La construcción social del envejecimiento: experiencia comunitaria de un programa sociocultural en el Centro Histórico de La Habana. MSc. Ailec Vega Montero, socióloga Profesora del Colegio San Gerónimo de La Habana, disciplina Gestión Sociocultural Departamento de Investigación Sociocultural, Dirección de Patrimonio Cultural Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana [email protected] El envejecimiento poblacional es un fenómeno relativamente nuevo; en pocos años se ha observado un crecimiento acelerado de la personas de edad avanzada. En relación con ello la indagación sobre las diversas problemáticas asociadas a la vejez y su definición como campo de interés científico ha cobrado fuerza en las últimas décadas. Estos estudios se remontan a los años 60 del siglo pasado y en la actualidad son varias las disciplinas interesadas en el tema a partir de los múltiples retos que impone a la sociedad contemporánea, entre ellas han predominado los estudios realizados desde las ciencias médicas; por su parte, las ciencias sociales y humanísticas como la psicología, la sociología, la pedagogía y la antropología han ido ganando terreno en el interés por estas investigaciones. Muchas veces se indaga sobre los procesos biológicos que ocurren en el individuo, en otras ocasiones el interés se dirige a los cambios demográficos de una población y sus futuras implicaciones sociales y otros por su parte ponen todo el empeño en alentadoras propuestas educativas para este grupo poblacional. La variedad de enfoques desde múltiples áreas del saber sin dudas brinda información interesante y necesaria a los diferentes campos de la investigación científica, al mismo tiempo que reconoce la multiplicidad de aristas desde las que debe abordarse esta realidad, sin embargo se puede afirmar que resulta insuficiente para la comprensión del proceso de envejecimiento. Esta fragmentación del conocimiento sobre un fenómeno tan complejo resulta peligrosa porque puede tejer su propia trampa y conducir hacia posturas apocalípticas, focalizadas en la visión trágica de la vejez. En muchos casos se ha legitimado una definición del 1 envejecimiento basada en estereotipos y mitos relativos a la muerte, la improductividad, el retiro y la ausencia de capacidades creativas, entre otros. Como afirman los especialistas (González, 2006) diversos enfoques reduccionistas amenazan constantemente el discurso sobre la vejez y fomentan visiones deformadas sobre esta etapa de la vida, sustentadas sobre todo en falsas creencias que consideran el envejecimiento cronológico, desde el punto de vista biológico, como el aspecto principal de análisis. En este sentido es posible encontrar miradas compasivas hacia los ancianos, las cuales generan posturas paternalistas y sobreprotectoras, que inhiben sus posibilidades de desarrollo personal y los marginan del entorno social en que viven. Por otra parte en muchas ocasiones el apoyo social prioriza la solución de las necesidades materiales básicas, que si bien es cierto son importantes en su cotidianidad, deben ser complementadas con el cuidado y atención en torno a su estabilidad emocional, el reconocimiento de sus creencias y sentimientos, la posibilidad de expresarse con libertad y su inserción armónica en el ámbito familiar, áreas del desarrollo personal que muchas veces quedan silenciadas. Las expresiones frecuentes de discriminación hacia el anciano constituyen una problemática bastante acentuada en las sociedades contemporáneas y aunque a veces resultan imperceptibles por las formas encubiertas que en ocasiones adoptan, son una causa importante de muchos padecimientos que aquejan a los adultos mayores. Con frecuencia los ancianos se afectan de múltiples formas porque al mismo tiempo que se hace explícito el rechazo social hacia ellos, toda la connotación negativa que implican estos prejuicios y actitudes es asumida por los ancianos como una realidad concluyente que alienta procesos de autoexclusión y reproduce estereotipos. Este es un fenómeno definido por los investigadores como devaluación de clase (Rosow, I. 1967 citado en Pillemer, 2000: 21). Se trata de una realidad construida y compartida que se vuelve contra la identidad de los ancianos, los que llegan a considerarse personas rodeadas de limitaciones y problemáticas que les impiden su integración social y provoca serias consecuencias en la medida en que afecta su imagen y autoestima y llega a desencadenar en muchos casos crisis depresivas y otras enfermedades de gran impacto en su salud. 2 Para rebatir las actitudes edaístas existen suficientes argumentos y uno de los más importantes es la consideración del envejecimiento como un proceso individual, único e irrepetible; la vida de cada persona se compone de una experiencia vital con infinidad de matices no susceptibles de estandarización alguna. El envejecimiento se define (Pillimer, 2000) como un proceso que se inicia desde etapas tempranas de la vida y constituye por ello el resultado de la acción combinada de factores diversos como son la herencia genética, la salud, la educación, la personalidad, el género, entre otros; siempre en vínculo estrecho con las oportunidades que determinado ambiente social y cultural ofrece a las personas y las potencialidades de cada individuo para hacer uso de ellas. En tal sentido es imposible considerar al anciano como un grupo homogéneo en relación con la multiplicidad de formas posibles de envejecer. Este enfoque gerontológico, situado en el lado opuesto de las visiones más tradicionalistas y discriminatorias del anciano, reconoce el envejecimiento como un fenómeno complejo que necesita ser enfocado desde una perspectiva transdisciplinar. Esencialmente parte de la consideración de la calidad de vida en su significado más amplio y supone el reconocimiento de la integración social como un concepto clave para entender los procesos de construcción social del envejecimiento. Durante el proceso de envejecimiento y específicamente cuando las personas están próximas a los 60 años, comienzan a vivenciar nuevos desafíos a la par de los evidentes cambios que ocurren en sus cuerpos. En esta etapa de la vida ocurren diversos eventos críticos, muchos de ellos asociados a pérdidas significativas; se deben asumir realidades como la jubilación, la viudez, la pérdida del grupo de amigos, el padecimiento de diferentes enfermedades crónicas, entre otras que implican un cambio en los roles hasta ahora desempeñados y traen asociados además la ambigüedad