EL SUEÑO

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EL SUEÑO
El sueño, junto a la alimentación, es uno de los temas que más preocupan en la crianza de un hijo.
A dormir plácidamente se le tiene que enseñar y el niño lo debe aprender.
En el recién nacido, la frecuencia con que se debe dar el pecho o el biberón no deja mucho margen para el sueño sin
interrupción. A partir de los 5 meses, la mayoría de los bebes duermen toda la noche (al menos unas 8h.), tanto en el caso de
la lactancia materna como en la artificial; o al menos deberían hacerlo, ya que a partir de esa edad no necesitan alimentarse
tan a menudo. Para conseguirlo hay varios aspectos y consejos que debemos tomar en cuenta.
RITMO Y HORARIO:
Las horas que necesita dormir un niño van disminuyendo a lo largo del primer año: El recién nacido no distingue entre el
día y la noche, suele dormir entre 18-20 horas al día con interrupciones frecuentes para comer; y sigue así hasta los 3 meses
de vida. En realidad a los padres les parecerá que el niño pasa la mayor parte de la jornada mamando o durmiendo, y es él
quien marcará la pauta del día (y la noche) en función de sus necesidades. En el momento en que se reducen Las tomas
nocturnas (a partir del 3º o 4º mes aproximadamente), la pauta de sus actividades va adquiriendo un ritmo más constante:
pasa más tiempo despierto y se reducen las horas de sueño. El sueño nocturno se prolonga entre 5 y 9 horas y hace 3-4
siestas por el día. A partir del 6º mes el niño debe tener un ritmo de comidas y sueño bien establecido. Es capaz de dormirse
solo a oscuras durante 11 o 12 horas seguidas y volverá a conciliar el sueño si se despierta por la noche.
Ayúdale a distinguir lentamente la diferencia entre el día y la noche. De noche duerme en su cuna a oscuras y sin ruidos y
si se despierta para comer, le darás el pecho o biberón sin encender todas las luces (con una luz tenue) hablando lo
imprescindible y en voz baja, lo mismo harás si debes cambiar el pañal.
De día, puede dormir en el cochecito o en su habitación, pero con más luz y con los ruidos habituales de la casa y entorno
a esas horas. Cuando esté despierto dedícale atención suficiente y estimúlalo.
El total de horas que necesita de descanso (entre las de la noche y la siesta) varían de un niño a otro. La mejor manera de
comprobar si tu hijo duerme lo suficiente es ver si parece cansado durante el día, si bosteza, si está irritable, si cabecea
cuando mira un cuento o en otros momentos de tranquilidad de su rutina diaria. Si es así lo más probable es que no esté
durmiendo lo suficiente.
A partir del año duerme por las noches 13 horas y conserva la siesta después de comer.
DONDE DEBEN DORMIR LOS NIÑOS:
En los tres primeros meses de vida en los que el niño se despierta para comer por la noche, puede dormir en la habitación
de los padres para hacer más fáciles las tomas nocturnas. Debe dormir siempre en su cuco o cuna. Hacia el 3º - 4º mes,
cuando empiece a dormir más tiempo seguido sin comer por la noche, pondremos la cuna en la que vaya a ser su habitación
para acostumbrarle a dormir solo. El traslado a una habitación propia (o compartida con un hermano mayor) no debe
retrasarse mas allá de esta edad porque cuanto más crecido esté el bebe, más se dará cuenta del cambio y protestará más
enérgicamente. Una vez hecho el traslado, no se te ocurra llevarte al bebe a la habitación cada vez que proteste. En cambio,
meterlo en tu cama si puede convertirse ocasionalmente en un pequeño juego al despertarse, por ejemplo los días que no
hay que ir a trabajar. Cuando ya no duerma en la cuna y pueda bajar de la cama es posible que te haga alguna visita por su
cuenta (por las mañanas); se tolerante, pero asegúrate de que entiende que no debe hacerlo cada día. Si acude por la
noche, llévalo de nuevo a su cama que es donde el niño debe dormir.
Le pasaremos a la cama cuando se encuentre incomodo en la cuna por su tamaño y para estar tranquilos usaremos
barandillas de seguridad. Si te preocupa que se destape y se quede frío ponle en invierno un pijama-manta que le abrigará y
le permitirá moverse con libertad. En verano no es necesario abrigarle demasiado.
