Nº 34, Vol. XVIII, Enero-Junio 2010 PRESENTACION En los difíciles tiempos que atraviesa la actividad editorial, permanente y seria, necesita la comunión de ciertos factores e instituciones claves que muchas veces apenas se encuentran detrás del telón de cualquier obra editorial. Sin embargo, constituyen agentes determinantes para que nuestros propósitos no se conviertan en simples frustraciones. “Mañongo” cuenta con dos cómplices vitales que siempre le han acompañado y quienes se merecen un justo reconocimiento. Uno es el Consejo de Desarrollo Científico y Humanístico de la Universidad de Carabobo y, el otro, la Dirección de Postgrado de la Facultad de Ciencias de la Educación, también de la Universidad de Carabobo. Vaya a ellos nuestro eterno agradecimiento en nombre de quienes producimos la revista, de quienes la leen y de quienes la escriben. En esta oportunidad presentamos una serie de trabajos, en su mayoría ensayos historiográficos, que delatan los nuevos esfuerzos que están realizando quienes tienen ya como oficio definitivo la indagación histórica en su más amplia cobertura. Froilán Ramos hace una lectura detenida de Miguel Acosta Saignes en un empeño por acercarse un poco a una de sus obras Historia de los portugueses en Venezuela. Por su parte, Méndez Salcedo toma como excusa al dilatado intelectual Pedro Grases y sus aportes a la investigación bibliográfica y documental en Venezuela. Rafael Pinto Prada, nos trae un estudio historiográfico de la obra de Luis Level de Goda, reconociendo en él un discurso positivista que va desde el Humanismo hasta el Romanticismo. Jean Carlos Brizuela se detiene en la última obra de Laureano Villanueva, Vida del Valiente ciudadano General Ezequiel Zamora y quien convertirá al héroe federal en el arquetipo del militante liberal. David Ruiz Chataing le da un carácter biográfico a su trabajo sobre Carlos León. Sin embargo, nos advierte muy rápidamente que éste constituye parte de un proyecto más complejo sobre actores y escritores políticos venezolanos. Sin seguir la misma linea biográfica, pero si dentro de un proyecto igualmente ambicioso pareciera andar García Palma con sus Crónicas de Indias como referente en la narrativa de José León Tapia. 7 Yuleida Artigas echa una mirada a la Independencia de Venezuela en la obra de Arístides Rojas para advertirnos sobre la dedicación que éste tuvo en el análisis y la indagación histórica de aquel período. El profesor Carlos Blanco ensaya sobre el trabajo La Isla de Robinson, de nuestro casi olvidado intelectual Arturo Uslar Pietri, para valorar la obra educativa de Simón Rodríguez. Por su lado, David Pacheco y Lilian Pérez, examinan desde la perspectiva contemporánea el concepto de Estado como una reflexión historiográfica; como una utopía de la Venezuela colonial. José Alberto Olivar, consciente de que su trabajo es algo novedoso, nos informa sobre cómo ha sido tratado el asunto del transporte y las comunicaciones por la historiografía venezolana. Gilberto Quintero, de la Universidad de los Andes, aborda la figura del Corregidor y su papel como funcionario clave dentro de la burocracia colonial, pero, sobre todo, presenta un balance del trato que le ha dado la historiografía venezolana. Emad Aboaasi, también de los Andes, nos presenta un caso concreto que evidencia la lucha entre la iglesia y la corona española a comienzos del siglo XIX. Para finalizar, Raúl Millán nos invita a reflexionar sobre las sagas: las ficciones de la Historia, describiendo su idiosincrasia histórica, mientras afirma que ellas son relatos medievales organizados en forma de novela. Entre este y el año próximo estaremos asistiendo al bicentenario de los primeros movimientos que produjeron el rompimiento definitivo del nexo que teníamos como colonia del gran imperio español. Se conoce de muchas celebraciones al respecto. En nuestro caso, pretendemos que la próxima edición tenga trabajos referidos a aquellos trascendentales momentos de la historia de la humanidad. Esa es ya nuestra meta siguiente. Raúl Meléndez M. 8