0 ÍNDICE INTRODUCCIÓN 2 1. RAÍCES Y CONTEXTO DEL CONFLICTO: 40 años de impunidad 3 De la independencia a las elecciones democráticas 3 El inicio del conflicto 4 2. LOS AÑOS DE GUERRA Y LAS INICIATIVAS DE PAZ 5 Los primeros años de guerra civil 5 Las dificultades de la transición 7 Las negociaciones con los grupos armados: demasiados gallos en el gallinero 8 El proceso electoral y la reconfiguración del mapa político 9 3. LAS FNL, ÚLTIMO OBSTÁCULO HACIA LA PAZ 10 Orígenes e ideología 10 Situación actual 12 4. RETOS Y PERSPECTIVAS DE LA FASE POSTRANSICIÓN 12 Los primeros pasos 12 Retos y riesgos 13 CONCLUSIONES 15 BIBLIOGRAFÍA BÁSICA Y FUENTES CONSULTADAS 16 1 INTRODUCCIÓN 1 El proceso de transición política e institucional que atraviesa Burundi, iniciado con la firma del Acuerdo de Paz de Arusha en el año 2000, culminó formalmente durante el año 2005. La aprobación de una nueva Constitución que formaliza el reparto de poder político y militar entre las dos principales comunidades del país, hutus y tutsis, y la celebración del proceso electoral que ha conducido a la formación de un nuevo Gobierno, pueden sentar las bases de futuro para superar el conflicto que padece el país desde 1993 y representar la principal oportunidad para poner fin a la violencia de carácter etnopolítico que afecta al país desde su independencia en 1962. Este proceso ha sufrido numerosos altibajos y dificultades inherentes a la persistencia de la situación de violencia, que aunque se ha ido reduciendo en intensidad debido a la incorporación progresiva de los diversos actores políticos y armados al proceso de paz, continúa afectando diversas partes del país y supone uno de los principales retos que todavía debe afrontar Burundi. Además, la desconfianza acumulada entre los actores políticos, el constante recurso a la violencia para resolver las disputas entre ellos (que ha supuesto centenares de miles de víctimas mortales), la exclusión y el clima de impunidad que ha acompañado estos crímenes y que ha reinado en el país durante los últimos 40 años son importantes trabas difíciles de superar a corto y medio plazo muy presentes y determinantes a la hora de afrontar la nueva etapa abierta tras el proceso electoral. Además, todavía existe un grupo armado de oposición en el país, las FNL de Agathon Rwasa, que a pesar de que ya no supone una amenaza real para la estabilidad del Gobierno, sí que contribuye a que se perpetúe un clima de violencia en determinadas zonas del país. El Gobierno ha continuado impulsando una fuerte ofensiva contra las FNL que está teniendo graves consecuencias para la población civil. Aunque las FNL están dando muestras de voluntad negociadora, todavía no se ha concretado una mesa de negociación entre el Gobierno y las FNL. Sin embargo, la participación de Sudáfrica junto a Tanzania en el proceso y la progresiva implicación del Gobierno burundés, augura unas perspectivas esperanzadoras de cara a resolver uno de los últimos y principales obstáculos hacia la paz. Por otra parte, el previsible clima de tensión y violencia derivado de las elecciones legislativas y presidenciales que se celebrarán en RD Congo el próximo 30 de julio puede ser un factor de desestabilización añadido a la ya de por sí frágil coyuntura burundesa, más aún si cabe ante la exigencia del Gobierno burundés de acelerar la retirada de la misión de mantenimiento de la paz de la ONU en el país (ONUB). El informe se dividirá en cuatro partes. En una primera parte, se analizan los antecedentes que conducen al inicio del último episodio de violencia que ha afectado al país desde 1993. En segundo lugar, se tratará el periodo de violencia y conflicto que conduce al proceso de paz y la fase de transición que ha cristalizado en la formación de un nuevo Gobierno. En tercer lugar se hará un análisis de las FNL, último grupo armado existente en el país. Y en último lugar, se expondrán los múltiples retos abiertos que afronta Burundi para consolidar una paz real y algunas conclusiones preliminares. 1 El informe es resultado de un viaje a Burundi entre octubre y noviembre de 2005 en el que se llevaron a cabo diversas entrevistas con diferentes actores sociales y políticos del país y de la comunidad internacional vinculados al proceso de paz, a la situación política y humanitaria, así como del seguimiento y análisis diario de la coyuntura del país y de la región de los Grandes Lagos que realiza el autor del informe. Por petición expresa de las personas entrevistadas no se han hecho citas ni se han incluido sus nombres. La responsabilidad del contenido de este informe corresponde exclusivamente al autor. 2 1. RAÍCES Y CONTEXTO DEL CONFLICTO: 40 años de impunidad De la independencia a las elecciones democráticas La situación que atraviesa Burundi en su fase actual tiene unos antecedentes históricos que se remontan a la fase de la independencia del país respecto a la potencia colonial, Bélgica, en 1962. La presencia colonial alemana y, principalmente, belga, dejarán una herencia de exacerbación de la discriminación étnica a favor de la comunidad tutsi, cuyos miembros se verán favorecidos en todos los ámbitos (educación, empleo, comercio, administración pública). El partido UPRONA 2 , de carácter nacionalista y lumumbista 3 , representa la oposición al colonizador y dominará el escenario político los siguientes 40 años. El capitán Michel Micombero desplazará a la monarquía (ostentada por el clan de los ganwa 4 , que había jugado un papel de árbitro entre las dos comunidades y había apoyado las tendencias nacionalistas contra la potencia colonizadora) del control del Estado a partir de 1966. Este periodo de 40 años transcurrido desde entonces se encuentra marcado por una cultura política dominada por la violencia para controlar el poder político, militar y económico, que se traduce en tres factores: la sistematización de la violencia entre las élites para controlar el Estado, el recurso a la violencia para resolver las disputas entre ellas y el desarrollo de un fuerte control de la población por parte del Estado. Una de las principales causas profundas de la situación de violencia que tendrá lugar en el país será la exclusión a la que se verán sometidos amplios sectores de la población, y esta exclusión tendrá componentes étnicos, regionales, políticos y de género. A diferencia de la vecina Rwanda (país con el que guarda numerosas similitudes, como la presencia desigual de las dos comunidades, hutus y tutsis 5 ), Burundi siempre ha estado controlada por las élites políticas y militares surgidas de la comunidad tutsi, minoritaria en el conjunto de la población (alrededor del 14%). Los intentos violentos de sectores de la mayoría hutu (85% de la población) para tomar el poder han sido reprimidos con dureza. Sin embargo, existen otros factores de división en el conjunto del país, como son: el campo respecto a la ciudad, la familia, el clan y la región a la que se pertenece, factores que a menudo se sitúan por delante de la etnia a la hora de definir la facción que intentará tomar el poder en detrimento de las otras. Esta violencia se focaliza de forma sistemática 6 hacia los cuadros hutus, es decir, hacia sectores que han tenido acceso a la educación, militares, profesiones liberales, comerciantes, entre otros, con el objetivo de mantener sometida a esta comunidad a los designios de las facciones tutsis que detentan el poder, mientras que la violencia que sufre la población tutsi responde más a actos de venganza incontrolados que a decisiones premeditadas y políticas sistemáticas. Sin embargo, existen diversas versiones sobre esta cuestión. Estos actos de represión de los intentos de toma del poder por la fuerza, principalmente en 1965, 1972 y en 1988, causaron la muerte de unas 350.000 personas, pertenecientes a ambas comunidades, aunque la comunidad hutu es la que sufre más las consecuencias de la violencia. Sin 2 La elite hutu y tutsi del país crea un frente común, la Unión para el Progreso Nacional (UPRONA), para luchar por la independencia del país. Posteriormente en la UPRONA predominarán las elites de la comunidad tutsi, convirtiéndolo en un partido casi monoétnico. 