Prehistoria. Edad Antigua

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TEMA 2. LAS RAÍCES. LA HISPANIA ROMANA.
INTRODUCCIÓN
En este tema analizaremos el período cronológico más amplio de nuestra historia ya que abarca la Prehistoria
y la Edad Antigua, incluyendo en esta etapa el período visigodo porque, en el caso de la historia peninsular, se
prefiere iniciar la Edad Media con la llegada de los árabes en el año 711, incluyendo la época visigoda en la
llamada Antigüedad Tardía.
Por otra parte, los hallazgos, relativamente recientes, de fosiles humanos en el yacimiento burgalés de
Atapuerca han otorgado gran protagonismo a la prehistoria peninsular en relación con esta etapa en la Historia
de Europa e incluso en relación con el proceso de evolución humana; no obstante, interpretamos que en el
apartado correspondiente se debe analizar, aunque sea brevemente, toda la prehistoria peninsular, incluyendo
el Neolítico y la Edad de los Metales. Ya dentro de las etapas históricas tanto las colonizaciones como las
diferentes formas de organización de los pueblos prerromanos ponen de manifiesto la diversidad que
caracteriza a los pueblos que habitan en la Península. La época romana ha dejado innumerables huellas que
han llegado hasta el momento actual comenzando por el propio nombre de España derivado del Hispania con
que los romanos conocen la Península Ibérica y continuando por aquellas lenguas que derivan del latín o por
la influencia del Derecho Romano; finalmente, la llegada de pueblos germanos otorgará protagonismo a los
visigodos que organizarán un estado con centro político en Toledo, estado que será destruido con la llegada de
los árabes en el año 711.
I.− EL PROCESO DE HOMINIZACIÓN EN LA PENÍNSULA IBÉRICA: NUEVOS HALLAZGOS.
ATAPUERCA. (La prehistoria peninsular).
a. El proceso de hominización. Por proceso de hominización entendemos el desarrollo evolutivo del hombre
desde que se documenta la existencia del género Homo hasta el Homo Sapiens Sapiens, señalando aquellas
especies o estadios que marcan ese proceso que de forma muy resumida, partiendo de que en torno a los
2800000 años de antigüedad se produce en el Rift africano un cambio climático que da lugar a una reducción
de bosques y selvas tropicales dando paso a sabanas arbóreas o arbustivas que es el medio natural en el que
hacia el 2400000 aparece el género Homo, son los siguientes:
2400000Homo Hábilis (primer estadio). Cultura olduvayense: cantos trabajados.
1800000Homo Ergaster (2º estadio): Forma primitiva africana de Homo Erectus. Hacia 1700000 se dispersa
fuera de África, hacia Europa y hacia Asia.
800000Homo antecesor en Europa: ATAPUERCA (España). Ceprano (Italia) restos fosiles de H. erectus.
500000Homo Heidelbergensis (Anteneanderthal)
200000Derivado del anterior, Homo Sapiens Neanderthalensis (H. de Neandertal). (Tercer estadio)
100000Coexistencia en O. Próximo de Neandertales y Homo Sapiens Sapiens (Cuarto estadio).
40000 En Europa coexisten ambos al menos hasta el 35000/30000, que es cuando desaparecen los
Neandertales, mientras que el segundo marca el proceso evolutivo hacia el hombre actual.
Este proceso general se puede apreciar en el cuadro adjunto en el que se incluyen las novedades que ha
aportado Atapuerca a este proceso.
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Hay que tener presente que el origen del hombre se sitúa en el continente africano y que los datos más
antiguos encontrados en Europa hasta el momento actual son los que han permitido definir la especie Homo
antecesor (780000 años de antigüedad); por tanto, dentro del proceso de hominización en la Península
Ibérica no se documenta la existencia de restos de Homo Hábilis, mientras que el Homo antecessor,
derivando del Homo ergaster sería paralelo al Homo erectus africano o asiático. A partir de ahí los dos
estadios siguientes serían el Homo Sapiens Neanderthalensis y el Homo Sapiens Sapiens.
1) Las características del Homo antecessor, nos sitúan ante unos seres bípedos, con una capacidad craneal en
torno a los 1000 cm3, que vivían en bandas poco numerosas; anatómicamente presenta rasgos muy arcaicos
en dientes (tres raíces en los premolares) y cráneo /robusto torus supraorbital), junto con una cara muy
moderna. Ha sido definido por Juan Luis Arsuaga como el último antepasado común de neandertales y
humanos modernos. Eran cazadores−recolectores que practicaban el canibalismo; practicaban el nomadismo
en campamentos estacionales y provenían de la cuenca del Mediterráneo oriental, habiendo llegado a Europa
en torno al millón de años de antigüedad o antes; entrarían por el corredor de Palestina; de ahí la importancia
que se otorga al yacimiento de Dmanisi (restos a los que se atribuye una antigüedad de 1´7 millones de
años)en Georgia, aunque existen otros posibles lugares de paso, bien a través del Mar Rojo, del estrecho de
los Dardanelos o del estrecho de Ormuz.
2. El Homo Heildelbergensis cuyo principal resto fósil había sido la mandíbula de Mauer (Alemania), viene
representado por numerosos restos fosiles hallados en Atapuerca (Sima de los Huesos). Características:
capacidad craneal en torno a 1100/1300 cm3, muy robusto, mandíbulas sin mentón, torus supraorbital
desarrollado y frontal inclinado. Se considera como un antecedente del hombre de Neandertal.
3) El Homo Neanderthalensis. Los restos más importantes han aparecido en Gibraltar, la Carigüela
(Granada) y Cova Negra (Valencia). Tenía una elevada capacidad craneal (1450 cm3, brazos alargados,
acusado prognatismo, torus supraorbital y dolicocefalia. En Europa se extinguió hace unos 30000 años.
4) El Homo Sapiens Sapiens. Surge en África Oriental y sus restos han aparecido en numerosos yacimientos
peninsulares, aunque poco significativos, destacando el de cueva Morín (Cantabria). Se caracteriza por una
mayor estatura que el anterior, por su cráneo redondeado, la frente vertical, la existencia de mentón y un
rostro plano sin protuberancias. En el área anglosajona, desde los años 90 del siglo XX se prefiere utilizar la
denominación Hombres Anatómicamente Modernos (HAM)
b. Atapuerca: los nuevos hallazgos y su incidencia en la evolución humana. La Sierra de Atapuerca es una
estribación montañosa (alt. máx.: 1079 m.) que se extiende de NO a SE en el valle del río Arlanzón, a unos 14
Kms. de la ciudad de Burgos, en el borde de lo que se denomina corredor de la Bureba que conecta las
cuencas del Duero y del Ebro. A finales del siglo XIX se construyó una línea de ferrocarril que atravesó la
sierra y que dejó al descubierto los yacimientos arqueológicos, aunque la empresa que la explotaba
desapareció en 1917. Aunque algunas de las cuevas (Cueva Mayor) ya se conocían desde al menos el siglo
XVI y en 1910 se descubre un yacimiento de la Edad del Bronce con pinturas rupestres, sin embargo no
volvió a producirse actividad arqueológica hasta los años 50 del siglo XX cuando el grupo de espeleología
Edelweis comenzó a catalogar y a cartografíar las cuevas de la región. En los años 70 se inician nuevos
estudios que tienen por objeto restos fósiles de osos que denotan gran antigüedad, aunque también se
extrajeron restos craneales de homínidos de la Sima de los Huesos. En el año 1978 el profesor Emiliano
Aguirre organizó las primeras excavaciones en los yacimientos de la Trinchera del Ferrocarril en el marco de
un proyecto de investigación codirigido desde 1991 por Juan Luis Arsuaga, José Mª Bermúdez de Castro y
Eudald Carbonell.
