Programación de Lengua Castellana y literatura de 1º Bachillerato: LETRAS: A-K Profesor: Pablo César Moya LIBRO DE TEXTO: Apostrofe XXI. Lengua castellana y Literatura. Editorial Casals: Siguiendo el índice del libro de texto en la programación trimestral que a continuación se detalla se señalan los apartados que se trabajarán a lo largo del curso. Trimestre 1º En LENGUA: Tema 1: La comunicación Tema 2: Las variedades de la lengua. Situación lingüística de España la actualidad Tema 3: La estructura de la lengua. Fonemas y palabras En LITERATURA: Tema 8: La lengua literaria Tema 9: La literatura medieval Tema 10: El Prerrenacimiento: Lectura completa del Poema de Mío Cid, edición en castellano moderno. Se sugiere la de editorial Castalia, Colección Odres nuevos, versión de López Estrada. Lectura de los poemas incluidos en el anexo I de esta programación. Trimestre 2º En LENGUA: Tema 4: Categorías gramaticales: el sintagma nominal Tema 5: Categorías gramaticales: el sintagma verbal En LITERATURA todos los temas que abarcan EL RENACIMIENTO: Tema 11: Renacimiento: La poesía Tema 12: Renacimiento: La novela y el teatro Lectura completa de las tres novelas ejemplares de Cervantes siguientes: La española inglesa, Rinconete y Cortadillo y El licenciado Vidriera, se recomienda la ed. de Castalia Didáctica nº 15. Lectura de los poemas incluidos en el anexo I de esta programación. Trimestre 3º En LENGUA: Tema 6: La oración Tema 7: El texto y sus variedades En LITERATURA todos los temas que abarcan EL BARROCO: Tema 13: El Barroco: La poesía Tema 14: El Barroco: La prosa y el teatro Lectura completa de Tirso de Molina, El Burlador de Sevilla y Convidado de Piedra. Se recomienda la edición de Ediciones Clásicas Libertarias. Lectura de los poemas incluidos en anexo III de esta programación Anexo I: Se trabajarán especialmente los poemas siguientes: Romancero: Romance del infante Arnardos (está en el lbro de texto); romance del prisionero (está en el libro de texto); romance de doña Alda (bajárselo de Internet). Jorge Manrique, Coplas a la muerte de su padre: estrofas I- XVII y XXXIII-XXXVIII (está en el libro de texto) Anexo II: Se trabajarán especialmente los autores y poemas siguientes: Garcilaso de la Vega: Soneto X ¡Oh dulces prendas, por mi mal halladas, dulces y alegres cuando Dios quería, Juntas estáis en la memoria mía, y con ella en mi muerte conjuradas. ¿Quién me dijera, cuando las pasadas horas q’en tanto bien por vos me vía, que me habiades de ser en algún día con tan grave dolor representadas? Pues en una hora junto me llevastes todo el bien que por términos me distes, llevame junto el mal que me dejastes; si no, sospecharé que me pusistes en tantos bienes porque deseastes verme morir entre memorias tristes. Soneto XIII A Dafne ya los brazos le crecían y en luengos ramos vueltos se mostraban; en verdes hojas vi que se tornaban los cabellos qu'el oro escurecían; d’áspera corteza se cubrían los tiernos miembros que aun bullendo 'staban; los blandos pies en tierra se hincaban y en torcidas raíces se volvían. Aquel que fue la causa de tal daño, a fuerza de llorar, crecer hacía este árbol, que con lágrimas regaba. ¡Oh miserable estado, oh mal tamaño, que con llorarla crezca cada día la causa y la razón por que lloraba! Soneto XXIII En tanto que de rosa y d’azucena se muestra la color en vuestro gesto, y que vuestro mirar ardiente, honesto, con clara luz la tempestad serena; y en tanto que’l cabello, que’n la vena del oro s’escogió, con vuelo presto, por el hermoso cuello blanco, enhiesto, el viento mueve, esparce y desordena: coged de vuestra alegre primavera el dulce fruto, antes que’l tiempo airado cubra de nieve la hermosa cumbre; marchitará la rosa el tiempo helado, todo lo mudará la edad ligera por no hacer mudanza en su costumbre. Fray Luis de León: Vida retirada ¡Qué descansada vida la del que huye el mundanal ruïdo y sigue la escondida senda por donde han ido los pocos sabios que en el mundo han sido! Que no le enturbia el pecho de los soberbios grandes el estado, ni del dorado techo se admira, fabricado del sabio moro, en jaspes sustentado. No cura si la fama canta con