El Régimen de la Propiedad, la Administración y

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El Régimen de la Propiedad, la Administración y afectación de las tierras baldías en
ocasión de la intervención por parte del Instituto Nacional de Tierras, de las fincas en el
Sur del Lago de Maracaibo del Estado Zulia.
Preparado por:
Abogado Sergio Urdaneta
Para la Asociación Regional de
Ganaderos
del
(ARGAG),
ubicada
Guayabo
en
la
Parroquia Udon Pérez del
Municipio
Estado Zulia.
Catatumbo
del
Introducción
I.
El Régimen general de la propiedad de las tierras baldías.
a) El régimen de la propiedad de las tierras en la Constitución venezolana.
b) El régimen de la propiedad de la tierra en la Ley.
II.
El Régimen General de la Administración de las Tierras Baldías.
a) El régimen de la administración de las tierras baldías en la Constitución.
b) En régimen de la administración de las tierras baldías en la Ley de Terrenos baldíos
de 1936.
c) El régimen de la Administración de las tierras baldías en la Ley de tierras y
desarrollo Agrario
III.
Las afectaciones y limitaciones de las Tierras Baldías.
a) La afectación del uso de las tierras.
b) La afectación de la ocupación de las tierras.
c) La afectación de la posesión de las tierras.
d) La afectación de la propiedad.
IV.
Las Tierras propias del Instituto Nacional de Tierras.
V.
La ocupación de las tierras del Sur del Lago de Maracaibo en el Estado
Zulia.
CONCLUSIONES
RECOMENDACIONES
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Introducción
Por razones ideológicas, en los últimos 12 años, el Estado venezolano ha puesto en marcha
contra los productores agropecuarios del país “un genocidio económico” (artículo 6 del
Estatuto de Roma) perpetrado contra las personas que escogieron “como actividad
económica de su preferencia” la actividad agropecuaria; (artículo 112 de la Constitución),
“con la intención de destruir total o parcialmente a éste grupo económico nacional”,
sometiendo “intencionalmente” al grupo de productores agropecuarios
del país, a
condiciones de existencia que ocasionan su destrucción económica total (literal c del
artículo 6 del Estatuto de Roma).
Para someter “intencionalmente” a los productores agropecuarios del país “a condiciones
que lo hacen desaparecer totalmente de la actividad económica”, el Estado venezolano
concibió y puso en marcha una Ley, como la Ley de Tierras y Desarrollo Agropecuario
para desconocer “la propiedad privada” de los bienes destinados a la actividad
agropecuaria (artículo 115 C. N.), institucionalizó “la confiscación” de bienes destinados a
la producción agropecuaria sin el procedimiento legalmente debido (artículo 116 C. N .),
considera ilícita la ocupación de la tierra que fomentan los productores ( artículo 92 de la
Ley de Tierras y Desarrollo Agrario); desconoce y niega el derecho a ser indemnizado por
la actividad económica realizada en las tierras ocupadas (artículo 92 de la Ley de Tierras y
Desarrollo Agrario); desconoce y viola el derecho de preferencia que tienen los productores
a seguir ocupando las tierras que trabajan ( artículo 149 de la Ley de Tierras, Baldíos y
Ejidos); le impone limitaciones desorbitadas a la actividad agropecuaria, con el propósito
de expulsar a grandes cantidades de productores de su actividad productiva, con
procedimientos arbitrarios, claramente abusivos e inconstitucionales, que desbordan los
limites de la arbitrariedad, el abuso y la desviación de poder.
En forma sistemática, el Estado venezolano a través del Ministerio de Agricultura y Tierra,
el Instituto Nacional de Tierras y las Fuerzas Armadas, “inspirados en razones políticas”
viene impulsando “un terrorismo de Estado” contra los productores agropecuarios del
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país, desplegando todo tipo de actos de “violencia intimidatoria y degradante”; estos actos
de violencia contra los productores agropecuarios “son sistemáticos” en todo el país; y,
“tienden a quebrantar el orden psíquico” a nivel colectivo, acusando por todos los medios
posibles a los productores de ser esclavistas, ladrones de tierras y latifundistas; todo ello,
con el fin de “imponer un determinado orden político” que consiste en eliminar la
propiedad privada e imponer la propiedad colectiva y socialista en el campo venezolano.
La intención del Estado de impulsar un genocidio economito contra los productores
agropecuarios del país, y desplegar contra el sector un terrorismo de Estado, con el fin de
expulsarlos de la actividad económica de su preferencia, “persigue un objetivo político” de
imponer un modelo de propiedad y de economía socialista en el campo; y, para ello,
despliega todo tipo de violencia contra los productores; por lo que lo que el país en general
y, los productores en particular, deben repensar y redefinir la situación que los afecta para
redefinir o reconstruir una estrategia frente a la arbitrariedad desbordada del poder.
Los productores agropecuarios tienen el derecho legítimo a defenderse, frente a la
arbitrariedad de los agentes del Estado; y, tienen el derecho a desplegar todo tipo de
argumento lícito para demostrar que la conducta arbitraria del Estado, no tiene ningún tipo
de cobertura constitucional o legal.
Para comprender, juzgar y diseñar una defensa de los productores agropecuarios frente a la
conducta arbitraria del Ministerio de Agricultura y Tierras y su ente de adscripción, el
Instituto Nacional de Tierras en la intervención de las fincas del Sur del Lago de Maracaibo
en el Estado Zulia, se debe analizar si el poder central “tiene cobertura constitucional o
legal” para sostener que es propietario de las tierras baldías ubicadas en la Jurisdicción de
los Estados; se debe analizar si el poder central “tiene respaldo constitucional o legal para
administrar” las tierras baldías en la jurisdicción de los Estados; se debe analizar, cual es
“el régimen jurídico aplicable a la administración” de las tierras baldías en la jurisdicción
de los Estados; se debe analizar cual es “el régimen de la ocupación” de las tierras baldías
de los Estados; y, el consecuente “derecho de preferencia” que tienen los productores a
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seguir ocupando las tierras que trabajan; y finalmente, se debe analizar y determinar cuales
son “las tierras propias” del Instituto Nacional de Tierras (INTI).
Una consideración previa sobre el derecho a la defensa de los productores
y
productoras agropecuarios.
La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela garantiza “el derecho a la
defensa” y, en ejercicio de éste derecho, los productores y productoras agropecuarios del
país, pueden y deben usar todos los mecanismos y procedimientos que se desarrollan en el
ordenamiento jurídico, “para hacer valer sus derechos e intereses” frente a los órganos del
poder en su política de intervención y ocupación de las propiedades que ocupan.
Frente a las arremetidas del Poder Nacional contra los productores agropecuarios del país
y, mas recientemente en el Sur del Lago de Maracaibo del Estado Zulia, por órgano del
Ministerio de Agricultora y Tierras, su órgano de adscripción el Instituto Nacional de
Tierras y, las Fuerzas Armadas; se recomienda que los productores agropecuarios, que
“repiensen y redefinan su estrategia de defensa de sus derechos e intereses” con
fundamento a lo establecido en el numeral 1 del artículo 49 de la Constitución, donde se
garantiza, que “la defensa y la asistencia jurídica son derechos inviolables” en todo
estado y grado de los procesos judiciales y administrativos.
La propuesta de “repensar y redefinir la su estrategia de defensa” de los derechos e
intereses de los productores agropecuarios tiene como objetivos los siguientes:
1. En primer lugar, repensar y redefinir la estrategia de defensa de los derechos e
intereses de los productores y productoras agropecuarias, “ofrece la posibilidad de
repensar las debilidades” de la conducta arbitraria del Poder Público Nacional y,
“permitir reevaluar estas debilidades” para el rediseño de una estrategia de defensa,
desde una posición mas sólida y ventajosa para los productores y productoras
agropecuaria. En lo relativo a este punto se debe decir, que la dinámica atropellante
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del gobierno, ha impedido darle “toda la fortaleza necesaria” a los argumento de
defensa de los productores.
2. En segundo lugar, repensar y redefinir la estrategia de defensa de los derechos e
intereses de los productores y productoras agropecuarias, “ofrece la posibilidad de
darle fortaleza a la defensa” de los derechos e interese de los productores en los
puntos siguientes:
a) El relacionado con “la propiedad” de las tierras baldías, para intentar desmontar el
argumento del Poder Nacional, según el cual las tierras baldías son propiedad de la
Nación.
b) El relacionado con “la administración” de las tierras baldías, para aclarar
jurídicamente, como se deben administrar las tierras baldías y, cuales son los
derechos de los productores ocupantes de tierras baldías que el Poder Público
Nacional debe respetar.
c) El relacionado con “el régimen” aplicable a la administración de las tierras baldías.
d) El relacionado con “la afectación” a las tierras baldías, con “los derechos de
ocupación, de preferencia e indemnización por las bienhechurías” que garantizan a
seguir ocupando las tierras baldías; y al pago de las bienhechurías obtenidas sobre
ellas.
Con toda seguridad, “repensar” sobre éstos puntos, puede permitir a la dirigencia gremial,
“redescubrir las debilidades” del Poder Público Nacional, que hacen arbitraria su conducta
de intervención de fincas y, de igual forma permite “redescubrir las fortalezas” de los
productores y productoras de fincas y, consecuentemente facilitará “redefinir la estrategia
de defensa” de los derechos e intereses de los productores y productoras agropecuarias
“replanteándola con una mayor fortaleza” y, asegurar una mejor defensa de los derechos e
intereses de los productores agropecuarios .
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El Gobierno Nacional, tiene una posición política e ideológica “para sacar o expulsar en
forma arbitraria” a los productores agropecuarios de “la actividad económica de su
preferencia”; pero solo si logramos construir un argumento sólido, que sea jurídicamente
defendible, se tendrá construir una oportunidad con cierto grado de ventaja y fortaleza para
defender los derechos de los productores y productoras con cierta posibilidad de existo.
Este planteamiento permitirá confrontar desde una mejor perspectiva la razón de los
productores con la arbitrariedad del Poder.
I. El Régimen general de la propiedad de las tierras baldías.
La defensa de los productores y productoras agropecuarias, “se fortalece”, repensando y
analizando el tema de “la propiedad” de las tierras baldías, ya que “para darle legitimidad”
a su conducta arbitraria, el Gobierno Nacional a través de sus más altos voceros
relacionados con la materia agraria como el Ministro de Agricultura y Tierras y del Instituto
Nacional de Tierras (INTI), para justificar las ocupaciones por la fuerza de las fincas en el
Sur del Lago de Maracaibo en el Estado Zulia, ha puesto nuevamente sobre la mesa el
debate sobre “la propiedad de la tierra”, afirmando que “las tierras baldías son propiedad
de la nación”; y, con base a esta afirmación, se sienten legitimados o habilitados, “para
imponer a los productores su política de rescate” de las tierras que no ha demostrado que
son de su propiedad.
Frente a ésta posición oficial de los órganos del Gobierno; en su defensa, los productores y
productoras agropecuarias y sus gremios, no han podido estructurar un argumento
jurídicamente defendible para rebatir la posición oficial sobre el tema de la propiedad de las
tierras baldías.
Para impedir o frenar la devastación de la producción agropecuaria del país, e impedir que
amplios sectores de la producción del campo caigan en manos de un sector público
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ineficiente y, para defender la noción de “Estado Federal descentralizado” garantizada en
los artículos 4 y 6 de la Constitución de 1999, así como la defensa de los intereses del país,
resulta relevante redefinir y repensar una estrategia frente al Gobierno, que exige analizar el
tema de la propiedad de la tierras baldías y, en forma particular, de la propiedad de las
tierras baldías en el ordenamiento jurídico vigente; y que el Gobierno está obligado a
respetar por el mandato constitucional establecido en el artículo 141, conforme al cual “la
Administración Publica está al servicio de los ciudadanos y ciudadanas y se fundamenta en
los principios …de responsabilidad en el ejercicio de la función pública, con sometimiento
pleno a la ley y al derecho”.
a) La propiedad de las tierras baldías en la Constitución venezolana.
Para analizar y comprender con un alto grado de certeza la institución de “la propiedad de
las tierras baldías”, es necesario precisar, “cual es el régimen jurídico vigente y aplicable
al caso” que regula la propiedad de las tierras baldías desde la perspectiva constitucional.
Para precisar “cual es el régimen jurídico vigente y aplicable al caso” que regula la
propiedad de las tierras baldías, debe hacerse en primer lugar, un análisis constitucional
desde el punto de vista histórico para comprender “como ha evolucionado la institución de
la propiedad de la tierra en las constituciones venezolanas”; en tal sentido, la primera
Constitución Federal para los Estados de Venezuela de 1811, al definir “las bases del
Pacto Federativo que ha de constituir la autoridad general de la Confederación”,
estableció lo siguiente:
“En todo lo que por el Pacto Federal no estuviere expresamente
delegado a la autoridad general de la Confederación, conservará
cada una de las provincias que la componen”.