relativa a otros nuevos. Los especialistas refieren la vulnerabilidad que caracteriza esta etapa vital, con tendencia a la inestabilidad emocional, la baja autoestima, la ocurrencia de depresiones periódicas, entre otras expresiones recurrentes (Pillemer, 2000). La integración social del anciano posibilita su incorporación a otros ámbitos sociales y culturales, en muchos casos desconocidos o muy poco explorados por ellos. Su participación en eventos diversos les proporciona satisfacción y constituye a la vez una oportunidad para orientarlos en el proceso de reestructuración de los nuevos roles que 3 deben asumir. En esta interacción cotidiana se construye una red de relaciones sociales que alienta otras miradas sobre los semejantes y propicia una visión más optimista de la vida y del significado del bienestar humano. De igual manera la sociedad también resulta beneficiada en esta relación respetuosa, que es capaz de reconocer las posibilidades de reinversión social de toda la experiencia acumulada como parte de sus historias de vida, aspecto crucial para la continuidad de procesos socioculturales esenciales que llegan a conforman la identidad de una nación. (Bazo, 1992). Muchas veces esta integración de los adultos mayores resulta amenazada por varios factores, por una parte debido a las limitantes que imponen los cambios físicos que ocurren en su organismo y también como resultado de otros procesos sicológicos que tienen lugar durante el envejecimiento, los cuales son acentuados por las actitudes discriminatorias hacia este grupo poblacional. Al reconocer la amenaza de estos factores, se insiste en la importancia que alcanza el concepto de integración social para el logro de resultados positivos en el mejoramiento de la calidad de vida de los ancianos (Pillimer, 2000). En este interés resulta esencial no perder de vista las particularidades del proceso de envejecimiento, que no depende solo del individuo, y de sus habilidades personales, sino que se vincula estrechamente al modo de vida de cada sociedad y a los recursos con que enfrenta las actitudes discriminatorias hacia los ancianos. Esta perspectiva es asumida con fuerza en los estudios más recientes que abogan por la definición de la ancianidad como una construcción cultural, conformada a través de generaciones y asociada a la dinámica económica, cultural y política de las sociedades. Tal afirmación implica asumir el envejecimiento como un proceso vital susceptible de nuevas formas de apropiación en relación con las transformaciones de la realidad contemporánea, las oportunidades del contexto cotidiano y de las posibilidades del ser humano que participa de ellas (Bazo, 1992). En consonancia con ello actualmente la nueva gerontología centra sus conceptos básicos en el reconocimiento de las posibilidades de la integración social del anciano en el contexto comunitario, más que en los modelos de institucionalización tradicionales. Esta idea parte del reconocimiento de las múltiples oportunidades que exiten en la comunidad para la identificación y el mejor manejo de las diferentes problemáticas que enfrenta el adulto mayor (Bazo, 1992). Se subraya la necesidad de resaltar la 4 importancia del ambiente en que se desarrolla la actividad de los ancianos en relación con la particularidad de los procesos individuales que conforman la historia de vida de cada persona. Entre los enfoques contemporáneos más interesantes se destaca la Gerocultura, especialidad de la gerontología social anclada en las teorías más críticas que proponen abordar el envejecimiento como un proceso multifactorial y complejo en el que el componente sociocultural alcanza una dimensión significativa. La Gerocultura centra su atención en el replanteo del concepto de envejecimiento desde enfoques cualitativos y para ello considera la dimensión cultural del desarrollo humano como un aspecto clave. Qué significa cultura del envejecimiento? Esta definición pretende ir lejos en la intención de alentar una mirada diferente hacia la ancianidad y desde sus principales protagonistas; implica reconocer las múltiples aristas del desarrollo del ser humano en términos de oportunidades para vivir más y mejor. Se plantea además que desde esta óptica resulta determinante el conocimiento sobre aquellos aspectos que permiten optimizar este estado de la vida del ser humano a través de la re-creación de los diferentes mecanismos de interacción social que permiten un disfrute pleno de la vida. Se concibe la elevación de la calidad de vida del adulto mayor en la búsqueda de aquellas alternativas más apropiadas que permitan el diseño de propuestas atractivas no solo para el anciano sino a partir de sus propios intereses (González, 2006). Esta proyección social del envejecimiento define la vejez no solamente como un período de pérdidas sino que se aboga por el reconocimiento de las oportunidades que representa esta etapa vital para la realización personal y el intercambio generacional. El objetivo fundamental de la Gerocultura se encamina a modificar las representaciones estereotipadas que los ancianos tienen acerca de sí mismos, de la familia y de la sociedad en que viven; y propone asumir el envejecimiento como un compromiso de toda la comunidad, en términos de implicación colectiva en la promoción de actitudes más tolerantes hacia este grupo generacional y la estimulación de nuevas expectativas apoyadas en el reconocimiento de las potencialidades que poseen estas personas. (González, 2006). 5 Esta mirada estimula una visión optimista de las futuras sociedades envejecidas. Al mismo tiempo que beneficia a los ancianos a través de opciones diversas, significa además la participación de otros actores sociales desde diferentes ámbitos de reflexión sobre el tema, ya sea el individual, familiar, escolar, entre los más importantes. En este sentido permite construir una proyección favorable hacia el proceso de envejecimiento desde las generaciones más jóvenes, y deviene expresión de la responsabilidad con que una sociedad determinada se prepara para asumir una vejez saludable. En el campo de la gerontología en Cuba la Gerocultura tiene un reconocimiento considerable y está muy asociada al manejo de los temas de integración social de los ancianos en el ámbito comunitario. A su vez se inserta de forma coherente en el diseño de la política social dirigida al adulto mayor 1, que privilegia a la comunidad como principal escenario de su aplicación. Como parte del trabajo con los ancianos en la comunidad, resaltan en el país varias experiencias significativas, entre ellas se considera relevante la gestión que se realiza en el municipio La Habana Vieja para la atención al adulto mayor. En este contexto se implementa un Programa de Atención Integral cuyo mérito mayor radica en el interés por aplicar los conceptos más avanzados sobre la atención geriátrica. Las estructuras de atención comunitaria al adulto mayor en La Habana Vieja El envejecimiento de la población en Cuba ha alcanzado valores significativos en las últimas décadas y su tendencia muestra el incremento futuro de la población anciana. En la actualidad, el 17 % de la población cubana es mayor de 60 años y los informes presentados por las autoridades cubanas sobre el tema confirman cada vez que el envejecimiento será el principal reto demográfico que enfrente el país en los años venideros. (Oficina Nacional de Estadísticas, cierre 2008). 