en la luz como Él está en la luz, y
experimentar de Su comunión con el Padre. Esto es lo que Pablo llama a venir a
“conocer como fuimos conocidos”, o “asir aquello para lo cual fui también asido por
Cristo Jesús”.
Ninguno se presentará delante de Mí con las manos vacías
La perspectiva de Dios de “guardar las fiestas” (en ambos pactos), tiene que ver con
presentarle a Él algún aspecto de Cristo que primero fue dado a Israel por medio de
Dios. Esta era la expectativa de Dios en cada una de las siete fiestas - ver a Israel
aparecer ante Él y estar relacionado con Él en Cristo.
Éxodo 23:15 “La fiesta de los panes sin levadura guardarás. Siete días
comerás los panes sin levadura, como yo te mandé, en el tiempo del mes de
Abib, porque en él saliste de Egipto; y ninguno se presentará delante de mí con
las manos vacías.”
Al mostrarnos delante del Señor “vacíos”, sería mostrarnos ante Él en la vacuidad y la
desnudez del hombre adámico, sin nada de Cristo para presentar al Padre. Esto es lo
que Pablo llamaría “desechar la gracia de Dios”, esto es, rehusar a caminar en, vivir
por, y presentar al Padre todo aquello que nos ha sido dado en Cristo.
Necesitamos entender que la gracia nos da todo lo que Dios requiere en y a través de
la Persona de Cristo, pero también demanda lo que Dios ha dado. Muchos tipos y
sombras y parábolas demuestran que Dios nos da todo lo que necesitamos y todo lo
que Él desea dar, pero también la única expectativa de Dios es el incremento de lo que
Él nos ha dado.
Mateo 25:26 “Respondiendo su señor, le dijo: Siervo malo y negligente,
sabías que siego donde no sembré, y que recojo donde no esparcí.27 Por tanto,
debías haber dado mi dinero a los banqueros, y al venir yo, hubiera recibido lo
que es mío con los intereses.”
Mateo 13:23 “Mas el que fue sembrado en buena tierra, éste es el que oye y
entiende la palabra, y da fruto; y produce a ciento, a sesenta, y a treinta por
uno.”
Existen muchos puntos de vista erróneos en el cuerpo del Señor. Frecuentemente
hablamos de la gracia como si se tratase meramente del perdón de las deficiencias de
Adán. Ciertamente el perdón de pecados está incluido en la gracia, pero la gracia es
mucho mayor que el perdón de pecados. La gracia es una relación en donde Dios nos
da, y trabaja en nosotros, todo lo que Él desea de nosotros. Él nos da una muerte que
no podíamos morir, y una vida que no podíamos vivir. Por gracia, Cristo se hizo a
nosotros todas las cosas - sabiduría, justicia, redención, vida, luz, gloria, etc. De
nuevo, en lo que frecuentemente fallamos en percatarnos es que, habiéndonos dado
por gracia todo lo que Cristo es, Dios entonces requiere y desea de nosotros sólo
aquello que sea la obra de Su gracia. Por esta razón, Pablo afirma:
1Corintios 15:10 “Pero por la gracia de Dios soy lo que soy; y su gracia no
ha sido en vano para conmigo, antes he trabajado más que todos ellos; pero no
yo, sino la gracia de Dios conmigo.”
Hebreos 12:28 “Así que, recibiendo nosotros un reino inconmovible, tengamos
gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia;
29 porque nuestro Dios es fuego consumidor.”
Capítulo 4
Las Fiestas de los Primeros Frutos
Versículos claves: Éxodo 23:19, 34:26; Levítico 23:9-14; Deuteronomio
26:1-10; Jeremías 2:3 Mateo 28:1; Marcos 16:1; Lucas 24:1; 1Corintios
15:20
Las fiestas de los primeros frutos fue la tercera de las primeras tres fiestas, y caía
justamente en el día después del primer sábado después del décimo quinto día del
mes (el inicio de las fiestas del Pan Sin Levadura). Cada vez que el décimo quinto día
del mes caía un sábado, las primeras tres fiestas caerían en días consecutivos. Este
fue el caso del año en que Cristo fue crucificado. Él fue crucificado el décimo cuarto
día, permaneció sepultado durante el día décimo quinto (un sábado), y resucitó de
entre los muertos en las fiestas de los Primeros Frutos, el día décimo sexto del mes.
Durante la fiesta de los Primero Frutos, Israel tenía que llevar una única gavilla de
frutos al sacerdote, de las primicias de la siega de la tierra. El sacerdote mecía la
gavilla delante del Señor, y los frutos serían aceptados en nombre de Israel.
Juntamente con la gavilla, se ofrecía un cordero macho sin mancha, como holocausto
al Señor.
Levítico 23:9 “Y habló Jehová a Moisés, diciendo: 10 Habla a los hijos de
Israel y diles: Cuando hayáis entrado en la tierra que yo os doy, y seguéis su
mies, traeréis al sacerdote una gavilla por primicia de los primeros frutos de
vuestra siega. 11 Y el sacerdote mecerá la gavilla delante de Jehová, para que
seáis aceptos; el día siguiente del día de reposo[a] la mecerá.”
Tal y como hemos notado, esta fiesta habla sobre la resurrección de Cristo, y la
presentación de Sí mismo delante del Padre como el “primogénito de entre los
muertos.” Cristo es la ofrenda aceptable por quien y en quién todo Israel es aceptado
en la presencia de Dios.
La Cabeza de una Nueva Humanidad
En su resurrección, Cristo abrió el seno de la muerte y se convirtió en el primogénito
de una raza o género nuevo que están unidos a Él por la fe. Esto no significa que haya
muchos como Cristo, pero que, por medio de Su resurrección, Cristo se ha convertido
en la fuente y la vida de Su cuerpo la iglesia. Como tal, Él se dice ser la Cabeza de un
hombre nuevo, la iniciación de una nueva creación.
Romanos 8:29 “Porque a los que antes conoció, también los predestinó para
que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el
primogénito entre muchos hermanos.”
Colosenses 1:18 “Y Él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, Él que es el
principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la
preeminencia;”
Ahora, Dios conoce y se relaciona con los seres humanos en uno de los dos hombres
–Adán o Cristo. En Adán, el hombre se encuentra muerto en delitos y pecados, sigue
siendo esclavo en la tierra de Egipto a un rey cruel y exigente. Pero en Cristo,
experimentamos novedad de vida, hemos sido resucitados y sentados juntamente con
Cristo en lugares celestiales. Somos “herederos de Dios y coherederos con Cristo.”
Una ofrenda aceptable
En el momento en que la primera gavilla de la cosecha de cebada brota de la tierra, el
sacerdote la mecía delante del Señor, y era aceptada en nombre del pueblo, de la
misma manera Cristo, el primogénito de entre los muertos, es presentado ante Dios
como una ofrenda agradable. Él es Aquel en quién y por medio de quién el cuerpo de
Cristo es acepto.
Hebreos 9:24 “Porque no entró Cristo en el santuario hecho de mano, figura
del verdadero, sino en el cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante
Dios.”
Es importante percatarnos que este “por nosotros” en la presencia de Dios, no
significa en lugar de nosotros. La palabra Griega que se utiliza aquí es huper, y
significa “en el nombre de, en aras de la”. Es importante conocer la diferencia porque,
como parte de Su cuerpo, fuimos levantados en la presencia de Dios juntamente con
Él. Obviamente nuestros cuerpos permanecen en la tierra, pero en lo que concierne a
nuestras almas, “hemos muerto y nuestra vida está escondida con Cristo en Dios”.
Teniendo esta realidad en mente, Pablo dice, “Si, pues, habéis resucitado con Cristo,
buscad las cosas de arriba.” (Colosenses 3: 1,3) Así que estamos sentados en lugares
celestiales con Cristo, pero Él es el único que aparece. Hemos sido traídos a la
presencia de Dios, pero Cristo es el que se ve, se reconoce y se recibe en nombre de
nosotros. En la resurrección, Cristo se presentó a Sí mismo como una primicia, una
ofrenda aceptable, y es en Él en quién somos aceptados.
Efesios 1:6 “De manera que alabamos a Dios por la abundante gracia que
derramó sobre nosotros, los que pertenecemos a su Hijo amado.”
El primero en regresar a La Casa del Padre
Así como los primeros frutos, y el primogénito de entre los muertos, Cristo fue el
primero en regresar a la casa del Padre.
Éxodo “23:19 Las primicias de los primeros frutos de tu tierra traerás a la
casa de Jehová tu Dios.”
Deuteronomio 26:1 “Cuando hayas entrado en la tierra que Jehová tu Dios te
da por herencia, y tomes posesión de ella y la habites, 2 entonces tomarás de
las primicias de todos los frutos que sacares de la tierra que Jehová tu Dios te
da, y las pondrás en una canasta, e irás al lugar que Jehová tu Dios escogiere
para hacer habitar allí su nombre.”
Antes de regresar a Su Padre, Cristo nos preparó un lugar por medio de la obra de Su
cruz. A través de Su muerte, sepultura, y resurrección, Cristo hizo exactamente lo que
le había prometido a sus discípulos: Él abre los cielos y crea un camino para que
nosotros estemos con Él en donde Él está. Esta realidad es precisamente lo que Cristo
estaba tratando de explicarles a Sus discípulos en los días previos a Su cruz. Era
necesario que tuviera que morir, ser sepultado, y levantado con el fin de abrir el
camino hacia la casa del Padre, “llevar cautiva a la cautividad” (Efesios 4: 8), y
atraerlos asimismo con Él.
Juan 14:1 “No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí.
2 En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera
dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros”.
Juan 17:24 “Padre, aquellos que me has dado, quiero que donde yo estoy,
también ellos estén conmigo, para que vean mi gloria que me has dado;
porque me has amado desde antes de la fundación del mundo.”
Esto NO es una realidad futura que los cristianos deberíamos esperar. Esto es la
realidad presente y eterna del alma de cada creyente que ha sido bautizada en la
muerte de Cristo, y levantada juntamente con Él en una novedad de vida. Es una
lástima saber que muchos cristianos creen que la muerte física del cuerpo, es la gran
transición o el éxodo del alma humana. La Biblia está en desacuerdo con esta idea. A
lo largo del Nuevo Testamento, unánime y enfáticamente los apóstoles concuerdan
que experimentando la muerte de la cruz, es como somos transformados de un
hombre y de una creación a otra. De nuevo, la vasija natural no cambia de ubicación
física. No necesita hacerlo. Es por medio de la cruz que el alma humana es
literalmente trasladada de un hombre, de un ámbito a Otro.
La experiencia, del creyente, de las Primicias
Al igual que con las otras fiestas, la Fiesta de las Primicias es la experiencia y el logro
de Cristo mismo. Pero por medio de nuestra participación por fe en Cristo, se
convierte en el camino de cada creyente. Por fe somos participantes de la obra
consumada de Cristo, así que esta resurrección de entre los muertos, este salir de la
tierra como el tallo de una planta que brota del suelo, y este volver a la casa del
Padre, se convierte también en nuestra realidad y experiencia. La revelación del
Espíritu de esta realidad es el fundamento de nuestro caminar por fe. Pablo dice:
Efesios 2:5-6 “…aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida
juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), 6 y juntamente con él nos
resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo
Jesús.”
Esto no era una cuestión de teología para Pablo. Ni tampoco se trataba de una mera
verdad posicional que le esperaba en una futura consumación. Esta era la realidad de
Pablo, y él sabía que era la realidad de cada hombre y mujer en Cristo. En muchas
ocasiones estudiamos versículos como estos desde un marco de conceptos teológicos,
en lugar de despertar a las realidades descritas por ellos. Pablo, hablando a la iglesia
de Éfeso les dice, “Despiértate tú que duermes, y levántate de los muertos, y te
alumbrará Cristo” (Efesios 5:14).
Recibir a Cristo por fe significa que estamos ubicados en Él, y que Su éxodo por medio
de la muerte, sepultura y resurrección se convierten también en el nuestro.
Romanos 6:3-5 “¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en
Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte? 4 Porque somos sepultados
juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo
resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos
en vida nueva. 5 Porque si fuimos plantados juntamente con él en la semejanza
de su muerte, así también lo seremos en la de su resurrección.”
En los versículos previos, Pablo describe nuestra unión con Cristo como plantados
juntamente, como una semilla en la muerte. Aquellos que han sido plantados
juntamente con Cristo en la muerte, salen del suelo con Cristo en resurrección. Esta
es la experiencia del creyente con respecto a las Primicias. Las Primicias de la cosecha
de cebada fueron levantadas de la tierra muerta y traídas al templo del Señor. De la
misma manera, el alma de cada creyente abandona la tierra con Él, y encuentra su
nuevo hogar en la casa del Padre.
La manifestación de las Primicias
Una vez más, Cristo fue crucificado en la Pascua, permaneció sepultado durante la
Fiesta del Pan sin Levadura (un sábado), y posteriormente fue levantado de entre los
muertos dejando así su tumba vacía el tercer día, el día de la Fiesta de las Primicias.
