Hércules y los Toros de Gerión Hércules era hijo de Zeus, aunque hijo de un dios, él no lo era, su madre, Almecna, era una princesa de Tebas. Tuvo una vida dura y trabajosa, aunque de niño fue feliz y se educó como un príncipe, de adulto tuvo que enfrentarse a doce terribles pruebas para expiar sus pecados, los Antiguos tenían una extraña forma de afrontar la culpa y la expiación. Como décimo trabajo se ordenó a Hércules ir a buscar el ganado de Gerión, este habitaba en una isla, situada en las proximidades del Océano Atlántico, que pertenece a Tartessos. Gerión tenía el cuerpo de tres hombres creados juntos, unidos por el vientre y divididos en tres desde los costados. Era propietario de un rebaño de bueyes. Euritión era su pastor y su perro guardián, Orto, tenía dos cabezas. En su viaje para buscar el rebaño de Gerión, Hércules mató muchas bestias salvajes. Al pasar por el Estrecho de Gibraltar levantó dos columnas, en los límites de Europa y de África. Abrasado por el sol, le disparó su arco. El sol, admirado de su atrevimiento, le dio una copa de oro, con la que atravesaría el Océano. Al llegar a Tartessos el perro lo divisó y le atacó, pero él le golpeó con su maza. Cuando el pastor vino a salvar al perro, Hércules lo mató también. Enterado Gerión de lo sucedido, sorprendió a Hércules, en el preciso momento de llevarse el rebaño. Luchó con él y le mató. Hércules embarcó el rebaño en la copa de oro que el Sol le había regalado, atravesó el mar y devolvió la copa.