3 Hace referencia al nacionalismo propugnado en la vecina RD Congo por Patrice Lumumba, de corte independentista y panafricanista, a finales de los 50 y principios de los 60. Cabe resaltar, en este sentido, el papel que jugaron la potencia colonial, Bélgica, y EEUU, en frenar la expansión de los nacionalismos no sólo en RD Congo, sino también en Burundi y en Rwanda, para mantener el control de los recursos naturales, principalmente en el caso de RD Congo, y evitar que los tres países cayeran bajo la órbita de la URSS, en el marco de la Guerra Fría. Estos hechos tuvieron una importancia capital en la evolución política y social de la región y en gran parte marcaron el futuro de estos tres países que en la actualidad todavía sufren las consecuencias de esta situación. Aunque existen numerosas versiones al respecto, una de las teorías con más adeptos es que Patrice Lumumba fue asesinado en 1961 por las tropas leales al presidente Tschombe, de la separatista región congolesa de Katanga, con la colaboración del por aquel entonces coronel Joseph Mobutu, futuro dictador del país, y la implicación de Bélgica y de la CIA. 4 Algunos analistas consideran a los ganwa como un clan separado; sin embargo, existe también la teoría de que los ganwa era uno de los clanes que formaban la etnia tutsi, pertenecientes a la aristocracia que se constituyeron en casta separada por encima de las demás etnias. 5 Y la etnia twa, que representa el 1% de la población, es la comunidad originaria de la zona y a la vez la más marginada. 6 Sobretodo a partir del golpe de Estado en noviembre de 1966 perpetrado por Michel Micombero, de la provincia de Bururi, que pone fin a la monarquía y marca el inicio de la militarización y de la subregionalización de la vida política, económica y cultural burundesa. 3 embargo, es claramente a partir de 1972 cuando las FDN (Fuerzas de Defensa Nacional, las FFAA burundesas) se convierten en el actor político central, y su composición gravita hacia la provincia de Bururi, en el suroeste. La facción de Bururi impondrá su poder en los ámbitos político, económico y militar. Esta fecha quedará en la memoria del país como el Ikiza 7 , ya que tras un ataque de sectores de población refugiada hutu en el antiguo Zaire y en Tanzania en abril de aquel año, las FDN desencadenan una masacre que se cobra la vida de más de 200.000 personas en menos de tres meses. Esta masacre, calificada de genocidio del pueblo hutu, provoca que alrededor de 800.000 personas, mayoritariamente hutus, huyan a los países vecinos en busca de refugio, principalmente a Tanzania 8 . La violencia y la impunidad hacia los responsables de los crímenes alimentan el posterior surgimiento del Partido por la Liberación del Pueblo Hutu (PALIPEHUTU) en 1979. A parte de la discriminación directa, existe otra discriminación indirecta llevada a cabo con la persecución de la Iglesia, ya que a finales de los 70 se inicia una campaña de hostigamiento, expulsiones e intimidación destinada, por un lado, a poner fin a los programas de concienciación y de socialización de los que se benefician las masas campesinas, en su mayoría hutus, emprendidos por las Iglesias, y por otro lado, a evitar que la sociedad civil desarrollara centros autóctonos de poder económico. Posteriormente el régimen establecerá una relación entre las actividades religiosas y la rebelión hutu, por lo que varios religiosos y laicos locales y expatriados serán arrestados, encarcelados, algunos torturados, incluso ejecutados, acusados de colaboración con la oposición hutu 9 . El siguiente momento decisivo de la historia reciente del país que forma parte de los antecedentes de la guerra iniciada en 1993, es el golpe de Estado en 1987 perpetrado por el mayor Pierre Buyoya, tutsi de Bururi que lidera el partido UPRONA, y posteriormente, el brote de violencia de agosto de 1988, que se salda con la muerte de alrededor de 5.000 personas, principalmente pertenecientes a la comunidad tutsi de dos comunas del norte del país (Ntega y Marangara) como consecuencia de una insurrección hutu que es reprimida con dureza, cometiendo graves violaciones de los derechos humanos y ejecuciones extrajudiciales. Pierre Buyoya, sin embargo, decreta una ley de amnistía de estos hechos. Nuevamente, la búsqueda de la verdad y el establecimiento de responsabilidades son eludidas, cuestión que provoca que este suceso, junto a otros cometidos en el pasado, sean objeto de interpretaciones divergentes y contradictorias, lo que contribuye a alimentar los antagonismos y el odio, y la amnistía es vista por las víctimas como un mecanismo que bloquea la lucha contra la impunidad. Así, el aparato judicial se verá marcado por su inercia o por su instrumentalización por parte del poder ejecutivo 10 . Con todos estos antecedentes, cualquier partido cuyo discurso gire en torno a la dicotomía hutu-tutsi contará con el apoyo de la población de su propia comunidad. Y así sucede. El inicio del conflicto El Presidente Pierre Buyoya decide proceder a la apertura del régimen 11 con el fin de perpetuarse en él y adopta una nueva Constitución en 1992, elige a un nuevo Primer Ministro hutu y promueve la 7 Cisma, desgracia, calamidad o crisis en kirundi, la lengua burundesa. A partir de este año, el etnocidio y la discriminación sistemática de los hutu, por un lado, y la negación de la existencia de las etnias, por otro, se convierten en los pilares de una política llevada a cabo por los diferentes regímenes tutsi en el país. 8 Aunque la comunidad tutsi también es víctima de los ataques, como consecuencia de actos de venganza, principalmente en Ngozi, en el norte del país. 9 Bizimana, L., en Kabunda Badi, M., Caranci, C. A. (coord.), Etnias, estado y poder en África, Servicio Central de Publicaciones del Gobierno Vasco, marzo de 2005, p. 612. Diversas entrevistas realizadas a miembros de la comunidad religiosa del país confirman dichas aportaciones. 10 Ligue des Droits de la personne dans la région des Grands Lacs, Burundi: Quarante ans d’impunité, junio de 2005, p. 49. 11 Cabe destacar el interesante debate en torno a la existencia de una o varias transiciones en el país, ya que sería difícil de comprender las dificultades del actual proceso de transición burundés sin evaluar las múltiples trayectorias y tentativas políticas de democratización en un contexto de violencia. En este sentido, la existencia de hasta siete tipos de regímenes políticos diferentes en el plazo de 13 años, entre 1992 y 2005, habla por sí solo: En primer lugar, la Constitución de la República de marzo de 1992; segundo, la Convención de Gobierno entre 1994 y 1995; tercero, el Sistema Institucional de Transición de 1996; cuarto, la Transición de 1998 (Acta Constitucional de Transición de 1998); quinto, la Transición post-Arusha de 2001 (Constitución de Transición de octubre de 2001); sexto, la Constitución Interina Post-transición de octubre de 2004; y por último, la Constitución Post-transición de marzo de 2005, vigente en la actualidad. Véase el Rapport du Colloque sur la Transition au Burundi et en République Démocratique du Congo, Observatoire de l’Action Gouvernementale (OAG), 27-28 julio de 2005. 4 creación de partidos y medios de comunicación por presiones internas 12 y como consecuencia de la evolución del contexto internacional, tendente a fomentar procesos de democratización 13 . Este ambiente, junto al apoyo de la comunidad internacional que avala su gestión, propicia la convocatoria de elecciones presidenciales libres para junio de 1993. Sin embargo, el mayor Pierre Buyoya sólo consigue el 32% de los votos, siendo derrotado por el candidato del Frente de los Demócratas de Burundi (FRODEBU), Melchior Ndadaye, hutu del centro del país, con el 64% de los votos. En las legislativas del 29 de junio, estas cifras se ven corregidas y aumentadas: FRODEBU consigue el 71% de los votos, frente al 21% que consigue el partido único UPRONA. En consecuencia, el poder no sólo se desplaza de comunidad, sino también de región, ya que un hecho primordial que caracteriza el nepotismo con el que se ha gobernado el país desde la independencia es el factor clánico y regional, más que la cuestión étnica, aunque no menos importante. La comunidad hutu vota en contra del representante del Estado opresor controlado por la minoría tutsi, juzgada como globalmente responsable de la masacre de 1972. FRODEBU, en cambio, simboliza la liberación y la esperanza para el pueblo (hutu) oprimido. Tras su victoria, Melchior Ndadaye es sometido a una fuerte presión interna por parte de su electorado, alimentado por las ansias de cambio, libertad y revancha después de 30 años sufriendo las consecuencias de la violencia y la opresión ostentada por el poder tutsi, y también externa, por el inicio del retorno de la población refugiada, huida tras las masacres del 1972 y que reclama la restitución de sus tierras, ahora ocupadas por otras personas. A la depuración de cargos de origen tutsi en la administración del Estado seguirá el inicio de la purga dentro del Ejército, símbolo del poder tutsi, hecho que provoca el incremento de la tensión durante el verano de 1993, y los rumores de golpes de Estado empiezan a circular con fuerza. Dentro de las filas de FRODEBU se inician preparativos para defender el poder por las armas, llegado el caso. El 21 de octubre de 1993 se producirá un golpe de Estado por parte de sectores militares vinculados a la comunidad tutsi en el que serán asesinados Melchior Ndadaye y numerosos cargos de FRODEBU. Este hecho desencadenará, en orden progresivo, numerosas masacres de población tutsi en diferentes puntos del país, seguido de las sangrientas represalias por parte de las FDN contra la población hutu, acompañadas de operaciones de limpieza étnica en el marco de las colinas y de los barrios urbanos, hecho que desemboca en la guerra civil de una violencia de grandes proporciones en la que se cometen graves y 14 sistemáticas violaciones de los derechos humanos, causando la muerte de unas 300.000 personas . 