La Inmaculada Concepción y la Orden de la Merced.

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Organo de su Venerable
erreb
AÑO VII
I
24 NOVIEMBRE 1925
Orden Tercera y Cofradías.
Dirección y Administración:
PP.
MERCEDARIOS
Silva, 39. — Madrid (12)
NÚM. 88
LA INMACULADA CONCEPCIÓN Y LA ORDEN DE LA MERCED, por Fr. Juan
O. Castro.—LA COFRADÍA DE LA LIMOSNA DE LOS CAUTIVOS, por Fray
D. Gazulla.—PÁGINA MISIONAL — DESHOJANDO ROSAS, por Fray
Miguel López --LA COMUNIDAD MERCEDARIA DE CONJO Y LA GUERRA DE
LA INDEPENDENCIA, por Fr. Eligio Fernández.—A LA INMACULADA CONC EPCIÓN DE NUESTRA SEÑORA, por Alberto Lista.—LA REINA DIABOLINA,
Por Julia G. Herreros.—BIBLIOGRAFÍA• —RADIOGRAMAS , por Uján.—FAvo-
F austino
RES DE NUESTRA SANTÍSIMA MADRE Y DE LA BEATA MARIANA
DE JESÚS.—
NOTICIAS.
La Inmaculada Concepción y la
Orden de la Merced.
Está por escribir una monografía documentada y completa sobre tan hermoso asunto, una de las glorias más puras y legítimas de la Orden.
Desde sus principios abrazó la pía creencia, hoy dogma
de fe, celebró su fiesta anualmente, propagó su devoción,
defendió esta doctrina tomando para ello nuevas posiciones
en el campo de la Teología, la cantó en inspiradas estrofas
Y no se halló ¡caso singular! ninguno de sus hijos que la impugnase.
De todos y cada uno de los mercedarios puede decirse lo
que escribía desde la Habana a 12 de Mayo de 1615 el Obispo
de Santiago de Cuba nuestro hermano de hábito fray Alonso
Enríquez de Toledo al Padre Alonso Remón al principio de
su obra De la Concepción Purísima de Nuestra Señora, ocho
discursos predicables: «De mí sé decir que si mis ocupaciones
Y poca salud dieran lugar, también sirviera a esta soberana
Señora con mi cornadillo y saliera a la defensa de la causa
en público; pues a todos nos corre obligación, como hijos y
religiosos de la Madre de Dios de las Mercedes, cuyo hábito
vestimos».
Sólo referiré aquí, como demostraciones de la creencia de
la Merced en el misterio de la Inmaculada Concepción, la
blancura de su hábito, la celebración anual de su festividad,
— 882 —
....._ 885 ____
la conmemoración semanal y diaria de este misterio, y eonw
muestra del celo de la propagación de esta devoción, lo que
relata e hizo Tirso con sus compañeros en la isla de Santo
Domingo.
todas partes hábitos blancos en testimonio de su pureza y
Candor» (1).
El hábito de la Merced símbolo y profesión
del misterio de la Inmaculada Concepción.
En el capítulo X de la distinción tercera de nuestras Constituciones, aprobadas in forma specifica por Inocencio XII,
se dice: «Nuestros frailes lleven siempre y en todas partes
vestidos de lana del todo blancos en honor de la pureza de la
Beatisima e Inmaculada Virgen María nuestra Madre, y en
señal del interno candor de alma que estamos obligados a
guardar siempre en nuestras costumbres».
El Padre Gaspar de Torres, Obispo de Medauro, en el
libro primero de las Instituciones de nuestra Orden, impreso
en Salamanca en 1565, hablando de la fundación de la O rden, dice que «el Obispo le dió (a San Pedro Nolasco) el h á
-bito,quesaycplrio, atdblnco,
imitación de la visión y limpieza de nuestra Patrona y Reina
de los Angeles».
El Maestro Guimerän, después Obispo de Taca, en Breve
Historia de la Orden de Nuestra Señora de la Merced, impresa en Valencia en 1591, pág. 38 afirma, que nuestro Padre recibió del Obispo de Barcelona el hábito, «saya, escapulario, capa y capilla de color blanco por imitación de la limpieza de la gloriosa Reina de los Angeles nuestra Patrona».
El Maestro Zumel, el primero de los teólogos de la Merced y uno de los grandes de la Iglesia, en el proemio de las
Constituciones, afirma que llevarnos el hábito blanco «en
honor y gloria de la virginidad de María » ; palabra con la
cual en las historias antiguas de la Merced, de donde la t o
Zumel, sin duda, pues las tenía a la vista, se designa--mab
ba también la preservación de María de la culpa original, Si
hemos de creer al Padre Silvestre Saavedra.
Este teólogo, tan singular, en su obra Sacra Deipara,
donde toma nuevas posiciones para la defensa de la Inmaculada Concepción, considerando la preservación de la culpa
original como una consecuencia de la santidad corpórea exigida por la dignidad excelentísima de Madre de Dios, afirma que la Santísima Virgen mandó que los religiosos de la
Merced vistiesen hábitos blancos «en honor de su santísima
pureza».
El Padre Bernardo Vargas en la crónica de la Orden,
tomo I, pág. 156, dice: «Esta Religión está consagrada a la
Gloriosísima Virgen María, y la tiene por Patrona y Fundadora, y sus religiosos, hijos de María, llevan siempre y en
La celebración anual de esta festividad.
Viene celebrándose desde los tiempos de nuestro Santo
P atriarca. Consta en el proceso formado en Roma para la
aprobación de su culto que una víspera de la Purificación de
Nuestra Señora fué hecho participante de este favor celestial: alrededor de la media noche, oyendo salmodiar solemnemente en el coro y juzgando que sus religiosos estaban
cantando los maitines, se encaminó allá apresuradamente,
Y abriendo la puerta fué acogido por les ángeles que le
l levaron a la silla izquierda del lado de la Santísima Virgen; y los coros angélicos vestidos del hábito de la Merced, cantaban los maitines de la fiesta de la Concepción de
la Madre de Dios, aunque aquella lo era de su Purificación.
Desde entonces el Santo Patriarca introdjuo en esta su Religión la conmemoración de la Concepción, y empezó asimismo a solemnizarse su fiesta con octava » (2).
Se cree con fundamento que nuestro Santo Padre ordenó
el oficio de esta festividad (3), que la Provincia de Aragón
Conservó intacto y sin mudanzas hasta el afro 1576, en que la
Orden adoptó el breviario romano y que el Padre Provincial
de Castilla fray Alonso de Zurita cambió en esta provincia
el 1538, conservando algunas partes de nuestro antiguo, por
el de fray Leonardo de Nogarola que Sixto IV aprobó para
toda la Iglesia (4).
Supone el Padre Valenzuela que nuestro primitivo oficio
sufrió mutaciones y adiciones, ocasionadas de la polémica
que enardeció los ánimos en años posteriores; pero las cláusulas del oficio, fundamento de esta suposición, cuadran muy
bien con la polémica que sobre esto estaba ya entablada en
el siglo XIII, y por otra parte parece todo él hecho bajo la
inspiración de un mismo entusiasmo.
De la lección séptima se prueba su antigüedad, porque
habla de la lucha con los herejes que negaban la virginidad
de María, y nuestro Santo Padre, o quien sea el autor, advierte que los que no admiten la Concepción Inmaculada de
María, misterio no definido entonces, están en peligro de negar su virginidad, verdad de fe, por razones sin duda que
aducían los herejes aplicables a la negación del uno y del
otro misterio y que se ocurren a cualquier teólogo.
la Concepción de María,
(1) Estos autores los cito de la obra Símbolo de mencionada
del P. Vadel P. Damián Esteban, pág. 228-231, y de la obra
lenzuela; exceptuando las citas de Guimerán y Vargas que son directas.
(2) Símbolo de la Concepción de María, pág. 347.
(3) Obra citada del P. Valenzuela, pág. 224. 350.
(4) Obra citada del P. Damián Esteban, pág.
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Citaré algunos pasajes de los más notables, o por la claridad con que expresan el misterio de la Concepción, o P or el
fervor de devoción que respiran, o por la importancia histórica (1).
A vísperas. Alégrate, Madre Iglesia, al celebrar gozos
nuevos: la luz brilla en las tinieblas, la rosa brota entre las
espinas.
A Magnificat. Dios te salve, honor de las vfrgenes; Dios
te salve, esplendor de los cielos; envíanos presto el sol, &senos la perpetua alegría; porque tu Concepción es nuestro
mayor regocijo.
Oración, Oh Dios, que en su Concepción preservaste de
toda mancha a la Inmaculada Virgen María, para que fuese
digna Madre de tu Hijo; concede, te lo rogamos, que los que
creemos verazmente la pureza de su inocencia, experimen;
tamos que Ella intercede con Vos por nosotros. Por el
mismo...
A completas. Oh María, en el mundo ninguna entre todas
las mujeres ha sido concebida semejante a Tí; florida como
rosa, fragante como lirio; ruega por nosotros, Santa Madre
de Dios.
La primera antífona del primer nocturno. Alégrate, fiel
asamblea; es la Concepción de aquella que boira toda man•cha y devuelve el honor a la vida.
En la lección cuarta y quinta distinguiendo en la conce p
-cióndostemp:lariogáncptase
animada por el alma, y el de la infusión en el cuerpo del alma
y su animación, añade en la quinta dirigiéndose a los impug
-nadorestv:«Sinosagrdcelbpim
tiempo de la Concepción de la Madre del Señor, celebrad
por lo menos la espiritual creación de su alma y su unión
con el cuerpo.> Y dejándose llevar en la lección sexta de los
transportes de devoción a María, sigue: «Oh, qué gran dia
aquel en que el alma de nuestra Reparadora es creada, 37.
consagrada, y unida al santísimo cuerpo. No es, pues, ver
-daeromlVignMaí,ose vrd
amador, el que rehusa celebrar el día de su Concepción.
Avergüéncense de nuevo estos desatinados que no quieren celebrar este día, porque la Iglesia no acostumbró a celebrar nunca la concepción de los demás Santos; porque es
grandísima rusticidad asemejar en esto a los demás santos a
Aquella en que Dios tomó carne humana y a la que sublimó
también en los cielos sobre los Angeles y Arcángeles.»
La séptima lección a que nos hemos referido al hablar de
la antigüedad de este oficio, es verdaderamente importante
en este concepto.
(1) Véanse en la obra citada del P. Valenzuela, pág. 226-236, íntegros el
oficio y misa de esta festividad.
885 —
« No, pues, sin razón quisiera encarecer a los fieles de Crist o y devotos de María, a quien se dirige hoy este discurso,
que no dejen de escudriñar los arcanos y profundos silen.cios (de la Escritura), y oigan esto del Salvador: Escudriñad
l as Escrituras, porque ellas son las que dan testimonio de
Mí. Vean, pues, lo que está escrito de su Madre; porque ninguno de nosotros duda que en los Sagrados Códices se contiene que fué Virgen, y a pesar de eso, en estos tiempos de
hoy sobre esto tenemos contienda con nuestros enemigos.
Os pongo, pues, sobre aviso; no sea que los que la hacen
manchada (en su Concepción), vengan a caer en este error
(l a negación de su virginidad). Déjense (los fieles) de eso, se
lo suplico, que es la Madre del Señor; déjense de eso, que es
su Hermana- absténganse, que es su Esposa. Y vosotros,
devotos de María, ea, levantäos, entended los misterios, penetrad lo más oculto, conmigo alabad a María; porque el
celo de la Casa del Señor me consume, hirió mi corazón con
una de sus miradas. Todos, pues, a una, jubilosos cantemos.
Responsorio: Oh bienaventurado linaje, oh genealogía veneranda de donde María se levanta hermosa como la aurora,
que trajo al mundo el sol, verdadero Hijo del Padre; con razón fué llamada bendita entre todos.
La primera antífona de laudes. Esta Concepción de María
siempre Virgen lavó la mancha, rompió la atadura, devolVió la alegría a los tristes por el vicio de origen y da a los
malvados el perdón.
A sexta. Tu Concepción, oh Virgen Madre de Dios, trajo
al mundo la alegría.
Ofertorio. Huerto cerrado, fuente sellada, tus plantas son
el Paraíso. Oh María, tus manos gotearon mirra, y los cielos
se hicieron de miel cuando por la mano del Señor fué formada la Madre del gran Dios.
Secreta. Te rogamos, Señor, te dignes recibir por Vos
mismo, que sois el autor de la benignidad, las súplicas ofrecidas con alegría de los celadores de tu Madre y Morada,
para que así como ella, previniéndola tu gracia, apareció
hoy al mundo limpia, así ellos, concediéndoselo Vos, te
ofrezcan una acción de gracias limpia por el don que hiciste
a tu Madre.