En ésta disposición de nuestra primera Constitución se establece, lo que la doctrina define
como “la competencia residual” reservada a los Estados; conforme a ésta competencia
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residual, la Constitución de 1811 establece, que todo “lo que no estuviere expresamente
delegado” por el Pacto Federal a la autoridad de la Confederación, “lo conservarán cada
una de las provincias que la componen”; y, de un análisis del articulado de la Constitución
de 1811, se observa, que la propiedad de las tierras baldías, “no está expresamente
delegado”
a la autoridad de la Confederación, es decir, que “no esta expresamente
delegado al poder central” la propiedad de las tierras de las provincias que forman la
federación; en consecuencia debe concluirse, que en nuestra primera Constitución de 1811,
la propiedad de las tierras baldías “la conservan cada una de las provincias”
que
componen la Confederación, lo que equivale a decir hoy, que la propiedad de las tierras
baldías “la conservan cada una de los Estados” en que está dividido el Territorio del país;
una evidencia constitucional, que confirma constitucionalmente, que las tierras baldías en la
jurisdicción de los Estado “la conservan cada una de los Estados” la encontramos en la
Constitución de los Estados Unidos de Venezuela del 27 de Mayo de 1874, que al
“establecer las bases de la unión”, en el numeral 3 del artículo 13 establece lo siguiente:
“Los dichos Estados… quedan comprometidos:
3. A ceder a la Nación, el terreno que sea necesario para el Distrito
Federal.”
En los términos de ésta disposición constitucional de 1874, los Estados que “tienen el
dominio de los terrenos en su jurisdicción” se comprometen constitucionalmente, “a
ceder” parte de sus terrenos para el asiento del Distrito Federal;
otra evidencia
constitucional sobre “la propiedad de los terrenos baldíos de los Estados”, la encontramos
en la Constitución de 1891, en el numeral 2, del artículo 66 que establece lo siguiente:
“Fuera de las anteriores atribuciones
que son privativas al
Presidente de los Estados unidos de Venezuela, éste con el voto
deliberativo del Consejo Federal, ejercerá las siguientes:
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2. Administrar los terrenos baldíos…de los Estados por delegación
de éstos”.
En los términos de ésta disposición Constitucional de 1891, se pone en evidencia “la
propiedad que tenían los Estados sobre sus terrenos baldíos de su jurisdicción”, cuando se
establece, que el Poder Central para “administrar los terrenos baldíos” de los Estados; los
Estados “ debían delegar” el poder de administración de los terrenos baldíos en el poder
central; lo que permite pensar, que de no existir la delegación de la administración de los
terrenos baldíos del Estado, el poder central no estaba habilitado para administrar los
baldíos de los Estados; en la Constitución de 1901 encontramos otra evidencia sobre “la
propiedad de las tierras” en la jurisdicción de los Estados; en tal sentido, en el numeral 8
del artículo 66 se establece lo siguiente:
“Los Estados que forman la unión Venezolana son autónomos e
iguales en entidad política, y se obligan:
8. A ceder al Gobierno de la Nación el territorio necesario para
erigir fuertes , muelles, almacenes, astilleros de construcción y
otros edificios indispensables a la administración general , la cual
ejercerá el dominio sobre el territorio cedido, con las restricciones
del articulo 125 de ésta constitución”
En los términos de ésta disposición constitucional de 1901, se pone en evidencia “la
propiedad de los Estados sobre los terrenos en su jurisdicción”, cuando se establece, que
“los Estados se obligan a ceder al Gobierno de la Nación el territorio necesario” para
erigir
fuertes, muelles, almacenes, astilleros de construcción y otros edificios
indispensables a la administración general; estableciendo, que la Nación “ejercerá el
dominio” del territorio cedido “con las restricciones” que establece la Constitución; lo
que deja claro, que los Estados “le imponían” al poder nacional “restricciones sobre el
dominio de los terrenos cedidos” en su respectiva jurisdicción; en la Constitución de 1909,
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se deja establecido que los Estados se comprometen “A tener como renta propia” el total
de lo que produzcan los terrenos baldíos; en tal sentido, en el aparte 2 del numeral 27 del
artículo 12, establece lo siguiente:
“Los Estados que forman la unión venezolana son autónomos e
iguales en entidad política, y se obligan:
27. A tener como renta propia:
2. El total de lo que produzcan…los terrenos baldíos.”
Conforme a la norma transcrita de la Constitución de 1909, los Estados están habilitados
“a tener como renta propia” el total de lo que produzcan los terrenos baldíos, producto de
su venta, de su arrendamiento o cualquier otra figura que le produjera algún tipo de renta o
ingreso; la Constitución de 19031, en el numeral 18 del artículo 15 establece lo siguiente:
“Los Estados convienen en reservar a la competencia Federal:
18. Todo lo relativo a,…las tierras baldías, los productos de éstas.
Cada Estado conserva la propiedad de dichos bienes respecto a los
que se encuentran en su jurisdicción, pero la administración de
todos ellos correrá a cargo del Ejecutivo Federal, que la ejercerá
conforme lo determinen las respectivas leyes en éstas se establecerá
que …los terrenos baldíos pueden venderse, arrendarse y darse en
adjudicación gratuita por el Ejecutivo Federal según en las mismas
leyes se paute, en las cuales se establecerá , para éstos casos el
derecho de preferencia a favor de los ocupantes.
Como puede observarse, la Constitución de 1931 contemplaba, que “cada Estado conserva
la propiedad de las tierras baldías que se encuentren en su jurisdicción”; quedando
claramente establecido, en las bases de la Unión de la Constitución de 1931, que los
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Estados “no transfieren la propiedad de las tierras baldías de su jurisdicción” al Poder
Nacional;
y, de la norma constitucional transcrita queda claro, que los Estados,
“convienen” en transferir “solo” la administración de las tierras baldías al poder nacional
cuando se establece, que “la administración de las tierras baldías” correrán a cargo del
ejecutivo Federal, pero no transfieren la propiedad de las tierras baldías. En los mimos
términos de la Constitución de 1931, se estableció “la propiedad de las tierras baldías” en
la Constitución de 1936, en el numeral 18 del artículo 15 establece lo siguiente:
“Los Estados convienen en reservar a la competencia Federal:
18. Todo lo relativo a,…las tierras baldías, los productos de éstas.
Cada Estado conserva la propiedad de dichos bienes respecto a los
que se encuentran en su jurisdicción, pero la administración de
todos ellos correrá a cargo del Ejecutivo Federal, que la ejercerá
conforme lo determinen las respectivas leyes en éstas se establecerá
que …los terrenos baldíos pueden venderse, arrendarse y darse en
adjudicación gratuita por el Ejecutivo Federal según en las mismas
leyes se paute, en las cuales se establecerá , para estos casos el
derecho de preferencia a favor de los ocupantes.
Como puede observarse, tanto la Constitución de 1931, como la Constitución de 1936
contemplaban, que los Estados “reservan a la competencia Federal solo la
administración” de las tierras baldías; pero se establece en forma clara en las
constituciones de 1931 y 1936, que “cada Estado conserva la propiedad de las tierras
baldías que se encuentren en su jurisdicción”; quedando claramente establecido, en las
bases de la Unión, que los Estados “no transfieren la propiedad de las tierras baldías de su
jurisdicción” al Poder Nacional; y, establecen ambas constituciones que los Estados,
“convienen” en transferir “solo” la administración de las tierras baldías al poder nacional
cuando establece, que “la administración de las tierras baldías” correrán a cargo del
Ejecutivo Federal.
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La Ley a la que hace mención la Constitución de 1936, “es la Ley especial por la
materia”, es la Ley que regule “la materia” de los baldíos, y desarrolle todo “el régimen
aplicable a los baldíos”; es la Ley que establece el régimen aplicable a su administración, a
su venta, arrendamiento, adjudicación y “el derecho de preferencia de los ocupantes de
las tierras baldías”; la Ley a la que hace referencia la Constitución de 1936 “es a una ley
especial por la materia”; ya que la propia Constitución establece las materias que debe
contener ésta ley,
que por ser una ley especial por la materia “se aplica en forma
preferente” a las demás leyes “por la especialidad de la materia” que regulan, ya que
esta Ley especial tiene asignada por la Constitución una materia especifica, “ regule la
materia de baldíos”; su administración, venta, alquiler; adjudicación y el derecho de
preferencia de los ocupantes de los baldíos; y, las otras leyes regulan otros materias que
pueden estar relacionadas con la tierra, pero no regula las materias especificas de los
baldíos, ya que seria absurdo tener dos o mas leyes que regulen la misma materia.
En la Constitución de 1961, “excluye la materia de la propiedad de los baldíos” al Poder
Nacional por vía de “la competencia residual” conferida a los Estados en el numeral 7 del
artículo 17 de la Constitución de 1961 establece lo siguiente:
“Es de competencia de cada Estado:
7. Todo lo que no corresponda, de conformidad con ésta
Constitución a la competencia nacional o municipal.”
En los términos de la norma constitucional parcialmente transcrita, en la Constitución de
1961 “se excluye la propiedad de los baldíos del poder nacional”; Como puede observarse
de la norma parcialmente transcrita, “todo lo que no corresponda” de conformidad con la
Constitución de 1961, a la competencia nacional o municipal “es de competencia de cada
Estado”; y analizada las competencias atribuidas por la Constitución de 1961 al poder
nacional y municipal, la propiedad de las tierras baldías “no corresponde”
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a la
competencia nacional o municipal por lo que en términos de l numeral 7 del artículo 17 de
la Constitución de 1961, “la propiedad de las tierras baldías en la jurisdicción de cada
Estado, es competencia de cada Estado” por disposición constitucional.
En la Constitución de 1999, en los mismos términos que lo hacia la Constitución de 1961,
“se excluye la materia de la propiedad de los baldíos” al poder nacional por vía de “la
competencia residual” conferida a los Estados en el numeral 11 del artículo 164 de la
Constitución de 1999 que establece lo siguiente:
“Es de competencia exclusiva de los Estados:
11. Todo lo que no corresponda, de conformidad con ésta
Constitución, a la competencia nacional o municipal.”
En los términos de la norma constitucional parcialmente transcrita, igualmente, la
Constitución de 1999 por medio de “la competencia residual” conferidas a los Estados y,
contenida en el numeral 11 del artículo 164, “se excluye la propiedad de los baldíos del
poder nacional”; Como puede observarse, en igual forma que lo hacia la Constitución de
1961, la norma parcialmente transcrita de la Constitución de 1999, “todo lo que no
corresponda” de conformidad con la Constitución de 1999, a la competencia nacional o
municipal “es de competencia de cada Estado”; y analizada las competencias atribuidas
por la Constitución de 1999 al poder nacional y municipal, la propiedad de las tierras
baldías “no corresponde” a la competencia nacional o municipal por lo que en términos
de l numeral 11 del artículo 164 de la Constitución de 1999, “la propiedad de las tierras
baldías en la jurisdicción de cada Estado, es competencia de cada Estado”
por
disposición constitucional.
Con fundamento a lo expuesto, es jurídicamente defendible, que en la Constitución de
1999 “no existe una atribución expresa” que sostenga, que la propiedad de las tierras
baldías de los Estados “fue conferida al poder nacional”; y puede sostenerse, que en los
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términos del numeral 33 del artículo 156 de la Constitución de 1999, que “no existe una
competencia residual” que atribuya al poder nacional la propiedad de las tierras baldías de
los Estados al poder nacional; y tampoco, existe en la Constitución de 1999 “una
competencia implícita” que le atribuya al poder nacional la propiedad de las tierras baldías
de los Estados.
Con fundamento a lo expuesto, la evolución de “la institución de la propiedad de las
tierras baldías” en las distintas constituciones que ha tenido el país, partiendo de la
primera Constitución de 1811, “es jurídicamente defendible”, que en la Constitución de
1999, “la propiedad” de las tierras baldías de los Estados está atribuida a cada uno de los
Estados en que está dividido el Territorio de la Republica; por lo que es jurídicamente
defendible, que “el poder público nacional no tiene cobertura constitucional” para
sostener que las tierras baldías que se encuentran en la jurisdicción de los Estados son
propiedad de la nación; éste argumento, debilita los argumentos del gobierno; pone en
evidencia su arbitrariedad, y fortalece la defensa de los derechos e intereses de los
productores y productoras agropecuarios; y, facilita rediseñar una estrategia de defensa de
sus derechos.
b) La propiedad de las tierras baldías en la Ley.
Hecho el análisis constitucional anterior debe concluirse, que no es jurídicamente
sostenible, que exista en Venezuela una ley, que es de rango infraconstitucional, es decir,
de “rango inferior a la Constitución”, que establezca que “los Estados transfieren”
mediante una ley “la propiedad de las tierras baldías de su jurisdicción” al Poder Publico
Nacional; en Venezuela, ésta ley no existe, y, para que exista una disposición de ésta
naturaleza, es necesario modificar la Constitución de 1999; por lo que se debe concluir,
que mientras no exista ésta reforma de la Constitución, “los Estados conservan la
propiedad de las tierras baldías” de su jurisdicción; por lo que es jurídicamente
defendible, que “el Poder Público Nacional no tienen cobertura constitucional ni legal ”
para sostener que las tierras baldías que se encuentran en la jurisdicción de los Estados son
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propiedad de la Nación. Tener claro y asumir éste argumento, que es jurídicamente
defendible, fortalece el rediseño de una estrategia de defensa de los derechos de los
productores y productoras agropecuarias del país, frente a la violencia desplegada por los
órganos del Poder Publico Nacional contra los productores.