Mateo 28:1,6 “Pasado el día de reposo, amanecer del primer día de la
semana, vinieron María Magdalena y la otra María, a ver el sepulcro….. 5 Mas el
ángel, respondiendo, dijo a las mujeres: No temáis vosotras; porque yo sé que
buscáis a Jesús, el que fue crucificado. 6 No está aquí, pues ha resucitado…”
Lucas 24:1 “El primer día de la semana, muy de mañana, vinieron al sepulcro,
trayendo las especias aromáticas que habían preparado, y algunas otras
mujeres con ellas”.
La Fiesta de las Primicias no siempre caía el tercer día después de Pentecostés. Este
día caía después del día del reposo, posterior a la fiesta del Pentecostés. Por ejemplo,
si el Pentecostés caía en un año un martes, La Fiesta del Pan sin Levadura empezaría
un miércoles, y las fiestas de las Primicias se darían el día después del próximo día del
Descanso. De manera que, en este caso, habría seis días entre la Pascua y la fiesta de
las primicias. Sin embargo, el año en que Cristo fue crucificado, la Pascua se dio el día
viernes, el Pan Sin levadura el día del Descanso, y por lo tanto la fiesta de las
Primicias se dio el tercer día, el día en que Cristo anunció que iba a ser resucitado.
Una nota de aclaración
Algo que podría tomarse para confusión con respecto a las fiestas es que por lo
general son llamadas en la Biblia por más de un nombre. Algunas de ellas presentan
de tres a cuatro nombres diferentes. Probablemente, el problema que surge a partir
de esto, es que en ocasiones, tanto la tercera y cuarta fiesta (Primicias y Pentecostés)
son llamadas como La Fiesta de las Primicias.
La razón de lo anteriormente dicho es la siguiente: tal y como lo hemos mencionado,
el ciclo de las 7 fiestas está ligado a la temporada de siembra y cosecha en Israel. En
primer lugar se dio la cosecha de cebada, allí inició la mayor porción de cosecha en
Israel, iniciando con el trigo que fue cosechada en Pentecostés. He intentado ilustrar
esto de la siguiente manera.
Por lo tanto, creo que la razón por la cual ambas, la tercera y cuarta fiesta, son en
ocasiones llamadas las fiestas de las Primicias debido a que una habla de Cristo, el
primogénito de entre los muertos, y corresponde a las primicias de la cebada. Y la
otra habla de la iglesia, que es la primicia del incremento de Cristo, y corresponde a
las primicias del trigo.
Fue solamente Cristo, en Su muerte, sepultura y resurrección que cumplió el juicio,
separó la levadura del pan, y fue levantado de Su obra consumada ante el Padre.
Estos son las primicias de la cebada, y lo siguientes versículos hablan de esta
realidad.
Romanos 8:29 “Porque a los que antes conoció, también los predestinó para
que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el
primogénito entre muchos hermanos.”
Colosenses 1:18 “y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, él que es el
principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la
preeminencia;”
1Corintios 15:23 “Pero cada uno en su debido orden: Cristo, las primicias;
luego los que son de Cristo, en su venida.”
La iglesia, como el “nuevo grano” es
unido a esta obra perfecta, y el incremento de
Cristo en nosotros se convierte en las primicias de Su incremento. Nótese en los
siguientes versículos cómo el inicio de Israel (tanto en el Antiguo como en el Nuevo
Testamento) se demuestra que es las primicias del incremento de Cristo en un pueblo.
Jeremías 2:2-3 “Anda y clama a los oídos de Jerusalén, diciendo: Así dice
Jehová: Me he acordado de ti, de la fidelidad de tu juventud, del amor de tu
desposorio, cuando andabas en pos de mí en el desierto, en tierra no
sembrada. 3 Santo era Israel a Jehová, primicias de sus nuevos frutos. Todos
los que le devoraban eran culpables; mal venía sobre ellos, dice Jehová.”
Santiago 1:18 “El, de su voluntad, nos hizo nacer por la palabra de verdad,
para que seamos primicias de sus criaturas.”
Capítulo 5
Pentecostés (La Fiesta de las Semanas)
Versículos claves: Éxodo 19:9-25, 23:15-16, 24:1-18, 34:22; Levítico 23:1521; Números 28:26-31, Deuteronomio 16:9-12; Hechos 2:1-4
La fiesta de Pentecostés es la cuarta fiesta anual de Israel. Iniciaba a principios del
tercer mes, precisamente cincuenta días después se ofrecían delante del Señor las
primicias de la cebada.
Levítico 23:15-16 “Y contaréis desde el día que sigue al día de reposo, desde
el día en que ofrecisteis la gavilla de la ofrenda mecida; siete semanas
cumplidas serán. 16 Hasta el día siguiente del séptimo día de reposo contaréis
cincuenta días; entonces ofreceréis el nuevo grano a Jehová.”
El nombre de La Fiesta de las Semanas proviene del conteo de las siete semanas
después de la Fiesta de las Primicias. Me encuentro dudando acerca del significado de
los cincuenta días. ¿Es este número relevante debido a los siete sietes? O debiéramos
ver cuarenta días más 10, ya que así es como se mencionan los números después de
la resurrección de Cristo. Cristo se mostró a sus discípulos por cuarenta días después
de Su resurrección (Primicias), “hablándoles acerca del reino de Dios.” Después les
dijo que esperaran en Jerusalén, lo que resultó ser diez días más, para que el regalo
del Espíritu Santo viniera en la Fiesta de Pentecostés.
Durante la Fiesta de Pentecostés, era necesario que Israel llevara dos panes de grano
nuevo con levadura hechos de trigo, y los presentara delante del Señor. Estos dos
panes con levadura eran seguidamente ofrecidos al Señor, juntamente con una
variedad de ofrendas de pecado, ofrenda encendida, y de paz; y mostrados
posteriormente al Señor junto con los dos corderos.
Levítico 23:17-20 “De vuestras habitaciones traeréis dos panes para ofrenda
mecida, que serán de dos décimas de efa de flor de harina, cocidos con
levadura, como primicias para Jehová. 18 Y ofreceréis con el pan siete corderos
de un año, sin defecto, un becerro de la vacada, y dos carneros; serán
holocausto a Jehová, con su ofrenda y sus libaciones, ofrenda encendida de olor
grato para Jehová. 19 Ofreceréis además un macho cabrío por expiación, y dos
corderos de un año en sacrificio de ofrenda de paz. 20 Y el sacerdote los
presentará como ofrenda mecida delante de Jehová, con el pan de las primicias
y los dos corderos; serán cosa sagrada a Jehová para el sacerdote.”
Esta fiesta y los eventos circundantes en Éxodo 19 y 24, hablan de muchas maneras
del bautismo de la iglesia o de la inclusión en la obra consumada de Cristo. En el libro
de Éxodo, cincuenta días después de la Fiesta de las Primicias, Dios entró en pacto
con Israel, e Israel entró en la Montaña de Dios.
El Tiempo de la Fiesta
La tradición judía, junto con la mayoría de los comentarios Bíblicos, afirman que el
tiempo de esta fiesta corresponde a la inauguración de la iglesia del Antiguo
Testamento. Esta fiesta conmemora la Ley dada por medio de Moisés en el Monte
Sinaí, y la relación de pacto en la que Israel entró con Dios en el Monte Sinaí,
cincuenta días después de haber dejado Egipto.
Éxodo 19:1 En el mes tercero de la salida de los hijos de Israel de la tierra de
Egipto, en el mismo día llegaron al desierto de Sinaí.
Israel abandonó Egipto el día quince del primer mes. Cuarenta y cinco días después
llegaron al Monte Sinaí. Moisés subió el monte por sí solo durante un día, entonces
hubo un lapso de tres días de preparación para todo el campamento.
Después de
haber pasado los tres días, el pacto fue establecido por medio de la sangre, y el
pueblo subió a la montaña y conocieron a Dios. Cincuenta días en total.
Los 50 días corresponden exactamente con el tiempo entre la resurrección de Cristo y
el recibimiento por parte de la iglesia, del Espíritu Santo que había sido prometido.
Los eventos circundantes al Primer Pentecostés
Pentecostés (usualmente llamado en el Antiguo Pacto como la Fiesta de las Semanas)
no fue celebrado sino hasta que Israel entró en la tierra, sembró y recogió su cosecha.
Pero los eventos que se dieron en el Monte Sinaí, aproximadamente cincuenta días
después de haberse marchado de Egipto, están entrelazados a esta fiesta, y
claramente apuntan al cumplimiento del Nuevo Pacto.
Cuando llegaron al Sinaí, Moisés subió solo y recibió la instrucción del Señor de
establecer una frontera alrededor del monte, para que ninguna carne pudiera
acercarse, tocar o ver al Señor que descendía a la montaña sobre una nube. El Señor
enfáticamente le demanda a Moisés descender del monte, en diferentes ocasiones,
para advertirles a los Israelitas que ellos no se podían acerca a Él.
Éxodo 19:12 “Y señalarás término al pueblo en derredor, diciendo: Guardaos,
no subáis al monte, ni toquéis sus límites; cualquiera que tocare el monte, de
seguro morirá.13 No lo tocará mano, porque será apedreado o asaeteado; sea
animal o sea hombre, no vivirá. Cuando suene largamente la bocina, subirán al
monte."
El cuadro que necesitamos comprender aquí es, que hasta que Israel entrara en el
pacto, no podía tener acceso a Dios. Hasta que naciera del Espíritu (en tipos y
sombras), y se uniera a Dios por medio de la sangre del pacto, no podía tener acceso
a Él. Su monte (lugar de morada) estaba fuera de los límites de la carne.
Posteriormente, Moisés le anunció a su pueblo un período de tres
días
de
purificación, santificación, lavamiento de ropas, con el fin de prepararlo para el
encuentro con Dios en el monte.
A lo largo del Antiguo Testamento, los períodos de tres días siempre representan un
cuadro del la obra de la cruz, o de la experiencia de los creyentes de esa obra. Existen
aún más ejemplos por mencionar; para nombrar algunos de ellos: El viaje de tres días
de Abraham para sacrificar a su hijo Isaac, el distanciamiento de tres días que Jacob
puso entre sí mismo y Labán, los tres días relacionados con los sueños del panadero y
el copero, la descripción de Dios acerca del éxodo de Israel como un viaje de tres
días, los tres días de preparación para cruzar el Río Jordán, cuando David trajo a juicio
a todo Israel por tres días, Esther le pide a todo Israel ayunar por tres días antes de
entrar a la presencia del rey, los tres días que habitó Jonás en el vientre de la ballena,
etc. Existen muchos más cuadros.
Lo que Dios ya había completado en los días de las primeras tres fiestas (Pascua, Pan
Sin Levadura, Primicias), es a lo que ahora Israel está entrando en el Pentecostés. Su
participación de los tres días en la cruz de Cristo lo prepara para lo siguiente - un
pacto con Dios en la sangre, y un acercamiento a Su Monte Santo.
Los siguientes cuatro capítulos (Éxodo 20-23), describen muchas de las leyes
específicas que Moisés recibió cuando estaba solo con Dios en el monte durante ese
tiempo. Pero cuando el período de tres días de santificación terminó, Dios estableció
su pacto de sangre con Israel, lo invitó a su montaña para que viera a Dios, y comiera
y bebiera con Él. La descripción de estos eventos en Éxodo 24 es abundante con los
tipos y sombras que apuntan al cumplimiento del nuevo pacto.
Primero, Dios le ordenó a Moisés escribir todo el Pacto. Después, le ordenó construir
un altar en la base del monte, junto con los doce pilares que representaban las doce
tribus de Israel. Moisés les ordenó a varios hombres jóvenes que ofrecieran
holocaustos y ofrendas de paz al Señor, y que reunieran la sangre de los animales en
cuencas. La mitad de la sangre fue rociada en el altar, las palabras del pacto eran
leídas en voz alta al pueblo, y luego el resto de la sangre fue rociado sobre el pueblo
mientras decían, “He aquí la sangre del pacto que Jehová ha hecho con vosotros sobre
todas estas cosas.”
Una vez rociada la sangre, Moisés, Aarón, Nadab y Abiú (los hijos de Aarón),
y
setenta ancianos de Israel (representando la congregación total) subieron al monte y
vieron al Dios de Israel.
Éxodo 24:9-11 “Y subieron Moisés y Aarón, Nadab y Abiú, y setenta de los
ancianos de Israel; 10 y vieron al Dios de Israel; y había debajo de sus pies
como un embaldosado de zafiro, semejante al cielo cuando está sereno.11 Mas
no extendió su mano sobre los príncipes de los hijos de Israel; y vieron a Dios,
y comieron y bebieron.”
Mientras que algunos de los detalles de esta historia pueden ser confusos, la idea
principal pareciera ser relativamente clara. Aproximadamente cincuenta días después
de las primeras tres fiestas, Dios entró en un pacto con la congregación corporativa de
Israel por medio de la sangre, e invitó a todos (a través del intercesor, Moisés) a subir
a Su monte y a relacionarse con Él.