voz su nombre pregonera, ni cura si encarama la lengua lisonjera lo que condena la verdad sincera. ¿Qué presta a mi contento si soy del vano dedo señalado, si en busca de este viento ando desalentado con ansias vivas y mortal cuidado? ¡Oh campo, oh monte, oh río! ¡Oh secreto seguro deleitoso! Roto casi el navío, a vuestro almo reposo huyo de aqueste mar tempestuoso. Un no rompido sueño, un día puro, alegre, libre quiero; no quiero ver el ceño vanamente severo de quien la sangre sube o el dinero. Despiértenme las aves con su cantar süave no aprendido, no los cuidados graves de que es siempre seguido quien al ajeno abritrio está atenido. Vivir quiero conmigo, gozar quiero del bien que debo al cielo, a solas, sin testigo, libre de amor, de celo, de odio, de esperanzas, de recelo. Del monte en la ladera por mi mano plantado tengo un huerto, que con la primavera de bella flor cubierto, ya muestra en esperanza el fruto cierto. Y como codiciosa de ver y acrecentar su hermosura, desde la cumbre airosa una fontana pura hasta llegar corriendo se apresura. Y luego sosegada el paso entre los árboles torciendo, el suelo de pasada de verdura vistiendo, y con diversas flores va esparciendo. El aire el huerto orea, y ofrece mil olores al sentido, los árboles menea con un manso ruïdo, que del oro y del cetro pone olvido. Ténganse su tesoro los que de un flaco leño se confían: no es mío ver al lloro de los que desconfían cuando el cierzo y el ábrego porfían. La combatida antena cruje, y en ciega noche el claro día se torna; al cielo suena confusa vocería, y la mar enriquecen a porfía. A mí una pobrecilla mesa, de amable paz bien abastada me baste, y la vajilla de fino oro labrada, sea de quien la mar no teme airada. Y mientras miserablemente se están los otros abrasando en sed insacïable del no durable mando, tendido yo a la sombra esté cantando. A la sombra tendido, de yedra y lauro eterno coronado, puesto el atento oído al son dulce, acordado, del plectro sabiamente meneado. A Francisco Salinas Catedrático de música de la Universidad de Salamanca El aire se serena y viste de hermosura y luz no usada, Salinas, cuando suena la música extremada por vuestra sabia mano gobernada. A cuyo son divino mi alma, que en olvido está sumida, torna a cobrar el tino y memoria perdida de su origen primera esclarecida. Y como se conoce, en suerte y pensamiento se mejora; el oro desconoce que el vulgo ciego adora: la belleza caduca engañadora. Traspasa el aire todo hasta llegar a la más alta esfera, y oye allí otro modo de no perecedera música, que es de todas la primera. Ve cómo el gran maestro a aquesta inmensa cítara aplicado, con movimiento diestro produce el son sagrado con que este eterno templo es sustentado. Y como está compuesta de números concordes, luego envía consonante respuesta, y entrambas a porfía mezclan una dulcísima armonía. Aquí la alma navega por un mar de dulzura, y, finalmente, en él ansí se anega, que ningún accidente extraño y peregrino oye o siente. ¡Oh desmayo dichoso! ¡Oh muerte que das vida! ¡Oh dulce olvido! ¡Durase en tu reposo sin ser restituido jamás a aqueste bajo y vil sentido! A aqueste bien os llamo, gloria del apolíneo sacro coro, amigos, a quien amo sobre todo tesoro, que todo lo demás es triste lloro. ¡Oh! Suene de contino, Salinas, vuestro son en mis oídos, por quien al bien divino despiertan los sentidos, quedando a lo demás adormecidos. San Juan de la Cruz En una noche oscura, con ansias en amores inflamada, (¡oh dichosa ventura!) salí sin ser notada, estando ya mi casa sosegada. A oscuras y segura, por la secreta escala disfrazada, (¡oh dichosa ventura!) a oscuras y en celada, estando ya mi casa sosegada. En la noche dichosa, en secreto, que nadie me veía, ni yo miraba cosa, sin otra luz ni guía sino la que en el corazón ardía. Aquésta me guïaba más cierta que la luz del mediodía, adonde me esperaba quien yo bien me sabía, en parte donde nadie parecía. ¡Oh noche que me guiaste!, ¡oh noche amable más que el alborada!, ¡oh noche que juntaste amado con amada, amada en el amado transformada! En mi pecho florido, que entero para él solo se guardaba, allí quedó dormido, y