Primeras páginas

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recopiladas por Shaun Usher
Título original: Letters of Note: Correspondence Deserving of a Wider Audience
Traducción del inglés de María José Díez y Enrique de Hériz
Diseño de la cubierta de Here Design
Copyright © Shaun Usher, 2013
Publicado por acuerdo con Canongate Books Ltd, 14 High Street, Edimburgo EH1 1TE
Copyright de la edición en castellano © Ediciones Salamandra, 2014
«París, a 17 de febrero de 1903» © Copyright de la traducción Jesús Munárriz/Ediciones Hiperión
Del libro Cartas a un joven poeta, de Rainer Maria Rilke.
Madrid, Ediciones Hiperión, colección Libros Hiperión, año 2004.
Publicaciones y Ediciones Salamandra, S.A.
Almogàvers, 56, 7º 2ª - 08018 Barcelona - Tel. 93 215 11 99
www.salamandra.info
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autorización escrita de los titulares del «Copyright», bajo las sanciones
establecidas en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por
cualquier medio o procedimiento, incluidos la reprografía y el tratamiento
informático, así como la distribución de ejemplares mediante alquiler
o préstamo públicos.
ISBN: 978-84-9838-599-1
Depósito legal: B-12.923-2014
1ª edición, octubre de 2014
Impreso en China por C&C Offset Printing Co., Ltd
Carta nro. 1
24 de enero
1960.
MIS SCONES
DE LA REINA ISABEL II A DWIGHT
D. EISENHOWER, PRESIDENTE DE
ESTADOS UNIDOS
24 de enero de 1960
En 1957, con cinco años de reinado a sus espal­
das, la reina Isabel II visitó por primera vez Esta­
dos Unidos en calidad de jefa de Estado, invitada
por el entonces presidente Dwight D. Eisen­hower.
La soberana devolvió el favor dos años más tarde,
en agosto de 1959, cuando recibió a Eisenhower y
su esposa, Mamie, en el castillo de Balmoral, Es­
cocia, una magnífica y extensa propiedad privada
de la familia real desde 1852. Nadie sabe qué su­
cedió, de qué se habló tras esas puertas cerradas;
en cambio, sí sabemos a ciencia cierta que el pre­
sidente Eisenhower se dejó seducir hasta el ena­
moramiento por los scones, los bollitos de su
majestad. Tanto, de hecho, que, cinco meses des­
pués de servírselas, ella le envió con cierto retra­
so una carta que incluía su receta personal.
PALACIO DE BUCKINGHAM
Estimado señor presidente:
Al ver una fotografía suya en el periódico de hoy, asando codornices ante una
barbacoa, me he acordado de que no llegué a enviarle la receta de los scones que le
había prometido en Balmoral.
Me apresuro a hacerlo ahora, con la esperanza de que el resultado le parezca
satisfactorio.
Aunque las cantidades están pensadas para 16 personas, cuando el número es
menor yo acostumbro reducir la cantidad de harina y leche, pero empleo los demás
ingredientes tal y como se especifican.
Alguna vez he probado a utilizar miel de caña o melaza en lugar de sólo azúcar
y también quedan muy bien.
Creo que es preciso batir la mezcla a conciencia durante la preparación y no
dejarla reposar demasiado antes de cocinarla.
Hemos seguido con sumo interés y gran admiración su formidable travesía
por tantísimos países, pero creemos que en nuestros futuros viajes ya no podremos
volver a afirmar que nos hacen trabajar demasiado.
Recordamos con gran placer su visita a Balmoral, y confío en que la fotografía
sirva de recordatorio del día feliz que pasaron con nosotros.
Con mis mejores deseos para usted y para la señora Eisenhower.
Atentamente,
Isabel R
MENÚ
SCONES
Ingredientes
4 tazas de harina
4 cucharadas de azúcar lustre
2 tazas de leche
2 huevos
2 cucharaditas de bicarbonato de soda
3 cucharaditas de crémor tártaro
2 cucharadas de mantequilla derretida
Batir los huevos, el azúcar y alrededor de la mitad de la leche, añadir la harina
y mezclar bien. Incorporar poco a poco la leche restante a medida que se absorba,
el bicarbonato de soda y el crémor tártaro. Agregar la mantequilla derretida con
movimientos envolventes.
Para 16 personas
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mis scones
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Carta nro. 3
DELE CUERDA AL RELOJ
DE E. B. WHITE AL SEÑOR NADEAU
30 de marzo de 1973
El escritor E. B. White ganó numerosos premios
a lo largo de su vida, y con razón. Nacido en 1899,
fue uno de los mejores ensayistas de su tiempo
y escribió infinidad de influyentes artículos para
las revistas The New Yorker y Harper’s; en 1959
figuró como coautor de la edición ampliada de
Los elementos del estilo, que tuvo una excelente
acogida y ventas multimillonarias. Escribió libros
para niños que se han convertido en clásicos,
tales como Stuart Little y La telaraña de Carlota.