La violencia sistemática que realiza el Ministerio de Agricultura y Tierras y su órgano de
adscripción, el Instituto Nacional de Tierras contra los productores agropecuarios del país,
se ha venido sosteniendo en el falso argumento según el cual, las tierras baldías son
propiedad de la Nación; ésta “es una violencia psicológica” y, se fundamentada “en el
falso argumento” de que el Poder Público Nacional tiene cobertura constitucional y legal
para sentirse “propietario de las tierras baldías” que se encuentran en la jurisdicción de
cada uno de los Estados, haciendo sentir a los productores agropecuarios como delincuentes
que “están cometiendo un acto ilícito” al ocupar tierras propiedad del Poder Público
Nacional; ésta es una “violencia intimidatoria y degradante”; ésta violencia contra los
productores agropecuarios “es sistemática” en todo el país; y, “tienden a quebrantar el
orden psíquico” a nivel colectivo, acusando por todos los medios posibles a los productores
de “ser esclavistas”, “ladrones de tierras”; “latifundistas”; “ocupantes ilícitos” de las
tierras; y “sin derecho a ser indemnizados” por las tierras que ocupan.
El fin del Gobierno, es el de “imponer un determinado orden político” que consiste en
eliminar la propiedad privada e imponer la propiedad colectiva y socialista en el campo
venezolano; todo ello, en violación flagrante del numeral 5 del artículo 164 de la
Constitución de 1999, que establece que la administración de las tierras baldías se debe
hacer “de conformidad con la ley”; y, en violación de “la disposición transitoria décima
primera” de la Constitución de 1999, que obliga al Poder Público Nacional “administrar”
las tierras baldías ubicadas en la jurisdicción de los Estados “conforme a la legislación
vigente”; y, en violación del artículo 141 de la Constitución, que obliga “a la
administración pública” a actuar “en ejercicio de la función pública” con sometimiento
pleno a la ley y al derecho; sin embargo, frente a la finalidad del Gobierno se debe construir
una estrategia que ponga en evidencia, que esa posición del Gobierno no es legal; que es
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arbitraria, que “viola la Constitución y a la Ley”; allí está la fortaleza de la defensa de los
productores y productoras del país.
II. La Legislación Nacional relativa al Régimen de las Tierras Baldías.
Otro elemento que ha servido de fundamento a los agentes del Estado, para imponer el
genocidio económico y el terrorismo de Estado e implementar “la violencia sistemática del
Estado” contra los productores agropecuarios, se fundamenta en “el argumento” según el
cual el Poder Público Nacional tiene cobertura legal en la Ley de Tierras y Desarrollo
Agrario, para “administrar las tierras baldías” que se encuentran en la jurisdicción de los
Estados; este es otro argumento falso, que pone en evidencia la arbitrariedad de los órganos
del Poder Público Nacional. Repensar y analizar el régimen de administración de las tierras
baldías, puede demostrar la debilidad del argumento oficial; y, puede
potenciar la
estrategia de defensa de los productores agropecuarios.
Este es otro aspecto del análisis que es necesario resolver, para “demostrar la conducta
arbitraria” de los agentes del Estado, y, poder redefinir una estrategia de defensa de los
productores agropecuarios del País; en tal sentido, para demostrar “la arbitrariedad” del
argumento oficial según el cual la Ley de Tierras y Desarrollo Agrario le sirve de soporte
jurídico al Poder Público Nacional para administrar las tierras baldías de los Estados, se
debe hacer un análisis del “régimen general de la administración de las tierras baldías” en
las distintas Constituciones que ha tenido el país, para demostrar que el Poder Público
Nacional “ha mantenido secuestrada”, por casi 12 años “la competencia exclusiva de los
Estados” de administrar los terrenos baldíos que se encuentran en su jurisdicción bajo la
vigencia de la Constitución de 1999, mediante “la Disposición Transitoria” Décimo
Primera de la Constitución de 1999, conforme a la cual se le da cobertura constitucional al
Poder Público Nacional para “la administración de las tierras baldías” que se encuentran
en la jurisdicción de los distintos Estados del país.
a) El régimen de la administración de las tierras baldías en la Constitución de 1811.
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En la Constitución de 1811 de los Estados Unidos de Venezuela, encontramos un punto de
partida de “como ha evolucionado la institución de la administración de la tierra en las
constituciones venezolanas”; en tal sentido, la primera Constitución Federal para los
Estados de Venezuela de 1811, al definir “las bases del Pacto Federativo que ha de
constituir la autoridad general de la Confederación”, estableció lo siguiente:
“En todo lo que por el Pacto Federal no estuviere expresamente
delegado a la autoridad general de la Confederación, conservará
cada una de las provincias que la componen”.
En ésta disposición de nuestra primera Constitución se establece, lo que hoy la doctrina
define como “la competencia residual” reservada a los Estados; conforme a ésta
competencia residual, la Constitución de 1811 establece, que todo “lo que no estuviere
expresamente delegado” por el Pacto Federal a la autoridad de la Confederación “lo
conservarán cada una de las provincias que la componen”; y, de un análisis del articulado
de la Constitución de 1811, se observa, que “la administración” de las tierras baldías, “no
está expresamente delegado” a la autoridad de la Confederación, es decir, que “no esta
expresamente delegado al poder central la administración de las tierras” que se
encontraban en la jurisdicción de la Provincias; en consecuencia debe concluirse, que en
nuestra primera Constitución de 1811, “la administración” de las tierras baldías de las
Provincias, “la conservan cada una de las provincias” que componen la Confederación, lo
que equivale a decir hoy, que “la Administración” de las tierras baldías “la conservan cada
una de los Estados” en que está dividido el territorio del país.
Tener claro éste antecedente histórico establecido en nuestra primera Constitución de 1811,
contribuye a fortalecer el argumento de defensa de los productores
agropecuarios sobre la administración de las tierras baldías.
18
y productoras
b) El régimen de la administración de las tierras baldías en la Constitución de 1874.
En la Constitución de 1874, más o menos se mantiene lo dispuesto en la Constitución de
1811, respecto “a la administración de los terrenos baldíos”; en tal sentido, al establecer
“las bases de la unión”, ésta Constitución establece en el numeral 16 del artículo 15 lo
siguiente:
“los dichos Estados…quedan comprometidos:
16. A dejar a cada Estado la libre administración de sus productos
naturales”
En los términos de la norma constitucional
de 1874, “los Estados tienen la libre
administración de sus productos naturales”; conforme a una interpretación histórica y
sistemática, al ser los Estados propietarios de los terrenos baldíos que se encuentran en su
jurisdicción, los Estados tienen “la libre administración” de los productos naturales que se
obtengan de ellos.
c) El régimen de la administración de las tierras baldías en la Constitución de 1891
En la Constitución de 1891, al establecer “las bases de la Unión”, en el numeral 15 del
artículo 13, “los Estados ceden la administración de los terrenos baldíos” al poder central;
en tal sentido la Constitución de 1891, respecto a la administración de los terrenos baldíos
de los Estados, establecía lo siguiente:
“Los Estados de la Federación Venezolana se obligan:
15. A ceder al Gobierno de la Federación la administración…de los
terrenos baldíos…con el fin de que…se apliquen en beneficios de los
pueblos.”
19
Como puede observarse, en la Constitución de 1891, los Estados “ceden la administración
de los terrenos baldíos de su jurisdicción” al poder central, “con el fin de que se apliquen
en beneficio de los pueblos”; quedando claro, que con la Constitución de 1891, los
Estados “ceden la administración”, más no ceden la propiedad de los terrenos baldíos de su
jurisdicción.
d) El régimen de la administración de las tierras baldías en la Constitución de 1922.
La Constitución de 1922, establece como una atribución del Presidente de los Estados
Unidos de Venezuela, “la administración de los terrenos baldíos”; en tal sentido el
numeral 18 del artículo 79 de la Constitución de 1922, establecía lo siguiente:
“Son atribuciones del Presidente de los Estados Unidos de
Venezuela:
18. Administrar los terrenos baldías, conforme a ésta Constitución y
a las leyes. ”
En la Constitución de 1922, el Presidente de los Estados Unidos de Venezuela tiene
atribuida la competencia de “administrar los terrenos baldíos” que se encuentran en la
jurisdicción de los Estados; y, el Presidente quedaba obligado a “administrar” los terrenos
baldíos de los Estados “conforme a la Constitución y a las leyes”, por lo que se le imponía
al Presidente, administrar los terrenos baldíos de conformidad con el principio de legalidad,
por lo que no pueden administrar los terrenos baldíos arbitrariamente.
e) El régimen de la administración de las tierras baldías en la Constitución de 1931
20
En la Constitución de 1931, al “establecer la base de la Unión”, los Estados convienen
“reservar al poder central” lo relativo a los terrenos baldíos; en tal sentido el numeral 18
del artículo 15 establece lo siguiente:
.
“Los Estados convienen en reservar a la competencia federal:
18. Todo lo relativo
a las…tierras baldías, los productos de
éstas...la administración de éstas correrá a cargo del Ejecutivo
Federal, que la ejercerá conforme lo determine las respectivas
leyes.”
La disposición constitucional transcrita, de la Constitución de 1931, establecía, que “la
administración” de los terrenos baldíos estaba a cargo del Poder Nacional, quien “la
ejercería” conforme lo determine “la respectiva ley” relativa a la administración de los
terrenos baldíos; por lo que ésta competencia relativa a “la administración” de las tierras
baldías, igualmente se ejercerá conforme al principio de la legalidad.
f) El régimen de la administración de las tierras baldías en la Constitución de 1936.
En la Constitución de 1936, al “establecer la base de la Unión”, los Estados convienen en
los mismos términos de la Constitución de 1931 y, deciden “reservar al poder central” lo
relativo a “la administración de los terrenos baldíos” en sus respectivas jurisdicciones; en
tal sentido el numeral 18 del artículo 15 establece lo siguiente:
“Los Estados convienen en reservar a la competencia federal:
18. Todo lo relativo a las…tierras baldías, los productos de éstas.
..la administración de éstas correrá a cargo del Ejecutivo Federal,
que la ejercerá conforme lo determine las respectivas leyes.”
21
En los mismos términos de la Constitución de 1931, en la Constitución de 1936, los
Estados “ceden la administración” de los terrenos baldíos de su jurisdicción al Poder
Nacional, quien “la ejercería” conforme lo determine “la respectiva ley” relativa a la
administración de los terrenos baldíos; debiendo destacarse que en 1936 se dictó en
Venezuela “la Ley” de Tierras Baldías y Ejidos como “ley especial por la materia” que
estableció “el régimen de las tierras baldías” en el país que comprende su administración.
g) El régimen de la administración de las tierras baldías en la Constitución de 1961.
En la Constitución de 1961, “la administración de la tierras baldías de los Estados” estaba
atribuida constitucionalmente al Poder Público Nacional, en tal sentido, el numeral 10 del
artículo 136 de la Constitución de la República de Venezuela establecía lo siguiente:
“Es de la competencia del Poder Nacional:
10. El régimen y administración…de las tierras baldías; y la
conservación, fomento y aprovechamiento de los montes, aguas y
otras riquezas naturales del país. El Ejecutivo Nacional podrá, en
conformidad con la ley, vender, arrendar o dar en adjudicación
gratuita los terrenos baldíos”.
Es claro, que en los términos de la norma parcialmente transcrita, bajo la vigencia de la
Constitución de 1961, “la administración de las tierras baldías” de los Estados estaba
atribuida constitucionalmente al Poder Publico Nacional; sin embargo, puede observarse,
que la Constitución de 1961, atribuye la competencia de “administrar” las tierras baldías
de los Estados al Poder Nacional quien debe ejercer ésta competencia “en conformidad con
la ley”.
Conforme a la norma parcialmente transcrita, la Constitución de 1961, establece que “es
competencia” del Poder Nacional “el régimen y administración de las tierras baldías”,
22
confirmando, que “la propiedad” de las tierras baldías en la jurisdicción de cada Estado,
“es competencia de cada Estado”; y, establece el numeral 10 del artículo 136 de la
Constitución de 1961, que el Ejecutivo Nacional “en conformidad con la ley”, podrá
“vender, arrendar o dar en adjudicación gratuita los terrenos baldíos”; siendo relevante
destacar, que la Constitución de 1961, en forma expresa establece, que la administración,
de los terrenos baldíos de los Estados la debe hacer el Ejecutivo Nacional “en conformidad
con la ley”; siendo entonces relevante precisar “la ley aplicable” que faculta al Poder
Nacional administrar las tierras baldías de los Estados; y, la ley aplicable para administrar
las tierras baldías “es la ley vigente” en ese momento y, en 1961, “la ley vigente” que
establecía “el régimen de las tierras baldías” era la Ley de Tierras Baldías y Ejidos de
1936 que era una “ley vigente” ya que no había sido derogada por otra ley.
h) El régimen de la administración de las tierras baldías en la Constitución de 1999.