Poscomunión. Recibe, Oh Señor, el olor suave de este sacrificio y concede que los que hoy celebran con júbilo la
Concepción de María, por su oración saludable reciban centuplicado el fruto de su devoción.
Conmemoración semanal y diaria de este misterio.
Todos los sábados—y según el Ceremonial de la Orden
editado en Valencia en 1614 por el Padre fray Francisco
Andreu, en la página 209, también en las vigilias de las solemnidades principales de Cristo y de María Santísima-
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después de la Salve se cantaba la. antífona «Conceptio tua»,
actualmente sustituída con el « Tota pulcra», con la oración'
de la festividad; costumbre que data de los primeros tiempos
de la Orden y fue restablecida por su General el P. Francisco Maldonado (1).
Este mismo General, gran devoto de la Inmaculada Concepción, con constitución perpetua y decreto firme, mandó
que en toda la Orden después de completas se cantase la antífona « Conceptio tua» con su oración (2), que despué s se
rezó al concluir la meditación de la tarde, como se continúa
haciendo hoy en toda la Orden.
Propaganda de la devoción a la Inmaculada
Concepción hecha por la Merced.
Como muestra del celo con que la Merced propagó entre
los fieles esta devoción, doy el siguiente relato de Tirso de
Molina, testigo y autor.
«El ario 1616, a instancias de la Real Audiencia de Santo
Domingo y del Consejo de Indias, el Maestro General fraY
Francisco de Rivera, mandó a la Isla Española seis religi o
-so,cntadelquprsií,F.JanGómeztrlos
cuales iba el P. Gabriel Téllez (Tirso de Molina), todos
gente selecta y de provecho, para levantar nuestro convento
de Sto. Domingo, que estaba muy caído, célebre por la m ilagrosísima imagen de la Madre de la Merced, Patrona
de la Isla. Diéronse tan buena mano en el empeño que
«desde que pusieron los pies en el convento dicho—escribe
Tirso (2)—, de tal suerte restauraron pérdidas y enmend a
-rondescui,qpaoleynd,mstifatigablemente, se transformó por ellos no sólo aquella casa,
pero las demás de su observancia, en comunidad de ejemplarisimos varones, en escuela de religiosos sabios, en come rcio de espirituales intereses y en retrato del Paraíso. Asen
táronse estudios, que hoy día permanecen con lucimiento
extraño de sus naturales, sin necesitar ya de lectores extranjeros, porque aquel clima influye ingenios capacísimos,
puesto que perezosos, y, en fin, los que antes los tenían lástima, después la convirtieron en envidia, de manera que no
fueron las persecuciones pocas (siendo yo testigo) que se padecieron por algunos de la más aplaudida Religión, que no
quisieran fueran nuestras mejoras tantas.
Especialmente se introdujo en aquella ciudad e isla la devoción de la limpieza preservada de la Concepción purísima de nuestra Madre y Reina, cosa casi incógnita en los ha (1) En la obra citada del P. Valenzuela, pg. 201.
(2) Chronica Ordinis, del P. Vargas, tom. II, pág. 114.
(3) Historia General de Ntra. Señora de las Mercedes, segunda parte,
folio 240 vto. y 241.
—
887 —
b itantes de aquel pedazo de mundo descubierto: tan a puerta cerrada tenían los aplaudidos lo contrario. Mandóse a todos los de nuestra Religión en el capítulo general de este
Maestro que se defendiese en la cátedra y los púlpitos, esta
verdad piadosa y ya más que opinable, siendo una de las
p rincipaíes instrucciones que llevábamos, y cuando no lo
fuera, la devoción por sí misma hiciera lo que los hijos deben
por tal Madre.
No es creíble el gozo con que abrazó aquel pueblo esta
doctrina: nobles y comunes, hombres y mujeres, viejos y ninos, parece que industriados la esperaban, pues con ser tan
nueva a sus oídos, como he significado, se les asentó en las
almas de manera que, aunque los opuestos eran señores de
los auditorios y las voluntades de todos hasta entonces, desde que advirtieron su contumacia en defensa de la opinión
contraria, totalmente los desampararon, y las noches y días
sin cesar procesiones y concursos frecuentaban a centenares nuestra iglesia. Salían los marineros de sus naves, tendidas sus banderas y con hachas encendidas en las manos e
instrumentos bélicos, parece que se ofrecían virtualmente a
morir en el patrocinio de tan piadosa causa. Los muchachos
(sin diligencia ni aún noticia de sus padres) se convocaban_
y gastando en velas y cirios lo que la amorosa importunación sacaba de sus madres, con estandartes de papel y estampas de este misterio compasivo (?), salían por las calles
en cuadrillas a nuestro templo, cantando villancicos y motetes a la privilegiada Virgen y Reina de la original justicia.
Religiosos hubo entonces de los que en España atribuyen
a su Orden esta devoción por hija de su celo—como si desde
el primer de los principios de la nuestra no nos la hubiera
vinculado su purísima Señora, aun hasta en la blancura de
nuestro hábito--, que diciéndoles yo un día: «Cómo, padre,
han permitido que esté oculto tantos años en esta tierra verdad tan en servicio de la pureza impecable de María, pues
en laS demás provincias se atribuyen su defensa?», me respondió el más autorizado de ellos: «Padre, porque lo poderoso de los que predican lo contrario, es tan valido que al
competir con ellos nos faltaría el sustento. ¡Qué proposición
tan temerosa y tibia!, y qué contraria a los sucesos nuestros!, pues siendo nuestra casa la menos aplaudida y frecuentada, y nuestra hacienda la más débil, creció con esta
devoción de tal suerte su crédito y la asistencia de la ciudad
devota, que no se desembarazaba nuestra iglesia un sólo
instante desde que amanecía hasta las medias noches, y fue
tan abundante la limosna con que acudieron y hasta agora
acuden todos, pobres y ricos, libres y esclavos, que es suficiente, no sólo para el adorno de aquella milagrosa copia de
nuestra Redemptora, pero aún para sustentarse nuestros
frailes sus alumnos.
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—
Intentamos los recién venidos, conociendo el general
afecto con que seguían todos esta piadosa verdad y la fe con
que abrazaban la inmunidad de su limpia Concepción, que
la ciudad admitiese por Patrona a nuestra imagen milagro
sísima, con voto expreso de su inmaculada preservació n ; Y
aunque el Presidente gobernador de aquella Real Audiencia
y Isla lo contradijo, y en algunos oidores y validos (tan po
fué con ellos la familiaridad del Superior de los co n--derosa
trarios), pudo más el afecto y devoción de los restante s , y
ansi la Real Audiencia y el Cabildo o Regimiento de aquella
cristianísima república, con fiestas y demostraciones rego ci
-jadsyotrveznimjats».
P
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La Cofradía de la Limosna de los Cautivos.
Los primeros mercedarios para cumplir con su misión
de redimir cautivos, no contaban con más medios que con los que ponía en sus manos la caridad de los
fieles. Una carta de Jaime II de Aragón, escrita al Papa en
1306, al hablar de los que entonces abrazaron el instituto,
dice bien claro que ya antes de fundarse la Orden vendieron
SUS bienes para emplearlos en la redención de cautivos, y,
a gotados estos fondos, prosiguieron su obra con lo que rec ogían de los fieles pidiendo públicamente limosna en las
iglesias.
Las escrituras más antiguas referentes a la Merced tratan casi siempre de lo mismo: de la Limosna de los cautivos;
hasta la Orden era conocida también con este nombre, y a
Nolasco lo llamaban su Procurador, Rector, Cuestor y Cust odio. La donación más antigua que hoy conocemos es la de
Guillén de Entenza (28 Abril de 1219). Dice así: «...para remedio de mi alma, de las de mis padres y de las de todos los
fieles difuntos, doy y ofrezco al Señor Dios y a la Limosna
de los Cautivos y a fray Pedro Nolasco, Procurador de la
misma.., cien sueldos de plata » . Otra donación parecida,
aunque más importante y de mayor transcendencia, hizo en
P erpiñän, el año 1227 de la Encarnación, Pedro Conde o
Compte de Salsis. En 29 de Noviembre de 1231, fray Pedro
Nolasch o Nolasco, Cuestor y Custodio de las limosnas de
los cautivos, recibía cincuenta sueldos barceloneses de los
cien que Maimón Gombaldo había dejado a la pía obra de la
r edención en su testamento (1). Hay donaciones parecidas,
hechas a la Limosna de los Cautivos, del 1232 y 1242 en Barcelona v su comarca, del 1238 en Castellón de Ampurias, del
1239 en Mallorca y de 1240 en Vich.
Ordinariamente los que hacían estas limosnas eran cofrades de la hermandad o cofradía de la Limosna de los
Cautivos, a los cuales se refiere una bula de Inocencio IV,
dada el 1245, al exhortar a los rieles que ayudaran a los merc edarios en la piadosa obra de redimir: illis omnibus, qui de
h umanitaria
facultatibus suis, ipsis subvenerint,
El P. Sánchez, religioso peruano, que hace ya
tiempo está sirviendo la misión.
ET IN TAM SANCTA FRA-
(1) El testamento de Gornbaldo, otorgado el 17 de Agosto de 1230, se cons ervaba original en el archivo de la Merced de Barcelona. Entre otras cosas
o rdenó que del residuo de sus bienes se enmendaran las injusticias que pud iera haber hecho durante su vida, a conocimiento y juicio de fray Berenguer de Castelbisbal y de fray Raimundo de Periafort; ad cognitionem Fratris Berengarii de Castro Episcopali et Pratris Raimundi de Pinnaforti.
De donde parece deducirse que nombrando juez de agravios a San Rainaundo, éste se hallaba entonces en Barcelona, pues hubiera sido inútil darle tal
Co misión, de hallarse ya en la Curia Romana. Doy esta nota por lo que pueda aprovechar a los que fijan el viaje de San Raimundo a Italia en 1229.
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TERNITATE STATUERINT SE COLLEGAS,
eis que beneficia prae5 ti -
terint, etc. Al acto de reunir estos benefactores, cuando nuestros religiosos o sus cuestores iban a colectar limosnas, llamaban hacer cofradía, y por cofradía se entendía ya en la
Edad Media a la agrupación, gremio o hermandad que varios formaban, aun cuando se propusieran un fin no religi oso, si bien en tales asociaciones nunca quedaba excluida la
religión, antes bien se puede decir que al calor de ésta na cían y se formaban. En documentos referentes a la comun idad de Teruel encuentro que al establecimiento de una cofradía, llamaban hacer ligayo.
Estos colegas, según los llama el Pontífice, de la herma ndad destinada a secundar la obra de los mercedarios en la
redención de cautivos, no participaban por igual de las gr acias que por ello la Iglesia y la Orden les dispensaban. Los
había que ganaban las indulgencias concedidas en general
por los Pontífices, a los que con sus limosnas contribuían a
tan piadoso objeto. Otros hacían donativos de más consi deración, y eran admitidos por el Maestre de la Orden o su r epresentante a participar de los bienes espirituales y obras
meritorias que se hacían en ella, y también se daban casos,
en que algunos más desprendidos no se contentaban en dar
a la Limosna de los Cautivos parte de sus bienes, sino que,
llevados de mayor fervor, hacían entrega de todo cuanto
poseían, incluso a veces de sus mismas personas, siendo entonces recibidos de un modo especial como donados, hermanos y cofrades de la Orden, a gozar de los bienes espiritu ales y temporales de la misma.
Estos donados y hermanos tan íntimamente ligados con
la Orden, aun cuando la escasez de datos no permite fijar
cuándo tuvieron principio, es indudable que comenzaron ya
antes de ser el instituto confirmado por la Santa Sede (1235).
Una escritura de 25 de Octubre de 1234 nos habla de la entrega total de bienes y personas que este día hicieron Ferrario o Ferrer Portell y su esposa Escalona a la 'Limosna de
los Cautivos, reservándose únicamente el usufructo mientras vivieran, y trescientos sueldos barceloneses para sufragios después de su muerte, llegando hasta el extremo de
ofrecer también los hijos a Dios y a la Limosna dicha, dado
caso de tener prole. Aceptó este ofrecimiento fray Pedro
Nolasch o Nolasco, recibiéndolos pro pro prios homines et
fra tres et donatos dicte elemosine, a condición de que siguieran como hasta entonces en su casa haciendo vida masita].
A estos piadosos consortes se debió principalmente la fundación de la casa que tuvo la Orden en Gerona, y sus relaciones con San Pedro Nolasco y los primeros mercedarios
constituyen una de las páginas más interesantes, que de
aquellos tiempos tiene la historia de la Merced.
