1 Las cortes supremas provinciales y su lealtad con la Corte Suprema Nacional y con la Corte Interamericana de Derechos Humanos 1. María Gabriela Abalos2 SUMARIO. I. Introducción. II. El poder judicial: órgano político. III. La Corte Suprema de Justicia Nacional y su rol institucional. El activismo judicial y el valor de los precedentes. IV. El control de convencionalidad y su impacto en los tribunales provinciales. V. Algunas conclusiones. I. Introducción A. A poco más de treinta años de transición democrática y veinte de la reforma constitucional de 1994, las cuestiones vinculadas al Poder Judicial y al ejercicio por su parte del control de constitucionalidad y de convencionalidad revisten gran importancia por el impacto que producen en la dinámica de la vida democrática. En términos generales la democracia representativa supone cuerpos políticos elegidos directa o indirectamente por el pueblo y que actúan en el marco institucional que les define la propia Constitución. Dentro de esta concepción, el Poder Judicial aparece como aquel órgano que en general no responde a este tipo de procedimiento de legitimación. Sus miembros no son elegidos por la voluntad popular, es un poder de la Constitución que se legitima, mas que a través de los títulos de origen de sus integrantes, por medio de la función que ejerce, controlando la constitucionalidad de las leyes y de los actos de gobierno y administración. En este sentido, muchos subrayan su condición de poder contramayoritario. Frente a esta concepción, se pone de manifiesto que los jueces integran uno de los órganos que la Constitución establece en función del equilibrio entre todos los poderes del Estado. La Norma Suprema les confía el resguardo de la 1 El presente trabajo se basa en la disertación expuesta en las XIII Jornadas Argentinas de Derecho Procesal Constitucional, organizadas por el Centro Argentino de Derecho Procesal Constitucional y la Universidad Austral, en la sede de dicha Universidad, en Buenos Aires los días 8 y 9 de mayo de 2014. 2 Doctora en Ciencias Jurídicas y Sociales. Magister en Magistratura y Gestión Judicial. Especialista en Docencia Universitaria. Profesora de Derecho Constitucional y de Derecho Público Provincial y Municipal en las Facultades de Derecho de las Universidades de Mendoza y Nacional de Cuyo. Miembro titular del Instituto Argentino de Estudios Constitucionales y Políticos. Miembro y vocal del Comité Ejecutivo de la Asociación Argentina de Derecho Constitucional. Juez del Tercer Tribunal Tributario de Mendoza, Argentina. [email protected] 2 legalidad y la primacía de los preceptos constitucionales por sobre cualquier otra fuente del derecho; y que en su evolución, al crecimiento de los otros poderes ha correspondido un correlativo ensanchamiento de las misiones jurisdiccionales. En este sentido se sostiene que el Poder Judicial no es menos democrático que los "poderes políticos". Aunque la selección, nominación y designación de sus miembros no se realice a través de mecanismos electorales, su legitimidad proviene tanto de la forma, método y procedimientos formales y materiales empleados en el proceso de toma de sus decisiones como además, en la receptividad y acatamiento de las mismas por la comunidad. B. En este contexto el propósito central del trabajo es analizar en particular el rol de la Corte Suprema de Justicia en el marco del sistema constitucional del poder, revisar su posicionamiento frente a los actores y al desenvolvimiento del proceso democrático y la incidencia de sus precedentes en los superiores tribunales provinciales. Para ello es fundamental tener en cuenta dos vertientes, por un lado, el comportamiento de los superiores tribunales frente a los pronunciamientos de la Corte Suprema en ejercicio del control de constitucionalidad, como último intérprete de la Constitución Nacional y garantizando la suprema de dicha norma. Y por otro lado, frente a los alcances del control de convencionalidad, tal como lo ha receptado la Corte Suprema argentina, a partir de la reforma constitucional de 1994, consolidando la supremacía del Pacto de San José de Costa Rica por sobre el ordenamiento nacional y en esa inteligencia, la condición de interprete final de tal instrumento internacional en cabeza de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Frente a ello aportaré algunas reflexiones sobre el alcance y valor de los precedentes de la Corte Suprema tanto en su efecto horizontal, es decir, en relación con sus decisiones posteriores, como en su efecto vertical, intentando dar respuesta al interrogante en torno al grado y nivel de lealtad que deben guardar los superiores tribunales provinciales. II. El Poder Judicial: órgano político. A.La Constitución Nacional consagra un poder específico dentro de la estructura del Estado para asumir la función judicial, teniendo en sus manos la importantísima tarea de declarar la inconstitucionalidad de las leyes, actos y 3 normas y así controlar a los otros dos poderes del Estado. El Poder Judicial aparece como un órgano constitucional, complejo y especializado. Es constitucional por hallarse expresamente consagrado en la Constitución formal, es complejo tanto en virtud de la estructura orgánico – funcional (art. 108 C. Nac.) como de la organización federal del Estado (art. 5 C.Nac.), y es especializado en cuanto tiene a su cargo la administración de justicia sometida al principio de legalidad dentro del marco constitucional 3. De modo gradual, el Poder Judicial ha ido desempeñando un papel preponderante en la formación y en la realización completa del proceso que conforma el acto de poder político, revistiendo capital importancia la función de desenvolvimiento y aplicación de la norma como expresión del mandato político. Por encima del esquema de Montesquieu, Oyhanarte, advierte que se hace visible la presencia de otras dos funciones, la gubernamental y la de control. La función gubernamental consiste primordialmente en el trazado de una política global y en la adopción de las decisiones fundamentales destinadas a realizarlas y esta función es de ejercicio compartido por miembros de los tres órganos superiores del Estado: el Poder Ejecutivo la realiza cuando se desempeña como un centro de comando rápido, informado y verdaderamente eficaz. El Poder Legislativo, por medio de sus mayorías que cohesionadas permitan la gestión del Ejecutivo. Y el Poder Judicial, favoreciendo la viabilidad de la política por medio de las sentencias. En cuanto a la función de control, debe ser atribuida a los jueces y a las minorías legislativas 4. De esta forma, la función judicial es de fundamental jerarquía porque está en la etapa de la aplicación de la ley, que es cuando ésta realmente se hace derecho y justicia al singularizarse en los casos concretos. La Corte Suprema se ha referido reiteradamente a la importancia de la función judicial, por ejemplo cuando afirmó que "la jurisprudencia tiene valor análogo al de la 3 Juan Fernando Segovia; “La independencia del Poder Judicial y el Estado de Derecho”; en Dardo Pérez Guilhou y otros; “El Poder Judicial”; Instituto Argentino de Estudios Constitucionales y Políticos; Ed. Depalma; Bs.As.; 1989; pág. 145. 4 Julio Oyhanarte; “Poder político y cambio estructural”; Ed. Paidos; Bs.As.; 1969; pág. 60. Recuerda este autor que es necesario, sin embargo, reconocer que el rol preponderante corresponde al Ejecutivo, pero que éste, no podría actuar sin apoyo legislativo, y en última instancia sus decisiones, para tener estabilidad definitiva, requieren de la viabilidad que les presta la Corte. Insiste en la necesidad de asegurar una mayoría legislativa que se integre con el Ejecutivo para el ejercicio cohesionado de la función gubernamental. 4 ley; no es una norma nueva, sino la norma interpretada cumpliendo su función rectora en el caso concreto que la sentencia decide" 5. Ya Alberdi, en las Bases, había dicho que "la ley, la Constitución, el gobierno, son palabras vacías, si no se reducen a hechos por la mano del juez, que en último resultado, es quien los hace realidad o mentira”6. B. Por su parte, el constitucionalismo norteamericano influye en la organización y función de la tríada de los órganos de poder, donde el órgano judicial desempeña un papel fundamental. Pérez Guilhou rescata la vieja tradición inglesa que se continuaba en el régimen de las colonias, donde el juez y el legislador tenían ambos formidable poder en unas funciones. En la Inglaterra de 1776, cuando comenzó la guerra de las colonias, el juez ya estaba subordinado al legislador como lo pinta Montesquieu, pero en América no era así y por eso no va a resultar difícil consagrar el control jurisdiccional de constitucionalidad. En Estados Unidos siguió en pie la mezcla de funciones judiciales y políticas. El poder judicial para declarar qué es la ley se convirtió en el poder judicial- legislativo mixto que dice a la legislatura qué no puede ser la ley7. En este contexto será la Corte norteamericana presidida por el juez Marshall, la que explícitamente sostendrá en 1803 en el caso “Marbury vs Madison” el poder de los jueces de revisar las leyes del Congreso si no se conforman con la Constitución. Pocos años después, en 1810 en el caso “Fletcher vs Peck” extendió ese poder de control a las leyes locales que no se conciliaran con la Constitución8 5 CSJN. "Cía. de Electricidad de los Andes S.A. c. Municipalidad de Mendoza" el 27 de diciembre de 1944. (LL. 37-517). 6 Juan Bautista Alberdi; “Bases y puntos de partida para la organización política de la República Argentina”; Ed. Francisco Cruz; Bs.As.; 1914; cap. XVI; pág. 95. 7 Alexis de Tocqueville escribe, al comenzar su estudio sobre Estados Unidos que “Lo que más le cuesta comprender a un extranjero en los Estados Unidos es la organización judicial. NO hay, por así decirlo, acontecimiento político en el que no se oiga invocar la autoridad del juez, deduciendo de ello, naturalmente, que en los Estados Unidos, el juez es una de las primeras fuerzas políticas”…”Este solo hecho es la causa: los americanos han reconocido a los jueces el derecho de fundamentar sus decisiones en la Constitución más que en las leyes, En otros términos, se les permite la no aplicación de las leyes que les parezcan inconstitucionales” (cfr. Alexis de Tocqueville: “La democracia en América”. trad. D. Sanchez de Aleu. Alianza Editorial; Madrid; 1980; Vol. 1; Cap. VI. Pags. 93 y 94. Un comentario sobre el sistema en Dardo Pérez Guilhou; “El Poder Judicial: órgano político y estamental”; en Dardo Pérez Guilhou y otros; “El Poder Judicial”; Instituto Argentino de Estudios Constitucionales y Políticos; ob.cit.; pág. 83. Continúa el autor refiriendo que “Por ello no hay que sorprenderse que en la Convención de Filadelfia de 1787, de los treinta y un abogados que había entre sus cincuenta y cinco delegados, diecisiete de ellos fueran partidarios del control jurisdiccional de constitucionalidad. Es que éstos se habían desempeñado como jueces”. 