En Primera Persona Esteban: La vida es un cumulo

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En Primera Persona
Esteban: La vida es un cumulo de experiencias e historias, algunas de las cuales quedan en nuestras
memorias. Y eso es lo que traemos el día de hoy, para presentarles el más reciente libro del
Pr. Salvador Dellutir, con quien hacemos esta columna de Tierra Firme, con la cual
compartimos también vivencias, pensamientos, temas de actualidad.
Y “En primera persona” es, entonces, parte de todo eso que has vivido Salvador y que has
puesto por escrito para que no se pierda, sino que quede como un testimonio de tus
experiencias de vida.
Salvador: Bueno, es un libro de los que se escriben al final, no se puede escribir al principio. Alguien
me dijo porque no escribía algunas de las experiencias que uno va contando por allí y se me
ocurrió que no puedo hacer memorias porque no tengo una vida tan interesante.
Esteban: Una autobiografía tampoco…
Salvador: Claro, entonces, simplemente junte algunas cosas que creo que eran importantes para
compartir y ahí salió este libro que se titula “En primera persona”. Y tiene una razón de ser,
siempre uno escribe los libros sin hablar en primera persona, a pesar de que uno esta
presente en sus escritos pero no habla de sus cosas. En este caso no, en esta caso esta todo
dedicado a contar cosas que me sucedieron, cosas de mi infancia, cosas que me fueron
formando espiritualmente, es el cumulo de todas esas cosas, narradas en capítulos que son
independientes pero que tienen una cronología por así decirlo.
Esteban: Porque van desde esa infancia que tu relatas pero también hasta tiempos muy recientes.
Salvador: Si, yo parto de mis abuelos y termino con mis nietos. Entonces, creo que trata de cubrir todo
lo que es la vida. Y en ese periplo hubo algunas emociones muy fuertes, tuve que estar
presente en momentos claves de la historia de algunos países y estuve muy cerca de la
violencia y muy cerca de la angustia y del mal.
Esteban: Y todo eso significo vivencias personales.
Salvador: Sí, y todas esas aparecen, por supuesto, en el libro.
Esteban: Bueno, entonces, “En primera persona” es un resumen de esas cosas que te venían de forma
mas fuerte a la memoria dentro de todas las vivencias que has tenido, digamos.
Salvador: Claro. Yo tuve que recurrir, en algunos casos, a la memoria de mi madre. Le pregunte
algunas cosas que no recordaba, pero el problema siempre es la imaginación, porque
cuando nosotros narramos algo los baches que tenemos, los huecos que nos queda, los llena
la imaginación. Entonces, hacemos el relato pero después no sabemos si las cosas
sucedieron así o que es lo que le hemos agregado nosotros en el medio, sobre todo cuando
son recuerdos lejanos. Además, a veces, uno narra cosas que dice: “¿pero esto sucedió?”,
entonces yo confirme cada una de las cosas que pude confirmar. Hay cosas que no las he
podido confirmar.
Esteban: Pero así las recordabas.
Salvador: Así es como las recordaba. Entonces, fui sumando todas esas cosas, todos los datos que me
dio mi madre, algunas cosas de la historia de mis abuelos, porque habían llegado mis
abuelos a la Argentina (eso es un dato que me dio mi madre). Recordaba también algunas
cosas que me había contado mi padre de sus padres, mis abuelos, y empecé a juntar todos
esos recuerdos, mas como llegue a los libros, como comencé con la lectura, hay muchas de
esas historias que forman parte de mi formación y de mi vida. Y un poco revivir también
algunas cosas del viejo Buenos Aires, cuando la radio era importante y algunas cosas
humorísticas que me pasaron en América Latina. Todas esas cosas están contadas en los
treinta capítulos del libro.
