Reflexiones inesperadas

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 Reflexiones inesperadas ¿Morir … vivir? ¿Vivir … morir? La muerte acompaña al vivir, sin vivir no hay muerte, lo sabemos. Muchas veces nos hemos preguntado por ¿qué será la muerte? O por ¿cómo será el morir? Otros mueren, los vemos morir, y vemos que una vez muerto el que muere no esta. Tenemos recuerdos, tal vez soñamos y lo que pensamos, soñamos o recordamos tiene que ver con nosotros, con nuestros sentires íntimos, con lo que hicimos o no hicimos, … con lo que ahora pensamos que deberíamos o hubiésemos querido hacer. La mayor parte de las veces la muerte no parece tener que ver con nosotros porque es la de otro u otra, aunque a veces sí. Muchos años atrás estuve enfermo de tuberculosis pulmonar. Estaba en el comienzo de mis estudios de medicina. En esa época uno se moría de tuberculosis y yo sabía que me iba a morir. Lo sabía porque podía ver el curso de mi deterioro y el progreso de mi enfermedad. No quería que mi madre lo supiese, aunque sin duda ella también lo sabía, porque quería evitarle un dolor anticipado. No morí, la estreptomicina que acababa de aparecer en el ámbito médico me salvó. Sin embargo, mientras sabía que me moría viví algo que quiero relatar. Estaba hospitalizado y mi habitación era un pequeño recinto abierto a un jardín del cual estaba separada por un corredor. Un día, mientras desde mi lecho contemplaba el jardín, dos enfermeros que llevaban una camilla con una persona del pabellón de tuberculosos que acababa de morir se detuvieron ante mi puerta abierta a conversar. Yo sabía de que se trataba, y contemplé a esa persona muerta que no veía porque estaba cubierta por una sábana blanca, pero que estaba presente allí conmigo, y escribí un poema que transcribo a continuación: “¿Qué es la muerte para el que la mira? ¿Qué es la muerte para el que la siente? Pesadez ignota, incomprensible, … Página 1 de 3
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dolor que el egoísmo trae para ese. Silencio, paz y nada, para éste. Sin embargo el uno siente que su orgullo se rebela … que su mente no soporta … que tras la muerte nada quede, … que tras la muerte esté la muerte. El otro, en su paz, en su silencio, … en su majestad inconsciente siente … nada siente, nada sabe porque tras la muerte está la vida que sin la muerte sólo es muerte.” La muerte de otros nos conmueve porque nos hace pensar en la vida … en lo que la destruye en el fluir del tiempo en la vejez y las enfermedades … y ahora en los terremotos y maremotos como los de Chile y el Japón. Las destrucciones, las muertes desde una dinámica que se desencadena de modo repentino e inexorable. En Chile tal vez pensemos el mito del pueblo Mapuche que nos muestra su sabiduría histórica al hablarnos de la lucha de la gran serpiente terrestre y la gran serpiente marina que nos manda huir hacia las montañas. Al pensar en el Japón compartimos su dolor porque lo conocemos, sin embargo al verlo nos indignamos también ante las cegueras y ambiciones que genera la seducción de la arrogancia de la gran serpiente tecnológica que nos obnubila con sus promesas de poder infinito que nos lleva a perder la cordura y a hacer las cosas consciente o inconscientemente mal cuando sabemos hacerlas mejor. La muerte no es evitable, pero podemos recuperar la cordura, la armonía del corazón y la razón haciéndonos responsables de lo que sabemos, y de que de hecho sabemos todo lo que necesitamos saber para generar bien-­‐
estar en el convivir de la humanidad, aún si no siempre comprendemos nuestro saber. El poema de más arriba termina diciendo: “... tras la muerte está la vida que sin la muerte sólo es muerte.” Pero no habla de la vida como un valor, sino que habla de ella en el vivirla. Página 2 de 3
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Estamos destruyéndonos y destruyendo la biosfera-­‐antroposfera con un continuo crecimiento desbordado de la población; estamos generando pobreza con una continua extracción desbordada de lo que la biosfera-­‐
antroposfera nos puede proporcionar; estamos generando mal-­‐estar, enfermedades y desarmonía ecológica con una continua y desbordada contaminación de la biosfera-­‐antroposfera al botar desechos en ella con más rapidez de aquella con que ella los puede procesar … Las serpientes de la vanidad tecnológica, de la ceguera de las ambiciones económicas, de la ambición de riqueza y poder … de saber que siempre podemos inventar alguna teoría que puede seducir a otros a creer como válido lo que justificamos con ella. Pero en el fondo de nosotros sabemos que eso no está bien porque no trae de verdad bien-­‐estar, estética, alegría y dignidad a nuestro vivir, … al vivir de la humanidad en la antroposfera-­‐biosfera. ¿Cual es la salida? El convivir en el sentir y el ver del camino del amar en la co-­‐inspiración de corregir juntos los errores que despiertan las serpientes que nos llevan a la destrucción de la armonía antroposfera-­‐
biosfera. En fin, esa es nuestra oportunidad; cada uno sólo puede actuar desde su localidad y lo hará siempre desde su entendimiento… “… porque tras la muerte está la vida que sin la muerte sólo es muerte.” Lo central del vivir morir es el vivir, ¿cómo queremos vivir-­‐convivir? Los seres humanos somos los únicos seres vivos que conocemos que pueden ser conscientes de que escogen lo que escogen en el momento de escogerlo, ¿qué vivir escogemos vivir? Escoger es acto fundamental de responsabilidad del vivir-­‐convivir humano. Humberto Maturana Romesín Página 3 de 3
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