2. LOS AÑOS DE GUERRA Y LAS INICIATIVAS DE PAZ Los primeros años de guerra civil Desde el año 1991, el brazo militar del movimiento rebelde hutu PALIPEHUTU, las Fuerzas Nacionales de Liberación (FNL), habían empezado a lanzar ataques a gran escala desde los campos de refugiados situados en la vecina Tanzania, en el este, y también desde la RD del Congo, en el 12 Como por ejemplo, en el episodio de agosto de 1988. Tras recuperar el control de la situación en las dos comunas donde se produjeron las masacres de población tutsi, Pierre Buyoya “consiguió” que la represión de los insurrectos hutus se redujera a estas dos comunas, a pesar de que ciertos núcleos de tutsis eran proclives a ampliar las masacres a Bujumbura. Un grupo de intelectuales hutus redactó una carta abierta al Presidente Buyoya, denunciando la represión a la que fue sometida su etnia, tras la cual la mayoría tuvieron que exiliarse o fueron detenidos y encarcelados. 13 Otros países africanos atravesaron en los mismos años procesos similares al burundés (aunque posteriormente tuvieron desenlaces muy diferentes) celebrando elecciones libres y transparentes que condujeron a la victoria de la oposición, como fue el caso de Nicéphore Soglo en Benin (1992), Pascal Lissouba en Congo (1992), Alpha Oumar Konaré en Malí (1992) y Mahmane Ousmane en Níger (1993). Sin embargo, en otros casos, como en el antiguo Zaire y en Togo, las conferencias nacionales que debieran dar paso a nuevos sistemas políticos fueron interrumpidas por sus respectivos líderes, Mobutu Sese Seko y Gnassingbé Eyadema, que bloquearon sus transiciones y las posibilidades de alternancia, situaciones que posteriormente desembocaron en una espiral de violencia. RD Congo entrará en 1996 en una guerra que todavía sigue abierta, que ya ha causado más de tres millones y medio de víctimas mortales. Por su parte, Togo ha atravesado en el año 2005 una crisis política sin precedentes en el país tras la muerte del histórico dictador, tras 40 años en el poder, y el posterior intento de las FFAA de suplantarlo por su hijo, hecho que desencadenó numerosos incidentes. Su victoria en las controvertidas elecciones en abril de 2005 no fue aceptada por la oposición política, hecho que no augura una evolución positiva de la situación. En el caso de RD Congo, el próximo julio tendrán lugar las elecciones que deberán poner fin a la transición política iniciada en 2003, en medio de una situación de guerra abierta en el este del país. 14 Ligue des Droits de la personne dans la région des Grands Lacs, Burundi: Quarante ans d’impunité, junio de 2005, p. 50 5 oeste. El golpe de Estado de 1993 dará una nueva legitimidad al PALIPEHUTU-FNL, y provocará la emergencia de un movimiento rebelde en el interior del país, el Consejo Nacional para la Defensa de la Democracia (CNDD), y su brazo armado, las Fuerzas de Defensa de la Democracia (FDD) 15 . Los intentos mediadores del representante especial del Secretario General de la ONU en Burundi, Ahmed Ould Abdallah, consiguen en enero de 1994 un precario reparto del poder, pero el 6 de abril del mismo año el nuevo Presidente de Burundi, Cyprien Ntariamira, muere en el mismo avión en el que viajaba junto al Presidente rwandés, Juvénal Habyarimana, tras sufrir un atentado 16 que iba dirigido al Presidente rwandés. El Presidente hutu que le sucederá será depuesto en un nuevo golpe de Estado por las élites militares tutsis en 1996, ante la grave escalada de la violencia, y concederán el poder al anterior jefe de Estado, Pierre Buyoya. Los años posteriores de conflicto se verán marcados por diversos elementos: en primer lugar, el embargo temporal de los países de la región, con consecuencias desastrosas para la economía del país (principalmente, las exportaciones de café) pero que no evita el tráfico de armas. En segundo lugar, la política de reagrupamiento forzado llevada a cabo por Pierre Buyoya, que concentra a más de medio millón de personas en las cinco provincias donde los rebeldes están mejor implantados y que son sometidas a una estrecha vigilancia militar desencadenando una desastrosa crisis humanitaria 17 . Y, en tercer lugar, el inicio de las conversaciones de paz, con dos vertientes: la interna, con la promoción por parte de Buyoya del Partenariado interior por la paz (similar al diálogo que condujo a los acuerdos de enero de 1994), y la externa, con las negociaciones promovidas por el Presidente tanzano, Julius Nyerere, en Arusha. El proceso de Arusha En junio de 1996 se inician los contactos en Arusha, Tanzania, promovidos por el entonces Presidente tanzano, Julius Nyerere, que giran en torno al reparto del poder para poner fin al conflicto armado, tal y como se había planteado en 1994. Además de Tanzania, Naciones Unidas, la UE, Bélgica y EEUU también promueven estas negociaciones. Posteriormente, en 1997 Sudáfrica se embarca en el proceso de negociación. Los principales actores políticos y armados de la escena burundesa presentes en Arusha se agrupan en dos grandes y frágiles alianzas: el G10, conformado por el Gobierno y el sector del partido UPRONA que respalda a Pierre Buyoya, además de una coalición de pequeños partidos tutsis y del partido Parena (dentro de este bloque se crearán nuevas alianzas y oscilaciones entre los apoyos); y el G7, compuesto por los partidos y movimientos representantes de la comunidad hutu, entre los que se encuentran el FRODEBU, y las escisiones del CNDD y del PALIPEHUTU. Sin embargo, los dos principales movimientos rebeldes hutus del país, el CNDD-FDD y las FNL, no están presentes en Arusha. El relevo en diciembre de 1999 del Presidente sudafricano, Nelson Mandela, tras el fallecimiento de Julius Nyerere le dará un nuevo impulso al proceso. Finalmente, en agosto de 2000 las diferentes facciones burundesas alcanzan un acuerdo, conocido como el Acuerdo de Arusha, para establecer un reparto del poder político y una fase de transición de 36 meses, durante la cual gobernarán 18 meses de forma alternativa un Presidente tutsi con un Vicepresidente hutu y posteriormente, un Presidente hutu con un Vicepresidente tutsi. La fase de transición entrará en vigor a finales de 2001. El reparto del poder político, el principal caballo de batalla de las negociaciones, se establece de forma que la cuota de poder político correspondiente a cada etnia (el porcentaje concreto se definirá en el proceso constituyente), no se encuentra adscrita a los partidos políticos sino a la población, por lo que se sientan las bases para superar el control del poder de los partidos políticos etnicistas y se abre el camino a partidos que superen la dicotomía etnicista y tengan un discurso nacional. No 15 Este movimiento es el resultado de una escisión (originada por las disputas por la sucesión del difunto Ndadaye) dentro del FRODEBU liderada por Léonard Nyagoma, que elige la vía militar y el exilio para combatir a las élites tutsis que están ocupando el vacío de poder. 16 Este atentado, cuya responsabilidad la mayoría de investigaciones achacan al grupo armado de oposición tutsi Frente Patriótico Rwandés (que posteriormente ha ostentado el poder hasta la actualidad), fue el desencadenante del genocidio que se cometió en Rwanda y que causó entre medio y un millón de víctimas mortales, principalmente de la comunidad tutsi pero también de sectores moderados de la comunidad hutu. En el genocidio perpetrado por los sectores radicales hutus participaron sectores del PALIPEHUTU-FNL, hecho que contribuyó al fortalecimiento de sus capacidades militares. 