Ministerio de ReIacion~s E~t~riores de ChiI~ LAS CONFERENCIAS -DE WASHINGTON Antecedentes reunidos por orden del Ministro de Relaciones Exteriores. don Ernesto Barros Jarpa. 22 de Agosfo de 1922. ,SANTIAGO DE CHILL: Imp., L1t.~y·E:I\c."La:llustraclól\" CftLLE MONEDft 873 1922 BANCO 818110T£<:A DE LA REPUBLICA LUIS. ANG(L ÇA~ClON ARANGO Las Conferencias de Washington Ministerio de ftelacion~s E~t~riores de ChiI~ LAS CONFERENCIAS -DE WASHINGTON Antecedentes reunidos por orden del Ministro de Relllcio.. nes Exteriores, don Ernesto Barros Jarpa. 22 de Agos(o de 1922. SANTIAGO DE Ollt!:: Imp., L1t;v'!::nc. "Li(lIustraclón" CfiLLE MONEDfi 873 1922 BANCO DE LA REPUBLICA BI51IOT£ÇA LUIS - ANGEL ARANGO _~trJOH 'refacio En el libro «Hacia la solución~ publicó el Ministro de Relaciones Exteriores don Ernesto Barros J arpa, todos los documentos producidos hasta entonces en el curso de la negociación diplomática iniciada por el Gobierno de Chile el 12 de Diciembre de 1921 para el efecto de resolver el largo conflicto pendiente con el Perú, derivado de la cláusula 3. a del Tratado de Ancón; yen este libro se reunen todos los documentos oficiales producidùs con posterioridad hasta llegar a la suscripción del Protocolo y Acta Complementaria acordados durante la Conferencia de Wáshington. Para la mejor inteligencia de esta etapa de las negociaciones, se reproducen en este libro la invitación americana del18 de Enero; la respuesta de Chile; y los discursos de la sesión inaugural de las Conferencias, ya publicados en el anterior. Además de los documentos oficiales, se insertan en esta publicación los dis- - VIII - cursos pronunciados en la Cámara de Senadores por el Ministro de Relaciones señor Barros Jarpa, con ocasión de estos arreglos. El conjunto de estas documentos permite formarse un concepto cabal del alcance y proyecciones que el Gobierno atribuyó en su oportunidad al Protocolo y Acta Complementaria suscriptas en Wáshington el 21 de Julio de 1922. Invitación del Gobierno de 101 IltldoB Unid.B, I lOB de Chile ~ del ,erú pIPa celebrar IBI' oonferencia en Wálhington. Los propósitos del programa de po:ítica internacional del Presidente. de la República de Chile Don Arturo Alessandri, dirigidos a buscar la solución del problema de Tacna y Arica en el cumplimiento del Tratado de V383, entraron resueltamente en vías de realizarse, con motivo de la invitación que el Presidente de los Estados Unidos Mr. Warren G. Harding formuló con fecha 18 de Enero de 1922 a los Gobiernos de Chile y del Perú. Dicha invitación, transmitida al Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile por el Embajador de los Estados Unidos en Santiago es del tenor siguiente: -2Embajada Americana Santiago 18 de Enero de 1922. "Excelencia: He recibido instrucciones del Secretario de Estado de los Estados U nidos para comunicar a V. E. lo siguiente: £1 Go· bierno de los Estados Unidos, gracias a la cortesía de los Embajadores de Chile y del Perú en Wáshiagton ha sido tenido al corriente del proceso de las negociaciones desarrolladas directamente por cable entre los Gobiernos de Chile y el Perú y tendientes a procurar. un a1'reglo con respecto a la larga controversia pendiente sob1'elas disposiciones no cumplidas del Tratado de Ancón. Ha to· mado conocimiento con la mayor satisfacción y complacencia del elevado espíritu de conciliación que ha animado a ambos Gobiernos y . del resultado alcanzado por este intercambio de ideas en el sentido de que la aplicación del arbitraje a las dificultades pendientes sea aceptable en principio para ambos Gobiernos. También ha tomado nota de la proposición para que se nombrasen representantes de ambos Gobierno!'> que debieran encontrarse en Wáshigton con el propósito de buscar un procedimiento para allanar la divergencia qne ha dividido a ambos países. Deseoso, en interés de la paz y de la concordia americana, cie contribuir en forma grata para los dos Gobiernos interesados a encontrar el medio de poner fin a este largo conflicto, el Presidente de los Estados Unidos se complacería en dar la bienvenida en Wáshington a los representantes que los Gobiernos de Chile y el Perú crean conveniente designar para que dichos representantes allanen, si por fortuna lo consiguen, las dificultades pendientes o dispongan su solución por medio del arbitraje. Al cumplir el grato deber de hacer llegar esta invitación al Gobierno de Chile, aprovecho la oportunidad etc." - (Firmado) Wm. Miller Collier -3- Respuesta de Chile A esta invitación contestó el Gobierno de Chile inmediatamente en la siguiente forma: "Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile. Santiago, 19 de Enero de 1922. Señor Embajador: Tengo el honor de acusar recibo a V. Ede su atenta comunicación de fecha de ayer en la cual se digna V. E. transmitirme un mensaje del Secretario de Estado de los Estados Unidos, cuyos términos de alta cût'dia¡¡dad internacional me complazco vivamente en agradecer .. La noble inspiración del Excmo. señor Presidente de los Esta'Îos Unidos para invitar a representantes de Chile y el Perú a procurar en Wáshington el anpalo de la larga controversia pendiente sobre las disposiciones no cumplidas del Tratado de A J'lcón, encuentra en mi Gobierno la más cordial acogida y demuestra que el de V. E. ha apreciado en toda su amplitud el alto espíritu <le conciliación internacional que presidió la iniciativa chilena de 12 de Diciembre último. Mi Gobierno se hará representar en W áshington a la brevedad posible por Plenipotenciarios ad-hoc que llevarán instrucciones amplías para acordar con los representantes del Perú la solución de las dificultades a que se refiere la invitación del Gobierno de los Estados Unidos. Quiera V. E. hacer llegar al Excmo. señor Secretario de Estado y por su alto intermedio al Excmo. señor Presidente de los Estados Unidos, las expresiones de nuestra viva - 4- gratitud por la importante oportunidad que ha querido brindarnos parÇ1entrm' en conversaciones directas con el Perú, que puedan llevamos por acción propia de los dos Gobiernos, o por otros medios amistosos, a la ejecución exacta y leal del Tratado de Ancón. Me es grato aprovechar esta oportunidad para renovar a V. E. las seguridades de mi más alta consideración." Ernesto Barros Jarpa Al EXl.'mo.~eiíol' '''iJlialll Millet, Collim', Embajador Extraol'dinario de los Estados U nidos ùe Nol'te Amél'icll, Las reoniones en Wísnington Aceptada por los Gobiernos de Chile y el Perú, ampliamente, la invitación del Gobierno de los Estados Unidos, se procedió a designar los Delegados que habían de representar a cada país en la Conferencia. Por parte de Chile fueron nombrados los señores Carlos Aldunate Solar y LU1"S Izquierdo, en el carácter de Delegados Plenipotenciarios; y el señor don Alejandro Alvarez, con el carácter de Consejero de la Delegación. Por parte del Perú fueron designados los señores Melitón F. Porras y Hernán Velarde, con el carácter de Delegados Plenipotenciarios, y el señor Solón Polo, con el carácter de Consejero de la Delegación. La sesión inaugural de las Conferencias se verificó el día 15 de Mayo en el Hall del Edificio de la Unión Panamericana, con toda solemnidad, asistiendo al acto todos los representantes diplomáticos acreditados en Wáshington. -6- DISCURRO DEL SECRE'rAInO Al\ŒIUCANO MH. DEF~STADO HUGHES En representación del Presidente Harding, el Secretario del Departamento de Estado, Mr. Hughes, declaró abierta la sesión instantes después de las 12, y acto seguido dió lectura al siguiente discurso: (Traducción) Excelencias: Es para mí una satisfacción inmensa el daros la cordial bienvenida a esta capital, y felicitaras por esta Conferencia, destinada a solucionar una larga controversia. Espero que encontraréis aquí una atmósfera propieia a vuestros esfuerzos y tengo la seguridad de que recenoceréis el profundo interés que sentimos por todo aquello que se relaciona con el bienestar de Chile y Perú y de todas las Repúblicas hermanas de la América latina . . El edificio en que nos encontramos reunidos ha sido levantado como homenaje a la amistad panamericana y guarda para muchas naciones los más gratos recuerdos. La obra realizada dentro de este recinto debe ser una demostración de que los más difíciles problemas pueden ser solucionados si las naciones se reunen en interés de la paz y dirigen su esfuerzo conjunto hacia un mejor entendimiento. En esta sala, las grandes potencias navales del mundo ofrecieron un soberbio espectáculo al acordar voluntariamente el desmantelamiento de numerosas unidades de combate. Así aliviar¡jn a sus pueblos de la pe- -7sada carga de los armamentos y dieron una prueba convincente, de no abrigar proyectos agresivos. Aquí las naciones. especialmente interesadas en las cuestiones del Lejano Oriente, consiguieron disipar los temoreR y deRconfianzas, reemplazándolos por una política basada en la amistad y la cooperación. El momento es, sin duda, auspicioso para curar antiguas heridas y poner término a las diferencias que puedan existir en la América Latina. Nada puede ser un anuncio más agradable de mejores días y de una paz duradera en nuestro hemisferio, que la presente reunión entre representantes de las Re~ públicas de Chile y Perú. Os felicito por los elevados propósitos y noble y conciliatorio espíritu que ha animado a ambos Gobiernos al acercarse a esta reunión con el sincero deseo de encontrar en debates amistosos una solución satisfactoria para ambas partes. Permitidme que os exprese no ::;ólola esperanza, sino la firme convicción de que vuestros esfuerzos serán coronados por el éxito más completo. Tal vez sea oportuno que repita en esta ocasión las condiciones de la inuitaciún del Gobierno de Estados Unidos (l los Gobiernos de Chile!l PerÚ, y de cU.lJaaceptaciór¡ nació la presente Conferencia. Tuve el honor, en representación de mi Gobierno, de dirigirme a ambos Gobiernos en los siguientes términos: (reprodujo la Invitación) Tenéis aquí el privilegio y la responsabilidad inherentes a una oportunidad excepcional. Tal vez jamás se' haya realizado un acontecimiento que las repúblicas americanas hayan observado con mayor interés y más fervientes esperanzas. El único alivio que puede ofrecerse a este mundo atormentado, es el empleo de procedimientos razonables en vez de la fuerza de las armas. -8El intercambio directo de opiniones; el sincero deseo de encontrar una solución amistosa; la facilitación de una mutua comprensión, y la determinación de eliminar los innecesarios puntos de fricción, a till de que todo el esfuerzo se dirija hacia los puntos justos y prácticos-he ahí la esencia de los procedimientos razonables, que os abrirán el camino hacia una paz duradera, hacia la prosperidad y la cooperación. Lo que esta Conferencia realice, se reflejará en la seguridad y felicidad de todos los pueblos, pues el éxito de ella no sólo demostrará vuestro espíritu razonable y elevada concepción del deber, sino que ofrecerá al mundo lo que tanto necesita: un inspirador ejemplo de las prácticas de la paz. El Gobierno de Estados Unidos os da la bienvenida y os expresa sus mejores deseos. DISCURSO SEÑOU DEL DELEGADO CHILENO DON LUISl:ï~Qt:JERDO Las palabras de Mr. Hughes fueron seguidas por una ovación que duró varios minutos. Una vez acallados los aplausos, el delegado chileno, señor Izquierdo pronunció el siguiente discurso: (Traducción) Señor Secretario: En nombre de la Delegación de Chile tengo el honor de expresar la más cordial satisfacción por las elevadas y elocuentes palabras que acabamos de oír. Al mismo tiempo deseo dar expresión en forma muy -9especial a la calurosa ¡:;ratitud del Gobierno de Chile por la invitación hecha a Chile y al Perú por Su Excelencia el Presidente Harding, para encontramos en Wáshington en momento muy opJrtuno en la Conferencia que hoy celebra su sesión inicial. El Gobierno de Chile, no perdió tiempo en aceptar la generosa invitación de vuestro Go. bierno y puedo agregar que lo hizo inspirado POI' un elevado espíritu de conciliación internacional, que confiadamente espero ha de tener su reflejo en nuestras deliberaciones. La cuestión tanto tiempo pendiente, que divide a Chile y el Perú y Que arranca de la circunstancia de que los dos Gobiernos no han podido llegar a un acuerdo hasta este momento sobre la manera de realizar algunas de las cláusulas no cumplidas aun en el Tratado de Ancón, es la únic~ que afecta desfavorablemente sus relaciones políticas y sociales, como también sus relaciones económicas y comerciales e impide que estas relacio. nes alcancen ese desarrollo completo que bajo la benéfica influencia de la paz encierra para ellas el futuro. El poner fin a esta cuestión pendiente mediante una solución en armonía con el preciso y leal cumplimiento del Tratado de Ancón, ha sido el objetivo que el Presidente de Chile y su Gobierno han tenido en vista; primero, cuando se tomó la iniciativa de abrir una discusión telegráfica directa con el Gobierno del Perú a fines del año pasado; segundo, cuando nos enviaron aquí con la instrucción de tratar de eliminar las dificultades que se oponen al cumplimiento de un tratado, firmado por ambas Repúblicas. Convencidos de que nuestros distinguidos colegas. r"presentantes del Perú están inspirados por los mismos sentimientos que nos animan, alimentamos la esperanza-Que me siento tentado a decir que casi llega al nivel de la seguridad-de Que la presente Confe- - 10 - rencia, debida a la iniciativa de los Estados Unidos, ha de restablecer las relaciones cordiales entre dos naciones hermanas, unidas por razón de su origen racial común, por su situación geográfica, por la comunidad de intereses económicos y por la gloriosa tradición de la historia de sus primeros añoS. El Gobierno de los Estados Unidos habrá prestado así, mediante su elevada influencia moral, un nuevo Y gran servicio al movimiento de ajustar amistosamente las disputas internacionales; al fomento del espíritu de panamericanismo, a la causa de la humanidad, de la justicia Y de la paz. DISCURSO DEL DELEGADO PERUANO SEÑOR DON MELITÓN PORRAS A continuación el señor Melitón Porras, jefe de la Delegación Peruana, dijo lo siguiente: (Traducción) Excelencia: Es un marcado honor al mismo tiempo que es causa de sincero agrado para la Delegación peruana el que se le permita en esta ocasión solemne expresar su completa adhesión a los motivos que indujeron al Presidente de los Estados Unidos al proponer Y obtener la Conferencia que ha de resolver el viejo conflicto sudamericano del Pacífico. La Delegación peruana aprecia y admira debidamente el éxito obtenido por la iniciativa norteamericana y desea una vez más en nombre de la nación peruana, rendir su tributo de gratitud por su generosa hospitalidad -11y por la oportunida.d que esta solemne invitación ha proporcionado para una solución pacífica, rápida y permanente de este grave conflicto, La Delegación peruana siente especialagradecimiento ante las significativas e importantes declaraciones que en tan elevados términos ha hecho el brillante estadista que representa al Gobierno de esta gran nación, y al concurrir en ellos la delegación expresa su voluntad de hacer todos los esfuerzos que tiendan a asegurar tan elevados propósitos. Con ese fin no omitiremos esfuerzo a fin de que la antorcha de la verdad pueda venir a iluminar y disipar todas las sombras del camino que lleva a la meta de una solución de paz y armonía; para alcanzar un acuerdo exento de desconfianzas y sospechas, firme, duradero, con el cual estaremos en completa simpatía. Que podemos alcanzar tal armonía, lo creemos firmemente, pues hemos venido obedeciento a tan alto ideal de justicia, que necesariamente ha de inspirar nuestras labores, las que se desarrollarán en una atmósfera pura y sin trabas en que la firme determinación de ser guíados y mantenemos dentro de ese ideal, estará siempre presente ante nosotros con fuerza irresistible. La historia internacional no cuenta un precedente de un caso como éste-no por razón del territorio envuelto en la controversia ni por la importancia mundial de las partes interesadas en ella-sino a causa de la naturaleza misma ùe la disputa y sus antecedentes; de los principios encontrados que se han generado y sobre todo de la manera en que éstos han de ser resueltos. La cuestión tiene, por estas razones, un alcance de enorme importancia, hasta tal extremo que no"es exageración asegurar que la feliz .solución de este problema puede interpretarse como un triunfo definido y final de la paz y justicia interna- - 12 - cional en América, en tanto que BU fracaso significàría irrevocablemente el naufragio de todas las aspiraciones fraternales en el continente sudamericano, la continuación inde· finida del reino del desorden y de la intranquilidad e inevitablemente un horizonte obscuro y sombrío para todas las nacionalidades que lo componen. Este gran Gobierno durante los últimos afios ha expuesto sus elevadas esperanzas por el bienestar de la humanidad y le ha cabido en suerte despejar delicados problemas de igual gravedad en los que su influencia siempre se ha ejercitado en forma a la vez sana y hábil ent~dos los acontecimientos mundiales" de modo que no puede existir duda respecto a la eficacia de su interés en el presente problema que aunque sencillo en sí, contiene dificultades y complicaciones que no son imposible de vencer. Si tan afortunad~ solución se alcanza, creará el más feliz precedente en la historia internacional de los tiempos ml-dernos, y será una- bendición de inestimable valor para el fUturo de Sud-América. Por esto la delegación peruana rinde sincero, entusiasta homenaje de admiración y gratitud a la poderosa y noble nación norteamericana, y espera y confía que el resultado de su iniciativa ha de ser proporcio· nado al elevado ideal que le dió origen. -- 13 - Las sesiones de In Conferencia ACTA (Versión cablegrâfica) Reunidos en el día de la fecha los señores delegados plenipotenciarios del Perú y de Chile, con asistencia de los consejeros y secretarios de las delegaciones, acordaron dejar constancia en un acta conjunta firmada por todos ellos, de las materias tratadas en las diversas reuniones que se han verificado hasta ahora. El delegado de Chile, señor Aldunate, manifiesta que habiendo sido iniciadas por el Gobierno de Chile las gestiones actuales, no tiene inconveniente para tomar también la iniciativa en esta reunión. Estima que cualesquiera que pudiesen ser nuestras disidencias, lo ocurrido con el telegrama de 12 de Diciembre marca un gran avance en el arreglo de las dificultades pendientes entre el Perú y Chile. El cambio de correspondencia telegráfica deja de manifiesto el deseo de los dos países de llegar a un acuerdo, deseo confirmado con múltiples declaraciones y en especial con las fórmulas solemnemente expuestas en la sesión de apertura de las Conferencias. - 14- El Gobierno de los Estados Unidos cree que este acuerdo puede buscarse . en el cumplimiento de las partes no cumplidas del tratado de Ancón y nos ha invitado a venir a Wáshington para eliminar las divergencias existentes entre las dos naciones, en orden a la manera de realizar dicho cumplimiento. Los delegados chilenos están dis· puestos a manifestar sus ideas concretas sobre la materia y desearían que los señores delegados peruanos dieran a conocer en líneas generales, cuál es su cencepto sobre la manera de llegar al fin indicado, o sea al de cumplir las estipulaciones no cumplidas del Tratado. El doctor Porras expresa que la delegación peruana ha venido a esta Conferencia con la intención de contribuir, por su parte, con toda decisión a los elevados propósitos del Presidente Harding, iniciador de ella. Cree que el avenimiento entre los dos países no será difícil si existe el deseo de seguir las inspiraciones de la justicia, que son las únicas que fundan la grandeza moral de los pueblos. Agrega que no tiene inconveniente en indicar los medios por los cuales se puede llegar al avemmiento buscado y de antemano pide le excusen por cualquiera palabra o concepto que pudiese herir la susceptibilidad de los señores delegados de Chile, pues les propone hablar con absoluta franqueza. - 15 - Entrando luego en el camino señalado por el señor Aldunate, expone que la única solución racional y Justa consiste en la devolución lisa y llana de las provincias de Tacna y Arica al Peru, puesto que han pasado más de veintiocho años desde el día en que terminó el plazo de diez, pactado en Ancón y 'que por lo tanto, la ocupación a partir del 26 de Marzo de 1894, es indebida. El Tratado dispuso su~stancialmente que el territorio en cuestión pertenecería al país que tuviera mayoria al vencimiento del plazo y, como es notorio y puede probarse con el testimonio de fuente chilena autorizada, que el Perú tuvo en esa fecha y con exceso la mayoría requerida, es dable afirmar que el plebiscito se realizó virtualmente, correspondiendo el triunfo al Perú. La no realización del plebiscito se ha debido no al Perú sino a Chile; esta es una verdad que se desprende de la historia del conflicto ante los ojos de cualquier observador imparcial y no podrá ser de otro modo desde que el Perú, por razón de sentimiento, estaba interesado en recuperar sus provincias fuera de que a nadie se le oculta que el Perú no estaba en situación de imponer su voluntad al respecto. Chile, en cambio, tenía los medios de hacer esto y sus autoridades han imposibilitado el acuerdo plebiscitario, con distintos recursos, mientras po- - 16 •.• nían en ejecución, al mismo tiempo, el propósito de expulsar por medios violentos el elemento peruano de las provincias y de introducir en su reemplazo elementos chilenos para constituir la masa plebiscitaria que debía actuar en el momento conveniente. Con esta política las cosas han llegado a un punto tal que no permite la verificación de un plebiscito que, al aceptarse hoy, no significaría ante la gravedad de los hechos realizados sino la resignación ante la violencia. El señor Aldunate, por su parte, manifiesta que sea cuales f~eren las cuestiones que se traten en esta Conferencia, que no se apartará de la justicia, ellas están ligadas a la fe de los Tratados, fuente de derechos y de obligaciones entre los países que los suscriben. Los acontecimientos que recientemente han convulsionado al mundo han probado una vez más que el orden internacional está basado en el cumplimiento de las estipulaciones de los Tratados .. N o está de acuerdo COll el señor Porras en lo que constituye el fundamento de su argumentación, esto es que el artículo tercero del Tratado de Ancón haya dispuesto que el plebiscito ~ara decídir sobre la suerte futura de Tacna y Arica debió celebrarse dentro del plazo fatal de diez años contados desde la fecha del pacto. Este prescribe, - 17 -- por el contrario, que el plebiscito se celebrara expirado los diez años y en conformidad con las condiciones de un protocolo que debía ser acordado por ambas partes y para cuya celebración no se fijó plazo alguno. Es evidente que, dentro de los diez años, no se pudo exigir por ninguna de las partes la realización del plebiscito, pero no lo es que después de los diez años éste no pueda verificarse. Las provincias de Tacna y Arica eran exclusivamente peruanas al terminar la guerra del Pacífico, cuando Chile las exigió como auxilio para la región salitrera que se extiende al sur de ellas y para resguardo de sus fronteras. El Perú consintió en entregar a Chile la soberanía V la posesión de esos territorios durante diez años, estableciéndose que al expirar este plazo el plebiscito decidiría en votación popular si el territorio quedaba definitivamente del dominio y soberanía de Chile o si eontinuaba siendo parte del territorio peruano; el plebiscito debía celebrarse con arreglo a bases acordadas en un protocolo· especial. Dadas estas estipulaciones, la reversión de las provincias a la posesión y soberanía peruanas no ha dependido ni depende del simple transcurso de los diez años, sino de una condición: la del triunfo del Perú en un plebiscito celebrado después de los diez años 2 - 18- en armonía con el Protocolo que no ha podido celebrarse. La entrega a Chile, en estas con·· diciones, de las referidas provincias, importaba dar a este país libre opción y la más amplia oportunidad para hacerlas chilenas. La proposición del señor Porras equivale a solicitar que se presuma realizado el plebiscito en 1894, y que se presuma el triunfo del Perú en esa fecha. Es una manera de rendir aparente respeto a las disp0siciones del Tratado vulnerándolas fundamentalmente. Chile no puede aceptar la responsabilidad que se le quiere imputar por el hecho de que no se haya acordado hasta ahora el protocolo plebiscitario; si dos personas no se ponen de aCUErdo en un contrato o dos naciones en un tratado, ninguna de ellas es responsable de la falta de acuerdo; así lo ha estimado el Perú cuando, de5pués de 1894 ha negociado con Chile sobre bases plebiscitarias. Menciona el seftor Aldunate el acuerdo Billinghurst-Latorre de 1898, las proposiciones chilenas y peruanas cambiadas en 1909 y el acuerdo Huneeus-Valera de 1912, iniciado por el Perú y en que este país propuso que el plebiscito tuviera lugar cuarenta años después de la feeha señalada por el señor Porras. Chile, persiguiendo el restableci .. miento de las relaciones cordiales con - 19 - el Perú, ha cedido en su resistencia a someter a arbitraje un acto tan esencial de la soberanía como lo es la fijación de las condiciones plebiscitarias. El Perú, que en otras ocasiones había solicitado el arbitraje, hace ahora una petición extrema y que puede ser violatoria de la voluntad actual de los habitantes dcTacna y Arica. El señor Izquierdo lamenta que se coloque la cuestión en un terreno que se apaTta del mecanismo establecido en el tratado de Ancón y del campo útil de las deliberacicnes de la Conferencia; comprendería que el señor Porras, convencido por las razones que ha expuesto elocuentemente, de que el articulo 3. debe cumplirse interpretando la voluntad que hubieran manifestado los habitantes de Tacna y Arica, en 1894, propusiera bases plebiscitarias en armonía con sus pensamientos, pero no comprende que proponga prescindir del plebiscito que es una de las estipulaciones del pacto y el medio escogido por sus negociadores para determinar la voluntad de los habitantes y la nacionalidad definitiva del territorio. Agregó el señor Izquierdo que si el señor Porras acepta seguir este camino, las bases que tenga a bien proponer serán discutidas c(;njuntamente con las que propongan los delegados de Chile, y que nada scría más sencillo que señalar los puntos - 20- de divergencia para entr,egarlos al fallo del árbitro. En cuanto a uno de los fundamentos que se han aducido para justificar la resistencia del Perú a celebrar el plebiscito, el señor Izquierdo llama la atención a que en un libro reciente, un peruano distinguido, un ex-senador que reside 'desde hace más de un año en el territorio disputado, declara que el sentimiento público se conserva allí tan peruano como antes de la gue- rra. El señor Porras dice que se siente dominado por una profunda tristeza al escuchar la exposición de los señores delegados de Chile, porque ella parece revelar que mantiene la actitud que ha provocado el conflicto que tratamos de resolver hoy y no se aviene, por tanto, con el espíritu de conciliación que nos ha traído a Wáshington, ni tampoco con las ~orrientes de opinión que dominan en el mundo en la actualidad, iniciando en la conciencia de todos los pueblos el concepto de la necesidad de fundar la paz y el orden en el respeto al derecho ajeno. Es otra la declaración que esperaba como respuesta a la indicación que había tenido el honor de formular, es decir, una aceptación franca y resuelta v no la invitación a una discusión de ~condiciones plebiscitarias que, en la fecha actual, tiene mucho de extraño y algo de irrisorio. - 21- Hace más de veintiocho años que venció el plazo de ocupación temporal sin haberse obtenido la reglamentación plebiscitaria, no porque las partes no hayan podido ponerse de :lcuerdo, como anrma el señor Aldunate, sino pura y simplemente porque Chile no quiso que hubiera ese acuerdo por que no disponía en manera alguna de la mayoría a que el tratado se renere y prefería, por consiguiente, continuar indefinidamente en la posesión de las provincias hasta que las circunstancias locales se modificaran en virtud de las medidas violentas de chilenización puestas en práctica por las autoridades. No es exacto que cuando dos personas o dos pueblos no llegan a un acuerdo, ninguno de los dos es responsable del hecho; generalmente sucede todo lo-contrario, sobre todo cuando una de ·las partes dispone de la fuerza y tiene, además, la posesión de la cosa disputada. Ahora bien ¡,puede decirse que nadie tiene la culpa si el que dispone de la fuerza y tiene la posesión de la cosa disputada se niega a someter a jqez imparcial las divergencias que hail impedido la solución? Evidentemente que no, y este es el caso actual; cada una de las hojas de nuestro largo proceso es una revelación elocuente de la voluntad de Chile de impedir la votación hasta el momento de encontrar circunstancias favorables. - 22- y no se diga que Chile se ha negado a aceptar el arbitraje porque las condiciones plebiscitarias constituyen un acto esencial de la soberanía. La reglamentación de la forma con que debe realizarse un acto, por grave que este sea, no tiene ese carácter. Y si esto es verdad para el Perú, lo es aún más para Chile, que no ha tenido comprometida porción alguna de su territorio. Continúa el señor Porras exponiendo que es de agradecer que el señor Izquierdo encuentre que sería fácil ahora señalar los puntos de divergencia para entregarlos al fallo del árbitro; es sensible que tal propósito no hubiera predominado en otro tiempo, cuando pudo realizarse el plebiscito, esto es, cuando las medidas adoptadas para desvirtuarle no habían alcanzado la gravedad y extensión que hoy presentan. Si estas medidas no han obtenido todo el éxito que el ocupante esperaba, no es ello razón para creer insostenible el derecho que alega el Perú. Su delegación estima que los muchos años transcurridos desde Marzo de 1894 y la modificación substancial verificada en Tacna y Arica con motivo de la política seguida allí por las autoridades chilenas, nos ponen en el caso de no renunciar a la intención única y verdadera del artículo 3.