Corredor de fondo, sin prisa por llegar atento siempre de llegar a tiempo. Solitario héroe de caminos solitarios, forjando el músculo vital del esfuerzo en cada zancada, rompiendo el aire en mil respiraciones acompasadas. Creador de senderos que no permanecen más que en el cansancio de quien les asume. Libre de ir hacia adelante sin estímulos ajenos que le desindividualicen talla día a día su meta en la fragua candente de la voluntad. Y no acaba nunca de situarla, sólo el horizonte le limita. Consciente de correr para sí no busca más aplauso que el propio. Ha desconchado su cuerpo del abandono al que están abocados todos los cuerpos débiles, con el cincel de sus piernas y un corazón perenne navegando entre el desaliento. Recorre el mundo y el mundo se engarza en su trote de soledad abnegada. No se sabe quién va hacia quién: si el hombre hacia la tierra de la que surgió o la tierra a alfombrar los pies de quien posó sobre ella la primera huella de vida. Y será él, corredor de fondo, merecido portador del sello del hombre blandiendo la fatiga de existir con el esfuerzo de ser. Pasará pedaleando polvo y vacío y recortando de perfil el paisaje.