1 La política social de atención al adulto mayor en Cuba se estructura a partir de un Programa Nacional de Atención Integral al Anciano, rectorado por el Ministerio de Salud Pública. Este Programa incluye tres áreas estrechamente vinculadas: la atención de salud; la integración social; y la seguridad y asistencia sociales. Su trabajo de desarrolla a través de los diferentes niveles de organización, desde el nacional hasta la comunidad. 6 Entre las provincias más envejecidas resalta la ciudad de La Habana con un 19.2% de adultos mayores respecto a la población total; de ellos el municipio La Habana Vieja ocupa el sexto lugar en la Ciudad y se ubica entre los 10 municipios más envejecidos en todo el país. (Oficina Nacional de Estadísticas, cierre 2008) Los ancianos en La Habana Vieja representan cerca del 19% del total de la población del municipio, con una prevalencia del sexo femenino. Alrededor del 37% de las familias que residen en esta parte de la ciudad tienen en su núcleo familiar algún adulto mayor. El nivel educacional promedio de los ancianos es de educación primaria y secundaria básica y sus principales problemas de salud son similares a los que muestran las estadísticas a nivel nacional, entre ellas enfermedades cardiovasculares (hipertensión, cardiopatía isquémica), enfermedades malignas y enfermedades cerebrovasculares. (Milián, 2006) Del total de ancianos que habita en el municipio aproximadamente el 13 % de ellos son ancianos solos con alguna situación de riesgo para el desarrollo de una vida saludable. Desde el punto de vista de la evaluación integral al adulto mayor en esta comunidad, el factor psicológico cobra un rol importante, la depresión es un problema muy frecuente y se encuentra asociado generalmente a sentimientos de soledad. De ahí que muchas veces como resultado de factores emocionales se desencadenen problemas biomédicos, que en condiciones familiares más favorables lograrían una compensación. (Milián, 2006) Por otra parte resalta la situación de muchas familias que en relación con la alta densidad de habitantes en el municipio 2, presentan una problemática habitacional seria. Como consecuencia de ello es común que en un espacio muy reducido convivan hasta tres generaciones de una misma familia, muchas veces sin contar la vivienda con un buen estado técnico constructivo. Esta realidad incide en el bienestar de los ancianos y condiciona muchas veces actitudes de autoexclusión dentro del espacio familiar y en 2 El municipio La Habana Vieja ocupa una extensión territorial de 4. 3 Km2. . La densidad poblacional se estima en alrededor de 23 000 hab/Km2. (Cierre 2004, ONE). Además de la tugurización existen otras condiciones del hábitat que afectan a la población residente como son el deterioro de las redes de infraestructura, la escasa calidad de algunos servicios básicos y el deterioro del medioambiente urbano en general. 7 otros casos pueden ser también escenarios de conflictos familiares que conllevan igualmente a estados de depresión y refuerzan los sentimientos de soledad. A partir de la consideración de estos aspectos críticos que caracterizan el perfil de envejecimiento del Municipio, se estructura el Programa de Atención Integral al Adulto Mayor en este ámbito comunitario. Este es un programa social con un enfoque intersectorial, en él participan las instancias municipales de los ministerios de Cultura, Deportes, Trabajo y Seguridad Social, entre otras. Además tienen un desempeño importante las instituciones enclavadas en la comunidad a partir de las particularidades del territorio, entre ellas se incluye la Oficina del Historiador de la Ciudad. En el municipio existen cinco policlínicos, cada uno de ellos con un Equipo Multidisciplinario de Atención Geriátrica (EMAG) y el vínculo de estos con la comunidad se establece a través de los consultorios médicos de atención primaria de salud. El diseño de esta estructura permite un diagnóstico integral de la situación de salud de los ancianos y su evaluación periódica por el personal del área de salud donde ellos residen. Entre las diferentes estructuras comunitarias destinadas a los adultos mayores se destacan en el municipio tres casas de abuelos3 y numerosas asociaciones barriales, llamadas círculos de abuelos. La Habana Vieja tiene la particularidad de contar con el Centro Geriátrico Santiago Ramón y Cajal, una institución asistencial médica especializada en la atención al anciano y única de su tipo en el país. En esta instalación se brindan servicios de rehabilitación integral a los ancianos del Municipio y como parte de este trabajo se realizan talleres con diferentes fines como por ejemplo: incrementar las capacidades funcionales, prevenir discapacidades, desarrollar autoayuda y reducir factores de riesgo. Estos son servicios complementarios, de mayor complejidad, que ayudan a continuar la atención iniciada en los servicios básicos del área de salud. (Milián, 2006). El Programa de Atención Integral al Anciano en el Municipio es rectorado por este Centro y su 3 Son instituciones diurnas destinadas a la rehabilitación social y ocupacional de los ancianos que presentan alguna dificultad para el desarrollo de las actividades instrumentales de la vida diaria. Reciben aquí una atención integral que les permite posteriormente reincorporarse a su medio. 