Accidentes gramaticales del verbo El estudio del tiempo verbal consiste, concretamente, en el tratamiento de los accidentes gramaticales del verbo, o sea, el tiempo, modo, aspecto y número-persona. Un verbo en forma personal comporta, normalmente, un lexema, que aporta información léxica, y un morfema, que aporta información gramatical1. El objeto de este análisis es, entonces, la consideración de la información contenida en el morfema. A este respecto, cabe indicar que lo que se llama comúnmente terminación es, en el idioma español, la combinación de las marcas de tiempo, modo y aspecto, por una parte, y, por otra, de las de número-persona2 . A una y a otra denomina la Real Academia de la Lengua característica y desinencia, respectivamente3 . Estos morfemas aparecen en dos planos; la característica, o sea, el tiempo, modo y aspecto, aparece en un nivel anterior al oracional. En cambio, la desinencia sólo puede existir desde el momento en que se establece la relación entre el sujeto y el verbo, esto es, la concordancia de número-persona4.Estamos aquí en presencia de dos módulos en los cuales se da la formación de palabras mediante la aplicación de morfemas de diferente naturaleza y contenido gramatical. El primer módulo, es decir, el de la formación de la característica se llama módulo léxico, en el sentido de que hace referencia a una realidad extralingüística. En cuanto a la desinencia, le corresponde el módulo sintáctico. Así, puede decirse que los morfemas actualizados en el módulo léxico son derivativos, y los que se actualizan en el módulo sintáctico, flexivos. Nótese, de paso, que lo morfológico depende, en gran parte, de lo sintáctico; quiere decir esto que algunos morfemas no aparecen sino dentro de la oración. A diferencia de las demás partes de la oración5, el verbo puede expresar el tiempo _también el modo y el aspecto_ mediante el lexema y el morfema. El sustantivo y el adjetivo lo expresan únicamente con el lexema. Se trata de una doble conceptualización del tiempo: como forma y como sustancia. 1. TIEMPO La idea más generalizada y, hasta cierto punto, indiscutible, es que los tiempos verbales expresan el tiempo crónico. Una acción verbal se sitúa en una de las tres épocas temporales: pasado, presente o futuro: “El tiempo verbal precisa si la acción significada por el verbo ocurre en el presente, el pasado o el futuro.”6 Existe, pues, una relación entre el tiempo de la lengua y el tiempo crónico o físico. La reflexión sobre la naturaleza de esta relación no es exclusiva a los estudiosos contemporáneos; desde la Edad Antigua no escasean propuestas de todo tipo. La división tripartita del sistema temporal del verbo está, entonces, arraigada en el pensamiento lingüístico occidental; su actualización en las distintas lenguas neolatinas es manifestación de una mentalidad temporal con características específicas. Varios estudios sostienen que no existe correspondencia entre el tiempo crónico y el tiempo verbal: 1 “No hay coincidencia entre el verbo y el tiempo.”7 André Jacob, el autor de esta cita, añade que del mismo modo que se conceptualiza el tiempo mediante otras categorías aparte del verbo, este último, a su vez, puede expresar una acción sin situarla en el tiempo. En el mismo sentido, opina V. Lamíquiz que: “Es indispensable distinguir lo diferente que es situar un acontecimiento en el tiempo crónico a insertarlo en el tiempo de la lengua.” 8 Son, entonces, dos entidades distintas el tiempo lingüístico y el tiempo crónico: el primero se actualiza en el discurso, y sólo en él puede avanzar; el segundo es independiente de la actividad humana; pasa sin cesar. Asimismo, si uno es divisible en épocas, el tiempo lingüístico, el otro es indivisible. Hay, por una parte, un tiempo humanizado, considerado como instrumento, que sirve para disponer la actividad del hombre. Existe, no obstante, el tiempo en estado puro, fuera de la lengua y de los calendarios. El tiempo lingüístico y, por lo tanto, el tiempo verbal son una muestra del intento humano de hacer suyo el tiempo físico; son entonces manifestaciones del tiempo humanizado. Siendo así, este tiempo se ajusta a las necesidades comunicativas del hombre; la división tripartita del sistema temporal es una muestra de este hecho. Según este planteamiento, una acción verbal se sitúa en presente, pasado o futuro. Sobre el valor de estas tres épocas temporales existen varias teorías que no siempre coinciden en sus postulados. Para algunos teóricos, no existen el futuro y el presente. El pasado es la única época temporal real en el sentido de que alberga acciones y hechos realizados y, por eso mismo, tienen cabida en la memoria: “Sólo el pasado es real, el futuro no lo es y el presente no existe sino cuando se hace pasado.”9 En esta perspectiva, se consideran el presente y el futuro como producto de la conciencia y de la imaginación. De este modo, lo existente en la conciencia pasa a ser real desde el momento en que puede ser recordado. El futuro no es porque ni siquiera existe en la conciencia. Si, normalmente, se opone el pasado al futuro y al presente, con J. Pouillon, el pasado se opone al no pasado. Del mismo modo, si el pasado significa para algunos estudiosos el presente y el futuro, para J. Pouillon el no pasado es el presente. En esta oposición funciona el rasgo distintivo [±real]; así, mientras el pasado es positivo y el presente negativo, el futuro puede considerarse no marcado. Queda claro, pues, que las tres épocas no reciben el mismo tratamiento para J. Pouillon. Según D. Cohen: “El presente es, pues, el no pasado y el no futuro y puede definirse como tal. Pero, en la medida en que a menudo el futuro se manifiesta más como un modo: potencial, desiderativo, etc. que como un verdadero tiempo, no es extraño que el sistema temporal se base más bien en una oposición de pasado a no pasado en la que el presente asume la expresión del futuro precisando eventualmente el carácter aún no realizado del proceso designado.”10 Con esta afirmación D. Cohen comparte la idea propuesta por J. Pouillon , dado que considera que el sistema temporal está basado en una oposición entre el pasado y 2 el no pasado, precisando que el presente en tanto que tiempo no pasado es capaz de extender su dominio para abarcar también la época futura. Este hecho se justifica a ojos de D. Cohen por ser el futuro una época en que se confunden lo modal y lo temporal. En otros enfoques, sólo existe el presente; el futuro y el pasado son épocas teóricas en la medida en que se actualizan en la imaginación o en la memoria. El punto de partida para concebirlas es el presente, que es una época real: “Podemos medir el tiempo desde nuestro presente, y entonces todas las acciones verbales que nos representamos se hallan situadas mentalmente con anterioridad, con posterioridad o en coincidencia con el momento en que hablamos: de aquí el pretérito, el futuro y el presente, como tiempos fundamentales.”11 El presente, por su lugar privilegiado entre el pasado y el futuro, tiene muchos valores temporales y estilísticos: “Podemos considerarlo [el presente] con G. Guillaume como compuesto de un poco de pasado y otro poco de futuro.”12 Esta posición privilegiada del presente se la reconoce el mismo J. Pouillon cuando dice: “Es del momento presente que hace falta partir simultáneamente en las dos direcciones del pasado y del futuro.” 13 En síntesis, la reflexión sobre la naturaleza de la relación existente entre el tiempo verbal y el tiempo crónico no deja de interesar a los estudiosos. Existen propuestas que niegan la existencia de esta relación; otras la consideran como un hecho indiscutible y afirman que un verbo en forma personal sitúa la acción en pasado, presente o futuro. La tercera propuesta supone que los verbos (conjugados) no tienen que expresar forzosamente el tiempo, del mismo modo que el tiempo puede expresarse mediante otras categorías de la lengua. Asimismo, la consideración de las tres épocas temporales da lugar a diferentes reflexiones, pero todas atribuyen al presente un papel primordial en tanto que posición o punto de partida para concebir el pasado y el futuro. Las discordias están en la caracterización de dichas épocas. Así, en algunos casos el pasado es considerado el único tiempo real frente a los demás; en otros casos, el presente es en exclusiva el tiempo real de todo el sistema, siendo el pasado y el futuro épocas teóricas, en la medida en que existen sólo en la mente del hablante, el primero en la memoria y el segundo en la imaginación. 