Para comprender el cambio que se produjo en la Constitución de la República Bolivariana
de Venezuela de 1999, respecto a la Constitución de la República de Venezuela de 1961
con relación a “la administración” de las tierras baldías de los Estados; debe analizarse en
primer lugar, el alcance y contenido del numeral 16 del artículo 156 de la Constitución de
la República Bolivariana de Venezuela, el cual establece el siguiente:
“Es de la competencia del poder Publico Nacional:
16. El régimen de las tierras baldías;
Como puede observarse, de una simple comparación del numeral 10 del artículo 136 de la
Constitución de 1961 de la República de Venezuela, con el numeral 16 del articulo 156 de
la Constitución de la Republica Bolivariana de Venezuela, “se produce un cambio en el
régimen de administración de las tierras baldías”; en tal sentido, el numeral 10 del
artículo 136 de la Constitución de 1961, establece que “es de la competencia del Poder
Nacional: 10. El régimen y administración…de las tierras baldías”; en ésta norma
23
constitucional contenida en el numeral 10 de la Constitución de 1961, “se confieren dos
atribuciones” al Poder Publico Nacional relacionadas con las tierras baldías; en primer
lugar, se confiere al Poder Público Nacional “la competencia para establecer el régimen de
las tierras baldías”; y, en segundo lugar, se confiere al Poder Público Nacional “la
competencia para administrar las tierras baldías”; pero la Constitución de 1999, en el
numeral 16 del artículo 156 “excluye” como competencia del Poder Publico Nacional, “la
competencia para administrar las tierras baldías”; en tal sentido, el numeral 16 del
Artículo 156 de la Constitución de 1999, establece que,“es de la competencia del Poder
Público Nacional: 16. “el régimen de las tierras baldías”; y, la Constitución de 1999,
confiere la competencia de administrar las tierras baldías “en forma exclusiva a los
Estados”; en tal sentido, el numeral 5 del artículo 164 establece lo siguiente:
“Es de la competencia exclusiva de los Estados:
5. La administración de las tierras baldías en su jurisdicción, de
conformidad con la ley.
En los términos del numeral 5 del artículo 164 de la Constitución parcialmente transcrita,
“la administración” de las tierras baldías en la jurisdicción de los Estados, “es de la
competencia exclusiva de los Estados”; por lo que resulta jurídicamente defendible, que de
conformidad con
el numeral 16 del artículo 156 de la Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela, es Competencia del Poder Público Nacional establecer “el
régimen o regulación” de las tierras baldías , y; éste régimen y regulación lo debe hacer el
Poder Público Nacional, “mediante una Ley especial” que es la ley que “establece el
régimen” de las tierras baldías y que regule “la materia” de la administración de las tierras
baldías; y, éste régimen o regulación de las tierras baldías está definido en la Ley de Tierras
Baldías y Ejido, que “es la Ley especial por la materia” que establece “el régimen”
aplicable a las tierras baldías en Venezuela, que es una ley que “forma parte del
ordenamiento jurídico venezolano”, por no haber sido derogada por otra ley; y, por lo tanto
de “obligatorio acatamiento por todos” los órganos del Poder Público.
24
En los términos del numeral 5 del artículo 164 de la Constitución de 1999 parcialmente
transcrita, resulta forzoso concluir, que “la administración” de las tierras baldías en la
jurisdicción de los Estados, “es de la competencia exclusiva de los Estados”; y, en los
términos del numeral 5 del artículo 164, la administración de las tierras baldías la harán los
Estados “de conformidad con la Ley de Tierras Baldías y Ejidos”; y, de conformidad con
las demás leyes aplicables como la Ley de Tierras y Desarrollo Agrario.
Con fundamento a lo expuesto “sobre la administración” de las tierras baldías de los
Estados, debe reiterarse, que en la Constitución de 1999 “existe una atribución expresa”
referida a “la administración” las tierras baldías de los Estados; conforme a ésta atribución
constitucional expresa, “es competencia exclusiva de los Estados” la administración de las
tierras baldías; y puede sostenerse, que en los términos del numeral 5 del artículo 164 de
la Constitución de 1999, que “exista una competencia expresa” que atribuya al Poder
Estadal “la Administración exclusiva de las tierras baldías” de su respectiva jurisdicción,
debe afirmarse, que constitucionalmente “se excluye al poder central” en la administración
de las tierras baldías de los Estados; y, establece la citada disposición constitucional que
“la administración” de las tierras baldías, la harán los Estados de “conformidad con la
ley”; por lo que resulta relevante determinar, cual “es la ley especial por la materia” que
regula la administración de los terrenos baldíos de los Estados en Venezuela
Ahora bien, para determinar cual es la ley especial por la materia que establece “el
régimen” relativo a las tierras baldías; se debe considerar, que en la Constitución de 1999,
existe la Disposición Transitoria Décima Primera,
que “suspende la atribución de
Administración” de las tierras baldías establecidas “en forma exclusiva a los Estados” en el
numeral 5 del artículo 164; ésta Disposición Transitoria establece lo siguiente:
“Hasta tanto se dicte la legislación nacional relativa al régimen de
las tierras baldías, la administración de las mismas continuará
25
siendo ejercida por el Poder Nacional, conforme a la legislación
vigente”.
Respecto a la Disposición Transitoria Décima Primera de la Constitución de 1999, resulta
pertinente decir varias cosas; en primer lugar, debe decirse, que la Disposición Transitoria
Décima Primera, “constituye un arrebatòn o zarpazo” a la competencia exclusiva de los
Estados para “administrar” las tierras baldías que se encuentran en su jurisdicción,
establecida en el numeral 5 del artículo 156 de la Constitución y, “constituye un arrebatòn
o zarpazo” contra el Estado “federal descentralizado” establecido en los artículos 4 y 6
de la Constitución, ya que “cercena el poder y la autonomía de los Estados” para
administrar las tierras baldías en su jurisdicción.
En segundo lugar, debe decirse que la Disposición Transitoria Décima Primera, en forma
subrepticia, mediante una disposición transitoria “modifica al texto constitucional” al
conferir al Poder Público Nacional “la administración de las tierras baldías” que había
transferido “en forma expresa” en el numeral 5 del artículo 164 “en forma exclusiva” a
los Estados; y, de igual forma puede sostenerse que se modifica el texto de la Constitución,
cuando en el numeral 5 del artículo 156 se establece que la administración de las tierras
baldías se hará “de conformidad con la ley”; y en la Disposición Transitoria Décima
Primera “en forma extraña”, se establece que la administración de las tierras baldías la
hará el Poder Publico Nacional “conforme a la legislación vigente”; éste cambio deja en
evidencia “la maniobra” de los órganos del Poder Público Nacional, para “no aplicar la ley
especial por la materia vigente” que es la Ley de Tierras Baldíos y Ejidos, que xx“es la
Ley vigente” “es la ley vigente” y, es la ley especial por la materia y, es la ley “mas
favorable y mas garantizadora” de los derechos de los productores del campo .
Con fundamento a lo expuesto, se hace necesario analizar el contenido y alcance de la
Disposición Transitoria Décima Primera para intentar comprenderla y explicarla en toda su
dimensión; del texto de ésta disposición transitoria se desprende lo siguiente:
26
a) Que hasta tanto se dicte la legislación nacional relativa “al régimen de las tierras
baldías”, la administración de las tierras baldías continuará siendo ejercida por el Poder
Nacional.
b) El Poder Público Nacional hará la administración de las tierras baldías “conforme a la
legislación vigente”.
La Disposición Transitoria Décima Primera, en primer lugar, supone que “no existe una
legislación nacional vigente” que establezca “el régimen de tierras baldías”, cuando
establece, que “hasta tanto se dicte la legislación nacional relativa al régimen de tierras
baldías” la administración de las mismas continuará siendo ejercida por el Poder Nacional;
y, ésta afirmación es contraria a la verdad, ya que en Venezuela existe “una legislación
nacional” relativa al régimen de las tierras baldías; y, ésta legislación está representada por
la Ley de Tierras Baldías y Ejidos de 1936, que “es una ley que forma parte del
ordenamiento jurídico venezolano” al no haber sido derogada por otra ley, que los órganos
del Poder Nacional deben respetar y acatar al momento de “ejercer la función pública de
administrar” las tierras baldías de los Estados que deben hacer “con sometimiento pleno a
la ley y al derecho” en cumplimiento de la Constitución.
En segundo lugar, establece
la Disposición Transitoria Décima Primera que la
administración de las tierras baldías “continuará siendo ejercida por el Poder Nacional,
conforme a la legislación vigente”; éste mandato constitucional requiere un análisis mas
detallado para su mejor comprensión y asegurar la defensa y protección del ordenamiento
jurídico; y, una mejor defensa de los productores agropecuarios; asegurando, que el
Ministerio de Agricultura y Tierras y el Instituto nacional de Tierras, como órganos de la
administración pública “ejerzan la función pública de administrar” las tierras baldías de
los Estados “con sometimiento pleno a la ley y al derecho”; y, no en forma arbitraria como
lo han venido haciendo en todo el país, con la ocupación de las tierras .
27
La legislación Nacional vigente relativa al régimen de las tierras baldías.
Al precisar cual es “la legislación Nacional vigente” relativa al régimen de las tierras
baldías, mejora y fortalece las posibilidades de defensa de los derechos e intereses de los
productores y productoras del país.
Según lo que establece la Disposición Transitoria Décima Primera, se “obliga al poder
público nacional”, a administrar las tierras baldías “conforme a la legislación nacional
vigente”, por lo que es relevante resaltar; en primer lugar, que la Disposición Transitoria
Décima Primera de la Constitución contiene “un mandato” para el Poder Público Nacional;
en tal sentido, establece la Disposición Transitoria Décima Primera que “la administración”
de las tierras baldías, continuará siendo ejercida por el Poder Nacional, “conforme a la
legislación vigente”; por lo que debe resaltarse en segundo lugar, que el Poder Público
Nacional “está vinculado por este mandato”, debiendo “administrar” las tierras baldías
“conforme a la legislación nacional vigente” relativa a las tierras baldías.
Y, la Legislación Nacional “vigente” relativa “al régimen” de las tierras baldías, aplicable,
puede agruparse en la forma siguiente:
1. En primer lugar, la Ley de Tierras Baldíos y Ejidos de 1936, que es una “ley vigente” y,
que es una ley que forma parte del ordenamiento jurídico venezolano.
2. En segundo lugar, la Ley de Tierras y Desarrollo Agrario de 2005.
3. El Código Civil de 1982.
La Disposición Transitoria Décima Primera de la Constitución de 1999, remite “a la
legislación vigente” la administración de las tierras baldías; y, la legislación vigente
“relativa al régimen de las tierras baldías” son: 1) La Ley de Tierras Baldíos y Ejidos de
1936; 2) La Ley de Tierras y Desarrollo Agrario de 2005; 3) El Código Civil de 1982;
debiendo destacarse, que la Disposición Transitoria Décima Primera fue aprobada en 1999,
y remite la administración de las tierras baldías “a la legislación vigente” en 1999,
28
observándose, que la Ley de Tierras y Desarrollo Agrario “no estaba vigente” para 1999,
en el 2000 “no estaba vigente” la Ley de Tierras y Desarrollo Agrario ya que “no se había
aprobado”; es solo el 13 de Noviembre de 2001 que fue aprobada la Ley de Tierras y
Desarrollo Agrario, y “entró en vigencia”
al publicarse en la Gaceta Oficial y, fue
reformada en el 2005; por lo que “ la legislación vigente” para el momento de la entrada en
vigencia la Constitución de 1999 era 1) La Ley de Terrenos baldíos y Ejidos de 1936; y, 2)
El Código Civil; puede sostenerse, que solo después del 2001 “la legislación vigente”
sobre el régimen de las tierras baldías es el siguiente: 1) La Ley de Terrenos Baldíos y
Ejidos de 1936; 2) La Ley de Tierras y Desarrollo Agrario de 2005; y, 3) El Código Civil
de 1982.
Conforme a lo dispuesto por la misma Disposición Transitoria Décima Primera, la
Legislación Nacional vigente “es la relativa al régimen de las tierras baldías”; y, en
Venezuela,
la Legislación Nacional “relativa al régimen de las tierras baldías”, lo
encabeza, la Ley de Tierras Baldías y Ejidos y, “no es la Ley de Tierras y Desarrollo
Agrario”, por mandato de la Disposición Transitoria Décima Primera de la Constitución de
1999, “la Ley aplicable” para administrar las tierras baldías que se encuentran en la
jurisdicción de los Estados es la Ley de Tierras Baldías y Ejidos, por lo que otro elemento
que pone en evidencia la arbitrariedad del Poder Público Nacional, y que ha servido de
fundamento al Ministerio de Agricultura y Tierras y a su órgano de adscripción, el Instituto
Nacional de Tierras (INTI) y, a las fuerzas armadas como agentes del Estado, para imponer
el genocidio económico y el terrorismo de Estado e implementar “la violencia sistemática
del Estado” contra los productores agropecuarios, se fundamenta en “el otro falso
argumento” según el cual “la Ley aplicable” para administrar las tierras baldías que se
encuentran en la jurisdicción de los Estados, “es la Ley de Tierras y Desarrollo Agrario” ;
esta posición oficial viola lo establecido en el artículo 141 de la Constitución, que obliga “a
la administración pública” a actuar en el ejercicio de la función pública “con sometimiento
pleno a la ley y al derecho”; éste mandato de la Constitución le prohíbe a la administración
pública “ejercer la función pública” en forma arbitraria; en Venezuela, “existe una plena y
absoluta interdicción de la arbitrariedad” por mandato del artículo 141 constitucional .
29
Este es otro aspecto del análisis que es necesario resolver, para “demostrar la conducta
arbitraria” de los agentes del Estado; éste falso argumento según el cual, la Ley de
Tierras y Desarrollo Agrario” es la Ley que establece “el régimen” relativo a “la
administración” de las tierras baldías, “es contrario a la Constitución”; ya que, es por
mandato de la Disposición Transitoria Décimo Primera de la Constitución que en forma
expresa se establece, que “la Ley aplicable” para administrar las tierras baldías que se
encuentran en la jurisdicción de los Estados “es la ley relativa al régimen de las tierras
baldías”; y en Venezuela, la ley relativa al régimen de las tierras baldías “vigente”, es la
Ley de Tierras Baldías y Ejidos.