17 La operación militar de intentar ahogar la base social de apoyo de los grupos armados reagrupando a la población en campos de desplazados será posteriormente utilizada con idénticas y nefastas consecuencias en el norte de Uganda por el Presidente ugandés, Yoweri Museveni, donde en menos de dos años la población desplazada se multiplicó por tres hasta alcanzar los casi dos millones de personas, provocando una catástrofe humanitaria de grandes proporciones que está causando alrededor de 1.000 víctimas mortales a la semana como consecuencia de la violencia y de las enfermedades. 6 obstante, durante la fase de transición el reparto de poder se configura en base a los partidos políticos existentes, de base étnica. Sin embargo, existen dos factores de crisis que afectan todo el proceso: la grave fragmentación de la escena política burundesa, y la poca representatividad de los actores presentes en las negociaciones, ya que además de la ausencia de los grandes movimientos rebeldes, también faltan a la cita importantes sectores de la población que no están representados por los partidos políticos reunidos en Arusha, que representan a las élites de ambas comunidades, pero que se consideran a sí mismos los interlocutores legítimos representantes de la sociedad civil burundesa. El acuerdo, muy denso y detallado, consta de cinco protocolos, producto de las cinco comisiones que trataron cada uno de estos aspectos (I; naturaleza del conflicto, problemas del genocidio y exclusión y sus soluciones; II, democracia y gobernabilidad; III, paz y seguridad; IV, reconstrucción y desarrollo; y V, garantías de implementación del acuerdo) y de cinco anexos que detallan, desarrollan y complementan algunos de los aspectos comentados en los protocolos. Según el artículo 4 del protocolo I, respecto a la naturaleza del conflicto, el acuerdo establece que: a) se trata de un conflicto fundamentalmente político con unas dimensiones étnicas extraordinariamente importantes. b) es el resultado de la lucha de la clase política para acceder al poder y/o mantenerse en él. Las dificultades de la transición A pesar de la firma del Acuerdo de Arusha en agosto del año 2000, no fue hasta noviembre de 2001 cuando se inició el camino del Gobierno Nacional de Transición (GNT) propuesto por Arusha. La persistencia de la violencia, la desconfianza entre los partidos políticos, la lentitud y las dificultades en la negociación de la creación de las instituciones de transición y en el reparto de los puestos de poder político durante el periodo de transición entre las fuerzas políticas, fueron algunos elementos que provocaron el retraso en el inicio de la fase de transición. Así, el acuerdo de transición del 23 de julio de 2001, que confirmó el liderazgo de la UPRONA y el FRODEBU dentro de sus respectivos grupos (G10 y G7), sentó las bases de la Constitución de Transición de octubre de 2001, lo que dio paso al nombramiento del GNT el 1 de noviembre de ese mismo año. Las negociaciones para la elaboración de dicha Constitución también implicaron nuevos debates, porque determinados sectores, no sin razón, consideraron que supondría un recorte de lo establecido en Arusha debido a que se configuró como un reparto entre Pierre Buyoya (UPRONA) y Jean Minani (FRODEBU) sin la supervisión y visibilidad de Arusha por parte de la comunidad internacional. El texto confirma la institucionalización del cleavage étnico como principal variable política. La evolución y transcurso de la fase de transición y el desarrollo de las tareas de las instituciones de transición se verá marcada por la composición de éstas, ya que según Arusha, la composición de la Asamblea Nacional (60% comunidad hutu frente al 40% comunidad tutsi) y del Senado (50% hutu, 50% tutsi) fue diseñada con el objetivo de evitar una situación en la que un grupo político o étnico pudiera tomar las decisiones en solitario, sin tener en cuenta los puntos de vista divergentes, ya que eran necesarios los dos tercios de la cámara para poder tirar adelante cualquier decisión importante. Este hecho tuvo dos importantes consecuencias: por un lado, eran necesarios los partidos principales, la UPRONA y el FRODEBU, para formar coaliciones fuertes, y por el otro, esta situación daba pie a que ambos partidos utilizaran de forma sistemática su derecho de veto por ser factores clave de gobernabilidad. Este escenario marcó en gran medida la evolución y transcurso de la fase de transición, ya que paralizó el funcionamiento de ambas cámaras y no contribuyó a agilizar la toma de decisiones. Además, a pesar del compromiso adquirido por la comunidad internacional en las conferencias de donantes de Paris en diciembre de 2000 y en Ginebra 12 meses después, de proporcionar alrededor de 830 millones de dólares al país, la inexistencia de mecanismos de supervisión, la indefinición de las políticas sectoriales, la ausencia de proyectos susceptibles de ser financiados debido a las dificultades en la toma de decisiones y la reticencia de la comunidad internacional a financiar un proceso de reconstrucción cuando todavía persistía el conflicto armado provocó el bloqueo de parte de la asistencia, perpetuando la situación de crisis y pobreza agudizada tras años de guerra. 7 Paralelamente, a pesar de que Naciones Unidas no se atrevió a llevar a cabo el despliegue de una misión de mantenimiento de la paz ante la ausencia de un alto el fuego completo en el país, los buenos oficios de Nelson Mandela obtuvieron el consentimiento del Gobierno sudafricano para desplegar un destacamento sudafricano de apoyo a la protección (SAPSD, por sus siglas en inglés) en octubre del año 2000. El objetivo del SAPSD fue proporcionar protección a los líderes de los grupos armados y políticos que fueron retornando al país tras la firma del acuerdo de Arusha. Posteriormente, en abril de 2003, la UA aceptó el reto de dirigir y llevar a cabo el despliegue de la primera operación de mantenimiento de la paz de la organización, la misión africana en Burundi (AMIB, por sus siglas en inglés). La firma del acuerdo de alto el fuego entre el GNT y el CNDD-FDD de Pierre Nkurunziza el 16 de noviembre de 2003 desencadenó el fin del mandato de la AMIB para el 31 de mayo de 2004 y la cesión de sus responsabilidades a la operación de Naciones Unidas en Burundi (ONUB, por sus siglas en francés), cuyo mandato quedaba establecido en la resolución 1545 de 21 de mayo de 2004. Principales aspectos del mandato de la ONUB - hacer respetar los acuerdos de alto el fuego vigilando su cumplimiento e investigando sus infracciones - promover el establecimiento de la confianza entre los grupos armados y milicias burundesas, vigilar y garantizar su seguridad en sus lugares de acantonamiento previo al desarme, recoger sus armas, y proceder a llevar a cabo el programa de desarme, desmovilización y reintegración (DDR) de los combatientes, así como la vigilancia del acuartelamiento y del programa de DDR de las FFAA - vigilar el transporte ilícito de armas a través de las fronteras nacionales - contribuir a crear las condiciones de seguridad necesarias para el suministro de la asistencia humanitaria y facilitar el regreso voluntario de los refugiados y de los desplazados dentro del país - contribuir a llevar a cabo el proceso electoral, garantizando un entorno de seguridad - proteger a la población civil en riesgo de violencia - asesorar y asistir al Gobierno y a las autoridades de transición en 1) la vigilancia de las fronteras, 2) llevar a cabo las reformas institucionales y la formación de las FFAA y de los cuerpos de seguridad, 3) el proceso electoral, 4) la reforma del sistema judicial y penitenciario según lo establecido en el Acuerdo de Arusha, 5) la promoción y defensa de los derechos humanos, 6) la extensión de la autoridad del Estado y los servicios públicos a todo el territorio Las negociaciones con los grupos armados: demasiados gallos en el gallinero Entre 2001 y 2003 transcurrieron varios procesos de negociación que culminan con la firma de diversos acuerdos de paz entre el GNT y las facciones menores escindidas de los dos principales grupos armados, el CNDD-FDD de Jean Bosco Ndayikengurukiye y el FNL de Alain Mugabarabona. Pierre Buyoya y las FFAA controladas por las élites tutsis prefieren llevar a cabo negociaciones separadas con cada uno de los grupos armados, hecho que fomenta la competición entre ellos y las rivalidades en los procesos de mediación, y los diversos círculos de mediación empiezan a ser contraproductivos. Así, tienen lugar mesas de negociaciones simultáneas para alcanzar acuerdos de alto el fuego con diferentes mediadores y los diferentes grupos armados y sus escisiones, principalmente en Sudáfrica, Tanzania y Gabón, y posteriormente se añadirá la Iniciativa Regional de paz de Burundi, encabezada por Uganda. El resultado de esta estrategia está garantizado: las negociaciones separadas conducirán hacia arreglos individualizados con los líderes rebeldes en lugar de llevar a cabo una reforma en profundidad de los cuerpos de seguridad. Pierre Buyoya insistirá en que FRODEBU debe implicarse en las negociaciones para poner fin al conflicto armado, para ganar legitimidad, pero no presentará a cambio un plan de reforma de las FFAA. El Vicepresidente sudafricano, Jacob Zuma, tomará el relevo de Nelson Mandela en la facilitación de los contactos y negociaciones con los grupos armados, principalmente con el CNDD-FDD de Pierre Nkurunziza. Finalmente, este último grupo alcanzará un acuerdo con el GNT a finales de 2003 y se integrará en su seno. Tras numerosas dificultades y situaciones de crisis que hacen entrever la posibilidad de una ruptura del GNT, se lleva a cabo la ampliación de la fase de transición que debía culminar en noviembre de 2004 18 , y el aplazamiento por 18 Se elabora la Constitución Interina Post-transición de octubre de 2004 para evitar un peligroso vacío de poder. 