2. MODO El modo es, como se ha señalado, una información gramatical contenida en la característica. Dice S. Gili Gaya: “Con los modos expresamos nuestro punto de vista subjetivo ante la acción verbal que enunciamos.”14 3 Para el autor del Curso superior, el modo expresa el punto de vista subjetivo del hablante. En opinión de G. Alconchel, el modo: “manifiesta la actitud del hablante con respecto al significado del verbo.”15 El modo en las dos definiciones da cuenta de la intencionalidad del productor del mensaje ante lo comunicado. Esta intencionalidad puede interpretarse de distintas maneras según el enfoque teórico aplicado y la naturaleza lingüística del enunciado considerado. Queda claro que se trata en este caso de una categoría morfológica mediante la cual se da cuenta de la modalidad verbal. Esta información de tipo gramatical va acompañada de otra léxica, contenida en la raíz del verbo16 . A veces se confunden ambas informaciones: “Conviene no confundir el aspecto verbal (categoría gramatical) con el modo de significación del verbo (que es una cualidad semántica del lexema verbal con independencia de la forma concreta que adopte). Por supuesto, tampoco se debe confundir el modo de las formas verbales (otra categoría gramatical) con este modo de significación del verbo.”17 El modo es una propiedad del verbo que no tienen las demás categorías gramaticales; así en vez de una el verbo tiene dos posibilidades para expresar el modo: una léxica y otra gramatical. Algo parecido ocurre para la expresión del tiempo y el aspecto. B. Lavandera piensa que la distribución de la información contenida en el morfema léxico y gramatical es un requisito básico para la aceptabilidad de los discursos: “La modalidad de la emisión se expresa mediante señales tanto gramaticales como léxicas y […], para obtener un fragmento aceptable de discurso, las distintas señales deben armonizar.”18 En las gramáticas se señalan tres modos, a saber: el indicativo, subjuntivo e imperativo. En la mayoría de los estudios realizados sobre el modo, la oposición más considerada es la que existe entre indicativo y subjuntivo. El imperativo queda excluido por referirse a hechos extralingüísticos más que lingüísticos: “[El imperativo] es una intensificación del subjuntivo optativo. Pertenece, como las interjecciones y los vocativos, a lo que hoy se llama función apelativa del lenguaje.”19 Disponemos de varias propuestas teóricas sobre el indicativo y el subjuntivo. En todas ellas se observa que el tema es inagotable en una serie de estudios, porque, al fin y al cabo, se trata de intentos de aprehender sólo un aspecto de la cuestión. S. Gili Gaya se refiere al tema en estos términos: “Para explicar la diferencia entre el indicativo y el subjuntivo, algunos gramáticos, entre ellos Lenz, recuerdan la distinción lógica entre juicios asertorios, que afirman o niegan una realidad, juicios problemáticos, que expresan posibilidad, y juicios apodícticos, o lógicamente necesarios. Los primeros se expresan en modo indicativo. Los problemáticos y apodícticos, en subjuntivo.” 20 4 Para M. Moliner21, un juicio es asertorio cuando “no excluye la posibilidad lógica de una contradicción”; es apodíctico si “demuestra la cosa de que se trata sin dejar lugar a duda o discusión”. La contradicción referida por M. Moliner equivale en la cita de S. Gili Gaya a la afirmación y negación de una realidad. Algo parecido observa J. M. Guitart en su interpretación de la teoría de HooperTerrel sobre la selección del modo. Según él su propuesta se basa en la oposición aserción/presuposición, que explican como sigue: “Un complemento oracional se afirma como proposición cuando el hablante lo reconoce como verdadero, y se presupone cuando el hablante ya lo considera verdadero y formula otra proposición acerca de éste.” 22 Se trata de una oposición semántica entre determinados verbos como parecer, lamentar, notar, etc. En los siguientes ejemplos presentados dentro de la aludida teoría se aclara este planteamiento: - Me parece que la cafetería está cerrada. - Lamento que la cafetería esté cerrada. Nótese de paso que estas estructuras son sustantivas complementarias directas, la primera del verbo parecer y la segunda del verbo lamentar23. Así se nota que el uso del subjuntivo depende en gran medida del significado del verbo y de la naturaleza de la relación existente entre los elementos combinados, o sea que la aserción y la presuposición son modalidades que hay que relacionar con la sintaxis y la semántica. M. Casanova Avalos, en el análisis de textos técnico-científicos, observa que en ellos se da con más frecuencia el modo indicativo, que ella considera “modo de la realidad”. El interés de la aportación de Casanova Avalos consiste en relacionar el estudio del modo con las funciones del lenguaje; pues constata que se usa el indicativo “para contribuir a la función referencial o lograr la objetividad”24 . Cualquiera que sea la explicación propuesta, el modo no deja de ser una categoría oracional siempre discutible. Es la expresión de la actitud subjetiva que el hablante mantiene ante el enunciado. En concreto, esta actitud puede traducirse en un juicio asertorio, problemático o apodíctico. En otro ámbito teórico, el modo se articula en una dicotomía en que se oponen la aserción y la presuposición. Ahora bien, el modo, en tanto que categoría gramatical, ha de combinarse con el modo de significación del verbo, como categoría léxica.25 3. ASPECTO Con el aspecto se llega al tercer componente de la característica, a propósito del cual dice G. Rojo: “El aspecto hace referencia al desarrollo interno de la acción verbal, en sí misma considerada, sin relación con otras acciones o con la temporalidad exterior a ella y conseguida mediante recursos morfológicos.” 26 5 Llama la atención en esta definición el que el autor procede por etapas, diciendo lo que es y lo que no es el aspecto. Hay, en ella, cuatro partes. La primera coincide con el núcleo de la definición: “El aspecto hace referencia al desarrollo interno de la acción verbal”, las demás partes van marcadas con signos de puntuación (comas) y conjunciones (o, y). Lo llamativo también es que estas partes expresan su contenido mediante un participio: “en sí misma considerada”, “conseguida mediante recursos morfológicos”. La tercera parte, correspondiente a la frase “sin relación con otras acciones o con la temporalidad exterior a ella” está subordinada a la segunda parte: “en sí misma considerada”. En realidad hay tres unidades de sentido: en la primera se dice que a una acción del verbo le podrían corresponder un desarrollo interno y otro externo. G. Guillaume llama estos aspectos tiempo implicado y tiempo explicado, respectivamente27. En la segunda unidad de sentido, que es, en cierta medida, explicación de la anterior, se precisa que el aspecto da cuenta del desarrollo de la acción considerada independientemente de las demás acciones y de la época temporal en que esté ubicada. A este respecto, afirma J.-C. Chevalier: “La ventaja del aspecto es, pues, permitir al espíritu expresar el pasado sin tener que cambiar de época en el tiempo exterior.”28 Según esta opinión , hay dos pasados: uno temporal y otro aspectual, es decir que una acción dada puede ser pasada por su pertenencia a la época del pasado o por ser aspectualmente anterior a otra también pasada . Las mismas consideraciones pueden darse en el presente y el futuro. A esto se refieren los términos de anterioridad, posterioridad y simultaneidad, que coinciden perfectamente con el pasado, futuro y presente. Volviendo a la definición de G. Rojo, es evidente que el aspecto es compatible con las tres épocas temporales. El contenido de la tercera unidad va encaminado a distinguir el aspecto léxico, o aktionsart29, del aspecto gramatical. Si el primero se expresa mediante morfemas léxicos, el segundo, mediante morfemas gramaticales. La Real Academia de la Lengua sitúa la cuestión del aspecto en el mismo marco que el anterior, o sea, de la relación entre el aspecto y el tiempo: “Con el fin de aclarar el concepto de perfección gramatical, añadiremos que no siempre coincide con el término de la acción en el tiempo.” 