El significado Espiritual de estos Eventos
Todos estos cuadros físicos del pacto, relación, ley y comunión, son sombras naturales
de lo que llegó a ser realidad espiritual, cincuenta días después de la resurrección de
Cristo. En primer lugar, Cristo ascendió solo. Pero días después, Él les dice a sus
discípulos que tengan la expectativa del Espíritu que había sido prometido, el
resultado de la obra consumada en la cruz. Habiendo orado y esperado en el aposento
alto por diez días (hasta la celebración judía de la Fiesta del Pentecostés), el Espíritu
de Dios fue derramado sobre aquellos que creyeron. Es interesante cómo Lucas
empieza el segundo capítulo del libro de los Hechos.
Hechos 2:1
juntos.”
“Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes
Sin embargo, la traducción literal de este versículo es mucho más clara:
•
“Y en el cumplimiento del día de Pentecostés" (LitV de Greene)
•
“Y en el día de Pentecostés estando cumplido” (Traducción Literal de Young)
Dos señales milagrosas acompañaron este evento. Hubo un fuerte ruido de un
viento recio – cumpliendo el viento del Espíritu de Dios mostrado en la visión de
Ezequiel en el valle de los huesos secos. En esta visión, el aliento del soplo de Dios
trajo vida “enteramente a la casa de Israel”. La otra manifestación fue una pequeña
lengua de fuego sobre la cabeza de cada creyente. Igualmente con los hijos de Israel
cuando acampaban en el desierto, había una columna de fuego sobre el tabernáculo
de Dios. En el Pentecostés, cada uno de los creyentes se convirtió en el verdadero
tabernáculo y en la eterna “morada de Dios en el Espíritu”.
Los paralelismos entre las sombras del antiguo pacto y el cumplimiento del nuevo
pacto son claros, difícilmente se pueden pasar por alto. Por ejemplo, en el
cumplimiento mostrado en la historia del Éxodo, Dios nos ha “preparado” para este
nuevo pacto, haciéndonos partícipes de Su experiencia de tres días por medio de la
muerte, sepultura, y resurrección. Después de sus tres días de purificación, el Israel
del antiguo pacto presentaba la sangre de los animales sacrificados y la rociaba sobre
aquellos que estaban reunidos en el Sinaí. En el nuevo pacto, la sangre de Cristo obra
a favor de todos los creyentes.
Moisés, Aarón, y los setenta ancianos subieron el monte para comer, beber, y ver a
Dios. Pero ahora en Cristo, los creyentes pertenecientes al nuevo pacto “comen de Su
carne y beben Su sangre,” y es por medio de la revelación del Espíritu cuando se
empieza a ver a Dios cara a cara. En el cumplimiento de Pentecostés, usted podría
decir que Dios descendió sobre la montaña en Su forma de “espíritu vivificante”, o
usted también podría decir que el nuevo Israel fue levantado y sentado con Él en el
monte y en la nube de Su presencia. De cualquier forma que usted lo describa, a los
reunidos en el aposento alto se les dio de repente una nueva vida y fueron invitados a
la relación de Cristo con Su Padre.
En la historia del Éxodo, al pueblo, perteneciente al pacto, le fue dada la ley escrita de
Dios como base para su relación. En Hechos, a los creyentes del nuevo pacto
les
fue dada “la ley del Espíritu de Vida en Cristo Jesús.” Esta ley nueva está “escrita no
con tinta sino con el Espíritu del Dios viviente, no sobre tablas de piedra sino sobre las
tablas de la carne, esto es, en el corazón.”
Anteriormente, el Dios del Israel era completamente inalcanzable. Existían límites
establecidos alrededor de Su monte santo, como una señal clara de que Su presencia
estaba apartada de los límites. Pero ahora, tanto los judíos como los gentiles que
están cargados de pecado, son bautizados en la obra consumada de la cruz, y lo
nuevo, el cuerpo espiritual de Cristo, puede acercarse libremente a Dios sin miedo o
condenación. Ahora, desde el punto de vista del Señor, la carne y el pecado han sido
apartados, y por lo tanto no existe nada más que juzgar. En Hebreos capítulo doce, se
contrasta el acercamiento a Dios con Éxodo 24, con el cumplimiento de estas cosas
hechas ahora en Cristo.
Hebreos 12:18-24 “Porque no os habéis acercado al monte que se podía
palpar, y que ardía en fuego, a la oscuridad, a las tinieblas y a la tempestad,
19 al sonido de la trompeta, y a la voz que hablaba, la cual los que la oyeron
rogaron que no se les hablase más, 20 porque no podían soportar lo que se
ordenaba:SI AUN UNA BESTIA TOCARE EL MONTE, SERÁ APEDREADA, O
PASADA CON DARDO;21 y tan terrible era lo que se veía, que Moisés
dijo:ESTOY ESPANTADO Y TEMBLANDO;22 sino que os habéis acercado al
monte de Sion, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a la compañía
de muchos millares de ángeles,23 a la congregación de los primogénitos que
están inscritos en los cielos, a Dios el Juez de todos, a los espíritus de los justos
hechos perfectos, 24 a Jesús el Mediador del nuevo pacto, y a la sangre rociada
que habla mejor que la de Abel.”
Usted habrá notado que no hay absolutamente nada en estos versículos que digan,
que esto está todavía en el futuro para el cuerpo de Cristo. La comprensión interna de
estas realidades es progresiva en la medida en que le permitamos al Espíritu de
Verdad que “nos muestre las cosas que nos han sido concedidas por Dios.” Pero la
obra está consumada, y nuestra entrada está eternamente asegurada. Si usted es
cristiano, usted ha venido al Monte de Sión.
La celebración de la Fiesta
Si bien, estos eventos pintan un cuadro vívido de la entrada de Israel al pacto con
Dios, los detalles específicos de las fiestas nos muestran aún mucho más de la
perspectiva de Dios, acerca de la inclusión de la iglesia en la obra consumada en
Cristo.
Lo más destacable sobre la fiesta de Pentecostés fue la ofrenda de los dos panes. A
diferencia de cualquier otra ofrenda de granos ofrecida al Señor durante el transcurso
del año, esta ofrenda en particular se trataría de panes leudados, y no se suponía que
fueran mezclados con el aceite habitual y con incienso. A menudo se interpreta, y creo
que es una interpretación precisa, ver estos dos panes representando al pueblo judío
y a los gentiles, cargando de igual manera con el pecado, carentes del Espíritu de Dios
(sin el aceite) y sin ningún rastro de la fragancia de Cristo (incienso).
Romanos 3:9 “¿Qué, pues? ¿Somos nosotros mejores que ellos? En ninguna
manera; pues ya hemos acusado a judíos y a gentiles, que todos están bajo
pecado.”
Poder ver cómo la obra de salvación atrae las dos casas, o los dos grupos, es un tema
común a lo largo de las Escrituras. Cuando el único cuerpo de Israel es dividido en dos
grupos, las diez tribus del norte y las dos tribus de sur, Dios comienza a hablarle a Su
pueblo como a dos entidades que serán algún día unidas de nuevo. Incluso, antes de
que los Asirios atacaran, llevaran cautivos, e integraran las diez tribus del norte en las
naciones gentiles vecinas, los profetas de Dios continuaron hablando sobre la gran
reconciliación entre las dos casas. Los profetas hablaban como si Dios estuviera
contando las diez tribus del norte junto con el resto de los gentiles, y prometían que
algún día estos pueblos se reunirían otra vez junto con los judíos para conformar un
nuevo hombre, bajo un solo Pastor, un Rey, en una Tierra. Estas profecías han creado
expectativas en algunos cristianos, sobre una futura reunión y reconciliación física
entre todas las doce tribus. Pero el cumplimiento de estas profecías es la increíble,
eterna, y espiritual realidad que Pablo nos describe en Efesios capítulo dos.
Efesios 2:15-16, “aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los
mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos
un solo y nuevo hombre, haciendo la paz, 16 y mediante la cruz reconciliar con
Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades…porque por
medio de él los unos y los otros tenemos entrada por un mismo Espíritu al
Padre.”
En mi opinión, considero que estos son los dos panes con levadura representados en
la Fiesta de Pentecostés. En la ceremonia, estos dos panes amablemente se unieron a
la obra perfecta de Dios en Cristo. Son ofrecidos con siete corderos perfectos, varios
holocaustos y ofrendas de paz, y después fueron mostrados delante del Señor junto
con dos corderos. Estos panes no son quemados sobre el altar como un aroma dulce
hacia Dios (como sucedía en las ofrendas diarias de granos). En este caso, Dios no
está aceptando estos panes en su condición actual. Más bien, los panes son dados al
sacerdote para que se los coma. Son bautizados en Cristo, hechos participantes de Su
muerte, sepultura y resurrección.
1Corintios 12:13 “Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un
cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a
beber de un mismo Espíritu.”
Romanos 6:3 “¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en
Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte?”
La experiencia del creyente de Pentecostés
Tal y como en las otras fiestas, Pentecostés contiene un evento histórico y literal que
corresponde a, y manifiesta su cumplimiento. Así como la Pascua, el Pan sin Levadura,
y las Primicias corresponden a la muerte, sepultura, y resurrección literal de Cristo,
Pentecostés fue manifiestamente mostrado para ser cumplido cuando Dios derramó la
tan esperada promesa de Su Espíritu.
Considerando esto como verdad, no podemos pasar por alto la distinción entre la
manifestación externa de Dios del cumplimiento del Pentecostés en Hechos capítulo 2,
y la experiencia individual y actual del creyente acerca de la realidad de este
cumplimiento que ocurre en el alma. Como hemos podido ver, cada aspecto que
hemos mencionado del Pentecostés, tanto en los eventos que tomaron lugar en el
Monte Sinaí y los detalles de esta fiesta, son realidades de nuestra relación con Dios
en Cristo, y todas estas se deben de convertir también en experiencias presentes e
internas.
Hemos podido apreciar que el lugar y la sustancia de todo cumplimiento verdadero es
Cristo Mismo. Toda profecía está cumplida en Cristo y como Cristo, de una manera u
otra. Por esta razón, la experiencia del creyente acerca de Pentecostés es cumplida,
no en el momento en que el creyente lee y cree que se ha llevado a cabo Hechos
capítulo 2, sino cuando Cristo hace en el creyente que todas estas cosas se conviertan
en realidades vivas que se conocen y poseen por medio de la fe.
Debería mencionarse que, aunque esta fiesta trata acerca de la inclusión de la iglesia
en la ya terminada obra de Dios en Cristo, esto no significa que los creyentes esquiven
la experiencia de las primeras tres fiestas. En otras palabras, no sólo porque el inicio
de la iglesia y de su pacto con Dios se da en la fiesta número cuatro, significa que la
fiesta uno, dos, y tres solamente son experimentadas por Cristo. Exactamente lo
opuesto es la verdad. En cuanto somos unidos a Cristo en el Pentecostés, Su Pascua
se convierte en nuestra muerte, Su sepultura se convierte en nuestra separación de la
naturaleza pecaminosa, Su resurrección se convierte en nuestra experiencia de ser
levantados juntamente con Él, para caminar en novedad de vida. Tanto en la sombra
como en el cumplimiento, la iglesia (Israel) es unida a Cristo después de que Él
completa Su obra. Sin embargo, tanto en la sombra como también en el
cumplimiento, Israel debe aprender a “conservar las fiestas” de la Pascua, Pan sin
Levadura, y las Primicias, experimentando de manera personal estas realidades.
El Pentecostés brinda una comprensión del Cuerpo
Otra forma en la que el Señor nos hace experimentar el cumplimiento de esta fiesta
es, al revelar la realidad de Su iglesia en nosotros. Esta fiesta tiene mucho que
enseñarnos sobre la perspectiva de Dios sobre el Cuerpo de Cristo.
Por ejemplo, vemos a ese judío y gentil pecaminoso (los dos panes) que son
bautizados en la misma muerte, y que llegan a ser uno en el Sumo Sacerdote. Así
mismo Pablo describe en sus muchas cartas, que ahora no existe distinciones carnales
en Cristo, porque no existe carne en Cristo. Judío, gentil, hombre, mujer, esclavo,
libre, estas son distinciones que tienen que ver con cuerpos físicos, lugares,
condiciones, pero no tienen absolutamente ninguna relevancia, en el único hombre
nuevo que Dios ha levantado de entre los muertos. La iglesia es Cristo, que vive y se
glorifica en Él mismo por medio de las almas de aquellos quienes han nacido de Su
Espíritu. En Él, toda carne ha colisionado con la cruz, caído en la tumba, y nunca más
será vista. Sin embargo, el alma de cada creyente, es inmediatamente creada para
beber del mismo Espíritu. Así que, el cuerpo de Cristo no se trata de muchos seres
humanos tratando de agradar a Dios en la carne, sino que es Un Hijo resucitado
viviendo Su vida en muchos miembros (algunos todavía con cuerpos terrenales, y
otros sin cuerpo).
Además, cuando reconocemos que Pentecostés solamente es la fiesta número cuatro,
y que aún quedan tres fiestas más allá de esta, podemos entender que la salvación de
la iglesia no es el propósito final de Dios. Por el contrario, la iglesia fue salvada para
un propósito. Esto es algo, que para muchos en la iglesia parece confuso. A menudo
hablamos como si la meta principal de Dios para la humanidad fuera, recibir la vida
que Él ofrece. Hemos hablado del deseo de Dios de que todos sean salvos. Por favor
no me malentiendan, el regalo de la vida es un regalo inexplicablemente grandioso.