8 Jorge Vanossi; “Teoría constitucional”; tomo II; 2da. Ed. Actualizada; Ed. Depalma; Bs.As.; 5 Esta creación doctrinal de la Corte norteamericana que le da un formidable poder político tuvo que ver también con una necesidad histórica. Luego de la revolución de 1776 hasta que se dictó la Constitución de 1787 se produjo un proceso revolucionario en los estados locales que amenazaba con poner en peligro los resultados de la guerra de la independencia. De ahí la necesidad de contar con un tribunal superior que, hiciera respetar el orden nacional, la Constitución asegurando su supremacía sobre las decisiones de las legislaturas locales9. Nuestro país tomó los lineamientos norteamericanos de la doctrina del control de constitucionalidad, lo cual otorgo al Poder Judicial una herramienta formidable. En el sistema constitucional argentino es uno de los poderes del Estado y su principal función es operar como garantía de los derechos o libertades de las personas. Para el primer aspecto valen, sin lugar a dudas, las palabras de Oyhanarte cuando hace participar a los jueces en la función gubernamental, y en especial la Corte Suprema cuando desempeña una elevada función política pues sin su exequátur las decisiones políticas fundaméntales no tienen posibilidad de materializarse. Como afirma Loewenstein, “el control de constitucionalidad es, esencialmente, control político y cuando se impone frente a los detentadores del poder es en realidad una decisión política. Cuando los tribunales proclaman y ejercen su derecho de control dejan de ser órganos encargados de ejecutar la decisión política y se convierten por propio derecho en un detentador del poder semejante, cuando no superior, a los otros detentadores del poder instituído” 10. C. Una visión actual de la función judicial requiere analizar la influencia y aportes del constitucionalismo contemporáneo o neoconstitucionalismo 11. Carbonell sostiene que el neoconstitucionalismo pretende explicar un conjunto de textos constitucionales que comienzan a regir después de la segunda guerra 2000; pág. 82. Ver entre otros a Maximiliano Toricelli; “El sistema de control constitucional argentino”; Ed. Lexis Nexis; Bs.As.; 2002; Juan Vicente Sola; “Control judicial de constitucionalidad”; Ed. Lexis Nexis; Bs.As.2006; Ricardo Haro; “Control de constitucionalidad”; 2da.edic.; Ed. Zavalia; Bs.As.; 2008; Jorge Bercholc; “La independencia de la Corte Suprema a través del control de constitucionalidad”; Ed. Ediar; Bs.As.; 2004. 9 Alberto B. Bianchi; “Historia constitucional de los Estados Unidos”; Ed. Cathedra Jurídica; tomo I; Bs.As.; 2008. 10 Carl Loewenstein; “Teoría de la constitución”; Ed. Ariel; Barcelona; 1965; pág. 209. 11 Alfonso Santiago (h); “Sistema jurídico, teoría del derecho y rol de los jueces: las novedades del neoconstitucionalismo”,Díkaion, Vol. 22, Núm. 17, diciembre, 2008, pp. 131-155; Universidad de La Sabana; Colombia. 6 mundial y sobre todo a partir de los años setenta del siglo XX, se trata de Constituciones que no se limitan a establecer competencias o a separar a los poderes públicos sino que contienen altos niveles de normas materiales o sustantivas que condicionan la actuación del Estado por medio de la ordenación de ciertos fines y objetivos, como son las Constitución Española de 1978, la brasileña de 1988 y la colombiana de 1991 12. A juicio de los autores que se inscriben en la perspectiva del neo constitucionalismo, aparece un nuevo modelo de organización jurídico político o de Estado de derecho, una teoría del derecho requerida para explicar dicho modelo. El neoconstitucionalismo incorpora incluso una filosofía política orientada a la legitimación de lo que denomina el Estado constitucional de derecho13. Las innovaciones teóricas de los nuevos enfoques inciden a su vez en la práctica jurisprudencial de muchos tribunales y cortes constitucionales. Surgen nuevos parámetros y técnicas interpretativos que incorporan la importancia de los principios constitucionales y técnicas orientadas a administrar sus conflictos, tales como la ponderación, la proporcionalidad, la razonabilidad, la maximización de los efectos normativos de los derechos fundamentales, etc. A ello se suman desarrollos teóricos novedosos que no solamente sirven para explicar un fenómeno jurídico sino para crearlo. Los aportes de Dworkin, Alexy, Zagrebelsky, Prieto Sanchís, Ferrajoli han servido para comprender las nuevas constituciones y también a crearlas. Carbonell hace mención a la influencia de Alexy en la jurisprudencia de la Corte Constitucional de Colombia, Ferrajoli en la Suprema Corte de México, Zagrebelsky y su incidencia como magistrado de la Corte Constitucional italiana. Las nuevas perspectivas teóricas y metodológicas nacen y se desarrollan en el contexto de cambios profundas en las prácticas constitucionales. En relación con el Poder Judicial se destacan las siguientes notas: 1. El protagonismo social creciente de los poderes judiciales. 2. El avance del poder judicial sobre las llamadas cuestiones políticas y la expansión 12 Miguel Carbonell; “El Neoconstitucionalismo en su Laberinto” en “Teoría del Neoconstitucionalismo”; Ed. Trotta; Madrid; 2007; págs.9/10. También del mismo autor; “El nuevo tiempo para el Constitucionalismo”, en Neoconstitucionalismo (s), Madrid, Trotta, 2005, pág.9. 13 Luis Prieto Sanchís; “Justicia Constitucional y Derechos Fundamentales”, Ed. Trotta; Madrid; 2003;pág.101. 7 de la justiciabilidad de todos los problemas. 3. La participación creciente de la función judicial en las funciones en otro tiempo reservadas a la legislación. 4. El incremento de una “jurisdicción nomogenética 14, como resultado de la acción supletoria de la Corte Suprema, ante la crisis de la constitucionalidad y los vacíos que quedan abiertos a partir de la parálisis del funcionamiento armónico de la división de poderes15. 3. La tendencia creciente de los órganos legislativos y administrativos hacia una mayor delegación de funciones a los órganos jurisdiccionales. 4. La ampliación de los márgenes de acceso a la justicia para la resolución de controversias en otro tiempo ajenas a la intervención de los magistrados. 5. La expansión del “debido proceso” a campos muy diversos de la actividad estatal y de la propia vida social. 6. La inserción de la justicia en el conjunto de los mecanismos sociales destinados a velar por el control de “corrección política” de los procesos políticos y sociales. 7. La expansión del control de constitucionalidad tanto en lo referido a sus contenidos como a sus métodos y formas de habilitación de ejercicio de los derechos. D. En este contexto, se advierte un creciente proceso de “judicialización" de la vida social y política. Entre otros factores ello se debe a la expansión del control de constitucionalidad de las leyes y la universalización de las diversas modalidades de control difuso, en especial la proveniente de la tradición constitucional norteamericana. La posibilidad de que las leyes, reglamentos y decisiones de los ejecutivos puedan ser controladas y aun prevenidas a través de remedios excepcionales, asistidos incluso por medidas cautelares capaces de paralizar su efectividad en defensa de libertades y derechos fundamentales amenazados en su integridad, ha aumentado el poder de los jueces como guardianes de la Constitución. Al mismo tiempo, se han generalizado formas diversas de activismo de la judicatura, sobre todo por su incidencia en cuestiones de contenido político 14 Cfr. Por ejemplo Sofía Sagües; “La jurisdicción nomogenética en la reciente jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia de la Nacion”, en LL marzo 2008. 15 En diversos pronunciamientos puede advertirse un recurso del Tribunal a las sentencias aditivas. Con esta denominación se refiere a “la que añade algo a un texto legal, para tornarlo compatible con la constitución. En algunos casos, se cubre un vacío constitucional o legal. En otros -sentencias "integradoras"-, se incluye a alguien inconstitucionalmente excluido de un beneficio o situación legal. Tambien cabe una referencia a las sentencias exhortativas – apelativas o “con aviso”, en las que, ante la ausencia de soluciones legislativas acordes con la Constitución, la Corte encomienda al Poder Legislativo la sancion de nuevos textos legislativos, destinados a paliar la insuficiencia de los vigentes. 8 partidario, como la corrupción, los delitos contra la Administración, los crímenes de lesa humanidad, y aún los propios procesos electorales. III. La Corte Suprema de Justicia Nacional y su rol institucional. El activismo judicial y el valor de los precedentes. A. Se advierte la influencia de la Corte Suprema de Justicia imponiendo un activismo judicial frente al self-restraint principalmente desde su composición a partir de 1983. Ello se observa en casos como “Sejean” 16 que refleja el activismo en lo procesal, en la resolución de conflictos de poderes y en la fijación o consolidación de los valores de la sociedad argentina 17. Berizonce elabora una teoría del activismo dentro de la jurisprudencia de la Corte Suprema perfilando distintas interpretaciones (el juez que pronuncia el derecho, el juez que interpreta, decide y crea el derecho, el juez “contra leguem”, el juez como amigable componedor, el juez como colaborador de las partes, el juez como ingeniero social)18. En este marco la Corte Suprema no puede ser encasillada como un mero tribunal de justicia. Si todo ejercicio de la función jurisdiccional tiene sus matices de politicidad, ellos aumentan de manera considerable cuando hablamos de un órgano que es cabeza de un Poder del Estado y tiene el enorme poder de controlar en última instancia la constitucionalidad de las normas y actos estatales19. La misma Corte Suprema desde antaño ha afirmado su rol de intérprete final de la Constitución en el caso “Calvete 20” en 1864. Esta función fue paulatinamente enriquecida por el mismo Tribunal quien sostuvo ser el “supremo custodio de las garantías constitucionales” 21, la última instancia para resolver cuestiones de atribuciones constitucionales otorgadas a los tres poderes y al deslinde de las mismas entre sí y respecto a las provincias 22. Recientemente el fallo “Rizzo”23 es una muestra de expresa reivindicación 16 CSJN. “Sejean, Juan B. contra Zaks de Sejean”, 1986, Fallos 308:2268. Augusto M. Morello; “El activismo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación”; en Anales de la Academia Nacional de Derecho y Ciencias Sociales de Buenos Aires”, 2da. Época, Año XXXII, 1988, pág. 63. 18 Roberto Berizonce, “El activismo de los jueces”, en LL. 1990-E-920. 19 Alfonso Santiago; “La Corte Suprema, sus funciones y el control de constitucional”, en LL 1993-E-867. 20 CSJN. Fallos 1-340 21 CSJN. Fallos 297:338. 