30 Pues, no significan siempre lo mismo anterior y pasado. La RAE explica este tema usando expresiones como la anterioridad de la acción o de la perfección y la continuidad o terminación temporales. Así, no coinciden la anterioridad de la acción y su terminación en el tiempo. En cambio, la anterioridad de la perfección no es suficiente para negarle a una acción la continuidad en el tiempo. En este caso, hay que señalar que el aktionsart, o aspecto léxico del verbo, es determinante, en la medida en que el significado de una forma verbal es, en gran parte, la combinación de lo léxico y lo gramatical. De este modo, se habla de verbos desinentes y permanentes. Son desinentes los verbos “cuyo significado denota un evento terminativo”. Los verbos “que implican que el evento denotado no tiene fin” se llaman permanentes.31 6 W. E. Bull propone otra clasificación en la cual distingue entre verbos referentes a acontecimientos cíclicos “cuyo rasgo distintivo es el término automático del proceso”, y verbos que expresan acontecimientos no cíclicos, cuya “característica esencial [es] señalar que el proceso puede, en principio, prolongarse indefinidamente”32. Ahora bien, la combinación de estos verbos, desinentes y permanentes, con determinados tiempos produce una diversidad de matices en el discurso. Se suele hablar, en este caso, de aspectos perfectivos e imperfectivos: “El aspecto perfectivo indica que la acción o la cualidad aparecieron en un determinado punto del período que es objeto de la enunciación; el imperfectivo las presenta como desarrollándose en ese período y llenándolo.”33 Interesa en esta cita menos lo que se dice que cómo se dice. O. Ducrot, al referirse al aspecto perfectivo usa el pretérito perfecto simple aparecieron; en cambio, cuando se trata del aspecto imperfectivo, emplea el presente y el gerundio presenta… desarrollándose. Algunos gramáticos piensan que el pretérito perfecto simple lleva en sí la idea de negación, o sea que la acción o la cualidad aludidas por el autor de la cita ya no son en el momento del habla. En cambio, el aspecto imperfectivo significa desarrollo de dicha acción o cualidad en el tiempo o en la mente del hablante, de modo que no se puede precisar cuándo comienzan o terminan. Es una cuestión relacionada no con la propiedad de la acción o la cualidad, sino, más bien, con la manera en que las concibe el productor del mensaje y con la manera en que las presenta al receptor de dicho mensaje: “Un solo y mismo acontecimiento puede ser […] presentado de tres maneras. Me es posible decir: «ayer a las cinco canté…», pero también «ayer a las cinco cantaba» o «ayer a las cinco he cantado», sin que se trate de tres acontecimientos diferentes.”34 No es el aspecto una categoría dependiente de las relaciones sintácticas en la oración, ni una propiedad inherente a la acción. Si el modo manifiesta la actitud del hablante ante la acción verbal, el aspecto hace referencia, en cierto modo, al tiempo interno de la misma: “Fácil es ver la semejanza de esta idea de la duración con lo que la lingüística conoce bajo el nombre de aspecto, y es bien digno de destacar el hecho de que haya siempre existido en el lenguaje esta distinción entre el tiempo «cronológico» divisible en fechas y el tiempo «durativo» que transcurre y cuya medida es puramente interna y subjetiva.”35 Existen, pues, un tiempo externo, divisible en épocas; es el mismo para todos y, por eso mismo, siempre es idéntico a sí mismo; y un tiempo interno o intrínseco, que evidencia una temporalidad no siempre coincidente con el tiempo de los relojes. También O. Ducrot36 distingue entre un aspecto acabado, que “aparece cuando la cualidad o la acción objetos de la predicación se realizan en el período a que se refiere el enunciado”, y un aspecto inacabado, que aparece cuando “la acción o la cualidad son anteriores al período de que se habla, pero cuya huella o resultado se desea señalar en este período”. Los aspectos acabado e inacabado suponen una distinción basada en la extensión de la acción más allá de las fronteras temporales del momento referido por el enunciado. El 7 aspecto acabado significa que la acción no traspasa dichas fronteras; el inacabado, en cambio, implica que la acción nace en una época y desemboca en otra. A diferencia del español y de las demás lenguas neolatinas, el árabe presenta una estructura muy diferente37. La división en pasado, presente y futuro no proviene de una auténtica observación del funcionamiento de las formas verbales sino de la percepción extralingüística que el hombre tiene del tiempo.38 G. Lecomte constata que: “En un estado antiguo de la lengua, el verbo árabe no podía expresar un proceso localizado en el tiempo.”39 Lo que existía en árabe era el aspecto; el cual ha pasado a expresar el tiempo. De este modo, el acabado indica tiempo pasado y el inacabado, el presente y el futuro. El aspecto en las lenguas neolatinas y el tiempo en las semíticas necesitan una reflexión detenida para profundizar las cuestiones que no se dejan captar fácilmente. En Occidente, el aspecto: “ha tardado mucho antes de ser unánimemente admitid[o] (la mayoría de los gramáticos tradicionales consideraban el aspecto como una propiedad exclusiva de las lenguas eslavas.”40 Había, al principio, una demora en la consideración del aspecto como categoría inherente al sistema verbal de las lenguas latinas. No todos los gramáticos opinaban igual a propósito de esta cuestión: “Mientras J. Vendryes y Meillet niegan los valores aspectuales en la conjugación de las lenguas románicas en que _según ellos_ predomina absolutamente el tiempo, Charles Bally sostiene que la conjugación francesa permite distinguir tres aspectos, mediante la oposición de tres tiempos: el pretérito indefinido, el imperfecto y el pretérito perfecto.”41 La explicación del uso de los distintos tiempos del sistema francés corre a cargo de la categoría del tiempo para Vendryes y Meillet. En español, no se puede aclarar la oposición que existe entre el PPS y el IMPF por la categoría del tiempo. Guillermo Rojo aporta datos históricos de las lenguas neolatinas: “Como es bien sabido, el aspecto es una categoría que los estoicos aplicaron ya al verbo griego, pero que, en cambio, no tuvieron en cuenta los gramáticos latinos (con excepción de Varrón, que no fue seguido en este punto en los siglos posteriores). En el siglo XIX, la noción fue redescubierta por los gramáticos de las lenguas eslavas y desde ahí, con ritmos y velocidades diferentes, fue siendo introducida (o reintroducida) en las gramáticas griegas, latinas, románicas, germánicas, etc. En la actualidad, es inconcebible un tratado sobre cualquier lengua en el que no se hable del aspecto.”42 La categoría del aspecto fue aplicada al griego antiguo por los estoicos. El paso de Grecia a Roma supuso una ruptura que duró muchos siglos antes de reaparecer el aspecto en las lenguas eslavas, en la edad contemporánea; desde allí pasó a formar parte de los sistemas verbales de las demás gramáticas de Occidente. Destaca en esto la labor de los estoicos, en la Antigüedad, y de los gramáticos eslavos, en el siglo XIX. Weinrich hace remontar la categoría del aspecto al contacto entre el griego antiguo y las lenguas semíticas: 8 “Es sabido que la doctrina del aspecto tiene en la antigüedad clásica no sólo sus bases sino también su desarrollo. Los estoicos, movidos por el conocimiento de las lenguas semíticas, construyeron una teoría de los tiempos a base del concepto de aspecto, la cual pasó después a la gramática latina, a las gramáticas de las lenguas eslavas y luego a las de las lenguas románicas.” 43 Entre otras ideas, importan la relación que se establece entre la categoría del aspecto y las lenguas semíticas, y la afirmación de que los estoicos construyeron toda una teoría de los tiempos basándose en el concepto de aspecto y no de tiempo, como era de esperar. En árabe, sin negar la existencia de la categoría del tiempo, parece que el aspecto constituye la piedra angular del sistema verbal. La oposición entre lo acabado y lo inacabado explican las distintas formas que integran dicho sistema: “La expresión del tiempo situado (presente, pasado, futuro) es en efecto secundaria en el verbo camito-semítico. Este está basado, en los estados más arcaicos que se conocen, en el aspecto intrínseco de la noción, según que la atención deba ser atraída por el desarrollo del proceso o, al contrario, en el contenido verbal considerado como un estado duradero. En la mayoría de las lenguas, en cambio, es la oposición, históricamente secundaria, de un aspecto acabado a un aspecto inacabado la que está representada. Así, en árabe, no se dispone más que de una forma, katab-ta, para decir, según el contexto, «has escrito, has acabado de escribir, habías escrito » e incluso «habrás escrito”, y de otra, taktu-bu, para significar «escribes (en este momento o habitualmente), escribirás, escribías»”44 Lo cierto es que, en árabe como en cualquier lengua, el tema de los tiempos verbales no se presta fácilmente a un tratamiento desde una perspectiva única. Hace falta distinguir en árabe entre un tiempo lingüístico (zaman, tense en inglés) y otro filosófico (zamān, time).45 Tammam Hassan distingue entre el tiempo gramatical, que se expresa con el mādī y el modāric y no se basa en la significación filosófica del Tiempo sino en las propiedades distintivas entre las diferentes formas para denotar los distintos hechos de lengua. 