()del Tratado de Ancón, esto es, la de que las provincias pertenece- - 23- rían al país que tuviese la mayoría de voluntades en aquella fecha, y es sabido por declaraciones que no pueden ser tachadas y que nunca han sido desmentidas, que esa mayoría favorecía al Perú. Afirmar que se señaló el plazo de diez años para la ocupación, pero que no se señaló ninguno para la reglamentación del voto plebiscitario, la que, por tanto, puede verificarse 30, 40 o 100 años de:-;pués, es imaginarse que los negociadores dieron a Chile el derecho de cuadruplicar, quintuplicar o decuplicar el plazo de ocupación, todo dependiente de su única y exclusiva voluntad. Pero no pensaron un momento en concederle semejante facultad. La intención de los negociadores fué que tuviera lugar inmediatamente después del vencimiento de los diez años, yasí lo entendió el Perú cuando, en 1892, es decir, en tiempo oportuno gestionó, aunque sin resultado, el acuerdo que el caso requería. El hecho de que el Perú haya discutido años atrás y con posterioridad a 1894 las condiciones plebiscitarias, no ha significado nunca una renuncia de sus derechos ni una justificación de los hechos verificados anteriormente. En busca de un acuerdo racional y justo, prescindía voluntariamente de ellos; desgraciadamente, esta renuncia momentánea y condicional no produjo - 24- nunca el desenlace esperado. La negociación Valera-Huneeus tuvo por punto de mira, es verdad, un aplazamiento del plebiscito; pero este proyecto, que por tal circunst:}ncia no logró la simpatía del pueblo peruano, se debió al propósito de evitar a todo trance las persecuciones de que eran víctima los tacneños y ariqueños, persecuciones que, efectivamente, fueron agravándose en años posteriores y con ellas las complicaciones internaciona·· les que pudiere provocar Chile, con daño de la ttanquilidad nacional qUE' el Mandatario peruano creía' necesa·· ria para fortalecer al país y ponerlo eE condiciones de afrontar conveniente .. mente la solución de todos sus proble·· mas pendientes. Con todo, no fué aceptado por la opinión pública, por el motivo indicado, haciendo así con.. traste con el protocolo ajustado en 1890, aprobado por el Congreso perua .. no y que obtuvo las simpatías popula·· res, porque ponía término y en condi .. ciones aceptables al aplazamiento de la solución plebiscitaria. Ni en esa ni en ninguna otra ocasión abandonó el Perú el ardiente anhelo por la recuperación del territorio que cedió por diez años, yno con el objeto de prestar auxilio a la región salitrera o como resguardo de las nuevas fronteras chilenas, sino en realidad como prenda de una indemnización pecuniaria que debía agregarse a la que re- - 25- presentaba la sesión de Tarapacá, cuya entidad, como es sabido, ha superado a todas las indemnizaciones de guerra que se conocen. Termina el señor Porras expresando su confianza en que el actual esfuerzo del Gobierno de Chile, en el sentido de un avenimiento con el Perú, fundado en la justicia, abrirá un nuevo horizonte a las relaciones internacionales, fin a que contribuirán las distinguidas personalidades que lo representan, permitiendo que el debate continúe por un franco sendero de conciliación. El señor Aldunate no se explica la contrariedad manifiesta del señor Porras, ante la petición chilena de celebrar el plebiscito ordenado por el artículo tercero del Tratado de Ancón, desde que este es un derecho emanado de la letra y del espíritu de ese artículo, reconocido y reclamado también por el Perú en todo el curso de las negociaciones, como lo comprueban los acuerdos de 1898 y de 1912 y las proposiciones plebiscitarias del mismo señor Porras, 1909. "A Wáshington hemos venido animados de espíritu de conciliación, pero hemos venido a cumplir el tratado y no a dejar sin efecto la estipulación plebiscitaria," agrega. "Cuando se conviene un llamamiento a la voluntad popular, no es excusa para dejarlo sin èfecto la pre- - 26- sunción de que puede favorecer a una u otra parte". No comprende por qué el Perú califica de extraño y de irrisorio el plebiscito que se pide para 1928 cuando el mismo Perú lo propuso para 1933. La argumentación del señor Porras conduciría a sostener que Chile estaba obligado a aceptar las condiciones de plebiscito que propusiera el Perú, so pena de perder el territorio por la presunción de que retardaba injustamente ese acto. El argumento se puede devolver al Perú que propuso bases tan extremas como la de que sólo votaran los peruanos y provocó así el rechazo de Chile y la postergación del plebiscito. Lo único que se desprende de la argumentación del señor Porras es que fué dura la estipulación del artículo tercero del Tratado de Ancón; pero se olvida que fué dura para Chile la guerra del Pacífico, no provocada por él y en que corrió el riesgo de ver cercenado su territorio, de perder toda la región salitrera y minera comprendida en sus antiguos límites y de quedar convertido en potencia de tercer orden en la América Latina. El señor Porras ha dicho que la cesión de Tacna y Arica fué estipulada únicamente como prenda de una indemnización pecuniaria; tal fué, en efecto, la forma de la cesión solicitada en las conferencias de Ia "Lackawan- - 27 - na"después de la primera y de la segunda campañas, pero después de la campaña de Lima, Chile exigió la posesión y la soberanía de esas provincias, con ánimo de adquirir su dominio definitivo. El señor Aldunate necesita también referirse a los actos de violencia que se atribuyen a las autoridades chilenas, con la mira de modificar la situación plebiscitaria de Tacna y Arica. Considera que no pueden calificarse de esta manera los actos de soberanía realizados en virtud del Tratado de Ancón ni los actos tendientes a evitar la soberanía que el Perú pretendió ejercer por medios indirectos sobre el territorio después de 1883. Tampoco es acto de violencia la expulsión, aconsejada como medida de orden público, de algunos agitadores. En el largo espacio de cerca de cuarenta años se podrán contar cincuenta casos, individualmente justificados, y que por cierto no cambian el resultado de un plebiscito en una población de cerca de cuarenta mil almas. En el último tiempo se ha tratado de confundir la situación de Tacna y Arica con los sucesos de Tarapacá, provincia netamente chilena. Los peruanos residentes en esa provincia, que durante 35 años habían trabajado en las salitreras y gozado libremente del fruto de su trabajo al amparo de las leyes de Chile, comenzaron a agi- -28- tarse bajo el influjo de la propaganda reivindicacionista que venía de Lima, con la idea de que anulándose el Tratado de Ancón el Perú recuperaría la provincia de Tarapacá. Coincidieron con ésta la paralización del trabajo de las salitrera s por la falta de consumo mundial del salitre y el éxodo obliga· do de los trabajadores. Miles de peones bolivianos tomaron el camino de la altiplanicie, miles de peones chilenos tomaron vapores para el Sur; los peones peruanos tuvieron que salir también por miles y salieron antes que los otros. Por el estado de excitación patriótica que producía la propaganda peruana en tales circunstancias, se produjeron algunos hechos de violencia entre particulares, cuya responsabilidad no ha aceptado el Gobierno de Chile y aun en la hipótesis de que esos hechos ocurridos solamente en Tarapacá hubieran podido ser impedidos por las autoridades chilenas, es evidente que ellas nada tienen que ver con la situación de Tacna y Arica ni con el problema plebiscitario. Al terminar, el señor Aldunate expresa que, reconociendo el elevado espíritu de los señores delegados peruanos y su sinceridad en el propósito de llegar a un avenimiento, se permite invitarlos a proseguir la discusión sobre la base del acuerdo plebiscitario de 1912 propuesto por el Gobierno del Perú, aceptado por el de Chile y que - 29- no alcanzó a perfecciónarse por circunstancias extrañas a la voluntad de uno y otro Gobierno. Este acuerdo ha sido el paso más avanzado en la larga negociación, y en materia tan grave no sería lícito retrogradar. Si el Perú estima demasiado largo el plazo hasta 1933 y pro· pone su reducción, el senor Aldunate agrega que Chile la aceptaría. El señor Porras expone que, vista la insistencia de la argumentación del señor Aldunate, se limita a dejar constancia de las siguientes declaraciones, algunas ya anunciadas, que ofrece reforzar con amplia documentación si llega el caso: Que el verdadero origen de la guerra es punto bien difícil de solucionar, por propios y extraños, siendo por lo tanto, poco útil disertar sobre él, por el momento. Que hay errar en afirmar que el propósito de la indemnización con relación a Tacna y Arica desapareció después de la campaña de Lima, pues el protocolo de Viña del Mar, firmado más de un año después de esa fecha, demuestra lo contrario. Que Tacna y Arica fueron cedidas por diez años y no por cuarenta. Como Chile ha retenido por acto propio ese territorio más allá del plazo conveni . do, resulta el único causante de que el Tratado no se haya cumplido, desde que el supuesto contrario de que el p - 30 - Perú estaba interesado en no recuperar su territorio, es absurdo. Que durante el largo debate sobre las condiciones plebiscitarías el Perú estuvo siempre dispuesto a someter a arbitraje las divergencias que pudieron suscitarse y que Chile nunca consintió en ello, y que, por consiguiente, el mantenimiento del desacuerdo se debe a Chile y no al Perú. Que las negociaciones que éste ha intentado en diversas épocas distantes de la actual, importaron concesiones generosas hechas con el fi!!. de obtener un resultado inmediato, pero no significaron nunca un reconocimiento del derecho de Chile para disponer de la suerte de las provincias de Tacna y Arica, y el aplazamiento propuesto por el Gobernante del año 12, en que tanto hincapié hace el señor Aldunate, tuvo el objeto anteriormente explicado. Ya se ha dicho, por otra parte, que no es exacto que era: el paso más avanzado del debate plebiscitario, puesto que no fué aprobado ni por el Congreso ni por la opinión pública del Perú; lo contrario de lo que pasó con el Protocolo Billinghurst-Latorre de 1898, que si fué aprobado por el Perú fué porque debía tener ejecución inmediata, y porque se apelaba al arbitraje para resolver las diferencias de opinión que se habían presentado. Que el plebiscito tiene en el artículo iL"' del Tratado de Ancón la importan- - 31 - cia de un medio y no de un fin, y el fin señalado fué que las provincias debían pertenecer a quien tuviera la mayoría en 1894 y no en 1922. Y más tarde, querer que el Perú se resigne humildemente a suponer que estamos viviéndo en 1894 y a que se olvide de todo lo que ha pasado desde entonces, es pretender que el medio prevalezca sobre el fin. Que los hechos realizados en 1918 y antes y después de esa época, en Tarapacá, Tacna,Arica y otros lugares, a que se refieren las exposiciones oficiales peruanas que los comentaron, son electivos y tuvieron carácter muy grave. Este es punto que ha de tratarse en otra oportunidad. En resumen, la delegación peruana no puede aceptar la discusión sobre las bases plebiscitarias ni tomando como punto de partida la negociación de 1912, ni ninguna oLra. Su dignidad y el derecho que lo asiste para considerar que ganó virtualmente el plebiscito en U59 l, se lo impiden. Con todo, como los señores delegados àe Chile admiten esta conclusión e insisten en las ideas que tienen enunciadas, parece innecesario-agrega el señor Porras-rememorar hechos y reproducir discusiones que son enojosas para unos y dolorosas para otros. Por lo tanto, teniendo en consideración los compromisos esenciales de la i - 32 - actual Conferencia, propone el SIguiente acuerdo: Se sometería al árbitro, en el punto esencial materia de nuestra discusión, lo siguiente: Con el objeto de determinar la manera en que debe darse cumplimiento al artículo tercero del Tratado de Ancón, se somete a arbitraje si procede o no, en las circunstancias actuales, la realización del plebiscito. Si no procede a qué país corresponde el dominio definitivo de Tacna y Arica y bajo qué condiciones. Si procede bajo qué condiciones debe realizarse el plebiscito. El señor Izquierdo, sin entrar a contestar argumentos que ha resumido con fuerza y brillo el doctor Porras y de que se hará cargo el señor Aldunate, declara que la Delegación de Chile no puede aceptar el acuerdo que se acaba de proponer en cuanto tiende a poner en duda la validez de una de las estipulaciones del Tratado en cuyo cumplimiento exacto y leal ambas delegaciones están empeñadas. Considera el señor Izquierdo que no sería oportuno discutir en estos momentos las causas que originaron la guerra del Pacífico, pues la Conferencia tiene precisamente el noble fin de hacerlas olvidar, borrando los sentimientos que dejó en los dos países; y que amenazan subsistir más allá 'de la generación que la presenció. No da - 33- tampoco importancia excesiva al punto que se relaciona con el valor que tengan las diversas negociaciones entabladas para reglamentar el plebiscito, y si bien es incuestionable, en su concepto, que la negociación del año 1912 es la única en que hay acuerdo directo y completo entre los negociadores, estima que la Conferencia podría adoptar otras bases de discusión que la alejen del proyecto que el doctor Porras patrocina al margen del Tratado. "En realidad, agrega el señor Izquierdo, la' negociación más avanzada y que se aproxima más al término de las dificultadE's, es la presente, debida a la iniciativa de los Estados Unidos y en la que tanto el Perú como Chile han aceptado de antemano someter a arbitraje las divergencias insalvables que se opongan al objeto de la negociación, o sea el cumplimiento de las partes no cumplidas del Tratado de Ancón. "En esta inteligencia, y deseoso de facilitar el camino para que el Perú elija una base de discusión que no extralimite el campo señalado a la Conferencia, propondrá un acuerdo que dará forma en seguida y en que, además de la negociación de 1912, indicada por el señor Aldunate, incluirá otros que no podrán menos de ser bien acogidas por la delegación del Perú." - 34- Por último el señor Izquierdo insis:. te en sostener que dentro del espíritu que inspira y aun de la posibilidad de darle cumplimiento en la práctica, no es posible prescindir de la voluntad de los habitantes y del plebiscito como media de consultarIa para determinar la nacionalidad futura del territorio en disputa. De otro modo, sin plebiscito, quedaría incierta la suerte de esos territorios y sería necesario recurrir, pal'afijarla, a un procedimiento . enteramente extraño al Tratado como el que sugieren los señores delegados del Perú; sería necesario confiar al Gobierno de los Estados Unidos.o a otro Gobierno decidir "ad libitum" sobre ella, lo que no sería propiamente arbitraje, sino una delegación inadmisible ele la soberanía. El señor Izquierdo propone, en conclusión,' el siguiente proyecto: "La Delegación de Chile presenta, como base de discusión para acordar las condiciones del plebiscito que debe realizarse con arreglo al artículo tercero del Tratado de Ancón y para señalar los puntos de desacuerdo que serían materia de. arbitraje, las proposiciones siguientes: Primero: negociación Huneeus- Valera de 1912. Segundo: contraposición presentada por el señor Porras como Ministro de Relaciones Exteriores del Perú a la Legación de Chile en Lima, con fecha - 35- 5 de Noviembre de 1900, conjuntamente con las modificaciones que propongan los delegados de Chile. Tercero: someter desde luego a arbitraje todas las condiciones plebiscitarias sobre las cuales no haya habido acuerdo anterior entre los dos Gobiernos, o sobre los \cuales haya habido acuerdos contradictorios". ' El señor Aldunate expuso que al proponer las bases de 1912, lo había hecho como punto de partida para la discusión de la materia plebiscitaria y no tenía por lo tanto inconveniente para aceptar la proposición del señor Izquierdo; podía aún agregar la siguiente: "Cuarto: entrar a discutir las bases plebiscitarias sin referencia a ninguna de las negociaciones anteriores, SOmetiendo las divergencias a arbitraje". La proposición anterior, dice el señor Aldunate, y las tres comprendidas en el proyecto del señor Izquierdo serían opcionales como base de discusión para que los delegados peruanos elijan, la que les agrade, sin perjuicio, naturalmente del derecho de Chile para solicitar del árbitro la aceptación de las ideas contenidas en cualquiera de ella. La última. proposición del señor Porras, a juicio del se'ñor Aldunate, no es aceptable porque sale d.elos términos del compromiso que nos ha traúlo a W áshington, que es según se ha dicho - 36- y repetido, buscar manera de cumplir las partes no cumplidas del tratado de Ancón. La fórmula peruana va diri· gida en el fondo a pedir que el árbitro declare caducada o resuelta la estipu· lación plebiscitaria del artículo tercero. Lejos de tender al cumplimiento, tiende al incumplimiento del Tratado. Con todo, la Delegación Chilena se allana a ponerla en conocimiento de su Go· bierno como un acto de deferencia al Gobierno del Perú, y en la esperanza de que surja un media de impedir el fracaso de la Conferencia. El señor Aldunate no tiene el ánimo de prolongar la polémica que, hasta cierto punto, se ha abierto en estos debates sobre los antecedentes del conflicto, pero se ve obligado a decir algunas palabras para no aparecer asintiendo a las conclusiones con que el señor Porras desea cerrarIa. Conviene en que el momento no sería oportuno para disertar sobre el verdadero origen de la guerra, pero cree que este origen es bien conocido y que, sin rememorarle, sería difícil apreciar el espíritu de las disposiciones no cumplidas del Tratado de Ancón. No hay errar, como cree el señor Porras, en afirmar que las exigencias de Chile, respecta a Tacna y Arica, fueron mayores después de la campaña de Lima, que en las Conferencias de la "Lackawanna". Es el Gobierno - 37 - del Perú quien, en la circular del 20 de Mayo de 1901, lo dice en estas términos: "Las victorias que después alcanzó Chile despertaron mayores ambiciones y, un año más tarde, desde 1881, la cesión de Tacna y Arica fué exigencia presentada como condición "sine qua non" de la paz en las negociaciones que se abrieron en los dos años siguientes". El mismo protocolo de Viña del Mar, citado por el señor Porras, envuelve la idea de una venta, de una cesión disimulada. El señor Porras repite que Tacna y Arica fueron cedidas por diez y no por cuarenta años; la verdad es que no fueron cedidas ni por diez ni por cuarenta años; fueron puestas bajo la posesión y soberanía de Chile por diez años y hasta que un plebiscito posterior a este plazo decidiera sobre su dominio definitivo. Ninguna disposición del Tratado hacía obligatorio para Chile, someter a arbitraje las condiciones del plebiscito y es una verdadera concesión de su parte aceptar este procedimiento que ahora rechaza el Perú. "No se puede negar-agrega el señor Aldunate-que el plebiscito es un media y nó un fin, pero es un media o condición esencial para llegar al fin". Lamenta la confusión que hace el señor Porras entre Tarapacá y Tacna y Arica, cuando se está discutiendo - 38 - solamente la condición de estas dos últimas provincias y anticipa que el Gobierno de Chile no rehuiría la dilucidación de ninguno de los cargos que se formulan sobre el ejercicio de su soberanía en el territorio disputado, cuando llegue la oportunidad debida. Así lo exige el ouen nombre de la Nación, aunque esos cargos pudieran ser rechazados como inconducentes. El señor Aldunate declara más tarde que, consultado el Gobierno de Chile acerca del proyecto presentado por los señores Delegados del Perú, la Delegación de Chile no podía aceptarlo y proponía en su reemplazo, de acuerdo con sus instrucciones, el siguiente: "Coincidiendo con el propósito manifestado por la DelegaCIón peruana en orden a· buscar la manera de dar cumplimiento al artículo tercero del Tratado de Ancón, y considerando que la proposición primera de su fórmula, sujeta al evento de una eliminación del lJrincipio jurídico de consulta a los habitantes de Tacna y Arica para resolver sobre la soberanía definitiva de esos territorios en circunstancias en que esa consulta está impuesta por el derecho universal y contenida en un Tratado, cuya vigencia y respeto integrales fueron la base de la invitación americana, el Gobierno de Chile acepta la tercera proposición de la fórmula peruana y propone al Gobierno de los Estados Unidos - 39- para que fije la forma en que debe hacerse la consulta plebiscitaria". El señor Porras expuso que el proyecto que había tenido el hunor de presentar con fecha 27 ele Mayo se componía de tres partes inseparables, y que siendo la primera de ellas la esencial, consideraba de tal manera inaceptable la contra proposición chilena que no creía conducente ni siquiera transmitirIa a su Gobierno. Lo único que encuentra en ella aceptable y que el señor, Porras se apresura a aceptar en nombre del Perú, es la designación del Gobierno de los Estados Unidos como árbitro de la cuestión. El señor Velarde dice que los encontrados pareceres de los dos Gobiernos sobre la manera de apreciar y resolver la situación creada por el incumplimiento de algunas rláusulas del Tratado de 1884 dieron orígen a la invitación del Presidente de los Estados Unidos para que los representantes del Perú y de Chile, reunidos en Wáshington, procurasen eliminar por medio de un arreglo directo y, en caso necesario, apelando al arbitraje, las dificultades que se oponen al avenimiento de conceptos y propósitos entre las dos Repúblicas. Los señores delegados de Chile, manteniéndose en el terreno elegido por su Gobierno, estiman que la única solución posible de esas dificultades es el fiel i exacto cumplimiento de aque- -40- lIas estipulaciones, sin tener en cuenta que se trata del cumplimiento de compromisos internacionales sujetos a la realización de condiciones que han sido puestas de lado, circunstancia que hace imposible la solución dentro de la fórmula que sustentan. El debate se ha concretado a la cláusula tercera, sosteniendo Chile que el apartamiento de las dificultades que hoy presenta el cumplimiento de esa cláusula, consiste, lisa y llanamente, en la negociación del Protocolo referente a las modalidades del plebiscito, o sea en el cumplimiento literal del Tratado. No han tomado en consideración los :ieñores delegados chilenos que esa cláusula señala el término de la ocupación y determina la época en que debió realizarse el plebiscito y que ese término y esa época han desaparecido, borrados por el transcurso de veintiocho años de ocupación indebida, eliminándose con ellos la estipulación concordante, anexa o inseparable, referente al plebiscito. "La delegación peruana-continúa el doctor Velarde-animada del sincero propósito de procurar que el resultado de esta Conferencia corresponda a sus fines, propuso en la última sesión someter a arbitraje los dos puntos de vista que habían chocado en el debate, viendo hoy con profundo sentimiento que su proposición es rechazada y sus- - 41 - tituída por otra en la que sólo se consideran las formas a que debe sujetarse el plebiscito, manteniéndose intacta la idea de que el objeto de la Conferencia es el' cumplimiento literal del tratado y nó el de salvar las dificultades provenientes de su incumplimientO». El doctor Porras acaba de declarar que esa proposición es inaceptable hasta el estremo de negarse a someterIa a la consideración del Gobierno del Perú y el señor Velarde se adhiere a las declaraciones de su colega, en términos idénticos. Dice en seguida que considera oportuno hacer una indicación de carácter informativa y dejar constancia de un hecho. La información se refiere al desacuerdo entre los señores Porras y AIdunate respecto a las miras de Chile sobre las provincias de Tacna y Arica después de la campaña de Lima. Cree el señor Velarde que puede encontrarse la solución inmediata de ese desacuerdo en la memoria presentada por el Ministro de Relaciones Exteriores de Chile, don Luis Aldunate, en 1883. El hecho de que quiere dejar constancia, en oposici<Sna las declaraciones de los señores delegados de Chile, sin entrar en detalles ni en disertaciones doctrinales que no vendrían al caso, es que el Perú no cedió su soberanía a Chile sobre las provincias de - 42- Tacna y Arica, sino que le concedió la facultad de ocuparlas y administrarIas por tiempo determinado. El señor Aldunate no quiere prolongar la discusión; pero contestando al señor Velarde, se limita a recordar que la cláusula tercera del Tratado de Ancón entregó a Chile la posesión (que es la tenencia con ánimo de señor) de las provincias y las sujetó a la leg-islación y a las autoridades chilenas (lo que censtituye la soberanía), disponiendo además que un plebiscito desidiera si las provincias quedaban definitivamente bajo el dominio y soberanía de Chile, lo que implica una posesión y soberanía anteriores al plebiscito. En cuanto a las opiniones de don Luis Aldunate, se refiere al opúsculo que este internacionalista publicó sobre los antecedentes del Tratado de Ancón. En vista de la declaración hecha anteriormente por el señor Porras, las delegaciones acordaron suspender sus reuniones y poner la situación que se ha alcanzado en conocimiento de las respectivas Embajadas para que éstas, si lo tienen a bien, informen sobre ella al Gobierno invitante de los Estados Unidos. Firmado por cuadruplicado, en Wáshington, a treinta de Junio àe mil no· vecientos veintidós.-M. POTras.Hernán Velarde, Delegados Plenipo- - 43 - tenciarios del Perú.-Solón Polo, Consejero de la Delegación del Perú.-J. Al'varez de Buenavista.-G. U. de Aranburu, Secretarios de la Delegación del Perú.--Cárlos Aldunate.Luis Izquierdo, Delegados Plenipotenciarios de Chile.-Alejandro Alvarez, Consejero de la Delegacionde Chile.Luis Feliú. -J orge Silva, Secretarios de la Delegación de Chile. II "Implsse" Como se ve al término del acta anterior, las negociaciones habían llegado a un «punto muerto», Conforme con lo convenido nuestros delegados dirigieron al Embajador de Chile en Wáshington, señor Beltrán Mathieu, una comunicación dándole cuenta del estadQ de las gestiones, y este funcionario dirigió con el mismo objeto al Departamento de Estado el siguiente Memorándum: "Primero.-La Embajada de Chile cree "lIegado el caso de informar al Departamen"to de Estado de la situación actual de las "negociaciones chileno-peruanas, después "que la Delegación de Chile ha debido consi"derar agotados sus esfuerzos para alcanzar "un acuerdo directo con la Delegación del "Perú. Segundo.-La Delegación de Chile "ha propuesto, en el curso de las reuniones, "cinco fórmulas de solución dentro de lo que, "a juicio de su Gobierno, ha sido siempre la "única materia de discusión entre los dos "países, a saber, las condiciones en que debe "celebrarse el plebiscito estipulado en la "cláusula tercera del Tratado de Ancón. Las "cinco fórmulas chilenas fueron rechazadas - 45"de plano por la Delegación del Perú. Esas "fórmulas son: 1.0 La Negociación Huneeus"Valera; 2.0 La contra-proposición presen"tada por el señor Porras, como Ministro de "Relaciones Exteriores del Perú, a la Lega"ci6n de Chile en Lima con fecha 5 de No"viembre de 1909, conjuntamente con Ias "modificaciones que propongan los delegados "de Chile; 3.oSometer, desde luego, a arbi"traje todas las condiciones plebiscitarias so"bre las cuales no haya habido acuerdo an"teriormente entre los dos Gobiernos, o sobre "las cuales haya habido acuerdos contradic"torios; 4.0 Entrar a discutir las bases ple"biscitarias sin referencia a ninguna de las "negociaciones anteriores, sometiendo las "divergencias a arbitraje; 5.0 Coincidiendo "con el propósito manifestado por la Delega"ción peruana en orden a "buscarla manera "de dar cumplimiento al articulo tercero del "Tratado de Ancón" y considerando que la "proposición primera de su fórmula sujeta "al evento de una eliminación del principio "jurídico de consultar a la voluntad de los "habitantes de Tacna y Arica, para resolver "sobre la soberanía definitiva de esos terri"torios, en circunstancias en que esa consul"ta está impuesta por el derecho universal y "convenida en un tratado cuya vigencia y "respeto integrales fueron la base de la in"vitación americana. el Gobierno de Chile "acepta là tercera proposición de la fórmula "peruana, y propone al Gobierno de Estados "U nidos para que fije la forma en que debe "hacerse ]a consulta plebiscitaria. Las cua"tro primeras proposiciones fueron ofrecidas "como opcionales para la Delegación perua"na. La última proposición fué hecha como ,. contra- proposición a la fórmula segunda de "la Delegación del Perú. Tercero.-La Dele"gación del Perú ha propuesto, por su parte, "las dos fórmulas siguientes: La El artículo "tercero del Tratado de Ancón debe aplicar- - 46 "se de manera de establecer presuntivamen"te la voluntad de los habitantes de Tacna "y Arica en 1894, al vencimiento de-Ios diez "años estipulados en esa cláusula, y no pu"diendo ponerse en duda la voluntad àe los "habitantes de Tacna y Arica en 1~94; está "así virtualmente cumplido el artículo terce"ro del Tratado, y Chile debe, en conseeuen"cia, devol ver esas provincias generosamente "sin plebiscito; 2.a Se someterá al árbitro, "en el punto èSE'ncial materia de las diseu"siones, 1.0 siguiente: Con el objeto de deter"minár la manera en que debe darse eum"plimiento a lo estipulado en el artículo ter"cero del Tratado de Ancón, se somete a "arbitraje si procede o nó. en las circunstan<leias actuales. la realización del plebiscito. "Si nÓ procede, a qué pais corresponde el "dominio definitivo de Tacna y Arica y bajo "qué condiciones? Si procede, bajo qué con"diciones debe real izarse el plebiscito? CUar"to.-La Delegación de Chile deplora no ha"ber podido aceptar ninguna de las dos fór"mulas de la Delegación del Perú porque ha "estimado que no consultan el cumplimiento "del Tratado de Ancón, apartándose ellas "además de los términos· de la invitación del "Presidente de los Estados Unidos, acepta"das por los dos Gobiernos y que, ajuicio de "la Delegación chilena, establecen un pacto "tácito sobre la materia discutible en esta "conferencia y sobre la del arbitrajeeven"tuai contemplado en la misma invitación. "Quinto. ·-La Embajada de Chile, al dejar "constancia de ia esterilidad de los esfuerzos "de la Delegación de su país por alcanzar el "acuerdo buscado, renueva, en nombre de "su Gobierno, el propósito de aceptar cual"quiera fórmula de solución que guarde "conformidad con el cumplimiento del Tra"tado y con las condiciones de la invitación "del Presidente de los Estados Unidos". Intervención personal del Secretario de Estado Americano. - 2. Auta En presencia de la dificultad para que ambas Delegaciones encontrasen un acuerdo directo; dificultad de la cual el Departamento de Estado acababa de ser impuesto, Mr. Charles E. Hughes tomó a su cargo, sin caritcler oficial de mediador, la tarea de buscar un avenimiento entre las partes. Las diversas incidencias relacionadas con esta etapa de las negociacioestán relatadas en los discursos del Ministro de Relaciones Exte~'iores en la Cámara de Senadores, que vienen más adelante. Las gestiones posteriores al "impasse" dieron como feliz resultado el acuerdo del que se dejó constancia en la siguiente acta: ACTA ReunidGs nuevamente los plenipotenciarios de Chile '! el Perú para tomar en consider~Óón la proposición -- 48 - conciliadora sugerida por el Secretario de Estado de los Estados Unidos y aceptada por los respectivos Gobiernos, convini"eron en redactar en los términos siguientes el Proyecto de Protocolo de Arbitraje: "Reunidos en Wáshington en conformidad a la invitación del Gobierno de los Estados Unidos de América para procurar la solución de la larga controversia relacionada con las disposiciones no cumplidas del Tratado de Paz de 20 de Octubre de 1883, los infrascritos, en representación de Chile y del Perú, a saber: Don Carlos Aldunate y Don Luis Izquierdo, Enviados Extraordinarios y Ministros Plenipotenciarios de Chile enMisión Especial y Don Melitón F. Porras y Don Hernán Velarde, Enviados Extraordinarios y Ministros Plenipotenciarios del Perú en Misión Especial, después de canjear sus respectivos Plenos Poderes, han acordado lo siguiente: Artículo primero.