05/1944 - Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente

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NIINISTERIO DE A^RICULTURA ^
SECCION DE PUBLICACIONES, PRENSA Y DRODAOANDA
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hOJAS DIVULt^ ADORAS :
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PERRERO, 1944
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DE REBUS HIDROBIOLOGICIS ^ :
Ampliación y perfeccionamiento del acuario doméstico
P02' LUIS PARDO,
Hldrobiólouo de la Seceión de Biolog(a
de las Aguas continentales
En una d^e las HOJAS DIVULGADORAS recientemellte aparecidas (1) he tratado ^lel acuario^ doméstico, considerando como tal una vasija o recipiente sin entrada ni salida
de agua, en el que, para mantener el conveniente nivel
se repone el líquido evaporado trasvasándolo lentamente
de un cacharro casero cualquiera, ^corriendo la ^oxigenación del agua a cargo de las plantas acuáticas que producen este gas, necesario para la vida animal, des^componie^ndo en anhídrido carbónico e::halado por los seres z^oológ•icos qus en el acuario habitan, con lo q^ue se mantiene e^l
eq^uilibrio biológico.
Una superpoblación en dicho recipiente o la convivencia en el mismo de especies incompatibles por su género
de vida ^o régi^men alimenticio, puede motivar el fracaso
del acuario, con la consiguiente decepción por parte del
aficionado novel que reúne en las vasijas todos los lseces
y bichejos que puede recolectar. Por esta razón, cuando la
misión ^del acuario no se limita ys, a un fin estrictamente
ornamental, cuando ha ^ogrado interesar la atención del
propietario o éste acude a él g^uiado por la cui•iosidad y espíritu de observación, una sol^ va,
(1)
Núm. 23, julio 1943.
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°^^ Fatas IIo^.as se rr,miten ^ratis a yuien las pida a la Scrciún de
Puólicaciones, Fren^a y Propageu^da, del Ministerio de Asricu!tura.
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sija es insuficiente, ,exigiendo un número mayor para la conveniente separación de los seres.
Esta consideración, unida a alguna consulta recibida sobre el
tema, incitándome a perseverar en él y a dar breve noticia de una
instalación de acuarios más amplia, me induce a redactar estas
páginas en tanto concluyo un pequeño libro (1) en el que desax•rollo
el asunto.
Efectivamente, ofrece singular interés la instalación de una
serie o batería de acuarios : puede hacerse con un fin de mero solaz
y esparci^miento o cón el más •elevado de obser^ar la Naturaleza,
escudriñando sus secretos y observando el desenvolvimiento de
los seres qu^e la integran en el medio dulceacuícola.
No sólo las aficiones de carácter utilitario (siempre considerándolas como tales aficiones al ser ajenas a la idea de lucro) que
tienen su medio adecuado en la huerta, gallinero o palomar, sino
las puramente desinteresadas, las que no reportan ni un beneficio inmediato, como son el cultivo de las flores, la cría de canari^s
o la selección y enseñanza de otros pájaros cantores, cuando se
realizan como digo, encuentran en el hombre de la ciudad y del
campo fervientes entusiastas que con ardor se consagran a ellas.
Así sucede con el acuariófil^o en el extranjero, ya que entre
nosotros apenas se dibuja su figura : en .una galería de una vivienda urbana o en un lugar resguardado del jardín de un hotelito ciudadano o de una residencia campestre, puede establecerse
la batería d^e acuarios. Y mejor aún en el laboratorio o en el aula,
en la sala de prácticas o en el patio cubierto de un centro docente.
A mi HoJA anterior, ya antes anotada, remito a quienes interese la fase inicial de la instalación del acuario, la que se refiere
al acuario decorativo, empleado como elemento exclusivamente orna^mental, de la misma manera que se utiliza un tiesto, un ramo
de flores o una jaula pendiente de un artístico soporte metálico.
(1)
EI ocucirio y sus pobladores, destinado a aparecer en ]a serie de pequeF^a
volúmenes quo edita la S'ección de Prensa, Propaganda y Publicacio^nes del Ministerio de Agricultura.
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Pero cuando se va más allá y su empleo no se ciñe ya a una misión meramente de adorno, sino que es hijo de la afición a contemplar los huéspedes del medio acuático, la instalación va adquiriendo una mayor compl^ejidad.
Así, pues, puede recomendarse la disposición de una serie ile
acuarios sobre la base de tres element^os, si bien puede aumentarsc
hasta cuatro o cinco, conviene las más de las veces, y es harto suficiente, que la toma directa del agua sea única, verificándose por
uno de los acuarios de los extremos, pero unid^os los recip'entes
entre sí, a semejanza de una batería de pilas eléctricas, merced
a los correspondientes sifones (fig 1), el ]íquido pasa desde el pri-
^
Fig, 1.--Circulación del agua en unos acuarioG clispuestos en batei ía.
mero, por donde entra, hasta el último, donde tm sifón de desagiie
final vierte el agua hacia el sumidero.