En 1243, hallándose San Pedro Nolasco en Valencia con
-otros religiosos, admitió como hermano de la Orden a un
caballero llamado Bonifacio en condiciones verdaderamente
notables; fray Arnaldo hacia lo propio el ario 1245 con Arnaldo de Bearn y su esposa Dulce; Raimundo Mordió poco
antes de morir quiere participar de la misma gracia en 1251,
y, en 1253, el jurisconsulto Bonifacio con su esposa María
•eran recibidos por el Maestre fray Guillermo de Bas. Algunos detalles que encuentro en las escrituras referentes a estos casos y las de otros parecidos, permiten decir algo sobre
tales donados o cofrades, según se les llama indistintamente,
aun cuando el nombre de donados sea el que generalmente
prevalece.
Todos ellos, cual más cual menos, son bienhechores insignes, como Ferrario y Escalona antes nombrados, que con
sus bienes y personas se entregan a Dios y a la Orden, a la
que pertenecen desde ese momento, aun cuando siguieran
viviendo en el siglo. Desde luego se advierte que el ser donado no estaba reservado a los hombres, sino que podían
serlo individuos de ambos sexos, según demuestran palmariamente los ejemplos aducidos y otros que podría citar; ni
tampoco entrañaba la obligación de vivir en el convento,
aun cuando por ser célibes o quedar libres al morir sus esposas, acabaron sus días dentro del claustro. Por esto no
hay que confundir a tales hermanos o cofrades, aun cuando
se les llame donados, con los donados que eran recibidos
para el servicio doméstico y hacían vida de comunidad, pues
el nombre de éstos era propiamente el de conversos, y así se
les llama en una escritura de 1294, donde leo lo que sigue:
« recipinus te dictum Bernardurn per conversum et Donatum
Ordinis..., etc. » A tí, dicho Bernardo, te recibimos por converso y donado de la Orden, lo cual se puede corroborar
con otras cartas del mismo siglo. Las primeras bulas pontificias referentes a la Merced, desde 1245, hablan solamente
de hermanos o cofrades, sin duda, porque a todos en cuanto
tales alcanzaban las gracias en ellas concedidas; pero otros
documentos, a pesar de que los notarios no reparaban gran
.cosa en llamarlos indistintamente cofrades, donados y conversos, dan sobradamente a entender que estas personas
unidas, al menos espiritualmente, a la Orden, no lo estaban
todas ete la misma manera, ni gozaban por igual de sus beneficios. Los más privilegiad os eran estos cofrades o donados de que venimos hablando.
Generalmente al recibirlos se les vestía el hábito, y digo
generalmente, porque hallo algún caso en que se les permitía vestirlo después; tal hizo Bonifacio, a quien el Patriarca
dió carta de hermandad en 1243, pues no lo vistió hasta unos
años más tarde, al ponerlo una enfermedad en los bordes
del sepulcro.
De la forma y hechura de este hábito no poseemos nin-
— 892 —
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gún dato; es de creer que lo adaptarían a las exigencia s de
su vida seglar; pero conservando la calidad y el color del
que llevaban los religiosos, a saber: era de lana y blanco,
según demuestra la carta extendida al ser recibidos los consortes Arnaldo y Dulce, ya que en ella les dió fray Arnal
do licencia para usar vestiduras de lana blancas: «ut defe"
ratis vestes lanee a lb as», como de lana y blancos eran los
vestidos que llevaban los cuestores encargados de colectar
las limosnas de la redención. «Los acaptados porten vesti-
c unctis locis, secundum tuum posse»; prometiendo además
ser obediente con lealtad en todas las cosas: «et sis predicte
o rdinis obediens in omnibus sine enganno» . La unión de
dures
blanques».
Desde los tiempos del Patriarca esta vestimenta de los
cofrades se llamaba hábito de Santa Maria. Tenemos en
confirmación de ello la declaración hecha en 1254 por varios
testigos, que presenciaron el acto de vestirlo a dicho Bonifacio, algún tiempo después de haber sido recibido como
hermano de la Orden, cuando hallándose en peligro de morir, al visitarlo el Prior de la Merced, éste se lo mostró diciendo: «Ecce habitum Sanctae Mariae quem promisisti assumere, ¿vultis ne assumere? • He aquí el hábito de Santa
María que prometiste vestir,¿quieres recibirlo? De hecho lo
vistió entonces, y habiendo salido de aquella enfermedad, el
resto de su vida lo pasó con nuestros religiosos en el convento de Valencia.
Las obligaciones de la Orden para con estos donados o
cofrades en cuanto a lo temporal, es muy probable que variaran según los casos, pues no todos se hallarían en las
mismas condiciones; sin embargo, parece que tenía especial
cuidado en atenderlos y proporcionarles lo necesario, especialmente cuando se hallaban de paso en las poblaciones
donde tenia convento. Son a la verdad notables las concesiones que San Pedro Nolasco y demás religiosos hicieron a
Bonifacio. Te concedemos, dicen, en todas ruestras casas,
para mientras vivieres, el pan y el agua y cebada para una
bestia, lo mismo que si fueras uno de nuestros frailes: «Con-
cedimus tibi panem et aquam et civalam vni bestie, sicut
vni fratrum nostrorum dum uixerilis omni tempore, Per
omnia loca domorum nostrarum ubicumque sunt vel erint»,
excepto en aquella población donde tuvieres la residencia
habitual. Sabido es que en las órdenes militares por el pan
y el agua se significaba el alimento ordinario de los religiosos.
Los deberes que tenían estos hermanos respecto de la
Orden, seguramente guardaban proporción con el estado y
posibilidad de cada uno. A Bonifacio que, según todos los
indicios era un caballero distinguido que había tornado parte
en la conquista del reino de Valencia, se le exigió defenderla y protegerla por doquier en sus bienes y personas a medida de sus fuerzas: «quod tu manuteneas, deffendes et proteges
domum nostram et fratres eiusdem et bona ipsorum
estos donados con la Orden, aun viviendo en medio del mundo, casi no podía ser mayor; de consiguiente, no es extraño
que se mostraran solícitos por sus cosas, considerándolas
como propias, y que sin hacer propiamente voto de obedienc ia, prometieran estar sujetos a la voluntad de los superiores, en cuanto fuera esto compatible con las obligaciones de
su estado.
Cuando morían eran considerados para los efectos del
entierro y funerales lo mismo que si fueran religiosos de la
Orden. De haber convento en la población donde fallecían,
los sepultaban en nuestros cementerios, y si no los llevaban
al que estaba más próximo, según se acostumbró hacer con
los propios frailes desde los primeros tiempos. A veces elegían sepultura en un sitio determinado, como hizo Bonifacio
al disponer que lo trasladaran al cementerio del Puig, caso
de morir en el reino de Valencia, y si moría en otra parte
prometiéronle que llevarían su cadáver al convento que estuviera más cerca del lugar de su fallecimiento. Los mismos
religiosos hacían de párrocos en estas ocasiones, sin que los
del clero secular pudieran entrometerse en lo tocante al entierro y exequias, ni exigir más de lo que les asignaba el der echo común o la costumbre por razón de la cura de almas.
Así fué declarado por dos veces en la cura eclesiástica de
Valencia. La primera con motivo de haber cumplido nuestros religiosos lo que Bonifacio había dejado dispuesto resp ecto a su entierro y funerales. El Prior del Hospital de San
Juan de dicha ciudad movióles por ello cuestión, mas habiendo precedido las declaraciones de varios testigos y constado evidentemente que había muerto con nuestro hábito y
siendo hermano de la Orden, el juez eclesiástico pronunció
sentencia favorable a los mercedarios el 8 de Diciembre
de 1254.
A otra sentencia parecida diö lugar el sepelio del jurisconsulto de Valencia, casado con María, antes mencionado,
llamado también Bonifacio, y de dos hijos nacidos de este
matrimonio, que fueron enterrados en el convento del Puig,
por lo cual sobrevino un litigio que duró bastante tiempo
entre los mercedarios, representados por su Prior fray Arnaldo y Guillén Ferrari, Rector de la Iglesia Parroquial de
San Martín. Habiéndose demostrado con i.oda certeza que
el padre y su hijo mayor, llamado Pedro, habían muerto
después de imponerles el hábito y siendo hermanos de la
Orden, el juez eclesiástico, Guillermo de Barberá, impuso
al Rector perpetuo silencio y no mentar más las reclamaciones que hacía a los mercedarios por haberles dado sepultura
en su cementerio y celebrado sus exequias, mas respecto al
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otro hijo, que había sido póstumo y murió poco despué ss denacer, sin mediar dicha circunstancia, el Prior y los fraile
del Puig fueron condenados a dar al párroco de San Martín cuanto habían percibido por su entierro. Todo consta en
la sentencia pronunciada el 9 de Diciembre de 1256, de la
cual se conserva todavía el pergamino original.
Las órdenes terceras han venido gozando de dicho pri vilegio, pudiendo los religiosos de los institutos respectivos , .
con tal de pagar los derechos parroquiales, hacer los entierros y celebrar las exequias de sus terciarios seglares, si éstos lo disponían así, indicio bien patente de que los terci a
mercedarios que se han venido sucediendo en el trans--rios
curso del tiempo, sujetos a diversos reglamentos, según lo
reclamaban las costumbres y las circunstancias, arrancan
de aquellos mismos hermanos o donados a quienes San Pe.,dro Nolasco, ya en 1234 y en 1243, si no antes, hacía partíc i
-pesdlobinrtuaesympoldOren,vistiéndoles el habito de Santa María.
FR. FAUSTINO
una novena a Nuestra Santísima Madre, y también las fiestas de Nova Lapa, que, como sabe, terminan el 6 de Agosto.
El 14 proseguí mi visita misional por Barra Verde, BreAo, Picos, Raposa, Taboas, Santa María, San Sebastián y
San Félix y Barro Vermello, llevándome a la grupa de la
mula sólo un estudiante, que me servía de sacristán. Aunque
no satisfecho de mi labor por estos lugares, donde nunca o
casi nunca ven un sacerdote, puedo, con todo, comunicarle
D. GAZULLA
'ontinuard.)
PAGINA MISIONAL
Niolbcdas de la misión del Piauhy•
Boni Jesús do Gurgueia, 12 de septiembre de 1925.
R. P. Director de LA MERCED.
Apreciado padre y hermano: Acabo de llegar de mi p e
-nosaexcurióp ntmablesiryoqud
mi parroquia, y me encuentro en casa con un montón de c o
y--respondcia,tluhyosnúmerdlavit
varias cartas del Prelado.
Se recibió un oficio de Río de Janeiro comunicando que
el Claustro de aquella Universidad concede al Prelado el título de Profesor honorario, y por unanimidad le confieren
el grado de Doctor en Filosofía, en atención a los inestimables servicios de enseñanza y educación que con paternal
solicitud y cariño dispensa a los fieles de esta Prelatura,
abandonados en estos sertoes del Brasil. El Cardenal Arzobispo de Río le felicita y le remite un libro de las relaciones
de la Iglesia y del Estado, según el derecho de esta nación.
Pasemos a nuestros trabajos misionales. Como le decía
en mi anterior, el P. Sánchez fué a Santa Luz y a Curraes,
y yo, acompañado de los Padres noviños (así llaman aquí a
los estudiantes que tengo conmigo), celebré en Descensaa
rej o. Gente del catecismo levantando la choza para el misionero. Al fondo se ve
la red, o hamaca.
que bauticé a ciento sesenta y dos personas, algunas mayores y de mucha edad y con hijos, bendije treinta y tres matrimonios y administré unas mil doscientas comuniones.
En Barra Verde y en Brejäo pasé muy bien y satisfecho
unos cuatro o cinco días, viendo la buena marcha de la catequesis, 'donde tengo organizadas dos catequesis, y en la de
Barra Verde hubo reparto de premios.
Me parece que ya e. n otra carta le dije la gran pereza y
desidia de estas gentes; es tanta, que en cierto pueblo no se
decidieron ni a levantar una choza de paja donde albergarse del frío, que lo pasé en los primeros días del julio pasado
(equivale en la estación a nuestro noviembre). Así" que al
llegar de nuevo aquí y encontrarme sin una mala choza donde preservarm.e del relente de la noche, puse manos a la obra
y llamando a los niños y gente del catecismo, levanté mi
choza, cuya fotografía le acompaño.
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El 21 por la mañana salí para Picos, acompañado de
Silvino Pereira do Lago que es el propietario de la capilla y
uno de los principales católicos del pueblecito. El camino es
malo, pero gracias a la protección del cielo y a la solicitud
de mi acompañante, hicimos sin novedad los cincuenta k i
y-lómetrosdianc.Buéopersnamy
a un buen número de pequeñitos, y como la obra más necesaria es la instrucción religiosa, organicé una catequesis, de
cuyo éxito desconfío, por la falta de acción e influencia
del sacerdote sobre ella: está esto muy distante.
El 34, de los Picos marché a Raposa, donde sólo hay dos
familias católicas, siendo unas treinta las casas pobladas.
