Dictamen de la Procuración General: La Cámara de Apelación en lo Civil y Comercial del Departamento Judicial de Junín confirmó, en sustancia, la sentencia dictada por el juez de la anterior instancia que, a su turno -v. fs. 912/936-, hizo lugar a la demanda que en reclamo de indemnización por los daños y perjuicios derivados del accidente sufrido por la menor de edad, R. d. C.C. , al caer por el hueco de un ascensor, promoviera O. I.M. , por sí y en ejercicio de la representación de su hija nombrada, contra el Consorcio de Propietarios del edificio que individualiza y contra cada uno de los copropietarios de las unidades funcionales que integran el inmueble en cuestión afectado al régimen de propiedad horizontal, concurrente del atribuyendo consorcio y la de responsabilidad los copropietarios codemandados. Dejó, no obstante, establecido el órgano de apelación actuante que la obligación de estos últimos legitimados pasivos es simplemente mancomunada y por la proporción que a cada uno le corresponde en la propiedad de las cosas comunes y dispuso, asimismo, la reducción del importe de algunos de los rubros indemnizatorios concedidos en favor de las actoras, reconociendo, a su vez, la procedencia del resarcimiento por refacción de la vivienda, que había sido rechazada en la instancia de origen (fs. 1078/1103). Con posterioridad y a instancias de la parte actora -v. fs. 1127 y vta.-, la alzada aclaró el fallo dictado litisconsortes pasivos que sentencia primer grado, de se estableciendo abstuvieron se de encuentran que los apelar la igualmente alcanzados por el pronunciamiento recaído (fs. 1130/1132). El Ugrotte y la parte respectivos actora letrados pronunciamiento de codemandado -ambos a apoderados- grado y, esta Héctor través Oscar de sus impugnaron última, el también la decisión aclaratoria que le sucedió, integrándolo- mediante sendos recursos extraordinarios de inaplicabilidad de ley (v. escritos de fs. 1156/1172 y fs. 1173/1183 vta.), habiendo la alzada denegado, por extemporánea, la concesión de este último (v. fs. 1185 y vta.) que fue, finalmente, admitida por V.E. en ocasión de resolver la queja deducida por la interesada (v. fs. 1268/1270). Recibidas las presentes actuaciones en vista de los remedios procesales incoados (v. fs. 1363), habré de abordar, seguidamente, su tratamiento de manera independiente. 1.- El intento revisor interpuesto por el codemandado Héctor Oscar Ugrotte apunta a cuestionar diversos aspectos del fallo de grado, a saber: a) el rechazo que en ambas instancias ordinarias mereció la procedencia de la defensa de falta de legitimación pasiva oportunamente opuesta por su mandante para enervar el progreso de la acción directa contra él promovida, decisión que, a su ver, importa la violación de los arts. 30, 31, 42, 43, 1081, 1113 y 1198 del Código Civil y 163, inc. 6º, 375 y 384 del Código Procesal Civil y Comercial, al par de responder al absurdo y arbitrariedad que imputa incurridos por la alzada en la interpretación de los hechos de la causa. Funda el quejoso la apuntada crítica, en el siguiente doble orden de consideraciones: la personalidad jurídica autónoma propietarios coaccionado posee que con el consorcio relación a de los consorcistas que lo conforman, de la que colige que en modo alguno pudieron ser estos últimos sujetos pasivos del reclamo indemnizatorio impetrado en autos y, mucho menos, mediante una acción directa como la aquí impetrada; y el carácter alternativo y no concurrente de las responsabilidades que pesan sobre el dueño o guardián de la cosa productora del daño, interpretación que -en su parecer- surge de los propios términos de la disposición legal actuada en la sentencia -art. 1113, Código Civil-, que emplea la conjunción disyuntiva “o”, por lo que la reconocida calidad de guardián que detenta el consorcio sobre las cosas comunes del edificio sujeto a propiedad horizontal -puerta del ascensor, en la especie- sobre la base de la cual la cámara dispuso su condena, excluye la responsabilidad atribuida a cada uno de los copropietarios en su condición de dueños. Cita en apoyo de su aserto, la doctrina emanada del precedente “Camargo” fallado por la Corte Justicia de la Nación. b) la responsabilidad que eventualmente podría endilgárseles a los propietarios de las unidades funcionales del edificio tiene carácter subsidiario y no directo, de modo que según la opinión de los autores que menciona, sólo cabría entablar una acción directa contra ellos por vía refleja, es decir, recién ante la insuficiencia que pudiese resultar luego de ejecutado el consorcio y excutidos sus bienes, para afrontar la obligación resarcitoria que sobre él pesa, podría intentar agredirse el patrimonio de cada uno de los copropietarios. c) sentenciante en la incurrió en absurdo el individualización de la cosa productora del daño al señalar al ascensor, siendo que, en rigor, fue la puerta de acceso al mismo, objeto netamente instrumental e inerte que, como tal, necesita de la actividad humana para entrar en movimiento, circunstancia que desplaza la operatividad del régimen de responsabilidad extracontractual objetiva, como la que erróneamente aplicó la alzada en el “sub-lite”, teniendo en cuenta que la parte actora no logró objetivar ni, mucho menos, acreditar, el riesgo o peligro que la referida cosa inerte -puerta- pudo engendrar en la causación del daño d) los cuyo resarcimiento reclama. jueces de mérito alteraron las reglas del “onus probandi” al eximir a la accionante de la carga de probar el “vicio” de la cosa inerte siendo que el referido extremo se erige en presupuesto fáctico para la viabilidad de la atribución de responsabilidad civil objetiva por la que se lo condenó y, no solo -agrega- la ha liberado del cumplimiento de dicha carga probatoria, sino que además ha prescindido valorar el informe pericial elaborado por el técnico electromecánico Raúl Fernando Díaz en las actuaciones tramitadas por ante el tribunal de menores de Junín -que individualiza-, categórico al afirmar que “el funcionamiento del elevador es normal y que las puertas del octavo cierran perfectamente”. e) absurdamente las causales la de Cámara ponderó exoneración de la responsabilidad objetiva que, a la postre, le achacó a los copropietarios del edificio, oportunamente denunciadas por su parte. Tales: el supuesto de caso fortuito; el hecho de la víctima; la negligencia incurrida por quienes se encontraban a su cuidado -la madre y su concubino- y la omisión del técnico encargado del mantenimiento del ascensor -tercero con relación al consorcio dado que sus servicios son locados por el mismo-, todas ellas con entidad eficiente para tener por fracturado el nexo causal al que alude el art. 1113 del Código Civil, si no de manera total, al menos parcialmente. f) el rechazo de la morigeración de la condena impuesta resulta arbitraria en tanto han quedado demostrados los presupuestos a los que el art. 1069 del C. Civil supedita su aplicación. g) indemnización establecida en improcedencia concepto de de la futuras intervenciones quirúrgicas y tratamiento de rehabilitación en favor de la menor R. d.C. , desde que el rubro en cuestión carece de la nota de certeza que debe caracterizar todo daño para ser resarcible. Adelanto, desde ahora, mi criterio contrario al progreso del remedio procesal bajo examen, proponiendo a ese Alto Tribunal que proceda a rechazarlo, llegada su hora. De la prieta síntesis de agravios enunciada en los párrafos que anteceden, surge con meridiana claridad que las materias que el recurrente ocurre a discutir ante esta sede extraordinaria, conforman típicas cuestiones de hecho y prueba exentas, como tales, de revisión en casación, salvo -claro está- la existencia del vicio de absurdo que -sabido es- debe ser eficazmente denunciado y cabalmente demostrado. Efectivamente, desde siempre, esa Suprema Corte ha sostenido que calificar el riesgo o vicio de la cosa productora del daño; determinar si la conducta de la víctima o de un tercero eximió total o parcialmente la responsabilidad del dueño o guardián de aquélla; establecer si se ha configurado el supuesto de “caso fortuito”; juzgar sobre la presencia de relación causal entre la cosa y el daño; apreciar el daño resarcible así como su cuestiones naturaleza cierta circunstanciales o o de eventual, hecho constituyen propias de los jueces de las instancias ordinarias y ajenas al quehacer funcional de la violación de casación, las reglas en que tanto no rigen se la demuestre prueba o la una apreciación absurda de la misma, cuya consumación -cuadra recordar una vez más- supone la comisión de un error palmario, grave y manifiesto que conduzca a conclusiones contradictoras, constancias inconciliables objetivas de la e incongruentes causa (conf. con las causas Ac. 67.732, sent. del 24-II-1998; Ac. 72.770, sent. del 3-V2000; Ac. 73.756, sent. del 4-X-2000; Ac. 84.614, sent. del 5-XI-2003 y Ac. 93.748, sent. del 11-VII-2007). Y si bien en el libelo de protesta se acusa invalidante en la el comisión de la razonamiento aludida seguido anomalía por los sentenciantes para arribar a las conclusiones fácticas cuyo acierto objeta con el propósito de que V.E. acceda a su reexamen, tengo para mí que los argumentos ensayados para evidenciar su manifiestamente configuración, en el insuficientes para caso, alcanzar resultan el fin propuesto. Así es. Aunque sean acertadas las consideraciones vertidas en la queja con relación a que el consorcio de propietarios tiene personalidad jurídica distinta de la de cada uno de sus componentes, habiendo sido incluso así admitido por esa Suprema Corte al fallar en la causa L. 73.655, sent. del 21-XI-2001, tal circunstancia no empece ni obsta a que