LOS RECURSOS LITERARIOS. ACTIVIDADES Identifica los

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LOS RECURSOS LITERARIOS. ACTIVIDADES
Identifica los recursos literarios utilizados en los siguientes textos:
Fragmentos literarios:
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“Antes que lo que hoy es rubio tesoro / venza a la blanca nieve su blancura: / goza, goza el
color, la luz y el oro.” (Luis de Góngora)
“–¿Éste es conde? –Sí, éste esconde la calidad y el dinero.” (Juan Ruiz de Alarcón)
“Lo bueno, si breve, dos veces bueno” (Baltasar Gracián)
“Los dos ríos de Granada / bajan de la nieve al trigo” (Federico García Lorca)
“y déjame muriendo / un no sé qué que quedan balbuciendo.” (San Juan de la Cruz)
“solo advierto / este rústico desierto / donde miserable vivo, / siendo un esqueleto vivo, /
siendo un animado muerto” (Calderón de la Barca)
“Hay un palacio y un río, / y un lago y un puente viejo, / y fuentes con musgo y hierba” (Juan
Ramón Jiménez)
“Al que, ingrato me deja, busco amante, / al que amante me sigue, dejo ingrata” (Sor Juana
Inés de la Cruz)
“Juventud, divino tesoro, / ¡ya te vas para no volver!” (Rubén Darío)
“Pidió las llaves a la sobrina del aposento” (Miguel de Cervantes)
“Una risa, unos ojos, unas manos / todo mi corazón y mis sentidos / saquearon” (Francisco de
Quevedo)
“Cuando estés recién muerto, / aún con la tibia tibia” (Gloria Fuertes)
“amarilla dulzura” (Octavio Paz)
“Por una mirada, un mundo; / por una sonrisa, un cielo; / por un beso… yo no sé / qué te diera
por un beso.” (Gustavo Adolfo Bécquer)
“La guitarra es un pozo / con viento en vez de agua” (Gerardo Diego)
“El hombre imaginario / vive en una mansión imaginaria / rodeado de árboles imaginarios / a la
orilla de un río imaginario” (Nicanor Parra)
“El oro temeroso del avaro” (Felipe Benítez Reyes)
“por ti la verde hierba, el fresco viento, / el blanco lirio y colorada rosa / y dulce primavera
deseaba.” (Garcilaso de la Vega)
“El olor de las peluquerías me hace llorar a gritos” (Pablo Neruda)
“Vivo sin vivir en mí, / y tan alta vida espero, / que muero porque no muero” (Santa Teresa de
Jesús)
“Lo que dice la piedra / sólo la noche puede descifrarlo” (José Emilio Pacheco)
“No digáis que la muerte huele a nada, / que la ausencia de amor huele a nada, / que la
ausencia del aire, de la sombra huelen a nada” (Vicente Aleixandre)
“Nunca en el abril lluvioso / halles yerba en verde prado” (Lope de Vega)
“Fuerte es la Parca, pero tú más fuerte” (Gabriel Bocángel)
“Ojos, oídos, pies, manos y boca, / hablando, obrando, andando, oyendo / serán del mar de
Dios cubierta roca” (Francisco de Aldana)
“Le salió una calumnia en lugar de una columna” (Manuel Rivas)
“y dicen tristezas, / tristezas de amores / de antiguas leyendas” (Antonio Machado)
“Piensa el sentimiento, siente el pensamiento” (Miguel de Unamuno)
“Tenía la nariz aguileña, los dientes muy blancos, los ojos negrísimos, de extraña expresión; la
piel oscura, y el pelo, como decían los autores románticos, del color del ala del cuervo.” (Pío
Baroja)
Lengua coloquial:
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Poner la cabeza como un bombo.
Ser tan virgen como la madre que la parió.
Estar hecho un mar de lágrimas.
Ser un marrano.
Eso no es muy inteligente de tu parte.
Ganar el pan.
Canciones:
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“Por ti contaría la arena del mar / por ti yo sería capaz de matar” (“Te lo juro yo”, de Rafael de
León y Manuel de Quiroga)
“La más señora de todas las putas / la más puta de todas las señoras” (“Una canción para la
Magdalena”, de Joaquín Sabina)
“Volver / con la frente marchita / las nieves del tiempo / platearon mi sien” (“Volver”, de Carlos
Gardel)
“Tanta tinta tonta / que te atenta / y que te atonta” (“Tanta tinta tonta”, de Estopa)
Eslóganes publicitarios:
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“Obra social La Caixa, el alma de La Caixa.”
“No compre su televisión sin ton ni son, compre un Thomson.”
“¿Cueces o enriqueces?” (Avecrem Gallina Blanca)
“Le enseñamos un Golf GTI por delante, porque siempre lo ve por detrás.”
