Nuestra Industria Textil del Algodón EDUARDO VILLASENOR 1.—Los adelantos de la industria textil del algodón Antes de abordar el problema de la industria textil del algodón en nuestro país, vamos a hacer una breve exposición de los principales adelantos que se han obtenido en la fabricación, con objeto de aumentar la eficiencia de la producción. Estos adelantos son brevemente los siguientes: 1. 2. 3. 4. 5. 6. Batientes de un solo proceso. Circulación del aire en el salón de batientes. Aceitado del algodón. Desborrado continuo de la carda, Gran estiraje. Uso del corcho en los rodillos presores de estiraje. 7. Chumaceras de balas. 8. Urdidores de alta velocidad. 566 EL TRIMESTRE ECONÓMICO 9. Control científico de la temperatura y otras condiciones de los engomadores. 10. Telares automáticos. 11. Humidificación. 12. Rapidez del proceso de blanqueo y cocción. 13. Uso del metal Monel en tintorería. 14. Jiggers automáticos para el teñido de la artisela. 15. Nuevos colorantes. 16. Equipos apropiados para el uso de la permutita y los zeolitas en general. De los anteriores mejoramientos técnicos que figuran detenidamente explicados en la Monografía Económico-Industrial de la Fabricación de Hilados y Tejidos de Algodón, por el ingeniero Juan Chávez Orozco. publicación de la Secretaría de la Economía Nacional, México, D. F., apenas ban comenzado a instalarse en el país algunos de ellos. Así, por ejemplo, el batiente de un solo proceso, probablemente sólo lo tengan tres fábricas del país. La humidificación y acondicionamiento del aire, probablemente sólo lo tienen dos fábricas. Ignoramos si alguna tenga el aceitado del algodón. El desborrado continuo de la carda sí es un sistema ya empleado en varias fábricas del país. El sistema de gran estiraje probablemente se extiende a un 30'< de esta industria. Los urdidores de alta velocidad solamente existen en siete fábricas. Los telares automáticos existen en tres fábricas. No sabemos si se hayan adaptado los últimos procedimientos para el engomado. Es menester consignar que los procedimientos más modernos y las máquinas más perfeccionadas no es posible establecerlos de una sola vez en las fábricas del país. Es posible y deseable que se hagan en la medida en que lo vayan permitiendo los distintos factores: el proceso de la fabricación; la disponibilidad de NUESTRA INDUSTRIA TEXTIL DEL ALGODÓN 367 capital y el aumento del consumo; pero las experiencias más recientes en fábricas totalmente nuevas con maquinaria absolutamente moderna, son en el sentido de que sólo es costeable establecer tales máquinas cuando el total proceso de la fabricación se adapta a ellas, pues en eí caso, por ejemplo, del alto estiraje y los telares automáticos, se exigen determinadas condiciones en el hilo, que hacen necesaria una mayor eficiencia de los procesos anteriores; de tal manera, que ha llegado a ser incosteable en algunas fábricas el establecimiento parcial de las máquinas modernas que no rinden íntegramente las ventajas de su productividad y eficiencia, porque el cuadro general de la fábrica estaba creado para una máquina menos perfecta. 2.—El Estancamiento La observación más importante quizás, en cuanto se avoca uno al conocimiento de las condiciones de la industria textil en México, es su asombroso estancamiento. Efectivamente, comparando los progresos que la industria textil de algodón ha tenido en otros países y los alcanzados en México, no puede menos de convenirse en que tenemos un atraso cuando menos de veinte años. Algunos datos pueden servirnos para confirmar nuestra opinión: .\fios I» (« Fábricas Husos Telares Obreros 1343 1898-99 1923 59 11S 113 106,708 468,547 762,255 1932 1933 137 147 773.679 855,256 2,609 13.944 27.771) 27,900 30.S77 21.960 33.684 34,626 35,426 ProcL ks. Ventas 29.753.414 27.280,775 92 283,070 32.219,409 84.161,245 39.836,229 102.073,230 1 Estos datos han sido tomados del libro "La industria Textil y el Maqumismo", pof don Jesús Rivero Quijano. 368 EL TRIMESTRE ECONÓMICO En el año de 1923, había 113 fábricas activas, con 752,255 husos y 27,770 telares, trabajados por 38.684 obreros, con una producción global de 27.280,775 kilos, y realizaron ventas por $92.283,070. En 1932, o sea nueve años después, había 137 fábricas activas, con 773.579 husos y 27.900 telares, trabajados por 34.626 obreros, con una producción global de 32.219,409 kilos, y que realizaron ventas por valor de $84.161.245. Comparados ambos datos con lo que había en 1898-99, vemos que en 33 años el crecimiento no ha sido asombroso, pues había entonces 1 18 fábricas, con 468,574 husos y 13.944 telares, trabajados por 21.960 obreros, con una producción valuada en $29.753,414. (Estos datos han sido tomados del libro La Industria Textil y el Maquinismo por don Jesús Rivero Quijano.) En el año de 1933, las fábricas se habían elevado a 1 47, con 855.256 husos y 30,877 telares, trabajados por 35,426 obreros, con una producción global de 39.886.229 