En la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela en la Disposición Transitoria
Décimo Primera se “establece la materia” de la Ley que regula “el régimen relativo a
las tierras baldías”; lo que hace a la ley aplicable “una ley especial por la materia”; la
Constitución establece, que “la materia es la relativa al régimen de las tierras baldías” y
ésta materia no es la establecida “como objeto” en la Ley de Tierras y Desarrollo Agrario;
“la materia” de la Ley de Tierras y Desarrollo Agrario, consiste en establecer “las bases
del desarrollo rural integral y sustentable”, lo que convierte a la Ley de Tierras y
Desarrollo Agrario “en una Ley Ordinaria” en lo relativo “al régimen” de las tierras
baldías; y, según el principio de jerarquía de las leyes, “las leyes especiales prevalecen
frente a las leyes ordinarias”; y, las leyes especiales son aquellas que “regulan
determinadas materias”, es decir, que la especialidad de la ley “se la confiere la materia
que regulan”;
y, en nuestro caso, por mandato de la Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela “la especialidad de la materia” está expresamente establecida en
la Constitución de 1999.
En la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, que “es la norma suprema y
el fundamento del ordenamiento jurídico” por mandato del artículo 7, se establece, en el
numeral 5 del artículo 164, que “la administración” de las tierras baldías en la jurisdicción
de los Estados se haga “de conformidad con la ley”; es claro, que por disposición del
30
numeral 5 del artículo 164 de la Constitución, que la administración de las tierras baldías se
haga “de conformidad con la ley de la materia” que está expresamente definida en la
Constitución; “la materia” a la que se refiere el numeral 5 del artículo 164 de la
Constitución “es la relativa al régimen de las tierras baldías” que se encuentran en la
jurisdicción de los Estados; por lo tanto, resulta jurídicamente defendible, que “la ley
especial por la materia” a la que se refiere la Constitución, “es la ley” que regula la
administración de las Tierras Baldías que se encuentran en la jurisdicción de los Estados;
por lo que debe concluirse, que “la ley aplicable” en la administración de los terrenos
baldíos, “es la ley vigente”, que regula la administración de “las tierras baldías” que se
encuentran en la jurisdicción de los Estados.
Con fundamento a lo expuesto, “no es defendible jurídicamente”, que la Ley de Tierras y
Desarrollo Agrario, “sea la ley especial por la materia” que establece “el régimen” de las
tierras baldías que se encuentran en la jurisdicción de los Estados; según el artículo 1 de La
Ley de Tierras y Desarrollo Agrario, “su objeto es el de establecer las bases del desarrollo
rural integral y sustentable”; por lo que la materia regulada en la Ley de Tierras y
Desarrollo Rural “es el desarrollo rural integral y sustentable” y conforme al artículo al
artículo 2, con el objeto de establecer las bases del desarrollo rural sustentable, “se afecta el
uso de todas las tierras públicas y privadas con vocación agrícola”; por lo que conforme al
principio de la especialidad de las leyes, “la especialidad” de la Ley de Tierras y Desarrollo
Agrario, “es el desarrollo rural integral y sustentable”; no existe en la Ley de Tierras y
Desarrollo Agrario, ni un solo Título, ni un solo Capítulo que establezca como materia
especial “el régimen de las tierras baldías” y, tampoco existe ni un solo Título, ni un solo
Capítulo que establezca como materia especial “la administración de las tierras baldías”
que se encuentran en la jurisdicción de los Estados.
Al precisar cual es la Ley aplicable, a “la administración” de las tierras baldías, debe
concluirse, que es la ley que establezca el Poder Público Nacional que “regule el régimen
de las tierras baldías”; en tal sentido, la Constitución de 1999, en el numeral 10 del
artículo 56 establece, que es competencia del Poder Público Nacional “el régimen de las
31
tierras baldías”; por lo debe concluirse que la Ley aplicable “es la ley vigente” que regule
en forma expresa “la materia de la administración” de las tierras baldías; “la cual tendrá
aplicación preferente por razón de la materia” sobre las demás leyes incluso tendrá
aplicación preferente sobre la Ley de Tierras y Desarrollo Agrario.
La vigencia de la Ley de Tierras Baldías y Ejidos de 1936:
La Disposición Transitoria Décimo Primera de la Constitución de 1999, establece que “la
administración” de las tierras baldías en la jurisdicción de los Estados, “la continuará”
ejerciendo el Poder Nacional “conforme a la legislación vigente”, por lo que se hace
necesario analizar la vigencia de la Ley de Tierras Baldías de 1936; en primer lugar, a la
luz del artículo 218 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, que
establece el principio del paralelismo de las formas según el cual, “las leyes se derogan
por otras leyes”, por lo que debe asumirse, que “ésta ley aún está vigente” en Venezuela
“por no haber sido derogada por otra Ley”, formando parte del ordenamiento jurídico
venezolano; y, debe asumirse que la Ley de Tierras Baldías y Ejidos de 1936, aún ésta
vigente en la casi totalidad de sus disposiciones, “por no haber sido derogados muchos de
su contenidos” por la disposición derogatoria única de la Constitución de 1999; que
establece lo siguiente:
“Queda derogada la Constitución de la República de Venezuela
decretada el veintitrés de enero de mil novecientos sesenta y uno. El
resto del ordenamiento jurídico mantendrá su vigencia en todo lo
que no contradiga ésta Constitución”.
Resulta relevante destacar, que la Ley de Tierras baldías y Ejidos es de 1936; es decir, que
es una Ley preconstitucional; y debe destacarse, igualmente, que esta Ley de Tierras
Baldías de 1936, “forma parte del ordenamiento jurídico” venezolano, ya que “ésta Ley
no ha sido derogada por otra Ley”, siguiendo el principio del paralelismo de las formas,
por lo que a la primera conclusión a la que debemos llegar, es que la Ley de Tierras
32
Baldías y Ejidos de 1936 “es una Ley vigente por no haber sido derogada por otra Ley”;
por lo que en cumplimiento de la disposición derogatoria única de la Constitución, “se
ordena que mantengan su vigencia”, formando parte del ordenamiento jurídico
venezolano; por lo que la administración pública, representada por el Ministerio de
Agricultura y Tierras; el Instituto Nacional de Tierras y las fuerzas armadas, en
cumplimiento del “mandato constitucional” contenido en el artículo 141, “en ejercicio de
la función pública”, están obligados a “administrar las tierras baldías con sometimiento
pleno a la ley y al derecho”, debiendo aplicar las disposiciones de la Ley de Tierras
Baldías y Ejidos al momento de “administrar” las tierras baldías de los Estados.
En el mismo sentido puede afirmarse que, conforme a la disposición derogatoria única de
la Constitución de 1999, debe asumirse que la Ley de Tierras Baldías y Ejidos de 1936,
aun está vigente, que forma parte del ordenamiento jurídico venezolano, “por no haber
sido derogados muchos de su contenidos” por la disposición derogatoria única de la
Constitución de 1999, que derogó a la Constitución de la República de Venezuela
decretada el veintitrés de enero de mil novecientos sesenta y uno, y, ordena que “el resto
del ordenamiento jurídico mantendrá su vigencia en todo lo que no contradiga ésta
Constitución”; como puede observarse, que por mandato de la disposición derogatoria
única, “se ordena que el resto del ordenamiento jurídico” distinto a la Constitución de
1961, “mantendrá su vigencia en todo lo que no contradiga ésta Constitución”, por lo que
debe concluirse, que la Ley de Tierras baldías y Ejidos de 1936, “es una ley vigente” y,
forma parte del ordenamiento jurídico venezolano, al no haber sido derogada por otra Ley;
y, “es una ley vigente”, formando parte del ordenamiento jurídico venezolano “en todo lo
que no contradiga a la Constitución de 1999”; y, lo que no contradiga a la Constitución,
forman parte del ordenamiento jurídico venezolano que el poder Público Nacional está
obligado a respeta y acatar.
Disposiciones vigentes de la Ley de Terrenos Baldíos por no contradecir a la
Constitución de 1999.
33
Existen algunas disposiciones de la Ley de Tierras Baldías y Ejidos que “no contradicen”
a la Constitución de 1999, y por lo tanto, “no fueron derogadas” por la disposición
derogatoria única de la Constitución, “teniendo plena vigencia”; y, son de obligatorio
cumplimiento por los órganos del Poder Público Nacional “en todo lo relativo al régimen
de las tierras baldías”. Para los objetos de éste análisis se identifican las siguientes
disposiciones de la Ley de Tierras baldías, que “no están en con la Constitución”; estas
disposiciones son las siguientes:
1. En primer lugar, “no está en contradicción” con la Constitución de 1999, el artículo 1 de
la Ley de Tierras Baldías y Ejidos; no contradice a la Constitución “la definición de
terrenos baldíos” establecida en el artículo 1 de la Ley, el cual indica lo siguiente:
“Son baldíos todos los terrenos que, estando dentro de los limites
de la República, no sean ejidos ni propiedad particular ni
pertenezcan legítimamente a corporaciones o personas jurídicas.”
El artículo 1 de la Ley de Tierras Baldías, “desarrolla la Constitución” de 1999, ya que
llena la necesidad establecida en la Constitución de “definir a los terrenos baldíos”
contenidos en los artículos 13, numeral 16 del artículo 156, y del numeral 5 del artículo
164, que la Constitución señala a los terrenos baldíos, pero “no los define”; por lo que es
absolutamente claro, que ésta disposición contenida en el artículo 1 de la Ley de Tierras
baldías “no contradice” en forma alguna, ninguna disposición constitucional; por lo tanto
“ésta disposición está vigente” y, la definición de terrenos baldíos que contiene, “es la
definición vigente” que vincula a todos los órganos del Poder Público.
2. En segundo lugar, “no contradice la Constitución” de 1999, lo dispuesto el artículo 2 de
la Ley de Tierras Baldías, el citado artículo 2 establece lo siguiente:
“Los terrenos baldíos de los Estados son de dominio privado de
ellos, y los existentes en el Distrito Federal, en los territorios
34
Federales y en las islas del Mar de las antillas, son de dominio
privado de la Nación; pero como a esta le ésta le está
constitucionalmente encomendada la administración de los terrenos
baldíos de los Estados , las disposiciones de la presente ley regirán
todos los que estén situados dentro de los limites de la Republica.”
Al analizar el artículo 2 de la Ley de Tierras Baldías y Ejidos de 1936 y, confrontarla con
la Constitución de 1999, observamos que de “una interpretación literal”, en el citado
artículo 2 se establece lo siguiente:
a)
Los terrenos baldíos de los Estados son de dominio privado de ellos: Esta
disposición no es contraria a lo establecido en el numeral 33 del artículo 156 de la
Constitución; y, “es conforme” a lo dispuesto en el numeral 11 del artículo 164 de la
Constitución, por lo tanto “ésta es una disposición vigente”
que forma parte del
ordenamiento jurídico que obliga al Poder Público Nacional al momento de desplegar “la
función pública de administrar” los terrenos baldíos de los Estados.
b) Los terrenos existentes en el Distrito Federal son de dominio de la Nación: Esta es
una disposición que “contradice” a la Constitución de 1999, ya que la figura del “Distrito
Federal” fue eliminada en la Constitución de 1999, y, conforme al artículo 16 hoy “existe
el Distrito Capital” que tiene un régimen diferente; por lo que ésta disposición “no está
vigente” en el ordenamiento jurídico venezolano; y, “no obliga” al Poder Público
Nacional.
.
c) Los terrenos existentes en las islas de las islas del mar de las Antillas son de
dominio privado de la Nación: Esta disposición “no es contraria” a lo establecido en los
artículos 11 y13 de la Constitución en lo relativo al territorio y a “los terrenos baldíos”
existentes en las islas, por lo tanto, “ésta es una disposición vigente” que forma parte del
ordenamiento jurídico que obliga al Poder Público Nacional.
35
d) La Nación tiene encomendado constitucionalmente la administración de los
terrenos baldíos de los Estados: Esta disposición “no es contraria” a lo establecido en la
Disposición Transitoria Décima Primera de
la Constitución, que encomienda
constitucionalmente “la administración” de los terrenos baldíos de los Estados al Poder
Público Nacional, por lo tanto “ésta es una disposición vigente” que forma parte del
ordenamiento jurídico que obliga al poder Público Nacional.
e) Las disposiciones de la presente Ley, regirán todos los terrenos baldíos que estén
situados dentro de los límites de la República: Esta disposición “no es contraria” a lo
establecido en el numeral 5 del artículo 164 de la Constitución de 1999 que establece, que
“la administración” de las tierras baldías de los Estados se debe hacer “de conformidad
con la ley”; y, esta disposición del artículo 2 establece, que “las disposiciones” de la Ley
de Tierras Baldías y Ejidos “regirán sobre todos los terrenos baldíos que estén situados
dentro de los limites de la República” ; y , ésta disposición no es contraria, a lo establecido
en la Disposición Transitoria Décima Primera de la Constitución que encomienda
constitucionalmente la administración de los terrenos baldíos de los Estados, al Poder
Público Nacional “conforme a la legislación vigente relativa al régimen de las tierras
baldías”, por lo tanto “esta es una disposición vigente” que forma parte del ordenamiento
jurídico que obliga al Poder Público Nacional al ejercer “la función pública de
administrar” las tierras baldías en la Jurisdicción de los Estados conforme “a las
disposiciones” de la Ley de Tierras Baldías y Ejidos, “con sometimiento pleno a la ley y
al derecho” como lo ordena el artículo 141 de la Constitución de 1999 .