22 CSJN. Fallos 316-2940 23 Cfr. “Rizzo, Jorge Gabriel (apoderado Lista 3 Gente de Derecho s/acción de amparo c/Poder 17 9 de potestades de la Corte Suprema a partir de dos núcleo centrales: la legitimidad democrática que ostenta y el rol de garante de los derechos que cumple a través del control de constitucionalidad. Sobre el primero, se encarga el voto mayoritario de dejar claro que el Poder Judicial tiene la misma legitimidad democrática de los otros poderes ya que el principio de la soberanía popular no reside solamente en los órganos de elección popular directa, sino que bajo la forma republicana y representativa, el poder se divide en tres departamentos con diferentes funciones y formas de elección, cuya legitimidad democrática es idéntica, y su actuación encuentra su límite en el proyecto de República establecido por la Constitución (arts. 1, 31 y 36). Sobre la legitimación de los jueces señala el voto mayoritario que han recibido del pueblo argentino, a través de los constituyentes, el legítimo mandato democrático de defender la supremacía de la Constitución federal (arts. 31, 116 y 117) pero ello no los coloca por sobre los demás poderes. Respecto al segundo núcleo, el control de constitucionalidad, se encarga también en dicho fallo de hacer mención a la supremacía constitucional y la función judicial de examinar las leyes en los casos concretos comparándolas con el texto de la Constitución para averiguar si guardan o no conformidad con ésta y abstenerse de aplicarlas si las encuentran en oposición con ella, constituyendo una atribución moderadora y garantista de los derechos consignados en la Constitución contra los abusos posibles de los poderes públicos. En este contexto, el voto mayoritario pasa revista a los principales casos (“Simón”, “Sejean”, “Quiroga”, “Bazterrica” y “Arriola”, “Halabi”, “Aquino”, “Milone”, “Rossi”, “Badaro”, “Itzcovich”, etc.) en los que el Tribunal cumpliendo el rol de garante de la Constitución Nacional, declaró la inconstitucionalidad de normas que, aun cuando provenían del órgano legislativo que representa la voluntad popular, resultaban contrarias a la Constitución Nacional o tratado internacional y afectaban derechos de las personas. Cabe citar también en esta misma línea, el reciente caso “Pedraza”24, Ejecutivo Nacional, ley 26.855, medida cautela”. C.S. R. XLIX (18/6/2013), el primer voto es firmado por los jueces Lorenzetti, Highton de Nolasco, Maqueda y Fayt. Concurrieron en forma conjunta los ministros Argibay y Petracchi y votó en disidencia el juez Zaffaroni. Ver entre otros el comentario de María Gabriela Abalos; “La Corte Suprema de Justicia de la Nación frente a la “democratización de la justicia. Los alcances del caso “Rizzo”, en Suplemento de Derecho Constitucional, El Derecho, 20 de marzo de 2014. 24 CSJN., 6/05/2014; “Pedraza, Héctor Hugo c/Anses s/acc. de amparo”. 10 del 6 de mayo de 2014, donde la Corte Suprema declaró la inconstitucionalidad de oficio del art. 18 de la ley 24.463 en lo que respecta a la competencia atribuida a la Cámara Federal de la Seguridad Social como tribunal de apelación de todas las resoluciones de los jueces federales del país, y disponiendo en su lugar la competencia de las Cámara Federales con asiento en las provincias. Como fundamentos expone que la Cámara Federal de la Seguridad Social se encuentra en un estado de colapso debido a la sobrecarga de expedientes y ello impacta directamente en los jubilados, que no logran obtener respuestas en tiempo y forma de los jueces cuando efectúan un reclamo en torno a su prestación previsional, de neto carácter vital y alimentario, por lo que no se garantiza la tutela judicial efectiva. En este contexto, la Corte consideró que las Cámaras Federales con asiento en las Provincias deben intervenir como alzada en materia previsional de los juzgados federales provinciales a fin de garantizar el bienestar de los ciudadanos, el federalismo, la descentralización institucional y la aplicación efectiva de los derechos de los jubilados. Esta disposición además es acompañada por la Acordada 14, del mismo día, mes y año, mediante la cual la Corte Suprema busca cumplir con los mandatos imperativos de la Constitución respecto a los derechos de la seguridad social y como responsable del Gobierno del Poder Judicial, dispone las medidas apropiadas para que se realice en manera ordenada y rápida el desplazamiento de la competencia que se dispone en el caso “Pedraza”. Para ello, se dirige al Congreso de la Nación, al Poder Ejecutivo Nacional, al Ministerio Público Fiscal, al Consejo de la Magistratura y a la misma Cámara Federal de la Seguridad Social con formulaciones de pedidos institucionales que cabe en su entender a cada uno de ellos. B. Junto con las afirmaciones sobre el rol institucional, democrático y de control de los demás órganos del poder, resulta inescindiblemente unido el tema de los precedentes del Alto Tribunal y su valor en relación con sus propias resoluciones posteriores y luego la incidencia respecto a otros tribunales federales y provinciales. En efecto las sentencias de la Corte Suprema además de tener un efecto directo sobre las partes intervinientes en el caso, son un antecedente relevante 11 para los fallos futuros, como efecto horizontal, es decir, que en la medida que el Tribunal siga sus propios precedentes da mayor seguridad respecto a los derechos constitucionales y preserva el principio de igualdad ante la ley. Mientras que como efecto vertical sus decisiones, en la medida que se trata del máximo intérprete de la Constitución, condicionarían las sentencias de los tribunales inferiores25. Sin embargo estas afirmaciones en relación con los efectos horizontal y vertical de las decisiones del Superior Tribunal acarrean varios interrogantes que se amplian en el caso de sentencias exhortativas del tipo por ejemplo de la vertida en la causa “Pedraza” relativa a la Seguridad Social, en las que la Corte asume un papel claramente activista y pretende ordenar cuestiones complejas de política social, exhortando al resto de los poderes públicos a adoptar decisiones en un sentido determinado. 1. En primer lugar, cabe destacar que no surge de la Constitución Nacional que las sentencias de la Corte Suprema sean obligatorias para los tribunales inferiores federales ni para los superiores tribunales de provincia, ello así por provenir del sistema continental europeo con raíces romanas. De allí que no se haya establecido en Argentina el sistema del stare decisis o estar a lo decidido, en este caso por el Superior Tribunal nacional. Sin embargo sus sentencias tienen valor de ejemplaridad y producen seguimiento no sólo en el orden federal sino también en el local, constituyen una pauta normativa incluso para los otros órganos de poder 26. Ello se deriva a su vez de ser el último tribunal en las controversias constitucionales en el orden interno, y teniendo en sus manos el ejercicio del control de constitucionalidad, los jueces inferiores deberán conformar sus decisiones a las reglas que la Corte Suprema elabore en casos similares. A modo de antecedente, la Constitución nacional de 1949 conferia a la Corte Suprema la casación nacional y federal y en estos casos, la doctrina que surgiera de esas sentencias era obligatoria para todos los tribunales del país. Luego, en 1995, el Congreso sanciona la ley 24.463 que establecía un 25 Eduardo Oteiza; “La Corte Suprema de Justicia de la Nación y el sistema interamericano de protección de los derechos humanos. Cuestiones de coherencia interpretativa”; en Roberto Berizonce, Juan Carlos Hitters y Eduardo David Oteiza, coordinadores, “El Papel de los Tribunales Superiores”; segunda parte; Ed. Rubinzal Culzoni; Santa Fe; 2008; Pág. 340. 26 Así lo afirma Germán Bidart Campos; en “Manual de Derecho Constitucional Argentino”; Ed. Ediar; Bs.As.; 1979; pág. 757. 12 recurso ordinario ante la Corte Suprema en todas las causas jubilatorias y la obligatoriedad de lo resuelto en las sentencias respecto a los casos análogos, sin embargo, dicho recurso fue declarado inconstitucional en la causa “Itzcovich” del año 200527. 2. En segundo lugar cabe analizar algunos pronunciamientos de la Corte Suprema en torno a la temática en estudio. Uno de los más citados data de 1886 y es la causa “Bernardo Pastorino contra Rouillón”28 donde se dijo a modo de principio general que “las resoluciones de la Corte Suprema sólo deciden el caso concreto sometido a su fallo, no obligan legalmente sino en él, en lo que consiste particularmente la diferencia entre la función legislativa y judicial”. Ahora bien, agrega el Tribunal que “… si bien hay un deber moral para los jueces inferiores en conformar sus decisiones como la misma Corte lo tiene decidido en casos análogos a los fallos de aquel Alto Tribunal, él se funda principalmente, en la presunción de verdad y justicia que a sus doctrinas da la sabiduría e integridad que caracteriza a los magistrados que la componen, y tiene por objeto evitar recursos inútiles, sin que esto quite a los jueces la facultad de apreciar con su criterio propio esas resoluciones y apartarse de ellas cuando a su juicio no sean conformes a los preceptos claros del derecho, porque ningún Tribunal es infalible y no faltan precedentes de que aquellos han vuelto contra resoluciones anteriores en casos análogos”. Años después en el caso “Miguel Barretta” de 1939 la Corte se encargó de dejar claro que "es deseable y conveniente que los pronunciamientos de esta Corte sean debidamente considerados y consecuentemente seguidos en los casos ulteriores, a fin de preservar la seguridad jurídica que resulta de dar una guía clara para la conducta de los individuos. Mas con parejo énfasis cabe igualmente aceptar que esa regla no es absoluta ni rígida con un grado tal que impida toda modificación en la jurisprudencia establecida, pues los tribunales no son omniscientes y como cualquier otra institución humana, también pueden aprovechar del ensayo y del error, de la experiencia y de la reflexión ... para que ello suceda ... tienen que existir "causas suficientemente graves, como para hacer ineludible tal cambio de criterio" o es necesario que "medien 27 28 CSJN. “Mabel Itzcovich contra Anses”, 2005; fallos 328:566. CSJN. “Pastorino contra Rouillón”; 23 de junio de 1886. Fallos 25:364. 13 razones de justicia al efecto", entre las cuales se encuentra el reconocimiento del carácter erróneo de la decisión, la adecuada apreciación de las lecciones de la experiencia o si las cambiantes circunstancias históricas han demostrado la conveniencia de abandonar el criterio establecido" 29. En el precedente “Jacinto Santín” de 194830 la Corte Suprema vuelve sobre el valor de sus propios precedentes diciendo “que tan incuestionable como la libertad del juicio de los jueces en ejercicio de su función propia es que la interpretación de la Constitución Nacional por parte de esta Corte Suprema tiene, por disposición de aquella y de la correspondiente ley reglamentaria, autoridad definitiva para la justicia de toda la República” y cita el art. 100 de la C.Nac. de 1853/60 y el art. 14 de la ley 48. Y continúa “Que ello impone ya que no el puro y simple acatamiento de su jurisprudencia –susceptible siempre de ser controvertida como todo juicio humano en aquellas materias en que solo caben certezas morales- el reconocimiento de la superior autoridad de que está institucionalmente investida”. Luego condena el apartamiento de su jurisprudencia cuando no se controvierten sus fundamentos. También en el caso “Sara Pereyra Iraola contra Provincia de Córdoba”31 de 1948 la Corte Suprema advirtió que la efectiva prescindencia de sus fallos, cuyo leal acatamiento es indispensable para la tranquilidad pública, la paz social y la estabilidad de las instituciones, importa un agravio al orden constitucional. Los casos referidos son citados en “Cerámica San Lorenzo”32 de 1985 donde vuelve a poner de manifiesto que los jueces inferiores tiene el deber de conformar sus decisiones a las de la Corte Suprema y que carecen de fundamento las sentencias que se aparten de los precedentes sin aportar nuevos argumentos que justifiquen modificar la posición sentada por el Alto Tribunal, en su carácter de intérprete supremo de la Constitución Nacional y de las leyes dictadas en su consecuencia. En esta escueta reseña cronológica de fallos, es interesante el análisis 29 CSJN, 2Barretta, Miguel c/ Prov. de Córdoba. Ferrocarril del Sud c/ Yacimientos Petroliferos Fiscales”. 