46 Uno y otro son formas, no ideas. La forma del mādī pertenece a la categoría del mādī aunque puede significar el futuro o el presente de los filósofos, como en «’in kunta sādiqan, takallam» (Si eres sincero, habla), «law kāna comar yağtahidu lakuntu ’ušağğicuhu» (Si Omar se aplica lo ayudaré). Del mismo modo, el modāric es una categoría del modāric aunque expresa pasado filosófico como en «lam ya’tī comar» (No vino; No ha, había venido Omar).47 En árabe, el término modāric está lejos de significar tiempo: “al-modāric es el semejante y al-modāraca es la semejanza. Los gramáticos llaman modāric al verbo en futuro por ser parecido a los nombres en las variaciones que experimenta. Entre los verbos es modāric el que es semejante a los nombres y es el verbo en futuro y presente.” 48 De hecho, mientras el mādī es invariable como en kataba, el modāric, como el nombre, es variable: yaktubu, lan yaktuba y lam yaktub. Los gramáticos antiguos recurrieron a la categoría del tiempo para distinguir entre el verbo, que denota proceso y tiempo, y el nombre, que expresa sólo el proceso.49 9 La tripartición temporal mādī, mustaqbal y hādir existe en árabe, pero no como parte integrante del sistema verbal sino de la lengua. El contexto lingüístico o situacional permiten interpretar temporalmente los distintos enunciados como situados en una de las tres épocas: “Hemos llegado, en este estudio, a resultados sorprendentes a nivel de la lengua y la gramática; ello a través de la exposición de la definición del verbo por los antiguos, el cual significa en sí mismo y se asocia con uno de los tres tiempos: pasado, presente y futuro.” 50 La oposición modāric/mādī no es temporal sino aspectual, puesto que ambos pueden expresar acciones situadas en una de las tres épocas. Así, el modāric corresponde al aspecto inacabado y el mādī al acabado. Es esta dualidad entre dos aspectos de la acción verbal la que se representa en las lenguas latinas con la pareja: perfectivo/imperfectivo. Es llamativo el que no haya más que tres términos para referirse al sistema de la conjugación árabe: mādī, modāric y ’amr, cuando en español el usuario dispone de doce: presente, pretérito imperfecto o perfecto de indicativo, etc. Intervienen en la formación de este sistema cinco propiedades, a saber: el tiempo, modo, aspecto, número y persona. En cambio, el verbo árabe obedece a una sistematización en que funcionan, entre otros, el número y el género: ’anta/’anti, ’anta/’antumā/’antum, hom/honna, etc. Probablemente por eso algunos estudiosos consideran que la categoría del tiempo (por oposición al aspecto) es secundaria en la lengua árabe. En otras palabras, frente a los perfectos: tú escribiste, has, hubes, habías y habrás escrito, el árabe dispone del acabado katabta. Los imperfectos escribes, escribirás y escribías se expresan con el inacabado taktubu. En la traducción del español al árabe, y al revés, se necesita tener en cuenta estas particularidades del verbo árabe. En el caso de katabta, el contexto explicita si se trata del antes: escribiste, hubes o habías escrito, o del ahora: has escrito, o del después: habrás escrito. Algo parecido se puede afirmar para la forma taktubu. Ahora bien, si el español dispone de un sistema en que aparecen todas las formas de la conjugación, en árabe, gran parte de dicho sistema no se deja someter a las casillas de los gramáticos, probablemente porque no se expresan sólo con unidades morfológicas sino también sintácticas. El aspecto viene a ser una categoría verbal que da cuenta del modo como concibe el hablante la acción expresada; es el soporte de la temporalidad interna de dicha acción; por eso, no tiene que considerarse desde fuera sino desde dentro del mundo del emisor. Una acción, entonces, puede expresarse en cualquiera de los tiempos posibles, desde los perfectivos hasta los imperfectivos, pasando por los neutros, sin que por ello deje de ser lo que es. Lo que sí es cierto, es que la clase de verbo es determinante, ya que el sentido de una forma verbal finita consiste en la combinación de la información léxica y gramatical. Como categoría de la lengua, el aspecto permite disponer las distintas formas del sistema temporal verbal. Varias oposiciones dentro de la misma época de tiempo no se explican sino gracias al aspecto. En árabe, es incluso un criterio determinante de las relaciones que se establecen en el sistema. Por supuesto, la gramática es sólo una manera para representarse los hechos del habla; la ausencia o presencia de ciertos aspectos 10 descriptivos no tiene que interpretarse como pobreza o riqueza de la lengua sino tan sólo como un intento de sistematización de un número ilimitado de realizaciones lingüísticas. A menudo, no pocos aspectos quedan fuera del alcance de este tipo de aprehensión humana. 4. PERSONA La persona gramatical es también una de las informaciones que suelen acompañar a un verbo conjugado. No se puede diferenciar en una desinencia entre lo que informa sobre la persona y lo que pertenece al dominio del número. Así, lo dicho a propósito de la persona es válido para el número y a la inversa. El uso de esta categoría es un requisito para la gramaticalidad del discurso; si los constituyentes inmediatos de la oración son el SN sujeto y el SV predicado, la persona viene a ser de mayor importancia ya que _a diferencia de otras lenguas románicas, como el francés, en que no se puede prescindir del sujeto sin que se perjudique la gramaticalidad de la oración_ en español no es necesario el uso explícito del sujeto, precisamente porque la forma verbal lleva la marca correspondiente al SN sujeto. Este es un rasgo distintivo de la categoría del verbo respecto a las demás, como el sustantivo, adjetivo, etc. A ello se refiere G. Alconchel cuando afirma: “El SV se destaca como una de las unidades de mayor rendimiento funcional en la comunicación que el texto transmite.” 51 El verbo es el núcleo del SV, del mismo modo que el sustantivo lo es del SN, el adjetivo, del SAdj,… Además de la información semántica contenida en el lexema, el verbo aporta, entre otras, la información referente a la persona, lo cual tiene consecuencias no sólo sobre el SV sino que afecta a la totalidad de la oración. En opinión de H. Weinrich: “La presencia de la persona, inevitable en cada oración, relaciona, pues, su oración con la situación básica en la que se hace uso de la lengua, es decir, con la situación comunicativa ordenada según las leyes de la comunicación.” 52 En este sentido, la persona gramatical representa las categorías del emisor, receptor y mensaje, coincidiendo la primera categoría con el hablante (locutor, yo), la segunda con el oyente (interlocutor, tú), y la tercera con el asunto de que se habla (él-ella). Parecidas relaciones mantiene la persona gramatical con determinados tiempos verbales. De hecho, de los dos pretéritos perfectos, el simple es afín a la tercera persona, y el compuesto, a la primera y segunda. La lengua francesa no escapa a esta regla. Desde la teoría literaria, R. Barthes observa que le passé simple y la troisième personne van juntos en la novela: “El pretérito perfecto simple y la tercera persona de la Novela no son sino ese gesto fatal por el cual el escritor muestra con el dedo la máscara que lleva.” 53 Según esta concepción, no son aptos para la novela la primera y segunda personas combinadas con el pretérito perfecto compuesto y el presente. En realidad, se trata de un criterio clasificatorio del discurso literario; pues, algunos tiempos verbales y personas gramaticales aparecen con más frecuencia en determinados géneros literarios y no literarios. 