Dictamen de la Procuración General:

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Dictamen de la Procuración General:
La Cámara de Apelación en lo
Civil
y
Comercial
del
Departamento
Judicial
de
Junín
confirmó, en sustancia, la sentencia dictada por el juez de
la anterior instancia que, a su turno -v. fs. 912/936-,
hizo lugar a la demanda que en reclamo de indemnización por
los daños y perjuicios derivados del accidente sufrido por
la menor de edad, R. d. C.C. , al caer por el hueco de un
ascensor, promoviera O. I.M. , por sí y en ejercicio de la
representación de su hija nombrada, contra el Consorcio de
Propietarios del edificio que individualiza y contra cada
uno de los copropietarios de las unidades funcionales que
integran el inmueble en cuestión afectado al régimen de
propiedad
horizontal,
concurrente
del
atribuyendo
consorcio
y
la
de
responsabilidad
los
copropietarios
codemandados. Dejó, no obstante, establecido el órgano de
apelación
actuante
que
la
obligación
de
estos
últimos
legitimados pasivos es simplemente mancomunada y por la
proporción que a cada uno le corresponde en la propiedad de
las cosas comunes y dispuso, asimismo, la reducción del
importe de algunos de los rubros indemnizatorios concedidos
en
favor
de
las
actoras,
reconociendo,
a
su
vez,
la
procedencia del resarcimiento por refacción de la vivienda,
que había sido rechazada en la instancia de origen (fs.
1078/1103).
Con
posterioridad
y
a
instancias de la parte actora -v. fs. 1127 y vta.-, la
alzada
aclaró
el
fallo
dictado
litisconsortes
pasivos
que
sentencia
primer
grado,
de
se
estableciendo
abstuvieron
se
de
encuentran
que
los
apelar
la
igualmente
alcanzados por el pronunciamiento recaído (fs. 1130/1132).
El
Ugrotte
y
la
parte
respectivos
actora
letrados
pronunciamiento
de
codemandado
-ambos
a
apoderados-
grado
y,
esta
Héctor
través
Oscar
de
sus
impugnaron
última,
el
también
la
decisión aclaratoria que le sucedió, integrándolo- mediante
sendos recursos extraordinarios de inaplicabilidad de ley
(v.
escritos
de
fs.
1156/1172
y
fs.
1173/1183
vta.),
habiendo la alzada denegado, por extemporánea, la concesión
de este último (v. fs. 1185 y vta.) que fue, finalmente,
admitida por V.E. en ocasión de resolver la queja deducida
por la interesada (v. fs. 1268/1270).
Recibidas
las
presentes
actuaciones en vista de los remedios procesales incoados
(v.
fs.
1363),
habré
de
abordar,
seguidamente,
su
tratamiento de manera independiente.
1.-
El
intento
revisor
interpuesto por el codemandado Héctor Oscar Ugrotte apunta
a cuestionar diversos aspectos del fallo de grado, a saber:
a)
el
rechazo
que
en
ambas
instancias ordinarias mereció la procedencia de la defensa
de falta de legitimación pasiva oportunamente opuesta por
su mandante para enervar el progreso de la acción directa
contra él promovida, decisión que, a su ver, importa la
violación de los arts. 30, 31, 42, 43, 1081, 1113 y 1198
del Código Civil y 163, inc. 6º, 375 y 384 del Código
Procesal Civil y Comercial, al par de responder al absurdo
y arbitrariedad que imputa incurridos por la alzada en la
interpretación de los hechos de la causa.
Funda el quejoso la apuntada
crítica, en el siguiente doble orden de consideraciones: la
personalidad
jurídica
autónoma
propietarios
coaccionado
posee
que
con
el
consorcio
relación
a
de
los
consorcistas que lo conforman, de la que colige que en modo
alguno
pudieron
ser
estos
últimos
sujetos
pasivos
del
reclamo indemnizatorio impetrado en autos y, mucho menos,
mediante una acción directa como la aquí impetrada; y el
carácter
alternativo
y
no
concurrente
de
las
responsabilidades que pesan sobre el dueño o guardián de la
cosa
productora
del
daño,
interpretación
que
-en
su
parecer- surge de los propios términos de la disposición
legal actuada en la sentencia -art. 1113, Código Civil-,
que emplea la conjunción disyuntiva “o”, por lo que la
reconocida calidad de guardián que detenta el consorcio
sobre las cosas comunes del edificio sujeto a propiedad
horizontal -puerta del ascensor, en la especie- sobre la
base de la cual la cámara dispuso su condena, excluye la
responsabilidad atribuida a cada uno de los copropietarios
en su condición de dueños. Cita en apoyo de su aserto, la
doctrina emanada del precedente “Camargo” fallado por la
Corte Justicia de la Nación.
b)
la
responsabilidad
que
eventualmente podría endilgárseles a los propietarios de
las
unidades
funcionales
del
edificio
tiene
carácter
subsidiario y no directo, de modo que según la opinión de
los autores que menciona, sólo cabría entablar una acción
directa contra ellos por vía refleja, es decir, recién ante
la insuficiencia que pudiese resultar luego de ejecutado el
consorcio
y
excutidos
sus
bienes,
para
afrontar
la
obligación resarcitoria que sobre él pesa, podría intentar
agredirse el patrimonio de cada uno de los copropietarios.
c)
sentenciante en la
incurrió
en
absurdo
el
individualización de la cosa productora
del daño al señalar al ascensor, siendo que, en rigor, fue
la puerta de acceso al mismo, objeto netamente instrumental
e inerte que, como tal, necesita de la actividad humana
para entrar en movimiento, circunstancia que desplaza la
operatividad
del
régimen
de
responsabilidad
extracontractual objetiva, como la que erróneamente aplicó
la alzada en el “sub-lite”, teniendo en cuenta que la parte
actora no logró objetivar ni, mucho menos, acreditar, el
riesgo o peligro que la referida cosa inerte -puerta- pudo
engendrar
en
la
causación
del
daño
d)
los
cuyo
resarcimiento
reclama.
jueces
de
mérito
alteraron las reglas del “onus probandi” al eximir a la
accionante de la carga de probar el “vicio” de la cosa
inerte
siendo
que
el
referido
extremo
se
erige
en
presupuesto fáctico para la viabilidad de la atribución de
responsabilidad civil objetiva por la que se lo condenó y,
no solo -agrega- la ha liberado del cumplimiento de dicha
carga probatoria, sino que además ha prescindido valorar el
informe pericial elaborado por el técnico electromecánico
Raúl Fernando Díaz en las actuaciones tramitadas por ante
el
tribunal
de
menores
de
Junín
-que
individualiza-,
categórico al afirmar que “el funcionamiento del elevador
es
normal
y
que
las
puertas
del
octavo
cierran
perfectamente”.
e)
absurdamente
las
causales
la
de
Cámara
ponderó
exoneración
de
la
responsabilidad objetiva que, a la postre, le achacó a los
copropietarios del edificio, oportunamente denunciadas por
su parte. Tales: el supuesto de caso fortuito; el hecho de
la
víctima;
la
negligencia
incurrida
por
quienes
se
encontraban a su cuidado -la madre y su concubino- y la
omisión
del
técnico
encargado
del
mantenimiento
del
ascensor -tercero con relación al consorcio dado que sus
servicios
son
locados
por
el
mismo-,
todas
ellas
con
entidad eficiente para tener por fracturado el nexo causal
al que alude el art. 1113 del Código Civil, si no de manera
total, al menos parcialmente.
f)
el
rechazo
de
la
morigeración de la condena impuesta resulta arbitraria en
tanto han quedado demostrados los presupuestos a los que el
art. 1069 del C. Civil supedita su aplicación.
g)
indemnización
establecida
en
improcedencia
concepto
de
de
la
futuras
intervenciones quirúrgicas y tratamiento de rehabilitación
en favor de la menor R. d.C. , desde que el rubro en
cuestión carece de la nota de certeza que debe caracterizar
todo daño para ser resarcible.
Adelanto,
desde
ahora,
mi
criterio contrario al progreso del remedio procesal bajo
examen,
proponiendo
a
ese
Alto
Tribunal
que
proceda
a
rechazarlo, llegada su hora.
De
la
prieta
síntesis
de
agravios enunciada en los párrafos que anteceden, surge con
meridiana
claridad
que
las
materias
que
el
recurrente
ocurre a discutir ante esta sede extraordinaria, conforman
típicas cuestiones de hecho y prueba exentas, como tales,
de revisión en casación, salvo -claro está- la existencia
del vicio de absurdo que -sabido es- debe ser eficazmente
denunciado y cabalmente demostrado.
Efectivamente, desde siempre,
esa Suprema Corte ha sostenido que calificar el riesgo o
vicio de la cosa productora del daño;
determinar si la
conducta de la víctima o de un tercero eximió total o
parcialmente la responsabilidad del dueño o guardián de
aquélla; establecer si se ha configurado el supuesto de
“caso
fortuito”;
juzgar
sobre
la
presencia
de
relación
causal entre la cosa y el daño; apreciar el daño resarcible
así
como
su
cuestiones
naturaleza
cierta
circunstanciales
o
o
de
eventual,
hecho
constituyen
propias
de
los
jueces de las instancias ordinarias y ajenas al quehacer
funcional
de
la
violación
de
casación,
las
reglas
en
que
tanto
no
rigen
se
la
demuestre
prueba
o
la
una
apreciación absurda de la misma, cuya consumación -cuadra
recordar
una
vez
más-
supone
la
comisión
de
un
error
palmario, grave y manifiesto que conduzca a conclusiones
contradictoras,
constancias
inconciliables
objetivas
de
la
e
incongruentes
causa
(conf.
con
las
causas
Ac.
67.732, sent. del 24-II-1998; Ac. 72.770, sent. del 3-V2000; Ac. 73.756, sent. del 4-X-2000; Ac. 84.614, sent. del
5-XI-2003 y Ac. 93.748, sent. del 11-VII-2007).
Y
si
bien
en
el
libelo
de
protesta
se
acusa
invalidante
en
la
el
comisión
de
la
razonamiento
aludida
seguido
anomalía
por
los
sentenciantes para arribar a las conclusiones fácticas cuyo
acierto objeta con el propósito de que V.E. acceda a su
reexamen, tengo para mí que los argumentos ensayados para
evidenciar
su
manifiestamente
configuración,
en
el
insuficientes
para
caso,
alcanzar
resultan
el
fin
propuesto.
Así es. Aunque sean acertadas
las consideraciones vertidas en la queja con relación a que
el consorcio de propietarios tiene personalidad jurídica
distinta de la de cada uno de sus componentes, habiendo
sido incluso así admitido por esa Suprema Corte al fallar
en
la
causa
L.