− Yacimientos−
En la llamada Trinchera del Ferrocarril destacan los de Gran Dolina, Galería−Covacha de los Zarpazos y la
Cueva del Elefante y en la Cueva Mayor la Sima de los Huesos. Por la trascendencia de los restos hallados es
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necesario destacar el yacimiento de Gran Dolina, compuesto por 11 niveles comprendidos entre los 350000
años (nivel 11) y quizá el millón de años de antigüedad (nivel 1). En el nivel 6, con una antigüedad superior a
780000 años se ha encontrado la más importante colección de fosiles humanos del pleistoceno inferior de toda
Europa ya que entre 1994 y 1996 fueron localizados más de 80 fosiles humanos pertenecientes a 6 individuos
que han permitido definir una nueva especie: el HOMO ANTECCESOR (el descubridor de Europa) cuyas
características ya hemos analizado. En el nivel 10 han aparecido numerosos restos líticos relacionados con el
Musteriense (Paleol. Medio) sin que hasta el momento se hayan localizado restos fosiles. Igualmente hay que
destacar la Sima de los Huesos donde se han encontrado más de 2000 restos humanos pertenecientes a 32
individuos de los que sólo 3 superaban los 35 años a su muerte. No fue un lugar de habitación y se considera
que fueron introducidos intencionadamente por su congéneres con fines de enterramiento?. Todos ellos
pertenecen a la especie Homo Heidelbergensis, antecesor de los Neandertales. Finalmente, la Cueva Mayor
aporta datos sobre la última fase de la evolución humana (entre 127000 y 11000 años), fundamentalmente
sobre Neandertales y Cromañones, aunque en el momento actual todavía no se ha llegado a excavar esos
niveles de ocupación. Además hay otros yacimientos como la Cueva del Mirador que registra ocupaciones
desde los neandertales a la época medieval.
−Atapuerca y la evolución humana−
La verdadera importancia y trascendencia de los hallazgos de Atapuerca se pueden resumir en:
− Han cambiado no sólo la percepción sobre el Paleolítico Inferior y Medio en la Península Ibérica y en
Europa, sino incluso el propio proceso de evolución a partir del 2º estadio en el proceso de hominización. El
proceso evolutivo seguía el siguiente esquema: Homo ergaster.Homo Heidelbergensis (Europa), Homo
Erectus (Asia) y Homo Sapiens. Los dos primeros habrían evolucionado de forma independiente en sus
continentes para acabar siendo desplazados por el último. Para ver la situación actual, vid. cuadro que aparece
en el tema.
− Antes de 1994 no se tenían pruebas evidentes de presencia humana en Europa con un antigüedad de más de
500000 años lo que contrastaba con la importancia de los restos líticos conocidos a partir de esa fecha lo que
hacía pensar que Europa había sido poblada por esas fechas por gentes procedentes del exterior que portaban
la tecnología achelense. Los hallazgos de la Gran Dolina cambiaron totalmente este panorama pues la especie
Homo antecessor ya poblaba Europa antes del 780000, siendo el último antepasado común de Neandertales y
Homo Sapiens Sapiens.
− La calidad y cantidad de los restos encontrados han permitido abordar investigaciones hasta ahora
impensables: dimorfismo sexual, enfermedades, dieta, lenguajeetc.
− Finalmente hay que tener en cuenta que aún no se han iniciado las excavaciones en los niveles de ocupación
de Neandertales y Homo Sapiens Sapiens. En este sentido Atapuerca se han convertido en el yacimiento más
importante de Europa y en uno de los de mayor relieve a nivel mundial y, sin duda proporcionará información
a lo largo de todo el siglo XXI, marcando probablemente un antes y un después en el estudio de la evolución
humana.
c) El paleolítico peninsular: yacimientos, culturas materiales y modo de vida. Para su estudio y teniendo en
cuenta las diversas culturas materiales, el Paleolítico se divide en tres etapas: Inferior, Medio y Superior.
1. Paleolítico Inferior (800000−150000): Hasta los hallazgos de Atapuerca los únicos restos fosiles que se
podían citar eran los de Orce (Granada) que aún en el momento actual son objeto de controversia. En cambio,
son numerosos los yacimientos que aportan instrumental lítico, destacando los de Torralba y Ambrona (Soria),
Pinedo (Toledo), Aculadero (Cádiz) además de los que se localizan en terrazas fluviales (Jarama−Manzanares,
Tormes, Guadiana). Los instrumentos más comunes son los cantos tallados por un solo lado (Choppers) o en
zonas contiguas de los dos lados (choping tools) y, sobre todo la denominada Industria ACHELENSE,
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caracterizada por la presencia de hachas bifaces en las que se ha tallado la mayoría de la piedra que suele ser
de silex, cuarzo, cuarcitaetc.
2. Paleolítico Medio (150000−30000) Restos fosiles en Gibraltar (cráneo y mandíbula) o Carigüela.
Yacimientos muy abundantes destacando el de la Cova Negra (Valencia), Carigüela (Granada), Abric Romaní
(Barcelona), pero también en la desembocadura del Tajo, en la provincia de Cádiz, en la región franco
cantábricaetc. La industria asociada al Hombre de Neandertal es el MUSTERIENSE, industria lítica, que se
elabora a partir de lascas, en la que destaca la presencia de raederas y raspadores.
3. Paleolítico Superior (30000−11000). Aunque los restos humanos fosiles no son muy abundantes, existen
yacimientos a lo largo de toda la Península, diferenciándose dos grandes áreas: la cantábrica con yacimientos
que van desde Guipúzcoa hasta el oeste de Asturias (Santimamiñe, El Castillo, Las Monedas. Altamira, Tito
Bustillo, Candamo) y la zona mediterránea. En relación con el instrumental se produce una gran
diversificación tanto en relación con la materia prima ya que, además de la piedra se utiliza el hueso y las
astas de los animales y se supone que también la madera, como con los tipos de instrumentos: puntas de
flecha, agujas, azagayas, arpones Esta diversificación ha dado lugar a la configuración de diferentes etapas
dentro de este período: Auriñaciense, perigordiense, solutrense, magdalenienseetc.
− Modo de vida en el Paleolítico: Las principales características las han aportado las excavaciones realizadas
en Atapuerca, de tal forma que en estos momentos es uno de los períodos de los que tenemos un mejor
conocimiento en la Península. Remitimos a lo ya explicado sobre el hombre antecessor.
En el Paleolítico Medio destacamos que los lugares de ocupación son al aire libre y también en cuevas; gran
importancia de la caza y de la recolección con un importante consumo de vegetales y posibles actuaciones
antropofágicas y existencia de enterramientos.
Para el Paleolítico Superior se ha calculado la existencia de unas 30000 personas en el territorio peninsular
que ocupan fundamentalmente cuevas y abrigos debido a los rigores del clima (glaciación Wurm). Enorme
importancia de la caza que abarca desde los grandes animales (uros, bisontes, caballos), pasando por los
ciervos o incluyendo a los vertebrados mas pequeños (conejos, liebres).También consumen moluscos y
pescado. En todo el paleolítico está presente el nomadismo lo que no excluye la existencia de campamentos
estacionales, mientras que la probable organización social estaría en función de las necesidades alimenticias
con la existencia de bandas que conseguirían los alimentos para el grupo. En el Paleolítico Superior algunos
creen ver en los llamados bastones de mando una muestra de una primera jerarquización política y social.
Finalmente, debemos señalar que el hombre del Paleolítico Superior es el inventor del arte, diferenciándose
entre arte mobiliar (plaquetas, bastones de mando, huesos decorados) y el arte rupestre o parietal (pinturas
y esculturas de las cuevas). La Península Ibérica ofrece algunas de las mejores muestras de este tipo de arte,
ejemplificadas sobre todo en la Cueva de Altamira, pero también en todas las otras de la zona
franco−cantábrica. Principales características: temáticamente se representan animales, signos o manos en
negativo (nunca al hombre, en todo caso alguna forma antropomórfica), se localizan en lo más profundo de las
cuevas, son polícromas (negros, rojos, ocres, amarillo) y se asocian a ritos mágico−religiosos relacionados
con la caza. Se realizaron en el período magdaleniense.
d. El Epipaleolítico o Mesolítico: culturas materiales. Es un período de transición entre el Paleolítico y el
Neolítico que se inicia cuando los cazadores−recolectores del magdaleniense sufrieron las consecuencias de
unos cambios climáticos iniciados hacia el 11000/10000 (final de la última glaciación dando paso a
situaciones que llevan al clima actual), que les obligaron a reorientar sus hábitos alimenticios.
Cronológicamente abarca de forma aproximada el período comprendido entre el 9500 y el 6500 a. C. En él se
incluyen culturas diferentes que se caracterizan por una cierta tendencia al asentamiento de poblaciones en
territorios concretos y por la diversificación en los recursos alimenticios (animales menores, recursos
acuáticos, recolección de frutos); entre esas culturas destacamos el Aziliense cantábrico que muestra una
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importante microlitización (puntas azilienses, raspadores) y una clara reducción de los útiles en hueso. Uno de
los principales yacimientos es la cueva de Los Azules. En el área mediterránea se diferencian el
Epipaleolítico microlaminar y el geométrico con características similares al anterior, mientras que el
Asturiense (E. de Asturias y O. de Cantabria) es la única cultura que utiliza instrumentos líticos grandes
ejemplificados en el pico asturiense adaptado a la explotación de recursos costeros: moluscos y mariscos.
