LA ALABANZA I. - Discípulas de Jesús

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ALABANZA Y ADORACIÓN
UN ESTILO DE VIDA
“Practiquemos la oración espontánea en común y con el pueblo, tan propia de
la Renovación Carismática y que tanto edifica”.
“Nuestras casas se deben caracterizar por ser verdaderos centros de alabanza y
adoración, donde se encuentre a Dios. Somos un pueblo de alabanza (1 Pe 2,9)
y adoración y esta experiencia debemos trasmitirla a todos los hombres, a todos
los pueblos”. (CONSTITUCIONES)
La alabanza y adoración para nosotras como discípulas es más que una forma de
oración, es un estilo de vida. Es una riqueza y fortaleza de nuestra vida espiritual que
deseamos compartir contigo.
ALABANZA Y ADORACIÓN
UN ESTILO DE VIDA
La alabanza es más que una forma de hacer oración es un estilo de vida, es decir una
forma de vivir en constante relación personal con Dios vivo y verdadero.
¿COMO PODEMOS DEFINIRLA?
La alabanza se define como la forma de oración que nos lleva a exaltar el nombre de
Dios, a elogiarlo por ser Dios, por lo que Él es y por lo que Él hace, a glorificarlo a
expresar con palabras nuestra gratitud, halagarlo.
El Catecismo de la Iglesia Católica nos dice sobre la alabanza: La alabanza es la
forma de orar que reconoce de la manera más directa que Dios es Dios. Le canta por
El mismo, le da gloria no por lo que hace sino por lo que El es... Mediante ella, el
Espíritu se une a nuestro espíritu para dar testimonio de que somos hijos de Dios (cf.
Rm 8, 16), da testimonio del Hijo único en quien somos adoptados y por quien
glorificamos al Padre. La alabanza integra las otras formas de oración y las lleva hacia
Aquél que es su fuente y su término: "un solo Dios, el Padre, del cual proceden todas
las cosas y por el cual somos nosotros" (1 Co 8, 6). (CEC 2639)
La alabanza brota de un corazón que ama, que reconoce la grandeza del Señor, de
un corazón que no se centra en sí mismo sino en El, la alabanza nos centra
totalmente en Dios, nos permite entregarnos a Él, olvidarnos de nosotros ya que no
sale de nuestras emociones, ni de nuestros deseos sino de nuestra decisión de amar
al Señor. Por ello podemos alabarle desde nuestro sufrimiento o quebranto, aún
desde nuestro dolor como Jesús: “Padre que no se haga mi voluntad sino la tuya”...
(Lc 22,42).
LENGUAJE DE LA ALABANZA
Principalmente, el corazón, porque si éste está alejado de Dios toda expresión de
oración será vana. La alabanza implica todo nuestro ser: nuestro cuerpo;
aplaudiendo, danzando, levantado las manos, nuestros labios, cantando, aclamando.
Implica también nuestra mente la cual esta pensando en Dios, expresando nuestro
sentir de una manera conciente, viva, intensa, implica toda el alma ya que involucra
nuestros sentimientos, de piedad, de amor, de alegría y júbilo, a través de ella
nuestro espíritu se une al Espíritu de Dios para llegar a la entrega total, a la
comunión perfecta.
VENTAJAS
Nos facilita la comunión profunda preparándonos para la adoración y la
contemplación.
Nos libera y sana. Es un arma espiritual contra los ataques del maligno. Satanás no
puede estar en un lugar donde se alaba el nombre de Dios.
Nos permite crecer en nuestra apertura de escucha a Dios.
Nos trae bendiciones.
COMO HACERLA
- Con cantos
- Con palabras inspiradas, con nuestra propias palabras
- Con aclamaciones
- Recitando salmos
- Con instrumentos (el principal, nuestra voz)
SU EXPRESIÓN
La alabanza incluye toda una expresión, un lenguaje propio; aplaudiendo, danzando,
levantando las manos, cerrando los ojos, aclamando, etc... Implica romper nuestro
desánimo, desaliento, cansancio, egoísmo, miedo, ect… Lo único importante es que
estamos delante de Dios, unidos a los ángeles y a los santos, a toda la creación que
le alaban y le bendicen.