73.655,
sent.
del
21-XI-2001,
tal
circunstancia no empece ni obsta a que cada uno de los
propietarios de las unidades funcionales que componen el
edificio
de
condición
que
de
se
trate
condóminos
inmueble, pueda ser
que,
de
las
a
su
cosas
vez,
de
revisten
uso
común
la
del
pasible de recibir una acción directa
como sujeto pasivamente legitimado para responder por las
consecuencias dañosas que alguna de las cosas comunes ejemplificativamente mencionadas en el art. 2 de la ley
13.512-
pueda
prescripto
por
ocasionar
el
art.
a
terceros,
1113
del
por
imperio
Código
Civil,
de
lo
cuya
aplicación desplaza, como se encargó de señalar la Cámara
actuante,
toda
calidades
de
discusión
legitimados
acerca
de
pasivos
sus
de
respectivas
la
pretensión
indemnizatoria incoada.
Con
relación
al
restante
motivo de impugnación que dispara el presentante en torno a
que las responsabilidades que cuadran atribuir al dueño o
guardián de la cosa productora del daño son excluyentes y
no
conjuntas,
habré
de
decir
que
esa
Corte
ha
tenido
oportunidad de expedirse sobre el particular, aunque, claro
está, en sentido contrario al propiciado en la protesta, al
decir que las responsabilidades del dueño y del guardián
son concurrentes y no excluyentes, sin que la presencia de
una excluya el deber de resarcir del otro (conf. causas Ac.
47.048, 24-XI-1992; Ac. 47.127, sent. del 28-IX-1993; Ac.
55.338, sent. del 24-IV-1997; Ac. 58.939, sent. del 23-III1999; Ac. 73.594, sent. del 19-II-2002, entre muchas más).
De
suyo,
entonces,
resulta
estéril el argumento según el cual la guarda de las cosas
comunes es detentada por el consorcio codemandado, toda vez
que
de
la
circunstancia
de
que
los
copropietarios
consorcistas se hayan desprendido de ella no se deriva como sugiere el recurrente- que se hayan despojado de su
condición de dueños a tenor de lo dispuesto por los arts. 2
de la ley 13.512 y 1113 del Código Civil antes citados.
Resta señalar sobre el tópico
en
tratamiento,
que
la
doctrina
emanada
del
precedente
“Camargo” sentenciado por la Corte Suprema de Justicia de
la Nación que se invoca infringida en la protesta, fue
elaborada
en
torno
de
la
temática
concerniente
a
la
transmisión de automotores prevista por el art. 27 del dec.
ley 6582/58, texto según ley 22.977, resultando de toda
evidencia
que
ninguna
vinculación
guarda
con
las
circunstancias fácticas debatidas en el presente proceso a
las que, por ende, les resulta manifiestamente inaplicable.
Analizados
hasta
aquí
los
agravios individualizados bajo los acápites “a” y “b” de la
reseña que dejé consignada en el inicio del abordaje de la
presente vía de revisión extraordinaria, corresponde ahora
que me expida con relación a los restantes motivos que
fundan el alzamiento del quejoso.
La afirmación referida a que
fue la puerta de acceso al ascensor la cosa productora del
daño
y
no
el
último,
de
la
que
se
desprende
que
su
condición de inerte imponía a la parte actora la carga de
probar fehacientemente el vicio que la misma portaba por
imperio de los dispuesto por el art. 1113 del Código Civil
en su conjunción con los arts. 375 y 384 del ordenamiento
procesal del fuero (v. ptos. “c” y “d” de la síntesis de
agravios),
solución
es
irrelevante
fáctica
y
legal
para
torcer
sentada
en
el
el
sentido
de
la
pronunciamiento
apelado,
puesto
que
aún
siguiendo
la
disquisición
que
formula el agraviado en el sentido de individualizar a la
puerta
como
objeto
o
elemento
independiente
y
autónomo
respecto del elevador al que la misma permite acceder y que
la
falta
de
demostración
de
su
vicio
impediría
la
subsunción de los hechos de la causa dentro del régimen de
la responsabilidad civil extracontractual objetiva que le
fue
endilgada,
es
lo
cierto
que
la
alegada
calidad
de
inerte sobre la que tanto se enfatiza, de ningún modo obsta
a que pueda, a su vez, asignársele el carácter de riesgosa
desde que, como ha puntualizado V.E. en variadas ocasiones,
a los fines de determinar el peligro que una cosa puede
generar, los jueces de mérito deben preguntarse en cada
oportunidad
misma
puede
si
por
cualquier
producir
un
circunstancia
riesgo
en
el
del
que
caso
pueda
la
ser
comprendido el daño sufrido por la víctima, atento que a
pesar de que una cosa en sí misma considerada puede no ser
peligrosa, en ocasiones alcanza ese carácter en función de
las circunstancias (conf. causas L. 76.465, sent. del 22XI-2000; L. 82.047, sent. del 11-VI-2003; Ac. 90.753, sent.
del
20-IV-2005;
Ac.
90.681,
sent.
del
9-XI-2005;
Ac.
89.522, sent. del 15-III-2006 y C. 95.742, sent. del 13-II2008).
Siendo
todas
luces
infructuosa
la
ello
disquisición
así,
que
deviene
a
ensaya
el
quejoso
en
orden
a
la
individualización
de
la
cosa
causante del daño, desde que, al igual que lo hiciera el
juzgador
de
origen,
el
tribunal
de
alzada
no
dudó
en
calificar de riesgosa la verificada apertura de la puerta
de acceso del ascensor sin que se encuentre detenida su
cabina en el piso en el que se lo pretendió tomar, sobre la
base de las contundentes conclusiones periciales sentadas
en los informes técnico y mecánico obrantes en la causa y
las declaraciones testimoniales también meritadas
(v. fs.
563 y vta. y fs. 879/880).
No han de correr mejor suerte
las quejas dirigidas a desmerecer el rechazo dispuesto en
el fallo en orden a la configuración de las causales de
exoneración
de
responsabilidad
civil
oportunamente
invocadas (v. pto. “e”, resumen agravios).
Siguiendo el orden propuesto
en
el
escrito
de
impugnación,
corresponde
partir
por
señalar que no le asiste razón al recurrente cuando afirma
que la Cámara soslayó considerar la existencia del caso
fortuito y las circunstancias alegadas en pos de poner de
manifiesto
sus
imprevisibilidad,
notas
caracterizantes
inevitabilidad
e
como
lo
son
la
inimputabilidad
en
derredor del cual se produjo el evento dañoso, bastando
para así concluir remitir a las consideraciones efectuadas
en la sentencia respecto de la temática planteada (v. fs.
1093 “in fine”/1093 vta.), si bien en sentido y dirección
opuestas a su consumación que no son objeto de refutación
alguna en la protesta.
Tampoco acierta la opugnación
bajo examen, en su intento de desmerecer la desestimación
que
en
la
conformada
también
se
sentencia
por
el
mereció
hecho
invocó
a
de
los
la
la
causal
víctima
fines
de
exculpatoria
damnificada
liberarse
de
que
la
responsabilidad exclusiva y excluyente que se le atribuyó
en
los
términos
del
art.
1113
del
ordenamiento
civil
sustantivo.
Y lo entiendo así, pues las
críticas de las que se vale para controvertir el acierto de
la adversa decisión recaída sobre el tópico pasan por alto
y,
consiguientemente,
núcleo
del
no
razonamiento
se
que
hacen
cargo
llevó
a
de
los
replicar
el
magistrados
actuantes a negar que la activa participación que le cupo a
la menor en el acaecimiento del evento dañoso del que fuera
víctima al abrir la puerta del ascensor para introducirse
en su interior sin reparar en su ausencia cayendo al vacío,
haya tenido la virtualidad para erigirse, en la emergencia,
en factor interruptivo del nexo causal habido entre la cosa
y el consecuente daño por ella sufrido, cual es que en la
ocasión medió una falla mecánica en el sistema de traba de
apertura de la puerta pues -transcribiendo una conclusión
del testigo a cuyo cargo se encontraba la realización de
los
respectivos
servicios
de
reparación-
“...funcionando
bien -haciendo alusión al referido sistema- no pudo haber
error humano” (v. fs. 1091).
Insiste
el
presentante
en
reiterar su postura de que “...si la menor no hubiera hecho
todo un operativo de apertura manual, la referida puerta
hubiera permanecido cerrada”, calificando de descuido la
circunstancia de que la niña no se haya cerciorado de la
presencia de la cabina y aún, de que hubiera debido abrir
la
segunda
puerta,
supuestos
todos
que
-afirma-
constituyeron la causa del desenlace final acaecido. Mas
las consideraciones vertidas sobre el particular lejos se
encuentran, a mi ver, de lograr conmover el definitorio
argumento brindado por el juzgador en el sentido de que el
curso natural de las cosas conduce a concluir que si se
abre
la
estarlo-,
puerta
es
contra
el
porque
cual
está
se
el
ascensor
limita
a
-o
debiera
oponer
su
mera
disconformidad basada en su disímil punto de vista.
Lo mismo cabe decir respecto
de la causal exculpatoria que define configurada por la
negligencia incurrida por los mayores que se encontraban al
cuidado de la menor, desde que más allá del contenido de
las
declaraciones
agraviado
para
testimoniales
evidenciar
que
de
las
medió
que
se
sirve
confesión
de
el
su
progenitora
al
reprochar
a
su
concubino
-con
quien
se
encontraba R. d. C. en el momento en que se sucedió el
trágico desenlace- su falta de cuidado, es lo cierto que
ese eventual reconocimiento ninguna gravitación tiene en la
medida de que, como dejó establecido la alzada, no puede
trasladarse
a
los
padres
responsabilidad
alguna
si
la
conducta de la víctima menor no tuvo relevancia ni entidad
para romper o fracturar el nexo causal habido entre el daño
por ella padecido y el acreditado riesgo o vicio de la cosa
(v. fs. 1092 vta.), a lo que añadió que la circunstancia de
haber permitido a R. que pretenda, por sí sola, acceder a
un
medio
de
desplazamiento
que
debería
ser
inocuo,
no
importa actitud omisiva en el deber de custodia de quienes
se hallaban a su cuidado.
Para
cerrar
el
abordaje
y
solución de las impugnaciones enderezadas a cuestionar el
acierto
del
supuestos
fallo
previstos
que
descartó
por
el
art.
la
configuración
1113
del
de
Código
los
Civil
invocados por el aquí recurrente para liberarse total o
parcialmente de la responsabilidad civil objetiva que le
fue endilgada, me resta señalar que las argumentaciones
traídas con el fin de acreditar la calidad de “tercero”
ajeno
que
reparación
le
del
asigna
al
ascensor
encargado
del
del
edificio,
no
mantenimiento
hacen
más
y
que
concurrir a confirmar los hechos a partir de los cuales la
alzada
descartó
ese
carácter,
esto
es,
la
vinculación
existente entre aquél y el sindicado como tal -contrato de
locación de servicios-, circunstancia que a la luz de la
doctrina legal sentada en los precedentes Ac. 36.241, sent.
del 13-IX-1988; Ac. 61.303, sent. del 8-X-1996, confluyen a
abonar
el
acierto
de
lo
resuelto
en
el
pronunciamiento
impugnado.
