Articulo 4

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CLASIFICACIÓN DE
LOS TRASTORNOS DE
CONDUCTA.
La clasificación de los trastornos incluidos en la categoría “trastornos de
conducta” puede hacerse desde una aproximación sindrómica o bien desde una
aproximación funcional. La clasificación sindrómica pretende identificar conjuntos de
signos y síntomas agrupándolos en categorías diagnósticas o trastornos a los que se
asocia una etiología conocida, un curso y una respuesta al tratamiento. La clasificación
funcional organiza los comportamientos y conjuntos de comportamientos según los
procesos funcionales que se postula que han originado y mantenido esos
comportamientos, es decir, identificando las funciones que cumplen los
comportamientos disruptivos, y agrupándolas en base a esas funciones.
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Dentro de la primera aproximación son dos los sistemas de clasificación más
extendidos internacionalmente, se trata de la Clasificación Internacional de
Enfermedades, versión 10 (CIE-10), publicada por la Organización Mundial de la Salud
(1992) y la del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-IV-TR,
Diagnostic and Statistical Manual for Mental Disorders IV) publicado por la Asociación
Americana de Psiquiatría (2001).
Clasificaciones sindrómicas: CIE 10 y DSM IV TR.
La CIE-10 es la clasificación general de enfermedades publicada por la
Organización Mundial de la Salud en 1992 y por tanto es la más utilizada en el ámbito
médico en general y psiquiátrico en particular. Incluye no solo las enfermedades
mentales sino las enfermedades de todo tipo. Los trastornos de conducta están incluidos
en la categoría “Trastornos del comportamiento y de las emociones de comienzo
habitual en la infancia y adolescencia” (F90-F98) que incluye:

F90 Trastornos hipercinéticos.

F91 Trastornos disociales.

F92 Trastornos disociales y de las emociones mixtos.

F93 Trastornos de las emociones de comienzo habitual en la infancia.

F94 Trastornos del comportamiento social de comienzo habitual en la
infancia y adolescencia.

F95 Trastornos de tics.

F98 Otros trastornos de las emociones y del comportamiento de comienzo
habitual en la infancia y adolescencia.
El DSM-IV-TR es un manual específico de clasificación de trastornos mentales y
psicológicos. Establece un sistema de clasificación basado en la asunción de que existen
procesos patológicos con una etiología específica. Asume que hay una clara distinción
entre el funcionamiento normal y el anormal, apoyándose en variables como el número,
la severidad, la persistencia y el daño de los síntomas.
Dentro de este sistema, el término “trastorno de conducta” está incluido en el
grupo denominado “Trastornos de inicio en la infancia, la niñez o la adolescencia”, en
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concreto en la subcategoría “Trastornos por déficit de atención y comportamiento
perturbador”, que incluye cinco trastornos:

Trastorno por déficit de atención con hiperactividad, tipo combinado (código
314.01).

Trastorno por déficit de atención con hiperactividad, tipo con predominio del
déficit de atención (código 314.00).

Trastorno por déficit de atención con hiperactividad, tipo con predominio
hiperactivo-impulsivo (código 314.01).

Trastorno negativista desafiante (código 313.81).

Trastorno disocial (código 312.8).
Clasificaciones funcionales.
El método de clasificación funcional es menos directo y más simple en su
organización que el categorial. Consiste en organizar los comportamientos y los
conjuntos de comportamientos según los procesos funcionales que se piensa los han
producido y mantenido. El sistema de análisis funcional es el más representativo de este
tipo de clasificaciones y consiste en:
a) Identificar las características de la persona, su conducta y el contexto en
el que ocurre; y valorar si el comportamiento viene determinado por
problemas asociados (adiciones, salud mental, maltrato, etc.).
b) Organizar la información recogida en términos de principios
conductuales (control de estímulos y consecuencias) e identificar las
relaciones causales que deberían ser cambiadas.
c) Crear una intervención o tratamiento basado en el análisis realizado.
d) Aplicar el tratamiento y evaluar el cambio.
El uso de este método no se ha extendido porque, a pesar de la simplicidad de
las categorías que propone, el análisis necesario para extraer esas categorías resulta
complejo. No obstante, cuando se ha utilizado, la probabilidad de que el tratamiento
sea más afectivo, aumenta y se observan mejores resultados en la intervención.
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En el caso de los centros de acogimiento residencial para menores que presentan graves
trastornos del comportamiento, resulta especialmente interesante este sistema de
clasificación, dado que no solo se trata de detectar y clasificar los casos sino también de
proporcionarles el recurso y la atención más apropiada a sus necesidades sin que resulte
iatrogénica, es decir, evitando que reciban una atención más especializada de lo
necesario, con los consiguientes posibles efectos colaterales.
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