8 tres veces de la celebración del referéndum constitucional, paso previo a los diversos procesos electorales que tendrán lugar durante 2005. El proceso electoral y la reconfiguración del mapa político En febrero de 2005 se aprueba la nueva Constitución por una previsible amplia mayoría de la población (un 9% de la población, que corresponde principalmente a sectores tutsis, vota en contra de la nueva Constitución) que formaliza el reparto de poder entre las dos comunidades, hutus y tutsis, con un 60% y un 40%, respectivamente, tanto a nivel de las instituciones políticas como de los cuerpos de seguridad, ámbitos que hasta la fecha habían estado controlados por las élites representantes de la comunidad tutsi. Estos porcentajes no se encuentran adscritos a los partidos políticos sino a la población, por lo que se sientan las bases para superar el control del poder de los partidos políticos etnicistas y se abre el camino a partidos que superen la dicotomía etnicista. Posteriormente, entre junio y agosto se celebran los diversos procesos electorales, marcados por una escalada de la tensión y de la violencia política que condujo a la muerte de decenas de partidarios de los principales partidos en liza, y porque se especula en torno a una posible alianza e instrumentalización de las FNL por parte del FRODEBU para limitar el ascenso del CNDD-FDD. El FRODEBU erróneamente basará toda su campaña en demonizar y criminalizar al CNDD-FDD y priorizará en su discurso las cuestiones de carácter étnico. Sin embargo, numerosos actores internos y externos destacaron el alto grado de madurez y la transparencia con la que transcurrieron los comicios. Así, todas las partes constataron la inexistencia de irregularidades y de fraude en términos generales, conduciendo a la elección de unos nuevos representantes políticos. El antiguo grupo armado de oposición CNDD-FDD liderado por Pierre Nkurunziza consigue la victoria en las elecciones comunales y legislativas con una amplia mayoría, y forma un nuevo Gobierno que ha de integrar por mandato constitucional a miembros de todos los partidos políticos que han conseguido representación, superando el umbral del 2%. A pesar de las irregularidades y del clima de miedo e intimidación, esta victoria no puede ser cuestionada y es merecida ya que la mayoría de la población ha elegido a este movimiento, principalmente por haber forzado la reforma de las FFAA y porque constituye una fuerza capaz de salvaguardar los acuerdos alcanzados, si cabe con el poder de las armas. Sin embargo, cabe destacar que la competición electoral no puso de relieve verdaderos proyectos de sociedad ni programas concretos, ya que la mayoría de los partidos destacaron la lucha contra la pobreza y contra la impunidad sin plantear medidas concretas. Por otra parte, los resultados electorales ofrecieron el escenario menos grave de las posibilidades existentes, ya que una victoria del FRODEBU hubiera sido más difícil de gestionar y las perspectivas de un reinicio de la guerra no se hubieran excluido. Esta nueva situación supuso el fin del periodo de control de las instituciones por parte del tándem UPRONA-FRODEBU, caracterizado por la violencia, la corrupción generalizada y la mala gestión económica del país, que ha provocado que éste se encuentre entre los más pobres del mundo. Por otra parte, el hecho de que el CNDD-FDD no esté implicado en corrupción y se vea en la obligación de probar su capacidad en la dirección del país, movimiento en el que se han depositado tantas esperanzas, hace pensar que la victoria del CNDDFDD supone una oportunidad histórica para el retorno de la paz y una mejora de la situación económica a medio plazo. Y todavía más importante, puede sentar las bases para superar las causas de fondo que originaron el conflicto armado, debido a la fuerte integración en el seno del CNDD-FDD de un buen número de tutsis como establecen los acuerdos, hecho que puede relegar la dimensión étnica del conflicto burundés que ha venido siendo instrumentalizada durante tantos años a un segundo plano. El nuevo Gobierno debe realizar numerosos pasos, principalmente en lo concerniente a la cuestión de las FNL, la gestión equitativa de los recursos, los derechos humanos y la promoción de una verdadera política de reconciliación. Sin embargo, durante el periodo posterior a la formación del nuevo Gobierno, las FNL de Agathon Rwasa continuaron llevando a cabo operaciones armadas en las provincias de Cibitoke, Bujumbura Rural y Bubanza contra la población civil y los nuevos cuerpos de seguridad. Éstos últimos también están siendo responsables de graves violaciones de los derechos humanos contra la población civil durante las operaciones contra las FNL, grupo que se ha opuesto hasta el momento a iniciar negociaciones a pesar del incremento de la presión militar y diplomática y de las amenazas del 9 Consejo de Seguridad de la ONU, que reducirá la ONUB en 2.000 militares (40% del contingente) en los próximos meses y prevé que la misión, a petición del Gobierno de Burundi, se retire el 31 de diciembre de 2006. Naciones Unidas manifestó su preocupación ante esta petición del Gobierno, ya que el proceso todavía es muy frágil y no se descarta una involución. 3. LAS FNL, ÚLTIMO OBSTÁCULO HACIA LA PAZ […] y de repente, oímos las canciones y las alabanzas a Dios que llegaban desde las colinas, anuncio de las mujeres pertenecientes a las FNL de que sus milicias estaban descendiendo al poblado, lo que generó un clima de pavor. Decidimos ir a buscar refugio en la parroquia. A la mañana siguiente, cuando regresamos a nuestra casa, había sido saqueada por las FDN, que habían realizado una operación militar durante la noche en nuestra comuna en busca de colaboradores de las FNL [...] 19 Orígenes e ideología El PALIPEHUTU es fundado por Rémy Gahutu en el campo de refugiados de Mishamo (Tanzania) en 1979. Sus reivindicaciones políticas se basan en la denuncia del historial de sufrimiento y opresión del pueblo hutu de Burundi por un poder político y militar acaparado por sectores de la comunidad tutsi, a la que responsabilizan de la grave situación política y social que ha atravesado el país desde la independencia. Su brazo armado, las Fuerzas Nacionales de Liberación (FNL), no supone en sus orígenes una amenaza militar real al poder. El PALIPEHUTU, durante la década de los 80 y principios de los 90, al igual que el resto de actores políticos burundeses, busca promover la sensibilización de su base potencial, imponiendo su interpretación de la situación política burundesa: poder político y militar monoétnico tutsi, historial de opresión de la comunidad hutu y privación de sus derechos. La apertura política iniciada por Pierre Buyoya en 1992 facilita que algunos de sus líderes políticos busquen su integración en la nueva escena política burundesa, pero la hostilidad del brazo armado y de la mayoría de la comunidad tutsi hacen fracasar este intento. Finalmente se produce la escisión entre el brazo político liderado por Étienne Karatasi (que había sustituido a Rémy Gahutu, muerto en una prisión tanzana en 1990) y el brazo armado, las FNL, lideradas por Kossan Kabura. La victoria del FRODEBU en las elecciones acentúa su marginalidad, pero el inicio del conflicto armado le proporciona un nuevo empuje, sobre todo a partir de 1996. La nueva oleada de