Otra disposición puede darse a la serie de acuarios : col^ocar
dos o tres en la forma indicada en el párrafo anterior, habilitando una nueva fila de igual número de elementos emplazados debajo de los primeros; en este caso el agua que sale del último acuario de la fila superior, que no debe exceder de tres recipientes,
desciende por medio de un sifón adecuado al inmediata inferior,
de donde pasa, merced a sifones idénticos a los que ponen en comunicación los de arriba, a los demás de la línea ínferior en sentido inverso a como lo hacían los de la fila de encima; al lle^ar.
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al último de los dispuestos abajo, el sifón de desagiie final conduce
el agua hacia el orificio de evacuación (1) .
Este desagiie puede realizarse utilizando diversos tipcs o modelos de sifón, qu^e se x•eproducen en la figura 2: el modelo número 1 consiste en un sifón de desagiie superficial; el siguiente, lo
hace a media profundidad; el inmediato, lo efectúa por el fondo,
y, finalmente, el nú^mero 4, o últim^o, representa un desagiie superficial que tiene lugar a través de un tubo que al mismo tiempo
actúa de tapón de un conducto evacuatorio o sumidero.
A1 hablar de modos de desaguar los acuarios que integran una
serie, como no es preciso estén siempre así dispuestos, ya que pueden instalarse independientemente uno de otro, no es ocioso decir
algo del modo cómo expulsan el agua sobrante : en este caso puede
prescindirse del tapón de evacuación; provocando se efectúe ésta
de una manera superficial a través del cristal que forma la pared de uno de sus lados ; la forma de conseguirlo es variada, utilizándose tres sistemas, mejor dicho, procedimientos, que estriban
en practicar una escotadura, un simple orificio o prolongar éste
por medio de un pequeño conducto o tubito.
Todos estos medios de desagiie adolecen del defecto de provo^
car chorreras y salpicaduras en el vidrio de la cara parietal del
acuario por donde se verifica la evacuación, y en el del vecino,
si la distancia que los separa es ^escasa, restando visualidad a cada
uno de ellos ,y al conjunto ,que forman, lo que es totalmente inadmisible cuando se trata de acuarios, en los que, aunque la idea
básica no sea la meramente ornamental, deben guardar la mejor
presentación estética. Solamente en aquellos de exhibición preparados de modo adecuado, en los que las caras laterales quedan
ocultas a la mirada curiosa del espectador, pueden ser utilizados.
Si se desea provocar el desagiie por la parte inferior del acua=
rio o hacia su mitad, manteniendo constante el nivel, no hay po(1) De conformidad con lo dicho, exi.stia un grupo de acuarios en el Laboratorio
de Hidrobiología de Valencia, de los cuales, los tres superiores estaban dotados
cada uno de ellos de entrada directa de agua, contando con otros tantos modelos
de surtldores.
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sibilidad de emplear vertidos directos, ya que si la cantidad de
agua entrada excede a la salida, subirá su nivel hasta rebasar sus
bordes, y si sucede al contrario, se vaciará hasta la altura donde
se haya practicado la correspondiente salida directa.
Con ^objeto de conseguir un nivel constante, prescindiendo de
mecanismos reguladores enojosos y de costo elevado, se acude al
2
^
Fi^. 2.-Diversos tipos de desagiie.
empleo de sifones de ramas de distinta longitud : La abertura
de la externa, con relación a la pared én que se apoya el acuario,
regula el nivel constante que en el recipiente alcanza el agua, en
tanto que la situada en el interior señala el nivel de salida del
líquido; éste se verificará a la altura que se estime suficiente y
necesaria, más superficialmente, entre d^os aguas o en la parte
profunda cerca del fondo, como se pone de manifiesto respéctiva^mente en los diseños 1, 2 y 3, esquematizados en la figura 2.
El mejor dispositivo para la evacuación del agua es el llamado
sifón de nivel constante, que también se conoce con el nombre de
regulad^or de nivel. Reproducido en la figura 3, puede observarse
claramente en qué consiste : en esencia, es el sifón de que vengo
hablando ; una de sus ramas penetra en el acuario, en tanto la otra
se introduce en un vasito o pequeño recipiente exterior, en el que
se mete atravesando un tapón de corcho o d^e caucho ; se ceba el
sifón, y en este momento el agua del acuario penetra en el vaso
diminuto hasta conseguir la altura del tubito encorvado p^or donde es expelida, constituyendo el desagiie que la expulsa hacia el
sumidero o cañería de evacuación.
El nivel establecido ya no experimenta variación en lo suce-
-ssivo y provoca se mantenga fijo el del acuario, lo que se consi
gue merced al propio sifón; es natural que así suceda, ya que eT
resultado obtenido responde ai principio que establece la teoría
de los vasos comunicantes. Una sencilla inspección de la figura
Fig. 3.-sifón de nivel constante.
nos pone de relieve él p•equeño recipiente o vasito que forma parte, la má,s aparente y destacada del sifón, no es otra cosa sino
un reducido acuario de muy pequeñas proporciones, dotado de
propio desagiie, que establece comunicación con el verdadero acuario gracias al sifón que prod,uce el contacto entrambos (1) .