Esta ultima disposición del artículo 2, conforme a la cual “las disposiciones” de la Ley de
Tierras Baldías y Ejidos “regirán sobre todos los terrenos baldíos” que estén situados
dentro de los límites de la República, nos demuestra, que “existe dos régimen de
administración de tierras”; en primer lugar, “existe el régimen de administración de las
tierras propias” del Instituto Nacional de Tierras; y, en segundo lugar, “existe el régimen
de administración de las tierras baldías de los Estados” encomendadas al Poder Público
Nacional por mandato de la Disposición Transitoria Undécima de la Constitución de 1999.
36
Resulta de mucha relevancia establecer la siguiente precisión, “el régimen de las tierras
propias” del Instituto Nacional de Tierras, “se rige” por la Ley de Tierras y Desarrollo
Agrario; y que “el régimen de las Tierras Propias” de los Estados, se rige por la Ley de
Tierras Baldías y Ejidos de 1936; ésta precisión es muy esclarecedora para repensar y
redefinir la estrategia de defensa de los derechos de los productores y productoras
agropecuarias; y, para defender “la noción de Estado federal descentralizado” establecido
en el artículo 4 de la Constitución.
El régimen de administración de las tierras propias del Instituto Nacional de Tierras:
Al analizar el régimen de administración de “las tierras propias” del Instituto Nacional de
Tierras debe observarse, que el Instituto Nacional de Tierras “no es propietario de tierras
baldías”; en consecuencia, el Instituto Nacional de Tierras “no administra tierras
baldías”; sin embargo, el artículo 117 de la Ley de Tierras y Desarrollo Agrario, establece
lo siguiente:
“El Instituto Nacional de Tierras tiene por objeto la administración,
redistribución de las tierras y la regularización de la posesión de las
mismas, de conformidad con la presente ley, su reglamento y demás
leyes aplicables”
En los términos de la norma transcrita, el Instituto Nacional de Tierras tiene por objeto, “la
administración, predistribución y la regularización de la posesión” de las tierras; ahora
bien, el Instituto Nacional de Tierras, en los términos del artículo 141 de la Constitución,
como “órgano de la administración pública” solo puede cumplir éste objeto establecido
en el artículo 117 de la Ley de Tierras y Desarrollo Agrario, “en ejercicio de la función
pública, con sometimiento a la ley y al derecho”,
por lo que ésta atribución de
“administrar, redistribuir las tierras y regularizar la posesión de las tierras”, solo las
puede cumplir el Instituto Nacional de Tierras “en las tierras que le son propias”, ésta
37
atribución no las puede hacer en tierras que no le pertenecen, que “no forman parte de su
patrimonio”; en tal sentido, respecto al patrimonio del Instituto Nacional de Tierras, el
artículo 120 de la Ley de Tierras y Desarrollo Agrario establece lo siguiente:
“El patrimonio del Instituto Nacional de Tierras estará constituido
por:
3. Los bienes del Instituto Agrario Nacional que le sean
transferidos.
4. Los bienes que la Corporación Venezolana agraria le transfiera
para la consecución de sus objetivos.
5. Los bienes que para el cumplimiento de sus fines, le sean
transferidos por la Republica, los Estados o los Municipios.
En los términos de la norma transcrita, el Instituto Nacional de Tierras, está habilitado
para “administrar, redistribuir las tierras y regularizar la posesión de las tierras”, que
forman parte de “su patrimonio”, es decir, que el Instituto Nacional de Tierras, solo está
habilitado para administrar, redistribuir las tierras y regularizar la posesión de las tierras,
que “le hubieren sido transferidos”
por el Instituto Agrario Nacional; o que “le
transfiera” la Corporación Venezolana Agraria; o que “le sean transferidos” por la
República, los Estados o los Municipios “para el cumplimiento de sus fines” como lo
establece el numeral 5 del artículo 120 de la Ley de Tierras y Desarrollo Agrario .
Ahora bien, respecto a las transferencias contempladas en el numeral 5 del artículo 120,
conforme a la cual la República y los Estados “transfieren bienes” al Instituto Nacional
de Tierras “para el cumplimiento de sus fines”, debe observarse, que en la Constitución de
1999, el Poder Público Nacional “no tiene” la competencia de “transferir tierras” baldías
de los Estados al Instituto Nacional de Tierras, como lo establecía el numeral 10 del
articulo 136 de la Constitución de 1961; ésta disposición de la Constitución de la
República de Venezuela de 1961, establecía lo siguiente:
38
“Es de la competencia del Poder Nacional:
10. El régimen y administración…de las tierras baldías; y la
conservación, fomento y aprovechamiento de los montes, aguas y
otras riquezas naturales del país. El Ejecutivo Nacional podrá, en
conformidad con la ley, vender, arrendar o dar en adjudicación
gratuita los terrenos baldíos”.
En ejercicio de ésta atribución el Poder Público Nacional “en conformidad con la ley”; en
éste caso, en conformidad con la Ley de Tierras Baldías y Ejidos, “podía vender, arrendar
o dar en adjudicación gratuita los terrenos baldíos”; y, estos terrenos vendidos,
arrendados o adjudicados en forma gratuita, formaban parte del patrimonio del Instituto
Agrario Nacional, y, “estos bienes pudieron ser transferidos” al Instituto Nacional de
Tierras; pero actualmente conforme a la Constitución de 1999, el Poder Público Nacional
por órgano del Ministerio de Agricultura y Tierras “no está constitucionalmente
habilitado” como lo establecía la Constitución de 1961, “para transferir tierras baldías”
al Instituto Nacional de Tierras; por lo que el Instituto Nacional de Tierras, “solo puede
administrar las tierras” que le son propias, porque le fueron transferidas; o que le son
propias, porque las adquirió a las adquiera por la vía de la expropiación o por cualquier
otra vía.
Otro argumento de gran transcendencia que demuestra que el Instituto Nacional de Tierras
no puede administrar las tierras propias de los Estados con fundamento al artículo 117 de la
Ley de Tierras y Desarrollo Agrario, consiste, en que “la administración” de las tierras
baldías de los Estados “fue transferida temporalmente” al Poder Publico Nacional; la
administración de las tierras baldías de los Estados no fue transferida al Poder Publico
Nacional “en forma permanente”; así se desprende de la Disposición Décima Primera de
la Constitución de 1999, cuando establece lo siguiente:
39
“Hasta tanto se dicte la legislación nacional relativa al régimen de
las tierras baldías, la administración de las mismas continuará
siendo ejercida por el Poder Nacional, conforme a la legislación
vigente”.
Como puede observarse de la Disposición Transitoria Décima Primera, “la transferencia
de la administración” de las tierras baldías de los Estados al Poder Publico Nacional “es
una transferencia temporal”; la Administración de las tierras baldías de los Estados al
Poder Público Nacional, “no se transfiere en forma permanente”; la Disposición
Transitoria Décima Primera de la Constitución establece, que “la administración” de las
tierras baldías de los Estados “la continuará ejerciendo” el Poder Público Nacional “hasta
tanto” se dicte la legislación nacional relativa al régimen de las tierras baldías; es decir,
que una vez se dicte la legislación nacional relativa al régimen de las tierras baldías, la
Disposición Transitoria Décima Primera pierde vigencia, y “se activa” el numeral 5 del
artículo 164 de la Constitución y “la administración” de las tierras baldías de los Estados
“será competencia exclusiva” de cada Estado; por lo que en los términos del artículo 117
de la Ley de Tierras y Desarrollo Agrario, para que el Instituto Nacional de Tierras
“pueda cumplir el objetivo de administrar, redistribuir las tierras y la regularización” de
las Tierras Baldías de los Estados; por mandato de la Disposición Transitoria Décima
Primera; por mandato del numeral 5 del artículo 164 de la Constitución y por mandato del
artículo 2 de la Ley de Tierras Baldías y Ejidos, el Instituto Nacional de Tierras debe
aplicar “el régimen” relativo a las tierras baldías contenido en la Ley de Tierras Baldías y
Ejidos, que la “ es la ley especial de la materia” y es una Ley vigente en todo lo que “no
contradiga” a la Constitución de 1999, conforme lo manda la disposición derogatoria única
de la Constitución.
Repensar este argumento, puede servir de mucha ayuda al momento de redefinir la
estrategia de defensa de los productores agropecuarios; y, puede servir para obligar al
gobierno a “ejercer la función de administración” de las tierras baldías de los Estados,
40
“con sometimiento pleno a la ley y al derecho” como lo manda el artículo 141 de la
Constitución.
El régimen de administración de las tierras baldías en la Ley de Tierras Baldías y
Ejidos de 1936:
Para precisar el régimen de administración de las tierras baldías establecido en la Ley de
Tierras Baldías y Ejidos de 1936, se debe en primer lugar, analizar “la definición de
terrenos baldíos” establecido en el artículo 1 de la Ley de Tierras Baldías y Ejidos que
establece lo siguiente:
“Son baldíos todos los terrenos que, estando dentro de los limites
de la republica, no sean ejidos ni propiedad particular ni
pertenezcan legítimamente a corporaciones o personas jurídicas.”
El artículo 1 de la Ley de Tierras Baldías y Ejidos de 1936 define como “terrenos baldíos”
aquellos que:1). No son terrenos ejidos; 2). No son terrenos de propiedad particular o
privada y 3) No son terrenos que pertenecen legítimamente a corporaciones o personas
jurídicas; el artículo 1 comentado, “delimita el ámbito” de los terrenos baldíos; y, define
como terrenos baldíos, a aquellos terrenos, que “no sean ejidos”; es decir, que pertenezcan
a los municipios, éstos terrenos ejidos, están bajo la administración de los respectivos
municipios; “ni que
sean propiedad particular ni pertenezcan legítimamente a
corporaciones o personas jurídicas”; estos terrenos pertenecen a los particulares que los
hubieren adquiridos a titulo particular y solo ellos los administran; y, los terrenos que
hubieren pertenecido al Instituto Agrario Nacional; que pertenezcan al Instituto Nacional
de Tierras o que pertenezcan a la Corporación Agraria Nacional como “personas
jurídicas” son administrados por estos organismos; estos terrenos que serian
administrados, por quien lo hubiere adquirido particularmente; y, serian administrados, por
la corporación o persona jurídica a quien pertenezcan; es decir, serian “administrados por
sus dueños”.
41
Esta delimitación, sobre los terrenos baldíos, resulta relevante para reiterar “el régimen
relativo a los terrenos baldíos” que por mandato de la Disposición Transitoria Décima
Primera de la Constitución de 1999, conforme a la cual, el Poder Público Nacional está
obligado a respectar “en ejercicio de la función pública” al ejercer la función de
“administración” de las tierras baldías; y, el artículo 2 de la Ley de Tierras Baldías y
Ejidos de 1936 establece que “las disposiciones de la presente ley regirán” a todos los
terrenos baldíos que se encuentren en los limites de la República; en tal sentido el artículo
2 establece lo siguiente:
“Los terrenos baldíos de los Estados son de dominio privado de
ellos, y los existentes en el Distrito Federal, en los territorios
Federales y en las islas del Mar de las antillas, son de dominio
privado de la Nación; pero como a esta le ésta le está
constitucionalmente encomendada la administración de los terrenos
baldíos de los Estados , las disposiciones de la presente ley regirán
todos los que estén situados dentro de los limites de la República.”
El artículo 2 transcrito establece, que “la administración” de los terrenos baldíos de los
Estados está constitucionalmente encomendada a la Nación, y eso es de ésta forma, ya que
la Disposición Transitoria Décima Primera de la Constitución de 1999, le encomienda al
Poder Público Nacional, “la administración” de los Terrenos baldíos de los Estados; y,
establece igualmente el artículo 2 de la Ley de Tierras Baldías, que “las disposiciones de
ésta ley regirán todo lo relativo a los terrenos baldíos”, que se encuentren dentro de los
limites de la República; en forma clara y categórica el artículo 2 establece, que “las
disposiciones de ésta ley regirán todo lo relativo a los terrenos baldíos”; entonces, es
concluyente, que las disposiciones de la Ley de Tierras Baldías de 1936 “regirán” todo lo
relativo al régimen de los terrenos baldíos, incluida su administración.
42
Conforme a lo dispuesto en el numeral 5 del artículo 164 de la Constitución de 1999 y la
Disposición Transitoria Décima Primera de la Constitución de 1999, en concordancia con
el artículo 2 de la Ley de Tierras Baldías de 1936, “la administración” de las Tierras
Baldías de los Estados, “se regirá” por la Ley de Tierras Baldías y Ejidos de 1936 “en todo
lo que no contradigan” a la Constitución de 1999; en tal sentido, el Poder Público
Nacional, por órgano del hoy Ministerio de Agricultura y Tierras conforme lo establece el
artículo 19 de la Ley de Tierras Baldías debe cumplir las disposiciones siguientes:
1. Todo lo previsto relativo al “Catastro de las tierras baldías” previsto en los artículos 5 al
12 de la Ley que “no contradigan” la Constitución de 1999; y, que se hubieren publicado
en la Gaceta Oficial de los Estados Unidos de Venezuela.