Inaudible deviene, a su vez,
el agravio vertido al amparo de lo dispuesto por el art.
1069 del Código Civil (v. pto. “f” de la síntesis), desde
que,
lejos
eficaz
de
de
las
contener
una
motivaciones
crítica
directa,
brindadas
en
el
frontal
fallo
y
para
desestimar su actuación, en la especie, incurriendo, así,
en notoria insuficiencia técnica en los términos del art.
279
del
Código
del
Rito,
dable
es
advertir
que
la
afirmación que esgrime el presentante en el sentido de que
constituye un hecho notorio la existencia en autos de las
circunstancias fácticas a las que el legislador supeditó la
atenuación indemnizatoria que consagra, encierra, en rigor
de verdad, la admisión de no haber arrimado pruebas al
proceso que acrediten su situación patrimonial en un todo
de acuerdo con el reproche que la alzada efectuó entre los
fundamentos que la llevaron a adoptar la decisión adoptada
sobre el particular (v. pto. 9, fs. 1101 y vta.) que -no
está
demás
agregar-,
reviste
naturaleza
eminentemente
facultativa (SCBA causa Ac. 54.304, sent. del 30-IV-1996).
Al respecto, V.E. tiene dicho
que
la
aseveración
de
que
determinadas
cuestiones
constituyen hechos de público y notorio conocimiento y que,
como tales, no precisarían ser probadas, no hace más que
confirmar el incumplimiento de la carga impuesta por el
art.
375
del
Código
Procesal
Civil
y
Comercial,
pues
trasunta, en definitiva, el reconocimiento del quejoso de
que
no
aportó
acreditarlos
elemento
(conf.
de
causa
prueba
L.
alguno
67.425,
tendiente
sent.
del
a
29-XII-
1999).
Sólo
me
resta
señalar,
para
culminar el abordaje de la impugnación bajo examen, que las
argumentaciones
enderezadas
a
calificar
de
conjetural
e
hipotético el daño reclamado en el escrito postulatorio de
la acción bajo el rubro “futuras intervenciones quirúrgicas
y tratamientos de rehabilitación” a los que debería ser
sometida la menor víctima del hecho luctuoso (v. pto. “g”
del
resumen
de
agravios),
coligiendo
de
la
mentada
calificación la ausencia de certeza que torne procedente su
resarcimiento,
opugnaciones
no
son
vertidas
más
contra
que
la
la
reiteración
labor
médica
de
las
pericial
desplegada en autos que, a su vez, se ocupó de reproducir
en
ocasión
de
expresar
los
agravios
fundantes
de
su
apelación ordinaria y sobre cuya improcedencia se expidió
la
Cámara
interviniente
consideraciones
elaboradas
a
a
través
la
luz
de
del
categóricas
examen
de
los
dictámenes periciales médico y psicológico practicados en
la causa (v. fs. 821/832 y fs. 853/855, respectivamente y
fs. 1096 y vta.), que no son objeto de réplica eficiente en
el libelo recursivo que, en torno de este tópico, se agota
con la exhibición de la disconformidad de su autor basada
en su opinión discrepante que, por respetable que pueda
ser,
no
constituye
idónea
base
de
agravios
(conf.
SCBA
causa Ac. 86.576, sent. del 5-IV-2006).
Las razones dadas me inclinan
pues,
tal
recurso
como
de
anticipé,
a
inaplicabilidad
considerar
de
ley
improcedente
deducido
por
el
el
propietario codemandado y a proponer, consiguientemente, a
V.E. que proceda, sin más, a rechazarlo.
2.- Habré de adentrarme ahora
en el análisis de los agravios que motivan el alzamiento
extraordinario de la parte actora (v. fs. 1173/1183 vta.),
a saber:
1º) resulta contradictoria y
desajustada
al
contenido
de
las
normas
legales
que
se
invocan de aplicación en el fallo y aún a la doctrina legal
imperante en torno de las mismas, que cita -arts. 1113,
1121 y 1135 del Código Civil y 8 de la ley 13.512-, la
decisión
de
declarar
simplemente
mancomunada
la
responsabilidad endilgada a
codemandados
por
la
cada uno de los copropietarios
proporción
que
a
cada
uno
le
corresponde en la propiedad de las cosas comunes, siendo
que, por otro lado, confirmó la condena que en el fallo
recaído en primer grado les fuera impuesta a los fines de
responder “in solidum”, esto es, en concurrencia con el
consorcio coaccionado por el crédito reconocido en favor de
sus
representadas
en
concepto
de
indemnización
por
los
daños y perjuicios ocasionados a raíz del hecho dañoso.
2º) La Cámara se apartó del
principio
de
la
personalidad
de
la
apelación
con
la
consiguiente violación de los arts. 693, 699, 705, 706, 716
y 717 del Código Civil y 266 del ordenamiento procesal de
dicho fuero.
3º)
correspondiente
al
La
resarcimiento
reducción
por
la
del
monto
incapacidad
sobreviniente de la menor, efectuada por el tribunal de
alzada es producto del absurdo que le imputa incurrido con
grave afectación de los arts. 1068, 1069 y 1086 del Código
Civil y 474 del Código del Rito.
Muy sucintamente expuestos en
los
párrafos
traídos,
contraria
que
estoy
a
en
su
anteceden
los
condiciones
procedencia,
motivos
de
por
de
anunciar
las
impugnación
mi
opinión
razones
que
seguidamente desarrollaré.
1º)
No
le
asiste
razón
al
quejoso cuando acusa configurado el vicio de contradicción
en la solución arribada por la alzada en cuanto, por un
lado, confirmó la naturaleza “in solidum” o concurrente de
la obligación asignada en el fallo de origen y por la que
se condenó al consorcio y a los copropietarios de resarcir
los
daños
reconocidos
en
favor
de
las
accionantes
en
función de sus respectivas calidades de guardián y dueños
de la cosa riesgosa originante de los perjuicios sufridos
para
luego,
indemnizar
por
de
debiendo,
el
estos
entonces,
otro,
establecer
últimos
cada
es
uno
que
el
simplemente
de
ellos
deber
de
mancomunado
responder
en
la
proporción de sus derechos.
Tampoco acierta al sostener con invocación de doctrina legal- que la mentada resolución
desvirtúa
el
sustrato
propio
y
caracterizante
de
la
naturaleza concurrente o “in solidum” de la obligación a la
que fueron condenados todos los legitimados pasivos, cual
es
que
el
contenido
económico
de
la
condena,
en
tales
supuestos, no puede ser más que uno para todos, pues todo
objeto debe ser igual a sí mismo y una cosa no puede ser y
no ser al mismo tiempo.
Y así lo entiendo, pues tengo
para
mí
que
los
errores
de
juzgamiento
y
vicios
de
razonamiento que se le achacan al órgano de apelación en la
elaboración de la decisión sentada sobre la temática que
nos ocupa, responden a la incorrecta interpretación en la
que
incurre
el
presentante
tanto
de
los
fundamentos
expuestos en la sentencia cuanto de las normas sustantivas
actuadas en su sustento.
En
efecto.
Arriba
firme
a
esta instancia casatoria el encuadramiento legal que de los
hechos
efectuaron
enmarcándolos
los
dentro
juzgadores
del
marco
de
de
ambas
instancias,
lo
prescripto
por
el
art. 1113 del Código Civil, con pie en el cual -en lo que
aquí interesa- se dispuso declarar la responsabilidad civil
del
consorcio
demandado
atendiendo
a
su
verificada
condición de guardián de las cosas comunes del edificio con
la que se provocó el daño cuyo resarcimiento reclaman las
actoras
-ascensor-,
copropietarios
condóminos
así
accionados
que
los
como
en
mismos
también,
función
del
revisten
la
de
carácter
respecto
de
los
de
las
referidas cosas comunes.
La
naturaleza,
pues,
de
la
obligación a la que fueron condenados ambos legitimados
pasivos es de las que en doctrina se denomina concurrente o
“in solidum” lo que quiere decir -en tren de simplificar
atento no constituir materia controvertida- que se trata de
dos
obligaciones
independientes
ya
que
cada
uno
de
los
responsables debe responder por un título distinto frente
al
damnificado
que,
como
sucedió
en
la
especie,
puede
demandar a cualquiera o a ambos conjuntamente por el todo.
Este tipo de obligaciones, en palabras de la doctrina legal
vigente al respecto, tienen un mismo acreedor e identidad
de objeto, aunque diversidad de causa y de deudor (conf.
S.C.B.A., causas Ac. 57.980, sent. del 17-VIII-1999 y Ac.
77.121, sent. del 27-XII-2001, entre muchas más).
Indiscutida por el interesado
la naturaleza concurrente de la obligación a la que fueron
condenados todos los sujetos pasivos demandados en autos,
esto
es:
por
un
lado,
el
consorcio
en
razón
de
su
comprobada condición de
“guardián” de la cosa o elemento
común
por
del
edificio
y,
el
otro,
cada
uno
de
los
propietarios exclusivos de las unidades funcionales que lo
conforman, en su también acreditada calidad de condóminos
de todas las cosas de uso común del mismo e indispensables
para
mantener
su
seguridad
(art.
2,
ley
13.512),
nítidamente se observa la presencia de dos categorías de
deudores que resultaron condenados a responder frente a las
mismas
acreedoras
-actoras-
por
idéntico
objeto
-
indemnización de los daños y perjuicios sufridos- aunque
por diversidad de causa o título -el primero como guardián
y los segundos como condóminos-.
Si bien concuerda el quejoso
con todo lo que hasta aquí vengo diciendo, considero empero
que
el
yerro
en
el
que
incurre
al
disgustarse
de
la
declarada simple mancomunación de la obligación que entre
los deudores de la llamada segunda categoría formuló la
alzada
en
la
proporción
interesados, reside en
plural
o
colectiva
en
la
que
sus
derechos
estén
perder de vista o inadvertir la
composición
de
los
deudores
que
participan de la calidad de “dueños” de la cosa mediando
entre todos ellos frente a los damnificados la misma causa
por la que han sido condenados en los términos del citado
art. 1113 del Código Civil.
La
recta
interpretación
de
las motivaciones expuestas en el fallo y de los preceptos
legales sobre los que se edificó la solución en él sentada
-que
acabo
de
reseñar-,
argumentaciones
con
bastan
las
que
para
el
barrer
todas
presentante
las
intenta
convencer de que lo resuelto sobre el tópico desnaturaliza
los
efectos
habida
propios
cuenta
que
de
la
las
obligaciones
responsabilidad
concurrentes,
de
todos
los
copropietarios que, en su conjunto, concurren a conformar
la
condición
de
“dueños”,
título
por
el
que
fueron
condenados a responder, concurre con la que por distinta
causa le fue atribuida al consorcio como sujeto jurídico
unipersonal en su calidad de “guardián”, decisión que no
aparece
contradictoria
con
la
postrer
resolución
de
la
alzada
al
declarar
la
simple
mancomunación
de
la
responsabilidad que sobre cada uno de aquéllos pesa en el
límite de la porción del derecho de propiedad que como
condóminos tienen sobre la “cosa común causante del daño”.