Con este período, y extendiéndose a todo el Neolítico, se relacionan las muestras de pinturas rupestres del
área levantina caracterizadas por encontrarse en abrigos rocosos o a la entrada de las cuevas, su carácter
monócromo, su tendencia al esquematismo y la representación de auténticas escenas en las que el hombre
figura con mucha frecuencia.
e. El Neolítico: características y culturas materiales. (6000−2250 a. C.) La principal novedad que aporta el
Neolítico es el dominio de la agricultura y de la ganadería por parte del hombre, es decir, en este período
se produce el paso de una economía de cazadores−recolectores a una economía de base agrícola−ganadera.
Este cambio es de una trascendencia histórica indudable y ha sido calificado como Revolución Neolítica por
G. Childe.
Las consecuencias de ese cambio son múltiples y caracterizan a este período; entre ellas destacamos:
cambios económicos en la relación entre el hombre y el medio (roturaciones, trabajo de la tierra),
cambios tecnológicos (piedra pulida y cerámica), nuevas formas de vida (sedentarismo con el
establecimiento de poblados estables próximos a lugares fértiles), estructuras sociales más complejas y
nuevas creencias religiosas.
En cuanto al origen del Neolítico peninsular, aunque existen diversas teorías, la relación más evidente es la
que parece existir con Oriente Medio, uno de los centros originarios del Neolítico.
Aunque existe una gran diversidad cultural, se diferencian tres fases:
1. El primer neolítico se desarrolla a lo largo de toda la vertiente mediterránea, desde Barcelona a Málaga, y
presenta como elemento más característico la existencia de Cerámica cardial (decorada con Cardium).
También hachas pulimentadas, silex en el corte de hoces y utensilios domésticos relacionados con la nueva
alimentación. Los cultivos son de trigo y cebada mezclados, preparándose la tierra mediante rozas que se
quemaban, obteniendo tierra y fertilizante fácilmente; los principales animales domésticos son oveja, cabra,
vaca y cerdo, por este orden. Se sigue practicando la caza y viviendo en cuevas. Un buen yacimiento es Cova
de L´or en Valencia.
2. 2ª fase: Cultura de los Sepulcros de Fosa.− Comienza a mediados del 4º milenio a. C. Se identifica por
enterramientos en fosas excavadas en el suelo en las que se colocan uno o dos individuos en posición fetal;
suele aparecer un ajuar compuesto por cuentas de collar, brazaletes, colgantes. Está muy bien representada en
Cataluña y Aragón en las cuencas de los ríos Ebro, Segre, Ter y Llobregat. Existe actividad minera en busca
de una piedra de color verde conocida como calaíta para adornos. Parece ser que la población se agrupaba en
pequeñas familias sin que aparezcan rasgos de autoridad. Población claramente sedentaria.
3. 3ª fase: Cultura de Almería. Esta cultura señala el final del Neolítico, aunque cada vez se considera como
más característica del Calcolítico (Cobre), siendo propiamente neolítica en el ámbito andaluz, la Cultura de
las Cuevas.
También hay yacimientos neolíticos más secundarios en la Meseta, en el País Vasco y Navarra.
En relación con las nuevas creencias se sitúa la aparición de ídolos y continúan las pinturas esquemáticas.
f. Edad de los Metales y Tartessos.
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1. Edad de los Metales. Diferenciamos entre Calcolítico (Cobre), Bronce y Hierro. Dentro del Bronce se
habla de al menos tres períodos (Bronce I, II y III), coincidiendo la etapa final con Tartessos y las
colonizaciones fenicia y griega, y en cuanto al Hierro se diferencian dos (Primera y Segunda Edad del Hierro);
esta última es claramente coincidente con los pueblos prerromanos.
− Calcolítico: Su estudio se ha centrado en dos áreas; el sureste, ejemplificado en el poblado de Los Millares
y la Extremadura portuguesa con el yacimiento de Vila Nova de Sao Pedro. Nosotros nos vamos a referir a la
Cultura de Los Millares desarrollada en las actuales provincias de Almería, sur de Murcia y este de Granada,
entre el 2700 y el 1800 a. C. Se caracteriza por: existencia de poblados fortificados (murallas de piedra y
fortines aislados para control del territorio) con viviendas de planta circular u oval de piedra con cubierta
vegetal; importancia de la agricultura y de la ganadería, siendo la minería una actividad secundaria, tumbas de
corredor con falsa cúpula, cerámica, ídolos y objetos de cobre. Tradicionalmente se había unido esta cultura a
la llegada de gentes de oriente en busca de metales, aunque hoy día se considera más probable una evolución
interna propia de las poblaciones indígenas situadas en Andalucía y Portugal.
Unidos a esta etapa se plantea el Megalitismo (Arquitectura), manifestación general a toda Europa y
relacionada con monumentos funerarios de tipo colectivo (Menhir, dolmen, cromlech) y el vaso
campaniforme, cerámica mayoritariamente de carácter funerario en cuanto que muestra de riqueza
depositada en las tumbas, aunque puede tener otras connotaciones; también aparece en el resto de Europa.
E. del Bronce.− En sus diferentes etapas se desarrolla a lo largo del segundo milenio y principios del primero.
El Bronce pleno (1900−1300 a. C.) se identifica en la península con:
− Cultura del Argar (poblado de Almería), el Bronce valenciano, Cultura de las Motillas en La Mancha y
la Cultura del Bronce meridional portugués. Aunque presentan algunas características diferenciadas, los
rasgos comunes son: Asentamientos en cerros fáciles de defender, metalurgia del bronce y también objetos de
oro y plata, importancia de las armas y gran importancia de la agricultura y de la ganadería. Los
enterramientos pueden ser en el interior de los poblados e incluso de las casas (Argar) o en cuevas naturales
(Valencia), siendo de carácter individual o de 2 ó 3 individuos.
El Bronce Final (en torno al año 1000 a. C) significa una gran diversificación cultural y la expansión del
bronce hacia el interior peninsular. Un buen ejemplo lo constituye el yacimiento de Las Cogotas (Ávila),
pero también hay en Asturias, Cantabria, Extremadura En las Islas Baleares se produce la llamada Cultura
Talayótica.
A partir del año 700 a. C. se produce la denominada 1ª Edad del Hierro que está representada por procesos
de incineración tradicionalmente unidos a la llegada de gentes indoeuropeas y muy bien representados por
sepulcros tipo túmulo y, sobre todo, por los campos de urnas en Cataluña y el valle del Ebro; también por la
Cultura de Soto de Medinilla en la Meseta. En ambos casos la utilización del hierro es escasa y las últimas
investigaciones unen estas manifestaciones también al Bronce Final; las características son la utilización de la
cremación, la existencia de asentamientos estables con casas rectangulares y una economía de
autoabastecimiento de base agrícola−ganadero. Un buen ejemplo es el yacimiento de Esl Villars (Lérida). Se
consideran como el resultado de la llegada de gentes foráneas de origen centroeuropeo, aunque las
investigaciones arqueológicas más recientes desechan las llamadas invasiones indoeuropeas, tesis mantenida
hasta la década de los 80 del siglo XX. En cambio, en el valle del Guadalquivir el Bronce Final da paso a una
importante organización política que es la primera que conocemos en la Península: Tartessos.
2. Tartessos.
Tartessos ha sido considerado como el primer estado de cuya existencia tenemos noticia en la Península. En el
momento actual más que de un estado se habla de una cultura eminentemente atlántica que cristalizó en
los siglos VIII y VII a. C. como consecuencia del impacto colonial fenicio y mediterráneo. Fuentes
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escritas: citas del A. Testamento (aparece hasta en 21 pasajes); referencias griegas (Herodoto: Colaios de
Samos); referencias mitológicas (bueyes de Gerion). Concretamente las referencias más antiguas recogidas
por las fuentes clásicas relacionan Tartessos con una región de riquezas fabulosas situada al final del mundo
conocido, es decir, al oeste del estrecho de Gibraltar, habitada por un pueblo culto que poseía escritura y leyes
milenarias (Estrabón), pero hay que tener en cuenta que cuando escriben, Tartessos ya había desaparecido y
de ahí lo confusos que son los datos; no se sabe si se refieren a una región, a un reino, a un río o a una ciudad.