yo le regalaba, y el ventalle de cedros aire daba. El aire de la almena, cuando yo sus cabellos esparcía, con su mano serena en mi cuello hería, y todos mis sentidos suspendía. Quedéme y olvidéme, el rostro recliné sobre el amado, cesó todo, y dejéme, dejando mi cuidado entre las azucenas olvidado. Miguel de Cervantes Al túmulo del rey Felipe II en Sevilla «¡Voto a Dios que me espanta esta grandeza y que diera un doblón por describilla!; porque, ¿a quién no suspende y maravilla esta máquina insigne, esta braveza? ¡Por Jesucristo vivo, cada pieza vale más que un millón, y que es mancilla que esto no dure un siglo, ¡oh gran Sevilla, Roma triunfante en ánimo y riqueza! ¡Apostaré que la ánima del muerto, por gozar este sitio, hoy ha dejado el Cielo, de que goza eternamente!». Esto oyó un valentón y dijo: «¡Es cierto lo que dice voacé, seor soldado, y quien dijere lo contrario miente!». Y luego en continente caló el chapeo, requirió la espada, miró al soslayo, fuese, y no hubo nada Anexo III Se trabajarán especialmente los autores y poemas siguientes: Lope de Vega: ¿Qué tengo yo, que mi amistad procuras? ¿Qué interés se te sigue, Jesús mío, que a mi puerta, cubierto de rocío, pasas las noches del invierno escuras? ¡Oh, cuánto fueron mis entrañas duras, pues no te abrí! ¡Qué extraño desvarío, si de mi ingratitud el hielo frío secó las llagas de tus plantas puras! ¡Cuántas veces el Ángel me decía: «Alma, asómate ahora a la ventana, verás con cuánto amor llamar porfía»! ¡Y cuántas, hermosura soberana, «Mañana le abriremos», respondía, para lo mismo responder mañana- Un soneto me manda hacer Violante que en mi vida me he visto en tanto aprieto; catorce versos dicen que es soneto, burla burlando van los tres delante. Yo pensé que no hallara consonante y estoy a la mitad de otro cuarteto; mas si me veo en el primer terceto no hay cosa en los cuartetos que me espante. Por el primer terceto voy entrando y parece que entré con pie derecho, pues fin con este verso le voy dando. Ya estoy en el segundo, y aun sospecho que voy los trece versos acabando; contad si son catorce, y está hecho. Desmayarse, atreverse, estar furioso, áspero, tierno, liberal, esquivo, alentado, mortal, difunto, vivo, leal, traidor, cobarde y animoso; no hallar fuera del bien centro y reposo, mostrarse alegre, triste, humilde, altivo, enojado, valiente, fugitivo, satisfecho, ofendido, receloso; huir el rostro al claro desengaño, beber veneno por licor süave, olvidar el provecho, amar el daño; creer que un cielo en un infierno cabe, dar la vida y el alma a un desengaño; esto es amor, quien lo probó lo sabe. Luis de Góngora: Mientras por competir con tu cabello, oro bruñido el Sol relumbra en vano; mientras con menosprecio en medio el llano mira tu blanca frente al lilio bello; mientras a cada labio, por cogello. siguen más ojos que al clavel temprano; y mientras triunfa con desdén lozano de el luciente cristal tu gentil cuello: goza cuello, cabello, labio y frente, antes que lo que fue en tu edad dorada oro, lilio, clavel, cristal luciente, no sólo en plata o vïola troncada se vuelva, mas tú y ello juntamente en tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada. La dulce boca que a gustar convida un humor entre perlas distilado, y a no invidiar aquel licor sagrado que a Júpiter ministra el garzón de Ida, amantes, no toquéis si queréis vida: porque entre un labio y otro colorado Amor está de su veneno armado, cual entre flor y flor sierpe escondida. No os engañen las rosas, que a la Aurora diréis que, aljofaradas y olorosas, se le cayeron del purpúreo seno. Manzanas son de Tántalo y no rosas, que después huyen de el que incitan hora y sólo de el Amor queda el veneno. Francisco de Quevedo: Letrilla Poderoso caballero es don Dinero. Madre, yo al oro me humillo, él es mi amante y mi amado, pues de puro enamorado de continuo anda amarillo; que pues, doblón o sencillo, hace todo cuanto quiero, poderoso caballero es don Dinero. Nace en las Indias honrado donde el mundo le acompaña; viene a morir en España y es en Génova enterrado; y pues quien le trae al lado es hermoso aunque sea fiero, poderoso caballero es