2°) Las críticas apuntadas en
contra
del
1130/1132
contenido
por
medio
de
de
la
la
aclaratoria
cual
la
dictada
Cámara
de
en
fs.
Apelación
interviniente dispuso hacer extensivas las modificaciones
que introdujo al fallo recaído en primera instancia a los
copropietarios codemandados que se abstuvieron de impugnar
aquél,
no
alcanzan,
en
mi
criterio,
a
conmover
los
fundamentos sobre los que se sustenta sobre la base de la
opinión que emerge de la doctrina legal invocada en su
apoyo.
Es que, como se destaca en la
sentencia en posición que comparto, las normas adjetivas no
pueden
prevalecer
por
sobre
las
de
fondo
que
rigen
la
relación sustancial debatida, de lo que necesariamente ha
de
seguirse
que
-tal
como
aconteció
en
el
precedente
jurisprudencial sentenciado por V.E. y del que se hizo eco
el sentenciante de grado- confluye en el caso la excepción
a la regla de la personalidad de las vías impugnatorias.
3°)
Por
último
y
para
terminar, entiendo que lejos está la apelante de demostrar
el absurdo que imputa incurrido por el tribunal de grado a
la hora de fundar la reducción del monto concedido en favor
de
la
menor
R.
d.
C.
en
concepto
de
incapacidad
sobreviniente que dispuso, desde que las razones expuestas
para demostrar su consumación no superan el nivel de la
mera
discrepancia
personal
y
subjetiva,
inidónea
para
revertir la decisión adoptada por los jueces en ejercicio
de
facultades
y
prerrogativas
que
tienen
privativamente
encomendadas (conf. SCBA causas Ac. 92.574, sent. del 24-V2006 y C. 96.493, sent. del 5-XII-2007).
Por todo lo hasta aquí dicho,
entiendo
que
los
inaplicabilidad
de
recursos
ley
extraordinarios
deducidos
en
de
autos
son
improcedentes, por lo que aconsejo, sin más, a ese Alto
Tribunal que disponga su desestimación.
La Plata, 6
de noviembre de
2008 - Juan Angel de Oliveira
A C U E R D O
En la ciudad de La Plata, a 29 de agosto de
2012,
habiéndose
dispuesto
en
siguiente
Pettigiani,
el
orden
de
establecido,
Acuerdo
de
2078,
de
que
votación:
Lázzari,
Hitters,
conformidad
deberá
doctores
se
con
observarse
Kogan,
reúnen
los
lo
el
Soria,
señores
jueces de la Suprema Corte de Justicia en acuerdo ordinario
para pronunciar sentencia definitiva en la causa C. 94.048,
"M. , O. I. contra Consorcio Edificio General Arenales.
Daños y perjuicios".
A N T E C E D E N T E S
La
Cámara
de
Apelación
en
lo
Civil
y
Comercial del Departamento Judicial de Junín confirmó, en
lo sustancial, el fallo que hizo lugar a la demanda de
daños y perjuicios, modificando el monto de algunos rubros
indemnizatorios (fs. 1078/1103 y 1130/1132).
Se interpusieron, por el codemandado Héctor
Oscar
Ugrotte
y
por
la
actora,
sendos
recursos
extraordinarios de inaplicabilidad de ley (fs. 1156/1172 y
1173/1183).
Oído el señor Subprocurador General, dictada
la providencia de autos y encontrándose la causa en estado
de pronunciar sentencia, la Suprema Corte resolvió plantear
y votar las siguientes
C U E S T I O N E S
1ª) ¿Es fundado el recurso extraordinario de
inaplicabilidad de ley de fs. 1156/1172?
En su caso:
2ª) ¿Lo es el de fs. 1173/1183?
V O T A C I Ó N
A la primera cuestión planteada, la señora
Jueza doctora Kogan dijo:
1. En el caso la actora promovió demanda de
daños y perjuicios, por sí y en representación de su hija
menor
de
edad,
contra
el
Consorcio
de
Propietarios
del
Edificio Leandro N. Alem N° 10 de la ciudad de General
Arenales y los copropietarios de las unidades funcionales
que integran el inmueble de mención afectado al régimen de
propiedad horizontal, con motivo del accidente ocurrido el
día 31 de enero de 2000 en el que fuera víctima la menor al
abrir la puerta del ascensor del octavo piso y caer al
vacío por no encontrarse la cabina del elevador (fs. 42 y
ss.).
El fallo de primera instancia hizo lugar a
la demanda, con más intereses y costas (fs. 912/936 vta.),
siendo luego confirmado por la Cámara de Apelación, quien
estableció además que entre los distintos propietarios de
las
unidades
mancomunada
funcionales
y
por
la
la
obligación
proporción
que
es
a
de
cada
carácter
uno
le
corresponde en el dominio de las cosas comunes. Asimismo
mantuvo los montos indemnizatorios con excepción de los
daños por futuras intervenciones quirúrgicas, tratamiento
de rehabilitación e incapacidad sobreviviente de la menor.
Además
concedió
la
reparación
del
daño
emergente
por
refacción de la vivienda a favor de la actora O. I. M. (fs.
1078/1103).
Posteriormente, los demandados y la actora
articularon
sendos
pedidos
de
aclaratoria,
habiéndose
admitido únicamente el de la accionante, estableciendo que
los
litisconsortes
alcanzados
por
el
pasivos
no
decisorio
apelantes
de
segunda
se
encuentran
instancia
(fs.
1128/1129 vta. y 1130/1132).
2. Contra el pronunciamiento de la alzada,
el apoderado del codemandado Héctor Hugo Ugrotte interpuso
recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley en el que
denuncia la violación de los arts. 30, 31, 42, 43, 1081,
1113 y 1198 del Código Civil, 163 inc. 6, 375 y 384 del
Código Procesal Civil y Comercial. Alega asimismo el vicio
de
absurdo
y
la
doctrina
de
la
arbitrariedad
(fs.
1156/1172).
En
responsabilidad
su
del
presentación
dueño
y
del
aduce
guardián
de
que
la
la
cosa
riesgosa, consagrada en el segundo párrafo del art. 1113
del Código Civil, es alternativa -no concurrente-, por lo
que al haberse atribuido la generación del daño al guardián
(en el caso, el Consorcio de Propietarios), siendo éste una
persona jurídica distinta a la de los copropietarios de las
unidades
funcionales,
resulta
erróneo
condenar
a
su
mandante en razón de la transferencia de la guarda operada
a favor del Consorcio (fs. 1158/1160 vta.).
Señala,
por
otra
parte,
que
la
responsabilidad de los propietarios de las unidades no es
directa sino subsidiaria, dado que sólo operaría de modo
reflejo, es decir, con la condición previa de que el actor
hubiera ejecutado los bienes del consorcio y demostrado su
insuficiencia para abastecer la reparación (fs. 1161/1162).
También considera absurda la mención hecha
en el fallo a que el daño habría sido producido por el
ascensor, cuando en realidad fue la puerta, cuya naturaleza
califica de "inerte" y que, por tanto, carece de actividad
propia. Al respecto sostiene que el factor principal es el
obrar
humano
-abrir
la
puerta-,
siendo
la
cosa
algo
"meramente instrumental", por lo que deviene inaplicable la
responsabilidad objetiva (fs. 1162/1163 vta.). Con relación
a este punto afirma que se ha invertido la carga de la
prueba en cuanto a la demostración del vicio de la cosa, la
que a su criterio se encuentra a cargo de la accionante
(fs. 1163 vta./1165). A todo evento alega la existencia de
múltiples
fracturas
del
nexo
causal,
a
saber:
caso
fortuito, hecho de la víctima y de terceros ajenos (fs.
1165/1171).
Desde
otra
perspectiva
se
agravia
por
la
desestimación de la atenuación de la condena, solicitada en
los
términos
del
art.
1069
del
Código
Civil,
al
considerarse no demostrados los presupuestos que ameritan
su procedencia (fs. 1171)
Por último, asevera que no media relación
entre
los
rubros
indemnizatorios
y
los
montos
fijados,
vulnerándose a su entender lo dispuesto por el art. 1068 y
concordantes del Código Civil (fs. 1171/vta.).
3.
De
acuerdo
con
lo
dictaminado
por
el
señor Subprocurador General, el recurso no puede prosperar.
3.a) En lo que respecta a la naturaleza de
la obligación que da origen al deber de responder por parte
del
consorcio
y
de
los
propietarios
de
las
unidades
funcionales (fs. 1158/1162), esta Suprema Corte tiene dicho
-por
mayoría-
que
la
responsabilidad
del
dueño
y
del
guardián de la cosa contemplada en el segundo párrafo del
art.
1113
del
excluyentes,
Código
sino
Civil
no
conjuntas
o
son
subsidiarias
concurrentes
ni
(salvo
circunstancias especiales), de donde la presencia de uno no
exime
el
deber
de
resarcir
del
otro
(conf.
causas
L.
82.691, sent. del 19-IV-2006; L. 82.798, sent. del 1-X2008; 89.758, sent. del 15-VII-2009; C. 97.900, sent. del
15-VII- 2009, entre otras).
Si
bien
la
separación
de
los
vocablos
"dueño" y "guardián" mediante la conjunción disyuntiva "o"
gramaticalmente sirve para denotar la existencia de juicios
de
valor
independiente
estableciendo
la
que
entre
alternatividad,
de
sí
se
rechazan,
conformidad
con
la
doctrina legal elaborada por este Tribunal en torno a la
interpretación
del
responsabilidad
de
art.
ambos
1113
sujetos
del
es
Código
Civil,
concurrente
la
(salvo
excepciones), ya que son obligados in solidum (o sea que
cada
uno
responde
por
un
título
distinto),
por
lo
que
siendo obligaciones en forma conjunta o concurrente no se
excluyen entre sí, de modo que frente al daño derivado de
la cosa, ambos responden ante la víctima, que puede elegir
a quién demandar, sea el dueño o el guardián o a los dos
(doct. causas 63.968, sent. del 15-VI-1999; Ac. 77.121,
sent. del 27-XII-2001; Ac. 81.791, sent. del 22-X-2003; C.
79.742, sent. del 9-IX-2009).