1939. Fallos 183:409. También en 2Barreto, Alberto Damián y otra c/ Buenos Aires, Provincia de y otro s/ daños y perjuicios”, 21 de marzo de 2006. 30 CSJN. “Santín, Jacinto”, 6/10/1948. Fallos 212:51-59. 31 Fallos 212-160. 15/10/1948. 32 CSJN. “Cerámica San Lorenzo”; 4/07/1985, Fallos 307:1094. 14 del reciente caso “Arte Radiotelevisivo Argentino”33 referido a la distribución de la pauta oficial que al ratificar precedentes anteriores sobre la distribución de publicidad oficial, la Corte Suprema viene a fortalecer el valor obligatorio de sus sentencias. En este pronunciamiento el Tribunal Supremo advierte que en su actual composición ha tenido oportunidad de expedirse sobre las cuestiones constitucionales debatidas en la causa (cita "Editorial Rio Negro S.A.”34 y "Editorial Perfil”35), y recuerda que la autoridad institucional de dichos precedentes, fundada en la condición del Tribunal de intérprete supremo de la Constitución Nacional y de las leyes dictadas en su consecuencia, da lugar a que en oportunidad de fallar casos sustancialmente análogos, sus conclusiones sean debidamente consideradas y consecuentemente seguidas tanto por la misma Corte como por los tribunales inferiores. Además hace hincapié en que el Tribunal no podría apartarse de su doctrina, sino sobre la base de causas suficientemente graves como para hacer ineludible un cambio de criterio, parafraseando lo dicho en “Miguel Barretta”-. Sigue diciendo que “sería un extremo inconveniente para la comunidad si los precedentes no fueran debidamente considerados y consecuentemente seguidos”. Aunque reconoce que “Y aun cuando ello no signifique que la autoridad de los antecedentes sea decisiva en todos los supuestos, ni que pueda en materia constitucional aplicarse el principio de stare decisis sin las debidas reservas (… ) no es menos cierto que cuando de las modalidades del supuesto a fallarse, no resulta de manera clara el error y la inconveniencia de las decisiones ya recaídas sobre la cuestión legal objeto del pleito, la solución del mismo debe buscarse en la doctrina de los referidos precedentes –citando nuevamente la doctrina de Miguel Barretta -. Por otra parte, se declara que la autoridad doctrinal de las sentencias de la Corte se extiende a todas las partes en un caso judicial que intentaren promover la apertura de la jurisdicción revisora federal y extraordinaria, y a su vez, si se pretendiera del Tribunal un nuevo examen sobre la cuestión constitucional de que se trate, se debería exponer con la mayor rigurosidad los fundamentos críticos que sostienen esa postura, y demostrar en forma nítida, 33 CSJN. “Arte Radiotelevisivo Argentina S.A (ARTEAR)”, 11/02/2014. CSJN. “Editorial Río Negro S.A.”, Fallos: 330:3908. 35 CSJN. "Editorial Perfil”. Fallos 334: 109. 34 15 inequívoca y concluyente la existencia de causas graves que hagan ineludible el cambio de la regla de derecho aplicable. Cabe destacar que en este caso esta severa y justa advertencia de la Corte tiene que ver con la parte recurrente que es el Estado Nacional, cuyos planteos ya habían sido rechazados en una causa análoga, la de "Editorial Perfil" 36 (02/03/2011), constituyendo un claro incumplimiento de la doctrina de la Corte por parte de otro poder del Estado, violentando la división de poderes y neutralizando los controles constitucionales37. 3. Estas consideraciones acerca del valor de los precedentes que la misma Corte Suprema se ha encargado de señalar, y la consecuencia de ello tanto en el aspecto horizontal como vertical, merecen algunas consideraciones en particular. a. El cambio jurisprudencial teniendo en cuenta la composición de la Corte Suprema. A partir de lo resuelto en 1886 en “Bernardo Pastorino”, en el sentido que ningún “…Tribunal es infalible y no faltan precedentes de que aquellos han vuelto contra resoluciones anteriores en casos análogos”, cabe mencionar los casos donde la misma Corte cambia el criterio con la frase “… en su actual composición”, como en el caso “Montalvo” de 1990, que se apara de los precedentes “Bazterrica” y “Capalbo” y vuelve a lo sostenido en “Colavini” de 1978 indicando que tal cambio jurisprudencial no afecta la igualdad ante la ley. b. Los casos análogos y su comprobación discrecional en manos de la Corte Suprema. En este sentido, como bien señala Gelli “… la constatación de cuán similares son los casos, claro, corre por cuenta del Tribunal” 38, siendo una decisión que en la mayoría de los casos no lleva contiene fundamentaciones. Coincido con Garay en cuanto a que si se invoca un precedente como análogo deben compararse los hechos de aquél con los del caso a resolver, ya que los hechos juegan un papel central en la elaboración de la decisión, sin un análisis serio de los hechos y su relevancia, no hay precedente válido 39. 36 CSJN. “Editorial Perfil”; 02/03/2011. Fallos 334:109. María Angélica Gelli; “La obligatoriedad de las sentencias de la Corte Suprema (A propósito de “Arte Radiotelevisivo Argentina S.A.” y su libertad expresiva), en LL. 2014-B-33 38 María Angélica Gelli; “La obligatoriedad de las sentencias de la Corte Suprema (A propósito de “Arte Radiotelevisivo Argentina S.A.” y su libertad expresiva), en LL. 2014-B-33. 39 Alberto F. Garay; “La doctrina del precedente en la Corte Suprema”; Ed. Abeledo Perrot; 37 16 c. La remisión al precedente “por razones de brevedad”. Es común encontrar en los fallos de la Corte Suprema la consideración sintética y sin detalle de hechos ni de derecho aplicable para remitir al precedente, tal como cuando usa la frase “en lo atinente (al tema a resolver) resulta aplicable al caso la doctrina establecida por el Tribunal en la causa (...), a la que corresponde remitirse, en lo pertinente, por razones de brevedad”. Podrían citarse diferentes supuestos donde la Corte Suprema ha resuelvo invocando la doctrina sentada con anterioridad y con la simple remisión vista. En relación con el tema de este trabajo, me voy a detener en los casos judiciales donde se controvierte cuáles son las normas aplicables a la prescripción de los tributos provinciales y municipales, lo que involucra plazos, inicio del cómputo, causales de suspensión y de interrupción. En este sentido, las interpretaciones doctrinarias y los fallos jurisprudenciales respecto a si las normas del Código Civil referidas a las obligaciones se aplican a todas ellas incluidas las tributarias se nuclean en posiciones antagónicas: la privatista y la publicista40. La primera entiende que el régimen de la propiedad privada está contenido en el Código Civil en virtud del art. 75 inc. 12 de la C.Nac., y que dicho corpus extiende o proyecta su capacidad reguladora a las deudas tributarias y que la prescripción es un instituto de orden público; mientras que la segunda, parte de considerar que la obligación tributaria provincial se rige por normas y principios del derecho público local, ya que conforme a la regla de distribución de competencias en el federalismo argentino, cada legislatura provincial al crear tributos también puede fijar un plazo prescriptivo que podrá o no coincidir con el estipulado por la legislación civil, lo cual es conteste con la autonomía del derecho tributario. El precedente citado reiteradamente por la Corte Nacional al respecto es sin duda el de “Recurso de hecho deducido por síndico en la causa Filcrosa S.A. s/ quiebra s/ incidente de verificación de Municipalidad de Avellaneda”41, del 30 de septiembre de 2003, donde se sienta un posición mayoritaria y una interesante disidencia, siendo el caso más importante hasta Bs.As.; 2013; pág. 101 y ss. 40 Ver entre otros a María Gabriela Abalos, “Facultades delegadas y potestades tributarias provinciales. Especial referencia a la prescripción de tributos locales”, en Alberto Spota (Director); Asociación de Docentes de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, Bs.As., 2014. 41 CSJN. Fallos 326:3899 17 el momento puesto que la misma Corte Suprema lo utiliza como leading case para resolver causas similares. El voto mayoritario (Fayt, Belluscio, Moliné O ´Connor, Boggiano, López y Vázquez) convalidó la tesis civilista, por cuanto la facultad del Congreso Nacional de dictar los códigos de fondo, comprende la de establecer las formalidades que sean necesarias para concretar los derechos que reglamenta. Mientras que la minoría conformada por Petracchi y Maqueda se funda en que debe compararse el plazo de prescripción que establece la normativa local, frente al que regula la Nación en materia de tasas o impuestos (ver leyes 11.585 y 11.683); y en la medida en que el plazo de prescripción establecido en la legislación local no supere el establecido por la Nación para el cobro de las tasas nacionales, no resulta posible considerar que la provincia ha violentado el deber de adecuarse a la legislación nacional uniforme que le impone el art. 75 inc. 12 de la C.Nac., ya que si la Nación ha entendido necesario modificar o precisar el plazo de prescripción previsto en los códigos de fondo, elementales razones de igualdad impiden exigir a los estados provinciales un comportamiento distinto. Ahora bien en los casos posteriores, valga citar "Recurso de hecho deducido por Casa Casmma S.R.L. en la causa Casa Casmma S.R.L. s/ concurso preventivo s/ incidente de verificación tardía (promovido por Municipalidad de La Matanza)" del 26 de marzo de 200942, el Tribunal, con la salvedad de las consideraciones expresadas por Argibay 43, hace suyos los 42 CSJN. Fallos 332:616. Argibay, si bien adhiere a lo expresado, se expide diciendo que un tema tan importante como lo es la prevalencia de las facultades de las provincias respecto a los tributos y todo lo que ello implica debería ser discutido en su ámbito propicio, el cual, es el Congreso de la Nación donde se encuentran los representantes de las provincias y de esa manera revertir todo el pensamiento sentado por el fallo Filcrosa que se toma como modelo para resolución de casos similares. Expresamente señala “Los agravios vinculados con el plazo de prescripción aplicable encuentran respuesta en los fundamentos dados por esta Corte en Fallos: 326:3899. Con relación a este aspecto, entiendo oportuno señalar que la línea de decisiones que viene siguiendo el Tribunal a partir del caso "Filcrosa" no ha merecido respuesta alguna del Congreso Nacional, en el que están representados los estados provinciales y cuenta con la posibilidad de introducir precisiones en los textos legislativos para derribar así las interpretaciones judiciales de las leyes, si de alguna manera se hubiera otorgado a éstas un significado erróneo… “. Y continúa “Tal circunstancia confiere plausibilidad a la interpretación de la legislación nacional que sirvió de fundamento a la decisión adoptada en dicho precedente, pese a las dificultades que encuentro para extraer del Código Civil, a partir de la argumentación utilizada en el fallo, el claro propósito legislativo de limitar el ejercicio de los poderes provinciales en el ámbito de sus materias reservadas. A ello debe agregarse que en la causa no se ha promovido seriamente la inconstitucionalidad