--Queda constancia de que las únicas dificultades derivadas del Tratado de Paz sobre las cuales los dos países no se han puesto de - 49 - acuerdo son las cuestiones que emanan de las estipulaciones no cumplidas del artículo tercero de dicho Tratado. Segundo.--Las dificultades a que se refiere el artículo anterior serán sometidas al arbitraje del Presidente de los Estados Unidos de América, quien las resolverá sin ulterior recurso con au~liencia de las partes y en vi3ta de las alegaciones y probanzas que estas presenten. Los plazos y procedimientos serán determinádas por el árbitro. Tercero.- El presente Protocolo será sometido a la aprobación de los respectivos Gobiernos y las ratificaciones serán canjeadas en Wáshington por intermedio de los representantes de Chile y del Perú dentro del plazo máximo de tres meses.-Firmado y sellado en doble ejemplar en Wáshington el 20 de Julio de 1922". En cuanto a las notas que deberían fijar el alcance del arbitraje convenido, se acordó sustituidas por un Acta Complementaria que se considerará parte integrante del Protocolo. El Acta Complementaria se redactó en la forma siguiente: - 50- "A fin de precisar el alcance del arbitraje estipulado en el artículo segundo del Protocolo suscrito en esta fecha, los infrascritos acuerdan dejar establecidos los siguientes puntos": Primero.-Está comprendida en el arbitraje la siguiente cuestión promovida por el Perú en la reunión celebrada por la Conferencia el 27 de Mayo último. "Con el objeto de determinar la manera como debe darse cumplimiento a lo estipulado en el artículo tercero del Tratado de Ancón, se somete a arbitraje si procede o nó, en las circunstacias actuales, la realización del plebiscito" .-EI Gobierno de Chile puede oponer por su parte ante el árbitro todas las alegaciones que crea convenientes a su defensa. Segundo.-En caso de que se declare la procedencia del plebiscito, el árbitro queda facultado para determinar sus condiciones. Tercero.-Si el árbitro decidiera la improcedencia del plebiscito, amba3 partes, a requerimiento de cualquiera de ellas, discutirán acerca de la situación creada por este fallo.--Es enten- - 51 dido. en eJ interés de la paz y del buen orden, que, en este caso, y mientras esté pendiente un acuerdo acerca de la disposición del territorio, no se perturbará la organización administrati va de las p~r_o_v_i_n_ci_a_s_. _ Cuarto. - En caso de que no se pusieran de acuerdo, los dos Gobiernos soJicitarán, para este efecto, los buenos oficios del Gobierno de los Estados Unidos de América. Quil!to.-Están igualmente com¡wendidas en el arbitraje las reclamaciones pendientes sobre Tarata y Chilcaya, según lo determine la suerte definitiva del territorio a que se refiere el artículo tercero de dicho Tratado.-Esta Acta forma parte integrante del Protocoló de su referencia."Firmada y sellada en doble ejemplar en Wáshington el 21 de J uHo de 1922" . Se dejó constancia de que el texto inglés indicado por el Secretario ele Estado para la redacción del inciso segundo del número tercero del Acta Complementaria es el siguiente: "It is understOOd, in the interest of peace and good order that in this event and BANCO DE LA REPUBLICA 61BL1OTECA LUI~ . ANGEL ARANGO CAT Al.OGACION - 52- pending an agreement as to the disposition of the territory ~the administrative organization of the provinces shall not be disturbed".-Los Delegados de Chile manifestaron que, en conformidad a sus instrucciones y por tratarse de materias referentes al Tratado de Ancón que, por lo tanto, deben considerarse en estas Conferencias a tin de que no quede pendiente ningún punto relacionado con dicho Tratado, debían hacer presente que no está aún cancelada la deuda contraída por el Gobierno del Perú en 1883; y que es necesario ratificar y poner en ejecución la convención firmada en Lima con fecha 5 de Abril de 1897, para organizar un Tribunal Arbitral èncargado de resolver las reclamaciones a que se refiere el artículo 12 del Tratado. Los Delegados del Perú expresaron que su Gobierno está dispuesto a ratificar la convención a que se hace referencia y a cancelar aquella deuda. Hacen presente, sin embargo, que la liquidación de la deuda en cuestión está vinculada a la liquidación de la deuda del huano de Lobos, cedidos al Perú por el artículo 10 del mismo Tratado por lo que creen que ambas deudas deben liquidarse simultáneamente. Los Delegados de Chile declaran por su parte, que su Gobierno no tiene el menor inconveniente para liquidar la - 53- negociación del huano a que se ha hecho referencia. El señor Porras presentó la siguiente proposición, que podía constar en un protocolo especial: "Las partes convienen en constituir un Tribunal Arbitral Mixto presidido por un dirimente nombrado por S. E. el Presidente de los Estados Unidos encargado de resolver conforme a derecho las reclamaciones pecuniarias que le opongan los ciudadanos de uno y otro país, por daños sufridos en sus personas y bienes con motivo de las agitaciones populares producidas en Perú y Chile desde ell. ()de Enero de 1910, en las que haya mediado la responsabilidad de las autoridades respectivas, así como por aetas directos e injustificados de esas mismas autoridades". La Delegación de Chile se opuso a su aceptación inmediata alegando qu~ este punto estaba fuera de las atribuciones de la Conferencia pero conviniendo, de acuerdo con las instrucciones recibidas de su Gobierno, en que la idea era aceptable y sería tomada en debida considE'ración tan pronto como hubiera personas habilitadas por ambos Gobiernos para tratar del asunto. Terminadas de este modo felizmente las negociaciones que ha tenido a su cargo la Conferencia, los Delegados de Perú y Chile procedieron a suscribir los documentos y Aetas correspondientes.-Firmada por duplicado, etc. La seaión de clansura Producido el acuerdo de que da cuenta el Acta que se acaba de leer. las Delegaciones se reunieron en una sesión de clausura de la Conferencia; sesión en la cual se pronunciaron los siguientes discursos: DlSCL'BSO DF. J[H. CHAHLEH.K HnmEs. SECRF.TAU~)DE ESTADO ~onTE.umHlCA~O (Versión cablegráfica) "Excelencias: Os presento mis más calurosas felicitaciones por el acuerdo que habéis podido alcanzar como resultado de los esfuerzos realizados en esta Conferencia. Este es un día de extraordinaria significación :>: promesas. Cuando al inaugurar la Conferencia, tuve oportunidad de expresar la firme convicción que vuestros celosos y bien dirigidos esfuerzos tendrían éxito, nadie se hacía ilusiones respecto de las dificultades de la tarea. Vuestra controversia era antigua y se habían arraigado hondas - 55- convicciones respecto de sus méritos, en cada país. El sentimiento patrio, hacia el cual miramos cuando se trata de poder nacional y progreso, había sido evocado en ambos pueblos para apoyar lo que se creía eran justas convenciones. Habría sido difícil imaginarse una situación más llena de peligros o menos prometedora de una solución amigable. La convicción de que, a pesar de esos serios obstáculos, se llegaría en esta. Conferencia a un acuerdo, estaba basado en el noble propósito y disposiciones conciliatorias puestas en eviclenria por ambos Gobiernos en los preparativos de la Conferencia y en el ardiente deseo de los Delegados de llegar a una base armónica de acuerdo. Vcmos ahora que los hechos han justificado nuestra confianza. Excelencias, señores miembros de las Delegaciones chilena y peruana: Permitid me expresar, nosolamentemis felicitaciones por el feliz resultado alcanzado, sino también mi honda apreciación de vuestros encarnizados esfuerzos que lo han hecho posible. En vuestro contacto íntimo y sinceras presentaciones de vuestras respectivas posiciones. conscientes de vuestra gran responsabilidad, habéis mantenido la más alta diplomacia en esta gra\"e emergencia. Podéis regresar a vuestros respectivos países con la halagadora seguridad de que habéis cumpli- -- 56 - do en la forma más justa y hacedera vuestros generosos deberes. Este acuerdo no representa sacrificio alguno irracional ni desprecia interés alguno de vuestros pueblos, sino que es una solución justa para ambos, y que ambos han aceptado comtemplando los intereses de la justicia. Regresaréis con la seguridad de que contáis con la estimación de todos los que han observado vuestra conducta en esta difícil negociación. Permitid me agregar mi adecuado reconocimiento de los importantes y distinguidos servicios prestados pOI' Vuestras Excelencias los Embajadores de Chile y del Perú, respecto de la necesaria preparación de la Conferencia así como en lo que se refiere a las deliberaciones. Vuestro espíritu de ayuda se ha manifestado constantemente y vuestro auxilio ha suministrado una nueva prueba del deseo de vuestros Gobiernos de que la Conferencia llegara a una conclusión satisfactoria. E:s difícil apreciar demasiado la deseabilidad de este acuerdo en interés de los pueblos de Chile y del Perú. Señala una nueva éra de paz y de prosperidad en que podrá cultivarse la amIstad y SE~rán salvaguardiados los intereses mutuos y las oportuninades de cooperación. Pero sus ventajas para los pue- . bIas de Chile y del Perú son, pues, la Conferencia; traerá para ellos mayores y nuevos beneficios. Creo que ésta - 57-' es la aurora de un nuevo día para la América Latina. Esta vieja controversia ha sido solucionada y esta solución amigable promete un desarrollo de mejores relaciones en toda la América Latina. Esta es la vindicación de los procesos de la paz. l~s fácil hablar de prevención de la guerra, pero es inevitable la existencia de diferencias y serias controversias y, si no se recurre a la fuerza para solucionarIas, debe recurrirse a esfuerzos pacíficos que sólo pueden tener éxito mediante los esfuerzos de los Gobiernos que buscan decididamente la paz y la hacen posible mediante el contacto de hombres honrados y razonables cuya destreza, honradez y equidad se aprovecha, no para dividir los pueblos y continuar las diferencias, sino para buscar bases prácticas de acuerdo. Una vez más, bajo este techo, el éxito ha coronado las negociaciones de una Conferencia. ¿Puedo decir que al d(-'mostrar que era posible encontrar un plan para solucionar en forma amigable la controversia de Tacna y Arica, habéis indicado claramente que no hay, en la América Latina, diferencias imposibles de solucionar? Este es el mayor paw, que en interés de la paz ha presenciado la presente generación en este hemisferio. Ojalá prometa él una éra de tranquilidad y de reinado de la justicia. - 58 - Finalmente, el Presidente me ha dado instrucciones para expresar su alta apreciación de la confianza que le han manifestado los Gobiernos de Chile y del Perú al elegir el Presidente de los Estados Unidos como árbitro, como se propone en el acuerdo en referencia. El Presidente desea que yo manifieste que está dispuesto a actual' en la forma insinuada, y exprese su profunda satisfacción por los resultados de esta Conferencia así como su hondo interés por todo cuanto se refiere al bienestar y prosperidad de las dos Repúblicas que han demostrado su ardiente deseo de cooperar a la causa de la pazyde la buena voluntad". Drsct:mm .TEFE lm DON MELITÚ~ DE LA DELIWACIÓX Pomus • PEHUAX.\ (Versión cablegrâfira) , 'Excelencia: "Es este un momento solemne y grato porque acaba de darse el primer paso decisivo en pro de la paz y de la armonía suramericanas, por largo tiempo vacilantes y debilitadas en una de sus grandes secciones. Cabe a la delegación peruana declarar, por su parte, que se siente orgullosa y satisfecha de haber contribuído a este notable éxito y de haber interpretado, al propender a este fin, las ardientes aspiraciones de mi país. - 59 - Pero no somos nosotros ni nuestros distinguidos colegas de la representación chilena los autores principales de la obra saludable y bienhechora. Ji} verdadero autor, como ya se ha dado a entender, es el espíritu dominante en los hombres· que gobiernan esta Gran República, es el amor a la paz y a la justicia que los ha llevado a organizar esta cita diplomática, a proteger su mantenimiento dentro de la atmósfera serena en que se ha desarrollado, y a llevarla a término con positivo provecho de las partes contendientes. Aceptamos con todo, de nuestro lado, con la más profunda gratitud, la felicitación que nos habéis dirigido. Si algún mérito nos toca es sin duda el haber sabido comprender y apreciar la nobleza de vuestros propósitos y la eficacia de los medios puestos en práctica para realizarias. Por eso a nuestro agradecimiento va unido un tributo de admiración y respeto. Se ha obtenido la solución como estaba indicado dentro de lo hacedero y lo justo en obediencia a ideas que han marcado la imparcialidad más absoluta. Nos toca ahora, después de haber recorriào el camino a cuyos bordes brotan las flores de la fraternidad y de la concordia, contemplar el más allá, lo que falta por alcanzar, la brillante expeccativa de la justicia, la coronación de la obra felizmente em- -60- prendida. A ella marchamos con la misma fe que nos animó en el período de prueba, la quetambién, seguramente, anima a nuestros adversarios de ayer. Con la frente iluminada, con fe ciega marchamos ellos y nosotros hacia el porvenir venturoso porque sentimos que nada puede detenernos yá para rendir homenaje definitivo a esa fuerza misteriosa y profunda que se impone a los pueblos como a los individuos en momentos no esperados, haciéndoles ver que hay en el mundo algo más grande y más respetable que los intereses materiales y egoístas. El ejemplo que acaba de darse es trascendental y hermoso. El que está por ofrecerse cuando la obra esté cumplida lo será aun más. ¿Por qué-nos preguntamos-no ha de ser tal ejemplo el comienzo, en este continente, de esa era soñada de justicia internacional que han buscado en los últimos años ilustres estadistas? Si así fuera cabrán al digno mandatario que rige los destinos de los Estados Unidos y a vos que habéis llevado a efecto yá obras semejantes a ésta. el insigne honor de haber convertido en realidad lo que hasta ahora no había sido sino una aspiración sin esperanzas de éxito. Mientras tanto tenemos la satisfacción de declarar que nos sentimos felices de haber sido testigos de esta - 61 - manifestación de los nobles sentimientos que tienen vida en el país a que pertenecéis. Al mismo tiempo nos es muy grato manifestar que llevamos de nuestra residencia en esta bella capital destinada, como es visible, a un portentoso progreso, los más halagadores recuerdos. Dignaos, señor Secretario, transmitir ar señor Presidente de la República la expresión de nuestras más cumplidas gracias por su brillante y generosa hospitalidad" . DISlTBSO XATE, DEL ;fEFE SE~üH DE LA CAHLOS A.Lm;- DELEGACIÓX CHILEXA (Versión cablegráfica) ,'Señores: Tres meses ha los delegados chilenos a la Conferencia que hoy termina vinieron a Wáshington con el deseo de llegar, con el Perú, a un acuerdo referente a las estipulaciones no cumplidas del Tratado de Ancón. Estaban resueltos a no escatimar esfuerzos para lograr la realización de este deseo en forma compatible con las legítimas aspiraciones de su patria. De acuerdo con estas intenciones, seguimos las instr1lccionea de nuestro Gobierno que, con fecha 12 de Diciembre de 1921, tomó la iniciativa de bus- - 62 - cal' la solución de las diferencias existentes con la vecina República. Hemos tenido la satisfacción de encontrar a los delegados peruanos inspirados por los mismos propósitos, si bien siempre cuidadosamente preocupados de los intereses de su país. Después de prolongadas deliberaciones, de reiteradas consultas a los respectivos Gobiernos y de acuerdos registrados en las aetas, la Conferencie:: logró localizar el problema, dejando constancia de que los únicos asuntos sobre los cuales los dos países no habían logrado ponerse de acuerdo eran las cuestiones suscitadas por las estipulaciones no cumplidas del artículo tercero del Tratado de Ancón. En yista de que las proposiciones referentes a este asunto eran irreconciliables nos vimos obligados a abandonar la idea de una solución direeta y acordamos someter la materia al arbitraje del Presidente de los Estados Unidos con ciertas estipulaciones especiales que. fueron registradas en el Acta complementaria del Protocolo que acabamos de firmar. Con ello hemos eliminado la causa de la tirantez de relaciones que existía entre ambas naciones, naciones que han iniciado al mismo tiempo su vida nacional e independiente, que tienen tradiciones comunes de gloria y sacricio y que mucho pueden esperar de - 63- una coof;eración recíproca en la senda de progresos futuros. Por tercera vez en doce meses, esta gran capital celebra el feliz resultado de conferencias convocadas con el propósito de solucionar diferencias internacionales, solucionándolas de acuerdo con las normas del derecho y de la razón ante el Gran Jurado de la opinión universal. AI Presidente de los Estados Unidos y a su Secretario de Estado corresponde haber hecho de este procedimiento una orden del día convocando la Conferencia de los Armamentas que ha dado al mundo entero seguridades de paz y tranquilidad, además de libertad en la gran labor de reconstrucción moral y material que tanto necesita la humanidad. Esa Conferencia y otras de más mo· desta extensión que han sido celebradas en Wáshington iluminan los nuevos rumbos de la diplomacia y demuestran que el método de soluciones directas y libres, que envuelven un arbitraje voluntario, es superior a los tribunales permanentes de arbitraje general y obligatorio y a los otros pla:nes concebidos para solucionar las diferencias internacionales. Naturalmente el sistema de solución libre y voluntaria goza de mayores probabilidades de éxito cuando se le emprende bajo los auspicios de una nación influyente, libre de toda relación con los intereses en disputa y que, - 64- como los Estados Unidos, ha dado pruebas tan elocuentes de altruísmo internacional. A las sobresalientes cualidades de estadistas del Presidente de Estados Unidos y de su eminente Secretar;o del Departamento de Estado, Chile y Perú no sólo deben la generosa invitación que les permitió reunirse en Wáshington, sino también el constante interés con que ellos siguieron las deliberaciones de la Conferencia, los sabios consejos que en todo momento estuvieron dispuestos a dar y que en más de una ocasión eliminaron dificultades que parecían insuperables, ;y, finalmente, la aceptación por el Primer Magistrado de esta República de los delicados deberes de Arbitro. Chile jamás olvidará estos servicios, que constituyen un nuevo lazo de fraternidad con la Unión Americana y que siempre serán recordados en el desarrollo de múltiples y beneficiosas relaciones que el porvenir nos reserva. N o debo terminar sin expresar mi honda gratitud por las numerosas atenciones personales que hemos recibido de parte de los miembros de este Gobierno y del puebl0 de Wáshi!lgton, especialmente de Mr. Rowe, Director, de la Unión Panamericana, que ia -contribuído tanto a hacer que sea fructífera nuestra labor en esta hermosa ciudad" . -65 - IhHCUlŒO BELTlL\~ DEL SE5;oH MATHIEe, K\lBA;JAlJOn DE CHILE (Versión Cablegráfica) "Excelencia: "Cúmpleme el deber muy halagador de expresar al Presidente de los Estados Unidos y al pueblo norteamericano los calurosos agradecimientos del Gobierno y del pue blo de Chile por su g-enerosa hospitalidad, acordada a nuestra Delegación en Wáshington que, hoy día, lleva sus labores a una feliz conclusión. Estoy cierto de que, entre los principales espectadores reunidos en este edificio para participar de esta hermosa ceremonia, existe un sentimiento dominante, el de que el panamericanismo no es palabra vana y vacía. "El concepto del panamericanismo, anunciado por Simón Bolívar y formulado por Monroe, es llevado hoya la práctica por el Presidente Harding. Lo lleva a la realidad en armonía con el espíritu de este libre pueblo que, si bien disfruta y aprecia hondamente su propia libertad e independencia, es capaz al mismo tiempo de apreciar los der~chos a la independencia de otras nacIOnes. - 66 - La Conferencia, que ahora termina, marca una nueva época en el desarrollo del panamericanismo, ofrece un gran ejemplo y señala el rumbo de nuevos progresos. La Conferencia Chileno-peruana de Wáshington se ha realizado en el ambiente más favorable, disfrutando de una amplia hospitalidad, tanto oficial como social; sus labores se han realizado dentro de la mayor libertad, alejándose toda presión exterior, de cualquiera clase que ella fuera. Cuando, en medio de las naturales e inevitables dificultades que surgen de negociaciones de este carácter, fué necesario pedir consejos, ese consejo (discreto y oportuno), fué dado con agrado por el Secretario de los Estados Unidos, el honorable Charles E. Hughes, cuya personalidad en la esfe~a de las relaciones internacionales, ha llegado a ser el símbolo de la paz y de la buena voluntad. "Deseo expresar al Secretario de Estado mis profundos y sinceros agradecimientos por su generosa referencia, en cuanto a mí se refiere, al hablar de la cooperación de los Embajadores del Perú y de Chile. "Tal vez me sería más fácil expresar mi apreciación diciendo que siempre es un gran placer tener el privilegio de discutir materias de interés común con una persona de relevantes cualídades de estadista, como Mr. Hughes, -·67 - que posee en el más alto grado la rara cualidad de unir a su magnetismo personal el alto sentido de la justicia, que tanto ha contribuído a hacer que las relaciones internacionales, no solamente sean agradables, sino también marcadas por los eentimientos que las inspiran. " DŒuen:-;o DEL SB. PEZET, E:\IBA.JADOH HEL PERÚ (Versión cablegráfica) "Señor Secretario y Excelencias: "Vuestras graciosas palabras, señor Secretario, referentes a la parte que me ha cabido, como Embajador del Perú, en preparar esta Conferencia y en sus deliberaciones, así como la significación que habéis dado a mis esfuerzos en el sentido de su feliz resultado, como prueba manifiesta del deseo del Gobierno peruano de conseguir la solución de su controversia con Chile, comprometen mi gratitud, no solamente por la apreciación que habéis tenido la bondad de expresar, sino el .reconocimiento a nombre de mi Gobierno, del muy justificado tributo que habéis rendido a la actitud conciliadora con que ingresó a la Conferencia. "Y hoy, en que todos se han reunido para presenciar el resultado de nuestros esfuerzos combinados en interés - 68 - de la paz americana, séame permitido expresar, por vuestro intermedio, señor Secretario, al Presidente de los Estados Unidos, el sentimiento del Presidente y del Gobierno del Perú en reconocimiento de la desinteresada ayuda suministrada a la causa de la amistad americana mediante la oportuna invitación del Presidente Harding para acercar, en la atmósfera serena de esta capital, los dos pueblos que por tanto tiempo habían permanecido alejados y que no podían encontrar un camino directo para cicatrizar las heridas de la guerra y, al mismo tiempo, expresaros, señor Secretario, el reconocimiento de mi Gobierno por la parte que os corresponde en el feliz resultado que ha sido alcanzado y que se debe, en gran parte, a vuestro intenso interés y amistosos consejos en los momentos de crisis intensa. "Cuando considero lo que ha siçloposible realizar por medio de la cordial nación que desea ayudar la causa del americanismo, me maravilla que lo que hoy presenciamos no se haya producido antes, y confieso que por ello adeuda el mundo americano mucha gratitud al Presidente Harding y al Secretario de Estado, Mr. Hughes. "Sería indudablemente culpable si, en este momento en que se escribe la historia, no rindiera, como Embajador del Perú, un tributo de respeto y admiración a mis colegas Sus Excelen- - 69 - cias los miembros de la delegación peruana, que han llevado el peso de la más onerosa responsabilidad con la valentía y determinación de hombres que, si bien se dan cuenta de la magnitud de su tarea, se dan cuenta de todo lo que ella significa en la vida de la nación. "Y, al terminar, ¿puedo no decir una palabra a nombre del panamericanismo, al cual durante años he sido asociado mediante mi labor en cooperación con los hombres que tanto han hecho en su favor y han hecho de él una verdad en nuestro Continente americano? "Siempre es hacia él que debemos mirar para crear los lazos definitivos entre las naciones, lazos que, como resultado final, han de hacer de nosotros un pueblo unido. Bajo este techo hospitalario-que debe ser hogar de los peruanos lo mismo que de los chilenos, ---hemos podido por fin juntarnos, y es por ello que al actual Director General de esta pacífica institución, al Doctor Rowe, debemos agradecer el arreglo y cuidado de todos los detalles que han contribuído en forma tan visible, a asegurar el éxito de la Conferencia y aprovecho esta oportunidad para manifestarle la gratitud del Perú. "Y, finalmente, ¿puedo no expresar, a nombre de todos los que se han interesado directamente en la Confe- - 70- rencia, nuestro reconocimiento por la buena labor realizada por los repre·· sentantes de la prensa, quienes. a pesar de enviar al mundo exterior la mayor cantidad de informaciones acer·· ca de los progresos realizados dentro del recinto de la Conferencia, tuvieron siempre presente la delicada naturale·· za de las cuestiones que se ventila bar. y, en vista de ello, obraron con la ma·· yor circunspección, evitando así a 108 delegados mismos las mayores dificultades? Debate parlamentario Con motivo de haberse formulado en la prensa y en las Cámaras algunas observaciones sobre los acuerdos de Wáshington, el Ministro de Relaciones Exteriores hizo en sesión del Senado de fecha 20 de Julio una exposición de las negociaciones. He aquí esa exposición: (~IH'Ati{)n intel'nacional.- Confel'l'Jwias de Wáshin~ton El señor BARROS JARPA (Ministro de Relaciones Exteriores).-Me propongo, señor Presidente, cumplir con el deber muy grato,-y esta vez profundamente honroso para mí,-de informar al Honorable Senado del curso que han seguido las Conferencias chileno-peruanas de Wáshington y de los resultados, satisfactorios para el interés y para el espíritu de armonía, de cooperación y de cordialidad que inspiran la política del actual Gobierno, que se han alcanzado después de activa y detenida deliberación. - 72- Si quisiera caracterizar en una frase la política externa que me ha correspondido servir desde el Gobierno, tendría que decir que ella ha sido el re· sultado de un profundo amor por la paz y la armonía del Continente americano y de una confianza consciente y firme en la legitimidad de nuestros derechos y en la justicia de nuestra causa enfrente de la vieja controversia que mantenemos con la República del Perú. Aparte de las consideraciones elementales que obligaban al Gobierno dé Chile a despejar algún día su horizonte internacional, para dar amplio desarrollo, en medio de una atmósfera de paz, a su progreso moral y material; aparte de la necesidad de eliminar un factor que, explotado hábilmente por nuestros adversarios, socavaba nuestra reputación internacional, razones de consecuencia política y de satisfacción de los anhelos nacionales, que se han manifestado claramente en fa Val' de la terminación del viejo litigio con el Perú, indujeron al Gobierno de Chile a tomar la iniciativa de negociaciones directas con aquel país que pudieran llevarnos, con la rapidez posible, a la concertación de un acuerdo capaz de asegurar la paz en este extremo de la América meridional. No ha figurado en ningún instante entre las orientaciones de este Gobier- - 73 - no, la de dejar pasar calladamente el tiempo sin resolver la dificultad que la cláusula tercera· del Tratado de Ancón dejó pendiente. La larga espera que siempre nos ha caracterizado; la acción pasiva enfrente de la necesidad de resolver el problema, que ha sido la característica de algunas etapas de nuestra Administración, no era, a mi juicio, temperamento aconsejable en estos instantes en que, al correr de los años, se ha ido viendo surgir una verdadera acumulación de problemas que se concentran derechamente sobre esta región, mantenida sin soberanía definitiva, de Tacna y Arica. Lo que antes era el simple deseo de dar cumplimiento a la cláusula tercera del Tratado de Ancón, por parte de los diversos Gobiernos del Perú, sin más antecedentes que el sólo transcurso del tiempo, se fué convirtiendo en la caducidad de la cláusula 3.a, en la caducidad del Tratado entero, en la revisión del mismo, en la reivindicación integral de Tarapacá y Tacna y Arica, sin plebiscito y sin indemnización. Lo que antes era el simple deseo de Bolivia de comunicarse libremente para su comercio con él Pacífico, satisfecho con amplitud en el Tratado de 1904, sin otra razón que el sólo transcurso del tiempo, fué convirtiéndose poco a poco en la aspiTación de Bolivia a UIl puerto propio en nuestro lito· - 74- raI y luego, en la proclamación del derecho de la República del Altiplano para incorporar a su organismo geográfico el puerto de Arica .. ¿Quién puede predecir cuántos pro· blemas más complicarían el cumplimiento del Tratado de Ancón, más tarde, si se deja que pase el tiempo por encima del Tratado, debilitando cada vez más la claridad de nuestros derechos? Cuando iniciamos la que se ha llamado ofensiva diplomática del 12 de Diciembre de 1921, no tuvimos muchas esperanzas de lograr términos razonables de solución directa del problema con el Gobierno del Perú. Pocos días antes habíamos recibido la última publicación oficial de la Cancillería de Lima, cuya orientación fundamental aparecía sintetizada en estos términos: "De las razones contenidas en esta exposición se desprende clara y definitivamente: "PRIMERO.