Todo lo intenté y hasta organicé, como pude, unos juegos
infantiles para atraerlos al catecismo y a las pláticas, pero,
por mis pecados, nada conseguí; sólo bautice a dos pequeñuelos, quedando mucha gente aún mayor sin bautizar. Así
quedaron malogrados tantos sufrimientos de los cincuenta
kilómetros de camino pedregoso y por montañas, en el que
me perdí y caí en un pozo, llegándome el agua a la cintura.,
y viendo la frialdad con que nos recibieron, me desazoné Y
ni pensé en levantar capilla ni organizar catequesis, que es
lo primero que hago al llegar a un pueblo, y a la verdad, el
sólo intento era ya inútil.
El 27, al mediodía, llegué a 'Faboas, donde conocía a
varias p ersonas, cosa que ayuda mucho para la labor misional, que me secundaron en todo lo que allí hice: organización del catecismo y trazas para una capilla dedicada a
nuestra Madre, para la cual les dejé una de las estampas
grandes que V. P. me envió el año pasado. Bauticé a diecisiete personas, algunas mayores y ya con hijos, que nunca
habían visto sacerdote.
El 30 llegué a Santa María, donde bendije tres casamientos y bauticé a diez niños; el 1. 0 de septiembre hice ciertas
re comendaciones y dí algunos avisos a la muchedumbre que
allí se reunió y partí para San Sebastián y San Félix, donde
había más de veintidós arios que no veían sacerdote.
En este viaje nos sucedieron algunas peripecias. En las
primeras leguas tuvimos buen camino, pero el de las siete
últimas era regularcito. Se rompió la cincha, y con toda la
montura, yo y el rapacifío que venía a la grupa, caímos debajo de la mula que, afortunadamente, era muy mansa; más
adelante, la mula con sus caballeros rodamos por un despeñadero y, por fin, al meternos poi- un bosque, quedamos desmontados asidos de las ramas de los árboles; la mula continuó impasible su camino siguiendo al guía que marchaba
delante. De todos estos lances salimos, gracias a Dios, sin
otras consecuencias que algunos rasguños y el susto correspondiente.
El 3 llegué, y la gente joven que jamás habían visto a
un sacerdote, huían de nosotros, y ofreciéndoles estampas y
haciendo algunos juegos con los niños más atrevidos, se
fueron llegando todos. Parece gente muy bien dispuesta;
Sólo hice nueve bautizos y bendije dos rnotrimonios. Les
hablé de la organización de un catecismo y de levantar una
capilla, con lo que vendría el Padre muy frecuentemente
por aquí; quizás se hubieran animado si yo pudiese estarme
con ellos algunas semanas, así que de poco más valió que de
PICOS.—Capilla y un grupo de gente a la puerta después de la administración del
bautismo.
mostrar ellos su buena voluntad. Este lugar está muy apartado, confina con Parnaguá y Gilbués, dista de aquí unos
ciento veinte kilómetros o más; el camino harto intransitable en la última legua, de modo que Dios sabe cuándo volverá sacerdote por allá.
Tuve que salir el 5, porque me esperaban en Barro Vermello, donde prometí celebrar el domingo y donde me esperaría mucha gente. Llegué de noche, sufriendo el pequeño,
pero continuo martirio de espinos y ramas que estorban el
camino. Ninguna contrariedad; al contrario, fui recibido y
obsequiado con mucho agrado por aquella buena gente que
ya me conocía; bauticé al otro día a ocho pequeñuelos, prediqué a los mayores, y al despedirme me rogaron volviese
cuanto antes.
Nada más por hoy. Recuerdos a todos y V. P. ruegue por
SU afmo. hermano que le abraza, FR. MARIANO FERRER
e
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—
DESHOJANDO ROSAS
DEL AÑO SANTO (1)
(CONTINUACIÓN)
¡Cuánta humildad se necesita para no ensoberbecerse con
las gracias y favores de que María colmó a su sierva!
—No lo dudo; se necesita humildad, pero vea usted cómo
pensaba Bernardita. Siendo religiosa, le dijo un día la Superiora: ¿No ha sentido alguna tentación de amor propio a[
verse favorecida de María? A lo que Bernardita contestó
ingenuamente: «Qué idea tiene de mí, Madre? ¿No sé Y°
acaso que, si la Virgen me escogió, fué porque yo era la
más ignorante? Si la Virgen hubiese encontrado otra mas,
ignorante que yo, seguramente la hubiera escogido.»
mérito, decía en otra ocasión, puedo tener yo si la Virgen se
• ha servido de mí como de una piedra? Yo he hecho como los
bueyes de Bétharram, que han descubierto una imagen.'
Aludía a la estatua de María que se venera en BétharraM,
hallada por unos bueyes que araban. Y decía verdad la
Beata.
—Es cierto que estas son gracias especiales del Señor,
mas indican una predilección grande, y son dadas para que
nos aprovechemos de ellas y si se usa bien de ellas...
—Tendremos especial premio del Dios que galardona sus
propios dones y _más razón para sentir grandemente de Dios
y bajamente de nosotros. Cuanto más puras son las almas,
más brillan en ellas los dones del Señor.
Bernardita era inteligente, pero como no había cultivado
de niña la memoria, le costaba mucho aprender. Asistía 3
clase, ya ma y orcita, con las alumnas del Hospicio de las
Hermanas de Nevers en Lourdes, y la pobre se veía obligada
a decir a la Profesora: «Más pronto logrará clavarme este
libro en la cabeza, que aprenderé esta lección.» Su salud
delicada no la hacía tampoco muy útil, según el parecer de
los que sólo ven lo de fuera, para los trabajos corporales.
Tenaz y aun algo testaruda, como buena montañesa,
nada la acobardaba como fuese en servicio de Dios, o para
gloria de su Madre María Santísima. «Siempre fui tozuda,
decía ella, y por eso la Virgen Santísima me ha castigado,
haciéndome preguntar tres veces cómo se llamaba».
Era piadosa y muy devota, pero solía decir: Yo no se
meditar, pero sabía amar; no discurría gran cosa, pero
amaba la oración sencilla; tejía coronas de Avemarías a la
Virgen y estar ante el Tabernáculo eran sus delicias. Allí se
(1) Véase el número de Septiembre último.
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ab ismaba en coloquios fervientes, allí recurría cuando 'le
Pedían oraciones o quería obtener gracias señaladas.
« Ignorante y pobre • como soy y sin habilidad para nada,
s ería pedir demasiado llegar
a ser hermana de ellas (de las
Nevers) decía a Mons. Forcade, que le preguntó si quería
ser religiosa. A esta humilde confesión, repuso el Prelado:
‘', En ciertas circunstancias se puede hacer una excepción de
la regla.» Y se hizo más tarde, en julio de 1866.
Pobre, enfermiza y no muy lista, llegó no obstante a prof esar en la Congregación de Hermanas de la Caridad de
Nevers, que se tuvieron por muy felices en poder cultivar
en el jardín de su claustro aquella flor que había atraído las
miradas de María, Reina de las vírgenes humildes. En las
Memorias del Noviciado se escribió: « Nuestros deseos están
cumplidos; Bernardita está con nosotras. ¡Oh, cómo deseaban nuestros corazones inflamados en el amor de María, pos eerla, poseer esta privilegiada de la Gruta de Lourdes!»
Con todo no debía valer para mucho, según los que juzgan sólo por las habilidades exteriores. Bien fuese para
darle ocasión de humillarse u por condescender con sus
deseos de vivir escondida en el claustro, lo cierto es que la
M. General, al distribuir los oficios entr las nuevas profesas no se acordó de Sor María Bernarda. Leída la lista de
o ficios, Mons. Forcade dijo a la M. General:
nuestra
Sor María Bernarda? —Monseñor repuso la M. General—,
en cuanto a ella, nos encontramos bien perplejas; no vale
Para nada.
—Y entonces...
—Si Vuecencia no dispone otra cosa, procuraremos, es el
mayor favor que se le puede hacer, utilizarla en casa destinándola para ayudar un poco a la hermana enfermera; es
cuanto puede hacer. Mucho debió doler a Sor María Bernarda aquella pública humillación de parte de la M. General,
Pero supo conservar-se alegre, como convenía a tal fiesta, y
o frecer a Dios aquella prueba y supo además serbuena enfermera hasta que por su poca salud la destinaron a la sac ristía, donde con frecuenciaTtenía que contestar a las Personas importunas que no conociéndola, le decían: Hermana,
¡cuánto daría por ver a Bernardita! ¿Podría hacerme el favor
de llamarla, aunque sólo fuese por un momento? Sor Bernarda se inclinaba con gracia, y rápidamente desaparecía
Para buscar a Sor Bernarda, que, claro está., nunca era enc ontrada.. , para volver a la visita.
—¡Cuánto la molestarían tales impertinencias!...
—Santas impertinencias de personas devotas que creían
ver con sus ojos una Santa, y no se equivocaban; pero esto
hacía sufrir mucho a Bernardita. Cuando se inauguró la
cripta de Nuestra Señora en Lourdes, tuvieron que rodearla
Y defenderla muy , tenazmente de las,importunas manifesta-
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ciones de cariño que todos querían hacerle. ¡La Santa, ved
la Santa!, gritaban; la despojaron del velo, y mal lo hubiera
pasado su modestia si no la hubiesen retirado pronto, pues la
despojaban hasta de sus propios vestidos. Y a tal extremo
llegó la cosa en el Hospicio, que se vieron precisadas las religiosas, para acallar a la multitud que rodeaba amenazadora
la casa, a sacarla al patio para que la viesen y en »tanto la
pobre Bernardita, quejumbrosa, repetía: «Me exponéis a la
vista de estas gentes para que me vean como un animal
raro. » Cuando religiosa, manifestando un Prelado deseo de
conocerla, la Superiora hizo salir a la Comunidad y para no
herir la modestia de Sor Bernarda, empezó a hacer la P resentación de las religiosas: Esta hermana, Monseñor, e s de
la diócesis de Roder; estotra de la de París, etc.
Conoció Sor Bernarda la estratagema, y veloz se dirige
a una puerta del locutorio que detrás tenía. Una hermana,
asiéndola del hábito, la quería sujetar, y conociendo su lado
flaco, le dice: « .1\io ve, hermana, que pierde cincuenta días
de indulgencia para las ánimas, que se ganan besand o el
anillo del Sr. Obispo?»
Forcejeando Sor Bernarda se desprende de sus manos,
diciendo: ¡Jesús mío, misericordia! Ahí van cien días, Y
traspuso la puerta.
—Eso es encantador.
—Como todo lo de los Santos. Preguntábale Mons. De
Ladone antes de ir a las fiestas de la Coronación de la Virgen de Lourdes, si quería acompañarle para volver a ver
la gruta y la apoteosis de María Inmaculada, y senci llamente contestó: «Yo sería dichosísima asistiendo al triunfo
de la Virgen, pero a condición de ver sin ser vista, de p ermanecer suspendida en el aire como un pajarito. Yo no debo
volver a Lourdes; antes de partir para Nevers he dado el
último adiós a la gruta. Con todo confesaba ella misma que
todos los días hacía su peregrinación en espíritu a la gruta.
Supo además ser buena sacristana, y amante de la cruz Y
de las humillaciones, exclamaba frecuentemente: «¡Oh jesús,
Vos me queréis crucificada! Fiat.»
Supo, en fin, cumplir su oficio...
cuál era entonces su oficio?
—Visitóla la Superiora un día que se hallaba en cama,
enferma, y le dijo: --Qué hace aquí la perezosilla? —Madre,
cumplo mi oficio. --eY cuál es? —El de estar mala.
‘c .Qué se hace de una escoba?, preguntó un día a una
hermana: —¡Vaya una pregunta!—respondió ésta. Se la usa
para barrer. después? —Se la coloca en su lugar. --V"
cuál es su lugar? --Un rincón detrás de una puerta. Bien
está; eso es lo que me ha pasado a mí. La Virgen bendita se
ha servido de mí, después me puso en un rincón; ese es mi
puesto; estoy contenta; en él quiero estar..
Todo es bueno para el Cielo, decía en otra ocasión a una
hermana que se compadecía de sus dolores. «No pidáis consuelos para mí, sino fuerza y paciencia'; y así como cirio
que ardiendo se acaba; como flor que se seca en los altares
del Señor, se fué extinguiendo aquella vida ofrecida como
• víctima amorosa... «¡Oh cruz, decía, tú serás el altar en que
quiero sacrificarme muriendo por jesús... el Corazón de
Jesús! Allí viviré; allí moriré en paz en medio de los sufrimientos».
«Dios mío, os amo con todo mi corazón, con toda mi
alma, con todas mis fuerzas » , repetía en su última enfermedad.