kilos v con ventas que alcanzaron la suma de $102.073.230.' Ni siquiera el hecho de que este año casi todas las cifras relativas a la industria textil del algodón acusan un relativo aumento, es bastante para quitarnos la impresión de que el crecimiento de nuestra industria ha sido muy parco. En Inglaterra, en cambio, para tener un punto de comparación, en I 894 había 45.000,000 de busos, que daban ocupación a 135,000 obreros; y estas cifras se aumentaron en 1906 a 53.000,000 de husos, manejados por 220,000 obreros. En Estados Unidos, en 1860, había 1,090 fábricas, con 126,000 telares y 5.236,000 husos; y en 1927 había 1,610 fábricas con 36.728,000 busos. Comparado este desarrollo con el que ha tenido NUESTRA INDUSTRIA TEXTIL DEL ALGODÓN 369 nuestra industria textil, es a todas luces mucho mayor. En el libro La Industria Textil en México, publicado por la Secretaría de la Economía Nacional en el presente año, figuran una serie de cuadros comparativos del personal, salarios y rendimiento de una fábrica moderna del sur de los Estados Unidos y otra del tipo medio en el país con el mismo número de telares. pero con maquinaria antigua, formulados, según dice la nota de la página 196, por el industrial don Egidio Sánchez y Sánchez. De estos cuadros se obtienen las siguientes conclusiones que figuran en la página 203 del mismo libro: "'I' Producción por obrero en Estados Unidos. 192, kilogramos. En México, 33.9 kilogramos. 2" Costo por kilogramo por concepto de salarios en Estados Unidos, $0.27. En México. 0.78. 3" La fábrica mexicana, para producir igual cantidad de tejidos que la americana en una semana, necesitaría emplear 806 obreros, contra 142 de la primera". Para ello se hizo la conversión de dólares a pesos mexicanos, a razón de 3.60 por dólar. Así ha podido decir el señor M. T. de la Peña en el artículo publicado en el número dos de El Trimestre Económico, (página 156): "De esta comparación se desprende que, para obtener una cantidad determinada de telas en una semana de 60 horas de trabajo, la fábrica norteamericana emplea el 17.6'' del número de obreros que requiere la nuestra, debido a que el obrero de esta última produce a la semana 33.9 kilogramos de telas, en tanto que el de la fábrica norteamericana produce en igual tiempo 192 kilogramos. En cambio, el obrero mexicano gana un pequeño porcentaje del salario que percibe el obrero del país vecino". Por otra parte, el que esté enterado de los esfuerzos S70 EL TRIMESTRE ECONÓMICO que el Gobierno de la República comenzó a hacer apenas iniciada la Independencia, para el establecimiento de la industria textil, esfuerzos que llegaron hasta la total prohibición de ¡a importación de telas e hilados de algodón, no puede menos de sorprenderse de los escasos resultados obtenidos con los enormes sacrificios que la Nación ha hecho para el establecimiento de esta industria, de los cuales los doscientos y tantos mil pesos gastados en 1831 por el Banco de Avío, y los seiscientos y tantos mil gastados en 1834, no son sino los primeros impuestos a la Nación. (Véase Documentos para la Historia Económica de México; Vol. I. Sría. de la Economía Nacional. México, 1933). Cabría, pues, preguntar: ¿cuáles son las causas de terminantes del lento progreso o del estancamiento de nuestra industria textil del algodón? 3.—Causas Hay causas que encontramos actuando constantemente a lo largo del proceso de desarrollo de la industria textil. Entre éstas, podemos mencionar, en primer término, la muralla china que se ha construido para una protección excesiva de la industria textil nacional. En el cuadro número 2, que figura en la página 41 del folleto titulado Historia de la Política Aduanal, por el licenciado Daniel Cosío Villegas, se puede ver que entre los grupos gravados en los aranceles de 1821 a 1930, figuran 54 grupos de artículos de algodón en 1821; 41 en 1827; 11 en 1837:29 en 1842; 117 en 1843; 22 en 1845; 28 en 1853; 26 en 1856; 68 en 1872; 95 en 1880; 44 en 1887; 157 en 1891; 52 en 1916 y 215 en 1930; y aunque la política arancelaria de México ha sido extremadamente variable aun dentro de una tendencia proteccionista, es fácil comprobar que en la mayoría de los casos la tendencia a la protección ha sido hacia el aumento, ya sea de los cuo- NUESTRA INDUSTRIA TEXTIL DEL ALGODÓN 571 tas de importación o del número de artículos gravados; y esta ha sido también la tendencia en el caso de las telas de algodón y, para no hacer mención sino de los últimos beneficios que esta industria ha obtenido de las medidas del Gobierno, diremos que la desvalorización de la moneda nacional al 59 % de su valor anterior ha significado un aumento de más de un ciento por ciento en las tarifas de importación de artículos de algodón, aumentadas en un 4CKÍ en 1930, o sea un aumento total de un 122% respecto a 1930. Efectivamente, la consecuencia del mantenimiento y elevación constante de las tarifas proteccionistas, es que los productores no tengan interés alguno en mejorar su productividad y en bajar sus costes de producción, sabiendo, como saben, que de todas maneras el mercado nacional tendrá que recurrir a sus productos, porque las cuotas de importación existentes le hacen casi prohibitivo el consumo de artículos extranjeros. 