En cualquier caso, todas las evidencias arqueológicas lo sitúan en la región del Bajo Guadalquivir y en Huelva
antes del siglo VI a. C. Hay que tener en cuenta que la costa ha sufrido importantes transformaciones siendo
muy diferente en el momento actual a la del I milenio a. C. cuando el río Guadalquivir desembocaba cerca de
Sevilla, en un extenso lago o bahía, situándose el mundo tartésico en torno a ese lago.
Los antecedentes más remotos llevan a la Edad del Bronce, con cambios importantes a partir del 900 a. C. y
un período de apogeo entre los siglos VIII y VII a. C. cuando el área tartésica se convierte en el núcleo más
avanzado de toda la Península, debido fundamentalmente al contacto con los colonizadores fenicios; las
consecuencias de esos contactos son una intensificación de la producción agrícola−ganadera. La introducción
de nuevos cultivos (vid y olivo), nuevas tecnologías en la explotación de las minas de cobre y plata de las
minas de Huelva.Esta etapa se conoce con el nombre de período orientalizante, influencia que se ve incluso
en las manifestaciones artísticas. Las evidencias arqueológicas nos sitúan ante unos núcleos de población de
carácter urbano, con lujosas viviendas rectangulares con zócalos de piedra y paredes de adobe, y calles,
plazas y espacios abiertos; gran importancia de la agricultura y de la ganadería, pero sobre todo de la
metalurgia, a veces con poblados dedicados exclusivamente a esas labores, además de tener un comercio
muy floreciente inicialmente con los fenicios y ya en el siglo VI con los griegos (foceos); aunque en una
primera etapa, los enterramientos eran colectivos utilizando la incineración, en el período más floreciente son
individuales y con un riquísimo ajuar (tesoro del Carambolo) practicando la inhumación. Todos los datos
apuntan a que nos encontramos ante una sociedad pacífica organizada en clanes, con grupos que destacan
enormemente y que la forma de organización política era la monarquía, pero existiendo varios reyes o régulos,
al mismo tiempo, destacando uno de ellos sobre los demás. En torno al 600−550 a. C. su extraordinario
desarrollo económico y artístico comienza a decaer por causas que no están claras; tradicionalmente se
atribuyen a la crisis del comercio fenicio (caída de Tiro en 573 a. C.) y su sustitución por los cartagineses tras
su derrota ante los romanos (batalla de Alalia en 535 a. C.) que acabarían con Tartessos; sin embargo las
excavaciones arqueológicas no constatan esta violencia externa, sino una importante crisis interna incluso con
alguna referencia mitológica al rey tartésico Theron que intentó conquistar Cádiz.
II. COLONIZACIONES HISTÓRICAS: FENICIOS, GRIEGOS Y CARTAGINESES.
En el transcurso de la primera mitad del I milenio a. C. todo el mediterráneo occidental en general, y las
costas de la Península Ibérica en particular, conocieron el establecimiento de ciudades, pero sobre todo de
asentamientos o factorías estables (colonias) por parte de gentes provenientes inicialmente de la zona
oriental del Mediterráneo, más concretamente fenicios (Tiro), que son los primeros colonizadores históricos
de la península y griegos (Focea). En el siglo III a. C. serán los cartagineses quienes sustituyan a los
anteriores, aunque esta colonización es cualitativamente distinta de las anteriores ya que se trata de un
sometimiento que podemos considerar de tipo imperialista, similar al posterior de los romanos.
a. Colonización fenicia. Aunque existen datos sobre la fundación mitológica de Gadir (Cádiz) en torno al
1104/1103 a. C. la arqueología y las dataciones de C14 sitúan la llegada de los fenicios al Mediterráneo
occidental entre el 810 y el 750 a. C. siendo la protagonista la ciudad de Tiro (actual Líbano). Los yacimientos
más antiguos son los de Morro de Mezquitilla (Málaga) y Castillo de Doña Blanca (Cádiz). La primera de
las colonias citadas se funda hacia el 770 a. C y presenta las características que presentan todos estos
asentamientos: promontorio de una isla o península que permita la existencia de un puerto seguro, facilidad
de acceso al interior a través de un río y existencia de una zona próxima propicia para la agricultura. Las
necrópolis o lugares de enterramiento se sitúan en la orilla opuesta del río. Gádir (Cádiz), que se convertirá en
una verdadera ciudad, es fundada hacia el 760 a. C. En el período 750−700 a. C. se fundan la mayoría de las
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colonias: Toscanos, Chorreras, Sexi (Almuñecar), Cerro del Villar (posible antigua Mainake), Abdera (Adra),
Villaricos , colonias del bajo valle del Segura e Ibiza (Sa Caleta) que es de origen fenicio, aunque tendrá más
importancia como establecimiento cartaginés. Los últimos descubrimientos arqueológicos demuestran una
importantísima concentración de colonias fenicias entre el estrecho de Gibraltar y Alicante (sirva de ejemplo
que en un tramo de 13 Kms. en la costa de Málaga entre los ríos Vélez y Algarrobo se han documentado tres
colonias). En esos asentamientos residieron prósperos mercaderes que comerciaban con las comunidades
indígenas del interior; destacan por la sólida base agrícola−ganadera, por las actividades metalúrgicas,
siendo los introductores del hierro en la península, la producción de la cerámica con torno y la introducción de
nuevos cultivos (vid y olivo) y la probable producción de púrpura a partir de moluscos así como por la
comercialización de todos estos productos, de estaño y de metales preciosos.
A partir del s. VI a. C. (entre el 600 y el 550 a. C.) desaparecen o entran en declive la mayoría de las
colonias fenicias; la causa parece ser la caída de Tiro y su sustitución en occidente por una de sus antiguas
colonias: Cartago.
b. Colonización griega. En el año 640−630 a. C. sitúa Herodoto el viaje casual de Colaios de Samos a
Tartessos y hacia el 600 a. C. se producen importantes relaciones comerciales entre los griegos de Focea y el
rey de Tartessos Argantonio, contactos comerciales basados en los intercambios de cerámica de lujo por plata
que continúan todo el siglo VI a. C. hasta el 520 a. C., sin que existan colonias o fundaciones griegas. Por esos
mismo años los foceos fundaron una importante colonia en las proximidades de la desembocadura del
Ródano: Massalia (Marsella) y en el 575 a. C. fundan un centro comercial en el golfo de Rosas: Emporion
(Ampurias y más concretamente la llamada Palaiápolis, frente a la Neápolis de época romana) que será la más
importante colonia griega en la península. Otros centros que se citan son los de Rhode (Rosas) y Ullastret
(Gerona), sin que existan tantas evidencias como en Ampurias y no existen datos arqueológicos que constaten
la existencia de otras colonias que citan las fuentes: Hemeroscopion (Denia?), Alonis (Santa Pola), Akra
Leuke (Alicante) o Arse (Sagunto). La influencia de los griegos se deja sentir en la utilización de la moneda,
acuñada en Ampurias, y tanto la de fenicios como la de griegos en todas las características sociales, políticas y
culturales del área ibérica.
c. Colonización cartaginesa. Aunque no se conoce muy bien el período de transición de la colonización fenicia
a la cartaginesa, las relaciones de estos últimos con la Península Ibérica son un fenómeno histórico de
extraordinaria importancia porque a partir de la conquista iniciada por Amílcar Barca en el año 273 a. C.
la península adquiere un nuevo protagonismo en el momento en que se enfrentan Roma y Cartago lo
que llevará al inicio de la conquista definitiva por Roma. Antes de esa fecha habían existido relaciones
comerciales e incluso se había fundado algún establecimiento que son continuidad de los fenicios como el de
Baria (Villaricos −Almería−), pero lo que se va a tratar de hacer a partir de la fecha citada es establecer una
especie de dominio imperialista sobre la península; para entender todo esto debemos situarnos en el contexto
de las Guerras Púnicas.
En la 1ª Guerra Púnica (262−241 a. C). Sicilia, abandonada por Cartago, pasa a Roma: en el 238 a. C. Cartago
pierde Cerdeña. Ante estas pérdidas territoriales y buscando ingresos para poder pagar la enorme
indemnización monetaria que tiene que pagar Cartago, Amílcar Barca es enviado a la península; a partir de
esos momentos se va a producir el sometimiento de los pueblos del sur y este peninsular (237−206 a. C.),
característica claramente diferente a la de las colonizaciones anteriores, basada en las relaciones
pacíficas. Asdrúbal, sucesor del anterior, fundará el enclave cartaginés más importante: Kart Hadasht, la
nueva ciudad, conocida por los romanos como Cartago Nova (Cartagena). Ante esta importante presencia
cartaginesa, se firmará un tratado con Roma en el año 226 a.C. (Tratado del Ebro) que sitúa al río Ebro como
límite entre ambas potencias, lo que nos coloca en la antesala del inicio de la conquista romana que trataremos
en el apartado correspondiente. Otro importante centro cartaginés fue Ibiza; como características de la
colonización cartaginesa, además de la explotación agrícola, minera, salinera y de las actividades comerciales,
hay que citar los ingresos tributarios como consecuencia del dominio logrado.