cada uno de los propietarios de las unidades funcionales que componen el edificio de condición que de se trate condóminos inmueble, pueda ser que, de las a su cosas vez, de revisten uso común la del pasible de recibir una acción directa como sujeto pasivamente legitimado para responder por las consecuencias dañosas que alguna de las cosas comunes ejemplificativamente mencionadas en el art. 2 de la ley 13.512- pueda prescripto por ocasionar el art. a terceros, 1113 del por imperio Código Civil, de lo cuya aplicación desplaza, como se encargó de señalar la Cámara actuante, toda calidades de discusión legitimados acerca de pasivos sus de respectivas la pretensión indemnizatoria incoada. Con relación al restante motivo de impugnación que dispara el presentante en torno a que las responsabilidades que cuadran atribuir al dueño o guardián de la cosa productora del daño son excluyentes y no conjuntas, habré de decir que esa Corte ha tenido oportunidad de expedirse sobre el particular, aunque, claro está, en sentido contrario al propiciado en la protesta, al decir que las responsabilidades del dueño y del guardián son concurrentes y no excluyentes, sin que la presencia de una excluya el deber de resarcir del otro (conf. causas Ac. 47.048, 24-XI-1992; Ac. 47.127, sent. del 28-IX-1993; Ac. 55.338, sent. del 24-IV-1997; Ac. 58.939, sent. del 23-III1999; Ac. 73.594, sent. del 19-II-2002, entre muchas más). De suyo, entonces, resulta estéril el argumento según el cual la guarda de las cosas comunes es detentada por el consorcio codemandado, toda vez que de la circunstancia de que los copropietarios consorcistas se hayan desprendido de ella no se deriva como sugiere el recurrente- que se hayan despojado de su condición de dueños a tenor de lo dispuesto por los arts. 2 de la ley 13.512 y 1113 del Código Civil antes citados. Resta señalar sobre el tópico en tratamiento, que la doctrina emanada del precedente “Camargo” sentenciado por la Corte Suprema de Justicia de la Nación que se invoca infringida en la protesta, fue elaborada en torno de la temática concerniente a la transmisión de automotores prevista por el art. 27 del dec. ley 6582/58, texto según ley 22.977, resultando de toda evidencia que ninguna vinculación guarda con las circunstancias fácticas debatidas en el presente proceso a las que, por ende, les resulta manifiestamente inaplicable. Analizados hasta aquí los agravios individualizados bajo los acápites “a” y “b” de la reseña que dejé consignada en el inicio del abordaje de la presente vía de revisión extraordinaria, corresponde ahora que me expida con relación a los restantes motivos que fundan el alzamiento del quejoso. La afirmación referida a que fue la puerta de acceso al ascensor la cosa productora del daño y no el último, de la que se desprende que su condición de inerte imponía a la parte actora la carga de probar fehacientemente el vicio que la misma portaba por imperio de los dispuesto por el art. 1113 del Código Civil en su conjunción con los arts. 375 y 384 del ordenamiento procesal del fuero (v. ptos. “c” y “d” de la síntesis de agravios), solución es irrelevante fáctica y legal para torcer sentada en el el sentido de la pronunciamiento apelado, puesto que aún siguiendo la disquisición que formula el agraviado en el sentido de individualizar a la puerta como objeto o elemento independiente y autónomo respecto del elevador al que la misma permite acceder y que la falta de demostración de su vicio impediría la subsunción de los hechos de la causa dentro del régimen de la responsabilidad civil extracontractual objetiva que le fue endilgada, es lo cierto que la alegada calidad de inerte sobre la que tanto se enfatiza, de ningún modo obsta a que pueda, a su vez, asignársele el carácter de riesgosa desde que, como ha puntualizado V.E. en variadas ocasiones, a los fines de determinar el peligro que una cosa puede generar, los jueces de mérito deben preguntarse en cada oportunidad misma puede si por cualquier producir un circunstancia riesgo en el del que caso pueda la ser comprendido el daño sufrido por la víctima, atento que a pesar de que una cosa en sí misma considerada puede no ser peligrosa, en ocasiones alcanza ese carácter en función de las circunstancias (conf. causas L. 76.465, sent. del 22XI-2000; L. 82.047, sent. del 11-VI-2003; Ac. 90.753, sent. del 20-IV-2005; Ac. 90.681, sent. del 9-XI-2005; Ac. 89.522, sent. del 15-III-2006 y C. 95.742, sent. del 13-II2008). Siendo todas luces infructuosa la ello disquisición así, que deviene a ensaya el quejoso en orden a la individualización de la cosa causante del daño, desde que, al igual que lo hiciera el juzgador de origen, el tribunal de alzada no dudó en calificar de riesgosa la verificada apertura de la puerta de acceso del ascensor sin que se encuentre detenida su cabina en el piso en el que se lo pretendió tomar, sobre la base de las contundentes conclusiones periciales sentadas en los informes técnico y mecánico obrantes en la causa y las declaraciones testimoniales también meritadas (v. fs. 563 y vta. y fs. 879/880). No han de correr mejor suerte las quejas dirigidas a desmerecer el rechazo dispuesto en el fallo en orden a la configuración de las causales de exoneración de responsabilidad civil oportunamente invocadas (v. pto. “e”, resumen agravios). Siguiendo el orden propuesto en el escrito de impugnación, corresponde partir por señalar que no le asiste razón al recurrente cuando afirma que la Cámara soslayó considerar la existencia del caso fortuito y las circunstancias alegadas en pos de poner de manifiesto sus imprevisibilidad, notas caracterizantes inevitabilidad e como lo son la inimputabilidad en derredor del cual se produjo el evento dañoso, bastando para así concluir remitir a las consideraciones efectuadas en la sentencia respecto de la temática planteada (v. fs. 1093 “in fine”/1093 vta.), si bien en sentido y dirección opuestas a su consumación que no son objeto de refutación alguna en la protesta. Tampoco acierta la opugnación bajo examen, en su intento de desmerecer la desestimación que en la conformada también se sentencia por el mereció hecho invocó a de los la la causal víctima fines de exculpatoria damnificada liberarse de que la responsabilidad exclusiva y excluyente que se le atribuyó en los términos del art. 1113 del ordenamiento civil sustantivo. Y lo entiendo así, pues las críticas de las que se vale para controvertir el acierto de la adversa decisión recaída sobre el tópico pasan por alto y, consiguientemente, núcleo del no razonamiento se que hacen cargo llevó a de los replicar el magistrados actuantes a negar que la activa participación que le cupo a la menor en el acaecimiento del evento dañoso del que fuera víctima al abrir la puerta del ascensor para introducirse en su interior sin reparar en su ausencia cayendo al vacío, haya tenido la virtualidad para erigirse, en la emergencia, en factor interruptivo del nexo causal habido entre la cosa y el consecuente daño por ella sufrido, cual es que en la ocasión medió una falla mecánica en el sistema de traba de apertura de la puerta pues -transcribiendo una conclusión del testigo a cuyo cargo se encontraba la realización de los respectivos servicios de reparación- “...funcionando bien -haciendo alusión al referido sistema- no pudo haber error humano” (v. fs. 1091). Insiste el presentante en reiterar su postura de que “...si la menor no hubiera hecho todo un operativo de apertura manual, la referida puerta hubiera permanecido cerrada”, calificando de descuido la circunstancia de que la niña no se haya cerciorado de la presencia de la cabina y aún, de que hubiera debido abrir la segunda puerta, supuestos todos que -afirma- constituyeron la causa del desenlace final acaecido. Mas las consideraciones vertidas sobre el particular lejos se encuentran, a mi ver, de lograr conmover el definitorio argumento brindado por el juzgador en el sentido de que el curso natural de las cosas conduce a concluir que si se abre la estarlo-, puerta es contra el porque cual está se el ascensor limita a -o debiera oponer su mera disconformidad basada en su disímil punto de vista. Lo mismo cabe decir respecto de la causal exculpatoria que define configurada por la negligencia incurrida por los mayores que se encontraban al cuidado de la menor, desde que más allá del contenido de las declaraciones agraviado para testimoniales evidenciar que de las medió que se sirve confesión de el su progenitora al reprochar a su concubino -con quien se encontraba R. d. C. en el momento en que se sucedió el trágico desenlace- su falta de cuidado, es lo cierto que ese eventual reconocimiento ninguna gravitación tiene en la medida de que, como dejó establecido la alzada, no puede trasladarse a los padres responsabilidad alguna si la conducta de la víctima menor no tuvo relevancia ni entidad para romper o fracturar el nexo causal habido entre el daño por ella padecido y el acreditado riesgo o vicio de la cosa (v. fs. 1092 vta.), a lo que añadió que la circunstancia de haber permitido a R. que pretenda, por sí sola, acceder a un medio de desplazamiento que debería ser inocuo, no importa actitud omisiva en el deber de custodia de quienes se hallaban a su cuidado. Para cerrar el abordaje y solución de las impugnaciones enderezadas a cuestionar el acierto del supuestos fallo previstos que descartó por el art. la configuración 1113 del de Código los Civil invocados por el aquí recurrente para liberarse total o parcialmente de la responsabilidad civil objetiva que le fue endilgada, me resta señalar que las argumentaciones traídas con el fin de acreditar la calidad de “tercero” ajeno que reparación le del asigna al ascensor