Yo e hecho imprimir en esta ciudad de Roma un libro de misas y unos motetes (a donde e residido por espacio de dieciocho años) y informado de la merçed que Vuestra Señoría haçe a semejantes trabajos, quise ofreçer a Vuestra Señoría este mío. (…) De Roma y de diçienbre 18 de 1583. Thomé Luis de Victoria Tomás Luis de Victoria, de quien este año celebramos el IV centenario de su muerte, había nacido en Ávila en 1548, aunque se educó en Roma en el Colegio germánico. Allí entró en contacto con los músicos más destacados de su tiempo y comenzó a desarrollar su carrera como compositor, organista y maestro de capilla de varias instituciones vinculadas con España. Dedicó mucho esfuerzo y tiempo a la impresión de sus obras que él mismo costeaba y que ha ayudado a la difusión de su música. La carta que aparece al principio de este párrafo fue escrita en Roma por Victoria al Cabildo de la Catedral de Jaén en 1583, unos años antes de su regreso a España, donde sirvió a la Emperatriz María (hermana de Felipe II) en las Descalzas Reales hasta su muerte en 1611. Los libros de los que parece hablar Victoria son los que contienen parte del repertorio que vamos a escuchar en este concierto. Quizás Francisco Guerrero (quién había sido maestro de la catedral jiennense) le recomendara enviar sus obras al cabildo de la ciudad andaluza. De él también escucharemos una pieza esta mañana, a la que Tomás Luis rindió homenaje. Todas las piezas del programa, además, guardan entre sí una curiosa relación; son parodias u objeto de una parodia. En la música del Renacimiento la parodia es una técnica compositiva que consistía en la imitación de un modelo polifónico preexistente. Con frecuencia las partes más imitadas eran los comienzos y los finales de las obras. Aparte de las obras de Victoria, se escucharán también piezas de los más grandes compositores del Renacimiento: Cristóbal de Morales, Giovanni Pierlugi da Palestrina y Francisco Guerrero. El conocido motete a cuatro voces para la fiesta de Todos los Santos, O quam gloriosum era la pieza inicial con la que se abría la publicación de sus Motecta de 1572. Comienza con una exclamación homofónica formada por tres acordes sucesivos que luego utilizará también al inicio de la misa parodia basada en este motete. Este recurso ya había sido empleado por Palestrina en su motete a 6 voces O magnum mysterium de 1569. Después, el estilo es ampliamente imitativo, con escalas ascendentes y rápidas para «gaudent» (se alegran) y «sequuntur Agnum» (siguen al Cordero) con una serie de suspensiones descendentes en lo que resulta uno de los momentos más interesantes del motete. Jubilate Deo es el único motete de Morales que parodió Victoria en su Misa Gaudeamus de la que escucharemos dos movimientos. Es un motete en dos partes que el papa Paulo III encargó a Morales, cuando estaba a su servicio para celebrar la paz de Niza de 1528 entre el emperador Carlos y Francisco I de Francia. Publicado por primera vez en 1542, tuvo que ser ya muy valorado en la época y más duradero que la paz franco-española, ya que aparecieron varias impresiones: en España fue editado primero por Valderrábano en un arreglo a dos vihuelas y después en 1554, con un arreglo para una vihuela por Fuenllana. Finalmente, apareció la Misa parodia de Victoria, editada en 1576. Las dos secciones del motete se encuentran unidas por la repetición de un breve ostinato melódico confiado a la voz intermedia del Quintus, y es una cita del introito gregoriano «Gaudeamus». Mientras, las otras voces hablan de los méritos del papa, el Emperador y el Rey y exhortan a toda la tierra a cantar alabanzas a Dios porque los dos príncipes han marcado el comienzo de una nueva era. La parodia de Victoria es la cuarta misa de la colección de 1576, al igual que la Misa parodia Surge propera sobre el motete de Palestrina, las partes principales comienzan con el motivo principal del original. La misa de Victoria exhibe una sonoridad más brillante que el motete de Morales por la plantilla elegida: predominan las voces altas y claras (prefiere dos cantus en lugar de dos tenores). En el siglo XVI proliferó un género muy curioso, el