Hay que recordar que los demonios son los únicos que no pueden alabar a Dios, ni los
muertos espirituales, porque dice el profeta “los vivos los vivos son los que te alaban
como yo ahora” (Is 38,19).
Alabar a Dios es santificar su nombre, es reconocer su grandeza, la alabanza brota
sin fin de una conciencia plena del gran amor que Dios nos tiene. Es la expresión de
amor de un corazón que ama.
LA ALABANZA
I. ¿Qué significa el alabar?
Elogiar, celebrar con palabras, glorificar, halagar. Sal. 72, 18-19
1. El objetivo de la alabanza: “Bendito sea Yahveh, Dios”
2. El motivo de la alabanza: “Porque Él hace maravillas”
3. La duración de la alabanza: “Para siempre”
4. La extensión de la alabanza: “Toda la Tierra”
5. El eco de la alabanza: “Amén, Amén.”
II. ¿Por qué debemos alabar a Dios?
Por su majestad
ν Por su magnificencia
ν Por su gloria
ν Por su grandeza
ν Por su poder
ν Por su sabiduría
ν Por su misericordia
ν Por su perdón
ν Por su protección
ν Por su consuelo
ν Por su bondad
ν Por su santidad
ν Por su justicia
ν Por su verdad
ν Por su fidelidad
ν Por su salvación
ν Por su gracia
ν Por ser libertador
ν
II. ¿Cómo ofrecer nuestra alabanza a Dios?
• De todo corazón
• Con el alma
• Con cánticos de alegría
• Con acciones de gracias
• Con salmos y cánticos
• Durante toda la vida
• Con instrumentos de música
• En la asamblea
• Cada día
• Todo el día
• Eternamente.
IV. Obstáculos en la alabanza
Hay una gran lucha y conflicto interior que salen a la superficie en el momento que
empezamos a participar en la alabanza.
1. Satanás: Interfiere atacando e impidiendo la alabanza. Pero Satanás está sujeto a
nuestras manos: Rom. 16, 20; Lc. 9, 1; Mc. 16, 17.
2. El pecado: nos impide penetrar ante Dios. Debemos arrepentirnos y ser purificados.
1 Jn. 1, 9.
3. La culpabilidad: Sentirnos culpables de cosas (pecados), esto nos distrae y nos
autocondena. Estemos seguros y convencidos del poder de Dios, El ya nos ha
perdonado.
4. El temor: puede obstruir el razonamiento sano, anestesiar los sentidos y hacernos
sentir inseguros. Dios nos ha liberado.
1 Jn. 4, 18 Nos ha dado su amor
5. El egoísmo: la actitud que tenemos hacia nosotros mismos, nuestra propia imagen,
somos soberbios, orgullosos y sólo vemos por nosotros mismos. Mi corazón en la
alabanza tiene que ser del Señor, y mi mente tiene que estar centrada en Dios.
6. Concepto equivocado de Dios: lo vemos como alguien muy
lejano, tiránico.
Dios está tan interesado que ha dado a su único hijo para que yo obtenga la salvación.
V. Métodos para la alabanza:
a) Usando la boca: Sal. 98, 1; Sal. 130, 2; Sal. 98, 4; Sal. 71, 8; Apoc. 19, 1; Apoc. 7,
10.
b) Usando las manos:
• Alzándolas: Sal. 119, 48; Sal 134, 2; Sal 141, 2.
• Aplaudiendo: Sal. 47, 1; Sal. 98, 8
• Tocando instrumentos musicales: Sal. 33, 2; Sal. 57, 9; Sal. 147, 7; Sal. 150.
c) Posición ó movimiento del cuerpo:
• Danza: Sal. 149, 3; Sal. 150, 4; II Samuel 6, 14.
• Andando y saltando: Hch. 3, 8; II Samuel 6, 16.
• Parados: Sal. 134, 1; Sal. 135, 2.
• Inclinados y arrodillados: Sal. 95, 6; Sal. 99, 9; Ef. 3, 14.