refugiados burundeses hacia el antiguo Zaire permitirá a las FNL establecer sus bases en este país, donde se producen los primeros combates con el CNDD-FDD, al competir por el control de la población. Los combatientes de las FNL, llamados 20 Intagoheka , se beneficiarán del genocidio de Rwanda (1994) y de la primera guerra en el Zaire (iniciada en 1996) consiguiendo apoyo militar de las milicias Interahamwe y de las ex FAR (FFAA rwandesas) huidos al este de RD Congo tras ser derrotados por el grupo armado de oposición tutsi rwandés Frente Patriótico Rwandés. Ambos grupos, responsables del genocidio en Rwanda, se aliarán con las FNL con el objetivo último de derrocar a los enemigos de los hutus y tomar el poder en ambos países. Posteriormente, las FNL también recibirán apoyo del Gobierno del congolés Laurent Desiré Kabila y de su hijo, Joseph Kabila, a la muerte de éste. Su exclusión del proceso de Arusha es imputable en gran parte al primer mediador, el antiguo Presidente tanzano, Julius Nyerere, que consideraba que el grupo rebelde tenía que estar representado por su brazo político. En febrero de 2001, Kossan Kabura es expulsado del grupo por su jefe de Estado Mayor, Agathon Rwasa, que representa a la línea dura dentro de grupo. Un año después, en agosto de 2002, el PALIPEHUTU-FNL y el Estado Mayor de las FNL deciden forzar el relevo de Rwasa y es sustituido por Alain Mugabarabona, decisión que muestra la voluntad de una 19 Adaptación de una entrevista. Esta situación tuvo lugar a principios de noviembre de 2005 en una comuna cercana a Bujumbura, en la provincia de Bujumbura Rural. 20 En kirundi, “aquellos que no duermen nunca”. El significado de las Interahamwe tampoco deja lugar a dudas: “aquellos que atacan juntos”. 10 parte del movimiento de iniciar conversaciones de paz 21 . Sin embargo, gran parte del brazo militar continuará bajo las órdenes de Rwasa, no sin dificultades, aunque las FNL lideradas por Rwasa constituyen un movimiento muy estructurado alrededor de la fuerte personalidad de su líder. La firma del acuerdo de paz por parte de las FDD de Pierre Nkurunziza el 16 de noviembre de 2003 y su integración en el proceso de transición convertirá a las FNL en el último grupo armado activo en el país. El asesinato del nuncio apostólico, Michael Courtney, en diciembre de 2003, de cuya muerte se responsabiliza casi unánimemente a las FNL, aunque también existen rumores que achacan la responsabilidad a sectores radicales tutsis, desencadenará los primeros aunque infructuosos contactos entre el Gobierno de transición de Domitien Ndayizeye y las FNL. El proceso de fragmentación del PALIPEHUTU Frolina (Joseph Karumba) división en 1989 Palipehutu creado en 1979 Palipehutu-FNL división en 1992 FNL (Kossan Kabura) Palipehutu (Etienne Karatasi) división en 2001 FNL (Kossan Kabura) FNL (Agathon Rwasa) división en 2002 FNL (Alain Mugabarabona) FNL (Agathon Rwasa) FNL (Jean Bosco Sindayigaya) surgimiento en 2005 Fuente: elaboración propia a partir de ICG Africa Briefing Paper, 6 de agosto de 2002 Las FNL se nutren de un extremismo doctrinario y el recurso obsesivo a la historia de violencia, opresión e impunidad por parte de la comunidad tutsi en su conjunto, sin una ideología política clara, a diferencia del CNDD-FDD, que luchaba contra un régimen autoritario y opresor exigiendo un cambio político en el país. En realidad, las FNL actuales no son un movimiento político, no tienen una visión politica, sino étnica y religiosa, de tipo adventista 22 , de carácter mesiánico. Este apoyo en la religiosidad da sentido a la vida, refuerza la colectividad y cohesiona al grupo, aunque favorece la creación de la división entre el bien (los que forman parte del grupo) y el mal (los que no). Algunos lo caracterizan como un movimiento de conciencia, sin voluntad ni capacidad para convertirse en un movimiento político, por tres razones. En primer lugar, no se ha posicionado ante la nueva situación política, y no existe una estrategia política para buscar un espacio político creíble y no excluyente. En segundo lugar, se sospecha de las dificultades del grupo para disponer de cuadros y personas capacitadas para llevar a cabo las negociaciones. En tercer lugar, las ex FAR y las milicias Interahamwe han realizado presiones sobre las FNL para que no negocien con el nuevo Gobierno. Un ejemplo de todo ello es que en los diversos e infructuosos contactos mantenidos en Dar es Salaam entre los representantes del GNT y posteriormente, con el nuevo Gobierno, Agathon Rwasa se hace 21 El 7 de octubre de 2002, el sector de Mugabarabona alcanzará un acuerdo de alto el fuego con el GNT y se integrará en la transición. 22 El adventismo es una doctrina que profesan algunas Iglesias protestantes (adventistas) de inspiración anabaptista y ligada al milenarismo. Tiene como base la creencia en una próxima segunda venida de Cristo al mundo, fundamentada a su vez en una interpretación literal de los textos apocalípticos de la Biblia. El adventismo, de origen norteamericano, se encuentra extendido por todos los países anglosajones, y es especialmente numeroso en EEUU. Su expansión en África y Suramérica se encuentra vinculada a los importantes mecanismos de financiación de que dispone, procedentes de EEUU. 11 acompañar a las negociaciones por toda su plana mayor para evitar divisiones y escisiones durante su ausencia del campo de operaciones. La financiación de las operaciones de las FNL se lleva a cabo a partir de la diáspora hutu y entre la población a base de contribuciones, voluntarias en sus orígenes en apoyo de los movimientos de liberación hutus, y posteriormente extraídas a través de la intimidación. La población civil sufre una doble presión, por parte de las FNL, que amenaza a la población que no contribuye voluntariamente, y de las FFAA, que acusa a la población civil de apoyar al grupo. Situación actual A pesar de la formación del nuevo Gobierno, las FNL siguen considerando que las instituciones todavía están controladas por la comunidad tutsi y han afirmado que el nuevo Gobierno ha sido impuesto por la comunidad internacional. Sin embargo, en los últimos meses las FNL han manifestado su voluntad de negociar, ya que el objetivo de Rwasa en la mesa de negociaciones es acceder a tener poder dentro de las FFAA, aunque difícilmente con el actual discurso podrá conseguir este objetivo. Por otra parte, a mediados de octubre de 2005, elementos que alegaban formar parte de las FNL, dirigidos por Jean Bosco Sindayigaya, antiguo comandante de Agathon Rwasa, proclamaron haber suspendido a los dirigentes del grupo armado y su disposición a negociar con el Gobierno. Diversos analistas consideran que esta facción liderada por Jean Bosco Sindayigaya está siendo instrumentalizada por el propio Gobierno 23 , su potencial es limitado y se trata de una estrategia del Gobierno de mostrar divisiones dentro de las FNL para legitimar una acción militar contundente ante la ausencia de avances en las negociaciones de paz con las FNL de Agathon Rwasa. En diciembre, se celebró un congreso de este sector disidente de las FNL en las cercanías de Bujumbura, del que tuvo pleno conocimiento el Gobierno, que confirmó a Sindayigaya en el liderazgo del grupo. Posteriormente, en marzo de 2006, Agathon Rwasa manifestó su voluntad de negociar a través de la facilitación tanzana, y en abril el Gobierno respondió positivamente a la propuesta. Sin embargo, Rwasa criticó el anuncio del Gobierno, que había manifestado su voluntad de mantener negociaciones paralelas con la otra ala escindida de las FNL, dirigida por Jean Bosco Sindayigaya, calificándolo de desvío de la atención. Agathon Rwasa no reconoce ninguna legitimidad a Sindayigaya, a quien considera una invención de Bujumbura en el marco de las tácticas políticas para debilitar a las FNL en la mesa de negociaciones. 