11 M. Casanova Avalos relaciona el uso de las personas verbales con el tipo de narrador empleado en textos narrativos. Así constata que al narrador omnisciente corresponde la tercera persona; al narrador protagonista, la primera; al narrador testigo corresponde la alternancia de la primera y segunda personas.54 H. Weinrich lleva muy lejos la reflexión sobre la persona gramatical y el tiempo verbal cuando afirma lo que sigue: “Los tiempos y las personas […] están relacionados de una manera muy íntima y ambos caracterizan el hecho de la comunicación según la situación comunicativa. Esto es lo que explica la afinidad observada. La primera y la segunda persona del verbo designan el hablante y el oyente, por lo tanto, aparecen con mayor frecuencia cuando el hablante y el oyente tienen que ver el uno con el otro porque están comentando cuestiones que les atañen al tratar de sus cosas. Por el contrario, son mucho más escasas cuando se narra, pues, generalmente, se narra de una tercera persona o de otras cosas. De ahí la afinidad entre la tercera persona del verbo y los tiempos de la narración.”55 Una primera observación permite subrayar lo estrecha que es la relación existente entre los tiempos y las personas; una muestra de dicha relación es la pertenencia al morfema gramatical. Se añade a ello el que ambas categorías funcionan como propiedades definitorias del contexto lingüístico y extralingüístico de la comunicación. El uso de las personas gramaticales _primera, segunda y tercera_ hace referencia a tres de los factores básicos de la comunicación, esto es: el hablante, el oyente y el mensaje. La presencia física de la primera y segunda persona en la situación del habla supone una interacción verbal y extraverbal con determinadas características. El caso contrario es el de la comunicación epistolar en que emisor y receptor están ausentes; el primero en el momento de la recepción, el segundo en el de la emisión. Después, el autor de la cita explica cuantitativamente el uso que se hace de la primera y segunda personas en distintas situaciones comunicativas en función de la actitud mantenida por ambas personas ante el asunto considerado, o sea según se trate de comentarlo o narrarlo. A decir verdad, se trata aquí no sólo de una opinión referente al empleo de las personas y los tiempos sino de todo un planteamiento que nos parece claramente distinto de los demás. Por ello, creemos conveniente dedicarle más atención. 5. TIEMPO, MODO Y ASPECTO SEGÚN H. WEINRICH Seguimos manteniendo, a no ser que sea imposible, el planteamiento inicial, es decir que el punto de partida lo constituyen siempre los accidentes gramaticales del verbo. H. Weinrich, en el tratamiento del uso de los tiempos verbales en el lenguaje ha tenido que reformular la totalidad de la teoría sobre el tema, principalmente en lo referente al tiempo, modo y aspecto. En dicha reformulación se han considerado igualmente varios puntos de vista referentes básicamente a la lingüística del texto. La persona gramatical no es sólo un morfema que le aplica al verbo las marcas del sujeto, sino una categoría susceptible de hacer las veces de uno de los dos constituyentes inmediatos de la oración, que es el SN sujeto. Asimismo, permite relacionar la totalidad del enunciado con la correspondiente situación comunicativa. Además, el interés de esta categoría consiste en que es un elemento que permite identificar la clase de texto de que se trata, puesto que no todas las personas gramaticales se dan con 12 la misma frecuencia en todos los textos. Del mismo modo, es una indicación textual que evidencia el tipo de narrador usado. Para H. Weinrich los tiempos verbales no expresan el tiempo cronológico; en el análisis de las formas canta y cantaba afirma que: “no aprendemos absolutamente nada sobre el Tiempo del cantar.” 56 No se trata, en este enfoque, de una oposición temporal entre las épocas presente y pasada. Los morfemas de tiempo tienen, entonces, otra función que consiste en informar sobre: “el modo como tenemos que escuchar. Nos dicen si el «cantar» va a ser comentado o narrado.”57 El tiempo verbal viene a ser como una señal con la cual el emisor establece el marco en que el receptor tiene que interpretar el mensaje. En otras palabras es una manifestación de la actitud de distanciamiento o de compromiso del hablante y, por tanto, del oyente, ante la cosa comunicada. Veinte páginas después, H. Weinrich afirma: “Al decir que los tiempos del lenguaje no tienen nada que ver con el Tiempo, no quiere esto significar que los tiempos nieguen el fenómeno extralingüístico del Tiempo. Los procesos del mundo real se desarrollan en el Tiempo e incluso el discurso mismo es uno de esos procesos.”58 El tiempo crónico existe en tanto que “fenómeno extralingüístico”; es el marco general en que se ubica, entre otros hechos…, la palabra. Entonces, todo se desarrolla en el tiempo, el cual es indispensable para disponer estos mismos hechos en el correspondiente lugar temporal. La cuestión planteada aquí consiste en determinar hasta qué punto puede hablarse de una relación entre el tiempo lingüístico y el tiempo crónico. Según H. Weinrich: “Este tiempo físico, mensurable, ya está presupuesto en el lenguaje al mismo tiempo que el mundo real.” 59 Es una relación de presuposición en el sentido de que el concepto de tiempo, como otros conceptos, está implicado en el léxico de la lengua. Dice, a este respecto H. Weinrich: “Al fin y al cabo la palabra «hora» también presupone tiempo. De la misma manera, también las perspectivas de retrospección y de prespección en algunos tiempos presuponen Tiempo.”60 El tiempo se expresa como sustancia, en el lexema, y como forma, en el morfema. Ahora bien, si se acepta el primer modo de expresión no ocurre igual para el segundo. Sólo algunos tiempos verbales son aptos no para expresar tiempo sino para presuponerlo a través de la prespección y la retrospección, o sea, como medios para denotar anterioridad y posterioridad de una acción respecto a otra. Así, son prespectivos el futuro y el condicional, y retrospectivos el pretérito perfecto compuesto y el pretérito 13 pluscuamperfecto. Creemos que más vale hablar, en este caso, de una relación arbitraria y convencional entre el tiempo físico y el tiempo verbal, ya que el usuario del lenguaje codifica el mensaje teniendo presentes las tres épocas temporales; el receptor, a su vez, descodifica este mensaje partiendo de su conocimiento del mundo, en el cual tiene cabida el sistema tripartito de los tiempos. Al parecer, Weinrich no estaría en desacuerdo con este intento de explicación, puesto que él mismo afirma que: “La categoría de «tiempos del pasado» no se halla en la estructura del lenguaje, sino en las gramáticas.”61 Ocurre que durante la adquisición de la lengua materna se le inculca al niño esta división tripartita del tiempo tanto a nivel del desarrollo léxico-semántico como en el morfosintáctico, la cual pasa a formar parte del conocimiento que tiene de su lengua materna (o competencia lingüística). La gramática, en tanto que estudio de la lengua, intenta hacer consciente lo inconsciente, y parece que ha dispuesto del tiempo necesario para conseguirlo. La afirmación de H. Weinrich es categórica, dado que pone en tela de juicio la totalidad del sistema descriptivo que se ha elaborado en la gramática sobre los tiempos verbales. El modo ha sido asimismo objeto de las fuertes críticas de Weinrich; son ilustrativas de dicha actitud las siguientes palabras: “El concepto de modo no dice nada.”44 “El concepto de modo es inutilizable, molesto y engañoso” 62 Una vez más, se trata de un planteamiento que no exageramos en considerarlo como totalmente distinto de los que se inscriben directa o indirectamente en el marco de la gramática tradicional. De ahí la necesidad de profundizar la teoría propuesta por Weinrich en su totalidad, porque las partes que la constituyen sólo son accesibles para una buena comprensión si se toma en cuenta el todo. Para el autor de dicha teoría, se puede prescindir de la categoría del modo. Estas son sus palabras: “Con la diferencia establecida entre tiempos y metáforas temporales y con algunas consideraciones más […], la discusión sobre tiempos y modos es cosa superflua. Todos los tiempos son modos y ningún tiempo es modo: el resultado siempre es el mismo porque, de todas formas, el concepto de modo no dice nada.”63 Hemos de señalar que los tradicionales accidentes gramaticales del verbo se han elaborado sobre la base de análisis de oraciones y no de textos, como pretende Weinrich. Así, cuando cambia el objeto de análisis no se