LAS SIESTAS:
Un niño pequeño gasta una enorme cantidad de energía y necesita descansar. Que duerma toda la noche de un tirón no
significa que no tenga que dormir durante el día. Aproximadamente a partir de los 5-6 meses de edad, cuando ya descanse
sus horas seguidas por la noche, todavía necesitara 2-3 siestas durante el día. Más adelante será cuestión de calibrar sus
necesidades para dejarlo dormir solo una vez al día. Es difícil aconsejar cuando se debe tomar esta decisión, pero los padres
se darán cuenta enseguida cuando vean que a su hijo empieza a costarle coger el sueño a la hora de la siesta o por la
noche. Esta es una señal inequívoca de que seguramente está preparado para un poco mas de acción durante el día. Pero
cada niño es diferente, unos necesitan dormir más y otros menos.
El mismo criterio se puede aplicar a la siesta de la tarde (la que suele durar más), que la mayoría de los niños necesitan
hasta los 3 años de edad y otros hasta los 6 años.
COMO DEBEMOS ENSEÑAR A UN NIÑO A DORMIR:
El primer año es fundamental para la prevención de los problemas del sueño: Es en esta época cuando se debe establecer
una conducta de sueño correcta. Al igual que se enseña al niño a comer debemos enseñarle a dormir. Los bebes y los niños
son poco amantes de las sorpresas en sus rutinas diarias. Para enseñar al niño a dormir correctamente, debemos establecer
una rutina alrededor de la hora de irse a dormir. Seguiremos una serie de pasos.
Primero hay que establecer un horario razonable para acostarse por la noche; las 9 de la noche puede ser una buena
hora.
Los minutos anteriores antes de irse a la cuna o la cama, deben ser agradables y tranquilos para el niño. Este será un
tiempo para compartir exclusivamente con tu hijo y debes prestarle toda tu atención y calma. Le puedes bañar antes o
después de la toma (el baño es una de las mejores oportunidades para que el niño se relaje), le contarás un cuento o
cantarás una nana o canción suave, jugarás tranquilamente un ratito con él, le darás un masajito…
Le dejarás en su cuna cuando esté todavía despierto, con su peluche, juguete preferido, mantita, etc. y si aún usa
chupete se lo dejarás cerca para que pueda encontrarlo sin dificultad. Si se despierta por la noche lo encontrará siempre a su
lado y se sentirá seguro y acompañado y volverá a dormirse sin ayuda.
Apaga la luz y deja sólo una iluminación tenue en la habitación o fuera de ella, para que la oscuridad no sorprenda al
bebe y para facilitar tu acceso a la habitación cuando tengas que ir a verlo en plena noche.
Hacer siempre las mismas cosas permitirá que el niño las relacione con la hora de irse a la cama y dormir.
En ningún caso suprimas este ritual como castigo a algo que haya hecho mal durante el día. Esto es una rutina que debes
mantener siempre.
Aunque el niño llore, debéis estar seguros y confiar en que es lo mejor para él. Entra y tranquilízalo (para que sepa que
estás cerca) pero no lo cojas en brazos.
Los primeros meses son los más difíciles para los padres y pueden surgir dudas si el niño toma el pecho o tiene cólicos del
lactante. La lactancia materna es el mejor alimento para el niño. En general se recomienda que, al principio, tome cuando
quiera, lo que en ocasiones supone que cada vez que el niño llora se le pone al pecho. Es importante saber que no siempre
que un niño llora tiene hambre, aunque si te lo pones chupe y trague. Muchas veces el pecho puede acabar sustituyendo al
chupete. A partir de los 6 meses, es muy importante dormir bien y sin interrupciones, y no son necesarias las tomas
nocturnas.
Los niños con cólicos del lactante pueden llorar por la noche, aunque en general, es un llanto que empieza ya por la tarde y
se prolonga hasta la madrugada. Además hay dos diferencias muy importantes con el llanto del niño con problemas de
sueño: es muy difícil de consolar a un niño con cólico y desaparece entre el 3º y 4º mes, periodo en que pueden comenzar
los problemas del sueño.
DESPERTARES NOCTURNOS:
Cuando un bebe es pequeño, la posibilidad de que los padres duerman de un tirón toda la noche es muy remota. Incluso
en las casa de niños mas dormilones, no es raro que uno se tenga que levantar por la noche por culpa de una pesadilla, por
agua, etc. Pero una cosa son las excepciones y otra distinta, es que los despertares sean la norma.
- Si el bebe parlotea o protesta, espera un momento por si vuelve a dormirse solo. No hace falta correr a la habitación a la
primera porque puede que al llegar a ella todo este en calma de nuevo.