4. RETOS Y PERSPECTIVAS DE LA FASE POSTRANSICIÓN Los primeros pasos El Gobierno surgido de las urnas ha empezado a dar sus primeros pasos. La formación del Gabinete, no sin dificultades, ha respetado el equilibrio étnico y de género que exige la Constitución. En diciembre de 2005 el Presidente Pierre Nkurunziza anunció las prioridades del Gobierno para 2006, cuyos grandes y ambiciosos ejes eran la recuperación económica, la reconstrucción, la reconciliación, la gobernanza, el comercio, la educación y la protección del medio ambiente. También reiteró su voluntad de resolver las cuestiones de hacinamiento en las prisiones y de los presos políticos, de combatir la corrupción y la mala gestión, el fortalecimiento de la capacidad del sector de la seguridad, la reorganización de las instituciones judiciales, el desarme de los civiles, la reinserción de los repatriados y antiguos combatientes. En paralelo, el Gobierno estuvo elaborando el documento de estrategia de lucha contra la pobreza, que deberá ser examinado y aprobado por el FMI y el Banco Mundial, para que el país pueda seguir beneficiándose del alivio de la deuda en el marco de la Iniciativa HIPC. El Parlamento aprobó el 23 Diversas fuentes sostienen una teoría según la cual Pierre Nkurunziza puso a disposición de Jean Bosco Sindayigaya dos batallones en RD Congo de antiguos miembros del CNDD-FDD que no participaron del proceso de DDR ante la posibilidad de ser derrotado en las elecciones legislativas, o que éstas sufrieran numerosas irregularidades, por lo que no se descartaba la posibilidad de un reinicio de las hostilidades. Al no ser así, estos batallones se integrarán en el proceso de DDR cuando esta supuesta escisión de las FNL alcance un acuerdo de paz con el Gobierno. 12 presupuesto nacional para 2006, que asciende a 417 millones de dólares 24 , vinculado al documento de estrategia de lucha contra la pobreza, y prevé incrementos de la financiación para la salud, la educación, las inversiones públicas y los salarios. Mientras tanto, el Gobierno preparó un programa de emergencia provisional de un año para 2006, compatible con CAP de Naciones Unidas para 2006, presentado en la conferencia de donantes celebrada el 28 de febrero en Bujumbura. Este programa se basa en la atención a la población afectada por la sequía, la mejora de la educación y los servicios de salud, el regreso y asentamiento de la población refugiada y desplazada, la gobernanza, el imperio de la ley y el apoyo presupuestario. La comunidad donante se comprometió a aportar los 170 millones de dólares solicitados. Así, en conclusión, el Gobierno ha manifestado una voluntad clara de aumentar la seguridad y la lucha contra la corrupción, con un presupuesto focalizado a la prestación de los servicios sociales y a atender las necesidades básicas. Por otra parte, se adoptaron medidas para abordar la situación de los presos políticos y del hacinamiento de las prisiones. En diciembre, Pierre Nkurunziza nombró una comisión para que identificara a los presos políticos, y anunció la libertad condicional de todos los reclusos detenidos durante más de dos años sin cargos y de los que hubieran cumplido por lo menos una cuarta parte de la condena, a excepción de los responsables de delitos graves. Sin embargo, a pesar de que el Acuerdo de Arusha preveía la liberación de los presos políticos implicados en la crisis de 1993, y sus repercusiones, la ausencia de transparencia en lo que respecta a los criterios utilizados para definir el estatuto de preso político y decidir quien se podía acoger a la amnistía provocó tensiones con el resto de partidos políticos y la denuncia por parte de las organizaciones de derechos humanos. A principios de abril de 2006 la cifra de presos políticos acogidos a la amnistía se elevaba a 3.299. Finalmente, cabe destacar que el FRODEBU y la UPRONA expresaron su preocupación por lo que consideraron un incumplimiento por parte del Gobierno de los requisitos establecidos en la Constitución en lo concerniente a la representación de los partidos en el Gobierno, la falta de participación en el proceso de toma de decisiones y la posición del Gobierno respecto a las FNL. En el caso de FRODEBU, llegó a exigir la retirada del Gobierno de los miembros de su partido, decisión que fue rechazada por éstos, abriendo una profunda crisis en el seno del partido. Retos y riesgos Existen numerosos retos a los que debe hacer frente el nuevo Gobierno. En primer lugar, la cuestión de seguridad, debido a que las FNL de Agathon Rwasa continúan llevando a cabo actos de violencia en diversas provincias del país cercanas a la capital (Cibitoke, Bubanza y Bujumbura Rural), y aunque dicho movimiento, por sí solo, ya no dispone de suficiente capacidad militar para poder ser considerado una amenaza para el Gobierno, las amplias vinculaciones con el grupo armado de oposición rwandés FDLR, y con diversas milicias Mai Mai (ambos grupos se encuentran en el este de RD Congo, a escasos km de Bujumbura), sí que podrían suponer un factor de desestabilización más grave para Burundi. Además, el comercio de armas transfronterizo continuó, tal y como atestiguó la ONUB. El Gobierno está llevando a cabo una campaña militar contra las FNL que está teniendo graves consecuencias para la población civil en términos de desplazamientos forzados de población, violaciones de derechos humanos, ejecuciones extrajudiciales, torturas, arrestos arbitrarios y otras exacciones cometidas por los cuerpos de seguridad. A pesar de que las FNL han dado muestras de voluntad negociadora, el Gobierno cree que puede poner fin a la rebelión a través de métodos militares. Sin embargo, esta decisión puede serle contraproducente porque genera un fuerte rechazo por parte de la población civil, que se encuentra entre la pinza de la extorsión y los asesinatos de las FNL de supuestos colaboradores y antiguos combatientes de las FDD, y las amenazas, abusos y violaciones de los derechos humanos de las FFAA, que acusan a la población de connivencia con el grupo y ser su base social. Las FNL no cuentan con la base social que llegaron a tener en los años 90, porque su actuación cada vez ha sido más violenta e indiscriminada, pero podría invertirse esta situación. Además, a FRODEBU le interesa este clima de descontento hacia el CNDD-FDD, porque reduce la base de apoyo del partido gobernante. Esta alianza tácita y no tan tácita entre FRODEBU y 24 Se estima que la financiación externa del presupuesto ascenderá a 341 millones de dólares para 2006, lo que supone casi el 82% del total. 13 las FNL ya se puso de relieve durante el periodo electoral. A pesar de todo, se han dado interesantes pasos exploratorios para iniciar las negociaciones de paz. El Gobierno eligió un equipo negociador encabezado por Salvator Ntacobamaze, antiguo Ministro del Interior, para que se dirija a Dar es Salaam. A su vez, Sudáfrica aceptó en abril el papel de mediador en el proceso de paz entre las FNL y el Gobierno, a solicitud de los Gobiernos de Tanzania y Burundi, aunque en un principio dicha labor iba a ser realizada por Tanzania. Sudáfrica ha designado un nuevo facilitador, Charles Nqakula, Ministro de Protección y Seguridad sudafricano (en sustitución de su Vicepresidente, Jacob Zuma, como mediador oficial) para las negociaciones de paz, que podrían empezar en breve, debido a las muestras de buena voluntad manifestadas por las partes. Desde el punto de vista regional, la evolución de la situación política en los países vecinos, en especial en RD Congo, ante la proximidad del periodo electoral, puede tener consecuencias nefastas en Burundi, en términos de incremento de la violencia y desplazamientos de población en la vecina provincia de Kivu Sur. Las amplias vinculaciones entre el grupo armado de oposición rwandés FDLR, responsable del genocidio de 1994, y las FNL, se han mantenido estables con el tráfico ilícito de armas transfronterizo, y esta colaboración se evidenció con la masacre del campo de refugiados de Gatumba. Por lo que respecta a Rwanda, la puesta en marcha del proceso de justicia transicional mediante los tribunales tradicionales Gacaca provocó el desplazamiento de alrededor de 20.000 personas hacia Burundi. Además, la situación política con relación al partido que tradicionalmente ha representado a la comunidad hutu, el FRODEBU, es muy tensa, y sectores de dicha formación han radicalizado su discurso y se han aproximado a las tesis de las FNL de Rwasa; por otra parte, las élites tradicionales tutsis miran con recelo los pasos que está llevando a cabo el nuevo Gobierno, y no se descarta que pueda producirse un nuevo ciclo de violencia o intentos de desestabilizar el Gobierno, y surgen rumores de intentos de golpes de Estado, tal y como sucediera en el pasado. Además, en el seno del Gobierno existe también una división más o menos latente entre el sector del Presidente del Gobierno, Pierre Nkurunziza, y el sector encabezado por el presidente del CNDD-FDD, Hussein Radjabu, que no contribuye a ofrecer la imagen de unidad tan necesaria en la coyuntura actual. El proceso de DDR, en términos generales, se estuvo desarrollando correctamente, y a pesar de la mala planificación inicial, del retraso e incumplimiento de los plazos iniciales previstos, de la ausencia de condiciones mínimas en las zonas de acantonamiento, del