Tema 3. Revolución liberal en el reinado de Isabel II. Carlismo y Guerra civil. Construcción y evolución del Estado liberal. Esquema Introducción: La vuelta al absolutismo de Fernando VII. El conflicto dinástico. 1. Carlismo y Guerra civil. (libro de texto páginas 120-121). 2. Construcción del Estado liberal durante las Regencias de María Cristina (1833-1840) y de Espartero (1840-1843). (libro de texto, páginas 122-125). 2.1. El Estatuto Real; apoyo liberal a la causa isabelina. 2.2. Revuelta progresista. La Constitución de 1837. 2.3. Regencia de Espartero (1840-43). Moderantismo y progresismo. 3. El reinado de Isabel II 3.1. La década moderada (1844-1854): la Constitución de 1845; las reformas administrativas; la crisis del moderantismo. (libro texto, páginas 129-131). 3.2. El bienio progresista (1854-1856) (libro texto, páginas 134-135). 3.3. Descomposición del sistema isabelino (1856-1868) (libro, páginas 136-137). Introducción: La vuelta al absolutismo de Fernando VII (1814-1833). El conflicto dinástico. A su regreso (1814), Fernando VII con el apoyo de los absolutistas (Manifiesto de los Persas) declara sin valor la Constitución, disuelve las Cortes, restablece el régimen señorial y la Inquisición e inicia una persecución de los liberales (exilio). El liberalismo recurre a la clandestinidad (conspiración) con sociedades secretas y pronunciamientos militares que fracasan, pero que evidencian la imposibilidad del absolutismo radical. En 1820, el pronunciamiento de Riego por la Constitución de 1812 consigue que Fernando VII acepte jurar la Constitución, dando paso al trienio liberal (1820-1823). La reacción de los realistas (Iglesia, nobleza, ejército tradicional, campesinado) con el auxilio Santa Alianza le reponen como rey absoluto. En la última década de su reinado (1823-1833) se abre a tímidas reformas (ministros Cea Bermúdez, Calomarde). Ahora a la oposición liberal (nuevos pronunciamientos fracasados: Torrijos) se sumará la de los realistas intransigentes (carlistas que reivindican los derechos dinásticos de Carlos María Isidro). Crisis sucesoria: Al nacer su hija Isabel (1830) publica la Pragmática Sanción aboliendo la Ley Sálica (en perjuicio de Carlos María, hermano de Fernando VII). En 1832 se producen los "Sucesos de la Granja”: presión carlista sobre el rey enfermo: derogación de la Pragmática. Mª Cristina (reina y regente) busca apoyo de los liberales para la causa de su hija (amnistía exiliados). Las Cortes proclaman heredera a Isabel. En 1833, antes de morir, el rey reconoce a Isabel (II) como heredera. Los carlistas, por su parte, proclaman rey a Carlos (V). 1. Carlismo y Guerra civil. a) El enfrentamiento ideológico. Mucho más determinante aún que la cuestión sucesoria fueron las diferencias ideológicas. No se trataba únicamente de a quién le corresponde ocupar el trono, sino de dos modelos distintos de entender la organización de España. El carlismo representaba a los sectores más conservadores de España y muchos de sus integrantes habían engrosado las filas de los realistas exaltados o apostólicos. Políticamente eran absolutistas que se regían por el lema “Dios, Patria, HES. Tema 3. Isabel II 1 Rey”. En definitiva, defendían el Antiguo Régimen, el tradicionalismo, una sociedad más rural que urbana y la monarquía de origen divino. Los carlistas reivi ndicaban además el mantenimiento de los fueros tradicionales que contemplaban el mantenimiento de un conjunto de instituciones propias, un sistema judicial propio y la exención fiscal y de quintas. La preservación de esta serie de privilegios chocaba frontalmente con la política centralizadora y de igualdad jurídica del régimen liberal y constituirá un tema recurrente a lo largo de todo el conflicto. Por su parte los liberales, también conocidos entonces como isabelinos o cristinos, eran partidarios de la extensión de toda una serie de libertades económicas, políticas y sociales, así como de la laicización y la uniformidad territorial. Este enfrentamiento ideológico y dinástico fue motivo suficiente para el desarrollo de hasta tres conflictos armados concretos a lo largo del siglo, en los que uno y otro bando contaron con diferentes apoyos: Por parte del bando carlista. Los carlistas recibieron el apoyo de: campesinos, especialmente pequeños propietarios que temían convertirse en jornaleros de grandes terratenientes; baja nobleza del norte de España opuesta a la desaparición de los mayorazgos; sectores más conservadores de la Iglesia y contrarios a la desamortización; grupos de artesanos temerosos ante la desaparición de los gremios; algunos oficiales del ejército y diversas áreas rurales especialmente del País Vasco, Navarra, norte de Cataluña y zona del Maestrazgo.. Por parte del bando isabelino. Contaron con