llega, por supuesto, a idénticas conclusiones. Asimismo, una de las críticas hechas desde esta teoría es que se consideran los tiempos por separado, y no los grupos de tiempos. Como se sabe, el sistema temporal, en tanto que sistema, supone la existencia de una jerarquizada red de relaciones. En la descripción, por ejemplo, del sistema fonológico español, se parte esencialmente de la consideración no de los fonemas sino de clases de fonemas. El fonema /b/ se describe como miembro de la clase de las labiales por oposición a todos los 14 demás, o sea, dentales, velares,…En esta clase comparte una serie de propiedades fónicas con /p/, /f/ y /m/. De este modo, /b/ se opone a /t/ no por la sonoridad del primero y la sordez del segundo, sino por el lugar de articulación: labial en /b/, dental en /t/. Dentro de la clase de las labiales no funciona, pues, el lugar articulatorio. En semántica, no se consideran las palabras sino dentro de sus respectivos campos léxicos. Algo parecido propone Weinrich para el estudio del sistema temporal de los verbos. Para él, un tiempo, cualquier tiempo, se define en función del conjunto de relaciones que mantiene con los demás tiempos. Ahora bien, si trasladamos el sistema descriptivo aplicado en fonología _se ha hecho lo mismo en semántica_ se nota que algunos tiempos, por la función que desempeñan en los discursos, presentan determinadas propiedades suficientes como para considerarlos unos respecto de otros. Existe cierta especialización sintáctica que consiste en que estos tiempos aparecen con cierta frecuencia en tanto que grupo en determinadas situaciones de habla, de modo que desempeñan funciones complementarias, o, dicho en términos fonológicos, constituyen una distribución complementaria; un tiempo aparece precisamente en el lugar en que no tiene que aparecer otro. No se está aludiendo en estas líneas al tratamiento paradigmático de los tiempos verbales; sí, estamos de acuerdo en que el estudio de una lengua no se agota en una sola perspectiva metodológica. No obstante, queremos insistir en que hay una complementariedad entre las funciones desempeñadas por tiempos pertenecientes al mismo grupo. Weinrich, en la crítica que hace a la gramática tradicional, explica en qué está el fallo de dicho tratamiento: “Se llega a tan incoherentes conceptos cuando no se siguen las estructuras del lenguaje, sino que se parte de lo que se toma por realidad.”64 En esta afirmación rotunda importan dos expresiones: estructuras del lenguaje y lo que se toma por realidad. Lo que se toma por realidad no es forzosamente la realidad; es una realidad engañosa, hubiera dicho Weinrich. La gramática, en la elaboración del sistema de tiempos, modos y aspectos, se ha dejado llevar por lo aparente en el lenguaje, en detrimento de la verdadera realidad lingüística de los tiempos verbales. La expresión estructuras del lenguaje sobrentiende la existencia de un sistema coherente en el cual cada unidad está relacionada con el todo al que pertenece y con cada una de las demás unidades, de modo que cualquier cambio efectuado a nivel de una acarrea una serie de reajustes en la totalidad del sistema. El tono fuerte, con que Weinrich ataca las categorías de tiempo y modo, no se suaviza al tratar el concepto de aspecto: “La doctrina del aspecto es, al menos en las lenguas románicas, falsa y engañosa. Es tan falsa como la doctrina del Tiempo.”65 No hay ambigüedad alguna en la postura del autor respecto del aspecto, tal como queda definido en la tradición gramatical. En vez del término aspecto, usa la expresión cualidad formal del proceso66 . Niega cualquier tipo de relación entre los tiempos verbales y esa cualidad formal del proceso; incluso, con esos tiempos se hace difícil la tarea de determinar dicha cualidad. Para definirla bastan, entonces, la significación de las palabras y la información aportada por la situación extralingüística. A diferencia del tiempo y modo, el aspecto supone para el autor un hallazgo interesante; pues, su mérito 15 está en haber distinguido entre lo durativo y lo puntual en los tiempos verbales. Pero es un hallazgo casual puesto que no está basado en un profundo análisis del discurso narrativo67 . El punto culminante del rechazo de la categoría del aspecto es cuando el autor afirma que: “Tenemos que eliminar de la ciencia del lenguaje la doctrina del aspecto sin dejar rastro de ella.”68 Además del modo, el tiempo y el aspecto son categorías que no encuentran ningún soporte en los tiempos verbales. Creer en ello es caer en la trampa de aplicarles a las estructuras internas del lenguaje conceptos inspirados en hechos extralingüísticos o vistos como reveladores del ser del lenguaje cuando se trata sólo de su parecer69 . Así, en vez de la ecuación supuesta por la tradición gramatical, que considera que el tiempo verbal es la combinación del tiempo y el aspecto; Weinrich propone lo siguiente: “Nuestra ecuación es otra: tiempo verbal= comportamiento del hablante articulado en los dos grupos temporales del mundo comentado y del mundo narrado.”70 En esta perspectiva, el tiempo verbal es la representación de la actitud del hablante ante el mundo, la cual puede manifestarse bajo forma de una narración o un comentario. Eso es lo que expresan los tiempos verbales. No dan cuenta del tiempo considerado como propiedad interna o como referente externo de la acción. Abundan las reflexiones sobre el uso que se hace de los tiempos verbales. No es el lugar adecuado para tratarlas todas, simplemente porque no es éste nuestro propósito. En síntesis, las principales discrepancias estriban en que algunas cuestionan la razón de ser de determinadas épocas; pero ninguna discute el papel del presente en concebir el pasado y el futuro. El modo constituye para muchos investigadores una categoría subjetiva que expresa la actitud del hablante frente a su discurso. Un punto de partida para profundizar esta categoría consiste en la distinción entre juicios asertorios, que requieren indicativo, y juicios problemáticos y apodícticos, que se expresan en subjuntivo. Otro intento de explicación es el que establece la existencia de la aserción como modo opuesto a la presuposición. En el primer caso se usa el indicativo, en el segundo, el subjuntivo. En el estudio del aspecto son de destacar las parejas perfectivo/imperfectivo y acabado/inacabado. Además de esta significación gramatical, interesa también la significación léxica del verbo; la combinación de ambas es lo que determina el sentido de la forma verbal considerada. Desde otro punto de vista, categóricamente distinto del ya expuesto, los llamados accidentes gramaticales del verbo reciben un tratamiento que muchas veces no coincide ni de cerca ni de lejos con lo que constituye la unanimidad entre no pocos estudiosos. La primera idea “sorprendente” es la negación de la relación existente entre los tiempos verbales y el tiempo físico. La segunda, no menos sorprendente, es el rechazo total de las reflexiones sobre las categorías del modo y el aspecto. Weinrich, el autor de estas novedades, piensa que ha habido un descuido en el tratamiento de dichas categorías; descuido que consiste, principalmente, en que los estudiosos se han dejado llevar por lo que creen que es una característica definitoria de la lengua, mientras que la realidad lingüística demuestra totalmente lo contrario. La explicación de ello consiste en que se ha partido de hechos extralingüísticos que no dan cuenta de las estructuras del lenguaje. La conclusión a que llega el autor es que hay que explicar lo lingüístico por lo lingüístico. 