...Santa María, Madre de Dios, rogad por mí... pobre
pecadora... pobre pecadora... fueron las últimas palabras de
la hija fiel de María que pudo decir, aun en vida: «Es verdad
que la Virgen me ha prometido el Cielo con tal de que caminase por el recto sendero e hiciese los medios de merecerlo».
Bernardita caminó por el recto sendero y María cumplió
su palabra.
*
La humilde pastorcita de Bartrés ha sido el ángel que
llevó a Lourdes multitud de gentes sencillas para expresar
su creencia en la Purísima Concepción y recibir de María,
como en otro tiempo los pastores de Belén, fe y amor a
Jesús; ha sido la estrella que condujo a los magos, gente pudiente y sabia, al Belén de María, en donde, más que de la
fuente milagrosa, beben las aguas de la penitencia y del
amor a jesús Sacramentado y a la Reina de las Vírgenes.
El ángel de Belén voló al Cielo, de donde goza de Dios;
la estrella de los Magos se eclipsó pronto en la tierra, para
lucir sólo en el Cielo. Bernardita se eclipsó también después
de guiarnos a Lourdes; pero brilla y eternamente brillará en
el firmamento con la luz de la gloria y en la tierra con la de
la santidad...
Bienaventurada Bernardita, ruega por nosotros.
FR. MIGUEL LÓPEZ
.111n111nn•n•••n••••••1
— 902 —
La Comunidad mercedaria de Gofio
y la Guerra de la Independencia.
Sabido es que la parroquia de Sta. María de Conjo se
halla situada en las inmediaciones de Santiago de Compostela en delicioso valle, regado por un riachuelo. Pues bien,
allí se levanta aún la iglesia y casi todo el histórico y antiguo
convento del mismo nombre, donde tuvieron lugar en 1809
algunas escenas dignas de ser conocidas.
En Poyo se conserva un « Libro de Acuerdos» procedente
del antedicho convento; y trae en el folio 34 la curiosa y por
demás interesante relación que sigue: « En once de En. o de
1809 se decretó en el Ayuntamiento q . e p . a q . e todos
conscriptos volasen a defender estas Fronteras, invadidas
ya por los Franceses, convenía defendiesen con armas esta
Ciudad los eclesiásticos aún Regulares, y q . e saliesen a
acalorar las conscripziones p. r los difer. tes Partidos. Esta
Provid. a , y no menos la idea que concibieron los Franceses
de ci. e los Ecles. 00s sublebaban los Pueblos, hizo temer al
R. P. Com . or , Fr. Felipe Gonz. z Abarca, un exterminio del
Conv. to , caso de entrar, como hizieron en m. s p.tes
partes). Propuso de consig. te a la Com. d convendría( moculcilhtar
as
todo lo menos visible en alhajas del Conv. to etc. Accedió la
Com. d , y así se ejecutó. Con efecto entraron los Franc. s el
17 y huyeron los más con el P. e Com.°r, como tamb. n lo ejecutaron- hta. (hasta) las Monjas más Recoletas. Mas sabiendo q. e el enemigo p. r entonces no hacía daño, regresaron
casi todos, y todas las alhajas se pusieron en su respectivo
lugar. Comenzaron p. r repetidísimos oficios p. r los Franc. s y
Govierno afrancesado al R e Com. or, reducidos a alojam.tos,
Plata de Iglesia, granos, dinero etc. Este juntó varias veces
la Com. d p. a el efecto, y al fin en todo determinaba ésta,
obrase aq. I (aquél) segun su prud. a Así es que pudo salvar
con su destreza en unas circunstancias tan críticas en q. e peligraba su vida, m. s (muchos) viveres, la mayor parte de alhajas de IgL a y eludir todas las contribuciones en metálico,
dando solamente en los cinco meses de su Invasión siete mil
r. s Comenzaron luego las Prisiones de toda clase y estado
en las Cárceles, y -entre ellos a nro. P. e Proor. Lapido,
acompañado de los PP. Vic. os de S. Payo y S. ta Clara. Ni le
han hecho causa, ni pudimos indagar hubiese mas motibo
q. e un Herm. 0 , Abad de Morquintian, se havia sublevado
contra los Franceses con infinitas gentes deaq. I pais. Ello es
que el P. e Com.°r tubo q. e afianzar su Persona, y le trajo al
Conv. to p.r cárcel. El veinte
y quatro de Abril pasó dos le
tras el Magistrado, Sor. Neyra, a los PP. Pdo. Lapido y Cura
Fr. Pablo Ares p. a que se sirviesen ir a su casa a las seis
— 903 —
dela tarde, pues tenía un encargo Cl. e comunicarles. Fueron
estos, con efecto, a Santiago p. a el cumplimiento; mas sabiendo allí ci. e era p.a prenderlos, escaparon. A otro día vino
el Then. te Corregidor, Fraguio, y el Magistrado, Gonz. ez Varela, con una Compañía de Franc. s, y aunq. e se les convenció que ni el Prelado ni la Comun. d podían ser responsables
dela ausencia de los otros, p.r no haverse pasado el correspondiente oficio p. a ello, como anteriorm.te se ejecuto, q. d0
(cuando) lo del Proor. Lapido, llevaron a la cárcel a los
PP. Com . or, Vic.° Rey, Fr. Esteban de las Casas, Fr. Paulino Ares, Fr. Juan Angueira, Fr. Ant. 0 Cas. tos, Fr. Juan
Mrioz., Fr. José Gil, Fr. Viz.te Castaño, Fr. Agustin Pérez,
Fr. José Santiago, Fr. Jose Conde, el Pror. Lapido, Fr. Domingo Cantelar, Fr. Juán Gonz.; y dejaron en el Conv. to por
cárcel a otros diez, pues los otros estaban ausentes, nombrando Fraguio p. a Cura al P. Pror. Jubilado Fr. Pedro Salvador, p.a Mayordomo al P. e Ramón Varela, y p.' presid.te
al-P. e P. or Jub. 0 Fr. Francisco Ferro. El vt.te y nuebe de
dho, mes incorporaron a los presos dela cárcel .con los dela
que fué Inquisición, y en num.° de quar.ta y tres, entre Arcedianos, Curas, Clerigos, Prebendados y Religiosos de varios Ornes., los llevaron entre bayonetas, y sin pasarles
Cama ni comida, al Ponton dela Coruña, q. e ya ocuparan
y
tamb. n los S.res Inquisid. es , Dean, Lectoral, Provisor,
otros Canonigos tambien de Lugo; Oidores, etc. Fué mucha
la tropelía q. e se pasó p. r espacio de cnq.ta y ocho días, y
tanto que hubieran muerto, si el P. Com . or p. r medio de sus
parientes y Am. os (amigos) no les hubiera socorrido en unas
circunstancias tan criticas, hasta proporcionarles auxilio p.a
el camino de Francia, a que estubieron sentenciados, mas
todo lo sufrieron con la mayor resignaz. on y p. r la Patria. La
causa de querer prender al P. e Lapido y al Cura es facil de
adivinar, pues el prim. 0 era tio del Abad de Marquintian, y
el Cura habia defendido contra el Then.te Correg. or en el
Gobierno Español, derechos Parroquiales. Aora el de la
prision de los otros, aunq. e alegaron ser por la huida delos
dos, hai sospechas intervinieron otras causas q. e se deducen
bien de las circunstancias, prescindiendo de algunos resenAl fin
tim. tos antiguos que tenía Fraguio contra el Conv. toConv.to
lograron su libertad el v.te de Junio, y regresaron al
q. e se halló casi saqueado y derrotado, inclusive los muebles
de los Relig. 0s , especialm. te los del Ponton, a quienes daban
todos por muertos ya=y p. a q. e en todo tpo. se tenga noticia,
aunq. e superficial dela Religión y Patriotismo de los Indivia diez y ocho de
A. ri
duos de este Conv. to , lo firmo con el °
Julio de mil ochoc. tos y nuebe.—Fr. N. Ant.° Castifieyra.—
Basilio Varela.»
Parece haber sido providencial el hecho de que los invasores no hayan arrasado aquel convento ni dado muerte a
-
904 -
todos sus moradores; por cuanto estaban muy bien enterados aquéllos de que los frailes sublevaban los pueblos, luchaban, acaudillaban, y dirigían aguerridas partidas de soldados contra ellos. Además, a todos era notorio que aquella
venerable Comunidad mercedaria respondía a todos los
llamamientos patrióticos con la mayor lealtad y nobleza. En
confirmación de esto podíamos aducir varios casos; pero, en
atención a la brevedad, tan sólo habremos de citar uno, que
tuvo lugar en 1808. A principios de Junio de este ario, la
famosa Junta de defensa de Galicia, que residía en la Coruña, manda con toda urgencia un Oficio al P. Comendado!*,
Fr. Felipe G. Abarca, rogándole tuviese a bien contribuir
con todo lo que le fuese posible para disponerse a hacer
frente y poner coto a la desmedida osadía de los nuevos
vándalos. El 15 de dicho mes y ario se reune la Comunidad
en capítulo y, como no era menos de esperar, resolvió «estar prompta a hacer todos los sacrificios posibles en las presentes urgencias, y p. r causas tan justas q. e las mueben.
Pero por q. to (cuanto) la Junta Gubernativa de Santiago
havía pasado anteriorm. te otro Oficio igual, y la Com. d hecha
cargo de las cuentas... habia ofrecido tropa mensual, depositos y alaxas... y dicha Junta aun no pasó a recoger la citada Oferta, se desearia saver a qual de las dos se havia de
entregar. Sólo puede añadirse, p. a inteligencia del Reyno,
que el valor de las alaxas existentes y menos necesarias p.'
el culto no vajarä de cien mil r. s Y por último q. e si todo esto
no vastase se venderia fincas.., hasta contribuir proporcionalm . te a Li- . to (cuanto) dé y ofrezca el vasallo más fiel y leal
del Reyno de Galicia. » —Lib. precitado, fol. 33.
No se necesita hacer aquí mención de la recompensa que
se vino a dar a tanto heroísmo derrochado en pro de nuestra
amada patria; pues todo el mundo sabe muy bien que no
hubo de ser otra que la que da el espíritu maligno a sus
servidores. Tan grande e infame ingratitud debe pesar más
que todos los crímenes españoles en la balanza de la justicia
divina, cuando, después de pasado tanto tiempo, aún continúa derramando sobre nosotros la copa de sus iras.
FR. ELIGIO ALVAREZ
g 9nmaculacia Concepció»
de 9rue,stra Jefiora.
¿Qué mujer celestial rompe a deshora
La esfera diamantina,
De lumbrosas estrellas coronada?
Orla el sol su sagrada vestidura;
La luna está a sus pies. En vano, en vano
Dragón antiguo, tu ponzoña viertes;
Ya fulmina la lanza
Que del Empíreo te arrojó, ya caes
A los pies de la Hermosa quebrantado.
El ángel admirado
A cielo y tierra su belleza canta;
Y Ella tilunfante. sobre el monstruo impío
Pone segura la celeste planta.
Albricias, mortales,
Que ya sonrosea
Del Sol de justicia
La Aurora halagüeña.
Huyó al patrio averno
La noche funesta,
Y en luces de gracia
Se inunda la tierra.
Ya en el árido desierto
Brota cristalina fuente,
Ya del celeste rocío
Puro vellón se humedece.
Y al valle de los esclavos
Hermosa Virgen desciende,
Exenta, libre y fecunda
Del Salvador de las gentes.
A tu intercesión, oh Virgen,
La humana miseria apele;
Cuanto Dios con el imperio
Tú con la súplica puedes.
ALBERTO LISTA
ffl2We
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— 907 —
La Reina Diabolina.
(
tol mandaba que las mujeres entraran con la cabeza cubierta... y los Angeles del Santuario, los que rodean la
augusta Majestad del sagrario, bajaron la cabeza consternados y se cubrieron avergonzados con sus alas, para no ver
aquella falange de desaprensivas criaturas que se acercaban
a recibir al Dios de la pureza con los brazos y el pecho
desnudos.
Y mientras los ángeles lloraban el ultraje inferido al Dios
tres veces santo, mientras el Divino Corazón miraba tristemente a sus mal llamadas devotas, y al penetrar en aquellos
pechos que no velaba la modestia y el pudor, se sentía llevado de nuevo al Calvario. Satán y sus secuaces lanzaban
insultante risa a la faz del mundo cristiano inventando nuevas modas, nuevos espectáculos.., para adueñarse del todo
del alma de la mujer...
C ON CL US I
N)
II
La tropa infernal llegó con la rapidez del huracán a uno
de los más altos picos del Pirineo; desde allí abarcaban sus
miradas España y Francia en toda su extensión.
El dedo carbonizado de Satanás señaló en dirección a
esta última nación.
—Asmodeo—dijo—levanta el tejado de aquelia casa de
París, para que todos veáis lo que en ella ocurre.