Por supuesto que quedaron multitud de cosas en el tintero, yo espero que alguna vez pueda
hacer una segunda parte, pero todas las cosas tienen que tener un limite y tenia que tener
un limite este libro, así que cuando tuve treinta capítulos hechos dije: “Bueno, acá hay que
parar”. Hay cosas que quedan en el tintero que son importantes, amigos que son
importantes, cosas de la relación con mis hijos que han sido muy importantes, algunas cosas
de mi trabajo, por ejemplo, mi trabajo en el teatro que fue también muy importante. Pero,
bueno, no se puede contar todo. Uno tiene que contar aquello que puede contar. Creo que
conté un cantidad de cosas que a mi me parecen que han sido trascendentes y que se
podían compartir. Algunas emociones que he vivido, por ejemplo, cuando fui en Londres a
una iglesia donde había tocado Hendel. Yo con Hendel tengo una relación muy especial. Viví
uno de los momentos más impactante escuchando música de Hendel. Cuando un día entré a
un lugar donde venden discos, estaban pasando discos y vi un disco de Hendel y pedí
escuchar una de las canciones de las piezas que había allí, que era “Largo” de Xenxes, y
cuando lo colocaron casi siempre uno escucha un minuto y en un momento dado el que
operaba me dice: “¿Lo puedo sacar?” y le dije: “No, déjelo hasta el final”, había quedado
fascinado con la música y me parecía que era un sacrilegio cortarla y tenía una emoción
profunda. El vendedor no entendía nada y yo le puse la mano en señal de pare y le dije: “Por
favor no lo toque”. Hendel me fascino, siempre me fascino.
Y bueno, ese día llegar a esa catedral, a esa iglesia y ver el lugar donde él había tocado fue
muy importante. Y bueno, cuento esas cosas, esas cosas que tuve el privilegio de vivir. Digo
que Dios me ha privilegiado mucho porque me ha permitido ver muchas cosas que
impactaron profundamente mi vida. Así es como llegue a los lugares donde habían sido
perseguidos los judíos y los cristianos por los nazis y también cuento esas experiencias. Todo
eso, en alguna forma, dio origen a este libro que cuando lo veo digo que nació solo, nació
como nacen las flores silvestres en el campo. Y surgieron esos treinta capítulos.
Seguramente cometí muchas injusticias, tenía que haber puesto muchas otras cosas, pero
son los primeros treinta capítulos que surgieron de algo que podría haber escrito el triple o
cuatro veces más, seguramente. Pero ahí están y a veces hay que dejar las cosas, hay un
momento en que uno tiene que poner un punto y decir: “Hasta acá voy a narrar” y me di
cuenta al finalizar de que estaban completos, de que por lo menos había una parábola
completa.
Esteban: Claro, porque cada uno de esos capítulos que es una historia, un relato, una memoria
personal, no son simplemente eso sino que tratas de plasmar en cada una de esas historias
algo que te dejo, que te sirvió para tu propia vida y que intentas que también pueda servirle
o sugerirle cosas al lector.
Salvador: Bueno, digo en el prologo que no quise que ningún capitulo fuera gratuito, es decir que
todos tuvieran una conclusión, no una moraleja, sino una conclusión, porque de las cosas
que a uno le suceden en la vida saca conclusiones. Y yo saque conclusiones de los hechos y
las cosas que me habían pasado y entonces, digo: “¿Por qué no compartirlo con el lector?,
esto realmente a mi me hizo pensar en tal cosa”. Recuerdo, por ejemplo, en uno de los
primeros capítulos hablo de mi abuelo que vio la primera guerra mundial. Y cuento mi
relación con mi abuelo paterno, que era un hombre de pocas palabras. Había sido un
campesino, se había casado con mi abuela, que mi abuela era mas de ciudad porque era
panadera y le había enseñado a él el oficio de la panadería. Pero mi abuelo había tenido que
ir a la guerra y había sufrido mucho en la guerra, años sin ver a su familia, había estado en el
frente de batalla en Avisigna y, finalmente, cuando regreso busco otro destino y fue a
América. Estuvo unos años trabajando en la Panificación Argentina, haciendo pan, y después
pudo llevar a su familia y tuvieron una casa y todos sus hijos llegaron a la universidad. Es
decir, era un hombre de trabajo, pero un hombre de pocas palabras.
Y me acuerdo que salía yo con él al campo, porque en la ultima etapa de su vida logró tener
una casa fuera de la ciudad para darse el gusto de tener su huerta, así que el tenia su huerta,
y yo salía a veces fuera de la huerta a los lugares mas descampados en las vías del tren y el
cortaba cardos y los pelaba y los llevaba y preparaba en aceite, y se comía las pencas del
cardo en aceite. Y yo me daba cuenta, claro después me di cuenta, que la guerra había
hecho que todo fuera comestible y todo en alguna forma se podía asimilar. Cuando él salía
cortaba muchas plantas silvestres que después mi abuela preparaba, ya había pasado la
premura de la guerra y el hambre, pero había quedado todo eso.