8 desarrollo efectivo se garantiza a través del vínculo sistemático y coordinado entre las diferentes instituciones de la comunidad. El Programa acoge también una filial municipal de la Universidad para el Adulto Mayor y como parte de él funcionan tres Cátedras Universitarias del Adulto Mayor (CUAM), en diferentes instituciones culturales del territorio, para facilitar el acceso de los ancianos interesados. Para el desarrollo de este proyecto se establece un vínculo sistemático con la Casa del Pedagogo que radica en el Municipio. La atención integral al adulto mayor en La Habana Vieja resulta fortalecida por la participación de la Oficina del Historiador de la Ciudad, institución que privilegia la obra social con la comunidad como la expresión más significativa del proceso de rehabilitación integral en el Centro Histórico. Entre los diferentes actores implicados, su vinculación con el Programa se gestiona fundamentalmente a través de dos instituciones: la Oficina de Asuntos Humanitarios y la Dirección de Patrimonio Cultural. La Oficina de Asuntos Humanitarios, ubicada en el otrora Convento de Belén desarrolla un proyecto de multiservicios con anclaje barrial, desde una perspectiva amplia de rehabilitación física, ambiental y social de los barrios de San Isidro y Belén. Es un proyecto dirigido a los diferentes sectores poblacionales de la comunidad, niños, mujeres, ancianos y personas discapacitadas. En lo referido a la atención de los ancianos tiene una experiencia relevante y resalta como parte de esta labor el proyecto de las residencias protegidas4, valorado por la Dirección Nacional de Atención al Adulto Mayor, del Ministerio de Salud Pública, como servicio de excelencia. En este ámbito comunitario, a partir de la acción coordinada entre la Oficina y las estructuras barriales se desarrollan otros proyectos de atención integral al anciano que incluyen áreas para la rehabilitación física y mental, se proporciona apoyo material en términos de alimentación y medicinas a ancianos, se brinda capacitación a familiares y cuidadores para el manejo de enfermedades crónicas del adulto mayor como por 4 Asistencia de alto costo y complejidad, a través de la cual se favorece la calidad de vida de ancianos en estado de necesidad. En la actualidad existen en la localidad tres residencias de este tipo. 9 ejemplo el mal de Alzheimer y además se ofrece un programa sociocultural para los ancianos de la comunidad. Este proyecto aunque se dirige de manera directa a los adultos mayores que residen en los consejos populares aledaños a la institución, irradia sus servicios a todos los residentes en el municipio. El panorama sobre la estructura de la gestión comunitaria dirigida a los ancianos en La Habana Vieja se completa con el Programa Sociocultural de Atención al Adulto Mayor, coordinado desde la Dirección de Patrimonio Cultural. Por la significación que alcanza la puesta en práctica de un programa comunitario desde el enfoque de la Gerocultura, esta experiencia se presenta de forma íntegra en el siguiente epígrafe. La gestión sociocultural y el Programa de Atención Integral al Adulto Mayor en el Centro Histórico de La Habana. El contexto de La Habana Vieja cobra una dimensión particular, como parte de él se define el Centro Histórico de La Habana 5 , un ambiente histórico significativo en el que se concentra una intensa vida cultural. Entre la multiplicidad de instituciones que convergen en este sitio fundacional, resalta la Oficina del Historiador de La Ciudad 6, rectora de un proceso de transformación integral que va más allá de la rehabilitación física y aboga por subvertir la realidad social del entorno. El eje vertebrador de este proyecto tiene un poderoso enfoque cultural que trasciende como parte de una tradición de salvaguarda de los valores de la cultura nacional, desde una proyección eminentemente popular (Roig, citado en Leal et al, 2000: 43). Significa en primera instancia reconocer la cultura como un proceso dinámico, a través del cual es posible que la acción social cobre sentido, y confía en sus posibilidades para convocar 5 El Centro histórico abarca una extensión territorial de 2.14 Km2 . Es uno de los principales polos culturales y de atracción turística en la Ciudad. 6 La Oficina del Historiador de la Ciudad se creó en el año 1938. Su fundador fue el prestigioso intelectual Emilio Roig de Leusering, quien desarrolló una valiosa labor en la salvaguarda de los valores patrimoniales y la defensa de la cultura nacional y habanera. 10 la participación activa de los ciudadanos, garantía más importante para la trascendencia de la obra que aquí se realiza. El proyecto, profundamente humanista, aboga por un centro histórico vivo en el que los propios habitantes sean protagonistas de los cambios más importantes que aquí se producen. Esta propuesta enarbola el respeto a la dignidad humana y se alza desde una visión integral en busca del mejoramiento de la calidad de vida de la comunidad. Para lograr estos fines la Dirección de Patrimonio Cultural, la más antigua de la Oficina, tiene entre sus objetivos más importantes introducir a la comunidad y al público en general en el reconocimiento de los valores patrimoniales desde una concepción amplia de la cultura. Como parte de su gestión se desarrolla una multiplicidad de propuestas en más de 40 museos, casas museo y centros culturales, que conforman una extensa red de instituciones culturales; cada una de ellas con un proyecto sociocultural anual diseñado en correspondencia con su perfil temático, que incluye entre otros la tradición habanera, la etnografía, el medio ambiente y la historia nacional. Es común que las personas expresen algún conocimiento sobre las instituciones culturales del territorio y que de forma espontánea posean además alguna referencia acerca de las transformaciones que cada día forman parte de su cotidianidad; sin embargo, el mayor desafío está en conseguir que se involucren activamente en los múltiples proyectos socioculturales que aquí se desarrollan. Es por ello que la labor de esta Dirección se encamina a estimular, a través de diferentes recursos, la interacción entre los diversos públicos y las instituciones culturales, considerado un eslabón clave para la sensibilización hacia los valores del entorno y el impulso a los procesos de identidad comunitaria. Este es un camino largo que exige la constancia como principal virtud. Desandando el tiempo se han desarrollado diferentes acciones dinamizadoras, entre ellas resaltan aquellas encaminadas a la incorporación de los sectores más sensibles de la comunidad, como son los niños y los ancianos. Fruto de este esfuerzo ha sido el desarrollo de programas sociales dirigidos a estos públicos. En relación con ello el programa comunitario destinado a los adultos mayores se revela como una experiencia de referencia en la Ciudad. 