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III. LOS PUEBLOS PRERROMANOS.
Bajo este epígrafe pretendemos analizar las características que presentan los pueblos peninsulares a partir de
mediados del primer milenio a. C., en el período conocido como 2ª Edad del Hierro, hasta los inicios de la era
cristiana, al menos en algunos casos. El hecho de que muchos de ellos los conozcamos por fuentes
documentales relacionadas con la conquista romana y con la inserción de estos pueblos en el mundo romano,
justifica el nombre de pueblos prerromanos. Un punto de partida básico es la consideración de que en aquellos
momentos la península carece de unidad, existiendo enormes diferencias de tipo económico, social,
político y cultura de unas regiones respecto a otras; tales diferencias son fruto de la evolución interna de
cada uno de los pueblos y de las influencias externas que reciben: colonizaciones mediterráneas,
influencias atlánticas o influencia céltica. Por otra parte, incluso en el momento actual, el conocimiento que
tenemos de estos pueblos disminuye de este a oeste y de sur a norte. Podemos considerar que desde el bronce
final las influencias exteriores citadas son las tres grandes corrientes culturales e incluso, en cierta medida,
étnicas, que afectan a la península. Por este motivo, el análisis histórico de estos pueblos, a pesar de presentar
diferencias entre sí, dentro de cada área cultural, lo vamos a realizar en base a tres grandes áreas culturales:
a. Cultura y pueblos ibéricos. Incluimos los pueblos situados desde la Baja Andalucía, continuando por el
Levante hasta el sur de Francia ocupando igualmente buena parte de la submeseta sur y el valle del
Ebro, aproximadamente hasta la altura de Zaragoza. Destacan turdetanos, bastetanos, oretanos, mastienos,
contestanos, edetanos, ilergavones, cesetanos, layetanos, indicetes, ausetanos, ilergetes, oscetanos y sedetanos,
entre otros (Localización: mapa). Los rasgos comunes los podemos resumir en:
− Agricultura y ganadería como pilares económicos básicos. Cereales de secano (trigo y cebada) y
ganadería basada en cabra, oveja y cerdo.
− Desarrollo de una importante metalurgia del hierro (nuevo utillaje agrícola y nuevas armas), sin que
desaparezca el bronce. Importancia de la minería y de la cerámica (torno del alfarero) y de la
monetarización.
− Sociedad claramente jerarquizada, con una clase regia, aunque no necesariamente, encargada del poder
político. A continuación se situaba la nobleza guerrera, seguida por artesanos, campesinos, comerciantes,
mineros. Finalmente, los esclavos, producto de botines de guerra y objeto de comercialización.
− A nivel político parecen existir diferencias entre algunos pueblos del este con una organización inspirada en
las polis griegas (especie de senado −consejo de ancianos− y magistrados) y los pueblos del sur y sureste en
los que existen reyes o régulos sin que se puedan asimilar a los tartésicos ni siquiera a los turdetanos, puesto
que parecen ser mucho más efímeros.
− A nivel cultural, conocieron y utilizaron la escritura (escritura ibérica) y sus manifestaciones artísticas se
incluyen en el llamado Arte Ibérico en el que se sintetizan magníficamente las influencias orientales
aportadas por fenicios, griegos y púnicos con magníficas esculturas como las diferentes Damas (Dama de
Elche, Dama de Baza, Dama del Cerro de los Santos, numerosos exvotos en bronceetc.) que constituyen una
muestra no sólo de su arte sino también de sus creencias religiosas con la existencia de santuarios, pues la
escultura tiene un carácter religioso (santuarios) o funerario.
− Por otra parte, su núcleo básico de organización es la ciudad, aunque el grado de urbanización era distinto
localizándose los núcleos de población en cerros y rodeados de murallas, mientras que las necrópolis son de
diferentes tipos.
En todo caso para entender los componentes fundamentales del mundo ibérico, hay que tener en cuenta el
contacto con los pueblos colonizadores y la influencia de Tartessos.
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b. Cultura y pueblos celtibéricos. Se considera como área celtibérica la situada en torno al Sistema Ibérico y
en la submeseta norte, es decir lo que tradicionalmente se ha considerado como pueblos del centro y del oeste
peninsular. Destacan los celtíberos, arévacos, lusones, pelendones, vettones, vaceos y lusitanos.
El sustrato común que da unidad a estos pueblos es un proceso de celtización atribuido no a las invasiones
indoeuropeas (tesis tradicional), sino a la llegada de pequeñas élites guerreras célticas.
− A nivel económico, aunque la agricultura es importante sobre todo entre los vaceos, el elemento económico
diferenciador es la gran importancia que tiene la ganadería de ovicápridos, vacuna y caballar.
−Socialmente, nos hallamos ante una sociedad patriarcal cuyo elemento organizativo fundamental son las
gentilidades o grupos suprafamiliares (teóricamente los descendientes de un patriarca común). Estas
gentilidades se agrupaban en poblados que estaban en proceso de jerarquización cuando se enfrentan al
mundo romano. Es ante todo una sociedad pastoril y guerrera con gran importancia de los jefes militares.
− Políticamente existían instituciones que los romanos asimilaron a los magistrados, a los prefectos, al
senado o consejo de ancianos y a la asamblea del pueblo.
La organización territorial y política se basaba en la existencia de grandes oppida amurallados como por
ejemplo Numancia o las grandes ciudades de los Vaceos, mientras que, al mismo tiempo, es una zona en el
que se deja sentir la influencia de la cultura ibérica: torno del alfarero, molino circular, existencia de un
alfabeto, circulación de moneda e incluso existencia de leyes escritas. A nivel religioso existían cultos
naturalistas o divinidades perfectamente configuradas como Lug (máxima deidad), Epona (diosa de los
caballos), o las Matres que eran diosas de la fecundidad.
Constituyen particularidades el llamado comunismo primitivo vaceo (organización agraria colectiva
caracterizadora de este pueblo en la que anualmente se repartían los campos de cultivo y la producción se
ponía en común, aunque sabemos que existían claras diferencias sociales), o el llamado bandolerismo lusitano
(jóvenes lusitanos que se reunían e iban a luchar lejos de sus tribus lo que nos habla de la tradición guerrera de
estos pueblos). A nivel artístico, destacan las representaciones escultóricas de toros y cerdos, denominadas
verracos, a las que se atribuye una función funeraria y de defensa de sus ganados. Ej Toros de Guisando.
c. Los Pueblos del Norte. De oeste a este: Galaicos, astures, cántabros, austrigones, carisias, várdulos y
vascones.
− Galaicos, astures y cántabros se corresponden con lo que llamamos Cultura Castreña, que toma este
nombre de los lugares de poblamiento, normalmente fortificados, conocidos como castros y que se caracteriza
por ser asentamientos estables, localizados en alto y con sistemas defensivos artificiales (murallas y fosos),
viviendas circulares, cuadradas o rectangulares con las esquinas redondeadas; se considera que el número de
habitantes no superaría las 200 personas. Su economía se basaba en la recolección (bellotas para elaborar
harina) y en la agricultura de azada (no de arado), teniendo la ganadería un carácter complementario. Se trata
de una economía autosuficiente. Se ha detectado una cierta preeminencia de la mujer interpretada por algunos
historiadores como matriarcado y su organización social predominan las estructuras familiares,
probablemente integradas en unidades gentilicias de mayor amplitud como el castellum, la gens y el populus,
aunque en el momento actual se considera que es fácil que esos tipos de organización pudieron ser impuestos
por Roma, siendo fácil que no existiesen formas de integración política por encima de la comunidad de cada
castro. A nivel religioso, es una religión en la que tienen gran importancia los elementos naturales; algunos
de sus dioses los conocemos por lápidas de época romana: Bodo, Degante, Mandica, Cossue La celtización de
estos pueblos es tardía y se ve interrumpida por la conquista romana.