4.—Limitación e Inflexibilidad de la tarifa de Salarios Pero, aparte de esta causa que viene actuando a todo lo largo del proceso de desarrollo de la industria textil, hay una, de los últimos años, que ha venido a agravar seriamente esta falta de interés de los empresarios por la mejoría de su maquinaria. Nos referimos concretamente a las tarifas de salarios existentes conforme al contrato colectivo 1925-27. cuya vigencia se ha venido prorrogando por disposiciones oficiales. Efectivamente, las tarifas vigentes señalan un número determinado de máquinas que deben ser atendidas por un obrero, ya se trate de cardas, de tróciles o de telares: y como por su parte las organizaciones obreras han sido, cuando menos en este aspecto, celosas de conservar las ventajas que tal contrato colectivo les dio, ha sido en casi todos los casos una de las causas deter- 372 EL TRIMESTRE ECONÓMICO minantes de que subsista el atraso de la maquinaria de las fábricas; textiles de algodón, el convencimiento que los empresarios tienen de que, sea cual fuere la productividad de la maquinaria y el ahorro del esfuerzo que representa de parte del obrero, la tarifa de salarios permanecerá igual y que, en consecuencia, no obtendrá el empresario las ventajas de un menor coste por aumento de la productividad que tendría, si hubiese distintas tarifas de salarios para los casos de la maquinaria moderna. Señalamos esta causa como muy importante en el estancamiento técnico de la industria textil en México, que tiene, en nuestro concepto, un atraso de veinte años respecto al desarrollo que ha obtenido en otros países, especialmente en el período posterior a la guerra. Esta falta de flexibilidad de la tarifa para proveer las cuotas que deben aplicarse en los casos de maquinaria moderna, no solamente ha impedido la posible renovación de maquinaria vieja de baja productividad, sino que en muchos casos ha impedido el crecimiento de las empresas si hubiesen deseado el establecimiento de departamentos nuevos con maquinaría nueva para trabajar artículos distintos de los que se venían elaborando. Este es el caso, por ejemplo, de la maquinaria para la seda y de la sustitución de la actual por telares automáticos y otra maquinaria de mayor productividad y ahorradora de salarios. Si se ha de lograr alguna vez la modernización de la industria textil de México, deberá removerse esta causa que impide esa renovación, ya sea previendo en las tarifas las cuotas que deben cubrirse por maquinaria que actualmente no existe en la industria textil de México, o creando una autoridad técnica que tenga la capacidad de establecer tales cuotas, arbitrando así las NUESTRA INDUSTRIA TEXTIL DEL ALGODÓN 573 tarifas cuando no se hayan puesto de acuerdo empresarios y obreros. 5.—El problema general de la productividad y de los costes Por otra parte, no es posible obtener una mayor productividad y, en consecuencia, menores costes, sin la introducción de maquinaria y procedimientos modernos, que tengan por objeto la baja de tales costes por los distintos procedimientos que el hombre inventa y que pueden tender a ahorrar el trabajo humano. Es decir, la modernización de las fábricas sólo puede tener lugar si el consumo aumenta de tal manera que sea posible el establecimiento de maquinaria moderna que ahorra trabajo de obreros y que permita se reincorporen al proceso de la producción por el aumento de ésta para satisfacer el consumo. O bien, dado un consumo más o menos estable o cuando menos no extraordinariamente creciente, la modernización de las fábricas sólo puede efectuarse si se permite el establecimiento de maquinaria que ahorre trabajo de obreros, a sabiendas de que pueda ocasionar, en consecuencia, la desocupación de parte de los que actualmente trabajan en la fábrica, puesto que el mismo volumen de producción se obtendría con menos trabajo, que sería suplido por la maquinaria moderna. "Cuando Ford reorganizó sus trabajos en 1921, logró reducir de 1 6 a 9 el número de obreros empleados por cada carro construido diariamente. Una casa alemana productora de potasa empleaba para la misma producción 50,000 en 1923 y 20,000 hombres en 1927. En todos los casos la eficiencia conduce a la desocupación. Pero es porque "toda eficiencia industrial consiste en tratar de hacer con ocho hombres lo que hasta ahora hemos venido haciendo con diez. Consiste en crear sin empleo. Pero el propósito último de au- 374 EL TRIMESTRE ECONÓMICO mentar nuestra renta no está completo hasta que no sólo hayamos causado la desocupación, sino que la hayamos curado". í.E. A. G. Robinson, La Estructura de la industria de competencia. Cambridge. 