-EI Tratado de Paz " suscrito entre el Perú y Chile, el 20 " de Octubre de 1883 debe ser revisa" do y devuelta al Perú incondicional" mente laprovincia de Tarapacá. "SEGUNDO.Que deben igual" mente ser devueltas al Perú las " provincias de Tacna y Arica, sin " plebiscito y sin ningún género de " indemnización o pago por su parte. " Es evidente que, apreciada en Lima - 75 - en estos términos la cuestión, había bien pocas esperanzas de alcanzar un arreglo. Durante la controversia diplomática de Diciembre del año pasado, la tesis peruana, si bien se redujo a condiciones más razonables, se mantuvo en términos que dificultaban todavía cualquier propósito de acuerdo. En efecto, en su nota del 17 de Diciembre el Ministro de Relaciones Exteriores del Perú sostenía que el plebiscito era ya imposible y que había que' 'someter juntos la cuestión íntegra del Sur-Pacífico al arbitraje." En su nota de 24 de Diciembre afirmaba que habíamos violado casi todas las estipulaciones del Tratado de Ancón y sostenía que, a su juicio, el arbitraje debía comprender todas esas violaciones. "Para el Perú-dice la nota del Ministro de Relaciones señor Salomón, de 31 de Diciembre de 1921-no sólo es el pleb'iscito lo que Chile ha dejado de cumplir en el Tratado de Paz de 1883; y si el Gobierno de V. E. no par- ticipa de esta creencia, está expedito el camino que conduce a una solución honrosa y satisfactoria: apelar. a un árbitro para que éste decida si el Tra- . tado ha sido violado y cómo deben repararse sus violaciones, según lo manifesté en mi comunicación del 23 de este mes." Apal'tánd()~e así la negociación de - 76 - nuestro propósito fundamental, nos vimos forzados a interrumpir nuestras conversaciones telegráficas con el Gobierno del Perú. Felizmente, el generoso anhelo de paz que habíamos demostrado con esta iniciativa, fué apreciado debidamente por el Gobierno de los Estados Unidos, el que, ejercitando sus buenos oficios, invitó a Chile y al Perú a iniciar negociaciones con el objeto de resolver las diferencias derivadas de las cláusulas no cumplidas del Tratado de Ancón. Debo establecer en la forma más autorizada que dentro de las bases de las Conferencias de W áshington, no podrán sus acuerdos salirse del respeto a las disposiciones del Tratado de 1883. Acep~amos la invitación de los Es· tados Unidos, y aplicamos allí, en el curso de dos meses de deliberación de las Conferencias, todo nuestro buen espíritu para alcanzar una solución. ¿Cuál es el primer resultado de este acuerdo? El que se consigna en el artículo primero del Protocolo convenido en Wáshington. De ,la reivindicación integral de Tarapacá, Tacna y Arica, sin plebiscito y sin indemnización; de la violación de casi todas las cláusulas del Tratado; del sometimiento a arbitraje de la cuestión Sur-Pacífico, hemos llegado a -77- una fórmula extraordinariamente simple, concebida en estos términos: "Queda constancia de que laN úni" cas dilicultades derivadas del Tra" tado de Paz sobre las cuales los dos " países no se han puesto de acuerdo " son las cuestiones que emanan de " las estipulaciones no cumplidas del " artículo tercero de dicho Tratado." Este solo hecho bastaría para demostrar que esta negociación ha sido extraordinariamente feliz, en cuanto ha podido despejar el problema, de todos aquellos factores de complicación que introducían en él la pasión política, la exacerbación de odios entre los pueblos y las peligrosas tentativas de algunos hombres para afianzar su situación personal tocando las campanas de la alarma patriotera y proclamando como. necesidad la humiilación del adversario o la guerra, sin perjuicio de~que, en este último caso, fuera posible entregarIa todo, menos el concurso propio. Siguieron las negociaciones en Wáshington hasta el momento en que el Perú propuso su fórmula del 27 de Mayo, que dice así: "Se sometería al árbitro, en el punto " esencial materia de nuestras discu,. siones, lo siguiente: con el obieto de " dete-rminaÎ'[ la manera en que debe " darse cumplimiento a lo estipulado " en el artículo tercero del Tratado de " Ancón, se somete al arbitraje si - " " " " " 78 - procede o no, en las circunstancias actuales, la realización del plebiscito. Si no procede, ¿a qué país corresponde el dominio definitivo de 1. acna y A rica y baJo qué cond icio" nes? Si procede, ¿bajo qué condicio" nes debe realizarse el plebiscito? Esta fórmula fué rechazada inmediatamente por nuestra Delegación, porque ella se apartaba en términos expresos y claros del cumplimiento del convenio de 1883, que había sido la base de las negociaciones. En efecto, declarada la improcedencia del plebiscito, un árbitro habría de decir a quién pertenecen estos territorios y en qué condiciones, o sea, se creaba una autoridad superior al Tratado que 1 con derecho para declararlo inejecutable en una de sus estipulaciones, estuviera autorizado también para darle la aplicación. que fuera de su agrado. Por nuestra parte, consideramos que el artículo tercero del Tratado de Ancón contiene tres elementos jurídicos de orden fundamental, quepueden subsistir separadamente. El primero es el que entrega Tacna y Arica a la soberanía chilena; a la legislación y autoridades chilenas, como dice el Tratado. El segundo, es el que limita esta soberanía con una condIción, que consiste en que un plebiscito decidirá si estos territorios quedan del dominio y soberanía de Chile o si vuelven a - 79 - formar parte del territorio peruano. y el tercero es el que fija una indemnización alzada de diez millones de soles de plata en favor de aquel país que pierda definitivamente sus dereehos sobre esos territorios. Si el plebiscito es una condición, es de la esencia de las condiciones que pueden suceder o no; pero la circunstancia de que la condición falle, en los casos en que ella es limitativa del dominio, no tiene la virtud de hacer desaparecer el dominio; antes bien, como en el caso del fideicomiso (así llaman los tratadistas franceses a los plebiscitos pactados en el Tratado de Versasalles), el hecho de fallar la condición, perfecciona el dominio en el que lo tiene. En esta inteligencia, pues, la fórmula peruana del 27 de ~ayo escapaba a la órbita de acci9n de las Conferencias, en cuanto autorizaba a un árbitro para disponer de territorios en otros términos que aquellos en que el Tratado había dispuesto de los mismos. Producido el impasse en las negociaciones, nuestro Embajador dió cuenta al Secretario de Estado de la situación, y terminó expresándole que "la Embajada de Chile, al dejar constancia de la esterilidad de 108 esfuerzos de la Delegación de su país por alcanzar el acuerdo buscado, renueva, en nombre de su Gobierno, el propósito de aceptar cualquiera fórmula de solución que - 80 - guarde conformidad con el cumpli-. miento del Tratado y con las condicio::' nes de la invitación del Presidente de los Estados Unidos. No habían transcurrido 48 horas dei:3pués que el Secretario de Estado tomó conocimiento del ()unto de vista chileno en estas negocIaciones, cuando llamó al señor Mathieu para:presentarle una proposición que, a~su juicio, estaba encuadrada dentro de términm: que la hacían aceptable para. Chile. Esa formula fué la siguiente: Con el propósito de considera r el arreglo de la larga controversia entre los dos países, relativa a las disposiciones no cumplidas del 1ratado de Ancón, acuerdan someter al arbitraje de las cuestiones provenientes de las disposiciones no cumplidas del artículo tercero. Hughes sugiere, ,además, un cambio de notas declarando' que las rartes no entienden que la decisión de árbitro, si resolviese la improcedencia del plebiscito, modificaría la condición actual del territorio en discusión, la que se determinaría libremente por¿las partes en negociaciones que ellas considerasen conveniente abrir posteriormente. Esta fórmula nos fué presentada después de haber sido estudiada en Wáshington por nuestro Embajador y nuestros Delegados y haber acompañado el envío de ella de una recomenda- - 81 - ción calurosa para que fuese aceptada sin modificación alguna y sin tardanza. Apreciamos la t~uestión en la misma forma que los señores Mathieu, Aldunate e Izquierdo y los autorizamos inmediatamente para dar el "conforme" al Secretario de Estado respecto de las condiciones de su proposición. Consideramos aquí que, eliminado el único punto que entregaba la suerte de Tacna y Arica al árbitro ajeno, sustituyendo la consulta popular por la resolución de un tercero, y reconociendo expresamente el hecho de que la declaración de improcedencia del plebiscito no alteraba los derechos que hasta hoy hemos ejercido sobre esos territorios y que emanan en nuestro favor del Tratado, la fórmula era conveniente, era aceptable. El Gobierno del Perú, como lo sabe el Honorable Senado, después de 19 días de meditación y después de haber intentado la modificación de la fórmula Hughes, en el sentido de concertar para más tarde una jurisdicción obligatoria que resolviese los problemas que pudieran quedar pendientes después de declarada la improcedencia del plebiscito, consintió por fin en la aceptación de la fórmula Hughes lisa y llana. Para log:rar esta aceptación el Secretario de Estado, que se había negado categóricamente a tramitar las insinuaciones peruanas que alteraban las li - 82- condiciones de su fórmula, trasmitió a nuestro Embajador la insinuación de que Chile declarase que aceptaría 10:= buenos oficios de los Estados Unidos, si a ellos había lugar en las citadas ne:, gociaciones posteriores. Consultados por nuestra representación en Wáshington sobre este particular dimos una respuesta inmediata, expresando que, a virtud de los artículos tercero y sexto de las Convenciones de la Haya de 1899 y 1907, para el arreglo pacífico de conflictos internacionales, los buenos oficios eran una institución de simples consejos amigables, sin fuerza obligatoria alguna, que procedían, aun sin concertarlos, y que podían ejercerse de parte del país que creyese conveniente ofrecer los y, por consiguiente, que no podíamos hacer fracasar una fórmula que nos satisfacía tan ampliamente por 'negarnos a aceptar un recurso pacífico, de procedencia indiscutible, para negociaciones posteriores de remota eventualidad. El Gobierno comprendió que se presentaba para el país una situación de extraordinaria importancia y, aun cuando estaba seguro de que en todo instante había interpretado el sentimiento nacional, consultó el estado de las negociaciones con los hombres pÚblicos más eminentes y preparados con que cuenta el país. Son muchos los señores Senadores que me escuchan que - 83 - por boca del Presidente de la República, con documentos a la vista, o por mi propio intermedio conocieron y aprobaron con patriótica satisfacción el estado que las negociaciones alcanzaban hasta ese momento. Producido el acuerdo en principio, respecto de la fórmula Hughes, por la aceptación peruana y teniendo en consideración que esta fórmula no estaba redactada en términos precisos ni definitivos, nuestros Delegados pidieron autorización para reanudar sus conferencias con los Delegados peruanos y acordar la redacción definitiva de los acuerdos. Hace pocos días me trasmitieron esa redacción, que ellos juzgaban satisfactoria para nuestras derechos; pero, al ir a consignar en el Acta de la sesión la circunstancia, a nuestro juicio, capital de la fórmula Hughes, o sea, la de que, declarado por el árbitro improcedente el plebiscito, no se alterará en ninguna forma nuestra situación de Gobierno en aquellos territorios, el señor Porras expresó que no era necesario consignar semejante declaración desde el momento que el silencio del Protocolo lo dejaba subentendido. Por nuestra parte se juzgó absolutamente esencial el hecho de que apareciese en los documentos constitutivos del acuerdo la declaración expresa de limitar las facultades del árbitro en el caso de que declarase la improcedencia del - 84- plebiscito, a la simple declaración principista de este punto, sin permitirle que pudiese arrogarse la facultad de entrar a suplir el Tratado, alterando en cualquiera forma las condiciones en que ejercemos el dominio allí, a virtud de los términos del Pacto de Ancón. El Gobierno de Chile tenía antecedentes para creer que este punto había sido y es la característica fundamental de la fórmula Hughes; de modo que no tuvo ningún inconveniente para autorizar a sus Delegados en el sentido de que acudiesen las dos partes al Departamento de Estado Americano con el objeto de pedir la opinión de Mr. Hughes sobre si era o no indispensable consignar el concepto a que se refiere la dificultad produciga. Citados un día los señores Porras y Aldunate por el Secretario de Estado yen presencia del Director de la Unión Pan Americana, Mr. Leo S. Rowe, Mr. Hughes, que estaba impuesto, por los memorándums que ambas delegaciones le habían hecho llegar, de la discrepancia, les hizo una exposición verbal de su punto de vista y terminó proponiéndoles la fórmula, que tomo, junto con sus fundamentos, del primer telegrama que sobre este punto recibía de la Delegación. Segundo.-En reunión de hoy en Se"cretaría de Estado, a que asistieron "Aldunate, Porras y Rowe, Hughes "hizo una exposición verbal en que in- - 85- "dicó que su objeto era proponer una "redacción que evitara estos dos esco"lIos: a) Que la declaración de impro"cedencia del Plebiscito modificara la "situación del territorio dañando los "intereses de Chile: y b) Que esta decla"ración se interpretara como un nuevo "título otorgado a Chile, dañando los "intereses del Peru". Tercero.-La redacción propuesta por Hughes dice a la letra como sigue en el texto inglés:"It is understood in the interest of peace and good order that in this event and pending an agreement as to the disposition of the territory the administrative organization of the provinces shall not be disturbed" . Cuarto.---La traducción literal es esta: "Es entendido, en el interés de la paz y buen orden, que en este caso y pendiente un acuerdo acerca de la disposición del territorio, la organización administrativa de las provincias no será perturbada". El Honorable Senado conocerá en pocos momentos más, en sesión secreta, las instrucciónes que sobre estos puntos fundamentales tenían nuestros Delegados. Yo no tuve duda alguna, conociendo como conozco a nuestros Delegados y habiendo apreciado la labor brillante y acuciosa que han desarrollado en el curso de todas estas negociaciones, que el COllcepto de inalterabilidad de - 86- nuestros derechos sobre Tacna y Arica para el caso de improcedencia del plebiscito, si bien aparecía claramente consignado en la fórmula tenía que estar afianzado en términos bien satis~ factorios para la defensa de nuestros derechos. Sin embargo, procediendo con la amplitud de miras con que he procedido en toda esta negociación, me hice cargo de la inq uietud que se había levantado en los círculos del Congreso en orden a estimar que la última agregación sugerida por Mr. Rugnes disminuía y aminoraba los derechos que en favor de Chile emanan del Tratado de 1883. Las instrucciones de los delegados a este respecto, repito, eran bien explícitas, y tal vez fué por eso que en el telegrama en que me daban cuenta de esta sugestión no se referían especialmente a un punto que ha sido la base de todas las negociaciones y que ellos han podido considerar descartado. Sin embargo, envié inmediatamente, satisfaciendo los deseos expresados por mi H. amigo el Senador señor Rivera, un telegrama a los Delegados noticiándoles de las inquietudes que existían en el Congreso chileno sobre esta última fórmula y expresándoles que, si no estaba establecido el concepto matríz de la negociación, debían ellos de abstenerse de firmar. En el día de ayer, y en vista de la - 87- alarma producida aquí por la falta de informaciones de los delegados, éstos suplieron el vacío y expresaron las razones perfectamente acordes con nuestra política, que había tenido el señor Aldunate para aceptar expresa e inmediatamente la fórmula que sugirió el Secretario de Estado. Es por esto que, habiendo enviado anteayer a los Delegados un telegrama en el sentido que debían abstenerse de firmar, si no estaba perfectamente esclarecido el punto en orden a la inalterabilidad de nuestros derechos sobre Tacna y Arica para el caso que se declarase improcedente el plebiscito, y después de recibir en el día de ayer las informaciones de los Delegados que me dejaban plenamente satisfecho sobre este particular, les envié inmediatamente instrucdones para que firmaran el Protocolo y el Acta. En la noche de ayer y en el día de hoy, he seguido recibiendo informaciones de los Delegados, que me permiten afirmar ante el H. Senado y ante el país, que la aceptación de la última sugestión de Mr. Hughes ha sido la base debidamente consignada en varios documentos que hacen plena fe, de que nuestros derechos sobre Tacna y Arica serán, después de declarada la improcedencia del plebiscito, si este caso llegara, los mismos que son hoy día a virtud del art. 3.0 del Tratado de Ancón. - 88- Es indispensable recordar, para apreciar con justicia eI alcance de la última fórmula, que la palabra "administ.ración" en inglés, tiene un signHi· cado mucho más amplio que la palab::a "administración" en el uso frecuente ele nuestrQ derecho público. Adrnim:stración, dice el Diccionario Standard de 1901, es el Gobierno como existe en un determinado tiempo; es el poder o partido que maneja el Gobierno Óel país. Desgraciadamente las personas que impugnan con energía y patriotismo, dignos de mejor causa, este concepto de la fórmula, parecen creer que la administración a que ella se refiere es ni más ni menos que la administración de un fundo. Para conservar en todo su valor el ánimo de Mr. Hughes al proponer su fórmula, ha quedado establecido que ella deberá consignarse en inglés y en español en las Actas. Otro concepto muy difundido que ha servido para tergiversar el alcance del convenio es creer que la fórmula sugerida por Mr. Hughes limita nuestra soberanía sobre Tacna y Arica, olvidándose o ignorándose que dicha fórmula ha sido consignada a exigencias de nuestro país y exclusivamente para limitar los poderes del árbitro, para impedir que el árbitro pud"iese entenderse facultado en algún momento para poner mano sobre este derecho - 89 - que nos confiere el Tratado de Ancón y que no hemos tenido en ningún inst~nte el.ánimo de entregar a resoluCIOnesaJenas. De modo, pues, que el punto cardinal de los ataques al Protocolo y al Acta complementaria se refieren a condenar una fórmula cuyo alcance ha sido perfectamente precisado en documentos oficiales e incorporado contra los esfuerzos de la Delegación peruana, que mucho los resistió, para limitar la órbita de acción posible del árbitro, en el evento, a nuestro entender remoto, de que se inclinase a declarar que el plebiscito no puede ya tener lugar. Explicada así la situación alcanzada por el país en estas negociaciones, me parece evidente que habrán de cesar los ataques injustos y apasionados con que ahora se castiga nuestro patriótico propósito de labrar la tranquilidad del país. Para condensar en dos palabras la posibilidad de la fórmula Hughes, yo debo decir que ella no tiene sino dos aspectos: O el árbitro declara que el plebiscito es procedenÜ~ y fija las condiciones a que debe sujetarse la consulta popular, caso en el cual nuestra tesis habría triunfado ampliamente; o el árbitro declar.a que el plebiscito ya no es solución y, entonces, manteniéndose en todo su vigor los derechos que en nuestro favor emanan del Tratado, discutiremos animados del mejor espí- - 90- ritu con el Gobierno del Perú otra solución para terminar el conflicto. Hoy somos soberanos en Tacna y Arica y nuestra soberanía está limitada por una condición: el plebiscito. Declarada su improcedencia, seguimos tan soberanos como hoy de Tacna y Arica, sin tener otra obligación que la de discutir con el Perú el medio de poner término al conflicto de intereses y de solicitar, cuando las dos partes lo consideren conveniente, los buenos oficios de los Estados Unidos, buenos oficios que tienen un carácter de simples consejos que no hay obligación de aceptar y que, por venir de los Estados Unidos, tenemos que estar ciertos de que siempre serán respetuosos de nuestros derechos. Esta es, señor Presidente, la información más am plia que puedo dar al Congreso y al país sobre el estado de las negociaciones y sobre el alcance del acuerdo producido. El Gobierno cree haber realizado una labor patriótica al poner todos sus esfuerzos al servicio de una solución en el viejo problema que se arrastra desde hace cuarenta años perturbándolo todo, en la política del Continente americano. Especialmente cree haber· prestado un patriótico servicio al país, en cuanto ha podido concertar un acuerdo que abre la posibilidad de estabiecer la paz y cooperación recíprocas entre dos países cuyas necesi- - 91 - dades están llamadas a complementarse. y en cuanto a mí, seguro de haber alcanzado una solución en un problema al que he consagrado muchas vigilias, que es mucho más conveniente y menos onerosa que casi todos los arreglos intentados antes, sólo me cabe congratularme vivamente por haber tenido la honra de participar y cooperar en una hora muy venturosa del Gobierno de la República. Hago cumplido honor a los móviles patrióticos que sin duda inspiran a los hombres que combaten en este momento la política del Gobierno. Comprendo que la hora es de prueba y siento que es de hondas amarguras y desilusiones para mí; pero tengo que declarar que cuando emprendí esta jornada sabía positivamente que a su término no me habrían de esperar las rosas y laureles de los triunfadores, porque la historia me ha enseñado que los hombres que laboran calladamente en la paz y para la paz, no conocen el halago cariñoso de los pueblos que otorgan sus aplausos a los que hacen sonar las llamadas guerreras y resucitan ~l ~t.avismo pendenciero de las razas prlmltlVas. Si hubiera ansiado la popularidad barata, y si hubiera querido traicionar al país, malogrando la última hora de un arreglo conveniente, me habría bastado hacer un gesto de altanería y - 92- quebrantar airadamente las Conferencias. Pero, señor Presidente, le he pedido a mi juventud la renuncia a estas horas de populachería fácil y de éxitos, tan resonantes como pasajeros, y sólo confío en que Dios ha de querer darme en el futuro las satisfacciones que hoy se me niegan por haber servido leal y desinteresadamente a mi Patria. Para profundizar 'en algunos puntos de esta cue~tión y para exibir al Honorable Senado algunos antecedentefl. que explican y comprueban ampliamente los conceptos que he tenido el honor de manifestar, deseo acogerme, a la facultad que me confiere la Constitución para pedir a la Sala se constituya en sesión secreta. El señor CLARO SOLAR <Presidente).-En Conformidad a lo pedido por el Señor Ministro, a segunda hora se constituirá la Sala en sesión secreta. Contestando algunas observaciones formuladas en contra de los acuerdos de Wáshington, el Ministro de Relaciones Exteriores pronunció el discurso que se puede leer a continuación: S('siÚn tie 2 de Agosto tIe 1922 El señor BARROS JARP A (Ministro de Relaciones Exteriores).-He querido, señor Presidente, no retardar mi respuesta a las observaciones formuladas hasta aquí en contra del convenio - 93 - celebrado en Wáshington para el arreglo de la cuestión de Tacna y Arica, porque es natural que, en presencia de tantas impugnaciones, la opinión pública pudiera paralogizarse y atribuir a los acuerdos, el carácter que el libre consentimiento de las partes contratantes les ha dado, sino el que la crítica detallista y minuciosa ha querido atl'ibuirles, a mi entender con tan poca razón, como serenidad. Me excusará el Honorable Senado que no siga al honorable señor Yáñez en su larga disertación histórica sobre las diversas negociaciones sostenidas por los Gobiernos de Chile y el Perú antes y después del año 1894. Creo que es un deber dè los hombres que intervienen en un debate público de esta importancia, ir simplificando los términos de la cuestión, para presentar a la conciencia pública puntos concretos de disidencia, despojados de todas las galas que la erudición y la retórica pueden proporcionar fácilmente .. Por otra parte, no es siempre la posición diplomática del pasado la única norma que debe seguirse en el manejo de las relaciones· exteriores. La acción diplomática de los Gobiernos debe ser resuelta según el ambiente en que esa acción incide. Ajustarse estrictamente a las determinaciones de la diplomacia del pasado, es negarse a todo progreso y, en el caso actual, - 94 - habría sido sin duda renunciar lisa y llanamente a la solución del conflicto. Además, si hubiéramos de creer a la aseveración de un eminente historiador chileno: "Chile habría traba" jada un día por ganar el plebiscito " en su provecho; otro por regalar el " territorio a Bolivia; otro por entre" garla al Perú y, naturalmente, su " acción ha sido débil y ha hecho de" claraciones y sentado principios con" tradictorios y peligrosos". Si bien los estudios que yo he hecho de esta materia no me permiten participar de esta opinión, que pertenece al Senador por Malleco, don Gonzalo Bulnes, vale por lo menos la pena invocarIa para contestar algunas de las observaciones que se hacen en este instante en el sentido de que hemos debido seguir paso a paso la diplomacia del pasado. Más que atender a las indicaciones que se derivan de la acción diplomática pretérita, los Gobiernos deben hacerse intérpretes de los anhelos nacionales, tomar los objetivos cardinales de estas anhelos y servirIas mediante los procedimientos más adecuados para alcanzar un fin. El Gobierno está ampliamente satisfecho con los acuerdos de W áshington, porque cree que el objetivo fundamental de la gran masa de los habitantes de la República es el de la incorporación definitiva de Tacna y Arica al - 95 - territorio nacional; y porque cree haber servido este objetivo dando pruebas de un gran espíritu de conciliación y de paz y de una honrosa honestidad internacional ya bien reconocida, Si el país acepta nuestros procedimientos para llevarlo a su anhelada solución, no me parece que deba preocuparnos en estos momentos el hecho de haber olvidado en alguna forma los métodos de que la diplomacia del pasado pudo valerse para buscar, sin encontrarlos, estos mismos fines. Desprendiendo, entonces, del discurso del honorable senador por Valdivia toda su parte puramente histórica, del)o hacerme cargo rápidamente de las objeciones fundamentales que ha querido hacer a los arreglos de Wáshington ya los procedimientos del Gobierno. Habrá notado la Honorable Câmara de Senadores, lo mismo que yo, que el discurso del honorable Senador por Valdivia fué dirigido, mâs bien a demostrar que el Gobierno se había contl'adicho en algunas declaraciones públicas, que a comprobar que el Protocolo y el Acta complementaria suscrito en \¡V áshington no fueran convenientes para el país. Basta para mí la declaración del honorable Senador en el sentido de que en todo momento ha procurado prescindir de las personas y elevar el - 96 - debate a la altura de una importante cuestión de principios, para no poder aceptar en ninguna forma que el ánimo de S. S. fuese más bien el de echar un descrédito sobre el Gobierno que el de librar al país de lo.;; perjuicios que estos acuerdos pudieran, a su entender, acarrearle. En realidad, señor Presidente, y aun cuando para desgracia de los hombres que han intervenido en estos asuntos la discusión del Protocolo coincide con un momento bien agitado de la política interna del país, no hay, sin embargo, el derecho de pensar que en estas altas cuestiones nacionales, puedan intervenir otros sentimientos que los que dicta el más puro patriotismo y la comprensión más sincera e independiente àe las conveniencias de la República. Con haber sido muchas las contradiciones apuntadas por el honorable Senador por Valdivia parece, sin embargo, fácil reducirlas exclusi"amente a una, que se puede concretar así: El Gobierno prometió dirigir las negociaciones de Wáshington hacia el cumplimiento exacto del Tratado de Ancón, y ha llegado a una fórmula que se sale de ese Tratado. Este será el primer punto de fondo que refutaré del discurso del Honorable Senador por Valdivia, para llegar a la conclusión, a mi juicio irredargÜible, de que los arreglos de Wáshington - 97 - se encuadran exactamente dentro del Tratado de Ancón, y que el sostenimiento de la tesis contraria tiene gra ves peligros para la posición jurídica de nuestro país y para las negociaciones que pudieran verificarse más tarde, si ocurriera la desventura que nunca se habría de apreciar en términos bastante justos, de que el Congreso de Chile n~gase su aprobación a los acuerdos de Wáshington. No ha sido objeto de discusiones el hecho de que la invitación de los Estados Unidos de América, del 18 de Enero, dirigida a los Gobiernos de Chile y el Perú, estaba fundada en el respeto y vigencia integrales del Tratado de Ancón; y no se discute tampoco que el Protocolo y el Acta Complementaria contienen en diversas partes alusiones a la invitación americana y referencias a las cláusulas no cumplidas del Tratado de Ancón, que hacen ajustarse exactamente estos documentos al criterio fundamental de las Conferencias, cual era el respeto de dicho pacto internacional. Los Honorables Senadores saben, por otra parte, que el Secretario de Estado americano al sugerir su fórmula de conciliación a Chile y al Perú, manifestó que, a su juicio, ella estaba encuadrada exactamente dentro de los términos del Tratado de Ancón, a cuyo cumplimiento el Gobierno de los Esta7 - 98- dos Unidos había cuidado de reducir la órbita de acción de las Conferencias. Tanto era este el concepto en que obraban las Delegaciones chilena y peruana en Wáshington y el Gobierno de los Estados Unidos, que los señores Delegados de Chile pudieron enviar el día 21 de Julio, el siguiente telegrama, bien explícito en la parte que a este punto se refiere: "Señor Ministro de Relaciones.Santiago.-49.-Julio 21- 922. - Firmamos en este momento el convenio que somete a arbitaje las únicas dificultades subsistentes acerca del exacto cumplimiento del Tratado de Ancón. Queda así realizada la misión que se nos encomendara y, junto con renovar a S. E. el Presidente de la República y a V. S. nuestro profundo agradedmiento por la confianza que nos han manifestado, nos permitimos· presentarles nuestras respetuosas felicitaciones por el término de una negociación que ciertamente no 10 habría tenido sin la constante y acertada dirección que le imprimió el Gobierno.-Alduna.te.--Izquierdo". Pero, no es esto sólo; también la Delegación Peruana ha dejado expresa constancia de que su propósito es buscar la manera de dar cumplimiento al artículo 3. o del Tratado. En efecto, como proposición suya aparece en el Acta Complementaria lo siguiente: - 99- "Con el objeto de deteminar la manera en que debe darse cumplimiento a lo estipulado en el artículo 3.