EL CAOS DE UN SIMULACRO Eduardo Quirós Sánchez Mediante la ordenanza 20-2004, el Concejo Provincial de Trujillo dispuso que a partir del 28 de febrero se restrinja el ingreso de taxis y autos particulares al centro histórico de la ciudad, en días precisos de la semana, según número de la placa de rodaje. Para las que terminan en número impar 1, 3, 5, 7, 9, el ingreso es libre los días lunes, miércoles y viernes y para las que terminan en número par 2, 4, 6, 8, 0, los días martes, jueves y sábado. También se ha dispuesto el retorno de las grúas, de ingrato recuerdo por los abusos que se cometieron. Para que un Concejo tenga derecho a aplicar medidas severas al sector del transporte público y particular, lo primero que debe hacer es ofrecer calles y pistas bien asfaltadas, hoy llenas de baches y zanjas abiertas que no han sido resanadas, además de proceder a una señalización muy clara. Para cumplir con esta amenaza, el Concejo organizó un simulacro para el 16 y 17. En su primer día se produjo un verdadero caos, cuando los taxistas no sólo bloquearon los puntos más estratégicos de la ciudad, generando una confusión terrible, sino que causaron desmanes. agredieron a policías, tiraron huevos, protagonizaron actos de violencia que merecen un general repudio. El sindicato de choferes de Trujillo, institución que no representa al gremio publicó hace unos días un comunicado suscrito por un Secretario General vitalicio porque nadie lo reelige en el cargo. Los taxistas tampoco son un sector que tenga la representación de los trabajadores, pues la organización más poderosa del sector es la Asociación de Empresarios de Taxis, presidida por José Villanueva y que ha desafiado no acatar la ordenanza. Los ticos de esas empresas han participado en el bloqueo, como es fácil apreciar por los nombres que aparecen en las farolas de los carros. Algunos añadieron su reclamo por el aumento de precio del SOAT que ha subido a 120 dólares, según ellos. El genial ex - Ministro de Economía, Javier Silva Ruete, creó el impuesto más rentable como es el SOAT, con una tasa en dólares, como no ocurre con ningún otro gravamen. Calculó en un ingreso de millones de dólares en poco tiempo porque nadie podía conducir un vehículo sin el distintivo. Este impuesto se suma a las tarifas por infracciones que son las más altas de América y tal vez no compensan los dos soles por carrera, una vez que se eliminó el taxímetro, regulador más justo del servicio. Ese SOAT debe mantenerse en la misma cifra como impuesto y no pretender aumentarlo desmesuradamente. Que en Trujillo el número de taxis hay crecido monstruosamente, como no ocurre en ciudades como Cusco, Huancayo o Cajamarca, en donde no hay un solo tico y los taxis son camionetas no anteriores al año 2,000 y las carreras son igual de dos soles, se debe a que aquí se ha permitido la formación de empresas que tienen 20, 40, 80 o más de 100 ticos, según comentaban ayer varios choferes, por lo que el bloqueo no es en el fondo una actitud libre de los trabajadores del sector, sino decisión de las empresas a cuyo servicio están ligados. Esas empresas o bien alquilan sus unidades o explotan a los trabajadores del sector que, en ambos casos, se pelean por los clientes. Se sabe que los delincuentes alquilan ticos para cometer sus fechorías y que algún jefe de banda tiene su propia empresa. El taxi es una herramienta de trabajo, lo que significa que el trabajador debe ser dueño de su propio vehículo. El Concejo puede emprender una obra de bien social, concediendo préstamos a través de la Caja Municipal para que un verdadero taxista tenga su movilidad y lo siga pagando con su trabajo. Así se hubiera eliminado a esas personas que manejan empresas dirigidas por radio, con una indigna explotación del hombre por el hombre.