De su pluma también salieron cientos de cartas
maravillosas.
En marzo de 1973 escribió la siguiente respuesta,
formalmente perfecta, a un tal señor Nadeau,
que pedía su opinión acerca de lo que él conside­
raba un sombrío futuro para la especie humana.
North Brooklin, Maine
30 de marzo de 1973
Apreciado señor Nadeau:
Mientras exista un hombre íntegro, mientras exista una mujer compasiva,
cabrá la posibilidad de que el contagio se extienda y el panorama no sea desolador.
La esperanza es lo único que nos queda cuando corren malos tiempos. El domingo
por la mañana me levantaré a darle cuerda al reloj; ésa será mi contribución al orden
y la perseverancia.
Los marineros tienen una expresión para el tiempo: dicen que el tiempo es un
gran farolero. Supongo que eso mismo se puede decir de nuestra sociedad humana:
es posible que todo parezca oscuro, pero entonces se abre un claro entre las nubes y
todo cambia, a veces de manera bastante repentina. Es obvio que la especie humana
ha convertido en una ruina la vida en este planeta. Sin embargo, como pueblo cabe
que llevemos mucho tiempo abrigando semillas de bondad que esperan germinar
en condiciones adecuadas. La curiosidad del hombre, su constancia, su inventiva,
su ingenuidad lo han metido en un buen lío. Sólo podemos confiar en que esos
mismos rasgos le permitan salir a rastras de él.
Agárrese a su sombrero, agárrese a la esperanza. Y dele cuerda al reloj, porque
mañana será otro día.
Atentamente,
E. B. White
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DELE CUERDA AL RELOJ
Reina de Escocia
8 de febrero de 1587
Señor mi cuñado, ha sido voluntad de Dios, en pago de mis pecados, según creo,
que pese a haberme sometido al poder de la reina, mi prima, bajo cuyo yugo tanto
he sufrido & soportado durante casi veinte años, finalmente haya sido condenada
a muerte por ella & sus estados. He solicitado los papeles que se me habían
arrebatado para poder redactar mi testamento, mas no he conseguido recuperar
nada que me fuera de utilidad, u obtener siquiera permiso para redactar mi
testamento libremente o para que, a mi muerte, como sería mi deseo, mi cuerpo
sea trasladado a vuestro reino, donde tuve el honor de ser reina, vuestra cuñada
& antigua aliada.
Hoy, después de cenar, me han dado a conocer la sentencia: me van a ejecutar,
como a un criminal cualquiera, a las ocho de la mañana. No he tenido tiempo de
daros cumplida cuenta de todo lo que ha sucedido, mas si escucháis a mi médico
& a mis otros desventurados sirvientes, averiguaréis la verdad & sabréis que, gracias
a Dios, desprecio la muerte & juro que acudo a su encuentro libre de toda culpa,
por mucho que me sometan. Mi fe católica y la reivindicación de mi derecho divino
al trono inglés son los motivos por los que me condenan, y sin embargo no se me
permite decir que muero por la religión católica, sino por miedo a que interfiera en
la suya. Prueba de ello es que se han llevado a mi capellán y, aunque se encuentra
en el lugar, no se le ha concedido permiso para acudir a oírme en confesión y
administrarme los últimos sacramentos, si bien no dejan de insistir en que sea
su pastor, a quien han hecho venir a tal efecto, quien me consuele & instruya. El
portador de esta carta & sus acompañantes, en su mayoría súbditos vuestros, darán
testimonio de mi conducta en esta última hora. Sólo me resta pediros, cristianísima
majestad, cuñado mío & viejo aliado que tanto amor habéis profesado por mí, que
deis prueba de vuestra bondad aliviándome por caridad de un cargo de conciencia
que sin vuestra ayuda no podría afrontar y que es el pago de los salarios que se
deben a mis desventurados sirvientes. Del mismo modo os ruego que ofrezcáis
a Dios vuestras plegarias por una reina que ostentó el título de Cristianísima y
muere siendo católica, despojada de todas sus posesiones. En cuanto a mi hijo, os
lo encomiendo a vos en tanto así lo merezca, pues no puedo responder por él. Me
he tomado la libertad de enviaros dos piedras preciosas para que protejan una salud
que os deseo perfecta, así como una vida larga & dichosa. Aceptadlas de vuestra
cuñada, que os quiere y que, al morir, da fe del afecto que os profesa. Una vez más
os encomiendo a mis sirvientes. Dad orden, si os place, de que, por mi alma, parte
de lo que me debéis sea pagado, & de que, por Jesucristo, a quien rezaré por vos
mañana cuando muera, me reste lo suficiente para celebrar una misa de aniversario
& repartir las pertinentes limosnas. Miércoles, a las dos de la madrugada.
Vuestra más afectuosa y leal cuñada
María R
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ME VAN A EJECUTAR
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