Sin derecho a la dignidad en los territorios palestinos ocupados

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SIN DERECHO
A LA DIGNIDAD
en los territorios palestinos ocupados
0941/003 12.2007
Noviembre de 2007
Madji Mohammed/Associated Press
Una familia palestina cruza el puesto de control de Huwara, una de las dos entradas situadas en la carretera principal, que une Naplusa
al resto de Cisjordania. Los vehículos privados no están autorizados a pasar por este puesto de control, a menos que el propietario
tenga un permiso especial.
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Ocupación
"Ser palestino significa hacer frente a
limitaciones en todos los aspectos de
la vida. Tropezamos con obstáculos
por doquier: perdemos el trabajo, no
podemos viajar libremente, nos separan
de nuestras familias. Ser palestino
significa verse privado de muchas cosas
que para otros son normales."
Nada es previsible para los palestinos. Las reglas pueden cambiar de un día para otro sin
aviso o explicación. Viven en un entorno arbitrario, adaptándose continuamente a las
circunstancias sobre las que no tienen influencia alguna y que reducen cada vez más las
posibilidades que tienen ante sí.
Christoph Von Toggenburg/CICR
Mohammed, jerosolimitano
En todos los territorios palestinos ocupados, en la franja de Gaza, así como en Cisjordania,
los palestinos tropiezan continuamente con dificultades para llevar, simplemente, una vida
normal: se les impide hacer lo que hace parte del diario vivir de la mayoría de la gente. En el
plano humano, los territorios palestinos sufren una grave crisis. Se niega la dignidad humana
a millones de personas, y esto no ocurre de forma ocasional, sino a diario.
En 2006, la barrera de Cisjordania dividió en dos la localidad de Abu Dis, donde viven 30.000 personas, separando a las familias entre sí y a los campesinos
de sus campos. Abu Dis era antiguamente un poblado próspero, en la carretera que une Jerusalén oriental a Jericó. Desde que la carretera está bloqueada,
aproximadamente la mitad de los 187 comercios situados a lo largo de la carretera han tenido que cerrar.
Sin derecho a la dignidad en los territorios palestinos ocupados
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Atrapados en la franja de Gaza
"Tampoco nos dejaron solos después
de la retirada. Vuelven de vez en
cuando, allanan nuestras tierras,
arrancan nuestros árboles y destruyen
nuestras viviendas. Además, la gente
se percata de que está en una zona de
amortiguación cuando comienzan a
dispararle."
Saleh, un agricultor de Gaza
La franja de Gaza está cercada, mientras que el conflicto entre militantes e Israel continúa
inexorablemente. Los militantes palestinos lanzan cohetes casi todos los días en dirección
de Israel. El Ejército israelí efectúa incursiones en zonas en el interior de la franja, ataques
aéreos y desde el mar. La población civil permanece atrapada, sin posibilidad de escapar, y
se ve aún más afectada por los continuos enfrentamientos entre palestinos.
Desde los violentos enfrentamientos entre Hamás y las fuerzas asociadas a Al Fatah, y la toma
del poder por Hamás en junio pasado, los cruces permanecen cerrados para casi todos los
habitantes de Gaza. Hoy es prácticamente imposible estudiar o recibir atención médica en
Cisjordania, Jerusalén oriental, Israel o en el extranjero, y se hace una excepción cuando se
trata de pacientes que pueden morir si no reciben atención médica, aunque a veces tampoco
a ellos se les permite salir.
Menahem Kahana/AFP
Desde que se retiró unilateralmente en 2005, Israel ha establecido paulatinamente, a lo largo
de la valla que rodea Gaza, una zona de amortiguación que se adentra en la franja, ya exigua
y superpoblada, lo que tiene graves consecuencias para los habitantes. Se pierden cada vez
más tierras agrícolas a lo largo de la superficie mal definida de esa zona de amortiguación,
lo que, por lo demás, supone un peligro para quien se aproxima demasiado a ella. De hecho,
es frecuente que se mate, se hiera o se arreste a los habitantes de Gaza que se acercan a la
valla.
El equipo del CICR cruza a pie el puesto de control de Erez para evacuar a un civil herido de la franja de Gaza a Israel, donde espera
una ambulancia. Julio de 2007.