- Si llora, acude para comprobar que no le pasa nada (que esta mal colocado en la cuna, que tenga frío o calor o que no se
encuentre bien). Una caricia tranquilizadora puede ser suficiente para calmarlo. Si te parece imprescindible cogerlo en brazos
porque esta agitado, acúnalo brevemente. Cuando deje de llorar a lágrima viva, vuelve a ponerlo en la cuna, dale las buenas
noches y sal de la habitación.
- Si arranca a llorar de nuevo, espera un poquito y vuelve a repetir la misma operación, manteniendo siempre la calma y
suavidad en tus gestos, así como la forma de hablarle. Debes ser firme en tus acciones pero nunca gritarle o reprenderle.
- Si se repite el mismo episodio de llanto, vuelve a la habitación del niño y sigue el mismo sistema que has empleado antes
para intentar calmarlo, pero evita cogerlo en brazos, a no ser que el bebe esté excepcionalmente agitado. Sigue la misma
pauta una y otra vez, con intervalos de espera ligeramente superiores hasta que se duerma. Normalmente si te mantiene fiel
a esta rutina, se suele acabar con el problema al cabo de unos días.
- En cualquier caso, evita llevarlo a tu habitación o darle de comer a medianoche para calmarlo, porque si no cada vez que
se despierte esperará que hagas lo mismo y no cogerá bien el habito del sueño.
Ten presente que, a medida que el niño se hace mayor, es normal que pase etapas en las que sea más difícil conciliar el
sueño. Se da más cuenta de todo y le apasiona explorar el entorno, tu compañía, los cuentos, los juegos… Habrá días en
que parecerá que no se le acaban las pilas y que aguantará despierto más que tu, pero es importante mantener la rutina y
coherencia en las respuestas de quienes lo llevan a dormir, ya sea la madre, el padre o la canguro.
Reservar una actividad que le interese justo antes de ponerlo a dormir (la lectura de un cuento es una excelente opción)
hará que tenga más ganas de irse a su habitación y empezar a prepararse para meterse en la cama (lavar los dientes, poner
un pañal limpio, el pijama, abrazar a su juguete o manta preferida) y lo mentalizará para el descanso.
LA CUNA:
El bebe dormirá en ella hasta los 3 años de edad, así que conviene que sea cómoda y segura. Es fundamental que el
colchón no sea excesivamente blando, que el niño no duerma demasiado abrigado y que los barrotes no supongan un riesgo.
Los protectores para los barrotes no son necesarios hasta que el bebe empiece a moverse más vigorosamente y sirven
para que no se haga daño al chocar con los lados de la cuna. Cuando los coloques asegúrate de que quedan bien sujetos
(para que el niño no pueda quedarse aprisionado) entre el protector y los barrotes) y que las cintas de sujeción no cuelgan
demasiado una vez atadas. El paso del moisés a la cuna es un buen momento para instalar al bebe en su propia habitación y
así que salga de la de sus padres.
LA ROPA:
Durante el primer año de vida es mejor evitar el uso de edredones. Sabanas y mantas son la mejor opción, porque dan la
posibilidad de añadir o quitar capas según la temperatura y así evitar que el niño este abrigado con exceso. La temperatura
ideal para su habitación oscilara entre los 21 y 24ºC
La ropa de la cama debe de estar bien sujeta por el extremo de los pies para evitar que el niño, con sus movimientos,
pudiera quedar totalmente tapado. Al principio, cuando el bebe sea pequeño en relación con el tamaño de la cuna, colócalo
en el medio, con la ropa de abrigo a nivel de las axilas para evitar que se pierda cuna abajo.
Pasadas las primeras semanas en las que el bebe no regula aun bien su temperatura corporal, se debe procurar no abrigar
en exceso al niño.
Si la habitación está a una temperatura adecuada (no por debajo de los 18ºC en invierno), un body como ropa interior y un
pijama con pie, mas la ropa de la cama, serán suficientes durante los meses fríos para que el niño esté cómodo. Que tenga
los pies tapados es importante porque cuando empiece a moverse seguramente acabara destapado por la noche.
DE LA CUNA A LA CAMA:
Es difícil recomendar la fecha ideal para que el niño pase de dormir en la cuna a una cama normal. En la toma de esta
decisión influyen: el tamaño del niño (llegará un momento en que chocará constantemente contra los barrotes) y su habilidad
para salir de la cuna: El riesgo de que se pueda hacer daño al encaramarse a los barrotes forzará la decisión del cambio.