11 El Programa Sociocultural de Atención al Adulto Mayor en el Centro Histórico En el año 1994 comenzó en la ciudad de La Habana la primera experiencia de un proyecto de Universidad del Adulto Mayor en Cuba, esta se inició de modo experimental en el Hospital Clínico Docente Salvador Allende, y a ella se incorporaron espontáneamente adultos mayores del área de residencia aledaña, sin límite de edad ni escolaridad. Un grupo de especialistas, a partir de un enfoque de trabajo transdisciplinar, en el que participaron entre otros, geriatras, gerontólogos, sociólogos, sicólogos, creadores y trabajadores sociales iniciaron un proyecto que no significaba para los beneficiados un compromiso académico de rigor, sino que esencialmente pretendía mejorar su calidad de vida desde la perspectiva de la Gerocultura. Se ofrecía allí la posibilidad de socializar vivencias personales en un ambiente de reflexión grupal. De esta manera se estimulaba una participación más activa de los ancianos en el ámbito social y constituía una oportunidad para movilizar sus habilidades y capacidades como herramientas que luego podrían ser reinvertidas socialmente como agentes de cambio dentro de su familia y en relación con el entorno. (González, 2002). Por esta misma fecha, los inicios de la década del 90, pero en el escenario de La Habana Vieja se ideaban alternativas que favorecieran una mejor calidad de vida de los adultos mayores de 60 años que habitaban en el territorio. Con este interés se concibió la realización de una serie de acciones por parte de la Dirección de Patrimonio Cultural, a partir del año 1994. Las diferentes propuestas socioculturales se dirigían fundamentalmente a los ancianos de la comunidad que no poseían riesgo geriátrico y hacia aquellos que evidenciaban un estado de fragilidad7 en relación con diferentes problemáticas que debían asumir como parte de su vida cotidiana, las que podían modificarse a través de las oportunidades que ofrecía la participación en este programa. Se convocaba la participación de ellos 7 La metodología empleada por el Ministerio de Salud Pública en Cuba para la evaluación geriátrica establece una caracterización integral del anciano. Se define a partir de tres niveles: 1er. Nivel, individuo sin riesgo geriátrico; 2do nivel, individuo en estado de fragilidad; 3er. Nivel, individuo en estado de necesidad. Estos últimos en muchos casos reciben atención institucionalizada en centros internos. 12 fundamentalmente a través de las estructuras de atención comunitarias representadas en los círculos de abuelos. Los objetivos inmediatos pretendían potenciar el acercamiento de este grupo social con su entorno cotidiano y brindarle el apoyo material y espiritual necesario, mediante la articulación de nuevos espacios para la interacción entre ellos y las instituciones culturales de la Oficina del Historiador de la Ciudad. La primera etapa del Programa se remonta a los años comprendidos entre 1994 y 1996. Durante este período se realizaron actividades culturales en nueve casas-museo de la Dirección de Patrimonio Cultural, a ellas asistían voluntariamente los ancianos de la comunidad para compartir un rato de esparcimiento y disfrutar del programa cultural que se les ofrecía. Como parte de estas actividades se proyectó la realización de un Desayuno cubano, una vez a la semana, que tenía como principal atractivo una visita dirigida al museo. Además de esta actividad se desarrollaron otras propuestas con el interés de atraer a este público, y el ambiente cultural en que se realizaban abogaba por convertir un propósito asistencial, en una oportunidad de intercambio entre la institución, con sus posibilidades de acción sociocultural y los ancianos de la comunidad. Esta fue una fase experimental, marcada por un empirismo que si bien se inspiraba en nobles intenciones no lograba cuajar en una proyección efectiva en correspondencia con las necesidades latentes. Se caracterizó básicamente por una relación unidireccional en la que los ancianos de la comunidad podían asistir a varios espacios culturales como espectadores de una oferta cultural diseñada para ellos. A medida que el trabajo avanzó se hizo evidente la necesidad de subvertir esa pasividad por un criterio participativo construido a partir del estudio del contexto comunitario. Un momento significativo de este proceso lo constituyó el diagnóstico sociocultural (Álvarez V.y Brismat N., 1998 ) que permitió profundizar en las particularidades de estos ancianos. Los resultados de esta investigación y la positiva experiencia de evaluación del primer proyecto de Universidad del Adulto Mayor en Cuba, arrojaron luz sobre aspectos medulares para lograr la integración de estos ancianos en un contexto sociocultural. En aras de este objetivo se decidió reconsiderar el diseño de la propuesta cultural y aplicar 13 por primera vez fuera del ámbito institucional, en la comunidad de La Habana, Vieja, el enfoque renovador de la Gerocultura. (González, 2006) A partir de 1998 y hasta aproximadamente el año 2005 se trabajó intensamente con el interés de garantizar la coherencia de las acciones socioculturales que se realizaban en este ámbito comunitario y se estructuraron los principales proyectos que conforman el Programa Sociocultural dirigido a este público. Durante este período se concibió un programa que se desarrolla hasta la actualidad y cuyo objetivo más importante es introducir al anciano en un concepto más amplio de la calidad de vida. Más allá de los modelos tradicionales aferrados al envejecimiento como un proceso problemático e inevitable marcado por el deterioro físico del individuo se identifican las diversas posibilidades que tienen estos ancianos para desarrollar una vida saludable en relación con sus competencias individuales. En este sentido se centra la atención en los adultos mayores como protagonistas de la acción cultural y se concibe la cultura como un recurso valioso para acercar al individuo al conocimiento del proceso de envejecimiento desde una perspectiva sociocultural con múltiples aristas. Este período se caracterizó por la sistematización de los vínculos entre la institución Dirección de Patrimonio Cultural de la Oficina del Historiador de la Ciudad, representada en la Vice-dirección de Gestión Cultural-, los ancianos del territorio y otras instituciones de la comunidad y la Ciudad vinculadas a