1931). Esto es inevitable, porque la fábrica produce de acuerdo con las necesidades del consumo. Si por alguna circunstancia los consumos bajan, es fatal que la fábrica tienda a disminuir su producción, pues de otra manera acumularía, como ha sucedido con alguna empresa de México, excesivas existencias de sus productos, con el grave riesgo de que se desvaloricen si hay una baja general de precios de materias primas, que trae consigo la baja de los productos mismos. Con alguna frecuencia se ha propuesto que se permita la modernización de las fábricas, siempre que los empresarios se comprometan a mantener el mismo número de obreros en trabajo. Ahora bien, esto no parece posible, porque, si por una parte la fábrica debe introducir maquinaria moderna que ahorre trabajo para bajar sus costes, y, por otra, no puede por sí sola garantizar el mantenimiento constante de una producción mayor una vez introducida la maquinaria moderna, tampoco podría comprometerse a mantener, gracias a una mayor producción, el mismo número de obreros que tenía antes de introducir la maquinaria nueva. Ahora bien, supongamos que realmente el Estado adoptase esa política como obligatoria: ¿cuál sería el resultado en la práctica? Si realmente sólo pudieran poner maquinaria moderna las fábricas que se comprometiesen a mantener el mismo número de obreros en trabajo, el resultado, a la corta o a la larga, sería que las fábricas que lograsen cumplir ese requisito para la modernización lo harían gracias a que aumentaría el consumo de sus productos en la medida en que aumentase NUESTRA INDUSTRIA TEXTIL DEL ALGODÓN 575 la producción obtenida con un mismo número de obreros, trabajando con maquinaria moderna. Ahora bien, si estas fábricas lograban tener un aumento de su consumo, y suponemos que el consumo genera! no había aumentado en la proporción de su productividad, tal aumento del consumo sólo podrían tenerlo a costa del consumo de productos de otras fábricas que, no habiendo introducido aún la modernización, no podrían resistir en el mercado la competencia de las primeras que, al aumentar su productividad, bajarían sus costes de producción y, en consecuencia, su posible precio de venta en el mercado. Es decir,, la política que ordenase que sólo se permitiría la modernización de las fábricas que conservaran el mismo número de obreros con trabajo, estaría incurriendo en un engaño voluntario al creer que por esa sola condición estaba resuelto el problema de la desocupación técnica, pues la consecuencia sería de todas maneras la desocupación en las fábricas que se viesen obligadas a cerrar por la competencia de los precios más bajos que ofrecerían en el mercado las que hubiesen logrado la mejoría de su productividad y de sus costes. Desechada así la opinión de que el problema de la desocupación técnica se resolvería con sólo prohibir el mejoramiento para las fábricas que no pudiesen comprometerse a conservar el mismo número de obreros, no debemos rehuir el afrontar, prever y estimar el verdadero alcance de la desocupación técnica; y si se quiere que en alguna forma se realice alguna vez la modernización de la maquinaria, hay que estar conscientes de que esta modernización puede traer como resultado la desocupación parcial de los obreros, como ya lo hemos visto anteriormente. Más adelante nos ocupamos de estimar qué posibilidades hay de que esta modernización se realice y qué consecuencias tendría en ef aspecto obrero. 376 EL TRIMESTRE ECONÓMICO 6.—Capital de inversión Es claro que la modernización de la industria textil da por supuesta una fuerte inversión de capitales. Ahora bien, ¿cuál es el capital existente en la industria y qué probabilidades hay de que se obtengan las sumas necesarias para la creación de nuevos capitales fijos? El capital invertido en la industria, según datos del último censo industrial, monta a $194.500,000. Sería menester estimar de este capital invertido, que comprende instalaciones fijas, y capital circulante, cuánto corresponde a las primeras y cuánto al segundo. El capital declarado oficialmente por las empresas de esta industria suma un total de $67.000,000; pero esta suma paree? a todas luces baja y no sería aventurado calcular que de los $194.500,000 invertidos en la industria, no menos de1 $130.000,000 corresponden a las inversiones fijas. Ahora bien, ¿qué capital sería necesario para la renovación de esta industria? Los peritos designados por la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje para dictaminar sobre las condiciones de la industria textil del algodón en la República, tuvieron a su disposición un proyecto muy interesante de una fábrica tipo con planos y cálculos muy exactos de su funcionamiento, preparado por los señores ingenieros textiles don Luciano Dubois y don Juan Meurs e ingeniero civil don Aurelio Lobatón. Esta fábrica se planeó con maquinaria muy semejante al tipo medio-de la maquinaria existente en la mayor parte de las fábricas de la