Jipijapa, 2 de enero de 2011 Hola Luisòn. Supongo que ya habéis enterrado a Luisito Solo lo traté los últimos cuatro años pero mantuvimos un contacto muy estrecho. Como sacerdote compañero en Puerto Cayo fue siempre cercano, amable, amigo por encima de todas las cosas, A cualquier hora llegaba a casa y su presencia lo llenaba todo de alegrìa. Y entre tanto era un pàrroco celoso preocupado por todos y cada uno. Cuando estaba a punto de irse a Paraguay yo le preguntaba por “previsiones” de futuro, a lo que él contestaba que su vida era LA MISIÒN. No habìa màs futuro que la Misión. Me impresionaba su entrega. De vuelta a Italia, tras circunstancias complicadas en Paraguay, se le descubre el càncer que finalmente lo llevó a la tumba. Al preguntarle como recibió la noticia de parte de su doctor, me dijo “Le contesté, Doctor voy a intentar vivir lo que siempre he predicaclo a mis feligreses”. Y por cierto que lo logrò. Hablé con él con frecuencia. Siempre me respondiò con ànimo. Aún recuerdo las últimas palabras que me dijo la última vez que hablé con él el 17 de diciembre: “estoy con morfina... y tu iànimo Manolo, mucho ánimo!”. A lo largo de este tiempo solo le noté triste veces contadas: en enero cuando la operación para extirpar el tumor fue un fracaso y en septiembre-octubre cuando el dolor le hizo ingresar en un centro para ser mejor atendido. Pero aún medio del dolor y la tristeza, ni una queja, ni una palabra de desánimo. Que Dios le pague por tanto bien que hizo. Un fuerte abrazo para ti Luisòn, que fuiste “su familia”. P. Manolo