A partir de tales premisas, en el caso no se
advierte que se haya desconocido la norma legal aplicable o
calificado
erróneamente
el
hecho
pues,
conforme
a
la
doctrina del art. 1113 (segundo párrafo, segunda parte) del
Código Civil antes señalada, el tribunal de grado atribuyó
la responsabilidad del evento dañoso tanto al dueño de la
cosa (propietarios de las unidades funcionales) como al
guardián
(Consorcio)
en
virtud
de
un
entuerto
que
tuvo
origen en una cosa común: la puerta del ascensor (arts. 2,
ley 13.512; cuarto del Reglamento de Copropiedad, fs. 101
vta.).
En
este
sentido
resulta
adecuada
la
consideración efectuada por el sentenciante al exponer que
la instalación de un ascensor en un edificio sometido al
régimen
jurídico
de
propiedad
horizontal
involucra
dos
cuestiones bien diferenciadas: en primer lugar, el aspecto
relativo al ascensor-cosa, como producto elaborado (cabina,
cables, poleas, sistema electrónico, motores, etc.), que el
consorcio adquiere de una fábrica, asumiendo, junto con los
propietarios por su incorporación al inmueble, el carácter
de parte común indivisa por su rol de dueño y en segundo
término, el vinculado con el uso del ascensor por terceros
(copropietarios, poseedores, visitantes, etc.), es decir la
colocación en funcionamiento de aquel artefacto (fs. 1085).
El art. 1113 del Código Civil regula estas
dos situaciones, disponiendo que el dueño o guardián sean
responsables de los daños causados por el riesgo o vicio de
la cosa-ascensor en funcionamiento, lo que significa el
deber de establecer la relación de causalidad; extremo que
fue analizado detenidamente por el juzgador (fs. 1085/vta.
y 1088 vta./1089).
3.b)
causalidad,
base
responsabilidad
corresponde
lo
sobre
objetiva
señalar
deslindarse
En
de
la
que
relativo
la
a
cual
la
se
relación
de
asienta
la
atribuida
en
el
presente
caso,
el
de
la
cosa
puede
dueño
imputación
efectuada
no
cuando
las
consecuencias del hecho dañoso pudieron ser advertidas y
previstas por el sujeto según el curso natural y ordinario
de las cosas (arts. 901 y 904, Cód. Civil).
El siniestro ocurrido por un desperfecto en
el dispositivo de la puerta del ascensor, constituye un
hecho
que
no
puede
ser
ignorado
por
los
propietarios,
puesto que más allá del deber de contralor que pesa sobre
el Consorcio por su calidad de guardián de la cosa, tal
como lo indicó el tribunal de grado (fs. 1081/1083 vta.),
no les puede resultar ajeno a raíz del uso cotidiano por
parte
de
los
titulares
de
las
unidades
funcionales,
de
acuerdo con el régimen legal de previsibilidad instaurado
por los arts. 901 a 906 de nuestro Código sustantivo en
orden
a
las
dañadores.
consecuencias
Al
imputables
respecto
debe
a
los
repararse
agentes
que
la
responsabilidad alcanza a las consecuencias mediatas que
resultan de la conexión con un acontecer distinto (conf.
Compagnucci de Caso, Rubén H., en Alberto J. Bueres y Elena
I.
Highton,
Análisis
“Código
doctrinario
Civil
y
y
normas
complementarias.
jurisprudencial”,
t.
2B,
arts.
724/978, Parte General, Obligaciones, Hammurabi, pp. 431 y
434).
3.c) En lo que hace a la alegada infracción
del
art.
375
desarrollados
del
por
el
Código
Procesal,
recurrente
no
los
argumentos
resultan
suficientes
para demostrar la errónea aplicación de la norma denunciada
(art. 279, C.P.C.C.; fs. 1163 vta./l165).
Efectivamente, del análisis de las razones
esgrimidas
en
el
agravio
bajo
estudio
no
se
observa
transgresión a las reglas de la carga probatoria en el
sentido
que
es
alegada
(fs.
1082/1083
vta.
y
1088
vta./1089). Por el contrario, el fallo atacado se muestra
en este capítulo que ha realizado una correcta ponderación
de
los
elementos
articulada
y
el
de
prueba,
derecho
respetando
aplicable
al
la
pretensión
supuesto
de
hecho
debatido, situación que permite descartar la presencia de
un
vicio
grave
postulatorios
en
del
la
interpretación
proceso,
según
de
los
las
escritos
circunstancias
particulares del caso (art. 279 cit.; fs. 1078 vta./1080;
conf. causas Ac. 88.609, sent. del 23-XI-2005; C. 98.890,
sent. del 11-II-2009).
3.d)
eximentes
de
Con
relación
responsabilidad
a
la
prueba
planteados
en
de
autos
los
(fs.
1165/1171), sabido es que determinar si se ha configurado
caso fortuito, así como el hecho de la víctima o de un
tercero por quien no se debe responder, son cuestiones de
hecho
que
no
pueden
ser
abordadas
en
la
instancia
extraordinaria, en tanto no se demuestre la violación de
las
reglas
analizado
y
apreciación
que
rigen
desechado
absurda
la
prueba
en
del
el
(extremo
apartado
material
que
anterior);
probatorio,
ya
fue
o
una
situación
excepcional que no se aprecia en la especie, toda vez que
no se ha logrado demostrar la existencia de un error grave
y
palmario
que
inconciliables
conduzca
e
a
conclusiones
incongruen-tes
con
contradictorias,
las
constancias
objetivas de la causa (v. fs. 1089 vta./1093 vta.; conf.
Ac. 89.671, sent. del 24-V-2006; C. 91.792, sent. del 10XII-2008; C. 102.235, sent. del 25-II-2009; v. también C.
102.388, sent. del 10-VI-2009).
3.e) Finalmente, en cuanto a la procedencia
de la reducción de la condena por equidad y los daños
reclamados por la accionante (fs. 1171/vta.), los vicios e
infracciones legales denunciadas no han sido debidamente
fundadas mediante una crítica concreta, directa y eficaz de
los motivos jurídicos esenciales brindados por la alzada
(v.
fs.
1094/1101
y
1101
vta.),
por
lo
que
deben
ser
desestimados ante su clara insuficiencia (art. 279 y su
doctrina,
C.P.C.C.;
conf.
C.
102.615,
sent.
del
11-II-
2009).
4.
Siendo
bastante
lo
expuesto,
de
conformidad con lo dictaminado por el señor Subprocurador
General,
el
recurso
deducido
por
el
demandado
debe
ser
rechazado, con costas (art. 289, C.P.C.C.).
Voto por la negativa.
A la primera cuestión planteada, el señor
Juez doctor Soria dijo:
1. Adhiero al voto de la doctora Kogan, con
las siguientes consideraciones adicionales.
a. Conforme reza el art. 1113, en su segundo
párrafo
"[e]n
cosas,
el
los
dueño
supuestos
o
de
daños
guardián,
causados
para
con
las
eximirse
de
responsabilidad, deberá demostrar que de su parte no hubo
culpa; pero si el daño hubiere sido causado por el riesgo o
vicio de la cosa, sólo se eximirá total o parcialmente de
responsabilidad acreditando la culpa de la víctima o de un
tercero
por
quien
no
debe
responder",
añadiendo
en
su
tercer párrafo que "[s]i la cosa hubiese sido usada contra
la voluntad expresa o presunta del dueño o guardián, no
será responsable". Así se fija la responsabilidad que pesa
sobre el dueño y guardián de la cosa riesgosa o viciosa.
b. La obligación del propietario y la del
guardián,
según
una
corriente
de
opinión,
resulta
"alternativas", esto es procede una o la otra, pero no las
dos conjuntamente (en este sentido se pronuncia Orgaz, en
“La culpa [actos ilícitos]”, 1970, ed. Lerner, pp. 184 y
209, a cuyo criterio adhiere Compagnucci de Caso, Rubén H.,
“El guardián en la responsabilidad por el hecho de las
cosas”, 1981, ed. Lex, p. 111).
En esta línea,
1113
del
Código
responsabilidad
Civil
"concurrente"
se interpreta que el art.
no
siempre
entre
el
consagra
dueño
y
una
guardián
juzgándose que la mencionada norma alude al "dueño" pues
casi siempre es el guardián jurídico de la cosa, de ahí que
corresponda
haberse
su
responsabilidad
desprendido
de
ella
si
con
es
que
no
anterioridad
acredita
al
hecho
dañoso. Con otras palabras, si transfiere la posesión del
bien, que oficia como presupuesto de la responsabilidad, y
por ello no se sirve de la cosa, ni la mantiene a su
cuidado
y
si
el
adquirente
recibe
legítimamente
la
posesión, es éste quien debe responder por los daños. El
criterio hallaría respaldo en el empleo de la conjunción
disyuntiva "o" inserta en el segundo párrafo del art. 1113.
c. En cambio, otra interpretación de la cual
participo
considera
que
tanto
el
propietario
como
el
guardián deben en principio responder frente a la víctima,
y ésta puede accionar libremente contra cualquiera de ellos
o
contra
ambos.
La
conjunción
disyuntiva
"o"
de
los
sustantivos propietario y guardián supone que el dueño y el
guardián
pueden
ser
demandados
por
la
totalidad
de
la
reparación, aunque la causa del responder de cada uno sea
por cierto diversa (en sentido coincidente se ha expedido
esta Corte: Ac. 77.921, sent. de 19-II-2002; Ac. 39.866
sent. de 21-VI-1989 y Ac. 40.577, sent. de 5-XI-1996).
Se
jurídicas
contacto
está
vinculadas
son
la
en
pero
identidad
presencia
de
diferentes,
de
acreedor
dos
cuyos
y
situaciones
puntos
objeto
y
de
que
difieren entre sí no sólo en el plano subjetivo (de los
legitimados pasivos) sino en la causa o motivo determinante
de la obligación de resarcir (Ac. 77.921, sent. de 19-II2002). La ley coloca al dueño y al guardián en pie de
igualdad frente a la víctima, con el indiscutible propósito
de darle la mayor tutela posible a los fines de reparar el
daño que ha experimentado. El empleo de la locución "dueño"
o "guardián" implica afirmar que la responsabilidad excede
la
situación
de
comprometiendo
quien
al
utiliza
o
propietario.
se
Se
sirve
de
reafirma
la
cosa,
así
la
existencia de sujetos diferentes, responsables por separado
y de manera autónoma. De allí que la acción que promueva el
damnificado
reclamo
contra
contra
el
uno
de
otro
tales
(v.
sujetos,
Pizarro,
no
excluye
Ramón
D.,
el
“La
responsabilidad por el riesgo o vicio de las cosas”, Bs.
As., 1983, p. 425 y sgts., ídem, comentario al art. 1113
del C.C. en Bueres, Alberto J.-Highton, Elena I., “Código
Civil y normas complementarias”, ob. cit., p. 539 y ss.).