Si el funciona^miento de los acuarios tiene lugar de una manera ininterrumpida o poco menos, por exquisito que sea el cuidado
que.en su entretenimiento se ponga, por atento que se esté a la
buena marcha de los mismos, no puede evitarse que alguna vez
se produzca un desbordamiento, originando la consiguiente inundación y su secuela de daños y perjuicios, de mayor consideración cuando están emplazados en una planta alta. A impedir este
peligro tiende la costumbre adoptada de disponer los acuarios sobre basamentos de cemento o de cinc, con el suficiente reborde,
que permita encauzar el agua rebasada, conduciéndola por el callalillo que forma dicho reborde hasta verter en la tubería de evacuación o sumider^o general.
Así dispuesta una serie de acuarios, pueden prepararse en consonancia con los hábitos de las especies que hayan de poblirlus,
(1) Los dibujos aquí insertos están reproducidos de la excelente obra del Profesor Luis Lozano, Fawna Ibérica: Peces, tomo I; Junta para Amp. de Est. e
Invest. Cient. ; Madrid, 1928.
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reuniéndolas según sus costumbres y régimen alimen±ici^>, a fin
de que no se molest^en unas a otras con ^más o merzos insistencia
e intensidad, que en no pocas ^ocasiones termina con ]a destrucción de las más débiles o menos aptas para la lucha. También pueden distribuirse los habitantes de los recipientes según los lugares
de donde procedan, con lo que se consigue reproducir la flora y
fauna de una determinada masa de agua o de un concreto paraje
de una d^e éstas. Así sucedía con el acuario de mayores dimensiones d^el Laboratorio de tlidrobiología Española de Valenci<l (1),
que era una reproducción fidedigna del medio y pobladores del
mundo vegetal y anixnal de su maravillosa Albufera, un trozo
arrancado d•el hab2tat del lago valentin^o y transportado al Laboratorio que consagró al mismo sus preferentes actividades.
Ciñéndome al tema aquí desarrollado, modo de ampliar y perfeccionar el acuari^o casero, no voy a tratar de los seres que pueden habitarle, lo que ya hice en la Ho,ra DivuLCavoxa aludida (2)
en el comienzo de la presente, y a la que remito a quien sienta
curi^osidad por el asunto. Las indicaciones que allí se señalan y
la literatura científica ^que se anota me revelan del insistir en su
exposición, evitando incurrir en superfluas y enojosas repeticiones.
^
Sin embargo, como complemento de lo que se expresa en el
anterior párrafo, y a título de información bibliográfica, he de
citar una obra nueva, tan reciente, que aún no había aparecido
cuand^o redacté mi HoJA ant^erior, y que es de singular interés
para el amante culto del acuario, por las provechosas enseñanzas que en ella puede adquirir, aprendiendo mucho acerca de los
seres acuáticos y sobre el desarrollo de la vida en las aguas dulces.
Me refiero a la obra de Ramón Nlargalef, titulad^, Do^n^rlr e•m(1)
Fundado en 1912 por el Prof. Celso Arévalo, como una dependencia det
Instituto de Enseñanza NIedia de Valencia, se le reconoció como Centro autónomo
en 1917 (R. O. de 29 de. octubre) ; al crearse en el DZuseo Nacional de Ciencias
Naturalae la Sección de Hidrobiologfa, en 1913, el Iaboratorio fué incorporado a
esta organización,
(2)
en la que siguió hasta su supresión en 1932.
Págs. 4 a 8, figs. 2 y 3.
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• pieza la vi^la (1), libro de gran interés y utilida^d para 1os aficionados a ía Hidrobi^ología, y cuyo texto, ameno y asequible; al que
sin ser naturalista, posee un nivel cultural medio de ciencias naturales, está integrado por los siguientes capítulos, cuyo solo enunciado es fiel contraste de su contenido; son los siguientes: "Cómo
viajan los organism^os más peque^xos", "^Plánta o animal?",
"Natura in minimus maxima", "El pez grande se come al chico",
"La Naturaleza, maestra de la técnica" ;"La vida de la especie",
"Los pequeños crustáceos", "Cómo nace, se mantiene y evoluciona ^una comunidad de organismos" ;"La vida flotante", "Una selva virgen en miniatura", "El fango, medio biológico" ;"En las
fronteras del agua dulce, hacia el mar y hacia tierra f^rme" y^
"Los pequeños seres del agua en la economía mundial". Su parte
gráfica, muy bien seleccionada, es altamente instructiva.
A medida que la afición del acuario se vaya difundiendo, las
observaciones históriconaturales en el campo hidrobiológico contribuirán a su progreso, poniendo en práctica el pedagógico lema
_
de instruir d•eleitando.
(1)
Un volumen de 14,5 por 20,5, de 120 pá,^,inas, con 23 figuras ,y 4 láminas, Se-
rie "Progresos del Mundo". Editorial Scientia; Barcelona, 1943.
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L'f.l11NA -
b16:LGNi1F,7. VALDEti,
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M.4DRIU
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