encargado del del edificio, no mantenimiento hacen más y que concurrir a confirmar los hechos a partir de los cuales la alzada descartó ese carácter, esto es, la vinculación existente entre aquél y el sindicado como tal -contrato de locación de servicios-, circunstancia que a la luz de la doctrina legal sentada en los precedentes Ac. 36.241, sent. del 13-IX-1988; Ac. 61.303, sent. del 8-X-1996, confluyen a abonar el acierto de lo resuelto en el pronunciamiento impugnado. Inaudible deviene, a su vez, el agravio vertido al amparo de lo dispuesto por el art. 1069 del Código Civil (v. pto. “f” de la síntesis), desde que, lejos eficaz de de las contener una motivaciones crítica directa, brindadas en el frontal fallo y para desestimar su actuación, en la especie, incurriendo, así, en notoria insuficiencia técnica en los términos del art. 279 del Código del Rito, dable es advertir que la afirmación que esgrime el presentante en el sentido de que constituye un hecho notorio la existencia en autos de las circunstancias fácticas a las que el legislador supeditó la atenuación indemnizatoria que consagra, encierra, en rigor de verdad, la admisión de no haber arrimado pruebas al proceso que acrediten su situación patrimonial en un todo de acuerdo con el reproche que la alzada efectuó entre los fundamentos que la llevaron a adoptar la decisión adoptada sobre el particular (v. pto. 9, fs. 1101 y vta.) que -no está demás agregar-, reviste naturaleza eminentemente facultativa (SCBA causa Ac. 54.304, sent. del 30-IV-1996). Al respecto, V.E. tiene dicho que la aseveración de que determinadas cuestiones constituyen hechos de público y notorio conocimiento y que, como tales, no precisarían ser probadas, no hace más que confirmar el incumplimiento de la carga impuesta por el art. 375 del Código Procesal Civil y Comercial, pues trasunta, en definitiva, el reconocimiento del quejoso de que no aportó acreditarlos elemento (conf. de causa prueba L. alguno 67.425, tendiente sent. del a 29-XII- 1999). Sólo me resta señalar, para culminar el abordaje de la impugnación bajo examen, que las argumentaciones enderezadas a calificar de conjetural e hipotético el daño reclamado en el escrito postulatorio de la acción bajo el rubro “futuras intervenciones quirúrgicas y tratamientos de rehabilitación” a los que debería ser sometida la menor víctima del hecho luctuoso (v. pto. “g” del resumen de agravios), coligiendo de la mentada calificación la ausencia de certeza que torne procedente su resarcimiento, opugnaciones no son vertidas más contra que la la reiteración labor médica de las pericial desplegada en autos que, a su vez, se ocupó de reproducir en ocasión de expresar los agravios fundantes de su apelación ordinaria y sobre cuya improcedencia se expidió la Cámara interviniente consideraciones elaboradas a a través la luz de del categóricas examen de los dictámenes periciales médico y psicológico practicados en la causa (v. fs. 821/832 y fs. 853/855, respectivamente y fs. 1096 y vta.), que no son objeto de réplica eficiente en el libelo recursivo que, en torno de este tópico, se agota con la exhibición de la disconformidad de su autor basada en su opinión discrepante que, por respetable que pueda ser, no constituye idónea base de agravios (conf. SCBA causa Ac. 86.576, sent. del 5-IV-2006). Las razones dadas me inclinan pues, tal recurso como de anticipé, a inaplicabilidad considerar de ley improcedente deducido por el el propietario codemandado y a proponer, consiguientemente, a V.E. que proceda, sin más, a rechazarlo. 2.- Habré de adentrarme ahora en el análisis de los agravios que motivan el alzamiento extraordinario de la parte actora (v. fs. 1173/1183 vta.), a saber: 1º) resulta contradictoria y desajustada al contenido de las normas legales que se invocan de aplicación en el fallo y aún a la doctrina legal imperante en torno de las mismas, que cita -arts. 1113, 1121 y 1135 del Código Civil y 8 de la ley 13.512-, la decisión de declarar simplemente mancomunada la responsabilidad endilgada a codemandados por la cada uno de los copropietarios proporción que a cada uno le corresponde en la propiedad de las cosas comunes, siendo que, por otro lado, confirmó la condena que en el fallo recaído en primer grado les fuera impuesta a los fines de responder “in solidum”, esto es, en concurrencia con el consorcio coaccionado por el crédito reconocido en favor de sus representadas en concepto de indemnización por los daños y perjuicios ocasionados a raíz del hecho dañoso. 2º) La Cámara se apartó del principio de la personalidad de la apelación con la consiguiente violación de los arts. 693, 699, 705, 706, 716 y 717 del Código Civil y 266 del ordenamiento procesal de dicho fuero. 3º) correspondiente al La resarcimiento reducción por la del monto incapacidad sobreviniente de la menor, efectuada por el tribunal de alzada es producto del absurdo que le imputa incurrido con grave afectación de los arts. 1068, 1069 y 1086 del Código Civil y 474 del Código del Rito. Muy sucintamente expuestos en los párrafos traídos, contraria que estoy a en su anteceden los condiciones procedencia, motivos de por de anunciar las impugnación mi opinión razones que seguidamente desarrollaré. 1º) No le asiste razón al quejoso cuando acusa configurado el vicio de contradicción en la solución arribada por la alzada en cuanto, por un lado, confirmó la naturaleza “in solidum” o concurrente de la obligación asignada en el fallo de origen y por la que se condenó al consorcio y a los copropietarios de resarcir los daños reconocidos en favor de las accionantes en función de sus respectivas calidades de guardián y dueños de la cosa riesgosa originante de los perjuicios sufridos para luego, indemnizar por de debiendo, el estos entonces, otro, establecer últimos cada es uno que el simplemente de ellos deber de mancomunado responder en la proporción de sus derechos. Tampoco acierta al sostener con invocación de doctrina legal- que la mentada resolución desvirtúa el sustrato propio y caracterizante de la naturaleza concurrente o “in solidum” de la obligación a la que fueron condenados todos los legitimados pasivos, cual es que el contenido económico de la condena, en tales supuestos, no puede ser más que uno para todos, pues todo objeto debe ser igual a sí mismo y una cosa no puede ser y no ser al mismo tiempo. Y así lo entiendo, pues tengo para mí que los errores de juzgamiento y vicios de razonamiento que se le achacan al órgano de apelación en la elaboración de la decisión sentada sobre la temática que nos ocupa, responden a la incorrecta interpretación en la que incurre el presentante tanto de los fundamentos expuestos en la sentencia cuanto de las normas sustantivas actuadas en su sustento. En efecto. Arriba firme a esta instancia casatoria el encuadramiento legal que de los hechos efectuaron enmarcándolos los dentro juzgadores del marco de de ambas instancias, lo prescripto por el art. 1113 del Código Civil, con pie en el cual -en lo que aquí interesa- se dispuso declarar la responsabilidad civil del consorcio demandado atendiendo a su verificada condición de guardián de las cosas comunes del edificio con la que se provocó el daño cuyo resarcimiento reclaman las actoras -ascensor-, copropietarios condóminos así accionados que los como en mismos también, función del revisten la de carácter respecto de los de las referidas cosas comunes. La naturaleza, pues, de la obligación a la que fueron condenados ambos legitimados pasivos es de las que en doctrina se denomina concurrente o “in solidum” lo que quiere decir -en tren de simplificar atento no constituir materia controvertida- que se trata de dos obligaciones independientes ya que cada uno de los responsables debe responder por un título distinto frente al damnificado que, como sucedió en la especie, puede demandar a cualquiera o a ambos conjuntamente por el todo. Este tipo de obligaciones, en palabras de la doctrina legal vigente al respecto, tienen un mismo acreedor e identidad de objeto, aunque diversidad de causa y de deudor (conf. S.C.B.A., causas Ac. 57.980, sent. del 17-VIII-1999 y Ac. 77.121, sent. del 27-XII-2001, entre muchas más). Indiscutida por el interesado la naturaleza concurrente de la obligación a la que fueron condenados todos los sujetos pasivos demandados en autos, esto es: por un lado, el consorcio en razón de su comprobada condición de “guardián” de la cosa o elemento común por del edificio y, el otro, cada uno de los propietarios exclusivos de las unidades funcionales que lo conforman, en su también acreditada calidad de condóminos de todas las cosas de uso común del mismo e indispensables para mantener su seguridad (art. 2, ley 13.512), nítidamente se observa la presencia de dos categorías de deudores que resultaron condenados a responder frente a las mismas acreedoras -actoras- por idéntico objeto - indemnización de los daños y perjuicios sufridos- aunque por diversidad de causa o título -el primero como guardián y los segundos como condóminos-. Si bien concuerda el quejoso con todo lo que hasta aquí vengo diciendo, considero empero que el yerro en el que incurre al disgustarse de la declarada simple mancomunación de la obligación que entre los deudores de la llamada segunda categoría formuló la alzada en la proporción interesados, reside en plural o colectiva en la que sus derechos estén perder de vista o inadvertir la composición de los deudores que participan de la calidad de “dueños” de la cosa mediando entre todos ellos frente a los damnificados la misma causa por la que han sido condenados en los términos del citado art. 1113 del Código Civil. La recta interpretación de las motivaciones expuestas en el fallo y de los preceptos legales sobre los que se edificó la solución en él sentada -que acabo de reseñar-, argumentaciones con bastan las que para el barrer todas presentante las intenta convencer de que lo resuelto sobre el tópico desnaturaliza los efectos habida propios cuenta que de la las obligaciones responsabilidad concurrentes, de todos los copropietarios que, en su conjunto, concurren a conformar la condición de “dueños”, título por el que fueron condenados a responder, concurre con la que por distinta causa le fue atribuida al consorcio como sujeto jurídico unipersonal en su calidad de “guardián”, decisión que no aparece contradictoria con la postrer resolución de la alzada al declarar la simple mancomunación de la responsabilidad que sobre cada uno de aquéllos pesa en el límite de la porción del derecho de propiedad que como condóminos tienen sobre la “cosa común causante del daño”. 