Pero aún en el ámbito natural, entendemos que recibir vida no define nuestro
propósito. Recibimos vida con el propósito de crecer, madurar y alcanzar todo el
potencial que la vida tiene. Esto también es verídico en el ámbito espiritual.
Ciertamente el Señor desea que todos los hombres sean salvos, pero también que se
acerquen al pleno conocimiento de la verdad. Recibir la vida espiritual no es nuestro
propósito. La vida nos es dada PARA un propósito, y ese propósito tiene que ver con
alcanzar una gloria mayor y una cosecha de la verdadera Semilla de Dios. Es esto
precisamente lo que vemos descrito en las tres fiestas finales.
Otro asunto extremadamente importante que podemos apreciar a través de las
descripciones bíblicas de esta fiesta, es la realidad de que la iglesia tiene presente (no
sólo futuro) acceso a la nube de la presencia de Dios, la montaña de la herencia de
Dios. Ahora podemos, en Cristo, ver la cara de Dios, y comer y beber con Él. Esto es
mucho más importante, porque gran parte de cuerpo del Señor, hablamos como si
estas realidades fuesen futuras, espera la muerte del cuerpo físico o la segunda
venida. El hecho de que los ojos naturales no puedan ver al Señor, y que las manos
físicas no puedan tocarlo, nos lleva a la conclusión de que estos cuadros de unión y
comunión aguardan un día mayor, una futura consumación. Pero nada podría estar
más alejado de la verdad. Los ojos físicos, los cuerpos, y las mentes nunca han sido
las facultades que Dios diseñó para la comunión con Él. Dios es Espíritu, y por ende
nuestra experiencia con Él es presente, espiritual, y se lleva a cabo en el lugar que
Dios ha diseñado para conocerlo a Él y para ser Su morada - el alma humana.
Capítulo 6
La Fiesta de las Trompetas
Versículos Claves:
Éxodo 19:13; Levítico 23:23-25; Números 29:1-7;
Nehemías 8:1-10; Isaías 27:13;
La Fiesta de las Trompetas es la primera de las fiestas de otoño, e inicia el primer día
del mes sétimo. Las escrituras hablan muy poco acerca de esta fiesta. El aspecto más
notable de esta fiesta es que, precisamente este día es apartado como un día para el
son de las trompetas.
Levítico 23:23 Y habló Jehová a Moisés, diciendo: 24 Habla a los hijos de
Israel y diles: En el mes séptimo, al primero del mes tendréis día de reposo,
una conmemoración al son de trompetas, y una santa convocación. 25 Ningún
trabajo de siervos haréis; y ofreceréis ofrenda encendida a Jehová.
Números 29:1 En el séptimo mes, el primero del mes, tendréis santa
convocación; ninguna obra de siervos haréis; os será día de sonar las
trompetas.
El sonar de las trompetas es utilizado a lo largo de las Escrituras
para convocar al
pueblo de Dios. Varios tipos de trompetas se utilizaban para llamar la atención de
Israel, para reunirlos o invitarlos juntos, para advertirles o anunciarles algo, o para
llamarlos a la batalla. La idea general siempre se relaciona con el llamado a Israel.
El son de las trompetas durante la Fiesta de las Trompetas, fue entendida en la
historia judía como un llamado a volverse, a arrepentirse, para prepararlos para el Día
que había de venir. (El Día de la Expiación, que sucedía 10 días después, usualmente
se hacía referencia simplemente como “El Día.”) Nada más sucedía en este día en
particular. Pero la idea parecía ser que no se podía realmente esperar beneficiarse de,
o experimentar la grandeza del Día venidero, si ellos primeramente no prestaban
atención al llamado de la trompeta y humillaban su corazón ante el Señor.
El Significado Espiritual de las Trompetas
Debido a que veo las pasadas tres fiestas colectivamente, como un cuadro del objetivo
de Dios, o el propósito para su pueblo, tiene sentido que la Fiesta de las Trompetas
represente el llamado de Dios al alma del creyente para, “proseguir a la meta, al
premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús” (Filipenses 3: 14). Una cosa
es estar unidos a Cristo en el Pentecostés, y otra cosa es prestar atención al llamado
de Dios hacia el final, por el cual fuimos creados. Vemos un cuadro claro de esto en el
Éxodo de Egipto. Millones entraron en el pacto con Dios en el Monte Sinaí, pero muy
pocos estuvieron dispuestos a prestar atención al llamado de Dios para entrar a la
Tierra Prometida. Millones en Israel recibieron al Señor como su Dios, conservando
sus propios propósitos humanistas para Él. Pero de esa primera generación, solamente
Josué y Caleb estuvieron dispuestos para que Dios los guiara en Su eterno propósito.
Como veremos, el Día de la Expiación representa el acceso mediante el cual nos
“acercamos a Dios” (en una comprensión espiritual o fe, no una proximidad física).
Nuestra experiencia acerca este día es de alegría y de juicio, una feliz unión del
alma, y un rechazo estricto de la carne. Pero para poder avanzar hacia este día (un
día que progresivamente amanece en nuestros corazones), necesitamos humillar
nuestros corazones y afligir nuestras almas al sonido de la trompeta de Dios. Para
nosotros en el nuevo pacto, esto es un llamado interno, una invitación al alma.
Las Trompetas en el Antiguo Testamento
A lo largo de la historia de Israel, las trompetas se utilizaban para reunir al pueblo de
Israel, para proclamar una batalla, y para anunciar ciertos sacrificios.
Aunque
no
eran parte del propio día de la fiesta, hay varios versículos que hablan de trompetas
que creo que nos pueden ayudar a entender, qué representa esta fiesta.
Por ejemplo en Éxodo capítulo 19, durante los acontecimientos que rodearon el primer
Pentecostés. Hemos discutido cómo Dios descendió del monte, y le dijo a Moisés que
estableciera límites alrededor del monte. Israel no tenía acceso a la nube de la
presencia de Dios. Sin embargo, hay un interesante uso de la trompeta involucrada en
esta historia, que nos ayuda a entender su significado espiritual.
Éxodo 19:12 Y señalarás término al pueblo en derredor, diciendo: Guardaos,
no subáis al monte, ni toquéis sus límites; cualquiera que tocare el monte, de
seguro morirá. 13 No lo tocará mano, porque será apedreado o asaeteado; sea
animal o sea hombre, no vivirá. Cuando suene largamente la bocina, subirán al
monte.
La traducción literal del versículo 13 es aún mejor. “…En el sonar del cuerno del
carnero, ellos deberán subir a la montaña”. Aquí podemos ver una correlación entre el
sonido de la trompeta, y la invitación a Israel para acercarse o ascender a Dios. La
trompeta era el llamado, el sonido de la invitación de Dios para acercase.
Otro ejemplo se encuentra en Joel capítulo 2. En este capítulo vemos nuevamente la
trompeta siendo utilizada para llamar, o invitar al pueblo de Dios para “volverse hacia
él con todo su corazón”. Pero también hay otro elemento involucrado aquí. En este
capítulo, el son de la trompeta anuncia dos cosas, o quizás las dos caras de la misma
moneda. La trompeta anuncia “un maravilloso y terrible día”. Es tanto un día para
acercarse a Dios, como también un día en el cual los enemigos de Dios serán
destruidos por completo. Es un día de rasgarse las vestiduras y volverse al Señor su
Dios, pero también es un día de oscuridad, penumbra, y de gran juicio.
En el versículo siguiente, vemos un llamado de trompeta, anunciando el juicio de los
enemigos de Dios.
Joel 2:1 “Tocad trompeta en Sion, y dad alarma en mi santo monte; tiemblen
todos los moradores de la tierra, porque viene el día de Jehová, porque está
cercano.2 Día de tinieblas y de oscuridad, día de nube y de sombra…”
No obstante, en el próximo versículo vemos un llamado de trompeta, invitando a
Israel a humillar sus corazones y aproximarse a Dios.
Joel 2:15 “Tocad trompeta en Sion, proclamad ayuno, convocad asamblea.
16 Reunid al pueblo, santificad la reunión, juntad a los ancianos, congregad a
los niños y a los que maman…”.
Encuentro estos dos aspectos del llamado de la trompeta interesantes porque, en mi
experiencia, el llamado del Señor a seguir con Él siempre involucra estas dos
realidades. Cuando estoy prestando atención al llamado de Dios para crecer en Cristo,
siempre hay un tremendo corte en mi corazón de todo aquello que se opone al Señor.
Así como en los tipos y sombras reflejados en las historias del rey David, mi alma es
como una tierra que ha recibido a un rey verdadero, pero en la tierra aún moran
muchos enemigos incircuncisos. Así que a medida que escucho y humillo mi corazón al
sonido de la trompeta de Dios,
el resultado involucra un corte de la carne
incircuncisa, junto con una mayor conciencia y experiencia del Rey.
Otra escritura interesante que creo que puede estar ligada a la Fiesta de las
Trompetas, se encuentra en Nehemías capítulo 8. Este capítulo relata la historia del
pueblo de Israel, reunido y escuchando por primera vez las palabras del libro de la Ley
de Dios desde la cautividad Babilónica. A pesar de que no se hace mención de
trompetas en este capítulo, esta historia toma lugar en el primer día del mes séptimo,
el día de la Fiesta de las Trompetas. En este día, el sacerdote y escriba Esdras se
levanta delante de todo el pueblo, para leer y explicar la ley de Dios.
Nehemías 8:1 y se juntó todo el pueblo como un solo hombre en la plaza que
está delante de la puerta de las Aguas, y dijeron a Esdras el escriba que trajese
el libro de la ley de Moisés, la cual Jehová había dado a Israel. 2 Y el sacerdote
Esdras trajo la ley delante de la congregación, así de hombres como de
mujeres y de todos los que podían entender, el primer día del mes séptimo.
En este día, la lectura de las palabras de Dios, sonó como el estallido de la trompeta a
las almas de los hombres y de las mujeres que estaban reunidos. Los tocó tan
profundamente que todos empezaron a llorar. “Porque todo el pueblo lloraba oyendo
las palabras de la ley.” Eventualmente, Esdras los animó para que pararan de llorar y
se regocijaran en todo lo que Dios había hecho por ellos.
Dudo que sea coincidencia que este profundo llamado al corazón de Israel, tomara
lugar en el día de la Fiesta de las Trompetas. Tal y como hemos visto en las otras
escrituras, el enfoque aquí pareciera ser que Dios estaba llamando a los corazones,
atrayendo la atención de aquellos en Israel, quienes se habían reunido delante de Él
como un hombre.
Capítulo 7
El Día de Expiación
Versículos claves: Levítico 16:1-34,
Levítico 23:26-32;
Zacarías 3:1-10; Hebreos 4:16, 7:19, 7:25, 10:1-2, 10:22
Números 29:7;
El Día de Expiación era la sexta fiesta anual en Israel. Se llevaba a cabo en el día
décimo del séptimo mes. La ceremonia implicada en el Día de la Expiación,
probablemente era más compleja que las otras fiestas. Todo el capítulo de Levítico 16
describe los detalles de ese día.
En resumen, este es el día donde el sacerdote realiza una expiación para el
tabernáculo de Dios utilizando la sangre de un becerro y de un carnero. La ceremonia
proseguía de la siguiente manera. Primero, El Sumo Sacerdote lavaba por completo su
cuerpo en agua pura, y se ponía una vestimenta de lino puro, que se decía era
necesaria, para prevenir que la carne fuera vista.
Éxodo 28:42 Y les harás calzoncillos de lino para cubrir su desnudez; serán
desde los lomos hasta los muslos. 43 Y estarán sobre Aarón y sobre sus hijos
cuando entren en el tabernáculo de reunión, o cuando se acerquen al altar para
servir en el santuario, para que no lleven pecado y mueran. Es estatuto
perpetuo para él, y para su descendencia después de él.
El becerro era llevado delante del Señor, y el Sumo Sacerdote confesaba su pecado
personal, y los pecados de su casa (los Levitas) sobre este animal. Después, el animal
era ejecutado, y su sangre se ponía dentro de un tazón. Seguidamente traían delante
del Señor dos machos cabríos de la congregación. Se echaban suertes sobre los dos
machos cabríos, uno era escogido para ser ofrecido al Señor, el otro era escogido
como un Azazel - una palabra Hebrea que significa Satanás, o eliminación completa
(existe cierto debate en esto). Después de esta selección, el Sumo Sacerdote tomaba
un recipiente lleno de brasas de fuego del altar, las ponía en un incensario, luego
tomaba un puñado de perfume aromático y entraba al tabernáculo, más allá de ambos
velos. Él ponía el incensario ardiendo delante del arca, lanzaba el incienso sobre el
fuego, y dejaba que la nube de humo llenara el Lugar Santísimo.