de los artículos del Código Civil ni se ha articulado una crítica orientada a revisar esa interpretación que, mientras siga en pie, cuenta con la autoridad para gobernar la solución de casos similares o análogos a aquéllos en los que ha operado como ratio decidendi”.Estas reflexiones de Argibay ponen de manifiesto 43 18 considerandos del dictamen de la Procuradora Fiscal que en tal sentido expresa “es menester recordar que es conocida la jurisprudencia del Tribunal en cuanto a que no obstante que sólo decide en los procesos concretos que le son sometidos, y que sus fallos no resultan obligatorios para casos análogos, los jueces inferiores tienen el deber de conformar sus decisiones a sus sentencias (Fallos: 25:365; 307:1094; 315:2386, entre otros). De allí deviene la conclusión de que carecen de fundamento las resoluciones de los tribunales inferiores que se apartan de los precedentes de la Corte sin aportar nuevos argumentos que justifiquen modificar la posición sentada por el Tribunal, en su carácter de intérprete supremo de la Constitución Nacional y de las leyes dictadas en su consecuencia, especialmente en supuestos como el presente, donde dicha posición fue expresamente invocada por el apelante”. También en "Municipalidad de Resistencia c. Lubricom SRL", el día 8 de septiembre de 200944, la Corte Suprema vuelve a expedirse remitiendo a la doctrina del caso Filcrosa, diciendo “… en lo atinente a la prescripción resulta aplicable al caso la doctrina establecida por el Tribunal en la causa "Filcrosa S.A." (Fallos: 326:3899), a la que corresponde remitirse, en lo pertinente, por razones de brevedad”. En particular en la causa “Fisco de la Provincia de Córdoba c/Ullate, Alicia Inés - ejecutivo - apelación - recurso directo”, fallado el 1 de noviembre de 201145, la Corte Suprema remitió al Dictamen Fiscal diciendo “Que las cuestiones planteadas han sido adecuadamente consideradas en el dictamen de la señora Procuradora Fiscal, cuyos fundamentos son compartidos por el Tribunal, y a los que corresponde remitirse en razón de brevedad”, y de la misma manera en el caso “Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires c/Bottoni, Julio Heriberto s/ejecución fiscal”46 del 6 de diciembre de 2011, la Corte Suprema nuevamente remitió al Dictamen Fiscal y los jueces Petracchi y Maqueda se remiten, en lo pertinente, a los fundamentos de la disidencia que suscribieron en el caso “Filcrosa”. La particularidad interesante en este caso es que se trataba de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires cuyo Tribunal Superior que el tema no se encuentra finiquitado, sino que el debate continúa y por ello, el llamado al Congreso de la Nación, donde constitucionalmente debería discutirse esta temática. 44 CSJN. Fallos 332:2108. 45 CSJN. F. 391. XLVI. REX. 46 CSJN. “Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires c/Bottoni, Julio Heriberto s/ ejecución fiscal radicación de vehículos”, 6 de diciembre de 2011. G. 37. XLVII. 06/REX. 19 viene sosteniendo una posición diferente desde el meduloso resolutivo in re "Sociedad Italiana de Beneficencia en Buenos Aires s/Queja por recurso extraordinario denegado", de fecha 17 de noviembre de 2003 ya que se expidió en criterio contrario al precedente "Filcrosa" de la Corte Nacional, lo cual no fue merituado en forma expresa por la Corte Suprema al resolver el caso. También la Suprema Corte de Mendoza en la causa “Pickelados” fallada en agosto de 2012 se encarga de analizar el precedente “Filcrosa” y en base a las constancias de la causa concluye que tal caso no se refiere a las cuestiones debatidas en autos (causales de suspensión e interrupción de la prescripción), sino solamente al plazo de prescripción. Además señala que los precedente sentados en “Filcrosa” como “Casa Casmma” son casos resueltos en el marco de un proceso concursal -ambos son incidente de verificación tardía- es decir, con las reglas propias de éstos y en los cuales uno de los pilares es el respeto a la pars conditio y por ende, resulta necesaria la uniformidad en los créditos concurrentes. Situación que no se da en el caso Pickelados que se origina en una ejecución fiscal. Ahora bien recurrido dicho pronunciamiento ante la Corte Suprema, ya cuenta con dictamen fiscal de febrero de 2014 que recomienda la admisión del recurso y la revocación del pronunciamiento provincial que haciendo referencia a los precedentes desde “Filcrosa” hasta “Bottoni”. Repite que es conocida la jurisprudencia del Tribunal en cuanto a que no obstante que sólo decide en los procesos concretos que le son sometidos, y que sus fallos no resultan obligatorios para casos análogos, los jueces de otras instancias tienen el deber de conformar sus decisiones a sus sentencias (Fallos: 25:365; 307:1094; 315:2386, entre otros). Advierto que en los casos reseñados, la Corte ha remitido al dictamen fiscal que a su vez hace referencia a los precedentes jurisprudenciales vistos que se han conformado con opiniones divididas, no se trata siquiera de fallos unánimes, sino de una mayoría que ha cambiado en su composición y una minoría permanente. Cabe el reproche cuanto a que estas sentencias que acuden a este tipo de remisiones brevísimas no evidencian el procedimiento a través del cual se determina esa analogía o similitud sustancial, no hay mención detallada al caso concreto en análisis ni se exterioriza el razonamiento 20 que conduce a entender configurada esa supuesta analogía 47. d. La falta de claridad en la misma Corte Suprema respecto al efecto vertical de sus sentencias, es decir, en relación con acatamiento por parte de los tribunales inferiores federales y provinciales. Sumando las consideraciones esbozadas, en relación con el efecto vertical, la propia Corte Suprema ha tomado un camino zigzagueante a la hora de definir dicho efecto respecto de sus fallos, según observa la doctrina 48. En 1870 en el caso “Magdalena Videla”, la Corte confirmó un fallo en el cual el juez federal se había valido de precedentes de ella para arribar a la solución del caso, indicando tal juez que los tribunales inferiores estaban obligados a conformar sus decisiones a las de la Corte Suprema en casos análogos. Sin embargo la Corte solamente confirma “por sus fundamentos” dejando la duda si convalidaba o no lo expresado por el juez inferior 49. Ya vimos que en 1886 en “Bernardo Pastorino contra Rouillón”50 se hace mención al “… deber moral para los jueces inferiores en conformar sus decisiones como la misma Corte lo tiene decidido en casos análogos (…) sin que esto quite a los jueces la facultad de apreciar con su criterio propio esas resoluciones y apartarse de ellas cuando a su juicio no sean conformes a los preceptos claros del derecho”. En cambio, en 1920 en la causa “Banco de la provincia de Buenos Aires” resolvió que “la facultad de interpretación de los jueces y tribunales inferiores no tiene más limitación que la que resulta de su propia condición de magistrados, y en tal concepto pueden y deben poner en ejercicio todas sus aptitudes y medios de investigación legal, científica o de otro orden, para interpretar la ley, si la jurisprudencia violenta sus propias convicciones; pero no les es lícito plantear la controversia en un terreno extraño a su investidura, juzgar intenciones, atribuir propósitos, asumir, en fin, actitudes que no pueden manifestarse sino en desmedro de la dignidad de la justicia que representan 51. 47 Alberto F. Garay; “La doctrina del precedente en la Corte Suprema”; Ed. Abeledo Perrot; Bs.As.; 2013; pág. 46. 48 Ver entre otros a Néstor P. Sagüés, “Eficacia vinculante o no vinculante de la jurisprudencia de la CSJN.”, en ED.93-892; Juan Carlos Hitters, “Técnica de los recursos extraordinarios y de la casación”, Ed. Platense; La Plata; 1991; pág. 227, entre otros. 49 CSJN., “Magdalena Videla contra Vicente García Aguilera”; 1870; Fallos 9:53. 50 CSJN. “Pastorino contra Rouillón”; 23 de junio de 1886. Fallos 25:364. 51 CSJN; “Ferrocarril del Sud c/ Pedro V. Draque y Compañía” 1920, Fallos 131: 105. 21 Años después en el caso “Miguel Barretta” de 1939 la Corte se encargó de dejar claro que "es deseable y conveniente que los pronunciamientos de esta Corte sean debidamente considerados y consecuentemente seguidos en los casos ulteriores”, ello cede frente a "causas suficientemente graves, como para hacer ineludible tal cambio de criterio", o que "medien razones de justicia al efecto"52. Particular es la regla interpretativa del efecto vertical que surge de “Cerámica San Lorenzo”53 de 1985, donde la primera consigna que se expresa es que “… la Corte Suprema sólo decide en los procesos concretos que le son sometidos y su fallo no resulta obligatorio para casos análogos”, y luego no obstante lo dicho, continúa “… los jueces inferiores tiene el deber de conformar sus decisiones a aquéllas (las de la Corte Suprema)”, y sigue, como consecuencia “… carecen de fundamento las sentencias de los tribunales inferiores que se aparten de los precedentes de la Corte sin aportar nuevos argumentos que justifiquen modificar la posición sentada por el Tribunal, en su carácter de intérprete supremo de la Constitución Nacional y de las leyes dictadas en su consecuencia”. Otro caso que merece alguna crítica es “Herminia del Carmen González”54 del año 2000, donde la Corte Suprema tratándose de una causa por reajuste jubilatorio, dijo que los jueces inferiores podían apartarse de sus precedentes cuando mediaran motivos valederos para ello, siempre que tal abandono fuese debidamente fundado en razones novedosas y variadas. Esta referencia es de dificil precisión y ahonda la ambigüedad en torno al efecto vertical de las decisiones del Alto Tribunal. e. La reafirmación de la obligatoriedad de sus decisiones luego de constatar la falta de acatamiento por parte de los gobiernos provinciales. No puede dejar de mencionarse dos casos emblemáticos de incumplimiento de las decisiones judiciales que involucraron a dos provincias distinta pero que tuvieron como denominador común que ambos supuestos daban cuenta de una grave crisis institucional, en uno involucrando la violación 52 CSJN, “Barretta, Miguel c/ Prov. de Córdoba. Ferrocarril del Sud c/ Yacimientos Petroliferos Fiscales”. 1939 Fallos 183:409. También en Barreto, Alberto Damián y otra c/ Buenos Aires, Provincia de y otro s/ daños y perjuicios, 21 de marzo de 2006. 53 CSJN. “Cerámica San Lorenzo”; 4/07/1985, Fallos 307:1094. 54 CSJN. “Herminia del Carmen González”; 2000, fallos 323:555. 