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Sin derecho a la dignidad en los territorios palestinos ocupados
"No es fácil conseguir algunos
medicamentos, como los antibióticos.
Ya nos quedamos sin cereales, y
últimamente es muy difícil encontrar
leche en polvo para bebés. La que se
consigue cuesta un dineral, pues los
precios han aumentado muchísimo."
Doctor Salah, farmacéutico en Gaza
Suficiente para sobrevivir, pero no para vivir
La angustia invade a los residentes de Gaza a medida que las estanterías de las tiendas
de comestibles empiezan a quedarse vacías a causa del cierre. Los precios han subido
vertiginosamente, y lo poco que llega a Gaza es prácticamente prohibitivo. En los últimos
cuatro meses, los precios de muchos alimentos, como el pollo, se han duplicado cuando
menos, mientras que las existencias disminuyen sin que haya un nuevo abastecimiento.
Según el Programa Mundial de Alimentos, unos 80.000 habitantes de Gaza han perdido el
empleo desde junio de 2007, incrementando la ya elevada tasa de desempleo: el 44% de la
población activa está sin empleo. Muchas industrias locales han cerrado y despedido a los
trabajadores, pues el 95% de la producción local depende de la importación de materias
primas de Israel. Israel ha limitado las importaciones a lo que considera "artículos de primera
necesidad", casi todos productos alimentarios básicos, y se impide que entren en la franja
de Gaza otros suministros esenciales para el funcionamiento de la industria o para reparar
las infraestructuras.
Reducción de la producción agrícola
"Al comienzo, tomaron tierras para
hacer la carretera y, después, más tierras
para establecer la zona de seguridad a
lo largo de la carretera. Posteriormente,
destruyeron mi casa porque estaba
demasiado cerca de la zona de seguridad
y ahora allanan otra vez las tierras. Me
he quedado sin nada."
Los agricultores de Gaza recuerdan el verdor y la fertilidad que hasta hace poco había en
sus tierras. Los abundantes frutos que recogían de las cosechas de los olivos y los cítricos se
exportaban a Cisjordania e Israel. Hoy, la mayor parte de sus tierras han sido allanadas y los
árboles arrancados durante las frecuentes incursiones militares.
Unos 5.000 agricultores que consiguen el sustento de la familia con la exportación
de tomates, frambuesas y claveles están a punto de perder la totalidad de las ventas.
La cosecha comenzó en junio pasado pero, debido al embargo a las exportaciones, los
productos cosechados se están pudriendo en los contenedores que permanecen en los
puntos de cruce.
Andrea König/CIRC
Abdul, Gaza
Una mujer busca sus pertenencias personales entre las ruinas de su casa, destruida durante una operación militar israelí, en la
franja de Gaza, el mes de septiembre de 2007.
Sin derecho a la dignidad en los territorios palestinos ocupados
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"No sabemos cuándo acabará esto.
Los hospitales luchan por conseguir el
combustible necesario. Si éste se acaba,
los primeros racionamientos se harán en
las lavanderías de los hospitales. Después
será el turno de los equipamientos
médicos. Y ese será sólo el comienzo
de un terrible fin."
Los servicios básicos, como los hospitales, las redes de abastecimiento de agua y los sistemas
de alcantarillado sólo funcionan si están conectados a la red eléctrica. Si se interrumpe el
suministro de electricidad, todos los servicios básicos se verán afectados.
Ashraf Abu Amshah/CIRC
Abu Hassan, Gaza
Infraestructura desmoronada
El estado de la infraestructura en la franja de Gaza es decadente. Hace unos ocho meses,
se rompieron los diques de una laguna de aguas residuales, ubicada en el norte de Gaza,
que contenía cientos de miles de litros de aguas residuales brutas. Las aguas inundaron una
aldea beduina, causaron cinco muertos y 16 heridos y destruyeron las viviendas de miles
de personas. Desde entonces, no ha sido posible hacer reparaciones sustanciales debido
a la falta de fondos y a las actuales restricciones de Israel a las importaciones de piezas
de recambio.
Cinco personas murieron y 250 viviendas fueron destruidas al romperse los diques de una laguna de aguas
residuales en Beit Lahia, en la franja de Gaza.