Siendo ello así, en orden a las previsiones
contenidas en los arts. 1113, 2° párrafo, del Código Civil,
el dueño responde por el daño causado por el riesgo o vicio
de la cosa en su calidad de tal. El hecho de que el dómino
o propietario responda como tal, y no por ser guardián,
implica que incluso el "dueño no guardián" debe responder
por los daños causados por el riesgo o vicio de la cosa,
siempre -claro está- que no logre acreditar alguna de las
causales de exención previstas en el citado art. 1113 (v.
Kemelmajer
de
Carlucci,
Aída,
en
Belluscio,
Augusto-
Zannoni, Eduardo, “Código Civil y leyes complementarias”,
Bs. As., 1984, t. 5, com. art. 1113, p. 465).
2. Voto, en consecuencia, por la negativa.
A la primera cuestión planteada, el señor
Juez doctor Pettigiani dijo:
Por
compartir
sus
fundamentos,
adhiero
al
voto de la doctora Kogan.
Cuando el art. 1113 del Código Civil habla
del dueño o guardián no ha hecho más que poner frente a la
víctima dos responsables a los que ha individualizado por
separado y de manera autónoma y que el uso de la conjunción
"o" sólo está referida a la opción del damnificado para
elegir al dueño o al guardián para ser demandado, pero la
acción contra el uno no excluye la acción contra el otro
(C. 90.418, sent. del 9-XII-2010).
De esta forma, la responsabilidad que dicha
norma pone en cabeza del dueño o guardián de la cosa no es
subsidiaria ni excluyente sino conjunta o concurrente, sin
que la presencia de uno de ellos obste al deber de resarcir
del otro (art. 1113, 2da. parte del Cód. Civil; Ac. 40.577,
sent. del 5-XI-1996, donde acompañara el voto del doctor
San Martín, al que también adhirieron los restantes colegas
intervinientes).
Sin perjuicio de ello, posteriormente tuve
oportunidad
de
ampliar
dicha
opinión,
puntualizando
que
pueden verificarse ciertas circunstancias especiales en las
que ello no acontece fatalmente así (L. 81.159, sent. del
27-XI-2002; L. 82.691, sent. del 19-IV-2006; etc.), pues
existe la posibilidad de que en determinados supuestos, la
responsabilidad
registral,
como
del
guardián
ante
la
desplace
a
especificidad
la
del
del
titular
régimen
de
locación de obra y la falta de recepción de la obra por
parte del dueño de la misma (L. 82.798, sent. del 1-X2008),
o
cuando
el
ordenamiento
jurídico
permite
expresamente al dueño liberarse de tal responsabilidad si
acredita fehacientemente haberse desprendido de la cosa con
antelación al hecho dañoso (Ac. 55.338, sent. del 29-IV1997, donde coincidiera con la posición del doctor Hitters
en torno de la hermenéutica aplicable al art. 27, dec. ley
6582/1958; Ac. 67.593, sent. del 15-XII-1999; Ac. 65.396,
sent. del 5-IV-2000; etc.), siendo el juez, en definitiva,
quien tiene la posibilidad de analizar, conforme a esas
circunstancias del pleito, si fue debidamente probado el
total desdoblamiento de ambas condiciones y su eventual
proyección en materia de responsabilidad (C. 97.900, sent.
del 15-VII-2009; etc.).
En el presente caso, tal como lo sostiene la
colega que abre el acuerdo, no es posible hallar un nuevo
supuesto de excepción a la regla general emanada del art.
1113, segunda parte del Código Civil.
Es
que
la
responsabilidad
establecida
en
primer lugar sobre el dueño de la cosa, no lo es por el
mero hecho de ser propietario de la misma, sino porque en
razón de serlo, es el que ordinariamente se sirve de la
cosa y tiene a su cargo el deber de vigilancia. En otros
términos, el dueño responde en tanto "guardián" natural de
la
cosa
y
por
el
hecho
de
servirse
de
ella.
Por
consiguiente la idea de “servicio” en interés propio, es
fundamental para caracterizar el responsable. Se presume
así, salvo prueba en contrario, que el dueño es quien se
sirve
de
la
cosa,
a
él
incumbe,
para
excusar
su
responsabilidad, la prueba de que el servicio autónomo pasó
a otra persona, sea de hecho (ladrón, etc.). En segundo
término el responsable es el guardián. Con este nombre la
ley designa a la persona, propietaria o no, que tiene la
cosa en su poder, con la facultad de dirección y de mando,
aunque
esta
facultad
no
repose
sobre
un
derecho
(Ac.
93.898, sent. del 14-II-2007; C. 97.835, sent. del 4-XI2009).
En
tales
términos,
la
guarda
sobre
los
bienes
comunes, como el ascensor, ejercida por el consorcio de
propietarios (Ac. 79.517, sent. del 30-VI-2004), persona
jurídica
en
los
términos
del
art.
33
del
Código
Civil
(S.C.B.A, 10-VIII-1971, ED 39-791), que posee a su cargo el
cuidado y defensa de los intereses de la comunidad (L.
73.655,
sent.
del
21-XI-2001),
resulta
insusceptible
de
desplazar la responsabilidad que le cabe a los dueños de
tales bienes, quienes de ordinario se sirven de la cosa.
Por lo expuesto y prestando adhesión en lo
restante al voto de la doctora Kogan, voto por la negativa.
El señor Juez doctor
de Lázzari, por los
mismos fundamentos de la señora Jueza doctora Kogan, votó
la primera cuestión también por la negativa.
A la primera cuestión planteada, el señor
Juez doctor Hitters dijo:
I. Coincidiendo con la solución que propicia
el primer voto, opino que el recurso no prospera.
El
recurrente
principió
por
reseñar
el
contenido de la decisión en crisis.
Reparó, en primer lugar, que allí se juzgó
que
el
consorcio
es
un
sujeto
diferente
de
los
copropietarios.
Adunó luego que el a quo resolvió que la
cosas comunes -en la especie, el ascensor- no integran el
patrimonio del consorcio sino que dicha propiedad está en
cabeza de los copropietarios y que la "guarda" de dicho
objeto en el caso la ostentaba el aludido consorcio.
a. A partir de allí el recurrente ensaya su
primera crítica: esto es, que se ha violado el art. 1113
del
Código
consagrada
Civil,
en
ese
pues
-afirma-
dispositivo
es
la
responsabilidad
"alternativa"
y
no
"concurrente". Ello así, continúa, siendo que el único que
reviste el carácter de guardián es el consorcio, ha de ser
él, el único responsable.
Apontoca su tesis en la afirmación según la
cual, "se encuentra en autos reconocido por el actor y
definitivamente juzgado por la Cámara Departamental que, en
el caso, el guardián de la cosa a la cual se le atribuye la
generación adecuada del daño en reclamo, es una persona
diferente
de
la
de
los
copropietarios
de
las
unidades
funcionales (quienes tendrían el carácter de copropietarios
de la misma)" (fs. 1159 y vta.).
Ahora bien, más allá del acierto o error de
la
aludida
argumentación,
la
crítica
así
formulada
se
desentiende de un aspecto trascendental de la decisión,
cual es el carácter "relativo" que el a quo atribuyó a la
diferenciación entre el consorcio y los copropietarios, en
orden a la imposibilidad de que tal distinción trascienda
al plano de la responsabilidad civil.
En
efecto.
A
fs.
1083
vta.,
la
alzada
reparó, trayendo a colación la opinión de Augusto Mario
Morello a propósito del tema, quien no dejó de advertir (en
JA, 1970-650) "el carácter instrumental de la personalidad
jurídica en el asunto ya que ‘la separación cierta entre el
consorcio
y
los
condóminos
es
relativa'",
precisamente,
como lo advirtió la cámara, en torno a "la efectividad de
la responsabilidad como real centro de gravedad".
La pretensión recursiva choca de plano con
el
aludido
argumento
del
sentenciante
en
relación
al
carácter "relativo" que atribuyó a la separación entre las
personas que ostentan el carácter de dueño y guardián; y
ello, precisamente en torno al tópico de la responsabilidad
civil. Vale decir, entonces, que no existiendo en la lógica
de la alzada una neta separación entre ambos sujetos de
derecho
en
punto
a
la
responsabilidad
civil
frente
a
terceros, no ha podido argumentarse -como lo intenta la
pieza
en
tratamiento-
acerca
del
carácter
excluyente
o
concurrente del deber de responder que pesa sobre ambos
sujetos.
Así,
este
tramo
del
embate
debió
rebatir
liminarmente tal argumento, que se alza como un obstáculo
insalvable a la tesis que postula. No habiéndose cumplido
con esa carga, ha de concluirse en la improcedencia del
agravio en tratamiento (art. 289 del C.P.C.C.).
b. En segundo lugar el recurrente denuncia
infracción
-afirma-
la
condóminos
vta./1061
doctrina
del
art.
acción
no
es
vta.).
que
1113
que
del
ostenta
directa,
Funda
Código
su
la
sino
víctima
subsidiaria
agravio
individualiza,
Civil,
en
la
elaborada
en
en
tanto
frente
los
(fs.
1060
opinión
de
la
torno
a
la
aplicación analógica al caso de lo dispuesto en el art.
1713 del Código Civil.
Este
tramo
del
embate
tampoco
puede
prosperar,
en
tanto
importa
discrepar
con
la
labor
de
subsunción elaborada en las instancias de grado y que -a
tenor de lo resuelto por la decisión en crisis- arriba
firme a esta sede extraordinaria.
En efecto, a fs. 1088 y vta., el a quo luego de precisar que el caso encuadra en lo normado en el
art.
1113
segunda
parte,
segundo
párrafo
de
la
ley
sustantiva- aludió a que "las generales y vagas críticas
que sobre el punto se deslizan, no resultan idóneas para
enervar el encuadramiento y consiguiente tratamiento dado,
máxime
cuando
los
recurrentes
no
se
hacen
cargo
de
la
plataforma fáctica sobre la que se edifica el fallo".
Vale
decir
entonces,
que
no
controvertido
eficaz y oportunamente el encuadramiento legal del caso, el
quejoso no ha podido renovar en esta instancia el debate
sobre
aquella
subsunción,
propiciando
que
el
hecho
sea
juzgado a la luz de una norma distinta a la fijada con
carácter firme. En todo caso, debió argumentar su petición
a la luz de la norma cuya aplicación al caso -y a esta
altura
de
discusión
la
(el
controversiaart.
1113
del
ya
no
Código
resulta
Civil)
de
en
posible
lugar
de
acudir a un dispositivo diferente. El incumplimiento de
esta carga, sella la suerte adversa de esta parcela del
recurso (art. 289 del C.P.C.C.).
c. Sobre la misma base, he de propiciar la
desestimación de los agravios mediante los cuales pretende
calificar de riesgosa a "la puerta" y no al "ascensor" (fs.