16 Del estudio de las categorías gramaticales del verbo Weinrich establece como principio el que los tiempos verbales funcionan como señales de la actitud que el hablante mantiene frente al mundo: puede tratarse de distanciamiento o de compromiso. En el primer caso, el hablante y el oyente se sienten poco concernidos por lo dicho. En cambio, en el segundo, ambos tienen que prestar mucha atención a lo que se dice, porque están directamente implicados. CONCLUSIÓN El concepto de tiempo es difícil de someter a la actividad intelectual humana; en los distintos planteamientos y a través de las épocas, sigue siendo un tema atractivo para la reflexión de los filósofos y el análisis de los lingüistas, entre otros estudiosos. En la sección dedicada a los accidentes gramaticales del verbo no se pretende destruir la totalidad de los postulados de la gramática tradicional sobre la lengua o la referencia temporal del verbo. Cuando se ha hecho esa exposición de las distintas descripciones del sistema temporal el objetivo ha sido cuestionar las explicaciones aportadas hasta el momento y que no sólo no dan cuenta de la naturaleza del tema sino que tampoco plantean las preguntas pertinentes en este ámbito. El haber centrado la antítesis en la crítica presentada por Weinrich se debe principalmente a que es el único que ha puesto en tela de juicio la totalidad de las descripciones elaboradas en el ámbito de las gramáticas frásticas. Por otra parte, es el autor de una obra dedicada enteramente al estudio del sistema temporal verbal en las versions francesa y española. Es, pues, el punto de partida para profundizar los aspectos conflictivos que desembocan en una reconsideración profunda de todas las teorías sobre el lenguaje humano. “Las formas del verbo expresan su significación léxica y gramatical, añadiendo información sobre el número, persona, modo, tiempo y aspecto”, J. L. GIRON ALCONCHEL, Introducción a la explicación lingüística de textos, Madrid, Edinumen, 1981, p.90. Véase también R. LAFONT, [et al.], Introduction à l’analyse textuelle, Paris, 1976, p.73 : “Ce qui caractérise également, un verbe, c’est qu’il est actualisé suivant les catégories dénomées personne, temps, mode, voix dans la tradition”. V. Lamíquiz constata que “Las tres marcas pertinentes que constituyen el complejo sémico verbal son: la oposición de modo, la oposición de actualidad y la oposición de época”, V. LAMIQUIZ, El sistema verbal del español, Málaga, Librería Agora, 1982, p.41. B. LAVANDERA, “El cambio de modo como estrategia de discurso” en I. BOSQUE (editor), Indicativo y subjuntivo, Madrid, Taurus, 1990, p.340: “La modalidad de la emisión se expresa mediante señales tanto gramaticales como léxicas y [...], para obtener un fragmento aceptable de discurso, las distintas señales deben armonizar”. 2 De hecho, son inseparables de modo que no se puede saber cuál es la indicación de la persona y cuál la del número. 3 REAL ACADEMIA ESPAÑOLA, Esbozo de una nueva gramática de la lengua española, Madrid, Espasa-Calpe, 1981, p.249. 4 F. D’INTRONO [et al.], Cómo dominar la lingüística, Madrid, Playor, 1988, p.160. 5 Principalmente el sustantivo y el adjetivo, con las cuales el verbo comparte la propiedad de ser no sólo una parte mayor sino también variable; el adverbio es una parte mayor de la oración pero es invariable. 6 J. L. GIRON ALCONCHEL, Op. cit., p. 90. Para más datos sobre el tema, léase: N. V. SMITH, “Observations sur la pragmatique des temps”, Langages, 112, Décembre 93, p.27.; S. GILI GAYA, Curso superior de sintaxis española, Barcelona, Vox, 1982, p. 150; y A. LÓPEZ GARCIA, “La interpretación metalingüística de los tiempos, modos y aspectos del verbo español: ensayo de fundamentación”, en I. BOSQUE (editor), Tiempo y aspecto t, Madrid, Cátedra, 1990, p.109. “Tiempo: Momento (pasado, presente o futuro) en que transcurre la acción verbal. Es una verdadera categoría gramatical, cuya expresión corresponde a las desinencias verbales.”, F. LAZARO CARRETER, Diccionario de términos filológicos, Madrid, Gredos, 19844, p.391. 1 17 7 A. JACOB, Temps et langage. Essai sur les structures du sujet parlant, Paris, Armand Colin, 1967, p.64 :“Il n’y a pas de coïncidence entre le verbe et le temps.”. Según William E. Bull: “Ninguna forma temporal localiza un suceso en el Tiempo.”, citado por H. Weinrich, en Estructura y función de los tiempos en el lenguaje, Madrid, Gredos, 1974, p.58. “Le mot temps, dont les sens sont déjà nombreux dans l’utilisation normale du langage […] recouvre, dans le domaine de l’analyse linguistique, un certain nombre de réalités différentes. La première difficultés est que ce mot est employé pour désigner des séries de formes verbales qui n’ont parfois rien à voir avec le temps […]La seconde difficulté réside dans le fait que l’étiquette temps recouvre aussi dans la plupart des cas, le temps impliqué et le temps expliqué.”, Le langage, B. Pottier (éditeur), Paris, Centre d’Etude et de Promotion de la Lecture, 1973, p.519. 8 V. LAMIQUIZ, Op. cit., p.37. Léase asimismo J. CALVO PEREZ, Introducción a la pragmática del español, Madrid, Cátedra, 1994, p.212: “No pued[e] confundirse el tiempo cósmico ni con el tiempo de la cronología vital (físico y psíquico) ni mucho menos con el tiempo verbal”. 9 J. POUILLON, Temps et roman, Paris, Gallimard, 1993, p. 149 : “Seul le passé est réel, le futur n’est pas et le présent n’existe qu’en devenant passé.”. Dice a este respecto H. WEINRICH: “El pasado ya no es; el futuro no es todavía; el presente es sólo una frontera entre dos no seres”, Estructura..., Op. cit., p.25. 10 D. COHEN, El aspecto verbal, Madrid, Visor Libros, 1993, p.87. 11 S. GILI GAYA, Op. cit., p.150. 12 V. LAMIQUIZ, Op. cit. , p.43. En la misma página, el autor cita a otros estudiosos: “A. Bello dice: «Puede comenzar largo tiempo antes, y continuar largo tiempo después». Por eso el presente es la forma que se emplea para expresar verdades eternas o de una duración indefinida”; “Dice B. Pottier: «El presente, genérico, será naturalmente apto para poder aplicarse al pasado o al futuro»”. Gili Gaya nota que el presente expresa “las acciones que coexisten con el acto de la palabra. En la realidad psicológica, el presente es como un punto en movimiento, que viene del pasado y marcha hacia el porvenir; por ello raras veces la acción expresada por el presente coincide estrictamente con el acto de enunciarla, sino que ha comenzado antes y continúa después”, S. G. GAYA, Op. cit., p.155. 13 J. POUILLON, Op. cit., p. 148: “C’est du moment présent qu’il faut partir simultanément dans les deux directions du passé et du futur.” y p.147: “Le présent n’est pas le résidu de la temporalité, il en est la source.”. También M. BARRAL, L’imparfait du subjonctif, Paris, A. et J. Picard, 1980, p.237: “Certes, il y a certains emplois du présent qui proviennent du fait que, placé entre le passé et le futur qu’il sépare, il peut être élargi, pour les besoins du discours, vers la partie qui confine au passé (décadence) et vers celle qui touche au futur (incidence). La notion de durée attribuée au présent est déjà une extension. Le double pouvoir séparateur du présent d’abord par position et ensuite par composition, donne une double possibilité de concevoir l’époque présente”. 14 S. GILI GAYA, Op. cit., p.131. Dice, asimismo, V. LAMIQUIZ, Op. cit., p.15: “El modo es esencialmente problema de visión”. 15 J. L. GIRON ALCONCHEL, Op. cit., p.92. 16 J. L. GIRON ALCONCHEL, Op. cit., p.90: “Las formas del verbo expresan su significación léxica y gramatical, añadiendo información sobre el número, persona, modo, tiempo y aspecto”. 17 J. L. GIRON ALCONCHEL, Op. cit., p.92; 18 B. LAVANDERA, Op. cit., p.340. 19 S. GILI GAYA, Op. cit., p.142. 20 S. GILI GAYA, Op. cit., p.132. 21 M. MOLINER, Diccionario de uso del español, Madrid, Gredos, 1988, T.I. 22 J. M. GUITART, “Aspectos pragmáticos del modo en los complementos de predicados de conocimiento y de adquisición de conocimiento en español”, en I. BOSQUE (ed.), Op. cit., p. 315. En otro artículo de la misma obra, afirma Flora Klein que: “La distribución del modo en español puede explicarse mejor analizando los modos con significado pleno por sí mismos, con la señal de indicativo «afirmación», y de subjuntivo «no-afirmación»”, Flora KLEIN, “Restricciones pragmáticas sobre la distribución del subjuntivo en español”,Op. cit., p. 305. 23 Es explicativa, a este respecto, la clase de verbo; si me parece se refiere a un verbo de percepción física (o intelectual), el verbo lamentar pertenece, en cambio, a la clase de los verbos de sentimiento. 24 M. CASANOVA AVALOS [et al.], “Textos técnico-científicos”, La diversidad textual: una aproximación al comentario lingüístico, Castellón, J. V., 1994. 25 Los verbos que expresan sentimiento, duda, ruego,...o juicios de valor subjetivos requieren el subjuntivo en la subordinada: Quiere que le prestes atención. Además de la clase léxica, se usa el subjuntivo cuando el verbo principal está en forma negativa: Veo que estás contento/No veo que estés contento. 