diferentes programas de atención al adulto mayor. Como parte de estas relaciones institucionales se privilegió la participación de diferentes profesionales con reconocida experiencia, en acciones de capacitación dirigidas a los especialistas de las instituciones culturales responsabilizados con la coordinación y desarrollo de las actividades socioculturales. El Programa Sociocultural de Atención al Adulto Mayor incluye desde esta fecha además de los proyectos dirigidos a los ancianos del territorio, una estrategia para la formación del público interno implicado en el diseño, planificación, ejecución y evaluación del Programa. Con una frecuencia anual se realiza el Taller de Gerocultura. Durante varios días los especialistas reciben entrenamiento, examinan el trabajo y se analizan las dificultades afrontadas y los logros alcanzados. Además de intercambiar sobre las experiencias más relevantes en las diferentes instituciones, un grupo de expertos imparten conferencias, y se intercambian conocimientos que promueven el 14 debate sobre nuevos enfoques para el programa, que se renueva en cada encuentro. Temas relacionados con el autocuidado, la alimentación, la aplicación de diferentes técnicas, entre otros aspectos, son abordados por geriatras, gerontólogos, psicólogos, sexólogos y especialistas de diversas disciplinas; y se introducen cada vez nuevos conocimientos sobre técnicas de avanzada en la atención a adultos mayores. El trabajo desplegado durante estos años constituyó un eslabón esencial en la construcción de un proceso que ha abierto las puertas para la participación de los ancianos de la comunidad en la vida cultural que se desarrolla en el Centro Histórico. Este período significó el tránsito de una fase marcada por la espontaneidad y el afán asistencialista, hacia la búsqueda de una meta superior centrada en la concepción de un Programa Sociocultural de Atención al Adulto Mayor que se erige sobre tres pilares fundamentales (Vega, 2006): Proyección del adulto mayor como agente de cambio en la comunidad: Desde esta perspectiva se invita a asumir una postura reflexiva y crítica que permita a cada persona re-encontrarse con su propio yo más allá de los prejuicios que muchos mitos hacen caer sobre los ancianos. Privilegia una visión optimista de la vida al estimular otras prácticas en el quehacer cotidiano, basadas en la participación activa de los adultos mayores más allá del ámbito estrictamente doméstico. Al mismo tiempo se favorece el reconocimiento social hacia este grupo en los diferentes espacios comunitarios. Legitimación de un programa sociocultural como estímulo para la participación social del adulto mayor: Se reconocen las posibilidades de un programa de este tipo para promover la integración social del anciano a través del diseño de una propuesta sociocultural coherente, sustentada en las necesidades, intereses y preferencias de los adultos mayores de la comunidad. Ellos deben tomar parte en las decisiones significativas sobre el programa; esto implica además participar de manera activa en el proceso de gestión de las diferentes propuestas culturales. El Programa toma ventaja sobre la significación que alcanza para el anciano el estado de salud, centrado en las condiciones físicas, para enrolarlo en un 15 programa que además de velar por ello promueve un concepto más amplio del estado de bienestar. Los ancianos que participan en este Programa perciben cambios que van más allá del mejoramiento de su estado físico de salud; ellos han descubierto un sinnúmero de oportunidades para desarrollar sus competencias individuales y reconocen entre los principales beneficios su participación activa y el fortalecimiento de una red de relaciones sociales muy importante para el desarrollo de su vida cotidiana. (Vega, 2006) La efectividad de este Programa depende en gran medida del compromiso del equipo técnico encargado de llevarlo a cabo. En esta experiencia participan diferentes profesionales con distintos niveles de implicación. Un especialista principal junto a un equipo de trabajo de la Vice-Dirección de Gestión Cultural son los responsables de tres aspectos básicos para el desarrollo efectivo del Programa: velar por la calidad del diseño y la puesta en práctica de los diferentes proyectos, la coordinación con los diferentes grupos sociales que participan en el Programa y la evaluación sistemática de las propuestas socioculturales dirigidas a este público. Los especialistas de las instituciones culturales de la dirección de patrimonio cultural (directores, museólogos, conservadores, bibliotecarios) están comprometidos con la ejecución y coordinaciones necesarias para la realización de las diferentes actividades socioculturales y junto a ellos participan otros profesionales (médicos, sicólogos, trabajadores sociales) vinculados a proyectos específicos. Articulación de una estrategia para garantizar la accesibilidad de los ancianos: Este Programa se inserta dentro de una estrategia integral de Atención al Adulto Mayor en el Municipio, pero se desarrolla de manera autónoma, con una estructura particular que lo distingue del resto de los programas. Para el desarrollo de los diferentes proyectos que lo conforman se considera vital la concepción de una estrategia de promoción e incorporación, que garantice el acceso de todas las personas interesadas. Las diferentes acciones en este sentido son rectoradas por la Vice-dirección de Gestión Cultural en estrecha coordinación con la Dirección Municipal de Salud, representada a través del Responsable del Programa de Atención Integral al Adulto Mayor en el Municipio. 