1162/1163 vta.), así como el que atañe a lo que considera
la "múltiple factura del nexo causal" (fs. 1165/1175vta.),
máxime cuando la discusión de dichos capítulos de hecho -a
más de requerir la previa descalificación del fallo acerca
de
la
aludida
insuficiente
impugnación
ante
la
Cámara-
refieren al ejercicio de potestades que ostenta el tribunal
de grado en carácter privativo, salvo eficaz denuncia y
demostración de absurdo, carga que tampoco fue satisfecha
por la pieza en tratamiento (art. 289 del C.P.C.C.).
d. Por último, la denunciada absurdidad por
inversión de la carga probatoria del vicio de la cosa,
parte
de
una
deslectura
del
dispositivo
recurrido.
En
efecto, el quejoso se agravia sosteniendo que la alzada,
luego de admitir que el vicio de la cosa no fue acreditado,
hace lugar igualmente a la acción sobre la base del art.
1113 del Código Civil. Afirma así, que "en el fallo se
reconoce expresamente que, en el caso, el actor ha omitido
la carga de la prueba de un hecho fundamental sobre el cual
ha basado su pretensión. No ha probado la existencia de
vicio
o
defecto
en
la
puerta
del
ascensor
al
cual
ha
atribuido en la demanda la causación del daño, incumpliendo
de tal modo con la preceptiva del art. 375 del C.P.C.C."
(fs. 1164).
Sin embargo y amén de que -insisto- se trata
este de un capítulo que llegó firme a la segunda instancia
he
de
señalar
que,
en
rigor,
la
cámara
no
fundó
la
responsabilidad en el vicio o defecto de la cosa -como
sugiere el quejoso- sino en el carácter riesgoso de la
misma. En tal sentido, rememoró doctrina y jurisprudencia
que
advierten
personas
acerca
es
tan
horizontal",
en
de
que
peligroso,
"el
sino
relación
a
traslado
más,
los
que
casos,
vertical
el
de
traslado
generalmente
analizados, de "caídas por el hueco del aparato ante la
falta de cabina por producirse la apertura de la o las
puertas pese a esa ausencia" (fs. 1086) y a la presencia de
"un
riesgo
específico,
por
pertenecer
a
determinadas
especies de cosas; intrínseco, es decir no condicionado por
circunstancias
extrañas
o
distintas
de
su
naturaleza
y
destino corriente" (fs. 1087). Sin descartar que "claro
está, a menudo, también habrá demostración de la existencia
de vicios" (fs. 1087 vta.).
Lo
expuesto
resulta
suficiente
para
dar
respuesta negativa a la crítica en tratamiento (art. 289
del C.P.C.C.).
II. En consecuencia y de conformidad a las
precisiones que anteceden, pienso que ha de desestimarse el
recuro extraordinario en tratamiento, con costas (arts. 68
y 289 del C.P.C.C.).
Voto por la negativa.
A la segunda cuestión planteada, la señora
Jueza doctora Kogan dijo:
1.
La
parte
actora
interpuso
recurso
extraordinario de inaplicabilidad de ley contra el mismo
pronunciamiento (fs. 1173/1183), alegando la infracción de
los arts. 1109, 1113, 1121 y 1135 del Código Civil y 8 de
la ley 13.512, al establecer que la responsabilidad de los
consorcistas es simplemente mancomunada. En subsidio, aduce
el
apartamiento
del
principio
de
la
personalidad
de
la
apelación, con violación de los arts. 623, 699, 705, 706,
716 y 717 del Código Civil y 266 del Código Procesal Civil
y Comercial (fs. 1175 vta.).
Se agravia asimismo porque el tribunal de
alzada reduce el monto de la indemnización por incapacidad
sobreviviente. Afirma que incurre en absurdo y vulnera lo
dispuesto en los arts. 1068, 1069 y 1086 del Código Civil y
474 del Código ritual (fs. 1175 vta./1176).
2. El recurso no puede prosperar.
2.a) En cuanto a la responsabilidad de los
copropietarios entre sí, liminarmente considero necesario
diferenciar, por un lado, la naturaleza "concurrente" de la
obligación a la que fueron condenados el Consorcio en su
carácter de guardián de la cosa y los propietarios de las
unidades funcionales por ser dueños de la cosa de uso común
(art. 2, ley 13.512; fs. 1377/vta.; conf. C.S.J.N., Fallos:
307:1507, 312:2481 y causa "Fabro, Víctor y otra contra
Provincia de Río Negro y otros", sent. del 9-XI-2000) y por
otro, la naturaleza de los condóminos entre si, situación
ahora en examen.
Sentado
lo
expuesto,
corresponde
entonces
determinar si los condóminos responden en forma solidaria o
simplemente
mancomunada
por
su
calidad
de
dueños
del
ascensor con todos sus complementos -vgr. las puertas y sus
dispositivos mecánicos-.
Al respecto entiendo que cuando la cosa que
ha ocasionado el daño pertenece a varios condóminos, la
medida
de
la
obligación
de
responder
está
dada
en
proporción a su interés en la cosa (conf. Borda, Guillermo
A.,
“Tratado
de
Derecho
Civil
Argentino,
Obligaciones”,
Abeledo Perrot, 1998, t. II, n. 1473; v. también Pizarro,
Ramón D., en Alberto J. Bueres y Elena I. Highton, “Código
Civil
y
normas
jurisprudencial”,
complementarias.
t.
3A,
arts.
Análisis
1066/1116,
doctrinario
y
Obligaciones,
Hammurabi, pp. 522/523).
Esta solución interpretativa es la que se
corresponde más adecuadamente con la naturaleza del derecho
real de condominio (arts. 2673, 2675, 2676, 2685, 2686,
2687, 2688 y concs., Código Civil) y con las restantes
normas jurídicas de responsabilidad civil consagradas en el
Código de fondo.
En efecto, el art. 1121 del Código Civil
dispone que cuando el hotel o casa pública de hospedaje
perteneciera a dos o más dueños o si el buque tuviere dos
capitanes o patrones, o fuesen dos o más los padres de
familia
o
inquilinos
de
la
casa,
no
responderán
solidariamente sino en proporción a la parte que tuvieren;
igual
solución
establece
el
art.
1135
para
el
caso
de
copropiedad de un edificio en ruinas. Como dice Borda, las
citadas disposiciones son de clara aplicación analógica a
nuestro caso (art. 16, Cód. Civil), pues no se ve razón
para
dar
una
solución
distinta
al
supuesto
de
cosas
inanimadas. Este razonamiento no es incompatible con el
principio
de
la
solidaridad
entre
los
coautores
de
un
cuasidelito, porque aquí no se trata de un supuesto de
coautoría, sino de responsabilidad objetiva derivada de la
propiedad o guarda de una cosa (art. 1113, 2do. párr., 2da.
parte, Cód. Civ.; Borda, op. cit.).
En virtud de ello, considero que el fallo
debe ser confirmado en este sentido.
2.b) En orden a la violación del principio
de la personalidad de la apelación por haberse extendido la
condena a los litisconsortes que consintieron la sentencia
de
primera
instancia
-que
lo
hacía
solidariamente-,
disponiéndose el régimen de las obligaciones mancomunadas
simples
(fs.
1179
vta./1180
y
ss.),
al
igual
que
lo
dictaminado por el señor Subprocurador General, entiendo
que las normas de forma no pueden prevalecer por sobre las
de fondo que rigen la relación sustancial, pues la regla
mencionada
condena
debe
ceder
indivisible
o
cuando
el
solidaria
o
decisorio
cuando
impone
los
una
obligados
resultan condenados in solidum de los recursos (o como en
el caso, de una cosa de uso común; arts. 2, ley 13.512 y
2673, 2687, 2688 y concs., Cód. Civ.), casos en que renace
el criterio romano-canónico del beneficio comuni remedii en
el sentido que el alzamiento de un colitigante producía
efectos
para
todos
los
litisconsortes
(conf.
voto
del
doctor Hitters causas Ac. 63.968, sent. del 15-VI-1999; Ac.
77.121, sent. del 27-XII-2001; C. 92.176, sent. del 13VIII-2008).
En el caso, ante las particularidades de las
responsabilidades analizadas, no cabe sino extender a todos
los sujetos involucrados en la litis las modificaciones
introducidas por la alzada, con el sentido ahora señalado,
pues resultaría irrazonable y hasta escandaloso mantener
soluciones diferentes frente a un mismo hecho litigioso,
con contornos tan especiales como lo es la responsabilidad
objetiva concurrente del Consorcio y de los copropietarios
y mancomunada de los comuneros entre sí, para personas que
se hallan en condiciones semejantes (doct. arts. 16, Const.
nac. y 11, Const. prov.).
2.c.) En lo atinente a la indemnización del
daño por incapacidad sobreviniente (fs. 1181 vta./1183), la
impugnante
controvierte
la
decisión
de
la
Cámara
que
dispuso reducir el monto, apreciando -a su entender- que no
se
ha
valorado
la
totalidad
de
las
circunstancias
comprobadas en la causa que concurren para la tarifación
del daño.
A mi modo de ver, las razones expuestas por
la actora no superan el nivel de una mera discrepancia
personal y subjetiva, insuficiente para revertir la suerte
del pronunciamiento adoptado por los jueces de grado en
ejercicio de sus facultades privativas (fs. 1379; art. 279,
C.P.C.C.).
Ha resuelto en forma reiterada este Tribunal
que
la
cuantificación
de
los
perjuicios
constituye
una
cuestión de hecho y como tal sólo puede ser analizada en
sede extraordinaria cuando la prerrogativa de los jueces de
la instancia ordinaria no ha sido ejercida con la necesaria
prudencia y el grado razonable de acierto que debe imperar
en
todo
mediado
pronunciamiento
absurdo
(arts.
judicial,
1068
y
es
1086,
decir,
Cód.
cuando
Civil
y
ha
384,
C.P.C.C.; conf. causas Ac. 95.628, sent. del 23-V-2007; C.
102.346, sent. del 13-V-2009).
En la especie, estimo que el fallo no ha
incurrido en este vicio. En efecto, para apreciar la medida
del
importe
indemnizatorio
incapacidad,
tuvo
en
otorgado
cuenta
por
distintos
el
rubro
criterios
(cualitativas y cuantitativas), la prueba pericial rendida,
la gravedad y repercusión de las lesiones y secuelas en
todas las esferas de la vida y sus genéricas potenciales
económicas para el futuro (v. fs. 1097/1099), lo que no
permite
apreciar
circunstancias
determinación
una
burda
ponderación
fáctico-probatorias
del
daño
sufrido
de
(conf.
la
de
causa
las
en
C.S.J.N.,
la
Fallos:
308:1109; 315:2834; 316:2774; 318:1715; 320:1361; 321:1124;
322:1792, 2002 y 2658; 325:1156; 326:847; 329:4944).