22 de la división de poderes y en otro, desconociendo la autonomía municipal. Los incumplimientos de las decisiones del Superior Tribunal mencionadas, dieron lugar a posteriores pronunciamientos contra las mismas provincias, donde dicho Tribunal hizo una defensa clara de la obligatoriedad de sus decisiones. En el caso de la provincia de San Luis y el conflicto institucional generado con la Municipalidad de la ciudad del mismo nombre durante el 2003, a raíz de disposiciones provinciales que disponían la caducidad anticipada de los mandatos electivos provinciales y municipales, dio lugar a dos pronunciamientos de la Corte Suprema, una medida cautelar en abril de 2003 y al fallo sobre el fondo en el 2005 en la causa “Ponce, Carlos A. contra Provincia de San Luis”55. A raíz del incumplimiento de la primera resolución, la Corte Suprema en la segunda, se encarga de llamar especialmente la atención al Gobierno puntano afirmando que la jurisdicción constitucional en manos de este Tribunal no puede quedar librada a la eficacia que le quiera acordar el gobierno provincial involucrado, ya que, tal jurisdicción impone a todos los tribunales, nacionales y provinciales, la obligación de respetar y acatar sus decisiones, siendo de cumplimiento inexcusable, sin que a ninguna autoridad provincial le esté permitido desconocerlas. El otro caso es “Sosa, Eduardo Emilio contra Provincia de Santa Cruz” (2010)56, que también pone de manifiesto la crisis institucional, indisimulable y preocupante que aquejaba a la provincia involucrada. Se inicia por quien ostentó legítimamente el cargo de Procurador General de la Corte Suprema de Justicia de Santa Cruz, y que fuera desplazado por el gobernador de esa provincia al producirse un cambio estructural en la organización de la Justicia local que hacía desaparecer el cargo y por ende, al funcionario que lo ocupaba. Al acontecer el hecho de desposesión, el Procurador General Dr. Eduardo Emilio Sosa inició las pertinentes acciones tendientes a su 55 CSJN. “Ponce, Carlos c. Provincia de San Luis” del 24/02/05 (Fallos: 328:175), en el que la Corte declaró la inconstitucionalidad de una ley provincial por la cual se pretendió hacer caducar todos los cargos electivos provinciales y municipales y habilitar al P.E. provincial a convocar a elecciones para cubrirlos, vulnerando la autonomía municipal. Ver la nota de María Gabriela Abalos; “La Corte Suprema, su jurisdicción constitucional frente a la autonomía municipal y otros temas trascendentes”; en “Debates de actualidad”; Año XX nro. 195; Asociación Argentina de Derecho Constitucional; Ed. Rubinzal Culzoni; Santa Fe; Mayo – Noviembre 2005; pág. 74/83. 56 CSJN. “Sosa, Eduardo Emilio contra Provincia de Santa Cruz”, 14/09/2010, LL online AR/JUR/48678/2010 23 reincorporación. La Corte Suprema se expide en el 2009 ordenando la reposición del demandante en el cargo de Agente Fiscal bajo apercibimiento de dar intervención a la justicia penal para que se investigue la posible comisión de un delito de acción pública. Ante el incumplimiento por parte del Gobernador, la Corte Suprema dicta con fecha 14 de Septiembre de 2010, dicta otro pronunciamiento que pretende proteger un derecho adquirido de raigambre constitucional en el reclamante depuesto, y procede a hacer efectivo el apercibimiento establecido dando intervención a la justicia penal para que se investigue la posible comisión de un delito de acción pública, pues, la omisión en que incurrieron las autoridades provinciales configura un desconocimiento inadmisible de las sentencias del Máximo Tribunal de la Nación. En este caso resulta novedoso la promoción de actuaciones judiciales en materia criminal a cuyo fin se dirige a la Cámara Federal con competencia territorial y en razón de la materia, para que por la vía que corresponda se propicie la investigación y eventual sanción punitiva contra quien o quienes debieron dar cabal cumplimiento a la resolución dictada y notificada. f. Igualdad, seguridad jurídica, paz social, economía procesal, eficiencia. La misma Corte Suprema ha defendido las bondades de la doctrina del precedente en algunos casos, como ella misma lo ha dicho haciendo hincapié en que garantiza la igualdad, la "seguridad ciudadana”, otorga “seguridad al sistema jurídico”, contribuye a la “tranquilidad pública”, la “paz social y la estabilidad de las instituciones”. Como expresó en 1939 en “Miguel Barretta” el fin es “… preservar la seguridad jurídica que resulta de dar una guía clara para la conducta de los individuos …”, aunque reconoció que esa regla no es absoluta ni rígida sino que admite modificaciones cuando existan "causas suficientemente graves, como para hacer ineludible tal cambio de criterio" o es necesario que "medien razones de justicia al efecto". También, la obligatoriedad y seguimiento horizontal de los precedentes contribuyen a economizar pasos procesales que lleva a evitar las dilaciones innecesarias y acarrea eficiencia en la tramitación y resolución de los casos. g. En la relación con los demás poderes, la falta de acatamiento de las decisiones de la Corte Suprema configuran la violación de división de 24 poderes y la burla a los controles constitucionales. En este punto es importante reforzar como aspecto altamente positivo que la doctrina constante y clara que surja de las decisiones del Superior Tribunal y sobre todo cuando se reiteran en contra los poderes públicos, debe ser acatada. Ello se demuestra por ejemplo en la causa caso “Arte Radiotelevisivo Argentino”57 y la decidida función de control que la Corte Suprema ejerció sobre el Poder Ejecutivo nacional, como una forma clara de mantener el respeto a la división de poderes y de reafirmar su rol institucional de último tribunal en las controversias constitucionales. IV. El control de convencionalidad y su impacto en los tribunales provinciales. Mayor debate ofrece en mi opinión la incidencia para los tribunales provinciales del acogimiento por parte de la Corte Suprema del control de convencionalidad y las modalidades en que ha sido receptado. A. Este control supone una traslación del control de constitucionalidad, es decir, así como la supremacía de la Constitución requiere que se controle para que sea real y efectiva, la supremacía de la Convención Americana de Derechos Humanos exige también que se lleve a cabo igual control 58. De esta forma, la tarea consiste en juzgar en casos concretos si un acto o una normativa de derecho interno resultan incompatibles con la Convención ADH, disponiendo en consecuencia la reforma o la abrogación de dichas práctica o norma, según corresponda, en orden a la protección de los derechos humanos y la preservación de la vigencia suprema de tal Convención y de otros instrumentos internacionales fundamentales en este campo 59. Igualmente procede en el supuesto de que el Estado no haya cumplido con el deber de adoptar disposiciones de derecho interno (art. 2 de la CADH) para garantizar 57 CSJN. “Arte Radiotelevisivo Argentina S.A (ARTEAR)”, 11/02/2014. Ver entre otros a Emilio A. Ibarlucía; “La recepción del derecho internacional en la jurisprudencia de la Corte Suprema Argentina y el "control de convencionalidad"; Sup. Const. 2011 (agosto), 09/08/2011, 1 - La Ley 2011-D, 1120; etc. También a Susana Albanese; “La internacionalización del derecho constitucional y la constitucionalización del derecho internacional”; en Susana Albanese (coordinadora) y otros, “El control de convencionalidad”, Editorial Ediar, Buenos Aires, 2008; pág. 13; Oscar E. Defelippe; “Efectos de la jurisprudencia internacional en el Derecho argentino: El control de convencionalidad”; en Suplemento de Derecho Constitucional, La Ley, octubre de 2012. 59 Víctor Bazán; “Control de convencionalidad. Influencias jurisdiccionales recíprocas”; La Ley 04/04/2012, 04/04/2012, 1- La Ley 2012-B, 1027, del mismo autor “El control de convencionalidad y la necesidad de intensificar un adecuado diálogo jurisprudencial”; en Sup. Act. La Ley 01/02/2011, 01/02/2011, 1, entre otros. 58 25 efectivamente el ejercicio de los derechos humanos reconocidos en la Convención, para lo cual la Corte, por vía jurisdiccional, impone al Estado tomar medidas legislativas o de otro carácter para satisfacer semejante finalidad. Es indudable que esta práctica importa uno de los supuestos más significativos de penetración del derecho internacional público sobre el derecho constitucional y el subconstitucional de los países del área. Merced a esta tesis, la Corte Interamericana tiende a perfilarse también como un tribunal regional de casación, en orden a crear una jurisprudencia uniforme dentro de aquella temática60. Este control desempeña un doble papel, por un lado es represivo, puesto que obliga a los jueces nacionales a inaplicar las normas internas (incluso las constitucionales) opuestas al referido Pacto, y a la interpretación que sobre dicho Pacto ha realizado la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Por otro lado, es constructivo, también los obliga a interpretar el derecho doméstico de conformidad al Pacto y a su interpretación por la Corte Interamericana. Es la interpretación armonizante o adaptativa del derecho local con el Pacto y la exégesis dada al Pacto por la Corte Interamericana. Ello conduce a desechar las interpretaciones del derecho nacional opuestas al referido Pacto y/o a la manera en que fue entendido por la Corte Interamericana. B. La doctrina del control de convencionalidad 61 fue insinuada por primera vez en los votos del juez Sergio García Ramírez de la Corte IDH en los casos "Myrna Mack Chang vs. Guatemala" y "Tibi vs. Ecuador", y por el pleno del Tribunal Interamericano en el caso "Almonacid Arellano vs. Chile"62 del 26 de septiembre de 2006, “Trabajadores Cesados del Congreso (Aguado Alfaro y otros) vs. Perú" del 24 de noviembre del mismo año, y "La Cantuta vs. Perú" del 29 de noviembre del mismo año. En el primer caso 60 Ver entre otros a Néstor P. Sagüés; “Dificultades operativas del "control de convencionalidad" en el sistema interamericano”; en La Ley 11/08/2010, 1. 61 Este criterio ha sido sostenido en el sistema comunitario europeo desde el caso “Costa vs. Enel” de 1964. Ver entre otros a Eugenio L. Palazzo; “Bases constitucionales, anhelos y utopías para la organización de la justicia”; en Eugenio Luis Palazzo (director), “Estudios de Derecho Constitucional con motivo del Bicentenario”; ob.cit.; pág. 355. 62 Ver entre otros a Juan Carlos Hitters, "Control de constitucionalidad y control de convencionalidad. Comparación", en La Ley 2009-D, 105, también a Adelina Loianno; “El marco conceptual del control de convencionalidad en algunos fallos de la Corte Suprema argentina “Arancibia Clavel”, “Simón”, “Mazzeo”; en Susana Albanese (coord.); “El control de convencionalidad”; ob.cit.; pág. 122. 26 sostuvo: "La Corte es consciente que los jueces y tribunales internos están sujetos al imperio de la ley y, por ello, están obligados a aplicar las disposiciones vigentes en el ordenamiento jurídico. Pero cuando un Estado ha ratificado un tratado internacional como la Convención Americana, sus jueces, como parte del aparato del Estado, también están sometidos a ella, lo que les obliga a velar porque los efectos de las disposiciones de la Convención no se vean mermados por la aplicación de leyes contrarias a su objeto y fin, y que desde un inicio carecen de efectos jurídicos. En otras palabras, el Poder Judicial debe ejercer una especie de "control de convencionalidad" entre las normas jurídicas internas que aplican en los casos concretos y la Convención Americana sobre Derechos Humanos. En esta tarea, el Poder Judicial debe tener en cuenta no solamente el tratado, sino también la interpretación que del mismo ha hecho la Corte Interamericana, intérprete última de la Convención Americana"63. Consideraciones reiteradas en numerosos fallos más 64. C. En torno al derecho argentino, la piedra fundacional en la recepción de este control en la jurisprudencia de la Corte Suprema fue puesta en Giroldi”65, reafirmada en “Mazzeo”66 y “Videla” entre otros, donde la Corte local reitero textualmente las consideraciones vertidas en “Almonacid Arellano”. Más recientemente, en el caso “Rodríguez Pereyra”67 la Corte argentina pasó revista a los fallos de la Corte Interamericana desde “Trabajadores Cesados del Congreso” hasta “Fontevecchia y D´Amico” 68 para sostener que “La jurisprudencia reseñada no deja lugar a dudas de que los órganos judiciales de los países que han ratificado la Convención Americana sobre Derechos Humanos están obligados a ejercer, de oficio, el control de convencionalidad, descalificando las normas internas que se opongan a dicho 63 CIDH, Caso "Almonacid Arellano y otros vs. Chile" 26 de septiembre de 2006 (www.corteidh.or.cr). 