Escuche su música interior por Bel Cesar - [email protected] Traducido por Melissa Park - [email protected] Usted ya se maravilló escuchando una melodía espontánea, sin comienzo ni fin, entonando en su interior? Si eso ya sucedió con usted, recuerde: este es una señal de que usted está en paz consigo mismo, y, por lo tanto, con el mundo a sus pies! A veces, podemos estar aparentemente calmos, sentados frente a la TV, pero internamente nuestra mente no suena bien: escuchamos sonidos, palabras sueltas y pensamientos desconectados que revelan la inquietud de nuestro mundo interior. Entretanto, cuando nuestra mente está descansada, calma y abierta, podemos escuchar melodías creadas por nosotros mismos. Todos nosotros somos compositores de nuestro mundo interior! Como un eco de nuestra alma, escuchar la música interior es una de las formas más íntimas de sentir la vibración de la propia vida. El tono, el ritmo y la cadencia de esta desconocida melodía nos revela mensajes de nuestro cuerpo y de nuestras emociones: expresiones de sentimientos profundos que están más allá de las palabras. Y cómo nos hace bien escucharlos! El escuchar la melodía interior purifica la mente de los pensamientos negativos y genera bienestar. Finalmente nos relajamos: no tenemos más la necesidad de seguir los impulsos de la mente crítica, que nos impide sentir e intuir soluciones creativas. La música estimula el hemisferio cerebral derecho! Mientras el hemisferio cerebral izquierdo está ligado a la experiencia humana de la racionalidad - una función propia de la energía masculina -, el derecho se refiere a lo subjetivo, afectivo, imaginativo e intuitivo – funciones de la energía femenina. A pesar de que los dos hemisferios actúan concomitantemente, algo mágico ocurre cuando el principio femenino creador se sobrepone a la dinámica racional del principio masculino: estamos libres para ir más allá de la autocrítica, podemos intuir y sentirnos enteros. Para activar la mente sensorial que nos aproxima al mundo interior, precisamos aquietar la mente racional, viciada en aquilatar y juzgar todo lo que oye y ve. El simple hecho de permanecer quietos, en una posición confortable, prestando atención a nuestra respiración, ya es una manera rápida y eficiente de disminuir las actividades de la mente acelerada y estresada. Mientras, estamos tan viciados en los estímulos del mundo exterior que ni recordamos ofrecernos este alivio regenerador! Desconocemos las melodías de nuestro mundo interior porque raramente nos detenemos para escucharlas! Infelizmente, una de las grandes perdidas en nuestra evolución humana ha sido justamente la caída de nuestra sensibilidad musical: estamos más toscos, más groseros. Nuestra capacidad auditiva está menos selectiva. Muchas veces la música está presente y ni nos damos cuenta de que está sonando. Es impresionante la capacidad que tenemos de soportar tamaña polución sonora en cualquier lugar que estemos. En las tiendas y supermercados las músicas ambientales son agitadas y provocadoras, suenan en alto volumen. Nuestro cerebro no puede descansar! Actualmente, ya es comprobado que el sistema auditivo está íntimamente ligado al nervioso, enseguida, el sonido interfiere en las ondas cerebrales. La música es uno de los estímulos más potentes para activar los circuitos del cerebro. Entretanto, una sobrecarga sonora puede causar el aumento de la concentración del jugo gástrico, generando dolor de cabeza, fatiga e irritabilidad. La relación desgastante entre el hombre y su medio ambiente sonoro es una de las grandes fuentes de su desequilibrio. Músicas con ritmos excitantes, repetitivos y acelerados, a pesar de ser apreciadas por quien baila a su ritmo, son perjudiciales a la salud, principalmente cuando son escuchadas en alto volumen. El volumen elevado e ininterrumpido desgasta las células sensoriales del oído, hasta que ellas se tornen incapaces de reaccionar. La deficiencia de audición es difícil de ser constatada por ser indolora y por desenvolverse lentamente. Una de las razones por las cuales los sonidos de la naturaleza nos hacen bien es que ellos simplemente no ultrapasan el límite tolerado por el ser humano! Los sonidos de los pájaros, del agua, del viento agitando las hojas son naturalmente relajantes y regeneradores. Por lo tanto, precisamos urgentemente concientizarnos del enorme poder que el ambiente sonoro causa sobre nosotros. Además, quien no conoce la experiencia de recuperar una fuerte emoción al escuchar una determinada música? Y que diremos de la memoria de las emociones antiguas guardadas en nuestras melodías interiores... vale la pena escucharlas!