° del Tratado de Ancón", etc. Se ve, pues, que nuestros Delegados, los señores Aldunate e Izquierdo; que el Secretario de Estado americano, Mr. Hughes; y que los Delegados peruanos, señores Porras y Velarde, piensan que los acuerdos de Wáshington están destinados a dar cumplimiento al artículo 3. o del Tratado de Ancón. Es explicable, sin duda, por un exceso de celo patriótico, que sean los hombres públicos chilenos los que se adelantan a señalar un hecho que, de ser exacto. perjudicaría gravemen-. te la situación de nuestro país en el litigio de Tacna y Arica. Pero, felizmente las personas que sostienen semejante doctrina jurídica sufren un error que es fácil demostrar. El argumento básico en que se funda la afirmación de que los acuerdos de Wáshington se salen del Tratado de 1883, es el de que, prescribiéndose en el artículo 3. o de dicho Convenio Internacional, que un plebiscito decidirá la nacionalidad definitiva de los territorios de Tacna y Arica, no se puede poner en duda el hecho de que si el plebiscito procede o no, como ha ocurrido en el Acta Complementaria del Protocolo de 21 de Julio. Esto equivale a sostener que dentro del Tratado no existe otra solución - 100 - para el problema pendiente entre Chile y el Perú, que la celebración de un plebliscito cuyas bases deben acordarse entre los dos países; y, simplificando más la cuestión, equivale a decir que la solución del problema de Tacna y Arica está entregada pura y exclusivamente a la voluntad del Perú, al que le bastaría para lograr su propósito de mantener sin solución el problema y agitar periódicamente la tranquilidad de la América, no prestar su acuerdo para la fijación de las bases plebistarias. Basta exponer esta doctrina para comprender que ella está en pugna con los principios más elementales del derecho. El reputado jurisconsulto don Alejandro Alvarez, que ha actuado en condiciones bien eficaces durante la celebración de las Conferencias de Wáshington, 80stiene en sus observaciones a la nota del Excmo. señal' Soaene, publicadas en el Libro Rojo de la Cancillería chilena del año 1910, lo siguiente. "En conformidad con el criterio es" trictamente jurídico, la falta de " avenimiento entre la partes para " llegar al acuerdo que por disposición " del Pacto de 1883 ellas deben cele" braI', hace imposible ese acuerdo y, " en consecuencia, importa la caduci" dad de dicha cláusula, pero no la " del pacto principal. . - 101 - -"La razón de esto último se halla en que ese acuerdo, dàdo su objeto y el espíritu que guió a los negociadores, no es necesario para la subsistencia del Tratado, a pesar de estipularse que se considerará parte integrante de él, ya que nd son esenciales todas las cláusulas que constituyen o integran un convenio internacional. "La caducidad de la referida cláu" sula daría por resultado la caducidad " del evento por el cual Chile puede " perder la soberanía sobre Tacna y " Arica y quedaría soberano definitivo " sin otra obligación que pagar al " Perú los diez millones de pesos es" tipulados en el Tratado de Paz". Seveen~nœsqueunao~n~nb~n autorizada viene a confirmar la tesis del Gobierno en orden a que la celebración del plebiscito no es jurídicamente condición sine qua non para el cumplimiento del Tratado. El H. Senador por Valdivia, don Eliodoro Yáñez, en un estudio publicado por él y destinado al Instituto Popular de Conferencias de Buenos Aires, sobre la Sociedad de las Naciones Latino-Americanas, ha dicho lo siguiente, refiriéndose a la cuestión de Tacna y Arica: "Ella ha permanecido insoluble mientras ha sido planteado en el terreno de las tesis jurídicas que se aferran a la clásula, a la palabra, a la " " " " ., " " " " BANCO DE LA REPUBLICA 8lBLlOTECA LUIS - ANGEL ARANGO CATALOGAClON - 102 - letra del Tratado para encontrar én sus términos ambiguos o imprecisos un antecedente de argumentación [orense, y ha [altado la apreciación serena y concurrente del texto y del espíritu general del Pacto, de los intereses' en juego y de la situa.ciÓ'ncreada ante el sentido histórico de los hechos consumados que son base [undarnental de un estado de cosas respetable". Como ve el Honorable Senado, el H. Senador por Valdivia, lejos de ampliar su criterio para la solución del problema, ha querido restringirIo en presencia de los acuerdos de Wáshington, aferrándose a las palabras, aferrándose a la letra de un Tratado, cuya interpretación racional no es la que S. S. pretende darle en estos momentos, si bien parece que es la que S. S. condenaba con tanta verdad en las palabras que ac~bo de leer'. El señor YANEZ.Precisamente es lo que he estado diciendo en este debate: que se ha olvidado la situación creada, que se han olvidado los hechos consumados, como dice la cita que su señoría acaba de leer, y como aparecerá si toma Su Señoría el sentido verdadero de las opiniones que siempre he manifestado. El señor BARROS J ARPA (Ministro de Relaciones Exteriores). Su señoría va a tener que rectificar varias de las citas que voy a hacer en un momento - 103 - más de algunos párrafos del estudio a que acabo de aludir. No se si cometeré una ndis creción al citar aquí una opinión urí dica de mucha importancia para demostrar que al someter a arbitraje la cuestión de si el plebiscito procede o no, el Gobierno se había mantenido dentro de su propósito de daI· exacto cumplimiento al Tratado de Ancón. El H. Senador por Valparaí5lo, señor Rivera que tuvo la amabilidad de imponerse en el momento oportuno de la proposición del Secretario de Estado americano, Mr. Hughes, que comprendía el sometimiento a arbitraje de esta cuestión, no disimuló en ningún instante su aceptación amplia a estas ideas y, aun más, recuerdo haber visto escritas las opiniones del H. Senadar, en las cuales se hacía cargo de este aspecto de la cuestión y demostraba con la claridad y la elocuencia que lo caracterizan, que declarado improcedente el plebiscito, el Tratado de Ancón se cumplía en todas sus partes. Decir, por otra parte, que el artículo tercero del Tratado de Ancón desaparece por el hecho de someterse a arbitraje si el plebiscito procede o no, es prescindir de los otros elementos jurídicos contenidos en dicho artículo, que son mucho más importantes que el plebiscito, porque son la entrega del territorio de Tacna y Arica a la legis- -- 104 -- lación y a las autoridades chilenas y a la indemnización de 10 millones de soles que habría que pagar si esos territorios quedaran definitivamente anexados a Chile. He dicho en algún momento que me parece ver restringido el criterio con que el H. Senador por Valdivia ha apreciado la manera de solucionar el problema de Tacna y Arica en presencia de los acuerdos de Wáshington. En efecto, en los párrafos 5. o y 6." de un memorándum sobre la cuestión de Tacna y Arica, redactado por Su Señoría en Wáshington en el mes de Abril de 1919, encuentro las ideas muchos más amplias que las que Su Señoría patrocina en estos momentos para la liquidación del problema. Habla allí Su Señoría de que hay conven'iencia en no postergar la solución de la cuestión pendiente con el Perú. Hoy parece que Su Señoría no c~eyera con igual fe en esa convenienCIa. Habla Su Señoría, además, de la necesidad de que uno o más gobiernoí$ amigos ejerzan una discreta influencia sobre Chile y el Perú para obtener que se produzca un ácuerdo sobre las bases plebiscitarias. Hoy parece que Su Señoría rechazara esas influencias, aun - 105 -. cuando fueran extraordinariamente discretas. Agrega el H. Senador por Valdivia en dicho memorándum. "El Perú ha rechazado toda fórmula " de arreglo directo que, prescindien" do del plebiscito buscara soluciones " de hecho en el terreno, consultando los " intereses permanentes de los países " del Pacífico, y Chile no ha insistido " en ellas por no aparecer apartándo" se del cumplimiento del Tratado de " Ancón que él respeta'y tiene interés " en hacer respetar". "Pero, sea que se aceptara esta ma" nel'Œ de pone}' tél'mino a esta vieja " clwstión clel Pacífico, sea que se re" clllTiera a la celebración del plebis" cito sobre las bases indicadas, con" sidera el Gobierno de Chile, muy " conveniente extender las negocia" ciones, entre otros, a los siguientes " puntos, etc". De modo que, a juicio de Su Señoría hay soluciones aceptables que no son el plebiscito, lo que parece no estar de acuerdo con la devoción manife3tada p')r Su Señoría, en sus últimos disCllt'.503en favor del plebiscito, como única forma de solución del pr,)blema. En la p:lrte qU2 principalmente me encuentro en perfecta conformidad de ideas con el Honorable Senador, es en aquella en que Su Señoría quiso describir la importancia de los territorios - 106 - de Tacna y Arica para Ia defensa de nuestras rIquezas salitrales. No ha atribuído en otros tiempos Su Señoría esta misma importancia a esos territorios. De éIlos pensaba Su Señoría antes, ceder una faja en el extremo Norte del país para que sirviera a Bolivia para construír un ferrocarril propio y un buen puerto en la costa. En otra parte de su Memorándum, Su Señoría proclama el interés propio de Bolivia en la determinación de la nacionalidad definitiva de Tacna y Arica. Ayer no más oíamos, sin embargo, a Su Señoría hablar en otros términos de nuestras relaciones con Bolivia y dar al Tratado de 1904 el carácter de un convenio definitivo. La negociación ultimada en Wáshington el 21 de Julio, tiene la virtud de estar concebida sobre la base de expectativas bien visibles de incorporación total de los territorios de Tacna y Arica al organismo geográfico de la República. No figura en las posibilidades del arbitraje concertado en Wáshington la parHción del territorio; ni siquiera admitimos un concepto extraño al Tratado, que el Honorable Senador por Valdivia aparece propiciando y que, a mi entender, está destinado a producir la partija sin pactarla. En efecto, ha dicho Su Señoría en su memorándum, tantas veces citado: "Chile sostiene, además, que, aten- - 107 - " dida la base principal de población " radicada en las provincias de Tacna " y Arica, las distancias que separan " a estas ciudades, únicos centros de " población civilizada allí existentes, " y la situación creada en ese territo" rio por el transcurso de los años, debe " hacerse unavotacián en cada pro"vincia, a fin de que los propios ha,. bitantes de cada una de ellas deter" mine su nacionalidad y evitar así " que una pequeña mayoría de votos " en una de las provincias imponga a " la otra una nacionalidad contraria " a la opim"ón manifestada por sus " habitantes. "Dentro del concepto chil€no esta " forma de votación es la más justa " y se conforma al principio de Ias " nacionalidades que el Tratado de " 1\.ncÓnconsagró al establecer la cláu" sula plebiscitaria". El señor CLARO SOLAR (Presidente).-Habiendo llegado la hora, quedará Su Señoría con la palabra para la sesión próxima. - 108 - Sesión ordinaria (>n3 de Agosto de 1922 El señor CLARO SOLAR <Presidente).-Continúa la sesión. Puede seguir usando de la palabra el señor Ministro de Relaciones ExterIOres. El señor BARROS J ARPA (Ministro de Relaciones Exteriores).-Terminaba mis observaciones en la sesión de ayer, señor Presidente, con una cita tomada de un libro escrito por el Honorable Senador por Valdivia señor y áñez, en el cual Su Señoría sostenía que el plebiscito que debe verificarse en los departamentos de Tacna y Arica debe ser un plebiscito dividido, para el efecto de que la mayoría en un departamento no influyera en la nacionalidad que quieran darle al otro sus habitantes. Sostuve, señor Presidente, que esto era la partija, sin pactarla y en este punto me sorprendió la hora y el término de la sesión. Continúo, pues, mis observaciones, señor Presidente. El Tratado de Ancón, de cuya integridad se ha hecho el Honorable Sena- - 109 - dor por Valdivia el más ferviente defensor en su último discurso, establece un sólo plebiscito y una sola indemnización para el caso de decidir la soberanía de esos territorios. El Gobierno actual, en cuyas miras la partición del territorio no ha figurado, cree que no es aceptable el sistema propuesto por el señor Yáñez, precisamente porque podría llevar a la división de un todo armónico, que se complementa en sus necesidades en forma perfecta y respecto del cual las divisiones que se han propuesto son simples elucubraciones teóricas elabol'adas en el secreto de los Gabinetes, con desconocimiento más o menos radical del terreno que con ánimo tan ligero se pretende partir. Los negociadores del Tratado de Ancón conocían esos territorios y sabían que ellos no podían ser divididos sin grave peligro para la paz de la América y para la propia vida económica de esos territorios. Por eso pactaron condiciones que abarcaban por igual y en un mismo destino definitivo a Tacna y Arica. Ya que el Honorable Senador por Valdivia se detuvo tanto en las declaraciones que el Gobierno había tenido oportunidad de formular en presencia de este problema, el Honorable Senado me tendrá que perdonar que yo me detenga, por mi parte, en las declaraciones que Su Señoría ha hecho - 110 - y que discrepan en términos funda· mentales de las que hemos oído en el curso de los últimos días. En varias oportun'idades se ha sostenido en esta misma Cámara qu.e Su Señoría propicia como solución del problema de Tacna y Arica la partición del territorio. Yo no voy a entrar a ese terreno, pero puedo a.firmar que hay más antecedentes para hace?' semejante cargo a Su SeñOTía que para sostener en estos momentos que los acuerdos de W áshington comprometen los intereses nacionales. Se ha citado como argumentos para demostrar que el propio Gobierno de Chile entiende que la proposición peruana de someter al arbitraje si el plebiscito procede o no, se sale del Tratado de Ancón, declaraciones formuladas tanto por los delegados Srs. Aldunate e Izquierdo en las deliberaCione~ d~ Wáshington, com.o por la CancIllerIa en SantIago, mamfestando que la fórmula peruana del 27 de Mayo pretendía prescindir de la cláusula tercera del Tratado de Ancón; pero, para argumentar así, se ha necesItado olvidar que la fórmula de 27 de Mayo, no sólo contenía la cuestión de si el plebiscito procedía o no sino que contenía además un compromiso para entregar a un árbitro la disposición de los territorios para el caso en que se declarase que la consulta popular ya no era procedente. - III - No se puede juzgar así esta cuestión. Las declaraciones formuladas por la Cancillería en frente de la fórmula de 27 de Mayo deben aplicarse a esa fórmula en su totalidad, especialmente en ese factor importantísimo que, prescindiendo del Ti'atado en absoluto, entregaba aun tercero la determinación de la nacionalidad definitiva de aquellos territorios. La forma enérgica con que fué rechazada en Chile la proposición peruana citada, obedece pr'mcipalmente a esta última parte que ha sido eliminada, como todos lo saben, en el acuerdo final .. Aplicar conceptos que se destinaron al juicio de la fórmula de 27 de Mayo a los términos del acta complementaria, no es justo; porque mientras en ésta se conserva el espíritu del Tratado, en aquélla se entra derechamente a prescindir del Tratado. ¿E~ lo 'mismo, acaso, declarada la imp¡'ocellencia del plebiscito, entregar a un árbitro la disposición del territorio, que respl·tar ampliamente la soberanía chilena, declarándose en frn'nw expresa que no estará el árb'Ît"o ni siquiera facultado para alterar en forma alguna la organización administrativa que tenemos imperando allí? y o creo que esta es una diferencia fundamental, es la diferencia que existe entre estimar que el plebiscito - 112 - es toda la cláusula tercera, a estimar que el plebiscito es un detalle de la cláusula tercera que no altera los derechos creados por ella en beneficio de nuestro país .. Creo haber demostrado hasta aquí que las declaraciones formuladas por el Gobierno de Chile en orden a que llevaría las negociaciones hacia el cumplimiento exacto del Tratado de Ancón, se encuentran perfectamente abonadas por una tesis jurídica bien respetable; por todos los antecedentes de la negociación en debate y por el claro interés de nuestro país, en el sentido de no restringir el alcance de una amplia disposición contractual, hasta reducirla al advenimiento de una simple condición limitativa del derecho de dominio que esa disposición otorgaba a Chile respecto del territorio de Tacna y Arica. Podrá entonces existir una diferencia de criterio sobre la forma de cumplir exactamente el Tratado de Ancón; podrán algunos creer que para cumplir ese convenio internacional estamos amarrados a un plebiscito; no creo que esa sea la tesis más favorable para el país. Pero no hay por qué sostener que prescinden del cumplimiento de ese Tratado los que, mirando las cosas con mayor amplitud y con mayor provecho para el interés nacional, tratan de establecer que, aún sin ve·rificarse el plebiscito, subsisten en nuestro favor - 113 - todos los d(~rechos, y todas las garantías que el Tratado de Ancón nos concede claramente. En este punto deseo hacer una referencia al acta leída en la primera hora de la presente sesión, y llamar la atención del Honorable Senado a que dicha acta, que relata una sesión privada que se celebró con fecha 13 de Junio, ha venido a se~ suscrita por los señores Senadores sólo en los últimos días de Julio y aun en Agosto. En esa acta muchos señores Senadores y el Ministro que habla han dejado testImonio expreso del propósito chileno,--lo llamaré así--no propósito del Gobierno ni del Senado.--de ir al cumplimiento estricto del Tratado de Ancon. Pero el13 de Junio no era conocida en Chile la fórmula Hughes. Aquella fórmula llegó a los diarios tan pronto como fué propuesta y los señores Senadores no pueden sostener que no conocieron las negociaciones sobre la base que he indicado. Muchos de los señores senadores que me escuchan no pueden sostener que esa fórmula importaba salirse del Tratado de Ancón, porque ella estuvo en sus mano~, en la Presidencia de la República, o en mi despacho de Ministro, cuando Ss. Ss. revisaban los telegramas respectivos. Sólo ahora han venido a salir las críticas a esa fórmula; sólo ahora se ¡.¡ - 114 - dice que contraría los términos del Tratado de Ancón!! De manera que, rectificándome en una parte de lo que dije en primera hora, afirmo en este momento que muchos señores Senadores comparten con el Ministro que habla la responsabilidad de haber violado el Tratado de Ancón, si es que tal violación absolutamente desprovista de fundamento, pudiera seguir.::;einvocando. En la buena compañía del Secretario de Estado Americano, en la buena compañía de los señores Aldunate So·· lar e Izquierdo, en la buenacompañíŒ de toda una documentación ya bien conocida por el Senado, yo sostengo ha]! con lCf¡misma fe y la m~sma confianza de los primeroB momentos que el arreglo de Wáshington er·dá dirigido al cumplimiento exacto del Tratado de Aneón. Ahora, señor Presidente, quiero entrar a ocuparme en otro concepto muy socorrrido en el curso de estas debates, que consiste en afirmar que el Gobierno de Chile ha quebrantado la política tradicional en orden a rehusar sistemáticamente el arbitraje y en ilSpecial el arbitraje sobre las condiciones en que debe verificarse el plebiscito. Cuando en su nota de 18 de Diciembre el Canciller Peruano, señor Salomón, respondía a la invitación del Gobierno de Chile para celebrar el plebiscito y proponía la concertadón de - 115 - un arbitraje para resolver las dificultades pendientes, comprendimos que había llegado el momento de pronunciarse acerca de si era aceptable el arbitraje para la única cuestión pendiente que teníamos con el Perú, es decir, para la fijación de las cláusulas pleoiscitarias. Se invitó, entonces, a una reunión a los miembros de las Comisiones de Relaciones de amoas Cámaras ya los jefes de partidos políticos y en esa reunión el Gobierno fué autorizado para manifestar que no reuiría el arbitraje sobre la concertaeión de las formalidades plebiscitarias. Se ha hecho a mi entender una confusión lamentable entre la lucha sostenida por nuestro país en contra del arbitraje obligatorio en los diversos Congresos Internacionales y la aceptación de este arbitraje pal'ticntar, (~onC}'etoJI voluntario para la fijación de las cláusulas plebiscitarias. Era natural que rechazáramos la suscrición de un pacto que sometía a arbitraje todas las cuestiones que pudieran surjir en el futuro, antes de concretarse esas cuestiones y antes dL' saber el carácter que ellas habrían de revestir; pero nunca hemos rehusado por sistema el arbitraje para una cuestión concreta, de contornos perfectamente definidos, que resiste, a pesar de todos los esfuerzos, a un acuerdo directo entre las partes interesadas. - 116 - Recordar las resistencias al arbitraje obligatorio y compulsivo como principio determinante de las relaciones entre los pueblos, en presencia de la solicitación del arbitraje de los Estados Unidos para una cuestión especialmente precisada en el Protocolo, es confundir lamentablemente los términos de dos problemas absolutamente distintos. Por lo demás antes que esta Administración, la Administración pasada había aceptado un principio de arbitraje amplio, sin restricciones, del que no podemos prescindir, yen frente del cual yo me habría explicado la rememoración de los hechos que se han traído al debate con motivo de la discusión del protocolo de Wáshington. En efecto,-los artículos 12 y 13 del Pacto de la Liga de las Naciones establecen lo siguiente: "Art. 12.-Los miembros de la Li"ga convienen, para el caso de surjir "entre ellos cualquier desacuerdo ca"paz de conducir a una ruptura, en so· "meter el asunto al arbitraje o al estu"dio del Consejo, y en no recurrir a la ••guerra en ningún caso sino despúes de •'tres meses, a contar del fallo del árbi"tro o del dictamen del Consejo. "En todos los casos a que se refiere "este artículo, el fallo de los árbitros "deberá ser expedido dentro de un pla"zo razonable y el dictamen del Consejo "se expenderá dentro de los seis meses - 117 - "siguientes a la comunicación de la ,. divergencia . .,Art. 13. -Siempre que surja entre "los miembros de la Liga una diver"gencia susceptible, a juicio de los mis"mas, Je una solución arbitral, y ésta "no pueda ser salvada en forma satis"factoria por la vía diplomática, di"chos miembrus se comprometen a so"nwter toda la cuestión al arbitraje: "Se declara que las divergencias "referente.'; a la interpretacirín de un "Tratado, a cualquier materia de de"recho internacional, a la verificación "de cualquier hecho-que en caso de "comprobarse-podría constituir una "violación de algún compromiso inter"nacional, a la extensión y naturaleza "de la reparación que debe darse por "cualquiera violación de esa clase, fi"guran entre aquellos Que en general "son susceptibles de arbritrajes. "Será Corte de Arbitraje para co"nacer de la causa la convenida por "las partes o la estipulada en anterio"res convenciones. "Los miembros de la Liga se com"prometen a cumplir con toda buena "fe los fallos que se expidan y a no ,'recurrir a la guerra contra algún "miembro de la Liga que cumpla con "ellos. Si no se diese ejecución al fa"Ha, el Consejo propondrá las medidas "que deben asegurar su cumpli"miento. " Después de establecido estos princi- - 118 - pios parece bien difícil que se pretenda hacer cargos a la administración actual por haber concertado un arbitraje eligiendo voluntariamente el árbitro y concretando en términos precisos la cuestión que a este debe serIe sometida! La invitación americana de 18 de Enero estaba fundada claramente en dos hechos fundamentales. El primero era el respeto al Tratado y el segundo la voluntad manifestada por las dos pal'te.~ de recurrir al arbitraJoe para resolver las dificultades derivadas de las cláusulas no cumplidas de dicho Tratado. La invitación americana, pues, aceptada sin condiciones por los dos países, fué un compromiso de arbitraje para saber sobre qué bases habría de verificarse el plebii::cito. Tengo que deplorar. señor Presidente, que, lejos de haberse manifestado en ese entonces oposición alguna, ni pública ni privadamente a la actitud del Gobierno; que, lejos de haber merecido el envío de la Delegación a Wáshington objeciones de ninguna clase, como las que ahora se formulan, se nos hubiera hecho llegar por todos los medios en aquella oportunidad las manifestaciones más explícitas de con· gratulación por la forma en que SE iban conduciendo las negociaciones. En un libro en que he reunido los documentos de esta gestión diplomá- - 119 - tica, he tenido el gusto de incluir editoriales de los tres grandes diarios de Santiago, en los cuales estos voceros de la opinión se congratulan en términos efusivos por la aceptación de la invitación americana. "Ha hecho bien el Gobierno de Chi"le - dice La Àación-en apresurarse "a manifestar que aceptará sin tar"dam;:;a la invitación que se le dirija; "ella coincide con sus anhelos en esta "materia y pondrá, sin duda, de su "parte, todo el empeño que sea me"nester para alcanzar un éxito satis"factorio para la paz en las negocia"ciones de Wáshington". No puedo yo hacer la ofensa a los hombres públicos de este país, a quienes el pueblo ha confiado la fiscalización de los actos del Gobierno, de pensar que no hayan reparado entonces en que la invitación americana llevaba envuelto un compromiso de arbitraje. Pero, la verdad es, señor Presidente, que pasó el tiempo y nunca oímos observaciones en contra del Gobierno por el hecho de declarar su propósito de someter a arbitraje la fijación de las condiciones del plebiscito. Ahí están, para que no me dejen mentir, las cuatro fórmulas chilenas de 27 de Mayo, girando todas en torno, directa o indirectamente, de este principio: el arbitraje sobre las cláusulas plebiscitarias. 120 -- "1.C La negociación HuneeuR- Vale"ni; "2. o La contra-proposición presen"tada por el señor Porras, como Mi· "'nistro de Relaciones Exteriores del "Perú, a la Legación de Chile en Lima "con fecha 5 de Noviembre de 1909. "conjuntamente con las modificaciones "que propongan los delegados de "Chile' , "3. Someter desde luego a arbitra'lie todas las condiciones plebiscitarias "sobre las cuales no haya habido "acuerdo anteriormente entre los dos "Gobiernos, o sobre los cuajes haya "habido acuerdos contradictorios; "4. () Entrar a discutirIas bases ple"biscitarias sin referencia a ninguna "de las negociaciones anteriores, sofi "metiendo las divergencias a arbi- "traje" . No tuvo, señor Presidente, el Gobierno, entonces la suerte de oír opiniones contrarias a este paso gubernativo. Más tarde, el 7 de Junio, el Gobierno proponía la siguiente fórmula: "Coincidiendo con el propósito ma"nifestado por la Delegación peruana "en orden a "buscar la manera de dar "cumplimiento al artículo tercero del "Tratado de Ancón" y considerando "que la proposición primera de su fór"mula sujeta al evento de una elimi"nación del principio jurídico de con"sulta a la voluntad de los habitantes - 121 - "de Tacna y Arica para resolver sobre "la soberanía definitiva de esos terri"torios. en circunstancia en que esa "consulta está impuesta por el derecho "universal y convenida en un Tratado "cnya vigencia y respeto integrales "fueron la base de la invitación ame"ricana, el Gobierno de Chile acepta "la tercera proposición de la fórmula "peruana, y propone al Gobierno de "Estados Unidos para que fije la.forma "en que debe hacerse la consulta ple- "biscitaria" . Tampoco tuvimos la suerte de oír impugnaciones sobre el arbitraje de las cláusulas plebiscitarias. Yo me he quedado un poco sorprendido, señor Presidente, al oír de boca del H. Senador por Valdivia tantas y tantas limitaciones con que S. S. aceptaría hoy el arbitraje. Hablando el señor Yáñez en su citado memorándum sobre la Sociedad de las Naciones Latino Americanas, de la fórmula Bryan y del plan \Vilson, a los cuales discierne sus mejores aplausos, dice: "Este concepto, sin duda, llevó a "Bryan a la idea del establecimiento "de comisiones de investigación, en"cargadas de estudiar los conflictos "internacionales, de apaciguar las "pasiones, casi siempre irreflexivas "que ellos levantan y de restablecer "la cordialidad, que es el camino se- - 12~- "guro de llegar al arreglo directo o al , 'arbitraje. "No se ha hecho una publicación "oficial de las bases propuestas, ni de "las gestiones practicadas ante los ,: Gobiernos de América para obtener "su aceptación. Pero, las declaraciones "hechas en Wáshington por el propio "Presidente y por el Secretario de "Estado, señor Lansing, permiten "juzgarIo con suficiente exactitud. SE "busca sencillamente en él la solución "definitiva de todas las cuestiones dE' "límites o territoriales pendientes er: "América y el arreglo de las dificulta·· "des posteriores por medio drl proce .. "dirniento de investigación y de arbi·· "traje, para establecer, así, sobre "bases s9lidas, la mútua garantía d(~ "integridad territorial y de indepen·· "dencia política de las naciones de "América, baio la forma republicana "de Gobiernor,. Parece que entonces el arbitraje era tenido como menos peligroso por S. S. No tienen, a mi juicio, razón los impugnadores del protocolo cuando sostienen en estos momentos que no debe pactarse el arbitraje sobre las cláusulas plebiscitarias. He demostrado que han podido han debido detener la acción gubernativa, que en este punto era absolutamente pública, antes de que se hubie- - 123 - ran firmaùo los acuerdos de Wáshington. Por otra parte, señor Presidente, cuando hay plena confianza en los derechos y en la posición de un país, el arbitraje no es una amenaza para nadie. Recuerdo a este respecto un iI,1forme con indicaciones muy interesantes que pasó al Gobierno de Chile su Ministro en Francia en el año pasado, el distinguido hombre público don Maximiliano Ibáñez. Se ha citado ese informe un poco misteriosamente, y yo puedo afirmar aquí que en él el señor Ibáñez recomienda exactamente la política que ha seguido el Gobierno; el sometimiento a arbitraje de las cláusulas plebiscitarias cumplidos ciertos requisitos que el Gobierno considera cumplidos. El plebiscito se hará sobre las bases que fije el árbitro. Nadie discute que la fórmula acordada en Wáshington traerá como resultado el plebiscito. Tengo a la mano un editorial de "La Nación" del lO de Julio, muy interesante, muy erudito, en el cual se pueden leer frases como éstas: "Hemos creído siempre que por un camino o por otro el plebiscito es ineludible". De manera que estamos discurriendo sobre la base de que con unas o con otras palabras, el acuerdo de Wáshington significa el advenimiento del plebiscito. - 124·- Si se examina con serenidad el acuerdo de Wáshington, tiene que llegarse invariablemente a esta conclusión. Este acuerdo no significa· otra cosa que el sometimiento a arbitraje de las condiciones del plebiscito, porque en uno de los artIculas· del acta complementaria se establece que si se declara procedente el plebiscito, el árbitro fijará las condiciones en que deba realizarse. Ahora bien, declarado improcedente el plebiscito, ¿qué hará el árbitro? N o hará nada. La declaración de improcedencia del plebiscito pone inmediatamente, ipso jure, por decir aSÍ, fin a su misión. ¿Cuál es, entonces, la labor del árbitro? Exclusivamente fijar las condiciones del plebiscito. Más aún, señor Presidente, se ha insertado en el acta complementaria, a exigencias de la Delegación Chilena, una limitación especial de las facultades del árbitro. Los Delegados del Perú resistieron enérgicamente esta limitación, y fué la Delegación de Chile la que, después de tres o cuatro días de lucha, logró poner una fórmula que limitara expresamente esas facultades. Este ha sido nuestro punto de vista fundamental. Declarada la improcedencia del plebiscito, ¿perderíamos nuestros deretras sobre los territorios de Tacna y Arica? - 125 - No, señor Presidente. Declarada la improcedencia del plebiscito, quedarán intactos nuestros derechos sobre ellos y no sufrirá en nada nuestra soberanía; pues, según los términos del Protocolo, el árbitro no podrá alterar la situación actual, ni siquiera mover al último empleado de la Aduana de Arica, puesto allí por las leyes y las autoridades chilenas! Se alarma vivamente a la opinión pública, con argumentos como éste: •'según sean las bases que fije el árbitro, para el plebiscito, ganaremos o nó .. " El plebiscito es una institución de Derecho; no es una cosa informe suceptible de tomar los contornos que a Lina persona se le ocurra darle en un momento dado. El plebiscito tiene, puede decirse, forma en el Derecho positivo de las .naciones. No es una cosa extraterrena ... ! Un GobiernQ consciente ha tenido perfecto derecho para calcular el plebiscito sobre todas las bases posibles incorporadas a la letra del Derecho Internacional, no sólo en los libros, sino en los Tratados y en todas las fuentes del Derecho. Sobre esas bases hay que discurrir. Lo demás es hacer argumentaciones para públicos gruesos. Llamo la atención a que el acta complementaria somete al árbitro si el - 126 - plebiscito es procedente en las "circunstancias actuales". Se alarma a la opinión pública sin embargo, afirmándole que el árbitro puede decir que el plebiscito es procedente, pero que es necesario atenerse á circunstancias pasadas. E3to no está en el arbitraje. O dice el árbitro que es procedente el plebiscito "en las circunstancias ac~ tuales", o dice que es improcedente. La primera posición es nuestra tesis; la segunda no amaga nuestros actuales derechos. Muchas informaciones pesimistas se dan sobre la circunstancia de que podemos perder el plebiscito, ¿pero quién da esas informaciones? ¿Se trata de personajes que hayan vivido por allá, que hayan viajado al interior de esa~ regiones, que hayan hecho cálculos o que estén en posesión de otros antecedentes parecidos a aquellos de que dispone el Gobierno? Nó, señor Presidente: se trata de simples conjeturas, de simples pensamientos que nada valen ante la afirmación positiva del Gobierno acerca de que tiene plena confianza de que la voluntad de los habitantes de aquellas provincias reflejará la gratitud que ellos deben a nuestro país. Yo no puedo aceptar que la afirma ción de personas que, con inquietud patriótica, seguramente, se creen autorizadas para dar opiniones pesimistas, prime sobre hechos concretos, de - 127 - carácter positivo, en los cualLs se ha basado y se base la acción diplomática del Gobierno. El señor CLARO SOLAR (Presidente).