desconocimiento inicial del número real de combatientes a desmovilizar, de la indefinición del estatuto de combatiente, de un plan operacional común para la reintegración de las FFAA y de las dificultades derivadas de la falta de fondos, a finales de febrero ya se habían desmovilizado 16.724 combatientes, entre ellos 482 mujeres y 3.015 menores soldado. El Gobierno también cumplió su compromiso de reducir en 7.332 los miembros de las FDN que debían desmovilizarse, alcanzando el objetivo de 30.000 miembros establecido como condición para desembolsar el apoyo presupuestario de la Comisión Europea y Francia. Para finales de 2006 se espera que se haya realizado una nueva reducción de las FDN por un total de 5.000 miembros más. Sin embargo, no se lograron progresos en el establecimiento de un marco general para la reforma del sector de la seguridad, cuestión esencial visto el papel que han tenido los cuerpos de seguridad en la historia reciente del país. Su eficacia y credibilidad se ha puesto en cuestión debido a las graves violaciones de los derechos humanos y a los delitos comunes cometidos, basados en la persistencia del uso excesivo de la fuerza y en la corrupción existente en su seno. Sin embargo, a pesar del inicio de la reforma de los cuerpos de seguridad del Estado y el proceso de DDR, continúa habiendo una enorme presencia de armas ligeras en el país, hecho que contribuye a la persistencia de unos elevados índices de criminalidad. En paralelo, el país sufre una crisis humanitaria que afecta a 2,2 millones de personas. Dicha situación puede empeorar por la persistente sequía cuyas consecuencias están siendo muy graves debido a que alrededor del 90% de la población vive de la agricultura. Esta situación se ve agravada como consecuencia del lento pero progresivo avance del proceso de retorno, voluntario y también inducido, de miles de refugiados, provenientes de Tanzania, que se está viendo ralentizado debido a la grave situación humanitaria. Según fuentes de Naciones Unidas, alrededor del 68% de la población se ve afectada por la inseguridad alimentaria. Vinculado con está última cuestión, se están multiplicando los conflictos relativos a la propiedad y el uso de la tierra, que supone un problema 14 importante para la población rural, la productividad agrícola y la consolidación de la paz, ya que está aumentando la presión sobre la tierra, y por ahora esta cuestión no parece ser una prioridad urgente para el Gobierno. Existen alrededor de 450.000 personas refugiadas (casi el 10% de la población) que deben retornar, además de las 117.000 personas desplazadas en el interior del país, y este hecho está ocasionando numerosos problemas de propiedad y tensiones a nivel local debido a la escasez de tierra disponible. Además, es importante destacar en este aspecto la evolución de la situación respecto a las FNL, ya que un acuerdo de paz podría conducir a una estabilización del país que provocara el retorno masivo de la población refugiada en Tanzania, hecho que puede tener un fuerte impacto en los servicios básicos y en los escasos recursos disponibles. Por otra parte, como se ha comentado anteriormente, en el país continúan teniendo lugar graves violaciones de los derechos humanos, en especial las violaciones de mujeres, fenómeno que se está convirtiendo en estructural en una sociedad en la que antes de este último episodio de violencia iniciado en la década de los 90 era un fenómeno poco extendido que afectaba a un bajo número de mujeres. Éstas padecen un doble castigo, la violencia del hecho en sí mismo y los procesos de marginación y estigmatización familiar y comunitario. Otros retos decisivos serán la reforma general del sistema judicial que suponga la creación de un poder judicial independiente que ponga fin a la impunidad. Además, sigue pendiente la puesta en marcha de mecanismos de justicia transicional, aunque este aspecto es el que resulta más controvertido para el Gobierno, con la creación de la Comisión de Verdad y Reconciliación (CVR). Se teme que dicha CVR no profundice en todos los hechos que han quedado impunes desde la independencia y se convierta en una farsa para que toda la clase política actual, responsable de graves violaciones de los derechos humanos, no deba afrontar esta cuestión, y se promueva una falsa reconciliación sin que aflore la verdad y sin que se aplique algún mecanismo de justicia, aunque sea transicional y no punitiva. Paralelamente, está en discusión la composición del tribunal especial que juzgue los crímenes cometidos durante el conflicto. El Gobierno está intentando que en dicho tribunal predomine la presencia de jueces nacionales en detrimento de los internacionales, lo que le puede restar independencia y credibilidad ante la sociedad burundesa. CONCLUSIONES A pesar de la evolución positiva de la situación en el país, existen numerosos retos pendientes de ser resueltos, el principal de ellos la ausencia de las FNL del proceso de paz. La búsqueda de una salida negociada para el primer movimiento rebelde en levantarse en armas y último en comprometerse en un proceso de paz debe ser el principal e inmediato objetivo del Gobierno de Pierre Nkurunziza de cara a consolidar el fin de la violencia de carácter etnopolítico que ha sufrido el país en los últimos 40 años. La mayoría de la población comparte esta visión. El resultado de dicha negociación será la elaboración de una agenda concreta para el desarme, desmovilización y reintegración de los combatientes de las FNL. Difícilmente tendrá un componente político, debido a las múltiples y lógicas reticencias de numerosos sectores – sobretodo de la comunidad tutsi, pero no exclusivamente – a aceptar concesiones políticas a un movimiento con un discurso tan radical y excluyente como el de las FNL en la actualidad. Su participación en los asuntos políticos del país llegará en el momento, todavía lejano, del reconocimiento de la aceptación de la coexistencia pacífica de las dos comunidades con igualdad de derechos y deberes en un destino común y compartido. Esta cuestión se irá fortaleciendo en paralelo a la búsqueda real de la verdad, la justicia y la reconciliación. Paralelamente, la capacidad del país de instaurar una paz duradera irá íntimamente vinculada a la lucha contra la pobreza. Como ya hemos visto, el Estado ha sido hasta el momento la principal fuente de empleo, y el control del aparato estatal ha motivado las numerosas disputas desde la independencia del país, por lo que el Gobierno y la comunidad internacional deberán buscar los mecanismos para resolver paulatinamente esta situación. En consecuencia, un escenario en el que el Gobierno se vea incapaz de resolver las numerosas necesidades y retos antes planteados puede dar alas a las FNL y al resto de partidos políticos que se sienten excluidos y marginados de la toma de decisiones, poniendo al borde del abismo todos los éxitos alcanzados hasta el momento. Esperemos que no sea así y que el corazón de África, silenciado por el fragor de las armas y de la violencia durante tantos años, empiece a recuperar su pulso. 15 BIBLIOGRAFÍA BÁSICA Y FUENTES CONSULTADAS - Acuerdo de Paz y Reconciliación de Arusha para Burundi, en http://www.issafrica.org/AF/profiles/Burundi/arusha.pdf - Centro de documentación de Naciones Unidas - Gobierno de la República de Burundi, Conferencia de donantes, Programa de Urgencia 2006, 28/02/06, en http://www.reliefweb.int/library/documents/2006/bdi-gob-28feb.pdf - Human Rights Watch, en http://www.hrw.org/doc?t=africa&c=burund - Informes del Institute for Security Studies, en http://www.issafrica.org/AF/profiles/burundi/index.htm - Informes del International Crisis Group, en http://www.crisisgroup.org/home/index.cfm?id=1172&l=4 - Ligue des Droits de la personne dans la région des Grands Lacs, Burundi: Quarante ans d’impunité, junio de 2005 - Balencie, J-M., De La Grange, A. Mondes Rebelles. Guérrillas, Milices, Groupes Terroristes, Éditions Michalon, Paris, 2001 - Balencie, J-M., De La Grange, A. Les Nouveaux Mondes Rebelles. Conflits, terrorisme et contestations, Éditions Michalon, Paris, 2005 - Kabunda Badi, M., Caranci, C. A. (coord.), Etnias, estado y poder en África, Servicio Central de Publicaciones del Gobierno Vasco, marzo de 2005 - Observatoire de l’Action Gouvernementale (OAG), Rapport du Colloque sur la Transition au Burundi et en République Démocratique du Congo, 27-28 julio de 2005 - OCHA, Consolidated Appeal for Burundi 2006, 30/11/05, en http://ochadms.unog.ch/quickplace/cap/main.nsf/h_Index/CAP_2006_Burundi/$FILE/CAP_2006_Burundi_SCREEN.pdf?OpenEl ement 16