2. El Catastro de Tierras baldías publicado en la Gaceta Oficial de los Estados Unidos de
Venezuela, conforme lo establece el artículo 9 de la Ley.
3. El Ministerio de Agricultura y Tierras debe respetar “el debido proceso” y, someterse a
todo
relativo “al procedimiento de rescate de las tierras baldías”
de los Estados
establecido en los artículos 10 al 12 que no estén en contradicción con la Constitución; que
regula el derecho que tiene el Poder Público Nacional a “rescatar” las tierras baldías de
conformidad “con un procedimiento”, que comprende “un juicio civil” de conformidad
“con la ley” ; en el artículo 10 de la Ley de Tierras Baldías en forma clara se “establece un
procedimiento judicial”, y, no un procedimiento administrativo para el rescate de tierras
baldías.
4. El Ministerio de Agricultura y Tierras está obligado por lo dispuesto en el artículo 11 de
la Ley, a “no intentar el rescate de las tierras baldías” contra los poseedores de tierras
baldías en los supuestos previstos en el artículo 11, siempre que no se contradiga la
Constitución de 1999.
43
5. El Ministerio de Agricultura y Tierras debe respetar “el debido proceso” establecido en
el artículo 10 de la Ley de Tierras Baldías, que establece, que “el rescate” de las tierras
baldías “se inicia con un juicio civil…ante los tribunales competentes”; por lo que el
procedimiento de rescate de tierras baldías “excluye el procedimiento administrativo”, al
atribuirlo a los tribunales civiles.
6. El Ministerio de Agricultura y Tierras “no tienen competencia, para arrendar o vender”
tierras baldías de los Estados; y el Ministerio de Agricultura y Tierras tampoco tiene
competencia para “adjudicar o transferir” tierras baldías de los Estados al hoy Instituto
Nacional de Tierra como lo establece el artículo 16 de la Ley de Tierras Baldías, por lo que
ésta parte del artículo 16 “ contradice” a la Constitución de 1999, y parece “carecer de
vigencia”; ya que el Poder Público Nacional “no tienen competencia, para arrendar o
vender” las tierras baldías de los Estados, como lo tenia en la Constitución de 1961; y, en
lo que respecta a “la adjudicación” de las tierras baldías de los Estados; ésta adjudicación
se debe hacer “ de acuerdo a la disposiciones de la ley” de Tierras Baldías y Ejidos y, que
no contradigan la Constitución de 1999.
7. El Ministerio de Agricultura y Tierras tiene competencia para “destinar a la constitución
a título gratuito de fundos rurales”, tierras baldías de los Estados para venezolanos pobres
“de acuerdo con la ley”, siempre que no contradigan la Constitución de 1999.
8. El Ministerio de Agricultura y Tierras debe ceñirse a la división “en tierras agrícolas y
pecuarias” conforme se establece en los artículos 37-38 y siguientes, que no contradigan
la Constitución de 1999.
9. El Ministerio de Agricultura y Tierras debe ceñirse a lo establecido en el Capítulo VIII,
de la Ley, en todo lo relativo a “la ocupación de los terrenos baldíos”, debe respetar la
“condición de ocupante licito” (artículo 145); debe garantizar “todos los efectos que
produce la ocupación” a favor del ocupante (artículo 146); debe garantizar y respetar, los
derechos derivados de “las bienhechurías” fomentadas en la tierras ocupadas (artículo 147)
44
y, debe garantizar el derecho de beneficiarse de la ocupación de tierras baldías por dos años
(artículo 148).
10. El Ministerio de Agricultura y Tierras debe ceñirse a lo establecido en el Capítulo X
de la Ley de Tierras Baldías, en lo relativo “al procedimiento sobre el derecho de
preferencia” que tienen los ocupantes de tierras baldías.
11. El Ministerio de Agricultura y Tierras, debe respetar “el debido proceso administrativo
y judicial” conforme lo garantiza el artículo 49 de la Constitución, en concordancia con lo
establecido en el artículo 46 y 152 y siguientes de la ley de Tierras Baldías y Ejidos “para
hacer valer el derecho de preferencia” de los ocupantes legítimos de tierras baldías de los
Estados.
12. Por mandato del artículo 152 de la Ley de Tierras Baldías, el Gobernador del Estado,
tiene competencia para tramitar la fase administrativa del “procedimiento del derecho de
preferencia”, en el procedimiento de adjudicación de los Terrenos baldíos, en todo lo que
no contradiga a la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.
Con fundamento a lo que se establece en el artículo 141 de la Constitución de 1999 que
“obliga
a la administración pública”, que en el ejercicio de la función pública de
“administración” de las tierras baldías de los Estados que “actué con sometimiento pleno
a la ley y al derecho”; conforme a lo que establece el numeral 5 del artículo 164 de la
Constitución, donde se ordena que “la administración” de los tierras baldíos de los Estados,
deberá hacerse “de conformidad con la ley” y de conformidad con lo dispuesto en la
Disposición Transitoria Décima Primera de la Constitución, que establece, que “la
administración” de las tierras baldías de los Estados continuará siendo ejercida por el
Poder Público Nacional, “conforme a la legislación vigente”; y, siendo que la Ley de
Tierras Baldías y Ejidos, es “la Ley Nacional vigente” que establece “el régimen relativo a
las tierras baldías”; y conforme a lo dispuesto en el artículo 2 de ésta ley, donde en forma
expresa se establece, que “las disposiciones de la presente ley regirán a todos los terrenos
45
baldíos que estén situados dentro de los limites de la República”, debe concluirse que el
Poder Público Nacional “está sometido” al régimen de las tierras baldías, establecido en la
Ley de Tierras Baldías y Ejidos de 1936 para “administrar” las tierras Baldías de los
Estados.
Para repensar la defensa y redefinir la estrategia de los productores agropecuarios se les
recomienda repensar en ésta conclusión.
III. Las afectaciones y limitaciones de las Tierras Baldías.
La Ley de Tierras y Desarrollo Agrario (LTDA), establece en su artículo 2, la norma
marco sobre “la afectación del uso” de las tierras; el citado artículo 2 establece lo
siguiente:
“Con el objeto de establecer las bases del desarrollo rural
sustentable, a los efectos de este Decreto Ley, queda afectado el uso
de todas las tierras públicas y privadas con vocación para la
producción agroalimentaria. Dicha afectación queda sujeta al
siguiente régimen:
1. Tierras pertenecientes al Instituto Nacional de Tierras: Serán
sometidas a un patrón de parcelamiento atendiendo a un conjunto
de factores determinantes tales como:
a. Plan Nacional de Producción Agroalimentaria.
b. Capacidad de trabajo del usuario.
c. Densidad de población local apta para el trabajo agrario.
46
d. Condiciones agrológicas de la tierra.
e. Rubros preferentes de producción.
f. Extensión general de tierras existentes en la zona sujeta a patrón
de parcelamiento.
g. Áreas de reserva y protección de recursos naturales necesarias en
la zona.
h. Condiciones de infraestructura existente.
i. Riesgos previsibles en la zona.
j. Los demás parámetros técnicos de establecimiento de patrones de
parcelamiento que se desarrollen en el Reglamento del presente
Decreto Ley y en otros instrumentos normativos.
2. Tierras propiedad de la República del dominio privado:
Quedan sujetas al mismo régimen establecido para las tierras
propiedad del Instituto Nacional de Tierras.
3. Tierras baldías: Serán objeto de planes especiales de desarrollo
socio-económico dentro de un esquema efectivo de producción,
garantizando la biodiversidad de los recursos existentes.
4. Tierras baldías en jurisdicción de los Estados y Municipios: Su
administración por parte de los entes correspondientes, queda
sometida al régimen de ésta Ley. Corresponde a los Estados y
47
Municipios el establecimiento de la seguridad agroalimentaria de su
respectiva jurisdicción en coordinación con los planes nacionales. A
los efectos de planificar el uso de las tierras cuya administración les
corresponda,
se
tomará
como
base
las
necesidades
agroalimentarias de los centros urbanos cercanos, considerando su
población actual y la necesidad progresiva de sustento de las
generaciones futuras. En la elaboración de dichos planes, los
Estados y los Municipios asegurarán la producción básica de los
rubros alimenticios fundamentales. En caso de que las tierras
rurales de un Estado o Municipio, por razones agrológicas,
carezcan de condiciones, para producir los rubros básicos para la
seguridad agroalimentaria de las poblaciones que se hallen bajo su
jurisdicción, se establecerá un acuerdo de intercambio o mercadeo
con otros Municipios o Estados, por medio de sus órganos
competentes.
Cuando los estados o municipios incumplan con el mandato previsto
en este artículo, el Ejecutivo Nacional asumirá su cumplimiento.
5. Tierras privadas: Quedan sujetas al cumplimiento de la función
social de la seguridad agroalimentaria de la Nación. En tal sentido,
deben someter su actividad a las necesidades de producción de
rubros alimentarios de acuerdo con los planes de seguridad
agroalimentaria establecidos por el Ejecutivo Nacional.”
En lo relativo a “la afectación del uso” de todas las tierras “públicas y privadas” regulada
en el artículo 2, lo relevante que debe destacarse en éste análisis, es que en el artículo “se
identifican personas jurídicas distintas” y, se reconoce que existen “cinco (5) tipos de
tierras” a las que se le afecta el uso “dependiendo de las personas a quienes pertenecen”
las tierras; y, resulta relevante destacar, que la afectación del uso de las tierras “se regula
48
en forma diferente”, dependiendo de las personas a quienes pertenecen las tierras; éstas
tierras son:1) Las Tierras pertenecientes al Instituto Nacional de Tierras; estas tierras son
propias del Instituto Nacional de Tierras; 2) Las Tierras propiedad de la República del
dominio privado, estas tierras son del dominio privado de la Republica; 3) Las Tierras
baldías; 4) Las Tierras baldías en jurisdicción de los Estados y Municipios; y 5) Las Tierras
privadas; y, ésta afectación de uso de las tierras establecidas en el articulo 2, “dependiendo
de las personas a quienes pertenecen”; para identificar a cuales tierras “se les afectó el
uso” , debemos analizar el articulo 2 transcrito, en el contexto del articulo 542 del Código
Civil, que establece lo siguiente:
“Todas las tierras que, estando situadas dentro de los limites
territoriales, carecen de dueño, pertenecen al dominio privado de
la nación si su ubicación fuere en el Distrito Federal o en
territorio o dependencias federales; y al dominio privado de los
Estados si fuere en éstos.”
Al analizar la afectación del uso de las tierras “dependiendo de las personas a quienes
pertenecen”, conforme lo establece el artículo 2 de la Ley de Tierras y Desarrollo Agrario;
observamos, que las tierras propias del Instituto Nacional de Tierras contempladas en el
numeral 1 del artículo 2, “tienen dueño”, el dueño es el Instituto Nacional de Tierras; y, la
afectación de su uso “Serán sometidas a un patrón de parcelamiento” establecido en la
ley; “las tierras propiedad de la República del dominio privado”, contempladas en el
numeral 2 del artículo 2, igualmente la afectación de su uso “Serán sometidas a un patrón
de parcelamiento” establecido en el numeral 1 del artículo 2.
Ahora bien, como los Órganos del Poder Publico Nacional representados en el Ministerio
de Agricultura y Tierras y, del Instituto Nacional de Tierras (INTI), han sostenido que
“tienen legitimidad” para intervenir las tierras de los Estados con fundamento al numeral 2
del artículo 2 de la Ley de Tierras y Desarrollo Agrario que establece, que queda afectado
el uso de “las Tierras propiedad de la República del dominio privado”; resulta relevante
49
analizar desde el punto de vista constitucional y legal “cuales son las Tierras propiedad de
la República del dominio privado”; y, el artículo 542 del Código Civil establece, que
“ pertenecen al dominio privado de la nación” las tierras que “su ubicación fuere en el
Distrito Federal o en territorio o dependencias federales”, debiendo destacarse, que
conforme a la Constitución de 1999 el Distrito Federal como entidad político territorial “no
existe”, constitucionalmente fue eliminado; por lo que “solo
pertenecen al dominio
privado de la nación”, las tierras que “su ubicación fuere en territorio o dependencias
federales”; y, en los términos de los artículo 11 y 13 de la Constitución, las tierras
ubicadas “en territorios o dependencias federales” son tierras que “ pertenecen al dominio
privado de la nación”; y, éstas son las tierras baldías existentes en las dependencias
federales y en las islas fluviales y “en todo el espacio insular”, que comprende el
archipiélago de los Monjes, el archipiélago de las aves, el archipiélago de los Roques, el
archipiélago de la orchila, isla la tortuga, isla la blanquilla, archipiélago los hermanos,
archipiélago de los frailes; isla la sola, archipiélago de los testigos, isla de patos, e isla de
aves; estas son “las tierras propiedad de la República del dominio privado” a que se
refiere el numeral 2 del artículo 2 de la Ley de Tierras de Desarrollo Agrario; que el citado
articulo 2 establece que “serán sometidas a un patrón de parcelamiento”, atendiendo a un
conjunto de factores; por lo que debe concluirse, que “no son tierras propiedad de la
República del dominio privado” las tierras baldías de los Estados, ya que el citado artículo
543 del Código Civil, establece, que “son del dominio privado de los Estados las tierras
ubicadas en la jurisdicción de los Estados”; por lo que el numeral 2 del artículo 2 de la
Ley de Tierras y Desarrollo Agrario, no le da cobertura legal al Poder Público Nacional
para intervenir o rescatar las tierras de dominio privado de los Estados.