la colaboración de: grandes ciudades, incluso las del País Vasco; burguesía; trabajadores urbanos; altas jerarquías eclesiásticas; alta nobleza y la mayor parte del ejército. b) La primera guerra carlista (1833-1840). Fue la más extensa y destacada de las tres que hubo en el siglo. También se caracteriza por la considerable cifra de muertos, hasta 200.000 según algunas fuentes. -Primera fase (1833-1835): los carlistas intentaron sin éxito provocar una revuelta generalizada en todo el país. Su fracaso condujo a una guerra civil en la que los carlistas se hicieron fuertes en País Vasco y Navarra de la mano de su coronel Zumalacárregui. No obstante, las tropas carlistas no lograron ocupar ni las capitales vascas ni Pamplona, hecho que sin duda les restó empuje y credibilidad. También hubo partidas carlistas en Levante, norte de Cataluña, bajo Aragón (General Cabrera). -Segunda fase (1836-1840): los isabelinos toman la iniciativa de la mano del general Espartero: pone fin al sitio carlista de Bilbao (1836) en el que mure Zumalacárregui. Los carlistas realizan expediciones hacia otras regiones (expedición de Don Carlos hacia Madrid, 1837), pero fracasan, y los carlistas, fundamentalmente los afines al general Maroto (transaccionistas), se muestran cada vez más partidarios de alcanzar la paz. Esta se materializó en el Convenio de Vergara (1839), celebrado entre Espartero y Maroto, el cual supuso el fin de las hostilidades en el País Vasco y Navarra, la incorporación de los militares carlistas al ejército isabelino sin degradación alguna y la promesa isabelina de remitir la cuestión foral a Cortes para su discusión. Los carlistas intransigentes contrarios al pacto (Cabrera) mantienen las acciones armadas en el Maestrazgo. Espartero pondrá fin a la resistencia carlista con la toma de Morella (Castellón). Carlos María Isidro se exilió a Francia, destino de los últimos combatientes carlistas. Posteriormente habría otras guerras carlistas. La segunda (1846-49) se desarrolló en Cataluña, con el pretexto del fallido enlace entre Isabel II y el pretendiente carlista (Carlos VI). Después se produjeron otras sublevaciones carlistas, como la ocurrida HES. Tema 3. Isabel II 2 también en Cataluña en 1855 o la conocida como “Ortegada”, frustrado pronunciamiento de Carlos VI en el monasterio de San Carlos de la Rápita en 1860. La tercera guerra tendría lugar en 1872-1876, en el marco del sexenio revolucionario. 2. Construcción del Estado liberal durante las Regencias de María Cristina (18331840) y de Espartero (1840-1843) Durante el largo reinado de Isabel II asistimos a una serie de cambios que consolidaran definitivamente el estado liberal, asentado sobre la monarquía constitucional y parlamentaria, división de poderes, derechos individuales, fin de los privilegios estamentales, transformación de la propiedad feudal en propiedad privada capitalista y defensa de la libertad económica, base del capitalismo (libertad de contratación, de industria y de comercio) y la sociedad clasista. Esta implantación del liberalismo resultó, pues, un proceso lento, con sucesivos avances y retrocesos, con un tono dominantemente moderado, pero que puso de manifiesto que ya era irreversible la sustitución del sistema económico, político y social del Antiguo Régimen por un estado liberal y una economía al servicio de los intereses del capital privado. 2.1. El Estatuto Real; apoyo liberal a la causa isabelina. El conflicto carlista favoreció el paso del absolutismo al liberalismo. La regente María Cristina y los liberales tuvieron que apoyarse mutuamente. La victoria del bando de Isabel II supondría el triunfo del liberalismo. En el contexto de las guerras carlistas, la Regente necesita atraerse a los liberales y reagruparlos con los absolutistas moderados. Para ello pone al frente del gobierno a Martínez de la Rosa, liberal doceañista, que promulga el Estatuto Real (carta otorgada): limita el poder real por un parlamento que sólo representa a los sectores “responsables” de la sociedad (no reconoce la división de poderes, ni la soberanía nacional). Reforma insuficiente, provoca la definitiva escisión entre los liberales; por un lado los moderados y por otro los exaltados o progresistas. 