− Los pueblos vasco−pirenaicos ocupan el territorio comprendido entre el límite oriental de Cantabria y la
vertiente meridional de los Pirineos. Su base económica era el pastoreo y su hábitat y enterramiento se
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mantuvo largo tiempo en cuevas. Muestran una creciente influencia celtibérica en algunas zonas.
IV. LA ROMANIZACIÓN DE LA PENÍNSULA IBÉRICA. HISPANIA ROMANA.
La 2ª Guerra Púnica tuvo consecuencias decisivas para la Península Ibérica, ya que los pueblos que la
ocupaban (pueblos prerromanos) van a ser sometidos a Roma, en un proceso que dura aproximadamente dos
siglos, y de esta forma pasan a integrarse en un nuevo contexto económico, social, político y cultural,
proceso que se ha denominado Romanización.
a. La conquista de Hispania (218 a. C− 19 a. C.). La conquista de Hispania por Roma se sitúa claramente en el
contexto de la expansión histórica de Roma y el de la rivalidad existente con Cartago que les lleva a
enfrentarse en las llamadas Guerras Púnicas, a la 1ª de las cuales ya nos hemos referido al analizar la
colonización cartaginesa. Recordemos simplemente que Cartago, sustituta de los intereses de Tiro (fenicios)
en el Mediterráneo occidental, tras las pérdidas sufridas en ese enfrentamiento y en los momentos posteriores,
había decidido ocupar y dominar militarmente el sur y el sureste peninsular; recordemos igualmente que en el
226 a. C. ambas potencias habían firmado el Tratado del Ebro que establecía en este río el límite en las áreas
de influencia de ambas.
En el largo proceso de conquista podemos distinguir 4 grandes fases:
1ª: 2ª Guerra Púnica (218−206 a. C.). En el año 219 a. C. Aníbal, sucesor de Asdrúbal e hijo de Amílcar
Barca, atacó Sagunto y ese ataque es la causa que alega Roma para declarar la guerra a Cartago.
(Problemática, pues Sagunto está al sur del Ebro, teórico ámbito de influencia cartaginés). Esta guerra se
desarrolla fundamentalmente en tres ámbitos geográficos: Hispania, Italia y África. En el primer caso, en el
año 218 a. C. los romanos desembarcan en Emporion y poco después ocuparán Tarraco; en el 209 a. C.
Escipión el Africano toma Cartago Nova y cuatro años más tarde termina el dominio púnico sobre una parte
de la península. Tras obtener la derrota definitiva de Aníbal (batalla de Zama −202 a.C.) Roma decide
continuar la conquista de Hispania. Al final de esta fase gran parte del sur peninsular (Andalucía), parte
del valle del Ebro y toda la franja costera del este habían pasado a depender de Roma.
2ª: Guerras Lusitanas (155 a. C− 139 a. C.) y Celtibéricas (153 a. C.−133 a. C.). En realidad casi todo el s.
II a. C. es un período de conflictos como la revuelta generalizada del 197 a.C. dominada por M. Porcio Catón.
En los años posteriores a la presencia de Tiberio Sempronio Graco (180/179 a.C.) se suceden unos años de
paz, pero en los acuerdos logrados se había prohibido a los indígenas que construyesen nuevas ciudades, se les
obligaba a pagar tributos y a colaborar como tropas auxiliares en las guerras sostenidas por Roma.
Precisamente el teórico incumplimiento de la primera de las obligaciones fue la causa alegado por Roma en su
guerra contra los celtíberos que ha dejado como principal episodio el sitio y toma de Numancia, ciudad
principal de los Arévacos. En el caso de la guerra contra los lusitanos destaca la traición cometida por los
generales de Viriato. En ambos casos, una vez finalizadas, gran parte de la submeseta norte queda en
poder de Roma, que en el 123 a.C. ocupa las Islas Baleares y unos años antes inicia la ocupación de
Galicia culminada en el 96 a. C.
3ª: Período de Guerras Civiles de finales de la República. Hispania fue escenario de las guerras que
enfrentaron primero a Mario y a Sila (guerra sertoriana) y después de Pompeyo y César. En el contexto de las
mismas Roma consolidó y amplió ligeramente sus fronteras en Hispania, aunque las consecuencias
territoriales fueron mínimas.
4ª: Guerras contra Cántabros y Astures (29 a. C.−19 a. C.) Resueltos los conflictos y con Augusto en el
poder como dueño del Imperio, se comienza a prestar atención a los territorios fronterizos amenazados
(germanos, pueblos situados en los Alpes) y en ese contexto el enfrentamiento contra cántabros y astures trata
de buscar unas fronteras naturales y mucho más seguras para el Imperio. Terminadas estas guerras todo el
territorio peninsular se integra en el Imperio romano.
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b. Organización político−administrativa.
1. La administración provincial: Las provincias romanas en su origen eran el territorio cuyo mando militar
se confería a los magistrados romanos y así ocurrió también en Hispania al configurarse dos territorios, uno en
el valle del Guadalquivir y otro próximo al valle del Ebro. Eso da lugar a que en el año 197 a. C. se creen dos
provincias: Provincia Hispania Citerior (parte oriental, hasta el sur de Cartagena) y Provincia
Hispania Ulterior (territorios al sur de Sierra Morena).
Entre el año 27 y el 14 a.C. Augusto dividió el Imperio en provincias imperiales y provincias senatoriales.
En la península, la antigua provincia Ulterior se dividió en dos: la Ulterior Baetica (Corduba) (senatorial) y
la Ulterior Lusitana (Emérita Augusta −Mérida−) que, junto con la Citerior, llamada Tarraconense
(Tarraco), eran imperiales, es decir dependían directamente del Emperador.
Con el emperador Caracalla, (211−217 d. C.) se separa el Noroeste del resto de la Tarraconense dando lugar
a la Provincia Hispania Antoniana, también conocida como Gallaecia.
Hacia el 293 a.C., con el emperador Diocleciano se produce una profunda reorganización del Imperio y cuatro
años más tarde la Diócesis de Hispania comprendía seis provincias: Bética, Lusitania, Cartaginense,
Gallaecia, Tarraconense y Mauritana Tangitana y en el siglo IV, hacia el 385 d. C. se cita una nueva: la
Provincia Baleárica. En todo caso, es posible que coyunturalmente pudiesen existir otras provincias como la
Transduriana citada en el decreto de Augusto conocido como Bronce de Bembibre.
2. El Conventus. Las provincias hispanas fueron divididas en distritos judiciales en cuyas capitales los
gobernadores administraban justicia, presentando también carácter administrativo e incluso religioso pues se
relacionaban con el culto al emperador. Algunos conventus de la Citerior eran Bracara Augusta, Lucus
Augusti, Asturica Augusta y Clunia.
3. La ciudad. Además de las provincias y conventus, la unidad político−administrativa existente en la
Hispania romana era la ciudad que podía tener diferentes status jurídico: colonia, municipio (estatus
privilegiados), ciudad libre, federada (antiguas ciudades indígenas con dominio sobre sus territorios y exentas
de impuestos como tales ciudades), estipendaria (sometidas a Roma sin condiciones por la conquista militar)
También se mantuvieron otro tipo de organizaciones como los populi en el noroeste peninsular. Ej. El
conventus Asturum estaba formado por 22 populi.
c. El Alto Imperio. Características.
Dado que hasta la época imperial no concluye la conquista de Hispania, parece lógico que nos centremos
sobre todo en ese período, aunque se debe entender que aquí también incluimos la etapa republicana; por otra
parte, todo los historiadores coinciden en señalar que en el siglo III d. C. se produce una importante crisis
que permite subdividir el Imperio en Alto y Bajo.
1. Características económicas: Las fuentes de riqueza fundamentales eran la agricultura, la ganadería,
la pesca y la minería; igualmente cobran importancia las actividades artesanales y el comercio.
Los principales espacios agrícolas de Hispania fueron el valle del Guadalquivir, el valle inferior del Tajo, la
franja levantina y catalana y el valle medio e inferior del Ebro. Los principales productos fueron los cereales
(trigo y cebada), con un fuerte impulso en época romana cultivándose nuevas tierras, mejorando el
instrumental (arado, trillo, molinos), los métodos de cultivo, así como de almacenamiento y las
infraestructuras. El olivo y la producción de aceite tenía enorme importancia en el valle del Guadalquivir,
recaudando el Estado, al igual que ocurre con los cereales, una parte importante en concepto de tributación. La
vid era importante en el área gaditana, Cataluña y Baleares. Además se cultivaba lino (Levante) y esparto
(región de Cartagena).