--Como ha llegado la hora, quedará el honorable Ministro con la palabra para la sesión próxima. ~esiÚu Ol'(liual'ia ('U 411(' Agosto dI' lD22 El señor CLARO SOLAR (Presidente). --Continúa la sesión. Puede seguir usando de la palabra el señor Ministro de Relaciones ExterIores. El señor BARROS J ARPA (Ministro de Relaciones Exteriores).- Terminaba mi discurso de ayer, señor Presidente, llamando la atención del Honorable Senado hacia la forma en que algunos impugnadores del acuerdo tratan de alarmar a la opinión pública del país, hat.:iéndole creer que el plebiscito es una contingencia incierta, de probabilidades muy remotas, y que importa. en cierto modo, un golpe de suerte, una especie de juego de azar en los destinos de la República. Puede tener una explicación esta inquietud de algunos de nuestros hombres públicos que vienen figurando en la política desde hace muchos -128- años. Directa o indirectamente, ellos han intervenido en el manejo de las relaciones exteriores de este país y creerán. saber que se ha descuidado sobre manera el deber patriótico impuesto a los gobernantes de Chile por el Tratado de Ancón, de realizar en el más breve transcurso del tiempo la acción nacionalizadora necesaria en Tacna y Arica para que la consulta popular nos sea ampliamente favorable. Sus Señorías tendrían hoy dudas, por haber vivido todo el tiempo de la política chilena en que puede no haberse cumplido con el deber de producir la nacionalización definitiva de aquellos territorios, y Sus Señorías tienen derecho para defenderse de esa responsabilidad, si ella les incumbe, condenada en términos tan enérgicos por don Luis Aldunate en su libro sobre los Tratados del 83, cuando decía: "No imaginaron por un sólo instante los negociadores chilenos que sus esfuerzos habrían de esterilizarse ante la actitud de absoluta pasividad de las distintas administraciones que se han sucedido en el Gobierno de la República, en presencia del problema de Tacna y Arica". Comprendo, pues, señor Presidente, que entre otra de las impugnaciones al acuerdo de Wáshington se haga la de que yo no he vivido la historia diplomática de este país. Pero permí- - "129 - taseme la inmodestia de decir que en la cuestión del problema de Tacna y Arica, prefiero con mucho no haber vivido la historia diplomática que otros han vivido ... ! Hemos ido con la plen:]. conciencia de nuestros derechos a pedir a un árbitro que fije las condiciones serias y honorables en que Ia consulta popular debe realizarse. No es, entonces, ni siquiera respetable el argumento que se hace en el sentido ne que no hemos debido pactar este arbitraje, porque bien puede ocurrir que la voluntad se manifieste en terminas contrarios a nuestro país. Según esto, todafórmula de justicia, reconocida yace ptada en el trato de los pueblos libres, sería indigna de aceptación, porque en ellas hay siempre una eventualidad que temer, ya que de otra manera no habría litigio ni habría cuestión. Según esta doctrina no de bimos haber nunca pactado ningún arbitraje en la historia diplomática de Chile; ni ningún particular debe jamás acudir a los tribunales en demanda de la declaración de un derecho. Pero se olvida, señor Presidente, que hay una honestidad internacional, así como hay una honestidad privada. No seré yo, por cierto, el hombre que recomiende para mi país la posición de un individuo que se encuentra en perpetua fuga de los tribunales ... - 130 ,- Una persona respetable me decía hace pocos días que todas las inpugnaciones al Protocolo las encontraba baladíes y que lo único que esperaba era que yo lo convenciera de que el plebiscito iba a ganarse. ¡Cuánto he trabajado yo, señor Presidente, por llevar este convencimiento a algunos hombres! Pero siempre me encuentro con la opinión pesimista de los políticos del pasado. Tal vez Sus Señorías dicen: si nosotros no sabemos que se haya hecho nada en este sentido; ¿cómo es posible que se vaya a ganar el plebiscito? Pero no se necesitaba crear en Tacna y Arica artificialmente una población que fuese capaz de darnos el triunfo en el plebiscito. Lo que. se necesitaba era organizdr una administración e1Îciente, un orden de cosas respetable que estableciese el interés de todos los habitantes de aquella región para mantener la bandera chilena fl.ameando sobre ella. Renuncio, desde luego, a convencer con datas perfectos a las personas qUE deseen tomar un conocimiento exacto de nuestra situación plebiscitaria en Tacna y Arica. Comprendo que no habría otro procedimiento para obtener este objeto que el de traer a Santiago a toda la población de aquellos territorios. Yeso no se puede desgraciadamente hacer ... Si Sus Señorías quieren aplicar la ab- - 131 - surda teoría de no concertar el plebiscito mientras no adquieran el convencimiento profundo de que el plebiscito es nuestro triunfo, más vale que 1'e-· nuncien inmediatamente a la solución del problema. Es bien curiosa esta nueva táctica internacional que se recomienda calurosamente al Gobierno. Se parece a aquella táctica de Luis XIV, que describe irónicamente Macaulay en los siguientes términos: "Porque como estuviera siempre temerosa la majestad del gran Rey de comprometer la magnificencia de su oficio, nunca puso cerco a plaza fuerte alguna sin que sus generales más peritos le asegurasen de antemano que tardaría poco en capitular y rendirse; y cuando se persuadía de que así debía suceder, daba la vuelta del teatro de los sucesos, y con peto y espaldar y casco en la cabeza presidía consejos de guerra en su tienda de campaña, dictaba las cláusulas de la capitulación, recibía las llaves, y después regresaba ufano a Vel'salles para que le dijeran sus aduladores que Turena fué vencido en Marienthal, que Condé hubo de levantar el cerco de Arras, y que el único general a quien nadie hubiese vencido era Luis El Grande." No me tienta, señor Presidente, la táctica de Luis XIV! A los hombres que con la vista pues- - 132 - ta en su propia responsabilidad pierden el sueño porque el plebiscito puede sernos desfavorable en Tacna y Arica, les pregunto yo ¿por qué el Perú no quiere ni oír hablar de plebiscito? ¿Por qué todo su afán es situar la discusión en otro terreno? Es que el pesimismo de Sus Señorías no es correlativo de un optimismo peruano; en cambio, el optimismo del Gobierno es correlativo de un pesimismo peruano. Para terminar este punto, deseo leer unos párrafos de un trabajo que acaba de concluir el Asesor del Ministerio de Relaciones Exteriores en los asuntos de Tacna y Arica, don Luis Arteaga, en los que consigna su opinión personal, abonada por 14 años: de servicios públicos, y vida en aquellos territorios, que demuestra la confianza de los hombres conocedores de esta materia, en los resultados del plebiscito. "Tenemos una fe profunda y razonable en que el plebiscito habrá de favorecer las aspiraciones de Chile. No hay recuerdo de que el país ocupante haya perdido un plebiscito en que cifraba su interés." . "Las provincias de Tacna y Arica han palpado los esfuerzos del Gobierno de Chile por llevar hasta ellas la mayor suma de bienestar en todos los órdenes de la civilización contemporánea; han disfrutado de to~as ~~s seguridades -que nuestra leglslaclOll - 138 - proporciona, de todas las ventajas de una~administración providente que se ha singularizado en atenderIa. En cambio, saben también, que el Perú las había abandonado hasta el extremo de ponerlas en el trance de apetecer una soberanía extraña." Por eso en el Perú no se quiere hablar de plebiscito. Y si allí se aceptó la fórmula que habrá de conducirnos a él, ello debe atribuirse a la eficacia insuperable que tuvo nuestra iniciativa y a la necesidad urgente en que el Perú se encuentra de conseguir la colocación de un empréstito de cincuenta millones de dólares en Estados Unidos, a fin de tonificar su anémico régimen financiero." . "Factor decisivo para el éxito que se persigue son ya, de hecho, los cuantiosos intereses chilenos radicados en aquella provincia, por los capitales extranjeros que en gran suma allí se han nacionalizado, por las industrias florecientes que allí viven al amparo de nuestra libertad, por el comercio que prospera de día en día al abrigo de nuestras leyes protectoras y por el conglomerado social que se informa, se impregna y palpita en la existencia de nuestra propia nacionalidad." "Mi permanencia durante catorce años al frente de la Gobernación de Arica me da títulos, basados en la observación de visu para afirmar que todo eso es verdad y carne de vida; Il - 134 - para afirmar que la voluntad de aquellos territorios sueña con incúrporar esas provincias al consorcio de sus hermanos del Sur; para afirmar que no podemos abrigar temores respecto al resultado del plebiscito; para decir, en una palabra, que seremos, o más bien, que seguiremos siendo los únicos y exclusivos soberanos de Tacna y Arica, conservando así íntegramente la herencia que nos legaron nuestros héroes en el testamento inmortal escrito con su sangre generosa." Creo haber demostrado que al aceptar el arbitraje sobre las cláusulas plebiscitarias, hemos dado una demostración de nuestro sincero propósito de alcanzar un arreglo, de nuestra plena confianza en la justicia que nos asiste, y de la absoluta tranquilidad con que aceptamos la resolución de un árbitro ecuánime y prestigioso, como el Presidente de los Estados Unidos de América. Creo haber demostrado también que, al pactar el arbitraje sobre las cláusulas plebiscitarias, el Gobierno ha obrado con perfecto conocimiento del Parlamento, con la consulta expresa de las Comisiones de Relaciones Exteriores de ambas Cámaras y con la aceptación incondicional que este punto de vista merece al Congreso N acional y al país, desde el momento en que comprometió ese arbitraje en la nota de 20 de Diciembre al Gobier- - 135 - no del Perú; lo comprometió después al aceptar la invitación americana y nunca se levantó en el Congreso una sola voz que impugnara la actitud del Gobierno en este sentido. Entro ahora, señor Presidente, a ocuparme en otra de las impugnaciones fundamentales que se hacen a los acuerdos de Wáshigton; en otra de las im pugnaciones que más han merecido la atención de los oradores que han intervenido en este debate. Me refiero a la concertación del compromiso para solicitar, en el caso eventual de que fuese declarado improcedente el plebiscito, y para negociadones posteriores, los buenos oficios de los Estados Un idos. Hagamos la historia de este asunto para comprender en toda su importancia el carácter de esta prescripción del arreglo de Wáshington. La fórmula Hughes, en su versión primera, contenía desde luego, el punto -de someter al arbitraje si el plebliscito procedía o no. Para el caso negativo, de- que el árbitro se pronunciase a favor de la improcedencia, se determinaría libremente por las partes y en negociaciones posteriores, la disposición del territorio. La cuestión, en estos instantes, y en relación con los buenos - 136 - oficios; la impugnación fundamental, se puede concretar así: la fórmula primera hablaba de negociaciones libres; la fórmula definitiva habla también de estas negociaciones libres, pero concerta desde luego los buenos oficios para el caso de que no se logre obtener un acuerdo . • No está de más decir, para los efectos"'de hacer más llevadero el madero de las contradicciones que algunos Honorables Senadores han querido echar sobre mis hombros, que esta fórmula Hughes en que se somete al arbitraje la cuestión de si el plebiscito procede o no, fué dada a conocer casi tan pronto como fué recibida por el Gobierno, a hombres bien respetables; y el Gobierno tuvo la suerte de contar con ~l apoyo caluroso, con la adhesión cordial de todos ellos. No puedo dejar de citar estos nombres, porque soy amigo de dejar las cosas en su debida posición y porque no tendría yo el derecho de no hacerlo, desde el momento en que estoy cierto de que los señores Senadores, dueños en absoluto de sus opiniones, sabrán explicar en el momento dado Il! causa de su ~dhesión de entonces, de su adhesión o de su rechazo actual para el acuerdo de Wáshington. S. E. el Presidente de la República, comprendiendo la importancia que tenía en el curso de estas negociaciones someter al arbitraje si el plebiscito - 137 - procede o no, y comprendiendo también que si esta fórmula no encontraba acogida.en el Congreso, era fácil ob.. tener una salida que no nos expusiese a contingencias desagradables para más tarde, invitó a su despacho a varios señores Senadores y visitó a otros, con el objeto de consultarias. Recuerdo desde luego que una de las person-as que se entrevistó con el Excmo. señor Alessandri fué el Presidente del Senado, don Luis Claro Solar; recuerdo también al señor Presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores, señor don Gonzalo Búlnes, y a los señores miembros de la Comisión, don Alberto 'González Errázuriz, don Silvestre Ochagavía y don Guillermo Rivera. El señor BULNES.-Yo desearía que el señor Ministro dijera qué contesté a S. E. el Presidente de la República. El señor BARROS JARPA (Ministro de Relaciones Exteriores).-Su Señoría contestó con la más calurosa aceptación. El señor BULNES.-No, señor. El señor BARROS JARPA (Ministro de Relaciones Exteriores).-Sí,. señor; y recuerdo que en conferencia celebrada conmigo Su Señoría manifestó sus preferencias porque el árbitro declarara improcedente el plebiscito. El señor BULNES.-Su Señoría sabe muy bien que yo no he sido nun- - 138 - ca partidario de un arbitraje amplio sobre el plebiscito .. El señor BARROS JARP A (Ministro de Relaciones Exteriores).--Su Señoría no ha sido partidario del plebiscito y ha escrito sobre este punto palabras que reproducen todos los escritores ptruanos con gran perjuicio para la defensa del país. El señor BULNES.-Este l)unto IÓ exclareceré después. Yo revehré a la Cámara el pensamiento que emití en la Moneda. Desde que se planteó estt? problema delante de treinta o más personas, que fueron convocadas para oír los detalles del giro de la negociación ya avanzada en ese momento, manifesté al Presidente de la República, con todo el respeto que le debo, que la negociación no me parecía bien, porque conducía fatalmente al arbi· traje. Invoco sobre la exactitud de este recuerdo a los señores Rivera, Enriqut! Zañartu y González Errázuriz, que asistieron a esa reunión y que me han at;ltorizado para invocar su testimo .. mo .. El señor CLARO SOLAR (Presiden·· te).-Excúseme el Honorable Senador por Malleco; yo le ruego no interrumpa al señor Ministro. El señor Ministro está dando lectura a un discurso meditado; Su Señoría lo r~ctificará en la forma que crea conveniente y para ello tendrá oportunidad. - 139 - El señor BARROS J ARPA (Ministro de Relaciones Exteriores). - No es exactamente efectivo, señor Presidente, que esté dando lectura a mi discurso, porque a estas alturas ya se me han concluído los apuntes. Se consultó además a los señores Silva Cortés, Zañartu don Enrique y don Héctor, Huneeus ... El señor HUNEEUS.-A mi turno estableceré que no he sido consultado. El señor CLARO SOLAR (Presidente).-Ruego al Honorable Senador por Santiago que no interrumpa al señor Ministro. El señor ZAÑARTU (don Enrique). -y yo sigo siendo partidario de la fórmula Hughe§. El señor ZANARTU (don Héctor). -y yo también. El señor BARROS JARP A (Ministro de Relaciones Exteriores).- Yo espero. con mucha curiosidad las declaraciones que los Honorables Senadores quieren hacer; porq.ue ya que Sus Señorías no me favorecIeron en el momento oportuno con una opinión para poner término a estas gestiones que Juzgan tan peligrosas para el país, aun cuando ya, sea tarde, siempre agradeceré los consejos que en la hora de la agonía quieran darme los Honorables Senadores. Después de la fórmula Hughes, no he hecho declaraciones en el Senado, d'e modo que el voto que ,se propuso - 140 - en la sesión de ayer se refiel'e a declaraciones hechas con anterioridad a la fórmula Hughes, Ese voto se funda, sin embargo, en que mis declaraciones en orden a perseguir el exacto cumplimiento del Tratado de Ancón no han sido consultadas en el arreglo definitivo; es decir, ese voto afirma que el arreglo definitiv0 va en contra del Tratado de Ancón. Pero yo me pregunto: cuando Sus Señorías conocieron la fórmula Hughes, ¿por qué no llamaron la atención sobre estas contradicciones? No cabe a este respecto sino una disyuntiva: o Sus Señorías no observaron contradicción alguna o a Sus Señorías ha venido a preocuparles un poco a última hora la integridad del Tratado de Ancón. En fin, señor Presidente, mi ánimo es referirme a los buenos oficios, y voy a concretarme a estudiar el aspecto jurídico de esta institución, Después de propuesta y aceptada la fórmula Hughes por el Gobierno de Chile, fué propuesta al Gobierno del Perú. Diecinueve días mediaron entre esta proposición hecha por Mr. Hughes al Presidente de la Delegación peruana señor Porras y la respuesta de éste, aceptándola. En el curso de esta mediación tan sostenida y tan intensa, el Presidente de la Delegación peruana visitó muchas veces al Secretario de Estado con el objeto de expresarle que el pens~- - 141 - miento de su Gobierno era favorable a la fórmula en caso de que, si se declarase improcedente el plebiscito, los Estados Unidos, como árbitro, resolverían la nacionalidad de los territorios. El Secretario de Estado se negó a transmitir esta fórmula al Gobierno de Chile. Debió seguirse con este motivo un cambio de cablegramas entre el señor Porras y su Gobierno, y en toda la América, en Estados Unidos, en Lima, en Santiago, en Buenos Aires, hubo entonces la idea de que el Perú rechazaba la fórmula Hughes. Pero en los últimos días de esta época de meditación, se presentó el ,señor Porras a dar una respuesta, y decl~ró que aceptaba la fórmula, siempre que pudiera cerciorarse de que Chile no rehuiría los buenos oficios de los Estados Unidos si ellos incidían en las negociaciones eventuales y posteriores. El Secretario de Estado llamó a nuestro Embajador y lo impuso de esa respuesta. Cuando el señor Mathieu nos dió cuenta de esto, nos encontramos, señor Presidente, en presencia de una institución que, como no hay muchas en el Derecho Internacional está reglamentada por una legislación positiva, que es una ley para Chile, que es una ley para el Perú, así como también lo - 142 .- es para los Estados Unidos y que consta en los artículos 3. o y 6. o de los acuerdos tomados en la Convención de La Haya, celebrada en 1899, y que fué ratificada en el año 1907: lOB buenos oficios. Es de advertir que a la primera Conferencia de La Haya no fueron invitados los países suramericanos y que, para poder concurrir a la segunda Conferencia, fué necesario que prestaran previamente su aprobación a los acuerdos por ella tomados acerca del arreglo pacífico de los conflictos internacionales. Esos artículos dicen: "Art. 3. u Independientemente de " ese recurso las potencias signatarias " consideran de utilidad que una o " varias potencias ajenas al conflicto " ofrezcan, por su propia iniciativa, "en cuanto las circunstancias se " presten a ello, sus buenos oficios o " su mediación a los Estados entre los ., cuales existe el conflicto. "Las potencias ajenas. al conflicto "tendrán el derecho de ofrecer los " buenos oficios o la mediación aun " durante el curso de las hostilidades. "El ejercicio de este de'recho no po" drá nunca ser considerado por nin"guna de las partes contendientes " como acto poco amistoso. "Art. 6. o Los buenos oficios y la " mediación, sean a petición de las " pm'tes que se hallen en conflicto, sean " por iniciativa de las potencias aienas - 143 - " a él, iendrán exclusivamente el ca" rácter de consejo y no tendrán nunca " fuerza obligatoria". Es decir, señor Presidente, se nos consultaba, ni más ni menos, acerca de si estaríamos o no dispuestos a respetar un Convenio internacional; se nos preguntaba si el Gobierno de Chile no incurriría en la debilidad de negarse a respetar el derecho de los Estados Unidos reconocido en este pacto, para ofrecer, en el tiempo que creyera conveniente, sus buenos oficios a los Gobiernos de Chile y el Perú. Por eso no vacilamos un instante. Comprendimos que la diplomacia peruana podía tener la idea de hacer fracasar los acuerdos; que aquí en Chile existía cierta nerviosidad y que bastaría cualquiera cuestión de palabras para que nosotros pusiéramos una piedra en el camino abierto por nosotros mismos y por el cual seguíamos hasta ese instante victoriosamente. Por eso dijimos que aceptábamos plenamente el ofrecimiento de los buenos oficios de los Estados Unidos si ellos venían, porque a ello estábamos comprometidos en un pacto illternacional, al cual, como a todo acto internacional garantizado con la firma del Gobierno de Chile, le prestábamos la plena fe, la plena autoridad que da una firma honorable puesta al pie de un compromiso serio. ·- 144 - Se ha dicho y se ha argumentado mucho, a mi juicio, contando demasia~ do con la poca devoción que hay en Chile por los estudios internacionales, que los buenos oficios en este caso, tal vez por haber sido Chile el que los ha pactado, tienen el carácter de un arbitraje. Es frecuente oír en los clubs, en las calles, en los centros donde se juntan varias personas que los buenos oficios es una ratonera. ¡Qué error! señor Presidente. Yo quiero dar a conocer los telegramas originales sobre esta materia, para que vea el país, junto con el Senado, cuál fué el carácter en que nos fueron ofrecidos estos buenos oficios. Y quiero explicar, en seguida, cuál es el carácter que los buenos oficios tienen en la historia y ante los autores más eminentes de Derecho Internacional en el mundo. El día 7 de Julio recibimos el siguiente cablegrama de nuestro Embajador en Estados Unidos referente a esta cuestión. , 'El Secretario de Estado me llamó " hoy Jueves para decirme que, como "resultado de las consultas de la " Delegación peruana a Lima, había " estado Porras a ver lo, significándole " que el Perú se resolvería a abandonar " su exigencia de arbitraje en las ." turas e hipotéticas negoc·iaciones con " Chile consecuenciales a la declaración ru- - 145 - " " " " " " del árbitrO' de nO'haber lugar al plebiscita en casa de quedar establecida alwra, en alguna forma, que ambas países aceptarían en dichas negaciacianes las buenos aficios del Gabierna de Estadas Unidas". Llamo l:;¡atención, Honorable Presidente, hacia el hecho de que para hablar de los buenos oficios fue necesario que la Delegación peruana expresara categóricamente que abandonaba su pasición de exigencia del arbitraje para las negociacianes pasteriares. Sostener por eso que los buenos oficios son el arbitraje, es desde luego desco~oc~r la historia fidedigna de las negocIaCIOnes. El cablegrama continúa: "Hughes me explicó que sometía "el punto a nuestra consideración, " est1manda que nO' alteraba en el " fonda nuestra situación en el casa " cantemplada, desde que mantendría" mas nuestra libertad pœra acager a " rechazar, llegado el eventO',cualquie" ra fórmula a salución que se prapu"siese; que se trataba de buenos " oficios, tal como los que él estaba " ejercitando en estos momentos, sin " cam¡Y1'omisaparaninguna. Hughes se "esforzó por persuadirme que la "concesión era más aparente que "real, que no tenía significación al" guna para la situación en que íba" mas a quedar en el evento contem10 - 146 - " pIado, y concluyó pidiéndome que lo " consultara a US." . Nosotros contestamos, interesados vivísimamente en el éxito de la nego·· ciación, en los siguientes términos: "Julio 7.-Contesto el telegrama "N. 113. - Como signatarios del " Convenio para arreglo pacífico de " conflictos internacionales suscritos en " La Haya en 1899 y 1907 (artículos " 3.° y 6.°), no podríamos rehuir los " buenos oficios de los Estados Unidos, "si el curso de las negociaciones " posteriores entre Chile yelPerúacon" sejara a aquél ofrecerlos.-Segundo: " Dentro del criterio manifestado ano, teriormente, creemo~ que el Go"bierno de los Estados Unidos, si " ofreciera sus buenos oficios después "de declarada la improcedencia del " plebiscito, no podría prescindir de las " estipulaciones del Tratado respecto " del cual estamos de acuerdo en que ., no podemos someter a juic·io de ex" b-año su vigencia y respeto integra"les.-Tercero: Pensamos que esta "cuestión es simplemente de pala" bras; en esta virtud, queda V. S. " autorizado para contestar al Secreta" rio de Estado, en conformidad al nú" mero primero de este telegrama.u (Fdo).-Rumos JA!{PA". Se ve, señor Presidente, que al sernos propuestos los buenos oficios por el Secretario de Estado americano, quedó perfectamente establecido que -' 147 -, se trataba de una situación que no alteraba ni la forma ni la posic'ión de los debates; y que conservaríamos la más amplia libertad de aceptar o rechazar esos buenos oficios, o mejor dicho, las nuevas fórmulas de solución que se nos presentaran. Los buenos oficios son una institución de derecho internacional, según la cual un Estado no toma otra función que la de poner en contacto a dos países que no logran alcanzar un acuerdo para sus diferencias; y el Estado q1te ofrece sus lHwnas oficios no toma parte directa en las negociaciones y sólo sirve para acercar los elementos en discordia. Se diferencian los Buenos oficioE de la mediación, precisamente en esto: que en la mediación, el Estado que interviene toma cierta responsabilidad en la fórmula de la solución. Pero en fin, señor Presidente, no discurramos sin los textos en la mano sobre estas cosas tan graves . . Aquí tengo un libro de uno de los autores de más reconocida autoridad en asuntos internacionales, M. Bonfils, edición del año 1914. En materia de BU'enos oficios no se pueden leer libros anteriores a la Convención de La Haya, porque allí fué donde esta institución toma su fisonomía propia, su carácter definitivo. Antes, los Buenos oficios eran una simple elucubración teórica, que había tenido sus aplicaciones en la práctica - 148 - diplomática, pero que no reconocía ninguna pragmática positiva en los Tratados, ni en los contratos internacionales. Dice Bonfils: "Una tercera potencia puede juzgar conveniente ofrecer su intervención para hacer cesar una diferencia entre dos Estados. Puede intervenir proponiendo sus buenos oficios. Los Buenos oficios son la forma menos acentuada de la intervención. Consisten de parte de una tercera potencia en usar de su influencia moral para renovar entre los Estados en conflictos las negociaciones rotas, para exhortarlos a hacerse concesiones recíprocas. El Estado no ofrece s'us buenos ú ficios, no toma parte directa en las negociaciones o en los arreglos que puedan sobrevenir . ....... . La mediación de un tercer Estado es también un medio útil, eficaz, para apaciguar o resolver un conflicto nacido entre dos Estados. La mediación tiene un carácter más solemne e implica una 'ingerencia más acentuada que los Buenos oficios. El tercer Estado, amigo de los dos Estados contendientes, interviene para preparar las b:J.ses de un arreglo. No se contenta con presentarse ante los Estados en litigio para llel'al'los a efl,tra'r en negociaciones; toma parte directa en ellas; busca una solución de fondo y nó solamente una base de nueva negociacion". - 149 - Aquí expresa Bonfils claramente la diferencia que existe entre los buenos oficios y la mediación. "Pero nunca - dice-esta tercera potencia juega un rol de juez; no tiene el derecho de imponer una solución que le pœrezca justa. No es más que un amigable intermediario. Debe tender a conciliar los intereses divergentes, sugerir las bases de un arreglo, dar su opinión sobre las oposiciones respectivas. Deja a las partes litigantes toda su libertad para aceptar o no la solución propuesta. A este respecto debe decirse que la mediación no tiene carácter obligatorio. El mediador no garantiza la ejecución del pacto, o del tratado en que interviene en p1'incipio, Ralvoestipulación contraria." Luego vaya ocuparme en la observación fundamental del propio señor Presidente de esta Cámara, cuya opinión jurídica tiene tan alto y tan justo renombre en el país, y es que los Buenos oficios pierden su carácter de consejo amigable tan pronto como se concerta, como en esta vez se ha concertado, que serán solicitados por las partes interesadas. Pero mIentras tanto vaya demostrar que ni aún la mediación tiene este carácter. "Si la mediación-dice Bonfils-no es obligatoria en el sentido de que los consejos del mediador deben ser seguidos, se debe sin embargo hablar, en - 150- dos casos, de mediación obligatoria tomando esta palabra bajo un punto de vista diferente: LoDos Estados pueden de antemano comprometerse en caso de dificultades' que surjan entre ellos, a pedir la intervención de una tercera potencia. - (Tratado de París, de 30 de Marzo de 1856; artículo 12.