Desde que los ataques aéreos de Israel destruyeron gran parte de la central eléctrica en junio
de 2006, ésta funciona a la mitad de su capacidad inicial. En el estado actual, el suministro
de electricidad en la franja de Gaza no es sólo precario, inestable y dependiente de fuentes
externas sino que tampoco basta para satisfacer las necesidades de la población.
Por consiguiente, es indispensable utilizar generadores de apoyo para el funcionamiento de
los hospitales, de las redes de abastecimiento de agua y de los sistemas de alcantarillado.
Pero el hecho de depender de los generadores constituye un riesgo, pues crea nuevas
dependencias de combustible y de piezas de recambio, por no mencionar los precios
corrientes, que son más altos. Las actuales restricciones a las importaciones impiden el
suministro del carburante y de las piezas de recambio que tanta falta hacen y el peligro es
que se produzca un colapso total de los servicios esenciales.
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Sin derecho a la dignidad en los territorios palestinos ocupados
Restricciones a la vida en Cisjordania
"Antes trabajaba en el mercado de
Naplusa, pero, en 2002, cuando cerraron
la ciudad, tuve que trasladar mi tienda al
mercado de Beita, que queda a 12 km de
mi casa. Como hay un cruce de control,
llegar a la tienda me podía tomar dos
horas; por consiguiente, decidí mudarme
a Beita, y sólo voy a ver a mi familia
los miércoles, cuando el mercado está
cerrado. Extraño mucho a mis hijos."
Erlend Linklater/CIRC
Murad, distrito de Naplusa
Un agricultor palestino espera en la barrera de Cisjordania que le separa de sus olivares, situados detrás de
la barrera, en la zona del asentamiento de Ariel.
"Nos despertó el resplandor de las
llamas. Salimos corriendo y vimos
cómo ardían nuestros olivos. La
puerta de la barrera estaba cerrada,
así que los bomberos no podían llegar
a los campos, que están detrás de la
barrera de Cisjordania y, como no
tenemos acceso a ellos todos los días,
no pudimos limpiar bien la tierra. Esa
noche, lo único que pudimos hacer fue
mirar cómo se quemaban los olivos,
porque la puerta estaba cerrada."
Acceso a las tierras
La situación en el ámbito humanitario en Cisjordania se deteriora también día a día. Los
palestinos miran, sin poder hacer nada, mientras les confiscan la tierra. Con el paso de los
años, los asentamientos y las carreteras israelíes se han ampliado, ocupando cada vez más
tierras que las mismas familias han cultivado durante generaciones.
Desde la construcción de la barrera de Cisjordania, que se adentra en el territorio palestino,
muchos terrenos han quedado fuera del alcance de los agricultores, dado que el trazado de
la barrera separa muchas aldeas de sus tierras. El verano pasado, los agricultores miraban,
indefensos, cómo violentos incendios destruían los olivos aislados detrás de la barrera. Estaba
excluido que entraran en la zona porque no era la hora de apertura de la puerta o porque
no tenían el permiso requerido. Algunos árboles tenían cincuenta años, y dos generaciones
de trabajo y cuidado desaparecieron en una sola noche.
Agricultores de Beitunia, distrito de Ramalá
Sin derecho a la dignidad en los territorios palestinos ocupados
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Nasser Ishtayeh/Associated Press
Para obtener los permisos que dan acceso a sus propias tierras, los agricultores deben pasar
por un laberinto burocrático, donde se les pide que presenten una multitud de documentos
que prueben que son los propietarios de las tierras y su lugar de residencia. Casi todos los
agricultores pasan horas en las oficinas de la Administración Civil de Israel para solicitar esos
permisos. Al final, se rechazan muchas solicitudes por razones de seguridad, por ejemplo,
porque un pariente estuvo una vez detenido en una cárcel de Israel.
Palestinos haciendo la cola en el puesto de control de Huwara, una de las dos entradas situadas en la carretera principal, que une Naplusa al resto de
Cisjordania. Los vehículos privados no están autorizados a pasar por este puesto de control, a menos que el propietario tenga un permiso especial.
Acceso a las carreteras
Muchas carreteras de Cisjordania que antes comunicaban las aldeas palestinas con las
ciudades circundantes están ahora obstruidas con bloques de hormigón, zanjas, terraplenes
o puertas de hierro. Estos obstáculos separan a los palestinos de sus tierras, de los lugares
donde pueden recoger agua y de los vertederos. Separan también una comunidad de otra,
las aldeas de las ciudades y un distrito de otro.