16 La gestión promocional más importante consiste en la atención personalizada a los diferentes grupos sociales que participan en el Programa; esta comunicación se facilita a través de los promotores naturales que integran los grupos. La relación que se establece entre el público y los especialistas garantiza una planificación coherente y en correspondencia con los intereses diversos de los visitantes; al mismo tiempo resulta una dinámica muy efectiva para la evaluación sistemática de los diferentes espacios culturales. Además, existen otros recursos para la promoción de las actividades del Programa a través de los diferentes soportes comunicativos de la Vice-Dirección de Gestión Cultural y de la Oficina del Historiador en general; entre ellos resaltan el Programa Cultural, cartelera que se edita mensualmente y donde se dedica una sección a la presentación de las propuestas culturales dirigidas este público, así como diferentes espacios de la programación habitual en la emisora Habana Radio. Como parte de esta estrategia para garantizar el mayor acceso de los ancianos a estas propuestas culturales se concibe el vínculo sistemático de este Programa Sociocultural con otros que se desarrollan como parte de la proyección social de la Oficina del Historiador. En este sentido se trabaja actualmente en el diseño de diferentes propuestas que permitan fortalecer las relaciones de trabajo entre la Oficina de Asuntos Humanitarios y la Dirección de Patrimonio Cultural en aras de proyectar con mayor coherencia la gestión sociocultural dirigida a los ancianos en La Habana Vieja. Este Programa se concibe como parte del proyecto sociocultural anual de la mayoría de las instituciones culturales de la Dirección de Patrimonio Cultural, y aquellas acciones culturales aisladas de los primeros años se han convertido en proyectos culturales con propósitos muy definidos, a los que se hace referencia a continuación: El desayuno cubano, fue el proyecto que dio inicio a este Programa y se desarrolla hasta la actualidad. Con este pretexto los ancianos se reúnen una vez a la semana y participan en diferentes actividades culturales. Entre estas actividades se pueden mencionar por ejemplo: encuentros con la historia y cultura de la localidad a través de visitas integrales a la casa-museo, a salas específicas y a exposiciones transitorias, o a otros museos, monumentos, lugares 17 históricos, patrimoniales; presentación de ciclos de diferentes géneros cinematográficos, charlas sobre temas de salud, encuentro con artistas y otras personalidades de la cultura. Estos encuentros persiguen como objetivo fundamental constituir un espacio propicio para el intercambio entre los adultos mayores a la vez que permiten otros fines como por ejemplo la práctica de diferentes alternativas terapéuticas, entre ellas la activación de la memoria, la percepción, la imaginación, el pensamiento y el lenguaje. Otros proyectos se realizan con frecuencias y horarios diversos, en la mañana o en la tarde, de acuerdo a los intereses de los participantes. Varios de ellos son propuestos y coordinados por los propios adultos mayores, y otros son sugeridos por las instituciones a partir del reconocimiento de las necesidades sentidas de los ancianos. En relación con el diseño de su perfil se pueden agrupar en las siguientes tipologías: Espectáculos culturales: Generalmente son proyectos artísticos diseñados por ellos mismos y dirigidos a los propios ancianos. Se incluyen aquí las peñas, las tertulias, los espacios de teatro y narración oral y las presentaciones de grupos artísticos, en algunas ocasiones conformados por los propios ancianos. Talleres: Se realizan talleres de creación en coordinación con la Dirección Municipal de Salud, y participan en ellos geriatras, psicólogos, psiquiatras, sociólogos, artistas y terapeutas. Entre las diferentes especialidades resaltan los talleres de artes aplicadas y plásticas, anti-stress, autocuidado, psicoballet, de manualidades, entre otros. Una vez al año se realiza el Taller de Rescate de la Memoria Barrial en diferentes territorios. Se convoca a los adultos mayores, quienes, por los años vividos, enriquecen con sus recuerdos los conocimientos sobre el barrio, al reconstruir hechos y lugares, la historia de la localidad, el barrio en que crecieron y en el que viven cada día, participan además todas las personas interesadas. El coordinador del taller actúa como facilitador de un provechoso intercambio intergeneracional que estimula el reconocimiento social de los ancianos en la comunidad y favorece al mismo tiempo procesos de identidad colectiva. 18 Museo Interactivo: A través de sus especialistas y de las diferentes piezas museales el museo se traslada hacia diferentes barrios, casas de abuelos, hogares de ancianos del territorio y en estos espacios se desarrollan diferentes actividades para promover el conocimiento del museo en la comunidad y favorecer la participación de estos ancianos con alguna limitación física en las actividades del Programa. Esta variedad de proyectos culturales alienta el reconocimiento a la diversidad como un eje clave para la movilización de los diferentes públicos que pueden integrar este grupo poblacional. En la actualidad el Programa irradia para toda la Ciudad y es posible encontrar gran cantidad de interesados en participar en las diferentes propuestas culturales, procedentes de múltiples grupos sociales, entre ellos: asociaciones barriales los conocidos círculos de abuelos-; las filiales municipales del adulto mayor; los gremios obreros- tabaqueros, artesanos, hermandad de bordadoras y tejedoras de Belén-; asociaciones políticas- la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana-; los talleres de rehabilitación integral de los municipios, entre las más frecuentes. El programa de actividades socioculturales se desarrolla durante todo el año con un receso durante los meses de verano, y el evento central más importante que se realiza es la celebración del Día Internacional del Adulto Mayor. Para festejar esta fecha se organiza una Jornada del Adulto Mayor en el Centro Histórico, que ya trasciende a la Ciudad por la motivación que muestran los adultos mayores de diferentes municipios para participar en ella y además por el reconocimiento que alcanza en el ámbito de las estructuras de dirección nacional del Programa de Atención al Adulto Mayor del Ministerio de Salud Pública. Para la jornada se organizan diversas actividades en las instituciones culturales y a través de los diferentes medios de comunicación se promueven variadas acciones culturales para los adultos mayores, que incluyen por ejemplo concursos sobre diferentes manifestaciones artísticas, conciertos didácticos, exposiciones, entre otras. Este encuentro deviene cada vez un momento propicio para poner en práctica los conocimientos adquiridos en los talleres, significa además un espacio importante para la participación de los diferentes grupos sociales y el intercambio de experiencias entre los 19 ancianos que intervienen en el Programa. Se considera al mismo tiempo una oportunidad valiosa para el intercambio entre los especialistas que desarrollan los diferentes proyectos. Esta gran fiesta que inunda el Centro Histórico con el entusiasmo de sus protagonistas, marca cada año el inicio de una práctica enriquecedora de creación colectiva. Mucho se podría decir acerca de