64 Ver entre otros a María Gabriela Abalos, “El rol de la Corte Suprema de Justicia de Argentina en relación con el control de convencionalidad y su incidencia en el derecho interno”, en Revista Iberoamericana de Derecho Procesal Constitucional, no. 19, enero – junio de 2013; Ed. Porrúa; México. 65 Fallos 318:514 (1995). Similares conceptos se reproducen en Roberto Felicetti (La Tablada), Fallos 323:4130 (2000) en relación con las opiniones de la Comisión Interamericana. 66 Fallos 330:3248 (2007) La Ley, 2007-D, 401. 67 CSJN. Rodríguez Pereyra, Jorge Luis y otra c. Ejército Argentino s/daños y perjuicios; 27 de noviembre de 2012, La Ley 30/11/2012, 30/11/2012, 5 - La Ley 11/12/2012, 11/12/2012, 7 - La Ley 19/12/2012, 2, con notas de María Angélica Gelli, Néstor P. Sagüés, Andrés Gil Domínguez y Jorge Reinaldo Vanossi; online AR/JUR/60694/2012. 68 Cfr. “Caso Fontevecchia y A´Damico vs. Argentina”. Fondo, Reparaciones y Costas. CIDH. (29 de noviembre de 2011). Serie C Nº 238. Párr. 93. (www.corteidh.or.cr). 27 tratado. Resultaría, pues, un contrasentido aceptar que la Constitución Nacional que, por un lado, confiere rango constitucional a la mencionada Convención (art. 75, inc. 22), incorpora sus disposiciones al derecho interno y, por consiguiente, habilita la aplicación de la regla interpretativa -formulada por su intérprete auténtico, es decir, la Corte Interamericana de Derechos Humanos- que obliga a los tribunales nacionales a ejercer de oficio el control de convencionalidad, impida, por otro lado, que esos mismos tribunales ejerzan similar examen con el fin de salvaguardar su supremacía frente a normas locales de menor rango”. (Considerando 12 último párrafo). Avanzando aún más la Corte Suprema se ha expedido en el caso “Carranza Latrubesse” del 6 de agosto de 201369, en voto de mayoría de cuatro miembros contra tres, afirmando en el Considerando 18, que corresponde reconocer el carácter obligatorio para el Estado Nacional de las recomendaciones del art. 51.2 de la Convención Americana formuladas en el caso, en el Informe N° 30/97 de la Comisión, so riesgo de incurrir en una interpretación opuesta a todas las pautas y criterios de hermenéutica reiteradamente recordados. Es evidente, a juicio de este Tribunal, que dicho resultado es el que impone el "sentido" que debe atribuirse a los términos del citado precepto tanto en el "contexto" especifico cuanto en el general en el que están insertos, atendiendo al "objeto y fin" del régimen de peticiones y de la Convención Americana en su integralidad. Es, a la par, el que mejor responde al principio de "buena fe" y al "efecto útil" de dicho régimen, evitando asi el "debilitamiento" del sistema, cuando no, por a sí decirlo, del propio ser humano al cual está destinado a servir. D. En relación con el objeto de este trabajo y para arrojar una opinión respecto al acatamiento de las decisiones convencionales para los tribunales provinciales, es posible extraer algunas pautas de interpretación en torno al control de convencionalidad a partir de los fallos de la Corte Suprema Argentina: 1.Se basa en el principio de la buena fe en el cumplimiento de los contratos o compromisos, y de pacta sunt servanda, en concordancia con el art. 27 de la Convención de Viena sobre Derechos de los Tratados, de 1969. 69 CSJN. “Carranza Latrubesse, Gustavo contra Estado Nacional – Ministerio de Relaciones Exteriores provincia de Chubut, 06/08/2013 (www.csjn.gov.ar). 28 2.Los jueces nacionales deben cuidar que las disposiciones de la Convención no se vean mermadas por la aplicación de leyes internas que resulten contrarias a su objeto y fin. En principio aparecen obligados los jueces, pero también se extiende a las autoridades públicas vinculadas a la administración de justicia, como se esbozó en el caso “Gelman”70. En definitiva, es el Estado todo el obligado por la Convención y que podría acarrear su responsabilidad internacional. 3. El control de convencionalidad no es solamente respecto al texto expreso de la Convención sino que incluye la interpretación que de la misma ha realizado la Corte IADH. Como dice la referida sentencia: "En esta tarea, el Poder Judicial debe tener en cuenta no solamente el tratado, sino también la interpretación que del mismo ha hecho la Corte Interamericana, intérprete última de la Convención Americana". 4. Este control de convencionalidad aparece perfilado desde los casos analizados como un control difuso y de oficio, que queda en manos de los jueces domésticos, pudiendo acarrear responsabilidad internacional. Se materializa así la internalización de la Convención en la aplicación concreta que realizarían los jueces locales. 5. Sobre las normas pasibles de dicho control, la Corte Suprema no ha hecho una descripción de qué tipo de preceptos locales deben ser controlados, por lo que se considera que cualquier regla general y abstracta mal aplicada (ley, decreto, ordenanza, actos administrativos) incluyendo a las constituciones provinciales y a la nacional, tiene que estar incluida en el concepto aludido 71. 6. Respecto a cuáles son las decisiones de la Corte IDH que resultan obligatorias para el país y por tanto para los jueces domésticos cabe distinguir. a. Cuando el tribunal interamericano resuelve un caso concreto donde la Argentina ha sido parte, no hay duda en la interpretación que da la Corte Suprema, que su decisión es vinculante porque el Estado argentino que ha aceptado su jurisdicción transnacional y está directamente afectado. Ahora bien, la misma solución cabe frente a un informe de la Comisión IDH, que no es un órgano jurisdiccional, que involucre directamente a la Argentina, tal lo 70 CIDH, Caso “Gelman contra Uruguay”, 24 de febrero de 2011 (www.corteidh.or.cr). También de la CIDH, del 20 de marzo de 2013, resolución de supervisión de cumplimiento de sentencia. 71 Juan Carlos Hitters, “Control de constitucionalidad y control de convencionalidad. Comparación”; La Ley 2009-D, 1205. 29 asentado en el precedente “Carranza Latrubesse”. b. Cuando el Estado argentino no ha sido parte en el proceso interamericano, de los fallos de la Corte Suprema antes referenciados como “Ekmekdjian c. Sofovich" (1992), continuando con "Giroldi" (1995), "Acosta, Claudia" (1998), se extrae que las sentencias de la Corte IDH constituye "una insoslayable pauta de interpretación", o "una imprescindible pauta de interpretación" como en "Simón" (2005), entre otros; consolidándose el control de convencionalidad en "Mazzeo" (2007), donde transcribió literalmente el párrafo 124 del caso "Almonacid Arellano" de la Corte Interamericana, reafirmándose en "Videla y Massera" (2010), “Acosta”, “Lociser” y “Rodríguez Pereyra”. Si la interpretación fuese la de extender la obligatoriedad de sus decisiones a los Estados que no han sido parte en el proceso en que se sentaron los criterios jurisprudenciales, podría ser criticado por constituir un exceso en relación con las obligaciones asumidas por los estados al momento de ratificar la Convención Americana de Derechos Humanos 72. En esta línea, es cuestionable que los Estados puedan verse vinculados por una jurisprudencia de la Corte IDH vertida en un procedimiento en el que no fueron parte, ya que de manera explícita el Art. 68 de la CADH establece que: a) los fallos de la Corte Interamericana Derechos Humanos son obligatorios para el Estado que aceptó la competencia del tribunal internacional y fue parte en el proceso internacional en el que resultó condenado; b) las decisiones de la Corte Interamericana no tienen efectos generales sobre otros casos similares existentes en el mismo u otro Estado; c) la Convención Americana no establece en ninguna disposición el alcance general de los fallos de la Corte Interamericana, ni en cuanto al decisorio ni en cuanto a los fundamentos73. Así se deduce que no hay un compromiso de los Estados a cumplir con las decisiones de la CIADH en aquellos casos en que no fueron partes, o sea, la jurisprudencia general del tribunal 74. 72 Alfredo Vítolo; “La obligatoriedad del seguimiento de la jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos”; en Revista Fores; Boletín de junio de 2011. 73 Extraído del dictamen del Procurador General Esteban Righi en “Acosta, Jorge E. y otro s/recurso de casación”, del 10-03-2010. Expediente 93/2009, letra A. (www.mpf.gov.ar). 74 Valentín, Thury Cornejo; “La revisión del control de convencionalidad difuso y la identidad institucional de la Corte Interamericana de Derechos Humanos”, en Suplemento de Derecho Constitucional de E. D. 22/03/2012, nro 12.963. 30 Entiendo que la Corte Suprema supera esta crítica al afirmar que constituyen pautas intepretativas que igualmente debe ser tenidas en cuenta obligatoriamente por esa misma Corte y por los tribunales domésticos. 7.En este contexto, y teniendo en cuenta la forma de estado federal de Argentina, el control de convencionalidad surge como un imperativo para los cuatro órdenes de gobiernos autónomos (nacional, provincial, municipal y el de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires), con veinticinco jurisdicciones judiciales (las de las veintitrés provincias más la justicia federal y la nacional). En este sentido, sostiene Sagüés que según la CorteIDH el control de convencionalidad pesaría sobre los jueces del Poder Judicial pero también obligaría a los jueces de un Tribunal Constitucional extra-poder (cuando así ha sido diseñado por la Constitución), en las causas sometidas a su decisión. Si de lo que se trata es de asegurar el "efecto útil" del Pacto de San José de Costa Rica, contra normas internas que se le opongan, en los procesos respectivos, esa misión de aplicar sin cortapisas el derecho del Pacto tiene que involucrar, igualmente, a las cortes y tribunales constitucionales, aunque en algunos casos no pertenezcan al Poder Judicial y operen como entes constitucionales autónomos, o extra-poder75. Ello surge la necesidad que los tribunales locales, en el caso argentino, las veinticinco jurisdicciones judiciales, a fin de poder cumplir en este control, conozcan el citado bloque jurídico de derechos humanos y el acervo jurisprudencial de la Corte IDH y paralelamente, dejen de lado resabios soberanistas a la hora de concretarlo. Señala con acierto Thury Cornejo que el principal problema que plantea la jurisprudencia de la CIDH es el de la determinación del holding de las sentencias dado por la longitud de las mismas y por la tendencia del Tribunal a expedirse sobre un gran número de cuestiones. Por otra parte, el modo en que la jurisdicción de la Corte se ejerce -a instancias de la Comisión, en un número reducido de casos por año- hace que su cuerpo jurisprudencial tenga dos características particulares: a) una desigual conformación temática (v.gr., hay artículos de la Convención y temas sobre los cuales la CIDH se ha pronunciado 75 Néstor Pedro Sagüés; El "control de convencionalidad", en particular sobre las constituciones nacionales” en LL. 19/02/2009 - LL. 2009-B , 761. Del mismo autor, entre otros trabajos ver: “Dificultades operativas del "control de convencionalidad" en el sistema interamericano”; La Ley 11/08/2010, entre otros. 