Casos de Estudio Escuela de Negocios de la Universidad de Chicago La característica más notable en el desarrollo universitario de los últimos 25 años ha sido la adaptación de métodos y contenidos a los problemas prácticos de la época. “Actual como parece, este comentario fue hecho por William Rainer Harper, presidente de la Universidad de Chicago, en 1895, a 3 años de su fundación. Con ese objetivo, J. Laurence Laughlin, el padre de la Graduate School of Business promovió la creación del College of Commerce and Politics, finalmente abierto en 1898. Sus 10 alumnos compartían profesores, administración y programas con la universidad. Después de 4 años, reorganizada como College of Commerce and Administration, tuvo decano, Henry Rand Hatfield, el primer profesor contratado especialmente por la escuela. Tanto en materia de MBAs como en educación ejecutiva, a las opciones tradicionales han ido incorporando desde cursos de duración y logística diferenciada, hasta la “exposición internacional” que buscaban los ejecutivos. Para LaCivita, director de Educación Ejecutiva, “la Escuela gira alrededor de la creación de conocimiento y de la investigación. Eso implica rigor en el análisis del mundo de los negocios”. Leon Carrol Marshall, quien recién llegado al decanato, en 1909, encaró un estudio de 2 años sobre todos los centros de investigación, escuelas de comercio y similares de los Estados Unidos, y repensó la escuela como un centro de formación para los líderes responsables del futuro orden social. Por eso, complementó los cursos básicos con otros menos específicos como derecho y sociología. En su época, el liderazgo de la GSB era notorio, tanto como la demanda de sus egresados, lo que aprovechó para revisar una vez más el curriculum y abrir los cursos “funcionalmente” en 1919. A William Homer Spencer, en cambio, le tocó “profesionalizarla” entre los ´20 y los ´30, ya rebautizada como Graduate School of Business. Se concentró en las áreas directamente relacionadas con el mundo empresario. “Hoy como entonces –comenta Patricia Keegan, directora asociada del Executive MBA Program-, reúne a ejecutivos de alrededor de 40 años, con no menos de 15 años de experiencia laboral, que pasan de una posición funcional a otra en la que necesitan más conocimientos de management”. Disponible tanto en Chicago como en Barcelona, dura 16 meses y tiene un diseño curricular prefijado. Lo interesante es que los participantes de este programa en ambas locaciones confluyen durante dos semanas en Chicago, donde se dividen en grupos de estudio combinados. Después de cuatro semanas sin actividad, vuelven a encontrarse, esta vez en Barcelona, para complementar el trabajo. Conocedores de su mercado, coinciden en que este complemento internacional es altamente valorado. No es casual que en Chicago lo sepan; la investigación de mercado es una de las banderas de la universidad. La GSB tiene una oferta de 15 cursos abiertos, a los que se sumará una decena el año próximo. Además, acaban de poner en práctica un nuevo esquema para decidirlo: un consejo asesor especializado en recursos humanos, integrado por los vicepresidentes de algunas de las empresas multinacionales con sede en Chicago. “El objetivo es que nos señalen hacia dónde se mueven las necesidades corporativas en materia de capacitación y que nos ayuden en el proceso de ajustarnos a ellas”, cuenta LaCivita. Página 1 de 2 Casos de Estudio Además de observar su mercado, llevan adelante encuestas de satisfacción con los asistentes a los distintos cursos. “Aunque nuestros programas de inscripción abierta son de una semana y, excepcionalmente, de dos –agrega LaCivita-, para responder a la demanda hemos lanzado una serie de cursos de dos días. A ellos se suma otro pilar: la Educación Corporativa. Como se ocupa de subrayar Linda Gizel, su responsable académica, “no hacemos consultoría; ayudamos a las empresas a encarar la solución de sus problemas a través de la capacitación ad-hoc”. Y debido a que trabajan muy estrechamente con la firma en la preparación del curso, tienen pocos clientes a la vez; nunca más de cuatro. La interacción es intensa. Como todos los demás programas, son integrales y se conectan con la realidad. “No dan soluciones empaquetadas, sino que promueven el pensamiento creativo”, sintetiza Gizel. Fieles al espíritu analítico, que exige contar siempre con información respaldatoria, encararon una investigación cualitativa para determinar el impacto de sus programas. Demostró que, por lo general, los ejecutivos se inscriben con objetivos claros, a veces en función de los planes de evaluación de desempeño, y en la mayoría de los casos de acuerdo con metas personales, siempre cualitativas. Además del pensamiento creativo, la mayoría de los asistentes administrativos que aprendieron cosas que no esperaban. “Ello se debe a la configuración de nuestros cursos, que implican compartir las discusiones y debates con ejecutivos de culturas, países, industrias y trayectorias muy diferentes”, añade Malefakis. Como los resultados son, en gran medida, intangibles, recomienda “instaurar en la empresa el hábito formal del informe post-seminario, primero a los superiores, luego a los pares y a quienes reportan al ejecutivo”. Eso contribuye a diseminar el conocimiento adquirido, incorporándolo a la organización. Página 2 de 2