Esteban: Fue un aprendizaje
Salvador: Si, un aprendizaje. Y muy pocas veces hablaba de la guerra, pero cada vez que le
preguntábamos algo y tenia que contar algo forzado, lloraba. Y me di cuenta lo tremendo
que había sido eso. Y cuento justamente allí que muchos años después, yendo a San Agustín,
el habla de la guerra, de la guerra justa, de la guerra hecha con “amor” y sentía
contradicción, ¿puede haber una guerra hecha con amor? Y en alguna forma lo puse allí en
el libro. Entonces, queda la reflexión final, no solamente la figura de mi abuelo y de mi
abuela tenían presencia, una presencia muy especial en la vida de sus nietos, sino también
mostrar eso que me hizo pensar. Me hacia pensar en el tiempo cuanto debían haber sufrido
porque habían afinado la capacidad de tomar de la tierra cualquier cosa y transformarla en
algo comestible, cuanto tenían que haber sufrido para llegar a eso. Tomar el fruto del cardo
silvestre y sacar las espinas y prepararlo con aceite y con vinagre y comerlo. Y digo,
realmente se nota que sufrieron.
Y por otro lado, esa pasión por la tierra. Mi abuelo tenía una pasión tremenda por la tierra.
Él plantaba y miraba crecer su huerta, y sentía el placer de la vida. Todos sus utensilios los
fabricaba él, muy poca cosa compraba, él era capaz de fabricar cualquier cosa. Un día
necesitó una balanza y se fabrico hasta las pesas de la balanza, fue a pedir una pesa de un
kilo prestada y con eso hizo él sus pesas, y tenía, entonces, su balanza de fabricación casera.
Era casi el orgullo de decir “Esto lo he hecho con mis propias manos”. Y realmente eso es lo
que trate de poner en este libro.
Esteban: Vivencias que hacen que lo que se cuenta no sea simplemente un relato teórico, sino una
vivencia que tiene llegada desde lo profundo para que tenga otro sabor, para ir más allá del
mero analista filosófico, periodístico o escritor que muchas veces te conoce la gente. Mas de
ese punto de vista, o cultural, ir a las vivencias que han dejado una marca de otro tipo.
Salvador: Si, claro. Por ejemplo, en el ultimo capitulo que se llama “El inefable Felipe” es donde yo
hablo de mi nieto. Y tiene una conclusión. Se lo di al papá para que lo leyera, a Ezequiel mi
hijo menor, que es el padre de Felipe y le dije: “Bueno, lee este capitulo”. Y mi hijo cuando
termino lloraba, lloraba de leer el capitulo, la conclusión final. Bueno, lo que pretendo es
eso. Siempre cuando he tenido que dar clases doy la imagen de un hombre racionalista, y a
veces creo que hasta en la radio es muy difícil que aflore el sentimiento. Pero en este libro
no, en este libro es que afloro el sentimiento, afloro la otra parte. Yo tengo un libro que
alguien dijo cuando lo presentó, el libro anterior a este que se llama “Las estaciones de la
alegría”, alguien dijo: “Es que todos los otros libros fueron escritos con la cabeza y este fue
escrito con el corazón” y hablo de la resurrección de Jesús en ese libro. Pero este sí, este ya
es directamente un libro escrito…
Esteban: …Bien visceral…
Salvador: Sí, bien visceral y creo que si escribo un segundo libro o un tercer libro también lo voy a
hacer visceral. Hay que animarse. A mí me costó mucho animarme a la primera persona,
contar cosas mías, pero lo interesante fue que fue el libro que menos trabajo me costó
porque sentía una alegría tremenda de poder sacar esas vivencias del corazón y ponerlas en
el papel y poderlas compartir.
Esteban: Bueno, estamos aquí hablando desde el libro “En primera persona”, el mas reciente trabajo
literario de Salvador Dellutri. Nos acompaña en cada programa de Tierra Firme. Lo estamos
presentando para que usted lo conozca y para que pueda animarse a conseguirlo y utilizarlo
también como una herramienta que el autor, Salvador, lo ha lanzado aquí para que podamos
no solamente conocerlo desde un aspecto como siempre, de análisis de diferentes temas,
sino de sus vivencias. Salvador, entonces, una vez que el libro sale de tu pluma se escribe, se
imprime, esta en la calle, la gente puede conseguirlo, ya empieza un proceso bien diferente
con esas historias. Empieza otro tipo de relación con la persona que va a encontrar un
Dellutri diferente.