Si su nueva cama no está a ras del suelo, puedes utilizar unas barreras provisionales para que no se caiga. Después, al
cabo de un tiempo, las podrás retirar. Otra opción es poner cojines en el suelo o una colchoneta para evitar que se lastime si
se cae. Comprueba que no hay cantos afilados, de muebles, contra los que se pueda dañar.
Con barreras de seguridad o no, lo que sí descubrirá el niño tarde o temprano es que puede salir de la cama cuando
quiera, por lo que es previsible que durante las primeras noches del cambio, haga varios viajes fuera de la cama o la
habitación antes de quedarse dormido o que, si se despierta a media noche decida ir de visita a vuestra habitación. Ten
paciencia y aplica el mismo sistema que utilizaste para enseñarle buenas costumbres para dormir. Llévalo a su cama, dale
las buenas noches y dile que ahora toca descansar. Procura no caer en la tentación de dejarle dormir en tu cama durante
esta etapa porque después te será muy difícil convencerlo de que se quede en la suya.
Considerando que el niño se puede mover a sus anchas por su habitación y por la casa cuando tú no puedas supervisarlo,
revisa nuevamente las medidas de seguridad de lo que queda al alcance del niño (enchufes, puertas, ventanas, escaleras,
productos de limpieza…)
Si necesitas la cuna para un hermano que está a punto de llegar es mejor hacer el cambio con tiempo, antes de que nazca
el bebe para que tu hijo mayor no se sienta que se le echa fuera a favor del más pequeño de la casa. Por otro lado, cuando
se instale en su nueva cama, intenta que él lo perciba como un paso de que se está haciendo mayor.
CUAL ES EL TRANSTORNO DEL SUEÑO MÁS FRECUENTE EN LOS NIÑOS:
El insomnio por hábitos incorrectos es el problema del sueño más frecuente en los niños. Afecta a niños de 6 meses a 5
años. Estos niños nunca han dormido bien, les cuesta dormirse, se despiertan por las noches muchas veces y no pueden
dormirse solos sin ayuda. Como el niño se duerme y se despierta por la noche los padres intentan muchos trucos diferentes
para que duerma; por ejemplo le duermen meciéndole en brazos, le ponen la tele, le pasean en cochecito, se meten con él
en la cama, etc. De esta forma, el niño relaciona la hora de dormir con lo que se le hace: mecerle-dormir, cochecito-dormir…,
y cada vez que se despierte por la noche pedirá que le mezan, le paseen, etc., estableciéndose un circulo vicioso que se
puede prolongar hasta que el niño sea mayor y el problema más difícil de resolver.
CUAL ES EL TRATAMIENTO DEL INSOMNIO INFANTIL:
El único tratamiento del insomnio infantil es enseñar de nuevo al niño a dormir partiendo de cero. El objetivo es que concilie
el sueño sin ayuda y si se despierta por la noche vuelva a dormirse sin problemas. Los medicamentos no son seguros ni
eficaces en niños. El tratamiento debe iniciarse lo más pronto posible desde los 6 meses porque cuanto más mayor es el niño
es más difícil realizarlo.
Tanto el padre como la madre deben implicarse para establecer la rutina para la hora de acostarse. La persona que cuide
al niño debe mantenerse también en esta rutina a la hora de la siesta. Haremos siempre las mismas cosas: le bañaremos, le
daremos de cenar y le acostaremos siempre despierto y a la misma hora, aunque el niño proteste. Podemos leerle un cuento,
hablarle, y si es mayor, explicarle que tiene que dormir, pero debemos marcharnos de la habitación siempre con el niño
despierto. Si llora al dejarlo, acudiremos a la habitación, pero nunca de forma inmediata de forma que iremos alargando el
tiempo que tardamos en volver junto al niño: inicialmente 3 minutos, luego 5, 7, 9, 12… y así sucesivamente. Cada vez que
acudamos junto al niño hay que hablarle, acariciarle, intentar tranquilizarle, pero aunque siga llorando no hay que cogerlo, y
hay que volver a salir de la habitación. Lo normal es que el niño llore desconsoladamente y nos dé mucha pena, pero si se
realiza correctamente en 2 ó 3 semanas se pueden obtener resultados. El niño se da cuenta que con esta actitud no
consigue nada y la va abandonando. La clave del éxito es que los padres crean en lo que están haciendo, tengan paciencia,
y transmitan seguridad a sus hijos.
Mª Carmen Montagud Carda /Guillermo Juan Porcar/ Maite López Leibar. C. S. Vall d’Alba y Benlloch (CS). Actualización: 01.04.2013
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