2.2. Revuelta progresista. Constitución de 1837. El descontento de los progresistas y las revueltas urbanas de 1835 (aparición de nuevas juntas revolucionarias que exigen reunión de Cortes, libertad de prensa, extinción del clero regular…), les lleva brevemente al gobierno (Mendizábal: primera desamortización). Nuevos pronunciamientos (Motín de la Granja, 1836) exigen un régimen constit ucional, ante lo que María Cristina restablece la Constitución de 1812 y entrega el poder al progresista Calatrava. Estos, desde el poder, desmantelan definitivamente las instituciones del Antiguo Régimen y asientan el estado liberal. La principal de sus actuaciones fue la reforma agraria liberal: disolución del régimen señorial, aunque muchos señores mantienen la propiedad de aquellas tierras que los campesinos no pueden acreditar como propias. desvinculación tierras (supresión de mayorazgos), para que entren en el mercado. desamortización eclesiástica (nacionalización y venta de bienes eclesiásticos; ayudan a los gastos de la guerra) liberalización de.la economía: abolición de la Mesta, libertad de arrendamientos agrarios, abolición privilegios gremiales y diezmos eclesiásticos, eliminación aduanas interiores. HES. Tema 3. Isabel II 3 La Constitución del 12 fue pronto sustituida por una nueva Constitución en 1837 que conjuga exigencias progresistas con planteamientos moderados: Principios progresistas: división de poderes, soberanía nacional, amplios derechos y libertades (prensa, opinión, asociación), aconfesionalidad del Estado. Elementos moderados: fuerte papel de la Corona (veto leyes, disolución Cortes, nombramiento ministros), bicameralismo (Congreso y Senado), sufragio censitario (por ley posterior), financiación culto católico (para compensar las pérdidas de la desamortización). La vuelta al poder de los moderados (1837-1840) supone frenar y limitar el alcance de estas reformas: restricción del sufragio, devolución bienes clero secular, nombramiento alcaldes capitales. 2.3. Regencia de Espartero (1840-43). Moderantismo y progresismo Un nuevo movimiento insurreccional de los progresistas les lleva al gobierno: regencia de Espartero (prestigio obtenido en la guerra carlista, pero con una tendencia autoritaria): adopta medidas progresistas, como las disposiciones a favor de la milicia nacional o las elecciones municipales, pero las medidas liberalizadoras provocan un levantamiento de la burguesía y de las clases populares de Barcelona. La dura represión (bombardeo de Barcelona , 1842) le hace perder apoyos. Esto conduce a la división del progresismo: muchos critican el autoritari smo de Espartero. Finalmente Espartero se exilia (1843) y como solución se proclama la mayoría de edad de Isabel. Este liberalismo presenta dos opciones bien distintas: MODERADOS PROGRESISTAS Es el partido preponderante del periodo. Su líder principal va a ser Narváez, también Bravo Murillo. Gobiernan tras pronunciamientos militares. Sus líderes son Espartero , Prim y Serrano. Partidario de un régimen liberal conservador y de la soberanía compartida, defienden más competencias para poder ejecutivo y rey. Defienden un régimen liberal abierto , con soberanía nacional y sufragio restringido pero ampliando la base electoral. Preferían limitar los derechos de las personas, sobre todo los colectivos (libertad de prensa, opinión, reunión y asociación). Defienden el peso y la influencia de la Iglesia católica. Realizan las reformas económicas. Optan por limitar más el poder del rey y darle preponderancia al poder legislativo representado por las Cortes. Se les deben las reformas administrativas. Defienden la propiedad, el orden y el sufragio censitario muy restrictivo. Grupo heterogéneo formado por terratenientes, grandes comerciantes e intelectuales conservadores, atrae a restos de la vieja nobleza y del alto clero y de los altos mandos militares. HES. Tema 3. Isabel II Partidarios de robustecer los poderes representativos (ayuntamientos, milicia nacional, jurado popular...) y de ampliar los derechos individuales y colectivos. Menos clericales. Grupo también heterogéneo: media y pequeña burguesía industrial y financiera, clases medias y artesanos, una parte de la oficialidad media o inferior del ejército, y profesionales liberales. 4 Los intereses de ambos grupos hicieron complicada la consolidación del estado liberal español. Los moderados contaron siempre con el respaldo de la Corona. Los progresistas, en cambio, tendrán que recurrir a los pronunciamientos militares para acceder al poder, lo que otorga un papel importante en la revolución liberal española a los militares. Los moderados van disfrutar mucho más del poder que los progresistas. Los progresistas gobiernan sólo en cortos periodos, pero muy intensos en reformas (183537; 1841-43; 1854-56). De éstos nacerá una nueva fuerza política, los demócratas, partidarios de un liberalismo más abierto, con soberanía popular, sufragio universal y más libertades. Del partido progresista se escinde el Partido Demócrata (1849) que defiende el sufragio universal, ampliación de las libertades, intervención del Estado en la enseñanza, en la asistencia social y en la fiscalidad. Son anticlericales. Juegan un papel fundamental en el sexenio revolucionario. Del partido moderado se escinde la Unión Liberal (1854), como partido centrista que atrae a los más moderados de los progresistas. Su jefe es O´Donnell. Juegan un papel en los últimos años del reinado. 