Desde otro punto de vista, debe recordarse como se ha anticipado- que disentir con lo resuelto por la
Cámara no es base idónea de agravios, ni configura absurdo
que dé lugar al recurso extraordinario de inaplicabilidad
de ley, pues dicha anomalía queda configurada cuando media
demostración cabal de su existencia, pues sólo el error
palmario
y
fundamental
autoriza
la
apertura
de
esta
instancia para el examen de las cuestiones de hecho (conf.
Ac. 42.965, sent. del 27-XI-1990; Ac. 52.974, sent. del 3V-1995; C. 101.239, sent. del 20-II-2008; C. 94.847, sent.
del 29-IV-2009).
3.
Por
ello,
en
coincidencia
con
lo
dictaminado por el señor Subprocurador General, corresponde
rechazar el recurso deducido por la actora; con costas por
su calidad de vencida (arts. 68 y 289, C.P.C.C.).
Voto por la negativa.
A
la
segunda
cuestión
planteada
el
señor
Juez doctor Soria dijo:
Por
las
razones
expuestas
por
la
doctora
Kogan en los puntos 2, aps. a y c de su voto -al que
adhiero en tal parcela- corresponde desestimar las quejas
relativas a la extensión y cuantía de la responsabilidad
debatida en autos.
Por lo demás, si bien no adherí a la postura
mayoritaria de esta Corte in re "Ocon", causa C. 96.831,
fallada
el
14
de
abril
de
2010,
es
lo
cierto que,
en
supuestos análogos al presente, se resolvió la extensión de
la decisión incluso en relación a la parte que no impugnó
el pronunciamiento. Por consiguiente, han de rechazarse los
embates planteados por la parte actora en tal sentido.
Voto por la negativa.
El
señor
Juez
doctor
Pettigiani,
por
los
mismos fundamentos de la señora Jueza doctora Kogan, votó
la segunda cuestión también por la negativa.
A la segunda cuestión planteada, el señor
Juez doctor de Lázzari dijo:
Adhiero al voto de mi distinguida colega,
doctora Kogan, con la salvedad de lo expuesto en el punto
2.b).
En
efecto,
como
sostuve
en
la
causa
C.
96.831 ("Ocon", sent. del 14-IV-2010), recordando mis votos
en
las
causas
Ac.
77.121
("Álvarez",
sent.
del
27-XII-
2001); Ac. 62.638 (“Retondini”, sent. del 31-III-1998) y
Ac. 63.968 ("Gómez”, sent. del 15-VI-1999), entiendo que
por
aplicación
del
principio
de
la
personalidad
de
la
apelación, debe reputarse firme la condena impuesta a uno
de los obligados in solidum, sin que importe la suerte de
la apelación de otro obligado de igual tipo.
Como señala Fairén Guillén, si se renuncia a
la impugnación queda atrás una situación formada por la
sentencia
o
la
resolución
que
puso
fin
al
tracto
procedimental anterior ("Estudios de Derecho Procesal", pp.
609/610).
Tal
aserto
continuar
en
pie
no
las
se
desmerece
defensas
por
el
introducidas
hecho
por
de
otro
legitimado pasivo, y ello porque en nuestro sistema legal
rige el principio de la personalidad del recurso, según el
cual
el
alzamiento
deducido
aprovecha
únicamente
a
la
persona que lo ha interpuesto.
Al
respecto,
expresa
Costa
(El
recurso
ordinario de apelación en el proceso civil, pp. 58/59) que
no
pueden
ser
impuestos
los
resultados
a
quien
no
ha
querido deducir un recurso, porque el mecanismo judicial en lo que hace al proceso civil- sólo se mueve a impulso de
la
actividad
autoriza
a
privada
(principio
sobreponerse
a
los
dispositivo)
intereses
y
propios
nada
de
las
partes.
En tal sentido, toda sentencia goza de una
presunción de verdad; con ella el Estado llena su función
de administrar justicia y sus resultados deben tenerse en
consecuencia
por
firmes
y
definitivos
con
respecto
a
quienes la han aceptado. Esto no perjudica a los apelantes,
quienes
podrán
invocar
las
ventajas
que
logren
en
la
instancia superior, en uso de un derecho personal concedido
en su exclusivo beneficio y lo que de mejor manera armoniza
con el concepto actual del recurso, que lo concibe como un
instrumento
de
control
de
la
sentencia,
con
carácter
restrictivo, de manera que el que no ejerce el derecho no
puede invocar los beneficios.
Y, aunque de esta forma pueda
sentencias
destaca
contradictorias
Couture,
el
en
prestigio
un
mismo
del
llegarse a
litigio,
principio
de
como
la
personalidad no disminuye. La razón, dice, no es tanto de
carácter
lógico
como
sistemático,
puesto
que
sus
fundamentos se hallan esparcidos a lo largo de todos los
principios del derecho procesal civil.
En primer término, el de que
la voluntad
crea y extingue derechos, que significa que quien, mediante
un acto deliberado, consintió la sentencia por considerarla
justa, ha quedado ligado definitivamente por ese voluntario
consentimiento. Por otra parte, nada excluye en derecho la
posibilidad
de
sentencias
contradictorias;
las
propias
evoluciones de la jurisprudencia demuestran que este riesgo
es connatural con el concepto de cosa juzgada. En tercer
lugar
(atendiendo
a
los
principios
propios
de
la
apelación): el tribunal superior no tiene más poderes que
los que le ha asignado el recurso introducido y nada le
autoriza a cambiar la parte de la sentencia que desecha una
demanda si no ha mediado recurso a ese respecto (conf.
"Fundamentos del Derecho Procesal Civil").
Se me dirá que estas enseñanzas del maestro
uruguayo (como él mismo lo dice) no se aplican a los casos
en que la condena resulta una obligación solidaria. A ello
he de oponer que tal salvedad no se traslada a los casos de
obligaciones
in
solidum
(es
decir,
aquéllas
en
las
que
todos los deudores son responsables por la totalidad de lo
adeudado, aunque sea por títulos diferentes). Tal lo que
ocurre en el presente, donde concurren la responsabilidad
del Consorcio de Propietarios del Edificio Leandro Alem n°
10
de
la
ciudad
copropietarios
de
de
las
General
Arenales
unidades
con
funcionales,
la
de
los
hallándose
ambas partes obligadas a indemnizar todas las consecuencias
perjudiciales
causadas
(conf.
Cazeaux-Trigo
Represas,
"Derecho de las obligaciones", T. II, pp. 75/81, con cita
de Demolombe, De Gásperi, Busso y Borda).
Por otra parte, el principio consagrado en
nuestro Código procesal es el de la personalidad de la
apelación (art. 266, C.P.C.C.) y en función de él sólo se
autoriza al tribunal de alzada a examinar las cuestiones
"que
hubieran
sido
materia
de
agravios".
Como
señala
Loutayf Ranea ("El recurso ordinario de apelación en el
proceso
civil",
t.
1,
p.
85
y
ss.),
ello
debe
ser
interpretado como que el interés que habilita la apelación
debe ser personal del recurrente, derivándose de ello que,
cuando
se
acciona
por
daños
y
perjuicios
y
media
un
litisconsorcio y uno de los codemandados apeló la sentencia
de primera instancia y obtuvo una reducción en la condena,
mientras que al otro se le declaró desierto el recurso,
éste no puede ampararse en tal reducción, pues el recurso
interpuesto contra la sentencia sólo beneficia a quien lo
deduce (cita un pronunciamiento de la Cámara de Apelación
Primera en lo Civil y Comercial de Mercedes, publicado "La
Ley", 1975-B-641). Y continúa expresando: "En los supuestos
de
daños
tránsito,
y
la
considerarse
perjuicios
provocados
situación
independiente
de
de
por
cada
la
un
accidente
litisconsorte
de
los
demás,
de
puede
en
el
sentido de que la situación de cualquiera de ellos puede
tener
un
desenlace
eficaz
con
prescindencia
de
lo
que
ocurra a los otros, cada uno debe buscar a través de la
apelación el reconocimiento del derecho a su favor o de la
inexistencia
de
un
derecho
a
favor
de
la
contraparte.
Quienes hayan apelado y obtenido una sentencia favorable en
la apelación podrán gozar de su derecho, los que no hayan
apelado quedarán con la solución propuesta por la sentencia
en grado" (cit., p. 102 y ss.). De allí que "cabe concluir
que
la
apelada
sentencia
por
de
alguno
primera
de
los
instancia
que
litisconsortes
no
ha
ha
sido
pasado
en
autoridad de cosa juzgada a su respecto y por lo tanto la
apelación
deducida
por
otro
u
otros
litisconsortes
no
beneficia a los que no han apelado" (cit., p. 105).
Agrego
por
mi
parte
que
extender
los
beneficios de la nueva resolución a quien no ha recurrido
contra la anterior implicaría no sólo un apartamiento del
principio de congruencia sino que, además, constituiría una
reformatio
modificadas
in
pejus
sus
respecto
expectativas
del
sin
apelado
que
le
quien
vería
hubiera
sido
dirigido ataque alguno.
En resumen, en la relación que emerge de la
pretensión incoada por el actor contra el demandado, la
sentencia que condena a este último ha pasado en autoridad
de cosa juzgada, es decir, posee la autoridad y la eficacia
suficiente para convertir lo sentenciado en inimpugnable,
inmodificable y coercible. En ningún caso, ni de oficio ni
a
petición
de
partes,
este
órgano
jurisdiccional
o
cualquier otro podrá alterar los términos de un fallo así
inconmovible, porque -recordemos- el derecho reconocido por
una decisión pasada en autoridad de cosa juzgada constituye
un bien que se incorpora al patrimonio del beneficiario del
pronunciamiento y del cual no puede ser privado sin mengua
del precepto constitucional que asegura la inviolabilidad
de la propiedad.
Con los límites que dejo expuestos, doy mi
voto por la afirmativa.
El señor Juez doctor Hitters, por los mismos
fundamentos
de
la
señora
Jueza
doctora
Kogan,
votó
la
segunda cuestión también por la negativa.
Con lo que terminó el acuerdo, dictándose la
siguiente
S E N T E N C I A
Por lo expuesto en el acuerdo que antecede,
de
conformidad
Subprocurador
recursos
con
General,
lo
por
extraordinarios
interpuestos.
Las
dictaminado
costas
de
se
mayoría,
por
se
el
rechazan
inaplicabilidad
imponen
a
señor
los
de
los
ley
recurrentes
vencidos (art. 289, C.P.C.C.).
El depósito previo de $ 6.396 efectuado a
fs. 1155 queda perdido (art. 294, C.P.C.C.), debiendo el
tribunal dar cumplimiento a lo dispuesto por los arts. 6 y
7 de la Resolución 425/2002 (texto Resol. 870/2002).
Regístrese, notifíquese y devuélvase.
EDUARDO NESTOR DE LAZZARI
DANIEL FERNANDO SORIA
HILDA KOGAN
JUAN CARLOS HITTERS
EDUARDO JULIO PETTIGIANI
CARLOS E. CAMPS
Secretario
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