Luego, el Sumo Sacerdote salía del tabernáculo, tomaba el tazón que contenía la
sangre del becerro y entraba nuevamente al tabernáculo más allá del velo. Él rociaba
la sangre sobre y al frente del arca del pacto, y luego se retiraba. Seguidamente,
mataba al macho cabrío que había sido escogido para el Señor, tomaba su sangre y la
llevaba al tabernáculo, y realizaba el mismo procedimiento con esta sangre como lo
había hecho con la sangre del becerro. El Sumo Sacerdote se encargaba luego de
mezclar la sangre del becerro con la sangre del macho cabrío, y la rociaba sobre y
alrededor del altar de incienso que precedía al velo.
Finalmente, el sacerdote salía del tabernáculo y se acercaba al macho cabrío vivo,
dedicado a Azazel. Ponía sus dos manos sobre la cabeza del macho cabrío, y
confesaba sobre él todas las iniquidades y transgresiones de Israel, y dejaba ir al
macho cabrío a una tierra inhabitable, para que nunca más fuera visto. Los cuerpos
del becerro y del macho cabrío eran arrastrados fuera del campamento y quemados.
Interpretaciones Comunes del Día de la Expiación
Casi todos los libros, comentarios, y artículos que he leído concernientes al Día de la
Expiación, relacionan esta fiesta con uno o dos de los siguientes aspectos. 1) El
Sacrificio de Cristo en la cruz, el perdón de pecados, el hecho de que Cristo nos lleva a
Su Padre detrás del velo. O más comúnmente, 2) El futuro día del Señor, un día de
juicio que está por venir a la
tierra.
La gran mayoría de libros contemporáneos, artículos, y páginas web, relacionan las
últimas tres fiestas con el fin de los tiempos. Muchos piensan que las Trompetas
corresponden al rapto. El Día de la Expiación habla sobre el día del gran juicio por
venir. El Tabernáculo es un cuadro del Milenio, o de la llegada de un nuevo cielo y
tierra.
Por lo que he dicho anteriormente, obviamente es mi creencia que cualquier
interpretación futura de las fiestas de Israel, es absurda por una serie de razones.
Primero, porque “el eterno propósito de Dios se ha cumplido en Cristo Jesús.”
Segundo, porque a pesar de que el cumplimiento de los tipos y sombras suelen tener
una manifestación natural, el cumplimiento en sí es espiritual, eterno, y es en Cristo.
Vale la pena repetir que Cristo Mismo, y nuestra unión eterna con Él, es el
cumplimiento, la realización, y la realidad de todo lo que Dios siempre ha hablado,
prometido, o prefigurado. Tercero, debido a la manera como los autores del Nuevo
Testamento hablan acerca de estas fiestas.
La otra interpretación (es decir, que el Día de la Expiación representa la muerte de
Cristo en la cruz, el perdón de pecados, y que Cristo nos trajo a Su Padre detrás del
velo) no es del todo equívoca, pero creo que es insatisfactoria por varias razones. Por
ejemplo, si el Día de la Expiación simplemente representa la muerte de Cristo en la
cruz y el perdón de nuestros pecados, entonces ¿por qué la sexta fiesta? ¿Por qué no
fue la primera? ¿No tenemos ya un cuadro increíble de la muerte, sepultura, y
resurrección de Cristo, y un pacto basado en una obra terminada, dada a nosotros en
la primera fiesta?
Además, si el Sumo Sacerdote representa a Cristo atrayéndonos a su Padre una vez y
para siempre detrás del velo, ¿entonces por qué Él escogió vestirse en este día sólo de
linos blancos? En el Día de la Expiación, el Sumo Sacerdote se despojaba de las
vestimentas tradicionales que representaban toda la casa de Israel, con 12 piedras y
los 12 nombres de las tribus. Y si, ir al Lugar Santísimo representa el regreso de
Cristo al Padre, ¿por qué el sacerdote salía y entraba, y solamente después de que
salía enviaba al macho cabrío expiatorio? Y si, ir al Lugar Santísimo representa el viaje
de tres días de Cristo en la muerte y juicio, seguido por Su regreso en la resurrección,
¿por qué entonces vemos el Arca y la nube de gloria lo cual supuestamente
representa la muerte y separación de Dios? Estas preguntas me dejan perplejo y me
conducen a indagar por una mayor comprensión de lo que Dios nos muestra en esta
fiesta.
Mi Opinión Sobre del Día de la Expiación
Para mí tiene más sentido que el Día de la Expiación se trate del acceso o
acercamiento que Dios hizo disponible para Su pueblo por medio de Cristo. Es un día
en el que la casa de Dios es completa y libremente accesible como modo de expiación.
Se ha provisto un camino por el cual podemos acercarnos a Dios, y este acercamiento
implica una gran división. Tal como la sangre de un macho cabrío que es llevado
detrás del velo y el otro macho cabrío es completamente eliminado (Hebreo azazel),
así también en la experiencia de cada creyente, guardar esta fiesta involucra una
invitación increíble para acercarse, como también un rechazo inflexible de todo aquello
que no es Cristo.
Existen muchas razones por las que creo esto. La primera es debido a que esta es la
sexta fiesta, y no la primera. Cristo ya había regresado a Dios en las Primicias, y nos
atrajo a Dios en Pentecostés. Ahora, en el mes séptimo, todos aquellos que han sido
unidos a Dios por el pacto, son invitados a acercarse a Él. Más adelante ampliaré este
tema.
La segunda razón es el hecho de que la temática general del capítulo 16 de Levítico es
el mal acercamiento a Dios versus el buen acercamiento. Todo el capítulo 16 de
Levítico trata con el Día de la Expiación, pero note cómo empieza el capítulo.
Levítico 16:1-3 Habló Jehová a Moisés después de la muerte de los dos hijos
de Aarón, cuando se acercaron delante de Jehová, y murieron. 2 Y Jehová dijo
a Moisés: Di a Aarón tu hermano, que no en todo tiempo entre en el santuario
detrás del velo, delante del propiciatorio que está sobre el arca, para que no
muera; porque yo apareceré en la nube sobre el propiciatorio. 3 Con esto
entrará Aarón en el santuario…
El capítulo inicia con la explicación de Dios de que los dos hijos de Aarón (a quienes
los consumió el fuego) se acercaron a Dios de manera equivocada. Ellos no podían
acercarse a Él a cualquier hora o de cualquier manera. En el lenguaje del nuevo pacto,
esto es como que Adán, el hombre equivocado, no puede acercarse a Dios. Existe una
manera, tiempo, y lugar muy específicos para aproximarse a Dios, y Cristo comprende
esos tres. Cristo es el camino que Dios ha provisto para que nosotros podamos
experimentar la vida detrás del velo. El recordatorio de Levítico 16 lo describe de esta
manera.
La tercera razón tiene que ver con la definición de la palabra expiación. Esta es la
palabra Hebrea que significa cubrir. Así que juzgando tan solo por el significado de la
palabra, el Día de la Expiación no pareciera apuntar al día inicial de nuestro bautismo
en la muerte de Cristo. El día de Expiación era un recubrimiento anual que permitía un
acercamiento diario. Más adelante veremos estas razones con mayor detalle.
Expiación– Un Cubrimiento
Parte de nuestra interpretación acerca de este día, gira en torno a nuestro
entendimiento de la palabra expiación. Muchos autores se refieren a esta palabra
como si significara simplemente perdón, otros se refieren a una satisfacción o, a una
rectificación por algo malo ocurrido. Si bien puede haber cierta verdad en estas
definiciones, éstas son de hecho definiciones interpretativas y adquiridas, que
realmente no son fieles a la palabra Hebrea.
La palabra hebrea que traduce expiación es kaphar y sencillamente significa cubrir
sobre. En el Antiguo Testamento, esta misma palabra usualmente se traduce como
“tapa” haciendo referencia al arca de la alianza (aunque muchas traducciones
traduzcan esta palabra como “propiciatorio” sin ninguna razón etimológica).
Éxodo 25:17 Y harás un propiciatorio (Heb. Kaphar-recubrimiento) de oro
fino, cuya longitud será de dos codos y medio, y su anchura de codo y medio.
Esta misma palabra es usada como un verbo en el siguiente versículo de Génesis.
Génesis 6:14 Hazte un arca de madera de gofer; harás aposentos en el arca,
y la calafatearás (Hebreo Kaphar) con brea por dentro y por fuera.
La idea de una cubierta es que aparece una y otra vez en los tipos y sombras del
Antiguo Testamento. El concepto de cubrimiento es mucho más, que la simple idea de
que Dios cubre nuestros pecados, los sepulta, y los mantiene fuera de vista. De
nuevo, existe cierta verdad en esta idea, pero creo que una mejor definición de la
cubierta de Dios, puede derivarse de los muchos tipos y sombras en el Antiguo
Testamento. Me parece que el concepto de cubrimiento representa, cómo el creyente
está cubierto con Cristo de tal manera, que para Dios relacionarse con lo que está
cubierto con Cristo, es relacionarse con Cristo Mismo.
Considere las siguientes ilustraciones del Antiguo Testamento. Después de haber
creído la mentira y de haber comido del fruto prohibido, Adán y Eva intentaron cubrir
su desnudez con hojas de higuera. En uno de los primeros cuadros de la obra de la
cruz en la Biblia, Dios los cubre con piel de animal, no solamente eliminando el
problema de su desnudez, sino que su relación con ellos se basaba en la vida de otro.
El arca de Noé estaba cubierto (Kaphar) con brea, y se convierte en la vasija en la
cual toda la familia de Noé experimenta el juicio de Dios con Él. Cualquier cosa que
involucre a Noé en el arca, es colectivamente vista y reconocida como perteneciente a
Cristo Mismo en Su muerte, sepultura, y resurrección. El agua no podía penetrar este
cubrimiento para destruirlo. Y por otro lado en el gran juicio de Dios, todo aquel que
ha entrado en el arca con Noé, salió con él como una nueva creación en pacto con
Dios.
Génesis 7:23 Así fue destruido todo ser que vivía sobre la faz de la tierra,
desde el hombre hasta la bestia, los reptiles, y las aves del cielo; y fueron
raídos de la tierra, y quedó solamente Noé, y los que con él estaban en el arca.
Después del diluvio, Dios le ofrece a esta nueva creación una cubierta de un arcoíris.
Con este cubrimiento Él promete que Su ira ha pasado, su juicio se ha acabado, y Él
nunca más destruirá lo que ya ha juzgado. Dios reconoce a Noé y a su familia de
acuerdo a Su obra consumada. Así que cuando Noé se embriaga tontamente y se
descubre asimismo, sus dos sabios hijos anduvieron hacia atrás y cubrieron a su
padre con un manto, rehusando de esta manera ver la desnudez que Dios ya no
reconoce.
Cuando Isaac desea bendecir a su hijo, Raquel cubre a Jacob con ropaje, piel, y con la
fragancia del primogénito. Cuando Jacob aparece delante de su padre, es reconocido,
besado, y bendecido como el verdadero heredero.
Hay muchos otros ejemplos: los ídolos de Raquel son cubiertos con sangre y por lo
tanto no fueron encontrados ni por Labán o Jacob; El Sumo Sacerdote fue cubierto de
lino puro de pies a cabeza, incluso se vistió con “ropa interior de lino”, para que la
“desnudez no se descubriera junto a él;” Moisés estaba oculto en la grieta de la roca y
cubierto con la mano de Dios cuando se acercaba para experimentar de la Gloria de
Dios, etc.
El punto en todos estos cuadros acerca del cubrimiento pareciera ser que, de una
forma u otra, Dios aplica Su perspectiva de Cristo a una persona o cosa, de este
modo, 1) purificando de todo aquello que no sea Cristo, 2) dando lo que le pertenece
a Cristo, y 3) relacionándose como Cristo Mismo. Por supuesto que esto tiene el
efecto de eliminar el pecado del cuadro, y de reconciliar a la persona con Dios, etc.
Pero la realidad mayor es que Dios se está relacionando ahora con cualquiera que Él
haya cubierto con Cristo, como Cristo Mismo.
En el caso del Día de la Expiación, Dios cubrió por completo Su casa, de manera que
Él era completamente accesible (visto desde una perspectiva de tipo y sombra del
antiguo pacto) a aquellos que deseaban acercase. Como siempre, esta expiación fue
cumplida por Cristo en la única y terminada obra de la cruz. Pero como en todas las
fiestas, este día se convierte en la experiencia subjetiva de cada creyente, en la
medida en que nos acerquemos a Dios. El Día de la Expiación creó un acceso perfecto,
removió las barreras, abrió el camino, purificó el lugar donde vivimos juntamente con
el Señor. Pero ahora, esta realidad de la cruz debe convertirse en nuestra experiencia
presente y en nuestro deseo perpetuo.
Acercándose a Dios
Como se ha mencionado previamente, este acercamiento a Dios pareciera ser el
enfoque real de este día. Los dos hijos de Aarón se acercaron a Dios de una manera
equivocada, pero Dios proveyó para Israel un camino para que pudieran acercarse a
Él.
El concepto de acercarse o aproximarse a Dios aparece en varias ocasiones en el
Nuevo Testamento, primordialmente en el libro a los Hebreos, debido a que este libro
explica el cumplimiento del sacerdocio del Antiguo Pacto. Como cualquier otra realidad
espiritual, este concepto es fácilmente malinterpretado, y aplicado equívocamente por
la mente natural. Absolutamente no tiene nada que ver con una proximidad física o
con una cercanía o distancia relacional. Dios es eternamente presente, perfectamente
accesible, y unido por Cristo al alma de cada verdadero creyente. En términos de
proximidad o unión, para un cristiano es imposible acercarse a Dios. Ya sea que
estemos en el cuerpo o fuera del cuerpo, “pero el que se une al Señor un espíritu es
con él”.