En Cisjordania, la gente ve desde sus casas cómo los israelíes pasan por las carreteras recién
pavimentadas, construidas en tierra palestina, que comunican los asentamientos israelíes
unos con otros y los conducen sin tropiezos a Jerusalén y Tel Aviv. Entre tanto, los palestinos
sólo pueden viajar utilizando enlodados senderos, siguiendo largas desviaciones para llegar
a las escuelas, los lugares de trabajo, los hospitales, los lugares de culto o, simplemente, para
visitar a parientes y amigos.
Los 177.000 habitantes que viven en Naplusa, ciudad ubicada en el norte de Cisjordania y
próspera en el pasado, sólo tienen dos carreteras de salida. No se pueden desplazar al sur
en sus propios vehículos y tienen que coger taxis, lo que reduce aún más los ya limitados
recursos económicos.
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Sin derecho a la dignidad en los territorios palestinos ocupados
"Tuve que construir una valla alta
alrededor de mi casa para proteger a mis
hijos, pues antes, cuando jugaban afuera,
los colonos los apedreaban. Nos lanzan
piedras sólo porque seguimos viviendo
en nuestras tierras y no nos queremos
marchar."
Hostigamiento por parte de los colonos
No sólo se desposee de sus tierras a los palestinos que viven cerca de los asentamientos
israelíes, sino que además sufren el hostigamiento de los colonos. Los ataques contra las
personas civiles en Cisjordania aumentan con el tiempo. Según los datos recabados por el
CICR sobre el terreno, el número de delitos se ha triplicado con creces en los últimos cinco
años, pero es poco frecuente que se emprendan investigaciones policiales, y casi siempre
concluyen con un "no fue posible identificar a los culpables".
Dusan Vukotic/CIRC
Anwar, Hebrón
Olivos talados por colonos en Wadi al Hussein / Hebrón, el año 2005. Aún hoy, los colonos siguen entrando sin autorización a estas
tierras que pertenecen a familias palestinas.
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Llamamiento en favor de una vida digna
Se pisotea día a día la dignidad humana de los palestinos, tanto en Cisjordania como en
Gaza.
Las severas medidas de seguridad impuestas por Israel significan un ingente costo humanitario,
pues las personas que viven bajo la ocupación apenas consiguen lo suficiente para sobrevivir,
pero no para vivir con decoro y dignidad.
Israel tiene el derecho de proteger a su población civil. Sin embargo, debería haber siempre un
equilibrio racional entre su interés por la seguridad y la protección de los derechos y libertades
de los palestinos que viven bajo la ocupación. Hasta la fecha, no se ha logrado un equilibrio
entre el interés legítimo de Israel por la seguridad y el derecho del pueblo palestino a llevar
una vida normal.
El 1,4 millón de palestinos que vive en la franja de Gaza continúa pagando con su salud y
sus medios de subsistencia el precio del conflicto y de las restricciones económicas. El hecho
de cortar el suministro de electricidad y combustible agrava aún más su difícil situación y es
contrario a los principios humanitarios fundamentales.
En Cisjordania, el establecimiento de asentamientos israelíes afecta todos los aspectos de
la vida de los palestinos, ocasiona la pérdida tanto de extensas superficies de tierra como
de ingresos, y provoca repetidos actos de violencia por parte de los colonos. Las agobiantes
restricciones a la circulación obstaculizan el acceso al trabajo y han conducido a índices de
desempleo y pobreza sin precedentes.
Fitore Pula/CIRC
Únicamente mediante medidas políticas inmediatas, innovadoras y valientes se podrá
cambiar la dura realidad de esta larga ocupación, se restituirá a los palestinos una vida social
y económica normal, y se les permitirá vivir con dignidad.
Una anciana de Budrus, en el distrito de Ramalá, espera a que abran la puerta para poder llegar a su olivar.
Perdió la mayoría de sus olivos en los incendios, pues no pudo acceder a sus tierras lo suficientemente a
menudo como para arrancar la hierba seca. Las llamas la despojaron, a ella y a su familia, de su principal
fuente de ingresos.
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