-Sesión de Berlín, de 26 de Febrero de 1885).-2.° Un Estado puede comprometerse a ofrecer a otro su mediación en el caso de que éste tuviera dificultades con alguna otra potencia. Así, por un Tratado pactado con la China en 1858 los Estados Unidos prometieron a ésta su mediación si se encontraba en conflicto con una tercera potencia; aquéllos cumplieron su compromiso en 1884, pues la China tuvo dificultades con Francia: ofrecieron su mediación que la Francia no aceptó.-(Tratado de 11 de Junio de 1873, entre Alemania y Persia)." No hay un caso, hay muchos casos en la historia de la diplomacia de buenos oficios concertados, de mediaciones concertadas, cuyos consejos han sido rechazados por las partes en controversia; porque a nadie se le ha ocurrido pensar que exista una fuerza capaz de abatir la soberanía de los países libres para imponerles, por medio de instituciones que tienen carácter netamente facultativo, soluciones determinadas que ellos estiman inaceptables. - 151 - Esto no ha existido nunca, señor Presidente. En efecto, yo necesito que se me diga cuáles son los casos de mediación, rechazados por uno de los países signatarios, y que, sin embargo, éstos se han visto compelidos y obligados a cumplirlos por esa fuerza extraña, por esa fuerza con la cual se trata en este momento de atemorizar el ánimo del público, que no ha entrado de lleno toda vía al estudio de estos asuntos. Pero haciéndome cargo de la observación del señor Presidente a que antes he aludido en orden a que los Buenos oficios pierden su carácter cuando son solicitados, voy a permitirme leer el número 832 del libro de Bonfils, que se refiere a la participación de una tercera potencia: ,'Los Buenos oficios son o{recidos pOT una tercera potencia pedidos por las partes contratantes o debidos en Vil·tUel de compromisos anteriores." Por mi parte, no sé que con posterioridad a la celebración de la Convención de La Haya exista algún autorlo he buscado con verdadera prolijidad -que haga distinciones entre Buenos oficios ofrecidos y buenos oficios solicitados. Los buenos oficios solicitados de antemano están previstos, no solamente en la ley positiva que creó los buenos oficios como institución del derecho internacional en la Convención de La Haya, sino también por todos BANCO DE L/, REPUBLICA BIBLIOTECA LUIS - ANGEL ARANGO CATALOGACION - 152 - los autores que, con posterioridad a esa Convención han estudiado esta materia; y todos están acordes en que pueden pedirse y pueden ofrecerse y que en ambos casos, son simples co.nsej~s amigables sin fuerza obligatorw. ntnguna. El señor CLARO SOLAR (PresidenteL-Coma el señor Ministro tal vez va a dar mayor desarrollo a sus ob· servaciones, quedará Su Señoría con la palabra para la sesión próxima. Sesión en 7 de Agosto d(' 19:¿2 El señor CLARO SOLAR (Presiden~ te).--Continúa la sesión. Puede usar de la palabra el señor Ministro de Relaciones Exteriores. El señor BARROS JARPA (Ministro de Relaciones Exteriores).-EI debate habido en la primera hora de esta sesión, da realce e importancia a los puntos que me propongo analizar en estas momentos. Se trata de los buenos oficios, por una parte, y de la cláusula Hughes, por la otra; los dos únicos elementos nuevos que, a juicio de algunos, han venido a desvirtuar por com pleto la proposición inicial del Secretario de Estado Americano. Me propongo continuar estudiando el punto de los Buenos oficios, para - 153 - demostrar que están equivocados los que afirman que en este recurso va envuelta una compulsión arbitral. En seguida estudiaré la cláusula Hughes, para demostrar, que al exigir Chile que fuera incluída en el acta complementaria, lo hizo con el exclusivo interés de dejar establecidos nuestros derechos y reguardadas nuestras legítimas expectativas. En la sesión pasada tuve oportunidad de concretar así el punto fundamental con que se argumenta en contra del Protocolo al referirse a los Buenos ofidos. Los Buenos oficios ofrecidos espontáneamente tienen un carácter de mero consejo; los Buenos oficios solicitados tienen un carácter obligatorio y arbitral. Ya he dicho que me he dedicado a regiRtrar prolijamente las opiniones más autorizadas vertidas sobre la materia, y no he podido encontrar ningún autor, antiguo ni moderno, que patrocine semejante doctrina jurídica. La institución de los Buenos oficios, por ser una institución que está reglamentada por leyes positivas, es de aquellas que no admiten cavilaciones respecto de su alcance. Los Buenos oficios, reglamentados en la Convención de La Haya, que es ley para Chile, para el Perú y para los Estados Unidos, son ya una institución jurídica de perfiles perfectamente definidos, y sólo elucubraciones teóricas de gabi- - 154 -- nete, sin aplicación en la práctica, pueden dar a esta institución un carácter de que ha carecido en los Tratados, en las discusiones yen los libros de Derecho Internacional. Voy a continuar valiéndome de opiniones bien autorizadas que puedan suplir la deficiencia de mi palabra; y confío llevar al ánimo de los señores Senadores el convencimiento de que estoy en la buena compañía de los mejores autores de Derecho Internacional, cuando sostengo que los Buenos oficios, solicit'ados o nó, son simples consejos amigables sin fuerza obligatoria alguna .. En el Digesto de Derecho Internacional de John Basset Moore, que es un internacionalista de mucha fama y cuyos consejos han sido siempre oídos en las actividades del Departamento de Estado, de Wáshington, se lee: "Los Buenos oficios de algún Go" bierno o sus agentes, se emplean "frecuentemente con el objeto de " arreglar diferencias internacionales. " -El ejercicio de los· Buenos oficios " es un procedimiento amistoso y no " oficial y no pa1'ticipa de la naturale" za de la intervención". Tomo 7,'), " página 239. El mismo autor, en el tomo 7.°, página 7, dice: "El artículo 1. de un Tratado entre " Estados Unidos y Corea, de 22 de "Mayo de 1882, establece que "si C ) - 155 - " otras potencias procedieran injusta " u opresivamente, con cualesquiera de " los dos Gobiernos, el otro ejercerá " sus buenos oficios, al informársele " del caso, para producir un arreglo " amigable que manifieste sus ami s" tosos sentimientos".En Junio de " 18°94,el Ministro de Corea en Wás" hington, por instrucciones de su "Gobierno, hizo presente que la in" dependencia de Corea estaba seria" mente amenazada por la acción de " China y el Japón, e invocó la inter" posición de los Estados Unidos.-Los " Estados Unidos ejercitaron sus Bue" nos oficios, pero la precipitaci6n de " la. guerya entre China y J ap6n este" rilizâ este P1'opósito." "La mediación y el arbitraje,-se " lee en la página 25 del tomo 7, o del " mismo autol',-son a menudo consi"derados como si fueran pl'áctica" mente lo mismo; pero en realidad "BOn jimdamenta.lmente diferentes. " La mediación es una función infor" mativa o de consejo; el arbitraje " una función judicial. La mediaciÓn " 1'ecomienda., el arbitra.ie resuelve." ............ "" "" "" . "El concepto Buenos oficios se acer" ea al del intermediario arbitral como "un consejero imparcial de ambas " partes y no sólo implica sino que "requiere el asentimiento de ambas " partes y con toda propiedad, una " invitación espontánea de cada una - 156 - " de ellas" .-Moore, tomo VII, pági" na 3.. Frelinghuisen decía al Ministro Trescott, con motivo de sus conferencias con el ex-Presidente Balmaceda: "Queremos ser mirados como un l' amigo y consejero desinteresado; " pero no es nuestro ánimo imponer "nuestros deseos a las República:~ 'I hermanas del Continente o actua1" " como árbitro o componedor de sus· " disputas, sino movidos por el deseo " de ambas partes o por el control dl= "los intereses de los nuestros" .-(Moore.-Tomo VII. Página 15). Esta es una cita que hace Moore de la nota dirigida por el Ministro de Relaciones, señor Frelinghuisen, al Ministro norteamericano en Chile, Mr. Trescot, en la cual se fija el criterio reiterado más tarde, según el cual los Estados Unidos intervienen en los asuntos de las Repúblicas suramericanas sin contrariar su voluntad y sólo con el objeto de tratar de arreglar amistosamente las dificultades que se presentan. El señor Presidente del Senado me dejó en cierto modo perplejo en una reunión de la Comisión de Relaciones Exteriores, al decir que en sus estudios de Derecho Internacional, revisando el texto de Calvo, que con ser muy antiguo es muy importante,' había encontrado disposiciones relativas a los Buenos oficios que le hacían te- - 157 - mer el carácter en que habían sido consultados en el Convenio de Wáshington. Revisando, por mi parte, a Calvo, en su quinta edición, me encuentro con la siguiente cita: "Se entiende por Buenos oficios las " gestiones y los actos por medio de " los cuales una tercera potencia trata " de allanar el camino de las negocia" ciones o de renovar las conversacio" nes 'interrumpidas. Pueden se~ ofre" cidos espontáneamente a consecuen" cia de una petición directa o resultar "de comp?'omisos suscritos a título " eventual." Como se ve, aun en este autor, que se había citado como uno de los que opinaban en sentido contrario a la tesis sostenida por el Gobierno, encuentro la ratificación más amplia de la opinión que he tenido el honor de emitir, en orden a que lo~ Buenos oficios solicitados o aceptados, no :pierden su carácter de simples conseJos y que no tienen el significado compulsivo que se ha querido atribuirles. El profesor de la Universidad de BUl'deos y miembro del Instituto de Derecho Internacional, Mr. Despagnet, dice lo siguiente: "Se puede definir los Buenos oficios: " la acción amistosa de una tercera " potencia que se esfuerza por apro,¡ ximar a los Estados en conflictos y li encaminarlos a un acuerdo facilitan- -- 158 - " " " " " " do las negociaciones entré ellos. 1\0 entrañan ninguna obligación Jurídiea de conformarse a los consejos del Estado que los da, sino el mero deber moral de escucharlos v seguirlos, si son razonables." . El eminente profesor de Cambridge, L. Oppenheim, cuya cátedra, a su fallecimiento, fué ofrecida a nuestro compatriota don Alejandro Alvarez, dice en la página 189, Volumen I, de 1912, .de su Tratado de Derecho Internacional: "Buenos oficios se denominan, aque" lIas actos de las potencias amigas " que participan en un conflicto entre "Estados y que tienden a provocar " negociaci01'Wspara el arreglo Pacífi" co de él; y mediación se llama el " manejo directo pOlO parte de la poten" cia anâga de tales negociaciones." Como se ve, señor Presidente, es unánime la opinión de los tratadistas de derecho internacional en el sentido de que los Buenos oficios no tienen otro carácter que el de acercar a las partes para producir un avenimiento y de que la mediación tiene por objeto, además de acercar a las partes para producir el avenimiento, sugerir una forma de solución. No quiero hacer más citas, porque mi ánimo es retardar lo menos posible el término de este debate. Establecido como ha quedado, señor Presidente, con cierta insistencia un - l59 - poco fatigosa, el carácter jurídico de los Buenos oficios, necesito volver a la negociación y decir por qué aceptamos este recurso que no figuraba en el texto originaria de la fórmula Hughes, conteniào en el telegrama N." 99. No sé si hombres más experimentados que el Ministro que habla, en !frente de una situación tan delicada, ¡después de haber alcanzad0 un acuer~ Ido con el Perú sobre la vieja controiversia y logrado el objetivo fundamenital de haber hecho coincidir a los dos ~aís.es en una fórmula sustanciosa que eliminaba todas las dificultades, hubieran malogrado la negociación, re~hazando la sugestión que venía de Wáshington y que era tan simple, tan $ecundaria y tan superflua: ¿aceptará ~hile, si llega el caso, los Buenos ofi¢ios de los Estados Unidos? \ Los Buenos oficios habrían de. proeder de todas maneras, los aceptáraos o no en ese momento; los Buenos (ficios son un derecho de los países ue pueden ejercitarlos en el momento ue lo crean prudente; los Buenos ofic os no están entregados a la voluntad e las partes. ~ En estas condiciones habría sido un e ror diplomático fundamental haber alogrado una negociación, a la cual h bíamos llegado después de tan grand s esfuerzos, por negarnos a consign r un principio establecido en la leg slación positiva del derecho interna- ' m - 160 '-- cional, y que, con nuestra aceptación o sin !lue~tra aceptación, habr.ía podido eJercItarse en las negoCIaCIOneS ulteriores y eventuales. ¿Cómo íbamos a romper la negociación; cómo íbamos a tropezar en la primera piedra que nos ponían en el camino, cuando habíamos obtenido una fórmula que, a j}licio del Honorable Senador por Valparaíso, señor Rivera-manifestado explícitamente en la primera hora de esta sesión-era un gran éxito? Su Señoría llegó a compararla con la posición más ventajosa de un jugador de bacarat. Yo no sé hasta qué punto pudiera ser exacta esta comparación; pero la acepto. La fórmula Hughes del telegrama número 99 significaba una posición brillantísima para nuestro país. En esto estamos de acuerdo; pero lo que no alcanzo a comprender es que, no obstante esa opinión, ahora se sostenga que debimos malograr esa posición rechazando de antemano los buenos oficios, sobre los cuales se nos consultaba y cuya procedencia estaba consignada en· un 'Tratado internacional, que es ley para nosotros, para el Perú y para los Estados Unidos!. .. ¿En qué situación habríamos queda·· do ante el mundo, nosotros, que. habíamos tomado la ofensiva diplomática, yendo siempre adelante en las negociaciones; que nos habíamos anticipado a aceptar la fórmula Hughes conteni- - 161 - da en el telegrama número 99, que costó al Perú una meditación de 19 días? ¿Era posible que hiciéramos fracasar o terminar la negociación, repito, por negamos a consignar este principio, infiriendo una ofensa gratuita al Gobierno de los Estados Unidos, que había sido leal para con nosotros y pretendiendo limitar así el derecho absolutamente indiscutible de ellos para ofrecer los buenos oficios? Nó, señor. Eso era un absurdo. No lo hicimos en aquel momento; y colocados cien veces en la misma situación, sacrificaríamos estas cuestiones de palabras al propósito sincero y fundamental de obtener el arreglo del problema de Tacna y Arica dentro de las aspiraciones nacionales. Yo no sé cómo puedan conciliarse entonces, las adhesiones cariñosas que han manifestado algunos hombres públicos eminentes por la fórmula del telegrama número 99, con las reservas que han nacido más tarde, por los Buenos oficios. Para combatir el Protocolo, señor Presidente, hay que buscar motivos más valederos. Me he preocupado de justificar la situación del Gobierno en presencia de los buenos oficios y me parece que ya la tengo plenamente justificada con haber dado lectura a todos los autores que abonan el criterio con que miramos Il - 162 - esta institución y con no haber oído hasta este instante ninguna observación de fondo, ningún argumento autorizado que permita creer que este recurso para el arreglo pacífico de los conflictos internaciunales no es lo que la ley positiva dice que es. Paso ahora, señor Presidente, a ocuparme en otro aspecto de esta cuestión; en otro punto grave; en otra innovación que ha tenido la virtud de provocar alarmas, tan grandes en la opinión pública y cambiar totalmente el criterio con que algunos señores Senadores habían apreciado este problema poco tiempo antes. La fórmula Hughes, señor Presidente, en su versión originaria dice así: "Con el propósito de considerar el arreglo de la larga controversia entre los dos países relativa a las disposiciones no cumplidas del Tratado de Ancón, acuerdan someter al arbitraje de ... 1.0 Las cuestiones prove~ nientes de las disposiciones no cumplidas del artículo 3.0" En seguida, se habían destinado otros acápites para colocar otras cuestiones sobre las cuales hubiera también discrepancia de opiniones. Más adelante la fórmula Hughes se complementa con una proposición sugerida por el Secretario de Estado, - 163 - según la cual las partes contratantes no entienden que la decisión del árbitro, si resuelve la impl'ocedencia del plebiscito, mod?:ficaría la actual situación del territoJ'io de Tacna y Arica, lo que será motivo de negociaciones libref; que las partes podrán abrir con po~terioridad. Para los efectos de los argumentos que voy a exponer ante el Senado, llamo la atención de los señores Senadores hacia la frase que dice "las partes no entienden que lŒ dedsión del árbitro modificaría la condición actual del territorio". De modo que en su versión originaria, la versión Hughes contenía una limitación para el árbitro, a tin de que éste no pudiese en ningún caso arrogarse atribuciones suficientes para alterar en ninguna forma las condiciones actuales de los territorios en litigIO. Aceptada esta fórmula por el Perú en sus líneas generales, y teniendo en consideración que el Secretario de Estado Americano no había redactado su proposición, nuestros Delegados, señores Aldunate e Izquierdo, fueron autorizados para concurrir a una nueva reunión, restableciéndose así las conferencias interrumpidas por el "impasse", con el objeto de redactar el acuerdo que se había alcanzado. Redactado el acuerdo en términos satisfactorios, nuestros Delegadosexi- - 164 - gieron que quedara constancia de qU(~ el árbitro no estaría autorizado en ningún caso para alterar la situación actual del territorio en el evento, para nosotros improbable, de que se declare que el plebiscito no es procedente. El señor Porras manifestó que el silencio del Protocolo y del Acta Complementaria eran suficientes para dejar establecido que la situación actual del territorio no habría de alterarse. Nuestros Delegados, considerando esencial este punto, insistieron en su exigencia, y manifestaron a la Delegación peruana que no continuarían las negociaciones si no se consignaba expresamente esa circunstancia. Ante la resistencia irreductible del jefe de la Delegación peruana, y ante la insistencia también irreductible de nuestra Delegación, se produjo lo que se llama I 'el segundo impasse". En tal situación, se acordó consultar al Secretario de Estado sobre si él consideraba que, como lo sostenía la Delegación chilena, era elemento esencial de la fórmula consignar la declaración a que me vengo refiriendo, esto es, que por ningún motivo amagaría el árbitro la situación actual de los territorios de Tacna y Arica. Concurrieron el Presidente de la Delegación chilena señor Aldunate y el Jefe de la Delegación peruana señor Porras ante el Secretario de Estado americano. - 165 - El Secretario de Estado, después de estudiar las dificultades resolvió la tesis chilena, es decir, declaró que consideraba elemento esencial de su fórmula consignar un principio que limitara las facultades del árbitro para el evento referido. Y en el curso de la reunión y con el ánimo de conciliar las opiniones, propuso la fórmula conocida con el nombre de "cláusula Hughes". Esta fórmula fué aceptada inmediatamente por el Presidente de nuestra Delegación, señor Aldunate, porque consideró que precisaba en términos jurídicos y en condiciones más satisfactorias que la fórmula primitiva, el concepto chileno, o sea que limitaba en términos más precisos las facultades del árbitro para el caso de que se declarase improcedente el plebiscito. Cuando llegó aquí a Chile el texto de esta fórmula, surgieron nerviosidades parlamentarias a las cuales el Gobierno quiso prestar oído, lo mismo que había oído en todo momento todas las sugestiones que se le habían querido hacer llegar para el mejor éxito en las negociaciones. Aún cuando para el Gobierno no cabía duda ninguna de que la aceptación plena de la cláusula Hughes hecha por el señor Aldunate obedecía a que ella resguardaba en la forma debida, d.e acuerdo con las condiciones de jurista y de hombre de talento de nuestro Delegado, los derechos de - 166 - Chile, no quisimos negamos a realizar averiguaciones o a establecer en términos más claros y precisos el alcance de la citada cláusula. El Honorable Senador por Valparaíso ha recordado las incidencias ocurridas ante S. E. el Presidente de la República y el Ministro que habla con motivo de este asunto; y ha recordado, también, que con la alta colaboración de Su Señoría, el Gobierno despachÓ a Wáshington un telegrama, solicitando el esclarecimiento de un punto fundamental, cual era el de SI la cláusula Hughes había resguardado los derechos que en nuestro favor emanan del Tratado de Ancón y que no hemos pensado en ningún instante en someter al criterio de Mr. Hughes ni a mediaciÓn alguna. ¿Por .qué se envió ese telegramase dice-cuando el Gobierno estaba tan satisfecho con la cláusula Hughes? Se envió porque nuestros Delegados habían discutido con nosotros, desde el primer momento de esta negociación, un punto fundamental: el respe'to al Tratado, y porque, tal vez por eso mismo no creyeron prudente informamos sobre el particular, porque no podían ponerse en el caso de que el Gobierno les infiriera la ofensa de pensar que ellos hubieran abandonado una posición que había sido el único norte desde que se abrieron las negociaciones de Wáshington. - 167 Así fué como en los momentos en que el Honorable Senador por Valparaíso manifestó su inquietud patriótica, no teníamos ningún antecedente que poderle mostrar y con el cual tranquilizarlo; por eso estuvimos de acuerdo con Su Señoría, tanto el Presidente de la República, como el Ministro que habla, en la necesidad de hacer llegar a Chile un esclarecimiento sobre el particular que pudiera tranquilizar los ánimos. y es efectivo que conservo una copia de un telegrama original suscrito por el Honorable Senador por Valparaíso, del cual infería yo lo siguiente: que Su Señoría no tenía otro reparo que hacer a esta negociación sino que el de que la frase "organización administrativa" que figura en la cláusula Hughes, pudiera no significar lo mismo que la disposición del artículo 3.0 del Tratado, que somete a las autoridades y a la legislación chilenas esos territorios. Yo había entendido que el Honorable Senador por Valparaíso, colocándose en esa posición jurídica, impugnaba el acuerdo en ese sentido pero a primera hora le hemos oído un discurso en que el acuerdo es impugnado por varios conceptos extraños a este punto. El señor RIVERA.-¿Me permite ~u Señoría? El señor Ministro recuerda sin duda - 168 - que cuando hablábamos de esta materia, el señor Ministro no tenía todavia en su poder el texto del Protocolo J' del acta] complementaria, que yo no conocía en ninguna forma. El señor BARROS J ARP A (Mini~tro de Relaciones Esteriores).-- Es efectivo, Señor Senador. El señor RIVERA.-Si esto es efectivo, como lo afirma el señor~Ministro, mal podía yo pronunciarme .sobre documentos que ni siquiera existían en el archivo de la Cancillería. El señor BARROS JARPA (Ministro de Relaciones Exteriores).-El Honorable señor Rivera ha dicho en primera hora, que la fórmula Hughes, o sea el telegrama 99, mereció su más calurosa adhesión. Invito a Su Señoría· a fijar más tarde la diferencia que existe entre esa fórmula del telegrama 99 y la fórmula consignada en el Protocolo por nuestros Delegados en Wáshington, y espero que Su Señoría al fijarlos, habrá de estar de acuerdo necesariamente, en que esa fórmula es igual a la que Su Señoría ensalza con el prestigio de su calurosa adhesión. Dice la cláusula Hughes, en su texto: "Es entendido, en interés de la " paz y el buen orden, que mientras " esté pend'iente un acuerdo acerca de " la disposición de los tel"Titorios, la ., organización administrativa de las " provincias no seTá peTturbada". - 169 - Esto es claro; éste es el concepto enunciado en el telegrama número 99, en el sentido de que el árbitro no estaría facultado para alterar la condiciónactual del territorio; es un concepto jurídico, de alcance perfectamente preciso. Pues bien, señor, esta fórmula mereció en Chile las dudas que quiso hacer llegar hasta la Moneda el Honorable Senador por Valparaíso y que fueron consultadas a nuestros Delegados, quienes enviaron inmediatamente las explicaciones que les habíamos solicitado. Y porque esas declaraciones eran ampliamente satisfactorias. porque estaban de acuerdo con el origen de la negociación y de los antecedentes que nabían jugado rol importante en ella, fué que se impartió la orden de que firmaran sin más demora el Protocolo y el Acta complementaria. Esa orden salió de aq uí después de haber recibido esas explicaciones, después de haber dejado perfectamente establecido en nuestra documentación, así como lo estaba ya en Wáshington, que la cláusula Hughes no había tenido en ningún instante el propósito de alterar la situción jurídica que el Tratado de Ancón da a Chile respecto de los territorios de Tacna y Arica. ¿Y con qué argumentos se impugna esta "cláusula Hughes?" A mi juicio, con argumentos de una sutileza exorbitante! - 170 - Se dice, por ejemplo: después de esta cláusula. ya no somos poseedores de Tacna y Arica en virtud del Tratado; lo seremos en lo sucesivo "en 'interés de la paz y del buen orden". Es ésta una disquisición jurídica tan sutil que a pesar de mis esfuerzos y de mi excelente buena voluntad por comprenderla, no lo he alcanzado a lograr. La situación jurídica de un territorio fijada explícitamente en un Tratado internacional aparecería cambiada por estos términos: "en interés de la paz y del buen orden"! Por estos términos incluídos en un convenio adjetivo, en un "Acta complementaria", en un acuerdo de carácter reglamentario, destinado exclusivamente, como dice su preámbulo "a fijar el alcance del arbitraje convenido en el N.o 2.() del Protocolo" . ¿Es posible, pregunto, señor .presidente, que un inciso de un artículo de una Acta complementaria, pueda modificar las disposiciones sustantivas y expresas de un Tratado internacional cuyo respeto y vigencia integrales han sido la base de la negociación? ¿Es posible que la cláusula Hughes destinada, según todos los antecedentes que obran en poder del Gobierno y que se han darlo a conocer, a limitar las facultades del árbitro para un evento, determinado y preciso, pueda ser suficiente para derogar las dispo- - 171 - SlclOnes contenidas en un Tratado internacional que no ha sido ni siquiera sometido a discusión? Aplicando las reglas generales de hermenéutica, se hace difícil poder atribuir a la cláusula Hughes el alcance dilatadísimo que le atribuyen algunos séñores Sénadores. La verdad es que se han tomado precauciones especiales para dejar bien establecido que esta cláusula no tiene semejante alcance. Instado por el Gobierno de Chile para que se fijase el alcance de esta cláusula, el Embajador en los Estados Unidos, señor Beltrán Mathieu, pasó, antes de firmar el Protocolo y el Acta complementaria al Secretario de Estado Americano una nota en la cual se conUene el concepto de que "los "Delegados chilenos, al aceptar la " cláusula Hughes, relativa a la si" tuación de las provincias de Tacna " y Arica, en el evento de declararse " improcedente el Plebiscito, proce" den en la inteligencia de que ella " corresponde a la disposición del ar" tículo 3. o del Tratado, que entrega " esos territorios a la legislación y " autoridades chilenas". Existe, señor Presidente, en los Tratados internacionales, lo mismo que en los contratos, un elemento del cual no se puede prescindir y es: el consentimiento. El nuestro quedó cla- - 172 - ra y explícitamente establecido antes de firmar. ¿Cómo es posible, entonces, que se venga a interpretar en estos momentos esa disposición en un sentido enteramente contrario a la constancia expresa de su significado? Los representantes de Chile dijeron la forma cómo entendían esa cláusula y con arreglo a ella el Gobierno dió su con~entimiento para suscribir ese convenIo. Los Tratados se interpretan por las partes que los suscriben. "Es evidente que sólo los Estados " que han suscrito un tratado entre sí " tienen calidad y poder para inter" pretarlo, dice Bonfils, para apreciar " el sentido o el alcance que los ple" nipotenciarios han querido darle al " redactar talo cual cláusula". ¿Cómo podría decirse más tarde que la cláusula Hughes tuvo la virtud de derogar el Tratado de Ancón, cuando hay un antecedente expreso en el Departamento de Estado que deja establecido cuál es el concepto en que nosotros firmamos? Por eso yo no puedo comprender exactamente cuál es la fuerza del argumento que se hace en contrario. Se me hace duro aceptar que los Tratados internacionales puedan ser barridos por cualquiera estipulación de carácter secundario. No me parece posible que, sin haber sometido a - 173 - juicio expresamente el Tratado, y aún más, habiéndose dejado constancia en el acuerdo en discusión que el respeto v vigencia integrales del Pacto de Ancón, eran la base de las negociaciones, pudiera creerse que se había derogado aquel Tratado por una disposición secundaria incluída en este nuevo convemo. Esta no es racional. Es por eso que un hombre público que conoce a fondo las cuestiones internacionales, como es el señor AIdunate, no ha podido comprender hasta hoy con qué argumento se puede sostener tal teoría en Chile. Hay aun más. En la sesión de clausura de las Conferencias de Wáshington, los Embajadores de Chile y del Perú y los jefes de ambas delegaciones pronunciaron discursos; y ahí vemos que otra vez nuestro representante señor AIdunate Solar sostiene, en los términos más categóricos, que la negociación ha tenido por fin cumplir estrictamente el Tratado de Ancón, y que el Protocolo suscrito también está dirigido a cumplir ese Tratado. ¿En qué forma, entonces. se puede sostener que la cláusula Hughes, interpretada en esta forma por los que la negociaron, puede tener un alcance que ni siquiera ha sido invocado nunca por la propaganda peruana, tan acuciosa? - lï4 - Si fuera posible tener todavía alguna duda al respecto, existe una acta de la reunión celebrada entre el señor Aldunate y el señor Porras, con asistencia del Presidente de la Unión Panamericana, Mr. Rowe, en presencia del Secretario de Estado. Y en esta acta el propio señor Porras dejó constancia de que no se produciría "cambio en la entidad ocupante y poseso~'a" de los territorios para el caso de declararse la improcedencia del plebiscito. Además, el Secretario de Estado ha dicho en diversas partes del Acta, que el propósito fundamental al proponer la cláusula Hughes no ha sido otro que el de evitar que Chile adquiriese nuevos títulos sobre Tacna y Arica. Los títulos nuevos son tanto los que mejoran nuestra posición como los que la desmejoran, y por consiguiente subsisten los antiguos títulos. ¿ y cuál es este antiguo título? El Tratado de 1883. De manera, señor Presidente, que el Tratado no ha sido tocado, sino que ha sido dejado incólume por las declaraciones de nuestros Delegados, del jefe de la Delegación peruana y del Secretario de Estado americano. ¿Cómo, entonces, sostener que la cláusula Hughes ha venido a der-ogar el Tratado de Ancón? No se puede dejar de considerar esta cláusula con sus complementos - 175 - necesarios. No me parece siquiera que sea lógico extraer del Acta Complementaria la parte segunda del artículo 3.