Un diablo que cojeaba horriblemente se acercó, y a una
señal suya, la casa indicada por el rey del Infierno se transparentó, como si fuera de cristal, y todos pudieron ver una
habitación lujosa, especie de salón del trono, donde una matrona, llena de belleza y majestad, cubierta con regio manto
y llevando en su diestra un cetro de oro, daba órdenes a un
ejército de mujeres que bajo su dirección, cortaban, cosían,
dibujaban, bordaban ricos trajes y lindos sombreros, que
alados pajecillos repartían por todos los ámbitos del
mundo.
—Esa es la reina Moda—dijo sonriendo espantosamente
el infernal monarca—. Ese trono lo has de ocupar tú, Diabolina, ese cetro lo empuñarás y con las modas que tú dictes
arrebatarás el pudor que pisotearán con la mayor tranquilidad llevando su deseo hasta el mismo pie del altar... No hay
duda que los curas y frailes te harán la guerra, que los
obispos publicarán pastorales contra ti; pero mientras más
clamen ellos, más atrevida los desafiarás.., y los vencerás,
te lo aseguro, o más bien los venceremos; llegaremos a apoderarnos de la mujer que se llama cristiana y devota, hasta
de esas.., de la cintita blanca con vivos morados..., de las
que van de pueblo en pueblo queriendo reparar la soledad
del sagrario.., hasta esas llegaremos.
Calló Satán y un hurra siniestro sucedió a sus palabras.
Y a una señal del infernal caudillo, la diabólica tropa se
desbordó sobre París disponiéndose a atacar y hacerse dueños del Palacio de la reina Moda, a quien en adelante debía
suceder la reina Diabolina.
Y a las modas severas y honestas, que hacía diferenciarse a la señora y señorita cristiana de esa otra triste clase de
mujeres, que son el baldón de su sexo, sucedieron otras modas atrevidas, deshonestas, en que la escasez de tela era su
mayor atractivo... Estas modas invadieron los teatros, paseos, y hasta la misma iglesia, casa de Dios en que el Após-
Al llegar a este punto de su lectura, Carmina arrojó las
cuartillas, y prorrumpiendo en lágrimas exclamó:
—No leo más, abuelita, no leo más... Emilio ha escrito
esto para mortificarme; veo su intención
—No, hija mía--dijo el joven entrando con el sombrero
puesto ya para irse a su oficina—. He escrito esto para ti, sí;
y para otras muchas... para todas las que despreciando la
voz de la Iglesia, se obstinan en dar gusto a Satanás rindiendo culto a su hija, la reina Diabolina, la que sugiere a esos
modistos inspirados por todas las malas pasiones modas indecentes y provocativas para fomentar el pecado y matar el
pudor. Dejad en buen hora esas modas para las que no pierden nada al vestirlas, así al menos no os confundirán con
ellas, tomändoos por lo que no sois y dando lugar a vergonzosas confusiones, y a que ofendáis a Dios hasta en su
mismo templo.
Y mientras el joven escritor decía esto, recogía del suelo
las cuartillas y las metía en su bolsillo.
En aquel momento entró otra jovencita muy parecida a
Carmina, pero honestamente vestida y con el rostro dulcemente alegre, como el de quien viene con el alma llena de
paz y consuelo.
Al ver llorando a Carmina corrió a ella y la abrazó tiernamente.
--Qué te ha sucedido, hermana mía?—preguntó.
Y cuando lo supo por boca de su hermano:
—Que esto te sirva de lección—dijo dulcemente—. No
hagas como algunas que se obstinan en desafiar a los que
sólo quieren su bien... Mira, aun es tempranito; ven conmigo
al Santuario, te confiesas con el padre Marcel, que es mi
confesor, yo te dejaré un vestido mío... y verás, verás qué
consuelo sientes al recibir a Nuestro Señor, como El quiere
que se le reciba, no como el demonio, que ya que no logra
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apartarnos de la comunión, trata de que la recibamos de
modo que desagrada a Cristo.
Y haciéndola levantar suavemente la llevó a su cuarto,
para ponerla un traje más conveniente.
Cuando hora y media después ambas jóvenes tornaban a
su casa, el rostro de Carmina, aunque denotaba alguna confusión, estaba revestido de suave dulzura.
— .Confesaste con el padre Marcel? —preguntó cariños a
-mentlabui.
—Sí, abuelita—dijo la joven tomando su mano y besandosela—. Y me confesaré siempre con él; yo le tenía miedo
porque decían que era tan intransigente.., ahora compr endo que no es más que recto y ha estado conmigo lleno de
bondad. En otras palabras, me ha dicho lo mismo que escribió Emilio. Pero nosotras somos unas tontas, que ciegame n
-tenosdjamlvrpeiboquscltadráe
nuestro espejo.
—Pues buen ánimo, hijita, y a dar una patada a ese diablo.., aunque el espejo se haga mil pedazos—dijo jovialme n
-telanci.
Y atrayendo hacia sí a la joven depositó un beso sobre
su frente.
diarista y habló de oídas, porque tenemos entendido que lo escribe
persona muy despierta.
AURUM, THUS ET MIRRA.—Repertorio moderno para órgano o armonium, por Patricio Beneyto, Presbítero.
Precios: En rústica, 12 pesetas. Lujosamente encuadernado, 15
pesetas.
Los pedidos, acompañados de su importe, al autor: Beato Juan
de Ribera, 4.—Valencia (España).
En otra ocasión nos hemos ocupado en LA MERCED de dos preciosas colecciones de cánticos religiosos en estilo popular, dados
a luz por este inspirado compositor, colecciones que han merecido
del público de lenguas españolas una acogida extraordinariamente lisonjera, y los más entusiastas y expresivos elogios de la crítica
musical de ambos mundos.
Hoy es otra colección de piezas religiosas para órgano o armonium sin pedal obligado la que tenemos el gusto de recomendar
con el mayor interés. Hasta esta fecha sólo va publicado el primer
volumen, cuyo contenido es el siguiente: «Dos preludios, Cuatro
ofertorios, Cuatro elevaciones, Cuatro marchas de procesión,
Cuatro meditaciones, Tríptico; a) En el monasterio, fervorín; N
En el campo, El Angelus; c) En alta mar, plegaria. Dos finales».
S2 advierte en todas estas composiciones una inspiración fácil,
moderna, al mismo tiempo que va impregnada del místico aroma
tan característico en el arte del señor Beneyto.
Sentimos no poder hacer aquí un análisis tan detenido como
quisiéramos de estas preciosas joyas artísticas; mas no podemos
menos de hacer constar que las que más deleite nos causan por
las bien realizadas intenciones descriptivas y el «modernismo algo
más concentrado » , así de la línea melódica como del ropaje armónico, son las tres que forman el tríptico, especialmente la segunda
y la tercera.
Respecto:de dificultades de ejecución, sin exagerar nada puede
decirse «que está al alcance de todas las fortunas»; pueden ejecutar todas las composiciones aun aquellos organistas que no han
podido dedicar al estudio del mecanismo sino muy poco tiempo.
Y para que nada falte, la presentación es muy elegante y tan
cómodo su tamaño que se diría haber sido estudiado para dar satisfacción a aquellos que gustan de llevar cosas de estas en el
bolsillo para recrearse con su lectura.
Por todo ello reciba el afortunado autor nuestra más cumplida
enhorabuena.
Advertencias.--No se ',publicarán críticas de las obras de los
que no se envíen dos ejemplares.
J. GARCIA-HERREROS
BIBLIOGRAFIA
AROMAS DEL COLEGIO.—Preciosas hojitas de la serie de
vacaciones con que las MM. Mercedarias de Bérriz mantienen comunicación con sus alumnas, esparcidas durante las vacaciones
estivales en casitas de campo y hoteles lujosos, perdidos en los
encantadores valles y altozanos de Vascongadas, y hastz en algunas de las ciudades de las playas de moda del gran mundo. Falta
hacen esas hojitas, silbidos misteriosos del buen Pastor a las ovejitas más o menos descarriadas; toques a perdidos o a tino—que
de los dos modos se llaman las campanadas que se dan aún en
varias regiones de España los días de grandes nevadas, especialmente cuando la noche se viene encima—para orientar a los descaminados. Cuádrales muy bien el nombre de « Aromas del Colegio . , porque lo son en efecto.
¡FIN DE CURSO! —Visitó de nuevo esta redacción este opúsculo del Colegio de Don Juan de Alarcón, avalorado con preciosos
artículos, estimables poesías y buenos grabados.
El diario está escrito con asaz soltura; en algunas efemérides
no ha sido grande la exactitud; sin duda se hallaría ausente la
FR. JOSÉ MIGUÉLEZ
— 910 —
RADIOGRAMAS
QUÉ CONSISTE EL DESPRECIO PROPIO? — En un internado,
que es honra de la Orden, se formuló esta pregunta durante
el recreo, y fué contestada así por muchas, pues viene firmada por Muchedumbre. Si el aprecio se manifiesta en estimar
las cualidades de una persona, pensar con gusto en ella,
alabarla y hacerle buenos servicios; el desprecio propio consistirá en pensar bajamente de sí, aprovechar las ocasiones
para hablar mal, con verdad, de sí, y en contrariar las propias aficiones.
Uján va a recorrer, pero sin dar un recorrido a Muchedumbre—Dios me libre de ello, que no lo merecéis, sino un
paseo triunfal—su contestación; el mejor modo que se rae
ocurre de hacer algunas observaciones, ya que no es posible el diálogo, que para esto es insistituíble, aunque temible
con gente tan despierta, tan ágil de inteligencia, como la
del internado aludido.
Suponéis y lo decís que el desprecio es lo contrario de
aprecio, y, por tanto, poniendo un no, o varios, a lo que sea
aprecio, cátate ahí el desprecio; suponéis, además, que el
desprecio propio es virtud y que el aprecio vicio.
Supuesto esto, tengo derecho a decir a vuestra cuenta:
El desprecio propio se manifiesta en no estimar las cualidades de una persona, y, por lo tanto, añado yo, a vuestra
cuenta, en no estimar las cualidades propias, porque también
son de una persona.
Pero la gracia de Dios y los demás dones sobrenaturales
son cualidades propias de los que los tienen; de lo contrario
los santos no podrían con verdad y propiamente decirse
hijos de Dios y herederos del cielo. Oid ahora de boca del
Príncipe de los Apóstoles en su carta segunda, I, 3, cuán
estimable sean estas cualidades: «Por el cual (Nuestro Señor
Jesucristo), nos dió (el Señor) grandes y preciosas gracias.
Queréis saber cuán grandes y preciosas, y por lo mismo
estimables? Tanto lo son, que «por ellas--continúa el Apóstol—somos hechos partícipes de la naturaleza divina, hu yendo de la corrupción de la concupiscencia que hay en el mundo». Más claro: las cualidades de una persona, y, por la misma razón, las propias pueden ser buenas o malas: las buenas
son estimables, y tanto lo puede ser alguna que por adquirirla y conservarle esté bien empleado que el hombre lo dé o
pierda todo por ella, malas y despreciables, que debemos
desechar y de las que debemos guardarnos.
No puede, pues, consistir el desprecio propio en cuanto
virtud—si es que en eso genéricamente consiste—así, y a
carga cerrada, en no estimar las propias cualidades, porque
— 911 —
Si son buenas son estimables, y si son malas son aborrecibles, que es objeto propio de otra virtud.
El desprecio propio se manifiesta... en no pensar «con
gusto» en ella (la persona y como tal con sus cualidades).
No olvidemos que hay buenas y malas cualidades, y que
la gracia y los demás dones sobrenaturales son buenas cualidades. Las buenas cualidades, por serlo son deleitables, es
decir, sabrosas, por lo menos según la razón, a los que las
poseen y aun a los que las contemplan. Oid, oid ahora a
Santo Tomás (22. q. 25. 7) hablando de los buenos, que sonsea dicho de paso—los mejores y los más amadores y estimadores de sí mismos; dice, pues, de ellos: «Y con mucho
deleite se meten en su propio corazón, porque en él encuentran de presente buenos pensamientos, y la memoria de los
bienes pasados, y la esperanza de los bienes futuros (actos
todos del alma en cuan LOesté adornada de buenas cualidades, porque quien se deleita en tales frutos se deleita también en tal árbol que los produce), de lo cual nace el gusto»
o el buen sabor interior.
No consiste, pues, tampoco el desprecio propio, que es
virtud, en no pensar con gusto en sus buenas cualidades que
tan buenos frutos producen, pues los justos sin dejar de serlo piensan con gusto y se deleitan interiormente en ellas;
ni tampoco consiste en no pensar con gusto en las malas
cualidades, porque eso es objeto de varias virtudes, aunque
hay una mala cualidad, objeto propio del desprecio propio
santo y bueno.