“Ahora, para encender la llama de la pasión, se necesita poco combustible” (Renault Clío)
“Dientes limpios, dientes felices” (Oral B)
Explica los principales recursos literarios que aparecen en los siguientes fragmentos literarios:
–¡Oh, Amor, cuántas y cuáles son tus fuerzas, cuántos tus consejos y cuántas tus invenciones! ¿Qué
filósofo, qué artista podría nunca mostrar esa sagacidad, esa invención, ese razonamiento que inspiras
tú súbitamente a quien tus huellas sigue? De cierto que la doctrina de cualquier otro es torpe con
relación a la tuya, como puede comprenderse muy bien en las cosas antes mostradas, a las cuales,
amorosas señoras, añadiré una realizada por una mujercita tan simple que no sé quién sino Amor pudo
mostrársela.
Decamerón, de Giovanni Boccaccio.
JULIETA– ¡Qué alma de serpiente en su cara florida! ¿Cuándo un dragón guardó tan bella cueva?
¡Hermoso tirano, angélico demonio! ¡Cuervo con plumas de paloma, cordero lobuno! ¡Ser despreciable
de divina presencia! Todo lo contrario de lo que parecías, un santo maldito, un ruin honorable. Ah,
naturaleza, ¿qué no harías en el infierno si alojaste un espíritu diabólico en el cielo mortal de tan grato
cuerpo? ¿Hubo libro con tal vil contenido y tan bien encuadernado? ¡Ah, que el engaño resida en palacio
tan regio!
Romeo y Julieta, de William Shakespeare.
En vano tiendo mis brazos hacia ella, por la mañana, cuando amanezco en medio de agitados sueños; en
vano la busco de noche en mi lecho después de que la tierra, dichosa e inocente, me ha engañado en
sueños como si estuviera sentado a su lado en el prado, cogiéndola de la mano y cubriéndola de miles de
besos. ¡Ay! Cuando luego, aún medio dormido, la busco a tientas y, en ésas, termino de despertarme…
un mar de lágrimas brota de mi corazón angustiado y, sin consuelo, lloro ante la visión de un lúgubre
futuro.
Las penas del joven Werther, de Johann Wolfgang von Goethe.
¿Sabe una cosa? Es peligroso pasear conmigo. Con frecuencia siento un deseo irreprimible de pegarle, de
desfigurarla, de asfixiarla… ¿Qué espera, que no lo haga? Usted me saca de quicio. ¿Cree que temo el
escándalo? ¿O su ira? ¡Qué me importa a mí su ira! Amo sin esperanzas, y sé que si hago lo que digo, la
amaré mil veces más. Y si algún día la mato, también tendré que matarme yo. Pero me mataré lo más
tarde posible, para poder saborear, sin usted, este dolor insoportable.
El jugador, de Fiódor Dostoievski.
¡Alma mía, contémplalos! ¡Son en verdad espantosos!
A maniquíes iguales, vagamente ridículos;
semejan a sonámbulos distintos y terribles
lanzando a alguna parte sus globos tenebrosos.
“Los ciegos”, Las flores del mal, de Charles Baudelaire.
¿Era este todavía el padre? ¿El mismo hombre que yacía sepultado en la cama, cuando, en otros
tiempos, Gregor salía en viaje de negocios? ¿El mismo hombre que, la tarde en que volvía, le recibía en
bata sentado en su sillón, y que no estaba en condiciones de levantarse, sino que, como señal de alegría,
sólo levantaba los brazos hacia él? ¿El mismo hombre que, durante los poco frecuentes paseos en
común, un par de domingos al año o en las festividades más importantes, se abría paso hacia delante
entre Gregor y la madre, que ya de por sí andaban despacio, aún más despacio que ellos, envuelto en su
viejo abrigo, siempre apoyando con cuidado el bastón, y que, cuando quería decir algo, casi siempre se
quedaba parado y congregaba a sus acompañantes a su alrededor?
La metamorfosis, de Franz Kafka.
Tom hizo que su imaginación se encargase de poblar aquellos lugares con hombres y mujeres vestidos de
etiqueta que descendían la amplia escalinata del Gran Casino de Montecarlo, de gentes ataviadas con
alegres bañadores, como en una acuarela de Dufy, que paseaban bajo las palmeras del paseo de los
Ingleses, en Niza. Gentes..., americanos, ingleses, franceses, alemanes, suecos, italianos. Amores,
desengaños, peleas, reconciliaciones, asesinatos. La Costa Azul le excitaba como ningún otro lugar del
mundo le había excitado al verlo. Y, de hecho, era tan exigua: una simple curva en la costa mediterránea
cuajada de nombres maravillosos, engarzados como cuentas en un collar... Toulon, Fréjus, St. Rafael,
Cannes, Niza, Mentón y, finalmente, San Remo.
El talento de Mr. Ripley, de Patricia Highsmith.
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