Acercarse a Dios, se refiere entonces, al proceso interno en donde el alma del
creyente es traído a la consciencia verdadera y viva de Dios, al verdadero
conocimiento de Él, y a una correspondiente “limpieza de nuestra conciencia”, con
respecto a todo lo que es contrario a Él. Es un acercamiento de una comprensión
espiritual, de familiaridad y reconocimiento, que siempre incluye el dejar atrás nuestra
“consciencia pecaminosa”.
El Acercamiento Descrito en las Escrituras
Como todos los tipos y sombras del Antiguo Testamento, el acceso seguro hacia Dios
en el Día de la Expiación y el acercamiento al Lugar Santísimo, tiene un cumplimiento
espiritual en el nuevo pacto. El creyente, ahora revestido en Cristo, tiene un acceso
libre para experimentar la plenitud del regalo de vida de Dios. Esto es lo grandioso de
nuestro llamado, la invitación para conocer y experimentar la “profundidad de Dios.”
Por lo tanto, acercarse a Dios tiene una conexión en la Escritura a nuestra
expectativa. La posibilidad de un conocimiento consciente de Dios, una verdadera
experiencia de unión, una profunda familiaridad con Cristo como nuestra vida misma,
debe ser la motivación por de expectativa del corazón de cada Cristiano.
Hebreos 7:19 (pues nada perfeccionó la ley), y de la introducción de una
mejor esperanza, por la cual nos acercamos a Dios.
Filipenses 3:8 Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la
excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he
perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo
En otros versículos, acercarse a Dios nos relaciona con tomar posesión de lo que Dios
ya nos ha dado, o por una salvación que se espera y que ya tenemos. Esto es una
forma precisa para describir cómo es que crecemos en Cristo. El crecimiento espiritual
no es la adquisición progresiva de algo que nosotros no tenemos. Por el contrario, es
el descubrimiento y la experiencia progresiva de todo lo que Dios nos ha dado en
Cristo. La tierra de Israel, por ejemplo, fue dada a Israel antes de que ellos siquiera
hubiesen cruzado el Río Jordán. Pero todo lo que Dios le dio a Israel tiene que ser
poseído por fe. Los versículos a continuación describen esta realidad en el lenguaje de
acercamiento a Dios.
Hebreos 7:25 Por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por
él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos.
Hebreos 4:16 Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para
alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.
Este último versículo es fácilmente malinterpretado. El punto de Hebreos 4:16 no es
que nos acerquemos a Dios de vez en cuando y le pidamos cierta ayuda. Aquí la idea
es que este mismo acercamiento trata de cómo poseemos (tomar, descubrir, percibir)
lo que ahora está disponible en el trono de la misericordia de Dios.
Todavía aún en otros versículos, acercarse a Dios está relacionado con la purificación
del creyente, llamado en otra parte como la purificación de la consciencia. Nótese las
implicaciones de los versículos siguientes.
Hebreos 10:1-2 Porque la ley, teniendo la sombra de los bienes venideros, no
la imagen misma de las cosas, nunca puede, por los mismos sacrificios que se
ofrecen continuamente cada año, hacer perfectos a los que se acercan. 2 De
otra manera cesarían de ofrecerse, pues los que tributan este culto, limpios una
vez, no tendrían ya más conciencia de pecado.
La comparación que se presenta en Hebreos 10: 1-2, se da entre la sombra y la
sustancia. El punto es que la sustancia (a diferencia de la sombra) es un acercamiento
hacia Dios que tiene el potencial de “hacer perfecto” y de remover la “conciencia
pecaminosa” del creyente. Esto es claramente la implicación de los siguientes
versículos bíblicos.
Hebreos 10:19-22 Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el
Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, 20 por el camino nuevo y vivo que
él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne, 21 y teniendo un gran
sacerdote sobre la casa de Dios 22 acerquémonos con corazón sincero, en
plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y
lavados los cuerpos con agua pura.
Santiago 4:8 Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros. Pecadores, limpiad
las manos; y vosotros los de doble ánimo, purificad vuestros corazones.
En cada uno de estos versículos que relacionan acercarse a Dios con purificación, creo
que vemos el cumplimiento de los dos machos cabríos del Día de la Expiación. En el
mismo día, en la misma ceremonia, un macho cabrío es traído al Lugar Santísimo, y el
resultado es la eliminación absoluta del otro macho cabrío. Las suertes se echaron y
un macho cabrío fue escogido “para el Señor”. El otro macho cabrío fue escogido para
ser azazel - que significa eliminación total, o representa el nombre hebreo de Satanás.
Ambas realidades toman lugar en el corazón del creyente que se acerca a Dios. La
medida de Cristo obrando en el alma siempre es reconocida, aceptada, y
engrandecida. La medida de pecado que todavía obra por medio de la mente no
renovada es, como resultado, eliminada del campamento.
El orden de cómo el sacerdote trató con los dos machos cabríos es relevante. El entrar
en…, con la sangre, es seguido con la eliminación del otro. En otras palabras, nuestro
acercamiento a Dios es la causa; la purificación de la consciencia es el efecto. El
decrecer del hombre equivocado siempre es el subproducto del incremento de Cristo
en el alma. Nunca se da en el sentido contrario. Tristemente, muchos cristianos tratan
de luchar contra la carne y liberarse, esperando como resultado el incremento de
Cristo. Esto nunca va a suceder. Juan el Bautista nos mostró el orden correcto cuando
dijo, “Es necesario que Él crezca, pero que yo mengüe” (Juan 3: 30).
Otro aspecto importante de este acercamiento que se menciona en las Escrituras, es
el hecho de que acercarse a Dios se hace por medio de la fe, y no por medio de
cualquier otra acción religiosa u obra.
Tal y como hemos mencionado en detalle en otras publicaciones, debemos entender
que la fe no son creencias que residen en nuestra mente. No son nuestras ideas o
convicciones acerca de cosas espirituales. Fe es algo puramente espiritual, algo que
proviene de Dios y que nos lleva a conocer a Dios. Se dice que Cristo es el “Autor y
consumador de la Fe”. La fe no es el entendimiento del hombre acerca de las cosas
espirituales, sino el entendimiento del Espíritu de todas las cosas que obran en el alma
del hombre, lo que es real para la Cabeza, progresivamente también se convierte real
para los miembros del cuerpo. Es en esta forma en que caminamos por fe y no por
vista. Y es en esta manera en que nos acercamos a Dios por fe.
Hebreos 10:22 acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de
fe…
Hebreos 11:6 Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario
que el que se acerca a Dios crea que le hay (forma de verbo de la palabra
Griega fe), y que es galardonador de los que le buscan.
Bajo el antiguo pacto, acercarse a Dios sólo era posible en lo natural, en tipo y
sombra. Mientras que el primer tabernáculo o templo entuviera aún en pie, (esto es,
mientras el primer pacto todavía era la forma en que Dios se relacionaba con el
hombre) todavía Dios no había abierto el verdadero acercamiento por el cual nos
acercamos actualmente a Él, y vivimos con Él detrás del velo. Esto es precisamente lo
que el autor a los Hebreos nos dice.
Hebreos 9:6-11 Y así dispuestas estas cosas, en la primera parte del
tabernáculo entran los sacerdotes continuamente para cumplir los oficios del
culto; 7 pero en la segunda parte, sólo el sumo sacerdote una vez al año, no
sin sangre, la cual ofrece por sí mismo y por los pecados de ignorancia del
pueblo; 8 dando el Espíritu Santo a entender con esto que aún no se había
manifestado el camino al Lugar Santísimo, entre tanto que la primera parte del
tabernáculo estuviese en pie. 9 Lo cual es símbolo para el tiempo presente,
según el cual se presentan ofrendas y sacrificios que no pueden hacer perfecto,
en cuanto a la conciencia… 10 ya que consiste sólo de comidas y bebidas, de
diversas abluciones, y ordenanzas acerca de la carne, impuestas hasta el
tiempo de reformar las cosas. 11 Pero estando ya presente Cristo, sumo
sacerdote de los bienes venideros, por el más amplio y más perfecto
tabernáculo, no hecho de manos, es decir, no de esta creación.
Las Blancas Vestiduras del Sacerdote
Generalmente se asume que las vestiduras blancas del Sumo Sacerdote en el Día de
la Expiación, representan a Cristo en Su pureza y santidad acercándose en nuestro
nombre a Dios detrás del velo. He mencionado algunos problemas con esa
interpretación. Por las razones que hemos mencionado, pareciera que calza más ver al
sacerdote en Su vestimenta de lino blanco, no como un cuadro de Cristo entrando a la
presencia de Dios en nuestro nombre, sino como la iglesia o el creyente acercándose a
Dios vestido en Cristo.
En ambos casos, Cristo es el centro de atención. Él, no nosotros, es el medio
acercamiento, Aquel que asegura la relación. Es solamente por Su mérito, Su obra,
justicia, que tenemos acceso a Dios. Sin embargo, me parece que el foco principal
esta fiesta es el acercamiento de la iglesia a Dios en Cristo, y no el acercamiento
Cristo a Dios en nombre de la iglesia.
de
Su
de
de
Cada día del año, el sumo sacerdote utilizaba la vestimenta usual de los sacerdotes
con la coraza, las piedras, el oro, etc., y todo representaba a las doce tribus de Israel
reunidas en un Hombre, buscando acceso a Dios en Él. Muy regularmente, el Sumo
Sacerdote entraba en estos lugares santos con todo Israel escondido en Él, “para
presentarse ahora por nosotros ante Dios.” Pero esta prenda era removida durante el
Día de la Expiación, en mi opinión, para ilustrarnos otro cuadro de la obra del
sacerdote de Cristo, el otro lado de la misma moneda. De nuevo, no hay
contradicciones entre estos dos puntos de vista acerca de la obra de Cristo. Más bien,
existen dos perspectivas de la misma realidad. A lo largo del año, con las doce tribus
atadas a su coraza, el Sumo Sacerdote trajo a la iglesia a la presencia de Dios. Pero
particularmente en esta fiesta, creo que vemos un cuadro del acercamiento de la
iglesia a Dios, habiendo sido revestida en la vida resucitada de Cristo.
Hay varias cosas que parecieran apoyar la idea que el sacerdote, en su vestimenta de
lino blanco, representa el acercamiento de la iglesia en Cristo. Primero que todo, hay
otros versículos en la Biblia que asocian la limpieza o el cambiarse de ropa con
“revestirse de Cristo”, y subsecuentemente acercarse al Señor. Lo hemos visto en
nuestro tratamiento del Pentecostés. Cuando Israel se preparaba para acercarse al
Señor en el Monte Sinaí, les fue dicho que se prepararan por un lapso de tres días,
que se purificaran, y lavaran su ropaje. La purificación de su vestimenta representa
una nueva cubierta en la cual ellos luego podían acercarse a la montaña.
Además, antes de que Aarón entrara al tabernáculo en el Día de la Expiación, él tenía
que lavar su cuerpo con agua pura. De acuerdo con la tradición Judía, él también era
rociado con las cenizas del becerro rojo mezcladas con agua, en el tercer y séptimo
día previo a la fiesta, en caso de que sin saberlo se hubiese contaminado. Con esto en
mente, mire nuevamente Hebreos 10:22. Este versículo parece relacionarse
claramente con el acercamiento de Aarón, con la experiencia del creyente. Dice así,
Hebreos 10:22 “Acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de
fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con
agua pura”.
Claramente, la preparación de Aarón para acercarse a Dios no está siendo comparada
con el regreso de Cristo al Padre, sino comparada con nuestro acercamiento
(acerquémonos…) a Dios en Cristo. Somos nosotros lo llamados a experimentar este
lavado, rociado, y acercamiento a Dios por medio de Cristo.
Frecuentemente, el Nuevo Testamento nos insta a ponernos a Cristo, o revestirnos de
Cristo, como una manera de describir nuestra eterna creciente experiencia de Su Vida.
Revistiéndonos de Cristo es como llegamos a ver y a conocerlo como nuestra vida,
nuestra cubierta, nuestra justicia, nuestra luz, así como nuestra relación en el Espíritu
con otros miembros de Su cuerpo.
Romanos 13:14 Sino vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los
deseos de la carne.
Colosenses 3:10 - Y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del
que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno…
Ligando esto con la Fiesta de la Expiación, tiene mucho más sentido que somos
nosotros los necesitados de estas vestimentas de lino puro. Necesitamos ser
revestidos en Cristo, para conocerlo como nuestra pureza, y como nuestra relación
con Dios en donde nada de nuestra carne o desnudez es vista.
Finalmente, hay varios lugares en las Escrituras donde se habla de que a la novia o al
creyente le han sido dadas prendas nuevas, limpias como requisito para acercarse al
Señor. Hemos hecho referencia en Éxodo 28, donde la implementación de vestimentas
de lino se relaciona claramente con nuestra carne siendo cubierta con Cristo.