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En relación con la ganadería destacan el ganado lanar en la meseta, el vacuno y lanar en el valle del
Guadalquivir y el caballar en la meseta y en Lusitania.
Las actividades pesqueras cobraron gran importancia por la producción de salazones (antecedentes con
fenicios y púnicos), sobre todo la producción de garum (vísceras maceradas de atún o caballa).
Arqueológicamente han aparecido numerosas fábricas entre Cartago Nova y Gades.
Las actividades mineras se centran en la explotación de oro (Sierra Morena y otras zonas del sur, pero sobre
todo en el Noroeste peninsular constituyendo Las Médulas la mayor muestra de explotación minera de
Hispania), y la plata en la región minera de Cartagena y en Sierra Morena. Además, cobre, hierro, plomoetc.
El dueño de las explotaciones mineras era el Estado romano, aunque no siempre ejerció un control directo que
lo efectuaban los censores o compañías de publicani o de negotiatiores.
Las actividades artesanales se localizaban sobre todo en las ciudades, especialmente en las de la Bética y en
la parte oriental de la Tarraconense. Destacan las fábricas de cerámica, la transformación de piedra y mármol
y la fabricación textil (lana y lino). Por otra parte, a nivel comercial, Hispania se integró plenamente en los
circuitos comerciales del Mediterráneo, y aunque en un primer momento se importaban productos de Italia,
posteriormente Hispania se convierte ante todo en abastecedora de Roma.
No hay que olvidar las infraestructuras viarias creadas que facilitan los intercambios y la actividad económica
(Vías Romanas) y que después de la conquista, las tierras se integraban en el Ager publicus, es decir
pertenecían al pueblo romano, pero, con frecuencia se produjeron repartos de tierras en la fundación de
colonias, expandiéndose las formas privadas de propiedad e incluso de la gran propiedad.
2. Características sociales. La sociedad romana, de forma general, se hallaba dividida en dos grupos
fundamentales −hombres libres y esclavos− división que tenía carácter jurídico, económico y político. En
general se puede considerar que la estructura económica y social del Imperio se sustentaba en el
esclavismo, aunque existiesen otras formas de dependencia; las conquistas iban normalmente acompañadas de
una esclavización de las poblaciones y los esclavos eran sumamente importantes tanto en las labores agrícolas
como mineras, (no en Las Médulas, aunque los trabajadores estaban sometidos a Roma). En todo caso, la
situación de los pueblos prerromanos no era idéntica y algunos ya conocían la esclavitud lo que también dio
lugar a situaciones diferentes tras la conquista como el mantenimiento de formas de organización social
indígenas (heterogeneidad). A nivel meramente descriptivo, dentro de los hombres libres se encuadraban
los distintos órdenes: senatorial (unido a la ciudad de Roma y al gobierno de la República y del Imperio),
ecuestre (eran también un grupo privilegiado), decurional (los más ricos de los municipios) y la plebe −el
resto de los hombres libres−. Además existían también los libertos que eran esclavos manumitidos, pero con
vínculos de dependencia hacia su antiguo dueño.
3. Aspectos culturales. Uno de los cambios fundamentales que produce la inserción de Hispania en el mundo
romano es el de su latinización, es decir el proceso de desaparición de las lenguas que se utilizaban en la
península antes de la llegada de los romanos y su progresiva sustitución por el Latín; este proceso fue largo y
no había terminado en los años finales del Imperio romano de Occidente, a pesar que desde época del
emperador Claudio el conocimiento de la lengua latina era un requisito para poder recibir el derecho de
ciudadanía. Igualmente se produjo una utilización y un uso progresivo del Derecho Romano.
En relación con los aspectos religiosos, el número considerable de dioses que conocemos en este período se
pueden incluir en tres grandes bloques: el indígena, el romano, el oriental y, dentro de éste, el
cristianismo. En general, Roma respetó las creencias religiosas indígenas en cuanto que no atentaban contra
su poder político, aunque se esforzó para que tanto los indígenas como los romano−itálicos aceptaran los
cultos de las divinidades oficiales romanas. En cuanto a las religiones indígenas su mayor permanencia se
produjo en el área de impronta céltica y en los pueblos del norte, a veces asimilando las divinidades indígenas
a las romanas. Por su parte, la religión romana exigía sobre todo el culto a las divinidades oficiales del
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Estado romano: la Tríada Capitolina (Júpiter, Juno, Minerva), la diosa Roma y el culto al Emperador, estos
dos últimos, en ocasiones, unidos y que se inician en época de Augusto. El ámbito de esta religión fue ante
todo el mundo urbano. En cuanto al cristianismo en Hispania, tradicionalmente se plantean dos tesis en
relación con su origen: el origen apostólico (sin base histórica) y el origen africano (el más probable); las
primeras comunidades cristianas se formaron en los núcleos urbanos más romanizados.
Intelectuales hispanorromanos (Séneca, Lucano, Columela, Marcial) y arte Hispanorromano.
Una vez expuestas las características más importantes de la Hispania romana consideramos necesario efectuar
una breve reflexión sobre la Romanización,; tradicionalmente se llegó a entender como la asimilación de las
formas de vida romanas por los indígenas (construcción de edificios públicos, vías de comunicación,
extensión del derecho romano, uso del latín y pérdida de las lenguas prerromanas, el nacimiento de
emperadores o de pensadores en Hispania) e incluso casi como un intercambio. La romanización así entendida
sería un fenómeno exclusivamente cultural, pero el proceso de romanización es algo mucho más profundo
que afecta a las estructuras mismas de Hispania; consiste, ante todo, en la sustitución de las estructuras
económico−sociales, político−jurídicas e ideológicas que existían en la península por las estructuras
romanas, teniendo en cuenta que el mundo prerromano no era uniforme y que la conquista no es idéntica ni
sincrónica para toda la península por lo que es normal que unas áreas alcanzasen mayor grado de
romanización.
d. El Bajo Imperio. Características. En el siglo III d. C. se inicia una crisis que supone una profunda
transformación del Imperio y que caracterizará sus años finales con una doble vertiente; por una parte, hay
que hablar de las transformaciones internas y por otra de la presión bárbara y de las invasiones, siendo el
primer factor el que impide que el imperio pueda hacer frente al segundo.
− Los aprovechamientos agrícola−ganaderos siguen siendo los más importantes en la economía hispano
romano, pero ahora se inician unos cambios que llevan a la sustitución del régimen esclavista por el
régimen de colonato, entendiendo por colono la persona jurídicamente libre, pero dependiente de su señor
que es el propietario de la tierra, a quien paga en especie o en dinero o la cultiva bajo un acuerdo de reparto
del producto. En este sentido, aunque la esclavitud sigue existiendo, la producción basada en ella y en los
pequeños propietarios libres cada vez tiene menos importancia a partir del siglo III.
− Aunque ya existían grandes propiedades, ahora se produce una mayor concentración, creándose grandes
latifundios en manos privadas o en manos del emperador. El proceso culminó en los siglos IV y V y se
relaciona con la aparición de fundus y villae.
− La función económica de las ciudades cada vez es menor (algunas llegan a desaparecer) quedando como
meros centros administrativos y religiosos.
− Se produce una disminución general de las actividades artesanales y comerciales, y una progresiva
ruralización.
− Socialmente, debido a las dificultades económicas y a las formas que iba adoptando la propiedad se
produce una polarización en dos grupos muy diferenciados: los Honestiores (senadores, decurionales,
curiales) y Humiliores (plebe de las ciudades y colonos), que tenían derechos y obligaciones diferentes.
− Finalmente, se produce una importante conflictividad social, ejemplificadas en sublevaciones de
campesinos en los siglos IV y V que reciben el nombre de Bagaudas, llegando a formar verdaderos ejércitos
que se oponen, a veces con éxito, a las tropas imperiales y el estado romano se ve obligado a recurrir a tropas
extranjeras firmando tratados como ocurre con los visigodos.
En resumen, el Imperio Romano atraviesa a partir del siglo III por una crisis profunda que afectó a todos los
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niveles de su organización y que a medio plazo hará posible la ruptura de sus fronteras por los pueblos
germánicos desde comienzos del siglo V, aunque el imperio continúe hasta el año 476, cuando es asesinado el
último emperador romano de occidente.