Salvador: Si, y cuando uno escribe, escribe pensando en ese lector que le puede hacer bien lo que uno
escribe. Yo espero que el libro encuentre ese lector. Y tengo que, además, agradecer a RTM
que es el vehículo por el cual este libro va a llegar al público, porque yo lo escribí sin saber
cual iba a ser el vehículo y cuando te traje el libro inmediatamente dijiste: “esto lo tiene que
publicar RTM” y acá estamos. Y lo hacemos con mucho entusiasmo, tengo mucha esperanza
que este libro pueda servir a otras personas. Como los capítulos son independientes, incluso
si alguien necesita publicar alguno de los capítulos que le parece que seria interesante
hacerlo, está mi dirección de email del mismo libro para que se ponga en contacto y le daré
la autorización para que lo publique, porque lo importante es que llegue a mucha gente.
Esteban: Claro. Así que ahí esta entonces un material que pretende salir desde aquí para que pueda
impactar la vida de muchos. “En primera persona” entonces es el libro que le estamos
presentando. Y enseguida, luego de escuchar nuestra habitual participación musical por uno
de los grandes músicos, vamos a elegir a Hendel me parece hoy, y enseguida le vamos a dar
los canales de donde usted va a poder conseguir el libro “En primera persona” de Salvador
Dellutir. Felicitaciones Salvador por este trabajo que también, a pesar de lo que vos decís
que fue fluyendo, implica todo un trabajo de procesarlo, pensarlo y buscar las palabras
adecuadas para que sean el vehículo para que lleguen al otro.
Salvador: Sí, es verdad. Lo importante es que nunca sentí el peso de trabajo, como se siente en algún
otro libro. No, sentí una tremenda alegría cuando escribí, estaba muy contento de poder
escribirlo. Y mi madre, antes de morir, leyó uno de los capítulos y me dijo algo que quedo
grabado, me dijo: “Creo que este libro va a bendecir a mucha gente” y esa palabra creo que
me ayuda también en este momento a pensar que si ella dijo eso es porque había sentido el
impacto del libro.
Esteban: Y me contás que algunas de esas lecturas que ella hizo del libro motivaron para que ustedes
conversaran y lograran revivir muchas otras memorias.
Salvador: Si, muchas otras cosas. Mi madre que se había perdido en la nube de la vejez, que no
diferenciaba muchas cosas, que a veces me confundía, que a veces creía que no me había
visto, que a veces me preguntaba quien era. Le dejé el libro, me dijo que no podía leer, pero
después se hizo la claridad increíblemente y leyó los primeros capítulos y me llamo por
teléfono, cosa insólita realmente, y me dijo que quería hablar conmigo, y me encontré con
que había rejuvenecido cuarenta años y tuvimos una conversación muy profunda donde ella
revivió muchas cosas, donde me dio datos incluso y donde me dijo el impacto que había
recibido de eso. Y cuando yo salí, dije: “Esto es realmente milagroso” porque mi madre
estaba perdida en una nube de vejez, su mente se había oscurecido y de pronto tuvo una
tremenda claridad y me llevé esa imagen de ella que me pareció tan importante, y tres días
después fallecía. Y en ese momento que yo Salí de la casa de ella yo tuve la certeza de que
era lo último que íbamos a poder hacer, ella tenia ya noventa años. Y partió y el recuerdo
que tengo es justamente de eso, por eso este libro en alguna forma esta dedicado a ella por
todo lo que dejó.
Esteban: Dejamos, entonces, con este tremendo recuerdo, lo que impacta en la vida de su autor, “En
primera persona” para que usted lo busque, lo pueda leer, lo pueda disfrutar con nosotros y
lo pueda compartir. Utilizarlo también como una herramienta, Salvador, para que pueda
llevar a muchas personas a discutir algunos de los temas que vos mismo has transitado en la
vida.
Salvador: Si, creo que si, creo que puede ser estimulante.
Esteban: Ahí esta, lo dejamos en sus manos.
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