República. Los señores peritos solicitaron del ingeniero don Luciano Dubois, que ba hecho recientemente un viaje en estudio de este problema por Europa, que hiciera una estimación de lo que importaría la modernización de la maquinaria que se supuso en la fábrica tipo. NUESTRA INDUSTRIA TEXTIL DEL ALGODÓN 377 Esta fábrica tipo tiene un capital fijo de maquinaria de $659,531, dándole a la maquinaria el valor que tenía en 1920. Ahora bien, si se pusiera esta fábrica en condiciones de modernidad semejantes a las que existen en otros países, sin pretender tener sobre ellos ventajas notables, exigiría una inversión de capital de $ 972,000, o sea un 147% de capital dicho, como puede verse en el siguiente cuadro: FABRICA TIPO MODERNIZADA COSTO DE LAS TRANSFORMACIONES HILADOS Batientes de un solo proceso Cardas, vestiduras rígidas en más Banco I Altos estirajes en tróciles $ , „ 22,500.00 9,600.00 8,000.00 42,000.00 $ 82,100.00 Husos largos 22 tróciles de pie a $200.00 Cu „ 4,400.00 Total en números redondos $ ,. 80,500.00 90,000.00 $ 90,000.00 TEJIDOS Cañoneros Canilleras Urdidor Atado 540 telares automáticos Total TOTAL OE.S'KliAT $ 25,000.00 „ 24,000.00 ,. 18,000.00 „ 5.000.00 ,. 810,000.00 $ 882,000.00 882,000.00 $972,000.00 Esta inversión se podría hacer sin interrumpir el proceso normal de producción de la fábrica, en un período de diez años. Tomando este cálculo como base, si consideramos que el capital invertido en maquinaria en la industria textil del algodón, es, digamos, de $100.000,000, su modernización total exigiría una inversión también 578 EL TRIMESTRE ECONÓMICO global de $147.000,000 y para hacerse, sin interrumpir el proceso de producción de la fábrica, tendría un período de inversión no menor de diez años. Y en el caso de que la modernización fuera absoluta y no relativa, como lo hemos supuesto, la inversión de capital necesario sería mucho mayor, pues apenas se ha previsto la modernización parcial en hilados y tejidos y no se ha previsto ni siquiera parcial en acabados. Ahora bien, ¿qué probabilidades hay de que el inexistente mercado de capitales mexicanos proporcione a la industria textil del algodón una suma semejante? Sabido es que una gran parte del capital que se da por invertido en la industria, en realidad es un capital no pagado en e! sentido de que la mayor parte de las fábricas reportan obligaciones no en todos los casos inmobiliarias; pero que, en todo caso, corresponderían a una parte del capital sobre la cual se pagan intereses a los bancos o particulares que la han financiado, en vez de cubrirse dividendos sobre esa parte del capital, si estuviera documentado en forma de acciones, o de intereses de bonos, si así fuera. Es decir, que la industria textil del algodón no tiene, en términos absolutos, íntegramente pagado su capital de inversión. No nos referimos al capital circulante, que casi por definición da origen a operaciones de tipo comercial o refaccionario que los bancos puedan financiar documentándolas como tales préstamos. Nos referimos a la parte del capital de inversión que consideramos que no está íntegramente pagado y que, por necesidades de un mercado de capitales deficientemente organizado, se documentan en nuestro país como operación de crédito ya comercial o refaccionario. Pero supongamos que el capital invertido en la industria estuviese íntegramente pagado y supongamos NUESTRA INDUSTRIA TEXTIL DEL ALGODÓN 379 también que una buena parte del capital circulante de tal industria es propio de las empresas y no proporcionado por los bancos. Aun en este caso, ¿cuáles son las perspectivas que existen de que el mercado mexicano proporcione la suma necesaria para la total renovación del equipo de la industria textil del algodón? No nos parece que existan tales perspectivas; antes bien, nos parece extremadamente difícil que la industria textil del algodón—aun suponiendo que existiese ya una tarifa flexible que p. rmitiese ventajas a los empresarios por ahorro de salarios—pudiera obtener, no digamos del mercado mexicano, pero ni del mercado internacional, el total de los capitales necesarios para su total renovación. 7.—Lentitud del proceso de modernización Pero vayamos aún más lejos y supongamos que existiera este capital ya fuese totalmente proporcionado por el mercado mexicano, o bien en parte por éste y en parte por el internacional, o bien por el mercado internacional. ¿Qué período de tiempo hemos dicho que se supone necesario para llevar a cabo la renovación, sin que se interrumpa el proceso de la fabricación? El experto textil, señor Dubois, ha calculado para la fábrica tipo con 540 telares, un período de inversión de diez años para $972,000.00. Es lógico suponer que, cuando menos, no sería más breve el período que exigiera la renovación en el total de la industria; y si esto es así, ¿en qué medida afectaría esta renovación a los obreros textiles que actualmente ocupa? 8.