2°) Las críticas apuntadas en contra del 1130/1132 contenido por medio de de la la aclaratoria cual la dictada Cámara de en fs. Apelación interviniente dispuso hacer extensivas las modificaciones que introdujo al fallo recaído en primera instancia a los copropietarios codemandados que se abstuvieron de impugnar aquél, no alcanzan, en mi criterio, a conmover los fundamentos sobre los que se sustenta sobre la base de la opinión que emerge de la doctrina legal invocada en su apoyo. Es que, como se destaca en la sentencia en posición que comparto, las normas adjetivas no pueden prevalecer por sobre las de fondo que rigen la relación sustancial debatida, de lo que necesariamente ha de seguirse que -tal como aconteció en el precedente jurisprudencial sentenciado por V.E. y del que se hizo eco el sentenciante de grado- confluye en el caso la excepción a la regla de la personalidad de las vías impugnatorias. 3°) Por último y para terminar, entiendo que lejos está la apelante de demostrar el absurdo que imputa incurrido por el tribunal de grado a la hora de fundar la reducción del monto concedido en favor de la menor R. d. C. en concepto de incapacidad sobreviniente que dispuso, desde que las razones expuestas para demostrar su consumación no superan el nivel de la mera discrepancia personal y subjetiva, inidónea para revertir la decisión adoptada por los jueces en ejercicio de facultades y prerrogativas que tienen privativamente encomendadas (conf. SCBA causas Ac. 92.574, sent. del 24-V2006 y C. 96.493, sent. del 5-XII-2007). Por todo lo hasta aquí dicho, entiendo que los inaplicabilidad de recursos ley extraordinarios deducidos en de autos son improcedentes, por lo que aconsejo, sin más, a ese Alto Tribunal que disponga su desestimación. La Plata, 6 de noviembre de 2008 - Juan Angel de Oliveira A C U E R D O En la ciudad de La Plata, a 29 de agosto de 2012, habiéndose dispuesto en siguiente Pettigiani, el orden de establecido, Acuerdo de 2078, de que votación: Lázzari, Hitters, conformidad deberá doctores se con observarse Kogan, reúnen los lo el Soria, señores jueces de la Suprema Corte de Justicia en acuerdo ordinario para pronunciar sentencia definitiva en la causa C. 94.048, "M. , O. I. contra Consorcio Edificio General Arenales. Daños y perjuicios". A N T E C E D E N T E S La Cámara de Apelación en lo Civil y Comercial del Departamento Judicial de Junín confirmó, en lo sustancial, el fallo que hizo lugar a la demanda de daños y perjuicios, modificando el monto de algunos rubros indemnizatorios (fs. 1078/1103 y 1130/1132). Se interpusieron, por el codemandado Héctor Oscar Ugrotte y por la actora, sendos recursos extraordinarios de inaplicabilidad de ley (fs. 1156/1172 y 1173/1183). Oído el señor Subprocurador General, dictada la providencia de autos y encontrándose la causa en estado de pronunciar sentencia, la Suprema Corte resolvió plantear y votar las siguientes C U E S T I O N E S 1ª) ¿Es fundado el recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley de fs. 1156/1172? En su caso: 2ª) ¿Lo es el de fs. 1173/1183? V O T A C I Ó N A la primera cuestión planteada, la señora Jueza doctora Kogan dijo: 1. En el caso la actora promovió demanda de daños y perjuicios, por sí y en representación de su hija menor de edad, contra el Consorcio de Propietarios del Edificio Leandro N. Alem N° 10 de la ciudad de General Arenales y los copropietarios de las unidades funcionales que integran el inmueble de mención afectado al régimen de propiedad horizontal, con motivo del accidente ocurrido el día 31 de enero de 2000 en el que fuera víctima la menor al abrir la puerta del ascensor del octavo piso y caer al vacío por no encontrarse la cabina del elevador (fs. 42 y ss.). El fallo de primera instancia hizo lugar a la demanda, con más intereses y costas (fs. 912/936 vta.), siendo luego confirmado por la Cámara de Apelación, quien estableció además que entre los distintos propietarios de las unidades mancomunada funcionales y por la la obligación proporción que es a de cada carácter uno le corresponde en el dominio de las cosas comunes. Asimismo mantuvo los montos indemnizatorios con excepción de los daños por futuras intervenciones quirúrgicas, tratamiento de rehabilitación e incapacidad sobreviviente de la menor. Además concedió la reparación del daño emergente por refacción de la vivienda a favor de la actora O. I. M. (fs. 1078/1103). Posteriormente, los demandados y la actora articularon sendos pedidos de aclaratoria, habiéndose admitido únicamente el de la accionante, estableciendo que los litisconsortes alcanzados por el pasivos no decisorio apelantes de segunda se encuentran instancia (fs. 1128/1129 vta. y 1130/1132). 2. Contra el pronunciamiento de la alzada, el apoderado del codemandado Héctor Hugo Ugrotte interpuso recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley en el que denuncia la violación de los arts. 30, 31, 42, 43, 1081, 1113 y 1198 del Código Civil, 163 inc. 6, 375 y 384 del Código Procesal Civil y Comercial. Alega asimismo el vicio de absurdo y la doctrina de la arbitrariedad (fs. 1156/1172). En responsabilidad su del presentación dueño y del aduce guardián de que la la cosa riesgosa, consagrada en el segundo párrafo del art. 1113 del Código Civil, es alternativa -no concurrente-, por lo que al haberse atribuido la generación del daño al guardián (en el caso, el Consorcio de Propietarios), siendo éste una persona jurídica distinta a la de los copropietarios de las unidades funcionales, resulta erróneo condenar a su mandante en razón de la transferencia de la guarda operada a favor del Consorcio (fs. 1158/1160 vta.). Señala, por otra parte, que la responsabilidad de los propietarios de las unidades no es directa sino subsidiaria, dado que sólo operaría de modo reflejo, es decir, con la condición previa de que el actor hubiera ejecutado los bienes del consorcio y demostrado su insuficiencia para abastecer la reparación (fs. 1161/1162). También considera absurda la mención hecha en el fallo a que el daño habría sido producido por el ascensor, cuando en realidad fue la puerta, cuya naturaleza califica de "inerte" y que, por tanto, carece de actividad propia. Al respecto sostiene que el factor principal es el obrar humano -abrir la puerta-, siendo la cosa algo "meramente instrumental", por lo que deviene inaplicable la responsabilidad objetiva (fs. 1162/1163 vta.). Con relación a este punto afirma que se ha invertido la carga de la prueba en cuanto a la demostración del vicio de la cosa, la que a su criterio se encuentra a cargo de la accionante (fs. 1163 vta./1165). A todo evento alega la existencia de múltiples fracturas del nexo causal, a saber: caso fortuito, hecho de la víctima y de terceros ajenos (fs. 1165/1171). Desde otra perspectiva se agravia por la desestimación de la atenuación de la condena, solicitada en los términos del art. 1069 del Código Civil, al considerarse no demostrados los presupuestos que ameritan su procedencia (fs. 1171) Por último, asevera que no media relación entre los rubros indemnizatorios y los montos fijados, vulnerándose a su entender lo dispuesto por el art. 1068 y concordantes del Código Civil (fs. 1171/vta.). 3. De acuerdo con lo dictaminado por el señor Subprocurador General, el recurso no puede prosperar. 3.a) En lo que respecta a la naturaleza de la obligación que da origen al deber de responder por parte del consorcio y de los propietarios de las unidades funcionales (fs. 1158/1162), esta Suprema Corte tiene dicho -por mayoría- que la responsabilidad del dueño y del guardián de la cosa contemplada en el segundo párrafo del art. 1113 del excluyentes, Código sino Civil no conjuntas o son subsidiarias concurrentes ni (salvo circunstancias especiales), de donde la presencia de uno no exime el deber de resarcir del otro (conf. causas L. 82.691, sent. del 19-IV-2006; L. 82.798, sent. del 1-X2008; 89.758, sent. del 15-VII-2009; C. 97.900, sent. del 15-VII- 2009, entre otras). Si bien la separación de los vocablos "dueño" y "guardián" mediante la conjunción disyuntiva "o" gramaticalmente sirve para denotar la existencia de juicios de valor independiente estableciendo la que entre alternatividad, de sí se rechazan, conformidad con la doctrina legal elaborada por este Tribunal en torno a la interpretación del responsabilidad de art. ambos 1113 sujetos del es Código Civil, concurrente la (salvo excepciones), ya que son obligados in solidum (o sea que cada uno responde por un título distinto), por lo que siendo obligaciones en forma conjunta o concurrente no se excluyen entre sí, de modo que frente al daño derivado de la cosa, ambos responden ante la víctima, que puede elegir a quién demandar, sea el dueño o el guardián o a los dos (doct. causas 63.968, sent. del 15-VI-1999; Ac. 