3. El reinado de Isabel II 3.1. La década moderada (1844-1854): la Constitución de 1845; las reformas administrativas; la crisis del moderantismo. Tras la caída de Espartero y con la mayoría de edad de Isabel II, los moderados (general Narváez) acceden al poder, en el que permanecen diez años. El régimen moderado se caracteriza por su prioridad por la autoridad y el orden, así como por la represión contra los progresistas que recurren al exilio. a) Constitución de 1845 Es una de las de mayor vigencia en la historia de España y prototipo de constitución conservadora: gran poder del rey (soberanía rey-Cortes, disolución Cortes, veto, designa al Senado), estado confesional (exclusividad de la religión católica), sufragio censitario más acentuado que en la del 37, senado vitalicio y no electivo. Las libertades son las mismas que la del 37 salvo la libertad de prensa; no contempla las elecciones municipales, ni la milicia nacional, ni el jurado popular. b) Reformas administrativas para la institucionalización del Estado liberal Diferentes leyes servirán para la consolidación del estado liberal: Centralización del estado (sólo País Vasco y Navarra conservan derechos forales por temor al carlismo), división provincial de Javier de Burgos (1834), creación de la figura de los gobernadores civiles y militares en las provincias dependientes del poder central; Ley de Administración Local: control de los ayuntamientos por el gobierno (alcaldes nombrados por la Corona o por el gobernador civil si menor de 2000 habitantes); Reforma fiscal (Ley Mon-Santillán, 1845): reduce la multiplicidad de impuestos a sólo cuatro. Refuerza la contribución directa ; Código Penal, que supone unificación de leyes anteriores. Concordato con la Santa Sede (1851): el Estado español se compromete al sostenimiento de la Iglesia y le da amplias competencias en educación; HES. Tema 3. Isabel II 5 Reforma de la administración pública (Ley de funcionarios y de la administración territorial (criterios centralizadores); creación de la Guardia Civil (1844), cuerpo armado de carácter conservador, rural y pseudo militar, en contraposición del carácter progresista y urbano de la milicia nacional; Organización de la Instrucción pública (Ley Moyano,1857), asumiendo el Estado la obligación de la enseñanza como asunto público. c) Crisis del moderantismo Los últimos años de esta década están marcados por la inestabilidad (varios gobiernos al año), la corrupción política (manipulación elecciones, existencia de camarillas) y el autoritarismo (gobierno de Bravo Murillo, intento de nueva Constitución retrógrada). Esta deriva disgusta a parte de los moderados que se oponen a Bravo Murillo y a las clases populares. 3.2. Bienio Progresista (1854-56) En 1854 hay gran inestabilidad política. O´Donnell da un golpe de estado, la Vicalvarada (1854) -Manifiesto de Manzanares-, y llegan al poder los progresistas (Espartero, O´Donnel) Redactan una nueva Constitución (1856) que no llega a ser promulgada. Las medidas legislativas más importantes tienen carácter económico: desamortización civil de Madoz, la creación del sistema financiero, Ley General de Ferrocarriles (sistema radial, posibilidad de inversiones extranjeras y franquicia arancelaria). La inestabilidad política aumentan, menudean las huelgas (estamos asistiendo al nacimiento del movimiento obrero español), O´Donnell (1856) pacta con la corona y se pasa al conservadurismo. 3.3. Descomposición del sistema isabelino (1856-68) Gobiernos de O´Donnell. Las primeras medidas del gobierno son significativas: restauración de la Constitución de 1845, interrupción de la desamortización, disolución de la milicia nacional y abolición de la autonomía municipal. Política exterior activa: campañas en Indochina, México y Marruecos (1859); en ésta se ocupó Tetuán, convirtiendo a Prim en un mito. En 1863, la presión de los moderados por volver al poder, como deseaba también la reina, precipitaron la sustitución de O’Donnell por Narváez. Las formas más autoritarias de los moderados radicalizaron a los progresistas, que, con apoyo de los demócratas, recurrieron de nuevo a la sublevación. La dura represión gubernamental , tanto del levantamiento del cuartel de San Gil, como sobre los estudiantes en la noche de San Daniel restó apoyos, incluidos los unionistas, al gobierno. Toda la oposición se unió en el Pacto de Ostende (1866), por el cual se acordaba que cuando llegasen al poder, se expulsaría a Isabel II y se formaría un gobierno provisional que convocaría una asamblea constituyente por sufragio universal. En 1868 se produce la Gloriosa. . HES. Tema 3. Isabel II 6