—Los efectos del aspecto obrero El ingeniero Dubois calcula una desocupación, repartida en los diez años de inversión del capital para la 580 EL TRIMESTRE ECONÓMICO maquinaria nueva de la fábrica tipo, de un 29.11% conforme al siguiente cuadro: FABRICA TIPO MODERNIZADA Reajuste de Personal Departamento» Hilados Tejidos Acabados Talleres Gastos Generales V", 'T fabneal.po Fábrica Tipo Molíí!nú,Ja Keajuste de Personal 127 223 43 19 38 97 122 43 19 38 30 101 — A deducir para los efectos de los gastos médicos. Eventuales y personal administrativo. 428 297 29.11% — La última estadística de que hemos dado cuenta, supone a la industria textil en el año de 1933 un total de 35,426 obreros. Ahora bien, sí suponemos que la renovación de la industria traería consigo una desocupación de 29.11% de los obreros en la fábrica tipo, es legítimo calcular un porciento inferior a la desocupación que traería la renovación en todas las fábricas de la República, que nunca sería completa en la industria total: digamos un 25'A. En consecuencia, de realizarse la modernización de la industria textil del algodón, esta traería consigo la desocupación de 25% de 35,400 obreros, o sea una desocupación total de 8,850 obreros repartida en un período de diez años, o sea un promedio de 885 obreros por año. No creemos que de ninguna manera sea éste un problema de tal magnitud que exija la contraparte de sacrificio que significa el sobreprecio actual de los productos para la masa total de la población consumidora del país. Desgraciadamente, no hay en México estadísticas NUESTRA INDUSTRIA TEXTIL DEL ALGODÓN 381 exactas de la desocupación; pero estamos seguros de que si las hubiera, éstas acusarían una desocupación media, efectiva, varias veces mayor, de obreros que vuelven a tener ocupación en el curso del año en el movimiento de cierres y aperturas de empresas varías en el país. En los años de que se tienen datos relativos a la desocupación de obreros en la industria textil del algodón, encontramos los siguientes: Año Obreros ocupados 1926 1927 1928 1929 1930 1931 1932 44,114 41,008 38,889 38,881 38,860 36,883 34,626 Como puede verse, en el breve espacio de siete años, la industria textil del algodón desocupó a 9,488 obreros, sin que esto haya motivado un problema de tal manera importante, que el que nosotros prevemos de la desocupación de 8,850 obreros, o aun menor, repartidos en el período de diez años, pueda aparecer a su vez como un problema tan grave que detenga la política de racionalización de esta industria. Antes hemos dicho que el número sería probablemente menor que el de 8,850 ya citado. Esta disminución no solamente la basamos en las posibilidades que el mercado puede ofrecer de un aumento del consumo, y. en consecuencia, de la producción, sino en un hecho que se habrá realizado ya para cuando se presente, si es que se presenta, la desocupación por la modernización industrial. Electivamente, después de haber analizado la importancia que tendrá la modernización para provocar la desocupación, conviene advertir que al llevarse a cabo la estandarización de los salarios en la industria textil del algodón.—que ha resuelto recientemente la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje—es posible que 382 EL TRIMESTRE ECONÓMICO algunas fábricas, que sólo se sostienen debido a salarios miserables, se vean obligadas a cerrar. En este caso, en la cantidad en que se disminuya el número de obreros ocupados en estas fábricas, en esa misma cantidad disminuirá la desocupación que provoque la modernización en las fábricas que queden. Es decir, supongamos que de los 35,400 obreros que actualmente existen, se desocupen 3,000 porque clausuren fábricas que no puedan sostenerse pagando salarios del Primer Grupo; quedarán entonces solamente 32,400 obreros; de modo que, cuando la modernización de la maquinaria, en las fábricas que queden, llegue a efectuarse, la desocupación que provoque no será sobre 35,000 obreros, sino sobre 32,400 y será, en consecuencia, menor, puesto que los 32,400 que queden tendrán que producir el total que el consumo demande y, en consecuencia, la proporción que la modernización provoque en los sin empleo será aún menor. Es decir, volviendo a nuestro cálculo anterior, el 25% de 32,400, o sea 8,100 en diez años, o sea un promedio de 810 obreros por año. Antes nos hemos ocupado de las posibilidades de un aumento del consumo. Ahora bien, ¿qué tanto debería aumentar este consumo para hacer posible la reabsorción de los 8,850 obreros, o los 8,100 en su caso, que hemos supuesto desalojados por la modernización de la industria? En el cuadro general de los consumos que aquí presentamos, puede verse que el año en que más textiles de algodón se consumieron a partir del año de 1923, fué el de 1925, en que las ventas nacionales montaron a $104.395,152, lo que motivó al año siguiente un aumento de la ocupación de 42,359 obreros a 44,114. Ahora bien, el consumo de textiles de algodón en el año de 1933 que acaba de pasar, importa ya la suma de $102.073,230; y esto provocó un aumento de NUESTRA INDUSTRIA TEXTIL DEL ALGODÓN aj-o c~ *^ o =P te 00 so — GC x O) 00 t- c- □0 c 0 oí ¡5 0 ** m 00 rx. ÍT2 GC <N df* 00 ¿Js t- cj 55 -_-. 