LUCIO ANNEO SÉNECA ACTIVIDAD Y OCIO

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LUCIO ANNEO SÉNECA
ACTIVIDAD Y OCIO DE LA FILOSOFÍA
Lizbeth Sagols
Séneca (4-65 d.C.) nació en Córdoba, España, aunque desde niño
se fue a vivir a Roma en donde cultivó una amplia cultura humanista: filosofía, derecho, oratoria historia, geografía y estudio
de la naturaleza. En su madurez desarrolló una obra filosófica escrita con un estilo literario de gran calidad y en la que expresa un
afán pedagógico y moral. Alternó su búsqueda filosófica con una
intensa actividad política, por un lado y una actividad pragmática, por el otro, pues era gran conocedor de diversas técnicas
agrícolas.
Fue preceptor de Nerón, senador del imperio romano y llegó a
ser el banquero más exitoso de dicho imperio. Su filosofía parte
de los principios generales del estoicismo, en particular, pone énfasis en la investigación de la naturaleza del cosmos en general y
en la del individuo, pues consideraba que con este conocimiento
el hombre puede vivir conforme a la racionalidad, evitar errores y
desterrar miedos absurdos. Sin embargo, no fue un estoico dogmático, antes bien, valoraba la búsqueda propia de la verdad y la
libertad de pensamiento. Consideraba que los maestros eran tan
sólo "guías", nunca "señores" o "dueños" del criterio de los alumnos. Por tanto, en sus reflexiones filosóficas Séneca incorpora
otras formas de pensar ajenas al estoicismo, como la idea platónica de la preexistencia e inmortalidad del alma y las ideas cristiana
de la fragilidad humana y la misericordia.
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Igual que los estoicos griegos, concibió la actividad filosófica
en íntima unión con la vida y encontró el sentido del conocimiento filosófico tanto en la pura investigación apasionada de la
naturaleza, como en la conducción moral de vida hacia la sabiduría: el autodominio y la tranquilidad de ánimo. Con su filosofía
Séneca intentó, sobre todo, brindarle al hombre consuelo ante la
muerte, la enfermedad, la ausencia de seres queridos, el destierro
y el dolor. Al final de su vida se apartó de la actividad política,
abandonó sus riquezas y privilegios y se dedicó a la contemplación filosófica del cosmos. La muerte le llega acompañada de una
gran ironía que pone a prueba su sabiduría, pues a pesar de haber
servido a Nerón, éste le ordena quitarse la vida. Séneca obedece
sin caer en la desesperación, seguro de haber disfrutado del mayor de los bienes en la contemplación filosófica.
Sus obras más importantes son: De la vida bienaventurada, De
la brevedad de la vida, De la constancia del sabio-, De la tranquilidad de ánimo, De la ira, Del ocio, y Cartas a Lucilo.
Del Ocio es un pequeño texto del que cabe suponer que tenía
una extensión mayor, pues sólo se conservan algunas de sus partes. La mayoría de los comentaristas consideran que fue escrito
una vez que Séneca se retiró de la vida pública y como una confirmación de su nueva forma de vida, aunque algunos otros piensan que fue escrito antes de retirarse, lo cual indicaría que en él,
Séneca expresa convicciones profundas que más tarde llevaría a la
práctica. Como quiera que sea, en Del ocio se expresa con toda
claridad y de manera paradigmática la confianza del filósofo romano en el carácter activo de la contemplación filosófica.
Aunque no intentemos ninguna otra cosa que sea saludable [el ocio]
aprovechará el recogimiento por sí mismo; seremos mejores cada uno.
Pues qué ¿no podemos retirarnos en compañía de los mejores
hombres y elegir entre ellos un ejemplar al que ajustemos nuestra
vida? Pero esto no se consigue sino en el ocio. [Por otra
Lucio Anneo Séneca. Actividad y ocio de la filosofía
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parte] solemos decir que el sumo bien consiste en vivir según
la naturaleza. La naturaleza nos engendró para ambas cosas:
para la contemplación de las cosas y para la acción [... ] Nos
dio la naturaleza un ingenio curioso y, consciente de su
destreza y hermosura, nos engendró para que fuéramos
espectadores [... ] pues perdería su fruto, si cosas tan grandes,
tan claras, tan sutilmente conducidas, tan brillantes y
hermosas, no de una sola manera, las mostrase la soledad [... ]
Nuestro pensamiento derriba las fortificaciones del cielo y no
se contenta con conocer lo que se manifiesta [... ] Nacido para
investigar todo [...] date cuenta de que el hombre no recibió
mucho tiempo, aunque se lo reserve todo para sí mismo.