77.121, sent. del 27-XII-2001; Ac. 81.791, sent. del 22-X-2003; C. 79.742, sent. del 9-IX-2009). A partir de tales premisas, en el caso no se advierte que se haya desconocido la norma legal aplicable o calificado erróneamente el hecho pues, conforme a la doctrina del art. 1113 (segundo párrafo, segunda parte) del Código Civil antes señalada, el tribunal de grado atribuyó la responsabilidad del evento dañoso tanto al dueño de la cosa (propietarios de las unidades funcionales) como al guardián (Consorcio) en virtud de un entuerto que tuvo origen en una cosa común: la puerta del ascensor (arts. 2, ley 13.512; cuarto del Reglamento de Copropiedad, fs. 101 vta.). En este sentido resulta adecuada la consideración efectuada por el sentenciante al exponer que la instalación de un ascensor en un edificio sometido al régimen jurídico de propiedad horizontal involucra dos cuestiones bien diferenciadas: en primer lugar, el aspecto relativo al ascensor-cosa, como producto elaborado (cabina, cables, poleas, sistema electrónico, motores, etc.), que el consorcio adquiere de una fábrica, asumiendo, junto con los propietarios por su incorporación al inmueble, el carácter de parte común indivisa por su rol de dueño y en segundo término, el vinculado con el uso del ascensor por terceros (copropietarios, poseedores, visitantes, etc.), es decir la colocación en funcionamiento de aquel artefacto (fs. 1085). El art. 1113 del Código Civil regula estas dos situaciones, disponiendo que el dueño o guardián sean responsables de los daños causados por el riesgo o vicio de la cosa-ascensor en funcionamiento, lo que significa el deber de establecer la relación de causalidad; extremo que fue analizado detenidamente por el juzgador (fs. 1085/vta. y 1088 vta./1089). 3.b) causalidad, base responsabilidad corresponde lo sobre objetiva señalar deslindarse En de la que relativo la a cual la se relación de asienta la atribuida en el presente caso, el de la cosa puede dueño imputación efectuada no cuando las consecuencias del hecho dañoso pudieron ser advertidas y previstas por el sujeto según el curso natural y ordinario de las cosas (arts. 901 y 904, Cód. Civil). El siniestro ocurrido por un desperfecto en el dispositivo de la puerta del ascensor, constituye un hecho que no puede ser ignorado por los propietarios, puesto que más allá del deber de contralor que pesa sobre el Consorcio por su calidad de guardián de la cosa, tal como lo indicó el tribunal de grado (fs. 1081/1083 vta.), no les puede resultar ajeno a raíz del uso cotidiano por parte de los titulares de las unidades funcionales, de acuerdo con el régimen legal de previsibilidad instaurado por los arts. 901 a 906 de nuestro Código sustantivo en orden a las dañadores. consecuencias Al imputables respecto debe a los repararse agentes que la responsabilidad alcanza a las consecuencias mediatas que resultan de la conexión con un acontecer distinto (conf. Compagnucci de Caso, Rubén H., en Alberto J. Bueres y Elena I. Highton, Análisis “Código doctrinario Civil y y normas complementarias. jurisprudencial”, t. 2B, arts. 724/978, Parte General, Obligaciones, Hammurabi, pp. 431 y 434). 3.c) En lo que hace a la alegada infracción del art. 375 desarrollados del por el Código Procesal, recurrente no los argumentos resultan suficientes para demostrar la errónea aplicación de la norma denunciada (art. 279, C.P.C.C.; fs. 1163 vta./l165). Efectivamente, del análisis de las razones esgrimidas en el agravio bajo estudio no se observa transgresión a las reglas de la carga probatoria en el sentido que es alegada (fs. 1082/1083 vta. y 1088 vta./1089). Por el contrario, el fallo atacado se muestra en este capítulo que ha realizado una correcta ponderación de los elementos articulada y el de prueba, derecho respetando aplicable al la pretensión supuesto de hecho debatido, situación que permite descartar la presencia de un vicio grave postulatorios en del la interpretación proceso, según de los las escritos circunstancias particulares del caso (art. 279 cit.; fs. 1078 vta./1080; conf. causas Ac. 88.609, sent. del 23-XI-2005; C. 98.890, sent. del 11-II-2009). 3.d) eximentes de Con relación responsabilidad a la prueba planteados en de autos los (fs. 1165/1171), sabido es que determinar si se ha configurado caso fortuito, así como el hecho de la víctima o de un tercero por quien no se debe responder, son cuestiones de hecho que no pueden ser abordadas en la instancia extraordinaria, en tanto no se demuestre la violación de las reglas analizado y apreciación que rigen desechado absurda la prueba en del el (extremo apartado material que anterior); probatorio, ya fue o una situación excepcional que no se aprecia en la especie, toda vez que no se ha logrado demostrar la existencia de un error grave y palmario que inconciliables conduzca e a conclusiones incongruen-tes con contradictorias, las constancias objetivas de la causa (v. fs. 1089 vta./1093 vta.; conf. Ac. 89.671, sent. del 24-V-2006; C. 91.792, sent. del 10XII-2008; C. 102.235, sent. del 25-II-2009; v. también C. 102.388, sent. del 10-VI-2009). 3.e) Finalmente, en cuanto a la procedencia de la reducción de la condena por equidad y los daños reclamados por la accionante (fs. 1171/vta.), los vicios e infracciones legales denunciadas no han sido debidamente fundadas mediante una crítica concreta, directa y eficaz de los motivos jurídicos esenciales brindados por la alzada (v. fs. 1094/1101 y 1101 vta.), por lo que deben ser desestimados ante su clara insuficiencia (art. 279 y su doctrina, C.P.C.C.; conf. C. 102.615, sent. del 11-II- 2009). 4. Siendo bastante lo expuesto, de conformidad con lo dictaminado por el señor Subprocurador General, el recurso deducido por el demandado debe ser rechazado, con costas (art. 289, C.P.C.C.). Voto por la negativa. A la primera cuestión planteada, el señor Juez doctor Soria dijo: 1. Adhiero al voto de la doctora Kogan, con las siguientes consideraciones adicionales. a. Conforme reza el art. 1113, en su segundo párrafo "[e]n cosas, el los dueño supuestos o de daños guardián, causados para con las eximirse de responsabilidad, deberá demostrar que de su parte no hubo culpa; pero si el daño hubiere sido causado por el riesgo o vicio de la cosa, sólo se eximirá total o parcialmente de responsabilidad acreditando la culpa de la víctima o de un tercero por quien no debe responder", añadiendo en su tercer párrafo que "[s]i la cosa hubiese sido usada contra la voluntad expresa o presunta del dueño o guardián, no será responsable". Así se fija la responsabilidad que pesa sobre el dueño y guardián de la cosa riesgosa o viciosa. b. La obligación del propietario y la del guardián, según una corriente de opinión, resulta "alternativas", esto es procede una o la otra, pero no las dos conjuntamente (en este sentido se pronuncia Orgaz, en “La culpa [actos ilícitos]”, 1970, ed. Lerner, pp. 184 y 209, a cuyo criterio adhiere Compagnucci de Caso, Rubén H., “El guardián en la responsabilidad por el hecho de las cosas”, 1981, ed. Lex, p. 111). En esta línea, 1113 del Código responsabilidad Civil "concurrente" se interpreta que el art. no siempre entre el consagra dueño y una guardián juzgándose que la mencionada norma alude al "dueño" pues casi siempre es el guardián jurídico de la cosa, de ahí que corresponda haberse su responsabilidad desprendido de ella si con es que no anterioridad acredita al hecho dañoso. Con otras palabras, si transfiere la posesión del bien, que oficia como presupuesto de la responsabilidad, y por ello no se sirve de la cosa, ni la mantiene a su cuidado y si el adquirente recibe legítimamente la posesión, es éste quien debe responder por los daños. El criterio hallaría respaldo en el empleo de la conjunción disyuntiva "o" inserta en el segundo párrafo del art. 1113. c. En cambio, otra interpretación de la cual participo considera que tanto el propietario como el guardián deben en principio responder frente a la víctima, y ésta puede accionar libremente contra cualquiera de ellos o contra ambos. La conjunción disyuntiva "o" de los sustantivos propietario y guardián supone que el dueño y el guardián pueden ser demandados por la totalidad de la reparación, aunque la causa del responder de cada uno sea por cierto diversa (en sentido coincidente se ha expedido esta Corte: Ac. 77.921, sent. de 19-II-2002; Ac. 39.866 sent. de 21-VI-1989 y Ac. 40.577, sent. de 5-XI-1996). Se jurídicas contacto está vinculadas son la en pero identidad presencia de diferentes, de acreedor dos cuyos y situaciones puntos objeto y de que difieren entre sí no sólo en el plano subjetivo (de los legitimados pasivos) sino en la causa o motivo determinante de la obligación de resarcir (Ac. 77.921, sent. de 19-II2002). La ley coloca al dueño y al guardián en pie de igualdad frente a la víctima, con el indiscutible propósito de darle la mayor tutela posible a los fines de reparar el daño que ha experimentado. El empleo de la locución "dueño" o "guardián" implica afirmar que la responsabilidad excede la situación de comprometiendo quien al utiliza o propietario. se Se sirve de reafirma la cosa, así la existencia de sujetos diferentes, responsables por separado y de manera autónoma. De allí que la acción que promueva el damnificado reclamo contra contra el uno de otro tales (v. sujetos, Pizarro, no excluye Ramón D., el “La responsabilidad por el riesgo o vicio de las cosas”, Bs. As., 1983, p. 425 y sgts., ídem, comentario al art. 1113 del C.C. en Bueres, Alberto J.