El desprecio propio se manifiesta... en no hacerse buenos
servicios.
Servicio—si no es el servicio de Dios que tiene muy distinto concepto—consiste en hacer obras útiles que alejan los
males o adquieren bienes para sí o para aquel a quien se
sirve. Que estamos obligados a hacernos buenos servicios
lo demuestra el quinto mandamient o , y tanto para el bien del
cuerpo como para el de nuestra alma, es una consecuencia
que debe
de nuestra libertad o serflorío, en cuyo ejercicioas
ser continuo, el hombre, o por el esfuerzo si son obr naturales, o por la cooperación si son sobrenaturales, contando
siempre con los auxilios actuales de Dios, tiene que hacer
suyos los bienes del cuerpo y del espíritu, y por falta del
ejercicio de esta prestación de servicio a sí propio se condenan todos los que se condenan, y por la prestación de estos
servicios se salvan todos los que se salvan.
No consiste, pues, el desprecio propio en no prestarse a
sí mismo servicios que son obligatorios, los de nuestra propia conservación y santificación, y por lo mismo vicio el no
prestárnoslos, y por tanto no puede consistir en esto el desprecio propio y santo; y no puede consistir el desprecio
propio en prestarnos estos buenos servicios, porque esto es
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objeto propio de otras virtudes e imperado, o sea exigido, del
amor propio ordenado, natural o sobrenatural.
El desprecio propio se manifiesta.., en no alabarse.
Alabarse es decir uno bien de sí mismo. En cuanto es locución interior, o sea manifestación que uno se hace a Si
mismo de los bienes que tiene en sí, se llama conocimiento
propio. Si hay alguna estimación propia virtuosa, como
queda dicho, también habrá un conocimiento propio bueno
sin el cual no puede haber aquella estimación propia.
En cuanto que alabarse es decir bien de sí mismo a otros,
tampoco de suyo es malo, porque, si así fuese nunca sería
bueno, y nuestro Señor dijo en su Evangelio (Math. V, 16):
«Así luzca vuestra luz ante los hombres, que, viendo vuestras buenas obras, glorifiquen a vuestro Padre que está en
los cielos » , porque no sólo las palabras son manifestación de
nuestro interior, sino que las obras son también dichos
menos engañosos de lo que somos.
qué los santos fueron mandados santamente por sus
confesores que nos dijesen bienes de sí mismos ocultos en su
corazón y favores que habían pasado entre Dios y ellos solos
quién lo duda? Lamentamos que todos los santos no hayan
hecho lo mismo, es decir, que no nos hayan dejado el inventario de los tesoros de su corazón; y sentimos que los que
escribieron hayan sido tan cortos en hacerlo; y viniendo a
lo nuestro, que el bueno del Padre Juan del Santísimo Sacramento no haya obligado a la Beata Mariana de Jesús a que
escribiese más largamente las mercedes de Dios y nos describiese más extensamente sus estados interiores; pero,
en fin.., ya no tiene remedio, y por la uña se conoce al
león.
No consiste, pues, tampoco en esto el desprecio propio,
bulliciosa Muchedumbre.
Y os quiero poner ejemplo de todo lo dicho en aquella criatura, la más santa y también la más despreciadora de sí
misma, la Santísima Virgen María. Conoció en sí las grandes cosas que Dios le había dado; de lo contrario, no pudiera decir con verdad: (Hizo en mí cosas grandes el que es
Todopoderoso y tiene un nombre santo».
Se gozó; las palabras de su prima Santa Isabel la hicieron
recogerse en sí mi3mo, pero al punto sacando del tesoro de
su corazón que lo halló tal y más que lo que decían, porque
palabra humana no puede decirlo, prorrumpió en estas palabras: «Mi alma engrandece al Señor y mi espíritu se regocija
en Dios mi Salvador. No sólo se vió grande, y los grandes
dones que Dios en ella puso, sino que vió el conocimiento
que de sí tendrían las gentes venideras y con su dicho autorizándolas dijo: «Me llamarán bienaventuradas todas las
generaciones. Pero tened también el ejemplo de su humildad: (Miró el Señor la bajeza de su esclava>.
Después de leer todo esto, Muchedumbre dirá tiene razón
Uján; pero parece también que no la tiene.
Vamos al nudo de la cuestión; redoblad la atención.
No cabe duda que la santidad y los demás dones naturales y sobrenaturales, son cualidades propias de la persona
que las tiene; porque, de lo contrario, se diría santa no por
santidad propia, sino por la ajena—Ivava una santidad!—,
se diría sabia, no por una sabiduría propia, sino por una sabiduría ajena—¡vaya un sabio! Ni tampoco se os ocurra
decir que es santa con la santidad de Dios; porque una es la
santidad de Dios—y lo mismo se diga de la sabiduría y de
cualquier otro don—y otra la de la criatura; porque si yo
fuera santo con la misma santidad de Dios, como la santidad
de Dios es necesariamente sabia, omnipotente... yo vendría
a ser el mismo Dios, lo cual es un solemnísimo disparate.
Vuestras cualidades son tan propias vuestras, que si no están en vosotras no están en ninguna parte; en este sentido
nadie las puede decir suyas, sino vos, ni Dios en este sentido—ientended!—las puede decir suyas, porque Dios no tiene
entendimiento limitado, ni santidad, ni nada limitado, que es
lo más que podemos tener por mucho que subamos.
Son, pues, todas las cosas de Dios, en cuanto que El las
hizo, las conserva, las perfecciona; pero ninguna de las cosas
criadas son Dios. En el primer sentido, se dice que de Dios
es todo; en el segundo sentido se dice que son del que las tiene las cosas que Dios le dió. Que el desprecio propio no consiste en lo que somos, o sea en la relación o no relación de
nuestras cosas con nuestro yo, lo hemos visto; consiste pues,
en de quien recibimos esto que somos; cosas muy distintas.
Metafísico estáis, hermano; parece que os estoy oyendo.
Ya está., a mi parecer, desatado el nudo.
Desprecio propio es el trato que nos damos y queremos
que nos den todos, fundados en la humildad «que dice Santa
Teresa (Moradas sextas, cap. X, núm. 4), es andar en verdad; que lo es muy grande no tener cosa buena de nosotros,
sino la miseria y ser nada; y quien esto no entiende, ande
en mentira».
La Santísima Virgen tuvo el desprecio de sí misma en
cuanto se portó como que de sí misma tenía ser nada; pero
no tuvo ni podía tener el otro desprecio de sí misma, que consiste en portarse como quien de sí mismo sólo tiene miseria,
porque fué impecable: motivo este último muy abundante
de nuestro desprecio propio.
El otro radiograma ya saldrá,
U JAN
— 914 —
favores de HUOSIN Santísima Illadr0 de la
Merced g de la Beata Malea de Jesús.
1. 0 La M. Comendadora Sor María de San José, del
convento de Lora del Río (Sevilla), tenía la vista tan mala,
que después de haber agotado todos los recursos de la m e
-dicna,urtesmynohabrdelt ,
antes temiéndose con fundamento la perdería, llegó el día
16 de septiembre de 1925, primero de la novena, y pidiendo
esta gracia al Señor por mediación de su Santísima Madre
de la Merced, hubo repentino cambio y comenzó la mejoría
en tal forma que admiró al médico, que viendo que la curación era perfecta, dijo: « Esto deben publicarlo, pues es un
verdadero milagro».
2.° La Hermana Mercedaria de la Caridad del Hospital de Alhama de Granada, Sor Camila, tenía una pierna
tan mala que el doctor Daza, cuando la vió, le prohibió
siguiese tomando los barios termales, y dijo a la Reverenda Madre Superiora que se le secaría la pierna; pero la
Hermana, confiando en la protección de nuestra Madre de la
Merced, comenzó una novena, y al terminar había desaparecido el peligro. Esto fué el ario pasado de 24, y este ario,
en junio, seguía bien y haciendo todo, sin que se flotase nada en contra del favor recibido.
3.° Este mismo ario de 25, en mayo, un niño de corta
edad estaba tan a los últimos de su vida, a causa de una
fcrtísima bronconeumonia, que su madre, viendo que los
remedios humanos eran inútiles, mandó al Hospital de las
Hermanas de la Caridad de Alhama, de Granada, a buscar
un escapulario, y como las Hermanas no tuviesen ninguno
hecho, cogieron el que nuestra Madre de la Merced . tenía
en su mano, se lo aplican e instantáneamente decrece la
opresión, y a los pocos momentos desaparece la fiebre, y la
respiración es normal, quedando sano y bueno, como me lo
afirmó su señora madre el día 24 de junio. No hay que decir
que se ha quedado con el santo escapulario y que lo guardan como oro en paño.
FR. EMILIO FERRERO DE LA SAGRADA FAMILIA
---
915 —
De la Beata Mariana de Jesús. (1)
MADRID
13.° Un abogado de esta Corte nos comunica en larga
narración, que no podemos reproducir, un favor de la
Beata Mariana, que sintetizamos en estas líneas. Llevaba un asunto de un cliente y este asunto, para arreglo o
transacción pasó a manos de un caballero que hacía arios me
tenía aborrecimiento inmotivado. Yo presenté mi cuenta de
5.000 pesetas, cantidad que debía pagar el que se había hecho cargo del arreglo del asunto, pero no tenía yo documento ni otro medio con qué acreditar mi derecho, de modo que
quedaba a merced de la buena intención de este serior, que
me tenía esa antipatía de arios atrás.
Necesitaba yo esa cantidad para los gastos de una vida
de campo continuada, que mi mujer necesitaba por prescripción facultativa para reponerse de la grippe sufrida en esta
primavera pasada.
No había seriales de que cobrase esa cantidad que necesitaba, y alarmado recurrí a la intercesión de la Beata
Mariana de jesús, con una novena y con la promesa de costear una de las fiestas de los 17 de cada mes que se hace ante su sepulcro, de dar una limosna de 100 pesetas al convento de Alai-eón y publicar el favor en LA MERCED, Si lo alcanzaba.
Al salir de veraneo el amigable componedor, dió a su letrado las 10.000 pesetas de su cuenta, y sólo 1.800 para que
me las entregase a cuenta de las 5.000 que acabaría de pagar cuando se ganase otro pleito que está sub judice. Fundadas eran mis sospechas de que, por el antiguo aborrecimiento no me pagaría mis 5.000 pesetas; pero el letrado, que
había recibido íntegra su cuenta, considerando que habíamos llevado juntamente los dos los trabajos del asunto transigido, partió conmigo las 10.000 pesetas, y yo con él las
1.800, con lo que vine a percibir 5.900 pesetas, con lo que mi
mujer pudo veranear y restablecers e por completo.
La corazonada de mi compañero la atribuyo a la intercesión de la Beata Mariana, cuya novena estaba haciendo.
(1) Véanse los números de Febrero, Marzo, Abril y Mayo de este ario en
esta Revista.
i¡I
— 916 —
— 917 —
Como se ve, percibí mayor mayor cantidad de la que esperaba, y aún espero 1.600 pesetas, mitad de las 3.200 que me
adeuda.
Costeé la fiesta del 17 de junio último, df 100 pesetas a las
religiosas de Alarcón y mi corazón no cesa de dar gracias a
la Beata Mariana de Jesús.
ALFONSO S. C.
14.° Encontrándose mi hija enferma de gravedad, recurrí
a la Beata Mariana de Jesús, haciéndole promesa de que Si
mejoraba publicaría dicha curación para su mayor gloria,
habiéndolo conseguido, mucho le agradeceré se dé a conocer
esta gracia en LA MERCED.
PABLO P. NAJERA
(Carta a la M. Comendadora de Alarcón).
15.° « Sufriendo grandes dolores en una pierna que inc
imposibilitaban andar, puse la reliquia de la Beata Mariana
de Jesús y me encomendé a ella, ofreciéndole publicar esta
gracia, y en cuanto me puse la reliquia cesaron los dolores
y quedé bien.
Profesión religiosa.—E1 14 de este mes, fiesta del Mártir de
la Orden San Serapio, profesó de votos simples la Hermana Sor
UNA DEVOTA
(Carta al Padre Director de LA MERCED del 28-X-925).
Donativos.—La señora doña. Herminia Rejo de Viñas,
viuda de Uriarte, por gracias concedidas por intercesión de
la Beata, dió 15 pesetas.
Igual cantidad dió la señora doña María González Camino, viuda de Zamanillo, por un especial favor recibido por
intercesión de la Beata.
NOTICIAS
MADRID
San Fernando. Tres religiosas de Berriz.—E1
L° de Octubre llegaron de Bérriz para aumentar esta Comunidad y ayudarla
en las tareas del Colegio, que tiene un brillante porvenir en este
populoso barrio, las RR. MM . María de la Natividad Urízar, Presentación Areitio y Purificación Escondrillas, las que postuló esta.