Éxodo 28:42-43 Y les harás calzoncillos de lino para cubrir su desnudez;
serán desde los lomos hasta los muslos. 43 Y estarán sobre Aarón y sobre sus
hijos cuando entren en el tabernáculo de reunión, o cuando se acerquen al altar
para servir en el santuario, para que no lleven pecado y mueran. Es estatuto
perpetuo para él, y para su descendencia después de él.
En múltiples versículos en Levítico, la limpieza del cuerpo y de la ropa era como
individuos Israelitas impuros, que fueron restaurados a la comunión con el
Tabernáculo y con el campamento. En Ezequiel 44, las vestimentas de lino blanco son
nuevamente dadas a nosotros como un cuadro de estar revestidos en Cristo, de tal
manera que elimina la carne de la relación, y nos permite acercarnos a Dios.
Ezequiel 44:16-18 Ellos entrarán en mi santuario, y se acercarán a mi mesa
para servirme, y guardarán mis ordenanzas. 17 Y cuando entren por las
puertas del atrio interior, se vestirán vestiduras de lino; no llevarán sobre ellos
cosa de lana, cuando ministren en las puertas del atrio interior y dentro de la
casa. 18 Turbantes de lino tendrán sobre sus cabezas, y calzoncillos de lino
sobre sus lomos; no se ceñirán cosa que los haga sudar.
En Zacarías capítulo 3, Zacarías tiene una visión de Josué, el sumo sacerdote traído
delante del Señor en ropas viles. Satanás lo acusa, pero el Señor elimina sus
vestiduras viles y lo viste con ropa limpia de pies a cabeza. Ahora, cubierto de
vestimenta limpia, a Josué le es prometido el acceso a la corte celestial. Después, el
Señor explica que Su Siervo el Renuevo (el Mesías) vendrá y quitará la iniquidad de la
tierra un día.
Me parece que todos estos versículos apoyan la idea que el acercamiento del Sumo
Sacerdote a Dios en el Día de la Expiación, hablan del acceso del creyente hacia el
Señor. El cuerpo de Cristo, revestido completamente en Cristo, ha sido lavado y
rociado, y ahora la invitación del Espíritu de Dios es “Acérquense con un corazón
verdadero en plena certidumbre de fe.”
El DÍA
Para los antiguos judíos, el Día de la Expiación se llamaba “El Gran Día”, o
simplemente “El Día”. En el Talmud (el antiguo libro de comentarios, interpretaciones
y tradiciones de los sabios Judíos) también se referían a esta fiesta como “El Día”.
Pareciera haber una relación innegable entre el uso de la palabra “día” en las
Escrituras y los eventos asociados con el Día de la Expiación. Las descripciones
bíblicas (especialmente en los Profetas) acerca del “día del Señor”, pareciera casi
siempre involucrar tanto el acercarse a Dios, como un juicio terrible de lo que el Señor
rechaza. Joel afirma, “porque grande es el día de Jehová, y muy terrible; ¿quién podrá
soportarlo? (Joel 2:11)
A través de los profetas, probablemente no hay otro tema tan predominante como la
venida del día del Señor. Los cristianos usualmente asumen este día como un período
de tiempo natural, pero la cantidad enorme de escrituras que describen la realidad del
día del Señor, simplemente no pueden conciliarse con una interpretación temporal,
natural. Desde la perspectiva del Señor (dada a nosotros en Génesis 1:5), la palabra
“día” tiene que ver con la presencia de luz, y los efectos subsecuentes de esa luz en la
creación de Dios. “Y llamó Dios a la Luz Día.” Él no lo llamó las 24 horas del día.
Incluso una rápida lectura a través de los libros proféticos, revelará que el día
prometido del Señor siempre tiene dos aspectos muy distinguibles. Es un día de juicio,
ira, y destrucción; y también es un día de salvación, bendición, y recompensa.
No dudo que la realidad espiritual de este día tiene manifestaciones físicas y naturales
asociadas. Por ejemplo: en los acontecimientos que rodearon la desolación de Israel y
la destrucción de Jerusalén en el 70 DC, un Israel (que ha rechazado a su Mesías, en
la carne) fue literal, y físicamente destruido por el Imperio Romano. El otro Israel (los
hijos de Abraham por fe, Israel espiritual) fue protegido y reunido por el Señor “en Su
granero.” Muchos cristianos tienen la expectativa de manifestaciones externas
similares en el futuro. En cuanto a mí me concierne, mientras que estemos hablando
de manifestación y no de cumplimiento, no existe la necesidad de argumentar sobre
estas cosas.
Sin embargo, el cumplimiento espiritual de este día no puede ligarse a tiempo o
eventos. El verdadero Día del Señor nunca podría ser contenido por el ámbito natural.
Este es un día espiritual que involucra el amanecer de la luz espiritual, hecha
disponible a través de la resurrección de Jesucristo. Por lo tanto es un día que
“esclarece y el lucero de la mañana sale en vuestros corazones.” Nos convertimos en
“hijos de la luz”, aprendemos a “caminar en el día”, y somos juzgados “no por un día
humano” (1 Corintios 4:3, traducción literal), sino que el Día del Señor “declara la
obra del hombre.” En la luz de este Día, experimentamos en nosotros mismos tanto el
acercamiento a Dios, como también el gran rechazo del hombre adámico.
El Cumplimiento de Esta Fiesta:
En resumen, el cumplimiento del Día de la Expiación es interno, un acercamiento
espiritual a Dios, por el cual venimos a Su presencia y dejamos todo lo que no es
Cristo atrás. La Expiación se perfeccionó en la obra consumada de Cristo en la cruz,
pero nuestro acercamiento es un trayecto, un acercamiento a Dios que es progresivo
en nuestra alma por fe. Este acercamiento es el proceso por el cual el alma aprende a
dejar atrás el velo, y experimenta la eliminación absoluta de todo lo que Dios ha
rechazado.
Capítulo 8
La Fiesta de los Tabernáculos (Tiendas, Cosechas)
Versículos Claves:
Éxodo 23:16, 34:22-23; Levítico 23:33-43; Números
29:12-34; Deuteronomio 16:13-15; 1 Reyes 8:1-4;
Zacarías 14:16-19;
Juan 7:2-10, 37-39
La Fiesta de los tabernáculos (también denominada como la Fiesta de las Tiendas, o la
Fiesta de la Cosecha), es la séptima y última fiesta en el calendario anual de Israel. La
fiesta inicia el quinceavo día del séptimo mes, cinco días después del día de la
Expiación, y dura una semana. El primer día de la fiesta consistía en una santa
convocación, y por lo tanto ninguna clase de trabajo de siervo era permitido. Durante
toda la semana se realizaban un gran número de ofrendas de holocaustos, pecado,
grano, y libaciones que eran ofrecidas cada día al Señor. Pero los aspectos más
notables de esta última fiesta eran, 1) las reuniones de la cosecha de la tierra, junto
con diversas ramas vivas, y 2) el mandato de que todo Israel tenía que construir
pequeños tabernáculos (Hebreo sukkot) y vivir en ellos durante una semana.
Existía una diferencia en cuanto a la interpretación entre los Fariseos y los Saduceos
con respecto a algunos de los detalles de esta fiesta. Los Saduceos creían que los
tabernáculos iban a ser construidos a partir de los frutos y ramas vivas que fueran
reunidas para la fiesta. Los Fariseos creían que los frutos de la tierra y las ramas vivas
eran simplemente para llevarse, ondearlos, y ser presentados delante del Señor, y que
las tiendas o tabernáculos serían construidos a partir de otro tipo de ramas. Esto fue,
por mucho, la visión predominante durante la época de Cristo. Curiosamente, debido a
la relación del profeta Zacarías entre la venida Mesiánica de salvación y la Fiesta de
los Tabernáculos, los judíos de la época de Cristo asociaban el ondear de la palma y
otras ramas, con la llegada del Mesías. Debido a esto, muchos ondeaban las ramas de
palma ante Jesús cuando entró a Jerusalén la semana antes de ser crucificado.
Interpretaciones Comunes de los Tabernáculos
Tal y como en las otras dos fiestas de otoño, la gran mayoría de escritores aún asocian
ésta última fiesta con un evento futuro. Debido al énfasis en la recolección de la
cosecha, muchos interpretan los Tabernáculos como un cuadro de un futuro y un gran
fin de los tiempos del renacimiento. Otros lo ven apuntando la reunión de todos los
Cristianos, como la “cosecha de almas” que Dios siempre ha deseado.
El aspecto de morar en las tiendas ha sido interpretado de distintas maneras.
Lastimosamente, muchos aún lo ven como una futura relación de unión con Dios, la
cual estamos esperando. Unos creen que esta relación inicia durante el tan llamado
reinado milenario de Cristo, otros que les espera en un futuro un nuevo cielo y tierra.
Mi Interpretación de la Fiesta de los Tabernáculos
Como he argumentado, creo que las últimas tres fiestas hablan de la meta, objetivo,
o propósito de Dios que Él obra en Su cuerpo, la iglesia. Una vez más, a pesar de que
estas realidades pueden contener diversas manifestaciones o expresiones externas,
creo que el verdadero cumplimiento del propósito de Dios es espiritual, eterno, y por
ende invisible a los ojos naturales. Como hemos dicho en varias ocasiones, el
cumplimiento siempre es alguna realidad o aspecto de Cristo Mismo. Por lo tanto, el
cumplimiento obra en nosotros en la medida en que Cristo es conocido por nosotros y
formado en nosotros.
Debido a que la Fiesta de los Tabernáculos es la fiesta final y la séptima (un número
que representa terminación o totalidad), nos muestra un cuadro de la intención final
de Dios. Vemos en la Fiesta de los Tabernáculos una perspectiva de Cristo y de Su
obra que son tanto la realización del propósito de Dios, como la terminación perfecta
del eterno propósito de Dios.
Desde la perspectiva de Dios, el cuerpo de Cristo se convierte en el eterno incremento
y gloria de una Semilla que murió sola. En esta fiesta, “cada uno con la ofrenda de su
mano, conforme a la bendición que Jehová tu Dios te hubiere dado”, cada israelita
contiene cierta medida del incremento de Cristo y vive juntamente con Dios como
uno. En breve estaremos hablando más de esto. Desde la perspectiva del hombre,
Cristo se convierte en nuestra morada eterna, nuestra alegría, nuestra gloria, y
nuestra gran fiesta.
La Siega
A lo largo de la Biblia, Antiguo Testamento y Nuevo, el Señor habla sobre Su eterno
propósito en el lenguaje de una cosecha. Es importante darse cuenta que, desde la
perspectiva de Dios, esta cosecha siempre ha sido el incremento de Su única Semilla.
Así como Eva salió de Adán y fue dada a él como su propio incremento, así también
Israel/ la iglesia debe salir de Cristo (nacer de Su vida, ser lleno de Su vida) y será
dado a Él como Su propio incremento. Aunque el Señor ciertamente “quiere que todos
los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad”, Él nunca se
confunde (como nosotros) acerca de lo real versus el fruto plástico. La siega de la
cosecha de Dios es la medida de Su semilla formada en el terreno de nuestros
corazones.
Esta siega es un cuadro descrito en varias formas a lo largo de la Escritura, y
frecuentemente es mostrado como el resultado del Día del Señor. Nuevamente, las
trompetas invitan al alma, al gran Día; el Día nos lleva detrás del velo y nos separa de
todo aquello que no es Cristo; luego, la siega nos muestra cómo Dios toma para Sí la
cosecha de Su Hijo en Israel. Nada de estas cosas sucede de acuerdo con las fechas
del calendario o eventos naturales. El tiempo Natural solamente fue relevante en el
antiguo pacto. En el nuevo pacto, todo lo que Dios ofrece al alma del hombre es ahora
en Cristo. “Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos.” Por ende, esta siega es
una cosecha perpetua de Cristo en el eterno séptimo día de Dios.
Jesús y los apóstoles se refirieron a su generación como la primicia, o en algunas
ocasiones como la cosecha de trigo. El trigo era el primero de la cosecha de verano
que se recogía (seguido de las uvas, higos, granadas, aceitunas, etc.). La cosecha
continúa por siempre, debido a que “su imperio y la paz no tendrán límite.” Pero la
primera generación de cristianos fue el primer verdadero incremento de Cristo en Su
cuerpo o reino.
Santiago 1:18 Él, de su voluntad, nos hizo nacer por la palabra de verdad,
para que seamos primicias de sus criaturas.
Juan 4:35 He aquí os digo: Alzad vuestros ojos y mirad los campos, porque
ya están blancos para la siega.
La Siega a lo largo de la Escritura
El deseo de Dios de reunir juntamente a Su pueblo en Sí mismo, aparece a lo largo
de la Escritura y señala el mismo objetivo que vemos como un cuadro en la Fiesta de
los Tabernáculos.
Salmos 50:5
sacrificio.”
"Juntadme mis santos, los que hicieron conmigo pacto con
Hablándole el Señor a Sion, dice,
Isaías 49:18 Alza tus ojos alrededor, y mira: todos éstos se han reunido, han
venido a ti. Vivo yo, dice Jehová, que de todos, como de vestidura de honra, serás
vestida; y de ellos serás ceñida como novia.