-Highton, Elena I., “Código Civil y normas complementarias”, ob. cit., p. 539 y ss.). Siendo ello así, en orden a las previsiones contenidas en los arts. 1113, 2° párrafo, del Código Civil, el dueño responde por el daño causado por el riesgo o vicio de la cosa en su calidad de tal. El hecho de que el dómino o propietario responda como tal, y no por ser guardián, implica que incluso el "dueño no guardián" debe responder por los daños causados por el riesgo o vicio de la cosa, siempre -claro está- que no logre acreditar alguna de las causales de exención previstas en el citado art. 1113 (v. Kemelmajer de Carlucci, Aída, en Belluscio, Augusto- Zannoni, Eduardo, “Código Civil y leyes complementarias”, Bs. As., 1984, t. 5, com. art. 1113, p. 465). 2. Voto, en consecuencia, por la negativa. A la primera cuestión planteada, el señor Juez doctor Pettigiani dijo: Por compartir sus fundamentos, adhiero al voto de la doctora Kogan. Cuando el art. 1113 del Código Civil habla del dueño o guardián no ha hecho más que poner frente a la víctima dos responsables a los que ha individualizado por separado y de manera autónoma y que el uso de la conjunción "o" sólo está referida a la opción del damnificado para elegir al dueño o al guardián para ser demandado, pero la acción contra el uno no excluye la acción contra el otro (C. 90.418, sent. del 9-XII-2010). De esta forma, la responsabilidad que dicha norma pone en cabeza del dueño o guardián de la cosa no es subsidiaria ni excluyente sino conjunta o concurrente, sin que la presencia de uno de ellos obste al deber de resarcir del otro (art. 1113, 2da. parte del Cód. Civil; Ac. 40.577, sent. del 5-XI-1996, donde acompañara el voto del doctor San Martín, al que también adhirieron los restantes colegas intervinientes). Sin perjuicio de ello, posteriormente tuve oportunidad de ampliar dicha opinión, puntualizando que pueden verificarse ciertas circunstancias especiales en las que ello no acontece fatalmente así (L. 81.159, sent. del 27-XI-2002; L. 82.691, sent. del 19-IV-2006; etc.), pues existe la posibilidad de que en determinados supuestos, la responsabilidad registral, como del guardián ante la desplace a especificidad la del del titular régimen de locación de obra y la falta de recepción de la obra por parte del dueño de la misma (L. 82.798, sent. del 1-X2008), o cuando el ordenamiento jurídico permite expresamente al dueño liberarse de tal responsabilidad si acredita fehacientemente haberse desprendido de la cosa con antelación al hecho dañoso (Ac. 55.338, sent. del 29-IV1997, donde coincidiera con la posición del doctor Hitters en torno de la hermenéutica aplicable al art. 27, dec. ley 6582/1958; Ac. 67.593, sent. del 15-XII-1999; Ac. 65.396, sent. del 5-IV-2000; etc.), siendo el juez, en definitiva, quien tiene la posibilidad de analizar, conforme a esas circunstancias del pleito, si fue debidamente probado el total desdoblamiento de ambas condiciones y su eventual proyección en materia de responsabilidad (C. 97.900, sent. del 15-VII-2009; etc.). En el presente caso, tal como lo sostiene la colega que abre el acuerdo, no es posible hallar un nuevo supuesto de excepción a la regla general emanada del art. 1113, segunda parte del Código Civil. Es que la responsabilidad establecida en primer lugar sobre el dueño de la cosa, no lo es por el mero hecho de ser propietario de la misma, sino porque en razón de serlo, es el que ordinariamente se sirve de la cosa y tiene a su cargo el deber de vigilancia. En otros términos, el dueño responde en tanto "guardián" natural de la cosa y por el hecho de servirse de ella. Por consiguiente la idea de “servicio” en interés propio, es fundamental para caracterizar el responsable. Se presume así, salvo prueba en contrario, que el dueño es quien se sirve de la cosa, a él incumbe, para excusar su responsabilidad, la prueba de que el servicio autónomo pasó a otra persona, sea de hecho (ladrón, etc.). En segundo término el responsable es el guardián. Con este nombre la ley designa a la persona, propietaria o no, que tiene la cosa en su poder, con la facultad de dirección y de mando, aunque esta facultad no repose sobre un derecho (Ac. 93.898, sent. del 14-II-2007; C. 97.835, sent. del 4-XI2009). En tales términos, la guarda sobre los bienes comunes, como el ascensor, ejercida por el consorcio de propietarios (Ac. 79.517, sent. del 30-VI-2004), persona jurídica en los términos del art. 33 del Código Civil (S.C.B.A, 10-VIII-1971, ED 39-791), que posee a su cargo el cuidado y defensa de los intereses de la comunidad (L. 73.655, sent. del 21-XI-2001), resulta insusceptible de desplazar la responsabilidad que le cabe a los dueños de tales bienes, quienes de ordinario se sirven de la cosa. Por lo expuesto y prestando adhesión en lo restante al voto de la doctora Kogan, voto por la negativa. El señor Juez doctor de Lázzari, por los mismos fundamentos de la señora Jueza doctora Kogan, votó la primera cuestión también por la negativa. A la primera cuestión planteada, el señor Juez doctor Hitters dijo: I. Coincidiendo con la solución que propicia el primer voto, opino que el recurso no prospera. El recurrente principió por reseñar el contenido de la decisión en crisis. Reparó, en primer lugar, que allí se juzgó que el consorcio es un sujeto diferente de los copropietarios. Adunó luego que el a quo resolvió que la cosas comunes -en la especie, el ascensor- no integran el patrimonio del consorcio sino que dicha propiedad está en cabeza de los copropietarios y que la "guarda" de dicho objeto en el caso la ostentaba el aludido consorcio. a. A partir de allí el recurrente ensaya su primera crítica: esto es, que se ha violado el art. 1113 del Código consagrada Civil, en ese pues -afirma- dispositivo es la responsabilidad "alternativa" y no "concurrente". Ello así, continúa, siendo que el único que reviste el carácter de guardián es el consorcio, ha de ser él, el único responsable. Apontoca su tesis en la afirmación según la cual, "se encuentra en autos reconocido por el actor y definitivamente juzgado por la Cámara Departamental que, en el caso, el guardián de la cosa a la cual se le atribuye la generación adecuada del daño en reclamo, es una persona diferente de la de los copropietarios de las unidades funcionales (quienes tendrían el carácter de copropietarios de la misma)" (fs. 1159 y vta.). Ahora bien, más allá del acierto o error de la aludida argumentación, la crítica así formulada se desentiende de un aspecto trascendental de la decisión, cual es el carácter "relativo" que el a quo atribuyó a la diferenciación entre el consorcio y los copropietarios, en orden a la imposibilidad de que tal distinción trascienda al plano de la responsabilidad civil. En efecto. A fs. 1083 vta., la alzada reparó, trayendo a colación la opinión de Augusto Mario Morello a propósito del tema, quien no dejó de advertir (en JA, 1970-650) "el carácter instrumental de la personalidad jurídica en el asunto ya que ‘la separación cierta entre el consorcio y los condóminos es relativa'", precisamente, como lo advirtió la cámara, en torno a "la efectividad de la responsabilidad como real centro de gravedad". La pretensión recursiva choca de plano con el aludido argumento del sentenciante en relación al carácter "relativo" que atribuyó a la separación entre las personas que ostentan el carácter de dueño y guardián; y ello, precisamente en torno al tópico de la responsabilidad civil. Vale decir, entonces, que no existiendo en la lógica de la alzada una neta separación entre ambos sujetos de derecho en punto a la responsabilidad civil frente a terceros, no ha podido argumentarse -como lo intenta la pieza en tratamiento- acerca del carácter excluyente o concurrente del deber de responder que pesa sobre ambos sujetos. Así, este tramo del embate debió rebatir liminarmente tal argumento, que se alza como un obstáculo insalvable a la tesis que postula. No habiéndose cumplido con esa carga, ha de concluirse en la improcedencia del agravio en tratamiento (art. 289 del C.P.C.C.). b. En segundo lugar el recurrente denuncia infracción -afirma- la condóminos vta./1061 doctrina del art. acción no es vta.). que 1113 que del ostenta directa, Funda Código su la sino víctima subsidiaria agravio individualiza, Civil, en la elaborada en en tanto frente los (fs. 1060 opinión de la torno a la aplicación analógica al caso de lo dispuesto en el art. 1713 del Código Civil. Este tramo del embate tampoco puede prosperar, en tanto importa discrepar con la labor de subsunción elaborada en las instancias de grado y que -a tenor de lo resuelto por la decisión en crisis- arriba firme a esta sede extraordinaria. En efecto, a fs. 1088 y vta., el a quo luego de precisar que el caso encuadra en lo normado en el art. 1113 segunda parte, segundo párrafo de la ley sustantiva- aludió a que "las generales y vagas críticas que sobre el punto se deslizan, no resultan idóneas para enervar el encuadramiento y consiguiente tratamiento dado, máxime cuando los recurrentes no se hacen cargo de la plataforma fáctica sobre la que se edifica el fallo". Vale decir entonces, que no controvertido eficaz y oportunamente el encuadramiento legal del caso, el quejoso no ha podido renovar en esta instancia el debate sobre aquella subsunción, propiciando que el hecho sea juzgado a la luz de una norma distinta a la fijada con carácter firme. En todo caso, debió argumentar su petición a la luz de la norma cuya aplicación al caso -y a esta altura de discusión la (el controversiaart. 