El río Tartessos, que fluye del lago ligustino po abiertos campos

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MATERIALES BIBLIOGRÁFICOS
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L. Sanz Martí, Sociedad y derecho en Hispania romana, Madrid, 1996.
MATERIALES DE APOYO DOCENTE
TARTESSOS
«El río Tartessos, que fluye del lago ligustino por abiertos campos, ciñe por todas
partes con su corriente la isla, pero no corre por un solo cauce ni surca de una sola vez
el suelo subyacente, ya que por la parte oriental tras tres bocas a los campos, mientras
que con dos veces dos bocas baña la parte meridional de la ciudad. Luego por encima
de la marisma (ligustina) está recostado el monte Argentario, así llamado por lo
antiguo por su hermosura, pues el estaño brilla en sus laderas espléndidamente y aún
mayor esplendor despiden los aires de lejos, cuando el sol toca con sus rayos sus
cumbres elevadas. El mismo río arrastra en su aguas partículas de pesado estaño y
lleva el rico metal a las mismas murallas (de Tartessos). Después, por donde una vasta
región se aparta del salado mar por medio del campo, habita la tribu de los Etmaneos
luego, hasta los campos de los Cempsios, se extiende los lleates en fértil suelo; empero
los Cilbicenos poseen las tierras marítimas. La fortaleza de Geronte y el cabo del
templo están separados por el mar, como hemos dicho más arriba, abriéndose al golfo
(Tartessio) entre las cumbres de los dos cabos. El ancho río sale junto al segundo
cabo».
Avieno “Ora Marítima”, 263-307
ECONOMÍA TURDETANA
«La Turdetania es un país sumamente próspero. Dando productos de todas clases y en
gran cantidad, esta riqueza está duplicada por la exportación. Porque lo que sobra de
los productos se vende fácilmente dado el gran número de barcos... Y el ganado que
pasa a las islas frente a los estuarios algunas veces resulta arrastrado y otras veces
queda cortado y cuando intenta volver no lo logra, sino que muere. Dicen que las
vacas observando aquel fenómeno esperan el retroceder de la marea y sólo entonces
pasan a tierra firme...».
P. Mela, III, 6.
FUNDACIÓN DE CÁDIZ
«...Desde tiempos muy antiguos los fenicios acostumbraban a navegar con fines
comerciales y fundaron muchas colonias en las costas de Libia y no pocas en la parte
occidental de Europa. Y, prosperando en sus empresas en la medida de sus deseos,
después de acumular grandes riquezas, pasaron al mar que se llama Océano más allá
de las Columnas de Hércules. Y primero en el mismo estrecho que hay entre las
Columnas fundaron en la parte de Europa una ciudad que, siendo una península,
llamaron Gadeira, en la cual, además de los edificios apropiados a los lugares,
construyeron un suntuoso templo a Hércules, ofreciendo en él magníficos sacrificios,
según las costumbres fenicias».
Diodoro de Sicilia, V, 20, 1-2.
SOBRE LOS CELTIBEROS
«Los celtíberos suministran para la lucha no sólo excelentes jinetes sino también
infantes, que destacan por su valor y capacidad de sufrimiento. Están vestidos con
ásperas capa negras, cuya lana recuerda el fieltro; en cuanto a armas, algunos de ellos
llevan escudos ligeros, similares a los de los celtas y otros grandes escudos redondos
del tamaño del aspis griegos. En sus piernas y espinillas trenzan bandas de pelo y
cubren sus cabezas con cascos broncíneos, adornados con rojas cimeras; llevan
también espadas de doble filo, forjadas con excelente acero y puñales de una cuarta de
largo para el combate cuerpo a cuerpo. Emplean una técnica peculiar en la fabricación
de sus armas: entierran piezas de hierro y los dejan oxidar durante algún tiempo,
aprovechando sólo el núcleo, de forma que obtienen, mediante una nueva forja,
espadas magníficas y otras armas; un arma así fabricada corta cualquier cosa que
encuentre en su camino, por lo que no hay escudo, casco o cuerpo que resista sus
golpes...».
Diodoro de Sicilia, V. 33.