0 O 8 oo ■::i co ~-l X' 5; t^ CM ■>"] !M co IO ■ra- 0 cr- ..- io §,J=? 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Si este aumento del consumo ya se hace patente, del cual es causa en gran medida la política de alza de salarios que ha patrocinado el Gobierno; y si, como nos permiten juzgar las más recientes estadísticas, las importaciones han sido prácticamente eliminadas; y si, como es de desearse, el consumo general del país aumenta por el aumento de la población que se acentúa por la repatriación de nacionales; y si el nivel de la vida de la población sigue en aumento en correspondencia no sólo a las alzas de salarios y de población, sino a los nuevos centros de trabajo y riqueza que se han creado en el país, tanto agrícolas como industríales, na nos parece aventurado expresar que la desocupación prevista, si llega a realizarse, vaya siendo contrarrestada, casi en la medida que se presente, por la reabsorción provocada por todas las causas que hemos señalado. De todas maneras, para prever este problema debidamente, sugerimos el establecimiento de un seguro de paro obrero en la industria textil, aunque no creemos que el uso que de él llegue a hacerse sea extraordinariamente importante, porque esperamos que el aumento del consumo llegue a hacer hasta innecesaria esta desocupación. Si, pues, por una parte ¡as condiciones económicas del país es probable no lo permitan, y las condiciones del país y del mercado internacional no dejan entrever la posibilidad de una fuerte inversión de capital extranjero para la modernización de la industria textil de la República, no nos parece aventurado pensar que esta modernización no se hará, si se lleva a cabo, como es deseable que se ¡leve, sino lentamente, en la medida en que la provisión de capital de inversión mexicano lo haga posible; y esta lentitud en la inversión y NUESTRA INDUSTRIA TEXTIL DEL ALGODÓN 385 en la modernización nos permite también esperar que se vaya haciendo más o menos en la medida en que la capacidad de compra del país vaya aumentando, para que, al efectuarse, no tenga como resultado la paralización repentina de grandes núcleos de obreros, que no tendrían reacomodo en ella al efectuarse la racionalización. Ahora bien, el Estado puede, al avocarse al conocimiento de este problema, elegir como regulador de la economía nacional, si es más conveniente y preferible mantener el estado actual de desintegración y atraso de la industria textil, con una proporción que recarga los precios al consumidor en no menos de un 40r<!, o si es preferible modernizar la industria y avocarse al problema de dar ocupación en otras actividades a los obreros descmpleados de ella y proveer los medios de su mantenimiento durante el período que se supone necesario para que, por un crecimiento de la demanda y, en consecuencia, de la producción, fuesen reabsorbidos por el total de la industria de la República. Es más: si como es de desearse, la actividad del Estado se encamina al desarrollo, ahora escaso o casi nulo, de la industria textil de la lana y de la seda, proveyendo los medios de que éstas se abastezcan de materias primas de que ahora carecen o cuyo abastecimiento hace imposible la existencia de cuotas de importación prohibitivas, y previendo las tarifas de salarios adecuadas tanto para obreros como para patrones, es legítimo suponer que el desarrollo de estas dos industrias, en los próximos diez años, pudiera en gran parte reabsorber, para su beneficio, una parte importante o acaso el total de los obreros que la racionalización de la industria textil del algodón hubiera dejado sin empleo. "Por regla general, sería mejor—y en mi opinión es mejor—tanto desde el punto de vista de los traba- 386 EL TRIMESTRE ECONÓMICO jadores como del de la conducta eficiente de la industria, un determinado volumen de trabajo en un determinado número de trabajadores, más bien que repartirlo entre un mayor número a costa de un sistemático subempleo o subtrabajo." (Es decir, un trabajo pagado a bajos salarios). "Algunas veces se sugiere que los salarios relativamente altos se compran sólo a costa de un volumen de sinempleo mayor del que existiría si los salarios fuesen bajos. Pero no hay absolutamente prueba en apoyo de este punto de vista; porque no hay nada que demuestre que países con tarifas de altos salarios hayan tenido más sinempleo que países cuyas tarifas de salarios habían sido menores". "Puede que un negocio pueda vivir, a la corta, sin adoptar sus métodos a los más modernos adelantos técnicos; y así se presenta casi siempre, en primer lugar, al empresario en apuros, como el camino más sencillo para salir de sus dificultades. El llamado para tirar a la basura su planta vieja, a menudo no es bienvenido y la