1113 del ya no Código resulta Civil) de en posible lugar de acudir a un dispositivo diferente. El incumplimiento de esta carga, sella la suerte adversa de esta parcela del recurso (art. 289 del C.P.C.C.). c. Sobre la misma base, he de propiciar la desestimación de los agravios mediante los cuales pretende calificar de riesgosa a "la puerta" y no al "ascensor" (fs. 1162/1163 vta.), así como el que atañe a lo que considera la "múltiple factura del nexo causal" (fs. 1165/1175vta.), máxime cuando la discusión de dichos capítulos de hecho -a más de requerir la previa descalificación del fallo acerca de la aludida insuficiente impugnación ante la Cámara- refieren al ejercicio de potestades que ostenta el tribunal de grado en carácter privativo, salvo eficaz denuncia y demostración de absurdo, carga que tampoco fue satisfecha por la pieza en tratamiento (art. 289 del C.P.C.C.). d. Por último, la denunciada absurdidad por inversión de la carga probatoria del vicio de la cosa, parte de una deslectura del dispositivo recurrido. En efecto, el quejoso se agravia sosteniendo que la alzada, luego de admitir que el vicio de la cosa no fue acreditado, hace lugar igualmente a la acción sobre la base del art. 1113 del Código Civil. Afirma así, que "en el fallo se reconoce expresamente que, en el caso, el actor ha omitido la carga de la prueba de un hecho fundamental sobre el cual ha basado su pretensión. No ha probado la existencia de vicio o defecto en la puerta del ascensor al cual ha atribuido en la demanda la causación del daño, incumpliendo de tal modo con la preceptiva del art. 375 del C.P.C.C." (fs. 1164). Sin embargo y amén de que -insisto- se trata este de un capítulo que llegó firme a la segunda instancia he de señalar que, en rigor, la cámara no fundó la responsabilidad en el vicio o defecto de la cosa -como sugiere el quejoso- sino en el carácter riesgoso de la misma. En tal sentido, rememoró doctrina y jurisprudencia que advierten personas acerca es tan horizontal", en de que peligroso, "el sino relación a traslado más, los que casos, vertical el de traslado generalmente analizados, de "caídas por el hueco del aparato ante la falta de cabina por producirse la apertura de la o las puertas pese a esa ausencia" (fs. 1086) y a la presencia de "un riesgo específico, por pertenecer a determinadas especies de cosas; intrínseco, es decir no condicionado por circunstancias extrañas o distintas de su naturaleza y destino corriente" (fs. 1087). Sin descartar que "claro está, a menudo, también habrá demostración de la existencia de vicios" (fs. 1087 vta.). Lo expuesto resulta suficiente para dar respuesta negativa a la crítica en tratamiento (art. 289 del C.P.C.C.). II. En consecuencia y de conformidad a las precisiones que anteceden, pienso que ha de desestimarse el recuro extraordinario en tratamiento, con costas (arts. 68 y 289 del C.P.C.C.). Voto por la negativa. A la segunda cuestión planteada, la señora Jueza doctora Kogan dijo: 1. La parte actora interpuso recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley contra el mismo pronunciamiento (fs. 1173/1183), alegando la infracción de los arts. 1109, 1113, 1121 y 1135 del Código Civil y 8 de la ley 13.512, al establecer que la responsabilidad de los consorcistas es simplemente mancomunada. En subsidio, aduce el apartamiento del principio de la personalidad de la apelación, con violación de los arts. 623, 699, 705, 706, 716 y 717 del Código Civil y 266 del Código Procesal Civil y Comercial (fs. 1175 vta.). Se agravia asimismo porque el tribunal de alzada reduce el monto de la indemnización por incapacidad sobreviviente. Afirma que incurre en absurdo y vulnera lo dispuesto en los arts. 1068, 1069 y 1086 del Código Civil y 474 del Código ritual (fs. 1175 vta./1176). 2. El recurso no puede prosperar. 2.a) En cuanto a la responsabilidad de los copropietarios entre sí, liminarmente considero necesario diferenciar, por un lado, la naturaleza "concurrente" de la obligación a la que fueron condenados el Consorcio en su carácter de guardián de la cosa y los propietarios de las unidades funcionales por ser dueños de la cosa de uso común (art. 2, ley 13.512; fs. 1377/vta.; conf. C.S.J.N., Fallos: 307:1507, 312:2481 y causa "Fabro, Víctor y otra contra Provincia de Río Negro y otros", sent. del 9-XI-2000) y por otro, la naturaleza de los condóminos entre si, situación ahora en examen. Sentado lo expuesto, corresponde entonces determinar si los condóminos responden en forma solidaria o simplemente mancomunada por su calidad de dueños del ascensor con todos sus complementos -vgr. las puertas y sus dispositivos mecánicos-. Al respecto entiendo que cuando la cosa que ha ocasionado el daño pertenece a varios condóminos, la medida de la obligación de responder está dada en proporción a su interés en la cosa (conf. Borda, Guillermo A., “Tratado de Derecho Civil Argentino, Obligaciones”, Abeledo Perrot, 1998, t. II, n. 1473; v. también Pizarro, Ramón D., en Alberto J. Bueres y Elena I. Highton, “Código Civil y normas jurisprudencial”, complementarias. t. 3A, arts. Análisis 1066/1116, doctrinario y Obligaciones, Hammurabi, pp. 522/523). Esta solución interpretativa es la que se corresponde más adecuadamente con la naturaleza del derecho real de condominio (arts. 2673, 2675, 2676, 2685, 2686, 2687, 2688 y concs., Código Civil) y con las restantes normas jurídicas de responsabilidad civil consagradas en el Código de fondo. En efecto, el art. 1121 del Código Civil dispone que cuando el hotel o casa pública de hospedaje perteneciera a dos o más dueños o si el buque tuviere dos capitanes o patrones, o fuesen dos o más los padres de familia o inquilinos de la casa, no responderán solidariamente sino en proporción a la parte que tuvieren; igual solución establece el art. 1135 para el caso de copropiedad de un edificio en ruinas. Como dice Borda, las citadas disposiciones son de clara aplicación analógica a nuestro caso (art. 16, Cód. Civil), pues no se ve razón para dar una solución distinta al supuesto de cosas inanimadas. Este razonamiento no es incompatible con el principio de la solidaridad entre los coautores de un cuasidelito, porque aquí no se trata de un supuesto de coautoría, sino de responsabilidad objetiva derivada de la propiedad o guarda de una cosa (art. 1113, 2do. párr., 2da. parte, Cód. Civ.; Borda, op. cit.). En virtud de ello, considero que el fallo debe ser confirmado en este sentido. 2.b) En orden a la violación del principio de la personalidad de la apelación por haberse extendido la condena a los litisconsortes que consintieron la sentencia de primera instancia -que lo hacía solidariamente-, disponiéndose el régimen de las obligaciones mancomunadas simples (fs. 1179 vta./1180 y ss.), al igual que lo dictaminado por el señor Subprocurador General, entiendo que las normas de forma no pueden prevalecer por sobre las de fondo que rigen la relación sustancial, pues la regla mencionada condena debe ceder indivisible o cuando el solidaria o decisorio cuando impone los una obligados resultan condenados in solidum de los recursos (o como en el caso, de una cosa de uso común; arts. 2, ley 13.512 y 2673, 2687, 2688 y concs., Cód. Civ.), casos en que renace el criterio romano-canónico del beneficio comuni remedii en el sentido que el alzamiento de un colitigante producía efectos para todos los litisconsortes (conf. voto del doctor Hitters causas Ac. 63.968, sent. del 15-VI-1999; Ac. 77.121, sent. del 27-XII-2001; C. 92.176, sent. del 13VIII-2008). En el caso, ante las particularidades de las responsabilidades analizadas, no cabe sino extender a todos los sujetos involucrados en la litis las modificaciones introducidas por la alzada, con el sentido ahora señalado, pues resultaría irrazonable y hasta escandaloso mantener soluciones diferentes frente a un mismo hecho litigioso, con contornos tan especiales como lo es la responsabilidad objetiva concurrente del Consorcio y de los copropietarios y mancomunada de los comuneros entre sí, para personas que se hallan en condiciones semejantes (doct. arts. 16, Const. nac. y 11, Const. prov.). 2.c.) En lo atinente a la indemnización del daño por incapacidad sobreviniente (fs. 1181 vta./1183), la impugnante controvierte la decisión de la Cámara que dispuso reducir el monto, apreciando -a su entender- que no se ha valorado la totalidad de las circunstancias comprobadas en la causa que concurren para la tarifación del daño. A mi modo de ver, las razones expuestas por la actora no superan el nivel de una mera discrepancia personal y subjetiva, insuficiente para revertir la suerte del pronunciamiento adoptado por los jueces de grado en ejercicio de sus facultades privativas (fs. 1379; art. 279, C.P.C.C.). Ha resuelto en forma reiterada este Tribunal que la cuantificación de los perjuicios constituye una cuestión de hecho y como tal sólo puede ser analizada en sede extraordinaria cuando la prerrogativa de los jueces de la instancia ordinaria no ha sido ejercida con la necesaria prudencia y el grado razonable de acierto que debe imperar en todo mediado pronunciamiento absurdo (arts. judicial, 1068 y es 1086, decir, Cód. cuando Civil y ha 384, C.P.C.C.; conf. causas Ac. 95.628, sent. del 23-V-2007; C. 102.346, sent. del 13-V-2009). En la especie, estimo que el fallo no ha incurrido en este vicio. En efecto, para apreciar la medida del importe indemnizatorio incapacidad, tuvo en otorgado cuenta por distintos el rubro criterios (cualitativas y cuantitativas), la prueba pericial rendida, la gravedad y repercusión de las lesiones y secuelas en todas las esferas de la vida y sus genéricas potenciales económicas para el futuro (v. fs. 1097/1099), lo que no permite apreciar circunstancias determinación una burda ponderación fáctico-probatorias del daño sufrido de (conf. la de causa las en C.S.J.N., la Fallos: 308:1109; 315:2834; 316:2774; 318:1715; 320:1361; 321:1124; 322:1792, 2002 y 2658; 325:1156; 326:847; 329:4944). Desde otro punto de vista, debe recordarse como se ha anticipado- que disentir con lo resuelto por la Cámara no es base idónea de agravios, ni configura absurdo que dé lugar al recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley, pues dicha anomalía queda configurada cuando media demostración cabal de su existencia, pues sólo el error palmario y fundamental autoriza la apertura de esta instancia para el examen de las cuestiones de hecho (conf. Ac. 42.965, sent. del 27-XI-1990; Ac. 52.974, sent. del 3V-1995; C. 101.239, sent. del 20-II-2008; C. 94.847, sent. del 29-IV-2009). 