Comunidad respectivamente para Comendadora, Maestra de Novicias y Consultora. Sean bienvenidas a su casa estas buenas religiosas y que el Señor corone con el éxito sus empresas, que lo son
de toda la Comunidad.
María de Jesús del Barrio y Giménez. Recibió la profesión el
M. R. P. Director de LA MERCED, que antes dijo una plática. Se
cantó a continuación solemnísima Misa a Nuestra Santísima Madre. Que el Señor le conceda el don de la perseverancia y la perfección religiosa.
El Obispo del Buen Jesús del Plauhy.—De vuelta de su
viaje a Galicia y una rápida visita a los centros misionales mer cedarios de Vascongadas, volvió a Madrid a preparar su viaje a
su diócesis. El 23 de Octubre, su fiesta onomástica, las alumnas
del Colegio de Don Juan de Alarcón le obsequiaron con una fiesta
músico-literaria de la que salió muy complacido. Mucho nos honró
el amado Prelado diciendo la Misa de Comunión a la Asociación
de los Jueves Eucarísticos y a la Cofradía de Nuestra Madre, y
haciendo la reserva dos tardes en la novena de Nuestra Santísima
Madre.
El 11 de los corrientes, acompañado del R. P. Pedro Nolasco
Pérez, salió para Barcelona, de donde le esperamos dentro de
breves días, antes de embarcar.
El M. R. P. Provincial.—Después de una ausencia de casi tres
meses, empleado en la visita canónica de las casas de Galicia, retornó a la Corte, donde ansiosamente se le esperaba. Sea bienvenido.
El R. P. Pedro N. Pérez.—Tuvimos el gusto de tenerle unos
días entre nosotros. Hijo de la provincia Mercedaria de Chile, estuvo dedicado a investigaciones históricas en el Archivo General
de Indias desde el mes de Noviembre de 1915.
El tema de su estudio fué largo y difícil. Era menester buscar
y copiar los documentos históricos tocantes a la Orden de la
Merced en toda la América española, comenzando por su primera
fundación en la ciudad de Santo Domingo, para terminar en la
Argentina. Su trabajo abarca, por lo tanto, la Audiencia de Santo
Domingo, la de México, América Central, Quito, Lima, Chile, los
Charcas y el Tucumán. Diez arios lleva empleados en estudiar
tan largos y numerosos papeles que presentan muchas dificultades por carecer el archivo de índices y de clasificación convenientes. Copiados a pluma, a máquina, con la fotografía se lleva para
Chile todos los documentos que forman el esqueleto o nervio de la
historia de los Mercedarios en Hispano-América, mas todos los
datos relativos a la redención de cautivos.
Ya conocemos las primicias de este trabajo largo y de paciencia en el libro titulado «Religiosas de la Merced que pasaron a la
América española», publicado por el P. Pérez en Sevilla, y con
tanto aplauso recibido por los especializados en los estudios históricos. Piensa ahora aprovechar sus documentos para publicar
la «Historia de las misiones de los Mercedarios en América» y la
«Historia de los Obispos Mercedarios americanos».
Los lectores de nuestra Revista han saboreado alguno de sus
exquisitos artículos.
Lleve buen viaje el ilustre Mercedario, y que pronto le veamo,
en España de vuelta para colaborar en la revista de Archivos y.
Bibliotecas de la Merced, digna de su gloriosa historia, ansiosamente deseada por toda la Orden.
— 918 —
Solemne novena de Nuestra Señora de la Merced.—
Con inusitada brillantez se ha verificado en la iglesia de La Buena
Dicha, confiada al convento de Padres Mercedarios establecid o en
esta Corte, la solemne novena que anualmente dedican aquella
Comunidad y la Cofradía de Nuestra Señora de la Merced a su
excelsa Madre.
Un selecto y numeroso auditorio invadía diariamente las naves
del precioso templo, para presenciar la solemnidad con que han
tenido efecto aquellos actos religiosos.
A ello ha contribuido en primer lugar el haber ocupado la Sagrada Cátedra el insigne orador P. Enrique García, una de las
figuras más relevantes de la Orden de la Merced. Sus nueve conferencias, en conjunto, han constituido un luminoso himno a la
Fe: este don de Dios—dijo con singular elocuencia—, sin el cual
no es posible la existencia del creyente; la Fe, que en tan intni"
nente peligro se halla en los momentos presentes, por el estado
de la sociedad; esta sociedad que no quiere conocer a la Fe, en el
verdadero creyente, dijo el docto orador, le hace merecedor de
premio sobrenatural.
Un triunfo remarcable, por tanto, ha sido el alcanzado por el
notabilísimo orador R. P. García en los temas que constituyeron
el acertado plan de su labor oratoria.
También es digna de mención la parte musical, a cargo del
R. P. Miguélez, musico de cierta significación dentro del arte litúrgico, no obstante no haberse vulgarizado aún su notable producción artística. Y ya que hallamos dignos de mención estos solemnes cultos dedicados a la Virgen de la Merced, se nos viene a los
puntos de la pluma decir algo, nada más que algo, respecto del
mencionado P. Miguélez, en lo referente al arte que tan modestamente cultiva.
No le tratamos con intimidad, y esta circunstancia nos propon'
ciona cierta beligerancia para exponer nuestra opinión: Algo
hemos dicho de él en otra ocasión; pero de manera superficial, en
vista de algunas de sus obras recibidas en esta Redacción. Hoy,
después de haber escuchado las ejecutadas en estos cultos, compuestas por tan distinguido músico, parécenos hallar un botón de
muestra por el que se puede definir a un compositor. En efecto,
compositor de vuelos es el joven P. Miguélez, en quien adivinamos al digno continuador de nuestros compatriotas antiguos clásicos del arte litúrgico. La sinceridad, la llaneza y a la vez sobria
manera de exponer la idea musical, la hace fácilmente comprensible, no obstante ser un catador, aunque discreto, de las modalidades flotantes en el ambiente de modernismo que nos rodea. Es
decir, que sin separarse de aquella sencillez y claridad que exige
la línea melódica, tiene la habilidad y la discreción de ponerse a
tono con las corrientes que tan radicalmente pretenden hacer evohicionar nuestro antiguo arte litúrgico. Esto constituye hoy el
problema a resolver, y a cuya resolución el joven P. Miguélez
aporta su acerbo intelectual con un entusiasmo y una fe llevada a
la tenacidad. Es esto por lo que será inútil que se halle laborando
en su clausura casi ignorado de la crítica. Sus obras le delatarán;
y, si hoy es sólo honor de la Orden Mercedaria,, mañana será
honra del arte litúrgico musical.
Notables, repetimos, han sido estas manifestaciones religiosas,
a cuyo esplendor ha contribuido la solemne asistencia del exce-
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lenti simo e ilustrísimo señor Obispo de Agatópolis, oficiando de
pontifi cal en dos tardes de la solemne novena.
Gomrs.
De «E 1 Siglo Futuro» del 3 de Noviembre.
SEVILLA
La Merced Descalza de Marchena.—La Comunidad de
Religiosas Me cedarias Descalzas de esta villa dieron principio a
la solemne novena que en honor de Nuestra Santísima Madre de
la Merced celebra todos los arios el día 24 de Septiembre. El día
23, a las diez y media, se dió principio a los solemnes maitines,
que fueron cantados por las dos Comunidades, y el seminarista
D. Ramón A. Galindo, siguió la misa cantada magistralmente por
las religiosas. El altar estuvo a cargo de la Comunidad de los Padres Mercedarios. El dia 24, a las diez de la mañana, Misa solemne a toda orquesta bajo la dirección del reputado artista don
Manuel Rodríguez.
Estuvieron de altar el M R. P. Comendador Fr. Pablo Garrote; de Preste y de Diácono y Subdiäcono respectivamente, los Padres Fr. Jerónimo Pascual y Fr. Darío Tarname, y el que esto
escribe predicó el panegírico lo mejor que pudo y supo. Los restantes días fueron predicados los sermones por el M. R. P. Comendador y un servidor.
La parte musical durante el novenario estuvo a cargo de las
religiosas, las que se excedieron a sí mismas cantando composiciones de afamados maestros, entre otros de Arabaolaza y algo de
nuestro hermano el P. Miguélez. El día 2 de Octubre se terminó
con la bendición del Santísimo.
El día 16 de Octubre comenzó la novena que la R. Comunidad
de Padres Mercedarios en unión de la Cofradía de la Merced
dedica a su excelsa Patrona y Madre. La esbelta y grandiosa
iglesia de San Agustín, adornada con gusto y severidad bajo la
dirección del inteligente hermano . sacristán Fr. Angel Garzón,
secundado por la Vicecamarera de nuestra Madre de la Merced,
presentaba un golpe de vista agradable y devoto, como nos lo manifestaron personas de quienes está lejos toda adulación. Los cultos se celebraron con todo el esplendor posible, y asi sucedía que
cada día aumentaba el concurso de gente a adorar a Jesús Sacramentado y a venerar a la Santísima Virgen Nuestra Madre, que
con su gracia, majestad y hermosura tiene hechizada- a estas
almas.
La parte musical, dirigida por el citado D. Manuel Rodríguez.
Cantaron maravillosamente el tenor D. Juan B. y el sochantre de
la parroquia de San Sebastián. Los sermones estuvieron a cargo
de éste su hermano, versando sobre la necesidad de trabajar para
santificar la familia, santificando la mujer para que sea buena
hija. buena esposà, buena madre y señora, como desea la Iglesia.
El día 25, a las cinco y media de la tarde, previo un repique
largo y tendido y lanzamiento de docenas de voladores cohetes,
se organizó la procesión con la imagen de nuestra Madre por las
calles principales de la población.
Inmenso número de fieles esperaba a las puertas del templo la
salida de la Madre de la Merced, cuya presencia fue saludada por
los -acordes de una marcha triunfal magistralmente interpretada
por la nueva banda municipal.
— 920 -La procesión desfiló en el orden siguiente: Estandarte de nuestra Santísima Madre; Cruz y ciriales; Colegio de 1. a enseñanza y
de 2. a , dirigidos e instalados por los Padres Mercedarios y en su
convento; Colegio de niños de Nuestra Señora de las Mercedes;
jóvenes de las Escuelas dominical y nocturna; Cofradía de la
Merced y señoras; banda municipal y hermoso paso de la Santísima Virgen rodeado de jóvenes estudiantes de Medicina y Derecho, alumnos que han sido del Colegio Mercedario, entre ellos el
Excmo. Sr. Marqués de Castellón; presidió vestido de pluvial el
Dr. D. Miguel García Velázquez, Párroco de San Juan, asistido
de los Padres Jerónimo y Darío.
Veíanse en todo el trayecto tantos fieles, que ha sido un triunfo
el que ha alcanzado Nuestra Santísima Madre en el corazón de
los Marcheneros. Cuando anochecido (duró la procesión dos horas
y media) se veían tan ordenadas las filas, y los niños, jóvenes, señoras y señoritas y caballeros con sendas velas encendidas cerrando el paso la procesión, causaba una impresión tan agradable
y religiosa, que de buena gana hubiera impresionado una placa
para mandársela. Cuando faltaban para llegar a la iglesia de regreso unos quinientos metros, hubo necesidad de poner dos policías a la puerta para no dejar pasar mas que a contadas personas
hasta que entrara el paso de nuestra Madre; de lo contrario, sería
la entrada dificultosa a pesar de la amplitud del templo (se colocaron de 3.500 a 4.000 personas) y apenas entró, comenzaron a
gritar: ¡Viva la Virgen de la Merced!, que costó trabajo hacer
callar a la multitud. Estas han sido las fiestas de la Merced en
Marchena.
De Sevilla, tanto en el convento de la Asunción como en el de
San José, tengo también impresiones gratísimas así como de Lora
del fz- fo, cuyo novenario es solemnísimo, como en arios pasados
he visto. En Alhama de Granada le consagran el mes de Mayo en
el Hospital, y el día 31 hay solemne procesión, hasta el punto de
que apenas ha comenzado cuando el comercio cierra sus puertas
para conmemorar la procesión de las Mercedes. Tienen establecida una Asociación, el Hospital que se denomina «Redención de
Cautivos», y como me invitaron a que predicase en la fiesta mensual (24 de cada mes) en Junio, me enteré del modo en que empleaban la cuota y me dijeron tenía por fin la Asociación redimir
los cautivos del alma y la empleaban en triduos, limosnas para
ganar a los que vivían en concubinato, casarlos, bautizar, etcétera, etc. ¿Qué le parece? ¡Muy bien por Andalucía!
FR. EMILIO FERRERO DE LA SAGRADA FAMILIA.
CON LAS DEBIDAS LICENCIAS
Editorial Católica Toledana, Juan Labrador, 6, teléfono 211.
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