(Se puede hacer un ejercicio de alabanza con los métodos)
Leer y meditar: Apoc. 4, 8-11; 5, 12-14; 7, 9-12.
LA ADORACIÓN
La alabanza es preparación para un momento muy importante: LA ADORACIÓN. Este
momento de la oración tiene el objetivo de llevarnos a una comunión profunda, intensa
con Dios, hasta que lleguemos a la contemplación, es decir a la experiencia del alma
donde ya no se requieren palabras, ya no soy yo quién habla, es Dios quién ahora se
comunica conmigo dándome su amor, su paz, su vida misma. Nos lleva al sublime
momento de quietud, de dejarnos abrazar, llenar por Él, por su amor.
¿QUE ES LA ADORACIÓN?
El Catecismo de la Iglesia Católica la define como: “La adoración es la primera actitud
del hombre que se reconoce criatura ante su Creador. Exalta la grandeza del Señor
que nos ha hecho (cf Sal 95, 1-6) y la omnipotencia del Salvador que nos libera del
mal. Es la acción de humillar el espíritu ante el "Rey de la gloria" (Sal 14, 9-10) y el
silencio respetuoso en presencia de Dios "siempre mayor" (S. Agustín, Sal. 62, 16). La
adoración de Dios tres veces santo y soberanamente amable nos llena de humildad y
da seguridad a nuestras súplicas”. (CEC 2628)
La adoración es el momento de la interioridad, de la entrega, de rendirnos ante Dios,
de entregar el corazón, de postrarnos delante de Él.
Su lenguaje es tan propio como el de la alabanza, se manifiesta en todas las
dimensiones de nuestra vida.
Con el cuerpo, rendimos adoración postrándonos de rodillas, cerrando nuestros ojos o
contemplando su imagen, levantando las manos en un signo de entrega, el canto se
vuelve suave, expresivo que interioriza y expresa nuestros sentimientos, nuestra
piedad, solo hay el deseo de entregarse, de agradar a Dios, de expresarle nuestro
amor.
Culmina con ese momento de interioridad profundo que llamamos contemplación.
ACTITUDES EN LA ADORACIÓN
ACTITUD DE ABANDONO: una actitud de descanso, de entrega, de quietud que nos
lleva a experimentar el encuentro con Dios, relájate como el niño que se abandona en
los brazos de su madre, no hagamos esfuerzos por pensar en algo, acallemos los
sentidos, no centremos la mente en nada que no sea Dios, podemos pronunciar
algunas palabras como: Jesús mío, mi Dios y mi todo, Señor mío y Dios mío.
ACTITUD DE ESCUCHA: Dios desea hablar a nuestro corazón, compartirnos su
sentir, desea además derramar sus dones, sus gracias, sus bendiciones, escucha en
silencio, puedes experimentarle de diferentes formas: a través de una lectura que te
inspira, a través de algún mensaje palabras que sientes en el interior de tu corazón, o
a través de una visión en tu mente, puede ser una experiencia personal o algo que
puedes compartir con todos los demás.
ACTITUD DE FE: de confianza en Dios, deja que el tome tus cargas, tus
preocupaciones, todo lo que tu eres, ten una actitud de adherirte a sus deseos a su
voluntad, de creer en El y de creerle a El. Creer que te ama, que esta contigo, que
estas en sus manos.
Este es el momento en que Dios nos sana, transforma, nos renueva, nos sacia en
todas nuestras necesidades. Nadie que vive verdaderamente esta unidad profunda
con Dios puede continuar igual.
La alabanza y la adoración son mas que una forma de oración, son un estilo de vida
que viene a hacer plena nuestra vida espiritual por ello no se basan en los
sentimientos o deseos, sino en nuestra convicción, en nuestra voluntad, porque
cuento más cuestan, más perfecta es nuestra entrega, puesto que es más grande
nuestra renuncia, nuestra inmolación a la voluntad de Dios.
Te invitamos pues a adentrarte en estas formas de oración para que también se
vuelvan en ti una forma de vida.
¡DAD GLORIA AL SEÑOR!
¡AHORA Y POR SIEMPRE!
Discípulas de Jesús
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