3. Por ello, en coincidencia con lo dictaminado por el señor Subprocurador General, corresponde rechazar el recurso deducido por la actora; con costas por su calidad de vencida (arts. 68 y 289, C.P.C.C.). Voto por la negativa. A la segunda cuestión planteada el señor Juez doctor Soria dijo: Por las razones expuestas por la doctora Kogan en los puntos 2, aps. a y c de su voto -al que adhiero en tal parcela- corresponde desestimar las quejas relativas a la extensión y cuantía de la responsabilidad debatida en autos. Por lo demás, si bien no adherí a la postura mayoritaria de esta Corte in re "Ocon", causa C. 96.831, fallada el 14 de abril de 2010, es lo cierto que, en supuestos análogos al presente, se resolvió la extensión de la decisión incluso en relación a la parte que no impugnó el pronunciamiento. Por consiguiente, han de rechazarse los embates planteados por la parte actora en tal sentido. Voto por la negativa. El señor Juez doctor Pettigiani, por los mismos fundamentos de la señora Jueza doctora Kogan, votó la segunda cuestión también por la negativa. A la segunda cuestión planteada, el señor Juez doctor de Lázzari dijo: Adhiero al voto de mi distinguida colega, doctora Kogan, con la salvedad de lo expuesto en el punto 2.b). En efecto, como sostuve en la causa C. 96.831 ("Ocon", sent. del 14-IV-2010), recordando mis votos en las causas Ac. 77.121 ("Álvarez", sent. del 27-XII- 2001); Ac. 62.638 (“Retondini”, sent. del 31-III-1998) y Ac. 63.968 ("Gómez”, sent. del 15-VI-1999), entiendo que por aplicación del principio de la personalidad de la apelación, debe reputarse firme la condena impuesta a uno de los obligados in solidum, sin que importe la suerte de la apelación de otro obligado de igual tipo. Como señala Fairén Guillén, si se renuncia a la impugnación queda atrás una situación formada por la sentencia o la resolución que puso fin al tracto procedimental anterior ("Estudios de Derecho Procesal", pp. 609/610). Tal aserto continuar en pie no las se desmerece defensas por el introducidas hecho por de otro legitimado pasivo, y ello porque en nuestro sistema legal rige el principio de la personalidad del recurso, según el cual el alzamiento deducido aprovecha únicamente a la persona que lo ha interpuesto. Al respecto, expresa Costa (El recurso ordinario de apelación en el proceso civil, pp. 58/59) que no pueden ser impuestos los resultados a quien no ha querido deducir un recurso, porque el mecanismo judicial en lo que hace al proceso civil- sólo se mueve a impulso de la actividad autoriza a privada (principio sobreponerse a los dispositivo) intereses y propios nada de las partes. En tal sentido, toda sentencia goza de una presunción de verdad; con ella el Estado llena su función de administrar justicia y sus resultados deben tenerse en consecuencia por firmes y definitivos con respecto a quienes la han aceptado. Esto no perjudica a los apelantes, quienes podrán invocar las ventajas que logren en la instancia superior, en uso de un derecho personal concedido en su exclusivo beneficio y lo que de mejor manera armoniza con el concepto actual del recurso, que lo concibe como un instrumento de control de la sentencia, con carácter restrictivo, de manera que el que no ejerce el derecho no puede invocar los beneficios. Y, aunque de esta forma pueda sentencias destaca contradictorias Couture, el en prestigio un mismo del llegarse a litigio, principio de como la personalidad no disminuye. La razón, dice, no es tanto de carácter lógico como sistemático, puesto que sus fundamentos se hallan esparcidos a lo largo de todos los principios del derecho procesal civil. En primer término, el de que la voluntad crea y extingue derechos, que significa que quien, mediante un acto deliberado, consintió la sentencia por considerarla justa, ha quedado ligado definitivamente por ese voluntario consentimiento. Por otra parte, nada excluye en derecho la posibilidad de sentencias contradictorias; las propias evoluciones de la jurisprudencia demuestran que este riesgo es connatural con el concepto de cosa juzgada. En tercer lugar (atendiendo a los principios propios de la apelación): el tribunal superior no tiene más poderes que los que le ha asignado el recurso introducido y nada le autoriza a cambiar la parte de la sentencia que desecha una demanda si no ha mediado recurso a ese respecto (conf. "Fundamentos del Derecho Procesal Civil"). Se me dirá que estas enseñanzas del maestro uruguayo (como él mismo lo dice) no se aplican a los casos en que la condena resulta una obligación solidaria. A ello he de oponer que tal salvedad no se traslada a los casos de obligaciones in solidum (es decir, aquéllas en las que todos los deudores son responsables por la totalidad de lo adeudado, aunque sea por títulos diferentes). Tal lo que ocurre en el presente, donde concurren la responsabilidad del Consorcio de Propietarios del Edificio Leandro Alem n° 10 de la ciudad copropietarios de de las General Arenales unidades con funcionales, la de los hallándose ambas partes obligadas a indemnizar todas las consecuencias perjudiciales causadas (conf. Cazeaux-Trigo Represas, "Derecho de las obligaciones", T. II, pp. 75/81, con cita de Demolombe, De Gásperi, Busso y Borda). Por otra parte, el principio consagrado en nuestro Código procesal es el de la personalidad de la apelación (art. 266, C.P.C.C.) y en función de él sólo se autoriza al tribunal de alzada a examinar las cuestiones "que hubieran sido materia de agravios". Como señala Loutayf Ranea ("El recurso ordinario de apelación en el proceso civil", t. 1, p. 85 y ss.), ello debe ser interpretado como que el interés que habilita la apelación debe ser personal del recurrente, derivándose de ello que, cuando se acciona por daños y perjuicios y media un litisconsorcio y uno de los codemandados apeló la sentencia de primera instancia y obtuvo una reducción en la condena, mientras que al otro se le declaró desierto el recurso, éste no puede ampararse en tal reducción, pues el recurso interpuesto contra la sentencia sólo beneficia a quien lo deduce (cita un pronunciamiento de la Cámara de Apelación Primera en lo Civil y Comercial de Mercedes, publicado "La Ley", 1975-B-641). Y continúa expresando: "En los supuestos de daños tránsito, y la considerarse perjuicios provocados situación independiente de de por cada la un accidente litisconsorte de los demás, de puede en el sentido de que la situación de cualquiera de ellos puede tener un desenlace eficaz con prescindencia de lo que ocurra a los otros, cada uno debe buscar a través de la apelación el reconocimiento del derecho a su favor o de la inexistencia de un derecho a favor de la contraparte. Quienes hayan apelado y obtenido una sentencia favorable en la apelación podrán gozar de su derecho, los que no hayan apelado quedarán con la solución propuesta por la sentencia en grado" (cit., p. 102 y ss.). De allí que "cabe concluir que la apelada sentencia por de alguno primera de los instancia que litisconsortes no ha ha sido pasado en autoridad de cosa juzgada a su respecto y por lo tanto la apelación deducida por otro u otros litisconsortes no beneficia a los que no han apelado" (cit., p. 105). Agrego por mi parte que extender los beneficios de la nueva resolución a quien no ha recurrido contra la anterior implicaría no sólo un apartamiento del principio de congruencia sino que, además, constituiría una reformatio modificadas in pejus sus respecto expectativas del sin apelado que le quien vería hubiera sido dirigido ataque alguno. En resumen, en la relación que emerge de la pretensión incoada por el actor contra el demandado, la sentencia que condena a este último ha pasado en autoridad de cosa juzgada, es decir, posee la autoridad y la eficacia suficiente para convertir lo sentenciado en inimpugnable, inmodificable y coercible. En ningún caso, ni de oficio ni a petición de partes, este órgano jurisdiccional o cualquier otro podrá alterar los términos de un fallo así inconmovible, porque -recordemos- el derecho reconocido por una decisión pasada en autoridad de cosa juzgada constituye un bien que se incorpora al patrimonio del beneficiario del pronunciamiento y del cual no puede ser privado sin mengua del precepto constitucional que asegura la inviolabilidad de la propiedad. Con los límites que dejo expuestos, doy mi voto por la afirmativa. El señor Juez doctor Hitters, por los mismos fundamentos de la señora Jueza doctora Kogan, votó la segunda cuestión también por la negativa. Con lo que terminó el acuerdo, dictándose la siguiente S E N T E N C I A Por lo expuesto en el acuerdo que antecede, de conformidad Subprocurador recursos con General, lo por extraordinarios interpuestos. Las dictaminado costas de se mayoría, por se el rechazan inaplicabilidad imponen a señor los de los ley recurrentes vencidos (art. 289, C.P.C.C.). El depósito previo de $ 6.396 efectuado a fs. 1155 queda perdido (art. 294, C.P.C.C.), debiendo el tribunal dar cumplimiento a lo dispuesto por los arts. 6 y 7 de la Resolución 425/2002 (texto Resol. 870/2002). Regístrese, notifíquese y devuélvase. EDUARDO NESTOR DE LAZZARI DANIEL FERNANDO SORIA HILDA KOGAN JUAN CARLOS HITTERS EDUARDO JULIO PETTIGIANI CARLOS E. CAMPS Secretario