mejor organización mercantil a menudo se presenta al empresario como la penosa necesidad de aprender una nueva y difícil técnica o cuando menos como la necesidad del uso no deseado de la facultad de imaginación". "En resumen, la idea de que las altas tarifas de salarios y un alto nivel de empleo están en relación antitética, está tan lejos de la verdad como puede estarlo cualquiera idea superficial". "Concluyo entonces, en general, que no hay solidez en la opinión de que la desocupación es causada NUESTRA INDUSTRIA TEXTIL DEL ALGODÓN 587 en gran parte por el mantenimiento de tarifas de salarios a un nivel ineconómicamente alto". Los anteriores párrafos pertenecen a uno de los más importantes economistas de nuestros tiempos, y contra lo que podría creerse, no es un economista clásico o reaccionario, como se diría en México; es, al contrario, uno de los economistas socialistas más avanzados de Inglaterra. G.D.H. Colé.—"Folletos de nuestros tiempos". Capítulos sobre Salarios y Empleo. (Págs. 163, 164-165, 173 y 176 respectivamente) originalmente escrito para el Informe sobre los problemas de los sin trabajo en 1931, publicado por la Oficina Internacional del Trabajo.—Londres 1932. Después de este análisis del posible curso del capital y tiempo necesario para llevar a cabo la renovación de la industria y después de estimar las consecuencias que esta renovación traería para los trabajadores, nos inclinamos a pensar que la única solución posible consiste en permitir y fomentar esta renovación de la maquinaria de la industria textil del algodón, aun cuando esto sea a costa de que parte de los obreros actualmente en trabajo vaya quedando sin empleo en el curso de los próximos diez o más años. Encontramos esa solución como el menor de los males, pues consideramos mayor el de permitir que el total de la población de la República, formada en su mayor parte por trabaja dores del campo y de la ciudad y en parte también por la clase media de las ciudades, sufra el sobreprecio que la actual deficiente organización de la producción de esta industria trae consigo. Pero esto está absolutamente ligado a la necesidad de ir controlando las cuotas de importación de los artículos similares extranjeros, pues si la única política que el Estado sigue a este respecto es la de una constante alza o el mantenimiento de las altas cuotas proteccionistas, el porvenir de esta industria no es dudoso. 388 EL TRIMESTRE ECONÓMICO Seguirá produciendo a altos costes y el público pagando a altos precios artículos que podrían consumirse a precios mucho más bajos de producción extranjera, y así el mantenimiento en su trabajo de una cuarta parte, de los obreros de la industria textil, se hace pesar como una necesidad nacional sobre el total de la población consumidora de la República. El Estado puede, pues, escoger entre mantener la situación actual, lo que significa el estancamiento indefinido de la industria, los altos costes y e! bajo consumo, o sea un bajo standard de la vida de la clase asalariada. O puede buscar el mejoramiento de la industria, de sus rendimientos, los altos salarios, el mayor consumo y un alto standard de vida para su población; y en ese caso es necesario usar paralelamente los dos recursos que tiene a su alcance: la modificación de las actuales tarifas de salarios de la industria textil del algodón y la modificación paulatina y debidamente estudiada de las cuotas de importación a las telas de algodón. La protección puede justificarse y de hecho se justifica para proteger un alto coste de producción, solamente cuando con ello se implica la defensa de un alto nivel de salarios. Esto sería, por ejemplo, el caso de las cuotas de protección a artículos de la industria textil en Inglaterra o Estados Unidos, donde se pagan los más altos salarios, contra artículos producidos a base de salarios muy bajos, como en el Japón. Pero cuando los productos de la industria textil son caros, no por los altos salarios, sino por la baja productividad, ¿qué defiende una tarifa proteccionista? Defiende o tiende a mantener el alto coste de la producción y los bajos salarios que da por supuestos. Defiende o tiende a mantener una especie de tributo de las masas consumidoras para el sostenimiento de esa deficiente industria y defiende y tiende a mantener un NUESTRA INDUSTRIA TEXTIL DEL ALGODÓN 589 bajo nivel del standard de vida de la población; de modo que en cierto sentido las tarifas proteccionistas actuales son causa de los bajos salarios de la industria textil. Si, pues, ha de emprenderse una acción ordenada para resolver los numerosos problemas que la industria textil tiene ante sí, al mismo tiempo que se ataque la inflexibilidad de las tarifas de salarios, causa la más cercana del estancamiento de la industria textil del algodón, ha de emprenderse también la obra de revisión cuidadosa y justificada para disminuir las actuales cuotas de importación de los artículos similares extranjeros.