La afectación del uso de las “Tierras baldías en jurisdicción de los Estados y Municipios”
comprendida en el numeral 4 del artículo 2 de la Ley de Tierras y Desarrollo Agrario,
requiere un análisis detallado, “por ser el tema neurálgico” del presente análisis; el citado
numeral 4 del artículo 2, establece lo siguiente:
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4. Tierras baldías en jurisdicción de los Estados y Municipios: Su
administración por parte de los entes correspondientes, queda
sometida al régimen de ésta Ley. Corresponde a los Estados y
Municipios el establecimiento de la seguridad agroalimentaria de su
respectiva jurisdicción en coordinación con los planes nacionales. A
los efectos de planificar el uso de las tierras cuya administración les
corresponda,
se
tomará
como
base
las
necesidades
agroalimentarias de los centros urbanos cercanos, considerando su
población actual y la necesidad progresiva de sustento de las
generaciones futuras. En la elaboración de dichos planes, los
Estados y los Municipios asegurarán la producción básica de los
rubros alimenticios fundamentales. En caso de que las tierras
rurales de un Estado o Municipio, por razones agrológicas,
carezcan de condiciones, para producir los rubros básicos para la
seguridad agroalimentaria de las poblaciones que se hallen bajo su
jurisdicción, se establecerá un acuerdo de intercambio o mercadeo
con otros Municipios o Estados, por medio de sus órganos
competentes.
Cuando los estados o municipios incumplan con el mandato previsto
en este artículo, el Ejecutivo Nacional asumirá su cumplimiento.
Esta disposición
de la Ley de Tierras y Desarrollo Agrario contiene dos aspectos
relevantes: 1) En primer lugar, “se regula la afectación del uso” de las Tierras baldías en
jurisdicción de los Estados y Municipios y, 2) En segundo lugar, regula “el régimen de
administración” de las Tierras baldías en jurisdicción de los Estados y Municipios, cuanto
textualmente expresa, que “la administración” de las Tierras baldías en jurisdicción de los
Estados y Municipios por parte de los entes correspondientes, “queda sometida al régimen
de ésta Ley”; por lo que queda claro, que la Ley de Tierras y Desarrollo Agrario “como
ley nacional” establece “un régimen relativo” a las tierras baldías de los Estados, cuando
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establece, que la afectación de las tierras baldías de los Estados “queda sometida al
régimen de ésta Ley”; lo que hace obligante analizar lo dispuesto en el numeral 4 del
Artículo 2 de la Ley de Tierras y Desarrollo Agrario, con la Disposición Transitoria
Décimo Primera de la Constitución, que establece lo siguiente:
“Hasta tanto se dicte la legislación nacional relativa al régimen de
las tierras baldías, la administración de las mismas continuará
siendo ejercida por el Poder Nacional, conforme a la legislación
vigente”.
Conforme a lo dispuesto en la Disposición Transitoria Décimo Primera de la Constitución,
“la administración” de las tierras baldías de los Estados, “las continuará ejerciendo el
Poder Público Nacional” conforme a la legislación vigente; “hasta tanto se dicte la
legislación nacional relativa al régimen de las tierras baldías”; y al confrontar ésta
disposición transitoria, con el numeral 4 del artículo 2 de la Ley de Tierras y Desarrollo
Agrario, podemos llegar “a las dos conclusiones” siguientes;
1. Si se asume, que la Ley de Tierras y Desarrollo Agrario “es la ley nacional relativa al
régimen de las tierras baldías” de los Estados, a que se refiere la Disposición Transitoria
Décima Primera de la Constitución, entonces “se debe concluir que terminó la
transitoriedad” y, los Estados recuperan “la competencia para administrar” las tierras
baldías “en forma exclusiva” como lo establece el numeral 5 del artículo 164 de la
Constitución; y, en consecuencia, el Poder Público Nacional, “ya no tiene competencia”
para seguir administrando la tierras baldías de los Estados; y “la administración” de las
tierras baldías que regula el numeral 4 del artículo 2 de la Ley de Tierras y Desarrollo
Agrario, deberá hacerse, “por parte de los entes correspondientes “, que deberán ser “entes
de la administración Estadal” designados por el Gobernador del Estado conforme a lo
establecido en el artículo 160 de la Constitución, que establece, que el Gobierno y “la
administración” de cada Estado corresponde al Gobernador del Estado; y, “la
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administración” de las tierras baldías de los Estados, “no será hecha por entes”
correspondientes a la Administración Pública Nacional.
2. Si se asume, que la Ley de Tierras y Desarrollo Agrario “no es la ley nacional relativa
al régimen de las tierras baldías” de los Estados a que se refiere la Disposición Transitoria
Décima Primera de la Constitución, porque “la materia que regula ésta ley”, es la materia
“del desarrollo rural integral y sustentable” como lo establece el artículo 1; y, la materia
de “la afectación del uso de las tierras” como lo establece el artículo 2 de la misma,
entonces “se debe concluir, que no terminó la transitoriedad”, por no haberse legislado
“sobre la materia” que ordena legislar la Disposición Transitoria Décimo Primera; y, en
consecuencia debe concluirse, que “la administración” de las tierras baldías de los
Estados, debe hacerse “conforme a la legislación vigente” que es la ley que regule “la
materia” relativa al régimen de las tierras baldías, como lo establece la Disposición
Transitoria Décima Primera; y, esta ley, es la Ley de Tierras Baldías, la que contiene el
régimen relativo a las tierras baldías.
Esta precisión resulta relevante para los dos asuntos siguientes: 1) Pensar en la
conveniencia o no de impulsar ante la Asamblea Nacional una Ley “relativa al régimen de
las Tierras Baldías” de los Estados, para poner fin a la transitoriedad de la Disposición
Transitoria Décimo Primera, y, recuperar “la administración exclusiva” de las tierras
baldías de los Estados; 2) Pensar en centrar la estrategia de defensa en la aplicación al
régimen de las tierras baldías previsto en la Ley de Tierras y Desarrollo Agrario.
IV. La ocupación de las tierras del Sur del Lago de Maracaibo en el Estado Zulia.
Hecho el análisis precedente, debe concluirse, que las intervenciones del Poder Público
Nacional de las fincas del Sur del Lago de Maracaibo, “son unas intervenciones
arbitrarias” del Ministerio de Agricultura y Tierras, del Instituto Nacional de Tierras y, de
las Fuerzas Armadas, por las dos razones siguientes:
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Primera razón:
La primera razón, que demuestra que los órganos del Poder Público Nacional “han
intervenido” las tierras del Sur del Lago del Estado Zulia “en forma arbitraria”, se
fundamenta, en que ni el Ministerio de Agricultura y Tierras, ni el Instituto Nacional de
Tierras (INTI), “han demostrado”, que las tierras intervenidas en el Sur del Lago de
Maracaibo “son Tierras pertenecientes al Instituto Nacional de Tierras” como lo exige el
numeral 1 del artículo 2 de la Ley de Tierras y Desarrollo Agrario; además, la intervención
es arbitraria, porque las tierras intervenidas en el Sur del Lago de Maracaibo “no son, ni
pueden ser nunca tierras propiedad de la República del dominio privado” como lo exige
el numeral 2 del artículo 2 de la Ley de Tierras, ya que las tierras propiedad de la República
del dominio privado, “están fuera de la jurisdicción de los Estados” ; las tierras propiedad
de la República del dominio privado, “están fuera de la jurisdicción” del Estado Zulia ,
como lo establece el articulo 542 del Código Civil, “las tierras de dominio privado de la
nación se ubican en el Distrito Federal o en territorios o dependencias federales”; y,
finalmente, la intervención de las tierras en el Sur del Lago de Maracaibo es arbitraria, ya
que como lo establece el artículo 542 del Código Civil, “las tierras baldías en jurisdicción
de los Estados pertenecen al dominio privado de los Estados”; por ésta primera razón, debe
concluirse, que el Poder Público Nacional representado por el Ministerio de Agricultura y
Tierras, el Instituto Nacional de Tierras y las Fuerzas Armadas, “ejerció la función pública
de administrar arbitrariamente”;
y, no actúo como lo manda el artículo 141 de la
Constitución “con sometimiento pleno a la ley y al derecho”
incurriendo en un
desproporcionado abuso de poder.
Segunda razón:
La segunda razón que pone en evidencia “la
conducta arbitraria” del Ministerio de
Agricultura y Tierras, el Instituto Nacional de Tierras (INTI); y las Fuerzas Armadas, se
fundamenta, en que “al ocupar las tierras intervenidas”, violaron lo dispuesto en el
numeral 5 del artículo 164 de la Constitución, que establece, que “la administración” de las
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tierras baldías de los Estados “se administran conforme a la ley”; y, violaron la
Disposición Transitoria Décimo Primera, que establece que el Poder Publico Nacional debe
“administrar” las tierras baldías de los Estados de conformidad con la ley nacional
“relativa al régimen de las tierras baldías”
y, en consecuencia, violaron “todo el
procedimiento y todas las garantías” establecido en la Ley de Tierras Baldías y Ejidos que
“es la ley nacional que establece todo lo relativo al régimen de las tierras baldías” en
Venezuela, que favorecen a “los ocupantes de las tierras intervenidas” en el Sur del Lago,
y, violaron el artículo 2 de la ley que establece, que “las disposiciones de la presente ley
regirán a todos los terrenos baldíos que estén dentro de los limites de la República”;
violaron el debido proceso establecido en el artículo 10; violaron “la condición de
ocupante” y, todos los beneficios legales que ofrece la coedición de ocupantes, regulados
en los artículos 144 al 148; violaron la garantía del derecho de preferencia que tienen los
ocupantes de tierras baldías conforme lo establece la ley en los artículos 152 y siguientes;
por ésta segunda
razón, debe igualmente concluirse, que el Poder Público Nacional
representado por el Ministerio de Agricultura y Tierras, el Instituto Nacional de Tierras y
las Fuerzas Armadas, “ejerció arbitrariamente la función publica de administrar” las
tierras baldías de los Estados; y, no actúo como lo manda el articulo 141 de la Constitución
“con sometimiento pleno a la ley y al derecho” incurriendo en un desproporcionado abuso
de poder.
CONCLUSIONES
El necesario recorrido constitucional y legal realizado, permitió hacer un amplio, detenido y
detallado análisis jurídico, que nos lleva a establecer las siguientes conclusiones:
1. No es jurídicamente defendible la tesis según la cual, las tierras baldías que se
encuentran en la jurisdicción de los Estados son de dominio privado de la Nación.
2. Es jurídicamente defendible la tesis según la cual, las tierras de dominio privado de la
Nación, se encuentran ubicadas fuera de la jurisdicción de los Estados.
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3. Es jurídicamente defendible la tesis según la cual, las tierras que se encuentran ubicadas
dentro de la jurisdicción de los Estados, son del dominio privado de los Estados.
4. Es jurídicamente defendible, que las tierras intervenidas en el Sur del Lago de Maracaibo
no son tierras de dominio privado de la Nación.
5. Es jurídicamente defendible, que hasta tanto se dicte la Ley Nacional relativa al régimen
de las tierras baldías de los Estados, la ley aplicable a la administración de las tierras
baldías; es la ley vigente relativa al régimen de las tierras baldías.
6. Es jurídicamente defendible, que “por razón a la materia” la ley vigente relativa al
régimen de las tierras baldías es la Ley de Tierras Baldías y Ejidos.
7. Es jurídicamente defendible, que los productores agropecuarios tienen derecho a
beneficiase de “la ocupación” de las tierras baldías; de beneficiarse de “la posesión
legitima de dos años”; de beneficiarse de las bienechurias; de beneficiarse del derecho de
preferencia establecidos todos en la Ley de Tierras Baldías y Ejidos.
RECOMENDACIONES
1. Que los gremios de los productores en particular y las productoras en general,
redefinan su estrategia “con argumentos jurídicamente defendibles” sobre la
propiedad de las tierras baldías; sobre la administración de las tierras baldías; sobre
el régimen aplicable a las tierras baldías; y sobre lo relativo a la afectación del uso
de las tierras baldías.
2. Que los gremios de los productores y, los productores desarrollen una estrategia que
comprenda lo siguiente: a) Sensibilizar y hacer participar a los habitantes de los
lugares donde están las fincas del problema planteado, mediante asambleas,
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volantes, afiches, cuñas de radio, “no se pueden dejar aislar”; b) Lograr
sensibilizar y movilizar a la opinión pública nacional, respecto a que el Gobierno
Nacional está actuando arbitrariamente, violando la Constitución, la Ley de Tierras
Baldías y Ejidos y, la propia Ley de Tierras y Desarrollo Agrario; c) Lograr sentar a
los funcionarios de mas alto nivel del Gobierno en una mesa de dialogo e intentar
construir un compromiso, en lo relativo a la propiedad de las tierras baldías, a la
administración de las tierras baldías, a la afectación de las tierras baldías, etc.
3. Explorar la posibilidad de elaborar un proyecto de Ley Nacional sobre el régimen
de las tierras baldías; y, proponérselo a la Asamblea Nacional para su aprobación.
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