Aunque no consienta que se le quite nada por condescendencia, ni que se le escape nada por negligencia, aunque
guarde sus horas con avaricia y las prolongue hasta el último
extremos de la edad humana, ni la fortuna le desmorone algo
de lo que le fijó la naturaleza, es siempre el hombre demasiado
mortal para conocer las cosas inmortales. Vivo por
consiguiente, según la naturaleza, si me he entregado a ella por
completo, si soy su admirador. Mas quiso la naturaleza que
hiciera lo uno y lo otro; actuar y darme a la contemplación. Y
una y otra cosa hago porque no hay cierta-mente
contemplación sin acción [...] ¿Con qué intención se retira el
sabio al ocio? Para comprender que también entonces ha de hacer aquellas cosas con que ayude a la posteridad. Somos
nosotros ciertamente los que decimos que Zenón y Crisipo
hicieron mayores cosas que si hubieran mandado ejércitos,
desempeñado cargos honoríficos o promulgado leyes. Y las
promulgaron, pero no para la ciudad, sino para todo el género
humano. ¿Cómo es, pues, que no conviene al hombre bueno este
ocio, por el cual gobierna las edades por venir y habla no delante
de pocos, sino a todos los hombres de todos los pueblos, los que
existen y los que han de existir?
Séneca, "Del ocio", en Tratados morales, Obras Completas, Tomo II,
pp. 184-187
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Séneca presenta la dimensión contemplativa de la filosofía como
ocio: una actividad opuesta, implícitamente, al "negocio": a lo
que se realiza en función de una ganancia económica. En particular, opone la filosofía a la vida política o pública —dedicada a los
honores y la resolución de asuntos inmediatos, pues el filosofar
ha de ejercerse en soledad y requiere tiempo para conocer y reflexionar. Queda implícito aquí, que el ethos del filósofo consiste en
la dedicación irrestricta a la reflexión y en la renuncia a los asuntos público.
Asimismo, Séneca valora la contemplación filosófica tanto
porque nos aporta un conocimiento del cosmos, como porque ella
es en sí misma una acción. Por un lado, el conocimiento de la
naturaleza nos hace mejores, pues la naturaleza nos dotó de curiosidad y capacidad de expectación o visión, por tanto, al dedicarnos al conocimiento cumplimos con la naturaleza —ideal del
estoicismo. Y por el otro, gracias a la contemplación, prestamos
también, como lo hace el político, un servicio a otros hombres,
pero a los hombres de la posteridad y no sólo a los del presente —
como le ocurre al político. De este modo, Séneca nos revela cómo
la verdad filosófica se proyecta a todos los tiempos y cómo la renuncia a los asuntos públicos y el retiro a la soledad del pensamiento, no implican un desinterés por la humanidad, sino por el
contrario, una liga más fuerte con ella. El ethos del filósofo conlleva el ejercicio de la comunicación con la comunidad universal.
Por último, el fragmento también revela que, en tanto el filósofo
tiene por objeto de estudio asuntos eternos, se enfrenta a la
conciencia de la finitud humana, pues jamás llega a conocer todo
lo que quisiera. Y por ello, el filósofo no debe escatimar su dedicación a la vida contemplativa. La conciencia de la finitud acrecienta, así, el compromiso del pensador.
Lucio Anneo Séneca. Actividad y ocio de la filosofía
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Bibliografía sugerida
SÉNÉQUE, Oeuvres completes, París, Belles Lettres, 1922-1964.
SÉNECA, Obras completas, Trad. Gallegos Rocafull, México,
UNAM, Biblioteca Scriptorum graecorum et romanorun
mexicana, México, 1946.
GRIFFIN, M. T., Séneca, a philosopher in politics, Oxford,
Claredon, 1976.
LONG, A.A., y SEDLEY, D.N., Hellenistics philosophers, Vol. I y II,
Cambridge, University Press, 1987.
MANGAS, J., Séneca o el poder de la cultura, Ed. Debate,
Barcelona, 2001.
VEYNE, R, Séneca y el estoicismo, Trad. Mónica Utrilla, México,
FCE, 1995.
ZAMBRANO, M., Séneca, Madrid, Ed. Siruela, 1994.
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