una experiencia que arriba a sus 15 años de existencia. Estaremos todos de acuerdo en que no resulta suficiente el margen de estas cuartillas para adentrar a los lectores en la complejidad de este programa sociocultural con sus éxitos, tropiezos en el camino, y metas por alcanzar. En estas páginas se ha privilegiado la presentación de aquellos aspectos que permiten una comprensión integral del Programa; y la intención más importante ha sido socializar el conocimiento sobre este empeño en la gestión de estrategias significativas que permitan la integración social del adulto mayor en el contexto comunitario. Consideraciones finales Con el beneficio de la experiencia acumulada se estima este momento oportuno para proponer estrategias que se ajusten mejor a las exigencias del tiempo presente, y que permitan en el futuro re-contar la trayectoria de un Programa, que se valoriza en la dinámica cambiante de su práctica cotidiana. Los procesos sociales se transforman y se modifican sus expresiones en el contexto comunitario, por ello es necesario buscar insistentemente, explorar nuevas oportunidades, rediseñar otras prácticas cuyos contenidos han perdido significado. En este sentido, uno de los compromisos más importantes que convoca la etapa actual del Programa es precisamente su proyección desde un enfoque renovado; y en este empeño es necesario llamar la atención sobre algunos aspectos vitales que deben orientar la acción: Cada generación se parece más al tiempo histórico que le ha tocado vivir y en relación con ello es esencial no perder de vista que el envejecimiento es un proceso dinámico y cambiante. Los ancianos son diferentes y se modifican sus intereses, expectativas y motivaciones. Un programa de este tipo exige procesos de reajuste y acomodo cada vez, en la misma medida en que se transforman las 20 circunstancias que lo generaron y que han permitido su desarrollo hasta la actualidad. El éxito del Programa Sociocultural de Atención al Adulto Mayor depende de la acción coordinada de múltiples factores. En esta alianza, la labor de los coordinadores del Programa en cada institución cultural, se erige como un eje cardinal. Es necesario garantizar el entrenamiento sistemático de los especialistas que asumen en el museo el desarrollo de estos programas didácticos. Su labor se debe estimular a partir de la adquisición de conocimientos actualizados sobre el trabajo con el adulto mayor. Esta es una herramienta básica para afinar la estrategia de trabajo, centrada en la participación activa del adulto mayor, y contribuir a la planificación responsable por parte de las instituciones encargadas de coordinar y desarrollar la oferta sociocultural de los diferentes proyectos. El público interesado en este Programa ha crecido en la Ciudad y se considera necesario en este momento enfatizar la estrategia de comunicación destinada a este grupo poblacional, en aras de facilitar su participación. Emplear con la mayor racionalidad los soportes promocionales para garantizar su accesibilidad a los adultos mayores; y el diseño de espacios diversos y atractivos para la promoción de esta intensa vida sociocultural, son retos importantes. La proyección institucional de la Oficina del Historiador debe estrechar cada vez más los vínculos existentes entre sus instituciones vinculadas al Programa Integral de Atención al Adulto Mayor. Esta es una premisa básica para lograr una proyección coherente de la gestión sociocultural dirigida a este público; al mismo tiempo se reconoce la importancia de asegurar, más allá de la Oficina, la acción coordinada entre todas las instituciones comprometidas con este Programa en el Municipio. Cada día es mayor el número de personas interesadas en este programa sociocultural y llama la atención que sus edades muchas veces no alcanzan los 60 años. Esta halagüeña realidad muestra nuevos retos y convoca la mirada especializada sobre los diferentes proyectos culturales que se desarrollan en el Centro Histórico. Esta experiencia es un estímulo para considerar el impacto que 21 alcanza un programa de este tipo en la proyección cultural del envejecimiento como un proceso que debe asumirse con responsabilidad desde las edades tempranas. Además del enfoque de pares que estimula el vínculo generacional entre los ancianos a través de diversas formas de participación, en la actualidad se trabaja por la inserción de otros públicos en el Programa. El intercambio entre generaciones diferentes es una oportunidad más para calar el tejido social; y a la vez que extiende la red de relaciones a favor del adulto mayor, promueve una mirada reflexiva hacia este grupo poblacional por parte de los diferentes actores comunitarios. Este es un propósito mayor y exige un estudio profundo que considere las condiciones más propicias y los espacios más pertinentes para el desarrollo exitoso de estas experiencias. El enfoque intergeneracional de los proyectos se debe promover desde una concepción amplia que considere las múltiples oportunidades del Programa; entre las que resaltan por ejemplo, el interés de adultos de una generación más joven; el propio intercambio entre los especialistas que coordinan los proyectos, que generalmente son adultos jóvenes y los ancianos que participan; así como la interacción con los niños de la comunidad, los cuales a su vez tienen una participación activa en el Programa Social Infantil que desarrolla la Oficina del Historiador de la Ciudad. Aún queda mucho por hacer; sin embargo, el principal mérito de este Programa se reconoce en su propia existencia, pues a pesar de que el conocimiento científico sobre gerontología ha avanzado considerablemente, todavía predomina una visión asistencialista en el ámbito de la atención geriátrica. En la actualidad resultan aún escasas las experiencias de este tipo, enfocadas hacia la promoción de estilos de vida más saludables en relación con las diversas oportunidades del contexto comunitario, y el estímulo de las competencias individuales como el recurso más importante para alcanzar estos fines. 22 Referencias Bazo, M. (1992) La ancianidad del futuro. Fundación Caja de Madrid. Brismat, N. y Álvarez V. (1998) Programa Social para los habitantes de la tercera edad de La Habana Vieja desarrollado por la Oficina del Historiador de la Ciudad: Diagnóstico de desempeño y evaluación. Informe de Investigación. González, M. (2002) Cultura del envejecimiento: reto o proyecto. Tesis de Maestría. 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