31 en varias oportunidades -por ejemplo, leyes de amnistía- y otros en los que ha sido muy escaso, por ejemplo, derecho de propiedad); b) dentro de un mismo tema, suele haber pocas sentencias diferentes lo que hace que existan aspectos del tema que no han sido tocados y que dificultan la aplicación de la misma a casos con supuestos fácticos y jurídicos diferentes a los planteados ante la Corte Interamericana76. 8. En último lugar, se destaca que así como el control de constitucionalidad persigue afirmar la supremacía de la Constitución Nacional, el de convencionalidad, la del Pacto de San José de Costa Rica, siendo común a ambos el objetivo de obtener la invalidez de la norma inferior opuesta a la superior pero advierte Sagüés con acierto que el resultado es la supremacía del Pacto por sobre la Constitución Nacional ya que la consecuencia del control de convencionalidad, es que la regla constitucional que lesiona al Pacto debe quedar inaplicada, en cambio la Constitución no puede válidamente lesionar al Pacto77, por lo que asume la condición de supraconstitucionalidad 78. En esta inteligencia, se modifica el art. 31 de la C.Nac. aunque no deben desoírse las voces contrarias como la de Rosatti que señala que no fue esa la intención ni la exigencia constitucional en cabeza de la Convención Constituyente, por lo que la pretensión de un control de convencionalidad alimentado por sus propias fuentes normativas e interpretativas, que subordine toda otra fuente normativa e interpretativa nacional, es inconstitucional 79. Además en línea con tal razonamiento, la Corte Suprema argentina sede su rol institucional de ejercer la última instancia en la resolución de conflictos de orden interno para someterse a la supremacía que como intérprete final de la Convención ADH tiene la Corte Interamericana. V. Algunas conclusiones y aportes. Conforme al objetivo de este trabajo y teniendo en cuenta las 76 Valentín, Thury Cornejo; “La revisión del control de convencionalidad difuso y la identidad institucional de la Corte Interamericana de Derechos Humanos”, en Suplemento de Derecho Constitucional de E. D. 22/03/2012, nro 12.963. 77 Néstor P. Sagüés, El "control de convencionalidad", en particular sobre las constituciones nacionales; La Ley 2009-B-0761. 78 Defienden esta posición entre otros autores Néstor P. Sagüés, El "control de convencionalidad", en particular sobre las constituciones nacionales; La Ley 2009-B-0761, Oscar E. Defelippe; “Efectos de la jurisprudencia internacional en el Derecho argentino: El control de convencionalidad”; en Suplemento de Derecho Constitucional, La Ley, octubre de 2012, etc. 79 Horacio Rosatti; “El llamado 'control de convencionalidad' y el 'control de constitucionalidad' en la Argentina”; Sup. Const. 2012 (febrero), 13/02/2012, 1 - La Ley 2012-A, 911. 32 apreciaciones efectuadas, cabe intentar el aporte de algunas conclusiones en torno a la incidencia que las decisiones en ejercicio de control de constitucionalidad y de convencionalidad adopte de la Corte Suprema. 1. En primer lugar, se ha descripto una actitud zigzagueante de la Corte Suprema respecto al valor y obligatoriedad de sus precedentes, más los casos de incumplimiento de sus decisiones 2. En segundo lugar, si se tomase cualquier fallo de la Corte Suprema y se considerase que obliga matemáticamente a todos los tribunales inferiores federales y provinciales, equivaldría a que cada sentencia de la Corte Suprema en lugar de ser una norma individual, se transformaría en general con efectos erga omnes. 3. En tercer lugar, atento al rol institucional que ejerce la Corte Suprema, las decisiones en ejercicio de su jurisdicción constitucional a través del control de constitucionalidad y del de convencionalidad en principio tienen que ser respetadas y acatadas primeramente por la propia Corte, quien no debería modificar sus precedentes sin un análisis pormenorizado de los hechos probados en la causa y del derecho aplicable para determinar o no la existencia de analogía y en su caso, producir el cambio jurisprudencial. 4. En cuarto lugar, de la misma manera tales decisiones deben ser cumplidas por los poderes políticos nacionales y provinciales en aras al respecto de la división de poderes, de la supremacía de la Constitución Nacional y de la reafirmación de su rol institucional como último tribunal en las controversias constitucionales. 5. En quinto lugar, en relación con los superiores tribunales de provincia atento a las consideraciones críticas vertidas respecto a los precedentes y los cambios que la misma Corte Suprema ha ido sentando en relación con los efectos de los mismos, considero que, deben ser tenidos en cuenta y citados por los tribunales locales sin perjuicio del análisis detallado del caso concreto, la descripción del precedente y la pormenorizada relación fáctica y jurídica por la cual el tribunal provincial llega a la conclusión que existe o no analogía con el precedente. Ahora en el caso que el tribunal superior de provincia entendiese que el caso a resolver se subsume en el precedente, debe imperativamente aplicarlo y resolver conforme lo dicho por la Corte Suprema. 33 En este interpretación no hay que olvidarse que como la misma Corte tiene dicho, una de las misiones más importante que tiene dicho Tribunal consiste en interpretar la Constitución Nacional de modo que el ejercicio de la autoridad nacional y provincial se desenvuelva armoniosamente, evitando interferencias o roces susceptibles de acrecentar los poderes del gobierno central en detrimento de las facultades provinciales y viceversa. Del logro de ese equilibrio debe resultar la adecuada coexistencia de los dos órdenes de gobierno cuyos órganos actuarán en dos órbitas distintas, debiendo encontrarse solo para ayudarse80. 6. En sexto lugar, en relación con el control de convencionalidad, se reafirma sin dudas el deber del estado argentino y de sus jurisdicciones locales de dar fiel cumplimiento a los instrumentos internacionales con los que se ha comprometido. Pero ello requiere que, tratándose de 25 jurisdicciones judiciales, se diseñen vías de comunicación entre los niveles de gobierno para difundir las sentencias interamericanas, fijar las reglas interpretativas, analizar las pautas generales fijadas en defensa de los derechos humanos a fin de articular debidamente la tarea de los órdenes internos e internacionales. En este sentido debería planearse como política de estado del Poder Judicial y de los poderes judiciales provinciales, como lo ha hecho la Corte Suprema con otros temas como la gestión, la comunicación, el ambiente, etc. En línea con ello propongo la creación de una Oficina especializada en análisis de convencionalidad, así como la Corte Suprema ha creado las Oficinas de Violencia Doméstica, de la Mujer, de Justicia Ambiental, entre otras, es imperioso la creación de la Oficina de Convencionalidad la que incluiría el estudio, análisis, comunicación y difusión del holding de cada sentencia de la Corte IDH y de las recomendaciones e informes de la Comisión. La iniciativa debería ser copiada por los superiores tribunales de las provincias para que en el trabajo coordinado, se garantizara el efectuo útil de la Convención y la efectividad del control de convencionalidad por parte de todos los tribunales de Argentina. 7. En séptimo lugar, cabe proponer una propuesta equilibrada, un espacio de análisis en función de las particularidades jurídicas del Estado en 80 CSJN. “Banco de la Provincia de Buenos Aires contra Nación Argentina”; 1940, Fallos 186:170. También en Fallos 307:360, 310:804, etc. 34 cuestión, un margen de apreciación con contornos definidos y no un reservorio de arbitrariedad. Podría ser una herramienta apta —como actitud deferente hacia el Estado— sólo en la medida que sea empleada mesurada y razonablemente, siempre frente a los precedentes en que la Argentina no ha sido parte en el proceso interamericano. 8. En octavo lugar, cabe reafirmar que el control de convencionalidad ejercido de conformidad con los precedentes de la Corte IDH, constituye un complemento del control de constitucionalidad tradicional, y debe conjugarse con el principio pro homine, por cuando el juez sea nacional o provincial en el caso argentino debe siempre elegir la norma que ampare de modo más amplio los derechos de las personas, en esta inteligencia, debería superarse la discusión en torno a si prevalece el control de constitucionalidad sobre el convencionalidad o a la inversa, para entender que ambos controles deben complementarse en aras a permitir que el juez doméstico elija la normas más beneficiosa para la protección de los derechos, pero no en una aplicación automática de los precedentes interamericanos o nacionales, sino en una verdadera función de aplicación de la normas más favorable al caso concreto y particular a resolver. El art. 29 de la CADH como norma de interpretación establece “Ninguna disposición de la presente Convención puede ser interpretada en el sentido de: a) permitir a alguno de los Estados Partes, grupo o persona, suprimir el goce y ejercicio de los derechos y libertades reconocidos en la Convención o limitarlos en mayor medida que la prevista en ella; b) limitar el goce y ejercicio de cualquier derecho o libertad que pueda estar reconocido de acuerdo con las leyes de cualquiera de los Estados Partes o de acuerdo con otra convención en que sea parte uno de dichos Estados; c) excluir otros derechos y garantías que son inherentes al ser humano o que se derivan de la forma democrática representativa de gobierno, y d) excluir o limitar el efecto que puedan producir la Declaración Americana de Derechos y Deberes del Hombre y otros actos internacionales de la misma naturaleza”. 10. En definitiva el control de constitucionalidad y el convencionalidad deben ser ejercidos en forma complementaria para contribuir al fortalecimiento de la cultura de respeto, protección y realización de los derechos humanos. El desafío para los jueces domésticos será compatibilizar ambos 35 controles y armonizar las normas y directrices del derecho interno con el derecho internacional en aras a salvaguardar la dignidad del ser humano en cada caso concreto a resolver. De esta forma, “… la riqueza del sistema interamericano, la riqueza del trabajo del Tribunal, redunda no tanto ni exclusivamente en lo que puedan ser sus propias decisiones, sino, principalmente, en la forma en que ellas repercuten en el fortalecimiento de la vitalidad democrática de autoridades nacionales, en el reforzamiento de la capacidad institucional al interior de los Estados, y, en particular, de los tribunales.81 81 Discurso del Presidente de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, Juez Diego García Sayán, ante la XLI Asamblea General de la Organización de Estados Americanos, San Salvador, El Salvador, 7 de junio de 2011 (en www.corteidh.or.cr).