V. EL FIN DEL IMPERIO Y LAS INVASIONES BÁRBARAS.
A comienzos del siglo V (septiembre−octubre del 409) llegan a Hispania grupos de pueblos bárbaros
(germanos), concretamente, Alanos, Vándalos (Hasdingos y Silingos) y Suevos. Previamente habían
atravesado el Rhin (último día del año 406) y la Galia. El contexto en el que deben analizarse estas invasiones,
en relación con Hispania, debe tener en cuenta fundamentalmente dos factores:
− La importante crisis económico−social, ejemplificada en los movimientos bagaúdicos que a mediados del
siglo V asolan la Tarraconense o en la existencia de movimientos religiosos de carácter herético como el
priscilianismo.
− La crisis política que caracteriza la parte occidental del imperio romano en los años finales de la llamada
dinastía teodosiana, con continuas usurpaciones.
En el año 411, tras un período de desorden, los invasores se repartieron el territorio peninsular de tal forma,
que suevos y vándalos asdingos se asientan en Gallaecia, los alanos en Lusitania y el oeste de la Cartaginense
y los vándalos silingos en la Bética.
Desde comienzos del siglo V, los visigodos, que se habían establecido pacíficamente en el Imperio mediante
acuerdos con los romanos, defenderán los intereses romanos en Hispania, emprendiendo expediciones
militares en el año 418 que aniquilarán a los vándalos silingos y a los alanos como pueblos independientes. Al
año siguiente se enfrentan vándalos asdingos y suevos, siendo derrotados estos últimos, pero la intervención
de un comes Hispaniarum (romano?) obliga a los vándalos asdingos a trasladarse a la Bética desde donde
pasaron al norte de África. A partir de esos momentos los suevos quedan como único pueblo germánico en
Gallaecia, estableciéndose así el Reino Suevo que permanecerá hasta el año 585, cuando Leovigildo, rey de
los visigodos, lo integra en su reino. Previamente, en el año 455, los suevos fueron derrotados por los
visigodos, de nuevo al servicio de Roma, en la batalla del Órbigo, momento a partir del cual comienzan los
asentamientos visigodos en la península.
En estas circunstancias, que en el año 476 fuese asesinado el último emperador romano de occidente no deja
de ser algo anecdótico en relación con Hispania, pues hacía tiempo que los intereses de Roma eran defendidos
por los visigodos.
VI. EL REINO VISIGODO.
1. Establecimiento de los visigodos en la Península Ibérica. La formación del nuevo estado. El
establecimiento definitivo de los visigodos en la península y la creación de un nuevo estado, conocido como
reino de Toledo, se produce de forma progresiva a partir de la derrota que sufren en Vouillé (año 507) ante
los francos, lo que significó el hundimiento definitivo del reino de Tolosa (Toulouse). Pero el contacto de los
visigodos con el Imperio romano es muy anterior existiendo también antecedentes de incursiones y
asentamientos en la península con anterioridad a la fecha citada.
Su entrada en el imperio como foederati (aliados) se produce en el último tercio del siglo IV con el emperador
Valente al que posteriormente derrotarán en el 378 en Adrianópolis (Turquía), desde donde se desplazarán
hacia occidente, firmando nuevos tratados en momentos posteriores. A principios del siglo V, con Ataulfo
como rey, se sitúan en el sureste de la Galia y penetran momentáneamente en Hispania y ya en el año 418
firman un foedus (foedus de Valia) en el que, a cambio de combatir a los demás pueblos bárbaros que habían
entrado en la península, el emperador romano, Honorio, les permite su asentamiento en el sureste de la Galia
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en régimen de hospitalidad entregándoles tierras, naciendo así el reino de Tolosa. A partir de ese momento se
suceden las incursiones en la Península para mantener el orden romano, y se producen los primeros
asentamientos, antecedentes de su instalación definitiva (454 con Teodorico II; 468: toma de Mérida; 472:
ocupación de la Tarraconenseetc.), aunque a lo largo de casi todo el siglo V no existe dominación visigoda en
Hispania que sigue siendo una provincia romana, pero sometida en algunas zonas a pueblos bárbaros, como ya
hemos visto. La instalación más importante se producirá en el reinado de Eurico (466−484), que será
definitiva a partir del 507, en la que salvo el noroeste peninsular (reino suevo hasta el 585), el sureste
(bizantinos entre el 552 y el 622) y el área cántabro−vascona (contra la que se sucederán campañas militares)
el resto de la península quedó bajo su dominio estableciéndose así el estado visigodo de Toledo, que
permanecerá hasta el año 711 cuando se produce la invasión árabe.
2. Características económicas. Los siglos VI y VII son una prolongación de los últimos siglos
bajoimperiales. Aumenta la concentración de la propiedad de la tierra en pocas manos (nobles visigodos,
hispanorromanos y, a partir del 589, monasterios y sedes episcopales). Agricultura y ganadería constituyen
las bases económicas fundamentales; aunque todavía existen las excelentes vías romanas, parece existir una
decadencia del comercio y de la artesanía. La circulación monetaria se basa en el monometalismo de oro con
dos monedas, el sueldo y el triente. Los latifundios son trabajados mayoritariamente por un campesinado
adscrito a la tierra de forma progresiva, vitalicia y hereditaria que obtenía protección y seguridad de una
minoría aristocrática que era la propietaria y que recibían contribuciones en dinero o especie además de
prestaciones militares.
3. Características sociales. Se configura una sociedad claramente estratificada y con grandes diferencias
entre los grupos sociales, continuadora de la de época bajoimperial. Sólo una minoría aristocrática gozaba
de entera libertad (potentes, seniores, maiores loci), minoría encabezada por el Rey, acompañado por los altos
cargos de la administración (duces y comites), dignatarios de menor categoría (gardingi) y grandes
propietarios (laicos o eclesiásticos). Además de ser libres tenían privilegios sociales, económicos, judiciales y
religiosos.
El resto de los habitantes (pequeños propietarios, colonos, libertos, siervos, esclavos) que constituyen la
fuerza de trabajo fundamental y son dependientes. Con estas características económico−sociales no resulta
extraño que muchos historiadores hablen de un claro proceso de feudalización.
La zona norte siempre presentó diferencias plasmadas en forma de conflictos sociales (vascones), y hay
movimientos religiosos heréticos con claros componentes sociales (el priscilianismo pervive hasta el siglo
VIII); finalmente, los judíos constituyeron una minoría objeto de continuas restricciones a partir de la
conversión de Recaredo del año 589.
4. Organización política. La forma de organización política del estado visigodo fue una monarquía
hereditaria pero utilizando un sistema electivo sacralizado por la unción, es decir, el rey solía asociar al
trono a uno de sus hijos, pero a partir del IV Concilio de Toledo, el rey debía ser elegido por obispos y
aristocracia laica que debían jurarle fidelidad al ser ungido como tal.
En la evolución política se suelen distinguir dos etapas; la primera entre el 507 y el 588, cuando Leovigildo
consigue una cierta unidad peninsular, y la segunda entre el 588 y el 711 que es el momento de apogeo del
reino, configurándose así un aparato político−administrativo (Oficium Palatinum, Aula Regia), mientras que
las provincias, a cuyo frente se encontraban los duces, suelen coincidir al principio con las antiguas provincias
romanas.
En el año 711, las propias dificultades internas del reino derivadas sobre todo de las enormes desigualdades
sociales y de rivalidades políticas, y la expansión del Islam por el norte de África son los factores que explican
la derrota de los visigodos en la batalla de Guadalete y el inicio de una nueva etapa en la historia de la
península.
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5. Aspectos culturales: Las expresiones culturales muestran una síntesis entre la herencia hispanorromana, la
influencia del Norte de África y las influencias bizantinas. La lengua sigue siendo el Latín y se produce una
importante labor legislativa (Ej. Liber iudiciorum de Recesvinto del año 654). Por su labor intelectual destaca
San Isidoro de Sevilla o San Fructuoso en relación con el monacato. Las principales manifestaciones artísticas
que han llegado hasta nuestros días son iglesias como las de S. Juan de Baños (Palencia) o S. Pedro de la
Nave (Zamora), así como trabajos en orfebrería como el Tesoro de Guarrazar.
Términos susceptibles de ser puestos en el examen de Selectividad (relacionados con este tema): Atapuerca,
Homo Antecesor, Arte rupestre, Altamira, Los Millares, Argar, Tartessos, Guerras Púnicas, Arte
Ibérico, Castros/Cultura Castreña, Romanización, Numancia, Viriato, Conventus, Reino Suevo.
Cuestiones susceptibles de ser puestas en Selectividad (en relación con este tema):
• Atapuerca.
• El Arte Rupestre en la Península Ibérica
• Tartessos
• Las Colonizaciones Históricas en la Península Ibérica.
• La conquista de Hispania por Roma.
• El Reino Visigodo.
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