26 Citado por E. M. APARICIO, El aspecto en la sintaxis, Madrid, Ediciones Universidad Autónoma de Madrid, 1992, p.22. En la misma obra se encuentran otras definiciones: “El aspecto es «la manera de ver la organización temporal interna de una situación»”, Ibídem, p.15; “Aspecto: La manera en que se concibe en su desarrollo la acción expresada por el verbo”, Ibídem, p.22. Para G. Alconchel “El aspecto informa acerca 18 del desarrollo interno de la acción: si ésta ha acabado (aspecto perfecto) o no ha acabado (aspecto imperfecto)”, G. ALCONCHEL, Op. cit., p.90. V. Lamíquiz define el aspecto verbal español como “el caracterizador que expresa, con enfoque objetivo, la realización, el desarrollo, la perfectividad, la relatividad, ... del contenido predicativo verbal”, V. LAMÍQUIZ, Op. cit., p.80. G. Guillaume piensa que “el aspecto es una forma del verbo completamente general y, por eso, transportable a todos los modos y susceptible de tomar en cada modo la marca de todos sus tiempos.”, G. Guillaume, citado por V. Lamíquiz, Op. cit., p. 80. 27 «Le temps imliqué est celui que le verbe emporte avec soi, qui lui est inhérent, fait partie intégrante de sa substance, et dont la notion est indissolublement liée à celle du verbe ; dans une seconde étape, l’esprit arrive à la notion d’axe temporel’, de chronologie, pour passer au temps ‘expliqué’, avec la distinction des moments : présent, passé, futur. Cette différence correspond à la différence aspect/temps». Le langage, B. Pottier (éditeur), Op. cit., p.519. 28 J.-C. CHEVALIER, “L’expression verbale du passé en espagnol (passé d’aspect et passé d’époque)” , Les langues neo-latines, Octobre 1967, p. 65 : “L’avantage de l’aspect est donc de permettre à l’esprit d’exprimer le passé sans avoir, dans le temps extérieur, à changer d’époque.” 29 E. M. APARICIO, Op. cit., p.22: “Aktionsart: el significado inherente y objetivo de los verbos”. También S. G. GAYA, Op. cit., p. 148: “A. Alonso y P. Henríquez Ureña [...] llaman modo de la acción al que procede del contenido semántico del verbo, reservando el nombre de aspecto al que proviene del empleo de un medio gramatical”. 30 R. A. E., Op. cit., p. 462. 31 E. M. APARICIO, Op. cit., p.22. De estas clases de verbos dice G. Alconchel, Op. cit., p.92: “Según el modo de significación, el lexema verbal puede significar una acción que, al realizarse, concluye, o una acción que, después de realizada, subsiste durando. A los primeros llamamos verbos desinentes, y a los segundos, permanentes, por el modo de significar la acción”. 32 Citado por V. LAMIQUIZ, Op. cit., p.77. Es sugestiva la distinción de Aristóteles entre “verbos que denotan eventos que han llegado a un punto final y verbos que denotan eventos que carecen de ese punto final”, E. M. APARICIO, Op. cit., p.18 33 O. DUCROT, “Tiempo y modalidad en la lengua”, en O. DUCROT y T. TODORV, Diccionario enciclopédico de las ciencias del lenguaje, Madrid, Siglo XXI Editores, 1983, p.350. 34 J.-C. CHEVALIER, Op. cit., p. 61: “Un seul et même événement peut être [...] rapporté de trois façons. Il m’est possible de dire : «ayer a las cinco canté...», mais tout aussi bien «ayer a las cinco cantaba» ou «ayer a las cinco he cantado», sans qu’il s’agisse là de trois événements différents”. 35 M. CRIADO DE VAL, El verbo español, Madrid, SAETA, 1969, p.12. Según E. M. APARICIO, Op. cit., p.22: “El aspecto constituye una categoría subjetiva”. 36 O. DUCROT, Diccionario..., Op. cit., p. 351. 37 “[La langue arabe] offre une structure fort différente de celle des langues indo-européennes.”, G. LECOMTE , Grammaire de l’ rabe, Paris, P.U.F., 1980, p.5. a R. Blachère aporta el mismo testimonio : “ Il convient de remarquer tout d’abord que la notion du temps n’y a point une position solide. Ce que les grammairiens européens appellent tantôt prétérit et aoriste, tantôt passé et présent-futur, tantôt parfait et imparfait, ce ne sont point des temps, mais des aspects du verbe. L’un exprime que l’action est achevée, c’est l’accompli, et l’autre que l’action est en train de se réaliser, sans être accomplie, c’est l’inaccompli ; rien n’indique si l’action a lieu dans le passé, le présent ou l’avenir.”, R. BLACHERE et M. GAUDEFROY-DEMOMBYNES, Grammaire de l’arabe classique : morphologie et syntaxe, Paris, Maisonneuve et Larose, 1975, p.36. 38 “Ce qui caractérise la recherche sur le temps faite par les anciens, c’est la référence au temps vécu ou au temps philosophique. Le découpage en passé/présent/futur ne provient pas d’une observation réelle du fonctionnement des formes verbales mais de la perception extralinguistique que l’homme a du temps.”, Leila MESSAOUDI, Temps et aspect. Approche de la phrase simple en arabe écrit, Paris, Librairie Orientaliste Paul Geuthner, 1985, p.105.Según Ibn Ginnī : “Le but de ces schèmes [verbaux], n’est autre que d’exprimer les [divisions] du temps.”, Abu al-fath cOtmān Ibn ĞINNĪ, ’al-xasa’is, Beirut, Dar al-hudā lit-tibāca wan-našr, [s. f.], T.1, p.375. ; en su comentario de las palabras de Ibn Ğinnī se lee que : “Le verbe a donc la vocation d’exprimer le passé (mādī), le présent (hādir) et le futur (mustaqbal). En cela Ibn Jinnī reste dans le cadre d’une théorie qui remonte a Sibawayh et selon laquelle le verbe exprime un procés situé dans le temps. Cette théorie n’a été contredite par aucun grammairien. S’il y a eu des divergences et des discussions relatives à ce sujet, elles concernent le fait de savoir si le temps comporte trois divisions ou deux seulement. Le problème a été formulé ainsi : «Si le passé et le futur sont deux (données) logiques, le présent ne saurait être que du domaine [hayyiz] de l’un ou de l’autre». Zajjāji qui semble exprimer l’opinion predominante considère qu’il existe trois divisions : «Le verbe au présent, dit-il, est celui qui a lieu au moment où l’on ‘parle’. Il n’appartient pas encore au passé et à ce qui a cessé [de ‘se produire’], ni au domaine de ce qu’on attend et qui n’est pas encore ‘arrivé’ ”, A. MEHIRI, Les théories grammaticales d’Ibn Jinnī, Tunis, Publications de l’Université de Tunis, 1973, p.345. 19 “Dans un état ancien de la langue, le verbe arabe était hors d’état d’exprimer un procés localisé dans le temps. ”, G. LECOMTE, Op. cit., p.113. 40 "Cette catégorie [a] mis longtemps avant d’être unanimement admise (la plupart des grammaires traditionnelles considéraient l’aspect comme une propriété exclusive des langues slaves).", Encyclopédie Microsoft Encarta 2001. Versión electrónica. 41 J. SZERTICS, Tiempo y verbo en el Romancero Viejo, Madrid, Gredos, 1974, p.16. 42 G. ROJO, «Relaciones entre temporalidad y aspecto en el verbo español», en I. BOSQUE (editor), Tiempo y aspecto en español, Madrid, Cátedra, 1990, p.18. 43 H. WEINRICH, Estructura…, p.198. 44 "L’expression du temps situé (présent, passé, futur) est en effet secondaire dans le verbe chamitosémitique. Celui-ci est fondé, dans les états les plus archaïques connus, sur l’aspect intrinsèque de la notion, selon que l’attention doit être attirée sur le déroulement du procès ou au contraire sur le contenu verbal considéré comme un état durable. Dans la majorité des langues, cependant, c’est l’opposition, historiquement secondaire, d’un aspect accompli à un aspect inaccompli qui est seule représentée. Ainsi, en arabe, on ne dispose que d’une forme, katab-ta, pour dire, selon le contexte, «tu as écrit, tu as fini d’écrire, tu avais écrit» et même «tu auras écrit», et d’une autre, ta-ktub-u , pour signifier «tu écris (en ce moment ou habituellement), tu écriras, tu écrivais». ", D. COHEN, "Les langues chamitosémitiques", Encyclopædia Universalis 5.0, Versión electrónica. 45 Tammam HASSAN, manāhiğ albaht fī al-loga, Casablanca, Dār aøøaqāfa lin-našr wat-tawzīc, 1986, p.245. 46 Ibídem. 47 Ibídem, p.245. 48 Ibn MANDOUR, Lisān al-carab, Beirut, Dar al-kutub al-cilmiyya, 1993, T.II. 49 c Isām NOUREDDINE, al-ficlu waz-zaman, Beirut, al-mu’assasa al-ğamiciyya lid-dirāsāt wan-našr watawzīc, 1984, p.27. 50 Ibídem, p.99. 51 G. Alconchel, Op. cit., p. 91. 52 H. WEINRICH, Estructura…, p.35. 53 R. BARTHES, Le degré zéro de l’écriture, suivi de Nouveaux essais critiques, Paris, Ed. du Seuil, 1953 et 1972, p.32 : “Le passé simple et la troisième personne du Roman ne sont rien d’autre que ce geste fatal par lequel l’écrivain montre du doigt le masque qu’il porte.” 54 M. CASANOVA AVALOS, Op. cit., p. 58. 55 H. WEINRICH, Estructura…, p.35. 56 H. WEINRICH, Estructura., p.76. 57 Ibídem. 58 H. WEINRICH, Estructura…, p.99. 59 H. WEINRICH, Estructura…, p.99. 60 Ibídem. 61 H. WEINRICH, Estructura…, p.335. 62 H. WEINRICH, Estructura…, p.143 y p. 348. 63 H. WEINRICH, Estructura…, p.143. 64 H. WEINRICH, Estructura…, p.348. 65 H. WEINRICH, Estructura…, p.202. 66 Ibídem. 67 Ibídem, p.234. 68 Ibídem, p.202. 69 H. WEINRICH, Estructura…, p.202. 70 Ibídem. 39 20