TRATADO DEL EBRO
«Pero los saguntinos, colonos de Zacinto establecidos a igual distancia de los Pirineos
y del Ebro y los restantes pobladores griegos establecidos alrededor de Emporion y
otros lugares de España, acudieron con una legación a los romanos. Y el senado, no
queriendo que prosperase demasiado la potencia de Cartago, envió legados a esta
ciudad. Se convino entre las dos partes que el límite del imperio cartaginés en España
fuese el río; más allá del cual ni los romanos atacarán a los pueblos sujetos a los
cartagineses, ni los cartagineses podrían llevar la guerra; pero la libertad y autonomía
de los saguntinos y de los restantes griegos de España sería respetada. Estos acuerdos
fueron sancionados por ambos pueblos por un tratado».
Apiano, “Ibéricas”, 7.
SAGUNTO
«Después de la muerte de Asdrúbal con sus veintiséis años de edad, sin vacilación, se
puso al frente del ejército de España (Aníbal); proclamado general por los soldados,
obtuvo que su mando fuese confirmado por los magistrados de la ciudad. Hecho esto,
necesitaba un pretexto plausible para atacar a los romanos y lo encontró en los
saguntinos de España. Este pueblo establecido no lejos del Ebro, poco distante del
mar, era adicto a los romanos, a los que honraba y también habían participado en los
tratados de amistad con los cartagineses. Por esta razón Aníbal les declaró la guerra,
convencido de que los romanos o les auxiliarían o les vengarían si algo les sucediera.
Por esta razón y porque sabía que poseían grandes riquezas. Una vez sitiados los
saguntinos, enviaron mensajeros a los pueblos vecinos y a los romanos solicitando
auxilio; a aquéllos se lo impidió Aníbal, pero los romanos les enviaron legados,
intimidándole a que no se acercase a los saguntinos; con la amenaza de que, si lo
hacía, se dirigirían directamente a Cartago para acusarlo. Los (legados) romanos se
dirigieron a Cartago; se reunió la asamblea y unos fueron del parecer de conservar la
paz con los romanos mientras que los del partido de Aníbal sostenían que los
saguntinos eran culpables y los romanos se entrometían en asuntos, que en nada les
incumbían. Finalmente vencieron los partidarios de la guerra».
Zonaras, VIII, 21.
CONQUISTA DE TOLETUM
«También en las dos Hispanias se llevó a cabo todo con prosperidad este años. C.
Flaminio por su parte tomó la ciudad de Licabro bien fortificada y opulenta haciendo
prisionero al famoso rey Corribilón; y el procónsul M. Fulvio alcanzó dos victorias
sobre dos ejércitos enemigos, tomó dos plazas fuertes hispanas, Vescelia y Helón, así
como muchos castillos; otras ciudades se le entregaron voluntariamente. Entonces
avanzó contra los Oretanos y, apoderándose de dos ciudades, Noliba y Cusibi,
continuó hacia el río Tajo. Allí se encontraba Toledo, pequeña ciudad, pero fuerte por
su emplazamiento; mientras la sitiaba vino en su auxilio un gran ejército de botones.
Les presentó batalla, los venció y, dispersados los vettones, tomó Toledo gracias a sus
obras de sitio».
Tito Livio, XXXV, 22, 5.
CESAR EN HISPANIA
«Llegado a Hispania desplegó enseguida una gran actividad; en pocos días añadió diez
cohortes a las veinte que tenía antes; marchó contra los galaicos y lusitanos y los
venció, llegando hasta el Océano y sometiendo a pueblos que hasta entonces no habían
obedecido a los romanos. Si compuso bien las cosas de la guerra, también arregló las
de la paz, restableciendo la concordia en las ciudades y especialmente sanando las
diferencias entre deudores y acreedores. Pues ordenó que el acreedor tomase del
deudor anualmente dos partes de sus rentas y quedase la tercera para el dueño, hasta
haber satisfecho la deuda. Hechas estas cosas, dejó la provincia con una gran gloria,
enriquecido y habiendo sido de provecho para sus soldados, quienes le dieron el título
de “imperator”».
Plutarco, “César”, XII.
CONCESIÓN DEL IUS LATII POR VESPASIANO
«El Emperador Augusto Vespasiano concedió a toda Hispania el derecho latino
arrojado acá y allá por los problemas del Estado».
Plinio, “Naturalis Historia”, III, 30.
GOBIERNO DE HISPANIA EN EL BAJO-IMPERIO
«El Vicario de las Hispanias tiene (bajo su mando) tres consulares por las Hispanias de
la Bética, Lusitania, Galecia. Por las Hispanias (tiene también) cuatro “praesides” de la
Tarraconense, Cartaginense, Tingitania e Islas Baleares».
“Notitia Dignitatum”, I, 27.
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