Isaías 60:4 Alza tus ojos alrededor y mira, todos éstos se han juntado,
vinieron a ti; tus hijos vendrán de lejos, y tus hijas serán llevadas en brazos.
Ezequiel 39:17 Juntaos, y venid; reuníos de todas partes a mi víctima que
sacrifico para vosotros, un sacrificio grande sobre los montes de Israel; y
comeréis carne y beberéis sangre.
Otros versículos relacionan la siega de la cosecha del Señor de una forma más directa
a la Fiesta de los Tabernáculos. Por ejemplo, la dedicación del templo de Salomón
tomó lugar durante la Fiesta de los Tabernáculos, y dibuja un cuadro de todo Israel
reunido ante su rey. En ese día, el Rey Salomón primeramente reunió el arca y otros
muebles pertenecientes al tabernáculo y los puso en el Templo de Dios. Luego, todos
los hombres de Israel se reunieron con el Rey Salomón.
1Reyes 8:1-4 Entonces Salomón reunió ante sí en Jerusalén a los ancianos de
Israel, a todos los jefes de las tribus, y a los principales de las familias de los
hijos de Israel, para traer el arca del pacto de Jehová de la ciudad de David, la
cual es Sion. 2 Y se reunieron con el rey Salomón todos los varones de Israel en
el mes de Etanim, que es el mes séptimo, en el día de la fiesta solemne. 3 Y
vinieron todos los ancianos de Israel, y los sacerdotes tomaron el arca. 4 Y
llevaron el arca de Jehová, y el tabernáculo de reunión, y todos los utensilios
sagrados que estaban en el tabernáculo, los cuales llevaban los sacerdotes y
levitas.
Siglos más tarde, Zacarías habló de un día cuando todo el remanente, de toda nación
que quedare después del juicio de Dios, se reuniría delante del Señor y conservaría la
Fiesta de los Tabernáculos.
Zacarías 14:16-19 Y todos los que sobrevivieren de las naciones que vinieron
contra Jerusalén, subirán de año en año para adorar al Rey, a Jehová de los
ejércitos, y a celebrar la fiesta de los tabernáculos. 17 Y acontecerá que los de
las familias de la tierra que no subieren a Jerusalén para adorar al Rey, Jehová
de los ejércitos, no vendrá sobre ellos lluvia. 18 Y si la familia de Egipto no
subiere y no viniere, sobre ellos no habrá lluvia; vendrá la plaga con que
Jehová herirá las naciones que no subieren a celebrar la fiesta de los
tabernáculos. 19 Esta será la pena del pecado de Egipto, y del pecado de todas
las naciones que no subieren para celebrar la fiesta de los tabernáculos.
Bajo el Antiguo Pacto, solamente la semilla física de Abraham o los convertidos al
Judaísmo podían mantener esta fiesta. Pero un día había de venir (y ha venido ahora)
cuando el Señor empezará a reunir a sí Mismo el incremento de Su Simiente de todas
las naciones. Aquellos que rechacen reunirse experimentarán las plagas y la sequía
que hablan de la vida fuera de la provisión de Dios en Cristo.
Y Ninguno se Presentará Delante de Jehová con las Manos Vacías
Quizás, el aspecto más importante de esta siega, desde el punto de vista del Señor,
nos es mostrado en la siguiente declaración:
Deuteronomio 16:16 “Tres veces cada año aparecerá todo
delante de Jehová tu Dios en el lugar que él escogiere: en la fiesta
los panes sin levadura, y en la fiesta solemne de las semanas, y
solemne de los tabernáculos. Y ninguno se presentará delante de
las manos vacías”.
varón tuyo
solemne de
en la fiesta
Jehová con
Aparecer ante el Señor con las manos vacías sería para Israel aparecer delante del
Señor sin contener nada del incremento de Su Hijo. Vimos esta misma declaración
hecha con referencia a la Fiesta del Pan Sin Levadura, y ciertamente se dice lo mismo
en relación con cada una de las fiestas. En cada fiesta, Dios da a Israel una manera de
relacionarse con Él en Cristo, una forma de ofrecerle a Dios el trabajo, el mérito, y el
incremento de Cristo. Mientras Israel se reúne delante del Señor tres veces al año
(siete fiestas, divididas en tres grupos), considero que esta fue la idea clave. Durante
tres veces al año les tocaba presentarse delante del Señor, presentándole la vida,
relación e incremento de Su Hijo.
Sin duda este es un aspecto importante de lo que Dios nos muestra por medio de la
Fiesta de los Tabernáculos. Dios proveyó a Israel con Su abundante provisión, con Su
tierra prometida, y con un crecimiento e incremento sobrenatural que era la obra del
Su Espíritu. Cada año, esta realidad estaba destinada a ser reconocida por Israel, ser
presentada al Señor como un testimonio de la verdadera Cosecha de Cristo que había
de venir.
Deuteronomio 16:15 Siete días celebrarás fiesta solemne a Jehová tu Dios
en el lugar que Jehová escogiere; porque te habrá bendecido Jehová tu Dios en
todos tus frutos, y en toda la obra de tus manos, y estarás verdaderamente
alegre.
Tal y como con las muchas parábolas de Cristo (es decir, la parábola del sembrador, la
de los talentos, la viña), el propietario viene y demanda el incremento de lo que Él ha
puesto en las manos de sus siervos. Bajo ninguna circunstancia se esperaba encontrar
a los siervos con las “manos vacías”. En la parábola de los talentos, dos de los siervos
le devolvieron a su maestro un incremento de lo que les había sido dado, y fueron
alabados por ello. El tercer siervo no perdió lo que le había dado el maestro, pero fue
reprendido por no haberlo usado para producir un incremento. El amo le dijo, “por
tanto, debías haber dado mi dinero a los banqueros, y al venir yo, hubiera recibido lo
que es mío con los intereses.”
Necesitamos comprender que incluso una vida totalmente dedicada al ocupado
cristianismo, podría equivaler a “manos vacías” desde la perspectiva del Señor, si el
alma del creyente aún no tiene nada que ver con el verdadero incremento de Cristo,
para ser ofrecido al Maestro. El fruto de Dios es el incremento de Cristo. Puede
contener efectos visibles y externos en la tierra, pero el fruto en sí mismo es
espiritual, interno, e invisible al ojo natural. Muy a menudo, el hombre no puede
reconocer el verdadero fruto del Espíritu de Dios (tal y como Israel no pudo reconocer
a su Mesías). Sin embargo, el Labrador siempre reconoce el incremento de Su Semilla
en el terreno de nuestros corazones.
El Lugar de Morada
La idea de un lugar de morada donde tanto Dios como el hombre habitan juntamente
como uno, es otro tema que se aprecia a lo largo de la Biblia. Este lugar de morada
nos ha sido mostrado en muchas escrituras y en varias maneras, para ser algo que
tanto Dios ha estado buscando y planeando, como también el propósito por el cual el
hombre ha sido creado.
Creo que las tiendas o tabernáculos que se utilizaron durante esta fiesta, hablan de
nuestra habitación con Dios. Hay algunos escritores quienes creen que los
tabernáculos representan nuestros cuerpos terrenales y el hecho de que nuestra
relación con Dios es, por un tiempo, experimentado en estas tiendas de campaña
terrenales. Yo no tengo ningún problema con esta idea, mientras que el centro de esta
interpretación no se trate de una tienda de campaña terrenal, sino más bien en la vital
unión con Dios experimentada en la tienda. Es más probable, sin embargo, que los
mismos tabernáculos simplemente representaran a Cristo como nuestro lugar de
morada. Dios nos sacó de una tierra, parentela, y de la casa del padre, y nos plantó
en otro lugar - el lugar que Él ha escogido para Su lugar de morada. En el siguiente
versículo, Dios nos muestra que estos tabernáculos hablan de una nueva morada para
aquellos que Él ha sacado de Egipto.
Levítico 23:42-43 En tabernáculos habitaréis siete días; todo natural de
Israel habitará en tabernáculos, 43 para que sepan vuestros descendientes que
en tabernáculos hice yo habitar a los hijos de Israel cuando los saqué de la
tierra de Egipto. Yo Jehová vuestro Dios.
Cuando Dios trataba con Israel desde el inicio, Él les dejó claro que este glorioso lugar
de morada era Su verdadero objetivo. Inmediatamente después de haberlos sacado
de Egipto, el Espíritu les habló por medio de Moisés, diciendo,
Éxodo 15:17-18 Tú los introducirás y los plantarás en el monte de tu
heredad, en el lugar de tu morada, que tú has preparado, oh Jehová, en el
santuario que tus manos, oh Jehová, han afirmado. 18 Jehová reinará
eternamente y para siempre.
Después de haber entrado en el pacto con Israel en el Sinaí, Dios llevó a Moisés al
monte y le reveló el diseño de Su casa espiritual. Le fue dicho a Moisés que
construyera el tabernáculo y todo su mobiliario exactamente de acuerdo con este
diseño, debido a que en cada detalle, este patrón testificaba de Cristo. Cada parte del
mobiliario, cortina, sacrificio, y fragancia tenía que alinearse perfectamente con el
entendimiento de Dios acerca de Jesucristo, Aquel, por Quién y en Quién el hombre y
Dios moran juntos como uno.
Éxodo 25:8-9 Y harán un santuario para mí, y habitaré en medio de ellos.
9 Conforme a todo lo que yo te muestre, el diseño del tabernáculo, y el diseño
de todos sus utensilios, así lo haréis.
A lo largo de la era de tipos y sombras del antiguo pacto, Dios habló y describió Su
próximo eterno lugar de morada, de varias maneras. Lo vemos en Éxodo 19 como una
montaña en la que Él desciende, y en la que Él invita a Israel por medio de la sangre
del pacto. Lo apreciamos en el desierto, el Tabernáculo de Moisés, y más adelante en
el Templo de Salomón. Pero incluso, después de haber establecido estos cuadros
naturales, Él continuó hablando por medio de los profetas de un hogar aún mayor, un
lugar de descanso donde Él sería eternamente unido a Su pueblo.
Isaías 66:1-2 Jehová dijo así: El cielo es mi trono, y la tierra estrado de mis
pies; ¿dónde está la casa que me habréis de edificar, y dónde el lugar de mi
reposo? 2 Mi mano hizo todas estas cosas, y así todas estas cosas fueron, dice
Jehová; pero miraré a aquel que es pobre y humilde de espíritu, y que tiembla
a mi palabra.
Ezequiel 37:26-28 Y haré con ellos pacto de paz, pacto perpetuo será con
ellos; y los estableceré y los multiplicaré, y pondré mi santuario entre ellos
para siempre. 27 Estará en medio de ellos mi tabernáculo, y seré a ellos por
Dios, y ellos me serán por pueblo.28 Y sabrán las naciones que yo Jehová
santifico a Israel, estando mi santuario en medio de ellos para siempre.
La Consumación del Plan de Dios para Israel
Con la combinación de estos dos elementos de los Tabernáculos - la siega de la
cosecha y el lugar de morada de Dios - tenemos un cuadro increíble que se nos da
sobre la finalidad y el propósito para el cual Dios está dirigiendo Su nueva creación.
Como hemos visto, el propósito de Israel no era la liberación del pecado y la muerte.
Ellos fueron entregados para un propósito, y ese propósito se nos muestra en esta
fiesta final.
Los capítulos 14-17 de Juan parecieran enfocarse en estas mismas dos realidades. En
estos capítulos, Jesús está hablando con Sus discípulos y orando a Su Padre en la
víspera de Su crucifixión. Antes de la cruz, en sus últimos momentos, la verdadera
cosecha y el eterno lugar de morada de Dios, pareciera haber sido lo principal en la
mente de Jesús. En Juan 15, el objetivo es el incremento de Cristo por medio de las
“ramas” que están unidas a Él y que habitan en Él. Este es el verdadero fruto que
glorifica al Padre.
Juan 15:1 Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador. 2 Todo
pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo
limpiará, para que lleve más fruto.... 4 Permaneced en mí, y yo en vosotros.
Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la
vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. 8 En esto es glorificado mi
Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos.
En los capítulos 14,16, y 17, Jesús tenía mucho qué decir sobre la casa de su Padre, la
habitación eterna donde Dios y el hombre
viven como uno.
Juan 14:20 En aquel día vosotros conoceréis que yo estoy en mi Padre, y
vosotros en mí, y yo en vosotros.
Juan 17:24 “Padre, aquellos que me has dado, quiero que donde yo estoy,
también ellos estén conmigo, para que vean mi gloria que me has dado;
porque me has amado desde antes de la fundación del mundo.”
Conclusión
Mi esperanza es que el lector pueda ver en las siete fiestas más allá de las leyes,
ceremonias y religión. Considero que poseemos un precioso cuadro dado por Dios
de Su eterno propósito para todos los que viven en Su Hijo. En las Fiestas de
Israel, Dios ha compartido con nosotros Su punto de vista acerca del viaje de
Jesucristo, desde una simple y moribunda semilla, a una multi-membrada cosecha
resucitada.
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