don Dinero. Es galán y es como un oro; tiene quebrado el color, persona de gran valor, tan cristiano como moro; pues que da y quita el decoro y quebranta cualquier fuero, poderoso caballero es don Dinero. Son sus padres principales, y es de noble descendiente, porque en las venas de oriente todas las sangres son reales; y pues es quien hace iguales al duque y al ganadero, poderoso caballero es don Dinero. Mas ¿a quién no maravilla ver en su gloria sin tasa que es lo menos de su casa doña Blanca de Castilla? Pero pues da al bajo silla, y al cobarde hace guerrero, poderoso caballero es don Dinero. Sus escudos de armas nobles son siempre tan principales, que sin sus escudos reales no hay escudos de armas dobles; y pues a los mismos robles da codicia su minero, poderoso caballero es don Dinero. Por importar en los tratos y dar tan buenos consejos, en las casas de los viejos gatos le guardan de gatos; y pues él rompe recatos y ablanda al jüez más severo, poderoso caballero es don Dinero. Y es tanta su majestad, aunque son sus duelos hartos, que con haberle hecho cuartos, no pierde su autoridad; pero, pues da calidad al noble y al pordiosero, poderoso caballero es don Dinero. Nunca vi damas ingratas a su gusto y afición, que a las caras de un doblón hacen sus caras baratas; y pues hace las bravatas desde una bolsa de cuero, poderoso caballero es don Dinero. Más valen en cualquier tierra mirad si es harto sagaz, sus escudos en la paz, que rodelas en la guerra; y pues al pobre le entierra y hace propio al forastero, poderoso caballero es don Dinero. AMANTE AGRADECIDO A LAS LISONJAS MENTIROSAS DE UN SUEÑO ¡Ay, Floralba! Soñé que te... ¿Dirélo? Sí, pues que sueño fue: que te gozaba ¿Y quién, sino un amante que soñaba, juntara tanto infierno a tanto cielo? Mis llamas con tu nieve y con tu yelo, cual suele opuestas flechas de su aljaba, mezclaba Amor, y honesto las mezclaba, como mi adoración en su desvelo. Y dije: «Quiera Amor, quiera mi suerte, que nunca duerma yo, si estoy despierto, y que si duermo, que jamás despierte». Mas desperté del dulce desconcierto; y vi que estuve vivo con la muerte, y vi que con la vida estaba muerto. Amor constante más allá de la muerte Cerrar podrá mis ojos la postrera sombra que me llevare el blanco día, y podrá desatar esta alma mía hora a su afán ansioso lisonjera; mas no, de esotra parte, en la ribera, dejará la memoria, en donde ardía: nadar sabe mi llama la agua fría, y perder el respeto a ley severa. Alma a quien todo un dios prisión ha sido, venas que humor a tanto fuego han dado, medulas que han gloriosamente ardido: su cuerpo dejará no su cuidado; serán ceniza, mas tendrá sentido; polvo serán, mas polvo enamorado. Miré los muros de la patria mía, si un tiempo fuertes ya desmoronados de la carrera de la edad cansados por quien caduca ya su valentía. Salíme al campo: vi que el sol bebía los arroyos del hielo desatados, y del monte quejosos los ganados que con sombras hurtó su luz al día. Entré en mi casa: vi que amancillada de anciana habitación era despojos, mi báculo más corvo y menos fuerte. Vencida de la edad sentí mi espada, y no hallé cosa en que poner los ojos que no fuese recuerdo de la muerte. "¡Ah de la vida!"... ¿Nadie me responde? ¡Aquí de los antaños que he vivido! La Fortuna mis tiempos ha mordido; las Horas mi locura las esconde. ¡Que sin poder saber cómo ni a dónde la salud y la edad se hayan huido! Falta la vida, asiste lo vivido, y no hay calamidad que no me ronde. Ayer se fue; mañana no ha llegado; hoy se está yendo sin parar un punto: soy un fue, y un será, y un es cansado. En el hoy y mañana y ayer, junto pañales y mortaja, y he quedado presentes sucesiones de difunto. A una nariz Érase un hombre a una nariz pegado, érase una nariz superlativa, érase una nariz sayón y escriba, érase un peje espada muy barbado. Era un reloj de sol mal encarado, érase una alquitara pensativa, érase un elefante boca arriba, era Ovidio Nasón más narizado. Érase un espolón de una galera, érase una pirámide de Egipto, las doce Tribus de narices era. Érase un naricísimo infinito, muchísimo nariz, nariz tan fiera que en la cara de Anás fuera delito.