de la batalla, lleno de efectos onomatopéyicos, fanfarrias y motivos musicales muy simples que intentaban recrear el ambiente guerrero como los ruidos, las llamadas de las trompetas y el fuego de los cañones. El comienzo de este género ha de verse en la chanson La Bataille, de Janequin, que fue escrita probablemente para celebrar la Batalla de Marignano (1515) en la que Francisco I venció al Duque Sforza de Milán. La fortuna de esta pieza puede verse en su influencia en el repertorio ibérico tanto en las ensaladas de Mateo Flecha el Viejo, como en las piezas de batalla españolas y portuguesas del siglo XVII. Victoria, eligió esta obra como base para su misa parodia Pro Victoria (1600), agrupando las nueve voces en dos coros propiciando los efectos antifonales que aparecen combinados con momentos en los que suenan todas las voces a la vez creando una textura densa y rica. En el Credo (y en otros pasajes de la misa) incluye varios fragmentos en ritmo ternario, creando el ambiente de «alaridos e incursiones» que se habría reflejado en una misa de batalla. El motete O Magnum Mysterium posee un tono oscuro que Victoria emplea en muchas de sus obras, resultado del movimiento de la música por semitonos y de los retardos. El texto del motete, había sido empleado por Palestrina para la fiesta de Navidad, pero Victoria lo emplea para la Circuncisión: una fiesta menor y más seria, considerada una prefiguración de la crucifixión. De aquí que no extrañe el modo sombrío y la relación que Victoria establece con otro de sus motetes destinado al Jueves Santo, Vere languores. Los compases 40 a 44 del O Magnum reproducen a la 4ª inferior los compases 52-56 de Vere languores: en el primero es la virgen la que lleva en su seno a Jesús (“portare”) y en el segundo son la madera y los clavos los que sostienen («Sustinere») a Jesucristo en su última agonía. Palestrina incluyó su motete Surge Propera en su primer libro de motetes a cuatro de 1563, publicado cuando trabajaba en la Iglesia de Santa María la Mayor en Roma. Muchas de las características de su estilo se muestran en él: líneas melódicas fluidas, texto correctamente declamado, un fino sentido del equilibrio entre las partes y un exquisito manejo de la disonancia. En la Misa Surge propera, Victoria rinde homenaje a Palestrina, con unos cuantos motivos imitativos derivados del original y sin ninguna mezcla de material nuevo. En ella, todas las partes principales comienzan con el motivo principal del motete de Palestrina, así como algunas secciones intermedias. Algo mayor que Victoria, Francisco Guerrero era considerado en su época como la gloria de España. Maestro de Capilla de las catedrales de Jaén, Málaga y Sevilla, recomendó que Victoria fuera su sucesor en esta última. Además de por esta circunstancia, Victoria parece que mantuvo una relación cercana con Guerrero como atestiguan una carta que se conserva de Victoria al cabildo sevillano en la que hace referencia a Guerrero, el hecho de que incluyera dos motetes del maestro en su colección de 1585 y el homenaje que le rindió al utilizar el motete Simile est regnum como modelo para una misa parodia. Con este último gesto inauguró lo que se convertiría en una estela de composiciones de músicos españoles que emplearon el motete de Guerrero en sus parodias. El Agnus Dei elegido para este concierto es una pieza de gran complejidad: un canon cuádruple a ocho voces, que encuentra su precedente en el Pater noster a 8 de Guerrero, pero que además utiliza en su desarrollo el material temático del motete Simile est regnum. Laetatus sum es un motete policoral que anticipa la que será una de las prácticas favoritas entre los compositores del primer Barroco. En él, las doce voces se dividen en tres coros. La escritura es antifonal (pequeñas frases se pasan de un coro a otro) en gran parte del motete, pero en los puntos cercanos al clímax, las doce voces cantan a la vez creando una densa y rica textura. Un hermoso broche premonitor del estilo Barroco para cerrar este viaje por el Victoria más elevado y que nos hace mimetizarnos con el título de este concierto: «Pro Victoria». © Mercedes Castillo Ferreira