° Y comentarla separadamente. En el Derecho Internacional las reglas de interpretación de las leyes son como en el Derecho privado. Las cláusulas hay que interpretarIas según el contexto de la ley. No se puede interpretarlas extrayendo algunos puntos y dejando el contexto abandonado. ¿Y qué dice el Acta Complementaria al comenzar? "Con el objeto de fijar el alcance del " arbitraje convenido en el artículo " 2.° del P?'otocolo, las partes convie- nen en dejar constancia de los siguientes hechos". Y, ¿cuál es el arbitraje estipulado en el artículo 2.O?Es el arbitraje para resolver las dificultades que surjan en la parte no cumplida del artículo 3. o del Tratado de Ancón. No me parece que la derogación de un Tratado pueda disimularse en esta forma. No me parece que exista ningún precedente en parte alguna del mundo, según el cual las disposiciones de un Tratado internacional puedan ser derogadas tácitamente en una disposición de un convenio secundario, destinado a un fin perfectamente esplícito, cual es el de fijar el alcance del arbitraje. ¿Es fijar este alcance, aminorar los títulos que nos confiere el Tratado? - 176 - Yo creo que no. En cambio, se incluyó la cláusula, precisamente en el artículo destinado a contemplar la facultad del árbitro para que declarase improcedente el plebiscito; pero al darle esta facultad grave, inmediatamente se le limitó diciendo: es entendido que en tal caso no se podrá alterar la organización administrativa de las provincias. Dentro de la frase "el árbitro no modificará la condición actual de los territorios", tal vez este se habría podido sentir autorizado para sacar de allí algunas de las autoridades o para cambiar la situación administrativa actual; pero dentro de la cláusula Hughes, nó, porque se ha dejado establecido que n~ podrá alterar la situación administrativa ni mover a un solo funcionario de mínima cuantía. Nó, señor; declarada la improcedencia del plebiscito, tenemos perfecto derecho para mantener nuestra organización administrativa en aquellos territorios, la que no se puede cambiar porque ese es un punto que no hemos entregado a ninguna intervención extraña. Ahora, señor Presidente, no quiero detenerme sobre un punto, que ya ha sido bastante esclarecido y que el Honorable Senador por Atacama ha calificado de baladí. Me refiero a la versión inglesa de la "cláusula Hughes". La palabra "administración" - 177 - en inglés, tiene un sentido mucho más amplio que en español. Este es un punto que no ha sido refutado por nadie. La "organización administrativa", dentro del concepto inglés, es soberanía, es Gobierno; es, al decir de Hamilton, el Gobierno en todas sus manifestaciones: en el Poder Ejecutivo, en el Legislativo y en el Judicial. Me ha parecido, con todo, obsevar, un cambio de opinión entre las personas qu~ impugnan este acuer-do. Al principio impugnaron la frase "organización administrativa"; en seguida me ha parecido que la impugnación residía en esta otra frase: "en interés de la paz y del buen orden"; y por último, aparece otra corriente que parece sostener que la dificultad está en la frase "pendiente el acuerdo sobre la disposición del territorio". Y así, señor Presidente, caminando de uno a otro punto, no es posible concretar la objeción para destruirIa. Ya me he referido a la frase "en interés de la paz y del buen orden" y al concepto "organización administrativa". Ahora quiero detenerme en la frase: "pendiente un acuerdo sobre la disposición del territorio". Este es un punto que nuestros Delegados han estudiado con mucho detenimiento y al cual han atribuído una importancia capital. Es evidente que el árbitro ha querido crear enfrente 12 - 178 - de nuestro interés por llegar a un arreglo, un interés del Perú por alcanzarlo también. Y es evidente que al decir "mientras esté pendiente un acuerdo no se alterará la organización administrativa" se ha creado un interés al Perú para que procure el advenimiento de ese acuerdo porque si él no se produce, nos quedaremos en Tacna v Arica tranquilamente, sin molestia aiguna, mientras esté pendiente un acuerdo. ¿Qué significa esta declaración, señor Presidente? Significa entregar a la voluntad libre y espontánea del Gobierno de Chile el acordar más tarde con el Perú una fórmula que permita radicar una soberanía definitiva en estos territorios. y por eso es que mucha gente qUt~ ha estudiado esta cláusula, sostiene que, declarado improcedente el plebiscito, no habrá otra voluntad que la del Gobierno de Chile para acordar soluciones a este problema. Y esa voluntad, mientras se mantenga el criterio con que el Gobierno aprecia esta cuestión, no poàrá prestarse sino para satisfacer plenamente los anhelos nacionales que sueñan con la incorporación definitIva de esos territorios a la sobenía chilena. No creo que pueda haberse empleado una fórmula mejor que ésta, que nos entregara en condiciones más definitivas, y más firmes, el derecho de "- 179 - concurrir o no más tarde a acuerdos que signifiquen otra cosa que el logro de las aspiraciones nacionales, que dejara librado plenamente, exclusivamente, a la voluntad del Gobierno de Chile, alcanzar esos acuerdos para determinar la nacionalidad definitiva de los territorios!! Por eso es que la cláusula Hughes es una cláusula ampliamente favorable para nuestro país; fué más precisa que la fórmula del telegrama 99 y por eso es también que nuestros Delegados le prestaron su inmediata y calurosa aceptación. y así se dice que esta cláusula ha derogado al Tratado!! No sé que contestar a argumentos fundados en disquisiciones sutilísimas de derecho e inaccesibles para mí. Creo que los hechos, los antecedentes, nos favorecen en todas sus partes; creo más: que no pueden ser las sutilezas jurídicas las que consigan alterar una situación que ha quedado claramente establecida en los antecedente de esta negociación y en el texto exacto del acta complementaria. Recapitulando, ~eñor Presidente, creo haber demostrado en el curso de estas observaciones: Primero: que es injusto el impugnador que sostiene que nos hemos salido del Tratado; y que sostener este hecho es colocar a nuestro país en una situación difícil. ~ J80 - Segundo: Que para aceptar el arbitraje sobre la cláusula plebiscitaria, el Gobierno obró en conformidad con el pensamiento general del Congreso. El país ha dado con esto una prueba de honestidad internacional y va por el camino de una solución que garantiza plenamente el éxito de las aspiraciones nacionales. Tercero: Que los Buenos Oficios tienen el carácter que tienen; es deci}:', son leyes internacionales conocidas por todos los países que no es posible desvirtuar sin citar siquiera los hechos que abonen semejantes doctrinas peregrinas. Cuarto: Que los Buenos Oficios, institución añeja del derecho internacional, tiene perfiles jurídicos perfeetamente definidos, pues àescansa en disposiciones de carácter positivo. Por último, he demostrado en la forma más categórica posible, que la cláusula Hughes, el inciso segundo dd artículo 3.° del Acta complementaria, fué incluído por exigencia de nuestros Delegados en contra de la voluntad de la Delegación peruana que habría fir· mado con mucho placer ese acuerdo sin dicha cláusula; y que fué incluído para limitar la facultad del árbitro, para que en ningún caso pudiera arrogarse facultades que no le hemos confiado, invadiendo un tratado respecto del cual no queremos darle ninguna atribucion. - 181 - La cláusula Hughes contiene un concepto jurídico de suma impor~an<:i!l' como es el respetar la orgamzaclon administrativa de Tacna y Arica, es decir, la autoridad chilena, resguardando en todas sus partes el Tratado según las opiniones manifestadas en reiteradas ocasiones por los negociadores, tanto en Wáshington como en Santiago. Con lo dicho creo que las impugnaciones que se han hecho quedan reducidas à muy poco. Las sutilezas jurídicas no alcanzan a aminorar el éxito que se ha obtenido buscando la solución de un problema debatido durante treinta años y que pesaba tan grandemente sobre las actividades nacionales. Se ha incorporado también a este debate un voto propuesto por el Honorable Senador por Curicó, señor Errázuriz, y este voto no puede sino merecer, para dar término a mis observaciones, dos palabras más. Ese voto ha sido fundado prolijamente por Su Señoría con citas de diversos discursos pronunciados por el Ministro que habla, en los cuales se afirma que el acuerdo de Wáshington habría de encuadrarse exactamente dentro de las cláusulas del Tratado de Ancón. A juicio de Su Señoría, esos acuerdos no están conformes con las declaraciones hechas, y, por consiguiente, - 182 - se salen de las estipulaciones del Tratado. En tales condiciones, señor Presidente, el Gobierno considera que la aprobación de este voto, en los términos en que ha sido formulado, desvirtúa completamente el significado de los acuerdos de Wáshington; desautoriza a los Delegados de Chile que lo han suscrito con declaración expresa de otra inteligencia, y socava fundamentalmente la posición jurídica de nuestro país, para el caso de que e~te Pacto llegara a ejecutarse o para el de que fuera necesario realizar más tarde negociaciones de arreglo con el Perú. Nuestros Delegados, señores Aldunate e Izquierdo, declaran que han "suscrito un Protocolo de arbitraje para el exacto cumplimiento del Tratado de Ancón". En la Cámara de Senadores, cuya Comisión de Relaciones Exteriores se ha excusado de entrar a considerar el Convenio, se pretende, sin embargo, establecer q'ue lo que se ha suscrito es otra cosa y dejar constancia de una apreciación que derriba para siempre la barrera del Tratado. Se dice, sin embargo, que los honorables Senadores estarían dispuestos a aprobar el Protocolo más tarde. Pero la verdad es que, después de interpretado por una de las Cámaras el acuerdo de Wáshington, como violatorio del Tratado, no puede ninguna corporación chilena prestarle su aprobación - 183 - porque ello importaría tanto como entregar al adversario el resultado de la guerra de 1879. LO:5 honorables Senadores habrán meditado bien lo que van a hacer. El Gobierno lo ha meditado por su parte y, como sobre el Presidente de la República pesa más directamente que sobre ningún otro individuo o corporación la responsabilidad del debido resguardo de los derechos del país en sus relaciones con los demás países, pienso que después que el Senado preste su aprobación a un acuerdo como el que se ha propuesto, de nada servirá la autorización que quiera darle más tarde al Jefe Supremo de la Nación para ratificar el Protocolo, àesde el momento en que habrá sido ya totalmente desvirtuado en su alcance y abierta una brecha formidable en su texto original (Il. Entrego al patriotismo de Sus Señorías estas reflexiones, y confío en que querrán ahorrarle al país el grave daño de que está amenazado. Siento con todo qu~ flota en el ambiente austero de la Sala, el deseo de que a pesar de todo y por encima de todo, haya una víctima. No seré yo, señor Presidente, el que (1) EIII]e1llH'l' tarse. Jlor Sil taba direl"la Protoe"I" .. de ••"le yoto autol', flit' fijado en el fWlltido IIi ill<lir ••ctament •• Illl que antes de "0' 110 impor- ,juicio sohr" el --- 184 - postergue por un instante más, este placer romano que Sus Señorías han resuelto darse. El señor CLARO SOLAR (Presidente). -Tiene la palabra el honorable Senador por Concepción, señor Zañartu. El señor ZAÑARTU (don Enrique). -Los escasos minutos que restan de la presente sesión me permitirán decir muy pocas, honorable Presidente. El señor CLARO SOLAR (Presidente).-Si Su Señoría lo desea, podría quedar con la palabra para la sesión próxima. _ El señor ZAN ARTU (don Enrique). -Es preferible, señor Presidente. El señor CLARO SOLAR (Presidente).-Se levanta la sesión. Un yoto parllllllotarie El H. Senador por Curicó D. Ladislao Errázuriz, formuló en la sesión del 3 de Agosto del H. Senado un voto en contra del Ministro de Relaciones Exteriores, voto que dice así: "El Senado declara que el Protocolo "y las Actas en que se consignan los "acuèrdos a que, según las noticias "telegráficas, se ha llegado en las "Conferencias de Wáshigton, y sobre "los cuales no adelanta juicio, han si"do suscritos sin su conocimiento y no "guardan conformidad con las decla· "raciones del señor Ministro de Rela"ciones Exteriores". A propósito de este voto y de una acta privada leída en esa misma sesión el Ministro de Relaciones Exteriores pronunció el siguiente discurso: El señor BARROS JARPA (Ministro de Relaciones Exteriores). -AI entrar a esta Sala he tenido la sorpresa de imponerme del voto a que se ha dado lectura. Y por las informaciones que se me habían suministrado un momento - 186- antes ya sabía de qué se trataba antes de llegar al Senado. Me permitirá la H. Cámara que diga dos palabras sobre el particular. El voto propuesto se funda en la circunstancia de que al Senado no le corresponde ninguna responsabilidad en los acuerdo." de Wáshington. Yome había adelantado a sostener esto mismo. El Presidente de la República ha conducido las negociaciones como lo ha creído más conveniente para los intereses del país. No desconozco la conveniencia de que el Presidente de la República por media del Ministro de Relaciones Exteriores, y aún personalmente, busque el contacto de los elementos parlamentarios más prestigiosos para adelantar, de acuerdo con ellos, las negociaciones: pero a este respecto no se qué negociaciones puedan citarse que hayan estado más al alcance que éstas de todos los parlamentarios y de todo el país. La negociación Huneeus- Valera fué presentada al Congreso, después de acordada, el día 12 de N0viembre de 1912. El día 10 se habían cambiado los ¡;elegramas respectivos. El Tratado de Versalles no fué conocido por d Parlamento francés sino después de firmado. Creo que las negociaciones internacionales no se pueden dirigir por or~anismos colectivos sino por una sola - 187 - persana, reservando., - naturalmente, al Poder Legislativa la facultad para decir si tales negaciacianes san a no. ca:1Venientes, resguardan a no el interés pública. Na me parece justa afirmar que las negaciacianes de Wáshingto.n hayan sido. llevadas a abscuras par el Cangresa. Cuando. no. se han hecha cansultas a la Camisión de Relacianes Exteriares sabre las puntas más impartantes, se ha cansultada a persanas de prestigia que han caaperada can su experiencia y aun can su aplauso. a la acción del Gabierna. Pera no. pretenda par ningún mativa sacudirme de la respansabilidad plena de estas negaciacianes. Par el cantraria, ¡ella es tada mi argulla! ¡Dias quiera que las hambres que hay atacaft esta negaciación puedan más tarde, - cuando. ¡;o.r no. haber aprabada este acuerda haya que intentar atra, --, alcanzar una salución igualmente satisfactaria para ellagra de las aspiracianes nacianales! Me he impuesta además, de que se ha dada lectura a un acta misteriasa de la cual había aída referencias verbales; un acta que habría levantada un señar Senadar-po.rque en aquella reunión privada no. hubo. secretariaya que estaría suscrita par firmas muy prestigiasas de miembras de esta Hanarable Cámara. Yo no. me creo. digna de ninguna - 188 - consideración especial. Sin embargo. quiero señalar esta circunstancia un poco extraña; no tengo práctica parlamentaria, pero los señores Senadores están envejecidos en el servicio público, y a ellos me permito preguntarles si conocen algún caso de urta reunión privada, de la cual se haya levantado un acta, y para cuya redaccirín no se haya consultado al hombre gue ha hecho en dicha reunión declarac~ones respon.~ables. Esta acta vino a salir a luz más de un mes y medio después de la reunión, y aun ignoro yo en absoluto lo que dice; es un acta que parece que hubiera querido ocultarse deliberadamente al conocimiento del Ministro que habla. Yo no protesto de este procedimiento, rindo el más caluroso homenaje a la sinceridad con que los señores Senadores hayan firmado esa acta; pero' no sé que exista un precedente en el sentido de que un Ministro de Relaciones Exteriores haya que acusarlo de haberse contradicho y de haber falseado sus propósitos, con un acta que ese Ministro no conoce, ni habría podido conocer porque es un acta que ha sido sustraída deliberadamente en todo momento, de su vista. Yo me permito llamar la atención de los hombres que, seguramente, cautelando el interés público en la forma que les dieta su corazón de pa· - lh9 - triotas, han creído conveniente tomar la actitud que el Senado conoce. Yo quiero someterles esta duda: las declaraciones con las cuales me he presentado en público, las declaraciones que motivan este voto propuesto por el señor Senad.or por Curicó, han sido declaraciones conocidas por todos mis colegas de Gabinete; han sido no sólo conocidas por todos ellos sino que a veces consultadas previamente con ellos. Hasta este momento S. E. el Presidente de la República, todos los Ministros de Estado y nuestros delegados en Wáshington, sostienen como yo, con la misma fe y con el mismo entusiasmo del primer momento, que el Tratado de Ancón está incólume y consagrado en la negociación de Wáshington. Sin embargo, se me acusa personal e individualmEnte de haber incurrido en contradiciones en este punto; pero es una contradición en que aparecemos incurriendo muchos hombres, y ya que no puedo invocar para mí ninguna respetabilidad, tengo que ampararme en la respetabilidad de mis colegas de Gabinete y de los Delegados en Wáshington. El Tratado de Ancón, señor Presidente, no solamente no ha sido violado en el acuerdo llevado a cabo en Wáshington, sino que ha sido interpretado en una forma tan exacta que permite asegurar que nunca han esta- 100 - do los intereses patrios tan garantidos como hoy .. Por otra parte, yo acepto que se diga que hay contradicción en las palabras que he pronunciado en diversas ocasiones sobre este particular. Yo no las veo; pero si existen no l~ atribuyo a este hecho ninguna gravedad. Pero no quisiera que el fundamento de la contradicción que se me atribuye fuera el de que el Protocolo se ha salido del texto y del espíritu del Tratado de Ancón, porque, ¿qué situación tan grave se produciría después de una declaración en este sentido, de una declaración de una rama del Congreso chileno en que se dejara de manifiesto que hemos abandonado la posición más firme y más sólida, la única posición jurídica que tiene el país para la defensa de sus derechos? ¿Aprecian debidamente Sus Señorías la gravedad de una situación semejante? Además, señor Presidente, no se necesitaba de una declaración de esta naturaleza para que yo abandonara este puesto, ya que soy el primero en reconocer que mi permanencia en él ha sido demasiado prolongada y que mi persona es ya uri obstáculo para el curso regular de los asuntos que se discuten o que promueve el Departamento de mi cargo. No era necesario este voto. Varios de los Honorables Senadores que me escuchan saben que - 191 - yo me había adelaptado a tomar el camino que hoy me señala el voto que se acaba de proponer al Senado. Sin embargo, señor Presidente, en estos últimos momentos me atrevo a invocar el patriotismo de Sus Señorías a fin de que consideren la situación gravísima que traería la aprobación del voto propuesto, ya que el Tratado de Ancón, a juicio del Gobierno, a juicio de los Delegados en Wáshington y, en general, de todas las personas que han tenido los hilos de la negociación, no ha sido abrogado ni debilitado y que, por el contrario, permanece incólume. ¿Asumen Sus Señorías la responsabilidad plena de la situación que se produciría si el protocolo fracasa? ¿Asumen Sus Señorías la responsabilidad de que en el futuro tengamos que discutir y aprobar, tal vez, proposiciones en que no se considere el Tratado de Ancón? Para terminar, creo me será permitida una gracia que nunca se le ha negado ni aun al ajusticiado por los crímenes más infames, y es ésta: qui~ro cumplir con un deber de cortesía para con los Honorables Senadores que han impugnado el acuerdo de Wáshington, dándoles una respuesta a sus observaciones, deber de cortesía al cual no querría faltar. Mi ánimo es simplemente justificar mi actuación. Tal vez están jugando en este asunto - 192 - elementos un tanto extraños al interés público de parte je algunos personaJes; y yo creo que tengo derecho para justificar mi posición y- explicar al país cuál es la mteligencia técnica que' tienen algunos puntos del Protocolo y Acta Complementaria, llegando así a decir mi última palabra sobre este asunto. El señor CLAROSOLAR (Presidente).-EI concepto que el señor Ministro acaba de explicar no es parlamentario, no puede atribuirse a los Senadores intenciones contrarias al interés público; lo prohibe el Reglamento. Por lo demás, la Cámara oye con mucho agrado al señor Ministro. El señor BARROS JARPA (Ministro de Relaciones Exteriores).-Lamento mucho que el señor Presidente haya podido creer que mi propósito fuera querer herir la dignidad de los miembros del Senado con las palabras que he pronunciado. Pero este debate está tomando formas tan extrañas, se ha empleado aquí procedimientos tan raros, que he podido dejarme llevar un poco de la nerviosidad del momento para decir palabras que no son apropiadas. Considérelas Su Señoría como no dichas. Voy a agregar algunas palabras que llevarán al Senado la convicción que no me guía en este asunto otra cosa que el más alto interés público. - 193 - Hoy mismo, momentos antes de venir al Senado, he recibido un nuevo cablegrama de don Carlos Aldunate Solar, que pondré a la disposición del señor Presidente del Senado para que los señores Senadores lo conozcan. Por él se ve que el señor Aldunate es un mistificador t.an grande como yo, por cuanto sigue sosteniendo la pesadilla de q'ne vamos al cumplim~ento del Tratado de Ancón. La palabras de este hombre de Estado, tan respetable, que tiene una hoja de servicios públicos bien limpia, y una personalidad no discutida, son un feliz amparo para mí. Si yo me he contradicho, me he contradicho junto con él. Sin embargo, si el Senado estima que el Tratado de Ancón no tiene otra solución que el plebiscito y sostiene que toda otra fórmula importa la abrogación del Pacto, los señores Senadores sabrán asumir las responsabilidades y afrontar las consecuencias que de tal doctrina derivarán_ en contra del país. El señor ZAXARTU (don Enrique). -Vaya decir muy pocas palabras. Debo comenzar por hacer una observación que me parece imprescindible en este momento. El señor Ministro se ha referido a un acta con la firma de varios Senadores y a que se ha dado lectura. Entre estas firmas está la mía, y sobre mi firma escribí un concepto que ruego al señor Secretario dar lectura. 13 - 194 - El señor SECRETARIO.-Dice así: "Lo expuesto por mí en la sesión está de acuerdo con el acta El señor ZAÑARTU (don Enrique). -Entiend0 señor Presidente que en un documento de esta naturaleza cada uno de los que lo firman no sostienen otra cosa que loexpuesto por él; está de acuerdo con la versión que allí se da de sus palabras. Así es que mientras el señor Ministro de Relaciones-a quien no sabía yo que no se le hubiera presentado el acta para su firma, ya 1 '. 1 1 que yo mismo la firmé solamente ayer, y después de leer únicamente mis palabras,-mientras Su Señoría, digo, no justifique con su firma puesta al pie de este documento que lo en él aseverado está conforme con sus propias declaraciones no tiene por qué inquietarse. De modo que en realidad, el acta no tiene el carácter extraordinario que le ha atribuído el señor Ministro porque para que tenga fuerza debe llevar, a mi entender, repito, la firma de Su Señoría. Así lo he entendido yo cuando me fué presentada el acta y cuando, para que a este respecto no hubiera duda, puse el concepto que se ha leído encima de mi firma. Me ha parecido oportuno aclarar este punto, por lo insólito de la forma, que repito ignoraba, en que se ha ge1 1 1 nerado este documento.' Por otra_ parte, hay en el discurso del señor Ministro una frase que no - 195 - conviene que quede en pie sin una contestación. S. S. parece haber entendido que la presentación de este voto significaría el fracaso de las negociaciones de Wáshington o sea, la no aprobación del Protocolo. N o creo que se pueda dar a la presentación del voto este alcance, y no creo tampoco que haya ventaja alguna en que tal concepto quede en el ambiente público y consignada en el acta de esta sesión la opinión del señor Ministro, sin ser contradicha, porque ello puede perturbar las negociaciones mismas, y porque además no es natural que la suerte de un protocolo venga a resolverse mediante la presentación de un proyecto de acuerdo. Esto significaría que individualmente cada miembro del Senado puede hacer fracasar un arreglo internacional. Sería por demás inaceptable que cada vez que un Senador o un grupo de Senadores presentara un proyecto de acuerdo, por ese sólo hecho se resolviera una cuestión antes de que recayera sobre ella el pronunciamiento de la Cámara sobre el protocolo mismo. Aun recayendo un pronunciamiento sobre el voto que se ha presentado, dicho pronunciamiento no afectaría el fondo mismo de la cuestión; de modo que, repito, no hay razón para prejuzgar sobre la actitud y la opinión del Senado respecto del Protocolo. En la misma - 196 - discusión previa que se verificó entre algunos senadores antes de presentar el voto formulado, se vió que había un número considerable de ellos que . era partidario del Protocolo y -aunque otros no ·10 eran, creo que el voto del Senado le será favorable. Este proyecto de acuerdo nada tiene que ver con el Protocolo mismo y hay ventaja de dejarlo claramente consig~ nado, porque no habría conveniencia alguna en que la opinión pública pudiese pensar que ya estaba acordado rechazar el Protocolo firmado en Wáshington. Hay también una razón de lógica para proceder en la forma que insinúo. Si la Comisión de Relaciones del Ho~ norable Senado acaba de acordar no tratar acerca del Protocolo mientras no lleguen los documentos originales ¿cómo vamos a pronunciarnos sobre el Protocolo antes de que lleguen los tales documentos? . Ahora quiero referirme a otro aspecto de este asunto. Creo que nuestra Constitución Política, como lo dije, hace caer las responsabilidades de estas gestiones en el Presidente de la República y en el Ministro del ramo. Sin embargo debo recordar' que dentro de nuestro régimen parlamentario hay cierta respon~ sabilidad en el Parlamento, puesto que los Ministros de Estado son el reflejo de las mayorías de los partidos políti- - 197 - cos; es lógico que estando según nuestro mecanismo, constitucional unidas las responsabilidades del Parlamento y de los Ministros de Estado, se trate de deslindarlas claramente, como en el caso actual, puede creer el Congreso que no se le tomó en cuenta en el momento decisivo de las resoluciones. Debo 'recoTdar que en el curso de estas gestiones el Presidente de la República ha coní:mltadoa ocho o diez miembros de la HonoTable Cá1na'/'a para escucha'/' sus opiniones. Por consiguiente cada uno de los que hemos manifestado nuestras opiniones hemos tenido pade en algunas lases de las negociaciones. Según consta del reportaje hecho al Presidente de la República, se desprende que las responsabilidades de estas gestiones caen d.e hecho sobre los miembros del Honorable Senado que han tomado parte en las deliberaciones. Debemos obligadamentc explicar cada uno la actitud asumida. Yo por mi parte no deseo otra cosa y lo haré tan pronto como termine el señor Ministro. No sería serio eludir responsabilidades, ni es justo asumir las que no nos corresponden. Por mi parte declararé, en el Senado, lo que declaré en los Consejos de Gobierno cuando fuí llamado. El señor ERRAZURIZ.-Es necesario dejar en claro un sólo punto relacionado con el proyecto de acuerdo - 198 - que he presentado señor Presidente; los demás irán exclareciéndose en el curso del debate. Me refiero al contexto de mis palabras, al fundar mi indicación .. Del texto mismo de mi indicación fluye con nitidez absoluta que no nos pronunciamos, ni adelantamos opinión alguna relacionada con el Protocolo y demás actos preliminares desarrolla~ dos en Wáshington. El señor BARROS J ARPA (Ministro de Relaciones).-Quiero decir unas cuantas palabras con respecto a esta Acta a que se dió lectura hace pocos momentos, y cuyo contenido estoy leyendo. No se ha seguido en este caso la práctica observada por la Mesa, de proporcionar al Ministro que habla, gentilmente, todas las actas de las se·· siones secret~s en que yo he interve·· nido. He tenido oportunidad de revisarIas, por una gentileza de la Mesa del Honorable Senado, antes de que se diera cuenta de ellas. A mi juicio, en este caso pudo haberse seguido este mismo temperamento; porque ¿qué gana el país con saber que el Ministro de Relaciones se ha contradicho? En cambio ¡cuánto pierde el país ante el alcance arbitrario que a estas supuestas contradicciones se les está dando! El Acta en lo que a mí respecta no es fiel. El señor CLARO SOLAR <Presidente ).--Terminados los incidentes. 1\DVE~TENCI1\: Se advierte al lector que los documentos que se insertan como versiones cablegráfieas, se publican así porque este libro entró en prensa con anterioridad a la llegada de los textos originales los que coinciden exactamente con aquellas.